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En forma análoga, pri- mero existieron los oradores y después la retóri- ca, concebida como sistematización transferible de las técnicas y recursos expresivos empleados por aquéllos. Era natural que así acaeciera, porque la. ciencia no sustituye a la naturaleza, sino que la interpreta. La retórica, entendida como metodología delfe- nómeno oratorio. no como sustituto, estaba ya constituida entre los griegos y los romanos y go- zaba de gran prestigio en el mundo de la antigüe- dad. que no conoció la prensa. la radiofonía, la te- levisión. y escasamente el libro y la escuela. En ese periodo de comunicación esencialmente oral, la palabra hablada estaba sometida con igual ri- gor a exigencias estéticas y prácticas. Con la marcha de los siglos algunos tratadistas y maestros. corifundiendo el mapa con el terreno. hicieron de la retórica unfin en sí mismo y llega- ron a mezclarla con la poética. la estética y la pre- ceptiva literaria, cuando no con lafilosofía ideoló- gica, que abarcaba en una misma pretensión a la lógica, la metafísica y la retórica. Sobrevino el 7 i :1 desprestigio de esta disciplina, que el romanticis- mo, con su carga de libertarismo y de individua- lismo, acabó de consumar. En la actualidad, la retórica ha renacido como arte de la palabra hablada. Se la considera una disciplina instrumental sinfin en sí misma, o más exactamente, como una técnica para encau- zar en formas verbales el fenómeno profundo de la expresión del hombre. En este sentido, se la ha separado con meritoria prudencia del ámbito es- trictamente literario para combinarla con los do- minios de la psicología, la sociología y las ciencias de la educación y de la comunicación. Este enfoque ha ampliado y superado a la vieja retórica. Ésta pretendía que el orador expresara, con belleza, sus ideas y sentimientos, mientras que el moderno arte de la palabra busca que el individuo "se exprese", esto es, que consiga entre- gar objetivamente, con palabras, su subjetividad, en todas las circunstancias de la vida. Tal planteo comporta una problemática distinta de la clásica grecolatina, por cuanto aspira, des- de el punto de vis ta formativo general, a facilitar la realización del ser humano, que no es plena mientras se ahoga en la incomunicación expresi- va y, desde el punto de vista particular de su ac- tividad profesional y social, a otorgarle un instru- mento técnico valioso. También el contenido de la oratoria se ha visto enriquecido con nuevas especies impuestas por la evolución social de nuestra época, que ha conver- tido al diálogo, en todas sus formas, en el vehícu- lo insustituible para el acuerdo de voluntades, el análisis de los problemas y la toma de decisiones. Al lado del clásico monólogo, la oratoria moderna h<t instalado, con igualdad de títulos, a la delibe- ración. En un mundo que desborda las añejas-jormas de comunicación humana, se comprende que los 8 \ '1, nuevos planteas, métodos, formas y fines encuen- tren una debidajustificación. El arte de la palabra oral, así concebido, se ha constituido paulatinamente a través de los siglos en un patrimonio cultural sin dueños nifórmulas mágicas. y la tipificación de los temas o capítulos que lo componen se ha ido formando por acumu- lación sucesiva de aportes. que en última instan- cia reconducen a los maestros de Grecia y Roma. El presente trabqjo intenta ofrecer al lector un panorama estructurado y actualizado de la orato- ria, con su temática y metodología, tanto antigua como moderna, compuesto a partir de los más reputados tratadistas del género. 9 ) ) ) ) ) ) ) ) ) ) ) ) ) ) ) ) ) ) \~ J ~ . .J ~; ) ~I ) I ;i ) 1,1 ) 1 1 I~ I J I !~ 1 ii J 1 1 /1 I ¡il ), I !II J 1111 ): Ili' )1 II! ~I I 'i I ,~i '1 ) 1 ¡II ) ¡" I ~I 1 ~I > I!~I !JI I ¡'I 11, II'1 J 1 ' )'i I i! JI 1'1 Y. I I '1 )< 1,1 .)i ti Ji ,,[ ) i :1 1,' 1. FUNDAMENTOS DE LA ORATORIA 1. EL ARTE DE LA PALABRA El hombre es el único ser viviente que habla, y la palabra es uno de los dones más extraordina- rios que posee, pues le permite manifestar la prodigiosa riqueza de su alma y establecer rela- ción con sus semejantes. El ejercicio efectivo de la palabra se apoya en dos bases: la naturaleza y la educación. Todas las personas hablan, pero muy pocas lo hacen con eficacia, pues la facultad elocutiva requiere, como cualquier otra facultad del hombre, cultivo y educación. Los seres elocuentes por naturaleza son la excepción del orden normal humano. La elocuencia ha sido definida de las más di- versas formas, tanto por los antiguos como por los modernos. Para Cicerón, el máximo orador romano, es un movimiento continuo del alma, y Dionisia de Halicarnaso la ha definido como el arte de hacerse creer. Podríanse agregar así mu- chas otras definiciones, pero en la aparente disi- militud de todas ellas hay un fondo común de coincidencia: la elocuencia es el testimonio ex- terno de un alma profunda. 11 La gramática y la retórica La gramática tradicional se ha definido como "el arte de hablar y escribir correctamente". Sin embargo, la experiencia ha demostrado que el conocimiento teórico de las formas de una len- gua-cualquiera no es suficiente para dotar al in- dividuo de una buena capacidad expresiva. Por ello. los estudios de gramática se han comple- mentado desde la antigüedad con otras discipli- nas más pragmáticas. La corrección gramatical es sólo un aspecto del arte de hablar. En tiempos de los griegos y los romanos, exis- tía una disciplina llamada "retórica", que trataba particularmente del arte de hablar y escribir, no ya desde un mero punto de vista gramaticalista, sino desde un ángulo real y práctico. Numerosos tratados nos han llegado de aquellos tiempos, entre los cuales sobresalen el de Aristóteles (Arte relórica), y los de Cicerón (De la invención, Del orador, Bruto, El orador y De la perfección orato- ria) y Quintiliano (Instituciones oratorias). En los tiempos actuales, esos tratados han co- brado nueva vigencia, pero modernizados y adaptados a las necesidades del hombre con- temporáneo. Es así como han surgido tratados especializados de 'elocuencia', 'arte de la palabra', 'arte del bien decir'. 'oratoria' y otras denomina- ciones' que enseñan a las personas a expresarse con eficiencia. En esto, las universidades y los tratadistas norteamericanos tienen la primacía de la originalidad con sus cursos de speech, professional speech, public speaking, modem speech, eifective speaking, speech arts,discus- sion, argumentation, persuasion, etcétera. 1 1 Sobre otras formas modernas de las artes habladas y métodos de enseilanza. consultar AuCE EVELffi CRAlG, The speech arts; a textbook of oral English. Nueva York. The Macmillan Company. 1937. Mi libro El lenguqje oral: Fundamentos. fonnas y técnicas (Bs. As., Plus Ultra. 1984). trata del mismo asunto. 12 En lo esencial, estas disciplinas son derivaciones de la retórica clásica, complementadas con apor- tes de la psicología, la sociología y las ciencias de la comunicación, que han llegado a penetrar con notable profundidad en el fenómeno de la creación literaria, en la intimidad anímica d~ orador, así como también en la del público o el / participante de una discu$ión. Siempre se ha debatido sobre la pOSibilid~d y utilidad de sistematizar en cuerpos de ensenan- za la oratoria, pero en la actualidad parece pre- valecer la opinión de que toda persona puede ser elevada sobre su rutina expresiva por medio de métodos, procedimientos y maestros adecuados. El oficio hace al maestro, se ha dicho desde an- tiguo. !AL!etóri<;!l~ el arte del bien decir_ Se denomina retórica -del griego rhétor, ora- dor- al "arte del bien decir, de embellecer la exj presión de los conceptos, de dar al len~aj e ~§.: c ' hablado eficacia bastante para d~~~itaL ersua Ir conmover. srífeza'eTIéxico de la Aca emm spano a. La retórica es, pues, un conjunto de preceptos y reglas para bien hablar. Esta definición presu- pone, lógicamente, la posibilidad de hacer elo- cuente al hombre mediante la enseñanza de ciertos principios. Acerca de esta posibilidad se ha discutido y aún hoy se discute si el orador nace o se hace. Si nace, la retórica no tiene juS- tificación. l - De ninguna manera podría sostenerse que no hay hombres naturalmente elocuentes. pues la experiencia lo desmentiría. La genialidad y el ta- lento no reconocen escuela. ya que el hombre superior lleva en sí el asiento de toda sabiduría y 13 ) ) ) ) ) ) ) ) ) ) conocimientos. Pero los preceptos de la retórica no son una creación arbitraria de los hombres sino que han sido tomados de la realidad mism~ de la palabra humana, del verbo de los hombres ta~entosos. Esto equivale a afirmar, pues, que pnmero existieron los grandes oradores y la gran oratoria, y luego surgió la retórica, como codiIi- cación de los mejores ejemplos de elocuencia. Por otra parte, si bien es cierto que los genios lo encuentran todo en sí mismos, no lo es menos q~e la mayor parte de los hombres no son genios ru talentos y necesitan de la retórica para apren- . de~ o perfeccionar su habitual decir y que, ade- mas, hasta los mismos genios de la oratoria han llegado al dominio de la palabra por el estudio. Dentro de esta línea de pensamiento debe inscri- birse la opinión de Baudelaire: "Las retóricas y las prosodias no son tiranías inventadas arbitra- riamente' sino una colección de reglas reclama- das por la organización misma del ser espiri- tual"2. Por supuesto que no hay arte que pretenda formar genios, ni tampoco lo pretendería la retó- rica. Pero se puede llegar a ser un discreto ora- dar o conferenciante por medio de esta discipli- na. El grado de altura de la elocuencia a que lle- gue cada uno dependerá de las condiciones que traiga de nacimiento. Pero todos pueden ascen- der por virtud de ella más alto de donde los dejó la naturale~a. El espíritu se enriquece y perfec- ciona con este o cualquier otro aprendizaje. La retórica tiene legítimos títulos para existir en el mundo de la cultura, a condición de que no s~ la confun?a con un recetario de farmacopea, ~ c?n una fo~ula mágica capaz de dotar de ge- ruahdad a qUIen no la tiene, y siempre que se la •• 2 HOUGARDY, MAuRlCE. La parole au publico Essai sur la rhétorique et 1 eloquence ruyourd hui et dans le passé. p. 21. Paris-Bruselas Baude 1946. . . 