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Fiebre, HTA y Diarrea

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FIEBRE
La fiebre es definida como el aumento de la temperatura corporal por encima de los límites
normales, que generalmente es de 37 grados Celsius. Es una respuesta del cuerpo ante una
infección, enfermedad u otros estímulos.
Los signos y síntomas más comunes de la fiebre son:
1. Elevación de la temperatura corporal: La temperatura del cuerpo puede elevarse de forma
gradual o repentina y superar los 37 grados Celsius.
2. Sensación de calor y escalofríos: La persona afectada puede sentir calor y experimentar
escalofríos y temblores en el cuerpo.
3. Malestar general: La fiebre puede causar debilidad, cansancio, dolor de cabeza, dolores
musculares y pérdida de apetito.
4. Sudoración: Algunas personas pueden sudar de manera excesiva durante una fiebre.
5. Taquicardia: El corazón puede latir más rápido de lo normal como respuesta al aumento de
la temperatura corporal.
6. Aumento de la frecuencia respiratoria: La respiración puede volverse rápida y superficial
debido a la fiebre.
7. Cambios en el estado mental: En casos de fiebre alta, especialmente en niños, es posible
que se presenten cambios en el estado de ánimo, irritabilidad o confusión.
Es importante recordar que la fiebre en sí misma no es una enfermedad, sino un síntoma de
que algo está ocurriendo en el organismo. Si la fiebre persiste durante más de 48 horas o se
presenta con otros síntomas más graves, es recomendable buscar atención médica para
identificar la causa subyacente y recibir tratamiento adecuado.
La fiebre puede tener diferentes causas, por lo que su etiología puede variar. Algunas de las
posibles causas de la fiebre incluyen:
1. Infecciones: Las infecciones bacterianas, virales, fúngicas o parasitarias pueden
desencadenar una respuesta de fiebre en el cuerpo.
2. Inflamación: Las enfermedades inflamatorias como la artritis reumatoide, la enfermedad
inflamatoria intestinal o las enfermedades autoinmunes pueden causar fiebre.
3. Lesiones y traumatismos: Las lesiones graves, quemaduras o traumatismos pueden
desencadenar una respuesta febril en el organismo.
4. Respuesta inmune: Las reacciones alérgicas, como la fiebre del heno, pueden ser causas de
fiebre.
5. Medicamentos y vacunas: Algunos medicamentos y vacunas pueden provocar fiebre como
efecto secundario.
6. Trastornos endocrinos: Algunos trastornos de la tiroides y las glándulas suprarrenales
pueden causar fiebre.
En cuanto a los parámetros normales de la fiebre, se considera que una temperatura corporal
de 37 grados Celsius (98.6 grados Fahrenheit) es considerada normal. Sin embargo, la
temperatura puede variar ligeramente durante el día. Se considera que una persona tiene fiebre
cuando presenta una temperatura corporal por encima de los 37.5 grados Celsius (99.5 grados
Fahrenheit) tomada por vía oral, o por encima de los 38 grados Celsius (100.4 grados
Fahrenheit) tomada por vía rectal. Es importante tener en cuenta que los valores de referencia
pueden variar ligeramente según la fuente y los métodos de medición utilizados.
La fiebre se puede clasificar de acuerdo a su duración, origen y características. A
continuación se mencionan algunas de las clasificaciones más comunes:
1. Según su duración:
- Fiebre aguda: Cuando tiene una duración de menos de 7 días.
- Fiebre subaguda: Cuando tiene una duración de 7 a 14 días.
- Fiebre crónica: Cuando tiene una duración de más de 14 días.
2. Según su origen:
- Fiebre infecciosa: Causada por una infección bacteriana, viral, fúngica o parasitaria.
- Fiebre no infecciosa: Causada por condiciones no relacionadas con una infección, como
enfermedades inflamatorias, trastornos autoinmunes, cáncer, entre otros.
3. Según sus características:
- Fiebre continua: La temperatura corporal se mantiene elevada de manera constante, pero sin
fluctuaciones significativas durante un período prolongado.
- Fiebre intermitente: La temperatura corporal se eleva y desciende de manera cíclica, con
intervalos febriles y apiréticos alternados.
- Fiebre remitente: La temperatura corporal se eleva y desciende, pero no vuelve a los valores
normales durante los intervalos apiréticos.
- Fiebre recurrente: Se caracteriza por episodios intermitentes de fiebre seguidos de períodos
apiréticos, pero los episodios febriles están separados por intervalos libres de fiebre más
prolongados.
Es importante mencionar que esta clasificación es solo una guía general y que la fiebre puede
variar en cada individuo y contexto clínico. Es fundamental consultar a un profesional de la
salud para una evaluación adecuada y determinar la causa subyacente de la fiebre.
