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Editor La educación de calidad no se refiere simplemente al acceso escolar o a contenidos que conduzcan a una excelencia académica privada, no se refiere a la exacerbación del individualismo y la competitividad; en ella, también son indispensables una orientación ética y de valores, una crítica en los contenidos y su pertinencia. Así, la excelencia académica debe ir de la mano de la excelencia humana (CPAL, 2019). Si esta excelencia humana y académica no es accesible a todos y, por el contrario, es excluyente para los más desfavorecidos, entonces la calidad no es posible porque se sustenta en la injusticia social y promueve las pobrezas históricas. Entonces, habrá calidad de formación en espacios exclusivos de la educación, pero su carácter universal y su calidad tendrán los límites que imponen el mercado, los privilegios y las exclusiones sociales. El libro presenta diversas perspectivas de investigaciones que a pesar de sus diferencias metodológicas y enfoques, se articulan en la preocupación por aspectos de la inequidad, las desigualdades y exclusiones sociales, cuyos síntomas se expresan en el contexto educativo, ratificando entonces sus efectos en la educación de calidad como límite o posibilidad de aproximar a la sociedad como conjunto a las oportunidades que podría brindar el sistema educativo y, en consecuencia a la justicia social. Educación de Calidad y Justicia Social Editor Freddy A. Guerrero Rodríguez Fr ed dy A . G ue rr er o Ro dr íg ue z E di to r Ed uc ac ió n de C al id ad y Ju st ic ia S oc ia l Freddy A. Guerrero Rodríguez Antropólogo de la Universidad Nacional de Colombia, Magister en Estudios Políticos de la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá. Investigador del Grupo de Investigación BITACUS de la Pontificia Universidad Javeriana de Cali y miembro de la Red de Grupos Regionales de Memoria Histórica. La práctica política y sus agentes: una mirada a los clásicos para el análisis de los problemas contemporáneos ISBN: 978-958-5177-10-9 Editora: Stephany Mercedes Vargas Rojas Memorias en transición. Manifestaciones y usos sociales, estéticos y políticos en las representaciones de las memorias del pasado violento ISBN: 978-958-5119-36-9 Editores: Freddy A. Guerrero y Nohra Palacios Interacciones Educativas ISBN: 978-958-5177-18-5 Editores: Alexander Tovar Aguirre y Tatiana Rojas Ospin Otras Publicaciones Santiago de Cali, 2020 Editor: Freddy A. Guerrero Santiago de Cali, 2020 Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales Departamento de Ciencias Sociales Educación de Calidad y Justicia Social Editor: © Freddy A. Guerrero Autores: © Freddy A. Guerrero © Adelina Peña © Adriana González Perdomo © Tatiana Rojas Ospina © Solanlly Ochoa Angrino © Catalina Jaramillo Martínez © Sergio Cabrera Calvache © Daniel Herrera Pernett © Laura Ramírez Lasprilla © Diana Gómez Navas © Adrián Serna Dimas © Lizeth Arango © Natalia López © Margarita Vargas © Isabella Gutiérrez Ortíz. ISBN: 978-958-5177-62-8 ISBN ( e ): 978-958-5177-63-5 Formato: 17 x 24 cms Coordinación editorial: Claudia Lorena González Asistente editorial: Jennifer Ramírez Martínez Diagramación: Kevin Nieto Portada: Kevin Nieto Corrección de estilo: Comunicaciones Creativas Impresión: Carvajal Soluciones de Comunicación S.A.S. Pontificia Universidad Javeriana Cali Calle 18 N°118-250 Teléfonos (57-2) 3218200 Santiago de Cali, Colombia, 2020. El contenido de esta publicación es respon- sabilidad absoluta de su autor y no compro- mete el pensamiento de la Institución. Este li- bro no podrá ser reproducido por ningún medio impreso o de reproducción sin per- miso escrito de los titulares del copyright. Educación de calidad y justicia social / editores Freddy A. Guerrero [y otros catorce]. -- Santiago de Cali : Pontificia Universidad Javeriana, Sello Editorial Javeriano, 2020. 208 páginas: 24 cm. Incluye referencias bibliográficas. ISBN: 978-958-5177-62-8 1. Filosofía de la educación -- Aspectos sociales 2. Calidad de la educación 3. Educación para la paz 4. Sociología de la educación 5. Derecho a la educación 6. Justicia transicional I. Guerrero, Freddy A., editor II. Peña, Adelina, editora III. González Perdomo, Adriana, editora IV. Rojas Ospina, Tatiana, editora V. Ochoa Angrino, Solanlly, editora VI. Jaramillo Martínez, Catalina, editora VII. Cabrera Calvache, Sergio, editor VIII. Herrera Pernett, Daniel, editor IX. Ramírez Lasprilla, Laura X. Gómez Navas, Diana, editora XI. Serna Dimas, Adrián, editor XII. Arango, Lizeth, editora XIII. López, Natalia, editora XIV. Vargas, Margarita, editora XV. Gutiérrez Ortiz, Isabella, editora XVI. Pontificia Universidad Javeriana Cali. Facultad de Huma- nidades y Ciencias Sociales. SCDD 370.115 ed. 23 CO-CaPUJ lmc/2020 Aproximaciones a la educación de calidad y la justicia social Freddy A. Guerrero y Adelina Peña Una experiencia de educación para la paz desde una perspectiva territorial: Aportes a la construcción de justicia social para la calidad educativa Adelina Peña La justicia transicional en clave de la pedagogía de la reconciliación y escuelas en contexto de transición Adriana González Perdomo Relevancia personal y social en las interacciones educativas y su relación con el compromiso comportamental Tatiana Rojas-Ospina, Solanlly Ochoa-Angrino, Catalina-Jaramillo Martínez, Sergio Cabrera Calvache, Daniel Herrera Pernett y Laura Ramírez Lasprilla La justicia social y el pupitre de al lado. Familia, escuela y alteridad Diana Gómez-Navas y Adrián Serna-Dimas La educación como herramienta para la transformación de los estereotipos de género en mujeres rurales de Colombia Lizeth Arango, Natalia López, Margarita Vargas COVID-19, una experiencia universitaria en una reali- dad virtual Isabella Gutiérrez Ortíz TABLA DE CONTENIDO 9 30 59 91 123 161 188 7 Agradecimientos El presente libro recoge una serie de trabajos de inves- tigación que se articulan alrededor del Encuentro Educación de Calidad y Justicia Social, desarrollado los días 19, 20 y 21 de septiembre de 2019, en el marco del VII Encuentro de la Cátedra Internacional Ignacio Martín Baró y de la Cátedra Desarrollo, Aprendizaje y Educación del Departamento de Ciencias Sociales de la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales de la Pontificia Universidad Javeriana, sede Cali. Este resultado fue posible gracias a la colaboración en la preparación, diseño y ejecución por parte del profesor Jai- ro Montes, entonces coordinador de la Cátedra Desarrollo, Aprendizaje y Educación; de Ángela Cadavid representante del Programa Red Educapaz; de James Cuenca del Programa Forja; y de Consuelo Giraldo y Diana Concha del Centro de Expresión Cultural de la Pontificia Universidad Javeriana sede Cali. A ellos nuestros agradecimientos. Asimismo, un agradecimiento a los estudiantes del Se- millero Ruralidades y Memoria, quienes apoyaron activamente la realización de este evento; y a Mateo Reinoso, Esteban Cuero, Valentina Riaño y de manera particular a Margarita María Vargas quien apoyó tanto la realización del Encuentro como la elaboración del presente libro desde su labor como asistente del Comité Editorial del mismo. 9 Aproximaciones a la educación de calidad y la justicia social Freddy A. Guerrero1 y Adelina Peña2 Nada más ilustrativo para ambientar el tema del pre- sente libro que una crónica del escritor Colombiano Alberto Salcedo: La travesía de Wikdi (2013). Wikdi,o Anderson como le dicen en su escuela del municipio de Unguía, es un niño de 13 años de la etnia Kuna de la región del Da- rién colombiano, en el departamento del Chocó. Anderson comienza su itinerario diario alrededor de las cuatro de la mañana, aún sin clarear el día, para recorrer la trocha que le lleva desde su resguardo hasta su escuela. El recorrido es territorio paramilitar, con un comandante paradójicamente conocido como “El Profe” y que ha dejado muchas víctimas por la misma trocha por la que camina nuestro caminante. A él esto no le detiene en preocupaciones, pues su interés en asistir a la escuela deviene de su deseo de convertirse en un profe, pero de inglés y matemáticas. Sin descanso recorre la trocha; atraviesa cuatro puen- tes y trayectos fangosos donde los caballos se hunden y es necesario sacarlos con sogas. Acompañado en uno de sus recorridos por el cronista Salcedo, este comenta que los 1 Antropólogo de La Universidad Nacional de Colombia, Magister en Estudios Políticos de la Pontificia Universidad Javeriana, Docente del Departamento de Ciencias Sociales de la Pontificia Universidad Javeriana de Cali, Coordinador de la Cátedra Internacional Ignacio Martin Baro y miembro del Grupo de Investigación BITACUS. Correo Electrónico faguerrero@javerianacali.edu.co 2 Adelina Peña. Magister en Educación Desarrollo Humano. Coordinadora del Proceso de Sistematización del Proyecto Educapaz. Centro de Consultoría y Educación Continua. Pon- tificia Universidad Javeriana Sede Cali. Correo Electrónico adelinap@javerianacali.edu.co 10 Educación de calidad y justicia social “pedruscos afilados taladran la suela. El caminante siente las punzadas en las plantas de los pies aunque calce botas pantaneras” (Salcedo, 2013). Esta caminata diaria de Ander- son dura cinco horas entre la ida y el retorno; sin desayuno en la ida, pues le espera un refrigerio en la escuela, que en ocasiones es cancelado por falta de recursos. Allí, en la escuela, la Institución Educativa Agrícola de Unguía, fundada en 1961: se han forjado ebanistas, costureras, microempresarios