14 interprete como una· transferencia util de expe- riencias ajenas en beneficio de la propia capaci- dad expresiva. Nunca será sana la disciplina que intente sobreponerse y asfixiar al espíritu del hombre o que intente trastrocar la naturaleza en vez de encauzarla o conducirla. Ocurriría enton- ces lo denunciado por Pascal en su frase: "La elocuencia se burla de la elocuencia". Cicerón, con haber escrito varios tratados re- tóricos, ha dejado bien clartllcada su opinión al respecto, declarando que, a su entender, la retó- rica deriva de la palabra elocuente y no la elo- cuencia de la retórica.3 • Concebida así. la retórica o arte de la palabra responde al pensamiento del más grande precep- tista de la antigüedad. el romano Quintiliano, quien lo dejó definitivamente establecido en una . frase inmortal: "El orador se hace, el poeta nace". Los ('mes de la elocuencia Los fines específicos de la elocuencia han sido también materia de debate desde los tiempos antiguos. Historiar la diversidad de opiniones se- ria caer en una bizantina y fatigosa enumeración, ya que. en esencia, coinciden casi todas ellas. La divergencia de opiniones tiene su origen en los cambios de perspectivas de las distintas épocas, países u oradores. Para Cicerón, la elocuencia tiene por fines ins- truir, deleitar y conmover. Aristóteles señala: alabar y vituperar, persuadir y disuadir, acusar y defender. San Agustín, por lo que se refiere a la elocuencia religiosa, pide enseñar, conmover y agradar, y Fenelón, refiriéndose a la elocuencia en general. postula: probar, conmover y pintar . 3 CICERÓN. MARco Tt)uo. Del orador. libro 111, cap. l. 146: "lntellego esse non eloquentiam ex artifICio. sed art!ficium ex eloquentia", 15 .!Y!9~rp.a!UenÍ~. André Siegfried sostiene: "~e ha- _ blª-Rª!'~ conmover, para persuadir o para én!?~:, \ ñar. Sencíliémrente;-"S~lrátaQeconvencer o de !i,exponer .. :>t'"--··,_·>··_······_='~~«w_---- - ;~s'-coillcidencias son lógicas. pues todas tienen f en cuenta el repertorio posible de intenciones hu- ;' manas y la aparente diferenciación no es más que . un desdoblamiento sutil de los conceptos. La tota- lidad del ámbito oratorio queda abarcada adop- tando la clasificación que sigue. con todas las im- plicaciones que cada término encierra: ------------- " a)~ y ense!}dr:. es decir. transmitir co- nocim,ientosa-=-otraS personas o investigarlos y adquirirlos en délioeraciones. b) ~suadir, o sea convencer a otras personas <;le que nuestras opirúones son las verdaderas y moverl;ts., .. de acuerdo con esto. a la acción. / """'" c) CQnmov~r, esto es, provocar en el espíritu ajeno detertÍlinados sentimientos pasiones o emociones. ;'.--_ .......... -. d) Agradar;, vale decir, producir por medio de las paiabrasen el alma ajena un sentimiento de ,'placer, con fines determinados. / En la realidad oratoria estos fines pueden darse solos o -lo que es 'muy frecuente- combinados entre sí. Tanta es la variedad de formas, temas, ocasiones, lugares, sujetos y fines que se pone de manifiesto en el ejercicio real de la palabra. Teorías sobre el bien hablar Los críticos se han preguntado en todo tiempo qué es hablar bien. El criterio para discernir qué 4 SIEGFRIED. A'llDRÉ. El arte de hablar en público. Traducción y notas de Maria Luisa Martínez Alinari. p. 17. Buenos Aires. Edit. Central. 1957. 16 es una pieza oratoria lograda no ha merecido tampoco acuerdo entre los tratadistas. Se han propuesto diversas pautas para juzgar la orato- ria, y ellas son distintas unas de otras. En opirúón de Mc Burney y Wrage, esta duda ha tenido grandes respuestas, las que pueden agruparse en cuatro criterios: 1) teoría de los re- sultados; 2) teoría de la verdad; 3) teoría ética y 4) teoría artística. De acuerdo con la teoría de los resultados, es buena la oratoria que logra los objetivos que se ha propuesto el orador; según la teoría de la ver- dad, debe considerarse buena oratoria aquella cuyo contenido se concilia con la verdad' desde I ' el puntd de vista ético"Jos mejores discursos son los que encierranun contenido moral; y en base a la teoría artística, el fundamento principal de toda elocuencia es la belleza estilística5• He aquí una cuádruple opción que todo orador debe resolver por su propia cuenta. La historia de la elocuencia pone a nuestra disposición ejemplos de afamados oradores que han tomado como norma, separadamente, esos criterios para componer sus piezas. Los ha habido también quienes adoptaron dos o más criterios simultá- neamente. No es dificil aportar argumentos en defensa o censura de cada uno de estos criterios de valora- ción. La decisión corresponde en conciencia a cada orador. Mas, considerando la enorme in- fluencia que ejercen los oradores sobre los hom- bres y los pueblos, y el extraordinario prestigio de la palabra sobre la mentalidad de los audito- rios, no dañará a nadie acordar con este otro principio integral: bueno es el discurso hermosa- mente escrito y pronunciado. que obtiene resul- 5 Mc BuR.'\"EY, JAMES H. y WRAGE, ERl'"EST J., El arte del bien hablar. Tratado de elocuencia. Traducción y adaptación de Juan Pelito ps. 23~ 25. Barcelona. Angos, 1955. 17 ) ) r ) ) ) ) ) , ) ) ) 1, )' ) ) : ) ) ) ) ) 1, ) ) ) \ ) ) ) , \ / " .: )¡ .' J: !II : ) ~t ) H ) j¡ ) , ) I ) ir: ) I ( '¡ í ") tados positivoS sobre los oyentes. exponiendo la verdad y el bien. La palabra es un don gratuito en el ser humano. y es lícito exigir a quienes se sirven de ella, para comunicarse con el semejan- te, que hagan un uso acorde con su alta digni- dad de origen y destino. Elementos de la elocuencia La elocuencia. como cualquier arte, tiene sus propios elementos que q,e.h~coP:9C.,~L~t9da perso- na que aspirare a la jerarquía d~ oraaof:~Ntr-se 'viOÍan impunemente las experiencias CUlturales. J¿Lnrato.r.ia....eS..Jd.!l_ill'i~_ en ~Lg:!l~~ .. sx!steE: ... ..tres elemenlOs.-cada uno de ellos tan importante c'()"nÍólos otros. Tomemos la enseñanza del anti- guo ~uien en su célebre Arte retórica expresaba: "~L~'!Ji:?.~"~rs ... ,2~sta de tr~ t~S51r~ª~~ .... aQ~~~ Lem1i11!L~uld y el auditorio al cual se hasra~Hay que evitar 1a"eiToñe"a~creenciaQe(ÍLi"e' éCst':ijeto de este oficio es sólo el orador. Toda elocuencia es una comu- nicación entre orador y público por medio de- un instrumento, la palabra hablada. ~!d~ es J!IL hecho sodal y no individuql. -Por esta razón, todo estudio o crítica de la elo- cuencia debe hacerse analizando estos elemen- tos, y es también por esta razón por la cual todo tratado de retórica estudia separadamente al orador, al discurso y al público. ~la~elocuencia I1ay taEta~.,ª~ __ ~!2~~~g~!-ª ... <;'.º!Po temas._ ToGa clasificación en este sentido es muy difícil 6AR1srÓTELES, Arte retórico, libro 1, cap. 11\, pár. l. 18 por la gran variedad de matices de los discursos, la cual se complica cuando entra a considerarse el tipo de público, la ocasión en que se pronun- cia. el sujeto que habla, la forma de producción y los fines que se persiguen. Aristóteles expresó en su siglo que no hay más que tres clases de discursos: los deliberativos, los judiciales y los demostrativos. Esta clasificación es sin embargo incompleta. y atiende sobre todo a las formas de oratoria pública vigentes en su é~Ún~~~~~~más radical, moderna y com- pleta de la elocuencia, debe considerar los si- guientes tipos: 1) ~~jif.g~~ llamada también 'académica' o 'ateneísta'. Su objeto específico es enseñar, informar. transmitir conocimientos. ~._.,-.",*", __ ~J.~"!-""'t<""""~"""'''~~~'''''', '''!M-'''""",,,:,,,_,,,,_~ 2) El~lde11k.ia 12Q~~cuyo fin propio es e1fQ.o- }ler o debatir todas las cuestiones relacionadas coñ-'ergof:)iemo~cre~laCüsa:"Düollca:----~~'-'"- "«,, __ -. .. _.,., .... "'> .. _.:.,.,,, ... ~""'-'!.>.!, •• _-i. .... """~.,wIil'~_~~~~~~~L~~. I ... :w __ 3LElOClJI:J:J&~§.!!_qjuqic;jgJ, es la que tiene lugar en el ejerciciO del derecho. ~}.~El{)cUellciª".[~If..gjQ~a. denominada también 'sacra' o 'sagrada'. E.sJ;;LmJ.~cJ:r~ta sobre asuntos de fe y religión.···"····· ·'Ó."·"."'."""'" '--5) I2QfY;,t}!)~l9:...Ee'{J~lJlQlJ.tal, llamada también 'augurar, es'fá que tiene por ámbito propio las múltiples ceremonias humanas. . ) 6) Elocuencia artística, cuyo objeto es producir placer-estet1co'~~~'"'~'''~''~'"''''''"''''' "....,,,---.,."" ~~~~~ 7) ElQC~i1.i.taJ:;., que tiene por objeto ins- pirar la defensa de la patria y estimuI'ar las vir- tudes patrióticas y el heroísmo en los soldados. 8) ElocuenCia deliberativa, es la que tiene por objeto -ercreoareodiscusioñ, y ocurre en las • ¡¡ ~ ~""_7."..p.¡;¡"_",,,,","""'''',II7",,,,,,,,~~,,,,,,·-,,,,,·c,,~·~:'',,,1 _".-¡.-,..r~~ •• -""'''''',,,::_~ .... ,,,-:: •. , 19 I I el I I Ji asambleas, reuniones o~tas en. que suelen f~~_~!illJ§iJr2.t!!!~!]f[:Rft.rll,,~~~"ES:91qE!~.~d~_tr contrastar opini9nesL ) .' ,""'Caa:a~uño"de e'stas tipos de elocuencia tiene i ( f sus leyes propias y sus fonnas típicas usuales. ) " ./' El ejercicio de la oratoria no puede desenten- derse de la verdad y la moral. En los últimos tiempos se vienen realizando esfuerzos pe?ag~~i cos por poner fin al vicio llamado "prevancaclOn lingüística" _que consiste en eI,!!