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Desarrollo-historico analisis de conducta

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En este capítulo vamos a tratar de abordar a través de un análisis 
histórico conceptual lo que constituye el marco teórico de la 
modificación de conducta, para tratar de entender el uso que hoy 
hacemos de términos como modificación de conducta, enfoque 
conductual, psicología clínica conductual o tratamiento psicológico 
(conductual). Para ello vamos a realizar un breve repaso a lo que ha sido 
la modificación de conducta desde una perspectiva histórica, explicando 
no sólo el uso y evolución de los términos y conceptos propios de esta 
disciplina sino la investigación empírica de los autores que han 
desarrollado su labor bajo las mencionadas rúbricas. 
 
Para algunos autores resulta claro lo que constituye la psicología 
científica, su objeto de estudio y sus métodos de investigación y, por 
tanto, se puede hablar de WUDWDPLHQWRV�SVLFROyJLFRV sin temor a confundir 
respecto a qué tipo de tratamiento nos estamos refiriendo, mientras que 
otros consideran que existen otros muchos planteamientos alternativos 
bajo el concepto de lo psicológico, que todos ellos, con cierta 
independencia de la metodología de investigación son científicos, por lo 
que hace falta precisar a qué clase de psicología, orientación psicológica 
y/o tipo de tratamiento nos referimos (dinámica, conductista, gestáltica, 
humanista, sistémica). Desde un planteamiento ecléctico, incluso desde 
posiciones fuera de la psicología, se postula que, dado que no existe un 
paradigma universal de la psicología y por tanto no podemos adivinar 
cuál es el planteamiento correcto, se debe dejar competir libremente a las 
distintas alternativas y, posteriormente, elegir aquellas que resulten más 
eficaces. Desde dentro de la psicología y desde el ejercicio profesional 
creemos que sería mejor organizar la tarea en torno a una teoría 
compartida, a una categorización y taxonomía de los fenómenos 
psicológicos que permitiera estudiar con más eficacia distintas parcelas 
del campo de estudio, separando lo que fuere el FRUSXV central de la 
'HVDUUROOR�KLVWyULFR±�-��6DQWDFUHX�±�0;�)URMiQ�
 
 
 
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psicología como ciencia básica, de sus aplicaciones a la enseñanza, la 
clínica, la economía u otro aspecto del comportamiento humano. 
 
 Lo cierto es que hoy por hoy, con independencia de los deseos de 
unos y otros, se habla de muy diversas orientaciones psicológicas y por 
consiguiente de muy diversos tipos de tratamiento. Dentro de la posición 
que hemos venido defendiendo en capítulos anteriores trataremos de 
exponer la evolución de la modificación de conducta, en el contexto de 
la psicología de la conducta y en relación a la psicología clínica y al 
tratamiento psicológico. Para conocer cómo han ido evolucionando los 
conceptos y teorías psicológicos en torno al enfoque conductual del 
tratamiento psicológico y qué constituye la modificación de conducta, 
dividiremos nuestra exposición en tres partes: 
 
a) Los antecedentes de la modificación de conducta que están 
relacionados con la constitución de la psicología como ciencia natural 
y que fija, al menos inicialmente, el objeto de estudio de la psicología 
como el estudio de la conducta del individuo en su relación con el 
contexto, tratando de eliminar las explicaciones mentalistas de la 
conducta. Sin duda la psicología de la conducta surge en parte por 
insatisfacción con los modelos teóricos y las prácticas psicológicas 
del momento, en especial con sus aplicaciones clínicas (Carpintero, 
1996; Kazdin, 1978/1983; Labrador, 1990; Mayor y Labrador, 1984). 
 
b) El inicio efectivo de la modificación de conducta en diversos países 
cuyo foco común viene determinado por el paradigma de 
condicionamiento clásico e instrumental y su aplicación a distintos 
problemas psicológicos. El psicólogo investigador de laboratorio se 
atreve a DQDOL]DU algunos problemas prácticos, los H[SOLFD en el 
contexto de las leyes del condicionamiento, realiza SUHGLFFLRQHV de la 
evolución del comportamiento y propone procedimientos que 
FDPELDQ la conducta. Con rigurosidad metodológica y con un aire de 
sorpresa comienzan a ser numerosas las publicaciones sobre 
aplicaciones clínicas desde esta perspectiva (véase los tres tomos de 
&RQWURO� GH� OD� FRQGXFWD� KXPDQD de Ulrich; Stachnik y Mabry, 
1966/1972). 
 
c) La expansión definitiva de la modificación de conducta con 
aplicaciones a un amplio catálogo de problemas clínicos, escolares, 
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de desarrollo infantil etc., para los que se ofrece una solución 
tecnológica derivada no ya del laboratorio, sino de ensayos clínicos 
en muestras controladas. Se publican no sólo los desarrollos 
tecnológicos más complejos y apropiados derivados de los procesos 
de aprendizaje sino también los análisis funcionales aplicados de 
casos clínicos compitiendo con otros modelos de enfermedad 
(médico-biológica). Además, se desarrollan procedimientos de 
evaluación, análisis y clasificación de casos clínicos y de técnicas 
psicológicas de tal manera que psicólogos sin formación 
investigadora, puedan atender con éxito la demanda de atención 
psicológica con gran efectividad. 
 
 Este análisis histórico de la modificación de conducta nos 
permitirá entender cual son las posiciones actuales en la disciplina y la 
crisis que, según algunos autores, la envuelve, debido probablemente a 
un alejamiento excesivo de las posiciones teóricas de la SVLFRORJtD�GH�OD�
FRQGXFWD que, por otra parte, también ha evolucionado, incorporando 
nuevos desarrollos teóricos y metodológicos. El alejamiento, en algunos 
casos, es tan evidente que los propios terapeutas de conducta no pueden 
reconocerse como diferentes de otras posiciones teóricas clásicas en 
psicología (psicoanálisis). Hasta tal punto han evolucionado algunas 
posiciones que se propone una integración de las psicoterapias (Golfried, 
1995/96), un “sano” eclecticismo en psicología clínica (Lazarus, 1992) 
y, sobre todo, un levantamiento de las restricciones teóricas más 
importantes: HO�REMHWR�GH�HVWXGLR�GH�OD�SVLFRORJtD�HV�OD FRQGXFWD�KXPDQD 
(Mahoney, 1995/97) bien sea verbal o no verbal; compleja o simple 
(Carrobles, 1985; Cruzado, Labrador y Muñoz, 1993; Pérez, 1996a,b). 
 
 
�����)XQGDPHQWRV�KLVWyULFRV�GH�OD�PRGLILFDFLyQ�GH�FRQGXFWD�
 
 Podemos considerar tres grandes grupos de factores que 
constituyeron los fundamentos históricos de la modificación de 
conducta: 
 
1. En primer lugar, las derivaciones de las líneas de investigación de 
psicología comparada, sobre reflexología y solución de problemas 
que se iniciaban dentro de la psicología a principios de siglo y los 
alentadores resultados que se estaban obteniendo, que permitieron la 
'HVDUUROOR�KLVWyULFR±�-��6DQWDFUHX�±�0;�)URMiQ�
 
 
 
4 
 
formación de un sólido cuerpo de conocimientos científicos sobre la 
conducta de los organismos y, como consecuencia, la consolidación 
de la SVLFRORJtD�FRPR�XQD�FLHQFLD�GH�OD�FRQGXFWD que explica ésta por 
los estímulos del medio y no por las características y propiedades de 
la mente . 
2. En segundo lugar, un conjunto de factores relacionados con el 
tratamiento de los problemas clínicos, referidos especialmente a la 
LQVDWLVIDFFLyQ� H[LVWHQWH� FRQ� ORV�PRGHORV� H[SOLFDWLYRV�\� WHUDSpXWLFRV�
GH� ORV� SUREOHPDV�SVLFROyJLFRV y del papel del psicólogo realizando 
funciones de ayudante del psiquiatra (Yates, 1970/1973; Labrador, 
1990). Los modelos de conducta anormal existentes se mostraban 
poco útiles y no permitían integrar los avances de la investigación en 
psicología. Por otra parte, los tratamientos eran largos, costosos y, en 
general, ineficaces, y no incluían procedimientos de evaluación que 
permitiesen corregir y superar los problemas manifestados. 
Adicionalmente, la finalización de la segunda guerra mundial trajo 
consigo una urgente exigencia social de rehabilitación que reclamaba 
intervenciones psicológicas eficaces y breves. 
3. Por último,el éxito en la DSOLFDFLyQ progresiva de los avances de la 
investigación en psicología comparada y concretamente de las leyes 
del condicionamiento a los cambios en la conducta de los humanos y 
a sus problemas de salud. 
 
 A continuación vamos a comentar cada uno de estos aspectos 
recordando como hito histórico la publicación del PDQLILHVWR�FRQGXFWLVWD 
que supone una actitud beligerante en la construcción de una psicología 
objetiva y científica (Watson, 1913). 
 
 
�������)DFWRUHV�DQWHFHGHQWHV��HO�GHVDUUROOR�GH�XQD�FLHQFLD�GH�OD�FRQGXFWD�
 
El desarrollo de la psicología como ciencia de la conducta es uno de los 
hitos más importantes en la constitución de la psicología como ciencia 
natural y, finalmente, permite el desarrollo de la modificación de 
conducta como disciplina aplicada a finales de los años 50. La 
consideración de la conducta como objeto de estudio de la psicología y 
el entramado teórico que se organiza a su alrededor constituye el 
elemento esencial de la modificación de conducta. Los factores que 
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contribuyen a la aparición y que resultan esenciales para esa nueva 
psicología son: el condicionamiento clásico y la reflexología rusa; el 
planteamiento evolucionista y el desarrollo de la psicología comparada, 
y, finalmente, el conductismo y la psicología del aprendizaje en Estados 
Unidos, tal como se señala en la figura 5.1 (Franks, 1991; Kazdin, 
1978/1983; Mayor y Labrador, 1984; Yates, 1970/1973). 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Los fisiólogos rusos realizaron una contribución fundamental al 
proponer la aplicación de los métodos objetivos de la fisiología a la 
psicología. Entre estos autores destacan especialmente Sechenov, Pavlov 
y Bechterev (Carpintero, 1996). 
 
