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A. GERONTOLÓGICO 
 
 
Clase 13 
ESTRÉS – SÍNDROME GENERAL DE ADAPTACIÓN 
 
La palabra estrés proviene del vocablo inglés ―stress‖ y en su idioma de procedencia 
tiene varias acepciones. La que más nos interesa es la de tensión, fuerza o demanda de 
energía que se ejerce sobre alguien o sobre alguna cosa. 
Siguiendo esta acepción, la definición general del estrés fue delimitada por Hans 
Selye. Establece que es la ―reacción no específica del organismo ante cualquier 
exigencia que sufre, con prescindencia de todas las reacciones específicas‖. El autor 
recalca todas las reacciones específicas quedan excluidas. Ejemplos de reacciones 
específicas son las necrosis ocasionadas por quemaduras o congelamiento, o la anemia 
consecutiva a una hemorragia, o el estado de ánimo que caracteriza a la angustia. El estrés 
implica cambios que ocurren en la intimidad de ciertos órganos, tejidos y en el medio 
interno, y que acompañan a cada una de estas reacciones lo mismo que todos los agentes 
nocivos determinantes de cualquier estado patológico, lo que equivale a decir que hay 
estrés en todas las enfermedades. 
 
 Una de las principales confusiones consiste en denominar con el término estrés al 
estímulo o el agente que lo provoca. Por ello reservaremos dicho término para designar a la 
respuesta de nuestro organismo, mientras que para hablar de la situación estímulo o del 
agente provocador diremos ―estresor‖. Así, ni la quemadura ni el congelamiento son estrés, 
tampoco los estados de ánimo, la tensión nerviosa o la angustia, sino los cambios que 
ocasionan. Estos cambios son similares a los de cualquier estímulo estresor. Tampoco es 
estrés el conjunto global de trastornos sufridos por el organismo sometido a estas 
situaciones, pues ellos se incluyen en los cambios específicos. 
 
 El mismo ―funcionamiento normal del organismo‖, de los órganos y de las células, 
también es causa de estrés, aunque en este caso se trata no solo de un estrés inevitable sino 
también benéfico, inseparable de la condición de vivir. 
 
 La obra de Selye está destinada a comprobar eficazmente todos los aspectos del 
stress, tal como él lo definió. Este médico e investigador involucró tres premisas: 
1) Cualquier estrés provoca un síndrome con manifestaciones generales, 
esencialmente similares, cualquiera sea su causa. 
2) Este síndrome ayuda a la adaptación. 
3) La adaptación puede causar enfermedad. 
 Tenemos entonces un estrés fisiológico, llamado así porque no implica daño ni 
trastorno y es en realidad un proceso reversible, similar a la respiración, los latidos 
cardíacos y la digestión; y es, como estas funciones, inherente e inseparable de la vida, que 
cesa si ellos se suprimen. 
 
 
 
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A. GERONTOLÓGICO 
 
 
 
 El Síndrome General de Adaptación que el autor propone es el conjunto de las 
manifestaciones concretas y objetivas del stress. Es decir, es lo que se ve y hasta se puede 
medir del estrés. Es un ―síndrome‖ porque las reacciones que lo integran, aunque 
parcialmente independientes, son coordinadas; es ―general‖, pues afecta a la totalidad del 
organismo, y es de ―adaptación‖ ya que permite adaptarse y adquirir resistencia para 
soportar el estrés en diversas situaciones. 
 
 Se desarrolla en tres fases: 
1) La reacción de ―Alarma‖, 
2) La fase de ―Resistencia‖ y 
3) La etapa de ―Agotamiento‖. 
 
 La reacción de alarma es la respuesta inicial, con cambios que afectan a la 
totalidad del organismo y que las formas más intensas configuran el estrés con sus 
manifestaciones típicas tan bien conocidas y que pueden llevar incluso a la muerte. Las 
modificaciones estructurales más importantes en nuestro organismo conforman una tríada: 
aumento de volumen de las glándulas suprarrenales, con mayor irrigación sanguínea y con 
pérdida de lípidos, atrofia del timo y otras estructuras linfáticas y lesiones en la mucosa del 
estómago y el duodeno (intestino delgado). Pronto la reacción de alarma es seguida por una 
reacción de defensa que permite superar esta etapa crítica y siempre aguda que es la fase de 
resistencia, cuyo proceso más llamativo ocurre en la corteza suprarrenal, con todos los 
signos de la secreción de hormonas glucocorticoides, siendo el cortisol la más importante. 
Finalmente, si el agente nocivo sigue activando con la suficiente intensidad, se llega a la 
etapa de agotamiento, con cambios similares a los de reacción de alarma inicial, pero más 
acentuados e irreversibles. 
 
