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PHTLS Trauma Soporte Vital pag 213-218

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cAPÍTULO 7 Trauma musculoesquelético 193
Abierta
A
Cerrada
B
C
FIGURa 7.9 A, fractura abierta vs. cerrada. B, fractura cerrada del fémur. Observe la rotación interna y el acortamiento de la 
pierna. C, fractura abierta de la tibia.
Manejo
El manejo inicial de una hemorragia externa incluye la aplica-
ción de presión directa. La elevación de una extremidad no 
ha mostrado reducir la hemorragia y en el trauma musculoes-
quelético puede agravar las lesiones presentes. Si no se con-
trola la hemorragia con presión directa o con un apósito se 
debe colocar un torniquete.
Después de controlar el sangrado en pacientes con hemo-
rragia en una extremidad que pone en riesgo la vida, los pro-
veedores de atención prehospitalaria pueden revalorar la 
revisión primaria y enfocarse en la reanimación y el trans-
porte rápido a la unidad hospitalaria en donde mejor se pueda 
tratar la condición del paciente.
Inestabilidad (fracturas y luxaciones)
Los desgarros de las estructuras que dan soporte a una articula-
ción, la fractura de un hueso y las lesiones mayores de músculos 
o tendones afectan la capacidad de una extremidad para apo-
yarse por sí misma. Las dos lesiones que producen inestabilidad 
de los huesos o articulaciones son las fracturas y luxaciones.
Fracturas
Si un hueso está roto (fracturado), su inmovilización reducirá 
el potencial de mayor lesión y el dolor. El movimiento de 
los extremos agudos de un hueso fracturado puede lesionar los 
vasos sanguíneos, lo que puede producir hemorragia interna 
y externa. Además, las fracturas pueden lesionar el tejido 
muscular y los nervios.
En general, las fracturas se clasifican en cerradas o abier-
tas. En una fractura cerrada no hay solución de continuidad 
de la piel por los extremos óseos, mientras que en una frac-
tura abierta se interrumpe la integridad de la piel (Figura 
7.9A). Los médicos pueden clasificar las fracturas de acuerdo 
con su patrón (p. ej., en tallo verde, conminuta), pero estos 
tipos no pueden distinguirse sin estudios de rayos X y el 
conocer el patrón de la fractura no altera realmente el manejo 
en campo de la fractura.
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194 PHTLS Primera Respuesta al Trauma
Las fracturas cerradas son fracturas en las que el hueso se 
ha roto pero el paciente no ha perdido la integridad de la piel 
(p. ej., la piel no está abierta o lacerada sobre el sitio de la frac-
tura) (Figura 7.9B). Los signos de una fractura cerrada incluyen 
dolor, deformidad, hematomas, aumento de volumen y crepita-
ción, aunque en algunos pacientes el único signo puede ser el 
dolor. Se deben valorar los pulsos, el color de la piel y la fun-
ción motora y sensitiva por debajo del sitio de la fractura sos-
pechada. El pedir al paciente que mueva una extremidad frac-
turada puede producir una fractura abierta. No siempre es 
verdad que una extremidad no presenta fractura sólo porque el 
paciente puede moverla; la adrenalina en un evento traumático 
puede motivar a los pacientes a realizar cosas que de manera 
normal no tolerarían. Además, algunos pacientes tienen una 
tolerancia increíblemente elevada al dolor.
Las fracturas abiertas por lo regular se presentan cuando un 
extremo óseo agudo penetra la piel desde el interior o una herida 
lacera la piel y el músculo hacia un sitio de fractura abajo (Figura 
7.9C). Cuando un hueso punciona la piel, el extremo puede estar 
contaminado con bacterias de la piel o el ambiente. Esto puede 
llevar a complicaciones serias de una infección ósea (osteomie-
litis), lo cual puede interferir con la cicatrización de la fractura y 
requerir meses o incluso años de tratamiento. Aunque la lesión 
en la piel relacionada con una fractura casi nunca se asocia con 
una hemorragia importante, el sangrado persistente puede pro-
venir de la cavidad medular del hueso o de un hematoma en los 
tejidos profundos que se descomprime a través de la apertura de 
la piel. Cualquier lesión abierta cerca de una posible fractura se 
debe considerar y tratar como una fractura abierta. La protrusión 
de un hueso o extremo óseo por lo general no debe recolocarse 
en su lugar de forma intencional; de cualquier manera, en oca-
siones los huesos regresan a una posición casi normal cuando 
son realineados o por los espasmos musculares que por lo gene-
ral se presentan con las fracturas. Una ferulización inadecuada o 
un manejo brusco de una extremidad fracturada puede convertir 
una fractura cerrada en una abierta. Las fracturas abiertas son 
fáciles de localizar en un paciente traumatizado. Aunque la pro-
trusión ósea a través de una herida es algo obvio, las lesiones en 
tejidos blandos cercanos al sitio de la fractura/deformidad pue-
den ser resultado de que un extremo óseo irrumpió a través de la 
superficie de la piel y posteriormente se introdujo de nuevo 
hacia los tejidos.