aví- colas. Pero hoy el taller de carpintería se encuentra cerra- do, no hay ni una sola máquina de modistería y tampoco sobrevive ningún pollo de engorde. Supuestamente, aquí enseñan a criar conejos; sin embargo, la última vez que los estudiantes vieron un conejo fue hace ocho años. Tampoco quedan cuyes ni patos. En los 18 salones de clases abun- dan las sillas inservibles: están desfondadas, o cojas, o sin brazos. La sección de informática causa tanto pesar como indignación: los computadores son prehistóricos, no tienen puerto de memoria USB sino ranuras para disquetes que ya desaparecieron del mercado. Apenas cinco funcionan a medias. Recorrer las instalaciones del colegio es hacer un inventario de desastres. Finaliza Salcedo. (Salcedo, 2013) “Para conocer hay que caminar” (Vasco, 2007, p. 16), enseñaba como enunciación y como práctica otro profesor de antropología de la Universidad Nacional de Colombia; episte- mología y práctica aprendida de su trabajo solidario con algu- nas comunidades indígenas en el Cauca. Con estas palabras también podríamos traducir el drama en que se accede a la educación en esa travesía diaria de Wikdi, pues dice Salce- do (2013): “Visto desde lejos, un camino de herradura en el Chocó o en cualquier otro lugar de la periferia colombiana es 11 Pontificia Universidad Javeriana Cali mero paisaje. Visto desde cerca, [agregaríamos, caminando], es símbolo de discriminación” (2013). Así pues, no habrá educación de calidad con esos síntomas de discriminación representados en sistemas educativos inadecuados; no ha- brá educación de calidad con infraestructuras arruinadas; con contenidos inadaptados a las condiciones culturales de diver- sos sectores de la población. No la habrá con interacciones en el aula verticales, autoritarias y, como señalaría Paulo Freire (2005), con una educación de tipo bancario. Martín Baró (2018), inspiración de la Cátedra orga- nizadora del Encuentro, del que uno de los resultados es el presente libro; apelaba a una conciencia crítica donde aquellos paisajes, como los representados en los caminos de herradura de la crónica descrita, nos confronten con otras realidades y nos lleven a transformarla. Para algunas de las apuestas de nuestra universidad es reconocible una búsqueda de trasformaciones individuales y sociales desde el campo de la educación, entre ellas: el Pro- yecto Educapaz, que apuesta por la educación para la paz desde su acción multinivel y una mirada integral con pro- yecciones hacia el fortalecimiento de redes, la incidencia en política pública, la mejora de la institución, el fortalecimiento de la comunidad y del aula. El Programa Forja, que articula la experiencia académica con el servicio y la formación de los futuros profesionales, trascendiendo las aulas universitarias y orientándose hacia los entornos urbanos y marginales, cuya realidad es cercana pero en ocasiones invisible. El Centro de Expresión Cultural, que desde el nivel institucional apoya la difusión de experiencias sociales y educativas a través de la estética, enseñándonos otras formas de conocer que pasan por una reflexión desde el cuerpo y los sentidos, haciendo 12 Educación de calidad y justicia social visible esa idea del maestro Fals Borda (1987) o de Eduar- do Galeano (1993, p. 89), que refieren en los pescadores de Ciénaga Magdalena una forma de conocer, la de ser sentipensante. Y, finalmente, la Maestría en Educación, que pretende cualificar la práctica educativa de docentes y pro- fesionales vinculados a entornos educativos en el país. Otras apuestas resultan igualmente importantes como la de la Compañía de Jesús, a través de la campaña sobre el reconocimiento de la educación de calidad como un derecho universal y no un privilegio solo para sectores favorecidos. Algunas de estas reflexiones serán temas de los di- ferentes capítulos de este libro, los cuales se especificarán más adelante. Antes de ello es conveniente un marco amplio desde el cual la problemática de la educación de calidad y la justicia social es articulada. Inicialmente, es importante señalar a qué nos referimos con educación de calidad y justicia social. Para ello, tomamos como referencia que la educación de calidad parte de unas aspiraciones amplias; se refiere a un horizonte que busca sociedades más justas y solidarias, es una educación con sentido humano. Al res- pecto, en un texto de la Conferencia de Provinciales Jesuitas de América Latina y el Caribe- CPAL (2019), refiriéndose a la calidad en las instituciones educativas jesuitas, se señala: la calidad verdadera de la educación que ofrecen nuestras instituciones se medirá en su capacidad de: enaltecer la dig- nidad de todas las personas, propiciar la inclusión, la equidad y la justicia social; el respeto por las diferencias y cuidado del medio ambiente o el respeto por la casa común. (p. 120) 13 Pontificia Universidad Javeriana Cali Así pues, la educación de calidad no refiere simple- mente el acceso o los contenidos que conduzcan a una excelencia académica en términos individuales, no se refiere a la exacerbación del individualismo y la competitividad; en ella, también son indispensables una orientación ética y de valores, una crítica en los contenidos y su pertinencia. Así, la excelencia académica debe ir de la mano de la exce- lencia humana (CPAL, 2019). Si esta excelencia humana y académica no es accesible a todos y, por el contrario, es excluyente para los más desfavorecidos, entonces la calidad no es posible porque se sustenta en la injusticia social y promueve las pobrezas históricas. Entonces, habrá calidad de formación en espacios exclusivos de la educación, pero su carácter universal y su calidad tendrán los límites que im- ponen el mercado, los privilegios y las exclusiones sociales. Por supuesto, el contexto neoliberal actual no resulta el mejorescenario para una educación de calidad, íntegra como se propone; pues la constitución del individualismo, la competencia y los valores del mercado atraviesan el ethos educativo actual, enmascarando discursivamente las imposi- bilidades que superen la técnica y la instrumentalización hu- mana más como medio que como fin. Es un contexto donde el desmantelamiento de las múltiples formas del estado de bienestar han dejado como base la inequidad en diversos escenarios, incluyendo el de la educación (Martínez, 2014). Otras consideraciones de estos anclajes podemos en- contrarlas en el nivel internacional. En ese sentido, en su tex- to “La educación encierra un tesoro”, Delors (1997), desde la UNESCO, señala la relación entre calidad y justicia social, al decir que “la persona debe poseer todos los elementos de una educación básica de calidad. Más aún, es desea- 14 Educación de calidad y justicia social ble que la escuela le inculque más el gusto y el placer de aprender, la capacidad de aprender a aprender” (p. 15). Lo anterior supone que “las políticas educativas alcancen el objetivo de una enseñanza a la vez de calidad y equitativa” (p. 18), donde la educación sea un medio para alcanzar el desarrollo y la mejora de la calidad de vida. Esta proyección se continúa desde las Naciones Uni- das (2019) en los Objetivos de Desarrollo sostenible, donde señalan que es necesario “garantizar una educación inclu- siva, equitativa y de calidad y promover oportunidades de aprendizaje durante toda la vida para todos” (objetivo 4). En este sentido, la situación actual se caracteriza por: Las razones de la falta de una educación de calidad son la escasez de profesores capacitados y las malas condiciones de las escuelas de muchas zonas del mundo y las cues- tiones de equidad relacionadas con las oportunidades que tienen niños y niñas de zonas rurales. Para que se brinde educación de calidad a los niños de familias empobrecidas, se necesita invertir en becas educativas, talleres de forma- ción para docentes, construcción de escuelas y una mejora del acceso al agua y electricidad en las escuelas… Se es- tima que el 50 % de los niños que no asisten a la escuela primaria viven en zonas afectadas por conflictos. (Organismo Internacional de Juventud para Iberoamérica [OIJI, s.f.) Ante este escenario, las acciones proyectadas al 2030 están orientadas al logro de una “educación gratuita, equita- tiva y de calidad y producir resultados de aprendizaje perti- nentes y efectivos” (UNESCO, 2015, p. 3). La inclusión y la equidad en la educación y a través de ella son la piedra angular de una agenda de la educación 15 Pontificia Universidad Javeriana Cali transformadora, y por consiguiente nos comprometemos a hacer frente a todas las formas de exclusión y marginación, las disparidades y las desigualdades en el acceso, la parti- cipación y los resultados de aprendizaje. Ninguna meta edu- cativa debería considerarse lograda a menos que se haya logrado para todos. Por lo tanto, nos comprometemos a realizar los cambios necesarios en las políticas de educación y a centrar nuestros esfuerzos en los más desfavorecidos, especialmente aquellos con discapacidad, para velar por que nadie se quede atrás. (UNESCO, 2015, p.4) Desde esta perspectiva, en la educación de calidad se consideran aspectos como: educadores cualificados y empoderados, adquisición de competencias, educar para el desarrollo sostenible y ciudadanía mundial, promover opor- tunidades de aprendizaje de calidad a lo largo de la vida para todos, aprovechar las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC), entre otros. En síntesis, desde este nivel internacional, la educación es un derecho humano fun- damental