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Administración tópica de Fármacos

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Administración tópica de Fármacos
Los fármacos tópicos son aquellos que se aplican en la piel o en el revestimiento mucoso de ojos, oídos, nariz, tracto respiratorio, tracto urinario, vagina y recto. Las aplicaciones tópicas incluyen:
1. Preparados dermatológicos. Fármacos que se aplican sobre la piel, la vía tópica más usada. Las formas de presentación incluyen cremas, lociones, geles, polvos y aerosoles.
1. Instilaciones e irrigaciones. Fármacos que se aplican en las cavidades u orificios corporales como los ojos, oídos, nariz, vejiga urinaria, recto y vagina.
1. Inhalaciones. Fármacos que se aplican en el tracto respiratorio mediante inhaladores, nebulizadores o dispositivos de presión positiva. La indicación más frecuente para este tipo de fármacos es la broncoconstricción secundaria a bronquitis o asma; sin embargo, ciertas drogas ilegales se consumen por esta vía, ya que proporciona un inicio de acción muy rápido.
Son muchos los fármacos que se administran por vía tópica para conseguir un efecto local. Por ejemplo, pueden aplicarse antibióticos sobre la piel para tratar infecciones cutáneas; instilarse antineoplásicos en la vejiga urinaria mediante un catéter con el fin de tratar los tumores de la mucosa vesical, o bien rociar las fosas nasales con corticoesteroides para reducir la inflamación de la mucosa nasal secundaria a la rinitis alérgica. La administración tópica o local de un fármaco tiene menos efectos secundarios si se la compara con la administración oral o parenteral del mismo fármaco. Esto se debe a que los fármacos aplicados por vía tópica se absorben muy lentamente y las cantidades que alcanzan la circulación general son mínimas.
Algunos fármacos se administran por vía tópica para lograr una liberación lenta del fármaco y su paso a la circulación general, es decir, buscan un efecto sistémico. Así, un parche de nitroglicerina se aplica sobre la piel no para tratar un trastorno cutáneo local sino para tratar un trastorno sistémico, una coronariopatía. Del mismo modo, los supositorios de proclorperacina se administran por vía rectal, no para tratar una enfermedad rectal sino para aliviar las náuseas.
Es importante que el enfermero distinga los fármacos tópicos administrados para lograr efectos locales de aquellos administrados para obtener efectos sistémicos.
En el caso de los fármacos locales, no se busca la absorción y esta puede causar efectos secundarios. En los fármacos sistémicos, la absorción es esencial para lograr la acción terapéutica del fármaco. En ninguno de los dos casos debe aplicarse el fármaco sobre piel dañada, salvo indicación expresa.
Administración transdérmica
Los parches transdérmicos constituyen un medio eficaz para administrar ciertos medicamentos. Algunos ejemplos son la nitroglicerina para la angina de pecho o la escopolamina para el mareo. Aunque los parches transdérmicos contienen una cantidad específica del fármaco, la tasa de distribución y la dosis real recibida pueden variar. Los parches deben cambiarse de forma regular, siguiendo una sistemática de rotación de las zonas de aplicación que debe quedar registrada en la hoja de medicación. Antes de su aplicación, el enfermero debe verificar que se ha retirado y se ha desechado adecuadamente el parche anterior. Los fármacos que se administran por esta vía evitan el efecto de primer paso hepático y eluden las enzimas digestivas. La tabla 4.4A y la figura 4.2 ilustran los puntos principales de la administración transdérmica.
Fig. 4-2. Colocación de un parche transdérmico. A. Se retira la cubierta protectora del parche. B. Se coloca inmediatamente el parche sobre la piel limpia, seca y libre de vello y se rotula con la fecha, hora e iniciales del enfermero.
