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Abuso de sustancias

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Abuso de sustancias
El abuso de sustancias es el consumo de una sustancia en una forma que se desvía de las normas aceptadas por una determinada cultura o sociedad; esta conducta tiene un tremendo impacto económico, social y sanitario. A lo largo de la historia, los individuos han consumido tanto sustancias naturales como fármacos para mejorar el rendimiento, favorecer la relajación, modificar el estado psicológico o simplemente para encajar en el grupo. Aunque los términos abuso de drogas y abuso de sustancias se usan en ocasiones indistintamente, se prefiere el segundo, ya que muchos de estos productos son medicamentos o fármacos legales.
Conceptos clave
Los conceptos clave proporcionan un breve resumen de los aspectos más importantes de cada uno de los apartados correspondientes dentro del capítulo. Si alguno de estos puntos no está claro, acuda al apartado correspondiente para su revisión.
Existe una amplia variedad de sustancias que pueden emplearse como sustancias de abuso, que comparten la característica común de alterar la percepción y/o el estado mental.
La adicción es el deseo irrefrenable de consumir repetidamente un fármaco; tiene componentes tanto neurobiológicos como psicosociales.
Algunas sustancias pueden conducir a dependencia física y psicológica, lo que lleva al comportamiento adictivo continuado a pesar de las consecuencias negativas para la salud y las relaciones sociales.
El síndrome de abstinencia es un conjunto de síntomas desagradables que tiene lugar cuando se interrumpe la administración de la sustancia de abuso. La intensidad del síndrome de abstinencia varía en función de la clase de sustancia.
La tolerancia es un estado biológico resultado de la administración repetida de ciertas sustancias que exige dosis más altas para producir el mismo efecto inicial. La tolerancia cruzada tiene lugar entre sustancias estrechamente relacionadas.
Los depresores del SNC, como sedantes, opiáceos y etanol, reducen la actividad cerebral, provocando somnolencia, habla lenta y menor coordinación motora.
Los cannabinoides, entre los que se incluye la marihuana, son las sustancias ilegales de abuso que se emplean con más frecuencia. Provocan menos dependencia física y tolerancia que los depresores del SNC.
Los alucinógenos, entre los que se encuentra el LSD, provocan un estado de conciencia y percepción alterado, de ensoñación. Sus efectos son tremendamente diversos e impredecibles.
Los estimulantes del SNC, entre los que se encuentran las anfetaminas, el metilfenidato, la cafeína y la cocaína, aumentan la actividad del SNC y el estado de alerta.
La nicotina es un estimulante del SNC y del sistema cardiovascular, muy potente y altamente adictivo, cuyo uso crónico provoca importantes efectos adversos.
El profesional de enfermería desempeña un papel importante en la educación de los pacientes sobre las consecuencias del abuso de sustancias y en la recomendación del tratamiento adecuado.
Introducción al abuso de sustancias
Las sustancias de abuso pertenecen a diversas clases de sustancias químicas. Aunque tienen escasas similitudes estructurales, comparten la capacidad de influir en el sistema nervioso, especialmente en el cerebro. Algunas sustancias, como el opio, la marihuana, la cocaína, la nicotina, la cafeína y el alcohol, se obtienen de fuentes naturales, mientras que otras son drogas de diseño o sintéticas, elaboradas en laboratorios ilegales con el único propósito de obtener beneficios del tráfico de drogas.
Aunque la población suele asociar el abuso de sustancias con las drogas, no es necesariamente así: el alcohol y la nicotina son las sustancias de abuso más habituales.
Entre las sustancias de abuso legales encontramos medicamentos, como el metilfenidato o la petidina, o anestésicos, como la ketamina y el gamma-hidroxibutirato (GHB); los esteroides anabolizantes son otros medicamentos legales de los que suelen abusar los atletas. Entre las sustancias legales que pueden adquirirse sin receta se incluyen las sustancias volátiles como aerosoles o disolventes. Finalmente, son ejemplos de sustancias de abuso ilegales la marihuana, la heroína (opiáceos) y los alucinógenos como la dietilamida de ácido lisérgico (LSD) y el clorhidrato de fenciclidina (PCP).
