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A. GERONTOLÓGICO 
 
 
Clase 29 
 
ATENCIÓN AL PACIENTE TERMINAL. LA MUERTE: DIVERSAS 
SIGNIFICACIONES. DUELO Y ACEPTACIÓN. 
 
La muerte, a pesar de ser un hecho natural, es un tabú en la sociedad actual. El ser 
humano nace y su vida toma forma, pero de repente un día todo se trunca, y ese día 
aparentemente igual a los demás, por enfermedad, accidente o en algunos casos por 
voluntad propia, la persona muere. Esta constituye un acontecimiento especial en la vida. 
En muchos aspectos la muerte en la vejez presenta una cualidad diferente a la 
muerte de individuos de otras edades. En la persona mayor es menos trágica, parece más 
justa que en un joven donde la circunstancia de su muerte es probable que sea traumática, 
en cambio los ancianos moribundos aceptan el hecho de que la vida es finita y puede 
parecer algo natural. La muerte es el resultado de la ruptura del equilibrio biológico y 
físico-químico que mantiene la vida, por lo que el cese de las funciones fisiológicas del 
cuerpo, el riesgo de morir o de entrar en contacto con la muerte de otros cercanos, es mayor 
para quien obviamente, transite por las últimas décadas de la vida. 
 
Envejecimiento y muerte 
Aunque la muerte nos rodea a todos, se suele contemplar como algo que afecta a los 
demás, no a uno mismo. El envejecimiento, por sí mismo, condiciona un pronóstico de vida 
limitado. Algunas actitudes ante la muerte están asociadas a la edad, aunque lo que 
prevalece es la percepción individual. No obstante, la edad avanzada es un factor que hay 
que tener en cuenta, tanto si se trata de la edad en que sobreviene la muerte, como si nos 
referimos a la persona que sufre la pérdida de un ser querido. 
Los trabajos sobre la muerte y la vejez se refieren esencialmente a los temores y las 
angustias suscitados al pensar en ella. Las conclusiones generales apuntan que el miedo a 
morir no aumenta con la proximidad de la muerte por causa de la edad. Por otra parte, la 
persona que sufre la pérdida de un ser querido debe abordar un proceso de duelo que 
también está condicionado por la edad. Como hemos venido desarrollando, la persona 
mayor suele sufrir continuas pérdidas: de seres queridos, de salud, de libertad y de 
capacidades, de las que debe recuperarse para afrontar un nuevo proceso de duelo. 
El proceso de la muerte ha sido estudiado por psicólogos, médicos y otros 
profesionales. El modelo propuesto por Kubler – Ross en 1969 para interpretar el proceso 
es el más conocido. Supone estadios por los que pasaría el paciente moribundo hasta llegar 
a una etapa final de aceptación de la muerte: 
- La negación y el aislamiento constituyen la fase inicial, una vez que se conoce 
el pronóstico de muerte. Se da en mayor parte de los pacientes y es más 
angustiosa y duradera cuando la noticia es comunicada bruscamente y por una 
 
 
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persona no preparada específicamente para ello. Esta fase no es solo 
característica del comienzo de la enfermedad, sino que puede ser recurrente a lo 
largo del proceso. La fase de negación puede ir acompañada de sentimientos de 
soledad y aislamiento que se pueden agravar con comportamientos de huida de 
los miembros de la familia o del propio equipo, que esquivan conversar con el 
paciente. 
- La segunda fase de ira, se caracteriza por sentimientos de rabia, envidia y 
resentimiento. Esta fase es muy difícil de afrontar por la familia y el personal. 
El paciente tiene continuos motivos de quejan hacia quienes le rodean, 
especialmente hacia los más cercanos. La actitud terapéutica seria la tolerancia 
y evitar personalizar el enfado. 
- La tercera fase, de pacto, solo dura breves periodos de tiempo. Se caracteriza 
por el uso de la negociación. Es un intento de posponer los hechos. La mayoría 
de los pactos se hacen con dios y se guardan en secreto. 
- La depresión acompaña a las perdidas tales como agravamiento, dolor o 
adelgazamiento, y otras que se perciben como inminentes. En esta fase, la Dra. 
Kubler – Ross considera que no debe estimularse al paciente a ver el lado alegre 
de las cosas, pues eso significa que no ha de pensar en su muerte inminente. Es 
preferible permitirle expresar su dolor. · 
- La quinta fase, aceptación, implica haber superado las fases previas. El 
paciente necesita dormir a menudo a intervalos breves; esta es una necesidad 
cada vez mayor, donde el paciente se distancia del mundo exterior. 
 