De Sechenov cabe destacar dos aportaciones fundamentales: su 
empeño en ubicar la psicología en el ámbito científico, eliminando 
conceptos no susceptibles de comprobación mediante experimentación 
objetiva y la relevancia que concedió a los reflejos y al aprendizaje en la 
explicación de la conducta. Sechenov defendía que la causa inicial de la 
conducta humana (de cualquier índole) era siempre externa, aunque en 
algunos casos fuera difícil precisar la estimulación ambiental concreta 
que daba lugar, de forma refleja, a una acción determinada. Por lo que 
respecta a Pavlov, son de sobra conocidos sus estudios sobre la fisiología 
de la digestión y los reflejos condicionados (inicialmente denominados 
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secreciones psíquicas). En sus estudios, Pavlov encontró que estímulos 
de diversas modalidades sensoriales adquirían (emparejándolos repetidas 
veces con un estímulo incondicionado) el poder de elicitar a su vez el 
reflejo que llamó condicionado, para distinguirlos de los reflejos 
incondicionados. A partir de aquí, Pavlov estudió diversos procesos 
relacionados con el desarrollo y eliminación del reflejo condicionado, 
tales como la extinción, la generalización y la discriminación. 
 
Las aportaciones de Pavlov a la psicología son incontestables y 
están recogidas en todos los manuales de psicología. El paradigma del 
FRQGLFLRQDPLHQWR� FOiVLFR ha provocado innumerables investigaciones 
experimentales hasta nuestros días; sus investigaciones sobre el 
aprendizaje asociativo han sido fundamentales para el desarrollo 
posterior del condicionamiento y consiguió que se adoptase su 
paradigma como la unidad básica en el estudio del aprendizaje, vigente 
hasta la actualidad. Este paradigma se consolidó todavía más cuando 
apareció reflejado en los manuales de aprendizaje como alternativo al 
paradigma del condicionamiento operante, como uno de los dos tipos de 
aprendizaje asociativo (Hull, 1943; Skinner, 1953). Además Pavlov 
contribuyó a la creación de la psicología como ciencia independiente 
evitando el reduccionismo biologicista al introducir el segundo sistema 
de señales, como específico del hombre y estableció conexiones entre el 
paradigma del condicionamiento y la psicopatología (Mayor y Labrador 
1984). 
 
Bechterev estudió también los reflejos condicionados, pero 
centrándose especialmente en las respuestas motoras (respuestas reflejas 
de los músculos estriados). Llamó a las respuestas aprendidas “reflejos 
asociativos”; consideraba que la reflexología era una disciplina 
independiente que terminaría sustituyendo a la psicología, ya que en su 
época, ésta se dedicaba al estudio de fenómenos subjetivos, que por 
supuesto no correspondían a los objetivos de lo que él consideraba una 
ciencia natural. Concedió gran importancia a la investigación aplicada y 
al desarrollo de la reflexología para la solución de problemas 
psicológicos. 
 
En general, los reflexólogos rusos mantenían que el aprendizaje 
era dependiente del cambio de los estímulos del medio y que éstos 
elicitaban una respuesta refleja concreta, que ya estaba en el repertorio 
7HPD����$QWHFHGHQWHV��KLVWyULFRV�
 
 
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del organismo. El reflejo condicionado era el procedimiento a través del 
cual nuevos estímulos adquirían respuestas del repertorio del organismo 
y, en consecuencia, el aprendizaje consistía en responder a los estímulos 
con respuestas distintas de la que originalmente producían. Esto supone 
que las variantes de respuesta del organismo estaban limitadas de 
partida, que aprender es establecer una nueva interacción entre un 
estímulo y una respuesta del organismo sea esta autonómica o motora. 
Parece que el problema de la construcción de una nueva respuesta queda 
soslayado, en parte porque se entiende la posibilidad de construir nuevas 
respuestas (complejas) a partir de previas respuestas simples del 
organismo. 
 
Al tiempo que en Rusia, en Europa y en Estados Unidos se 
empezaban a aplicar métodos objetivos para el estudio del 
comportamiento, especialmente en el estudio del comportamiento 
animal, ya que, como fruto de las posturas evolucionistas, se había 
asumido la continuidad entre las especies, por lo que la investigación 
animal era un medio perfectamente válido para el estudio y comprensión 
del comportamiento humano. Tras las explicaciones antropomórficas 
iniciales de la conducta animal, en las que los “deseos o planes” de los 
animales tenían un importante papel, se adoptaron interpretaciones 
mecanicistas en las que la respuesta del animal sería una función directa 
de la estimulación ambiental. La lógica del reflejo cartesiano se refleja 
en el condicionamiento. Se intenta enlazar el condicionamiento con las 
posturas filosóficas empiristas del asociacionismo. El concepto de 
condicionamiento, por el cual una respuesta previamente inducida puede 
llegar a asociarse con estímulos nuevos distintos del estímulo que la ha 
provocado, bajo la condición de que ambos estímulos se presenten juntos 
en el tiempo y se asocien, resulta evidente. El aprendizaje resulta de la 
asociación de estímulos y respuestas. La observación naturalista inicial 
para el estudio del comportamiento animal fue siendo sustituida por la 
experimentación en el laboratorio, de manera que a principios del siglo 
XX, ésta ya estaba consolidada y constituyó uno de los pilares del 
desarrollo de la psicología de la conducta (Ribes, 1999). 
 
Los primeros trabajos sobre aprendizaje, que constituyen los 
fundamentos de la psicología de la conducta en Estados Unidos, son los 
de Thorndike que a diferencia de los reflexólogos rusos, centró su 
trabajo en el estudio de la adquisición de respuestas inexistentes (nuevas) 
'HVDUUROOR�KLVWyULFR±�-��6DQWDFUHX�±�0;�)URMiQ�8 
 
en el repertorio del organismo bajo condiciones estimulares específicas e 
invariables (Kazdin, 1978/1983; Rachlin, 1972/1979). Aunque Watson 
no lo consideró un conductista, por entender que recurría a conceptos 
subjetivos para explicar los resultados de sus experimentos, sin embargo 
en la actualidad, la mayoría de los autores (Cruzado, Labrador y Muñoz, 
1993; Franks, 1991; Mayor y Labrador, 1984) consideran los trabajos de 
Thorndike sobre el aprendizaje una de las piedras angulares de la 
psicología de la conducta. Fruto de sus experimentos con animales 
(especialmente gatos en la caja “puzzle”) son la OH\�GHO�HIHFWR y la OH\�GH�
OD� SUiFWLFD. La primera señala, en síntesis, que las respuestas de un 
animal que producen consecuencias satisfactorias (recompensas) 
tenderán a repetirse ante situaciones similares, mientras que aquellas 
otras que produzcan consecuencias insatisfactorias (castigos) dejarán de 
aparecer (esta última parte de la ley la suprimió en momentos 
posteriores). El aprendizaje, que ocurre por ensayo y error, se produce 
porque las respuestas se conectan a distintas condiciones estimulares en 
virtud de las consecuencias que obtienen. Por lo que respecta a la OH\�GH�
OD� SUiFWLFD, mantenía que la repetición era un elemento esencial del 
aprendizaje, si bien terminó considerando que la repetición era 
simplemente un factor facilitador de la correcta ejecución. El hecho de 
destacar la relevancia de las consecuencias de la conducta en el 
aprendizaje (la ley del efecto), abrió una línea de trabajo fundamental 
dentro de la psicología y sirvió de base para establecer las leyes del 
condicionamiento instrumental y los análisis posteriores de Skinner. 
 
Al nacimiento de la psicología de la conducta contribuyó de 
manera definitiva Watson, con la publicación del 0DQLILHVWR�&RQGXFWLVWD 
en 1913. A este autor se le considera responsable de la consolidación de 
la utilización del método científico en psicología y del establecimiento 
de la conducta como su objeto de estudio, aunque estos temas ya se 
apuntaban en los textos de los estudiosos de la psicología comparada 
(Craighead, Kazdin y Mahoney, 1976/1981; Kazdin, 1978/1983). 
&RQGXFWLVWD, dice Watson, HV�HO�FLHQWtILFR�TXH�HVWXGLD�OD�FRQGXFWD�\�KDFH�
GH� pVWD� HO� REMHWR� GH� XQD� FLHQFLD� QDWXUDO�� SRVLWLYD� \� H[SHULPHQWDO 
(Watson, 1913, p. 158). Antes de la aparición del conductismo, la 
introspección era el método principal de investigación, a excepción de 
los psicofísicos, tanto por parte de los funcionalistas, la corriente 
imperante en psicología en aquellos momentos, como de sus antecesores, 
los estructuralistas. En el trabajo de Watson de 1913 se apuntaban las 
7HPD����$QWHFHGHQWHV��KLVWyULFRV�
 
 
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líneas que iban a constituir la esencia de la psicología a partir de ese 
momento: la consideración de esta ciencia como una rama experimental 
puramente objetiva de la ciencia natural y la promesa de que una 
psicología así permitiría aprender métodos generales y particulares 
mediante los cuales se podría controlar la conducta (Morris y Todd, 
1999; Pérez, 1996a; Watson, 1924/1961). Los principios metodológicos 
en los cuales se fundamenta la postura de Watson son dos, referentes 
tanto al objeto de estudio como al método de investigación (Carpintero, 
1996). Primero, el campo de estudio de la psicología es la conducta 
manifiesta y su asociación con los estímulos ambientales (concepción E-
R); segundo, el método de estudio ha de ser objetivo y experimental (tal 
como se hacía en la experimentación animal), sugiriendo que podía ser 
similar al utilizado por los reflexólogos rusos en su estudio de los 
reflejos condicionados. La influencia de estos investigadores en el 
trabajo de Watson es muy importante, pero consideraba que la psicología 
debía ocuparse tanto de la conducta molar como molecular. Suponía que 
las conductas complejas estaban formadas por una serie de reflejos, con 
lo cual aquellas se podían estudiar a partir de estos componentes y sus 
posibles combinaciones (encontrando en el condicionamiento una 
explicación de los mecanismos que rigen la conducta compleja). 
 