y un derecho habilitador. Para hacerlo realidad, los países deben garantizar un acceso universal e igualitario a una educación y un aprendizaje inclusivos y equitativos de calidad, que deberán ser gratuitos y obligatorios, sin dejar a nadie rezagado. Además, la educación deberá tener, por finalidad, el desarrollo pleno de la personalidad humana y promover el entendimiento mutuo, la tolerancia, la amistad y la paz (UNESCO, 2015, p. 7). Entonces, en esa relación de la educación de calidad y la justicia social, la primera debe aspirar a serlo en tanto esté orientada hacia el sistema educativo como conjunto, en sus relaciones prácticas y pedagógicas, en el carácter integral de la formación; pero todo ello sobre la base de superar las injusticias sociales. Allí un anclaje entre estas dos dimensio- 16 Educación de calidad y justicia social nes que se podrían señalar indisociables. De ahí que, con respecto a las zonas de conflicto armado, se considere que el sistema educativo debe tener una capacidad de adapta- ción para dar respuestas a las necesidades de niños, jóve- nes y adultos y, por su mayor vulnerabilidad, a las personas desplazadas y los refugiados” (Organización de los Estados Americanos [OEA], 2017). Es prioritario que la educación se mantenga durante todo el tiempo, durante el conflicto y el posconflicto. Tal observación resulta relevante, ya que Colombia atraviesa un proceso de posacuerdo luego de la firma del Acuerdo de Paz entre el Estado colombiano y las FARC- EP, aspecto que hace volcar la mirada sobre el tema de la educación nuevamente (en especial la educación rural), desde el for- talecimiento de la calidad, el acceso, la pertinencia a todos los niveles educativos; y en general el fortalecimiento de la educación en derechos humanos en distintos niveles edu- cativos (Gobierno nacional y FARC-EP, 2016). Por otra parte, en lo nacional, desde la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos- OCDE (Radinger et al., 2017) se reconocen las desigualdades so- ciales y económicas entre las áreas urbanas y rurales a nivel del contexto educativo, sabiendo que “poco más del 30 % de la población y entre el 60 % y 76 % de los municipios pueden considerarse rurales” (p. 3). En este sentido, aunque se ha avanzado considerablemente en materia de cobertu- ra, las tendencias de desempeño son variadas y persisten grandes desigualdades entre los estudiantes de áreas rurales y urbanas. Aunque la formulación de políticas educativas apoya una visión compartida a largo plazo, el marco institu- cional encaminado a garantizar su continuidad es deficiente: 17 Pontificia Universidad Javeriana Cali el sistema de financiación contribuye a múltiples objetivos de finanzas públicas, pero no considera las desigualdades entre los territorios, las escuelas y los estudiantes adecuadamente; el financiamiento de proveedores privados facilita una flexi- bilidad para la provisión pública, también en áreas rurales, pero existen preocupaciones sobre un aseguramiento de calidad suficiente; la educación escolar sigue un enfoque in- tegral con beneficios potenciales para la igualdad, pero per- sisten retos en cuanto al desarrollo de una oferta pertinente y articulada; las escuelas tienen plataformas para la partici- pación comunitaria, pero existen ciertas preocupaciones en relación a la organización de la enseñanza y el aprendizaje y el deficiente liderazgo escolar; entre otros aspectos. Ante este panorama, algunas recomendaciones son: conciliar la asignación de presupuesto suficiente para la edu- cación escolar con las prioridades de política establecidas, asegurar una mayor continuidad en la política y construir ca- pacidades locales. Fomentar la revisión de las redes esco- lares, mejorar la regulación y el aseguramiento de la calidad de las escuelas privadas contratadas y abordar el riesgo de segregación. Profesionalizar el liderazgo escolar y fortalecer al apoyo pedagógico técnico para las escuelas rurales, aprove- chando las redes potenciales. Iniciar un proceso de participa- ción a largo plazo para desarrollar un marco curricular nacio- nal y desarrollar un enfoque más integral para la evaluación de escuelas. Mejorar la provisión de educación para cumplircon las necesidades y los intereses de los estudiantes y para proveerles oportunidades de aprendizaje equitativas, indepen- dientemente de su contexto. Y, finalmente, fortalecer la forma- ción docente, conectando el desarrollo basado en la escuela y el desarrollo externo de los docentes y creando modelos específicos para los docentes en áreas rurales. 18 Educación de calidad y justicia social En general, esta breve aproximación al contexto pone de relieve oportunidades y limitaciones a la educación en Co- lombia. Como oportunidades, se pueden identificar la relevan- cia que en los Acuerdos de Paz tiene la educación rural y los derechos humanos, además de la reciente adhesión del país a la OCDE; ambos escenarios son oportunidades puesto que suponen la creación de condiciones para el fortalecimiento de la educación en el país. No obstante, como se expuso, preva- lecen aspectos estructurales en el orden social y económico que limitan tanto el acceso como la calidad de la educación. Sin duda, las dinámicas dadas en este escenario de país son propicias para reflexionar alrededor de la relación dada entre educación de calidad y justicia social. La concepción de educación de calidad y de justicia social en clave de contexto En el sistema educativo colombiano prevalecen pro- cesos de calidad creados desde una institucionalidad bu- rocrática regida por lógicas “empresariales”, de ahí que al hacer referencia a la calidad se delimita en función de los resultados de evaluaciones donde predomina la cultura de la estandarización, cimentada en los estándares, las competen- cias y los derechos básicos de aprendizaje (DBA). Tal esce- nario deja por fuera la forma en que acontece el día a día de la institucionalidad educativa, las condiciones de vida de los estudiantes, las familias y las comunidades; aspecto que no se contempla en los procesos de evaluación, que tienen como criterio rector establecer lo que se ha denominado el Índice Sintético de Calidad Educativa (ISCE), el cual se define como un “instrumento de medición de la calidad educativa de los establecimientos educativos y de las entidades territoriales cer- 19 Pontificia Universidad Javeriana Cali tificadas en educación” (República de Colombia, 2017, p.1); cuyos resultados orientan las acciones de mejora de calidad. En efecto, las necesidades dadas en las realidades del contexto educativo distan de la práctica institucional educati- va frente a la calidad; se observa la débil conexión existente entre las prácticas institucionales de calidad educativa y la realidad de los territorios donde acontece el acto educati- vo. A la luz de este escenario, se propuso reflexionar sobre la necesaria puesta en relación de la educación de cali- dad y la justicia social: ¿Cómo concebir una educación de calidad desde la justicia social en un contexto social, político y económico caracterizado por la desigualdad y la inequidad social, de tal manera que dé respuesta a las particularida- des del contexto y del territorio? ¿Qué condiciones deben acompañar una educación de calidad en clave de justicia social, a partir de los niveles que conforman el sistema edu- cativo desde lo internacional, lo nacional, lo local, lo institu- cional; hasta llegar al aula y la relación con la comunidad y el entorno inmediato? ¿Cuáles experiencias hacen evidente la educación de calidad respecto al contexto en que se genera o se limita? Estas preguntas son desarrolladas en los diferentes capítulos que contiene el presente libro. Los dos primeros capítulos se vinculan a los procesos sociales y pedagógicos asociados a la construcción de paz, tomando como referencia ámbitos o contextos en los que el conflicto armado y sus consecuencias se presentan como formas de injusticia social, aquella producida por los daños sobre las víctimas directamente, además en el tejido social de las regiones. Estas formas de violencia traducidas en vio- lencia estructural, profundizan la injusticia histórica y deman- dan una forma de educación diferente, así como presencia 20 Educación de calidad y justicia social de agentes y pedagogías que contribuyan a superar dichos escenarios de violencia. Así, el primer capitulo Una experiencia de educación para la paz desde una perspectiva territorial: Aportes a la construcción de justicia social para la calidad educativa, es- crito por Adelina Peña, se basa en las ausencias que, repre- sentadas por los efectos del conflicto armado y las inequi- dades sociales, permite problematizar la siguiente pregunta: ¿Cómo una apuesta de educación para la paz en perspectiva territorial contribuye a la calidad educativa desde la justicia social? Este hilo conductor y metodológico de la reflexión, trae la experiencia del Programa Nacional de Educación para la Paz (Educapaz), iniciando con una presentación teórica y conceptual sobre la concepción de calidad en clave de jus- ticia social y la concepción de paz desde la mirada territorial. Se presenta entonces la labor de Educapaz en perspectiva territorial y su contribución a la calidad educativa desde la justicia social. En concreto, se toma la experiencia desarro- llada en el sur del Tolima en los municipios de Ataco, Cha- parral, Planadas y Rioblanco, para detallar la estrategia de formación-acción de la línea Educación Rural del Programa, donde