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A. GERONTOLÓGICO 
 
 
Clase 27 
 
LA VIDA DESPUÉS DE LA JUBILACIÓN: LIMITACIÓN Y COMIENZO DE UNA 
NUEVA ETAPA. 
 
De acuerdo con el Diccionario de la Real Academia Española, cuando hablamos 
de jubilación nos referimos al retiro del mundo laboral por haber cumplido la edad exigida 
por la ley o por estar incapacitado para trabajar. Habitualmente, podemos utilizar el término 
jubilación en varios sentidos diferentes: como un proceso de transición desde la vida 
laboral a una vida sin trabajo remunerado, como el período de la vida que se extiende desde 
que se abandona el trabajo pago hacia delante, como la suma de dinero que mensualmente 
recibe el adulto mayor por parte del estado al haber concluido su ciclo laboral, etc. 
Aunque no se trata de un fenómeno universal ni transcultural, en nuestra sociedad la 
jubilación constituye un cambio importante en el ciclo vital porque modifica nuestra 
estructura de funciones, nuestros hábitos, la organización de nuestra vida diaria y repercute 
intensamente sobre nuestro sentido de eficacia y de competencias personales (Galvanovskis 
y Villar, 2000). 
La etapa de la jubilación, plantea interesantes desafíos a las personas que, entre 
otras cosas, han de aprender a ocupar de forma satisfactoria y significativa del nuevo 
tiempo libre del que disponen. 
 
Jubilación y vejez: ¿“puerta” de entrada? 
Históricamente ambos conceptos y situaciones han estado estrechamente 
relacionados. El “comienzo” de la vejez era, en parte, la causa de la jubilación y su 
justificación: la mano de obra para unas tareas basadas en el esfuerzo físico habían perdido 
capacidad por el paso de los años y la cercanía de la vejez, por lo que se prescindía de la 
misma, dando paso a los jóvenes a ese mercado laboral. 
Con el paso de los años, los grandes avances que posibilitaron mejoras importantes 
de las condiciones de vida, de las condiciones laborales y de la atención sanitaria, han 
derivado en un aumento significativo de la longevidad y de la esperanza de vida, por lo que 
es cada vez más numerosa la cantidad de personas mayores de 65 años que presentan una 
situación psicosocial realmente buena y llevan una vida activa y saludable a pesar de su 
edad cronológica. A nuestro modo de ver, estos cambios sociodemográficos suponen una 
ruptura importante en la relación jubilación-vejez, para las personas que salen del mercado 
laboral. 
Hoy en día jubilarse no es hacerse viejo, puesto que en la mayoría de los casos 
todavía estas personas disponen de varios años en los que pueden presentar unas 
características socio-sanitarias inmejorables, siendo a partir de ese momento cuando 
 
 
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A. GERONTOLÓGICO 
 
 
aparecen los prejuicios y las connotaciones negativas de la vejez. Aparece así una categoría 
de “viejos jóvenes” a diferenciar respecto a los “viejos viejos”. 
 
La decisión de jubilarse y calidad de vida 
Un elemento determinante ante la toma de decisiones previa a la jubilación es 
precisamente la calidad de vida de los trabajadores y sus condiciones vitales. Entre los 
factores que intervienen en estas decisiones previas a la jubilación, habría que destacar: 
 Razones económicas: quien tenga unas condiciones económicas mejores 
(previsión de una mejor pensión, más tiempo de cotización...) más fácilmente 
optarán por la jubilación. 
 Razones actitudinales: estamos pasando de una ética rigurosa del trabajo a una 
ética de la actividad. 
 Ocio y relaciones sociales: al parecer la clase de ocupaciones de tiempo libre, la 
frecuencia e intensidad de los contactos familiares no influyen en la actitud de 
expectativa hacia la jubilación, aunque sí en la adaptación a la misma. 
 Razones de salud: los problemas de salud parecen ser predictores de jubilación, 
siéndolo solamente de aquellas jubilaciones anticipadas o precoces. 
 Discriminación laboral relacionada con la edad: es importante señalarla incluso 
en el caso de desempleados mayores y su transición a la jubilación. Para un 
elevado porcentaje de personas el desempleo puede ser el primer paso para la 
jubilación. 
 La capacidad laboral, de seguir trabajando y el tipo de trabajo serán elementos 
definitivos en la decisión. La seguridad en el puesto de trabajo, las posibilidades 
de cambiar de puesto, la formación y el entrenamiento, las posibilidades de 
descansos, la disponibilidad de servicios de salud ocupacional, influyen en que se 
siga trabajando hasta el final. 
 Un fenómeno como el “síndrome de aversión al trabajo” con una pérdida de 
valores relativos a la vida laboral, estrés crónico, mayor importancia de los 
valores privados y la propia aversión al trabajo, puede ser un exponente de mala 
calidad de vida laboral, con un aumento de riesgos de salud y una disminución 
importante de la satisfacción laboral y vital. 
 
