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Casa Central: Mitre 788 1° Piso – TE.: 5580175 Consulta por nuestras sedes en www.institutoicr.com.ar A. GERONTOLÓGICO Clase 29 ATENCIÓN AL PACIENTE TERMINAL. LA MUERTE: DIVERSAS SIGNIFICACIONES. DUELO Y ACEPTACIÓN. La muerte, a pesar de ser un hecho natural, es un tabú en la sociedad actual. El ser humano nace y su vida toma forma, pero de repente un día todo se trunca, y ese día aparentemente igual a los demás, por enfermedad, accidente o en algunos casos por voluntad propia, la persona muere. Esta constituye un acontecimiento especial en la vida. En muchos aspectos la muerte en la vejez presenta una cualidad diferente a la muerte de individuos de otras edades. En la persona mayor es menos trágica, parece más justa que en un joven donde la circunstancia de su muerte es probable que sea traumática, en cambio los ancianos moribundos aceptan el hecho de que la vida es finita y puede parecer algo natural. La muerte es el resultado de la ruptura del equilibrio biológico y físico-químico que mantiene la vida, por lo que el cese de las funciones fisiológicas del cuerpo, el riesgo de morir o de entrar en contacto con la muerte de otros cercanos, es mayor para quien obviamente, transite por las últimas décadas de la vida. Envejecimiento y muerte Aunque la muerte nos rodea a todos, se suele contemplar como algo que afecta a los demás, no a uno mismo. El envejecimiento, por sí mismo, condiciona un pronóstico de vida limitado. Algunas actitudes ante la muerte están asociadas a la edad, aunque lo que prevalece es la percepción individual. No obstante, la edad avanzada es un factor que hay que tener en cuenta, tanto si se trata de la edad en que sobreviene la muerte, como si nos referimos a la persona que sufre la pérdida de un ser querido. Los trabajos sobre la muerte y la vejez se refieren esencialmente a los temores y las angustias suscitados al pensar en ella. Las conclusiones generales apuntan que el miedo a morir no aumenta con la proximidad de la muerte por causa de la edad. Por otra parte, la persona que sufre la pérdida de un ser querido debe abordar un proceso de duelo que también está condicionado por la edad. Como hemos venido desarrollando, la persona mayor suele sufrir continuas pérdidas: de seres queridos, de salud, de libertad y de capacidades, de las que debe recuperarse para afrontar un nuevo proceso de duelo. El proceso de la muerte ha sido estudiado por psicólogos, médicos y otros profesionales. El modelo propuesto por Kubler – Ross en 1969 para interpretar el proceso es el más conocido. Supone estadios por los que pasaría el paciente moribundo hasta llegar a una etapa final de aceptación de la muerte: - La negación y el aislamiento constituyen la fase inicial, una vez que se conoce el pronóstico de muerte. Se da en mayor parte de los pacientes y es más angustiosa y duradera cuando la noticia es comunicada bruscamente y por una Casa Central: Mitre 788 1° Piso – TE.: 5580175 Consulta por nuestras sedes en www.institutoicr.com.ar A. GERONTOLÓGICO persona no preparada específicamente para ello. Esta fase no es solo característica del comienzo de la enfermedad, sino que puede ser recurrente a lo largo del proceso. La fase de negación puede ir acompañada de sentimientos de soledad y aislamiento que se pueden agravar con comportamientos de huida de los miembros de la familia o del propio equipo, que esquivan conversar con el paciente. - La segunda fase de ira, se caracteriza por sentimientos de rabia, envidia y resentimiento. Esta fase es muy difícil de afrontar por la familia y el personal. El paciente tiene continuos motivos de quejan hacia quienes le rodean, especialmente hacia los más cercanos. La actitud terapéutica seria la tolerancia y evitar personalizar el enfado. - La tercera fase, de pacto, solo dura breves periodos de tiempo. Se caracteriza por el uso de la negociación. Es un intento de posponer los hechos. La mayoría de los pactos se hacen con dios y se guardan en secreto. - La depresión acompaña a las perdidas tales como agravamiento, dolor o adelgazamiento, y otras