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23 EL CONSUMO HUMANO DE ETANOL: BREVE HISTORIA Y PERSPECTIVA EL CONSUMO DE ETANOL PROPIEDADES FARMACOLÓGICAS DEL ETANOL Y EL METANOL ■ Etanol ■ Metanol EFECTOS DEL ETANOL EN LOS SISTEMAS FISIOLÓGICOS ■ La sabiduría de Shakespeare ■ CNS ■ Sistema neuroendocrino ■ Función sexual ■ Los huesos ■ Temperatura corporal ■ Diuresis ■ Sistema cardiovascular ACCIDENTE CEREBROVASCULAR ■ Pulmones ■ Musculoesquelético ■ Tracto gastrointestinal y sistema digestivo ■ Cánceres ■ Efectos hematológicos e inmunológicos ■ Mecanismos neuroinmunes EFECTOS TERATOGÉNICOS: TRASTORNOS ESPECTRALES DEL ALCOHOL FETAL USOS CLÍNICOS DEL ETANOL INTERACCIONES CON OTROS MEDICAMENTOS COMORBILIDAD DEL TRASTORNO POR CONSUMO DE ALCOHOL CON OTRAS ENFERMEDADES ■ Enfermedades psiquiátricas ■ Trastorno de estrés postraumático TRASTORNO DEL USO DEL ALCOHOL, GENÉTICA Y FARMACOGENÉTICA FARMACOTERAPIA DEL TRASTORNO POR CONSUMO DE ALCOHOL ■ Disulfiram ■ Naltrexona ■ Acamprosato ■ Otros agentes Capítulo Etanol El etanol (CH3CH2OH), o bebida alcohólica, es un alcohol de dos carbo- nos que afecta directamente muchos tipos diferentes de sistemas neuro- químicos e intermediarios de cascada, que tiene propiedades adictivas y gratificantes. Es la droga recreativa más antigua y probablemente contri- buye a más morbilidad, mortalidad y costos de salud que todas las demás drogas ilícitas. El actual Manual de Estadística y Diagnóstico de Trastornos Mentales (DSM-5) integra el abuso del alcohol y la dependencia al alcohol en un solo diagnóstico denominado trastorno del uso del alcohol (AUD) con subclasificaciones de leves, moderadas y graves (Asociación Ameri- cana de Psiquiatría [American Psychiatric Association], 2013). Este capí- tulo presenta una panorámica de los efectos del etanol en varios sistemas fisiológicos, para después centrarse en los mecanismos de los efectos del etanol en el CNS como la base para comprender la recompensa, procesos de la enfermedad y tratamientos por las condiciones relacionadas con el etanol. El consumo humano del etanol: breve historia y perspectiva El consumo de bebidas alcohólicas ha sido documentado desde hace al menos 10000 años antes de Cristo (a.C.). Unos 3000 años a.C., los grie- gos, los romanos y los habitantes de Babilonia ya habían incorporado el etanol en festivales religiosos, lo consumían por placer y en la práctica medicinal. En los últimos 2000 años las bebidas alcohólicas han sido identificadas en la mayoría de las culturas, incluyendo la América pre- colombina, alrededor del año 200 n.e. y en el mundo islámico en el si- glo viii. Los peligros del amplio consumo del alcohol han sido ampliamente reconocidos en casi todas las culturas, con más énfasis en la importancia de la moderación, aun así, los problemas con el etanol son tan antiguos como su propio uso. El incremento del consumo de etanol en el siglo xix, conjuntamente con la industrialización y la necesidad de una fuerza de trabajo independiente, contribuyó al desarrollo de esfuerzos para deses- timular la embriaguez, incluyendo una prohibición constitucional sobre la venta de bebidas alcohólicas en Estados Unidos de 1920 a 1933. Hoy en día, el trastorno por consumo de alcohol (AUD, alcohol use di- sorder) es uno de los trastornos psiquiátricos más predominantes a nivel mundial. En Estados Unidos, entre los adultos mayores de 18 años, el AUD se asocia con el uso de otras sustancias y trastornos psiquiátricos; a pesar de su prevalencia y comorbilidad, el AUD frecuentemente perma- nece sin tratamiento (Grant et al., 2015). Las cantidades más altas del consumo de etanol ocasional son usualmente observadas a finales de la adolescencia y a principios de los 20 años (CDC, 2012). Los adultos ma- yores beben con mayor frecuencia, pero consumen una menor cantidad total de bebidas cada mes (White et al., 2015). En Estados Unidos el con- sumo de bebidas alcohólicas per cápita, entre personas de 14 años y más, es equivalente a 2.3 galones (8.7 L) de alcohol absoluto anual (NIAAA, 2015). Entre los bebedores, alrededor de la mitad ha presentado proble- mas vinculados al alcohol como pueden ser: ausentarse a la escuela o al trabajo, la pérdida transitoria de la conciencia (blackouts) o conducir un vehículo de motor después de consumir alcohol (Schuckit, 2009). Un tercio de los hombres (36%) y un cuarto de las mujeres (23%) cumplen criterios de AUD leve, moderado o grave (Grant et al., 2015). Los CDC es- timaron que anualmente en Estados Unidos el consumo excesivo del eta- nol contribuye al 10% de las muertes de los adultos en edad laboral entre 20 y 64 años y a un tercio de los accidentes de tránsito fatales y tuvo un costo de $249 mil millones en 2010 (CDC, 2014). El consumo de etanol En comparación con otras drogas, se requieren cantidades grandes de etanol para lograr efectos fisiológicos. El consumo de etanol se mide en gramos. En contraste, la mayoría de las otras drogas con afinidades de proteínas específicas la dosis de consumo se mide en miligramos o micro- gramos. El contenido del alcohol en las bebidas, típicamente oscila entre 4 y 6% (volumen/volumen) para la cerveza, 10 a 15% para el vino y el 40% https://booksmedicos.org https://booksmedicos.org 422 Etan ol CA PÍTU LO 23 Abreviaturas ACh: (acetylcholine) Acetilcolina ADH: (alcohol dehydrogenase) Alcohol deshidrogenasa ALDH: (aldehyde dehydrogenase) Aldehído deshidrogenasa ARBD: (alcohol-related birth defect) Defecto congénito relacionado con el alcohol ARND: (alcohol-related neurodevelopmental disorder) Trastorno del neurodesarrollo relacionado con el alcohol AUD: (alcohol use disorder) Trastorno por consumo de alcohol BEC: (blood ethanol concentration) Concentración de etanol en sangre CHD: (coronary heart disease) Enfermedad coronaria CYP: (cytochrome P450) Citocromo P450 FAS: (fetal alcohol syndrome) Síndrome alcohólico-fetal FASD: (fetal alcohol spectrum disorder) Trastorno del espectro alcohólico fetal GABA: (γ-aminobutyric acid) Ácido gamma-aminobutírico HDL: (high-density lipoprotein) Lipoproteína de alta densidad 5HT: (serotonin) Serotonina IHD: (ischemic heart disease) Enfermedad cardiaca isquémica ISRS: (selective serotonin reuptake inhibitor) Inhibidor selectivo de la recaptación de serotonina LDL: (low-density lipoprotein) Lipoproteína de baja densidad LPS: (lipopolysaccharide) Lipopolisacárido NAChR: (nicotinic acetylcholine receptor) Receptor nicotínico de acetilcolina NF-κB: (nuclear factor kappa B) Factor nuclear kappa B NMDA: (N-methyl-d-aspartat) N-metil-d-aspartato SNP: (single nucleotide polymorphism) Polimorfismo de un solo nucleótido TEPT: (post-traumatic stress disorder) Trastorno de estrés postraumático TLR: (Toll-like receptor) Receptor similar al Toll hombres (Schuckit, 2006). Otros factores también afectan la absorción y el metabolismo; por ejemplo, la aspirina (1 g) inhibe la ADH gástrica y aumenta la biodisponibilidad del etanol en los hombres. Metabolismo hepático Sólo pequeñas cantidades de etanol se excretan en la orina, el sudor y la respiración. Las principales enzimas involucradas en el metabolismo del etanol son ADH y ALDH, seguidas por catalasa y CYP2E1. Los CYP 1A2 y 3A4 también pueden participar. El etanol se metaboliza principalmente por oxidación hepática secuencial, primero a acetaldehído por ADH y luego a ácido acético por ALDH (figura 23-1). Cada paso metabólico re- quiere NAD+; por tanto, la oxidación de 1 mol de etanol (46 g) a 1 mol de ácido acético requiere 2 mol de NAD+ (aproximadamente 1.3 kg). Esto excede en gran medida el suministro de NAD+ en el hígado; por tanto, la biodisponibilidad de NAD+ limita el metabolismo del etanol a aproxima- damente 8 g/h (10 mL/h, 170 mmol/h) en un adulto de 70 kg. El metabo- lismo del etanol procede a través de una cinética de orden cero en BEC mayores que 10 mg% y mediante cinéticas de primer orden en BEC me- nores que 10 mg%. Además de limitar la tasa de metabolismo del etanol, el granaumento en la proporción hepática de NADH:NAD+ resultante de la oxidación del etanol tiene profundas consecuencias. La función de las enzimas que re- quieren NAD+ se ve afectada, lo que resulta en acumulación de lactato, actividad reducida del ciclo del ácido tricarboxílico y acumulación de ace- til-CoA (que se produce a partir del ácido acético derivado del etanol; fi- gura 23-1). La combinación de NADH incrementado y acetil-CoA elevado aumenta la síntesis de ácidos grasos y el almacenamiento y la acumula- ción de triacilglicéridos; los cuerpos cetónicos se acumulan, exacerbando la acidosis láctica. Aunque la ADH es responsable de la mayoría del metabolismo del eta- nol, el CYP2E1 representa alrededor del 10%. Este componente del siste- ma microsomal de oxidación de etanol puede verse alterado por el consumo de etanol agudo o crónico. La competencia entre etanol y otros fármacos (p. ej., fenitoína y warfarina) que son metabolizados por CY- P2E1 se observa después del consumo agudo de etanol. CYP2E1 también es inducido por el consumo crónico de etanol, lo que resulta en un aumento de la depuración de sus sustratos y un aumento de la suscep- tibilidad a ciertas toxinas (p. ej., CCl4, que metaboliza el CYP2E1 y por tanto se activa al radical triclorometilo altamente reactivo). El metabolis- mo del etanol por la vía CYP2E1 aumenta NADP+ y limita la disponibili- dad de NADPH para la regeneración de glutatión reducido, mejorando así el estrés oxidativo. Los mecanismos que subyacen a la enfermedad hepática como resultado del uso abundante de etanol probablemente re- flejan una combinación compleja de estos factores metabólicos, la induc- ción de CYP2E1 (y la activación mejorada de toxinas y la producción de H2O2 y radicales de oxígeno) y la liberación mejorada de endotoxina como consecuencia del efecto del etanol en la flora gramnegativa en el tracto gastrointestinal. El estado nutricional a menudo pobre de los alco- hólicos (malabsorción y falta