confluyen las redes construidas entre diferentes ac- tores, fundamentales en los propósitos articuladores entre la educación de calidad y la justicia social. El segundo capítulo de Adriana González, La Justicia Transicional en clave de Pedagogía de la Reconciliación y Escuelas en Contexto de Transición, se sitúa en el campo de los estudios de la violencia y el conflicto armado, pero a su vez considerando el campo de la justicia transicional, revisan- do la incorporación de aspectos éticos, políticos y sociales en la escuela, bisagra en la construcción y reconstrucción de los 21 Pontificia Universidad Javeriana Cali vínculos comunitarios deteriorados por el conflicto armado. Se hace así una revisión de los principales instrumentos en el establecimiento de la Cátedra de la Paz, así como la identifi- cación de experiencias en instituciones educativas, ambien- tadoras de un proceso de posacuerdo desde una pedagogía de la justicia transicional y la reconciliación. Es la puesta en escena de estos procesos, que más allá de su conceptuali- zación, implican prácticas concretas en contextos regionales en donde el aula es un lugar privilegiado para la emergencia de nuevas actitudes, vínculos y prácticas; un enfoque de jus- ticia transicional desde abajo. Dicho enfoque es interesante porque, si es el vínculo fracturado de las relaciones sociales el que se destruye durante la guerra, la escuela es un lugar de sus posibles recomposiciones. Así, la justicia transicional entra como un componente esencial en la aproximación a una justicia social deseada, misma que la escuela permite adquiriendo un carácter relevante por el contexto vivenciado por la comunidad educativa dentro y fuera de los planteles. En términos metodológicos, el capítulo desarrolla una revisión documental normativa de los procesos de justicia transicional y sus engranajes con la escuela y educación. Para ello, retoma los principales hitos del contexto nacional y sus consecuencias en términos de la justicia social, inda- gando por esas experiencias ilustrativas que dan cuenta de la posibilidad de experimentar y crear procesos de justicia transicional desde abajo. De esta manera, se considera cla- ve la reconstrucción de confianzas y vínculos comunitarios que, desde una forma de justicia transicional desde abajo, presentan ese lugar privilegiado que es la escuela, hacien- do especial énfasis en las iniciativas de memoria como un acercamiento a esos componentes de la triada de la transi- cionalidad, verdad, justicia y reparación. 22 Educación de calidad y justicia social Con respecto a la relevancia y pertinencia en los espa- ciosregionales de una educación asociada al posacuerdo, no se pueden eximir las relaciones concretas en las aulas donde la justicia social adquiere otros matices, no exclusi- vamente por el conflicto sino por las interacciones educati- vas que enmascaran una imposición y relaciones de poder sobre los saberes que allí circulan. Por ello, la importancia del capítulo Relevancia personal y social en las interacciones educativas y su relación con el compromiso comportamental, el cual precisa no solo el elemento pedagógico o didáctico, sino el vínculo concreto entre maestros y estudiantes y cómo ese vínculo puede abstraerse de la realidad que circunda la vivencia de los miembros de la comunidad educativa, o bien hacer la realidad y las experiencias parte del proceso de formación. Por lo tanto, es una situación que recompone el vínculo en otros niveles, asociados a las demandas mismas del contexto y necesidades mismas de los estudiantes. Así, este capítulo de Tatiana Rojas, Solanlly Ochoa y los cuatro coautores que las acompañan, desarrollan la impor- tancia de la relación entre maestros y estudiantes y cómo la empatía de los primeros con las necesidades e intere- ses de los segundos, permitirían la denominada relevancia o pertinencia personal y social, incorporada en un sentido otorgado al conocimiento académico frente a las realidades y experiencias de los estudiantes. Sin duda, este proceso implica apuntar a una educación de calidad en tanto sus contenidos no se presentan asépticos, sino que son preci- samente relevantes en la asociación del mundo académico con las otras esferas personales y sociales. Lo anterior se acerca a la superación de la educación bancaria, en tanto se enfatiza en el punto de vista del estudiante, por lo cual aquellos aspectos de discriminación implícita que separan a 23 Pontificia Universidad Javeriana Cali los que saben de los que no saben, en tanto logran asimilar y reproducir (o no) los contenidos del educador; son supe- rados por un reconocimiento del otro como una fuente de saber. Es una educación de calidad que incorpora en esas interacciones micro elementos de justicia social naturalizados en los mecanismos tradicionales del sistema educativo y de las prácticas pedagógicas, que se evidencian en los niveles de compromiso afectivo, cognitivo y comportamental de los estudiantes. Metodológicamente, el capítulo se desarrolla desde una revisión de literatura sobre la temática y se resalta su im- portancia a nivel educativo. Luego de ello, se realiza una presentación del trabajo y abordaje metodológico en los es- cenarios objeto de la investigación; en el conjunto de ellos, participaron 137 profesores y aproximadamente 1900 estu- diantes de primaria de los cuatro departamentos de Colom- bia en los que la investigación se desarrolló. Cabe señalar que un punto fundamental del trabajo de investigación en las aulas se fundamentó en el sistema de observación CLASS, que permitió la recolección de información y el análisis de la variable Consideración de la perspectiva del estudiante. Por otro lado, desde una referencia a la sociedad ur- bana bogotana, en el capítulo La justicia social y el pupi- tre de al lado. Familia, escuela y alteridad, Adrián Serna y Diana Gómez, problematizan una pregunta que sintetiza las grandes preguntas de la educación en las últimas décadas: ¿Quién ocupa el pupitre de al lado? Con esta referencia logran colocar desde una mirada crítica las variables que influyen en el acto educativo y los supuestos de la calidad y la justicia social, que le constituirían como un bien común. Así, el sentido de la pregunta sobre quién ocupa el pupitre 24 Educación de calidad y justicia social de al lado considera la mismidad o diferencia sobre la cual está pensado el supuesto de justicia social en el ámbito educativo, bien como privilegio estamental o, como se re- fiere en la actualidad, como derecho universal. El capítulo nos conduce así por los terrenos de la sociología de la educación y, en particular, por las nociones de la diferencia y alteridad incrustados en las elecciones escolares-familiares y su relación con la justicia escolar y social. Adicionalmente, recoge reflexiones sobre un trabajo empírico que abordó diversos estratos socioeconómicos y familias de la ciudad de Bogotá. El trabajo se sustentó en la aplicación de entrevistas a profundidad a padres e hijos, ara identificar el tipo de justi- cia escolar concebido en sus elecciones escolares. Además, se enfatizaron los resultados a la siguiente pregunta: ¿Estaría de acuerdo usted con matricular a su hijo en una institución escolar donde se admiten estudiantes de otra condición eco- nómica, social o cultural? Los resultados, como se observa en la lectura del capítulo, dan razón de esa excelente metáfora sobre el pupitre de al lado. En un último apartado se recogen las voces de los estudiantes alrededor de la temática del libro. Así, el capí- tulo de Lizeth Arango, Natalia López, Margarita Vargas, es- tudiantes de sexto semestre de psicología de la Pontificia Universidad Javeriana Cali, se aproxima a la educación de las mujeres rurales al presentar las desigualdades que sufren en el ámbito educativo y en el marco del conflicto; esto para presentar cómo se vive el proceso de la educación en el periodo de posacuerdo. 25 Pontificia Universidad Javeriana Cali Finalmente, se encuentran los capítulos de Isabella Gu- tiérrez y María Lucia Mejía, la primera de ellas con el tex- to COVID-19, una experiencia universitaria en una realidad virtualizada, donde se mueve una reflexión entre la primera persona y la lectura más global y nacional de las percep- ciones de una estudiante universitaria que vive la pandemia de COVID-19 de una forma particular y tal vez dramática, pero que sin duda interpela a esas realidades y desigual- dades visibles en las demandas que el confinamiento y las interacciones virtuales permiten o no en el ámbito educativo. Por su parte, el texto de Mejía, La educación en Colombia en tiempos de COVID-19, genera una crítica importante a ese lugar común que le da un peso salvador a la virtualidad, catalizado por la demanda que, por estos medios, se exigen a las instituciones educativas. De manera categórica, la au- tora insiste en las limitaciones de la virtualidad, considerando que la educación requiere una dinámica social y cultural para ser integral, lo cual difícilmente podría ser copado por el entorno de los dispositivos o por la información por estos transmitidos. Las diferentes reflexiones generadas en procesos in- vestigativos, de intervención social y de reflexiones académi- cas, permiten responder las preguntas planteadas, ofrecien- do un repertorio de respuestas sobre el cómo concebir una educación de calidad desde la justicia social en contextos marcados por la desigualdad. Esa respuesta, paradójica- mente, se encuentra en alternativas de orden regional donde las condiciones