Varios fármacos que en su momento se emplearon de forma terapéutica son ahora ilegales debido a su alto potencial adictivo. Así, el empleo de la cocaína como anestésico local era habitual hace tiempo; sin embargo, hoy en día prácticamente toda la cocaína adquirida por los consumidores se obtiene de forma ilegal. El LSD, actualmente ilegal, se empleaba en los años cuarenta y cincuenta en psicoterapia. La fenciclidina era un anestésico popular en los años sesenta, pero se retiró del mercado en 1965 debido a que los pacientes referían alucinaciones, delirios y ansiedad tras recuperarse de la anestesia. Muchas de las anfetaminas empleadas como broncodilatadores se retiraron en los años ochenta tras la notificación de episodios psicóticos.
Componentes psicosociales y neurobiológicos de la toxicomanía
La adicción hace referencia a un deseo irrefrenable que lleva a un individuo al consumo repetido de un fármaco, a pesar de las graves consecuencias para su salud y sus relaciones sociales. Es imposible predecir con seguridad si un individuo desarrollará una adicción; los intentos por predecir la tendencia adictiva de un individuo empleando perfiles psicológicos o marcadores genéticos no han mostrado ningún éxito. El abuso de sustancias depende de la interacción de múltiples y complejas variables. Estas variables se centran en las siguientes categorías:
· Factores relacionados con la droga o sustancia: coste, disponibilidad, dosis, vía de administración (ej. oral, IV o inhalada), velocidad de inicio/finalización de la acción y duración del consumo.
· Factores relacionados con el consumidor: factores genéticos (ej. enzimas metabólicas, tolerancia innata), tendencia a un comportamiento temerario, experiencia previa con los fármacos o presencia de una enfermedad que precise un fármaco regulado.
· Factores ambientales: normas sociales o comunitarias, modelos sociales, influencias de sus semejantes y oportunidades educativas.
En el caso de los fármacos legales, la adicción puede tener su origen en una necesidad legítima de recibir farmacoterapia. Por ejemplo, los analgésicos opioides pueden pautarse para el alivio del dolor o los sedantes para los trastornos del sueño. Estos fármacos pueden llevar a experiencias positivas, como el alivio del dolor o la conciliación del sueño, que los pacientes quieren repetir tras la finalización del tratamiento.
Existe la creencia errónea, incluso entre los propios profesionales sanitarios, de que el empleo, con fines terapéuticos, de los fármacos regulados lleva a un gran número de adicciones. Sin embargo, la realidad es que los fármacos pautados raramente causan adicción cuando se usan de acuerdo con los protocolos médicos establecidos. El riesgo de adicción a los medicamentos está relacionado fundamentalmente con la dosis y la duración del tratamiento. Por tanto, los medicamentos con potencial adictivo suelen pautarse a la dosis mínima efectiva y durante el período de tiempo más corto necesario para tratar el problema médico. Los profesionales de enfermería deberán administrar estos medicamentos según la pauta precisa para el alivio de los síntomas sin albergar un miedo injustificado de ocasionar una dependencia. Se han aprobado numerosas leyes en un intento de limitar la adicción y el abuso de sustancias.
Dependencia física y psíquica
El potencial adictivo de una sustancia está relacionado con la dificultad de interrumpir el consumo reiterado de la misma.
Cuando un individuo experimenta un deseo irresistible de consumir un fármaco y no puede evitarlo, este trastorno se conoce como dependencia y puede clasificarse en dos categorías: dependencia física y dependencia psicológica.
La dependencia física hace referencia a un estado físico alterado como consecuencia de la adaptación del sistema nervioso al uso repetidode una sustancia. Con el tiempo, las células del organismo se acostumbran a la presencia de esta sustancia externa y la interrupción de su administración lleva a la aparición de signos físicos de malestar conocidos como síndrome de abstinencia. La administración de dosis repetidas de opiáceos, como la morfina o la heroína, puede producir dependencia física con bastante rapidez, especialmente cuando se administran por vía intravenosa. El alcohol, los sedantes, algunos estimulantes y la nicotina son otros ejemplos de sustancias cuyo uso prolongado puede producir fácilmente dependencia física.