de vitaminas A y D y tiamina), la supresión de la función inmune y una variedad de otros efectos generalizados es probable que compongan los efectos adversos más directos del consumo excesivo de etanol. Una visión general del metabolismo del etanol y cómo puede conducir a la lesión tisular se encuentra en el trabajo de Molina et al. (2014). Variación genética en el metabolismo del etanol Las variaciones genéticas en las enzimas metabólicas del etanol pueden alterar su metabolismo y la susceptibilidad a sus efectos, lo que influye en el riesgo de desarrollar AUD y otras patologías. Los análisis vinculados indicaron que los genes agrupados en la región ADH afectan el riesgo de dependencia del alcohol (Edenberg et al., 2006). Los SNPs en toda la re- gión ADH muestran una fuerte evidencia de asociación en y alrededor del gen ADH4. Además, un SNP en el gen ADH1B (ADH1B*2) se encuen- tra en altas frecuencias en los asiáticos, que puede proteger contra el AUD. Esta variación genética produce un metabolismo más rápido del etanol y un nivel sanguíneo transitorio de acetaldehído, que se asocia con un menor riesgo de consumo excesivo de alcohol y otros problemas rela- cionados con el etanol, pero un mayor riesgo de cáncer de esófago. El polimorfismo ALDH2*2 (véase análisis a continuación) también conduce a una mayor incidencia de cáncer de esófago en aquellos que consumen alcohol. Otro polimorfismo (ADH1B*3) es protector en los afroamerica- nos y se asocia con un menor riesgo de consumo excesivo de alcohol y problemas relacionados con el etanol. Los polimorfismos en el gen ALDH2 están implicados en el desarrollo del AUD (Chen et al., 2014). La ALDH2 es la isoenzima ALDH más efi- ciente en humanos para el metabolismo del acetaldehído derivado del etanol. Los niveles bajos de acetaldehído son gratificantes y estimulantes, mientras que niveles altos en sangre producen reacciones adversas, como y más para bebidas destiladas (la prueba de una bebida alcohólica es el doble de su porcentaje de alcohol; p. ej., 40% de alcohol es prueba 80). Una botella de cerveza de 12 onzas (355 mL), un vaso de vino de 5 on- zas (148 mL) y un “trago” de 1.5 onzas de licor al 40% (44 mL) contienen cada uno aproximadamente 14 g de etanol (la densidad del etanol es de 0.79 g/mL a 25 °C), y constituye lo que se define como una “bebida están- dar” en Estados Unidos. Debido a que la relación de etanol en el aire alveolar al final espiratorio y en la sangre es relativamente constante, las BEC en humanos se esti- man fácilmente mediante la determinación de los niveles de etanol en el aire espirado; el coeficiente de partición para etanol entre sangre y aire alveolar es aproximadamente 2 100:1. La BEC permitida legalmente para conducir un vehículo de motor es de 80 mg% (80 mg de etanol por 100 mL de sangre, 0.08% p/v) en Estados Unidos, lo que equivale a una con- centración de etanol de 17 mM en la sangre. El consumo de una bebida estándar (una botella de cerveza de 12 onzas, un vaso de vino de 5 onzas, o una dosis de 1.5 onzas de licor al 40 por ciento) por una persona de 70 kg produciría una BEC de aproximadamente 30 mg%. Sin embargo, es importante tener en cuenta que ésta es una estimación porque la BEC está determinada por varios factores, que incluyen la tasa de consumo, el sexo, el peso corporal y el porcentaje de agua, así como las tasas de meta- bolismo y vaciamiento estomacal (véase “Intoxicación aguda con etanol” más adelante en el capítulo). Propiedades farmacológicas del etanol y el metanol Etanol Absorción y metabolismo gástrico Después de la administración oral, el etanol se absorbe rápidamente a la corriente sanguínea desde el estómago y el intestino delgado y se distri- buye en el agua corporal total (∼0.65 L/kg de peso corporal). Debido a la gran área de superficie, la absorción se produce más rápidamente desde el intestino delgado que desde el estómago; la demora en el vaciado gás- trico (p. ej., debido a la presencia de alimentos) hace la absorción del eta- nol más lenta. Los niveles máximos en sangre ocurren aproximadamente 30 minutos después de la ingestión de etanol cuando el estómago está vacío. Debido al metabolismo de primer paso por la ADH gástrica y he- pática, la ingestión oral de etanol produce BEC más bajas que las que se obtendrían si se administrase la misma dosis por vía intravenosa. La tasa de metabolismo gástrico del etanol es menor en las mujeres que en los https://booksmedicos.org 423 N eurofarm acología SECCIÓ N II Figura 23-1 Metabolismo del etanol y el metanol. X CO2 + H2O Vía dependiente de folato Hidroxi-β-metil- glutaril-β CoA Fomepizol CH3OH Metanol H2C O O HC OH Ácido fórmico Formaldehído NAD+ NAD+ CoA + ATP AMP + 2P; NADPH + O2 NADP+ + H2O NADH + H+ NADH + H+ Disulfiram Ciclo del ácido tricarboxílico H3C H3C H3C CH3C Acetil CoA Ácidos grasos ColesterolCuerpos cetónicos SCoA C CH O O Ácido acético C OH Acetaldehído Tiocinasa Deshidrogenasa de alcohol Aldehído deshidrogenasa Etanol CYP2E1 Catalasa CH2OH H2O2 2H2O X FOMEPIZOL N H N vómitos, diarrea y presión arterial inestable; por tanto, la variación gené- tica en la actividad de ALDH podría afectar las propiedades gratificantes o adversas del etanol. Una mutación en el gen ALDH2 (ALDH2*2) produce una enzima que es incapaz de metabolizar el etanol. Aproximadamente el 10% de los asiá- ticos son homocigotos para ALDH2*2 y desarrollan reacciones adversas graves después del consumo de una bebida o menos. Se producen reaccio- nes adversas similares si se consume etanol con el inhibidor de ALDH, el disulfiram. Aproximadamente 30-40% de los asiáticos son heterocigotos para ALDH2*2, y estos individuos experimentan una limpieza facial y una mayor sensibilidad al alcohol, pero no necesariamente reportan una res- puesta adversa general a la droga. Por tanto, varios polimorfismos pueden disminuir el riesgo de un individuo de desarrollar el AUD y otras enferme- dades que pueden estarrelacionadas con los efectos tóxicos de los aldehí- dos. La sección Trastorno del uso del alcohol, genética y farmacogenética proporciona evidencia adicional de determinantes genéticos en el AUD. Metanol El metanol (CH3OH), también conocido como alcohol metílico o de ma- dera, es un reactivo industrial importante y disolvente que se encuentra en productos tales como removedores de pintura, goma laca y anticonge- lante. El metanol se agrega al uso industrial de etanol para hacerlo inse- guro para el consumo humano. La ingestión de tan solo 10 mg de metanol produce toxicidad que va desde la ceguera hasta la muerte. Los efectos tóxicos del metanol necesitan alrededor de 12 horas o más para manifes- tarse y dependen del metabolismo del metanol para formar formaldehí- do y ácido fórmico (figura 23-1). El envenenamiento por metanol consiste en dolor de cabeza, malestar gastrointestinal y dolor (parcialmente rela- cionado con la necrosis pancreática), dificultad para respirar, inquietud y visión borrosa. Las alteraciones visuales ocurren por lesión de las células ganglionares de la retina y el nervio óptico por el ácido fórmico, que pro- duce inflamación, atrofia y posible ceguera bilateral. La acidosis metabó- lica extrema puede desarrollarse debido a la acumulación de ácido fórmico, y la depresión respiratoria puede ser grave, lo que puede provo- car un coma o la muerte. ADME (absorción, distribución, metabolismo y excreción) y tratamiento del envenenamiento El metanol se absorbe rápidamente a través de la administración oral, la inhalación y a través de la piel, siendo las dos últimas vías las más rele- vantes en entornos industriales. La absorción del metanol por vía oral generalmente ocurre a los 30-60 minutos. El metanol se metaboliza por ADH a formaldehído, que luego se metaboliza a ácido fórmico por ALDH. La competencia entre el metilfenol y el etanol para ADH es la ba- se para usar etanol para tratar la intoxicación por metano porque el eta- nol reduce la velocidad de producción de ácido fórmico, disminuyendo la toxicidad asociada por el consumo accidental de metanol. El fomepizol (metilpirazol-4), un inhibidor de la ADH (figura 23-1), también se usa para tratar el envenenamiento por metanol o etilenglicol, aplicado solo o en combinación con hemodiálisis. Los niveles plasmáti- cos de 0.8 mg/L son eficaces para inhibir la ADH. El fomepizol no debe usarse con etanol porque prolonga la vida media del etanol. El tratamien- to del envenenamiento por metanol también consiste en tratar a los pa- cientes con bicarbonato de sodio para combatir la acidosis. Efectos del etanol en los sistemas fisiológicos La sabiduría de Shakespeare William Shakespeare describió los efectos farmacológicos agudos de be- ber etanol en la escena de Porter (acto 2, escena 3) de Macbeth. Porter, despertado de un sueño inducido por el alcohol por Macduff, explica tres https://booksmedicos.org 424 Etan ol CA PÍTU LO 23 TABLA 23-1 ■ Canales de iones blanco del etanol CANALES IÓNICOS CONTROLADOS POR VOLTAJE Y LIGANDOS EFECTOS AGUDOS DEL ETANOL Canales operados por receptores GABAA Aumento Canales operados por receptores de glicina Aumento Canales operados por el receptor NMDA Inhibición Canales operados por el receptor nicotínico ACh Aumento Canales operados por el receptor 5HT3 Aumento Canales K+ rectificadores hacia dentro agrupados a la proteína G Aumento Canales Ca2+ regulados por voltaje Inhibición Conductancia grande, canales K+ activados por voltaje Ca2+ (BK, subunidades que contienen slo1) Aumento Estos canales iónicos activados por ligando y voltaje se pueden modular con etanol 50 mM o menos. La potenciación o inhibición de la función del canal, registrada aquí, representa un consenso general de los efectos agudos del eta- nol observados en múltiples estudios. Los resultados dependen de la concen- tración de etanol, el tiempo de exposición, la composición de la subunidad del canal, la región del cerebro, el tipo de célula, las modificaciones postraduccio- nales