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INTRODUCCION A LA ORATORIA MODERNA - CARLOS ALBERTO LOPRETE

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INTRODUCCIÓN A LA ORATORIA MODERNA 
LA COMUNICACIÓN ORAL 
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PLUS ULTRA INTRODUCCiÓN A 
lA ORATORIA 
MODERNA 
La Comunicación Oral 
4ta. edición aumentada 
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I.S.B.N. 950 - 21 - 0390 - 4 
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) © 1992 by Editorial Plus tntra 
1) Callao 575 - 1022 Buenos Aires 
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) Impreso en la Argentina - Printed in Argentina 
1) Queda hecho el depósito que previene la ley 11.723 
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INTRODUCCIÓN 
Históricam~nte, primero existió la lengua y lue-
go la grp.mátiCa, justificada como una codijkación 
ordenadora del fenómeno lingüís Hco, con fines 
normativos y didácticos. En forma análoga, pri-
mero existieron los oradores y después la retóri-
ca, concebida como sistematización transferible de 
las técnicas y recursos expresivos empleados por 
aquéllos. Era natural que así acaeciera, porque la. 
ciencia no sustituye a la naturaleza, sino que la 
interpreta. 
La retórica, entendida como metodología delfe-
nómeno oratorio. no como sustituto, estaba ya 
constituida entre los griegos y los romanos y go-
zaba de gran prestigio en el mundo de la antigüe-
dad. que no conoció la prensa. la radiofonía, la te-
levisión. y escasamente el libro y la escuela. En 
ese periodo de comunicación esencialmente oral, 
la palabra hablada estaba sometida con igual ri-
gor a exigencias estéticas y prácticas. 
Con la marcha de los siglos algunos tratadistas 
y maestros. corifundiendo el mapa con el terreno. 
hicieron de la retórica unfin en sí mismo y llega-
ron a mezclarla con la poética. la estética y la pre-
ceptiva literaria, cuando no con lafilosofía ideoló-
gica, que abarcaba en una misma pretensión a la 
lógica, la metafísica y la retórica. Sobrevino el 
7 
i :1 
desprestigio de esta disciplina, que el romanticis-
mo, con su carga de libertarismo y de individua-
lismo, acabó de consumar. 
En la actualidad, la retórica ha renacido 
como arte de la palabra hablada. Se la considera 
una disciplina instrumental sinfin en sí misma, o 
más exactamente, como una técnica para encau-
zar en formas verbales el fenómeno profundo de 
la expresión del hombre. En este sentido, se la ha 
separado con meritoria prudencia del ámbito es-
trictamente literario para combinarla con los do-
minios de la psicología, la sociología y las ciencias 
de la educación y de la comunicación. 
Este enfoque ha ampliado y superado a la vieja 
retórica. Ésta pretendía que el orador expresara, 
con belleza, sus ideas y sentimientos, mientras 
que el moderno arte de la palabra busca que el 
individuo "se exprese", esto es, que consiga entre-
gar objetivamente, con palabras, su subjetividad, 
en todas las circunstancias de la vida. 
Tal planteo comporta una problemática distinta 
de la clásica grecolatina, por cuanto aspira, des-
de el punto de vis ta formativo general, a facilitar 
la realización del ser humano, que no es plena 
mientras se ahoga en la incomunicación expresi-
va y, desde el punto de vista particular de su ac-
tividad profesional y social, a otorgarle un instru-
mento técnico valioso. 
También el contenido de la oratoria se ha visto 
enriquecido con nuevas especies impuestas por la 
evolución social de nuestra época, que ha conver-
tido al diálogo, en todas sus formas, en el vehícu-
lo insustituible para el acuerdo de voluntades, el 
análisis de los problemas y la toma de decisiones. 
Al lado del clásico monólogo, la oratoria moderna 
h<t instalado, con igualdad de títulos, a la delibe-
ración. 
En un mundo que desborda las añejas-jormas 
de comunicación humana, se comprende que los 
8 
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nuevos planteas, métodos, formas y fines encuen-
tren una debidajustificación. 
El arte de la palabra oral, así concebido, se ha 
constituido paulatinamente a través de los siglos 
en un patrimonio cultural sin dueños nifórmulas 
mágicas. y la tipificación de los temas o capítulos 
que lo componen se ha ido formando por acumu-
lación sucesiva de aportes. que en última instan-
cia reconducen a los maestros de Grecia y Roma. 
El presente trabqjo intenta ofrecer al lector un 
panorama estructurado y actualizado de la orato-
ria, con su temática y metodología, tanto antigua 
como moderna, compuesto a partir de los más 
reputados tratadistas del género. 
9 
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1. FUNDAMENTOS DE LA ORATORIA 
1. EL ARTE DE LA PALABRA 
El hombre es el único ser viviente que habla, y 
la palabra es uno de los dones más extraordina-
rios que posee, pues le permite manifestar la 
prodigiosa riqueza de su alma y establecer rela-
ción con sus semejantes. 
El ejercicio efectivo de la palabra se apoya en 
dos bases: la naturaleza y la educación. Todas 
las personas hablan, pero muy pocas lo hacen 
con eficacia, pues la facultad elocutiva requiere, 
como cualquier otra facultad del hombre, cultivo 
y educación. Los seres elocuentes por naturaleza 
son la excepción del orden normal humano. 
La elocuencia ha sido definida de las más di-
versas formas, tanto por los antiguos como por 
los modernos. Para Cicerón, el máximo orador 
romano, es un movimiento continuo del alma, y 
Dionisia de Halicarnaso la ha definido como el 
arte de hacerse creer. Podríanse agregar así mu-
chas otras definiciones, pero en la aparente disi-
militud de todas ellas hay un fondo común de 
coincidencia: la elocuencia es el testimonio ex-
terno de un alma profunda. 
11 
La gramática y la retórica 
La gramática tradicional se ha definido como 
"el arte de hablar y escribir correctamente". Sin 
embargo, la experiencia ha demostrado que el 
conocimiento teórico de las formas de una len-
gua-cualquiera no es suficiente para dotar al in-
dividuo de una buena capacidad expresiva. Por 
ello. los estudios de gramática se han comple-
mentado desde la antigüedad con otras discipli-
nas más pragmáticas. La corrección gramatical 
es sólo un aspecto del arte de hablar. 
En tiempos de los griegos y los romanos, exis-
tía una disciplina llamada "retórica", que trataba 
particularmente del arte de hablar y escribir, no 
ya desde un mero punto de vista gramaticalista, 
sino desde un ángulo real y práctico. Numerosos 
tratados nos han llegado de aquellos tiempos, 
entre los cuales sobresalen el de Aristóteles (Arte 
relórica), y los de Cicerón (De la invención, Del 
orador, Bruto, El orador y De la perfección orato-
ria) y Quintiliano (Instituciones oratorias). 
En los tiempos actuales, esos tratados han co-
brado nueva vigencia, pero modernizados y 
adaptados a las necesidades del hombre con-
temporáneo. Es así como han surgido tratados 
especializados de 'elocuencia', 'arte de la palabra', 
'arte del bien decir'. 'oratoria' y otras denomina-
ciones' que enseñan a las personas a expresarse 
con eficiencia. En esto, las universidades y los 
tratadistas norteamericanos tienen la primacía 
de la originalidad con sus cursos de speech, 
professional speech, public speaking, modem 
speech, eifective speaking, speech arts,discus-
sion, argumentation, persuasion, etcétera. 1 
1 Sobre otras formas modernas de las artes habladas y métodos de 
enseilanza. consultar AuCE EVELffi CRAlG, The speech arts; a textbook 
of oral English. Nueva York. The Macmillan Company. 1937. Mi libro 
El lenguqje oral: Fundamentos. fonnas y técnicas (Bs. As., Plus Ultra. 
1984). trata del mismo asunto. 
12 
En lo esencial, estas disciplinas son derivaciones 
de la retórica clásica, complementadas con apor-
tes de la psicología, la sociología y las ciencias 
de la comunicación, que han llegado a penetrar 
con notable profundidad en el fenómeno de la 
creación literaria, en la intimidad anímica d~ 
orador, así como también en la del público o el / 
participante de una discu$ión. 
Siempre se ha debatido sobre la pOSibilid~d y 
utilidad de sistematizar en cuerpos de ensenan-
za la oratoria, pero en la actualidad parece pre-
valecer la opinión de que toda persona puede ser 
elevada sobre su rutina expresiva por medio de 
métodos, procedimientos y maestros adecuados. 
El oficio hace al maestro, se ha dicho desde an-
tiguo. 
!AL!etóri<;!l~ el arte del bien decir_ 
Se denomina retórica -del griego rhétor, ora-
dor- al "arte del bien decir, de embellecer la exj 
presión de los conceptos, de dar al len~aj e ~§.: 
c ' hablado eficacia bastante para d~~~itaL 
ersua Ir conmover. srífeza'eTIéxico de la 
Aca emm spano a. 
La retórica es, pues, un conjunto de preceptos 
y reglas para bien hablar. Esta definición presu-
pone, lógicamente, la posibilidad de hacer elo-
cuente al hombre mediante la enseñanza de 
ciertos principios. Acerca de esta posibilidad se 
ha discutido y aún hoy se discute si el orador 
nace o se hace. Si nace, la retórica no tiene juS-
tificación. l -
De ninguna manera podría sostenerse que no 
hay hombres naturalmente elocuentes. pues la 
experiencia lo desmentiría. La genialidad y el ta-
lento no reconocen escuela. ya que el hombre 
superior lleva en sí el asiento de toda sabiduría y 
13 
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conocimientos. Pero los preceptos de la retórica 
no son una creación arbitraria de los hombres 
sino que han sido tomados de la realidad mism~ 
de la palabra humana, del verbo de los hombres 
ta~entosos. Esto equivale a afirmar, pues, que 
pnmero existieron los grandes oradores y la gran 
oratoria, y luego surgió la retórica, como codiIi-
cación de los mejores ejemplos de elocuencia. 
Por otra parte, si bien es cierto que los genios 
lo encuentran todo en sí mismos, no lo es menos 
q~e la mayor parte de los hombres no son genios 
ru talentos y necesitan de la retórica para apren-
. de~ o perfeccionar su habitual decir y que, ade-
mas, hasta los mismos genios de la oratoria han 
llegado al dominio de la palabra por el estudio. 
Dentro de esta línea de pensamiento debe inscri-
birse la opinión de Baudelaire: "Las retóricas y 
las prosodias no son tiranías inventadas arbitra-
riamente' sino una colección de reglas reclama-
das por la organización misma del ser espiri-
tual"2. 
Por supuesto que no hay arte que pretenda 
formar genios, ni tampoco lo pretendería la retó-
rica. Pero se puede llegar a ser un discreto ora-
dar o conferenciante por medio de esta discipli-
na. El grado de altura de la elocuencia a que lle-
gue cada uno dependerá de las condiciones que 
traiga de nacimiento. Pero todos pueden ascen-
der por virtud de ella más alto de donde los dejó 
la naturale~a. El espíritu se enriquece y perfec-
ciona con este o cualquier otro aprendizaje. 