Como ya se mencionó antes, las fracturas pueden producir 
una hemorragia interna importante hacia los planos titulares 
que rodean el sitio de la fractura. Las dos fracturas que se aso-
cian más comúnmente con una hemorragia importante son las 
fracturas de fémur y pelvis. Un adulto puede perder 1 000 a 
2 000 mL de sangre por muslo. Por lo tanto, la hemorragia 
interna asociada con la fractura de fémur bilateral puede ser 
suficiente para producir la muerte por choque hipovolémico.
Las fracturas pélvicas también son una causa común de 
hemorragia importante (Figura 7.10). Cerca de la pelvis se loca-
lizan múltiples arterias y venas pequeñas y éstas se pueden 
desgarrar por los extremos óseos o por la fractura y apertura de 
las articulaciones sacroiliacas. La palpación o manipulación 
agresiva de la pelvis puede aumentar de manera importante la 
pérdida de sangre cuando está presente una fractura pélvica 
inestable. Para valorar la pelvis, es aceptable la palpación gen-
til pero sólo se debe realizar una vez. La presión manual gentil 
de anterior hacia posterior y a los lados puede identificar la 
presencia de crepitación e inestabilidad. Debido a la cantidad 
de espacio en la cavidad pélvica, se puede presentar hemorra-
gia con pocos signos externos de compromiso. Las fracturas 
abiertas de la pelvis, casi siempre como resultado del golpe a un 
peatón por un coche o cuando un pasajero es expulsado de 
un vehículo de motor, son particularmente letales. Las caídas 
también pueden producir fractura de la pelvis, por lo que es 
importante considerar una posible fractura de la pelvis con 
cualquier mecanismo que incluya la absorción de energía por 
la pelvis o la presencia de dolor en la pelvis. Casi siempre se 
presenta un sangrado externo masivo en lugar de una hemorra-
gia interna y los extremos óseos pueden lacerar al recto o la 
vagina, lo que puede producir una infección pélvica grave.
Manejo
Fracturas abiertas y cerradas. La primera consideración en el 
manejo de las fracturas es el control de la hemorragia y el trata-
miento del choque. La presión directa y la colocación de apósi-
tos compresivos controlarán de manera virtual todas las hemo-
rragias externas encontradas en el campo. Las lesiones abiertas o 
los extremos óseos expuestos deben cubrirse con un apósito 
estéril humedecido con agua o solución salina normal estéril. La 
hemorragia interna por una fractura se controla principalmente 
con la inmovilización, lo cual tiene el beneficio adicional de 
aliviar el dolor. Si los extremos óseos en una fractura abierta se 
retraen dentro de la herida durante la ferulización, esta informa-
ción se debe documentar en el expediente del paciente y se debe 
reportar al personal del departamento de urgencias.
Una extremidad lesionada se debe mover lo menos posible, 
tanto durante la revisión secundaria como para la aplicación 
de la férula. Antes de la ferulización, una extremidad lesionada 
se debe regresar a la posición anatómica normal, incluyendo el 
uso de una tracción gentil para restaurar la extremidad a su 
(A)
(C)
(B)
FIGURa 7.10 Radiografía de una fractura grave de la pelvis por 
compresión anteroposterior. Existe un ensanchamientomarcado 
de la sínfisis púbica (A), disrupción de la articulación sacroiliaca 
(B), y fracturas de las ramas púbicas (C).
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cAPÍTULO 7 Trauma musculoesquelético 195
Existen varios tipos de férulas y materiales para la ferulización, 
incluyendo los siguientes:
■ Férulas rígidas que no pueden cambiar de forma (ver las 
Figuras C, D y E). Éstas requieren que la parte del cuerpo 
se ajuste a la forma de la férula. Algunos ejemplos de 
férulas rígidas incluyen las férulas de tabla (madera, 
plástico o metal), paquetes de fracturas y “férulas de 
aire” inflables. Este grupo de férulas también incluyen a 
la camilla larga. Las férulas rígidas se utilizan mejor para 
lesiones de huesos largos.
