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tamente se desplazan en la superficie de nuestro planeta. En numerosas ocasiones durante la larga historia de la Tierra, las masas de tierra continental se han roto en fragmentos que posteriormente se alejan (véase la figura 17-11 en la página 345). Cada uno de estos fragmentos debe haber provocado la división de muchas poblaciones. El grupo de aves conocido como ratites, que no vuelan, incluyen el avestruz de África, el ñandú de Sudamérica y el emú de Australia. El antepasado de todas las especies de ratites vivió en el antiguo supercontinen- te de Gondwana. Cuando este bloque continental se fragmentó, diferentes porciones de una población ancestral de ratites quedaron aisladas en continentes separados y a la deriva. La selección natural y la deriva genética provocan que poblaciones aisladas se diferencien Si, por alguna razón, dos poblaciones se vuelven geográfica- mente aisladas, no habrá flujo de genes entre ellas. Si las pre- siones de la selección natural difieren en los diversos lugares, entonces es posible que las poblaciones acumulen diferencias genéticas. Por otra parte, surgen diferencias genéticas cuando una o más de las poblaciones separadas son lo suficientemen- te pequeñas para que haya deriva genética, lo cual resulta es- pecialmente probable a consecuencia de un efecto fundador (en el que unos cuantos individuos quedan aislados del agru- pamiento principal de la especie). En uno u otro caso y con el tiempo, las diferencias genéticas entre las poblaciones separa- das llegarán a ser lo suficientemente considerables como pa- ra imposibilitar su cruza. En ese punto, las dos poblaciones se habrán convertido en especies diferentes. Casi todos los bió- logos evolucionistas consideran que el aislamiento geográfi- co, seguido de especiación alopátrica, ha sido la fuente más común de nuevas especies, en especial entre los animales. El aislamiento ecológico de una población conduce a la especiación simpátrica Sólo se requiere el aislamiento genético —limitado flujo de genes— para la especiación, de manera que nuevas especies surgen por especiación simpátrica cuando las poblaciones se vuelven genéticamente aisladas sin que exista separación geo- gráfica (FIGURA 16-10). Por ejemplo, si una región geográfica contiene dos tipos distintos de hábitat (cada uno con sus pro- pias fuentes de alimento, lugares adecuados para la crianza, etcétera), los diferentes miembros de una misma especie po- drían comenzar a especializarse en un hábitat o en el otro. Si las condiciones son adecuadas, la selección natural en los dos hábitat diferentes conduciría a la evolución de distintos ras- gos en los dos grupos. Con el tiempo, estas diferencias podrían volverse suficientemente considerables para evitar que miem- La causa principal de la extinción es el cambio ambiental, espe- cialmente la destrucción del hábitat. Sin embargo, algunas es- pecies con pequeñas poblaciones también se ven amenazadas por un peligro menos obvio: la hibridación. Aunque los meca- nismos de aislamiento anteriores al apareamiento garantizan que, en su mayoría, los miembros de una especie no se crucen con miembros de otra, los apareamientos entre miembros de diferentes especies son posibles. Este fenómeno y la descen- dencia híbrida resultante son especialmente comunes en las aves y las plantas. ¿En qué forma resulta peligroso el apareamiento híbrido pa- ra las especies en vías de extinción? Recordemos que los meca- nismos de aislamiento posteriores al apareamiento garantizan que, en la mayoría de los casos, los descendientes híbridos so- brevivan con dificultad y que incluso sean estériles. Ahora ima- ginemos lo que sucede cuando el contacto entre dos especies produce híbridos, y una de ellas tiene una población mucho menor que la otra. Si los descendientes híbridos no logran so- brevivir y reproducirse, los números de ambas especies dismi- nuirán, pero el descenso tendrá un efecto proporcionalmente más devastador en la población de menor tamaño. Cuando la especie de mayor número se aparea con la especie menos nu- merosa, el efecto en esta última podría ser grave. Incluso si los descendientes híbridos logran sobrevivir, un elevado número de éstos podría abrumar a la especie menos numerosa, pues, en esencia, la especie abundante la absorbería. Es más probable que el daño de la hibridación ocurra cuan- do poblaciones pequeñas anteriormente aisladas entran en contacto con poblaciones más numerosas de una especie estre- chamente relacionada. Por ejemplo, la planta Clarkia lingulata es extremadamente escasa; se sabe que existe sólo en dos lu- gares en la Sierra Nevada de California. Por desgracia, hibrida fácilmente con su pariente más abundante, la Clarkia biloba, para producir descendencia estéril. Puesto que varias poblacio- nes de biloba crecen cerca de las poblaciones de lingulata, la extinción por hibridación es una posibilidad real para esta rara especie. Las actividades humanas a menudo provocan el contacto entre una especie en vías de extinción y otra más abundante con la cual puede hibridar. Por ejemplo, el pato hawaiano, que se encuentra sólo en las islas de Hawai, se aparea libremente con los ánades reales, una especie de patos no nativa que los cazadores introdujeron en Hawai como una forma de tener más especies disponibles. De manera similar, el lobo de Etiopía (FI- GURA E16-1), que está en vías de extinción, se ve amenazado por las cruzas con perros salvajes, mientras que el gato montés está en riesgo ante la hibridación con gatos domésticos. En és- tos y otros casos, una especie primero disminuye en número a causa de la destrucción del hábitat y luego se vuelve vulnerable al daño ulterior provocado por la hibridación con una especie más numerosa que está presente como resultado de las activi- dades humanas. Hibridación y extinciónGUARDIÁN DE LA TIERRA FIGURA E16-1 Lobos de Etiopía En la actualidad subsisten menos de 500 lobos de Etiopía. En- tre las amenazas a su existencia destaca la hibridación con pe- rros salvajes.
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