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Casa Central: Mitre 788 1° Piso – TE.: 5580175 Consulta por nuestras sedes en www.institutoicr.com.ar A. GERONTOLÓGICO Clase 26 LA ANCIANIDAD Un anciano es un individuo de avanzada edad. Se trata de alguien que pertenece a lo que, en términos sociales y poblacionales, denominamos tercera edad. Este individuo, de acuerdo a la expectativa de vida que puede tener el ser humano, está acercándose a la fase final de su vida y, por ende, a la muerte. Debido al uso coloquial del término resulta comúnmente intercambiable con otros vocablos como abuelo -en referencia al rol social atribuido a los adultos mayores dentro de una familia tradicional-, adulto mayor, geronte e incluso con términos en relación más explícita con el tiempo como veterano o longevo. El rango de posibilidades para la vida durante la tercera edad es muy amplio. Hay adultos mayores que podemos categorizar como “sanos”, que han sabido ajustarse de manera creativa a las limitaciones que el envejecimiento impone, que están muy activos e insertos en relaciones sociales y familiares donde se apoyan. Pero también hay otros adultos mayores que se encuentran débiles, muy enfermos o con alteraciones cognitivas. Algunos de ellos están débiles durante largos períodos, años o décadas. Con fines didácticos nos referiremos con el término anciano a este último grupo de adultos mayores, que son quienes padecen mayor número de enfermedades y presentan mayor facilidad de cronificación, lo que lleva también a que se incremente el grado de dependencia. Ancianidad, por su parte, significa antigüedad, calidad de antiguo, de manera que un anciano no es sinónimo de “viejo”, porque la palabra viejo es utilizada de manera peyorativa –aun cuando presenta tintes de ternura o afecto- que indica una categoría deslucida o estropeada de ser. Clasificación de las personas mayores De acuerdo a la edad establecida por la Asamblea Mundial para el Envejecimiento, el grado de autonomía y la presencia o no de patologías, podemos clasificar a los adultos mayores de la siguiente manera: Persona mayor (sana o enferma) autónoma: incluye a las personas mayores de 65 años, sanas y afectas de enfermedades (agudas o crónicas) no potencialmente incapacitantes. Persona mayor frágil o de alto riesgo de dependencia: este concepto indica situación de riesgo de dependencia (pero sin padecerla aún), siendo potencialmente reversible, o pudiendo mantener la autonomía mediante una intervención específica. Paciente geriátrico: Si cumple tres o más de las siguientes condiciones: o Mayor de 75 años o Pluripatología: múltiples enfermedades crónicas simultáneamente. Casa Central: Mitre 788 1° Piso – TE.: 5580175 Consulta por nuestras sedes en www.institutoicr.com.ar A. GERONTOLÓGICO o Incapacidad funcional (alto riesgo de dependencia) o Deterioro cognitivo o mental o Problemática social en relación con su estado de salud Actividades de la vida diaria Más allá de la edad y la enfermedad, el marcador principal del estado de fragilidad es la incapacidad para realizar de manera sana y adecuada las tareas del autocuidado necesario para mantener la independencia. Los gerontólogos se refieren a cinco actividades básicas de la vida diaria (ABVD): comer, ir al baño, bañarse, vestirse y moverse de la cama a una silla. Si una persona necesita ayuda para con al menos una de estas actividades, esta persona puede ser considerada como delicada. En la evolución de muchas enfermedades y cirugías, los médicos y enfermeros consideran la habilidad para realizar estas actividades como un signo importante para la recuperación. Para ayudar a los ancianos en sus actividades de la vida diaria se suelen utilizar elementos o equipamientos especiales (por ejemplo, un asiento diferente para el inodoro), realizar terapia ocupacional y, por supuesto, contratar asistentes gerontológicos. Claro que estas actividades son afectadas por el estado de salud de las personas independientemente de la edad que poseen. No obstante, en los adultos mayores se vuelven más visibles debido a los efectos acentuados del proceso de envejecimiento. Igualmente importantes pueden ser las actividades instrumentales de la vida diaria (AIVD), las cuales requieren cierta competencia intelectual y pensamiento anticipado. Estas actividades varían de cultura en cultura, por lo que son más difíciles de medir en las personas. En países industrializados, las AIVD incluyen comprar los víveres, pagar las cuentas, manejar un vehículo, tomar medicamentos y recordar los compromisos. En zonas rurales, por ejemplo, podrían incluirse alimentar los pollos, cultivar el jardín, arreglar vestimentas, sacar agua del pozo y hornear. En todos lados la inhabilidad para realizar las AIVD califica a la gente como débil, incluso cuando pueden realizar las cinco ABVD mencionadas. En todo el mundo, relativamente pocos adultos mayores están delicados o son incapaces de realizar estas actividades en relación con el resto de los adultos mayores. Sin embargo, la proporción está aumentando. Podemos identificar claramente tres razones para este aumento: La gente vive