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Economía de Empresas Unidad I: “Castro y Tugores. Cap. I” Coordinación y conflicto Como es sabido, la aparición de los demás puede ser beneficio y para esto hay una razón de peso: la sinergia. Es decir, el todo es superior a las partes. Si entramos en contacto con otros y coordinamos las actividades, cada uno podrá dedicarse a aquella actividad en la que muestre mayor capacidad, dejando que las restantes las desarrollen los demás. Se produce una división del trabajo y esto posibilita una mayor especialización productiva. Al mismo tiempo, cuanto mayor sea el todo coordinado más lejos podrá llevarse la división del trabajo aumentando la producción del sistema. Un ejemplo obligado son las cadenas de montaje tal como existen en la industria automovilística. Si una persona tiene que fabricar un coche en su totalidad, el número de unidades es muy inferior al que se conseguiría en una secuencia de acciones programadas donde cada operario se especializa en una función específica y rutinaria. El coste de organizarla superaría a las ventajas específicas de su utilización. En otras palabras, la división del trabajo y el grado en que se efectúa depende del tamaño de la organización. Los límites a la cooperación La sinergia es una condición necesaria pero no suficiente para la aparición de la cooperación. Es necesario que el valor de lo que se obtenga por la propia cooperación sea superior a lo que cuesta conseguirlo y, en adición, cada uno de los participantes debe obtener, como mínimo, la misma retribución que podría conseguir en su mejor alternativa disponible al margen del acuerdo de cooperación al cual se integra. En otras palabras, su costo de oportunidad. Sería irracional participar voluntariamente la ser el resultado de su esfuerzo inferior al que sería no formando parte. Los individuos están dispuestos a cooperar en la medida que obtengan alguna ventaja de la misma, pero su cuantía absoluta está indeterminada dentro de los límites dados por la mejor alternativa perdida por cada uno de ellos. Es decir, los deseos de cooperar no ocultan un conflicto básico de intereses acerca de cómo repartir esas ganancias. Esa tensión entre cooperación y conflicto está en el substrato de gran parte de la discusión posterior, aunque variará al ámbito en el cual se manifiesta. Por otro lado, esa cooperación voluntaria puede ser consciente o inconsciente y el resultado final dependerá del poder relativo de ambas partes volviendo a existir un conflicto de intereses donde las ganancias de uno implican necesariamente pérdidas para el otro. Óptimos y mejoras paretianos Una situación, o, en general, una determinada asignación de los recursos de una colectividad, se denomina que es óptimo paretiana si no existe ninguna alternativa que beneficie a alguien sin perjudicar, al mismo tiempo, a cualquier otra persona. En otras palabras, es un máximo. Caso de que no fuese así, cabría la posibilidad de mejorar, como mínimo, a uno sin perjudicar a los demás, siendo, por lo tanto, preferible desde la óptica de la sociedad. Un concepto afín es el de la mejora paretiana. El paso de una asignación a otra constituye una mejora paretiana cuando todos ganan o, como mínimo, uno de ellos lo hace permaneciendo el resto igual. El mercado y el sistema de precios Un intercambio es una situación donde el agente A transfiere voluntariamente el derecho a utilizar un bien o recurso, o la propiedad sobre el mismo, a cambio de una contrapartida por parte de B. Si tiene lugar en un mercado, los términos de dicho intercambio se reflejarán en el precio. En una economía donde existe el dinero, B dará una contrapartida monetaria, es decir, pagará el precio fijado por la transferencia del derecho. Para observar cómo funcionaría un mercado en condiciones próximas a las ideales tomaremos ciertos supuestos. En primer lugar, el producto que se intercambia es muy estandarizado y los consumidores conocen todas sus características al ser de uso frecuente. En segundo lugar, para evitar las complicaciones a las que se enfrentan los individuos cuando los precios están indeterminados, se pueden suponer que éstos están dados y no los pueden alterar significativamente por su actuación individual. El modelo neoclásico básico El modelo que se ha comenzado a esbozar constituye una simplificación de la realidad y, como tal, presenta ventajas e inconvenientes. En primer lugar, se inscribe en lo que se denomina individualismo metodológico: el individuo es el punto de partida y, por dicho motivo, se comenzará analizando cómo efectúan sus