Actualmente, algunos autores como Pérez (1996), Craighead, 
Kazdin y Mahoney (1976/1981) o Mahoney (1974/1983), consideran 
que, si bien en sus orígenes Watson defendía una postura antimentalista 
y no mediacional (conductismo radical o metafísico), posteriormente el 
interés por la conducta era más metodológico (asimilar la psicología a las 
ciencias naturales) que temático (porque la conducta fuera propiamente 
el contenido de la psicología). La defensa de la psicología como una 
ciencia natural le llevó a plantear como incuestionable el método 
científico y dejando a un lado el tema de la psicología. Por esta razón, y 
no por razones ontológicas se propone la eliminación de todo contenido 
psicológico que no fuese apropiado bajo las restricciones del método 
científico, únicamente hasta que se pudiesen encontrar procedimientos 
de observación y evaluación objetivos que lo hicieran accesible. De 
acuerdo con Pérez-Alvarez (1996) esto permitió que, unos años más 
tarde, los psicólogos neoconductistas encontraran un apoyo para la 
introducción de variables intermedias y, en la década de los 70, ocurriese 
lo mismo con el enfoque cognitivo. Sin embargo, Morris y Todd (1999) 
afirman que Watson defendía un conductismo tanto metafísico (el objeto 
'HVDUUROOR�KLVWyULFR±�-��6DQWDFUHX�±�0;�)URMiQ�
 
 
 
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de estudio es la conducta observable) como metodológico (método de 
estudio científico), sólo que a la hora de defender el objeto de estudio la 
mayoría de sus argumentos fueron metodológicos. Para entender todo el 
bullicio que se organizó en torno a la propuesta watsoniana del 
conductismo en el contexto de la psicología de la conducta (psicología 
comparada y del aprendizaje) y las posteriores propuestas aplicadas de 
Watson a la clínica y a la educación, conviene revisar la extraordinaria 
aportación de Boakes (1984/89) quien, con un estilo propio del 
historiador y las maneras de un investigador, aporta datos no sólo de las 
ideas sino tambien de las relaciones sociales y económicas que permiten 
entender cómo se fraguó ese periodo de la psicología en Estados Unidos. 
 
 Los trabajos mencionados hasta aquí contribuyeron, en este país, a 
la consolidación del aprendizaje como un tema central de la psicología. 
(véase un esquema en la figura 5.2). Se desarrollaron diversas teorías 
dirigidas a explicar HO� FDPELR� GHO� FRPSRUWDPLHQWR (la adquisición, el 
mantenimiento y la extinción), las cuales seguían los principios 
metodológicos del conductismo (estudio objetivo de la conducta y 
rechazo de la conciencia) y, en algunos casos, se constituyeron en 
posiciones teóricas específicas dentro de éste. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
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 11
 
 Las teorías de Tolman, Hull y Guthrie introdujeron innovaciones 
teóricas a los planteamientos pavlovianos, reconocidos hasta entonces 
por Watson como propiamente conductistas. Aunque la obra de estos 
autores es muy distinta y sus aportaciones a las teorías del aprendizaje 
complejas, se podrían resumir respecto a la configuración de una 
psicología de la conducta en los siguientes puntos (Carpintero, 1996): 
 
1. El esfuerzo que todos hacen para incorporar el reflejocondicionado dentro de sus sistemas particulares (clara influencia 
de Pavlov). 
2. La oposición a la posible reabsorción de la psicología por la 
fisiología, planteando, como propio de la psicología, el estudio de 
la conducta a nivel molar, atendiendo a las relaciones entre 
organismo y medio, quedando los procesos fisiológicos en un nivel 
molecular, con unidades de análisis menores. 
3. Inician un debate que durará décadas sobre qué se aprende. Se 
plantea la interacción entre motivación y aprendizaje. Se discute la 
importancia del refuerzo para producir el segundo. Se distingue 
entre aprendizaje y ejecución y reaparece como problema 
psicológico la “propositividad de la conducta”. 
4. Los análisis grupales muestran una gran varianza que hay que 
explicar y, como consecuencia, se plantea la necesidad de 
introducir variables intervinientes entre estímulo y respuesta, que, 
por supuesto, se infieren a partir de la observación de la conducta. 
5. Los sistemas de aprendizaje desarrollados analizan formas globales 
de conducta que se consideran aprendidas. 
6. Manifiestan una intención científica común: construir sistemas 
psicológicos en los que se explique todas las conductas del 
organismo. 
 
Al hilo de estas consideraciones vamos a hacer algunos comentarios 
sobre los trabajos de Guthrie, Tolman, Hull y Mowrer, para terminar este 
breve repaso histórico con las aportaciones de Skinner en el contexto no 
sólo de la psicología de la conducta, sino de la modificación de conducta 
a través de lo que denominó el DQiOLVLV�IXQFLRQDO�DSOLFDGR. 
 
 Frente a la importancia que Thorndike da a las recompensas, como 
un determinado tipo de estímulo que agrada o satisface, considerándolas 
'HVDUUROOR�KLVWyULFR±�-��6DQWDFUHX�±�0;�)URMiQ�
 
 
 
12 
 
fundamentales para el aprendizaje, Guthrie considera secundarias esas 
características del estímulo. Este autor señala que la única condición para 
el aprendizaje es el emparejamiento de un estímulo con una respuesta, 
esto es, la contigüidad entre elementos. Considera que cualquier 
conducta aprendida implica tanto estímulos ambientales como internos y 
que el término “respuesta condicionada” no se puede referir únicamente 
a los reflejos pavlovianos sino a toda respuesta aprendida. 
 
A partir de la consideración del aprendizaje por contigüidad, 
Guthrie describió diversas técnicas para modificar conductas no 
deseables; el punto de partida es la identificación de las VHxDOHV que 
inician la acción indeseable y la ejecución de una respuesta ante ellas, 
teniendo en cuenta que la respuesta que se condiciona a una situación es 
la última que se ha realizado en ella y que el desaprendizaje se produce 
cuando se asocia con el estímulo una respuesta nueva por la vía de un 
periodo de adquisición, es decir, de un nuevo aprendizaje. Del mismo 
modo, y con mayor celeridad y eficacia, se produce desaprendizaje si 
logramos la asociación del estímulo condicionado a una respuesta 
incompatible con la respuesta que previamente de daba (Guthrie, 1935; 
Wolpe, 1969/1977). El cambio se consigue de diversas formas: a) 
presentando el estímulo gradualmente, partiendo de niveles bajos que no 
elicitan la respuesta indeseada y aumentando progresivamente su 
intensidad; b) presentando repetidamente el estímulo en toda su 
intensidad para provocar una y otra vez la respuesta, hasta que la fatiga o 
la adaptación hagan que no se produzca; o c) emparejando el estímulo 
que produce la respuesta no deseable con un estímulo más intenso que 
provoca una respuesta incompatible. Este planteamiento, propio del 
condicionamiento pavloviano, se retoma posteriormente en el 
condicionamiento discriminativo, considerando los estímulos 
antecedentes como controladores de la conducta. 
 
Tolman estaba especialmente interesado en el estudio de la 
conducta como un todo, a nivel molar, de manera que, aún siguiendo los 
principios metodológicos del conductismo, mantenía que toda conducta 
era propositiva o dirigida a una meta. Afirmaba que los organismos 
aprenden unos medios para lograr un fin. No se aprenden respuestas 
específicas sino significados y cogniciones sobre las situaciones, que 
permiten al organismo generar hipótesis sobre cuál será la consecuencia 
de su actuación, de manera que al confirmarse, aumentaría la 
7HPD����$QWHFHGHQWHV��KLVWyULFRV�
 
 
 13
probabilidad de repetir esa acción en el futuro. Lo importante en el 
aprendizaje es conocer la relación entre los estímulos (E-E); las 
respuestas que ya están en el organismo simplemente se ejecutan en el 
momento y lugar apropiado. En este sentido, Tolman incluía en las 
explicaciones de la conducta aspectos subjetivos, no observables, 
variables intermedias entre estímulos y respuestas que lo alejaban del 
conductismo, si bien la forma de abordar el estudio del comportamiento 
era objetivo, PHWRGROyJLFDPHQWH�FRQGXFWLVWD� 
 
En opinión de Kazdin (1978/1983), su relación con la 
modificación de conducta fue limitada hasta la aparición de las técnicas 
cognitivas, las cuales recuperan algunos conceptos de la teoría de 
Tolman. Creemos que las aproximaciones de Tolman al estudio del 
comportamiento humano y concretamente al estudio del aprendizaje 
nunca fueron suficientemente entendidas, en parte, porque no había un 
marco teórico plausible para integrar todos los aprendizajes asociativos 
y, en parte, porque el aprendizaje de las relaciones entre estímulos estaba 
contagiado de la lógica del reflejo. Los planteamientos en torno a la 
predicción no hacía referencia a ninguna respuesta motora o autonómica. 
Téngase en cuenta que el aprendizaje era, por definición, un cambio de 
comportamiento, que a través de los postulados conductistas se redujo, 
de manera no explícita, a lo visualmente observable, en donde lo que el 
sujeto dice o informa, por aquello de alejarse de la denostada 
introspección, no tiene cabida. Así pues, aunque podemos saber si el 
sujeto conoce la relación entre dos estímulos (E1 – E2) mediante un 
montaje de condicionamiento pauloviano o instrumental, lo natural en 
los humanos, es expresar mediante una proposición la relación (de 
probabilidad) entre los estímulos. 
 