 Todas estas modificaciones son regidas por el sistema hipotálamo-hipofiso-
suprarrenal, cuya verdadera finalidad es la regulación de la producción y descarga de las 
hormonas de la corteza suprarrenal (corticoides). Lo que el Síndrome General de 
Adaptación (SGA) persigue es el ascenso de la producción de cortisol y consecutivamente 
de su concentración en sangre. En la fase inicial de la Reacción de Alarma el nivel de 
cortisol no asciende en la medida y por el tiempo necesario, y pronto se agotan las 
disponibilidades. La fase de resistencia, en cambio, representa el ascenso sostenido de la 
producción hasta niveles adecuados para asegurar la adaptación. Para Selye el cortisol actúa 
sobre la resistencia en forma sintóxica: ―como tranquilizante de los tejidos, creando un 
estado de tolerancia pasiva que permite una coexistencia pacífica con los agresores‖. 
Las causas determinantes del Síndrome General de Adaptación (SGA) son infinitas y son 
las mismas del stress. Además, estas causas no siempre consisten en exigencias negativas 
para la persona que las vivencia (por ej.: presiones en el trabajo), sino que pueden ser 
positivas (por ej.: una boda). Por consiguiente, la respuesta de estrés se desencadena 
independientemente de la interpretación que podamos hacer acerca de los estresores. 
 
 
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A. GERONTOLÓGICO 
 
 
 
 La homeostasis 
 
 El concepto de estabilidad del organismo y sus componentes está vinculado a la 
constancia del medio interno que ―baña‖ a las células (Claud Bernard). Otros fisiólogos lo 
extendieron y concretaron hasta que Walter B. Cannon lo sistematizó y creó el término 
homeostasis, que significa la capacidad del organismo para mantener constantes las 
condiciones del medio interno, no obstante las acciones exteriores que se ejercen sobre él. 
 
 Selye puso en evidencia la intervención de un complejo sistema que coordina la 
acción de diversas hormonas junto a la principal del cortisol y junto a nuevos 
descubrimientos y enfoques configura la homeostasis de adaptación y resistencia. 
La homeostasis de adaptación, lo mismo que cualquier otra homeostasis no significa una 
condición fija sino que dentro de su constancia sufre variaciones dentro de límites más o 
menos estrechos, para tornar prontamente la situación de equilibrio. Ante la multiplicidad 
de las agresiones, los mecanismos de la homeostasis adaptativa se hallan en constante 
actividad y si no se exteriorizan es porque la adaptación tiene éxito. Dichos mecanismos 
funcionan en base al ―sistema de retroalimentación hipotálamo-hipófiso-suprarrenal‖ que 
comprende en primer escalón al hipotálamo, 
glándula productora de la hormona liberadora de 
corticotrofina o ACTH y también de hormonas 
inhibidoras. Recibe múltiples influencias del 
sistema nervioso central por medio de 
neurotransmisores estimulantes e inhibidores, al 
mismo tiempo que son moduladas por nuestro ―reloj 
biológico‖ o ritmo circadiano, entonces: 
- El hipotálamo no es el iniciador del stress sino 
aquellas situaciones o factores que lo estimulan y lo 
ponen en marcha. 
- El hipotálamo está influenciado por diferentes 
factores,como por ejemplo el ritmo circadiano o 
situaciones de la vida cotidiana. 
 Las hormonas producidas por el hipotálamo 
estimulan a otra glándula denominada hipófisis, 
específicamente a una porción de esta glándula llamada adenohipófisis. Estas producen la 
corticotrofina que pasa a la circulación general con destino a la corteza suprarrenal cuya 
actividad estimula con la consiguiente producción de cortisol, el cual en un circuito de 
retroacción vuelve al hipotálamo y quizá también a la adenohipófisis, inhibiendo en esta la 
secreción de corticotrofina. 
 