decisiones los distintos agentes económicos. Para ello se establecen dos supuestos que constituyen su rasgo básico: 1. Racionalidad: Se supone que los agentes seleccionan sus acciones por medio de una elección consciente que tiene por finalidad buscar aquella que le proporciona un resultado más beneficioso para él. Están motivados por s interés propio y el principio de racionalidad en este contexto no cumple más finalidad que postular que los agentes poseen un criterio estable de decisión. La mayor ventaja de este supuesto es que las conductas individuales serán predecibles y los modelos basados en este postulado podrán anticipar las consecuencias que tendrán sobre los comportamientos determinados cambios en los parámetros y variables significativas para la elección. 2. Equilibrio: Una vez que se han delimitado los comportamientos para considerar únicamente los racionales, queda, en segundo lugar, la cuestión de su coordinación. Por los propios supuestos de partida, el equilibrio, si lo hay, serpa la expresión y resultado de una racionalidad ilimitada de los agentes individuales. El modelo considerado presenta dos rasgos adicionales muy peculiares sobre los que se va a centrar la discusión: a) Las únicas interrelaciones permitidas son intercambiar en mercados donde los precios están dados para los distintos individuos. b) La información es perfecta. Toda la información pertinente para fundamentar una elección está contenida en el sistema de precios y éstos se conocen gratuitamente. Con información imperfecta sobre las alternativas pueden coexistir, para un mismo bien, distintos precios. Los compradores no podrían desplazar sus compras del proveedor que vende más caro al más barato. Asimismo, si la información sobre dónde está el precio menor no está disponible, se encontrarían en la necesidad de adoptar decisiones acerca de qué precio aceptar, pudiéndose efectuar intercambios a precios distintos de aquel que garantiza el equilibrio. Mecanismos alternativos de coordinación El funcionamiento del sistema de precios conduce a un óptimo paretiano. Sin embargo, esa conclusión dependía del cumplimiento de una serie de condiciones. Los supuestos subyacentes son: 1) Los precios deben estar dados sin que ningún agente pueda modificarlos por su decisión individual 2) Información perfecta. Esos precios deben ser conocidos por todos sin que recopilar esa información o utilizarla implique ningún gasto, siendo, por lo tanto, igual para todos. 3) Universalidad de los mercados. Todos los bienes y recursos de la economía deben tener un precio explícito, evitándose, de este modo, los efectos colaterales, ya que los sujetos interactuarán solamente a través del sistema de precios. Todas esas instituciones tienen en común la suplantación del mercado por un mecanismo alternativo: la planificación. Esta es una forma sintética de referirse a una coordinación consciente en la que se concede a un único agente, o a un grupo colegiado, la autoridad para influir en las decisiones de los agentes que han aceptado la misma. Esta es propia de estructuras jerárquicas, sustituyendo las relaciones horizontales entre iguales del mercado, por relaciones verticales superior-inferior, y donde las decisiones se adoptan en los escalones superiores afectando a la totalidadde los sujetos que componen la organización. En este contexto, y por lo que hace referencia al mercado, resulta necesario superar la tercera limitación del modelo neoclásico básico: su supuesto de que la información es perfecta y está contenida en el sistema de precios. Por lo tanto, el primer paso es alterar ese supuesto para, posteriormente, discutir cómo pueden aparecer esas instituciones alternativas al mercado y, concretamente, empresas. Costes de información y transacción Los costos de información y transacción son desembolsos monetarios que implican la utilización de recursos y tiempo empleado, valorado según su coste de oportunidad, por parte delos distintos agentes, para suplir las deficiencias en la información y realizar los propios intercambios deseados una vez que han recopilado la información que precisan para adoptar una toma de decisiones racional. Veámoslo con un poco más de detalle comenzando por los costos de transacción, derivados del proceso de negociación y reforzamiento de los contratos, explícitos e implícitos, entre las partes implicadas en el intercambio. Los contratos pueden ser completos e incompletos. En los primeros se especifican todas y cada una de las contraprestaciones a las que se obligan las partes por el propio acuerdo, delimitándose claramente los compromisos