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A. GERONTOLÓGICO 
 
 
Clase 5 
EL ADULTO MAYOR SANO Y ENFERMO. CONSIDERACIONES GENERALES. 
 
Envejecimiento primario y secundario. 
Los gerontólogos distinguen entre envejecimiento primario, los cambios universales 
que ocurren en la senectud, y el envejecimiento secundario, las consecuencias de 
enfermedades particulares. Esta distinción no resulta clara del todo. Por ejemplo: la 
enfermedad cardiovascular (que compromete al corazón y al aparato circulatorio) es 
envejecimiento secundario porque, aunque suele ser común, se relaciona más con el riesgo 
que con la edad (por ejemplo: en casos de diabetes, tabaquismo, colesterol elevado, falta de 
ejercicio, hipertensión, etc.). Sin embargo, en el caso de la hipertensión (presión sanguínea 
elevada) se observa que no depende sólo de 
algunos aspectos del estilo de vida (consumo de 
sal, peso) sino que también depende de la 
genética y la edad. 
Si la hipertensión se relaciona con la 
edad y la enfermedad cardiovascular se 
relaciona con la hipertensión, es una 
simplificación exagerada decir que hipertensión 
es un riesgo para la enfermedad cardiovascular y 
que la edad no lo es. Este ejemplo ilustra el tipo 
de interacciones que se producen en casi todas 
las enfermedades. El mero paso del tiempo no 
causa envejecimiento secundario, pero muchos 
cambios biológicos del envejecimiento primario 
aumentan la vulnerabilidad a la enfermedad. 
 Aunque no sea clara la distinción, permite resaltar un hecho muy importante: la 
mayor parte de la gente mayor, incluso los más ancianos, no padecen ninguna enfermedad 
en particular. Menos de la mitad padecen de enfermedades cardiovasculares, diabetes o 
demencia, pero no podemos ignorar que esta otra mitad menor presenta alguna enfermedad 
o varias enfermedades a la vez. 
Todos los sistemas vitales de nuestro cuerpo –cardiovascular, respiratorio, digestivo 
y urinario, etc.- mantienen la vida. La reserva de los órganos y la homeostasis permiten el 
buen funcionamiento de cada sistema, a menos que algún problema en particular como el 
consumo de sustancias (drogas, tabaco, alcohol), un virus o ciertos hábitos resulten en 
enfermedad. Aunque el envejecimiento primario no sea la causa, sí hace que todos los 
sistemas de órganos funcionen más lentamente y sean menos eficientes y que la red 
vascular sea menos flexible: siguiendo con el ejemplo, por el envejecimiento la presión 
sanguínea se vuelve más elevada y se incrementa el riesgo de ataques cardíacos y ACV. 
Los pulmones inspiran y expiran menos aire con cada respiración, por eso el nivel de 
oxígeno en la sangre se reduce. Las funciones del aparato digestivo son cada vez más 
lentas, se absorben menos nutrientes y se expulsan menos toxinas. Los riñones son menos 
“El envejecimiento primario 
se define como los cambios 
universales que ocurren con la edad 
que no son causados por 
enfermedades o influencias 
medioambientales. El envejecimiento 
secundario se define como los 
cambios que involucran la 
interacción de los procesos del 
envejecimiento primario con las 
influencias medioambientales y los 
procesos de enfermedades.” 
Edward Masoro, 2006 
 
http://www.fundacionconstelar.org/index.php?option=com_mailto&tmpl=component&link=aHR0cDovL3d3dy5mdW5kYWNpb25jb25zdGVsYXIub3JnL2luZGV4LnBocD9vcHRpb249Y29tX2NvbnRlbnQmdmlldz1hcnRpY2xlJmlkPTgzOmFzaXN0ZW50ZS1lbi1nZXJpYXRyaWEteS1nZXJvbnRvbG9naWEmY2F0aWQ9Mzg6Y3Vyc29zJkl0ZW1pZD05MA==
 