Administración oftálmica
La vía oftálmica se emplea para tratar trastornos locales del ojo y las estructuras circundantes. Entre las indicaciones más frecuentes se encuentran la sequedad, las infecciones, el glaucoma y la dilatación de la pupila durante la exploración ocular. Los fármacos oftálmicos están disponibles en forma de irrigaciones, gotas, pomadas y discos. La figura 4.3A y B y la tabla 4.4 exponen las directrices para su administración en el adulto.
Aunque con los niños el procedimiento es el mismo, se recomienda obtener la ayuda de un cuidador adulto. En algunos casos, puede ser necesario inmovilizar al lactante, envolviendo sus brazos, para evitar lesiones oculares accidentales durante la administración. En niños pequeños, la demostración del procedimiento con una muñeca facilita la cooperación y reduce la ansiedad.
Fig. 4-3. A. Aplicación de una pomada oftálmica en el saco conjuntival inferior. B. Presión sobre el conducto lagrimal.
Administración ótica
La vía ótica se emplea para tratar trastornos locales del oído, como infecciones u oclusiones leves del canal auditivo. Las medicaciones óticas incluyen gotas e irrigaciones, prescritas habitualmente para la limpieza del mismo. En lactantes y niños pequeños deben administrarse cuidadosamente para evitar la lesión de las estructuras sensibles del oído. La figura 4.4 y la tabla 4.4C presentan los puntos clave para la administración de medicación ótica.
Fig. 4-4. Instilación de gotas óticas.
Administración nasal
La vía nasal se emplea para la administración de fármacos a nivel local y sistémico. La mucosa nasal constituye una excelente superficie de absorción para algunos medicamentos. Las ventajas de esta vía incluyen su fácil empleo y la elusión del efecto de primer paso y de las enzimas digestivas. Los aerosoles nasales de corticoesteroides han revolucionado el tratamiento de la rinitis alérgica, gracias a su alto margen de seguridad cuando se administran por esta vía.
Aunque la mucosa nasal supone una excelente superficie para la distribución del fármaco, los cilios de la cavidad nasal pueden resultar dañados y la irritación de la mucosa es frecuente. Además, las secreciones mucosas, impredecibles, pueden modificar la absorción del fármaco en algunos individuos.
Las gotas y los aerosoles suelen emplearse por su efecto astringente; esto es, reducen la inflamación de las mucosas o fluidifican las secreciones y facilitan su expulsión. Esto supone el alivio inmediato de la congestión nasal causada por el resfriado común. Por otra parte, la nariz también constituye la vía para alcanzar los senos paranasales y la trompa de Eustaquio.
En los trastornos de estos senos, la posición que debe adoptar el paciente antes de instilar las gotas nasales dependerá de los senos que quieran tratarse. Lo mismo ocurre en el tratamiento de la trompa de Eustaquio. La tabla 4.4D y la figura 4.5 ilustran datos importantes relacionados con la administración por vía nasal.
Fig. 4-5. Administración por vía nasal.
Administración vaginal
La vía vaginal se emplea para el tratamiento de infecciones locales y para el alivio del dolor y el prurito vaginal. Los medicamentos vaginales se aplican en forma de óvulos, cremas, geles o espumas. Es importante que el enfermero explique el propósito del tratamiento y respete la privacidad y la dignidad de la paciente. Antes de aplicar fármacos por esta vía, el enfermero debe indicar a la paciente que vacíe la vejiga urinaria; esto disminuirá, tanto las molestias durante el tratamiento, como la posibilidad de irritar o lesionar la mucosa vaginal.
Tras la aplicación del tratamiento debe ofrecerse a la paciente una compresa perineal. La tabla 4.4E y la figura 4.6A y B presentan las directrices para la administración de fármacos por vía vaginal.
Fig. 4-6. Administración por vía vaginal. A. Colocación de un óvulo vaginal. B. Empleo de un aplicador para la administración de una crema vaginal.
Administración rectal
La vía rectal puede emplearse para la administración de fármacos a nivel local o sistémico. Es un método seguro y eficaz de administrar fármacos a pacientes inconscientes o que presentan náuseas y vómitos. Los fármacos rectales suelen ser supositorios, aunque algunos laxantes y sustancias diagnósticas se administran mediante enema.
