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Antúnes - Trabajo y superfluidad

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Trabajo y Superfluidad 
 
Autor(es): Antunes, Ricardo 
 
Estamos vivenciando la plenitud de la sociedad de lo aparente, generadora de lo descartable y lo superfluo. En esta 
era de la sociedad del entertainment, del cual el Shopping center -ese verdadero templo de consumo del capital- hace 
aflorar, con toda evidencia, el sentido de desperdicio y de superfluidad que caracteriza la lógica social contemporánea, 
lo que las clases medias altas y especialmente las clases propietarias tienen en abundancia, de modo compulsivo, la 
mayoría de los que viven de su trabajo (o que de él son también excluídos) no pueden siquiera tener acceso visual. Ni 
aunque sea en el universo de la imaginación... 
Fue contra esta sociedad de lo aparente que los recientes movimientos sociales urbanos, mezclando creatividad y 
criticidad, a través de las "visitas" de decenas de trabajadores sin techo, inicialmente a un shopping center y, 
posteriormente, a un supermercado de Río de Janeiro, estamparon su repulsa y su descontento, cuyo significado 
parece cristalino: la sociedad de consumo destructivo y superfluo, al mismo tiempo en que crea necesidades múltiples 
de consumo fetichizado y extrañado, impide que los verdaderos productores de la riqueza social participen hasta 
incluso del universo (restricto y manipulado) del consumo. Parece que los hombres y mujeres sin-trabajo, los 
desposeídos del campo y de las ciudades, los asalariados precarizados en general, las llamadas "clases peligrosas", 
comienzan a cuestionar la lógica que preside la sociedad actual. Vinieron para mostrar a la sociedad su injusticia, 
desigualdad, inicuidad y su superfluidad. Y para (re)conquistar su sentido de humanidad y de dignidad. 
Algo similar viene ocurriendo en tantas partes del mundo. Desde la explosión de Seattle, en los Estados Unidos, 
contra la Organización Mundial de Comercio (OMC), que "protestas antiglobalización y anticapitalismo se han tornado 
rutina durante los encuentros intergubernamentales", conforme informó The Guardian (8/12/2002, pág.6) al referirse 
a la confrontación que ocurrió también en Nice, en Francia, al final del año pasado. Las recientes manifestaciones 
ocurridas en Quebec, en Buenos Aires y de los estudiantes en San Pablo, todas en abril del 2001, son otros ejemplos 
más recientes de esas nuevas manifestaciones, contaminadas de sentido y significados, de las que el MST, entre 
nosotros, ha sido pionero. 
Esa destructividad se expresa también cuando descarta y torna superflua una parcela enorme de la fuerza humana 
mundial que trabaja, de la cual cerca de 1/3 se encuentra realizando trabajos parciales, precarizada o desempleada. 
Eso porque el capital necesita cada vez menos del trabajo estable y cada vez más del trabajo part-time, tercerizado, 
que se encuentra en enorme crecimiento en el mundo productivo industrial y de servicios. 
Como el capital no puede reproducirse sin alguna forma de interacción entre trabajo vivo y trabajo muerto, ambos 
necesarios para la producción de las mercaderías, sean ellas materiales o inmateriales, se eleva la productividad del 
trabajo al límite, intensificando los mecanismos de extracción del sobre-trabajo en tiempo cada vez menor, a través 
de la ampliación del trabajo muerto corporizado en la maquinaria tecno-científica, trazos estos constitutivos del 
proceso de liofilización organizativa de la "empresa seca", como sugestivamente denominó el sociólogo español Juan 
J. Castillo. [2] 
Aquí vale una similitud entre el descarte y la superfluidad del trabajo y el descarte y superfluidad de la producción en 
general, presente por ejemplo en la cuestión de la llamada "calidad total". Como pude desarrollar más extensamente 
en Los Sentidos del Trabajo, en la presente fase de intensificación de la tasa de utilización decreciente del valor de 
http://www.herramienta.com.ar/autores/antunes-ricardo
http://www.herramienta.com.ar/revista-herramienta-n-23/trabajo-y-superfluidad%23_ftn2
http://www.herramienta.com.ar/print/revista-herramienta-n-23/trabajo-y-superfluidad
http://www.herramienta.com.ar/printmail/504
uso de las mercaderías, la falacia de la calidad se torna evidente: cuanta más "calidad total" los productos alegan 
tener, menor es su tiempo de duración. La necesidad imperiosa de reducir el tiempo de vida útil de los productos, 
buscando aumentar la velocidad del ciclo reproductivo del capital, hace que la "calidad total" sea, la mayor parte de 
las veces, el envoltorio, la apariencia o el perfeccionamiento de lo superfluo, toda vez que los productos deben durar 
cada vez menos para que tengan una reposición ágil en el mercado. La "calidad total", por eso, se debe adecuar al 
sistema del metabolismo socio-reproductivo del capital, afectando de ese modo tanto la producción de bienes y 
servicios, como las instalaciones, maquinarias y la propia fuerza humana de trabajo. 
