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Macroeconomía clásicos y keynesianos. Comparación

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Primera comparación en la macroeconomía: clásicos y keynesianos
La macroeconomía keynesiana fue la visión aceptada como orto- doxa, desde la publicación del libro de KEYNES en 1936, hasta mediados de la década del 70. Esta perspectiva fue la que se difundió en los manuales de enseñanza y su vocabulario fue la base para el entendi- miento profesional. Pero esta orientación tuvo críticos y también defen- sores; la discusión se centró en señalar la falta de fundamentos mi- croeconómicos en la macroeconomía keynesiana, y en el tratamiento de varios temas prácticos como la inflación, la racionalidad de las expec tativas, el supuesto de optimización por parte de los agentes económi cos, y el tema del mercado del trabajo. Nos limitaremos a este último, resumiendo las posiciones (“).
Clásicos
1. Todos los precios (incluyendo los salarios) san Nexibles en los casos en que no se presentan in- terferencias, regulaciones, acciones sindicales o monopolios. La implicancia es que, en tal caso, la curva de oferta agregada os una linea vertical
Keynesianos
1. Los precios y los salarios no son inflexibles, pero no se mueven de manera tal que “limpien el mercado de trabajo, pues hay casos de desem- pleo voluntano. La curva de oferta agregada, en- tonces, adopta esta forma:
Precios nominales
Oferta – agregada
Precios nominales
Oferta agregada
Nivel de pleno empleo
Producto
Nivel de pleno empleo
Producto
Es decir que la curva tiene un segmento crecien le a niveles menores que el pleno empleo. Como el análisis discrimina entre el nivel de ple- no empleo y el de desempleo, KEYNES habló de una “teoria general”..
2 Piensan en términos individuales el producto de las empresas, es decir no en forma agregada o del consumidor individual (en la teoría del valor): sin embargo, su teoria monetaria es de carácter agregado.
2 La teoría tiene carácter macro (producción agre- gada) y también micro (agentes individuales) Pero el lado roal y el lado monetario de la eco- nomia se presentan al mismo nivel, cerrando asi la brecha.
La llamada sintesis neoclásica consistió en aceptar que la explica—ción de KEYNES una vez logrado el pleno empleo (al verticalizarse la curva de oferta agregada), el análisis clásico de asignación de recursos, distribución del ingreso y bienestar, que estaba basado en postulados microeconómicos, era nuevamente relevante. Pero la sintesis neoclási- ca no aceptó la teoría cuantitativa del dinero que, sin embargo, fue reivindicada por MILTON FRIEDMAN y la Escuela de Chicago, a partir de la década del ’50. Los monetaristas (asi se conocerán a partir de aproxi- madamente 1968) creen que la curva de oferta agregada es vertical pero en el largo plazo, que la inflación es siempre un fenómeno monetario, y prefieren analizar los problemas en términos de equilibrios parciales (y no general). Podemos ahora introducir mayores precisiones sobre esta tendencia.
El monetarismo
La expresión “monetarista” se aplicó a aquellos que entienden que la cantidad de dinero tiene una influencia importante (“el dinero inte- resa”) sobre la actividad económica y sobre el nivel de precios y, ade- más, que los objetivos de la politica monetaria se logran de mejor ma- nera, prefijando la tasa de crecimiento de la oferta del dinero.
MILTON FRIEDMAN proclamó que el control de los agregados mone- tarios era un instrumento superior a las medidas fiscales-alternativa: preferida por el keynesianismo- para estabilizar la demanda agregada. FRIEDMAN así lo entiende en sus Estudios sobre la teoría cuantitativa del dinero (1956) y su Historia monetaria de los Estados Unidos, 1867-1960 (1963). La teoría moderna cuantitativa del dinero se diferencia de la tradicional por el reconocimiento de la necesidad de estudiar la velo- cidad del dinero. Durante el resto de la década polemizaron keynesia- nos y monetaristas sobre la bondad de sus respectivos modelos: el key- nesiano, construido sobre los componentes de los gastos agregados, asigna un papel menor a las tenencias de dinero, y en cambio para el monetarista la oferta y la demanda del dinero son las variables relevan- tes. Los monetaristas difundieron por entonces el llamado Modelo de St. Louis (por haber sido elaborado por los economistas del Banco de la Reserva Federal de esa ciudad de los Estados Unidos, en 1968); si bien fue criticado por problemas econométricos, predijo adecuadamente el producto bruto nacional y así llamó la atención del mundo de los ne- gocios.