más tiempo; La asistencia médica enfatiza la prevención de la muerte más que garantizar la calidad de vida; La nutrición adecuada, vivienda segura y auxilios para la salud pueden prevenir o posponer la decadencia, si bien se necesita alguna movilidad, planificación y/o recursos para acceder a estos beneficios, y eso tiende a excluir a muchos que de alguna u otra forma ya están delicados. Casa Central: Mitre 788 1° Piso – TE.: 5580175 Consulta por nuestras sedes en www.institutoicr.com.ar A. GERONTOLÓGICO Por lo tanto, la debilidad puede ser un problema muy serio. Los gobiernos, familias e individuos se echan la culpa el uno al otro por la fragilidad, cuando en realidad las responsabilidades incluyen a los tres. Para tomar un ejemplo muy simple: una persona mayor con movilidad reducida en sus piernas por debilitamiento de sus músculos puede comenzar un entrenamiento de fuerza, evitar las escaleras, realizar caminatas programadas, etc. Lo miembros de la familia pueden hacer que cada una de esas posibilidades resulte más o menos atractiva. Las políticas públicas pueden ayudar también. De tal manera, esta persona podría caminar con miembros de su familia en sendas seguras o espacios construidos para tal fin, que sean seguras y sin obstrucciones. O también la familia podría comprar una cinta para caminar diseñada para mayor movilidad, y ayudar a que la persona camine sintiéndose segura. El anciano frágil En estos términos, la fragilidad suele definirse como la disminución multisistémica de la reserva fisiológica frente al estrés, es decir que nuestro organismo va perdiendo la capacidad de funcionamiento que antes tenía y cada vez se nos vuelve más difícil mantener la homeostasis. Esta reserva fisiológica se encuentra condicionada por el envejecimiento y los factores externos. Este estado se traduce en: Pérdida de resistencia (la sarcopenia o pérdida de masa muscular es un componente clave para la aparición de la fragilidad). Aumento de la vulnerabilidad. Aumento del riesgo de incapacidad. Los ancianos que se encuentran en estado delicado suelen ser aquellos que presentan edad avanzada, se encuentran débiles físicamente y presentan alteraciones cognitivas. Algunos de los criterios que pueden precisarse en el adulto mayor para afirmar su estado de fragilidad son: Mayor de 80 años Pluripatología (con tendencia a la cronicidad) Pérdida de la capacidad funcional Deterioro cognitivo (incluyendo mal de Alzheimer) Problemas afectivos (por ejemplo, depresión) Ingresos hospitalarios repetidos Polifarmacia (es decir, más de tres fármacos) Presencia de síndromes geriátricos Vive solo Está institucionalizadoAunque muchos de los cuidados necesarios son proporcionados por la familia cuidadora o algunos de sus miembros, en los últimos años ha aumentado la demanda de servicios de relevo. Es por eso que el trabajo del asistente gerontológico resulta primordial https://es.wikipedia.org/wiki/Enfermedad_de_Alzheimer Casa Central: Mitre 788 1° Piso – TE.: 5580175 Consulta por nuestras sedes en www.institutoicr.com.ar A. GERONTOLÓGICO en tanto que éste se constituye como personal integralmente capacitado en el cuidado del anciano delicado por el tiempo que sea acordado en cada caso. Abuso y maltrato en los ancianos Se puede definir como «un acto único o repetido que causa daño o sufrimiento a una persona de edad, o la falta de medidas apropiadas para evitarlo, que se produce en una relación basada en la confianza». Puede adoptar diversas formas, como el maltrato físico, psíquico, emocional o sexual, y el abuso de confianza en cuestiones económicas. También puede ser el resultado de la negligencia, sea esta intencional o no. El análisis del problema del abuso hacia los ancianos es complejo porque hay tres elementos decisivos que contribuyen al problema: la víctima, el abusador y el contexto. Así, por ejemplo, una persona que está de mal humor y débil, con pérdida importante de memoria (el adulto mayor, receptor de los cuidados), atendido por un hombre que es alcohólico (cuidador) que se encuentra en un lugar donde casi no hay visitas (la comunidad), entonces aquí tenemos una receta para el abuso. Si sólo uno de los tres factores fuese diferente, el abuso sería menos probable de ocurrir. El caso típico de maltrato en los ancianos empieza de manera inocente, como un aumento de la demanda del cuidado. Por ejemplo: un anciano que da dinero a su cuidador y éste lo malgasta gradualmente; o un asistente que cuida a la persona meramente por la retribución económica pero que en verdad se encuentra tan cansado, abrumado y asilado que sucede el descuido; o un familiar significativo que va a cuidar a otro miembro con frecuentes episodios de angustia porque esta persona ya no lo reconoce. Estas actitudes inocentes hacen que sea más difícil reconocer como tal el abuso hacia los ancianos. También la dependencia de la víctima dificulta la identificación de abuso. En muchas partes del mundo el maltrato de los ancianos pasa casi inadvertido. Hasta hace poco, este grave problema social se ocultaba a la vista del público y se consideraba como un asunto esencialmente privado. Incluso