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A. GERONTOLÓGICO 
 
 
Clase 26 
 
LA ANCIANIDAD 
 
Un anciano es un individuo de avanzada edad. Se trata de alguien que pertenece a 
lo que, en términos sociales y poblacionales, denominamos tercera edad. Este individuo, 
de acuerdo a la expectativa de vida que puede tener el ser humano, está acercándose a la 
fase final de su vida y, por ende, a la muerte. 
Debido al uso coloquial del término resulta comúnmente intercambiable con otros 
vocablos como abuelo -en referencia al rol social atribuido a los adultos mayores dentro de 
una familia tradicional-, adulto mayor, geronte e incluso con términos en relación más 
explícita con el tiempo como veterano o longevo. 
 El rango de posibilidades para la vida durante la tercera edad es muy amplio. Hay 
adultos mayores que podemos categorizar como “sanos”, que han sabido ajustarse de 
manera creativa a las limitaciones que el envejecimiento impone, que están muy activos e 
insertos en relaciones sociales y familiares donde se apoyan. Pero también hay otros adultos 
mayores que se encuentran débiles, muy enfermos o con alteraciones cognitivas. Algunos 
de ellos están débiles durante largos períodos, años o décadas. Con fines didácticos nos 
referiremos con el término anciano a este último grupo de adultos mayores, que son 
quienes padecen mayor número de enfermedades y presentan mayor facilidad de 
cronificación, lo que lleva también a que se incremente el grado de dependencia. 
Ancianidad, por su parte, significa antigüedad, calidad de antiguo, de manera que 
un anciano no es sinónimo de “viejo”, porque la palabra viejo es utilizada de manera 
peyorativa –aun cuando presenta tintes de ternura o afecto- que indica una categoría 
deslucida o estropeada de ser. 
 
Clasificación de las personas mayores 
De acuerdo a la edad establecida por la Asamblea Mundial para el Envejecimiento, el grado 
de autonomía y la presencia o no de patologías, podemos clasificar a los adultos mayores de 
la siguiente manera: 
 Persona mayor (sana o enferma) autónoma: incluye a las personas mayores de 65 
años, sanas y afectas de enfermedades (agudas o crónicas) no potencialmente 
incapacitantes. 
 Persona mayor frágil o de alto riesgo de dependencia: este concepto indica situación 
de riesgo de dependencia (pero sin padecerla aún), siendo potencialmente 
reversible, o pudiendo mantener la autonomía mediante una intervención específica. 
 Paciente geriátrico: Si cumple tres o más de las siguientes condiciones: 
o Mayor de 75 años 
o Pluripatología: múltiples enfermedades crónicas simultáneamente. 
 
 
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A. GERONTOLÓGICO 
 
 
o Incapacidad funcional (alto riesgo de dependencia) 
o Deterioro cognitivo o mental 
o Problemática social en relación con su estado de salud 
 
Actividades de la vida diaria 
Más allá de la edad y la enfermedad, el marcador principal del estado de fragilidad 
es la incapacidad para realizar de manera sana y adecuada las tareas del autocuidado 
necesario para mantener la independencia. Los gerontólogos se refieren a cinco actividades 
básicas de la vida diaria (ABVD): comer, ir al baño, bañarse, vestirse y moverse de la 
cama a una silla. Si una persona necesita ayuda para con al menos una de estas 
actividades, esta persona puede ser considerada como delicada. 
En la evolución de muchas enfermedades y cirugías, los médicos y enfermeros 
consideran la habilidad para realizar estas actividades como un signo importante para la 
recuperación. Para ayudar a los ancianos en sus actividades de la vida diaria se suelen 
utilizar elementos o equipamientos especiales (por ejemplo, un asiento diferente para el 
inodoro), realizar terapia ocupacional y, por supuesto, contratar asistentes gerontológicos. 
Claro que estas actividades son afectadas por el estado de salud de las personas 
independientemente de la edad que poseen. No obstante, en los adultos mayores se vuelven 
más visibles debido a los efectos acentuados del proceso de envejecimiento. 
Igualmente importantes pueden ser las actividades instrumentales de la vida 
diaria (AIVD), las cuales requieren cierta competencia intelectual y pensamiento 
anticipado. Estas actividades varían de cultura en cultura, por lo que son más difíciles de 
medir en las personas. En países industrializados, las AIVD incluyen comprar los víveres, 
pagar las cuentas, manejar un vehículo, tomar medicamentos y recordar los compromisos. 
En zonas rurales, por ejemplo, podrían incluirse alimentar los pollos, cultivar el jardín, 
arreglar vestimentas, sacar agua del pozo y hornear. En todos lados la inhabilidad para 
realizar las AIVD califica a la gente como débil, incluso cuando pueden realizar las cinco 
ABVD mencionadas. 
En todo el mundo, relativamente pocos adultos mayores están delicados o son 
incapaces de realizar estas actividades en relación con el resto de los adultos mayores. Sin 
embargo, la proporción está aumentando. Podemos identificar claramente tres razones para 
este aumento: 
 La gente vive más tiempo; 
 La asistencia médica enfatiza la prevención de la muerte más que garantizar 
la calidad de vida; 
 La nutrición adecuada, vivienda segura y auxilios para la salud pueden 
prevenir o posponer la decadencia, si bien se necesita alguna movilidad, 
planificación y/o recursos para acceder a estos beneficios, y eso tiende a 
excluir a muchos que de alguna u otra forma ya están delicados. 
 