y otros factores. efectos del alcohol y luego lucha con un cuarto efecto que combina los aspectos contradictorios del creciente exceso de confianza con el deterio- ro físico: Porter: … y el beber, señor, es un gran provocador de tres cosas. Macduff: ¿Qué tres cosas provoca especialmente beber? Porter: Señor, coloración de la nariz (vasodilatación cutánea), sueño (depresión del CNS) y orina [una consecuencia de la inhibición de la se- creción de la hormona antidiurética (vasopresina), exacerbada por la carga de volumen]. Lujuria, señor, la provoca y la desalienta; provoca el de- seo pero impide la consumación. Por tanto, se puede decir que el mucho beber es un equívoco para la lujuria: la crea y la destruye; la enciende y la apaga; la persuade y la descorazona, la levanta y la abate (la imaginación desea lo que no puede ofrecer el cuerpo caver- noso); en conclusión, lo engaña en un sueño y, dándole la mentira, lo abandona. Investigaciones más recientes han agregado detalles a la enumeración de Shakespeare —véanse las adiciones entre paréntesis a las palabras de Porter en el párrafo anterior y las siguientes secciones sobre sistemas— pero las consecuencias más notables del uso recreativo de etanol todavía están bien resumidas por el gregario y locuaz Porter, cuya conducta en- cantada y diabólica demuestra una influencia frecuentemente observada de las modestas concentraciones de etanol en el CNS. Las secciones que siguen detallan los efectos del etanol en los sistemas fisiológicos. CNS El etanol es principalmente un depresor del sistema nervioso central. La ingesta de cantidades moderadas de etanol, como la de otros sedantes/ hipnóticos como barbitúricos y benzodiacepinas, puede tener acciones ansiolíticas y producir desinhibición del comportamiento. Los signos in- dividuales de intoxicación varían desde efectos expansivos y vivaces has- ta cambios de humor incontrolados y arrebatos emocionales que pueden tener componentes violentos. Con una intoxicación más grave, la fun- ción del CNS se deteriora progresivamente hasta llegar a la anestesia ge- neral. Debido a la depresión respiratoria, hay poco margen entre las concentraciones que producen los efectos anestésicos y letales del etanol. Intoxicación aguda con etanol Muchos factores influyen en la BEC, incluido el peso y la composición corporal, más la tasa de absorción del tracto gastrointestinal. En mujeres con un tamaño más pequeño y un menor porcentaje de agua corporal y, en consecuencia, un menor volumen de distribución de etanol, las BEC pueden ser aproximadamente 30-50% más altas que en los hombres por la misma cantidad consumida. Los signos de intoxicación típicos de la depresión del CNS se observan en la mayoría de las personas después de dos o tres tragos, con los efectos más destacados observados en los momentos pico de BEC, aproximada- mente 30-60 minutos después del consumo con el estómago vacío. Estos síntomas incluyen un efecto estimulador inicial (tal vez debido a la inhi- bición de los sistemas inhibidores del sistema nervioso central), vértigo, relajación muscular y deterioro del juicio. Los niveles sanguíneos más altos (∼80 mg/dL o ∼17 mM) se asocian con dificultad para hablar, falta de coordinación, marcha inestable y problemas de atención; los niveles entre 80 y 200 mg/dL se asocian con una labilidad del humor más intensa y mayores déficits cognitivos, potencialmente acompañados de agresivi- dad y amnesia anterógrada (un “apagón alcohólico”, es decir, pérdida de memoria de los eventos que se produjeron en estado de ebriedad). Las BEC mayores de 200 mg/dL pueden producir nistagmo y sedación, mien- tras que los niveles de 300 mg/dL y superiores producen depresión de los signos vitales, coma y hasta la muerte. Tal vez todos estos síntomas se exacerben y ocurran a una BEC menor si se toma etanol junto con otros depresores del CNS (p. ej., benzodiacepinas o barbitúricos) o con cual- quier medicamento quepromueva la sedación y la descoordinación (p. ej., antihistamínicos). El tratamiento de la intoxicación etílica aguda se basa en la gravedad de la depresión respiratoria y del sistema nervioso central. Si la depre- sión respiratoria no es grave, la observación cuidadosa es el tratamiento principal. Los pacientes con evidencia de depresión respiratoria deben ser intubados para proteger las vías respiratorias y para proporcionar asistencia ventilatoria; también se puede considerar el lavado estomacal si la absorción aún no se ha completado. Debido a que es libremente mis- cible con agua, el etanol puede eliminarse de la sangre mediante hemo- diálisis. El protocolo habitual consiste en observar al paciente en la sala de emergencias durante 4-6 h, mientras que el etanol ingerido se metabo- liza. Los síntomas asociados con el coma diabético, la intoxicación por drogas, los accidentes cardiovasculares y las fracturas de cráneo son simi- lares y pueden confundirse con una intoxicación alcohólica profunda. Probar el olor del aliento en un caso de sospecha de intoxicación puede ser engañoso porque puede haber otras causas de olor a aliento similares a las del alcohol (p. ej., cetoacidosis diabética u otra acidosis metabólica). Es necesario determinar los niveles de etanol en la sangre para confirmar la ausencia o presencia de intoxicación por alcohol, y la diabetes u otras afecciones subyacentes también se deben considerar en pacientes con BEC positivas. Mecanismos de la acción del etanol en el CNS El etanol produce neuroadaptaciones distintas que dependen de la expo- sición aguda versus crónica. El etanol perturba el equilibrio entre la transmisión excitatoria y la inhibidora en el cerebro al aumentar la neu- rotransmisión excitadora inhibidora o antagonizante (tabla 23-1). Los sitios moleculares exactos responsables de la acción del etanol in vivo aún no se han resuelto, aunque se han implicado muchos canales ióni- cos, incluidos los canales regulados por ligandos del receptor NMDA y GABAA, así como el canal de K+ de gran conductancia activado por Ca+ y voltaje. Los avances en las estructuras cristalinas de rayos X de los estados abiertos y cerrados de los canales iónicos combinados con modelado es- tructural y mutagénesis dirigida al sitio han elucidado los sitios de unión selectivos para el etanol en diferentes proteínas del canal (Howard et al., 2014; Trudell et al., 2014). El etanol también altera indirectamente la fun- ción del canal iónico a través de mecanismos de fosforilación y tráfico de receptores (Trudell et al., 2014). Los modelos de ratón mutantes y los es- tudios de asociación genética en animales y humanos demuestran ade- más el papel de los canales iónicos regulados por ligando en la dependencia del alcohol. Para definir los sitios clave de la acción del eta- nol, se requerirá una combinación de enfoques funcionales, estructura- les, conductuales y genómicos. Adicción, tolerancia y dependencia El trastorno por consumo de alcohol es el uso crónico recurrente y com- pulsivo del alcohol, que comprende tres etapas interactivas que empeoran progresivamente con el tiempo: embriaguez, afecto negativo por absti- nencia y preocupación anticipada (“ansia”). Se cree que el neurocircuito de los ganglios basales media las bases neurobiológicas de la etapa de in- toxicación compulsiva, incluida la facilitación de la prominencia de los incentivos, una forma de relevancia motivacional asociada con la recom- pensa. Los ganglios basales se asocian con funciones clave, incluido el control motor voluntario y el aprendizaje de procedimientos relacionados con los comportamientos o hábitos de rutina. La liberación de dopamina y péptidos opioides en el cuerpo estriado ventral (núcleo accumbens) está asociada a las acciones de refuerzo del alcohol (Volkow et al., 2007). La se- ñalización endocanabinoide también puede contribuir a las propiedades https://booksmedicos.org 425 N eurofarm acología SECCIÓ N II motivacionales y de refuerzo del etanol, y el consumo de etanol puede alterar los niveles de endocanabinoides y la expresión del receptor CB1 de canabinoides en núcleos cerebrales asociados con vías de adicción (Pava y Woodward, 2012). El consumo de alcohol facilita la importancia de los in- centivos al conferir propiedades motivacionales a estímulos previamente neutros. La activación del cuerpo estriado ventral conduce al reclutamien- to de los ganglios basales-globo pálido-núcleo talámico-circuitos corticales que interconectan con el cuerpo estriado dorsal en la formación del hábi- to, hipótesis utilizada para el comienzo de la respuesta compulsiva a las drogas. La tolerancia se desarrolla rápidamente a los efectos gratificantes del alcohol y se define como una respuesta conductual o fisiológica reducida a la misma dosis de fármaco, o el requisito de una dosis más alta para ob- tener el mismo efecto (véase capítulo 24). Las principales formas de tole- rancia son agudas y crónicas. La tolerancia funcional aguda, también conocida como el efecto Mellanby, se produce a las pocas horas de la ad- ministración del alcohol y se debe a adaptaciones del CNS a sus efectos. Esto se demuestra al comparar el deterioro conductual en las mismas BEC en la extremidad ascendente de la fase de absorción de la curva de BEC-tiempo y en la extremidad descendente de la curva, ya que el me- tabolismo reduce la BEC. La alteración del comportamiento y los senti- mientos subjetivos de intoxicación son mucho mayores en una BEC dada en la extremidad ascendente que en la descendente. La tolerancia cróni- ca también se desarrolla en el bebedor compulsivo a largo plazo. En con- traste con la tolerancia aguda, la tolerancia crónica tiene elementos farmacodinámicos y farmacocinéticos, el último debido a la inducción de enzimas metabolizadoras de alcohol. En general, la máxima tolerancia farmacocinética alcanzada sería una duplicación de la tasa metabólica normal. La dependencia se define por un síndrome de abstinencia observado varias