La retórica tiene legítimos títulos para existir 
en el mundo de la cultura, a condición de que no 
s~ la confun?a con un recetario de farmacopea, 
~ c?n una fo~ula mágica capaz de dotar de ge-
ruahdad a qUIen no la tiene, y siempre que se la 
•• 2 HOUGARDY, MAuRlCE. La parole au publico Essai sur la rhétorique et 
1 eloquence ruyourd hui et dans le passé. p. 21. Paris-Bruselas Baude 
1946. . . 
14 
interprete como una· transferencia util de expe-
riencias ajenas en beneficio de la propia capaci-
dad expresiva. Nunca será sana la disciplina que 
intente sobreponerse y asfixiar al espíritu del 
hombre o que intente trastrocar la naturaleza en 
vez de encauzarla o conducirla. Ocurriría enton-
ces lo denunciado por Pascal en su frase: "La 
elocuencia se burla de la elocuencia". 
Cicerón, con haber escrito varios tratados re-
tóricos, ha dejado bien clartllcada su opinión al 
respecto, declarando que, a su entender, la retó-
rica deriva de la palabra elocuente y no la elo-
cuencia de la retórica.3 • 
Concebida así. la retórica o arte de la palabra 
responde al pensamiento del más grande precep-
tista de la antigüedad. el romano Quintiliano, 
quien lo dejó definitivamente establecido en una 
. frase inmortal: "El orador se hace, el poeta nace". 
Los ('mes de la elocuencia 
Los fines específicos de la elocuencia han sido 
también materia de debate desde los tiempos 
antiguos. Historiar la diversidad de opiniones se-
ria caer en una bizantina y fatigosa enumeración, 
ya que. en esencia, coinciden casi todas ellas. La 
divergencia de opiniones tiene su origen en los 
cambios de perspectivas de las distintas épocas, 
países u oradores. 
Para Cicerón, la elocuencia tiene por fines ins-
truir, deleitar y conmover. Aristóteles señala: 
alabar y vituperar, persuadir y disuadir, acusar 
y defender. San Agustín, por lo que se refiere a 
la elocuencia religiosa, pide enseñar, conmover y 
agradar, y Fenelón, refiriéndose a la elocuencia 
en general. postula: probar, conmover y pintar . 
3 CICERÓN. MARco Tt)uo. Del orador. libro 111, cap. l. 146: "lntellego esse 
non eloquentiam ex artifICio. sed art!ficium ex eloquentia", 
15 
.!Y!9~rp.a!UenÍ~. André Siegfried sostiene: "~e ha-
_ blª-Rª!'~ conmover, para persuadir o para én!?~:,­
\ ñar. Sencíliémrente;-"S~lrátaQeconvencer o de 
!i,exponer .. :>t'"--··,_·>··_······_='~~«w_---- -
;~s'-coillcidencias son lógicas. pues todas tienen 
f en cuenta el repertorio posible de intenciones hu-
;' manas y la aparente diferenciación no es más que 
. un desdoblamiento sutil de los conceptos. La tota-
lidad del ámbito oratorio queda abarcada adop-
tando la clasificación que sigue. con todas las im-
plicaciones que cada término encierra: 
------------- " a)~ y ense!}dr:. es decir. transmitir co-
nocim,ientosa-=-otraS personas o investigarlos y 
adquirirlos en délioeraciones. 
b) ~suadir, o sea convencer a otras personas 
<;le que nuestras opirúones son las verdaderas y 
moverl;ts., .. de acuerdo con esto. a la acción. 
/ """'" 
c) CQnmov~r, esto es, provocar en el espíritu 
ajeno detertÍlinados sentimientos pasiones o 
emociones. 
;'.--_ .......... -. 
d) Agradar;, vale decir, producir por medio de 
las paiabrasen el alma ajena un sentimiento de 
,'placer, con fines determinados. 
/ En la realidad oratoria estos fines pueden darse 
solos o -lo que es 'muy frecuente- combinados 
entre sí. Tanta es la variedad de formas, temas, 
ocasiones, lugares, sujetos y fines que se pone 
de manifiesto en el ejercicio real de la palabra. 
Teorías sobre el bien hablar 
Los críticos se han preguntado en todo tiempo 
qué es hablar bien. El criterio para discernir qué 
4 SIEGFRIED. A'llDRÉ. El arte de hablar en público. Traducción y notas 
de Maria Luisa Martínez Alinari. p. 17. Buenos Aires. Edit. Central. 
1957. 
16 
es una pieza oratoria lograda no ha merecido 
tampoco acuerdo entre los tratadistas. Se han 
propuesto diversas pautas para juzgar la orato-
ria, y ellas son distintas unas de otras. 
En opirúón de Mc Burney y Wrage, esta duda 
ha tenido grandes respuestas, las que pueden 
agruparse en cuatro criterios: 1) teoría de los re-
sultados; 2) teoría de la verdad; 3) teoría ética y 
4) teoría artística. 
De acuerdo con la teoría de los resultados, es 
buena la oratoria que logra los objetivos que se 
ha propuesto el orador; según la teoría de la ver-
dad, debe considerarse buena oratoria aquella 
cuyo contenido se concilia con la verdad' desde 
I ' el puntd de vista ético"Jos mejores discursos son 
los que encierranun contenido moral; y en base 
a la teoría artística, el fundamento principal de 
toda elocuencia es la belleza estilística5• 
He aquí una cuádruple opción que todo orador 
debe resolver por su propia cuenta. La historia 
de la elocuencia pone a nuestra disposición 
ejemplos de afamados oradores que han tomado 
como norma, separadamente, esos criterios para 
componer sus piezas. Los ha habido también 
quienes adoptaron dos o más criterios simultá-
neamente. 
No es dificil aportar argumentos en defensa o 
censura de cada uno de estos criterios de valora-
ción. La decisión corresponde en conciencia a 
cada orador. Mas, considerando la enorme in-
fluencia que ejercen los oradores sobre los hom-
bres y los pueblos, y el extraordinario prestigio 
de la palabra sobre la mentalidad de los audito-
rios, no dañará a nadie acordar con este otro 
principio integral: bueno es el discurso hermosa-
mente escrito y pronunciado. que obtiene resul-
5 Mc BuR.'\"EY, JAMES H. y WRAGE, ERl'"EST J., El arte del bien hablar. 
Tratado de elocuencia. Traducción y adaptación de Juan Pelito ps. 23~ 
25. Barcelona. Angos, 1955. 
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tados positivoS sobre los oyentes. exponiendo la 
verdad y el bien. La palabra es un don gratuito 
en el ser humano. y es lícito exigir a quienes se 
sirven de ella, para comunicarse con el semejan-
te, que hagan un uso acorde con su alta digni-
dad de origen y destino. 
Elementos de la elocuencia 
La elocuencia. como cualquier arte, tiene sus 
propios elementos que q,e.h~coP:9C.,~L~t9da perso-
na que aspirare a la jerarquía d~ oraaof:~Ntr-se 
'viOÍan impunemente las experiencias CUlturales. 
J¿Lnrato.r.ia....eS..Jd.!l_ill'i~_ en ~Lg:!l~~ .. sx!steE: ... ..tres 
elemenlOs.-cada uno de ellos tan importante 
c'()"nÍólos otros. Tomemos la enseñanza del anti-
guo ~uien en su célebre Arte retórica 
expresaba: "~L~'!Ji:?.~"~rs ... ,2~sta de tr~ 
t~S51r~ª~~ .... aQ~~~ Lem1i11!L~uld 
y el auditorio al cual se hasra~Hay que evitar 
1a"eiToñe"a~creenciaQe(ÍLi"e' éCst':ijeto de este oficio 
es sólo el orador. Toda elocuencia es una comu-
nicación entre orador y público por medio de- un 
instrumento, la palabra hablada. ~!d~ 
es J!IL hecho sodal y no individuql. 
-Por esta razón, todo estudio o crítica de la elo-
cuencia debe hacerse analizando estos elemen-
tos, y es también por esta razón por la cual todo 
tratado de retórica estudia separadamente al 
orador, al discurso y al público. 
~la~elocuencia 
I1ay taEta~.,ª~ __ ~!2~~~g~!-ª ... <;'.º!Po temas._ 
ToGa clasificación en este sentido es muy difícil 
6AR1srÓTELES, Arte retórico, libro 1, cap. 11\, pár. l. 
18 
por la gran variedad de matices de los discursos, 
la cual se complica cuando entra a considerarse 
el tipo de público, la ocasión en que se pronun-
cia. el sujeto que habla, la forma de producción 
y los fines que se persiguen. 
Aristóteles expresó en su siglo que no hay más 
que tres clases de discursos: los deliberativos, los 
judiciales y los demostrativos. Esta clasificación 
es sin embargo incompleta. y atiende sobre todo 
a las formas de oratoria pública vigentes en su 
é~Ún~~~~~~más radical, moderna y com-
pleta de la elocuencia, debe considerar los si-
guientes tipos: 
1) ~~jif.g~~ llamada también 
'académica' o 'ateneísta'. Su objeto específico es 
enseñar, informar. transmitir conocimientos. 
~._.,-.",*", __ ~J.~"!-""'t<""""~"""'''~~~'''''', '''!M-'''""",,,:,,,_,,,,_~ 
2) El~lde11k.ia 12Q~~cuyo fin propio es e1fQ.o-
}ler o debatir todas las cuestiones relacionadas 
coñ-'ergof:)iemo~cre~laCüsa:"Düollca:----~~'-'"-
"«,, __ -. .. _.,., .... "'> .. _.:.,.,,, ... ~""'-'!.>.!, •• _-i. .... """~.,wIil'~_~~~~~~~L~~. I ... :w __ 
3LElOClJI:J:J&~§.!!_qjuqic;jgJ, es la que tiene 
lugar en el ejerciciO del derecho. 
~}.~El{)cUellciª".[~If..gjQ~a. denominada también 
'sacra' o 'sagrada'. E.sJ;;LmJ.~cJ:r~ta sobre asuntos 
de fe y religión.···"····· ·'Ó."·"."'."""'" '--5) I2QfY;,t}!)~l9:...Ee'{J~lJlQlJ.tal, llamada también 
'augurar, es'fá que tiene por ámbito propio las 
múltiples ceremonias humanas. 
. ) 
6) Elocuencia artística, cuyo objeto es producir 
placer-estet1co'~~~'"'~'''~''~'"''''''"''''' "....,,,---.,."" 
~~~~~ 
7) ElQC~i1.i.taJ:;., que tiene por objeto ins-
pirar la defensa de la patria y estimuI'ar las vir-
tudes patrióticas y el heroísmo en los soldados. 