 
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A. GERONTOLÓGICO 
 
 
eficientes para regular los niveles de agua, potasio y otras sustancias, lo que 
particularmente se vuelve problemático cundo el adulto mayor bebe menos para reducir la 
incontinencia. Como resultado de este enlentecimiento y disminución progresiva de ciertas 
funciones, las enfermedades graves como ACV, enfermedades respiratorias –por ejemplo 
efisemas-, cáncer, ataques cardíacos, entre otras, son mucho más comunes en la adultez 
tardía. Estos ejemplos de envejecimiento secundario son sólo indirectamente causados por 
el envejecimiento primario. 
Los adultos mayores son más vulnerables ante una enfermedad o accidente que los 
jóvenes debido a la recuperación más lenta y a la capacidad de reserva disminuida de sus 
órganos. Un joven con neumonía, por ejemplo, puede recuperarse en unas pocas semanas 
mientras que un adulto mayor puede llevar una recuperación mucho más lenta o bien llegar 
a la muerte en caso de que no posea reserva suficiente. No obstante, no es significativa la 
diferencia entre adultos jóvenes y adultos mayores con respecto a la tasa de mortalidad 
general porque algunas causas de muerte son más comunes entre los jóvenes que entre los 
mayores (por ejemplo: el homicidio en veinteañeros, donde la tasa es ocho veces mayor con 
respecto a los mayores de 85 años). 
 
 El presente gráfico muestra las principales causas de muerte en EE.UU. de adultos 
mayores de 65 años y su proporción (aproximada) en comparación con habitantes menores 
de 65 años. Los adultos mayores no sufren, por ejemplo, más gripe o accidentes que los 
adultos más jóvenes, pero si los órganos de la persona mayor han perdido su capacidad de 
reserva, un accidente puede causar una insuficiencia cardíaca y la gripe puede terminar en 
neumonía. 
 
 
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A. GERONTOLÓGICO 
 
 
Optimización selectiva con compensación 
El envejecimiento secundario deteriora la calidad de vida. El envejecimiento 
primario genera cada vez más estrés a medida que progresa. Ante este panorama hay 
personas que eligen proyectos y actividades (selección) que pueden hacer bien 
(optimización) a medida que se ajustan (compensación) al envejecimiento. 
El sueño y el dormir ilustran muy bien la optimización selectiva con compensación 
en el plano individual. Los adultos mayores pasan más tiempo en cama, les cuesta conciliar 
el sueño, cada vez duermen menos y además se despiertan seguido, por lo que su tiempo de 
sueño disminuye en cantidad pero también en calidad. Una respuesta médica es la de 
prescribir narcóticos, que muchas veces resulta contraproducente porque puede causar 
sueño pesado y comprometer su estado de vigilia con nauseas, confusión, depresión, 
funciones cognitivas disminuidas (memoria, atención, funciones ejecutivas). No obstante, 
los patrones de sueño cambian con la edad. El avance de los años reduce la actividad 
eléctrica del cerebro, lo que significa menos sueño profundo, más tiempo medio despierto y 
ciclos de sueño más corto. Los tiempos corporales cambian con la edad, por lo cual es 
absolutamente común que los adultos mayores se levanten en medio de la noche varias 
veces para orinar, mover las piernas, acomodar las sábanas. La optimización en este caso 
consiste en aprovechar el tiempo del sueño: si está acostado sin poder dormir, la solución 
es levantarse y hacer algo en lugar de esperar a que el sueño llegue. La evidencia sugiere 
que restringir el tiempo que pasa en la cama, evitar las siestas y comprimir el tiempo de su 
sueño nocturno permitiría compensar el insomnio con el uso adecuado del tiempo limitado 
para dormir. 
 
 
 
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La optimización selectiva con compensación también es importante para las 
familias y las poblaciones. En el plano social tomamos como ejemplo el conducir 
vehículos. Muy pocos profesionales aconsejan al adulto mayor sobre conducir. Muchos 
ancianos dependen de sus autos para preservar su salud y su independencia. En Argentina 
las personas de más de 70 años que quieran hacerlo deben renovar su licencia anualmentesometiéndose a los exámenes correspondientes. Cuando un conductor anciano tiene un 
accidente con el auto, la gente culpa al conductor pero no a la familia o a las leyes y normas 
que le permitieron conducir, incurriendo en discriminación por la edad (recuerden el 
concepto de “viejismo” que vimos en clases 1 y 2). Incluso, muchos adultos mayores que 
pueden conducir cuidadosamente tienen miedo de hacerlo. 
Lo cierto es que los conductores mayores tienen menos accidentes automovilísticos 
que los adultos más jóvenes; aun cuando leer las señales de tránsito les lleve más tiempo, la 
rotación de la cabeza sea menor y la visión nocturna esté alterada. La mayoría de los 
conductores mayores usan la optimización selectiva con compensación para sí mismos: se 
toman su tiempo, van por caminos 
que conocen, conducen menos y 
llegan a su casa al anochecer. Si 
bien muchos de ellos compensan, 
pocas leyes, rutas y empresas 
fabricantes de autos lo hacen. Si 
se orientara el enfoque a mejorar 
el diseño de los automóviles, 
mejorar los caminos y señales, y 
las leyes es entonces probable que 
los adultos mayores pudieran 
manejar sin problemas 
beneficiando así no sólo a la 
tercera edad sino también a la 
sociedad en su conjunto. 
 