Aunque más lenta que por otras vías, laabsorción por vía rectal es uniforme y fiable, siempre y cuando el paciente retenga el medicamento. La sangre venosa procedente del recto inferior no pasa por el hígado; por tanto, se evita el efecto de primer paso, así como las enzimas digestivas del tracto gastrointestinal superior. La tabla 4.4F presenta las instrucciones más importantes sobre la administración de fármacos por vía rectal.
	Tabla 4-4. Administración tópica
	Forma farmacéutica
	Instrucciones de administración
	A. transdérmica
	1. Obtenga el parche transdérmico y lea las indicaciones del laboratorio. El punto de aplicación y la frecuencia de cambio varían según el medicamento. 2. Póngase guantes antes de manipular el medicamento para evitar la absorción del mismo. 3. Retire la medicación o el parche previo y limpie la zona. 4. Si emplea una pomada transdérmica, aplique directamente la cantidad prescrita del medicamento, en una línea uniforme, sobre el papel precortado que se incluye en el envase del medicamento. 5. Presione el parche o aplique el papel con el medicamento sobre piel limpia, seca y libre de vello. 6. Siga un sistema de rotación del punto de aplicación para prevenir la irritación de la piel. 7. Rotule el parche con la fecha, la hora y las iniciales.
	B. oftálmica
	1. Indique al paciente que se coloque en decúbito supino o sentado con la cabeza ligeramente inclinada hacia atrás. 2. Tire suavemente del párpado inferior con la mano no dominante para exponer el saco conjuntival. 3. Pida al paciente que mire hacia arriba. 4. Sujete el aplicador 3- 6 mm por encima del saco conjuntival; no lo sujete sobre el ojo ya que esto puede estimular el parpadeo. 5. Instile el número de gotas prescrito en el centro del saco conjuntival. Evite el contacto de la punta del aplicador con el ojo o el saco conjuntival. 6. Para la administración de pomada, aplique uniformemente una fina línea a lo largo del borde interno del párpado inferior, desde el ángulo interno al externo. 7. Indique al paciente que cierre el ojo suavemente. Aplique una ligera presión con el dedo sobre el conducto nasolagrimal y el ángulo interno del ojo durante 1-2 minutos, para evitar el drenaje hacia la nariz y la garganta; esto minimizará el riesgo de absorción sistémica. 8. Retire el exceso de medicación con una gasa. 9. Reemplace el aplicador, no lo aclare.
	C. ótica
	1. Indique al paciente que se tumbe de lado o que se siente e incline la cabeza de forma que el oído afectado mire hacia arriba. 2. Si es necesario, limpie el pabellón auricular y la entrada del conducto auditivo con un paño limpio para evitar el paso de sustancias al canal auditivo, por arrastre, durante la instilación de las gotas. 3. Sostenga el aplicador 6 mm por encima del canal auditivo e instile el número de gotas prescrito sobre la pared del canal, dejando que las gotas se deslicen hacia el interior. Evite administrar las gotas directamente sobre el tímpano. 4. Aplique una suave presión intermitente sobre el trago tres o cuatro veces. 5. Indique al paciente que permanezca de lado durante unos 10 minutos para evitar la salida del medicamento. 6. Si se prescribe una torunda de algodón, imprégnela con el medicamento e insértela en el extremo externo del canal auditivo. 7. Elimine la solución sobrante con una gasa.
	D. gotas nasales
	1. Pida al paciente que despeje las fosas nasales. 2. Cargue en el cuentagotas la cantidad de fármaco precisa. 3. Indique al paciente que abra la boca y respire por ella. 4. Sujete la punta del cuentagotas justo encima de la ventana nasal y, evitando el contacto de la nariz con el aplicador, dirija la solución lateralmente hacia la línea media del cornete superior del etmoides: no hacia la base de la cavidad nasal donde se deslizaría hacia la garganta y la trompa de Eustaquio. 5. Pida al paciente que permanezca en esa posición durante 5 minutos. 6. Deseche la solución que quede en el cuentagotas.