8) ElocuenCia deliberativa, es la que tiene por 
objeto -ercreoareodiscusioñ, y ocurre en las 
• ¡¡ ~ ~""_7."..p.¡;¡"_",,,,","""'''',II7",,,,,,,,~~,,,,,,·-,,,,,·c,,~·~:'',,,1 _".-¡.-,..r~~ •• -""'''''',,,::_~ .... ,,,-:: •. , 
19 
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asambleas, reuniones o~tas en. que suelen 
f~~_~!illJ§iJr2.t!!!~!]f[:Rft.rll,,~~~"ES:91qE!~.~d~_tr 
contrastar opini9nesL ) .' ,""'Caa:a~uño"de e'stas tipos de elocuencia tiene i 
( f sus leyes propias y sus fonnas típicas usuales. ) 
" ./' 
El ejercicio de la oratoria no puede desenten-
derse de la verdad y la moral. En los últimos 
tiempos se vienen realizando esfuerzos pe?ag~~i­
cos por poner fin al vicio llamado "prevancaclOn 
lingüística" _que consiste en eI,!!~le~E_la .;pala.?r~ 
.12ara glen.1ir ~ ocultar eLQensamlent~._~ tingUIS-
ta Max Black ha denunciado categoncamente 
esta práctica malsana: " .. JªJ:.~~lÓ;! de.lleng~e 
consiste tanto en Q,isimular el pensamieg~, GQillo 
efifraúsmiÜrlo". --~-Y~J,,",,~ r 
'En~Iengiiaje corriente se la de~omina ~ambién 
"doble lenguaje". Sus manllestaclOnes mas gene-
ralizadas son el empleo de palabras sin sentido 
(anemia semántica), ambigüedad en las afinnacio-
nes, palabras o frases hechas que ocultan un jui-
cio (estereotipos), vocablos elegaI1~e_~.qll:~_Q<?ult",an 
ideas duras (eufemiSiños},'~lrasés rituales engano-
SltstITsó"presimbólico del lenguaje), mentiras so~a­
padas, hablas en clave, deCir indirecto, expreslO-
nes incOñiprens{5!€S Uergas exóticas}, lenguaje 
meramente emocional (palabras coloreadas) y otros 
dislates que resultaría muy extenso detallar. En 
cierto país un organismo estatal tiene prohibida la 
frase "crimen político" la cual debe ser reemplaza-
da por "privación ilegítima de la vida". En una 
provincia extranjera se decretó prohibir el uso del 
término "Dios" para evitar así en las escuelas las 
controversias religiosas con lo cual quedó automá-
ticamente permitida la palabra "Diablo". 
20 
Aunque resultaría Utópico establecer un códi-
go de ética para quienes hablan en público, las 
recomendaciones morales que se han fonnulado 
estriban en lo siguiente: 
«J) N.Q usar @~.2Ees persuasivas para con-
~ck..M.~ª~_.illlL~t2rob=<Íilli!!. 
ileJ'P~~~ an~!~arl~g~b~ment~ 
(,>' -:'\ 
~J;io..iundamentaLJJD.a-QPiDió.n pro~-
....rr.ierldcLa..,m:gum~nlQ§~~.§lYl!1!,@_c!ºr~:L<i~L2Q!Ql.-.~l 
f~tis~_t;I~~!~29~E",Qtm~L.RastQ~~2..~~ 
~J>.{Q._9.~VltJilL,~I!.ggft5~§g!!1e!lt~ .. JJ!l,.ltm,'QQ§!tºJ~e,­
~ªtPJJl:U,i~,qh,-1>.~!§gnªLQj!!§,t!tl!~~g!lJ!!,~" h~~!ill:_ 
.d~ir~~L!lY~~,,,§.~.,J?r~~y,gt~_~~,,,~.~,~~t? .. ~,~~~~ , 
__ yl a ;- . ~"' . "" 
'~":"~::~~Q,Simular:,,autOridatl.título_,n .. ,r.epres,eJlta7,.., , 
ció:h que no se tiene realmente para ganar pres-
~~§1Úrg!t~;,,· ~~J¡;¡'lO\~~:~'~:~ev-, 
No dañar a nadi~;~.,_,,,_~~ ~~~~ 
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• f) calIdad a la segunda, pues no pasa, p~or Icn::o": 
) ~:ae:urrau{arortacIrcüñSrarrctm. -En átt1fno 
l\ análisis, la iiñPro~ñ1O~ste, Siem-, 
• f (llI,~,J?~!:~!?la E~Jº.-9.ld~,§_~,~ªJ2e~$e, improvisan la L 
~ 1) l..estructu[.9- y las palabras, no las idea~. (!;í)?1 
I í) - ®14iscursº-com!?:illctdo. - En elocuencia, como 
) en todo lo nemas, la bondad suele estar en un 
n" /\ A plano intermedio. Es rarísima la improvisación 
I ¡ J)J ~ absoluta. ~l_q.iSC.1l!.§Q.~§~l2i!l~ipn 
, . _tí _ sabia.de.Dr~~1i~~-
• I nlll j (1)'' t 
01 :];:!tw;ii~f es pIezas ora arias no.~igl-RLQ,\1§,ª.!u~más, en 
" -, e sentrcroa"11Smüfo.La improvisación <insoluta 
• , ' il!1 coiñosIStema,'"fio-es de ninguna manera reco~ 
, mendable y prácticamente tampoco existe. 
• ) Grandes oradores han revelado en sus memo-l' . rias los secretos de su elocuencia, y en general, 
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", han aconsejado no improvisar absolutamente ni 
IJ~~il~r: discursos de memoria:' La-'1ñil5rovisaclon, . 
pues:5'Upone "en Hrre'árraad oratoria un largo 
trabajo de preparación, anotación del esquema, 
estudio de las transiciones, memorización de las 
frases de efecto y de los principales razonamien-
tos, análisis detenido de la introducción y de la 
conclusión, en fin, una maduración intf'lectual 
anterior al acto. Hay quienes escriben su discur-
so previamente en forma total. lo dejan grabado 
en su mente y en el momento de pronunciarlo se 
entregan a la improvisación, pero conducidos por 
esa forma mental que tienen fijada; hay quienes 
los escriben' parcialmente, en sus pensamientos 
principales y dejan librada a la improvisación la 
forma del discurso; hay quienes no escriben ni el 
esquema ni las frases de efecto, e improvisan casi 
totalmente en el momento; hay, en fin. toda una 
serie intermedia de métodos, que combinan en 
mayor o menor proporción la preparación y la 
improvisación. No existe método único en esto: 
24 
lo aconsejable es que cada conferenciante u ora-
dor. a~opte el .mé~o~o que más convenga a su pe-
cuhandad pSlcologlca, entregando a la memoria 
y a la meditación anterior todo aquello que no 
sea capaz de improvisar. En otras palabras, se 
ha de saber necesariamente, por cualquier méto-
do que sea, lo que se ha de decir. A esta combi-
na~ión se la denomina método mixto, que es el 
mejor de todos, y que puede sintetizar se con esta 
definición de Sertillanges: "Escribir lo esencial y 
aprenderlo perfectamente; pero sin preocuparse 
por eso de una meditación profunda y de múlti-
ples ensayos interiores y abandonar lo accesorio 
a la elección e inspiración del momento"7. 
La facultad de improvisar se tiene por natura-
leza o se adquiere por la práctica. Al principio no 
se puede prescindir del aprendizaje; habrá que 
preverlo casi todo,. hacer esquemas muy amplios, 
re ,tener gran cantIdad de palabras, frases y aun 
parrafos enter~s, pero al cabo de un tiempo la 
facultad estara perfeccionada y nos habilitará 
para improvisar en una gran parte nuestra di-
sertación. 
En estos tiempos es frecuente el ensayo previo 
al compromiso oratorio, sobre todo si el orador 
ha~l,ará en representación de un grupo u organi-
zaClOn. El responsable 10 hace una o varias ve-
ces, en presencia de sus compañeros de equipo 
y, s.uperior~s, ~uienes asumen el papel del hipo-
tebco a~dItono y fomlulan sus criticas y reco-
~endacl~nes·'~~1,.Sl expo~!tor me-
-_lQ,num.,Qleza, sm caer en el erroroe1ñt€m'áITe-
l2k.t"~r_:~~xtualfueñte'iaeñtregaa·ñtertor~"=-"----
i,5 .... ,.~'"n>.,.-~~¡;;~~~ ___ ,._., ___ " _ . 
~ ,----"'-»=---
~ ly'l i -' , '), "" ¡LO" '" I f ~- t.í!':i ~ f'",V<J¡'\Ijf - v).,( VV\,;I ~~/! 0\,4, 4.. ~ .. 
~..k~~"U 
7p. S~LLA¡I/GES, O. P., El orador crisfi?no; tratado de predicación. 
TraduccJOn del R. P. Fr. Jesús García Alvarez, O. P., 287. Madrid-
Buenos Aires, Ediciones Studium, 1954. 
25 
I 
1 
, I 
, 
2. LA FORMACIÓN DEL-º.RADOR 
~-----._- -------- •. 
"Esta necesidad de comunicar el propio pensa-
miento es inherente a la naturaleza del hombre", 
ha dicho Hugo Foscolo. Ésta es una de las ten-
dencias innatas que mueven aí ser humano. To-
dos desean expresarse, porque la palabra es un 
placer. Hay una alegría de la palabra, que la ex-
perimenta en su propio ser quien convence, per-
suade, conmueve o enseña. Pero este profundo y 
sano regocij o del alma sólo es patrimonio de 
quienes dominan el instrumento expresivo. 
¿Tienen todos los seres humanos el don de ha-
blar con poder de conviccióri, claridad y elegan-
cia? Con esta ardua pregunta se relaciona el don 
oratorio, en que intervienen, en distinta propor-
ción y según los individuos, las condiciones na-
turales y las condiciones adquiridas. 
El orador debe reunir en sí, para el ministerio 
de la palabra pública, cualidades físicas, intelec-
tuales y morales. 
í 
Cualidades físicas t;/ 
\ 
En el orden de las condiciones físicas hay un 
ideal, pero muy pocos hombres puede decirse 
que lo satisfacen. Como estos atributos no de-
penden del individuo ni pueden modificarse, vale 
27 
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C2..,ualidades intelc::ct~~! 
El ejercicio de la palabra requiere inteligencia, 
sensibilidad, imaginación y memoria, en tanto 
grado como cualquier otra actividad profesional. 
Inteligencia. - En la relación verbal no sólo 
tieneaerecñ(rs~el talento excepcional o l~ geniali-
dad. Hay también lugar para la inteligencia me-
dia o el sentido común, puesto que no toda ora-
toria es científica o académica. Hay oratoria de 
todos los asuntos y en todas las ocasiones. Por 
otra parte, es cierta aquella afirmación de "que 
el sentido común es la cosa mejor distribuida del 
mundo", como sostenía Descartes. Es muy raro 
que a un hombre de mentalidad media le falte el 
sentido común necesario como para enfrentar a 
un auditorio. Lo importante es contenerse en las 
ambiciones, no ceder al peligro de sobreestimar-
se en demasía y saber impostar la pretensión de 
su conferencia en el cuadro de la humanidad y 
de la sinceridad. Además, es de pensar que ante 
28 
la duda, el conferenciante sabrá tomar el conse-
jo de los maestros y trabajar lo suficiente en el 
estudio de su asunto. 