Por el contrario, la dependencia psicológica no provoca signos de malestar físico cuando se interrumpe la administración de la sustancia; sin embargo, el consumidor siente un deseo irresistible de continuar usando el producto a pesar de las obvias consecuencias negativas a nivel económico, físico o social. Este intenso anhelo puede estar asociado al entorno doméstico del paciente o a los contactos sociales. El fuerte anhelo psicológico por una sustancia puede continuar durante meses e incluso años y a menudo es el responsable de las recaídas durante el tratamiento de una toxicomanía y del retorno al comportamiento adictivo. El de sarrollo de la dependencia psicológica suele precisar dosis relativamente altas durante un tiempo prolongado, como ocurre con la marihuana o los ansiolíticos; sin embargo, puede desarrollarse rápidamente, incluso después de un solo uso, por ejemplo con el crack, una forma de cocaína barata y potente.
Síndrome de abstinencia
Una vez que el individuo desarrolla dependencia física, la in terrupción de la administración de la sustancia llevará a un síndrome de abstinencia. Los síntomas de este síndrome pueden ser especialmente intensos en aquellos individuos físicamente dependientes del alcohol y los sedantes, por lo que es más conveniente llevar a cabo el proceso de deshabituación de estas sustancias en un centro de desintoxicación. La tabla 12.1 recoge algunos ejemplos de los síndromes de abstinencia que se experimentan con las distintas sustancias de abuso.
Se pueden emplear fármacos para reducir la intensidad de los síntomas de este síndrome. Así, la abstinencia del alcohol puede tratarse con una benzodiacepina de acción corta, como el oxacepam, y la abstinencia de opiáceos puede tratarse con metadona.
Los síntomas de la abstinencia de nicotina pueden aliviarse con un tratamiento de sustitución aplicado en forma de parches o chicles de nicotina. Sin embargo, no existe un tratamiento farmacológico específico para la abstinencia de los estimulantes del SNC, los alucinógenos, la marihuana ni las sustancias volátiles.
El abuso crónico de sustancias lleva a los individuos a adaptar su situación y su entorno, incorporando el contacto social con otros consumidores de la misma droga. Los consumidores tienden a reiniciar el comportamiento adictivo cuando se reincorporan al entorno de individuos adictos a la sustancia. Por ello, los orientadores suelen animar a los individuos a evitar la relación con antiguos contactos sociales o con otros consumidores de sustancias, con objeto de reducir las posibilidades de recaída. El establecimiento de nuevos contactos sociales como resultado de la asociación a grupos de autoayuda como Alcohólicos Anónimos ayuda a algunos individuos en la transición hacia una vida libre de drogas.
