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Resumen - El Mono desnudo (Desmond Morris)

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El Mono Desnudo – Resumen 
 
Desmond Morris es un zoólogo y en este libro nos habla de una especie muy particular, una clase de mono que 
visualmente es muy diferente a los demás, no tiene casi pelaje, camina erguido y en vez de vivir en los bosques 
vive en civilizaciones con complejas organizaciones sociales. Comienza por apodar a estos extraños monos 
como ¨monos desnudos¨, simplemente porque la desnudez de su cuerpo es su rasgo más notorio. 
Nos comienza hablando de los orígenes de esta especie. Hace muchos años, después de que se terminó la era 
donde los dominantes del mundo eran los grandes reptiles y los mamíferos no eran más que pequeños e 
insignificantes insectívoros que vivían en los árboles con miedo a ser devorados, estos tuvieron la oportunidad 
de dominar el terreno. Bajaron de su zona de confort al estar libre de peligros y con el paso del tiempo la 
evolución derivó en muchas ramas diferentes. 
Por ejemplo, por un lado, teníamos feroces depredadores con afiladas garras y dientes para devorar a sus 
presas, por otro teníamos animales herbívoros igual de veloces, pero más resistentes para poder escapar y no 
ser comidos, también algunos comenzaron a vivir bajo tierra, desarrollando formas eficaces de cavar túneles y 
perdiendo gran parte de sentidos como la vista para ganar sensibilidad en otros como el olfato y el tacto. 
Así se fue formando un diverso ecosistema con gran variedad de especies con diferentes formas de sobrevivir. 
¿Pero de dónde vienen estos monos? Un sector de los mamíferos no abandonó la seguridad de los árboles, se 
quedaron ahí alimentándose de insectos y frutos, especializándose en la agilidad y la fuerza para poder 
desplazarse por las ramas sin tener que bajar demasiado al suelo. Pero entonces algo pasó, por alguna razón 
hace algunos millones de años en África, el clima comenzó a cambiar, lo que hizo que los grandes dominios 
boscosos donde estos primates vivían tranquilamente comenzaron a disminuir, esto los obligó a tener que bajar 
a buscar nuevas formas de alimentarse, pero ¿cómo competir en un mundo donde otras especies les llevaban 
millones de años de ventaja especializándose en otras técnicas para alimentarse? Ellos no tenían ni las garras 
para cazar, ni la habilidad de excavar para buscar insectos en el suelo, ni la resistencia o velocidad para poder 
huir de los depredadores, en todos los aspectos estaban en desventaja al estar fuera de su zona de confort. 
Al principio fue difícil, estaban en una clara desventaja y comenzar el proceso de especialización sería algo muy 
tardado que derivaría en la probable extinción de la especie, entonces se tenía que buscar otra forma de abordar 
el problema. La evolución favoreció a la inteligencia. En algún momento alguien se dio cuenta que podía tomar 
una piedra con forma de cuña y usarla para golpear teniendo un efecto tan devastador como el de los zarpazos 
de un gran animal, o que podían afilar un palo y tendrían la penetración propia de los colmillos o las garras de 
un fuerte cazador. 
Poco a poco se fueron mejorando las técnicas y las estrategias y estos monos pasaron de ser presas a ser 
cazadores, esto también ayudó a que empezáramos a darle mayor peso a vivir en manadas cooperativas y por 
lo tanto a tener una organización social y a desarrollar mejores y más complicadas técnicas de comunicación. 
El hecho de que las batallas se ganaban con inteligencia, comunicación y estrategias para el uso de las 
herramientas favoreció a la larga el crecimiento y desarrollo del cerebro y la inteligencia, pero la mayoría de las 
especies duran unos pocos meses o años en desarrollar y llegar al tamaño máximo de sus cerebros, y estos al 
dejar de crecer tienen una menor capacidad de aprendizaje. Entonces con nuestra especie ocurrió un fenómeno 
muy interesante, la neotenia. Esto es un estado infantil prolongado, se retrasa el crecimiento del cerebro y por 
lo tanto tenemos una infancia enorme en comparación a la de otras especies, pero a cambio podemos aprender 
con mayor facilidad una mayor cantidad de cosas, algo que para nuestra especie resultó fundamental. 
Pero esto derivó en otro problema, al tener una infancia muy larga, somos dependientes de nuestros padres 
por demasiado tiempo, en otros animales después de unos meses o incluso días las crías son lo suficientemente 
autónomas como para alimentarse por su cuenta. Ya que las hembras en esa época tenían un hijo tras otro y 
estando embarazadas es difícil acompañar a los machos en las largas cacerías, solían quedarse en el 
campamento y por consecuente, siendo ellas quienes cuidaban a los niños, pero esto no es suficiente para la 
crianza tan exigente que suponen estos infantes. 
Por otro lado, también nos enfrentábamos al problema de que al ser tan largas las jornadas de caza los machos 
tenían que irse incluso por días dejando solas a las hembras, algo que en otras especies es imposible por la 
alta rivalidad que existe entre los machos donde muchas veces sólo el dominante se puede reproducir con ellas. 
También, esta misma jerarquía hace que cuando un macho más joven o fuerte derrota y le quita el liderazgo al 
otro, mata a las crías de la manada, y ya que por nuestra condición de infancia prolongada somos vulnerables 
demasiado tiempo todas estas cuestiones serían catastróficas. ¿Entonces cómo arreglamos esto? En 
resumidas cuentas, gracias al sexo. 