~le~E_la .;pala.?r~ .12ara glen.1ir ~ ocultar eLQensamlent~._~ tingUIS- ta Max Black ha denunciado categoncamente esta práctica malsana: " .. JªJ:.~~lÓ;! de.lleng~e consiste tanto en Q,isimular el pensamieg~, GQillo efifraúsmiÜrlo". --~-Y~J,,",,~ r 'En~Iengiiaje corriente se la de~omina ~ambién "doble lenguaje". Sus manllestaclOnes mas gene- ralizadas son el empleo de palabras sin sentido (anemia semántica), ambigüedad en las afinnacio- nes, palabras o frases hechas que ocultan un jui- cio (estereotipos), vocablos elegaI1~e_~.qll:~_Q<?ult",an ideas duras (eufemiSiños},'~lrasés rituales engano- SltstITsó"presimbólico del lenguaje), mentiras so~a padas, hablas en clave, deCir indirecto, expreslO- nes incOñiprens{5!€S Uergas exóticas}, lenguaje meramente emocional (palabras coloreadas) y otros dislates que resultaría muy extenso detallar. En cierto país un organismo estatal tiene prohibida la frase "crimen político" la cual debe ser reemplaza- da por "privación ilegítima de la vida". En una provincia extranjera se decretó prohibir el uso del término "Dios" para evitar así en las escuelas las controversias religiosas con lo cual quedó automá- ticamente permitida la palabra "Diablo". 20 Aunque resultaría Utópico establecer un códi- go de ética para quienes hablan en público, las recomendaciones morales que se han fonnulado estriban en lo siguiente: «J) N.Q usar @~.2Ees persuasivas para con- ~ck..M.~ª~_.illlL~t2rob=<Íilli!!. ileJ'P~~~ an~!~arl~g~b~ment~ (,>' -:'\ ~J;io..iundamentaLJJD.a-QPiDió.n pro~- ....rr.ierldcLa..,m:gum~nlQ§~~.§lYl!1!,@_c!ºr~:L<i~L2Q!Ql.-.~l f~tis~_t;I~~!~29~E",Qtm~L.RastQ~~2..~~ ~J>.{Q._9.~VltJilL,~I!.ggft5~§g!!1e!lt~ .. JJ!l,.ltm,'QQ§!tºJ~e, ~ªtPJJl:U,i~,qh,-1>.~!§gnªLQj!!§,t!tl!~~g!lJ!!,~" h~~!ill:_ .d~ir~~L!lY~~,,,§.~.,J?r~~y,gt~_~~,,,~.~,~~t? .. ~,~~~~ , __ yl a ;- . ~"' . "" '~":"~::~~Q,Simular:,,autOridatl.título_,n .. ,r.epres,eJlta7,.., , ció:h que no se tiene realmente para ganar pres- ~~§1Úrg!t~;,,· ~~J¡;¡'lO\~~:~'~:~ev-, No dañar a nadi~;~.,_,,,_~~ ~~~~ í6) d.t¡,:,-, ",,, ., 21 ) ) ) ) ) ) ) : ) ) i ) ) ) { ) ! ), ) ) . \ ) ) . ) 1 ' ~ ~:;i ")1: 111 ./ ~~p;JE&if~lül~i~~~!~-;~- • f) calIdad a la segunda, pues no pasa, p~or Icn::o": ) ~:ae:urrau{arortacIrcüñSrarrctm. -En átt1fno l\ análisis, la iiñPro~ñ1O~ste, Siem-, • f (llI,~,J?~!:~!?la E~Jº.-9.ld~,§_~,~ªJ2e~$e, improvisan la L ~ 1) l..estructu[.9- y las palabras, no las idea~. (!;í)?1 I í) - ®14iscursº-com!?:illctdo. - En elocuencia, como ) en todo lo nemas, la bondad suele estar en un n" /\ A plano intermedio. Es rarísima la improvisación I ¡ J)J ~ absoluta. ~l_q.iSC.1l!.§Q.~§~l2i!l~ipn , . _tí _ sabia.de.Dr~~1i~~- • I nlll j (1)'' t 01 :];:!tw;ii~f es pIezas ora arias no.~igl-RLQ,\1§,ª.!u~más, en " -, e sentrcroa"11Smüfo.La improvisación <insoluta • , ' il!1 coiñosIStema,'"fio-es de ninguna manera reco~ , mendable y prácticamente tampoco existe. • ) Grandes oradores han revelado en sus memo-l' . rias los secretos de su elocuencia, y en general, • • • • I !! 11 I! 11 It \ .' • \ 11 ) Ii ), 11 ~. '1 ?~ '\~; ~J )1 81 i )~ :~ :lii ", han aconsejado no improvisar absolutamente ni IJ~~il~r: discursos de memoria:' La-'1ñil5rovisaclon, . pues:5'Upone "en Hrre'árraad oratoria un largo trabajo de preparación, anotación del esquema, estudio de las transiciones, memorización de las frases de efecto y de los principales razonamien- tos, análisis detenido de la introducción y de la conclusión, en fin, una maduración intf'lectual anterior al acto. Hay quienes escriben su discur- so previamente en forma total. lo dejan grabado en su mente y en el momento de pronunciarlo se entregan a la improvisación, pero conducidos por esa forma mental que tienen fijada; hay quienes los escriben' parcialmente, en sus pensamientos principales y dejan librada a la improvisación la forma del discurso; hay quienes no escriben ni el esquema ni las frases de efecto, e improvisan casi totalmente en el momento; hay, en fin. toda una serie intermedia de métodos, que combinan en mayor o menor proporción la preparación y la improvisación. No existe método único en esto: 24 lo aconsejable es que cada conferenciante u ora- dor. a~opte el .mé~o~o que más convenga a su pe- cuhandad pSlcologlca, entregando a la memoria y a la meditación anterior todo aquello que no sea capaz de improvisar. En otras palabras, se ha de saber necesariamente, por cualquier méto- do que sea, lo que se ha de decir. A esta combi- na~ión se la denomina método mixto, que es el mejor de todos, y que puede sintetizar se con esta definición de Sertillanges: "Escribir lo esencial y aprenderlo perfectamente; pero sin preocuparse por eso de una meditación profunda y de múlti- ples ensayos interiores y abandonar lo accesorio a la elección e inspiración del momento"7. La facultad de improvisar se tiene por natura- leza o se adquiere por la práctica. Al principio no se puede prescindir del aprendizaje; habrá que preverlo casi todo,. hacer esquemas muy amplios, re ,tener gran cantIdad de palabras, frases y aun parrafos enter~s, pero al cabo de un tiempo la facultad estara perfeccionada y nos habilitará para improvisar en una gran parte nuestra di- sertación. En estos tiempos es frecuente el ensayo previo al compromiso oratorio, sobre todo si el orador ha~l,ará en representación de un grupo u organi- zaClOn. El responsable 10 hace una o varias ve- ces, en presencia de sus compañeros de equipo y, s.uperior~s, ~uienes asumen el papel del hipo- tebco a~dItono y fomlulan sus criticas y reco- ~endacl~nes·'~~1,.Sl expo~!tor me- -_lQ,num.,Qleza, sm caer en el erroroe1ñt€m'áITe- l2k.t"~r_:~~xtualfueñte'iaeñtregaa·ñtertor~"=-"---- i,5 .... ,.~'"n>.,.-~~¡;;~~~ ___ ,._., ___ " _ . ~ ,----"'-»=--- ~ ly'l i -' , '), "" ¡LO" '" I f ~- t.í!':i ~ f'",V<J¡'\Ijf - v).,( VV\,;I ~~/! 0\,4, 4.. ~ .. ~..k~~"U 7p. S~LLA¡I/GES, O. P., El orador crisfi?no; tratado de predicación. TraduccJOn del R. P. Fr. Jesús García Alvarez, O. P., 287. Madrid- Buenos Aires, Ediciones Studium, 1954. 25 I 1 , I , 2. LA FORMACIÓN DEL-º.RADOR ~-----._- -------- •. "Esta necesidad de comunicar el propio pensa- miento es inherente a la naturaleza del hombre", ha dicho Hugo Foscolo. Ésta es una de las ten- dencias innatas que mueven aí ser humano. To- dos desean expresarse, porque la palabra es un placer. Hay una alegría de la palabra, que la ex- perimenta en su propio ser quien convence, per- suade, conmueve o enseña. Pero este profundo y sano regocij o del alma sólo es patrimonio de quienes dominan el instrumento expresivo. ¿Tienen todos los seres humanos el don de ha- blar con poder de conviccióri, claridad y elegan- cia? Con esta ardua pregunta se relaciona el don oratorio, en que intervienen, en distinta propor- ción y según los individuos, las condiciones na- turales y las condiciones adquiridas. El orador debe reunir en sí, para el ministerio de la palabra pública, cualidades físicas, intelec- tuales y morales. í Cualidades físicas t;/ \ En el orden de las condiciones físicas hay un ideal, pero muy pocos hombres puede decirse que lo satisfacen. Como estos atributos no de- penden del individuo ni pueden modificarse, vale 27 ) ) ) ) ) ) ) ) ) ) ) , ) : \' :j :1 11 1 11 ] 1I 11 11 '1 C2..,ualidades intelc::ct~~! El ejercicio de la palabra requiere inteligencia, sensibilidad, imaginación y memoria, en tanto grado como cualquier otra actividad profesional. Inteligencia. - En la relación verbal no sólo tieneaerecñ(rs~el talento excepcional o l~ geniali- dad. Hay también lugar para la inteligencia me- dia o el sentido común, puesto que no toda ora- toria es científica o académica. Hay oratoria de todos los asuntos y en todas las ocasiones. Por otra parte, es cierta aquella afirmación de "que el sentido común es la cosa mejor distribuida del mundo", como sostenía Descartes. Es muy raro que a un hombre de mentalidad media le falte el sentido común necesario como para enfrentar a un auditorio. Lo importante es contenerse en las ambiciones, no ceder al peligro de sobreestimar- se en demasía y saber impostar la pretensión de su conferencia en el cuadro de la humanidad y de la sinceridad. Además, es de pensar que ante 28 la duda, el conferenciante sabrá tomar el conse- jo de los maestros y trabajar lo suficiente en el estudio de su asunto. Una cultura general adquirida en el aprendiza- _$_:p.aciente a través de los años es una efectiva garantía de sabiduría. Esto es innegable, porque da al hombre una visión total de la vida, los he- chos y las personas, capaz de interesar a cual- quier auditorio. ~s es posible, también, una in-~ ¡ .!9ITE~~n Q~aslQllªL§.Qln:~~1l:g~1~}:rla deteITIlinaoa: / .W(~, ~rlEl~~5}i~2"Y.,~.fL~ni~<p~ar!~~~~~Yit:ai.il:~~ ;' §ªQ~Q._1!nª,.,~!,!!?~r«ª!ivQjl~~,"1}~tllL~~~~.:encia ó un \ _ de~~te. En una palabra, o se tieheprévmm~rrte lacultura necesaria para exponer un asunto ante el auditorio, o se la adquiere en cada ocasión por los maestros, los libros o la investigación. Como no es fácil improvisarse en hombre culto, convie- ne ir haciendo el propio equipo de conocimientos paulatinamente, día a día, para estar bien dota- do en cualquier momento. sobre todo si nuestro modo discursivo ha de ser la improvisación. "No pensemos. con esto, que la elocuencia sea un arte selectivo, privilegio de gente ilustrada", dice Joseph Folliet1• Aunque la competencia de un orador depende en gran parte de su capacidad y acervo intelec- tual, conviene sin embargo prevenirse contra la idea de que un discurso debe estar hecho sola- mente sobre la base de la inteligencia. Un exceso ~~\:€~~~if~:~~~~~ La inteligencia sirve para hacemos conocer con claridad y distinción los problemas y asuntos; desarrollarlos analíticamente; captarlos en sus relaciones con los demás temas afines u opues- 1 FOLUET. JOSEPH. Oratoria; introducción al arte de la palabra pública. p. 21. Buenos Aires. Ediciones del Atlántico. 