Consecuencias de la jubilación 
El análisis de las consecuencias de la jubilación supone analizar no sólo las 
consecuencias económicas, sino y especialmente el impacto psicológico, los cambios en las 
relaciones sociales con los amigos, compañeros de trabajo, familia (subsistema de pareja e 
hijos, el impacto en salud) y ver estos cambios como parte de un proceso de adaptación a la 
nueva situación. 
 
 
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A. GERONTOLÓGICO 
 
 
El término jubilación deriva de “júbilo”, es decir, el tiempo de la alegría, del gozo 
de lo esencial, de la contemplación; es el momento de la libertad, cuando el hombre puede 
“perder el tiempo” libremente. Pero la situación del jubilado implica el acceso a una vida 
con una posibilidad práctico-económica de vivir y una consideración sociocultural que no 
le permite ni ayuda, precisamente, a llevar una vida “jubilosa”. Entre las características que 
esta circunstancia manifiesta encontramos: 
1. La pérdida de un lugar dentro de la cadena de producción, aun cuando conservan 
posibilidades y motivaciones para continuar produciendo 
2. la denominación de “clase pasiva” que descalifica el grado de participación o 
expectativa del rol que la sociedad tiene respecto del jubilado. No participar o ser 
pasivo implica que la persona tome conciencia bruscamente de su realidad 
evolutiva. 
3. con la jubilación surgen una serie de problemas en la vida del adulto mayor de 
orden económico que lo relegan socialmente y que le impiden o inhiben la 
posibilidad de asistencia médica integral, ya que se lo jubila porque se lo considera 
decadente y declinante y no se le brindan los medios para recibir asistencia integral 
que la situación requeriría. 
4. la posibilidad de mantener su status de vida digno, 
manteniendo casa, comida, vestimenta, entre otras, para él 
y su familia. 
5. los problemas como consecuencia del “rol 
jubilado” dentro de la dinámica familiar, que se verá 
afectada y deberá adaptarse a una nueva estructura. 
 
Atchley describe una serie de pasos por los que se pasa 
al dejar de trabajar: la etapa inicial de «luna de miel», un 
período posterior de decepción y/o hiperactividad o astenia, tras lo cual se da una 
reorientación, unas respuestas más realistas y una fase final de estabilidad, de acomodación 
a la situación actual. 
Es así como ante la jubilación, el hombre se ve obligado a encarar una compleja 
tarea cuya solución depende de múltiples factores. Las investigaciones al respecto fijan 
sobre todo la atención en la importancia de la actitud de expectativa respecto de la 
jubilación, señalando que la “anticipación del estatus del retiro” incide positiva o 
negativamente sobre la misma. Ante un retiro laboral inminente, pueden darse varias 
actitudes posibles en los adultos mayores que tienen dos extremos:una actitud sumamente 
positiva y una actitud sumamente negativa. 
 La actitud sumamente positiva es la sostenida por aquellos que esperan alcanzar 
lo más pronto posible el disfrute de “un bien merecido descanso”. Según distintas 
encuestas, se sostiene que aquellos que aceptan de mejor grado o positivamente la 
jubilación, son los que han elaborado con madurez el significado de su edad y situación, los 
La transición a la 
jubilación supone un 
aumento de diferentes 
actividades en áreas vitales 
no relacionadas con el 
trabajo, y una disminución 
de aquéllas relacionadas con 
éste. 
 