De ese modo, el pregonado desarrollo de los procesos de "calidad total" se convierte en la expresión fenoménica, 
envolvente, aparente y superflua de un mecanismo productivo generador de lo descartable y lo superfluo, condición 
para la reproducción ampliada del capital y sus imperativos expansionistas y destructivos. 
No hablamos aquí solamente de los fast foods (de los cuales McDonalds es ejemplar), la marca de la sociedad 
del entertainment, que descargan toneladas de descartables en la basura, después de una merienda producida a ritmo 
seriado y fordizado. 
Podríamos recordar también el tiempo de vida útil estimada para los automóviles a nivel mundial, cuya durabilidad es 
cada vez más reducida. O incluso la industria de las computadoras, expresión de esta tendencia depreciativa y 
decreciente del valor de uso de las mercaderías, donde un sistema de softwares se torna obsoleto y desactualizado en 
tiempo bastante reducido, obligando al consumidor a adquirir la nueva versión. 
Las empresas en la competitividad trabada entre ellas, procurando reducir el tiempo entre producción y consumo, 
incentivan al límite esta tendencia restrictiva del valor de uso de las mercaderías. Precisando acompañar la 
competitividad existente en su ramo productivo, los capitales desencadenan una lógica que se intensifica 
crecientemente, de la cual la "calidad total"es un mecanismo intrínseco y funcional. Con la reducción de los ciclos de 
vida útil de los productos, los capitales no tienen otra opción, para su sobrevivencia, sino "innovar" o correr el riesgo 
de ser superados por las empresas competidoras, conforme ocurrió, por ejemplo, con la empresa transnacional de 
computadoras Hewlett Packard , donde, paralelamente a la "innovación" constante de su sistema informatico, el 
tiempo de vida útil de los productos también se redujo enormemente. [3] 
Como el capital tiene una tendencia expansionista intrínseca a su sistema productivo, la "calidad total" debe tornarse 
enteramente compatible con la lógica de la producción superflua y destructiva. Por eso, en su sentido y tendencias 
más generales, el capitalismo, al mismo tiempo en que reitera su supuesta capacidad de elevación de la "calidad 
total", se convierte de hecho en enemigo de la durabilidad de los productos, debilitando y hasta inviabilizando 
prácticas productivas orientadas hacia las reales necesidades humanas y sociales [4]. Se opone frontalmente a la 
longevidad de los productos. La "calidad total" se convierte, ella también, en la negación de la durabilidad de las 
mercaderías. Cuanta más "calidad" las mercaderías aparentan (y aquí nuevamente la apariencia hace la diferencia), 
menor tiempo de duración ellas deben efectivamente contener. Desperdicio, superfluidad y destructividad acaban 
siendo sus trazos determinantes. 
Claro que aquí no se está cuestionando lo que sería un efectivo avance tecno-científico, siendo éste pautado por los 
reales imperativos humano-sociales (lo que no es el caso de la lógica contemporánea), pero sí el engranaje de un 
sistema de metabolismo social del capital queconvierte en descartable y superfluo todo lo que podría ser preservado 
y reorientado, tanto para la atención efectiva de los valores de uso sociales, como para evitar una destrucción 
incontrolable y degradante de la naturaleza, del medio ambiente, de la relación metabólica entre hombre y naturaleza. 
Proceso similar viene ocurriendo en el universo del trabajo, pero que de ningún modo puede ser entendido como el fin 
del trabajo. 
http://www.herramienta.com.ar/revista-herramienta-n-23/trabajo-y-superfluidad%23_ftn3
http://www.herramienta.com.ar/revista-herramienta-n-23/trabajo-y-superfluidad%23_ftn4
En el pensamiento contemporáneo se tornó (casi) un lugar común hablar de "desaparición del trabajo" (Dominique 
Méda), de substitución de la esfera del trabajo por la "esfera comunicacional"(Habermas), de "pérdida de la 
centralidad de la categoría trabajo" (Off), o inclusive de "fin del trabajo" (como Jeremy Rifkin, o en la versión más 
crítica al orden del capital, como en Kurz), para citar las formulaciones más expresivas. 