Una posible causa de nuestra anatomía tan particular en especial en el caso de las mujeres donde observamos 
senos y pezones tan estilizados y definidos, pero tan poco funcionales para su propósito principal, el de 
amamantar a las crías, además de la presencia de orgasmos y las tantas zonas erógenas en ambos sexos, 
puede ser producto de un mecanismo desarrollado con el fin de crear intimidad y mayor placer en los encuentros 
sexuales para con esto reforzar los lazos entre las parejas. 
El reforzar los lazos en las parejas tuvo demasiadas ventajas. Por un lado, los machos no tenían que pelear por 
ser los dominantes en la manada y ser los que se reprodujeran como en otras especies, esto permitió que se 
pudiera tener una mayor cooperación para la hora de cazar y vivir en comunidad, además de poder salir a cazar 
con la seguridad de que las hembras estarían seguras cuando regresaran. También al tener un vínculo más 
fuerte y por más tiempo, la crianza de los hijos se podía hacer con ayuda, entre 2 era más sencillo hacerse 
cargo, por lo que el infante no tenía que preocuparse demasiado en sus primeros años de vida y podía 
aprovecharse mejor este cerebro esponja de conocimiento, favoreciendo el gradual desarrollo de la inteligencia. 
Aunque para poder sobrevivir hemos tenido que cambiar algunos de nuestros hábitos y formas de vivir, todavía 
seguimos siendo animales y muchos de nuestros comportamientos tienen su explicación o su homólogo en los 
de otras especies. 
Por ejemplo, nuestro instinto de curiosidad es algo propio de los animales que no están especializados en una 
sola fuente de alimento. Un koala no le importa mucho nada fuera de tener ramas de bambú para comer, pero 
un animal que tiene que explorar para buscar comida, que debe cazar o evitar ser cazado siempre tiene que 
estar atento, analizar las situaciones y tener cierta curiosidad porque si no tuviera la capacidad de adaptarse 
seguramente a la larga se quedaría sin alimento. 
También, todo nuestro sistema de expresiones faciales, sonidos (como el llanto, gemidos, gruñidos, etc) y 
algunas acciones corporales las podemos encontrar en casi todos los animales. La diferencia es que nosotros 
al precisar tanto de un sistema de comunicación para organizarnos tanto socialmente como a la hora de cazar 
lo hemos ido perfeccionando y ampliado de manera enorme, mientras que otros primates tienen un par de 
sonidos para indicar cosas importantes como un peligro o para localizarse, nosotros tenemos decenas de 
idiomas, decenas de músculos en la cara que nos permiten expresar muchas emociones diferentes y una gran 
variedad de señas,que todo en conjunto nos ayuda a relacionarnos entre nosotros. 
Otro comportamiento que podríamos considerar homólogo es lo que hacen las comunidades de monos, como 
en la mayoría de los animales, el aseo es una parte muy importante, los pájaros se lavan las plumas, los gatos 
se limpian al lamerse, otros animales se revuelcan en el pasto o en el agua, etc. Los monos suelen usar el aseo 
como una forma de socialización para generar vínculos entre los demás. Nosotros por otro lado al considerar el 
aseo como algo más personal y privado, recurrimos a otros medios para el mismo fin, nos reunimos en grupos 
y charlamos para mejorar los vínculos sociales, ya sea con nuestros allegados o con extraños en 
conversaciones casuales en la fila de la tienda o en la parada del autobús como una muestra de cortesía. 
Estas muestras de cortesía también son algo muy importante para nuestra forma de organización social donde 
vivimos en aglomeraciones de miles o millones de personas, donde mantener un sistema jerárquico como el 
propio de los monos es algo imposible. En cambio, limitamos nuestras interacciones a nuestra pequeña esfera 
social de unas cuantas decenas de personas, el tamaño que tienen las comunidades de nuestros parientes 
primates. Y por otro lado tratamos de evitar el conflicto con los demás, no usamos señales que se podrían 
considerar agresivas como el mirar fijamente a otros, evitamos el contacto físico, nos disculpamos si sucede, 
damos los buenos días al entrar a un lugar con extraños, entre muchas otras pequeñas costumbres que 
tenemos. 
En algo donde sí podemos distinguirnos es en la domesticación de otras especies de animales. Si bien en la 
naturaleza existen especies que tienen relaciones donde ambas salen beneficiadas como en los organismos 
simbióticos o en las aves de rapiña con los animales carnívoros, los humanos somos los únicos que hemos 
aprendido a domar especies salvajes para usarlas en nuestro beneficio, como los caballos para transportarnos, 
las vacas y cerdos para alimentarnos, los perros para ayudarnos a cazar, defender nuestro territorio o como 
simple compañía, entre muchos otros ejemplos. 
Podría seguir mencionando muchísimas cosas que hemos heredado de nuestro pasado salvaje u homologías 
en nuestro comportamiento con el de otros animales, pero sería una lista enorme. A final de cuentas seguimos 
siendo simples monos que lograron adaptase a un mundo hostil donde se encontraban en una enorme 
desventaja, pero lograron salir adelante gracias a su inteligencia, y aunque hayamos llegado al espacio y 
tratemos de creer que nuestras acciones y costumbres son únicas y propias de nuestra especie y tratemos de 
camuflajearlas para engañarnos y darles un sentido humano no podemos evitar que a fin de cuentas siga siendo 
en esencia el mismo comportamiento de cualquier primate.

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