	E. vaginal
	1. Indique a la paciente que se coloque en decúbito supino con las rodillas dobladas y separadas. 2. Ponga lubricante hidrosoluble en un vaso de medicación. 3. Póngase guantes; abra el óvulo y lubrique el extremo redondeado. 4. Descubra el orificio vaginal separando los labios con la mano no dominante. 5. Inserte el extremo redondeado del óvulo unos 8-10 cm sobre la pared posterior de la vagina o tan lejos como alcance. 6. Si se trata de crema, gel o espuma, inserte suavemente el aplicador 5 cm sobre la pared posterior de la vagina y empuje lentamente el émbolo hasta el final. Retire el aplicador y colóquelo sobre una toalla de papel. 7. Pida a la paciente que baje las piernas y permanezca tumbada en decúbito supino o lateral durante 5-10 minutos tras la administración.
	F. supositorios rectales
	1. Indique al paciente que se tumbe sobre el lado izquierdo (posición de Sims). 2. Póngase guantes; abra el supositorio y lubrique el extremo redondeado. 3. Lubrique el dedo índice enguantado de la mano dominante con lubricante hidrosoluble. 4. Avise al paciente cuando vaya a insertar el supositorio; indíquele que debe realizar inspiraciones lentas y profundas y exhalar profundamente durante la inserción, con objeto de relajar el esfínter anal. 5. Inserte suavemente el extremo lubricado del supositorio en el recto, más allá de la línea anorrectal para asegurar la retención. 6. Indique al paciente que permanezca en posición de Sims o decúbito supino para evitar la expulsión del supositorio. 7. Indique al paciente que retenga el supositorio durante al menos 30 minutos para permitir la absorción, salvo que el supositorio pretenda estimular la defecación.
Administración parenteral
La administración parenteral consiste en la administración de medicación por otras vías distintas a la oral o la tópica. La vía parenteral permite administrar fármacos mediante una aguja en las distintas capas de la piel, el tejido subcutáneo, los músculos o las venas.
Técnicas más avanzadas de administración parenteral incluyen su administración en arterias, cavidades corporales (como la inyección intratecal) y órganos (como la inyección intracardíaca). Esta vía es mucho más invasiva que la tópica o la enteral y exige la aplicación de técnicas estrictas de asepsia debido a la posibilidad de introducir microorganismos patógenos directamente en el torrente circulatorio o en los tejidos corporales.
El enfermero debe identificar y emplear el material apropiado para la administración de fármacos parenterales, incluyendo las técnicas y el equipo especializado necesario para la preparación y la administración de los mismos. Asimismo, debe conocer los adecuados puntos anatómicos para la administración parenteral y los procedimientos de seguridad para desechar el equipo que esté contaminado.
Administración intradérmica y subcutánea
La inyección del fármaco en la piel permite su paso a los vasos sanguíneos que riegan las distintas capas de la misma. Los fármacos pueden inyectarse de forma intradérmica o subcutánea; la principal diferencia entre ambas es la profundidad de inyección.
Una ventaja de estos métodos es que posibilitan la administración de fármacos a pacientes que no pueden tomarlos por boca. Los fármacos que se administran por estas vías evitan el efecto de primer paso hepático y las enzimas digestivas. Sin embargo, sólo pueden aplicarse en pequeñas cantidades y las inyecciones pueden provocar dolor e inflamación en el lugar de punción.