■ Férulas adaptables. Éstas se pueden moldear en varias 
formas y combinaciones para acomodarse a la forma de la 
extremidad lesionada (ver la Figura A). Algunos ejemplos de 
las férulas adaptables incluyen férulas por vacío, almohadas, 
sábanas, férulas de cartón corrugado, férulas de escalera de 
alambre y férulas metálicas adaptables cubiertas por 
FIGURA 7.11 Tipos de férulas
espuma. Las férulas adaptables se utilizan mejor para las 
lesiones de tobillo, muñeca y huesos largos.
■ Las férulas por tracción están diseñadas para mantener la 
tracción mecánica en línea para ayudar a realinear las 
fracturas (ver la Figura B). Las férulas por tracción casi 
siempre se utilizan para estabilizar las fracturas de fémur.
A B
C D
E
A, férula adaptable. B, férula por tracción. C, férula por vacío. D, férula de tabla. E, Fracpac. 
 (B Y C de Sanders MJ: Mosby’s paramedic textbook, ed 3, St Louis, 2006, Mosby.)
longitud normal. Las dos principales contraindicaciones para 
hacer esto incluyen un dolor importante o resistencia al movi-
miento durante el intento de colocar la extremidad en una 
posición anatómica normal. La enseñanza tradicional era feru-
lizar cualquier fractura sospechada “en la posición encon-
trada”; de cualquier manera, hay buenos fundamentos para 
restaurar la posición anatómica normal. Primero, una “fractura 
reducida”, aquella que se regresa a la posición anatómica nor-
mal y se alinea es más fácil de ferulizar. Segundo, al reducir 
una fractura se puede aliviar la compresión de arterias o ner-
vios y se mejora la circulación y la función neurológica. La 
reducción de las fracturas también aminora la hemorragia. Si la 
fractura es abierta y el hueso se encuentra expuesto, el extremo 
óseo se debe irrigar gentilmente con agua o solución salina 
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196 PHTLS Primera Respuesta al Trauma
estéril para remover la contaminación obvia antes de intentar 
llevarla a la posición anatómica normal. No es una preocupa-
ción importante si el extremo óseo se retrae hacia dentro de la 
piel durante esta manipulación, ya que de cualquier modo las 
fracturas abiertas requieren de manejo en quirófano. Sin 
embargo, el hecho de que el hueso se encontraba expuesto 
antes de la reducción es una información clave que se debe 
transmitir al personal de la unidad hospitalaria que reciba al 
paciente. No se deben realizar más de dos intentos para restau-
rar la posición normal de la extremidad, y en caso de fracaso, 
se debe ferulizar “como se encuentra”.
El principal objetivo de ferulizar es prevenir el movi-
miento de esa parte del cuerpo. Esto ayudará a reducir el 
dolor del paciente y prevenir una mayor lesión de los tejidos 
blandos y la hemorragia. Para inmovilizar cualquier hueso 
largo en una extremidad de manera efectiva, se debe inmovili-
zar la extremidad por completo. Para lograr esto, el sitio lesio-
nado se debe apoyar de forma manual mientras la articula-
ción y el hueso por encima (proximal) a la articulación y el 
hueso por debajo (distal) al sitio de la lesión son ferulizados. 
Se encuentran disponibles numerosos tipos de férulas y la 
mayoría se puede usar tanto para fracturas abiertas como para 
cerradas (Figura 7.11). Virtualmente con todas las técnicas de 
ferulización se limita una mayor inspección de la extremi-
dad, por lo que se debe evaluar de manera extensa la extremidad 
antes de la ferulización.
Es importante recordar cuatro puntos adicionales cuando 
se aplica cualquier tipo de férula:
1. Colocar férulas rígidas acolchonadas para prevenir el 
movimiento de la extremidad, ayudar al confort del 
paciente y prevenir úlceras por presión.
2. Retirar joyería y relojes para que estos objetos no corten 
la circulación si se presenta un mayor aumento de volu-
men. La lubricación con una loción o un gel soluble en 
agua puede facilitar el retiro de anillos apretados.
3. Valorar las funciones neurovasculares distales al sitio de la 
lesión antes de aplicar cualquier férula y después de manera 
periódica. Una extremidad sin pulso indica o una lesión vas-
cular o un síndrome compartamental y el transporte rápido a 
una unidad hospitalaria se convierte en una prioridad.