son difíciles por la desigualdad, discrimina- ción y violencia permanente. Aun así, prácticas pedagógicas, redes de actores e iniciativas particulares con efectos co- lectivos, se muestran como experiencias que confrontan un horizonte de perpetuación de las desigualdades, mostrando 26 Educación de calidad y justicia social que la educación de calidad no solo es posible, sino que su relevancia y pertinencia se encuentra en los contextos y saberes mismos de todos los actores que conforman el sistema educativo. Desde las diversas perspectivas, el libro se aproximan a identificar, interpretar y analizar la relación de la educación de calidad con la justicia social; las metodologías son diver- sas, pues parten de procesos investigativos autónomos que logran converger en las temáticas de la presente publicación. Así, la mayoría de los capítulos acuden a la revisión docu- mental para presentar contextos o enmarcar los anteceden- tes de las problemáticas específicas a las que se refieren las investigaciones; asu vez, las escalas donde se ubica la reflexión refieren a las aulas y a cómo comprometen sus articulaciones con condiciones más amplias, asociadas a las regiones o el territorio. Aunque la información testimonial o los datos son mediados a través de la aplicación de entre- vistas y encuestas dependiendo de los recursos y preguntas de investigación empleadas por los autores; en general, las investigaciones pueden ubicarse como de orden cualita- tivo y se articulan en la preocupación por aspectos de la inequidad, las desigualdades y exclusiones sociales, cuyos síntomas se expresan en el contexto educativo, ratificando entonces sus efectos en la educación de calidad como límite o posibilidad de aproximar a la sociedad como conjunto a las oportunidades que podría brindar el sistema educativo y, por ende, aproximarnos a la justicia social. 27 Pontificia Universidad Javeriana Cali Referencias Conferencia de Provinciales Jesuitas de América Lati- na y el Caribe. (2019). La Compañía de Jesús y el Dere- cho Universal a una Educación de Calidad. Colección CPAL. https://issuu.com/ausjal/docs/libro14mar19 Delors, J. (1997). La educación encierra un tesoro. 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Revista de Humanidades, Universidad Colegio Ma- yor de Cundinamarca, No. 6, enero-junio de 2007, pp. 19-52 30 Educación de calidad y justicia social Una experiencia de educación para la paz desde una perspectiva territorial: Aportes a la construcción de justicia social para la calidad educativa3 Adelina Peña4 A modo de introducción Un abordaje sobre la reflexión en torno a la educación para la paz, pasa por ubicar el contexto de conflicto armado y de posacuerdo colombiano. En este sentido, Niño y Palma (2018) exponen que el posacuerdo tiene un tiempo definido, en tanto el posconflicto es un proceso que se construye a lo largo de mucho tiempo. Igualmente, señala que perviven otras dimensiones del conflicto armado, además de tener lu- gar lo que ha denominado la post-farcarización para indicar la pugna por el control territorial, que conduce a la emer- gencia de otras expresiones de violencia. Tal perspectiva, lamentablemente se contrasta con las voces desde los te- rritorios: “ya no están las FARC, pero empezaron a aparecer otros, amenazando, cobrándonos cuando sacamos el café” (Comunicación personal, Familia rural, 2017). Dado lo anterior, el posacuerdo es solo el inicio en el camino de la construcción de paz de la mano de la educa- 3 El capítulo se inscribe en la Línea temática del Proyecto Educapaz, Reflexiones en torno a la educación de calidad y la justicia social desde experiencias concretas. 4 Adelina Peña. Magister en Educación Desarrollo Humano. Coordinadora del Proceso de Sistematización del Proyecto Educapaz. Centro de Consultoría y Educación Continua. Pon- tificia Universidad Javeriana Sede Cali. Correo Electrónico adelinap@javerianacali.edu.co 31 Pontificia Universidad Javeriana Cali ción en la transformación social. Por ello, la educación como un escenario potente y esperanzador frente a la construcción de paz tiene grandes retos por delante, pues aunque se dé un cese al fuego, en las vidas de los colombianos continúan los aprendizajes forjados a fuego de la guerra, de la violencia, de la indiferencia, del aislamiento, del silenciamiento, del despla- zamiento. Son múltiples las heridas históricas, especialmente, en zonas rurales caracterizadas por las “ausencias”. Estas ausencias se evocan en las voces de comunida- des educativas rurales al rememorar las vivencias de su tra- segar educativo en el territorio. “Aquí es la ley de la guerrilla, ellos mandan, porque no hay nada más” (Comunicación personal, Familia rural, 2017); “Por aquí nunca viene el rec- tor” (Comunicación personal, Docente rural, 2017); “estudiar para qué, eso no sirve para nada, es perder el tiempo, tiene es que trabajar en la finca” (Comunicación personal, Familia rural, 2017); “los muchachos una vez terminan el bachi- llerato se van para la ciudad a buscar trabajo y si quieren seguir estudiando, aquí no tienen oportunidad, el campo se está quedando solo” (Comunicación personal, Docente rural, 2017); “nos tocaba enseñar entre intercambio de fuegos, la escuela queda entre dos montañas, en una estaba la gue- rrilla y en la otra el ejército, tenían muchos enfrentamientos” (Comunicación personal, Docente rural, 2017). Estas y mu- chas más son las voces de territorios rurales que han vivido históricamente el conflicto armado colombiano; en particular, se hace referencia a la esquina sur del Tolima como terri- torio que ha transitado por un prolongado conflicto armado vinculado con las FARC (Aponte, 2019). Ante la crudeza de las realidades que exponen las voces de territorios rurales, cabe preguntarse: ¿qué supone la cali- 32 Educación de calidad y justicia social dad educativa, máxime si esta se comprende desde la justicia social?; ¿cómo lograr semejante desafío? Sin duda, un impe- rativo ético y humano es la restitución de las voces silenciadas por las balas, el reconocimiento de los invisibilizados ante sí mismos y ante los demás, el resurgir de los sueños en un horizonte utópico que contrarreste la indiferencia y el olvido. Este es el desafío que mueve a una alianza de la sociedad ci- vil colombiana conformada por la academia y organizaciones sociales de gran trayectoria, tanto en el país como en Latino- américa y otras latitudes. Juntas,deciden apostar firmemente desde la educación a la construcción de la paz en territorios donde se ha vivido de manera más directa el conflicto ar- mado, especialmente territorios rurales; es así como nace el Programa Nacional de Educación para la Paz- Educapaz. En adelante, se tiene como propósito reflexionar sobre la experiencia que ha tenido el programa Educapaz a partir de la pregunta problematizadora: ¿cómo una apuesta de educación para la paz en perspectiva territorial contribuye a la calidad educativa desde la justicia social? En tal sen- tido, la reflexión se desarrolla en tres momentos. Un primer momento expone las voces académicas que acompañan la discusión desde la concepción de calidad en clave de justicia social, y de paz desde la mirada territorial. En un se- gundo momento, se describe la alianza de los socios como una red que actúa en el territorio colombiano aportando a la construcción de paz. Y, finalmente, en un tercer momento se expone una aproximación al programa Educapaz desde su estrategia de formación-acción de la línea Educación Rural, donde se circunscribe la experiencia lograda en el primer territorio donde hizo presencia el programa al sur de Tolima en los municipios de Ataco, Chaparral, Planadas y Rioblanco; en ella, participaron representantes de instan- 33 Pontificia Universidad Javeriana Cali cias gubernamentales a cargo de la educación, directivos, docentes, estudiantes, familias, líderes de diversos sectores, entre otros. Voces del territorio académico en diálogo con la experiencia La calidad educativa desde la mirada de la justicia social supone, en primer lugar, concebir la educación de calidad como un derecho. “La educación es un derecho universal. Al estar al alcance de todos permite la cons- trucción de equidad. Hacer posible requiere un esfuerzo desde todos los ámbitos del mundo educativo: va desde el aula de clase hasta la política educativa” (Conferencia de Provinciales Jesuitas de América Latina y El Caribe [CPAL], 2019, p. 109). Además, la justicia social como criterio fun- damental de calidad educativa supone, principalmente, la participación de todos y la gestación de redes que contri- buyan a la co-construcción de requisitos para hacer viable el derecho rector que posibilita condiciones para los demás derechos: el derecho a la educación. Tal acometido permite inferir el cuestionamiento y rup- tura frente al paradigma de la calidad educativa, instituida desde prácticas y procesos burocráticos estandarizados y distantes de las singularidades de la vida cotidiana de las comunidades educativas en sus territorios. De ahí que la justicia social se traduce en “justicia educativa [que] es la justicia radical (radical viene de raíz), sin la cual nunca se llegará al árbol de la justicia social” (CPAL, 2019, p. 113). A partir de lo anterior se deduce que la justicia social remi- te a procesos de articulación y participación en torno a un propósito común: la educación situada y contextualizada con 34 Educación de calidad y justicia social arraigo en el territorio. Tal visión tiene proximidades tanto con las teorías