En síntesis, establecer y mantener buenos hábitos de salud depende de una 
combinación entre la elección personal y el contexto social. Algunos factores como una 
nutrición adecuada a la adultez tardía (dieta variada, más rica en nutrientes con menor 
cantidad de calorías, regulada en relación con los fármacos que la afecten –por ej.: la 
aspirina aumenta los requerimientos de vitamina C-, líquidos suficientes y bebidos a 
conciencia –ya que la sed disminuye-), ejercicio físico adaptado a las vicisitudes del 
envejecimiento, la disminución del uso de drogas o su abandono (son muy comunes los 
cigarrillos y el alcohol. Si bien son causa de muerte en todas las edades cabe prestarle 
atención aquí por las complicaciones en relación al envejecimiento) contribuyen a la 
posibilidad de llevar un envejecimiento activo y de calidad. 
 
 
 
 
 
 
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EL ADULTO MAYOR COMO SUJETO DE DERECHO 
A nivel social, existen diferentes enfoques según los cuales se guían las 
interpretaciones de los temas que abordan las leyes, las políticas y los programas dirigidos a 
las personas mayores. Cada uno de estos posee, implícita o explícitamente, una concepción 
específica de la realidad que es construida socialmente. En el caso de la tercera edad, se 
relaciona directamente con la concepción de vejez a partir de la cual se delinean propuestas 
para lograr ciertos objetivos. Tradicionalmente, la concepción predominante de vejez ha 
sido la de una etapa de carencias de todo tipo: económicas (problemas de ingresos), físicas 
(falta de autonomía) y sociales (ausencia de roles a desempeñar). Es por esto que el adulto 
mayor es ubicado en lugar de objeto de asistencia. 
 El enfoque de los derechos conlleva un cambio de paradigma en este sentido, 
promoviendo el empoderamiento de las personas mayores y una sociedad integrada desde 
el punto de vista de la edad. Esto implica que las personas mayores son sujetos de 
derecho, no solamente beneficiarios, y que, por lo tanto, disfrutan de ciertas garantías y 
tienen determinadas responsabilidades respecto de sí mismas, su familia y su sociedad, con 
su entorno inmediato y con las futuras generaciones. 
 
Estas consideraciones forman parte del debate en el que se construyen los asuntos 
de la vejez y el envejecimiento como una cuestión pública y de derechos humanos en la 
agenda política actual, tanto internacional como regional. 
 
 
 