Una inyección intradérmica (ID) se administra en la dermis de la piel. Debido a que la dermis contiene más vasos sanguíneos que el tejido subcutáneo, más profundo, los fármacos se absorben con mayor facilidad. La inyección intradérmica suele emplearse para pruebas de alergia y detección de enfermedades o para la administración de anestésicos locales antes de una canalización venosa. La limitación de este tipo de inyección es que únicamente pueden administrarse volúmenes muy pequeños, generalmente sólo 0,1-0,2 mL. Los puntos habituales para las inyecciones intradérmicas son las superficies cutáneas libres de vello de la zona supraescapular de la espalda,en la parte superior del tórax y en la cara interna del antebrazo. Las recomendaciones para las inyecciones intradérmicas se exponen en la tabla 4.5A y la figura 4.7.
Fig. 4-7. Administración por vía intradérmica. A. Corte transversal de la piel que muestra la profundidad de inserción de la aguja. B. Se prepara el punto de inserción. C. La aguja se inserta con el bisel hacia arriba y un ángulo de 10°-15°. D. Se retira la aguja y se cubre el punto de inyección con un apósito adhesivo.
Una inyección subcutánea se administra en las capas más profundas de la piel. La insulina, la heparina, las vitaminas y algunas vacunas, así como otros medicamentos, se administran de esta forma por el fácil acceso y la rápida absorción. Las zonas corporales ideales para las inyecciones subcutáneas son las siguientes:
1. Cara externa de los brazos, por encima del tríceps
1. Dos tercios medios de la cara anterior de los muslos
1. Áreas subescapulares de la espalda
1. Áreas ventroglútea y dorsoglútea superior
1. Área abdominal, por encima de las crestas ilíacas y por debajo del diafragma, a una distancia de 2,5-5 cm del ombligo
Las dosis administradas por esta vía son de pequeño volumen, generalmente de 0,5-1 mL. El tamaño de la aguja dependerá de la cantidad de grasa corporal del paciente. Generalmente, su longitud deberá ser la mitad del tamaño del pliegue cutáneo que pueda pellizcarse/sujetarse entre el pulgar y el índice. Es importante establecer una rotación ordenada de las zonas de inyección, y registrarla, para favorecer la absorción, minimizar el daño tisular y aliviar las molestias. Para la insulina, sin embargo, la rotación debería realizarse dentro de una misma zona anatómica para asegurar una absorción uniforme y mantener unos niveles de glucosa constantes. Cuando se administran inyecciones subcutáneas no es necesario aspirar antes de introducir el contenido. Tenga en cuenta que las jeringuillas de tuberculina y las jeringuillas de insulina no son intercambiables, por lo que el enfermero no debe sustituir una por otra. La tabla 4.5B y la figura 4.8 proporcionan información importante sobre la administración de fármacos por vía subcutánea.
Fig. 4-8. Administración por vía subcutánea. A. Corte transversal de la piel que muestra la profundidad de inserción de la aguja. B. Se prepara el punto de inserción. C. La aguja se inserta con un ángulo de 45°. D. Se retira la aguja y se cubre el punto de inyección con un apósito adhesivo.
Administración intramuscular
Una inyección intramuscular (IM) implica la administración de medicación en músculos específicos. Dado que el tejido muscular está ricamente vascularizado, la medicación pasa rápidamente a los vasos sanguíneos y el inicio de la acción es más rápido que con la administración oral, intradérmica o subcutánea. La estructura anatómica del músculo le permite recibir un mayor volumen de medicamento que la región subcutánea. Así, un adulto con los músculos bien desarrollados puede tolerar sin peligro hasta 4 mL de medicación en un gran músculo, aunque se recomienda administrar sólo 2-3 mL. El deltoides y el tríceps no deberían recibir más de 1 mL.