de la justicia social desde la perspectiva crítica, como con la construcción de paz territorial desde una mira- da en clave sistémica. Así, desde las teorías de justicia social, la reflexión aquí expuesta se hace convergente con las propuestas de Young (2000) y Fraser (2000). Por un lado, desde la perspectiva de Young (2000), la justicia se refiere a la generación de condiciones institucionales que facilitan a las personas: el ejercicio de sus capacidades, la comunicación, la coope- ración y la toma de decisiones sobre asuntos que inciden en sus vidas. Estas se ven restringidas por cinco formas de opresión, una de ellas la violencia. La opresión impide a las personas participar en la determinación de sus acciones y/o de sus condiciones de vida. No hay conciencia del poder cuando este realmente se encuentra presente en todos los integrantes de una red, lo cual indica que se requiere un proceso emancipador donde se fortalezcan las aptitudes de participación y el ejercicio de las capacidades de las perso- nas, muchas de las cuales tienen lugar en la acción política en el contexto institucional. Por su parte, Fraser (2000) propone dos tipos de in- justicia social aparejadas a dos formas de solución, es decir, dos formas de generar justicia social. Así, la injusticia eco- nómica se soluciona por la vía de la redistribución, vía que implica una reestructuración político-económica que deriva hacia la indiferenciación de los grupos sociales; y la injusticia cultural se soluciona por el camino de la representación, lo cual supone cambios culturales o simbólicos que derivan hacia la diferenciación de los grupos sociales. Tales solu- ciones resultan antagónicas entre sí, ya que generan resul- 35 Pontificia Universidad Javeriana Cali tados contrarios; no obstante, lo económico y lo cultural se halla estrechamente vinculado, surgiendo así el dilema entre la redistribución y el reconocimiento. Así, las comunidades ideales que requieren solo un tipo de solución no existen; la autora propone el término comunidades bivalentes para indicar que viven ambos tipos de injusticia social, señalando que “las desventajas económicas impiden la participación igualitaria en la creación de la cultura, en las esferas públi- cas y en la vida cotidiana… acaba en un círculo vicioso de subordinación cultural y económica” (p. 31). Ante las limitaciones antes expuestas, la autora propone soluciones alternativas: afirmación y transformación, que atra- viesan la redistribución y el reconocimiento. Las soluciones afirmativas son las que “tratan de corregir los efectos injustos del orden social sin alterar el sistema subyacente que los genera” (p. 48); por el contrario, las soluciones transforma- doras, al tratar de corregir los efectos injustos, sí buscan la reestructuración del sistema que los genera. Así, se concluye que la transformación en vínculo con la redistribución y el reconocimiento son las formas de producir justicia social. “El proyecto de transformar las estructuras profundas tanto de la economía política como de la cultura se muestra como la única orientación programática aglutinadora capaz de hacer justicia a todas las luchas actuales que combaten contra la injusticia” (p. 66). Así, por caminos distintos, Young y Fraser apuntan a la participación como proceso que contribuye a superar las situaciones de subordinación u opresión; de tal manera, las actuaciones de los grupos sociales inciden en los cambios sociales necesarios para superar la injustica y generar con- diciones para la justicia social. 36 Educación de calidad y justicia social De otro lado, se acogen los aportes que se realizan so- bre la paz con vínculo al territorio. En esta perspectiva, Daniels (2015) y Galindo y Gómez (2016) señalan lo referido al forta- lecimiento tanto de las instituciones locales como de los pro- cesos comunitarios en el desarrollo e implementación de las políticas, programas y proyectos de construcción de paz en el territorio a través de las acciones y los recursos de las organi- zaciones o actores presentes. Por su parte, Paladini (2016) se refiere a la integración regional-local, afirmando que la paz te- rritorial supone construirla desde las demandas de los mismos territorios y la participación de las comunidades; esto implica un proceso de contextualización de los acuerdos nacionales a las demandas locales (Paladini, 2014; 2018). Adicionalmente, Aunta y Barrera (2016), a partir de los aprendizajes de las experiencias de los Nuevos Territorios de Paz5, establecen que en la paz territorial resultan clave las capacidades comunitarias, situándolas en las prácticas co- munitarias. Por consiguiente, propone que para comprender la paz territorial se debe concebir como un proceso tanto si- tuado en las regiones como conformado por organizaciones so- ciales y comunitariasen los territorios. En esta perspectiva, Marín 5 El Programa Nuevos Territorios de Paz surge a partir de las experiencias y aprendizajes provenientes de proyectos apoyados por la Unión Europea y el Gobierno nacional de Colombia, a través de instrumentos como los Laboratorios de Paz. Estos procesos han promovido y afianzado iniciativas donde la población civil ha tenido un rol protagónico en el marco de movimientos amplios y participativos que, apoyados en los instrumen- tos propios del Estado de derecho, han favorecido el desarrollo, la paz, la gobernanza y la construcción de región en zonas afectadas por la violencia. Dichos instrumentos se han constituido en mecanismos pacíficos de resistencia, protección y arraigo para la po- blación civil en un contexto de violencia generada por los grupos armados ilegales. Así, Nuevos Territorios de Paz busca apoyar iniciativas locales y regionales que ayuden a promover el desarrollo socioeconómico y la convivencia pacífica ciudadana con el apoyo de instituciones públicas y privadas, para garantizar el ejercicio formal y legal de una sociedad democrática. 37 Pontificia Universidad Javeriana Cali (2017) sostiene que en la implementación de los acuerdos lo territorial implica la recuperación de los tejidos comunita- rios, pues considera que es clave la participación activa y el reconocimiento de las experiencias y las prácticas de todos los actores en su territorio. Para complementar y reafirmar la perspectiva territo- rial se suma la mirada sistémica, de la cual se encuentra una aproximación en Barreto (2015), quien manifiesta que la construcción de una paz duradera, sostenible y positiva implica un proceso mucho más largo y que requiere la par- ticipación de muchos más actores de la sociedad, más allá del Estado y de los actores armados. Así, es un proceso que Pasará por las distintas esferas y niveles de la organización social, por las políticas macro definidas desde la Casa de Nariño en Bogotá, pero también por cada región, territorio y vereda del país, que tendrán que generar nuevas formas de convivencia […] Es un proceso paulatino y progresivo que se juega a varias escalas y niveles e implica la participación amplia de la población. (pp. 464-465) Dando continuidad a esta discusión, los aportes de Le- derach (1997) respecto a la construcción de paz desde una postura sistémica, donde considera como significativas tanto las relaciones como los niveles de liderazgos que configu- ran; exponen tres niveles: superior, medio y de base. Así, señala que “si queremos ver la realidad y el funcionamiento de las cosas, debemos examinar el sistema en su conjunto y las relaciones de las partes” (Lederach, 1997, p. 60). Al proponer los niveles, acoge una perspectiva sistémica frente a la cual señala su interdependencia, su simultaneidad en actividades y diferencias de ritmo. El nivel superior denota 38 Educación de calidad y justicia social poder y estructura, en tanto el nivel medio supone creación de redes que cumplen un rol de mediación y, finalmente, en el nivel de la base se promueve el liderazgo y la participa- ción de la comunidad. Al exponer los niveles, menciona el paradigma anida- do retomando a Maire Dugan (1996) quien propone cuatro elementos: uno, la cuestión, que equivale a una situación es- pecífica; dos, la relación; tres, el sistema que corresponde a la estructura; y cuatro, el subsistema que se localiza entre el sistema y la relación. El subsistema hace de mediador, “es un espacio de actividad de nivel medio que relaciona los otros niveles del sistema… el nivel medio proporciona el nexo es- tratégico con los otros niveles” (Lederach, 1997, p.93). Desde la postura de Lederach ambos enfoques tienen aspectos co- munes, pues se recupera la importancia de los niveles. Dichos enfoques se orientan según análisis sistémi- cos más profundos, pero al mismo tiempo proporcionan iniciativas prácticas para tratar las cuestiones inmediatas. Asimismo, permiten aprovechar valiosos recursos huma- nos, contactar con las redes institucionales, culturales e informales que trascienden los límites del conflicto y sacar el máximo beneficio de las mismas, así como relacionar los niveles de actividad por la paz dentro de la población. Esto implica que los planteamientos de subsistemas, de re- laciones y de actores del nivel medio son los que cuentan con más posibilidades de favorecer la actuación inmediata y práctica, así como la transformación sostenible a largo plazo (Lederach, 1997). A partir de lo anterior, la educación para la paz im- plica una aproximación al territorio desde una mirada sis- 39 Pontificia Universidad Javeriana Cali témica. En tal perspectiva, Berrio y Santos (2016) señalan que