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En marzo de 2006, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe 
(CEPAL) planteó que: 
“El principio de la titularidad de derechos debe guiar las 
políticas públicas. Se trata de orientar el desarrollo conforme al marco 
normativo de los derechos civiles, políticos, económicos, sociales y 
culturales plasmados en acuerdos vinculantes tanto nacionales como 
internacionales”. 
Desde esta perspectiva, el punto de partida no es la existencia de personas con 
necesidades que deben ser asistidas, sino el de sujetos con derechos que obligan al 
Estado y al resto de la sociedad. Con esto lo que cambia es la lógica con que se elaboran 
las políticas, los programas y las leyes en relación a la tercera edad. Por lo tanto, lo central 
aquí es la persona y tiene, a nivel internacional, establecidas las garantías consagradas en el 
régimen universal de protección de los derechos humanos. Este enfoque también permite 
establecer las obligaciones de los Estados frente a los derechos —económicos, sociales, 
culturales, civiles y políticos— involucrados en una estrategia de largo plazo. En la región, 
todos los Estados ratificaron al menos tres de los siete tratados de derechos humanos 
principales vigentes al año 2006 y, como consecuencia de ello, tienen obligaciones jurídicas 
internacionales vinculantes. 
Al integrar a esta perspectiva los derechos humanos es posible superar una lógica 
conceptual presente en los marcos normativos a partir de los cuales se establecen políticas 
públicas y acciones concretas teniendo como eje concepciones estandarizadas de la 
humanidad, es decir la idea de la humanidad donde se acentúan ciertos aspectos –lo 
masculino, la adultez, determinado origen étnico- en detrimento de otros y a partir de los 
cuales se construye la ciudadanía y la identidad. En este contexto, las especificidades de las 
mujeres, los indígenas, las personas con discapacidad o las personas mayores, por ejemplo, 
no se han contemplado de forma plena. 
Este nuevo enfoque permite que las medidas puestas en práctica consideren la 
situación específica de las personas y grupos vulnerables, marginales, desfavorecidos o 
socialmente excluidos. Además, contribuye a que se aplique el enfoque de derechos 
humanos en todos los grupos sociales logrando que quienes, en el pasado, fueron excluidos 
sean tratados en el presente sobre la base de la igualdad y el respeto de la dignidad humana 
para favorecer el objetivo de constuir una “sociedad para todos” (Naciones Unidas, 1995). 
 El proceso de envejecimiento abre nuevas posibilidades para este enfoque: 
 Impulsa a conciliar las necesidades e intereses de todos los grupos para 
avanzar hacia la integración social, donde cada persona, con independencia 
de su edad, con sus propios derechos y responsabilidades, tenga una función 
activa que desempeñar. 
 afirma nuevo sujeto social, que reclama un tratamiento particular en razón 
de su edad y permite especificar y profundizar los derechos humanos. 
 
 
 
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A. GERONTOLÓGICO 
 
 
La estrategia para promover el enfoque de los derechos humanos en el abordaje 
de los asuntos de las personas mayores debe incluir el desarrollo y la aplicación de 
conceptos y contenidos particulares en base a tres dimensiones: normativa, procesal 
y de contenidos. 
 
Dimensión normativa en los asuntos de las personas mayores, las acciones 
públicas y las instituciones encargadas de su atención deben basarse explícitamente 
en las normas internacionales sobre derechos humanos que le brindan protección 
jurídica. Junto con ello, hay que hacer uso de la jurisprudencia y la doctrina de los 
comités de los tratados internacionales tales como la Declaración Universal de 
Derechos Humanos, el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, el Pacto 
Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, la Declaración 
Americana de los Derechos y Deberes del Hombre,la Convención Americana sobre 
Derechos Humanos, entre otros. 
 Dimensión procesal: la legislación y las políticas sobre envejecimiento 
deben promover y proteger los derechos y libertades fundamentales en la vejez. Para 
que esto se concrete, se requiere que los poderes políticos establezcan los medios y 
los recursos con que se harán efectivos, como por ejemplo la constitucionalización 
de derechos y la creación de leyes especiales de protección y la puesta en marcha de 
políticas o planes de acción. Asimismo, es necesario asignar presupuestos que 
financien la puesta en práctica de las normativas y políticas estatales. Todo ello en 
base a tres criterios básicos: la no discriminación, la progresividad y la 
participación. 
Dimensión de contenidos: por un lado comprende las acciones concretas de 
aplicación y de responsabilidad que se ponen en práctica mediante programas 
específicamente dirigidos a las personas mayores, considerando en especial que su 
orientación y sus prestaciones permitan avanzar en el cumplimiento de los derechos 
 
 
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A. GERONTOLÓGICO 
 
 
en la vejez; por otro lado está la aplicación transversal de políticas públicas dentro 
del quehacer general del estado, lo que conlleva crear y desarrollar mecanismos para 
cumplir sus obligaciones que incluyan la perspectiva de la vejez desde el enfoque de 
derechos. 
Para finalizar, es importante destacar que la normativa internacional de derechos 
humanos resulta una herramienta esencial para promocionar y proteger positiva y 
ampliamente los derechos en la vejez. Fundamentalmente, permite traspasar la 
esfera individual, establecer responsabilidades para la sociedad en general y para los 
gobiernos, tendiente a concentrar los esfuerzos para que los sujetos controlen de 
manera independiente sus vidas. 
* Para leer el documento completo ingresar en: http://www.cepal.org/

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