horas o días después de que finaliza el consumo de alcohol. Los síntomas y la gravedad están determinados por la cantidad y la duración de la bebida e incluyen cambios motivacionales importantes, interrup- ción del sueño, activación del sistema nervioso autónomo (simpático), temblores y, en casos graves, convulsiones. Además, dos o más días des- pués de la abstinencia, algunas personas experimentan delirium tremens, que se caracteriza por alucinaciones, delirio, taquicardia y una fiebre po- tencialmente mortal. Las personas con AUD también muestran eviden- cia de estados emocionales negativos durante la abstinencia aguda que persisten en la abstinencia prolongada; tales estados incluyen síntomas relacionados con la ansiedad, disforia y depresión. Los síntomas persis- tentes de depresión/ansiedad pueden ser relevantes en las consideracio- nes de tratamiento para AUD. Se cree que dos procesos forman la base neurobiológica para la etapa de afecto negativo a la abstinencia: una disminución en el funcionamien- to de los sistemas de recompensa en el cuerpo estriado ventral y el reclu- tamiento de los sistemas de estrés en la amígdala extendida. A medida que se desarrolla la dependencia, se reclutan los sistemas de estrés cere- bral, que incluyen el factor liberador de corticotropina, la noradrenalina y la dinorfina (Koob, 2014), que producen una poderosa motivación para regresar a la búsqueda de drogas. La preocupación-anticipación (“anhelo”) implica la desregulación de los circuitos de la corteza prefrontal, causando la pérdida del control eje- cutivo. La finalización de tareas complejas en el cerebro de personas con AUD puede involucrar dos sistemas opuestos. Un sistema “go”, que con- siste en la corteza cingulada anterior y la corteza prefrontal dorsolateral, desarrolla hábitos a través de los ganglios basales, mientras que el siste- ma “stop”, que consiste en la corteza prefrontal ventrolateral y la corteza orbitofrontal, inhibeel sistema de prominencia de incentivos de los gan- glios basales y sistema extendido de estrés de la amígdala (Koob, 2015). Las personas con AUD presentan deficiencias en la toma de decisiones, información espacial e inhibición del comportamiento, todo lo cual gene- ra antojo. El anhelo se puede dividir en ansias de “recompensa” (búsque- da de drogas inducida por drogas o estímulos vinculados a drogas) y ansias de “alivio” (búsqueda de drogas inducida por un estresor agudo o un estado de estrés) (Heinz et al., 2003). Por tanto, los déficits en el con- trol cortical prefrontal de los ganglios basales y la función de la amígdala extendida pueden representar un mecanismo clave para explicar las dife- rencias individuales en la predisposición y la perpetuación de la adicción. La desregulación residual de los neurocircuitos que median la prominen- cia de los incentivos y la respuesta al estrés ayudan a perpetuar la toma compulsiva de medicamentos y la recaída. Consecuencias del consumo de etanol en la función del CNS Los efectos transitorios del CNS por el consumo de etanol pesado que producen una “resaca” —el síndrome de dolor de cabeza, sed, náuseas y deterioro cognitivo a la mañana siguiente— pueden reflejar mecanismos asociados con la abstinencia de etanol, la deshidratación o la acidosis le- ve. El insomnio es un problema común y persistente en el AUD, incluso después de semanas de abstinencia (Brower, 2015). El insomnio debe tra- tarse porque puede ser un factor que contribuye a la recaída. El etanol afecta la respiración y la relajación muscular, y el consumo excesivo de alcohol puede producir apnea del sueño, especialmente en sujetos mayo- res dependientes del alcohol. El trastorno por consumo de alcohol produce una contracción del cerebro debido a la pérdida de materia blanca y gris, y el consumo exce- sivo de alcohol crónico aumenta el riesgo de desarrollar demencia alcohó- lica. Los déficits cognitivos y la atrofia cerebral observados poco después de un periodo de consumo excesivo de alcohol se invierten parcialmente durante las semanas posteriores a los meses posteriores a la abstinencia. Además, el abuso de alcohol reduce el metabolismo cerebral general, que se revierte durante la desintoxicación. La magnitud del estado hipometa- bólico está determinada por la cantidad de años de uso y la edad del pa- ciente. El síndrome de Wernicke-Korsakoff consiste en dos trastornos neuropsiquiátricos: la encefalopatía de Wernicke, que es en gran parte reversible, y la psicosis de Korsakoff, que generalmente no es reversible. Estos síndromes ahora se consideran un trastorno unitario llamado sín- drome de Wernicke-Korsakoff que ocurre después de la ingesta inadecuada de tiamina, probablemente debido a los hábitos dietéticos pobres de los pacientes con AUD. La deficiencia de tiamina, sola, puede conducir al síndrome de Wernicke-Korsakoff (Scalzo et al., 2015). La encefalopatía de Wernicke se caracteriza por un estado confusional, ataxia, movimientos oculares anormales, visión borrosa, visión doble, nistagmo y temblor. Se asocia con una historia prolongada de consumo excesivo de alcohol y un estado nutricional inadecuado. El síndrome neurológico (ataxia, oftalmo- plejia y nistagmo) puede revertirse en sus primeras etapas con altas dosis de tiamina, pero las deficiencias de aprendizaje y de memoria responden de forma más lenta e incompleta. La encefalopatía de Wernicke no trata- da provoca la muerte en hasta el 20% de los casos, y el 85% de los que sobreviven a la encefalopatía continúan desarrollando la psicosis de Kor- sakoff, caracterizada por amnesia anterógrada y retrógrada grave (Thom- son et al., 2012) que es en gran medida irreversible. El síndrome de Wernicke-Korsakoff es una emergencia médica, y el tratamiento tempra- no con tiamina intravenosa (seguido de tratamiento de mantenimiento oral) es esencial para revertir los síntomas de Wernicke y prevenir la pro- gresión o reducir la gravedad del estado de Korsakoff. Sistema neuroendocrino Tanto la exposición al etanol aguda como la crónica alteran la regulación endocrina a través de los ejes hipotálamo-hipófisis-adrenal, hipotála- mo-hipófisis-gonadal e hipotálamo-hipófisis-tiroides (Molina et al., 2014). Algunos de los trastornos endocrinos resultantes incluyen hipotiroi- dismo, retraso del crecimiento, diabetes, así como hipogonadismo y fun- ciones sexuales anormales, que se analizan en la siguiente sección. En general, el abuso de alcohol contribuye a una capacidad limitada para responder a factores estresantes psicológicos y físicos y para mantener la homeostasis. Función sexual Muchas drogas de abuso, incluido el etanol, tienen efectos desinhibido- res que pueden aumentar inicialmente la libido. A pesar de la noción de que el etanol mejora la función sexual, generalmente prevalece el efecto opuesto, como señaló el Porter de Shakespeare. Tanto el uso de etanol agudo como crónico puede conducir a la impotencia en los hombres. El aumento de BEC conduce a una disminución de la excitación sexual, una mayor latencia eyaculatoria y un menor placer orgásmico. La incidencia de disfunción sexual puede ser tan alta como 70% en aquellos con AUD. Además, puede producirse atrofia testicular y disminución de la fertili- dad. Muchas mujeres con AUD se quejan de disminución de la libido, disminución de la lubricación vaginal y anormalidades del ciclo mens- trual. Sus ovarios a menudo son pequeños y sin desarrollo folicular; algu- nos datos sugieren que las tasas de fertilidad son más bajas en mujeres con AUD. La ginecomastia está asociada con la enfermedad hepática al- cohólica y está relacionada con un aumento en la relación estrógeno-tes- tosterona. Los niveles alterados de hormonas reproductivas también afectan el metabolismo óseo. Los huesos El etanol interfiere con el Ca2+ y el metabolismo óseo mediante varios procesos. La exposición aguda al etanol disminuye transitoriamente la hormona paratiroidea, lo que resulta en una mayor pérdida de calcio. La https://booksmedicos.org 426 Etan ol CA PÍTU LO 23 ingesta crónica de etanol puede alterar el metabolismo de la vitamina D y disminuir la absorción de Ca2+. El etanol también es directamente tóxi- co para las células formadoras de hueso e inhibe su actividad. El AUD se asocia con una disminución de la densidad y masa mineral ósea y una mayor prevalencia de la osteoporosis, lo que aumenta el riesgo de fractu- ras. Las hormonas anabólicas, particularmente la testosterona, son im- portantes para regular la remodelación ósea y la masa ósea. El deterioro del eje hipotálamo-hipófisis-gonadal y la disminución de los niveles de testosterona observados en el AUD contribuyen aún más a la salud ósea comprometida (Molina et al., 2014). Temperatura corporal La ingesta de etanol causa una sensación de calor debido a una mejor va- sodilatación cutánea. El calor se transfiere desde el núcleo del cuerpo a la periferia y la temperatura del núcleo disminuye debido a un efecto del etanol en el mecanismo central de regulación de la temperatura en el hi- potálamo. La ingesta de altas dosis de etanol puede provocar una dismi- nución pronunciada de la temperatura corporal, especialmente a temperaturas ambiente frías. El alcohol es un factor de riesgo importante que contribuye a las muertes por hipotermia. Diuresis El etanol inhibe la liberación de vasopresina (hormona antidiurética) de la glándula pituitaria posterior, lo que produce una diuresis mejorada. Las personas dependientes del alcohol en la abstinencia exhiben una ma- yor liberación de vasopresina y una retención constreñida de agua así como hiponatremia dilucional. Sistema cardiovascular Existe una compleja relación entre el consumo de etanol y la enfermedad cardiaca, una de las principales causas de muerte y discapacidad. En ge- neral, la ingesta de etanol ligero a moderado disminuye los riesgos de enfermedad arterial coronaria, insuficiencia cardiaca congestiva y acci- dente cerebrovascular,mientras que