El Duelo es el proceso en el que una persona o familia experimenta respuestas 
emocionales e intelectuales como consecuencia de una pérdida. A pesar de que puede 
aplicarse a la pérdida de un persona, de ideales o cosas amadas, aquí nos referimos 
exclusivamente al primer supuesto: perdida de un ser querido. La tristeza o aflicción es la 
respuesta emocional a la perdida. La profundidad de la aflicción depende de muchos 
factores, como la personalidad, las relaciones previas y la intimidad con el ser perdido, las 
perdidas previas y los recursos personales. Cabe destacar que es un proceso “normal” o 
adaptativo para devolver el equilibrio. 
Aunque es difícil generalizar, la edad avanzada puede influir en el proceso de duelo. 
La persona mayor suele sufrir perdidas mas frecuentes en los últimos años de su vida; esto 
hace que la recuperación se haga más difícil. La perdida de la pareja es una situación de 
crisis especial pues pone al anciano en riesgo de múltiples problemas de salud tanto física 
cono psicológica. 
Además de las mútiples manifestaciones posibles, a su vez se presentan algunas 
tareas del proceso del duelo tales como reconocer y aceptar la perdida, atravesar el dolor, 
reconducir la vida sin la persona que ya no está. Se considera que el duelo ha finalizado 
cuando la persona puede hablar del ser querido desaparecido con manifestaciones de 
 
 
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aceptación de esta perdida. Hay duelos que pueden no llegar a resolverse nunca, por lo que 
hablamos de duelo disfuncional o patológico. 
 
La agonía se define cono el estado que precede a la muerte, mientras la vida se va 
extinguiendo gradualmente. Es lógico pensar que no se da en el cien por ciento de los 
pacientes, ya que a algunos les sobrevendrá la muerte de forma repentina e inesperada. Es 
característico en esta fase el deterioro progresivo, con cambios frecuentes y bruscos, con 
agotamiento sucesivo de la energía, con cambios en el nivel de conciencia o sin ellos. 
Generalmente es una situación de alto estrés que provoca el sufrimiento en el paciente y su 
familia. El proceso de la agonía es variable de unas personas a otras. La evolución clínica 
de la enfermedad, las características individuales del anciano, sus recursos personales, 
culturales, espirituales, y familiares, condicionan las manifestaciones de agonía. 
 
Los cuidadores en la fase final tienen enorme importancia. Si el anciano permanece 
en su domicilio, debe tener instrucciones claras y concretas que reduzcan su ansiedad, sin 
sobrecargarles de tareas. Entre otros aspectos, el asistente debe tener instrucciones claras 
del uso de medicamentos según los síntomas. Los más frecuentes son el dolor, la disnea, 
estertores (provocados por secreciones en la zona oro-faringea), crisis de agitación. 
Dado que se trata de una situación de sufrimiento emocional, se debe poner especial énfasis 
en las intervenciones de apoyo del paciente y su cuidador o asistente. 
 