 
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A. GERONTOLÓGICO 
 
 
 El objeto de este mecanismo es el 
mantenimiento de una tasa de producción de 
cortisol adecuado para asegurar la adaptación y 
por ende, la salud, ejerciendo una vigilancia 
permanente sobre la resistencia, no solamente 
cuando se producen desvíos, sino también en 
condiciones aparentemente estables con el fin 
de corregir aún las oscilaciones mínimas. O sea 
que el sistema hipotálamo-hipofiso-suprarrenal 
no descansa nunca, hallándose en constante 
actividad. 
 
 Las enfermedades de adaptación 
 
La salud es, entre otras cosas, la expresión del 
buen mantenimiento de la homeostasis, con 
adecuada adaptación frente a la multitud de 
estresores que ponen en peligro al organismo. 
Para que la salud se mantenga, siguiendo a 
Selye, es necesario un correcto y permanente 
Síndrome General de Adaptación con 
equilibradas reacciones del sistema hipotálamo-
hipofiso-suprarrenal en sus diferentes escalones. 
 Selye exploró las consecuencias de la ruptura de ese equilibro, mediante diferentes 
procedimientos y así definió las enfermedades de adaptación como aquellas en las cuales 
hay una falla del Síndrome General de Adaptación que desempeña un papel importante 
reservando esta clasificación para las situaciones en las que ―el factor de adaptación es más 
importante que el factor etiológico mismo. Ninguna enfermedad puede ser considerada 
como enfermedad exclusiva del corazón o una enfermedad infecciosa”. Estas enfermedades 
son consideradas por Selye como ―policausales‖, cada una puede ser ocasionada por 
diversos agentes etiológicos pero, aun siendo tan distintas unas de otras, su iniciación y 
desarrollo dependen de un mismo trastorno. En las reacciones integrantes de todas las 
enfermedades, aún en las más específicas y en las aparentemente localizadas, interviene 
un componente adaptativo. 
 Las enfermedades de adaptación se producen por un desvío del Sindrome General 
de Adaptación que, en lugar de lo que debiera ser una defensa exitosa, resulta en 
consecuencias patológicas. 
 El organismo del hombre está sometido a una cantidad de agresiones muy superior 
al número de enfermedades que llega a aparecer. Un número aún mayor de alarmógenos 
inespecíficos también lo ataca, pero gracias a esta respuesta nuestro organismo se adapta y 
el resultado es un aumento de la resistencia, inclusive sin ningún cambio aparente y muchas 
de estas agresiones resultan benéficas. Sin embargo, los factores estresores intensos y los 
que actúan reiteradamente sobre el organismo resultan siempre nocivos, exteriorizándose 
en forma de enfermedad de adaptación. 
 
 
 
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A. GERONTOLÓGICO 
 
 
Estrés fisiológico y estrés patológico 
 
 Decimos que la respuesta de estrés es fisiológica porque, tal como lo deja en claro 
Selye, es una respuesta adaptativa del organismo que ayuda a responder frente a los 
estímulo estresores, pero se transforma en patológica cuando se extiende en su duración y 
produce cambios desadaptativos. 
 Además de la activación del eje hipotálamo-hipófiso-
suprarrenal descrita ampliamente en párrafos anteriores, ante la 
presencia del estímulo estresor se produce una activación del 
sistema nervioso en su rama simpática mediante la cual, por 
inervación directa de la medula de las glándulas suprarrenales, 
libera las hormonas adrenalina y noradrenalina al torrente 
sanguíneo y prepara al organismo para la respuesta de lucha-
huida. Entre los efectos de estas hormonas se encuentran: 
aumento de tensión arterial, vasoconstricción, reducción de las 
funciones digestivas, dilatación de las pupilas, piloerección, 
aumento de la actividad de las glándulas sudoríparas y 
aumento de la frecuencia respiratoria. 
 Por su parte, las hormonas glucocorticoides (y el 
cortisol en particular) ayudan a degradar las proteínas para 
convertirlas en glucosa, contribuye a la producción de grasas 
disponibles como energía, aumenta el flujo sanguíneo, suprime la secreción de hormonas 
esteroideas sexuales y, sostenido en el tiempo, deprime la acción del sistema inmunitario. 
 