Una cultura general adquirida en el aprendiza-
_$_:p.aciente a través de los años es una efectiva 
garantía de sabiduría. Esto es innegable, porque 
da al hombre una visión total de la vida, los he-
chos y las personas, capaz de interesar a cual-
quier auditorio. ~s es posible, también, una in-~ ¡ 
.!9ITE~~n Q~aslQllªL§.Qln:~~1l:g~1~}:rla deteITIlinaoa: / .W(~, 
~rlEl~~5}i~2"Y.,~.fL~ni~<p~ar!~~~~~Yit:ai.il:~~ ;' 
§ªQ~Q._1!nª,.,~!,!!?~r«ª!ivQjl~~,"1}~tllL~~~~.:encia ó un \ 
_ de~~te. En una palabra, o se tieheprévmm~rrte 
lacultura necesaria para exponer un asunto ante 
el auditorio, o se la adquiere en cada ocasión por 
los maestros, los libros o la investigación. Como 
no es fácil improvisarse en hombre culto, convie-
ne ir haciendo el propio equipo de conocimientos 
paulatinamente, día a día, para estar bien dota-
do en cualquier momento. sobre todo si nuestro 
modo discursivo ha de ser la improvisación. "No 
pensemos. con esto, que la elocuencia sea un 
arte selectivo, privilegio de gente ilustrada", dice 
Joseph Folliet1• 
Aunque la competencia de un orador depende 
en gran parte de su capacidad y acervo intelec-
tual, conviene sin embargo prevenirse contra la 
idea de que un discurso debe estar hecho sola-
mente sobre la base de la inteligencia. Un exceso 
~~\:€~~~if~:~~~~~ 
La inteligencia sirve para hacemos conocer con 
claridad y distinción los problemas y asuntos; 
desarrollarlos analíticamente; captarlos en sus 
relaciones con los demás temas afines u opues-
1 FOLUET. JOSEPH. Oratoria; introducción al arte de la palabra pública. 
p. 21. Buenos Aires. Ediciones del Atlántico. 1958. 
29 
,.,,1 
11,1' 
"'¡ 
tos; coordinarlos y conciliarlos con el complejo 
total de las cosas que sabemos e incorporarlos 
como sustancia viva a nuestro mundo de ideas, 
opiniones y creencias y, sobre todo, no pensar 
que la ciencia cubre toda la realidad. Hay un gi-
gantesco mundo de lo desconocido, adonde no ha 
llegado la ciencia, y éste es un sector de la reali-
dad que también debe merecer nuestra medita-
ción. No tomar las cosas por las palabras, pues 
las palabras son nada más que un signo conven-
cional de las cosas mismas. 
Es ineludible para un orador el cultivo de su 
inteligencia. Éste puede hacer confonne a las re-
glas, métodosy procedimientos expuestos por fi-
lósofos y maestros. y aunque no existe. en ver-
dad. método alguno infalible y cada persona 
puede crear el propio, no debe olvidarse tampoco 
que el comercio con las personas cultivadas. la 
observación. la lectura y el sentido común son 
métodos también de aprendizaje. 
Sensibilid~ - La inteligencia sola no basta 
para hacer un buen discurso. Es una condición 
fundamental, por supuesto, pero no lo es todo. 
Los oradores esencialmente intelectualistas co-
rren el riesgo de limitar su público a un número 
restringido de especialistas. de no hacerse en-
tender por los grandes auditorios o de dejar indi-
ferentes a los oyentes. Salvo excepciones raras, 
el tono exclusivamente intelectual de un discur-
so lo deshumaniza. lo seca, lo desvitaliza. Hace 
falta otra condición más humana. más común. 
,más conm6\redora: la sensibilidad. 
\ l ej La sensibilidad es la capacidad de conmcruer~1 
\:. Jn~l~.<~L~,:~J?~ct_~c_~Io ?: la vida y_~os h<2.m-
'\ l' 1~!:~r~~.>-:¿~.·lit~~~g~~~~~~~.§&iI~~~: : ! 
p f ~:Dt~~b-:~a;~~~~~:~:~;o:ia~~~a~~ ~ 
que por el cerebro. Muchos discursos ejemplares 
30 
pierden al poco tiempo su vigencia y su actuali-
dad por no haber sido más que un amontona-
miento de razones, por haberles faltado emoción. 
"En la carrera de un orador. un alma sensible es 
una fuerza considerable", recuerda Maurice 
Hougardy2. La oratoria tiene algunos puntos de <$ 
contacto con el lirismo y la poesía. .Jf, I 
El secreto de la sensibilidad está en el amor ~; Oi 
las cosas y a las personas. Se siente emoción por .: ~ , 
aquello que se ama, y este sentimiento afectivo! ./fl'l¡ 
es el que despierta en un alma las simpatías, l~ i 
generosidad, el patriotismo, la fe. la piedad, la 
clemencia. la compasión. Quintiliano pedía una 
elocuencia saturada de sentimiento. Horacio. por 
su parte, exigía, al orador: "Si quieres que yo llo-
re, llora tú antes"3. . 
El público reacciona inmediatamente, como 
diapasón, a la emoción y sensibilidad del orador; 
liLfibra sen~~~n!::l tes }a f!1ás. ~id~~ 
segura. e,!l~.9ralQ.r.~§l. U'ébeTenena siempre el 
orador. a condición de que sea verdadera, since-
ra y esté sometida a la honestidad de fines. 
La sensibilidad quiere también sus límites. La 
sensiblería es el defecto paralelo que debe evitar-
se, pues es ridículo, poco edificante y nada con-
vincente. 
El sentimiento es un ingrediente más del dis-
curso y no la médula sustancial. Los oradores 
excesivamente afectos a esta tendencia son des-
cubiertos en seguida por el público, que los re-
chaza a poco de conocerlos. pues el ansia de ide-
as, natural al espíritu del hombre, queda insa-
tisfecho. Un exceso de sensiblería es sospechoso 
y poco duradero en vez de conmover, provoca ri-
sas; en vez de emocionar, aburre y disgusta. 
2 HOUGARDY. MAUruCE. op. cit.. p. 53. 
3 HORACIO. Arte poética. v. 102-103: Si vis me flere. doleundum est 
primum ipsi ttbL 
31 
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II 
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~I 
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N o existe regla para desarrollar o perleccionar 
la sensibilidad. Ella se origina en una compren-
sión especial de la vida, que puede explicarse, 
comunicarse, pero esto no es suficiente: requiere 
ser sentida. La sensibilidad debe ser pura, sin 
contaminación, sincera. para ser oratoria y mo-
ral. El fingimiento y la mezcla con finalidades in-
confesables llevan en sí su propia condena y re-
pudio. La conCiencia de cada uno dirá cuándo 
debe apelar en su discurso a la sensibilidad y 
cuándo será moral su empleo. 
Imaginación. - La imaginación es la facultad, 
\1 1, que permite cOll.~ir las ideas de~c!~".un nueYQ \ 
¡ 1 Iii¡iftQ.~V[~~¡¡llE.liíill]'fgªTÓ~as concre.-
1I ~~ti~i?M:ti~:§)Jees~·=;:r~~Y~ 
1 ¡ atractivo cuño. U1TrmrginaeiÓrC'1)ues,~Daf.i~.-
1\\,\" cu1tad"ae'~c'reaCión original y embellecimient 
J!ii.J,I->l::,. ... ~~ 
éle'·é1ia""'ño~Uede"''-ña~~~niñgún arte. 
~'s~~cre>'~uc-¡i'a's~veces'qüé~grañCíeS'~ son, 
demasiado conocidas y que ex resadas en forma 
r . erden el encanto de la origina 1 ad y 
la novedad.- TócaTe entonces a la5.i.l:J2acidad !!!la-
ginativa del orador revestirlas de formas origina-
les decirI~(fe-sc6nocmas'·1ias1:a'''en-
~f~i~~fc~g~~~~k~~:~~I~~ p~ft~c:t~~ 
ras:¡Fa-ñcres"~rEalfáclones de los hombres sobre 
el destino, las costumbres, la política, la vida, la 
amistad, están encerradas en fórmulas envejeci-
das y son bastante conocidas, porque las ideas 
sustanciales y mayores de la humanidad no son 
tantas ni tan desconocidas como pudiera creer-
se. Si ante estos asuntos el orador no las recrea, 
no las rejuvenece, no las informa de nuevas pa-
labras, correrá el riesgo de caer en la vulgar re-
petición de cosas ordinarias. Hay que recurrir a 
nuevas fuentes, a nuevos motivos. y esto se lo-
gra por medio de la imaginación; ella. a poco que 
32 
se la estimule. habrá de proveernos de los nue-
vos trajes. ' 
De la imaginación ha dicho un autor que colo-
rea los acontecimientos con un tinte mágico, 
desarrolla un magnífico cortej o de sueños, y 
"transforma lo cotidiano en eterno, lo relativo en 
absoluto". El hombre debe mostrar en imágenes ~ <t. 
las ideas y los pensamientos, hacer ver, es decir, .-
realizar 10 teórico y lo abstracto. El oyente, por "-
su parte, no se satisface si el orador no ha toca-
do todas sus facultades. S4 '&,_, 
La imaginación debe situarse a igual distancia 
de 'la sequedaa'Y la divagación, es decir, lejos de 
ambos ~ Si se abusa de las imágenes en 
un discurso y no hay ideas, el discurso parece (\;'\ ...... _' 
dar vueltas, iU ven!s. .. ~!n .~Rrc::§arx.llada. El dis- "iI,,,,. 
curso-debe decir algo, y este algo lo provee la in-
teligencia. ~&~jmª~,!!!ación, pues, es.J.Ul,aJ~~ 
awQ}jªL.,,&lve no tiene"aeLechQ~LEI2E~ sino sub-
ordinados a los intelectuales. --~ 
Tamp'oco-"'ñ~lY ·üña·'Jóñiíma~ para desarrollar o 
perfeccionar la imaginación, pero, en cambio, 
puede ser fortificada por las lecturas, el trato con 
personas imaginativas, la observación detenida y 
la ejercitación. .. 
'1\iIe,mOri -ka memori~es~~ 
~ 1 e retener yrecordar. La generalidad de los 
homlJt'és fieñé' cO'ñ'Ociñiieñtos de muchas más 
cosas de las que habitualmente recuerda. Es éste 
un material de gran valor, que, por deficiencia o 
insuficiencia de la memoria, no se aprovecha. Sin , 
embargo, la psicología nos enseña que no están 
definitivamente perdidos. Los datos recogidos en 
la experiencia cotidiana son alojados en la sub-
conciencia, que en un momento determinado, y 
mediante la obra de estímulos apropiados, los 
devuelve a nuestra conciencia. !-a improvis-ª.ción 
~íom:J.a~el :recuerdQ._ 
Un orador de excelente memoria tiene asegu-
--,.."""""';'~ •. ,,.,.,..,.,,,..,,.,,~~~.,,..,,~"'*".,-""'~ .. "'"~-~¡~ 
33 
r~o en cua~ier ITlQ..lJlentQ el manantial de ide: 
as que puede necesitar paiaelatrornr-t11í15'tiéñ 
CfisetrrstJ."rs-erTesoto-cret~Cífttdur."'donde"'s~s­
tód'fá'n'1asO>'riquezas que ofrecer~ en su momento. 
Todo cabe en él: frases, vocablos, citas, imáge-
nes, ideas, pensamientos. 