Mientras que la desconstrucción del trabajo se opera en el plano gnoseológico, paralelamente, en el mundo real, en el 
plano ontológico, éste se convierte (¿nuevamente?) en una de las más explosivas cuestiones de la contemporaneidad. 
Trabajo y desempleo, trabajo y precarización, trabajo y género, trabajo y etnia, trabajo y nacionalidad, trabajo y corte 
generacional, trabajo e inmaterialidad, trabajo y (des)calificación, muchos son los ejemplos de la transversalidad y de 
la vigencia de la forma trabajo. 
¿Qué es lo que ocurre entonces con el mundo real del trabajo?. De la General Motors a Microsoft, de 
la Benetton a Ford, de Toyota alMcDonalds, ¿será que el mundo productivo y de servicios de hecho ya no necesita 
más del trabajo vivo?.¿Este se habría tornado mera virtualidad? ¿Es ficción que la Nike se sirve de casi 100 mil 
trabajadores y trabajadoras, desparramados en tantas partes del mundo, recibiendo salarios degradantes? 
Vamos aquí a tratar de problematizar algunas de las tesis que propugnan el 
Fin del trabajo. Cuando concebimos la forma contemporánea del trabajo como expresión del trabajo social, que es 
más complejo, heterogeneizado, y también más intensificado en sus ritmos y procesos, no podemos concordar con las 
tesis que desconsideran el proceso de interacción entre trabajo vivo y trabajo muerto. En verdad, el sistema del 
metabolismo social del capital necesita cada vezmenos del trabajo estable y cada vez más de las diversificadas formas 
de trabajo parcial o part-time, tercerizado, de los trabajadores fragmentados de los que habló Huw Beynon, que se 
encuentran en explosiva expansión en todo el mundo productivo y de servicios. 
Como el capital no puede eliminar el trabajo vivo del proceso de mercaderías, sean ellas materiales o inmateriales, 
debe, además de incrementar sin límites el trabajo muerto corporizado en la maquinaria tecno-científica, aumentar 
la productividad del trabajo de modo de intensificar las formas de extracción del sobre- trabajo en tiempo cada vez 
más reducido. Tiempo y espacio se convulsionan en esta nueva fase de los capitales. La reducción del proletariado 
taylorizado, la ampliación del trabajo intelectual abstracto en las plantas productivas de punta y la ampliación 
generalizada de los nuevos proletarios precarizados y tercerizados de la "era de la empresa seca", son fuertes 
ejemplos de lo que más arriba aludimos. 
Como el capital tiene un fuerte sentido de desperdicio y de exclusión, es precisa la síntesis de Tosel: es la propia 
"centralidad del trabajo abstracto que produce la no centralidad del trabajo, presente en la masa de los excluídos del 
trabajo vivo" que, una vez (des)socializados y (des)individualizados por la expulsión del trabajo, "procuran 
desesperadamente encontrar formas de individualización y de socialización en las esferas aisladas del no-trabajo 
(actividades de formación, de benevolencia y de servicios) [5]. 
Aquí aflora el límite mayor de la tesis habermasiana de la transformación de la ciencia en "principal fuerza 
productiva", en substitución al valor-trabajo. Esta formulación, al convertir la ciencia en principal fuerza productiva 
desconsidera las interacciones existentes entre trabajo vivo y avance tecno-científico bajo las condiciones de los 
desarrollos capitalistas. No se trata, por tanto, de decir que la teoría del valor-trabajo no reconoce el papel creciente 
de la ciencia, mas que ésta encuentra dificultades en su desarrollo por la base material de las relaciones entre capital 
y trabajo, la cual no puede superar. Y es por esta restricción estructural, que la ciencia no puede convertirse en la 
principal fuerza productiva dotada de autonomía. Prisionera de esta base material, menos que una cientifización de la 
tecnología, hay, conforme sugiere Mészáros, un proceso de tecnologización de la ciencia. 
http://www.herramienta.com.ar/revista-herramienta-n-23/trabajo-y-superfluidad%23_ftn5
Ontológicamente prisionera de la base material estructurada por el capital, el saber científico y el saber laboral se 
mezclan más directamente en el mundo contemporáneo.Varios experimentos, de los cuales el proyecto Saturno de 
la General Motors fue ejemplar, fracasaron cuando procuraron automatizar el proceso productivo desconsiderando a 
los trabajadores. 