respectivos asumidos. Cuando las transacciones que se quieren regular por un contrato son complejas y/o se establecen para que duren un período amplio de tiempo, se hace prácticamente imposible estipular todas las condiciones por adelantado. La razón básica es, una vez más, la incertidumbre y la imposibilidad de prever todos los acontecimientos futuros. Es en este sentido donde los contratos son necesariamente incompletos. Esto se podría obviar con los denominados contratos contingentes, en los que se especifica cada contingencia concebible. La redacción de un contrato contingente es engorrosa y aumenta los costos de transacción, pero, por lo que aquí interesa, posibilita, en cierto modo, eliminar las consecuencias de la incertidumbre. El primer escollo es la asimetría informativa. Ligar las condiciones de un contrato a determinados acontecimientos o al valor de parámetros concretos, puede ser una solución cuando ambas partes tienen acceso a la misma información. Pero si ésta es asimétrica, existe el incentivo de deformar la información, lo que permite al mejor informado manipular las condiciones del contrato para buscar más ventajas. Aquí se da lo que se denomina como oportunismo, en donde el peor informado no podría determinar si las condiciones efectivamente aplicadas son consecuencia de cambios en los parámetros y, por tanto, son justas, o si ha habido oportunismo por la otra parte. Los costos de transacción asociados a cada tipo de contrato son muy distintos. Sea cual sea su naturaleza, estarán presentes los asociados al propio proceso de negociación y formalización de los mismos. Pero, además, están los implicados por la necesidad de reforzarlos. Es decir, los gastos de vigilar y controlar que se cumplen las condiciones estipuladas y, en este contexto, la presencia de asimetría informativa puede conducir a que tales costos sean extraordinariamente elevados. Los costos de información están asociados, asimismo, a la propia incertidumbre del mercado. Esta puede estar motivada por diversas causas, ignorancia sobre las oportunidades existentes, desconocimiento de las personas con las cuales intercambiar, descubrir el precio más conveniente, etc. Si los productos son heterogéneos, difiriendo en sus características y atributos, se plantea el problema adicional de cuantificarlos y descubrir cuál es el más adecuado para satisfacer las necesidades concretas. Cualquier intento de reducir la incertidumbre obliga a emplear recursos en la obtención de la información necesaria, tanto para mitigar ese desconocimiento antes de que le intercambio haya tenido lugar, como para controlar si se cumple lo pactado con posterioridad a la existencia de un acuerdo. La aparición de las empresas Coase fue el primer autor que presento la empresa como un intento de eludir los costos que conlleva la utilización del mercado. En este sentido, nacerá una empresa cuando sea más económico el coordinar actividades por un órgano centralizado que apelando a la descentralización del mercado. Se irían integrando actividades productivas a esa organización hasta el punto que los costes asociados a este procedimiento sean superiores a los de confiar en el mercado. Se puede determinar de antemano, dada la naturaleza de las diversas transacciones objeto de los intercambios y los costos involucrados, qué tipo de transacciones es más probable que se realicen en el mercado o en la empresa. Así lo hace Williamson clasificando las transacciones en función de tres criterios: a) El volumen y distribución de la información Que la información sea parcial (incompleta o asimétrica) no invalida per se la mecánica del mercado. Siempre cabe la posibilidad de que aparezcan mercados a futuros y asegurarse contra contingencias indeseadas trasladando el riesgo a cambio de una prima. b) El uso de los bienes y servicios objeto de transacción Los bienes pueden ser de utilización generalizada o idiosincráticos. En otras palabras, bienes estandarizados que son ampliamente usados y, por tanto, permiten una gran sustituibilidad entre oferentes o, por el contrario, bienes de utilización tan específica que esta característica se plasma en una relación prácticamente de exclusividad entre las partes, siendo muy difícil cambiar de proveedor o comprador. Los bienes de utilización generalizada son aquellos en los que el mercado actúa eficazmente. Se minimiza la necesidad de recopilar información sobre las características de los bienes y la ausencia de asimetría informativa no permite la aparición de comportamientos oportunistas, siendo indiferente elegir una u otra fuente de