 
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A. GERONTOLÓGICO 
 
 
que presentan alguna enfermedad o dolencia, los que mantienen un trabajo que demanda 
una actividad física importante y aquellas personas que recibirán una buena suma de dinero 
al retirarse o que han mantenido cargos ejecutivos y no directivos. Asimismo, esta actitud 
es la que mantienen las personas cuando están próximas en diez u ochos años al momento 
del retiro; pero pareciera ser que cuando este hecho es inminente, se produce un cambio de 
actitud; finalmente, luego de un tiempo y al adaptarse a la nueva vida retoman la actitud 
primera. 
La actitud sumamente negativa sería algo así como el temor a “estar de sobra”, a 
“no ser útil”, al “principio del fin”; actitud que se ve favorecida por la imagen deficitaria de 
la vejez y por expresiones tales como la “bancarrota de la jubilación” o similares. Esta 
actitud negativa se nutre en la fantasía del efecto patógeno de la jubilación sobre la salud 
del hombre, según conclusiones de Geist en trabajos de 1967. Dice Geist que “el jubilado 
cuya salud es relativamente mala, acepta con mayor facilidad el retiro... mientras que el 
jubilado que, dado su estado de salud podría volver a su antiguo trabajo, se siente mal al 
serle eso imposible”. “Lo que socava en nuestro tiempo la confianza de la tercera edad en 
sí misma, es la supervivencia de una imagen suya negativa; considerar al jubilado como 
alguien que ha cesado de contribuir al mercado de la economía y que con su vida laboral 
se ha ganado el derecho al descanso y a la inactividad, es decir, a un banco en el parque” 
(Moreno Lara, 1982). Es así como los adultos mayores “se han creído” este mito y si una 
persona carece de un rol de sustitución corre el peligro de sumergirse en el aislamiento, la 
melancolía y la pérdida de interés por la vida 
 
Factores que influyen en una mejor adaptación a la jubilación 
 Se pueden señalar entre estos el gozar de buena salud, no tener problemas 
económicos, tener un buen nivel educativo, estar en pareja, estar comprometidos en 
actividades sociales. Todos ellos, a excepción del compromiso social, son los mismos 
predictores de la satisfacción y calidad de vida de cualquier trabajador. 
Un buen apoyo social parece ser un elemento importante cara a la adaptación y 
satisfacción con la jubilación. Algunos autores han establecido en este sentido algunas 
características socio personales de riesgo como tener una mala percepción de las propias 
relaciones sociales, no tener un grupo de amigos estable, no realizar actividades 
regularmente con este grupo. 
La jubilación conlleva una disminución-pérdida de rol, por lo que se afirma que es 
un “rito de desagregación” ya que produce una reducción de relaciones sociales, se reducen 
los contactos interpersonales en cantidad e intensidad, especialmente los relacionados con 
ámbitos extrafamiliares y con otros grupos de edad. En el núcleo familiar cambian las 
relaciones conyugales, las relaciones de pareja que necesitan en ocasiones de una 
reestructuración. Conlleva una disminución de ingresos económicos, que es uno de los 
factores más ansiógenos y preocupantes en la situación post retiro. Parece que con la 
 