1958. 29 ,.,,1 11,1' "'¡ tos; coordinarlos y conciliarlos con el complejo total de las cosas que sabemos e incorporarlos como sustancia viva a nuestro mundo de ideas, opiniones y creencias y, sobre todo, no pensar que la ciencia cubre toda la realidad. Hay un gi- gantesco mundo de lo desconocido, adonde no ha llegado la ciencia, y éste es un sector de la reali- dad que también debe merecer nuestra medita- ción. No tomar las cosas por las palabras, pues las palabras son nada más que un signo conven- cional de las cosas mismas. Es ineludible para un orador el cultivo de su inteligencia. Éste puede hacer confonne a las re- glas, métodosy procedimientos expuestos por fi- lósofos y maestros. y aunque no existe. en ver- dad. método alguno infalible y cada persona puede crear el propio, no debe olvidarse tampoco que el comercio con las personas cultivadas. la observación. la lectura y el sentido común son métodos también de aprendizaje. Sensibilid~ - La inteligencia sola no basta para hacer un buen discurso. Es una condición fundamental, por supuesto, pero no lo es todo. Los oradores esencialmente intelectualistas co- rren el riesgo de limitar su público a un número restringido de especialistas. de no hacerse en- tender por los grandes auditorios o de dejar indi- ferentes a los oyentes. Salvo excepciones raras, el tono exclusivamente intelectual de un discur- so lo deshumaniza. lo seca, lo desvitaliza. Hace falta otra condición más humana. más común. ,más conm6\redora: la sensibilidad. \ l ej La sensibilidad es la capacidad de conmcruer~1 \:. Jn~l~.<~L~,:~J?~ct_~c_~Io ?: la vida y_~os h<2.m- '\ l' 1~!:~r~~.>-:¿~.·lit~~~g~~~~~~~.§&iI~~~: : ! p f ~:Dt~~b-:~a;~~~~~:~:~;o:ia~~~a~~ ~ que por el cerebro. Muchos discursos ejemplares 30 pierden al poco tiempo su vigencia y su actuali- dad por no haber sido más que un amontona- miento de razones, por haberles faltado emoción. "En la carrera de un orador. un alma sensible es una fuerza considerable", recuerda Maurice Hougardy2. La oratoria tiene algunos puntos de <$ contacto con el lirismo y la poesía. .Jf, I El secreto de la sensibilidad está en el amor ~; Oi las cosas y a las personas. Se siente emoción por .: ~ , aquello que se ama, y este sentimiento afectivo! ./fl'l¡ es el que despierta en un alma las simpatías, l~ i generosidad, el patriotismo, la fe. la piedad, la clemencia. la compasión. Quintiliano pedía una elocuencia saturada de sentimiento. Horacio. por su parte, exigía, al orador: "Si quieres que yo llo- re, llora tú antes"3. . El público reacciona inmediatamente, como diapasón, a la emoción y sensibilidad del orador; liLfibra sen~~~n!::l tes }a f!1ás. ~id~~ segura. e,!l~.9ralQ.r.~§l. U'ébeTenena siempre el orador. a condición de que sea verdadera, since- ra y esté sometida a la honestidad de fines. La sensibilidad quiere también sus límites. La sensiblería es el defecto paralelo que debe evitar- se, pues es ridículo, poco edificante y nada con- vincente. El sentimiento es un ingrediente más del dis- curso y no la médula sustancial. Los oradores excesivamente afectos a esta tendencia son des- cubiertos en seguida por el público, que los re- chaza a poco de conocerlos. pues el ansia de ide- as, natural al espíritu del hombre, queda insa- tisfecho. Un exceso de sensiblería es sospechoso y poco duradero en vez de conmover, provoca ri- sas; en vez de emocionar, aburre y disgusta. 2 HOUGARDY. MAUruCE. op. cit.. p. 53. 3 HORACIO. Arte poética. v. 102-103: Si vis me flere. doleundum est primum ipsi ttbL 31 ) ) ) ) ) ) . ) ) . ) ) ) ) ) ) í ) : ) ) ) ) ) . 1 ¡ / #,*'1' .:1: )'Ii .: ) , .. ) _1 ) ti ) J I[ ) H ) H !ti) ! ) 11 ) : H " ) 11' ) 1" "1 ¡ ) ,:111: 11 ' ) 11 ) 1) 11 ) 1 ~ '. I ~'I' , I í: ;;¡II ) , 11 ) II ) ~I 1:; N o existe regla para desarrollar o perleccionar la sensibilidad. Ella se origina en una compren- sión especial de la vida, que puede explicarse, comunicarse, pero esto no es suficiente: requiere ser sentida. La sensibilidad debe ser pura, sin contaminación, sincera. para ser oratoria y mo- ral. El fingimiento y la mezcla con finalidades in- confesables llevan en sí su propia condena y re- pudio. La conCiencia de cada uno dirá cuándo debe apelar en su discurso a la sensibilidad y cuándo será moral su empleo. Imaginación. - La imaginación es la facultad, \1 1, que permite cOll.~ir las ideas de~c!~".un nueYQ \ ¡ 1 Iii¡iftQ.~V[~~¡¡llE.liíill]'fgªTÓ~as concre.- 1I ~~ti~i?M:ti~:§)Jees~·=;:r~~Y~ 1 ¡ atractivo cuño. U1TrmrginaeiÓrC'1)ues,~Daf.i~.- 1\\,\" cu1tad"ae'~c'reaCión original y embellecimient J!ii.J,I->l::,. ... ~~ éle'·é1ia""'ño~Uede"''-ña~~~niñgún arte. ~'s~~cre>'~uc-¡i'a's~veces'qüé~grañCíeS'~ son, demasiado conocidas y que ex resadas en forma r . erden el encanto de la origina 1 ad y la novedad.- TócaTe entonces a la5.i.l:J2acidad !!!la- ginativa del orador revestirlas de formas origina- les decirI~(fe-sc6nocmas'·1ias1:a'''en- ~f~i~~fc~g~~~~k~~:~~I~~ p~ft~c:t~~ ras:¡Fa-ñcres"~rEalfáclones de los hombres sobre el destino, las costumbres, la política, la vida, la amistad, están encerradas en fórmulas envejeci- das y son bastante conocidas, porque las ideas sustanciales y mayores de la humanidad no son tantas ni tan desconocidas como pudiera creer- se. Si ante estos asuntos el orador no las recrea, no las rejuvenece, no las informa de nuevas pa- labras, correrá el riesgo de caer en la vulgar re- petición de cosas ordinarias. Hay que recurrir a nuevas fuentes, a nuevos motivos. y esto se lo- gra por medio de la imaginación; ella. a poco que 32 se la estimule. habrá de proveernos de los nue- vos trajes. ' De la imaginación ha dicho un autor que colo- rea los acontecimientos con un tinte mágico, desarrolla un magnífico cortej o de sueños, y "transforma lo cotidiano en eterno, lo relativo en absoluto". El hombre debe mostrar en imágenes ~ <t. las ideas y los pensamientos, hacer ver, es decir, .- realizar 10 teórico y lo abstracto. El oyente, por "- su parte, no se satisface si el orador no ha toca- do todas sus facultades. S4 '&,_, La imaginación debe situarse a igual distancia de 'la sequedaa'Y la divagación, es decir, lejos de ambos ~ Si se abusa de las imágenes en un discurso y no hay ideas, el discurso parece (\;'\ ...... _' dar vueltas, iU ven!s. .. ~!n .~Rrc::§arx.llada. El dis- "iI,,,,. curso-debe decir algo, y este algo lo provee la in- teligencia. ~&~jmª~,!!!ación, pues, es.J.Ul,aJ~~ awQ}jªL.,,&lve no tiene"aeLechQ~LEI2E~ sino sub- ordinados a los intelectuales. --~ Tamp'oco-"'ñ~lY ·üña·'Jóñiíma~ para desarrollar o perfeccionar la imaginación, pero, en cambio, puede ser fortificada por las lecturas, el trato con personas imaginativas, la observación detenida y la ejercitación. .. '1\iIe,mOri -ka memori~es~~ ~ 1 e retener yrecordar. La generalidad de los homlJt'és fieñé' cO'ñ'Ociñiieñtos de muchas más cosas de las que habitualmente recuerda. Es éste un material de gran valor, que, por deficiencia o insuficiencia de la memoria, no se aprovecha. Sin , embargo, la psicología nos enseña que no están definitivamente perdidos. Los datos recogidos en la experiencia cotidiana son alojados en la sub- conciencia, que en un momento determinado, y mediante la obra de estímulos apropiados, los devuelve a nuestra conciencia. !-a improvis-ª.ción ~íom:J.a~el :recuerdQ._ Un orador de excelente memoria tiene asegu- --,.."""""';'~ •. ,,.,.,..,.,,,..,,.,,~~~.,,..,,~"'*".,-""'~ .. "'"~-~¡~ 33 r~o en cua~ier ITlQ..lJlentQ el manantial de ide: as que puede necesitar paiaelatrornr-t11í15'tiéñ CfisetrrstJ."rs-erTesoto-cret~Cífttdur."'donde"'s~s tód'fá'n'1asO>'riquezas que ofrecer~ en su momento. Todo cabe en él: frases, vocablos, citas, imáge- nes, ideas, pensamientos. No todos tienen una memoria feliz. Pero todos pueden perfeccionarla, más quizá que la inteli- gencia, la imaginación o la sensibilidad. Hay varios tipos de memoria, según el órgano en que ésta se apoya. Hay una memoria intelectual. que recoge las ideas y las palabras en general; y hay también una memoria visual, una auditiva, una motor, que retienen las formas y colores, los sonidos, las acciones, respectivamente. El orador bien dotado necesita de todas estas formas, pero la más importante. la que conviene estimular y ejercitar, es la intelectual. Cualidades morales ~--- Un orador es, ante todo, un hombre. y esto de ser hombre es una gran responsabilidad. Las cualidades morales que adornan al orador tienen decisiva importancia en su carrera. Sucede como expresa un antiguoadagio: se puede engañar siempre a una persona. muchas veces a algunas, pero siempre a todas, no. El orador con fallas morales, pronto será descubierto por el público y repudiado. El orador, por la seducción que ejerce sobre el público, debe ser un hombre de profunda mora- lidad. La oratoria es una de las artes que más exige esta condición, precisamente porque el fundamento del poder de convicción radica en el prestigio y la confianza. La antigüedad exigía que el orador fuera un bonus vir, un hombre hones- 34 to, y Aristóteles recordaba que el orador persua- de por tres medios: la razón. la probidad y la be- n~volencia. El público guarda respeto y admira- Clon por la virtud. y esto obedece a una razón que la psicología colectiva aclara. El triunfo de la inmoralidad o el demérito es una excepción pa- sajera en la historia de la oratoria. Fenel?n ha expresado en una gran frase es- te reqUIsito de la palabra pública: "El hombre digno de ser escuchado es aquel que no se sir- ve de la palabra sino para el pensamiento. y del pensa~iento sino para la verdad y la virtud". QuinUhano. por su parte. enumeró las cuatro cualidades principales que el orador debía po- seer: probidad. benevolencia. modestia. pru- dencia. . Los antiguos tratados de retórica enumeran y analizan en detalle cada una de las cualidades morales y. al respecto. son severos en sus exi- gencias. Algunos tratados modernos también 10 hacen. Todo esto puede resumirse en una sola palabra: carácter. El orador deberá ser un carác- ter. un modelo humano. si es que pretende eri- girse en conductor de sus oyentes. ~s conveniencias o precauciones oratorias --------_. __ . __ . __ .. ----' En el orden de la práctica profesional. convie- ne tomar nota de algunas actitudes directamen- te relacionadas con el ejercicio de la palabra o cualidades específicas. profesionales diriam~s, que no excluyen. por supuesto, el fondo alta- mente moral que conviene al orador, en cuanto ser humano y social. A ellas se las, denomina conveniencias o precauciones oratorias. ~::~ª.s-:~nv~en~ prof~Q.!!