Una consideración de enfermería importante con respecto a la administración de fármacos por vía IM es la selección del punto de inyección apropiado. Los puntos de inyección deben localizarse lejos del hueso y de los vasos sanguíneos y nervios importantes. El calibre y la longitud de la aguja vendrán determinados por la constitución corporal y la masa muscular, el tipo de fármaco a administrar, la cantidad de tejido adiposo que cubre el músculo y la edad del paciente. La información sobre las inyecciones IM se expone en la tabla 4.5 y la figura 4.9. Los cuatro sitios habituales para las inyecciones intramusculares son los siguientes:
1. Zona ventroglútea. Sitio de elección para las inyecciones IM. Área donde el músculo glúteo presenta mayor espesor, no contiene vasos sanguíneos ni nervios importantes, está delimitado por hueso y contiene menos grasa que las nalgas, eliminando así la necesidad de determinar la profundidad de la grasa subcutánea. Puede emplearse en niños y lactantes mayores de 7 meses.
1. Zona deltoidea. Se emplea en adultos y en adolescentes con deltoides bien desarrollados para la administración de volúmenes de medicación de hasta 1 mL. Con la excepción de vacunas de poco volumen, como la de la hepatitis B en adultos, esta zona no suele emplearse debido a la proximidad del nervio radial.
1. Zona dorsoglútea. Se emplea en adultos y en niños que llevan caminando al menos 6 meses. Este emplazamiento es seguro siempre y cuando el enfermero localice adecuadamente las referencias de la inyección para evitar la punción o irritación del nervio ciático y los vasos sanguíneos.
1. Zona del vasto externo Generalmente grueso y bien desarrollado tanto en adultos como en niños, la zona de este músculo apropiada para inyecciones IM es su tercio medio.
Fig. 4-9. Administración por vía subcutánea. A. Corte transversal de la piel que muestra la profundidad de inserción de la aguja. B. Se prepara el punto de inserción. C. La aguja se inserta con un ángulo de 45°. D. Se retira la aguja y se cubre el punto de inyección con un apósito adhesivo.
Administración intravenosa
Los medicamentos y líquidos intravenosos (IV) se administran directamente en el torrente circulatorio de forma que el organismo puede hacer uso de ellos inmediatamente. La vía intravenosa se emplea cuando se busca un inicio de la acción muy rápido. Al igual que con el resto de las vías parenterales, los medicamentos intravenosos eluden el proceso enzimático del sistema digestivo y el efecto de primer paso hepático. Los tres tipos básicos de administración IV son los siguientes:
1. Infusión de grandes volúmenes. Para la reposición, el mantenimiento o la complementación de líquidos. Los fármacos compatibles pueden mezclarse en el mismo envase de sueros como el salino normal o el Ringer Lactato. La tabla 4.5D y la figura 4.10 ilustran esta técnica.
1. Infusión intermitente. Pequeñas cantidades de solución intravenosa administradas en paralelo con la infusión primaria o conectadas a ella en Y. Esta se emplea para administrar medicamentos complementarios, como antibióticos o analgésicos, durante un tiempo breve. La figura 4.11 muestra la bomba de perfusión Baxter.
1. Bolo intravenoso. Dosis concentrada inyectada directamente en la circulación mediante una jeringuilla. Empleado para administrar dosis aisladas de medicamentos. Los bolos pueden administrarse mediante una conexión de uso intermitente o por inyección IV directa. La tabla 4.5D y la figura 4.12 muestran los detalles sobre la técnica de administración de un bolo intravenoso.
Fig. 4-10. Equipos intravenosos secundarios. A. Introducción de un fármaco en el suero. B. Venoclisis en Y.
Aunque la vía intravenosa supone el inicio de acción más rápido, es también la más peligrosa ya que, una vez inyectado, el medicamento no puede retirarse. Si la solución farmacológica o la aguja están contaminadas, los patógenos tienen una vía directa hacia la circulación sanguínea y los tejidos corporales.
Fig. 4-11. Bomba de perfusión Baxter.
Los pacientes que reciben inyecciones intravenosas deben vigilarse atentamente ante la posibilidad de reacciones adversas. Algunas reacciones adversas ocurren inmediatamente después de la inyección; otras pueden tardar horas o días en aparecer. Los antídotos de los fármacos que pueden causar reacciones peligrosas o potencialmente mortales deben estar siempre a mano.

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