 
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jubilación se da una disminución de la autonomía, del control sobre uno mismo y sobre el 
ambiente. 
La posible disminución de roles sociales podría provocar un repliegue hacia las 
relaciones familiares y en algunos casos situaciones de soledad y aislamiento. 
La autoestima puede verse afectada especialmente en las personas para las que el rol 
profesional es muy importante, lo que puede provocar una verdadera crisis de identidad 
personal. 
Esto no quiere decir que no existan otros roles, como los de marido, abuelo, vecino, 
amigo, voluntario, el de desarrollo de hobbies, etc., que podrían mantener un nivel de 
autoestima muy elevado e integrado, lo que correlaciona directamente con el bienestar 
psicológico y por tanto con la calidad de vida. 
Las posibles repercusiones en la salud pueden ser un elemento clave en esta 
sensación de bienestar y satisfacción vital, de manera que asumir activamente 
comportamientos y estilos de vida saludables será un buen indicador de calidad de vida. 
La realización de actividades recreativas, culturales y de ocio suponen un elemento 
de gratificación importante para las personas que se jubilan, aunque existe un grupo 
importante de personas que entre los jubilados de hoy en día tienen dificultades para 
encontrar actividades gratificantes fuera del trabajo. Esta característica parece que está 
cambiando en las últimas generaciones de personas que se van jubilando con niveles 
educativos y culturales, así como con una historia profesional significativamente diferente 
de los mayores de 75-80 años, que tienen un muy bajo nivel educativo, han sobrevivido a la 
guerra, a epidemias y al hambre de la postguerra. 
 
Aún son pocos los mayores que inician alguna actividad nueva después de jubilarse. 
Es muy importante realizar distintos tipos de actividades tras la jubilación dados los efectos 
físicos y mentales específicos que generan. La actividad desarrollada durante la vejez, se ha 
relacionado con la mortalidad y la supervivencia de las personas: actividades como ir a la 
iglesia, el voluntariado o ir a ver a amigos, se relacionan con una menor mortalidad. 
También se sabe que las actividades de tipo físico (p. ej., caminar) y las productivas y 
sociales (p. ej., el voluntariado) reducen estados depresivos y aumentan la autopercepción 
del bienestar. 
 
Estereotipos y realidad 
Algunos estereotipos muy extendidos respecto a las personas mayores no se 
corresponden con la realidad. Fernández Ballesteros realizó un estudio sobre estos 
estereotipos en relación a la realidad española y observó que un 92,7% de los sujetos 
valorados presentan un buen nivel cognitivo, mientras que suele creerse en la idea de un 
estado mental deficitario. Las personas mayores no presentan una merma drástica en salud 
(según indicadores objetivos y subjetivos) a pesar de que exista este estereotipo. La salud 
sufre un paulatino empeoramiento a lo largo de la vida sin que haya quiebros notables entre 
 
 
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A. GERONTOLÓGICO 
 
 
distintas etapas del ciclo vital. Tampoco se aprecian modificaciones en la autovaloración de 
la salud. En cuanto a las habilidades funcionales uno de cada diez entre los mayores de 65 a 
70 años presenta dificultades, aumentando esta tasa paulatinamente hasta que el grupo de 
los mayores de 80 presenta dificultades en un 40%. 
Respecto a las relaciones sociales no hay una disminución significativa de estos 
contactos sociales, ni de la satisfacción que producen hasta los 70 años. Existe, sí, un 20% 
de personas mayores que viven solas, y a partir de los 80 sí que se observa una disminución 
de contactos, aunque no parece que disminuya la satisfacción que producen. Hay un menor 
contacto sexual, situándose en un 17% los sujetos que mantienen relaciones sexuales. La 
actividad física parece disminuirtal y como se cree, pues un 80% de los sujetos afirman no 
realizar actividad física alguna, aunque paralelamente un 61% afirma caminar diariamente. 
Respecto a las actividades diarias, ver la televisión y escuchar la radio son las 
actividades realizadas con mayor frecuencia (77 y 60% respectivamente). 
El estereotipo relativo a que los mayores son infelices también es una imagen falsa. 
El nivel de satisfacción vital de los mayores se agrupa en un rango de bastante satisfacción. 
El autoinforme sobre felicidad de los distintos grupos de edad no difiere, lo que demuestra 
una importante estabilidad en este ámbito. 
Agulló-Tomás (2001) a partir de un análisis discursivo sobre la jubilación obtenido 
de personas mayores, reduce a cinco las actitudes hacia la jubilación: rechazo, 
aceptación, liberación, oportunidad y ambivalencia. 
La actitud de rechazo: la vida se percibe vacía de sentido, sin la posibilidad de 
mantener el estatus y/o el nivel de vida previo. 
Actitud de aceptación: actitud conformista y resignada. Acepta la jubilación como 
algo inevitable, como una etapa más a la que debe enfrentarse. 
La actitud de liberación: pensar que es un premio al trabajo realizado. Pero este 
tipo de actitud, tiene el riesgo de provocar aburrimiento y apatía por la falta de 
expectativas, proyectos y actividades con las que llenar el tiempo que antes se dedicaba al 
trabajo. 
La actitud de la oportunidad: Significa que la persona desea jubilarse. Con la 
jubilación, viene la posibilidad de poner en marcha proyectos y actividades que hasta 
entonces no se han podido realizar: voluntariado, ocio, relaciones sociales, viajar, etc. 
 