 Si estas hormonas son segregadas permanentemente, sus efectos se sostienen en el 
tiempo. La respuesta de estrés prolongada deriva en un estrés crónico que puede derivar 
en varias consecuencias y en enfermedades psicosomáticas clásicas. La hipertensión arterial 
pudiendo desembocar en ataques cardíacos y ACV. La gluconeogénesis sostenida 
aumenta la probabilidad de padecer úlceras o diabetes, la supresión en la segregación de 
hormonas sexuales puede desembocar en infertilidad, hay mayor susceptibilidad a padecer 
infecciones por depresión del sistema inmunitario. 
 
 
Estrés en el adultos mayores 
 
 A cualquier edad, el estrés forma parte de la vida. Tanto los jóvenes como los 
adultos tienen que enfrentar situaciones difíciles y sobrellevar obstáculos. Mientras que los 
adultos jóvenes luchan para establecer una carrera, lograr la seguridad financiera, o manejar 
las exigencias del trabajo con las de la familia, los mayores de edad pueden enfrentarse con 
la salud deteriorada o las finanzas precarias—o simplemente los desafíos de mantener su 
independencia. Desafortunadamente, las defensas naturales 
en contra del estrés disminuyen con el tiempo. Sin 
embargo muchas personas de la tercera edad logran vivir 
felices incluso bien entradas en la vejez. Los ―viejos 
dichosos‖ tienen algo en común: mantienen sus vínculos 
El estrés agudo tiene 
como característica 
principal el de poseer 
una gran intensidad y a 
corto plazo, mientras 
que el estrés crónico 
se produce cuando los 
efectos mencionados 
anteriormente son 
sostenidos en el 
tiempo. 
 
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A. GERONTOLÓGICO 
 
 
con los amigos y la familia, hacen ejercicio y se mantienen activos y, sobre todo, 
encuentran maneras de reducir y controlar el estrés en sus vidas. 
 
 Los impactos físicos del estrés son muy claros. Cuando las personas alcanzan una 
edad mayor, las heridas tardan más tiempo en sanarse, y los resfriados duran más tiempo. 
Un corazón de 75 años puede ser lento en responder a los requerimientos del ejercicio. Y 
cuando una persona de 80 años entra en un cuarto frío, su cuerpo se demorará más tiempo 
en calentarse. Los cambios producidos por el envejecimiento fisiológico indudablemente 
limitarán los recursos de nuestro organismo para hacer frente a los factores estresantes. 
 La alarma que dispara las hormonas del estrés no tiene límite de edad. El 
Síndrome General de adaptación ocurre en todos los seres humanos 
independientemente del momento del ciclo vital que están viviendo. 
 Demasiado estrés durante demasiadosaños puede 
tergiversar el sistema de una persona con las alteraciones 
mencionadas. Para los mayores de edad que ya corren alto riesgo 
de contraer estas enfermedades, es muy importante saber cómo 
controlar el estrés. 
 A través de los años, el cerebro puede perder lentamente 
la capacidad para regular los niveles hormonales. Como 
resultado, los mayores de edad que se preocupan por algo o se 
ponen ansiosos tienden a producir cantidades mayores de 
hormonas del estrés y la alarma no se apaga tan rápido. Según 
una investigación hecha en 2005 y publicada en la revista Psychoneuroendocrinology, las 
mujeres, sobre todo, al envejecer son susceptibles a sufrir un exceso en las hormonas 
de estrés. La investigación reveló que el impacto de la edad sobre los niveles de cortisol es 
casi tres veces más fuerte para las mujeres que para los hombres. 
 Por lo general, el flujo de hormonas de estrés puede resultar especialmente difícil de 
sobrellevar para los cerebros mayores. Según una investigación reciente proveniente de la 
Universidad de California en San Francisco, el cortisol excesivo puede con los años 
dañar el hipocampo, la parte del cerebro que es imprescindible para poder almacenar y 
recuperar la memoria. En varias investigaciones se ha descubierto que el cortisol alto va de 
la mano con la memoria deteriorada, de modo que podemos atribuir esos momentos 
delatadores de vejez al estrés. 
 Año tras año, el estrés puede incluso incrementar el riesgo de la enfermedad de 
Alzheimer. Una investigación de casi 800 sacerdotes y monjas publicada en la revista 
Neurology en 2003 ponía de relieve este peligro potencial. Los sujetos que divulgaban que 
sufrían mucho estrés fueron dos veces más propensos que los menos estresados a tener la 
enfermedad. 
 