4. Después de ferulizar se puede considerar elevar la extre-
midad, si es posible, para reducir el edema y la sensa-
ción pulsátil. También se pueden usar paquetes de hielo 
o frío para reducir el dolor y la hinchazón y se pueden 
colocar en la extremidad ferulizada cerca del sitio sospe-
chado de fractura.
Fracturas de fémur. Las fracturas de fémur representan una situa-
ción única de ferulización debido a la musculatura del muslo. 
Además de brindar un apoyo estructural clave para la extremi-
dad inferior, el fémur también brinda resistencia a los podero-
sos músculos del muslo, manteniéndolos estirados. Cuando se 
fractura el fémur en el tercio medio de la diáfisis, esta resisten-
cia a la contracción se retira. Al contraerse estos músculos, los 
extremos óseos agudos desgarran el tejido muscular, produ-
ciendo una hemorragia interna adicional y dolor que predis-
pone al paciente a una fractura abierta. En ausencia de condi-
ciones que ponen en riesgo la vida, se debe aplicar una férula de 
tracción para estabilizar las fracturas sospechadas de tercio 
medio de la diáfisis del fémur. La aplicación de la tracción, 
tanto manual como por un instrumento mecánico, ayudará a 
reducir el sangrado interno y reducirá de igual manera el dolor 
del paciente. Un estudio sobre el uso prehospitalario de férulas 
de tracción documentó que casi 40% de los pacientes tuvio una 
lesión que se complicó o contraindicó el uso de una férula de 
tracción.2 Las contraindicaciones para el uso de una férula 
de tracción son las siguientes:
■ Sospecha de fractura de pelvis
■ Sospecha de fractura del cuello femoral (cadera)
■ Avulsión o amputación del tobillo y el pie
■ Sospecha de fracturas adyacentes a la rodilla (se puede 
usar una férula de tracción como una férula rígida en 
esta situación, pero no se debe aplicar tracción)
Cuando se encuentran fracturas en el tercio medio de la 
diáfisis del fémur en un paciente con heridas adicionales que 
ponen en riesgo su vida, no se debe tomar tiempo para apli-
car una férula de tracción. En su lugar se debe enfocar la 
atención a los problemas críticos y las fracturas sospechadas 
de las extremidades inferiores serán estabilizadas suficiente-
mente cuando el paciente sea inmovilizado en una camilla.
Fracturas de pelvis. Las fracturas pélvicas pueden tener un rango 
desde fracturas menores, relativamente insignificantes, hasta 
lesiones complejas asociadas con una hemorragia interna y 
externa masiva. Las fracturas del anillo pélvico se asocian con 
una mortalidad general de 6%, mientras que la mortalidad por 
fracturas pélvicas abiertas puede exceder 50%. La pérdida de 
sangre representa la principal causa de muerte en los pacientes 
con fracturas pélvicas; el resto de las muertes son producidas 
por lesiones cerebrales traumáticas (LCT) y falla orgánica múl-
tiple. Ya que la pelvis es un hueso fuerte y difícil de fracturar, 
los pacientes con fracturas pélvicas casi siempre tienen lesiones 
asociadas, incluyendo lesiones cerebrales traumáticas (51%), 
fracturas de huesos largos (48%), lesiones torácicas (20%), des-
garro de la uretra en hombres (15%),trauma esplénico (10%) y 
trauma de hígado y riñón (7% cada uno).
Fracturas de las ramas de la pelvis. Las fracturas aisladas de las 
ramas inferior o superior por lo general son menores y no 
requieren la estabilización quirúrgica. Los individuos que caen 
con fuerza sobre el periné pueden fracturarse las cuatro ramas 
(lesión en silla de montar). Estas fracturas no suelen estar aso-
ciadas con una hemorragia interna significativa.
Fracturas acetabulares. Las fracturas acetabulares se presentan 
cuando la cabeza del fémur es empujada hacia el acetábulo de la 
pelvis. Por lo general se requiere la intervención quirúrgica para 
optimizar la función normal de la cadera. Estas lesiones pueden 
estar asociadas con una hemorragia interna significativa.
Fracturas del anillo pélvico. Las fracturas del anillo pélvico por lo 
regular se clasifican en tres categorías. La hemorragia que pone 
en riesgo la vida probablemente es más común con las fracturas 
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cAPÍTULO 7 Trauma musculoesquelético 197
por rotura vertical, pero puede estar asociada con todos los tipos 
de fracturas del anillo pélvico. El proveedor de cuidados prehos-
pitalarios puede palpar crepitación y notar inestabilidad ósea 
con cada una de estas fracturas del anillo pélvico.