que se perciben como inminentes. En esta fase, la Dra. Kubler – Ross considera que no debe estimularse al paciente a ver el lado alegre de las cosas, pues eso significa que no ha de pensar en su muerte inminente. Es preferible permitirle expresar su dolor. · - La quinta fase, aceptación, implica haber superado las fases previas. El paciente necesita dormir a menudo a intervalos breves; esta es una necesidad cada vez mayor, donde el paciente se distancia del mundo exterior. El Duelo es el proceso en el que una persona o familia experimenta respuestas emocionales e intelectuales como consecuencia de una pérdida. A pesar de que puede aplicarse a la pérdida de un persona, de ideales o cosas amadas, aquí nos referimos exclusivamente al primer supuesto: perdida de un ser querido. La tristeza o aflicción es la respuesta emocional a la perdida. La profundidad de la aflicción depende de muchos factores, como la personalidad, las relaciones previas y la intimidad con el ser perdido, las perdidas previas y los recursos personales. Cabe destacar que es un proceso “normal” o adaptativo para devolver el equilibrio. Aunque es difícil generalizar, la edad avanzada puede influir en el proceso de duelo. La persona mayor suele sufrir perdidas mas frecuentes en los últimos años de su vida; esto hace que la recuperación se haga más difícil. La perdida de la pareja es una situación de crisis especial pues pone al anciano en riesgo de múltiples problemas de salud tanto física cono psicológica. Además de las mútiples manifestaciones posibles, a su vez se presentan algunas tareas del proceso del duelo tales como reconocer y aceptar la perdida, atravesar el dolor, reconducir la vida sin la persona que ya no está. Se considera que el duelo ha finalizado cuando la persona puede hablar del ser querido desaparecido con manifestaciones de Casa Central: Mitre 788 1° Piso – TE.: 5580175 Consulta por nuestras sedes en www.institutoicr.com.ar A. GERONTOLÓGICO aceptación de esta perdida. Hay duelos que pueden no llegar a resolverse nunca, por lo que hablamos de duelo disfuncional o patológico. La agonía se define cono el estado que precede a la muerte, mientras la vida se va extinguiendo gradualmente. Es lógico pensar que no se da en el cien por ciento de los pacientes, ya que a algunos les sobrevendrá la muerte de forma repentina e inesperada. Es característico en esta fase el deterioro progresivo, con cambios frecuentes y bruscos, con agotamiento sucesivo de la energía, con cambios en el nivel de conciencia o sin ellos. Generalmente es una situación de alto estrés que provoca el sufrimiento en el paciente y su familia. El proceso de la agonía es variable de unas personas a otras. La evolución clínica de la enfermedad, las características individuales del anciano, sus recursos personales, culturales, espirituales, y familiares, condicionan las manifestaciones de agonía. Los cuidadores en la fase final tienen enorme importancia. Si el anciano permanece en su domicilio, debe tener instrucciones claras y concretas que reduzcan su ansiedad, sin sobrecargarles de tareas. Entre otros aspectos, el asistente debe tener instrucciones claras del uso de medicamentos según los síntomas. Los más frecuentes son el dolor, la disnea, estertores (provocados por secreciones en la zona oro-faringea), crisis de agitación. Dado que se trata de una situación de sufrimiento emocional, se debe poner especial énfasis en las intervenciones de apoyo del paciente y su cuidador o asistente. El rol del sistente gerontológico ante situaciones de enfermedad terminal El asistente gerontológico/a encargado del cuidado de personas con enfermedades terminales tiene que estar atento a todas susnecesidades. De alguna manera, debe estar preparado para enfrentar la muerte de la persona a quien está cuidando y asistiendo. La persona que cuida y atiende a una persona que, en términos generales y en cualquier fase del ciclo vital, padece una enfermedad terminal tiene que estar atenta al confort y a la comodidad del paciente. También debe respetar las creencias e ideales de la persona enferma. Las preguntas sobre el