Acelerando el reloj 
 El estrés no solamente hace que una persona se sienta mayor. Puede realmente 
acelerar el proceso de envejecimiento. Una investigación llevada a cabo en 2004 y 
publicada en los Procedimientos de la Academia Nacional de Ciencias divulgó que el 
estrés puede agregar varios años a la edad de las células individuales del sistema 
inmunológico. La investigación se enfocó en los telómeros, ―tapas‖ que se encuentran en el 
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A. GERONTOLÓGICO 
 
 
extremo de los cromosomas. Cuando el telómero se vuelve demasiado corto, el plazo de 
vida se va agotando: La célula ya no puede dividirse o renovarse. Esto es un proceso clave 
en el envejecimiento, y es una de las razones por las cuales no podemos vivir para siempre. 
Los investigadores revisaron tanto los telómeros como los niveles del estrés de 58 mujeres 
sanas que no habían alcanzado la edad de la menopausia. Los resultados fueron 
asombrosos: en el promedio de los casos, el sistema inmunológico de las mujeres muy 
estresadas había envejecida unos 10 años extra. 
 
Controlar el estrés: ¿la verdadera fuente de la juventud? 
 La buena noticia es que podemos emplear lo que 
sabemos acerca del estrés y el proceso de envejecimiento a 
nuestro favor. 
 Mantener una actitud positiva es una de las claves 
más importantes. Las personas que se sienten mejor acerca 
de sí mismas al envejecer suelen vivir más que las 
personas con una perspectiva pesimista. Los 
investigadores dicen que las personas con actitudes 
positivas manejan mejor el estrés y tienen una voluntad más fuerte para vivir. 
 Mantener vínculos fuertes con los amigos y la familia es una forma excelente de 
controlar el estrés. Recientemente la revista de la Asociación Psicológica Americana reveló 
que el apoyo social puede ayudar a prevenir el estrés y las enfermedades relacionadas con 
el estrés. El apoyo social puede disminuir el flujo de las hormonas de estrés en los mayores 
de edad y, no por coincidencia, aumentar la longevidad. Otras investigaciones han 
descubierto que la comunicación social puede ayudar a las personas mayores a mantener la 
agudeza mental y reducir el riesgo de la enfermedad de Alzheimer. 
 El ejercicio, un remedio en contra del estrés para la gente de cualquier edad, puede 
ser útil sobre todo para los mayores de edad. Las caminatas frecuentes, montar en bicicleta, 
o los ejercicios aeróbicos acuáticos pueden incluso hacer más que mantener fuerte e 
independiente a una persona, de hecho el ejercicio puede bloquear los efectos 
envejecedores de los niveles de cortisol. Una investigación llevada a cabo en 2005 y 
publicada en la revista Psychoneuroendocrinology descubrió que las mujeres en buena 
forma física entre los 60 y los 70 de hecho tenían la misma respuesta al estrés que un grupo 
de mujeres en mala forma física de cerca de 30 años. Por lo tanto, las mujeres en sus 60 que 
no contaban con un buen físico soltaban cantidades mucho más grandes de cortisol como 
respuesta al estrés. 
 
Por cierto, cualquier cosa que reduce el estrés innecesario llenará los años avanzados de 
mayor regocijo. Algunas personas necesitan intentar no hacer demasiadas cosas a la vez. Otras, a 
lo mejor, deben intentar ejercicios de respiración u otras técnicas de relajación. Otros a lo mejor 
deberán hablar con un psicólogo para encontrar una nueva perspectiva sobre sus vidas. 
 
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