Orientaciones prácticas para una calidad de vida tras la jubilación 
Las orientaciones prácticas para una mejor calidad de vida vienen dadas por la 
prevención basada en una mejora y adecuación de los comportamientos, hábitos y estilos de 
vida en relación con la salud, el ocio, las relaciones interpersonales y una mayor 
continuidad entre los procesos de educación, trabajo y ocio. 
En esta línea se trabajará para fomentar la actividad física y mental, la creatividad, 
se cuidará la nutrición, la reducción de tabaquismo y consumo de alcohol. Se fomentará la 
interacción social diversa, intergeneracional, promoviendo la socialización tanto 
 
 
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A. GERONTOLÓGICO 
 
 
anticipatoria como una vez jubilados. Uno de los retos principales cara al aprovechamiento 
del potencial humano y de compromiso intergeneracional es desarrollar instrumentos, vías 
y procesos de participación socio comunitaria a través de la participación en asociaciones, 
organizaciones no gubernamentales, partidos, a través del voluntariado, etc. 
Con el fin de desarrollar estos procesos es importante y necesario modificar las 
percepciones sociales tanto de los propios mayores como de los profesionales y 
planificadores, y de la sociedad en general. 
Para desarrollar un plan de intervención en esta área de manera coherente se debe 
establecer como objetivo principal la optimización y promoción de la autonomía y 
competencia de estas personas para que puedan hacer frente a los requerimientos de la 
vida en este momento. 
La necesidad patente de formación en gerontología y de profesionales formados 
para un abordaje interdisciplinar que permita desarrollar servicios más cualificados con 
programas, atención y cuidados, tratamientos y una evaluación exhaustiva de los mismos es 
uno de los retos inmediatos a los que ya se está dando respuesta. 
 
Conclusión 
La adaptación a la jubilación depende de numerosos factores, algunos especialmente 
relacionados con el significado de este momento para la persona mayor. Para algunos 
representa el momento tan esperado para descansar y poder realizar actividades que antes 
no pudo. Para otros constituye una frustración, el tener que dedicarse a actividades 
domésticas o no placenteras. De cualquier manera provoca una merma de sus recursos 
financieros, una readaptación a la nueva forma de convivencia y un reajuste de los roles 
familiares, por lo que debe ser una decisión muy personal del adulto mayor aun cuando sea 
por padecer alguna enfermedad, que debe ser comprendida y respetada por la familia 
El pasaje al estatus de jubilado deberá ser visto necesariamente como un proceso, es 
decir, como un tránsito que debe cubrirse por pasos, en etapas. Una de las circunstancias 
más conflictivas, es el de haberlo transformado en un momento, un accidente puntual 
dentro del devenir vital de una persona. 
Además de las adaptaciones y creaciones individuales y/o grupales, a la visión 
procesual debe añadirse el desafío de los modelos de intervención integral para el 
desarrollo y la promoción de la calidad de vida de las personas mayores. Es un reto cara al 
futuro el desarrollo de estos modelos y la implementación de metodologías acordes con este 
planteamiento en la atención y recursos para los trabajadores y personas mayores tanto 
desde el sistema de salud como social.

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