~les o esp~.!ncas sQn;.~~~oleñCIa:-áuforidaa:'· .ªmbicion. . --,----~~_ ...... -' '--~- ............... ~-- 35 1 , ) ) ) ) ) ) , I ) ) , ,,, '" ),,11 1,1, '. I ) I ) '"I~:~ I ':'11 ) :, " ji' , ,1, ) ,', ,,',"1 1: :11,1 )\; I ), i ) i I ", ) • ) I ) I ) , ~ ) I ) I ) I ) I ) J ) 1 ) J ) Cada una de estas cualidades tiene su opues- ta, que es el vicio concomitante. Bien entendido, el ejercicio de cualquiera de estas cualidades presupone un justo equilibrio que asegure al orador un comportamiento correcto, pero al mis- mo tiempo efectivo, en el ejercicio de su impor- tante [unción. ~d es lo mismo que la compostura o fdrmalidad, ys~1lTca:-por éonsigüIente, una ac- tifüCfC1~J1IT$..ªQ!}I~[[f~as·Cir.s.uns~an ~aas~~á~I~~2:§..y',.~ª,J,9~L9y'en~~. ~ª _§~,[!~~=a e~ 1Wrlua¿i~~e~.()kl'~¿r~d~9á~ó~?~~~;:~u~~~s~~:~ poFerracIo"'serio, grave, responsable. Esto impli- ca una selección de las ideas, los argumentos, las frases, para no caer en la ligereza o la superficia- lidad. Tampoco se opone la seriedad a la clari- dad y a la sencillez de la exposición, requisitos que deberán considerarse cuando la mentalidad mayoritaria del auditorio no esté en situación de comprender. Por la modestia, el orador evitará las posturas de petulancia, o!111!llQ, "pedantería, fatuidad.Es- tos son vicios que el público ñ'(:)'U)lera ni perdo- ~ay qu~,,§ermºa~§tQ._~gJº~ g~§@, __ en la ~ presión:~eii~ laestimación,"d~_ ... §tm~ ~e...!:.~n Jgualceio"cuidará el orador de nCLCaer. en la Jal- sa modestia, porque ésta tampoco es aceptada por "los oyentes y por la sociedad. La falsa mo- destia es en esencia una forma del orgullo y la vanidad. Hay que permanecer simple, sincero, mostrar las propias condiciones y la sabiduría - si se la tiene-, pero con honradez espiritual. Está reñida con esta condición el falso patetis- mo, la simulación de pasiones y sentimientos, la teatralidad de los gestos. La benevolencia supone un especial senti- miento hacia .el público y su capacidad, o hacia nuestros adversarios en el debate. Debe llevarse 36 con particular diplomacia la controversia y la oposición de ideas, para no herir ni ofender y, sobre todo, para tratar de comprender, con ge- nerosidad y altura, aun las opiniones más ilógi- cas de los demás. Se debe superar al adversario si es necesario y justo, pero es prudente no ava- sallarlo ni aplastarlo. En todo momento, tenga- mos presente que el opositor nuestro tiene dere- cho a sus propias ideas, y que no siempre una idea errada procede de una mala fe. La benevo- lencia se manifiesta en comprensión y generosi- dad para con la ignorancia aj ena, tolerancia para los errores y flexibilidad espiritual para adaptar- se al tono mental del adversario u oyente. ~ autºr~dad_ es el sentido interno que cada orador tiene de su mensaje y de sus conocimien- tos. Es una condición necesaria para dirigirse al público. ~l públic~, en general, e.§R~E-ª-"~~~R!:e ~1lª-~~~~~._,~_~l.l~_~~da~!-,"ll!g=~§?,2!.~~~iÓ~ ~ sus ~!JgUletudes, una enseñanza a su aescó'nocF--d IDieñto~Eñ1Onces, el orador deberá tener la sufi- fiente autoridad para atender, a satisfacción, es- tas req ·s.,~torias en cuanto se presente la opor- tunida! i se habla en nombre de un grupo o de una sociación, este hombre deberá tener presente que a su autoridad personal, se suma la autoridad del grupo que lo delegalt.La autori- dad supone un imperio sobre los d~ás, en el sentido más cabal del término, porque la verdad tiene necesariamente su imperio sobre la igno- rancia. La ambición no es lo mismo que el orgullo. El concepto ambición tiene un sentido noble, y es el de superación de la propia persona, el de as- cender siempre en la vida, hacia mej ores y más altos destinos. Es lícita, así, la ambición en el orador, lo mismo proyectada en el orden perso- nal y humano que en el profesional. Distinta de la ambición noble es la concupiscencia, la codi- 37 , I ! ,il~1 1'''' cía irrefrenable de posiciones o de glorias. La competencia limpia es legítima en el hombre, y por ella el orador tiene el derecho de lograr los éxitos que su virtud. su mensaje o sus cualida- des le merecen. El miedo oratorio .-----------_._-----------_._-~ ~m,~:~~~~li!~~";Jlt;: "gárita,produce'tráiísplracIoñ:--eYfgenafa m~vi "~'i'~"""'"¡:-"-" .. ·,·t··.· ·.m .. ·.· , ..... ·s"·d'e"l····cu·· emo·":los.,.br.az'--"~s pler-m en .. os o~.r.e ,,~,I'" ~, ~~~~ __ riás"'(rabála'~111¡cuíación y la y~!~ que es peói~"'obliU'6IIa"'Ia'~eñ!ª:"'Eñ""iina palabra, es un fenómenopsiqmcó~paralizante. Para comprender y superar este fenómeno tan frecuente en la ca- rrera oratoria. conviene estar advertido sobre al- gunos puntos. , El miedo es un fenómeno común en casi todos los oradores, incluso en los más famosos. Lo mismo sucede con los artistas en el escenario. Cicerón mismo consideraba muy feliz al orador que no sintiera erizarse los cabellos ~nte la pre- sencia del público. Juvenal se refirio a la emo- ción que experimenta quien habla en público, asemejándola a la de quien pone un pie desnudo sobre un reptil. Pero si el miedo no es morboso y obsesivo, desaparece a poco de comenzar a hablar. ~sti des Briand, el famoso parlamentario frances, re- éonocía que Jamás pudo abordar un público sin un verdadero malestar ftsico: boca seca, gargan- ta cerrada. manos muertas. Pero confesaba que este estado duraba más o menos el mismo tiem- po que el exordio. pues luego volvía a ser amo de sí mismo. "Tener miedo antes de hablar, perder- lo cuando se habla, es la marca del buen artis- ta", dice un experto. 38 Por otra parte el miedo no está en relación con el número de oyentes y con la calidad del audito- rio. Algunos oradores no temen frente a grandes públicos. pero se atemorizan ante un grupo de salón, mientras que otros temen al público grue- so de las asambleas públicas,y en cambio se desempeñan a la maravilla delante de auditorios escogidos o académicos. Cada orador deberá dis- criminar con exactitud cuáles son los públicos y circunstancias que 10 atemorizan, pues de esta manera habrá avanzado un paso en la elimina- ción de ese temor. En cierto sentido, la timidez es un signo posi- tivo en el ser humano, pues obedece. desde el punto de vista psicológico, a una especial sensi- bilidad del alma y, muy a menudo, a una inten- sa vida interior. Esta condición es preferible a la inconsciente temeridad del ignorante pues, su- perado el temor, quedará como fondo importante para la oratoria el riquísimo caudal de las inten- sas experiencias internas. Hay que poner toda la voluntad y decisión po- sibles para evitar que el mi~do natural se con- vierta en manía obsesiva. Esta implicaría una falta de confianza en la propia personalidad y una falla grave de la voluntad. En realidad, cuando un hombre siente que tiene algo impor- tante que decir, que su mensaje es útil, verdade- ro y valioso, tiene motivos suficientes como para anular el temor inicial y lanzarse en el campo de la oratoria. ¿Existe algún remedio contra el temor oratorio? Si el miedo es el que naturalmente experimenta todo orador o artista que se presenta ante el pú- blico, lo hay. Pero en el caso de que este miedo sea terror obsesivo, la solución se interna en el dominio de la psicoterapia. En numerosísimos tratados de oratoria, particularmente en los mo- dernos, se proponen métodos interesantes para 39 ) J , I i) I \ : I ) 1 ) . I \ . ,. ! ,. ) I ) '. I ) ) I ) I ) I ) I ) t ) 1. ) superar las inhibiciones propias del orador inci- piente. Se parte, por supuesto, de una investigación psicológica del fenómeno del miedo, el que en definitiva se origina en un estado físico de ner- viosidad patológica, en un complejo de inferiori- dad -permanente o transitorio-, en una sobre- . estimación excesiva del propio yo -que lo torna sumamente celoso e intolerante con el mínimo fracaso-, en la falta de suficiente preparación o en la natural reacción que experimenta toda per- sona al internarse en una situación inhabitual. El orador tiene miedo a olvidarse su discurso, a equivocarse, a promover un espectáculo ridículo, a transmitir un mensaje mediocre y deslucido, a atemorizarse ante el püblico, a enfrentarse con eventos azarosos e imprevistos. Del análisis de este fenómeno, sus causas, manifestaciones y efectos, se derivan los conse- jos para vencer el miedo oratorio. De los nume- rosos métodos propuestos, son especialmente recomendables el de Lew Sarett y William Tru- fant Foster, expuesto en su tratado Basic princi- ples 01 speech4 y el de Donald C. Bryant y Karl R. Wallace, desarrollado en el libro Fundamentals oJ public speakinif· Sintéticamente expuesto, el método de Sarett y Foster contiene sugestiones para 1) controlar los signos externos de inestabilidad emocional; 2) hacer un buen uso de las reacciones fisiológicas naturales en el momento de hablar; 3) simplifi- car la situación compleja de la oratoria; 4) tras- ladar la atención que el orador se presta a sí mismo, hacia los demás y sus intereses. 