en el contexto de posconflicto, el desafío que afronta la educación se encuentra en adecuarse al territorio y, por consiguiente, a las necesidades de cada comunidad. De otra parte, Acevedo y Báez (2018), retomando la apues- ta de UNESCO (1999), toman como referencia los cuatro pilares de la educación para proponer cuatro ejes funda- mentales de la educación para la paz: uno, el aprender a conocer, donde se enfatiza el ganar en comprensión; dos, el aprender a hacer, donde se privilegia la actuación sobre el entorno; tres, aprender a vivir juntos, donde predomina la participación y la cooperación con los demás; y cuatro, el aprender a ser, como aquel aspecto en el que se avanza a medida que se participa de los anteriores aprendizajes. Es- tos ejes implican la perspectiva sistémica desde la mirada integral de los aprendizajes. Voces de la experiencia: Una red de socios por la paz en el territorio colombiano Como se menciona en la introducción, la experiencia del Programa Educapaz se realiza en dos partes. Esta primera parte, tiene como propósito exponer la forma en que el pro- grama contribuye a la construcción de paz desde su misma estructura como alianza, al constituirse en un nivel del sistema con una función de mediación en el territorio colombiano. A saber, el Programa Nacional de Educación para la Paz se consolida a partir de la articulación de sus socios en el año 2016, donde inicia la construcción de sus pilares desde la unión de sinergias provenientes de las trayectorias de saberes y prácticas de las diversas instituciones que la 40 Educación de calidad y justicia social conforman. Así, se configura como una iniciativa de inves- tigación, acción e incidencia local impulsada por un grupo de organizaciones de la sociedad civil, que busca contribuir a la paz en Colombia a través del fortalecimiento del sis- tema educativo colombiano, realizando alianzas territoriales, nacionales y globales que permitan llevar a todo el país, especialmente a los territorios afectados por el conflicto ar- mado, las buenas prácticas de educación para la paz que se construyen desde escuelas, comunidades, políticas públicas y organizaciones de la sociedad civil (Pontificia Universidad Javeriana Cali, s.f.). Ahora, ¿cuáles son las instituciones que conforman esta alianza? Las organizaciones vinculadas se dividen en socios y alianzas. Los socios son siete, entre estos se en- cuentran tres obras de la Compañía de Jesús: Pontificia Uni- versidad Javeriana Cali, Centro de Investigación y Educación Popular (CINEP), y Fe y Alegría. Así, Educapaz se convier- te en un escenario de regionalización al articular varias de las obras. Los otros cuatro socios son Fundación Escuela Nueva, Fundación para la Reconciliación6, Aulas en Paz7 y Centro de Investigación y Formación en Educación (CIFE) de la Universidad de los Andes. De otra parte, se encuentran 6 La Fundación para la Reconciliación (s.f.), es una entidad colombiana, sin ánimo de lucro, fundada en 2003 que desarrolla y apli- ca pedagogías para promover la Cultura Ciudadana del Cuidado, el Perdón y la Reconciliación. Facilitamos procesos de prevención, transformación pacífica de conflictos, superación de las violencias y fortalecimientode la cohesión social contribuyendo a la construcción de una paz sostenible. 7 El Programa Aulas en Paz (s.f.) trabaja por construir una sociedad más pacífica y prevenir la violencia en los colegios. De la mano de estudiantes, docentes, instituciones educativas, practicantes de universidades y normalistas, seguiremos promoviendo el desarrollo de las habilidades socio- emocionales fundamentales para romper con el ciclo de la violencia. 41 Pontificia Universidad Javeriana Cali las alianzas con instituciones como Fundación Avina8, Centro Internacional de Aprendizaje y Servicio Solidario (CLAYSS) y Red Nacional de Programas Regionales de Desarrollo y Paz (Redprodepaz). Las razones de su articulación obedecen a sus aportes a la educación del país, a su vocación por el servicio dispuesto a la transformación de realidades sociales de marginación, exclusión, injusticia, entre otras; se traduce en una apuesta firme y decidida por la construcción de paz en el escenario de posacuerdo que atraviesa el país. Desde los aportes de la perspectiva sistémica de Le- derach (1997), el programa contemplado equivale al nivel medio y al subsistema, ya que se constituye en una red con una función de mediación, la cual se ha ido consolidando a través del tiempo a medida que se va amplificando su presencia en distintas regiones del país, pasando del sur de Tolima y la costa Caribe al Pacífico colombiano. Tal mediación se da hacia el nivel superior y hacia el nivel de la base. Las acciones de Educapaz orientadas hacia el nivel superior se consolidan en la línea de investigación e incidencia nacional; su principal foco de acción es generar un escenario de interlocución con las instancias nacionales a cargo de la política pública educativa, con especial énfasis en la educación rural. Actualmente, resultado de este pro- ceso, en el nivel nacional se cuenta con la plataforma Paz a tu Idea en alianza con el Ministerio de Educación Nacional, para apoyar la gestión de conocimiento a través de la con- solidación de comunidades de aprendizaje y la construcción 8 La Fundación Avina contribuye al desarrollo sostenible en la región a nivel de Lati- noamérica y con presencia en África. Al dar cumplimiento a su misión, fomenta la construcción y fortalecimiento de procesos colaborativos de cambio entre actores de distintos sectores para impactar de manera positiva en los ODS (Fundación Avina, s.f.). 42 Educación de calidad y justicia social de la caja de herramientas desde el saber que se construye en los diversos procesos educativos que se dan en los te- rritorios. Igualmente, se aperturan escenarios de interlocución a nivel internacional con instituciones interesadas en la ge- neración de conocimiento y los procesos de intervención en el campo educativo y en la paz. Por otra parte, las acciones orientadas hacia el nivel de la base en el orden local se estructuran en dos líneas: educación rural; y educación socioemocional, ciudadanía y reconciliación. Cada una de ellas despliega un conjunto de estrategias orientadas a fortalecer las capacidades de los agentes socioeducativos de los territorios para fortalecer los procesos educativos. De tal manera, Educapaz se orienta: a sedes educativas y comunidades rurales de zonas afec- tadas por el conflicto armado, colegios públicos y privados, urbanos y rurales, convencionales y alternativos, y comuni- dades muy diversas de toda Colombia; al mundo institucio- nal, desde gobiernos escolares hasta alcaldías, goberna- ciones y ministerios; y a escenarios de debate, centros de pensamiento y medios de comunicación en el nivel local, nacional y global (Programa Nacional de Educación para la Paz, s.f.). Además, es de anotar que la estructura que adopta el Programa Educapaz desde sus líneas y estrategias, se sus- tenta en una perspectiva que se denomina multinivel, a la cual subyace un principio sistémico. Los niveles interactúan con el territorio en distintos escenarios, como se observó anteriormente, desde lo nacional hacia lo local y viceversa; abriendo escenarios de interlocución, participación y arti- culación de sinergias en los territorios. De esta manera, la actuación de Educapaz en el territorio colombiano se con- 43 Pontificia Universidad Javeriana Cali solida en una práctica que se hace convergente con los planteamientos de Lederach con relación a la construcción de paz: Las actividades de construcción de la paz se presentan de varias formas, desde las iniciativas destinadas a cambiar las percepciones y lanzar nuevas ideas entre los actores próximos al proceso de diseño de políticas, pasando por la formación hasta la constitución de equipos, redes e ins- tituciones que intervengan activamente dentro del escenario. (Lederach, 1997, p. 86) De tal forma, Educapaz contribuye a la construcción de paz territorial desde la diversidad de sus actuaciones, todas guiadas bajo el principio de aportar a la viabilidad del dere- cho a la educación a partir de fortalecer la calidad educativa de la educación rural, la educación socioemocional para la ciudadanía y la reconciliación, y la incidencia a nivel nacio- nal y local en política pública educativa. Tales acciones se constituyen en escenarios de oportunidad para fomentar los procesos participativos en la toma de decisiones de las co- munidades frente a la educación en sus territorios. Voces de la experiencia: Tejiendo redes por la paz desde la educación rural Dando continuidad a la reflexión sobre la experiencia, en esta segunda parte se delimita a la educación rural como una de las líneas programáticas de Educapaz, que tiene como propósito elevar la calidad educativa. En esta línea se articulan tres estrategias: la formación-acción, la incidencia local y el acompañamiento. La formación-acción es liderada por la Pontificia Universidad Javeriana, la cual actúa como 44 Educación de calidad y justicia social escenario articulador de las otras dos estrategias a través de procesos formativos dirigidos a docentes y líderes locales. Así, la Pontificia Universidad Javeriana Cali genera un escenario para dar vida a su misionalidad orientada a la for- mación integral de personas que sobresalgan por su alta ca- lidad humana, ética, académica, profesional y por su respon- sabilidad social; y a la creación y desarrollo de conocimiento y de cultura en una perspectiva