HIPERTENSIÓN ARTERIAL
La hipertensión arterial es una enfermedad crónica caracterizada por la elevación sostenida de
la presión arterial en las arterias. La presión arterial se refiere a la fuerza con la que la sangre
circula por las arterias y puede ser medida mediante dos valores: la presión sistólica (la presión
en las arterias cuando el corazón se contrae) y la presión diastólica (la presión en las arterias
cuando el corazón se relaja).
Los signos y síntomas de la hipertensión arterial pueden ser muy variados, y en algunos casos,
pueden no presentarse hasta que la enfermedad está en un estado avanzado. Algunos de los
signos y síntomas comunes incluyen:
1. Dolores de cabeza recurrentes y persistentes.
2. Mareos o episodios de vértigo.
3. Palpitaciones del corazón.
4. Problemas de visión, como visión borrosa o alteraciones en la visión periférica.
5. Dificultad para respirar.
6. Fatiga o debilidad inusual.
7. Sangrado nasal frecuente.
8. Zumbidos en los oídos.
Es importante destacar que estos signos y síntomas no son exclusivos de la hipertensión
arterial y pueden ser causados por otras condiciones médicas. Por esta razón, es fundamental
realizar un diagnóstico preciso y adecuado a través de la medición regular de la presión arterial
y consultar a un médico para un tratamiento adecuado.
La etiología de la hipertensión arterial puede ser multifactorial, es decir, pueden existir
diferentes factores que contribuyen al desarrollo de la enfermedad. Algunos de los factores
que pueden influir en el desarrollo de la hipertensión arterial son:
1. Factores genéticos: la predisposición a tener hipertensión arterial puede ser hereditaria y
estar determinada por determinados genes.
2. Estilo de vida: una dieta poco saludable, alta en sodio y grasas saturadas, así como el
consumo de alcohol en exceso, el tabaquismo y la falta de ejercicio físico pueden contribuir al
desarrollo de la hipertensión arterial.
3. Factores hormonales: algunas condiciones médicas, como el síndrome de Cushing o el
hipotiroidismo, pueden afectar los niveles hormonales y contribuir a la hipertensión arterial.
4. Enfermedades subyacentes: condiciones médicas como la enfermedad renal crónica, la
diabetes o la apnea del sueño pueden aumentar el riesgo de desarrollar hipertensión arterial.
En cuanto a los parámetros normales de la presión arterial, la clasificación establecida por la
American Heart Association (AHA) y la American College of Cardiology (ACC) es la siguiente:
- Presión arterial normal: presión sistólica <120 mm Hg y presión diastólica <80 mm Hg.
- Prehipertensión: presión sistólica entre 120-139 mm Hg y/o presión diastólica entre 80-89 mm
Hg.
- Hipertensión etapa 1: presión sistólica entre 140-159 mm Hg y/o presión diastólica entre 90-
99 mm Hg.
- Hipertensión etapa 2: presión sistólica ≥ 160 mm Hg y/o presión diastólica ≥100 mm Hg.
Es importante tener en cuenta que estos valores pueden variar dependiendo de la edad, el sexo
y las condiciones médicas individuales. Por lo tanto, es fundamental consultar con un médico
para una evaluación y diagnóstico precisos.
La clasificación de la hipertensión arterial generalmente se basa en los valores de presión
arterial sistólica y diastólica. Según las directrices actuales de la American Heart Association
(AHA) y la American College of Cardiology (ACC), se utilizan las siguientes categorías:
1. Presión arterial normal: presión sistólica <120 mm Hgy presión diastólica <80 mm Hg.
2. Prehipertensión: presión sistólica entre 120-139 mm Hg y/o presión diastólica entre 80-89
mm Hg.
3. Hipertensión etapa 1: presión sistólica entre 140-159 mm Hg y/o presión diastólica entre 90-
99 mm Hg.
4. Hipertensión etapa 2: presión sistólica ≥ 160 mm Hg y/o presión diastólica ≥100 mm Hg.
Además, también se ha agregado una nueva categoría llamada "hipertensión de inicio
temprano" para individuos menores de 40 años, que se define como una presión arterial
sistólica ≥ 140 mm Hg y/o presión diastólica ≥ 90 mm Hg.
Es importante tener en cuenta que estos valores pueden variar dependiendo de la edad, el sexo
y las condiciones médicas individuales. Por lo tanto, es fundamental consultar con un médico
para una evaluación y diagnóstico precisos, así como para establecer un plan de tratamiento
adecuado.
DIARREA
La diarrea es un trastorno gastrointestinal caracterizado por la evacuación
de heces líquidas o sueltas con una frecuencia aumentada. Se produce
cuando los intestinos no absorben adecuadamente el agua o cuando los
alimentos pasan demasiado rápido a través del sistema digestivo.