 
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A. GERONTOLÓGICO 
 
 
Por lo tanto, la debilidad puede ser un problema muy serio. Los gobiernos, familias e 
individuos se echan la culpa el uno al otro por la fragilidad, cuando en realidad las 
responsabilidades incluyen a los tres. Para tomar un ejemplo muy simple: una persona 
mayor con movilidad reducida en sus piernas por debilitamiento de sus músculos puede 
comenzar un entrenamiento de fuerza, evitar las escaleras, realizar caminatas programadas, 
etc. Lo miembros de la familia pueden hacer que cada una de esas posibilidades resulte más 
o menos atractiva. Las políticas públicas pueden ayudar también. De tal manera, esta 
persona podría caminar con miembros de su familia en sendas seguras o espacios 
construidos para tal fin, que sean seguras y sin obstrucciones. O también la familia podría 
comprar una cinta para caminar diseñada para mayor movilidad, y ayudar a que la persona 
camine sintiéndose segura. 
 
El anciano frágil 
En estos términos, la fragilidad suele definirse como la disminución multisistémica 
de la reserva fisiológica frente al estrés, es decir que nuestro organismo va perdiendo la 
capacidad de funcionamiento que antes tenía y cada vez se nos vuelve más difícil mantener 
la homeostasis. Esta reserva fisiológica se encuentra condicionada por el envejecimiento y 
los factores externos. Este estado se traduce en: 
 Pérdida de resistencia (la sarcopenia o pérdida de masa muscular es un componente 
clave para la aparición de la fragilidad). 
 Aumento de la vulnerabilidad. 
 Aumento del riesgo de incapacidad. 
Los ancianos que se encuentran en estado delicado suelen ser aquellos que presentan edad 
avanzada, se encuentran débiles físicamente y presentan alteraciones cognitivas. Algunos 
de los criterios que pueden precisarse en el adulto mayor para afirmar su estado de 
fragilidad son: 
 Mayor de 80 años 
 Pluripatología (con tendencia a la cronicidad) 
 Pérdida de la capacidad funcional 
 Deterioro cognitivo (incluyendo mal de Alzheimer) 
 Problemas afectivos (por ejemplo, depresión) 
 Ingresos hospitalarios repetidos 
 Polifarmacia (es decir, más de tres fármacos) 
 Presencia de síndromes geriátricos 
 Vive solo 
 Está institucionalizadoAunque muchos de los cuidados necesarios son proporcionados por la familia 
cuidadora o algunos de sus miembros, en los últimos años ha aumentado la demanda de 
servicios de relevo. Es por eso que el trabajo del asistente gerontológico resulta primordial 
https://es.wikipedia.org/wiki/Enfermedad_de_Alzheimer
 
 
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en tanto que éste se constituye como personal integralmente capacitado en el cuidado del 
anciano delicado por el tiempo que sea acordado en cada caso. 
 
 
Abuso y maltrato en los ancianos 
Se puede definir como «un acto único o repetido que causa daño o sufrimiento a una 
persona de edad, o la falta de medidas apropiadas para evitarlo, que se produce en una 
relación basada en la confianza». Puede adoptar diversas formas, como el maltrato físico, 
psíquico, emocional o sexual, y el abuso de confianza en cuestiones económicas. También 
puede ser el resultado de la negligencia, sea esta intencional o no. 
El análisis del problema del abuso hacia los ancianos es complejo porque hay tres 
elementos decisivos que contribuyen al problema: la víctima, el abusador y el contexto. 
Así, por ejemplo, una persona que está de mal humor y débil, con pérdida importante de 
memoria (el adulto mayor, receptor de los cuidados), atendido por un hombre que es 
alcohólico (cuidador) que se encuentra en un lugar donde casi no hay visitas (la 
comunidad), entonces aquí tenemos una receta para el abuso. Si sólo uno de los tres 
factores fuese diferente, el abuso sería menos probable de ocurrir. 
El caso típico de maltrato en los ancianos empieza de manera inocente, como un 
aumento de la demanda del cuidado. Por ejemplo: un anciano que da dinero a su cuidador y 
éste lo malgasta gradualmente; o un asistente que cuida a la persona meramente por la 
retribución económica pero que en verdad se encuentra tan cansado, abrumado y asilado 
que sucede el descuido; o un familiar significativo que va a cuidar a otro miembro con 
frecuentes episodios de angustia porque esta persona ya no lo reconoce. Estas actitudes 
inocentes hacen que sea más difícil reconocer como tal el abuso hacia los ancianos. 
También la dependencia de la víctima dificulta la identificación de abuso. 
En muchas partes del mundo el maltrato de los ancianos pasa casi inadvertido. 
Hasta hace poco, este grave problema social se ocultaba a la vista del público y se 
consideraba como un asunto esencialmente privado. Incluso hoy en día, el maltrato de los 
ancianos sigue siendo un tema tabú, por lo común subestimado y desatendido por 
sociedades de todo el mundo. Sin embargo, cada día hay más indicios de que el maltrato de 
los ancianos es un importante problema de salud pública y de la sociedad en general. 
El problema existe en los países en desarrollo y desarrollados y por lo general no se 
notifica en grado suficiente en todo el mundo. Tan solo en unos pocos países desarrollados 
hay tasas de prevalencia o estimaciones, que rondan entre el 5 y el 10% de todos los 
ancianos que tienen un asistente, acompañante o cuidador. Aunque la magnitud del maltrato 
de los ancianos se desconoce, su importancia social y moral salta a la vista. En tal virtud, 
exige una respuesta mundial multifacética que se centre en la protección de los derechos de 
los adultos mayores. 
Las formas de definir, detectar y resolver el maltrato de los ancianos tienen que 
enmarcarse en el contexto cultural y considerarse junto con los factores de riesgo que 
 