Las máquinas inteligentes no pueden extinguir al trabajo vivo. Al contrario, para su introducción utiliza al trabajo 
intelectual del operario, que al interactuar con la máquina informatizada, acaba también por transferir parte de sus 
nuevos atributos intelectuales a la nueva máquina que resulta de este proceso. Se establece, entonces, un complejo 
proceso interactivo entre trabajo y ciencia productiva, que no lleva a la extinción del trabajo, sino a un proceso de 
retro-alimentación que genera la necesidad de encontrar una fuerza de trabajo todavía más compleja, multifuncional, 
que debe ser explotada de manera más intensa y sofisticada, al menos en los ramos productivos dotados de mayor 
incremento tecnológico. Con la conversión del trabajo vivo en trabajo muerto, a partir del momento en que, por el 
desarrollo de los softwares, la máquina informacional pasa a desempeñar actividades propias de la inteligencia 
humana, lo que se puede presenciar es un proceso que Lojkine denominó como objetivación de las actividades 
cerebrales junto a la maquinaria, de transferencia del saber intelectual y cognitivo de la clase trabajadora para la 
maquinaria informatizada. La transferencia de capacidades intelectuales para la maquinaria informatizada, que se 
convierte en lenguaje de la máquina propio de la fase informacional, a través de las computadoras, acentúa la 
transformación de trabajo vivo en trabajo muerto. Mas no puede eliminarlo. 
Hay todavía en curso en la sociedad contemporánea otra tendencia dada por la creciente imbricación entre 
trabajo material einmaterial, una vez que se presencia, en el mundo contemporáneo, además de la monumental 
precarización del trabajo arriba referida, una significativa expansión del trabajo dotado de mayor dimensión 
intelectual, sea en las actividades industriales más informatizadas, sea en las esferas comprendidas por el sector de 
servicios o en las comunicaciones, entre tantas otras. La expansión del trabajo en servicios, en esferas no 
directamente productivas, pero que muchas veces desempeñan actividades imbricadas con el trabajo productivo, se 
muestra como otra característica importante de la noción ampliada de trabajo, cuando se quiere comprender su 
significado en el mundo contemporáneo. 
De ese modo, el trabajo inmaterial expresa la vigencia de la esfera informacional de la forma mercadería: él es 
expresión del contenidoinformacional de la mercadería, exprimiendo las mutaciones del trabajo obrero en el interior 
de las grandes empresas y del sector de servicios, donde el trabajo manual directo está siendo substituído por el 
trabajo dotadode mayor dimensión intelectual. Trabajomaterial e inmaterial, en la imbricación creciente que existe 
entre ambos, se encuentran mientras tanto, centralmente subordinados a la lógica de la producción de mercaderías y 
de capital. Capturando la tendencia de la expansión de la actividad intelectual dentro de la producción, dice J. M. 
Vincent: "la propia forma valor del trabajo se metamorfosea. Ella asume crecientemente la forma valor del trabajo 
intelectual abstracto. La fuerza del trabajo intelectual producida dentro y fuera de la producción es absorbida como 
mercadería por el capital que se le incorpora para dar nuevas cualidades al trabajo muerto (...). La producción 
material y la producción de servicios necesitan crecientemente de innovaciones, tornándose por eso cada vez más 
subordinados a una producción creciente de conocimiento que se convierten en mercaderías y capital". [6] 
La nueva fase del capital, por lo tanto, re-transfiere el savor faire para el trabajo, mas lo hace apropiándose 
crecientemente de su dimensión intelectual, de sus capacidades cognitivas, procurando involucrar más fuerte e 
intensamente la subjetividad obrera. Mas el proceso no se restringe a esta dimensión, toda vez que parte del saber 
intelectual es transferido hacia las máquinas informatizadas, que se tornan más inteligentes, reproduciendo parte de 
las actividades a ellas transferidas por el saber intelectual del trabajo. Como la máquina no puede suprimir el trabajo 
humano, necesita de una mayor interacción entre la subjetividad que trabaja y la nueva máquina inteligente. Y, en 
este proceso, el involucramiento interactivo aumenta todavía más el extrañamiento y la alienación del trabajo, amplía 
http://www.herramienta.com.ar/revista-herramienta-n-23/trabajo-y-superfluidad%23_ftn6
las formas modernas de la reificación, distanciando más todavía la subjetividad del ejercicio de una vida auténtica y 
autodeterminada. 