No todos tienen una memoria feliz. Pero todos 
pueden perfeccionarla, más quizá que la inteli-
gencia, la imaginación o la sensibilidad. 
Hay varios tipos de memoria, según el órgano en 
que ésta se apoya. Hay una memoria intelectual. 
que recoge las ideas y las palabras en general; y 
hay también una memoria visual, una auditiva, 
una motor, que retienen las formas y colores, los 
sonidos, las acciones, respectivamente. El orador 
bien dotado necesita de todas estas formas, pero 
la más importante. la que conviene estimular y 
ejercitar, es la intelectual. 
Cualidades morales 
~---
Un orador es, ante todo, un hombre. y esto de 
ser hombre es una gran responsabilidad. Las 
cualidades morales que adornan al orador tienen 
decisiva importancia en su carrera. Sucede como 
expresa un antiguoadagio: se puede engañar 
siempre a una persona. muchas veces a algunas, 
pero siempre a todas, no. El orador con fallas 
morales, pronto será descubierto por el público y 
repudiado. 
El orador, por la seducción que ejerce sobre el 
público, debe ser un hombre de profunda mora-
lidad. La oratoria es una de las artes que más 
exige esta condición, precisamente porque el 
fundamento del poder de convicción radica en el 
prestigio y la confianza. La antigüedad exigía que 
el orador fuera un bonus vir, un hombre hones-
34 
to, y Aristóteles recordaba que el orador persua-
de por tres medios: la razón. la probidad y la be-
n~volencia. El público guarda respeto y admira-
Clon por la virtud. y esto obedece a una razón 
que la psicología colectiva aclara. El triunfo de la 
inmoralidad o el demérito es una excepción pa-
sajera en la historia de la oratoria. 
Fenel?n ha expresado en una gran frase es-
te reqUIsito de la palabra pública: "El hombre 
digno de ser escuchado es aquel que no se sir-
ve de la palabra sino para el pensamiento. y del 
pensa~iento sino para la verdad y la virtud". 
QuinUhano. por su parte. enumeró las cuatro 
cualidades principales que el orador debía po-
seer: probidad. benevolencia. modestia. pru-
dencia. . 
Los antiguos tratados de retórica enumeran y 
analizan en detalle cada una de las cualidades 
morales y. al respecto. son severos en sus exi-
gencias. Algunos tratados modernos también 10 
hacen. Todo esto puede resumirse en una sola 
palabra: carácter. El orador deberá ser un carác-
ter. un modelo humano. si es que pretende eri-
girse en conductor de sus oyentes. 
~s conveniencias o precauciones oratorias --------_. __ . __ . __ .. ----' 
En el orden de la práctica profesional. convie-
ne tomar nota de algunas actitudes directamen-
te relacionadas con el ejercicio de la palabra o 
cualidades específicas. profesionales diriam~s, 
que no excluyen. por supuesto, el fondo alta-
mente moral que conviene al orador, en cuanto 
ser humano y social. A ellas se las, denomina 
conveniencias o precauciones oratorias. 
~::~ª.s-:~nv~en~ prof~Q.!!~les o esp~.!ncas 
sQn;.~~~oleñCIa:-áuforidaa:'· 
.ªmbicion. . --,----~~_ ...... -' 
'--~- ............... ~--
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J 
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Cada una de estas cualidades tiene su opues-
ta, que es el vicio concomitante. Bien entendido, 
el ejercicio de cualquiera de estas cualidades 
presupone un justo equilibrio que asegure al 
orador un comportamiento correcto, pero al mis-
mo tiempo efectivo, en el ejercicio de su impor-
tante [unción. 
~d es lo mismo que la compostura o 
fdrmalidad, ys~1lTca:-por éonsigüIente, una ac-
tifüCfC1~J1IT$..ªQ!}I~[[f~as·Cir.s.uns~an­
~aas~~á~I~~2:§..y',.~ª,J,9~L9y'en~~. ~ª _§~,[!~~=a e~ 
1Wrlua¿i~~e~.()kl'~¿r~d~9á~ó~?~~~;:~u~~~s~~:~ 
poFerracIo"'serio, grave, responsable. Esto impli-
ca una selección de las ideas, los argumentos, las 
frases, para no caer en la ligereza o la superficia-
lidad. Tampoco se opone la seriedad a la clari-
dad y a la sencillez de la exposición, requisitos 
que deberán considerarse cuando la mentalidad 
mayoritaria del auditorio no esté en situación de 
comprender. 
Por la modestia, el orador evitará las posturas 
de petulancia, o!111!llQ, "pedantería, fatuidad.Es-
tos son vicios que el público ñ'(:)'U)lera ni perdo-
~ay qu~,,§ermºa~§tQ._~gJº~ g~§@, __ en la ~­
presión:~eii~ laestimación,"d~_ ... §tm~ ~e...!:.~n 
Jgualceio"cuidará el orador de nCLCaer. en la Jal-
sa modestia, porque ésta tampoco es aceptada 
por "los oyentes y por la sociedad. La falsa mo-
destia es en esencia una forma del orgullo y la 
vanidad. Hay que permanecer simple, sincero, 
mostrar las propias condiciones y la sabiduría -
si se la tiene-, pero con honradez espiritual. 
Está reñida con esta condición el falso patetis-
mo, la simulación de pasiones y sentimientos, la 
teatralidad de los gestos. 
La benevolencia supone un especial senti-
miento hacia .el público y su capacidad, o hacia 
nuestros adversarios en el debate. Debe llevarse 
36 
con particular diplomacia la controversia y la 
oposición de ideas, para no herir ni ofender y, 
sobre todo, para tratar de comprender, con ge-
nerosidad y altura, aun las opiniones más ilógi-
cas de los demás. Se debe superar al adversario 
si es necesario y justo, pero es prudente no ava-
sallarlo ni aplastarlo. En todo momento, tenga-
mos presente que el opositor nuestro tiene dere-
cho a sus propias ideas, y que no siempre una 
idea errada procede de una mala fe. La benevo-
lencia se manifiesta en comprensión y generosi-
dad para con la ignorancia aj ena, tolerancia para 
los errores y flexibilidad espiritual para adaptar-
se al tono mental del adversario u oyente. 
~ autºr~dad_ es el sentido interno que cada 
orador tiene de su mensaje y de sus conocimien-
tos. Es una condición necesaria para dirigirse al 
público. ~l públic~, en general, e.§R~E-ª-"~~~R!:e 
~1lª-~~~~~._,~_~l.l~_~~da~!-,"ll!g=~§?,2!.~~~iÓ~ ~ sus 
~!JgUletudes, una enseñanza a su aescó'nocF--d 
IDieñto~Eñ1Onces, el orador deberá tener la sufi-
fiente autoridad para atender, a satisfacción, es-
tas req ·s.,~torias en cuanto se presente la opor-
tunida! i se habla en nombre de un grupo o 
de una sociación, este hombre deberá tener 
presente que a su autoridad personal, se suma 
la autoridad del grupo que lo delegalt.La autori-
dad supone un imperio sobre los d~ás, en el 
sentido más cabal del término, porque la verdad 
tiene necesariamente su imperio sobre la igno-
rancia. 
La ambición no es lo mismo que el orgullo. El 
concepto ambición tiene un sentido noble, y es 
el de superación de la propia persona, el de as-
cender siempre en la vida, hacia mej ores y más 
altos destinos. Es lícita, así, la ambición en el 
orador, lo mismo proyectada en el orden perso-
nal y humano que en el profesional. Distinta de 
la ambición noble es la concupiscencia, la codi-
37 
, 
I 
! 
,il~1 
1'''' 
cía irrefrenable de posiciones o de glorias. La 
competencia limpia es legítima en el hombre, y 
por ella el orador tiene el derecho de lograr los 
éxitos que su virtud. su mensaje o sus cualida-
des le merecen. 
El miedo oratorio 
.-----------_._-----------_._-~ 
~m,~:~~~~li!~~";Jlt;: 
"gárita,produce'tráiísplracIoñ:--eYfgenafa m~vi­
"~'i'~"""'"¡:-"-" .. ·,·t··.· ·.m .. ·.· , ..... ·s"·d'e"l····cu·· emo·":los.,.br.az'--"~s pler-m en .. os o~.r.e ,,~,I'" ~, ~~~~ __ 
riás"'(rabála'~111¡cuíación y la y~!~ que es 
peói~"'obliU'6IIa"'Ia'~eñ!ª:"'Eñ""iina palabra, es un 
fenómenopsiqmcó~paralizante. Para comprender 
y superar este fenómeno tan frecuente en la ca-
rrera oratoria. conviene estar advertido sobre al-
gunos puntos. , 
El miedo es un fenómeno común en casi todos 
los oradores, incluso en los más famosos. Lo 
mismo sucede con los artistas en el escenario. 
Cicerón mismo consideraba muy feliz al orador 
que no sintiera erizarse los cabellos ~nte la pre-
sencia del público. Juvenal se refirio a la emo-
ción que experimenta quien habla en público, 
asemejándola a la de quien pone un pie desnudo 
sobre un reptil. 
Pero si el miedo no es morboso y obsesivo, 
desaparece a poco de comenzar a hablar. ~sti­
des Briand, el famoso parlamentario frances, re-
éonocía que Jamás pudo abordar un público sin 
un verdadero malestar ftsico: boca seca, gargan-
ta cerrada. manos muertas. Pero confesaba que 
este estado duraba más o menos el mismo tiem-
po que el exordio. pues luego volvía a ser amo de 
sí mismo. "Tener miedo antes de hablar, perder-
lo cuando se habla, es la marca del buen artis-
ta", dice un experto. 
38 
Por otra parte el miedo no está en relación con 
el número de oyentes y con la calidad del audito-
rio. Algunos oradores no temen frente a grandes 
públicos. pero se atemorizan ante un grupo de 
salón, mientras que otros temen al público grue-
so de las asambleas públicas,y en cambio se 
desempeñan a la maravilla delante de auditorios 
escogidos o académicos. Cada orador deberá dis-
criminar con exactitud cuáles son los públicos y 
circunstancias que 10 atemorizan, pues de esta 
manera habrá avanzado un paso en la elimina-
ción de ese temor. 
En cierto sentido, la timidez es un signo posi-
tivo en el ser humano, pues obedece. desde el 
punto de vista psicológico, a una especial sensi-
bilidad del alma y, muy a menudo, a una inten-
sa vida interior. Esta condición es preferible a la 
inconsciente temeridad del ignorante pues, su-
perado el temor, quedará como fondo importante 
para la oratoria el riquísimo caudal de las inten-
sas experiencias internas. 
Hay que poner toda la voluntad y decisión po-
sibles para evitar que el mi~do natural se con-
vierta en manía obsesiva. Esta implicaría una 
falta de confianza en la propia personalidad y 
una falla grave de la voluntad. En realidad, 
cuando un hombre siente que tiene algo impor-
tante que decir, que su mensaje es útil, verdade-
ro y valioso, tiene motivos suficientes como para 
anular el temor inicial y lanzarse en el campo de 
la oratoria. 
¿Existe algún remedio contra el temor oratorio? 