oferta. Por el otro lado, las inversiones específicas poseen una cierta irreversibilidad y cuando se han efectuado no se pueden recuperar totalmente la cambiar de actividad o participar en transacciones de distinto tipo. Una inversión puede ser específica por tres motivos principales: La localización geográfica Las características que incorpora, las cuales a menudo sólo permiten una aplicación La formación del capital humano en una especialización concreta. Por lo tanto, su costo de oportunidad, es decir, lo que podría obtener en su mejor alternativa desdeñada por dedicarse a la elegida, será cada vez menor al reducirse el propio número de alternativas. La discusión sobre los bienes idiosincráticos pone de manifiesto dos hechos que merecen destacarse. Por un lado, cuando el objetivo de la transacción es un bien idiosincrático, los costos de información y transacción implicados en la utilización del mercado pueden ser muy cuantiosos. No sólo por la propia complejidad del bien, sino porque el oportunismo es una posibilidad real y los contratos que se puedan formalizar no la eliminan totalmente. Por otro lado, la cantidad de inversiones idiosincrásicas que se emprendan no serán las requeridas desde la óptica de la colectividad. Hay veces que una inversión idiosincrásica daría lugar a un intercambio mutuamente beneficioso. Sin embargo, el propietario de un recurso no estará dispuesto a efectuar inversiones específicas que le hagan depender de otra parte del contrato, con la posibilidad de pérdidas si dicha parte varía estratégicamente las condiciones. c) La frecuencia con que se realizan las transacciones Según este criterio, los intercambios pueden ser ocasionales o recurrentes; es decir, con baja o elevada frecuencia de compras. En este sentido, como principios generales para establecer qué tipo de transacciones es más probable que lleve a cabo el mercado o se desarrollen en el interior de una empresa, se tendría:- Cuando las transacciones no atañen a bienes o servicios especializados, con independencia de si son ocasionales o recurrentes, el mercado es eficiente. - La empresa es superior como forma organizativa cuando las transacciones incorporan grandes componentes de inversiones específicas. Además, si hay una gran frecuencia de transacciones, la opción empresa se ve reforzada, contribuyendo la incertidumbre a reforzar esa opción. - Siempre que los bienes sean heterogéneos y genere una incertidumbre que aumenta, no se utilizará el mercado. En tal caso, se estandarizan y vuelven al mercado debido a que esas características se generalizan o, si no es así, se organizan internamente en la empresa. - Conforme la demanda crece y el número de proveedores aumenta, intercambios que eran especializados pasan a ser estandarizados y vuelven al mercado. La empresa comienza a tener una ventaja comparativa sobre el mercado cuando éste no actúa eficazmente por la presencia de costos de información y/o de transacción elevados. La naturaleza de la empresa Veremos que no sólo los costos de información y transacción importan dado que, como se indicó anteriormente, hay una interpretación alternativa de por qué puede aparecer una empresa: la sinergia, resultado de la mayor producción que posibilita el trabajo conjunto cuando personas que trabajan separadamente deciden formar un equipo. Lo que muestran las economías de escala es la relación existente entre los costos medios o unitarios, que representan la producción de un determinado nivel de producto y la capacidad productiva planeada. Si existen economías de escala, dichos costos medios serán decrecientes conforme aumenta el nivel planeado de producción. En general, los costos de lograr un determinado nivel de producción dependen de tres factores. En primer lugar, de la propia cuantía del producto que se quiera obtener. En segundo lugar, del propio ritmo de producción por período de tiempo. Y, por último, una mayor producción planeada permite conseguir una mayor especialización de los factores productivos, tanto del trabajo como del capital. Aunque la mayoría de las empresas no trabajan por pedido (estilo imprenta), el principio expuesto sigue siendo válido. Según el volumen planeado de producción elige una determinada capacidad productiva con una combinación determinada de factores, y cuanto mayor sea dicho volumen planeado, mayor será la capacidad a instalar permitiendo lograr una mayor especialización. Si hay economías de escala, el trabajar en equipo debe ser más adecuado que hacerlo sus miembros por separado al representar desembolsos monetarios menores. En presencia de economías