la ingesta elevada aumenta el riesgo cardiovascular (O’Keefe et al., 2014). Los estudios epidemiológicos sugi- rieron que el sexo, el consumo de etanol y los patrones de bebida afectan el riesgo de asociación para la IHD. El AUD aumenta el riesgo de IHD, pero existe una asociación beneficiosa con el riesgo de IHD en personas que consumen menos de 30 g por día sin episodios de consumo excesivo de alcohol (Roerecke y Rehm, 2014). Sin embargo, las recomendaciones de consumo de etanol de los médicos deben ser cautelosas cuando se evalúa la relación riesgo-beneficio general dada la amplia gama de efec- tos y el potencial de otros problemas relacionados con etanol, la presen- cia de otros estados de enfermedad y la falta de ensayos controlados aleatorios que muestren los efectos a largo plazo del consumo de etanol. La relación riesgo-beneficio de beber también es más alta en individuos más jóvenes. Lipoproteínas séricas y efectos cardiovasculares Los estudios epidemiológicos sugieren que el consumo de vino (20-30 g de etanol por día) puede conferir un efecto cardioprotector, lo que redu- ce el riesgo de CHD en comparación con los abstemios. Por el contrario, el consumo diario de mayores cantidades de etanol conduce a una ma- yor incidencia de arritmias, miocardiopatía y apoplejia hemorrágica (Movva y Figueredo, 2013). Un posible mecanismo por el cual el etanol podría reducir el riesgo de CHD es a través de sus efectos sobre los lípi- dos en la sangre. Los cambios en los niveles de lipoproteínas en plasma, particularmente los aumentos en HDL (véase capítulo 33), están relacio- nados con los efectos protectores del etanol. El HDL une el colesterol y lo devuelve al hígado para su eliminación o reprocesamiento, disminu- yendo la acumulación de colesterol en el tejido. El aumento inducido por el etanol en el colesterol HDL podría disminuir la acumulación de colesterol en las paredes arteriales, disminuyendo el riesgo de infarto. HDL se encuentra como dos subfracciones, HDL2 y HDL3. Los niveles elevados de HDL2 (y posiblemente HDL3) se asocian con un riesgo re- ducido de infarto de miocardio. Los niveles de ambas subfracciones au- mentan después del consumo de etanol y disminuyen cuando cesa el consumo. Además de los efectos antiaterogénicos de bajas dosis de eta- nol, los flavonoides que se encuentran en el vino tinto (y el zumo de uva negra) pueden jugar un papel adicional al proteger al LDL del daño oxi- dativo. Hipertensión El consumo excesivo de alcohol puede elevar la presión arterial tanto diastólica como sistólica. El consumo de 30 g de etanol por día se asocia con elevaciones en la presión arterial diastólica-sistólica, 1.5-2.3 mm Hg en hombres y 2.1-3.2 mm Hg en mujeres. Arritmias cardiacas y miocardiopatías Las arritmias inducidas por etanol pueden estar relacionadas con anor- malidades electrolíticas, prolongación del intervalo QT en estados hipe- radrenérgicos. Las arritmias auriculares asociadas con el uso crónico de alcohol incluyen la taquicardia supraventricular, la fibrilación auricular y el aleteo auricular. La miocardiopatía alcohólica es una enfermedad específica que se clasifica entre las formas adquiridas de miocardiopatía dilatada que causa disfunción y dilatación del ventrículo izquierdo que pueden estar asociadas o no con la disfunción del ventrículo derecho. En general, los estudios sugieren que consumir más de 80 g de alcohol por día durante al menos 5 años, en ausencia de otras causas de cardio- miopatía, constituye un diagnóstico de miocardiopatía alcohólica (Guz- zo-Merello et al., 2014). Las mujeres son más sensibles al alcohol que los hombres y desarrollan miocardiopatía alcohólica a una dosis total más baja de etanol. La disminución de la presión arterial con inhibido- res de la enzima convertidora de la angiotensina, en particular, puede ser beneficiosa en la miocardiopatía alcohólica (Guzzo-Merello et al., 2014). Accidente cerebrovascular Un metaanálisis demostró que la ingesta baja de alcohol reduce el riesgo de accidente cerebrovascular total, accidente cerebrovascular isquémico y de mortalidad por accidente cerebrovascular, mientras que la ingesta elevada aumenta el riesgo de accidente cerebrovascular total (Zhang et al., 2014). Los estudios clínicos indicaron una mayor incidencia de acci- dente cerebrovascular hemorrágico e isquémico en personas que beben más de 40-60 g de alcohol por día. Los factores etiológicos propuestos incluyen los siguientes: • Arritmias cardiacas inducidas por alcohol y formación de trombos aso- ciados. • Presión arterial alta por consumo crónico de alcohol y degeneración posterior de la arteria cerebral. • Aumentos agudos de la presión arterial sistólica y alteraciones en el tono arterial cerebral. • Traumatismo craneal. Pulmones Como en el corazón y otros órganos, el abuso crónico de alcohol causa daño oxidativo en los pulmones. El AUD aumenta el riesgo de síndrome de dificultad respiratoria aguda y neumonía (Molina et al., 2014). El alco- hol afecta la respuesta pulmonar a una lesión, infección e inflamación, lo que produce un desequilibrio general en la respuesta inmune. Musculoesquelético El abuso crónico de etanol se asocia con una disminución de la masa muscular y la fuerza, incluso cuando se ajusta por otros factores, como la edad, el uso de nicotina y la enfermedad crónica. Las fuertes dosis de eta- nol pueden dañar irreversiblemente el músculo, que se traduce por un aumento marcado en la actividad de la creatina cinasa en el plasma. Las biopsias musculares de bebedores empedernidos también revelan una disminución de las reservas de glucógeno y una reducción de la actividad de la piruvato cinasa. Aproximadamente el 50% de los bebedores cróni- cos tienen miopatía del musculoesquelético, que es mucho mayor que la incidencia de cirrosis alcohólica (Molina et al., 2014). Tracto gastrointestinal y sistema digestivo El sistema gastrointestinal media la absorción y el metabolismo del eta- nol y es un objetivo para la fisiopatología inducida por el alcohol, como motilidad esofágica y gástrica alterada, secreción ácida alterada, absor- ción de nutrientes deteriorada y función de barrera intestinal alterada. Esófago El alcohol es uno de los múltiples factores asociados con el reflujo esofá- gico, el esófago de Barrett, la ruptura traumática del esófago, las roturas de Mallory-Weiss y el cáncer de esófago. El consumo de tabaco o alcohol se asocia con un 20-30% de aumento en la probabilidad del desarrollo de carcinoma escamoso esofágico; sin embargo, el uso concomitante de am- bas drogas aumenta el riesgo tres veces. Hay pocos cambios en la función esofágica con BEC bajas, pero a mayor peristalsis hay menor BEC y dismi- nución de la presión del esfínter esofágico inferior. Los pacientes con esofagitis crónica por reflujo pueden responder a los inhibidores de la bomba de protones, así como a la abstinencia del alcohol. https://booksmedicos.org 427 N eurofarm acología SECCIÓ N II Estómago El consumo de etanol puede alterar la barrera de la mucosa gástrica y causar gastritis aguda y crónica. Las concentraciones de etanol de hasta 5% estimulan la secreción ácida gástrica, mientras que las concentracio- nes superiores al 5% no tienen efecto. Las concentraciones de alcohol superiores al 15% inhiben la motilidad gástrica y retardan el vaciado del contenido estomacal. Los síntomas clínicos de las altas concentraciones de la ingesta de etanol incluyen dolor epigástrico agudo que se alivia con antiácidos o antagonistas del receptor H2 de histamina. Intestinos Muchos individuos con AUD padecen diarrea crónica causada por mal- absorción en el intestino delgado. Las fisuras rectales y el prurito anal que están asociados con el consumo excesivo de alcohol, probablemente estén relacionados con la diarrea crónica. La diarrea es causada por cam- bios estructurales y funcionales en el intestino delgado; por ejemplo, la mucosa intestinal tiene vellosidadesaplanadas y los niveles de enzimas digestivas a menudo disminuyen. Estos cambios generalmente son rever- sibles después de un periodo de abstinencia. Páncreas El consumo excesivo de alcohol es la causa más común de pancreatitis aguda y crónica en Estados Unidos. La pancreatitis alcohólica aguda, que involucra células acinares, se caracteriza por la aparición abrupta de dolor abdominal, náuseas, vómitos y niveles elevados de enzimas pan- creáticas en suero o en orina. El tratamiento por lo general implica el reemplazo de líquidos por vía intravenosa (a menudo con succión naso- gástrica) y opiáceos para el dolor. Similar a la cirrosis alcohólica, la pan- creatitis crónica es el resultado de la destrucción celular progresiva y la fibrosis. La pancreatitis crónica se trata reemplazando las deficiencias endocrinas y exocrinas resultantes. La hiperglucemia puede desarrollar- se como una secuela de pancreatitis y, a menudo, requiere insulina para controlar los niveles de azúcar en la sangre (véase capítulo 47). Las cáp- sulas de enzimas pancreáticas que contienen lipasa, amilasa y proteasas pueden ser necesarias para tratar la malabsorción (véase capítulo 50). El riesgo inducido por el alcohol para la pancreatitis crónica aumenta en los fumadores, lo que agrava aún más el riesgo de cáncer de páncreas (Molina et al., 2014). Hígado Como el principal órgano involucrado en el metabolismo del etanol, el hígado es el elemento primordial que sufre los efectos patológicos del eta- nol. El uso indebido de alcohol es responsable de aproximadamente el 50% de la enfermedad hepática en Estados Unidos. El etanol produce le- siones hepáticas dependientes de la dosis que progresan desde la acumu- lación de grasa (esteatosis) y la inflamación hasta la deposición de colágeno (fibrosis) y la pérdida de células hepáticas (cirrosis). Las etapas clínicas de la enfermedad hepática alcohólica son hepatoesteatosis, hepa- titis alcohólica y cirrosis. La acumulación de grasa en el hígado es un evento