Los signos y síntomas comunes de la diarrea incluyen:
1. Heces líquidas o sueltas: Las evacuaciones intestinales son acuosas y
pueden tener una consistencia que va desde líquida hasta semilíquida o
pastosa.
2. Frecuencia aumentada de las evacuaciones: La persona puede tener
una necesidad urgente y repetitiva de evacuar el intestino, a menudo más
de tres veces al día.
3. Dolor abdominal: La diarrea puede ir acompañada de cólicos o dolores
abdominales, que pueden variar de leves a intensos.
4. Sensación de necesidad urgente de evacuar: La persona puede sentir
una urgencia repentina de evacuar el intestino, lo cual puede ser difícil de
controlar.
5. Náuseas y vómitos: En algunos casos, la diarrea puede ir acompañada
de náuseas y vómitos.
6. Pérdida de apetito: La persona puede experimentar una disminución en
el apetito debido al malestar gastrointestinal.
7. Debilidad y deshidratación: La diarrea puede causar una pérdida
excesiva de líquidos y electrolitos del cuerpo, lo que puede conducir a la
deshidratación, debilidad, mareos y sensación de cansancio.
Es importante tener en cuenta que la diarrea puede ser causada por
múltiples factores, como infecciones virales o bacterianas, intolerancias
alimentarias, medicamentos, enfermedades intestinales crónicas, estrés o
ansiedad. Si los síntomas persisten durante más de dos días o si hay
sangre en las heces, es importante buscar atención médica. La
deshidratación grave o persistente también requiere atención médica
inmediata.
La diarrea puede tener múltiples etiologías, y estas pueden clasificarse en
tres categorías principales: diarrea aguda, diarrea persistente y diarrea
crónica.
1. Diarrea aguda: Es la más común y generalmente dura menos de 14 días.
Las principales causas de la diarrea aguda incluyen infecciones virales,
bacterianas y parasitarias, como el rotavirus, norovirus, Escherichia coli,
Salmonella y Giardia lamblia. También puede ser causada por alimentos o
agua contaminados, intoxicaciones alimentarias, ingestión de toxinas,
medicamentos como los antibióticos, entre otras.
2. Diarrea persistente: Dura entre 14 y 30 días y generalmente está
asociada con infecciones parasitarias, enfermedades inflamatorias
intestinales crónicas como la enfermedad de Crohn o la colitis ulcerosa,
síndrome del intestino irritable y algunas enfermedades metabólicas como
la hipertiroidismo y enfermedad celíaca.
3. Diarrea crónica: Persiste durante más de 30 días y puede estar asociada
con problemas de malabsorción, como la enfermedad celíaca, intolerancia
a la lactosa, enfermedad inflamatoria intestinal crónica, enfermedad de
Crohn, colitis ulcerosa, deficiencias nutricionales, como la deficiencia de
vitamina B12 o enfermedades como el VIH/SIDA.
En cuanto a los parámetros normales de la diarrea, estos pueden variar de
una persona a otra. Sin embargo, se considera que una persona tiene
diarrea cuando evacúa heces líquidas o sueltas con una frecuencia de al
menos tres veces al día. Además, si la diarrea implica una pérdida
significativa de líquidos y produce síntomas de deshidratación, como sed
intensa, boca seca, falta de orina o debilidad extrema, es importante
buscar atención médica de inmediato.
La diarrea se puede clasificar en diferentes categorías según su duración y
características:
1. Diarrea aguda: Es la forma más común de diarrea y generalmente dura
menos de 14 días. Puede ser causada por infecciones virales, bacterianas
o parasitarias, intoxicaciones alimentarias, medicamentos, intolerancias o
alergias alimentarias, estrés o cambios en la dieta. La diarrea aguda
generalmente desaparece por sí sola sin necesidad de tratamiento
específico.
2. Diarrea persistente: Dura entre 14 y 30 días y puede estar relacionada
con infecciones parasitarias persistentes, enfermedades inflamatorias
intestinales crónicas (como enfermedad de Crohn o colitis ulcerosa),
síndrome del intestino irritable u otros trastornos intestinales y
metabólicos.
3. Diarrea crónica: Continúa durante más de 30 días y puede ser causada
por enfermedades subyacentes crónicas como enfermedad inflamatoria
intestinal, enfermedad celíaca, síndrome del intestino irritable, trastornos
de malabsorción (como intolerancia a la lactosa o enfermedad de Whipple),
trastornos endocrinos (hipertiroidismo o diabetes), enfermedad renal
crónica, trastornos del sistema nervioso autónomo o incluso ciertos tipos
de cáncer, entre otros.
Es importante destacar que esta clasificación puede variar según las
pautas y criterios clínicos utilizados por diferentes profesionales de la
salud. Si experimentas diarrea persistentes o crónica, es recomendable
buscar atención médica para determinar la causa subyacente y recibir el
tratamiento adecuado.

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