Si el miedo es el que naturalmente experimenta 
todo orador o artista que se presenta ante el pú-
blico, lo hay. Pero en el caso de que este miedo 
sea terror obsesivo, la solución se interna en el 
dominio de la psicoterapia. En numerosísimos 
tratados de oratoria, particularmente en los mo-
dernos, se proponen métodos interesantes para 
39 
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t 
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1. 
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superar las inhibiciones propias del orador inci-
piente. 
Se parte, por supuesto, de una investigación 
psicológica del fenómeno del miedo, el que en 
definitiva se origina en un estado físico de ner-
viosidad patológica, en un complejo de inferiori-
dad -permanente o transitorio-, en una sobre- . 
estimación excesiva del propio yo -que lo torna 
sumamente celoso e intolerante con el mínimo 
fracaso-, en la falta de suficiente preparación o 
en la natural reacción que experimenta toda per-
sona al internarse en una situación inhabitual. 
El orador tiene miedo a olvidarse su discurso, a 
equivocarse, a promover un espectáculo ridículo, 
a transmitir un mensaje mediocre y deslucido, a 
atemorizarse ante el püblico, a enfrentarse con 
eventos azarosos e imprevistos. 
Del análisis de este fenómeno, sus causas, 
manifestaciones y efectos, se derivan los conse-
jos para vencer el miedo oratorio. De los nume-
rosos métodos propuestos, son especialmente 
recomendables el de Lew Sarett y William Tru-
fant Foster, expuesto en su tratado Basic princi-
ples 01 speech4 y el de Donald C. Bryant y Karl 
R. Wallace, desarrollado en el libro Fundamentals 
oJ public speakinif· 
Sintéticamente expuesto, el método de Sarett y 
Foster contiene sugestiones para 1) controlar los 
signos externos de inestabilidad emocional; 2) 
hacer un buen uso de las reacciones fisiológicas 
naturales en el momento de hablar; 3) simplifi-
car la situación compleja de la oratoria; 4) tras-
ladar la atención que el orador se presta a sí 
mismo, hacia los demás y sus intereses. 
43ARETI. LEw y FOSTER. Wn.uAI,{ TRUFAI'IT. Basic principles 01 speech. 
edición revisada. ps. 52-76. Boston. Houghton. Mifflin Company. 
1946. 
. 5 BRYAlvr. DONALD C. y WAllACE. KAru. L .• Fundamentals 01 pub/.ic spe-
aking. ps. 60-84. Nueva York-Londres. D. Appleton-Century Company 
Ine .• 1947. 
40 
Esto debe bace:tse.~a tr.allés d~ 
11~9Í2!l.f!.et ,t~a: Elija un tema de .su pro-
pia experiencia. Elija un tema que provoque en 
usted una actitud mental de apoyo. Elija un 
tema que provoque en usted un espíritu de lu-
cha. 
2) ~~ d~ Pr,epare un esque-
ma en que .lªs ide,as ,t<??g~_1!.~a~.L:'o!:~~~~. 
Escriba completamente las tres o cuarro pnme-
ras frases y memorícelas. Escriba completa~en­
te y memorice las últimas frases. Memorice el 
esquema tan a fondo que cuando usted cierre los 
oj os pueda verlo claramente en su totalidad. Lle-
ve su esquema al estrado y si es necesario, coló-
quelo en el pupitre. 
3) Contr;q~ 4Llg.Jr!i~s;lJJJjk(L.~CQ1;P.JlCJJl: Rompa el 
círculo vicioso de la tensión muscular (el miedo 
produce temblor y el sentirse tembloroso aumenta 
el miedo) mediante el relajamiento muscular. ~ 
lill~~e en su asi~~~~~q~~lar. Relájese en el 
estraQo:~ una actituQ comoaa en el estrado. 
Realice algunos movimientos corporales que le ali-
vien la tensión (tome un libro, acomode las fichas, 
tome un diagrama, escriba algo en el encerado, 
acomode sus libros de citas, etc.). R~'§J2!!~~honda-
menl~ara calmarJa tensión. . """.". .. ,""'"'~,,,.,. 
o'. ~~Mo~;'R"1'\.""';r".~,":r,~"-"!:;, .... , 
4) lJ,cs~~"JneI!iCf..~e.§"""",df! sos~!!t: 
Existen tres actitudes mentales P2:!:~._,~1?~o .. Y§lrse 
Psico16gfcaiiieñle:~arTaacfífua-'ae' ansia por dis-
tribuir (eager-to-shareJ: Cuando tiene para entre-
gar algo qqe entusiasme a su espíritu, el orador 
tiende a olvidarse de sí mismo; b) la actitud de 
deseo de combatir (will-to-flfJhtJ: Si el orador se 
enfrenta al auditorio con decidido espíritu de 
lucha, tiene grandes probabilidades de' atraerlo; 
el la actitud de hablar por una causa (speaking-
Jor-a-cause): Cuando el orador habla fuertemen-
te convencido de la bondad de su causa o princi-
pios, se toma naturalmente elocuente. /'''''--/ 
41 
Sarett y Fuster agregan a este método otros 
consejos para desarrollar el aplomo: pensar que 
la anticipación a la turbación es peor que la tur-
bación misma: no hablar sobre las propiq.s apre-
hensiones: no mezclarse con el público antes de 
hablar, salvo raras excepciones: recordar que la 
mayor parte de las catástrofes que tememos no 
suceden y, finalmente, no avegonzarse de la pro-
pia nerviosidad, ya que ésta es una situación 
normal en el ser humano. 
Más importantes, aún, son los métodos de com-
pensación psicológica tendientes a suprimir o sus-
tituir. real o imaginariamente. los propios defectos. 
La compensación psicológica es el esfuerzo cons-
ciente efectuado por el orador en estado de infe-
rioridad para balancear un rasgo o una circuns-
tancia indeseable por otra deseable. atraído 
intencionadamente. Entre los métodos de com-
pensación recomendados se cuentan estos: 
l. Compensación por ataque directo del defecto: 
El orador hace un esfuerzo consciente y sosteni-
do, enfrentando su minusvalía, hasta destruirla. 
2. Compensación por desarrollo de otras virtu-
des: Si un defecto no puede vencerse directa-
mente, el orador desarrollará méritos en otro 
sentido: la nerviosidad física puede compensarse 
con la simpatía, la poca originalidad con una 
evidente buena disposición de ánimo hacia el 
público, y así otros muchísimos casos. 
3. Compensación por ayuda a otros in.fortuna-
dos: Este proceso de ayuda a quienes son más 
infortunados, fortifica la moral del individuo. Un 
orador puede tonificarse espiritualmente y reco-
brar la confianza en sí mismo. si entiende que 
su palabra sirve al prójimo. 
4. Compensación por hallazgo de un puesto de 
autoridad: Toda persona puede compensar su 
sentimiento de inferioridad si encuentra en la 
vida social o en el trabajo un empleo o situación 
42 
en que sean notorios su superioridad y cono-
cimientos con respecto a los demás. Lo mismo 
sucede con el orador cuando encuentra el te-
ma en que puede desenvolverse con autoridad y 
éxito. & 
5. Compensación por consagración a una cau§t.l f 
o institución.: MuChOS
d 
oradorels Pdu~den 10dgrar la t 
superación dedicán ose a a elensa e una, 
causa o institución. Esto permite ganar poder 
personal. social y profesional. 
El método propuesto por Bryant y Wallace no 
difiere sustancialmente del anterior y se apoya en 
fundamentos psicológicos más o menos seme-
jantes. Comprende estas reglas: 
l. Minimizar el riesgo: Recqnocer que hablar 
en público no difiere mayormente de una con-
versación en privado. Conocer tanto como sea 
pOSible' al público. Comprender en la prácticacómo los demás soportan las mismas experien-
cias. Comenzar la preparación de un discurso lo 
más tempranamente posible y prepararlo total-
mente. 
2. Enfrentar el riesgo: Disipar la idea de que el 
peligro sólo puede ser combatido mediante el 
aislamiento o la fuga. Reemplazar el miedo por 
otra emoción (indignación. humor, piedad. sim-
patía, etc.). Evitar los movimientos de huida y 
sustituirlos por otros de confianza y equilibrio. 
Los tratadistas rechazan en general los esti-
mulantes artificiales, porque con ellos se arries-
ga más de lo que se puede ganar, y, además, 
porque su empleo es una manera de eludir el 
problema y no de resolverlo. En lo físico, se reco-
mienda la respiración abdominal que desconges-
tiona y tranquiliza. ' 
En síntesis, todas las teorías y métodos acon-
sejan, con mínimas diferencias entre sí, ?D pre-
f3el1!.~~,.s!!~~~n.~· 
el tema y conocer la totalidad de ,los factort~ 
.....,..,--_. __ .,~,.<i":~"..,~~m~' ..... s:r"~, ... ,lj>;''' .. ~=~~~; ... ¡'o$~'''.tf,,~,#~..I>I~¡;;;;¡:; 
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concurrent!~ ~t~J!_~lº~ .. sl~t~~~ de .. Qyentes. sus 
ffifé~s, ~~i~pr<?babI.~~,~l3!!,cj!tg~ etc? .. 
~entar con OecIslOn el riesgo, apoyado psico-
loglcamente en una favorable y firme actitud es-
piritual, dispuesto a aceptar como precio del 
aprendizaje los fracasos y contratiempos even-
tuales, hasta llegar al dominio de la actitud ora-
toria. 
·Por último, son auxiliares algunos trucos o es-
tratagemas, como por ejemplo, el de mirar fija-
mente a una sola persona; suponer que se habla 
sin público; mirar lo menos posible a la sala di-
rigiendo la vista un poco por encima de ~lla 
nunca ab~j o; cerrar momentáneamente los oj os: 
como h~clendo coincidir este gesto con algún 
pensamIento de nuestro discurso, y abrirlos sólo 
~u~ndo hay~ pasado el temor. No por simple de-
Jara de ser util el humorístico consejo de Joseph 
Folliet: "En todos los casos, repítase a sí mismo 
que nadie queda nunca libre del susto. Conviene 
tomar las cosas con filosofía"6. 
6 FOLUEr, JOSEPH. op. cit., p. 28. 
44 
n. ELABORACIÓN DEL DISCURSO 
3. LA BÚSQUEDA :PE IDEAS 
O INVENCION 
El tema es el punto de partida de la tarea ora-
toria. Suele hacerse a menudo distinción entre el 
tema elegido libremente y el tema impuesto. Este 
distingo se refiere nada más que a los orígenes 
posibles de un discurso y de ninguna manera 
señala una diferencia del trabaj o intelectual en 
sí, pues la elaboración sigue un proceso común. 