sentido de la vida cobran especial importancia cuando se acerca el final de la vida. Por eso, el cuidador o cuidadora de personas enfermas puede ayudar al adulto mayor a pensar sus propias respuestas a estas preguntas indagando, por ejemplo, en las creencias que ha tenido antes del momento de la enfermedad. Tal vez en ellas puedan encontrar sentido y fortaleza. Si la persona está seriamente deprimida debido a la preocupación por la muerte, es importante comentarles la situación a los familiares y buscar en forma conjunta alternativas para que transite este momento con la mayor serenidad posible. Escuchar es una de las ayudas más importantes que el cuidador puede aportar. Es fundamental que el cuidador esté dispuesto a hacerlo. Hablar con otra persona que sea comprensiva puede ayudar a la persona enferma a ver que los demás la valoran y entienden. Casa Central: Mitre 788 1° Piso – TE.: 5580175 Consulta por nuestras sedes en www.institutoicr.com.ar A. GERONTOLÓGICO La persona enferma posiblemente necesite dar sentido a sus propias experiencias vitales, contar recuerdos, hablar del pasado y buscar en este el significado de lo que sucede. También el contacto físico a través de masajes cortos, una caricia o un abrazo puede resultar confortable para el enfermo o la enferma. Es recomendable estimular a los familiares a que también lo hagan. El tacto es uno de los primeros sentidos que se desarrolla y uno de los últimos que se pierden. Sujetar su mano, tocar su hombro, acariciar la cara, secarle la frente o colocarle bien en la cama calma el temor y la ansiedad y da seguridad. Sin embargo, no hay fórmulas predeterminadas: es algo que se construye en cada momento y con cada persona en particular. Se rescata la importancia de hablar con la persona enferma con la verdad apropiada. ¿Qué es la “verdad apropiada”? Es lo que la persona enferma está dispuesta a escuchar, lo que necesita saber en ese momento, y que surge desde la profundidad del afecto y de lo que hayan indicado sus familiares. Es de gran importancia para el asistente a cargo del cuidado el poder sentirse acompañado por la familia y los profesionales correspondientes, poder expresar con tranquilidad sus sentimientos frente a la situación que se está viviendo para poder asistir a la persona enferma con una mayor profesionalidad. Algunas consideraciones para el cuidado de pacientes terminales El siguiente es un listado de consideraciones que es conveniente de tener en cuenta para cuando se atiende y cuida a un paciente terminal: • A veces hay que enfrentarse a preguntas difíciles. Fundamentalmente, más que a la muerte, se teme al sufrimiento innecesario, al aislamiento social y a la pérdida individual. • Es importante no mostrar rechazo a preguntas como: “¿Por qué me tocó a mí?”; “¿Qué pasará si me muero?”, sino que es mejor colaborar a organizar cómo quiere la persona vivir mejor y más tranquila esta etapa. • Mantener una comunicación fluida con la persona atendida ayudará a que se exprese y se desahogue. • Responder cálidamente, y si no hay certezas, simplemente decir “No sé”. Casa Central: Mitre 788 1° Piso – TE.: 5580175 Consulta por nuestras sedes en www.institutoicr.com.ar A. GERONTOLÓGICO ¿Es aconsejable el silencio? Es frecuente que el cuidador le oculte a la persona asistida determinados sucesos porque considere que pudieran “hacerle daño”. La familia trata de mantenerlo al margen de situaciones importantes relacionadas con la vida familiar pero esta se percata de que algo sucede y el hecho de negarle este derecho le puede provocar irritabilidad y otros sentimientos negativos. Es necesario informar a la persona cuidada acerca de hechos y decisiones de la vida familiar así como aspectos relacionados con su salud. Esto permitirá, siempre y cuando conserve sus facultades mentales, su cooperación en tratamientos médicos y ayudará a evitar su posible aislamiento, depresión o daño a su autoestima. En cada caso individual se debe valorar junto a la familia cómo, cuándo y dónde proporcionarle la información. Es sumamente importante brindar información veraz sobre su condición. En muchos