hoy en día, el maltrato de los ancianos sigue siendo un tema tabú, por lo común subestimado y desatendido por sociedades de todo el mundo. Sin embargo, cada día hay más indicios de que el maltrato de los ancianos es un importante problema de salud pública y de la sociedad en general. El problema existe en los países en desarrollo y desarrollados y por lo general no se notifica en grado suficiente en todo el mundo. Tan solo en unos pocos países desarrollados hay tasas de prevalencia o estimaciones, que rondan entre el 5 y el 10% de todos los ancianos que tienen un asistente, acompañante o cuidador. Aunque la magnitud del maltrato de los ancianos se desconoce, su importancia social y moral salta a la vista. En tal virtud, exige una respuesta mundial multifacética que se centre en la protección de los derechos de los adultos mayores. Las formas de definir, detectar y resolver el maltrato de los ancianos tienen que enmarcarse en el contexto cultural y considerarse junto con los factores de riesgo que Casa Central: Mitre 788 1° Piso – TE.: 5580175 Consulta por nuestras sedes en www.institutoicr.com.ar A. GERONTOLÓGICO tienen una especificidad cultural. Por ejemplo, en algunas sociedades tradicionales se obliga a las viudas de edad a casarse de nuevo, mientras que en otras, las mujeres mayores que viven solas son acusadas de practicar la brujería. Desde los puntos de vista sanitario y social, si los sectores de atención primaria de salud y servicios sociales no están bien dotados para detectar y resolver el problema, el maltrato de los ancianos seguirá estando semioculto. Asistencia a largo plazo Muchas personas, incluyendo los propios adultos mayores, sienten que las residencias geriátricas deberían evitarse a toda costa, aunque la realidad del abuso a los ancianos pone en evidencia que muchos ancianos recibirían mejores cuidados fuera de sus casas. El problema en este caso reside en encontrar buena atención disponible, la cual suele estarlo para la gente que sabe lo que busca y que puede pagarla. La gente mayor que no es autosuficiente tiene varias opciones. La mayoría prefiere envejecer en su hábitat, permanecer en su propia casa con ayuda de familiares o asistentes gerontológicos a domicilio. En el otro extremo están los asilos de ancianos con enfermedades calificadas, personal médico disponible y toda la ayuda para realizar las ABVD. La edad avanzada y el deterioro cognitivo se correlacionan fuertemente con la admisión en una residencia geriátrica. Una forma intermedia entre vivir en la propia casa y la residencia geriátrica serían las casas a medio camino o las viviendas asistidas en sus múltiples variantes, que brindan sobre todo independencia y privacidad, dos elementos claves para la atención institucional combinados con la atención de los profesionales. En general, los líderes políticos, el personal médico, los psicólogos del desarrollo, las familias o los mismos ancianos ya no aceptan la opción tradicional –una persona está lo suficientemente bien para quedarse en casa o lo suficientemente frágil como para estar en una institución-. Hoy en día la mayoría de los profesionales que trabajan en residencias geriátricas consideran como una misión ayudar a que cada residente mantenga su independencia, control y respeto. No sólo ésta es una buena práctica para la salud, sino que también lo dicta el derecho. Este asunto podría preocuparnos a todos, ya que se estima que alrededor de una de cada dos personas probablemente necesitará asistencia gerontológica hasta cierto punto, y una de cada ocho necesitará dicha asistencia por más de un año “Las Viviendas Asistidas son una solución habitacional complementaria y superadora a los modelos institucionales tradicionales: brindan un ámbito familiar para vivir, al mismo tiempo que desarrollan en los usuarios las habilidades sociales necesarias para una adecuada interacción social y mejora en su calidad de vida. El dispositivo de viviendas asistidas rehabilita, facilita la inclusión social y mejor calidad de vida de las personas con problemas físicos o mentales que no se encuentran en condiciones de vivir solas o en su medio familiar”. Casa Central: Mitre 788 1° Piso – TE.: 5580175 Consulta por nuestras sedes en www.institutoicr.com.ar A. GERONTOLÓGICO (Stone, 2006). {{ Palabras finales A lo largo de todo este curso hemos tratado, más o menos explícitamente, una especie de “moraleja”. Cuando una persona mayor comienza a decaer, o un niño de preescolar tiene actitudes egoístas, o un adolescente bebe alcohol, o un adulto joven se embarca en riesgos que lo ponen en peligro, uno podría concluir que esos problemas son esperables para esas etapas de sus vidas. Es cierto que esas conductas son más comunes en dichas etapas. Pero sólo porque la gente actúa según su edad no podemos suponer que no necesitan de protección y de una guía. La perspectiva de toda una vida sostiene que, en cada etapa, la gente puede ser “fuerte, tener buen espíritu, energía” si el resto de nosotros cumple con su parte. A cada momento la vida puede ser vivida con plenitud.
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