En cuanto a Hull (1943), es de sobra conocida su síntesis de los 
reflejos condicionados de Paulov y el aprendizaje instrumental por 
ensayo y error de Thorndike (Kimble, 1961; Mayor y Labrador, 1984). 
Dedicó gran parte de su vida a la elaboración de una teoría hipotético-
deductiva de la conducta que permitiera predecir ésta con precisión 
mediante formulaciones matematicas de las variables implicadas. Hull 
utilizó variables intermedias para explicar las relaciones E-R, 
intercalando un tercer elemento relevante en este esquema, el organismo: 
E-O-R. Los cuatro constructos teóricos básicos en la teoría de Hull son la 
fuerza del hábito (EHR) o fuerza de la conexión E-R aprendida mediante 
'HVDUUROOR�KLVWyULFR±�-��6DQWDFUHX�±�0;�)URMiQ�
 
 
 
14 
 
la práctica reforzada, el impulso o GULYH (D), estado de activación de un 
organismo cuya disminución actúa como reforzamiento, la inhibición 
reactiva (IR), o tendencia a oponerse a la repetición de la respuesta 
(fatiga), y la inhibición condicionada (EIR) o hábito de no responder ante 
una estimulación particular. 
 
Para Hull el reforzamiento era primordial en el aprendizaje y 
significaba la reducción del impulso. Por otra parte, la reducción del 
impulso podría fortalecer la conexión de la respuesta con los estímulos 
presentes en ese momento, originando un proceso de condicionamiento 
pavloviano (en el cual, a diferencia de las formulaciones teóricas de 
Pavlov, el elemento crítico seguía siendo el reforzamiento). 
Conceptualizaba el aprendizaje como el crecimiento de la fuerza del 
hábito (EHR), que aumenta con los ensayos reforzados. Muchos de los 
elementos de la teoría de Hull, igual que comentábamos respecto a los 
autores anteriores, han sido utilizados posteriormente en diversas 
técnicas de modificación de conducta, como la practica masiva o la 
saciación.El planteamiento de Hull (1943) fue especialmente criticado 
por Skinner al hilo de la importancia de la construcción teórica en la 
elaboración de la nueva ciencia de la conducta. El argumento 
skinneriano es sobradamente conocido y apunta a dos cuestiones: el 
DQiOLVLV� GH� JUXSR frente al individual y la formulación de KLSyWHVLV�
GHULYDGDV�GH�XQD� WHRUtD como guía de la investigación. A pesar de las 
contundentes críticas a su construcción conceptual algunas de las 
derivaciones de la misma (Drive Theory) han sido altamente 
rentabilizados en su aplicaciones prácticas. 
 
Mowrer se planteó clarificar dos temas que la teoría de Hull 
dejaba sin aclarar: la conducta de evitación de situaciones aversivas y el 
castigo, mediante la teoría bifactorial del condicionamiento, la cual dio 
lugar a la distinción entre dos tipos de aprendizaje: el aprendizaje de 
señales (condicionamiento pavloviano de respuestas emocionales) y el 
aprendizaje de soluciones (aprendizaje de respuestas instrumentales 
debido a la ley del efecto). Las cuestiones a las que trataba de responder 
Mowrer eran relativas a la rápida adquisición y casi imposible extinción 
del condicionamiento de evitación. La teoría propuesta señala que se 
desarrollan dos procesos distintos en los ensayos que habitualmente se 
disponen para el condicionamiento: ensayos de condicionamiento clásico 
y ensayos de condicionamiento instrumental. Inicialmente, en un 
7HPD����$QWHFHGHQWHV��KLVWyULFRV�
 
 
 15
contexto de evitación el sujeto recibe ensayos de FRQGLFLRQDPLHQWR�
FOiVLFR; más, tarde si el estímulo aversivo (Eav) dura lo suficiente, 
ocurren HQVD\RV� GH� HVFDSH si la respuesta se da en presencia del Eav ; 
finalmente, HQVD\RV�GH�HYLWDFLyQ si la respuesta se da entre la aparición 
del ED (o EC) que constituye el indicio y el Eav. Considera que los 
estímulos que son indicios del Eav provocan respuestas de miedo por la 
asociación E-E. Así, introdujo la YDULDEOH� LQWHUPHGLD�³PLHGR´� que se 
adquiriría por condicionamiento clásico (aprendizaje de señales) y este 
miedo se eliminaría mediante el aprendizaje por ensayo y error 
(aprendizaje de soluciones) en la medida en que la UHVSXHVWD�GH�HVFDSH�R�
GH� HYLWDFLyQ nos aleja de los estímulos que son indicio de los 
propiamente aversivos. 
 
Aunque posteriormente revisó su teoría bifactorial y dió prioridad 
al aprendizaje de señales, fue la primera versión la que tuvo, y tiene 
todavía en la actualidad, una mayor relevancia en el desarrollo de 
técnicas de modificación de conducta, en especial en el análisis de los 
miedos. (D´Amato, 1970; Kazdin, 1978/83; Rachlin, 1972/1979). 
Además de las implicaciones que para el tratamiento de las fobias ha 
tenido el trabajo de Mowrer, sin duda uno de los trabajos por el que será 
más recordado es por el tratamiento de la enuresis y su sistema del 
aparato despertador que todavía hoy es la técnica preferente en el 
tratamiento de la enuresis (Mowrer y Mowrer, 1938). 
 
Por lo que respecta a Skinner, su importancia en el desarrollo de la 
psicología como ciencia y en el desarrollo de la modificación de 
conducta en particular, es reconocida sin ningún género de dudas. 
Probablemente es uno de los autores que más ha influido en la psicología 
actual, en especial en la psicología aplicada (modificación de conducta). 
Sus detractores también son numerosos, sobre todo en el campo de la 
psicología cognitiva básica, en la medida en que es considerado el 
máximo exponente del conductismo, especialmente, entre los 
desconocedores de su obra (Kazdin, 1978/1983; Labrador, 1992; Ringen, 
1999). Fue fundamental su contribución a la creación de un sistema de 
análisis de la conducta humana, estableció nuevas formulaciones sobre 
los cambios y mantenimiento de la frecuencia del comportamiento, en 
especial los análisis y explicaciones del comportamiento anormal, 
considerado extraño y desadaptado (Labrador, 1992). Desarrolló el 
DQiOLVLV� H[SHULPHQWDO� GH� OD� FRQGXFWD, un enfoque de investigación 
'HVDUUROOR�KLVWyULFR±�-��6DQWDFUHX�±�0;�)URMiQ�
 
 
 
16 
 
basado en el estudio de un organismo individual sobre las relaciones 
funcionales entre la conducta y las variaciones ambientales de las que 
depende. Su propuesta fue suficientemente clara y sencilla como para 
lograr que un amplio número de psicólogos (sobre todo investigadores) 
se lanzaran a realizar intervenciones para resolver problemas cotidianos 
en lo que se llamó DQiOLVLV�IXQFLRQDO�DSOLFDGR (Skinner, 1953). 
 
Al igual que otros autores anteriores, Skinner intentó clarificar los 
paradigmas de aprendizaje propuestos por Pavlov y por Thorndike; 
conceptualizó el reflejo como comportamiento en vez de cómo 
“actividad del cortex cerebral” (Pavlov); consideró dos tipos de respuesta 
y dos tipos de condicionamiento: respuestas respondientes y operantes 
que se aprenden, respectivamente, mediante el condicionamiento 
pavloviano, clásico o tipo E o mediante el condicionamiento por ensayo 
y error, operante o tipo R. Añadió a estos dos tipos de aprendizaje un 
tercer proceso mediante el cual una respuesta operante se podía asociar 
con el estímulo que la precedía; en este caso, el estímulo discriminativo 
(ED) no elicita la respuesta sino que sirve de señal para la ocurrencia del 
refuerzo si se ejecuta la respuesta, por lo que incrementa la probabilidad 
de la misma en su presencia. Utilizando diversos aparatos (la tradicional 
“caja de Skinner”) que han evolucionando progresivamente hasta 
alcanzar un alto nivel de automatismo en el diseño de experimentos, este 
autor investigó diversos fenómenos en la situación de operante libre: 
reforzamiento demorado, extinción, recuperación espontánea, programas 
de reforzamiento, entrenamiento en discriminación, etc. 
 
En la línea de Skinner trabajaron en el laboratorio otros muchos 
autores, cuya contribución al desarrollo de la investigación operante fue 
igualmente importante; entre ellos cabe destacar a Keller y a Schoenfeld 
(Keller y Schoenfeld, 1950/1975; Schoenfeld, 1970). Este último autor 
hace una importante contribución a los programas de reforzamiento con 
la descripción de las relaciones encontradas en los SURJUDPDV� 7 
(temporales) en aprendizajes discriminativos señalados y programas de 
reforzamiento continuo e intermitente, planteando que el estudio de la 
operante libre es sólo una parte del estudio de las operantes y, por tanto, 
las leyes del condicionamiento operante descritas, corresponden 
exclusivamente a este tipo de operantes. 
 