temprano y puede ocurrir en individuos normales después de la ingestión de cantidades relativamente pequeñas de etanol. La generación de exceso de NADH, a través del metabolismo de etanol y acetaldehído por ADH y ALDH, inhibe el ciclo del ácido tricarboxílico y la oxidación de la grasa, lo que lleva a la esteatosis (véase figura 23-1). La esteatosis generalmente es reversible con la abstinencia. Las células estrelladas he- páticas juegan un papel importante en el desarrollo de la fibrosis hepáti- ca mediada por el alcohol. La fibrosis, que resulta de la necrosis tisular y la inflamación crónica, es la causa subyacente de la cirrosis alcohólica. El sello histológico de la cirrosis es la formación de cuerpos intracitoplásmi- cos llamados cuerpos de Mallory, que pueden estar relacionados con un citoesqueleto de filamento intermedio alterado. Los pacientes con AUD y hepatopatía alcohólica muestran cambios en la composición de sus mi- crobiomas intestinales, aumento de la permeabilidad intestinal y mayo- res niveles de productos microbianos derivados del intestino (Hartmann et al., 2015). La exposición crónica al etanol en animales y humanos au- menta la concentración circulante de LPS, y la gravedad de la lesión he- pática se correlaciona con los niveles séricos de LPS. El LPS activa el TLR e induce una cascada de señalización compleja, causando liberación de especies reactivas de oxígeno, quimiocinas y citocinas proinflamatorias. El tratamiento de la hepatitis alcohólica implica la abstinencia del alcohol y la administración de corticosteroides, pero los corticosteroides sólo re- ducen la mortalidad a corto plazo (Louvet y Mathurin, 2015). Las mejores opciones de tratamiento pueden provenir de compuestos que se dirigen al microbioma intestinal (véase análisis previo), inflamación/regenera- ción del hígado y estrés oxidativo. Los probióticos, antibióticos, agentes antiinflamatorios, inmunosupresores, factores de crecimiento y antioxi- dantes son ejemplos de algunos de los diferentes compuestos que se so- meten a ensayos clínicos. Cánceres El consumo de etanol está estrechamente relacionado con los cánceres de la cavidad oral, la faringe, la laringe, el esófago, el colon y recto (especial- mente en los hombres) y el cáncer de mama (mujeres); también hay algu- nas pruebas de un mayor riesgo de cáncer de hígado (Roswall y Weiderpass, 2015). La dependencia del alcohol desempeña un papel en aproximadamente el 3.6% de todos los casos de cáncer y un porcentaje similar de muertes relacionadas con el cáncer (Boffetta et al., 2006). Se observan aumentos de dos a tres veces en la susceptibilidad al cáncer en individuos que consumen de forma crónica 50 g de alcohol por día, y el consumo concomitante de tabaco tiene un efecto sinérgico. Como se mencionó, los individuos deficientes en actividad de ALDH2 son parti- cularmente vulnerables al cáncer de esófago. Una complicación notable en el tratamiento de pacientes con cáncer con AUD es que el etanol pue- de interferir en el metabolismo de algunos agentes quimioterapéuticos. Los efectos del acetaldehído, un carcinógeno demostrado en modelos animales y el estrés oxidativo son mecanismos ampliamente citados para la tasa aumentada de carcinogénesis entre individuos con AUD. La evi- dencia también apunta a un papel para los patrones aberrantes de meti- lación del DNA y otras modificaciones epigenéticas que controlan la actividad del genoma como mecanismos en el desarrollo y la progresión del cáncer inducido por el alcohol. La epigenética se refiere a los procesos que afectan la expresión génica sin cambios en la secuencia de DNA. Efectos hematológicos e inmunológicos El uso crónico excesivo del etanol crónico se asocia con diferentes ane- mias, incluyendo las anemias microcíticas, macrocíticas, normocrómicas y sideroblásticas, la última de las cuales pueden responder a la adminis- tración de suplementos de vitamina B6. El uso de etanol también se aso- cia con trombocitopenia reversible. El etanol afecta a los granulocitos y linfocitos, causando leucopenia, alteración de subconjuntos de linfocitos, disminución de la mitogénesis de células T y cambios en la producción de inmunoglobulinas. En algunos pacientes con AUD, la migración depri- mida de los leucocitos a las áreas inflamadas puede contribuir a la escasa resistencia a algunas infecciones (p. ej., neumonía por Klebsiella, listerio- sis y tuberculosis). Algunos de los efectos del mecanismo inmune innato, inducido por el etanol y que se diseminan desde la periferia al cerebro se describen en la secuencia inflamatoria de los eventos representados en la siguiente sección. Mecanismos neuroinmunes La interacción entre el cerebro, el comportamiento y la inmunidad en la etiología y la progresión del abuso de drogas es un área de investigación en rápido desarrollo. El consumo crónico de etanol aumenta los niveles de moléculas de señalización inmune innata que llegan al cerebro, pro- duciendo alteraciones en la fisiología y el comportamiento del cerebro (Mayfield et al., 2013). El consumo excesivo de alcohol aumenta los nive- les de LPS, altera las uniones estrechas y contribuye a un intestino per- meable que permite que la bacteria y las endotoxinas entren en la circulación y agraven la inflamación hepática (Crews y Vetreno, 2015). Esto, a su vez, libera citocinas proinflamatorias que se transportan a tra- vés de la barrera hematoencefálica y provocan respuestas neuroinmunes de larga duración. Dentro de la microglia cerebral, las acciones de las citocinas inmunes innatas, TLR activados, etc., se amplifican a través de circuitos de señalización complejos, uno de los cuales conduce a la activación del factor de transcripción NF-κB. NF-κB luego regula la transcripción de genes relacionados con la inmunidad proinflamatoria. La activación de la microglia inducida por etanol y la inducción de genes neuroinmunes se pueden iniciar sistémicamente, a través de moléculas transmitidas por lasangre, así como localmente en el cerebro a través de la señalización neuronal-glial. Los mecanismos neuroinmunes parecen estar involucrados en etapas posteriores de consumo excesivo de alcohol y pueden contribuir a la apoptosis neuronal. La activación neuroinmune inducida por etanol también se produce en el cerebro en desarrollo, que puede ser relevante en FASD (Drew y Kane, 2014). Efectos teratogénicos: trastornos espectrales del alcohol fetal El etanol es el teratógeno más común en los humanos. Los niños nacidos de madres que beben mucho presentan déficits mentales y un patrón común de distinta dismorfología conocida como FAS. El diagnóstico de FAS se basa típicamente en la observancia de una tríada de anormalida- des asociadas con una historia de exposición prenatal al etanol (Dorrie et al., 2014): https://booksmedicos.org 428 Etan ol CA PÍTU LO 23 • Un conjunto de anormalidades craneofaciales. • Disfunción del CNS (estructural o funcional). • Deficiencias pre o posnatales en el crecimiento (peso o altura). El trastorno del espectro del alcoholismo fetal no es un término diag- nóstico utilizado por los clínicos sino más bien un término general que abarca todas las discapacidades causadas por la exposición prenatal al alcohol. Por ejemplo, los niños que no cumplen todos los criterios para un diagnóstico de FAS pueden mostrar déficits físicos o mentales compa- tibles con fenotipos parciales, que incluyen FAS parcial, ARND y ARBD (Dorrie et al., 2014). La incidencia de FAS es de 0.5-2 por 1 000 nacidos vivos en la población general de Estados Unidos, mientras que la inciden- cia de FAS, ARND y ARBD combinados es de al menos 1%. Las tasas más altas de FAS ocurren en mujeres africanas y nativas americanas. Los hijos de madres que beben en exceso muestran deficiencias mentales y con- ductuales severas probablemente debido a los altos picos de BEC (Dorrie et al., 2014). Las anormalidades craneofaciales del FAS asociadas con el consumo materno en el primer trimestre consisten en microcefalia, fisuras palpe- brales acortadas, labio superior delgado, filtrum liso y pliegues epicánti- cos. Los estudios de imágenes de resonancia magnética demuestran volúmenes reducidos en los ganglios basales, el cuerpo calloso, el cere- bro y el cerebelo que se correlacionan con las anomalías faciales. La dis- función del CNS atribuida a la exposición al etanol en el útero consiste en hiperactividad; déficits mentales; discapacidades de aprendizaje; len- guaje, memoria y trastornos motores, y alteraciones psiquiátricas. FAS es la causa prevenible número uno de déficits cognitivos y de atención en el mundo occidental, con niños afectados consiguiendo una puntua- ción inferior a la de sus compañeros en una variedad de pruebas de co- eficiente intelectual. Aunque la evidencia no es concluyente, se ha sugerido que incluso el consumo moderado de alcohol (28 g por día) en el segundo trimestre de embarazo se correlaciona con el bajo rendimien- to académico de los niños a los 6 años. La edad materna también puede ser un factor: las mujeres embarazadas mayores de 30 años que beben alcohol crean mayores riesgos para sus hijos que las mujeres más jóvenes que consumen cantidades similares de alcohol. Además, la ingesta de grandes cantidades de alcohol, particularmente durante el primer tri- mestre, aumenta en gran medida las posibilidades de aborto espontá- neo. Las recomendaciones actuales son no beber alcohol durante el embarazo. Usos clínicos del etanol Como se mencionó, el etanol administrado sistémicamente se limita al tratamiento de la intoxicación con metanol o etilenglicol. Además, el al- cohol deshidratado se inyecta muy cerca de los nervios o los ganglios simpáticos para aliviar el dolor de larga duración relacionado con la neu- ralgia del trigémino, el carcinoma inoperable y otras afecciones. Las in- yecciones paravertebrales epidural, subaracnoidea y lumbar de etanol también se administran para el dolor inoperable. Por ejemplo, las