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Power tp historia del arte análisis visual de imagenes P y N - Florencia Larriaga

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Pintura Paleolítica 
“La gran cierva”
Ubicación y descubrimiento de la obra:
Ubicada en el municipio de Santillana del Mar en la provincia de Cantábria, España.
Fue descubierta en 1879 por por el prehistoriador español Marcelino Sautuola y su hija.
 Su datación cronológica, fecha a Altamira en el período Magdaleniense , entre 15.000 y 12.000 a. de c.
Longitud:
Tiene una longitud de 270 mts desde la entrada hasta su extremo final.
El efecto de relieve se consigue con la gradación de tonalidades o aprovechando los salientes de la roca.
Los colores utilizados son el rojo, amarillo, negro y ocre.
La estilización de las extremidades, la firmeza del trazo, grabado y el modelado cromático la dotan de un gran realismo.
Sin embargo, hayamos una cierta deformidad en la figura, ya que el techo era bajo y el pintor debió ubicarse de una forma muy incómoda para realizarla. 
La humedad natural de la cueva, fija y mantiene la frescura de los colores.
El artista graba primero sobre la pared de la cueva la figura de la cierva con una piedra afilada. Posteriormente pinta sobre lo grabado, marcando el contorno en negro con carbón vegetal. 
Las manchas de color y las líneas son empleadas con una gran habilidad, dotando a la figura de fuerza y un excelente naturalismo. Los autores supieron también hacer uso de los juegos de sombras y las perspectivas, como se puede comprobar. Usaban los relieves de las rocas para dar un efecto de volumen. La gama de colores, bastante reducida aunque de mucha fuerza y durabilidad.
Debajo del cuello de la cierva aparece un pequeño bisonte en trazo negro. En definitiva, la pintura y grabado de la gran cierva da fe de la gran destreza y la capacidad expresiva de unos pueblos dedicados básicamente a la caza y la recolección.
Las técnicas artísticas combinación de dibujo, pintura y grabado, el tratamiento de la forma, los grandes formatos, el aprovechamiento de la roca como soporte, la tridimensionalidad, el naturalismo y la abstracción, el simbolismo, todo está en Altamira.
Pintura del Neolítico
La cueva de las manos.
Ubicación y longitud de la obra.
La cueva está ubicada en el Departamento Lago Buenos Aires al noroeste de la provincia de Santa Cruz, en la Patagonia argentina. Se encuentra a unos 88 m de altura sobre el río Pinturas, y a 500 m sobre el nivel del mar. Sus dimensiones aproximadas son 24 m de profundidad, 10 m de alto y 15 m de ancho.
Descubrimiento de la cueva.
En 1964 el topógrafo, luego arqueólogo, Carlos J. Gradin (1918-2002), inicia las primeras exploraciones en el área de Cueva de Las Manos. Y recién a partir de 1973 comienzan sus investigaciones científicas, junto a C. A. Aschero y A. M. Aguerre, con el auspicio del CONICET. Todos los conocimientos sobre este sitio tienen su principal sustento en el trabajo que inició el equipo de Carlos Gradin a partir de entonces.
Se estima su origen hace algo más de 9300 años. 
En su interior se hallaron, materiales líticos, fogones con restos, y también huesos y pieles de animales que eran la base de la subsistencia, en este sitio arqueológico se destaca el arte rupestre, que permite entender cómo vivieron las sociedades del pasado.
A través de las pinturas rupestres estos cazadores- recolectores manifestaron de algún modo sus prácticas sociales.
Las pinturas se realizaban con pigmentos minerales que obtenían raspando la formación que los contenía. Usaban diferentes tonalidades como el ocre-amarillo, verde, distintos tonos de rojo: intenso, violáceo, anaranjado, etc. que molían con herramientas de piedra . Para el color negro se utilizó el óxido de manganeso. El pigmento era mezclado con un fluido aglutinante o alguna solución para darle una consistencia que permitiera su aplicación y obtenían pinturas acuosas (como las rojas) y otras más pastosas (como las blancas).
Se observó la presencia de yeso que hacía que el pigmento tuviera mayor adherencia al soporte natural de la roca.
Eligieron el soporte rocoso y aprovecharon sus texturas o grietas para recrear el paisaje. Aquí, pueden verse unos guanacos huyendo hacia ambos lados de una suerte de cañadón natural formado por la grieta del soporte. Por lo tanto, buscaban un lugar con buena iluminación natural, acceso y reparo para encuadrar su obra aprovechando los rasgos del soporte, con sus fisuras, sectores en relieve, etc. 
Escena de caza
Los negativos de manos son una de las características más destacadas del arte. En su mayoría se trata de negativos de manos izquierdas de ambos sexos; las hay de adultos, jóvenes y también de niños pequeños.
 Para pintar usaban pequeños hisopos a modo de pinceles para los trazos lineales, y también hacían las líneas con los dedos. Por otra parte, usaban la boca y un corto tubito como un aerógrafo. De esta forma, soplando pintura sobre su mano apoyada en la pared rocosa lograban el negativo de la misma. Con esta técnica hacían las patas de animales silvestres.
Para los positivos de manos simplemente las pintaban con el pigmento natural y luego las colocaban en la cueva en el lugar que les parecía más conveniente en ese momento. Se estima que sólo hay alrededor de 31 manos positivas y más de 200 negativas.
Otra de las técnicas empleadas eran esferas, posiblemente de piedra cubiertas cuero y embebidos en pintura a manera de “sellos” que lanzaban contra los techos o partes altas de los aleros para estampar puntos.
Arquitectura del Neolítico
Los Menhires.
Descubrimiento y ubicación 
Estos monumentos de piedra fueron investigados por el arqueólogo y naturalista italiano Juan Ambrosetti en el año 1897 y a partir de entonces fueron trasladados de su posición original varias veces para su estudio. En la localidad de El Mollar, a 15 Km. hacia el Este de Tafí del Valle, se encuentra la Reserva Arqueológica Los Menhires, un predio con más de 50 megalitos de la cultura Tafí que data de entre el 820 a.C y el 780 d.C.
Medidas:
Al recorrer el sector se puede admirar la magnitud de esos trabajos. Algunos llegan a medir hasta 3 metros y pesar 4 toneladas. Están realizados en rocas graníticas.
Muchos estudiosos consignan que los menhires son una representación de carácter mágico de la cultura Tafi -una de las primeras tribus alfareras del noroeste argentino- y simbolizan la fertilidad y la fecundidad por su disposición fálica.
Los menhires permiten inferir la existencia de creencias religiosas e incluso la realización de ceremonias a nivel doméstico. Pudieron ser signos distintivos de fraternidades religiosas identificadas con un antepasado común dentro de estos grupos tribales.
Entre los motivos, se alcanzan a destacar grabados de rostros humanos, animales y figuras amorfas y geométricas. Los más populares son los denominados “Ambrosetti”, “Sabaleta Pueyrredón”, “La Vieja”, “La Lapida”, además de algunos morteros y otros elementos creados por esta cultura ancestral.
Los antiguos pobladores que se encargaron de realizar los menhires han tenido que trabajar comunitariamente durante mucho tiempo para poder alcanzar a moldear las figuras, ya que no contaban con metalurgia ni herramientas, aunque sí tenían conocimiento de las piedras

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