7HPD����$QWHFHGHQWHV��KLVWyULFRV�
 
 
 17
Skinner enfocó de una forma un tanto singular la 
conceptualización y la investigación del objeto de estudio de la 
psicología (Skinner, 1950, 1956; Ringen, 1999). Su investigación se 
dirigió a describir las relaciones empíricas entre los acontecimientos 
ambientales y la conducta y no a generar teorías y modelos de la misma, 
aunque consideraba que sería posible llegar a una teoría adecuada de la 
conducta, en el mismo sentido en el que lo hace cualquier ciencia 
empírica, desembocando en una concepción teórica conjuntamente con 
un enorme potencial técnico. Aunque aceptó que ciertos supuestos 
básicos y algunos enunciados empíricos pudieran plantear una gran 
cantidad de proposiciones teóricas, rechazó sin embargo, las teorías que 
expresan los hallazgos empíricos en términos no confirmados por los 
mismos métodos de observación utilizados para obtenerlos. 
 
Para Skinner (1950), la teoría psicológica que se genera en su 
tiempo es una consecuencia de la falta de comprensión de los fenómenos 
de estudio. Se aceptan las teorías mientras se entienda que son 
resúmenes organizados de resultados, de forma que proporcionen reglas 
para la conducta del científico (Mahoney, 1974/1983; Pérez, 1996a). 
Este autor considera que no se pueden situar los contenidos psicológicos 
en niveles conceptuales distintos (por ejemplo, sistema mental, variables 
intermedias) al ámbito donde operan las variables experimentales 
estudiadas; los contenidos explicativos de las teoríasse han de mantener 
en la misma escala de lo que tratan de entender (Pérez, 1996a; Martin y 
Pear, 1996/1999). Por tanto, el enfoque skinneriano no es hipotético-
deductivo, en el sentido de que no va de lo general -teórico- a lo 
particular –empírico- para demostrar lo general –teórico-), pero tampoco 
es inductivo, ya que los datos acumulados (empíricos) no proporcionan 
conceptos o teorías distintas de los propios datos. Para Skinner será 
posible una teoría cuanto tengamos las variables relevantes que 
describan mediante una ecuación los datos obtenidos en el laboratorio, 
por ahora no tenemos más que HFXDFLRQHV� OOHQDV� GH� FRQVWDQWHV, que 
como tales resultan totalmente insatisfactorias. Sin embargo, también 
señala, al contrario de lo que afirman muchos libros de texto, que la 
conducta sólo podrá ser comprendida cuando se vaya más allá de los 
hechos mismos y para ello será necesaria una teoría de la conducta 
(Harzem, 1994; Ribes y López, 1985; Skinner, 1947; 1972/75) 
 
'HVDUUROOR�KLVWyULFR±�-��6DQWDFUHX�±�0;�)URMiQ�
 
 
 
18 
 
 El enfoque de Skinner respecto al estudio de la psicología sobre el 
nivel descriptivo de la conducta, está inextricablemente unido a: 
 
1. Los métodos que empleó para estudiar la operante-libre (la respuesta 
puede ocurrir repetidamente sin ensayos discretos o interrupciones). 
2. El uso de la frecuencia o tasa de la respuesta como el dato 
experimental fundamental que permitirá conseguir el objetivo de la 
ciencia, éste es: hacer predicciones sobre la conducta. 
3. Centrarse sobre el organismo individual al tiempo que rechaza los 
estudios de grupo, por cuanto que la media del grupo no corresponde 
a ningún individuo particular. 
 
 El DQiOLVLV� DSOLFDGR� GH� OD� FRQGXFWD analiza la actuación del 
individuo controlando las fuentes de variabilidad de la misma y 
demostrando las variables de las que la conducta es función en un 
periodo de tiempo acotado. En el análisis experimental de la conducta el 
diseño no se prepara completamente ni se realiza de forma invariable 
cumpliendo unos requisitos establecidos a priori. Por el contrario, el 
diseño se improvisa y se modifica en función de los datos. La conducta 
del individuo es un continuo y el efecto de la variable experimental 
(independiente) sobre la conducta se hace evidente inmediatamente, 
gracias a un registro acumulativo que muestra los cambios que se 
producen en las tasas de respuesta y, en consecuencia, la contingencia 
experimental puede alterarse tan pronto como esos efectos se hagan 
visibles (Pérez, 1996a). En resumen, a nivel metodológico, Skinner 
desarrolló una forma especial de estudiar la conducta denominada 
“ análisis experimental de la conducta” . Lo que el investigador busca, por 
lo general, es establecer relaciones entre el comportamiento y los 
estímulos ambientales, con el objeto de desarrollar una ciencia de la 
conducta sin necesidad de recurrir a ningún tipo de constructos, por 
encima del nivel meramente descriptivo. En los numerosos análisis que 
realizó (Skinner, 1953, 1972), mostró cómo podía explicar las conductas 
más diversas a ese nivel descriptivo y cómo se podían hacer predicciones 
razonables sobre los cambios en la conducta. La investigación operante 
de laboratorio con animales proliferó durante los años 50. A principio de 
esta década, las técnicas operantes empezaron a extrapolarse a los seres 
humanos en las investigaciones de laboratorio: primero como intentos 
exploratorios de aplicar la metodología del condicionamiento operante a 
los seres humanos, pero a finales de los años 50 y principios de los 60, 
7HPD����$QWHFHGHQWHV��KLVWyULFRV�
 
 
 19
tanto las técnicas operantes como la metodología del análisis 
experimental de la conducta ya se habían empezado a aplicar a 
problemas prácticos con objetivos clínicos y educativos (Pelechano, 
1978; Ulrich, Stachnik y Mabry; 1966/1972). 
 
 
������� /D� LQVDWLVIDFFLyQ� FRQ� ORV� PRGHORV� H[SOLFDWLYRV� \�WHUDSpXWLFRV�GH�ORV�SUREOHPD�FOtQLFRV�
�
En el contexto de una SVLFRORJtD� GH� OD� FRQGXFWD que está 
emergiendo en los laboratorios, el desarrollo de la modificación de 
conducta puede considerarse como una reacción a la conceptualización 
(biológica) imperante de la explicación de la conducta anormal y su 
tratamiento, como se puede ver en el esquema de la figura 5.3 (Erwin, 
1987/1985). La prepoderancia de un modelo biológico para explicar todo 
tipo de anormalidades psicológicas, es una de las cuestiones 
fundamentales que contribuyen a la constitución del nuevo enfoque en la 
clínica. En dicho contexto se hace evidente una insatisfacción generada 
en torno al modelo médico psiquiátrico, que o bien recurre a variables 
biológicas o bien a variables intrapsíquicas para explicar la anormalidad. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Al mismo tiempo que hay un incremento de casos de VDOXG�
PHQWDO� relacionado con la dureza de las condiciones de vida de la 
posguerra, crece el escepticismo respecto a la eficacia de los 
,16$7,6)$&&,Ï1�&21�/26�02'(/26�%,2/Ï*,&26�
'(�/26�352%/(0$6�&/Ë1,&26�
�
��0RGHOR� ELROyJLFR� GH� OD� HQIHUPHGDG� PHQWDO�� Las 
alteraciones del comportamiento son fruto de una enfermedad 
biológica o intrapsíquica. 
��&UtWLFDV�DO�VLVWHPD�GLDJQyVWLFR�SVLTXLiWULFR��Sólo etiqueta y 
no sugiere un tratamiento psicológico adecuado. 
��'HVHQFDQWR�SRU� HO� SDSHO�GHO� SVLFyORJR� HQ� OD� LQWHUYHQFLyQ�FOtQLFD��Se H[LJH participar en el proceso terapéutico cuando 
sólo se le permite administrar test psicológicos. 
 
 
),*85$�����
�
'HVDUUROOR�KLVWyULFR±�-��6DQWDFUHX�±�0;�)URMiQ�
 
 
 
20 
 
procedimientos terapéuticos que se estaban empleando. Las críticas al 
diagnóstico psiquiátrico son cada vez más generalizados, especialmente 
entre los psicólogos clínicos de esta época, que veían limitada su 
actuación a la mera evaluación (utilizando unas técnicas cuya efectividad 
se empezaba a cuestionar). 
 
La aparición de la modificación de conducta trajo consigo una 
nueva conceptualización de los trastornos clinicos, de la conducta 
problema y de la forma de cambiarla, al tiempo que se inició una gran 
cantidad de investigación en áreas difíciles de abordar desde el modelo 
anterior (Yates, 1970/1973; Labrador, 1990, Franks, 1991). Las 
alternativas de la SVLFRORJtD�GH�OD�FRQGXFWD y su disciplina aplicada, la 
PRGLILFDFLyQ�GH�FRQGXFWD ante los problemas clínicos se reseñan en la 
figura 5.4. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Hasta el surgimiento de la modificación de conducta, la conducta 
DQRUPDO� o GHVYLDGD se conceptualizaba como una enfermedad mental 
(Carrobles, 1985; Ullmann y Krasner, 1965). Cuando el PRGHOR� GH�
HQIHUPHGDG se aplicaba a las conductas desadaptativas, se estaba 
aceptando implícitamente que tales conductas eran síntomas provocados 
por procesos subyacentes similares a la enfermedad biológica. Las 
conceptualizaciones tradicionales de la conducta llamada anormal se han 
basado en el modelo de enfermedad intrapsíquica, que considera que las 
causas de la conducta desadaptiva son o bien las perturbaciones de 
$/7(51$7,9$�'(�/$�36,&2/2*Ë$�'(�/$�
&21'8&7$�$17(�/26�352%/(0$6�&/Ë1,&26�
�
��0RGHOR� SVLFROyJLFR� GH� ORV� SUREOHPDV� FOtQLFRV�� Las 
alteraciones del comportamiento son fruto del aprendizaje y 
se pueden modificar por este mismo procedimiento. 
��(YDOXDFLyQ�FRQGXFWXDO��Se describe la conducta anormal en 
función de los estímulos que la controlan y mantienen. 
��(O� SVLFyORJR� GHVDUUROOD� OD� LQWHUYHQFLyQ� WHUDSpXWLFD� HQ� OD�FOtQLFD� Decide en función del análisis funcional un plan 
terapéutico y lo lleva a cabo como si de un experimento se 
tratara. 
 