inyec- ciones de etanol paravertebral lumbar destruyen los ganglios simpáticos y por tanto causan vasodilatación y alivio del dolor y promueven la cura- ción de las lesiones en pacientes con enfermedad vascular de las extremi- dades inferiores. Interacciones con otros medicamentos Debido a los efectos sinérgicos, se debe tener mucho cuidado cuando se usan sedantes para tratar a pacientes que han ingerido grandes dosis de etanol u otros depresores del CNS. La intoxicación aguda con etanol dis- minuye los requisitos anestésicos generales, y la cirugía electiva debe pos- ponerse en pacientes intoxicados. En contraste, la exposición crónica al etanol aumenta los requerimientos anestésicos en gran parte debido a la tolerancia cruzada farmacodinámica. Una complicación adicional es el uso de bloqueantes neuromusculares y agentes sedantes/anestésicos en pacientes con AUD que presentan una función hepática comprometida. Esto es particularmente cierto para los pacientes a los que se les adminis- tra succinilcolina y benzodiacepinas. También se producen interacciones farmacocinéticas entre el etanol y otras drogas. La administración aguda de etanol inhibe la función de las enzimas responsables del metabolismo de una variedad de diferentes fármacos, incluidos codeína, morfina, fenitoí- na, algunas benzodiacepinas, tolbutamida y warfarina, entre otros. Debi- do a que el etanol inhibe el CYP2E1, cualquier fármaco también metabolizado por esta isoenzima se metabolizará a un ritmo más lento en presencia de etanol. Por el contrario, la administración crónica de etanol actúa como un inductor enzimático, particularmente de CYP2E1, aumen- tando el ritmo de metabolismo de fenitoína, warfarina, propranolol y benzodiacepinas. Comorbilidad del trastorno por consumo de alcohol con otras enfermedades Muchas enfermedades sistémicas están relacionadas con el abuso cróni- co del alcohol, como las enfermedades cardiovasculares y hepáticas, así como con varios tipos de cáncer. El AUD parece aumentar el riesgo de diabetes mellitus, hipertensión, accidente cerebrovascular, osteoporosis, pancreatitis y muchas otras enfermedades. En esta sección, nos enfoca- mos en las condiciones de salud mental comórbidas que a menudo están presentes en pacientes con AUD u otros trastornos por consumo de sus- tancias. Enfermedades psiquiátricas Los pacientes diagnosticados con un estado de ánimo o trastorno de an- siedad tienen el doble de probabilidades de sufrir un trastorno de abuso de drogas y viceversa. Además, el AUD u otros trastornos por abuso de drogas a menudo ocurren en personas con esquizofrenia, lo que lleva a un aumento de los problemas sociales y médicos y complica el curso y el tratamiento de la esquizofrenia. Los pacientes con AUD y trastornos psi- quiátricos comórbidos requieren estrategias de tratamiento que aborden ambas afecciones. Aunque los SSRI no han sido probados ser efectivos para AUD en pacientes sin un trastorno mental comórbido, los SSRI y otros antidepresivos pueden disminuir la ingesta cuando el AUD y la de- presión coexisten; si el consumo de alcohol ocurre como consecuencia de la depresión, el tratamiento del problema subyacente puede disminuir el consumo de alcohol. Trastorno de estrés postraumático El trastorno de estrés postraumático se caracteriza por hiperactividad ex- trema e hiperestesia que contribuyen en gran medida al conjunto de sínto- mas clásicos de reexperimentación, evitación y excitación. La prevalencia de AUD en individuos con PTSD puede ser tan alta como el 30% (Ouime- tte et al., 2005). El estudio de los neurocircuitos del PTSD ha evoluciona- do a partir del trabajo con animales en los circuitos de miedo y muestra una superposición significativa con los síntomas de hiperespuesta al es- trés observado durante la abstinencia de alcohol. Una atractiva hipótesis de los cambios funcionales del neurocircuito que ocurren en el PTSD es la del cambio del estado cerebral del estrés leve, en el que lacorteza pre- frontal inhibe la amígdala, hasta el estrés extremo, en el que domina la amígdala (Pitman et al., 2012). La dominancia cortical relativa transmite resiliencia, mientras que la dominancia relativa de la amígdala transmi- te vulnerabilidad; se pueden hacer argumentos similares sobre la resi- liencia y la vulnerabilidad al alcoholismo, tal como lo elaboraron los estudios de neurobiología de la etapa de abstinencia negativa del ciclo de adicción al alcohol. Trastorno del uso del alcohol, genética y farmacogenética De forma similar a otros desórdenes de rasgos complejos, el desarrollo y la progresión del AUD está influenciado por la interacción de múltiples factores genéticos y ambientales. Los factores ambientales y culturales incluyen el estrés, los patrones de consumo dentro de la propia cultura y grupo de compañeros, la disponibilidad de alcohol y las actitudes hacia la embriaguez. Estas influencias contribuyen a la decisión inicial de beber y la transición del consumo de alcohol ocasional a problemas relacionados con el alcohol. Se estima que la heredabilidad del AUD es del 50-60%, según lo juzgado por estudios familiares y de gemelos. El abuso y la de- pendencia del alcohol a largo plazo están relacionados con cambios per- sistentes en la expresión génica (Mayfield et al., 2008). Como se analizó anteriormente, los SNP de ADH y ALDH pueden ex- plicar por qué algunas poblaciones tienen un menor riesgo de AUD. Las variantes genéticas de ADH que exhiben alta actividad y variantes de ALDH que exhiben baja actividad protegen contra el consumo excesivo de alcohol, probablemente porque el consumo de etanol por individuos que expresan estas variantes da como resultado la acumulación de acetal- dehído, produciendo una variedad de efectos desagradables. Muchos genes adicionales modulan las respuestas al etanol, incluyen- do variantes de los siguientes: receptor μ-opioide (OPRM1), transportador de dopamina (SLC6A3), transportador de serotonina (SLC6A4), recep- https://booksmedicos.org 429 N eurofarm acología SECCIÓ N II TABLA 23-2 ■ Medicamentos orales para tratar el abuso de alcohol MEDICAMENTOS DOSIS USUAL MECANISMO/EFECTO Disulfiram 250 mg/d (rango de 125-500 mg/d) • Inhibe la ALDH con el resul- tado de ↑ acetaldehído des- pués de beber. La abstinencia se refuerza para evitar la reac- ción adversa resultante Naltrexona 50 mg/día • Antagonista de los receptores μ-opioides; puede ↓ beber a través de ↓ sentimientos de recompensa con alcohol o ↓ anhelo Acamprosato 666 mg tres veces al día • Mecanismo desconocido, puede bloquear el estado hiperglutamatérgico y puede ↓ síndromes de abstinencia prolongada leve con ↓ senti- mientos de “necesidad” de alcohol tor D2 de dopamina (DRD2), subunidad α2 del receptor GABAA (GA- BRA2) y la subunidad α3 del receptor de glicina (GLRA3) (Jones et al., 2015). Otros genes candidatos incluyen el receptor de hormona liberado- ra de corticotropina 1 (CRHR1) y la proteína de unión a la hormona libe- radora de corticotropina (CRHBP), que son importantes en las vías de estrés cerebral. El etanol también induce la expresión de genes relaciona- dos con neuroinmunidad, produciendo niveles aumentados de marcado- res inmunes detectables en cerebros post mortem de individuos con AUD (p. ej., Grupo 1 de alta movilidad, interleucina 1β y TLR), que pueden mediar cambios a largo plazo en función cerebral y neurodegeneración. Los polimorfismos de los genes que codifican la interleucina 1β y otras moléculas inmunitarias están asociados con la susceptibilidad a la depen- dencia del alcohol (Crews y Vetreno, 2015). Algunas de las farmacoterapias para el AUD, discutidas en la siguiente sección, pueden ser más efectivas en individuos con variantes genéticas particulares. Los avances clínicos a través de los estudios farmacogenéti- cos de los AUD pueden hacer posible el objetivo de la medicina de preci- sión, pero esto requerirá análisis metodológicos y estadísticos rigurosos. Cada individuo tiene perfiles neurobiológicos, genéticos y ambientales únicos que afectan el resultado del tratamiento, lo que hace que las estra- tegias individualizadas no sólo sean viables, sino también necesarias para mover el tratamiento del AUD a la medicina convencional (Litten et al., 2015). Debido a que AUD involucra procesos multifactoriales con deter- minantes genéticos y ambientales, así como neuroadaptaciones relacio- nadas con la progresión de la enfermedad, ir más allá del estudio de la importancia de los genes candidatos individuales debe incluir un enfo- que sistémico para identificar las redes de genes y proteínas relevantes que operan en diferentes etapas de la enfermedad (Gorini et al., 2014). Farmacoterapia del trastorno por consumo de alcohol Actualmente, tres fármacos están aprobados por la FDA para el trata- miento del AUD: disulfiram, naltrexona y acamprosato (tabla 23-2). Tie- nen una eficacia razonable, con tamaños de efecto similares a los de los fármacos antidepresivos para la depresión; desafortunadamente, no se recetan de forma rutinaria (Jonas et al., 2014). Sus eficacias pueden estar influenciadas por la composición genética de un individuo, y es proba- ble que el genotipado sea importante en futuras estrategias de trata- miento. Las benzodiacepinas son el tratamiento de elección para el tratamiento de la abstinencia alcohólica aguda y para evitar la progresión de los síntomas menores de retirada a los más importantes, como las con- vulsiones y el delirium tremens (véase capítulo 24). Disulfiram El disulfiram (tetraetiltiuram disulfida), el primer medicamento aproba- do para tratar el abuso de alcohol, es relativamente no tóxico cuando se toma en ausencia de etanol. Inhibe la actividad de ALDH y aumenta la concentración de acetaldehído en sangre en 5-10 veces en comparación con el nivel medido cuando el etanol se administra solo. El disulfiram in- activa de forma irreversible las formas citosólicas y mitocondriales de ALDH en diversos grados. Es