de escala, ha de darse necesariamente que, para dos volúmenes de producción cualesquiera, q2 y q1, siendo el primero mayor que el segundo (q2>q1>0), debe ser cierto que C(q2)/q2 < C(q1)/q1, siendo el costo unitario menor a mayores niveles de producción. La empresa capitalista La propia naturaleza del trabajo en equipo, el producto final es mayor que lo obtenido por cada uno de los integrantes por separado, hace extremadamente difícil precisar con exactitud la contribución individual la producto final conseguido por la cooperación de todos. Para medir lo que aporta cada uno y decidir qué es lo que debe recibir, se precisa el empresario, concebido como un controlador externo al propio equipo. El resultado final es que el producto se repartiría igualitariamente, con independencia de cuál hubiera sido la contribución individual al esfuerzo común. Como la retribución es independiente del nivel de esfuerzo, desaparecen los incentivos a trabajar, al no poder apropiarse de la totalidad del valor de su trabajo. Si todos actúan de ese modo, el producto final sería menor, decrementándose asimismo, la parte del mismo que recibe cada uno. Aún habiendo resuelto los problemas de controlar los comportamientos oportunistas de los integrantes del equipo, permanecen los asociados al viejo dilema de quien controla al controlador o cómo evitar que éste siga, a su vez, una conducta oportunista. Buscar otro que lo controle no es solución – controlar un sistema de complejidad n requiere una complejidad n+1, este, a su vez, otro de n+2, y así sucesivamente -, y la única salida al dilema es incentivarle para que no actúe así. La solución propuesta por los autores citados es darle el derecho a la renta residual una vez que se hubiese pagado lo estipulado contractualmente a los demás miembros del equipo. De acuerdo con Alchian y Demsetz, el empresario tendría tres funciones específicas: - Supervisar el comportamiento de los integrantes del equipo - Ser nexo común de todos los contratos que establezcan entre las empresas y los proveedores, tanto de factores productivos como de recursos. - Poder de decisión acerca de cuál va a ser la composición del equipo y, en concreto, ejercicio de la facultad de despedir a aquellos integrantes que muestren un comportamiento inadecuado. Entonces, ¿Maximizan realmente los beneficios la empresa? La respuesta debería ser negativa. Los empresarios sólo están obligados a obtener unos beneficios mínimos que los accionistas encuentren “satisfactorios” y, superada esa limitación, tienen discrecionalidad para intentar conseguir otras metas. Los costos de información y transacción en la empresa Los contratos que establece una empresa con los propietarios de los distintos factores productivos son muy distintos a aquellos que son propios del mercado. En el mercado, al ser, habitualmente, los bienes objeto de la transacción, de uso corriente, los contratos que se establecen para formalizar los intercambios son completos, impersonales, multilaterales y con libertad de adhesión. Sin embargo, los contratos en la empresa normalmente son personalizados, unilaterales, dando lugar a unas interrelaciones restringidas y con permanencia en el tiempo y, por último, incompletos. A) Personalizados: Las características de cada factor son muy heterogéneas y, al ser las necesidades de la empresa muy especificas, importa con quien se lleve a cabo el intercambio. B) Unilaterales: las relaciones interpersonales entre los distintos miembros no son el resultado de un acuerdo explícito entre ellos, sino el resultado de haber formalizado cada uno de ellos por separado un contrato con la organización. Esta es el nexo común al cual los distintos sujetos se han vinculado unilateralmente y lo que permite al colectivo actuar frente al exterior como si fuese una única persona. C) Las interrelaciones son restringidas al estar excluidos todos aquellos que no estén unidos a ese nexo común. D) Contratos incompletos: En ellos no se reflejan ni se especifican todos los eventos y contingencias posibles que puedan acontecer, concediendo los propietarios de los recursos al que actúa en nombre de la empresa, la potestad de decidir y ordenar tareas en aquellas situaciones imprevisibles que les afecten. Los contratos incompletos y la asimetría informativa permiten la aparición de conductas oportunistas. En el mercado, tales conductas iban encaminadas a lograr ventajas monetarias, pero, en este contexto, el tener una retribución monetaria fija se plasmará en dejación de esfuerzo y en pérdida de eficiencia.
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