1. Las fracturas por compresión lateral representan la 
mayoría de las fracturas del anillo pélvico (Figura 
7.12A). Estas lesiones se pueden presentar cuando se 
aplican fuerzas a las caras laterales de la pelvis (p. ej., un 
peatón golpeado por un carro). El volumen de la pelvis 
se reduce en estas fracturas.
2. Las fracturas por compresión anteroposterior representan 
cerca de 15% de las fracturas del anillo pélvico (Figura 
7.12B). Estas lesiones se presentan cuando se aplican fuer-
zas con dirección anteroposterior (p. ej., una persona lan-
zada por un vehículo contra una pared). Estas lesiones 
también se conocen como fracturas pélvicas “en libro 
abierto” porque de manera usual se separa la sínfisis y el 
volumen de la pelvis se incrementa en gran medida.
3. Las fracturas verticales representan la proporción más 
pequeña de las fracturas del anillo pélvico pero tienden a 
producir la mortalidad más elevada (Figura 7.12 C). Éstas se 
presentan cuando se aplica fuerza a la hemipelvis (p. ej., la 
caída de una altura importante aterrizando primero con 
una pierna). Debido a que se desprende una mitad de la 
pelvis del resto, casi siempre se desgarran los vasos sanguí-
neos, lo que produce una hemorragia interna importante.
Las fracturas pélvicas graves presentan dos problemas 
importantes para los proveedores de la atención prehospita-
laria. La principal preocupación es la hemorragia interna, la 
cual puede ser de manejo muy difícil. Una segunda preocu-
pación es que puede ser muy difícil mover a los pacientes 
con fracturas pélvicas muy inestables e incluso voltearlos 
con un procedimiento modificado de rotación puede des-
plazar los fragmentos óseos, produciendo una hemorragia 
adicional. La mejor forma para mover a un paciente con 
una fractura inestable identificada en la palpación puede 
ser con una camilla de cuchara. Si no se cuenta con una 
camilla de cuchara, el paciente debe ser volteado usando 
una técnica de rotación modificada sólo lo suficiente para 
deslizar una camilla larga por debajo del paciente. Esta 
acción se debe realizar de forma expedita.
Luxaciones
Las articulaciones están unidas por ligamentos. Los huesos se 
encuentran unidos a músculos por tendones. El movimiento de 
una extremidad se logra por la contracción (acortamiento) de los 
Compresión lateral 
frecuencia de 60 a 70%A B C
Rotura vertical
frecuencia 5 a 15%
Compresión anteroposterior 
(libro abierto) frecuencia de 15 a 20%
FIGURa 7.12 Fracturas pélvicas. A, compresión lateral. B, compresión anteroposterior. C, rotura vertical.
FIGURa 7.13 Luxación anterior de la rodilla derecha con 
sobreposición de la tibia sobre el fémur.
(De Ferrera PC, Colucciello SA, Marx JA, et al: Trauma management: An 
emergency medicine approach, St Louis, 2001, Mosby.)
FIGURa 7.14 Una luxación es la separación de un hueso en 
una articulación.
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198 PHTLS Primera Respuesta al Trauma
músculos. Esta reducción en la longitud de los músculos jala a 
los tendones que están unidos a un hueso y mueve la extremi-
dad en una articulación. Una luxación es la separación de dos 
huesos en una articulación, resultado de un desgarro importante 
de los ligamentos que normalmente dan la estabilidad a la articu-
lación (Figuras 7.13 y 7.14). Una luxación, de manera similar a 
una fractura, produce un área de inestabilidad que el proveedor 
de la atención prehospitalaria debe asegurar. Las luxaciones pro-
ducen gran dolor. Una luxación puede ser difícil de distinguir 
de una fractura y estar asociada con fracturas de igual manera 
(fractura-luxación). Los individuos con luxaciones previas tie-
nen ligamentos más laxos y pueden ser más propensos a luxa-
ciones más frecuentes, a menos que el problema sea corregido de 
forma quirúrgica. A diferencia de los que sufren una luxación 
por primera vez, estos pacientes casi siempre están familiariza-
dos con su lesión y pueden ayudar en la evaluación y estabiliza-
ción. La deformidad de una articulación brinda una pista al tipo 
de luxación.