El tema 
Lo ideal es poder elegir en cada oportunidad el 
tema de la propia disertación, pero esto no siem-
pre es posible. El buen orador debe estar en am-
plia .. dispOnibilidatFlÍltelec1uarQe-Sállsta~r~ 
qiieliiñiemn~"''alefroS:''''Sin'''ehi6aJg'''o'''"convteh~'''tlts-
.... _..,.,,~,,~,·.,,~..,..1t'7-';'.I.~".,..~ .. ""~·. ''''~=? . , , . . -' 
tinguir esta alspoIDollidad de la charlatanería del 
ignorante o el audaz, capaces de aceptar irrespon-
sablemente cualquier compromiso oratorio. El 
sentido moral indicará a cada orador las fronteras 
de sus compromisos, pues no hay elocuencia po-
sible fuera de la sabiduría y el conocimiento. No 
se trata, en muchos casos, de tener en el instante 
mismo de contraer el compromiso la suma de co-
nocimientos totales del tema, sino de estar poten-
cialmente en condición de adquirirlos con profun-
didad hasta el momento de la disertación. 
45 
Ciertos temas pueden ser afrontados por la ge-
neralidad de los hombres. mientras que otros. 
por su carácter técnico o científico: están reser-
vados únicamente para los especialistas. Similar 
reserva debe formularse con respecto a la jerar-
quía del auditorio y la ocasión del discurso. ya 
que ellos condicionan también al orador. Salvo 
en el tipo de disertación científica o académica. y 
otras pocas especies. como la oratoria sagrada o 
la forense. queda siempre abierta la posibilidad 
de que un orador interese a su auditorio. porque 
todo hombre es en sí mismo una permanente 
instancia de atracción. Todo dependerá del men-
saje que tenga para transmitir. de la forma como 
lo transmita y de la circunstancia en que lo haga. 
Contrariamente a la temeridad de algunas per-
sonas. están otras inhibidas por falsos prejuiciOS 
acerca del uso de la palabra. pensando que para 
hablar en público son necesarios arrebatos pasio-
narios. inspiración esotérica. exclusividad de algún 
conocimiento. nivel intelectual óptimo. excelencia 
insuperable en el dominio gramatical o literario y 
muchos otros sofismos de perfil vulgar. Todo lo 
que inhiba o limite la posibilidad expresiva de un 
hombre debe desterrarse de la conciencia. ponien-
do en su lugar una exacta y ecuánime valoración 
de las propias condiciones e ideas. 
La frase del poeta romano Horacio. inserta en 
su Arte poélia. seguirá siendo la mejor recomen-
dación para el orador y el artista: proponerse un 
asunto al alcance de sus fuerzas y meditarlo lar-
gamente. que a quien elige el tema que le convie-
ne. no le faltará ni la abundancia ni la claridad 
ni el orden l . 
IlloMCIO. Arte poética. V. 38-41: Sumite materiam vestlis qui scribitis 
aequam / viribus ... Cuí leda potenter eri.s res, / nec facundia deseret 
hunc nec lucidus ardo. 
46 
Etapas de la elaboración 
Una vez determinado el tema y compilado el 
material. debe elaborarse el discurso. Esta tarea 
se descompone en tres pasos distintos. que en 
sustancia. son las mismas etapas de toda labor 
literaria: 1) invención; 2) composición; 3) elocu-
ción. Esta división del trabaja literario y retórico 
proviene de los antiguos griegos y romanos y ha 
conservado vigencia a través del tiempo. 
La invención es la búsqueda y elección de los 
pensamientos. La composición es el ordenamien-
to y desarrollo de esos pensamientos. La elocu-
ción es la expresión de esos pensamientos me-
diante las palabras. , . 
Estas tres operaciones son sustancialmente 
distintas, pero no inseparables. pues muchas 
veces se encuentra el pensamiento y la expresión 
simultáneamente. y otras nos ocurren los pensa-
mientos ya ordenados. De todos modos. esta da-
sificación tiene un valor práctico inestimable. a 
condición de que no se la interprete con exceso. 
La mecánica de la creación estética es bastante 
más complicada que cualquier simplificación di-
dáctica. 
La inspiración inicial 
La invención parte siempre de una inspiración 
inicial. Acerca de la inspiración se ha escrito 
mucho. pero. en última instancia. su naturaleza 
permanece todavía en el dominio de lo misterio-
so. lo incomprensible o lo inexplicable. Existen 
excelentes y cautivantes definicione!5 sobre la 
inspiración, pero ninguna es completa. En gene-
ral. es primariamente una idea confusa que se 
nos presenta al espíritu en un momento deter-
minado y se nos impone con una especie de en-
47 
) 
) 
), 
) 
) 
) 
) 
tusiasmo que nos seduce y nos domina. Atisba-
mos, presentimos que esta idea es fecunda, que 
tiene encerrada en su seno una serie de deriva-
ciones y consecuencias valiosas, y que merece 
ser aceptada y analizada. Todo hombre puede 
confirmar en su experiencia cotidiana casos de 
inspiración, dentro de la actividad en que se 
ocupa. La inspiración no es patrimonio exclusivo 
de los oradores o de los escritores, sino que se 
presenta en el arte, el comercio, la industria, la 
conversación, y todo otro lugar donde hay crea-
ción2 • 
La idea inicial de una obra es siempre confu-
sa, amorfa, y por consiguiente debe ser desple-
gada. Esto presupone un estudio del tema, infor-
mación y meditación. Es importante darse tiem-
po para poder hacer estos trabajos: "Por no haber 
pensado bastante sobre su tema, es por lo que 
un autor se ve embarazado para escribir", solía 
decir Buffon. En efecto, las ideas no siempre 
aparecen en el momento en que las necesitamos. 
Esto significa que el asunto no está lo suficiente-
mente maduro. Habrá que seguir meditando y 
esperar a que el tema se tome fecundo. La ma-
durez se lograa veces sin que tengamos necesi-
dad de meditar directamente sobre el asunto. El 
subconsciente tiene una gran importancia en la 
invención, y trabaja por nuestra cuenta mientras 
nosotros dormimos o estamos dedicados a otras 
cosas. Las facultades psíquicas trabajan por 
nosotros y.nos dan gratuitamente la solución de 
muchos de nuestros problemas que en la vigilia 
nos preocupaban y no podíamos resolver. Se ad-
judica a un poeta ruso esta expresión: "Yo no sé 
lo que voy a cantar, pero mi canción está madu-
rando". 
2 cr. HAYARAWA. s. l.. Languaje in action; a guide to accurate thinking. 
reading and writing. Nueva York. Harcourt. Brace and Company. 
1948. 
48 
Aunque parezca extraño, esto es así, y puede 
confirmarlo todo artista, escritor u orador. La 
inspiración es un fenómeno absolutamente mis-
terioso. No existen, en verdad, reglas sobre ella, 
ni podrían existir desde que no están conocidos 
sus detalles. Lo recomendable es estimular la 
creación por medios indirectos, como ser la lec-
tura de modelos, la observación, etcétera. 
La búsqueda de pensamientos 
Una vez delimitada la idea esencial del discur-
so, viene la tarea de buscar la materia· que 
acompañará a este núcleo primero. lo desarrolla-
rá y le dará fuerza demostrativa y elegancia con-
ceptual. En esto los métodos difieren, según la 
idiosincrasia del autor. Es natural entonces, que 
cada uno elija el que más se adapte a su perso-
nalidad3 • 
Algunos oradores suelen escribir primero el 
plan desarrollado de su discurso y luego giran 
alrededor de él, tratando de encontrar pensa-
mientos que puedan incluirse dentro del esque-
ma así preparado. Trabajan de esta manera has-
ta que el discurso queda concluido. Otros, en 
cambio, no escriben su plan por extenso, sino 
que trabajan al azar, dando vueltas en tomo al 
asunto principal, anotan por separado todos los 
pensamientos que se les van presentando en la 
meditación, sin orden y a medida que ocurren. 
Al final buscan un plan que se adapte a la serie 
3 Para un estudio detallado del método de trabajo intelectual. pue-
den consultarse: JEAN GurITON. El trabajo intelectual; consejos a los que 
escriben. Buenos Aires. Ediciones Criterio, 1955: CHAVlGNY. 'PAUL MARrE 
V¡CfOR, Organización del trabqjo intelectuaL Barcelona-Buenos Aires, 
Labor, 1932; SERTILLA.'\IGES, A. D .• La vida intelectual; espúitu, condicio· 
nes, métodos. Buenos Aires, Sinopsis. 1958: RAMÓN y CAJAL, SAN!1AGO, 
Tónicos de la voluntad; reglas y constVos sobre investigación científICa. 
Buenos Aires, Espasa-Calpe Argentina. 1945. 
49 
fil,.", 
,~J 
'~I ; I 
, 
! . 
de ideas encontradas, dándoles una motivación 
y derivación lógicas. Cualquiera de los dos pro-
cedimientos es bueno: todo depende de las pre-
ferencias y modalidades psicológicas del orador. 
A! primero de los procedimientos se le puede ad-
judicar la ventaja de que permite conducir la re-
flexión en orden y en forma sistemática, con lo 
que gana la unidad del discurso, mientras que al 
segundo se le otorga la excelencia de permitir al 
espíritu desplegarse con mayor libertad. 
No hay inconveniente alguno, por supuesto, en 
que ambos métodos se apliquen combinados. 
Puede elaborarse previamente el plan, buscar las 
ideas que se adapten a su estructura, anotar 
también las ideas que ocurran y no guarden es-
tricta relación con ese esquema fijado, y reformar 
finalmente el plan hasta ajustarlo al material ob-
tenido. Si bien el plan facilita el ordenamiento del 
trabajo, tampoco debe concebírselo como una 
norma rigida, inflexible, que no permita el agre-
gado o supresión de ideas en el transcurso del 
desarrollo. En definitiva. éste es el mejor de los 
métodos y el que mejor responde a la dinámica 
psíquica. 
El testimonio histórico prueba que excelentes 
oradores han aplicado uno y otro métodos en la 
invención y búsqueda de ideas. Nada nos obliga. 
al comienzo del trabajo, a comprometemos con 
un plan riguroso y severo, que a lo mejor no po-
demos luego cumplir. Muchas veces, a punto de 
concluir el discurso descubrimos una idea supe-
rior a la inicial. o se han producido aconteci-
mientos que obligan a modificar nuestro primer 
punto de vista. Insensato sería no tirar al cesto 
el plan primero y recomenzar la tarea con otra 
perspectiva que nos garantice un mejor resulta-
do. En materia espiritual. la libertad es una de 
las condiciones del éxito y resulta triste conver-
tirse en esclavo de uno mismo. La opinión de 
50 
Sertillanges merece cuidadosa atención en este 
punto: "Componer así. por medio de islotes que 
se fusionan para formar el futuro continente, 
hacer preceder el trabajo de organización por una 
libre inspiración esporádica o, si se quiere, fijar 
puntos para la curva y multiplicarlos para trazar 
la línea de un golpe en el momento oportuno, es 
librarse de la fatiga de una composición ob.liga-
toria y de la ansiedad que provoca la página 
blanca: es asegurarse el trabajo creador"4. 
¿Cómo encontrar ideas? ¿Dónde buscarlas 
para nuestro discurso? Ha llegado uno de los 
momentos más decisivos de nuestro trabajo. Las 
fuentes de ideas son muchas y es saludable te-
nerlas presentes para contar con ellas en el ins-
tante preciso. . 
