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9 1 Zalazar D - Etica y nuevas tecnologias

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Etica y Nuevas Tecnologías 
 
 Lic. Diana Fernández Zalazar 
Abstrac: 
La implementación de las nuevas tecnologías de la información y sus diversas 
aplicaciones en el ámbito de la salud mental nos permite reflexionar sobre un tema 
capital, que es el de la ética. Desde dicha perspectiva es que se tratará de analizar 
algunas de las implicancias y consecuencias que dichas aplicaciones producen en el 
área de la salud. 
 
Palabras claves: ética, tecnología, clínica, bioética, salud mental, realidad, 
virtual. 
 
Como área de estudio dentro de la filosofía la ética se ha ocupado tradicionalmente de 
la reflexión, análisis e investigación de los problemas morales. Es decir, del estudio de 
la moralidad, o en otros términos, de la fundamentación o justificación racional de lo 
que resulta una orientación de las acciones de los sujetos no de manera inmediata 
sino que mediatizada por las diferentes morales. Pero en cuestiones de ética no se 
trata de una reflexión sin consecuencias sino que directamente se incide en el área de 
los saberes prácticos. Desde aquí es que podríamos hablar de las diferentes éticas: 
deontológicas, utilitaristas, finalistas, etc. 
En relación con el área de la salud partiremos para el análisis de los postulados que 
fundaron una nueva forma de la ética: la bioética. 
Hacia los años '70 la preocupación por los nuevos dilemas provocados por el avance 
científico crearon la necesidad de reflexionar filosóficamente y enmarcar los problemas 
del ámbito de la medicina y las ciencias biológicas de una manera específica. Dentro 
del ámbito de la bioética hay un consenso como origen de la normatividad respecto de 
cuáles son los principios o postulados que deben estar presentes en toda intervención 
en las áreas antes mencionadas, como forma de limitar el accionar y poder omnímodo 
en que a veces ha caído el accionar científico. 
Los principios enunciados por la bioética son: 
 el de autonomía: que se sustenta en la idea de un sujeto libre y capaz de tomar 
decisiones. Este tema se encuentra ligado directamente al concepto de 
consentimiento informado. 
 el de beneficencia y su complementario de no maleficencia: que involucra a todas 
aquellas acciones que tienden a producir un beneficio en el paciente y evitar la 
exposición a los daños. Esta situación se complejiza en los casos donde los 
peligros del tecnicismo para prolongar la vida roza con el encarnizamiento 
terapéutico. 
 el de justicia distributiva: que implica la carga y beneficio distribuida de manera tal 
que de oportunidades iguales a todos los individuos que necesiten atención. 
Para ejemplificar tomaré el caso de una paciente de 23 años, HIV positivo, en el que 
se utilizó la telemedicina dentro del ámbito de la interconsulta. 
La situación de la paciente era compleja debido a su estado bio-psico-social, no sólo 
porque se había confirmado su diagnóstico de HIV positivo en el hospital, con todas 
las implicancias objetivas y subjetivas del impacto que crea la certificación de dicho 
diagnóstico, sino porque además había sufrido un aborto espontáneo hacía muy poco 
tiempo y estaba perdiendo la visión. El pronóstico era el de una ceguera pero sin un 
diagnóstico preciso respecto de la causa. Era necesario plantearse en este contexto 
un diagnóstico diferencial para llevar a cabo un tratamiento adecuado ya que si la 
ceguera era efecto de una micosis, como fue pensado en determinado momento, la 
terapéutica era diferente a si se pensaba esta ceguera causada por el SIDA. 
Como mencioné con anterioridad el estado general de la paciente hacía recomendable 
que no se la trasladara para la IC, y es por ello que se implementa el dispositivo de la 
teleconferencia. Se evita entonces el traslado y se enfatiza que en la IC la paciente 
esté acompañada por su médico y el equipo profesional de su confianza, en un marco 
de mayor contención que el que se hubiera dado con el traslado a otro hospital. 
Para la puesta en marcha de este procedimiento fue necesario que la paciente 
aceptara la forma de IC que se iba a implementar y se utilizó el consentimiento 
informado como instrumento que resguarda su derecho a optar y elegir libremente la 
forma en que va a ser tratada. Dicho consentimiento fue comunicado a los comités de 
ética de los hospitales intervinientes en el caso y se cuidó el secreto profesional y la 
confidencialidad instrumentando la teleconferencia sólo con la presencia del personal 
del equipo de salud sobre el que rige la obligación a dicha norma. 
El hecho de la confidencialidad en este tipo de casos es fundamental no sólo por ser 
aquello que permite una relación de confianza entre el médico y el paciente sino 
porque en los casos de patologías como el SIDA, los efectos que se producen cuando 