Manejo. Como regla general, las luxaciones sospechadas se 
deben ferulizar en la posición encontrada. Se puede manipular 
gentilmente la articulación para intentar restaurar el flujo san-
guíneo cuando el pulso se nota ausente o débil. Cuando se 
enfrenta con un tiempo de transportación corto a la unidad 
hospitalaria, de cualquier manera, la mejor decisión puede ser 
iniciar el transporte en lugar de intentar la manipulación. Esta 
manipulación producirá un gran dolor al paciente, por lo que 
se le debe preparar antes de mover la extremidad. Se debe usar 
una férula para inmovilizar la lesión. Es importante documen-
tar cómo se encontró la lesión y la presencia de pulsos, movi-
miento, sensibilidad y color antes y después de la ferulización. 
Durante el transporte se pueden usar paquetes de hielo o frío 
para reducir el dolor y el aumento de volumen. También se 
debe administrar analgesia para reducir el dolor.
La posición de la National Association of EMS Physician 
(NAEMSP) recomienda la reducción de las luxaciones cuando el 
tiempo de transportación es prolongado.3 La justificación es que 
es más difícil reducir las articulaciones cuando se dejan en una 
posición luxada durante un periodo prolongado de tiempo. El 
intento de reducción de una luxación se debe realizar sólo cuando 
esté permitido por protocolos escritos o con control médico en 
línea y cuando el proveedor haya sido entrenado de forma apro-
piada con las técnicas adecuadas. Se debe documentar cualquier 
intento de reducción de una luxación de manera correcta.
Consideraciones especiales
Paciente politraumatizado crítico
El apego a las prioridades de la evaluación primaria en los 
pacientes politraumatizados que incluyen lesiones en las extre-
midades no implica que se ignoren las lesiones en las extremida-
des o que las extremidades lesionadas no deben ser protegidas de 
sufrir una lesión mayor. En su lugar, esto implica que cuando se 
enfrenta a un paciente traumatizado crítico con lesiones en las 
extremidades que no están sangrando, la vida tiene prioridad 
sobre un miembro. Se debe mantener el enfoque en mantener las 
funciones vitales a través de la reanimación y sólo se deben 
tomar medidas limitadas dirigidas a las lesiones en las extremi-
dades, sin importar qué tan dramáticas parezcan las lesiones. Al 
inmovilizar de manera apropiada a un paciente en una camilla 
larga, todas las extremidades son ferulizadas en una posición 
anatómica. No es necesario completar la revisión secundaria si 
los problemas identificados que ponen en riesgo la vida requie-
ren intervenciones en curso y si el tiempo de transporte es corto. 
Si se pospone la revisión secundaria por esta razón, el proveedor 
de laatención prehospitalaria puede simplemente documentar 
los hallazgos que impidieron la revisión secundaria.
Amputaciones
Cuando se han separado por completo tejidos de una extremi-
dad, el tejido está totalmente sin nutrición y oxigenación. 
Este tipo de lesión se llama amputación o avulsión. Una 
amputación es la pérdida de una parte o de todo un miembro 
y una avulsión incluye es desgarro de tejidos blandos. Inicial-
mente, el sangrado con estas lesiones puede ser grave; des-
pués, los vasos en el sitio de la lesión se retraen y constriñen 
y la coagulación se combina para reducir la pérdida de san-
gre. De cualquier manera, el movimiento subsecuente puede 
retirar el coágulo de sangre y puede recurrir el sangrado. 
Todas las amputaciones pueden acompañarse de un sangrado 
importante pero esto es mayor en las amputaciones parciales. 
Esto se debe en parte a que cuando los vasos se cortan trans-
versalmente de manera completa, estos se retraen y constri-
ñen y se forman coágulos de sangre que reducen o detienen la 
hemorragia. Por otro lado, cuando un vaso se desgarra de 
manera parcial, los dos extremos no se pueden retraer y la 
pérdida de sangre continúa saliendo a través del agujero.
Las amputaciones casi siempre son evidentes en la 
escena (Figura 7.15). Este tipo de lesión recibe gran atención 
por los transeúntes y el paciente puede o no saber que le falta 
la extremidad. Psicológicamente el proveedor de la atención 
prehospitalaria requiere lidiar con esta lesión de manera 
cuidadosa. El paciente puede no estar preparado para con-
frontar la pérdida de un miembro y se le debe decir después 
FIGURa 7.15 Amputación completa de la pierna derecha 
después de que esta se enredó en maquinaria. 
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