Por lo tanto, al contrario de la substitución del trabajo por la ciencia, o incluso de la substitución de la producción de 
valores por la esfera comunicacional, de la substitución de la producción por la información, lo que se puede 
presenciar en el mundo contemporáneo es una mayor interrelación, una mayor interpenetración entre las actividades 
productivas y las improductivas, entre las actividades fabriles y de servicios, entre actividades laborales y las 
actividades de concepción, que se expanden en el contexto de la reestructuración productiva del capital. Lo que nos 
debe llevar al desarrollo de una concepción ampliada para entender su forma de ser del trabajo en el capitalismo y de 
sus acciones. 
Estamos presenciando el afloramiento de uno de estos momentos de rebeldía, de las luchas y acciones que emergen 
de las luchas sociales del trabajo y de las víctimas más castigadas de este sistema destructivo y excluyente. El 
sensible film Pan y Rosas, de Ken Loach, es una feliz expresión, en el plano estético, de ese momento de rebeldía. Si 
parte de los años 70 y 80 tal vez puedan ser vistos como años que mezclaron (contradictoriamente) fascinación, 
resignación y desencanto, las décadas siguientes, la del 90 y la que ahora se inicia, por cierto serán muy diferentes. 
Lo que haría posible el reinicio de lo que Goethe, en Los Años de Aprendizaje de Wilhelm Meister, sintetizó así: "Tan 
propenso anda el hombre a dedicarse a lo que hay más de vulgar, con tanta facilidad se le embotan el espíritu y los 
sentidos para las impresiones de lo bello y lo perfecto, que por todos los medios deberíamos conservar en nosotros 
esa facultad de sentir. Pues no hay quien pueda pasar completamente sin un placer como ése, y sólo la falta de 
costumbre de disfrutar algo bueno es la causa por la que muchos hombres encuentran placer en lo frívolo y en lo 
insulso, siempre que sea nuevo. Deberíamos diariamente oír al menos una pequeña canción, leer un bello poema, 
admirar un cuadro magnífico, y, si fuera posible, pronunciar algunas palabras sensatas". Lo que no parece ser el 
sentido de la sociedad aparente, con la desmedida empresarial y su "calidad total". 
Este texto retoma ideas publicadas parcialmente en el cuaderno MAIS! de Folha de S. Paulo. 
[2] Conforme Castillo, Sociología del Trabajo, Centro de Investigaciones Sociológicas, Siglo XXI Editores, 
Madrid, 1996, pág. 68. 
[3] Conforme Martin Kenney, "Value Creation in the Late Twentieth Century: The Rise of the Knowledge Worker", en 
Davis, Hirschl y Stack, Cutting Edge, Verso, Londres/Nueva York, 1997, pág 92. 
[4] Ver István Mészáros, Beyond Capital, Merlin Press, Londres, 1995, capítulos 15 y 16. 
[5] Ver tosel, "Centralité e Non-Centrelité du travail ou La Passion des Hommes Superflus", La Crise du Travail, J. Biet 
y J. Texier (org), Actuel Marx, PUF, 1995, pág. 210. 
[6] Vincent, J. M. (19993) "Les Automastimes Sociaux et le General Intellect", in Paradigmes du Travail {2} 
Futur Antériur, L’Harmattan, n.16, París, pág. 121. 
 
http://www.herramienta.com.ar/revista-herramienta-n-23/trabajo-y-superfluidad%23_ftnref2
http://www.herramienta.com.ar/revista-herramienta-n-23/trabajo-y-superfluidad%23_ftnref3
http://www.herramienta.com.ar/revista-herramienta-n-23/trabajo-y-superfluidad%23_ftnref4
http://www.herramienta.com.ar/revista-herramienta-n-23/trabajo-y-superfluidad%23_ftnref5
http://www.herramienta.com.ar/revista-herramienta-n-23/trabajo-y-superfluidad%23_ftnref6
	Trabajo y Superfluidad
	Autor(es): Antunes, Ricardo

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