),*85$�����
�
7HPD����$QWHFHGHQWHV��KLVWyULFRV�
 
 
 21
determinados procesos psicológicos internos o bien alguna alteración 
orgánica (Carrobles, 1985; Kazdin, 1978/1983; Yates, 1970/1973). 
 
A pesar de la popularización del modelo de enfermedad, la 
ausencia de pruebas de patología orgánica hizo que se desarrollasen en 
Europa procedimientos de tratamiento basados esencialmente en la 
sugestión. Estehecho aceleró la búsqueda de factores psicológicos que 
diesen cuenta de la enfermedad mental, pero no significó en absoluto un 
cambio de modelo, solamente un desplazamiento de la naturaleza de las 
causas subyacentes desde el polo orgánico al psicológico. La aparición 
de Freud y la difusión del modelo psicodinámico, llenaron el vacío 
existente, en cuanto a una teoría que pudiese explicar cómo las factores 
psicológicos determinan la enfermedad mental y cómo los tratamientos 
psicológicos FXUDQ tales enfermedades y alivian los síntomas de las 
mismas. La influencia de Freud sobre la conceptualización y tratamiento 
de la conducta anormal ha sido decisiva. En sus primeros momentos, 
Freud trabaja con Breuer, tambien clínico y neurofisiólogo, utilizando la 
hipnosis1 como procedimiento terapéutico, con el fin de conseguir la 
catarsis o recuerdo del trauma original que conduciría a la curación. Sus 
éxitos iniciales le permitieron atribuir el desarrollo de desórdenes 
neuróticos a procesos psicológicos inconscientes, que constituyen la 
explicación general del comportamiento. Si bien en principio Freud 
explicó los efectos de este tratamiento en términos neurofisiológicos, 
pronto abandonó esta idea y empezó a desarrollar su propia teoría 
psicopatológica y sus propios métodos. El desarrollo del psicoanálisis 
supuso la aparición de una teoría de la personalidad, una técnica de 
tratamiento y un método de investigación con el que se intentaba 
determinar las bases psíquicas de la conducta (cualquier conducta, no 
sólo la anormal). 
 
 El planteamiento psicológico de la enfermedad en el psicoanálisis 
favoreció su expansión inicial, pero también dio paso a un conjunto de 
críticas, desde la psicología, basadas en su inadecuación como teoría 
científica (es un marco muy difícil para generar hipótesis verificables) y 
en su suposición de que las conductas desadaptativas son síntomas de 
trastornos subyacentes, por lo que se propone es tratar la “ enfermedad 
psicológica” y no la conducta problema. Desde el psicoanálisis se supone 
que si se dirige el tratamiento únicamente a la eliminación de la conducta 
 
1 El tratamiento de la hipnosis lo aprendió en París con Charcot. 
'HVDUUROOR�KLVWyULFR±�-��6DQWDFUHX�±�0;�)URMiQ�
 
 
 
22 
 
manifiesta, podrían desarrollarse síntomas sustitutivos, aunque la 
práctica clínica no psicoanalítica, demostraba una y otra vez que tal 
sustitución no ocurría. Estos hechos agudizaron la crítica desde la 
psicología académica y, especialmente, desde la psicología de la 
conducta que estaba demostrando justo lo contrario. Las críticas a las 
psicoterapias, en especial al psicoanálisis, se realizaron en el marco de lo 
científico y se remataron tratando de demostrar su ineficacia o lo que era 
peor su dificultad para ser evaluadas. En este sentido tuvo una relevancia 
especial el artículo de Eysenck titulado 7KH� HIIHFWV� RI� 3V\FKRWHUDS\, 
publicado en 1952 y revisado posteriormente en 1960 y 1965, en el cual 
se criticaba duramente la eficacia de la terapia de orientación 
psicoanálitica, al tiempo que señalaba los efectos positivos de las 
terapias basadas en las teorías del aprendizaje. La importancia del 
artículo de Eysenck se debió, en gran medida, a que puso de manifiesto 
los aspectos claves para analizar la eficacia de un tratamiento 
psicológico. Eysenck señala una serie de cuestiones básicas que se han 
de tener en cuenta en el tratamiento psicológico y que han de estar 
reflejadas en los informes, entre las que cabe citar: 
a) Precisar qué elementos del tratamiento son los que funcionan y 
constituyen el tratamiento propiamente dicho; 
b) Señalar como algunas variables (como el trato personal agradable o el 
hecho de estar siendo atendido), que acompañan a todo tratamiento 
pero que no forman parte del mismo, afectan al autoinforme de 
bienestar de los pacientes; 
c) Insistir en la necesidad de FRQWURODU las variables anteriormente 
mencionadas y, por tanto, eliminarlas del análisis de la eficacia del 
tratamiento; 
d) Sugerir el análisis individual de cada caso, dado el efecto diferencial 
de la terapia sobre las personas y, por lo tanto, la conveniencia de los 
análisis de series de caso único. 
 
 En definitiva, la crítica desde la SVLFRORJtD� GH� OD� FRQGXFWD al 
psicoanálisis es la propia de investigadores de laboratorio que exigen 
mayor rigor experimental con el fin de conocer los elementos realmente 
eficaces de un proceso terapéutico, que en parte son criticados, desde 
estas posiciones, por su rigor metodológico y la rigidez derivada del 
mismo, cuanto se trata de abordar los problemas de los complejos seres 
humanos. Han sido numerosas las propuestas en orden a superar las 
limitaciones de verificación de las teorías y prácticas psicoanalíticas en 
7HPD����$QWHFHGHQWHV��KLVWyULFRV�
 
 
 23
el sentido de especificar las variables manipuladas, las operaciones 
realizadas en el ámbito terapéutico y la especificación de las variables 
criterio para valorar el resultado del tratamiento. Uno de los mayores 
intentos de integración de algunos conceptos psicoanalíticos en la teoría 
de la conducta fue el llevado a cabo por Dollard y Miller. Su libro tuvo 
un gran impacto y representaba un ejemplo bien intencionado de superar 
las limitaciones conceptuales del modelo de la conducta y las 
insuficiencias metodológicas de la teoría psicoanalítica, pero fue un 
fracaso, con independencia de los logros de la propia integración, ya que 
recibió críticas desde ambas partes: desde el psicoanálisis porque era un 
momento de expansión entre los profesionales de la medicina frente a un 
modelo biológico que cedía parte del terreno y, por el otro lado, era un 
momento de pujanza en el nacimiento de la modificación de conducta en 
el que los psicólogos académicos atendían a las demandas de la sociedad 
para hacer frente a sus problemas (Dollard y Miller, 1950). 
 
En el contexto de la insatisfacción por la labor psicológica en la 
clínica, un factor relevante que contribuyó a la aparición de la 
modificación de conducta fue la crítica al sistema diagnóstico 
psiquiátrico (la clasificación propuesta por Kraepelin) que en última 
instancia no es más que un sistema eficaz de clasificación acorde con el 
planteamiento de enfermedad imperante en la medicina, que en el caso 
de los trastornos psicológicos, repara en la comunalidad de la morfología 
conductual y agrupa los sintómas en base a la frecuencia de casos que los 
manifiestan. El objetivo de la psiquiatría era delimitar de forma precisa 
los desórdenes específicos, de manera que su identificación y 
descripción detallada contribuyera a clasificar los trastornos, descubrir su 
causa, proporcionar un tratamiento y predecir su resultado. En medicina 
la búsqueda de entidades patológicas había demostrado ser muy valiosa 
para los avances en la comprensión de la etiología de la enfermedad y su 
tratamiento, por lo que por analogía se esperaban similares resultados en 
el campo de las HQIHUPHGDGHV�PHQWDOHV�como eventualmente ocurrió en 
el caso de la demencia que cursaba con la parálisis general progresiva. 
Esto significaba mantener el objetivo de construir una verdadera 
taxonomía, objetivo que nunca se cumplió y que por el contrario fue 
substituido por el de una clasificación (Plomin y Defries, 1998). 
 
Desde la SVLFRORJtD�GH� OD�FRQGXFWD se cuestionó directamente el 
diagnóstico psiquiátrico, por su inutilidad para proponer ningún tipo de 
'HVDUUROOR�KLVWyULFR±�-��6DQWDFUHX�±�0;�)URMiQ�
 
 
 
24 
 
tratamiento psicológico, ya que se entiende que la morfología del 
comportamiento no ayuda a esclarecer la función de éste, que es lo que 
finalmente constituye el problema y, entre otras cuestiones, facilita la 
visibilidad del mismo a través de la ejecución de FRPSRUWDPLHQWRV�UDURV� 
bien por su excesiva frecuencia o bien por su inoportunidad. La 
propuesta final de tratamiento vendrá determinada por un análisis 
funcional del caso (comoveremos más tarde) y será específico para ese 
caso, con independencia del proceso de aprendizaje (tratamiento) que 
utilicemos. Por otra parte se criticó la dudosa ganancia de “ etiquetar” a 
las personas como “ enfermos mentales” salvo para deteriorar todavía 
más su imagen. Además, el sistema diagnóstico psiquiátrico ha sido 
criticado en cuanto a su falta de fiabilidad, validez y utilidad (Carrobles, 
1985; Fernández-Ballesteros, 1981, Kazdin, 1978/1983; Mayor y 
Labrador, 1984; Yates, 1970/1973). Desde los primeros sistemas 
clasificatorios (DSM I y II) se han ido depurando algunas de las 
cuestiones más criticadas por los psicólogos, como la descripción en 
términos de frecuencia e intensidad de los comportamientos e incluso 
determinando con precisión las situaciones estimulares asociadas a 
dichos comportamientos, hasta el punto de que algunos eminentes 
psicólogos conductuales (Barlow) han participado en la elaboración del 
último DSM (APA, 1994/1995). 
 