Muchos paises adhirieron al principio de adoptar metas monetarias (entre ellos Alemania Federal, Japón, Suiza y los Estados Unidos). A mediados de los 80, el sistemas de metas fue modificado, y en su lu- gar se usaron bandas dentro de las cuales debía registrarse el crecimien- to del dinero y también se modificó la definición de los agregados del dinero. Asimismo, se estudió nuevamente el tema de la velocidad y se reformuló la propuesta que paso a considerar, como variable más con- fiable, “la base monetaria” (dinero en circulación más depósitos en los bancos del público en general), porque ésta no es afectada por las in- novaciones en los instrumentos del mercado financiero
El monetarismo está asociado, además, a otras líneas de investiga- ción: la curva de Phillips, para explicar la inflación producida por las politicas monetarias discrecionales por medio de la relación entre la tasa de crecimiento de la inflación y los niveles de desempleo; la teoría de las expectativas racionales, que discute la teoría anterior, argumentan- do que los mercados son capaces de predecir los movimientos antici- clicos de una politica que persiga estabilizar la economía. También el monetarismo está asociado a actitudes contra las regulaciones estatales, pero sin embargo acepta, como excepción justificada, el control de la cantidad de dinero para asegurar la estabilidad.
En esta corriente se han destacado los economistas K. BRUNNER, P. CAGAN, J. FRENKEL, T. MAYER y otros. El enfoque de las expectativas racio nales comenzó con las explicaciones de J. MUTH (1961), R. LUCAS (1972), THE SARGENT (1978) Y ROBERT BARRO (1977). MUTH explicó que ninguna fór- mula o modelo podría acertar a predecir los precios de los mercados es- peculativos porque, en realidad, ya se encuentra incorporada toda la in- formación disponible en las decisiones actuales de los especuladores y que, por esa circunstancia, las expectativas son racionales”. Lucas agre- go que, dada la racionalidad de la expectativas de los agentes econó- micos, las políticas monetaria y fiscal sólo tienen efecto en la produc- ción física y en el empleo de muy corto plazo. Finalmente, SARGENT se- ñaló que existe una tasa natural de desempleo, una tasa de equilibrio de desempleo, a cuyo nivel todas las economias tienden a recurrir.
Por último, independientemente de la corriente monetarista, los nuevos clásicos afirman: 1. Las decisiones de los agentes sobre el con- sumo, la inversión y el ahorro, se basan en factores reales. 2. Con la información disponible, los agentes económicos son optimizadores de manera consistente. 3. Los agentes no cometen errores sistemáticos pues hacen expectativas racionales.
Las proposiciones monetaristas han sido resumidas por DOUGLAS Purvis (), si bien dejando de lado la definición de dinero, que también es objeto de desacuerdos:
-La demanda de dinero es inelastica al interés, La demanda de dinero es más estable que la función consumo.
-Los atrasos que se registran en los efectos de la política monetaria son prolongados e inciertos.
El proceso de transmisión implica un amplio conjunto de rela- ciones de sustitución, involucrando en ellas algo más que di- nero y bonos, asimismo, opera a través de canales que exce- den la simple tasa de interés.
Los precios (incluyendo los salarios nominales) son suficientemente flexibles como para que el producto sea mantenido casi a su nivel de pleno empleo. La tasa de interés real es aproximadamente constante.
La política fiscal no interesa según la forma más extrema del monetarismo, pero la gama de opiniones corre desde“el dinero interesa” hasta “solo interesa el dinero” para considerar las políticas monetarias.
El sector privado de la economía es mas estable en ausencia de politicas discrecionales de estabilización que en el caso de la existencia de éstas. – La inflación es siempre un fenómeno monetario, sobre todo en el conto plazo.
La palabra “monetarismo” es relativamente reciente, y su primer uso se le adjudica a KARL BRUNNER (suizo, 1916-1989), un economista del Banco de la Reserva Federal de los Estados Unidos (Saint Louis, 1968). La tendencia general de los monetaristas es sostener que la oferta de di- nero determina los movimientos de corto plazo en el PBI nominal y los de largo plazo en los precios. En otros términos, que la cantidad de di- nero tiene influencia en el nivel de la actividad económica y que los ob- jetivos que se persiguen con la política monetaria se logran establecien- do metas o niveles para el crecimiento de la oferta monetaria.
Además de la base monetaria, los estudios monetaristas conside- ran distintas definiciones del dinero (las conocidas M1, M2, M3, etc., que se diferencian por los diversos grados de liquidez). La M1 es la defini- ción más restringida y se compone del agregado de los billetes y mo- nedas en circulación (que tienen curso legal), más los saldos de last cuentas corrientes depositadas en bancos y otras entidades financieras.
Si bien el monetarismo está asociado a actitudes contrarias a politi- cas estatales y a la no intervención en la economía, y a posiciones de laissez-faire en el sistema económico (ya que se opone a limitar el cré- dito, a fijar techos a las tasas de interés, etc.), tiene en cuenta una excep- ción justificada, que consiste en establecer una tasa de crecimiento cons- tante para la base monetaria (circulante más reservas en los bancos).

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