 
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A. GERONTOLÓGICO 
 
 
tienen una especificidad cultural. Por ejemplo, en algunas sociedades tradicionales se 
obliga a las viudas de edad a casarse de nuevo, mientras que en otras, las mujeres mayores 
que viven solas son acusadas de practicar la brujería. 
Desde los puntos de vista sanitario y social, si los sectores de atención primaria de 
salud y servicios sociales no están bien dotados para detectar y resolver el problema, el 
maltrato de los ancianos seguirá estando semioculto. 
 
Asistencia a largo plazo 
Muchas personas, incluyendo los propios adultos mayores, sienten que las 
residencias geriátricas deberían evitarse a toda costa, aunque la realidad del abuso a los 
ancianos pone en evidencia que muchos ancianos recibirían mejores cuidados fuera de sus 
casas. El problema en este caso reside en encontrar buena atención disponible, la cual suele 
estarlo para la gente que sabe lo que busca y que puede pagarla. 
La gente mayor que no es autosuficiente tiene varias opciones. La mayoría prefiere 
envejecer en su hábitat, permanecer en su propia casa con ayuda de familiares o asistentes 
gerontológicos a domicilio. En el otro extremo están los asilos de ancianos con 
enfermedades calificadas, personal médico disponible y toda la ayuda para realizar las 
ABVD. La edad avanzada y el deterioro cognitivo se correlacionan fuertemente con la 
admisión en una residencia geriátrica. 
Una forma intermedia entre vivir en la propia casa y la residencia geriátrica serían 
las casas a medio camino o las viviendas asistidas en sus múltiples variantes, que brindan 
sobre todo independencia y privacidad, dos elementos claves para la atención institucional 
combinados con la atención de los profesionales. En general, los líderes políticos, el 
personal médico, los psicólogos del desarrollo, las familias o los mismos ancianos ya no 
aceptan la opción tradicional –una persona está lo 
suficientemente bien para quedarse en casa o lo 
suficientemente frágil como para estar en una 
institución-. 
Hoy en día la mayoría de los profesionales 
que trabajan en residencias geriátricas consideran 
como una misión ayudar a que cada residente 
mantenga su independencia, control y respeto. No 
sólo ésta es una buena práctica para la salud, sino 
que también lo dicta el derecho. 
Este asunto podría preocuparnos a todos, ya 
que se estima que alrededor de una de cada dos 
personas probablemente necesitará asistencia 
gerontológica hasta cierto punto, y una de cada 
ocho necesitará dicha asistencia por más de un año 
“Las Viviendas Asistidas son una 
solución habitacional complementaria y 
superadora a los modelos institucionales 
tradicionales: brindan un ámbito familiar 
para vivir, al mismo tiempo que 
desarrollan en los usuarios las 
habilidades sociales necesarias para una 
adecuada interacción social y mejora en 
su calidad de vida. El dispositivo de 
viviendas asistidas rehabilita, facilita la 
inclusión social y mejor calidad de vida 
de las personas con problemas físicos o 
mentales que no se encuentran en 
condiciones de vivir solas o en su medio 
familiar”. 
 
 
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A. GERONTOLÓGICO 
 
 
(Stone, 2006). {{ 
 
Palabras finales 
A lo largo de todo este curso hemos tratado, más o menos explícitamente, una 
especie de “moraleja”. Cuando una persona mayor comienza a decaer, o un niño de 
preescolar tiene actitudes egoístas, o un adolescente bebe alcohol, o un adulto joven se 
embarca en riesgos que lo ponen en peligro, uno podría concluir que esos problemas son 
esperables para esas etapas de sus vidas. Es cierto que esas conductas son más comunes en 
dichas etapas. Pero sólo porque la gente actúa según su edad no podemos suponer que no 
necesitan de protección y de una guía. La perspectiva de toda una vida sostiene que, en 
cada etapa, la gente puede ser “fuerte, tener buen espíritu, energía” si el resto de nosotros 
cumple con su parte. A cada momento la vida puede ser vivida con plenitud.

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