Sin embargo, a pesar de que a partir de los años 80, son muchos 
los psicólogos conductuales que admiten la utilidad de los sistemas 
diagnósticos psiquiátricos, al menos como forma de caracterizar al tipo 
de persona tratada, consideramos que desde su mismo planteamiento, 
dichos sistemas siguen siendo discutibles desde la perspectiva de la 
SVLFRORJtD�FRQGXFWXDO� a menos que una vez clasificado el caso, no se le 
preste atención a la etiqueta asignada en el diseño del tratamiento. No 
obstante hemos de señalar que el DSM ha evolucionado de acuerdo con 
la consideración social de lo que es la HQIHUPHGDG�PHQWDO y de lo que, 
desde esta perspectiva, es socialmente aceptable. Con los sucesivas 
ediciones del DSM han desaparecido unas enfermedades y han aparecido 
otras; ha aumentado el consenso sobre los indicadores que describen los 
síndromes; se han incorporado problemas de aprendizaje acompañados 
de un esfuerzo sin precedentes para apoyarse en observables y en la 
operatización de los comportamientos; ha mejorado sensiblemente la 
fiabilidad interjueces para la selección de grupos de cara a la valoración 
de programas de intervención. A pesar de todo esto, creemos 
7HPD����$QWHFHGHQWHV��KLVWyULFRV�
 
 
 25
imprescindible desarrollar una psicología clínica conductual y, 
paralelamente a ésta, una psicopatología que estudie casos típicos 
asociados funcionalmente, que sirva de guía a los futuros terapeutas. 
Como discutiremos más tarde, si la psicología llega a compartir un 
marco teórico VXILFLHQWH para explicar la conducta humana, será posible 
un sistema diagnóstico propio de la psicología, que por otra parte ya 
cuenta con una metodología de evaluación y medida de valor 
demostrado (Fernández- Ballesteros, 1994). En esta época, el duro 
ataque al diagnóstico psiquiátrico fue acompañado de la propuesta de 
una alternativa diagnóstica: el análisis funcional de la conducta y, con 
éste, la evaluación o análisis conductual, del que hablaremos 
detalladamente en próximos capítulos (Bandura, 1968; Fernández-
Ballesteros y Carrobles, 1981; Kanfer y Saslow, 1965/1974; 1969). 
 
Por último debe ser mencionada la insatisfacción de los psicólogos 
clínicos con el papel que realizaban en el proceso terapéutico, que se 
limitaba a la evaluación del paciente. En la mayoría de los casos, la 
evaluación, no llegaba a tener repercusión alguna sobre el propio 
tratamiento (que, por otra parte, nunca llevaba a cabo el psicólogo) 
(Carrobles, 1985; Kazdin, 1978/1983; Silva, 1979; Yates, 1970/1973). 
Las técnicas de evaluación que empezaron a surgir a principios de siglo, 
se desarrollaron acorde con las teorías que las sustentaban, esto es, eran 
técnicas dirigidas a evaluar los procesos psicológicos subyacentes que 
podían dar cuenta de la conducta humana. Las técnicas proyectivas 
fueron las más relevantes en este contexto; alcanzaron su apogeo en las 
décadas de los 40 y los 50 y a partir de este momento comenzaron a ser 
criticadas, cuestionándose su fiabilidad, su validez y la escasa influencia 
que tenían sus resultados en la elección del tratamiento del paciente: de 
forma general, el diagnóstico psicológico era independiente del 
tratamiento psiquiátrico, que en el mejor de los casos era farmacológico 
y, como se mencionó anteriormente, el psicólogo tenía un papel 
prácticamente nulo en el mismo. La insatisfacción del psicólogo clínico 
con su inexistente labor terapéutica unida a las críticas generalizadas 
sobre la adecuación de las técnicas de evaluación utilizadas incidieron de 
forma importante en la acogida que tuvo la QXHYD�WHUDSLD�GH�FRQGXFWD� 
que era desarrollada por psicólogos en el marco de una teoría psicológica 
en la que no cabía el concepto de enfermedad biológica. 
 
 
'HVDUUROOR�KLVWyULFR±�-��6DQWDFUHX�±�0;�)URMiQ�
 
 
 
26 
 
�������/DV� DSOLFDFLRQHV� GH� OD� LQYHVWLJDFLyQ� GH� ODERUDWRULR� DO�WUDWDPLHQWR�GH�ORV�SUREOHPDV�KXPDQRV�
 
Además de los factores expuestos, unos referidos al campo de la 
LQYHVWLJDFLyQ�SVLFROyJLFD (psicología del aprendizaje y conductismo) y 
otros a la SUiFWLFD� FOtQLFD� (modelo biológico de los problemas 
psicológicos y papel diagnosticador del psicólogo)� un tercer factor 
generó el contexto en el que surgió la modificación de conducta: la 
aplicación sistemática de los resultados de laboratorio animal a los 
problemas psicológicos cotidianos (Véase un esquema en la figura 5.5; 
Kazdin, 1978/1983; Bijou, 1999). A medida que iba evolucionando una 
ciencia de la conducta, la psicología pudo abordar los problemas desde 
una perspectiva propia, independiente de la biología y del modelo de 
enfermedad. Se sustituyó el concepto de enfermedad mental por el de 
conducta desviada, que se adquiere, desarrolla y mantiene siguiendo los 
mismos principios que la conducta QRUPDO, se desarrolló una nueva 
forma de diagnóstico que tiene muy poco interés en etiquetar o 
denominar los posibles trastornos (el análisis funcional de la conducta y 
posteriormente la evaluación conductual) y una alternativa de 
tratamiento centrada en el cambio del comportamiento y en los sucesos 
ambientales relacionados con el mismo, de los que se considera que es 
función (Kanfer, y Phillips, 1970; Mayor y Labrador, 1984; Ullmann y 
Krasner, 1969; Yates, 1980). 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
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¾�$SOLFDFLRQHV� D� SUREOHPDV� GH� GHVDUUROOR� LQIDQWLO� \� D� SDFLHQWHV�
SVLFyWLFRV�EDVDGRV�HQ�HO�FRQGLFLRQDPLHQWR�RSHUDQWH��
¾�,QWHQWRV� GH� FRQVWUXFFLyQ� GH� WHRUtDV� SVLFROyJLFDV� LQWHJUDGRUDV� GHVGH�
ORV�SODQWHDPLHQWRV�FRQGXFWXDOHV��
¾�$SOLFDFLRQHV�GHO�FRQGLFLRQDPLHQWR�GH�UHVSXHVWDV�YHUEDOHV. 
 
FIGURA 5.5 
 
7HPD����$QWHFHGHQWHV��KLVWyULFRV�
 
 
 27
Se pasó gradualmente de la investigación en el laboratorio al 
campo clínico, de manera que a finales de los años 50 se puede afirmar 
que la PRGLILFDFLyQ�GH�FRQGXFWD, como rama aplicada de la psicología de 
la conducta, ya estaba constituida. En este momento se la consideraba 
como un conjunto de procedimientos de tratamiento derivados 
directamente de la psicología del aprendizaje, pero es en los años sesenta 
cuando el número de trabajos es realmente importante y cuando surgen 
los términos modificación y terapia de conducta. Como antecedentes 
directos de la modificación de conducta citaremos el estudio de las 
neurosis experimentales y las aplicaciones del condicionamiento clásico 
y operante al comportamiento humano 
 
Los estudios sobre neurosis experimentales se realizaron casi 
exclusivamente con animales y constituye el inicio de las aplicaciones 
del condicionamiento clásico que permitieron posteriormente desarrollar 
procedimientos efectivos de tratamiento para los trastornos de ansiedad. 
Se denominaron neurosis experimentales a las respuestas emocionales 
producidas en el laboratorio que eran similares a laconducta neurótica 
observada en humanos que, fundamentalmente, consistían en rápidas 
alteraciones de la respuesta (no respondía o respondía con mucha 
intensidad) ante determinados estímulos y en una incapacidad de 
discriminar en situaciones en las que previamente lo hacia perfectamente 
en la línea de los primeros experimentos de Pavlov (Bijou, 1951; Kazdin, 
1978/1983; Thomas y DeWald, 1977; Wolpe, 1952). Como destaca 
Kazdin, su estudio tuvo una doble importancia en la historia de la 
modificación de conducta: a) puso de relieve el papel del aprendizaje en 
la adquisición de respuestas emocionales y b) facilitó el desarrollo de 
procedimientos para eliminar esas reacciones ya que se podrían adquirir 
y extinguir por el mismo procedimiento de condicionamiento. 
 
Las aplicaciones del condicionamiento a la conducta humana se 
empiezan a investigar con cierta asiduidad a finales de los años 20, a 
partir de los primeros trabajos de Watson y Rayner. Hasta este momento, 
sólo se había hecho excepcionalmente en Rusia. Hay que tener en cuenta 
que la distinción entre los distintos paradigmas de aprendizaje no se 
delimitó realmente hasta finales de los años 30, concretamente a partir 
del trabajo de Skinner (1938/1975) y de forma definitiva con la obra de 
Hilgard y Marquis (1940) titulada &RQGLFLRQDPLHQWR�\�$SUHQGL]DMH, en 
la cual analizan las diferencias entre el paradigma de Pavlov o 
'HVDUUROOR�KLVWyULFR±�-��6DQWDFUHX�±�0;�)URMiQ�
 
 
 
28 
 
condicionamiento clásico y el paradigma de Thorndike o 
condicionamiento instrumental. 
 