43ARETI. LEw y FOSTER. Wn.uAI,{ TRUFAI'IT. Basic principles 01 speech. edición revisada. ps. 52-76. Boston. Houghton. Mifflin Company. 1946. . 5 BRYAlvr. DONALD C. y WAllACE. KAru. L .• Fundamentals 01 pub/.ic spe- aking. ps. 60-84. Nueva York-Londres. D. Appleton-Century Company Ine .• 1947. 40 Esto debe bace:tse.~a tr.allés d~ 11~9Í2!l.f!.et ,t~a: Elija un tema de .su pro- pia experiencia. Elija un tema que provoque en usted una actitud mental de apoyo. Elija un tema que provoque en usted un espíritu de lu- cha. 2) ~~ d~ Pr,epare un esque- ma en que .lªs ide,as ,t<??g~_1!.~a~.L:'o!:~~~~. Escriba completamente las tres o cuarro pnme- ras frases y memorícelas. Escriba completa~en te y memorice las últimas frases. Memorice el esquema tan a fondo que cuando usted cierre los oj os pueda verlo claramente en su totalidad. Lle- ve su esquema al estrado y si es necesario, coló- quelo en el pupitre. 3) Contr;q~ 4Llg.Jr!i~s;lJJJjk(L.~CQ1;P.JlCJJl: Rompa el círculo vicioso de la tensión muscular (el miedo produce temblor y el sentirse tembloroso aumenta el miedo) mediante el relajamiento muscular. ~ lill~~e en su asi~~~~~q~~lar. Relájese en el estraQo:~ una actituQ comoaa en el estrado. Realice algunos movimientos corporales que le ali- vien la tensión (tome un libro, acomode las fichas, tome un diagrama, escriba algo en el encerado, acomode sus libros de citas, etc.). R~'§J2!!~~honda- menl~ara calmarJa tensión. . """.". .. ,""'"'~,,,.,. o'. ~~Mo~;'R"1'\.""';r".~,":r,~"-"!:;, .... , 4) lJ,cs~~"JneI!iCf..~e.§"""",df! sos~!!t: Existen tres actitudes mentales P2:!:~._,~1?~o .. Y§lrse Psico16gfcaiiieñle:~arTaacfífua-'ae' ansia por dis- tribuir (eager-to-shareJ: Cuando tiene para entre- gar algo qqe entusiasme a su espíritu, el orador tiende a olvidarse de sí mismo; b) la actitud de deseo de combatir (will-to-flfJhtJ: Si el orador se enfrenta al auditorio con decidido espíritu de lucha, tiene grandes probabilidades de' atraerlo; el la actitud de hablar por una causa (speaking- Jor-a-cause): Cuando el orador habla fuertemen- te convencido de la bondad de su causa o princi- pios, se toma naturalmente elocuente. /'''''--/ 41 Sarett y Fuster agregan a este método otros consejos para desarrollar el aplomo: pensar que la anticipación a la turbación es peor que la tur- bación misma: no hablar sobre las propiq.s apre- hensiones: no mezclarse con el público antes de hablar, salvo raras excepciones: recordar que la mayor parte de las catástrofes que tememos no suceden y, finalmente, no avegonzarse de la pro- pia nerviosidad, ya que ésta es una situación normal en el ser humano. Más importantes, aún, son los métodos de com- pensación psicológica tendientes a suprimir o sus- tituir. real o imaginariamente. los propios defectos. La compensación psicológica es el esfuerzo cons- ciente efectuado por el orador en estado de infe- rioridad para balancear un rasgo o una circuns- tancia indeseable por otra deseable. atraído intencionadamente. Entre los métodos de com- pensación recomendados se cuentan estos: l. Compensación por ataque directo del defecto: El orador hace un esfuerzo consciente y sosteni- do, enfrentando su minusvalía, hasta destruirla. 2. Compensación por desarrollo de otras virtu- des: Si un defecto no puede vencerse directa- mente, el orador desarrollará méritos en otro sentido: la nerviosidad física puede compensarse con la simpatía, la poca originalidad con una evidente buena disposición de ánimo hacia el público, y así otros muchísimos casos. 3. Compensación por ayuda a otros in.fortuna- dos: Este proceso de ayuda a quienes son más infortunados, fortifica la moral del individuo. Un orador puede tonificarse espiritualmente y reco- brar la confianza en sí mismo. si entiende que su palabra sirve al prójimo. 4. Compensación por hallazgo de un puesto de autoridad: Toda persona puede compensar su sentimiento de inferioridad si encuentra en la vida social o en el trabajo un empleo o situación 42 en que sean notorios su superioridad y cono- cimientos con respecto a los demás. Lo mismo sucede con el orador cuando encuentra el te- ma en que puede desenvolverse con autoridad y éxito. & 5. Compensación por consagración a una cau§t.l f o institución.: MuChOS d oradorels Pdu~den 10dgrar la t superación dedicán ose a a elensa e una, causa o institución. Esto permite ganar poder personal. social y profesional. El método propuesto por Bryant y Wallace no difiere sustancialmente del anterior y se apoya en fundamentos psicológicos más o menos seme- jantes. Comprende estas reglas: l. Minimizar el riesgo: Recqnocer que hablar en público no difiere mayormente de una con- versación en privado. Conocer tanto como sea pOSible' al público. Comprender en la prácticacómo los demás soportan las mismas experien- cias. Comenzar la preparación de un discurso lo más tempranamente posible y prepararlo total- mente. 2. Enfrentar el riesgo: Disipar la idea de que el peligro sólo puede ser combatido mediante el aislamiento o la fuga. Reemplazar el miedo por otra emoción (indignación. humor, piedad. sim- patía, etc.). Evitar los movimientos de huida y sustituirlos por otros de confianza y equilibrio. Los tratadistas rechazan en general los esti- mulantes artificiales, porque con ellos se arries- ga más de lo que se puede ganar, y, además, porque su empleo es una manera de eludir el problema y no de resolverlo. En lo físico, se reco- mienda la respiración abdominal que desconges- tiona y tranquiliza. ' En síntesis, todas las teorías y métodos acon- sejan, con mínimas diferencias entre sí, ?D pre- f3el1!.~~,.s!!~~~n.~· el tema y conocer la totalidad de ,los factort~ .....,..,--_. __ .,~,.<i":~"..,~~m~' ..... s:r"~, ... ,lj>;''' .. ~=~~~; ... ¡'o$~'''.tf,,~,#~..I>I~¡;;;;¡:; 43 ) ) I ) ) ) " , I 'f~1! I,¡illl )¡ 'Itl' ! j' ¡Hi " j )' ): ):: ~! J ) ) ) ) ) concurrent!~ ~t~J!_~lº~ .. sl~t~~~ de .. Qyentes. sus ffifé~s, ~~i~pr<?babI.~~,~l3!!,cj!tg~ etc? .. ~entar con OecIslOn el riesgo, apoyado psico- loglcamente en una favorable y firme actitud es- piritual, dispuesto a aceptar como precio del aprendizaje los fracasos y contratiempos even- tuales, hasta llegar al dominio de la actitud ora- toria. ·Por último, son auxiliares algunos trucos o es- tratagemas, como por ejemplo, el de mirar fija- mente a una sola persona; suponer que se habla sin público; mirar lo menos posible a la sala di- rigiendo la vista un poco por encima de ~lla nunca ab~j o; cerrar momentáneamente los oj os: como h~clendo coincidir este gesto con algún pensamIento de nuestro discurso, y abrirlos sólo ~u~ndo hay~ pasado el temor. No por simple de- Jara de ser util el humorístico consejo de Joseph Folliet: "En todos los casos, repítase a sí mismo que nadie queda nunca libre del susto. Conviene tomar las cosas con filosofía"6. 6 FOLUEr, JOSEPH. op. cit., p. 28. 44 n. ELABORACIÓN DEL DISCURSO 3. LA BÚSQUEDA :PE IDEAS O INVENCION El tema es el punto de partida de la tarea ora- toria. Suele hacerse a menudo distinción entre el tema elegido libremente y el tema impuesto. Este distingo se refiere nada más que a los orígenes posibles de un discurso y de ninguna manera señala una diferencia del trabaj o intelectual en sí, pues la elaboración sigue un proceso común. El tema Lo ideal es poder elegir en cada oportunidad el tema de la propia disertación, pero esto no siem- pre es posible. El buen orador debe estar en am- plia .. dispOnibilidatFlÍltelec1uarQe-Sállsta~r~ qiieliiñiemn~"''alefroS:''''Sin'''ehi6aJg'''o'''"convteh~'''tlts- .... _..,.,,~,,~,·.,,~..,..1t'7-';'.I.~".,..~ .. ""~·. ''''~=? . , , . . -' tinguir esta alspoIDollidad de la charlatanería del ignorante o el audaz, capaces de aceptar irrespon- sablemente cualquier compromiso oratorio. El sentido moral indicará a cada orador las fronteras de sus compromisos, pues no hay elocuencia po- sible fuera de la sabiduría y el conocimiento. No se trata, en muchos casos, de tener en el instante mismo de contraer el compromiso la suma de co- nocimientos totales del tema, sino de estar poten- cialmente en condición de adquirirlos con profun- didad hasta el momento de la disertación. 