poco probable que el propio disulfiram sea responsable de la inactivación de ALDH in vivo porque varios metabo- litos activos del fármaco, especialmente el dietiltiometilcarbamato, se comportan como inhibidores suicidas de ALDH in vitro. Estos metaboli- tos alcanzan concentraciones significativas en plasma después de la ad- ministración del disulfiram. El consumo de alcohol por individuos previamente tratados con disulfiram da lugar a signos y síntomas marca- dos de envenenamiento con acetaldehído. En las BEC de 5-10 mg%, se observan efectos leves, que aumentan notablemente en gravedad a medi- da que la BEC alcanza 50 mg%. Si el paciente alcanza una BEC de 125-150 mg%, puede producirse una pérdida de conciencia. En 5-10 minutos, la cara se siente caliente y poco después se enrojece y escarlata en aparien- cia. A medida que la vasodilatación se extiende por todo el cuerpo, se siente un intenso latido en la cabeza y el cuello, y se puede desarrollar un dolor de cabeza pulsátil. Se observan dificultades respiratorias, náuseas, vómitos copiosos, sudoración, sed, dolor en el pecho, hipotensión consi- derable, síncope ortostático, marcada inquietud, debilidad, vértigo, vi- sión borrosa y confusión. El rubor facial se reemplaza por palidez y la presión arterial puede caer a los niveles observados en estado de choque. Por tanto, el uso de disulfiram requiere una cuidadosa supervisión médi- ca y sólo debe intentarse en pacientes motivados que se comprometan a mantener la abstinencia. Los pacientes deben aprender a evitar las for- mas disfrazadas de alcohol que pueden estar presentes en las salsas, el vinagre fermentado, los jarabes para la tos e incluso las lociones para después del afeitado. El tratamiento con disulfiram produce un cumpli- miento deficiente, posiblemente debido a los efectos adversos que se pro- ducen si se toma con etanol. El disulfiram no debe administrarse hasta que el paciente se haya abstenido del alcohol durante al menos 12h. En la fase inicial del tratamiento, se administra una dosis diaria máxima de 500 mg durante 1-2 semanas. La dosis de mantenimiento oscila entre 125 y 500 mg al día, dependiendo de la tolerancia a los efectos secundarios. A menos que la sedación sea prominente, la dosis diaria debe tomarse por la mañana, el momento en que la resolución de no beber sea más fuerte. La sensibilización al alcohol puede durar hasta 14 días después de la última ingestión de disulfiram debido a la baja tasa de restauración de ALDH. El disulfiram o sus metabolitos pueden inhibir muchas enzimas con grupos sulfidrilo, produciendo un amplio espectro de efectos bioló- gicos. Los CYP hepáticos están inhibidos, lo que interfiere con el meta- bolismo de la fenitoína, clordiazepóxido, barbitúricos, warfarina y otros fármacos. Naltrexona La naltrexona, un antagonista de los receptores opiáceos μ, se relaciona químicamente con la naloxona, pero tiene una mayor biodisponibilidad oral y una mayor duración de acción cuando se administra por vía oral. También está aprobada para el tratamiento de la sobredosis y dependen- cia de opiáceos (véanse los capítulos 18 y 24). Existe evidencia de que la naltrexona bloquea la activación de los receptores cerebrales por los pép- tidos opioides que se consideran críticos para los efectos gratificantes de las drogas de abuso. La naltrexona reduce el deseo y disminuye la recaída al consumo exce- sivo de alcohol. Los metaanálisis demostraron que la naltrexona es mejor que el placebo, especialmente para reducir el riesgo de consumo excesivo de alcohol. Por lo general, se administra después de la desintoxicación a una dosis de 50 mg/d durante varios meses. La adherencia a este régimen es importante para garantizar el valor terapéutico de la naltrexona, pero es un problema para algunos pacientes. Una formulación de depósito de ac- ción prolongada de naltrexona está disponible para inyección mensual. Los implantes de naltrexona que duran varios meses están disponibles fuera de Estados Unidos. El efecto secundario más común de la naltrexona es la náusea, que desaparece si el paciente se abstiene del alcohol. Existe cierta evidencia de disforia asociada con la administración de naltrexona, y está contrain- dicada en pacientes con trastornos depresivos. Las dosis de naltrexona superiores a 300 mg pueden causar daño hepático; la droga está contra- indicada en pacientes con insuficiencia hepática o hepatitis aguda y debe usarse sólo después de una cuidadosa consideración en pacientes con enfermedad hepática activa. La naltrexona no puede administrarse a pa- cientes que toman opioides, pero se usa después de la desintoxicación de opiáceos para la prevención de la recaída a la dependencia de estos fár- macos. Acamprosato Acamprosato (acetilhomotaurina-N) puede funcionar bloqueando un es- tado hiperglutamatérgico en el cerebro alcohólico, pero la diana molecu- https://booksmedicos.org 430 Etan ol CA PÍTU LO 23 Datos farmacológicos para su formulario personal: medicamentos utilizados para tratar el trastorno del uso del alcohol Medicamentos Usos terapéuticos Farmacología clínica y consejos Disulfiram • AUD Inhibidor de ALDH Causa los efectos adversos del aumento de acetaldehído cuando se toma con alcohol Poca conformidad del paciente Naltrexona • AUD • Dependencia de opiáceos después de la desin- toxicación opioide Antagonista del receptor opioide μ Náuseas, daño hepático a altas dosis Disponible en formulaciones inyectables orales y de acción prolongada Contraindicado en pacientes con enfermedad hepática o que toman opiáceos al mismo tiempo Acamprosato • AUD Mecanismo desconocido, puede bloquear el estado hiperglutamatérgico Puede funcionar mejor en alcohólicos en abstinencia Benzodiacepinas • Tratamiento de la abstinencia del alcohol • Trastornos de ansiedad/pánico/ataques • Insomnio • Premedicación anestésica ↑ Vinculación con GABA en los receptores GABAA Clordiazepóxido, lorazepam, diazepam, oxazepam, midazolam y clorazepato son usados en Estados Unidos para controlar los síntomas de abstinencia del alcohol Fomepizol • Envenenamiento con metanol Inhibidor de ADH Medicamentos no aprobados por la FDA para el tratamiento de AUD, pero aprobados en otros lugares o encontrados clínicamente útiles Gabapentina • AUD • Ataques epilépticos y dolor neuropático Bloquea los canales de Ca2+ controlados por voltaje neuronal Ansias de alcohol reducidas en un ensayo clínico Vareniclina • ↓ consumo de alcohol en ensayos clínicos • Dejar de fumar Agonista parcial o completo en algunos subtipos centrales de nAChR Nalmefeno • Sobredosis/dependencia de opiáceos • AUD Antagonista del receptor opioide μ y κ Aprobado en Europa para el uso según sea necesario para disminuir el consumo de alcohol. Ventajas sobre naltrexona: sin toxicidad hepática, mayor duración de acción, mayor afinidad Aprobado para la sobredosis de opiáceos, pero se suspendió en Estados Unidos Baclofeno • AUD • Espasticidad Agonista del receptor GABAB, relajante del musculoesquelético y agente antiespasmódico lar exacta no se conoce del todo. Está aprobado por la FDA para el tratamiento del AUD y generalmente es bien tolerado por los pacientes, siendo la diarrea leve el principal efecto secundario. Los estudios doble ciego controlados por placebo demostraron que el acamprosato disminu- ye la frecuencia de consumo de alcohol y reduce el consumo de recaídas en personas en abstinencia, pero puede no ser efectivo en aquellos que actualmente beben o usan indebidamente otros medicamentos. Los me- taanálisis de ensayos clínicos aleatorizados demostraron que el acampro- sato se asocia con una recaída reducida en el consumo de alcohol (Jonas et al., 2014). Para la dosificación, véase tabla 23-2. Otros agentes El baclofeno (utilizado en Francia) ha mostrado resultados positivos para el tratamiento del AUD en algunos estudios, pero no está aprobado por la FDA para este uso. Otros tres medicamentos que se describen a conti- nuación, aunque no están aprobados por la FDA para el AUD, están aprobados en Europa o pueden resultar útiles con base a la evidencia emergente. El nalmefeno, un antagonista de los receptores opioides estructural- mente similar a la naltrexona, se usa para tratar la sobredosis de opioides y también se puede usar para controlar las conductas adictivas. Está aprobado en Europa para el uso según necesidad (18 mg) para reducir el consumo excesivo de alcohol. Tiene varias ventajas sobre la naltrexona, incluida una mayor duración de la acción, la falta de toxicidad hepática dependiente de la dosis y una mayor afinidad de unión a los receptores opioides μ y κ. Nalmefeno reduce la cantidad total de alcohol consumido y el número de días de consumo excesivo en pacientes dependientes del alcohol (Van den Brink et al., 2014). El nalmefeno se usó para sobredosis de opioides en Estados Unidos, pero se ha suspendido. La gabapentina, que interactúa con la subunidad α2δ de los canales neuronales de Ca2+ dependientes de voltaje, se usa principalmente para tratar las crisis epilépticas y el dolor neuropático. Un ensayo clínico de- mostró que la gabapentina (particularmente la dosis diaria de 1 800 mg) mejoró las tasas de abstinencia y no hubo días de consumo intenso en adultos dependientes del alcohol, disminuyó el número de días de con- sumo intenso y el número de bebidas consumidas por semana, y dismi- nuyó la intensidad del deseo insaciable, insomnio y la disforia (Mason et al., 2014). Se necesitan estudios adicionales para determinar si la ga- bapentina u otros agentes pueden reutilizarse para tratar el AUD. Para obtener información adicional sobre la gabapentina, consúltese el capí- tulo 17. La vareniclina, que está aprobada para dejar de fumar, también reduce el consumo de alcohol en modelos preclínicos y clínicos (Rahman et al., 2014). La vareniclina actúa como un agonista parcial en subtipos α3β4, α4β2 y α6β2 de nAChR y como un agonista
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