Los más famosos retóricos y preceptistas se 
han preocupado intensamente de encontrar re-
cursos y procedimientos que beneficien la labor 
de creación intelectual. En general. el acto crea-
dor proviene siempre de un antecedente, y a ellos 
conviene acudir para nuestro objeto. Las princi-
pales fuentes de información son: 1) la cultura 
propia; 2) las lecturas; 3) la observaCión; y 4) la 
reflexión e imaginación. 
La cultura propia. - Cicerón ha dicho: "El 
fundamento de la elocuencia. como el de cual-
quier otra cosa, es la sabiduría". Evidentemente, 
toda comunicación espiritual con el prójimo pre-
supone un conocimiento previo. personal, del 
mensaje que deseamos transmitir. En el precep-
to ciceroniano, la palabra 'sabiduría' no Significa 
un conocimiento radical y supremo de las cosas, 
sino lo que en castellano entendemos por 'saber' 
o 'buen sentido'. Si así no fuera. quedaríamos 
excluidos del uso público de la palabra la gran 
4 SERIlUA.'liGES. O. P .. op. cit .. p. 300. 
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mayoría de los seres mortales. Todo ser huma-
no, sin necesidad de ser sabia, puede tener un 
mensaje interesante que transmitir a sus sem~­
jantes, aun sobre los hechos aparentemente mas 
nimios e insignificantes, como un viaje, una no-
ticia, o una experiencia vital cualquiera. 
La cultura propia está constituida por el con-
junto de conocimientos que se tiene de. las co-
sas, las personas y los hechos. Pero fehzmente, 
no es sólo esto. Cultura es mucho más que una 
simple acumulación de datos obtenidos en los. li-
bros, o sea lo que habitualmente se deno~a 
'instrucción'. Una persona puede ser muy ms-
truida y tener poca cultura, si los conocimien~os 
obtenidos en las aulas o en los libros no han SIdo 
asimilados humanamente, si no la han provisto 
de una concepción acertada de la vida. si no la 
han habilitado para la percepción de los hechos 
históricos, sociales y humanos, si, en definitiva, 
no la han convertido en un ser amplio, compren-
sivo, inteligente, bondadoso. La experiencia vital 
nos enfrenta día a día con estas dos clases de 
personas, que podríamos llamar librescas y vita-
les, para diferenciarlas. Todos conocemos a per-
sonas de escasa o mediana instrucción, pero que 
en punto a este tipo de cultura son superiores a 
muchas dotadas de un gran equipo intelectual. 
Esto no es, por supuesto, una invitación a la 
ignorancia. Sólo significa que, desde el punto de 
vista oratorio, la cultura es más valiosa que la 
instrucción. Son innumerables las ocasiones en 
que una sola idea, pero fecunda en ~~licac~o­
nes, sugerencias y contenido, se concilia mejor 
con la elocuencia que una retahíla desconcerta-
da incoherente e inarmónica de ideaso noticias. 
Es' preferible, en este campo, una sola idea pro-
funda antes que varias superficiales. Esto senala 
una opción entre dos posibilidades, de la cual 
queda naturalmente descartada la ignorancia. 
52 
El cultivo del espíritu es arduo, constante y 
paciente. Se llega a él por el sacrificio y el traba-
jo, lo cual demanda un sistema de vida bien 
orientado y consciente de sus objetivos. Esta 
fuente espiritual aportará a cada instante un v~ 
lioso sustrato de ideas por la íntima trabazón que/ ~ 
la conciencia hace de unos datos con otros. Re-
petimos la famosa fras~ del filósofo norteameri-
~ano Emerson, que aclara este panorama: "Todo 
hombre que quiere hacer bien una cosa, debe 
descender a ella de más alto". El fulgor de la pa-
labra está en la íntima conexión con la cultura 
de cada individuo. Un hombre superior será, por 
natural gravitación de sus antecedentes, más 
atractivo que uno vulgar, a condición de que esta 
superiOridad lo sea real, sustancial y no aparen-
te, externa o superficial. 
Las lecturas. - La lectura debe considerarse 
como una de las mejores fuentes de información. 
Toda sabiduría está en los libros, y en ellos se 
contiene la suma de conocimientos disponibles 
de la humanidad. El hábito de la lectura es la 
mejor práctica intelectual, pues favorece la crea-
ción de pensamientos, activa las facultades espi-
rituales, orienta la constitución de nuestro fondo 
ideológico y nos ahorra tiempo en la formación 
persona15 • 
Es común que los escritores, antes de escribir, 
se acerquen a la literatura para encontrar inspi-
ración e ideas: "La lectura es el gran secreto. Lo 
enseña todo, desde la ortografía hasta la cons-
trucción de las frases", dice Albalat6 • ¿Qué se 
debe leer para obtener provecho? Esta cuestión 
5 Sobre métodos para el aprovechamiento de las lecturas pueden 
consultarse: FAGUET. EMILE. El arte de leer. Buenos Aires. El Ateneo. 
1951 y CASTAGNlNO. RAÚL H .• Perspectivas de la lectura. Santa Fe. Ins-
tituto Social de la Universidad Nacional del Litoral. 1958. 
6 ALBALAT. ANTaINE. El arte de escribir y lafonnación del estilo. Tra-
ducción de Luis Castillo. 2' ed .• p. 30. Buenos Aires. Atlántida. 1949. 
53 
ha motivado distintas respuestas. En primer lu-
gar, es aconsejable la lectura de autores y temas 
que estemos en condiciones de asimilar, es de-
cir, de incorporar a nuestra vida. Luego, convie-
ne leer autores de distinta posición para conocer 
los puntos de vista ajenos. Toda ideología com-
porta una toma de posición, y su defensa presu-
pone necesariamente el conocimiento de las ide-
as opuestas. Por último, leer a los maestros. La 
bibliografía moderna es tan abundante en títulos 
y autores, que no cabe otra solución que selec-
cionarlos. Es muy útil seleccionar autores de 
gran responsabilidad científica, moral y artística, 
y no perder el tiempo con segundones o tercero-
nes. Generalmente, estos proceden de aquéllos, 
y es sensato saltearlos para ir directamente a las 
fuentes. . 
Disienten los tratadistas sobre si conviene leer 
muchos o pocos libros. Por supuesto, cuanto 
mayor sea la lectura hay más probabilidades de 
sabiduría. Pero tampoco debe creerse que la 
abundancia de lecturas sea suficiente para dar 
de por sí la sabiduría. La asimilación y el prove-
cho de las lecturas está en relación directa con 
la inteligencia y sensibilidad del lector. La lectu-
ra indiscriminada, difusa y sin método, por 
abundante que sea, es improductiva. Debe, pues, 
leerse con sistema y criterio selectivo. 
La lectura de un solo autor o de pocos es perni-
ciosa, pues se corre el riesgo de perder amplitud y 
profundidad en el pensamiento. Timeo hominem 
unius libri, dice un antiguo adagio. Se corre ade-
más el riesgo de imitarlo inconscientemente y con-
vertirse en un esclavo de él. Debe leerse con espí-
ritu crítico, es decir, con independencia de critero 
y disposición inquebrantable de someterlo todo a 
la meditación, al análisis y a la comprobación. 
Conviene, asimismo, supeditar las lecturas a 
nuestra finalidad. Hay autores que son útiles 
54 
para la formación intelectual; otros son valiosos 
únicamente por su estilo y, finalmente, existen 
quienes pueden enseñarnos lo mismo en materia 
de fondo que de forma. 
La mej or manera de aprovechar las lecturas es 
tomar apuntes o hacer fichas. El enciclopedismo 
de cualquier especialidad, en el mundo moder-
no, exige una portentosa memoria. Pero ésta re-
quiere sus auxiliares. Leer sin tomar notas es 
como no leer. En poco tiempo las urgencias de la 
vida nos harán olvidar lo leído, si no hemos to-
mado notas. La ficha, por otra parte, permite re-
cordar en pocos minutos una lectura que de-, 
mandó días enteros y pone a nuestra disposición, 
en el acto, las enseñanzas de todo libro. "La ver-
dadera memoria consiste no en recordar, sino en 
tener a mano los medios de volver a encontrar", 
dice Albalat. 
La forma más simple de tomar notas es hacer-
lo en las mismas páginas del libro, en los márge-
nes, en las páginas en blanco o cualquier otro 
lugar disponible. Resulta un recurso eficaz tam-
bién el subrayado de los pensamientos capitales 
y la subdivisión del texto en párrafos, mediante 
el agregado de signos, palabras o números con-
vencionales. Este sistema tiene el inconveniente, 
en cambio, de no ser sistemático, pues en cada 
caso tendremos que disponer del libro y repasar-
lo. La ficha, en cambio, permite que se las agru-
pe en grupos por temas, autores, pensamientos, 
etc., con lo que se facilita su empleo en cualquier 
momento. 
Las fichas conviene hacerlas con cartulina, or-
denadas por orden alfabético de autores, por te-
mas, por materias, por nacionalidad, o de acuer-
do con cualquier otro criterio que resulte útil al 
lector. El hombre culto moderno las usa, y en 
ellas se apoya la erudición. Se pueden resumir 
libros, recoger pensamientos importantes, copiar 
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citas, seleccionar frases famosas, codificar artí-
culos y publicaciones sobre un mismo asunto, y 
en fin, ensamblar cualquier información dentro 
de un conjunto, de modo que su empleo sea fac-
tible en el momento oportuno. 
Es recomendable hacer las fichas a medida que 
se lee o inmediatamente después de la lectura, 
antes de olvidar nada. Para esto son aconseja-
bles diversas técnicas, pero, repetimos, cada au-
tor deberá valerse preferentemente de su propio 
criterio de acumulación, de acuerdo con los fines 
de su estudio. 
La observación. - Uno de los medios recomen-
dables para obtener información y datos sobre 
las cosas, fuera de los libros, es la observación 
del mundo que nos rodea. La realidad es uno de 
los más grandes maestros. Se ha dicho que el 
que sabe más cosas y las sabe mejor, es el que 
mejor ha sabido observar y escuchar. El espíritu 
menos sagaz y agudo, a fuerza de mirar con in-
quietud a los hombres, de fijar su preocupación 
en los sucesos y hechos del mundo, de prestar 
atención a la naturaleza, acaba por disponer de 
un buen equipo de conocimientos. Hay que tener 
presente que toda ciencia deriva, en gran parte, 
de la experiencia, pues la ciencia no es en defini-
tiva, más que una codificación de los datos que 
nos ofrece el mundo que nos rodea. 
En muchas materias, la capacidad de observa-
ción es más importante que la misma lectura, 
sobre todo cuando el tema es concreto, particu-
lar y delimitado a un lugar o asunto. La capaci-
dad de observar puede afinarse mediante la 
práctica y la comparación sistemática de unas 
observaciones con otras. Al cabo de un tiempo 
se logra una agudeza perceptiva que nos extraña 
y sorprende. Este entrenamiento supone el res-
peto de algunos requisitos que nos preserven de 
56 
errores. Ante todo es necesario ser objetivo, esto 
es, interpretar los hechos observados según son 
ellos mismos y sin que los interfieran nuestras 
propias ideas, opiniones o pasiones. En segundo 
lugar, la

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