45 Ciertos temas pueden ser afrontados por la ge- neralidad de los hombres. mientras que otros. por su carácter técnico o científico: están reser- vados únicamente para los especialistas. Similar reserva debe formularse con respecto a la jerar- quía del auditorio y la ocasión del discurso. ya que ellos condicionan también al orador. Salvo en el tipo de disertación científica o académica. y otras pocas especies. como la oratoria sagrada o la forense. queda siempre abierta la posibilidad de que un orador interese a su auditorio. porque todo hombre es en sí mismo una permanente instancia de atracción. Todo dependerá del men- saje que tenga para transmitir. de la forma como lo transmita y de la circunstancia en que lo haga. Contrariamente a la temeridad de algunas per- sonas. están otras inhibidas por falsos prejuiciOS acerca del uso de la palabra. pensando que para hablar en público son necesarios arrebatos pasio- narios. inspiración esotérica. exclusividad de algún conocimiento. nivel intelectual óptimo. excelencia insuperable en el dominio gramatical o literario y muchos otros sofismos de perfil vulgar. Todo lo que inhiba o limite la posibilidad expresiva de un hombre debe desterrarse de la conciencia. ponien- do en su lugar una exacta y ecuánime valoración de las propias condiciones e ideas. La frase del poeta romano Horacio. inserta en su Arte poélia. seguirá siendo la mejor recomen- dación para el orador y el artista: proponerse un asunto al alcance de sus fuerzas y meditarlo lar- gamente. que a quien elige el tema que le convie- ne. no le faltará ni la abundancia ni la claridad ni el orden l . IlloMCIO. Arte poética. V. 38-41: Sumite materiam vestlis qui scribitis aequam / viribus ... Cuí leda potenter eri.s res, / nec facundia deseret hunc nec lucidus ardo. 46 Etapas de la elaboración Una vez determinado el tema y compilado el material. debe elaborarse el discurso. Esta tarea se descompone en tres pasos distintos. que en sustancia. son las mismas etapas de toda labor literaria: 1) invención; 2) composición; 3) elocu- ción. Esta división del trabaja literario y retórico proviene de los antiguos griegos y romanos y ha conservado vigencia a través del tiempo. La invención es la búsqueda y elección de los pensamientos. La composición es el ordenamien- to y desarrollo de esos pensamientos. La elocu- ción es la expresión de esos pensamientos me- diante las palabras. , . Estas tres operaciones son sustancialmente distintas, pero no inseparables. pues muchas veces se encuentra el pensamiento y la expresión simultáneamente. y otras nos ocurren los pensa- mientos ya ordenados. De todos modos. esta da- sificación tiene un valor práctico inestimable. a condición de que no se la interprete con exceso. La mecánica de la creación estética es bastante más complicada que cualquier simplificación di- dáctica. La inspiración inicial La invención parte siempre de una inspiración inicial. Acerca de la inspiración se ha escrito mucho. pero. en última instancia. su naturaleza permanece todavía en el dominio de lo misterio- so. lo incomprensible o lo inexplicable. Existen excelentes y cautivantes definicione!5 sobre la inspiración, pero ninguna es completa. En gene- ral. es primariamente una idea confusa que se nos presenta al espíritu en un momento deter- minado y se nos impone con una especie de en- 47 ) ) ), ) ) ) ) tusiasmo que nos seduce y nos domina. Atisba- mos, presentimos que esta idea es fecunda, que tiene encerrada en su seno una serie de deriva- ciones y consecuencias valiosas, y que merece ser aceptada y analizada. Todo hombre puede confirmar en su experiencia cotidiana casos de inspiración, dentro de la actividad en que se ocupa. La inspiración no es patrimonio exclusivo de los oradores o de los escritores, sino que se presenta en el arte, el comercio, la industria, la conversación, y todo otro lugar donde hay crea- ción2 • La idea inicial de una obra es siempre confu- sa, amorfa, y por consiguiente debe ser desple- gada. Esto presupone un estudio del tema, infor- mación y meditación. Es importante darse tiem- po para poder hacer estos trabajos: "Por no haber pensado bastante sobre su tema, es por lo que un autor se ve embarazado para escribir", solía decir Buffon. En efecto, las ideas no siempre aparecen en el momento en que las necesitamos. Esto significa que el asunto no está lo suficiente- mente maduro. Habrá que seguir meditando y esperar a que el tema se tome fecundo. La ma- durez se lograa veces sin que tengamos necesi- dad de meditar directamente sobre el asunto. El subconsciente tiene una gran importancia en la invención, y trabaja por nuestra cuenta mientras nosotros dormimos o estamos dedicados a otras cosas. Las facultades psíquicas trabajan por nosotros y.nos dan gratuitamente la solución de muchos de nuestros problemas que en la vigilia nos preocupaban y no podíamos resolver. Se ad- judica a un poeta ruso esta expresión: "Yo no sé lo que voy a cantar, pero mi canción está madu- rando". 2 cr. HAYARAWA. s. l.. Languaje in action; a guide to accurate thinking. reading and writing. Nueva York. Harcourt. Brace and Company. 1948. 48 Aunque parezca extraño, esto es así, y puede confirmarlo todo artista, escritor u orador. La inspiración es un fenómeno absolutamente mis- terioso. No existen, en verdad, reglas sobre ella, ni podrían existir desde que no están conocidos sus detalles. Lo recomendable es estimular la creación por medios indirectos, como ser la lec- tura de modelos, la observación, etcétera. La búsqueda de pensamientos Una vez delimitada la idea esencial del discur- so, viene la tarea de buscar la materia· que acompañará a este núcleo primero. lo desarrolla- rá y le dará fuerza demostrativa y elegancia con- ceptual. En esto los métodos difieren, según la idiosincrasia del autor. Es natural entonces, que cada uno elija el que más se adapte a su perso- nalidad3 • Algunos oradores suelen escribir primero el plan desarrollado de su discurso y luego giran alrededor de él, tratando de encontrar pensa- mientos que puedan incluirse dentro del esque- ma así preparado. Trabajan de esta manera has- ta que el discurso queda concluido. Otros, en cambio, no escriben su plan por extenso, sino que trabajan al azar, dando vueltas en tomo al asunto principal, anotan por separado todos los pensamientos que se les van presentando en la meditación, sin orden y a medida que ocurren. Al final buscan un plan que se adapte a la serie 3 Para un estudio detallado del método de trabajo intelectual. pue- den consultarse: JEAN GurITON. El trabajo intelectual; consejos a los que escriben. Buenos Aires. Ediciones Criterio, 1955: CHAVlGNY. 'PAUL MARrE V¡CfOR, Organización del trabqjo intelectuaL Barcelona-Buenos Aires, Labor, 1932; SERTILLA.'\IGES, A. D .• La vida intelectual; espúitu, condicio· nes, métodos. Buenos Aires, Sinopsis. 1958: RAMÓN y CAJAL, SAN!1AGO, Tónicos de la voluntad; reglas y constVos sobre investigación científICa. Buenos Aires, Espasa-Calpe Argentina. 1945. 49 fil,.", ,~J '~I ; I , ! . de ideas encontradas, dándoles una motivación y derivación lógicas. Cualquiera de los dos pro- cedimientos es bueno: todo depende de las pre- ferencias y modalidades psicológicas del orador. A! primero de los procedimientos se le puede ad- judicar la ventaja de que permite conducir la re- flexión en orden y en forma sistemática, con lo que gana la unidad del discurso, mientras que al segundo se le otorga la excelencia de permitir al espíritu desplegarse con mayor libertad. No hay inconveniente alguno, por supuesto, en que ambos métodos se apliquen combinados. Puede elaborarse previamente el plan, buscar las ideas que se adapten a su estructura, anotar también las ideas que ocurran y no guarden es- tricta relación con ese esquema fijado, y reformar finalmente el plan hasta ajustarlo al material ob- tenido. Si bien el plan facilita el ordenamiento del trabajo, tampoco debe concebírselo como una norma rigida, inflexible, que no permita el agre- gado o supresión de ideas en el transcurso del desarrollo. En definitiva. éste es el mejor de los métodos y el que mejor responde a la dinámica psíquica. El testimonio histórico prueba que excelentes oradores han aplicado uno y otro métodos en la invención y búsqueda de ideas. Nada nos obliga. al comienzo del trabajo, a comprometemos con un plan riguroso y severo, que a lo mejor no po- demos luego cumplir. Muchas veces, a punto de concluir el discurso descubrimos una idea supe- rior a la inicial. o se han producido aconteci- mientos que obligan a modificar nuestro primer punto de vista. Insensato sería no tirar al cesto el plan primero y recomenzar la tarea con otra perspectiva que nos garantice un mejor resulta- do. En materia espiritual. la libertad es una de las condiciones del éxito y resulta triste conver- tirse en esclavo de uno mismo. La opinión de 50 Sertillanges merece cuidadosa atención en este punto: "Componer así. por medio de islotes que se fusionan para formar el futuro continente, hacer preceder el trabajo de organización por una libre inspiración esporádica o, si se quiere, fijar puntos para la curva y multiplicarlos para trazar la línea de un golpe en el momento oportuno, es librarse de la fatiga de una composición ob.liga- toria y de la ansiedad que provoca la página blanca: es asegurarse el trabajo creador"4. ¿Cómo encontrar ideas? ¿Dónde buscarlas para nuestro discurso? Ha llegado uno de los momentos más decisivos de nuestro trabajo. Las fuentes de ideas son muchas y es saludable te- nerlas presentes para contar con ellas en el ins- tante preciso. . Los más famosos retóricos y preceptistas se han preocupado intensamente de encontrar re- cursos y procedimientos que beneficien la labor de creación intelectual. En general. el acto crea- dor proviene siempre de un antecedente, y a ellos conviene acudir para nuestro objeto. Las princi- pales fuentes de información son: 1) la cultura propia; 2) las lecturas; 3) la observaCión; y 4) la reflexión e imaginación. La cultura propia. - Cicerón ha dicho: "El fundamento de la elocuencia. como el de cual- quier otra cosa, es la sabiduría". Evidentemente, toda comunicación espiritual con el prójimo pre- supone un conocimiento previo. personal, del mensaje que deseamos transmitir. En el precep- to ciceroniano, la palabra 'sabiduría' no Significa un conocimiento radical y supremo de las cosas, sino lo que en castellano entendemos por 'saber' o 'buen sentido'. Si así no fuera. quedaríamos excluidos del uso público de la palabra la gran 4 SERIlUA.'liGES. O. P .. op. cit .. p. 300. 