 
El rol del sistente gerontológico ante situaciones de enfermedad terminal 
El asistente gerontológico/a encargado del cuidado de personas con enfermedades 
terminales tiene que estar atento a todas susnecesidades. De alguna manera, debe estar 
preparado para enfrentar la muerte de la persona a quien está cuidando y asistiendo. 
La persona que cuida y atiende a una persona que, en términos generales y en 
cualquier fase del ciclo vital, padece una enfermedad terminal tiene que estar atenta al 
confort y a la comodidad del paciente. También debe respetar las creencias e ideales de la 
persona enferma. Las preguntas sobre el sentido de la vida cobran especial importancia 
cuando se acerca el final de la vida. Por eso, el cuidador o cuidadora de personas enfermas 
puede ayudar al adulto mayor a pensar sus propias respuestas a estas preguntas indagando, 
por ejemplo, en las creencias que ha tenido antes del momento de la enfermedad. Tal vez en 
ellas puedan encontrar sentido y fortaleza. Si la persona está seriamente deprimida debido a 
la preocupación por la muerte, es importante comentarles la situación a los familiares y 
buscar en forma conjunta alternativas para que transite este momento con la mayor 
serenidad posible. 
Escuchar es una de las ayudas más importantes que el cuidador puede aportar. Es 
fundamental que el cuidador esté dispuesto a hacerlo. Hablar con otra persona que sea 
comprensiva puede ayudar a la persona enferma a ver que los demás la valoran y entienden. 
 
 
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La persona enferma posiblemente necesite dar sentido a sus propias experiencias vitales, 
contar recuerdos, hablar del pasado y buscar en este el significado de lo que sucede. 
También el contacto físico a través de masajes cortos, una caricia o un abrazo puede 
resultar confortable para el enfermo o la enferma. Es recomendable estimular a los 
familiares a que también lo hagan. El tacto es uno de los primeros sentidos que se 
desarrolla y uno de los últimos que se pierden. Sujetar su mano, tocar su hombro, acariciar 
la cara, secarle la frente o colocarle bien en la cama calma el temor y la ansiedad y da 
seguridad. 
Sin embargo, no hay fórmulas predeterminadas: es algo que se construye en 
cada momento y con cada persona en particular. 
Se rescata la importancia de hablar con la persona enferma con la verdad apropiada. 
¿Qué es la “verdad apropiada”? Es lo que la persona enferma está dispuesta a escuchar, lo 
que necesita saber en ese momento, y que surge desde la profundidad del afecto y de lo que 
hayan indicado sus familiares. 
Es de gran importancia para el asistente a cargo del cuidado el poder sentirse 
acompañado por la familia y los profesionales correspondientes, poder expresar con 
tranquilidad sus sentimientos frente a la situación que se está viviendo para poder asistir a 
la persona enferma con una mayor profesionalidad. 
 
Algunas consideraciones para el cuidado de pacientes terminales 
El siguiente es un listado de consideraciones que es conveniente de tener en cuenta 
para cuando se atiende y cuida a un paciente terminal: 
• A veces hay que enfrentarse a preguntas difíciles. Fundamentalmente, más 
que a la muerte, se teme al sufrimiento innecesario, al aislamiento social y a 
la pérdida individual. 
 
• Es importante no mostrar rechazo a preguntas como: “¿Por qué me tocó a 
mí?”; “¿Qué pasará si me muero?”, sino que es mejor colaborar a organizar 
cómo quiere la persona vivir mejor y más tranquila esta etapa. 
 
• Mantener una comunicación fluida con la persona atendida ayudará a que se 
exprese y se desahogue. 
 
• Responder cálidamente, y si no hay certezas, simplemente decir “No sé”. 
 
 
 
 
 
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¿Es aconsejable el silencio? 
 
Es frecuente que el cuidador le oculte a la persona asistida determinados sucesos 
porque considere que pudieran “hacerle daño”. La familia trata de mantenerlo al margen de 
situaciones importantes relacionadas con la vida familiar pero esta se percata de que algo 
sucede y el hecho de negarle este derecho le puede provocar irritabilidad y otros 
sentimientos negativos. 
Es necesario informar a la persona cuidada acerca de hechos y decisiones de la vida 
familiar así como aspectos relacionados con su salud. Esto permitirá, siempre y cuando 
conserve sus facultades mentales, su cooperación en tratamientos médicos y ayudará a 
evitar su posible aislamiento, depresión o daño a su autoestima. En cada caso individual se 
debe valorar junto a la familia cómo, cuándo y dónde proporcionarle la información. 
 