crítica e innovadora, para el logro de una sociedad justa, sostenible, incluyente, democrá- tica, solidaria y respetuosa de la dignidad humana (Pontificia Universidad Javeriana Cali, s.f.). Tal misión se cumple a partir del ejercicio de sus funciones sustantivas, especialmente el servicio a través del Centro de Consultoría y Educación Con- tinua, desde donde se lidera el Proyecto Educapaz. Esta misión es compartida con la estrategia de incidencia local liderada por el Centro de Investigación y Educación Po- pular (CINEP), que apuesta por la vida y una sociedad justa, sostenible y en paz. “Se fundamenta en la producción siste- mática de información, en la reflexión con rigor investigativo, en las propuestas de educación popular para el fortalecimien- to de las organizaciones y las comunidades, y en una acción de incidencia intencionada en lo público” (CINEP, s.f.). Además, se suma la estrategia de acompañamiento que cuenta con un doble liderazgo. Por una parte, Fe y Ale- gría de Colombia que, a su vez, es parte de la Federación Internacional de Fe y Alegría; y expone lo siguiente: Ser un actor de construcción de paz y ciudadanía, que con- tribuye a la movilidad social, la equidad y la vida digna para las personas en condiciones de vulnerabilidad, pobreza y 45 Pontificia Universidad Javeriana Cali exclusión. Para lograr este propósito, Fe y Alegría trabaja por mejorar la educación pública y por generar y potenciar capacidades en los niños, niñas, adolescentes y personas adultas para que sean agentes de cambio de sus propias vidas y de sus entornos. (Fe y Alegría Colombia, s.f.)Y, por otro lado, la Fundación Escuela Nueva (s.f.), quien en su misión enuncia su contribución “a mejorar la calidad, relevancia y eficiencia de la educación repensando la manera de aprender y promoviendo un aprendizaje acti- vo, operativo y personalizado centrado en el que aprende” (s.f.). Sus propósitos giran en torno a la mejora de la cali- dad educativa en comunidades rurales y urbanas a través de la implementación del modelo Escuela Nueva Activa, el cual se adapta al contexto y poblaciones. En esta estrate- gia tiene presencia la alianza con el Centro Latinoamericano de Aprendizaje y Servicio Solidario (CLAYSS) de Argentina, quien nace con el propósito de promover el desarrollo de la propuesta pedagógica de aprendizaje y servicio solidario con un claro énfasis en el desarrollo de proyectos educati- vos solidarios a nivel de instituciones educativas en América Latina. En su articulación a Educapaz, aporta a formar a las instituciones educativas en la pedagogía del Aprendizaje y Servicio Solidario como estrategia escolar (CLAYSS, s.f.). A partir de lo anterior, es importante anotar que a lo largo de toda la línea de Educación Rural se encuentran presentes las obras de la Compañía de Jesús, quienes tie- nen una opción preferencial por las comunidades excluidas y víctimas, en particular aquellas a las que no se les reco- noce ni se respetan sus derechos fundamentales. Como se puede observar, al interior del Programa Educapaz se tejen diversas redes entre los socios que la conforman para actuar 46 Educación de calidad y justicia social conjuntamente en los territorios, actuación donde se dispo- ne de manera sinérgica de los saberes y las experiencias construidas a lo largo de las trayectorias institucionales de los socios. Así, la potencia de la red se logra cuando se comparte un horizonte ético común, una larga trayectoria al servicio de la educación en pro de la transformación social y el compromiso con la construcción de paz en el país. Red por el liderazgo local: Gestión participativa en la política pública educativa La reflexión en torno a la formación-acción orientada a líderes del territorio se realiza tomando como punto de refe- rencia el primer territorio circunscrito al sur del Tolima, como se ha mencionado con anterioridad. A la base de su im- plementación, se establece la articulación entre la Pontificia Universidad Javeriana Cali y CINEP. En esta alianza entre los socios la construcción de la propuesta formativa acogió los saberes y experiencias de ambas instituciones. En ese sen- tido, el objetivo de la formación-acción estuvo direccionado al fortalecimiento de capacidades para la gestión participativa de la política pública educativa a través de la dinamización de las mesas educativas municipales y su aporte a la cons- trucción de los planes educativos en los municipios de Ata- co, Chaparral, Planadas y Rioblanco y en estrecha relación con la Secretaría de Educación Departamental del Tolima. En cuanto al diseño y desarrollo de la propuesta, entre los aspectos a destacar de esta experiencia leída en clave de construcción de redes, están: 1. Un primer nivel de articulación entre las instancias del gobierno local, responsables de la educación en el de- 47 Pontificia Universidad Javeriana Cali partamento y en los municipios no certificados, y los socios de Educapaz vinculados a la línea, los cuales construyen conjuntamente los propósitos de la forma- ción; por ejemplo, fortalecer las mesas educativas muni- cipales para la construcción de los planes educativos, ya que ninguno de los municipios cuenta con ellos. 2. Un segundo nivel de articulación entre los sectores edu- cativo, social y político administrativo, pues se contó con la participación de representantes de diversas organi- zaciones en cada uno de los municipios. Se parte de considerar que la educación es compromiso de todos en el territorio. 3. Un tercer nivel de articulación entre los participantes de la formación y sus relaciones con las respectivas comu- nidades de origen, ya que la propuesta metodológica del proceso formativo les invitaba a estrechar estos lazos con sus comunidades para la construcción conjunta de conocimiento del territorio, de tal manera que las voces de las comunidades se hicieran presentes en los espa- cios de formación a través de los mismos participantes. 4. Y finalmente, un cuarto nivel de articulación entre las instancias gubernamentales educativas y los participantes de la formación, puesto que las mesas educativas mu- nicipales se configuran en un escenario de interlocución y los planes educativos municipales se constituyen en el medio para escalar los procesos de interlocución con los entes gubernamentales. Desde la perspectiva de Lederach (1997), la estrate- gia de formación-acción potencia el nivel de base a partir de la promoción de la participación y el fortalecimiento de liderazgos de los sectores educativos, sociales, y político- 48 Educación de calidad y justicia social administrativos en torno a un fin común: la apropiación de la educación en el territorio desde la consolidación de las Mesas Educativas Municipales y la formulación de los Pla- nes Educativos Municipales. La perspectiva de territorio en el nivel de la base se consolida a partir del establecimiento de relaciones que se observan en los diversos niveles de articulación entre los actores locales sociales: relaciones en las cuales se da la ampliación de capacidades para la ges- tión educativa del territorio reconociendo sus realidades, sus necesidades y sus potencialidades. De esta manera, se contribuye a la calidad educativa desde la generación de condiciones para viabilizar la viven- cia de la justicia social. En este caso, la justicia social más que un ideal se constituyó en una experiencia lograda día con día al transitar por un proceso formativo orientado a la acción, donde, desde las voces de los participantes, se va- loran de manera significativa acciones como: el escuchar y ser escuchado, el relacionarse con sectores históricamente separados, el conocer las circunstancias que experimentan las comunidades y las familias, el trabajar de manera con- junta por un propósito común. La paz nace de las vivencias que se traducen en nuevas experiencias y, por ende, nuevos sentidos de vida colectiva en un territorio compartido. Red por la relación escuela-comunidad Dando continuidad a la reflexión de la experiencia des- de la estrategia de la formación-acción, esta vez orientada a docentes y comunidades educativas de las sedes focali- zadas como participantes en el programa Educapaz en los municipios de Tolima; en esta ocasión, a la base de su im- 49 Pontificia Universidad Javeriana Cali plementación, se establece la articulación entre la Pontificia Universidad Javeriana Cali, Fe y Alegría, Fundación Escuela Nueva y CLAYSS. En esta alianza, la construcción de la pro- puesta formativa se sustenta en los saberes y experiencias de las instituciones. El objetivo de la formación-acción estuvo entonces orientado al fortalecimiento de capacidades para la transfor- mación de las prácticas pedagógicas rurales. En su diseño e implementación, los docentes participantes contaron a su vez con un proceso de acompañamiento en sede por parte del gestor pedagógico; además, se integró al equipo dina- mizador de su sede. Importante precisar que la estrategia de acompañamiento se apoya en la conformación de equipos dinamizadores compuestos por integrantes de la comunidad educativa: estudiantes, familias, docentes, entre otros. Desde la perspectiva de la configuración de redes, dentro de los aspectos a destacar se encuentran: 1. Un primer nivel de articulación dado entre las institucio- nes educativas, la Secretaría de Educación del Tolima, representantes de la institucionalidad gubernamental en los municipios y los socios de Educapaz vinculados a la línea; donde se identifican necesidades educativas rura- les para fortalecer