circula la información del diagnóstico del paciente genera, todavía en muchos medios 
sociales, la estigmatización de las personas y agrega daños. De todos modos cabe 
hacer mención del tema de la seguridad o confidencialidad en las redes de información 
y el atraso de las leyes con respecto a las posibilidades que ofrecen los avances 
tecnocientíficos. 
Hasta aquí un caso en el que los principios anteriormente citados permitieron el 
resguardo de la identidad, el consentimiento informado en el marco de la posibilidad 
de opción y decisión del paciente a someterse o no a ese procedimiento, el beneficio 
que sin duda genera la interconsulta con otro especialista y la no maleficencia al no 
haber agregado ningún elemento o situación de daño al paciente. 
Pero que ocurre si trasladamos estos principios al ámbito de la salud mental, y es allí 
donde surgen una serie de preguntas. ¿Estos postulados son necesarios y suficientes 
para dar cuenta de los límites, de lo que se debe o no se debe hacer en salud mental? 
¿qué condiciones de posibilidad mínimas son necesarias para la aplicación de estas 
tecnologías en sus diversas formas y qué consecuencias se pueden prever para los 
pacientes y los terapeutas?, ¿qué ocurre con la relación médico paciente cuando 
aparece este nuevo instrumento mediando lo que hasta ahora era una relación 
establecida cara a cara y presencial? ¿cómo poder pensar estas nuevas formas de 
interacción? 
Hasta el momento, lo que se puede observar recorriendo las distintas experiencias 
que aplican nuevas tecnologías al ámbito de la salud mental, es el traslado inmediato 
de prácticas ya consolidadas a este nuevo medio. Más allá de una cuestión que 
ataña a las técnicas de encuadre, porque no se trata tan sólo del encuadre, sino de los 
efectos y condiciones de posibilidad de los tratamientos o intervenciones dentro de 
este nuevo mundo digital. Aquí es que nos encontramos con nuevos interrogantes que 
merecen ser sostenidos y no cerrados sin reflexión con un uso instrumentalista o 
simplemente utilitarista de los recursos. 
Preguntas: ¿cualquier sujeto puede ser tratado por estos medios? ¿en qué casos? 
¿qué condiciones se deben cumplir para no alterar el principio de autonomía y cómo 
pensar este principio dentro del área de la salud mental por ejemplo con los llamados 
alienados? ¿qué significación cobra entonces el consentimiento informado dentro de la 
salud mental? ¿es realmente cierta la posibilidad de libertad de elección? ¿qué ocurre 
con la confidencialidad dentro de las técnicas de video conferencias o con respecto a 
la seguridad en las redes? ¿qué efectos produce la digitalización y la pregnancia de la 
imagen en los tratamientos? ¿la realidad virtual guarda continuidad con lo que 
nosotros conocemos como la realidad o es un punto de corte o disconinuidad? ¿es 
una realidad alternativa? ¿qué situaciones pueden ser contenidas y resueltas 
mediante las nuevas tecnologías y en base a qué concepción ética de lo que es un 
sujeto? ¿los profesionales de la salud están preparándose ya desde su formación para 
estos nuevas formas de la práctica? 
Si bien la informáticaen general y en particular los usos y recursos computacionales 
se nos aparecen como instrumentos que aumentan la accesibilidad, la eficacia o 
eficiencia en relación a los costos y el tiempo, que es lo que se explicita por ejemplo 
como beneficio en las páginas Web de los tratamientos por realidad virtual. El uso de 
estos recursos debiera ser pensado desde una óptica que integre una ética no solo 
utilitarista, en donde el paciente no se convierta en un medio que justifique dicha 
finalidad, dejando de lado los aspectos subjetivos singulares y universales que deben 
ser abordados por todo tratamiento. El mundo digitalizado o que tiende hacia la 
digitalización en sus diversos ámbitos no es una cuestión de futuro, es algo que en 
diferentes grados se nos plantea hoy y obliga a que tengamos que responder a los 
nuevos dilemas de la práctica clínica. Para ello es necesario que desde nuestra 
formación se integre una perspectiva ética desde donde se piensen y utilicen los 
recursos que ofrecen las nuevas tecnologías, apostando a una perspectiva que vaya 
más allá del mero uso instrumental. 
 
Lic. Diana Fernández Zalazar 
Residente de Informática Biomédica 
Docente de la Universidad de Buenos Aires 
 
Bibliografía de referencia: 
 
Cortina, Adela Etica. 
Martínez, Emilio Ed. Akal, 1996, Madrid, España. 
 
García Morente, Manuel Lecciones preliminares de Filosofía. 
 Ed. Porrúa, México 1979 
 
Fariña, Juan Jorge Etica, un horizonte en quiebra 
 Secretaría de cultura, Facultad de Psicología, 1997. 
Brinton, Lykes Etica profesional. Dossier Bibliográfico en Salud Mental y 
 Derechos Humanos. 
 Red Internacional de Salud Mental y Derechos Humanos. 
 Ed. Centro de Documentación, Docencia e Investigación 
 en Salud Mental y Derechos Humanos, 1995.

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