Probablemente el trabajo que supuso el primer hito importante en 
el desarrollo de la PRGLILFDFLyQ�GH�FRQGXFWD fue el famoso estudio de 
Watson y Rayner sobre el caso del SHTXHxR�$OEHUWR (Watson y Rayner, 
1920/1972). Mediante el condicionamiento de este niño de 11 meses, los 
autores demostraron que el miedo podía condicionarse y mantenerse 
durante algún tiempo, y que las reacciones de temor se podían 
generalizar a otros estímulos distintos del estímulo condicionado original 
(Kazdin, 1978/1983; Pérez, 1996a). Unos años después, una discípula de 
Watson, Jones, continuó los estudios sobre condicionamiento en niños y 
puso a prueba diversos métodos, que inicialmente sugirieron Watson y 
Rayner, para eliminar las reacciones aprendidas por condicionamiento; 
de los siete estudiados, sólo dos se mostraron eficaces: el 
condicionamiento directo (asociar el objeto temido con un estímulo 
diferente capaz de producir una reacción positiva) y la imitación social 
(situar el objeto temido junto al niño que le mostraba miedo, en 
presencia de otros compañeros que no lo mostraban). La investigación 
realizada sobre estos dos métodos de tratamiento fue realizada con un 
niño de 34 meses llamado Peter y publicada en 1924, convirtiéndose en 
un clásico de la modificación de conducta (Jones, 1924). Aunque los 
intentos posteriores de replicar los resultados no tuvieron el éxito 
esperado, se tenía la idea de que se podía llegar a conocer con precisión 
las variables de las cuales era función el comportamiento de miedo y su 
extinción. La importancia de estos trabajos para el desarrollo de la 
modificación de conducta fue máxima: se demostró que los miedos 
podían tratarse directamente sin necesidad de hacer referencia a procesos 
psicodinámicos subyacentes y se generaron las primeras aproximaciones 
terapéuticas a la resolución de los problemas de conducta. 
 
Entre otros muchos autores, Burnham se anticipó a muchos de los 
procedimientos que luego constituirían el cuerpo principal de la 
modificación de conducta en el contexto educativo; Mowrer y Mowrer 
(1938) describieron en sus estudios sobre el tratamiento de la enuresis 
procedimientos que siguen siendo válidos en la actualidad; Dunlap 
(1932) desarrollo el procedimiento de práctica negativa para eliminar 
hábitos conductuales; Voetglin (Voetglin y Lemere 1942; Voetglin y 
Broz, 1947) el tratamiento aversivo en pacientes alcohólicos siendo su 
7HPD����$QWHFHGHQWHV��KLVWyULFRV�
 
 
 29
trabajo (con 4.000 pacientes a los que realizaron un seguimiento de hasta 
13 años) uno de los más completos en el estudio de las técnicas 
aversivas); Salter (1949) desarrolló técnicas específicas para la clínica 
basadas en los procesos de condicionamiento (clásico), introduciendo las 
tareas terapéuticas LQ�YLYR y centrándose en el aquí y ahora. Estos y otros 
muchos autores, reseñados ampliamente en las historias de la psicología 
de la conducta contribuyeron, a que, posteriormente, en la década de los 
50, las técnicas de intervención derivadas de la psicología del 
aprendizaje empezasen a ser ya una realidad en el ámbito clínico. 
(Kazdin, 1978/82; 1994/96). �
 
A partir de la década de los 50, se empezaron a aplicar los 
principios del condicionamiento operante a la conducta humana con el 
objetivo de demostrar la utilidad del enfoque operante en la 
investigación del comportamiento humano y determinar si los datos 
obtenidos en la investigación animal en el laboratorio podían ampliarse 
al campo humano. Se estudió a los sujetos con problemas clínicos, como 
en el laboratorio, con estrictos procedimientos de medida. Se propuso un 
formato experimental, como forma de entender y explicar el problema, 
superando los procedimientos de observación natural y las descripciones 
minuciosas, dado el interés por conocer si, en los casos clínicos 
particulares, se cumplen las leyes del condicionamiento y si las 
respuestas consideradas problema son igualmente sensibles al cambio 
por reforzamiento. En este momento la obra de Skinner (1953/1970) 
&LHQFLD�\�FRQGXFWD�KXPDQD tuvo un impacto definitivo. Explica el papel 
que tienen las contingencias de reforzamiento en las conductas 
individuales y en las instituciones y sugirió la utilidad que podría tener 
un modelo conductual como alternativa al modelo intrapsíquico. Las 
primeras aplicaciones de los programas de reforzamiento se llevaron a 
cabo en el contexto educativo (por ejemplo, los métodos de enseñanza 
programada) y en el contexto psiquiátrico. En esta década, se llevan a 
cabo estudios en contextos institucionales, en donde el control ambiental 
podía ser exhaustivo. De este modo, Skinner y Lindsey (estudiaron las 
aplicaciones del condicionamiento operante a la conducta psicótica de 
pacientes hospitalizados, al tiempo que Bijou estudiaba el 
condicionamiento operante en niños. El trabajo de Bijou, Wolf y Baer, y 
en general de todos los investigadores de la Universidad de Washington, 
fue el esfuerzo más significativo dentro de la investigación operante 
aplicada a finales de los años 50 y, sobre todo, a principios de los 60 
'HVDUUROOR�KLVWyULFR±�-��6DQWDFUHX�±�0;�)URMiQ�
 
 
 
30 
 
(Bijou y Baer, 1961). En este sentido merecen la pena las reflexiones de 
de Bijou, (1999) sobre ese momento histórico. 
 
Todo este desarrollo aplicado se produce al mismo tiempo que 
desde la psicología del aprendizaje y, en general, desde la psicología 
experimental, se esta tratando de construir una WHRUtD� JHQHUDO� GH� OD�
FRQGXFWD, tomando como punto de partida los principios del 
condicionamiento. Al mismo tiempo que algunos teóricos del 
aprendizaje tratan de construir una teoría de la conducta, se pretenden 
integrar los conocimientos psicológicos del momento y en este sentido 
fueron de especial relevancia el ya citado trabajo de Dollard y Miller 
(1950), con el que pretendieron integrar los conceptos del aprendizaje 
con la teoría de la personalidad y la traducción de los conceptos 
psicoanalíticos a conceptos del aprendizaje, y el trabajo de Rotter (1954), 
quien intentó generar una teoría general de la conducta a partir de los 
hallazgos de la teoría del aprendizaje y la psicología experimental, al 
tiempo que hacer una propuesta útil para el trabajo aplicado en la clínica 
(Kazdin, 1978/1983; 1991; Yates, 1970/1973) 
 
Finalmente, queremos reseñar los trabajos sobre condicionamiento 
verbal (y sus aplicaciones en psicoterapia), dada la vigencia que vuelven 
a tener enla actualidad, a la luz de la evolución sufrida por la 
modificación de conducta y las nuevas formas de intervención 
terapéutica que están surgiendo en los últimos años (Luciano, 1993). 
Durante la década de los 50 y los 60 se investigó la influencia de 
diversas variables del ambiente social en la conducta verbal y cómo una 
serie de señales emitidas por el receptor podían controlar el mensaje 
verbal del emisor. El trabajo de Skinner (1957/1981), &RQGXFWD�YHUEDO, 
tuvo una gran resonancia en este campo, y todavía sigue siendo una obra 
de referencia en la actualidad. 
 
Se llevaron a cabo diversos experimentos de gran resonancia sobre 
la conducta verbal que posteriormente extendieron sus conclusiones al 
campo clínico (tratamiento de la conducta verbal de pacientes psicóticos) 
y a las situaciones de evaluación psicológica (test proyectivos y 
entrevista), demostrándose cómo las respuestas de los sujetos podían 
estar bajo el control del evaluador o del experimentador (Greenspoon, 
1955). Por otra parte, se estudió cómo los cambios en las emisiones 
verbales de sujetos clínicos se relacionaban con cambios en otras 
7HPD����$QWHFHGHQWHV��KLVWyULFRV�
 
 
 31
conductas problema clínicamente relevantes. En este sentido, los 
cambios experimentados por los pacientes de psicoterapias tradicionales 
podían ser interpretados como resultado de los procesos de 
condicionamiento verbal que, sin duda, surgirían en el contexto de la 
interacción terapéutica; había ciertos elementos comunes a toda 
psicoterapia, como podía ser la presencia de una persona que escucha y 
muestra interés, que facilitan la ocurrencia de procesos de 
condicionamiento verbal que podrán incidir en el control de la conducta 
del paciente. Después de algunos años de investigación, se empezó a 
estudiar el efecto del condicionamiento verbal como técnica de 
tratamiento, en aquellos casos en que las manifestaciones verbales del 
paciente tenían un interés terapéutico inmediato. En la actualidad se han 
retomado estos estudios con el surgimiento de las nuevas terapias 
conductuales (Hayes y Hayes, 1989; Luciano, 1992; Perez-Alvarez, 
1996). 
 
Todos estos trabajos de investigación llevados a cabo en la 
primera mitad de siglo son el caldo de cultivo del nacimiento de la 
PRGLILFDFLyQ�GH�FRQGXFWD que, de acuerdo con la mayoría de los autores, 
fijaremos a comienzos de la década de los sesenta. En el próximo 
capítulo repasaremos los hitos y autores que contribuyen directamente al 
nacimiento de la misma, conscientes de que en la historia no hay saltos 
importantes que no estén explicados por hechos menores y seguros de 
que dejaremos de citar importantes trabajos y autores, de los que los 
actuales terapeutas de conducta son deudores.

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