51 ) ) ) ) ) ) ) ) ) ) ) ) ) ) ) ) ) ) ) ) ) ) J ) ) ) ) ) ) ) '\ ) I ) ) I ) K ) j! mayoría de los seres mortales. Todo ser huma- no, sin necesidad de ser sabia, puede tener un mensaje interesante que transmitir a sus sem~ jantes, aun sobre los hechos aparentemente mas nimios e insignificantes, como un viaje, una no- ticia, o una experiencia vital cualquiera. La cultura propia está constituida por el con- junto de conocimientos que se tiene de. las co- sas, las personas y los hechos. Pero fehzmente, no es sólo esto. Cultura es mucho más que una simple acumulación de datos obtenidos en los. li- bros, o sea lo que habitualmente se deno~a 'instrucción'. Una persona puede ser muy ms- truida y tener poca cultura, si los conocimien~os obtenidos en las aulas o en los libros no han SIdo asimilados humanamente, si no la han provisto de una concepción acertada de la vida. si no la han habilitado para la percepción de los hechos históricos, sociales y humanos, si, en definitiva, no la han convertido en un ser amplio, compren- sivo, inteligente, bondadoso. La experiencia vital nos enfrenta día a día con estas dos clases de personas, que podríamos llamar librescas y vita- les, para diferenciarlas. Todos conocemos a per- sonas de escasa o mediana instrucción, pero que en punto a este tipo de cultura son superiores a muchas dotadas de un gran equipo intelectual. Esto no es, por supuesto, una invitación a la ignorancia. Sólo significa que, desde el punto de vista oratorio, la cultura es más valiosa que la instrucción. Son innumerables las ocasiones en que una sola idea, pero fecunda en ~~licac~o nes, sugerencias y contenido, se concilia mejor con la elocuencia que una retahíla desconcerta- da incoherente e inarmónica de ideaso noticias. Es' preferible, en este campo, una sola idea pro- funda antes que varias superficiales. Esto senala una opción entre dos posibilidades, de la cual queda naturalmente descartada la ignorancia. 52 El cultivo del espíritu es arduo, constante y paciente. Se llega a él por el sacrificio y el traba- jo, lo cual demanda un sistema de vida bien orientado y consciente de sus objetivos. Esta fuente espiritual aportará a cada instante un v~ lioso sustrato de ideas por la íntima trabazón que/ ~ la conciencia hace de unos datos con otros. Re- petimos la famosa fras~ del filósofo norteameri- ~ano Emerson, que aclara este panorama: "Todo hombre que quiere hacer bien una cosa, debe descender a ella de más alto". El fulgor de la pa- labra está en la íntima conexión con la cultura de cada individuo. Un hombre superior será, por natural gravitación de sus antecedentes, más atractivo que uno vulgar, a condición de que esta superiOridad lo sea real, sustancial y no aparen- te, externa o superficial. Las lecturas. - La lectura debe considerarse como una de las mejores fuentes de información. Toda sabiduría está en los libros, y en ellos se contiene la suma de conocimientos disponibles de la humanidad. El hábito de la lectura es la mejor práctica intelectual, pues favorece la crea- ción de pensamientos, activa las facultades espi- rituales, orienta la constitución de nuestro fondo ideológico y nos ahorra tiempo en la formación persona15 • Es común que los escritores, antes de escribir, se acerquen a la literatura para encontrar inspi- ración e ideas: "La lectura es el gran secreto. Lo enseña todo, desde la ortografía hasta la cons- trucción de las frases", dice Albalat6 • ¿Qué se debe leer para obtener provecho? Esta cuestión 5 Sobre métodos para el aprovechamiento de las lecturas pueden consultarse: FAGUET. EMILE. El arte de leer. Buenos Aires. El Ateneo. 1951 y CASTAGNlNO. RAÚL H .• Perspectivas de la lectura. Santa Fe. Ins- tituto Social de la Universidad Nacional del Litoral. 1958. 6 ALBALAT. ANTaINE. El arte de escribir y lafonnación del estilo. Tra- ducción de Luis Castillo. 2' ed .• p. 30. Buenos Aires. Atlántida. 1949. 53 ha motivado distintas respuestas. En primer lu- gar, es aconsejable la lectura de autores y temas que estemos en condiciones de asimilar, es de- cir, de incorporar a nuestra vida. Luego, convie- ne leer autores de distinta posición para conocer los puntos de vista ajenos. Toda ideología com- porta una toma de posición, y su defensa presu- pone necesariamente el conocimiento de las ide- as opuestas. Por último, leer a los maestros. La bibliografía moderna es tan abundante en títulos y autores, que no cabe otra solución que selec- cionarlos. Es muy útil seleccionar autores de gran responsabilidad científica, moral y artística, y no perder el tiempo con segundones o tercero- nes. Generalmente, estos proceden de aquéllos, y es sensato saltearlos para ir directamente a las fuentes. . Disienten los tratadistas sobre si conviene leer muchos o pocos libros. Por supuesto, cuanto mayor sea la lectura hay más probabilidades de sabiduría. Pero tampoco debe creerse que la abundancia de lecturas sea suficiente para dar de por sí la sabiduría. La asimilación y el prove- cho de las lecturas está en relación directa con la inteligencia y sensibilidad del lector. La lectu- ra indiscriminada, difusa y sin método, por abundante que sea, es improductiva. Debe, pues, leerse con sistema y criterio selectivo. La lectura de un solo autor o de pocos es perni- ciosa, pues se corre el riesgo de perder amplitud y profundidad en el pensamiento. Timeo hominem unius libri, dice un antiguo adagio. Se corre ade- más el riesgo de imitarlo inconscientemente y con- vertirse en un esclavo de él. Debe leerse con espí- ritu crítico, es decir, con independencia de critero y disposición inquebrantable de someterlo todo a la meditación, al análisis y a la comprobación. Conviene, asimismo, supeditar las lecturas a nuestra finalidad. Hay autores que son útiles 54 para la formación intelectual; otros son valiosos únicamente por su estilo y, finalmente, existen quienes pueden enseñarnos lo mismo en materia de fondo que de forma. La mej or manera de aprovechar las lecturas es tomar apuntes o hacer fichas. El enciclopedismo de cualquier especialidad, en el mundo moder- no, exige una portentosa memoria. Pero ésta re- quiere sus auxiliares. Leer sin tomar notas es como no leer. En poco tiempo las urgencias de la vida nos harán olvidar lo leído, si no hemos to- mado notas. La ficha, por otra parte, permite re- cordar en pocos minutos una lectura que de-, mandó días enteros y pone a nuestra disposición, en el acto, las enseñanzas de todo libro. "La ver- dadera memoria consiste no en recordar, sino en tener a mano los medios de volver a encontrar", dice Albalat. La forma más simple de tomar notas es hacer- lo en las mismas páginas del libro, en los márge- nes, en las páginas en blanco o cualquier otro lugar disponible. Resulta un recurso eficaz tam- bién el subrayado de los pensamientos capitales y la subdivisión del texto en párrafos, mediante el agregado de signos, palabras o números con- vencionales. Este sistema tiene el inconveniente, en cambio, de no ser sistemático, pues en cada caso tendremos que disponer del libro y repasar- lo. La ficha, en cambio, permite que se las agru- pe en grupos por temas, autores, pensamientos, etc., con lo que se facilita su empleo en cualquier momento. Las fichas conviene hacerlas con cartulina, or- denadas por orden alfabético de autores, por te- mas, por materias, por nacionalidad, o de acuer- do con cualquier otro criterio que resulte útil al lector. El hombre culto moderno las usa, y en ellas se apoya la erudición. Se pueden resumir libros, recoger pensamientos importantes, copiar 55 I ~ ) ) ) ) ) ) ) ) ) F . ): I • ,. , ).. t: : , } . ~ ) ~.) , ) ) I ) :1 ) ¡ ) ¡ il ) , ) ) ~. ) ~" ) . citas, seleccionar frases famosas, codificar artí- culos y publicaciones sobre un mismo asunto, y en fin, ensamblar cualquier información dentro de un conjunto, de modo que su empleo sea fac- tible en el momento oportuno. Es recomendable hacer las fichas a medida que se lee o inmediatamente después de la lectura, antes de olvidar nada. Para esto son aconseja- bles diversas técnicas, pero, repetimos, cada au- tor deberá valerse preferentemente de su propio criterio de acumulación, de acuerdo con los fines de su estudio. La observación. - Uno de los medios recomen- dables para obtener información y datos sobre las cosas, fuera de los libros, es la observación del mundo que nos rodea. La realidad es uno de los más grandes maestros. Se ha dicho que el que sabe más cosas y las sabe mejor, es el que mejor ha sabido observar y escuchar. El espíritu menos sagaz y agudo, a fuerza de mirar con in- quietud a los hombres, de fijar su preocupación en los sucesos y hechos del mundo, de prestar atención a la naturaleza, acaba por disponer de un buen equipo de conocimientos. Hay que tener presente que toda ciencia deriva, en gran parte, de la experiencia, pues la ciencia no es en defini- tiva, más que una codificación de los datos que nos ofrece el mundo que nos rodea. En muchas materias, la capacidad de observa- ción es más importante que la misma lectura, sobre todo cuando el tema es concreto, particu- lar y delimitado a un lugar o asunto. La capaci- dad de observar puede afinarse mediante la práctica y la comparación sistemática de unas observaciones con otras. Al cabo de un tiempo se logra una agudeza perceptiva que nos extraña y sorprende. Este entrenamiento supone el res- peto de algunos requisitos que nos preserven de 56 errores. Ante todo es necesario ser objetivo, esto es, interpretar los hechos observados según son ellos mismos y sin que los interfieran nuestras propias ideas, opiniones o pasiones. En segundo lugar, la
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