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Biologia la Vida en La Tierra-comprimido-626

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FIGURA 29-16 Bioma de chaparral
Este bioma, caracterizado por arbustos y pequeños árboles resis-
tentes a la sequía, se limita por las regiones costeras y se mantie-
ne gracias a los frecuentes incendios iniciados por los relámpagos.
Algunos de los arbustos en este chaparral cerca de San Francisco,
California, toman un color rojo brillante durante el otoño.
FIGURA 29-17 Pradera de pastos altos 
En el centro de Estados Unidos, los vientos que acarrean humedad
del golfo de México producen las lluvias de verano, las cuales hacen
posible el crecimiento exuberante de pastos altos y abundantes flo-
res silvestres. Los incendios periódicos, ahora cuidadosamente re-
gulados, impiden la invasión del bosque. PREGUNTA: ¿Por qué las
praderas de pastos altos son uno de los biomas en mayor peligro
de extinción en el mundo?
canza los 750 mm, casi toda la cual cae durante los fríos y hú-
medos inviernos que se alternan con veranos calurosos y se-
cos.A la proximidad del mar se deben el leve alargamiento de
la temporada de lluvias invernales, así como las frecuentes
nieblas durante la primavera y el otoño. El chaparral se com-
pone de árboles pequeños y arbustos resistentes a la sequía.
Sus hojas, por lo general, son pequeñas y a menudo están 
cubiertas de diminutas vellosidades o capas protectoras que
reducen la evaporación durante los meses secos de verano.
Estos resistentes arbustos también soportan los frecuentes in-
cendios que desencadenan los relámpagos durante el verano
(FIGURA 29-16).
Pastizales
En las regiones templadas de América del Norte hay desier-
tos en las sombras orográficas al este de las cordilleras, como
la Sierra Nevada y las montañas Rocallosas. Hacia el este, a
medida que la precipitación pluvial aumenta poco a poco, el
terreno comienza a sostener más y más pastos, hasta formar
las praderas de la región central norte de Estados Unidos. Ca-
si todos los biomas de pastizal o pradera están situados en el
centro de los continentes, como en Norteamérica y Eurasia,
donde reciben de 250 a 750 mm anuales de lluvia. En general,
los pastizales tienen una cubierta continua de pasto y práctica-
mente carecen de árboles, salvo a lo largo de los ríos. Desde
las praderas de pastos altos de Iowa, Missouri e Illinois, don-
de la lluvia es relativamente abundante (FIGURA 29-17) hasta
las praderas de pastos bajos del este de Colorado, Wyoming y
Montana (FIGURA 29-18), los pastizales de Norteamérica al-
guna vez se extendieron a lo largo de casi la mitad del conti-
nente.
El agua y el fuego son los factores fundamentales en la
competencia entre pastos y árboles. Los veranos calurosos y
secos, así como las frecuentes sequías de las praderas de pas-
tos bajos son tolerados por estos últimos, pero resultan letales
para los árboles. Los bosques son los ecosistemas clímax en
las praderas de pastos altos de la región más oriental, pero
históricamente los árboles fueron destruidos por los frecuen-
tes incendios, iniciados por los relámpagos o por los indígenas
de América del Norte con el propósito de mantener tierras de
pastoreo para el bisonte.Aunque el fuego destruye la parte al-
ta de los pastos, por lo regular sus sistemas de raíces sobrevi-
ven; los árboles, en cambio, mueren sin remedio. En un
tiempo los pastizales de América del Norte sostenían enor-
mes manadas de bisontes: hasta 60 millones de ellos a princi-
pios del siglo XIX. Todavía se puede ver al antílope americano
en algunas praderas del oeste de Estados Unidos; el gato
montés y el coyote son los principales depredadores grandes
en esa región (en la figura 28-5 se ilustra una red alimentaria
de pradera). Los pastos que crecieron y se descompusieron
durante miles de años produjeron el que quizá sea el suelo
más fértil del mundo. Un acre (4000 metros cuadrados) de
una pradera de altos pastizales naturales en Estados Unidos
da sustento a entre 200 y 400 diferentes plantas nativas.
Efectos de las actividades humanas
Cuando se inventaron arados capaces de abrirse paso entre
los densos pastizales, quedó listo el escenario para transfor-
mar las praderas de la zona central norte de Estados Unidos
en el “granero” de Norteamérica, así llamado por las enormes
cantidades de grano que se cultivan en su fértil suelo. Las pra-
deras de pastos altos, ahora uno de los ecosistemas en mayor
peligro de extinción en el mundo, se han convertido en terre-
nos agrícolas. Sólo subsiste el 1 por ciento, que se mantiene
protegido por medio de quemas periódicas controladas.
En la seca pradera occidental de pastos bajos, el ganado ha
tomado el lugar del bisonte y del antílope americano. El pas-
toreo excesivo destruye los pastos, que pueden verse rempla-
zados por la leñosa artemisa (FIGURA 29-19). Varios estados
de las zonas occidental y central norte de Estados Unidos, al
reconocer la importancia de estos biomas para la vida silves-
tre, tratan de evitar la expansión de las praderas de pastos ba-
jos y de contribuir a la recuperación de las praderas de pastos

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