	Tabla 12-1. Síntomas de abstinencia de ciertas sustancias y sus características
	Sustancia
	Efectos físicos y psicológicos
	Signos de toxicidad
	Características de la dependencia
	alcohol
	temblores, fatiga, ansiedad, cólicos abdominales, alucinaciones, confusión, convulsiones y delirio
	somnolencia extrema, depresión intensa del SNC, reflejos disminuidos y depresión respiratoria
	dependencia psicológica de moderada a alta; signos físicos de abstinencia de moderados a extremos
	barbitúricos
	insomnio, ansiedad, debilidad, cólicos abdominales, temblores, anorexia, convulsiones, reacciones cutáneas de hipersensibilidad, alucinaciones y delirio
	somnolencia extrema, depresión intensa del SNC, reflejos disminuidos y depresión respiratoria
	dependencia psicológica de moderada a alta; signos físicos de abstinencia de moderados a extremos
	benzodiacepinas
	insomnio, inquietud, dolor abdominal, náuseas, hipersensibilidad a la luz y al ruido, cefalea, fatiga o fasciculaciones
	somnolencia, confusión, reflejos disminuidos y coma
	dependencia psicológica elevada; signos físicos más leves
	cocaína y anfetaminas
	depresión, ansiedad, fatiga extrema y hambre
	arritmias, letargo, palidez cutánea y psicosis
	dependencia psicológica elevada; signos físicos más leves
	alucinógenos
	poco frecuentes; dependen del fármaco específico
	ataques de pánico, confusión, visión borrosa, aumento de la presión arterial y estado psicótico
	dependencia psicológica de moderada a alta; posibles flashbacks
	marihuana
	irritabilidad, inquietud, insomnio, temblores, escalofríos o pérdida de peso
	euforia, paranoia, ataques de pánico, alucinaciones o estado psicótico
	dependencia psicológica alta; signos de dependencia física escasos o ausentes
	nicotina
	irritabilidad, ansiedad, inquietud, cefaleas, aumento del apetito, insomnio, incapacidad para concentrarse o descenso del ritmo cardíaco y la presión arterial
	palpitaciones, taquiarritmias, confusión, depresión o convulsiones
	dependencia psicológica alta; signos físicos de abstinencia extremos
	opiáceos
	sudoración excesiva, inquietud, midriasis, agitación, carne de gallina, temblores, bostezos violentos, aumento del ritmo cardíaco y de la presión arterial, náuseas y vómitos, cólicos y dolor abdominal, espasmos musculares con movimientos de patada y pérdida de peso
	depresión respiratoria, cianosis, somnolencia extrema y coma
	dependencia psicológica alta; signos de dependencia física de diversa magnitud
Tolerancia
La tolerancia es un estado biológico resultado de la adaptación del cuerpo a una sustancia tras su administración repetida, es decir, que con el paso del tiempo son necesarias dosis más altas de la sustancia para producir el mismo efecto inicial. Por ejemplo, cuando se inicia la farmacoterapia, una dosis de 2 mg de un sedante puede ser eficaz para inducir el sueño. Sin embargo, tras recibir este medicamento durante varios meses, pueden ser necesarios 4 mg o incluso 6 mg para conciliar el sueño.
El desarrollo de tolerancia es habitual con el empleo de sustancias que actúan sobre el sistema nervioso. Se debe considerar la tolerancia como una consecuencia natural del uso continuado de un fármaco y no la evidencia de una adicción o un abuso de sustancias.
La tolerancia no se desarrolla a la misma velocidad para todas las acciones del fármaco. Por ejemplo, los pacientes suelen desarrollar tolerancia a las náuseas y los vómitos producidos por los analgésicos opioides tras unas pocas dosis; la tolerancia a los cambios de humor producidos por estos fármacos y a su capacidad para aliviar el dolor se desarrolla más lentamente, pero puede llegar a ser completa. Por otra parte, nunca se desarrolla tolerancia a la capacidad del fármaco para contraer las pupilas. El paciente suele soportar mejor los efectos secundarios molestos de los fármacos, como la sedación causada por los antihistamínicos, si sabe que desarrollará tolerancia a estos rápidamente.
Una vez que se desarrolla tolerancia a una sustancia, esta tolerancia se muestra también ante fármacos similares; este fenómeno se denomina tolerancia cruzada. Por ejemplo, un heroinómano mostrará tolerancia a los efectos analgésicos de otros opiáceos como la morfina o la petidina. Los pacientes que hayan desarrollado tolerancia al alcohol mostrarán tolerancia a otros depresores del SNC como los barbitúricos, las benzodiacepinas o algunos anestésicos generales. Esto tiene importantes implicaciones clínicas para el profesional de enfermería, ya que será necesario ajustar adecuadamente las dosis de estos medicamentos relacionados para obtener el máximo beneficio terapéutico.
A menudo se confunden los términos inmunidady resistencia con tolerancia. En realidad, estos términos hacen referencia al sistema inmunitario y a las infecciones y no deben intercambiarse con tolerancia. Por ejemplo, los microorganismos se hacen resistentes a los efectos de un antibiótico; no tolerantes. Los pacientes desarrollan tolerancia a los efectos de los analgésicos; no resistencia.

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