casos, una correcta información puede ser no sólo adecuada y conveniente, sino necesaria. Pero no todos reaccionan igual. De hecho, en muchas ocasiones el profesional de • Mantener una comunicación fluida con la persona atendida ayudará a que se exprese y se desahogue. • Responder cálidamente, y si no hay certezas, simplemente decir “No sé”. • Sostener la dignidad de la persona enferma durante el tiempo que dure su agonía. • Cuidar el arreglo ambiental, el aspecto físico (que la persona esté bien limpia, bien vestida, afeitada) y el trato psicológico. • Contarle las cosas del día. • Mencionar uno a uno los miembros de su familia y amigos, decirle que están con él/ella. • Asegurar que el paciente no esté solo, haciéndole saber que es una persona necesitada y que no es una carga, expresándole afecto. Casa Central: Mitre 788 1° Piso – TE.: 5580175 Consulta por nuestras sedes en www.institutoicr.com.ar A. GERONTOLÓGICO la salud tampoco tiene la total seguridad de que, cuando preguntan, realmente desean conocer la verdad. Hacerlo de forma gradual, sencilla y sobre todo con mucho tacto, será más soportable para los enfermos. Según encuestas realizadas sobre lo que se considera una "buena muerte", la mayoría lo vincula con ausencia de síntomas molestos, apacible, de forma súbita y durante el sueño. Pero estas circunstancias no se dan siempre. Es más habitual la que sobreviene después de un proceso más o menos largo, con dolores y molestias. Los especialistas en cuidados paliativos opinan que la muerte en paz se da cuando los enfermos conocen la verdad, la asumen, tienen un control sintomático adecuado, apoyo familiar y una persona de confianza a su lado. Una buena higiene corporal, el cuidado de la apariencia externa, un buen aseo, no son sólo cuidados básicos sino que contribuyen a aumentar la autoestima y el equilibrio emocional. Y son especialmente importantes cuando el enfermo tiene dificultades para controlar sus esfínteres. Son muchos los cuidadores que inicialmente experimentan un rechazo ya sea por pudor, por sensación de repugnancia o asco, pero esta respuesta inicial hay que superarla para que el enfermo no la detecte y aumente su sufrimiento. Los cuidados físicos se deben realizar con delicadeza, cuidado y respeto. Si la movilidad está mínimamente mantenida es recomendable ayudarlos a ducharse, algo que, además, proporciona una sensación relajante. Después hay que secar meticulosamente la piel, evitando la fricción e inclusive se recomienda aplicar una solución hidratante hasta su absorción pero evitando el masaje vigoroso en las zonas más susceptibles de erosiones debidas al roce y al apoyo. Hay que evitar la humedad en la piel mediante dispositivos de incontinencia o productos que crean una barrera protectora, ya que maceran la piel facilitando el desarrollo úlceras. En todo este proceso hay que aprovechar para movilizar, sin forzar, las articulaciones. Con respecto a la alimentación adecuada, una regla de oro para un paciente en este estado es «que coma poco y a menudo, lo que le guste y cuando le apetezca». No hay que forzarlo con la idea de que va a mejorar su estado. Por eso hay que respetar las orientacionesdel propio paciente sobre lo que le apetece o no. Por regla general es más adecuado distribuir la comida en varias tomas y en pequeñas porciones. Hay que reforzar el contenido proteico de la dieta y mantener una buena hidratación. La creación durante la comida de un ambiente armonioso y agradable es fundamental. El control del dolor y su eliminación es un derecho básico de todo enfermo, y en un paciente terminal es esencial para conseguir una muerte tranquila. Se cuenta con la analgesia escalonada, la «Escalera Analgésica de la Organización Mundial de la Salud», que el médico le irá aplicando progresivamente. El dolor es más temido que la propia muerte, según datos disponibles. Y finalmente, pero no menos importante, cabe considerar el ciudado del cuidador. Cuidar a un paciente terminal es una actividad dura, estresante y frustrante, tanto física como psicológicamente.
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