Es sumamente importante brindar información veraz sobre su condición. En 
muchos casos, una correcta información puede ser no sólo adecuada y conveniente, sino 
necesaria. Pero no todos reaccionan igual. De hecho, en muchas ocasiones el profesional de 
 
• Mantener una comunicación fluida con la persona atendida ayudará a que se 
exprese y se desahogue. 
 
• Responder cálidamente, y si no hay certezas, simplemente decir “No sé”. 
 
• Sostener la dignidad de la persona enferma durante el tiempo que dure su 
agonía. 
 
• Cuidar el arreglo ambiental, el aspecto físico (que la persona esté bien 
limpia, 
bien vestida, afeitada) y el trato psicológico. 
 
• Contarle las cosas del día. 
 
• Mencionar uno a uno los miembros de su familia y amigos, decirle que están 
con él/ella. 
 
• Asegurar que el paciente no esté solo, haciéndole saber que es una persona 
necesitada y que no es una carga, expresándole afecto. 
 
 
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la salud tampoco tiene la total seguridad de que, cuando preguntan, realmente desean 
conocer la verdad. Hacerlo de forma gradual, sencilla y sobre todo con mucho tacto, será 
más soportable para los enfermos. Según encuestas realizadas sobre lo que se considera una 
"buena muerte", la mayoría lo vincula con ausencia de síntomas molestos, apacible, de 
forma súbita y durante el sueño. Pero estas circunstancias no se dan siempre. Es más 
habitual la que sobreviene después de un proceso más o menos largo, con dolores y 
molestias. Los especialistas en cuidados paliativos opinan que la muerte en paz se da 
cuando los enfermos conocen la verdad, la asumen, tienen un control sintomático adecuado, 
apoyo familiar y una persona de confianza a su lado. 
 
 Una buena higiene corporal, el cuidado de la apariencia externa, un buen aseo, no 
son sólo cuidados básicos sino que contribuyen a aumentar la autoestima y el equilibrio 
emocional. Y son especialmente importantes cuando el enfermo tiene dificultades para 
controlar sus esfínteres. Son muchos los cuidadores que inicialmente experimentan un 
rechazo ya sea por pudor, por sensación de repugnancia o asco, pero esta respuesta inicial 
hay que superarla para que el enfermo no la detecte y aumente su sufrimiento. Los cuidados 
físicos se deben realizar con delicadeza, cuidado y respeto. Si la movilidad está 
mínimamente mantenida es recomendable ayudarlos a ducharse, algo que, además, 
proporciona una sensación relajante. Después hay que secar meticulosamente la piel, 
evitando la fricción e inclusive se recomienda aplicar una solución hidratante hasta su 
absorción pero evitando el masaje vigoroso en las zonas más susceptibles de erosiones 
debidas al roce y al apoyo. Hay que evitar la humedad en la piel mediante dispositivos de 
incontinencia o productos que crean una barrera protectora, ya que maceran la piel 
facilitando el desarrollo úlceras. En todo este proceso hay que aprovechar para movilizar, 
sin forzar, las articulaciones. 
Con respecto a la alimentación adecuada, una regla de oro para un paciente en este 
estado es «que coma poco y a menudo, lo que le guste y cuando le apetezca». No hay que 
forzarlo con la idea de que va a mejorar su estado. Por eso hay que respetar las 
orientacionesdel propio paciente sobre lo que le apetece o no. Por regla general es más 
adecuado distribuir la comida en varias tomas y en pequeñas porciones. Hay que reforzar el 
contenido proteico de la dieta y mantener una buena hidratación. La creación durante la 
comida de un ambiente armonioso y agradable es fundamental. 
 El control del dolor y su eliminación es un derecho básico de todo enfermo, y en 
un paciente terminal es esencial para conseguir una muerte tranquila. Se cuenta con la 
analgesia escalonada, la «Escalera Analgésica de la Organización Mundial de la Salud», 
que el médico le irá aplicando progresivamente. El dolor es más temido que la propia 
muerte, según datos disponibles. 
Y finalmente, pero no menos importante, cabe considerar el ciudado del cuidador. 
Cuidar a un paciente terminal es una actividad dura, estresante y frustrante, tanto física 
como psicológicamente.

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