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Figura 4.1. Lesión cutánea en el labio inferior debido a Leishmania braziliensis. Leishmaniasis mucocutánea Leishmania (V) braziliensis (Vianna 1911) Introducción En la actualidad hay aproximadamente veinte especies de leishmania que son capaces de causar enfermedad mucocutánea (LMC, también conocida como espundia), con la mayoría de las subespecies clasificadas en el subgénero L. Vianna.1 L. (V.) braziliensis es responsable principalmente de LMC, quizás debido a su capacidad de desencadenar una respuesta de hipersensibilidad de células T.2 Se ha observado que la enfermedad mucocu- tánea se desarrolla en el 2 al 10% de los pacientes inicialmente infectados con estas subespecies, pero el riesgo parece depender del sexo, la edad y la nutrición del paciente.3 En general, después de la infección primaria, pero a veces coincidiendo con la enferme- dad cutánea, los parásitos hacen metástasis en las uniones mucocutáneas (cavidad bucal, urogenital y zonas anales), donde erosionan los tejidos blandos4. Ésta es a menudo una condición desfigurante que puede afectar el rostro y acarrear una destrucción extensa.5, 6 Como la LMC está restringida en general al Nuevo Mundo, las moscas de arena del género Lutzomyia son consideradas ser el vector.7 La LMC se concentra principalmente en Ecua- dor, Bolivia y en el norte de Brasil.8 Varios de los casos clínicos de LMC involucran parási- tos de leishmania que están infectados con un virus de ARN de doble cadena (leishma- nia virus), que parece correlacionarse con la gravedad de la enfermedad.9-11 Información histórica En 1911, Antonio Carini identificó a los pacientes que padecían lesiones mucocu- táneas como diferentes de aquéllos que sólo manifestaban lesiones cutáneas, estableci- endo así la LMC como una entidad clínica separada.12 En el año siguiente, Gaspar Vianna identificó, y nombró, a la L. (V.) bra- ziliensis como la causante de la enfermedad.13 Israel Kligler, en 1916, y Hadeyo Noguchi, en 1929, utilizando métodos serológicos y de cultivo, lograron caracterizar a este parásito como una especie distinta, a pesar de la falta de equipos modernos de laboratorio.14, 15 Ciclo de vida Esta enfermedad comienza igual que la leishmaniasis cutánea con una mosca de arena infectada alimentándose con sangre. Los pro- mastigotes metacíclicos se inyectan en el tejido subcutáneo y se adhieren a la matriz extracelular. Una lesión primaria se forma en el sitio de la picadura como resultado de la infección en células dendríticas y macrófa- gos (Figura 2.3). La lesión evoluciona desde el principio hacia una úlcera (Fig. 4.1), que es indistinguible de la inducida por cualquier otro número de otras especies que causan leishmaniasis cutánea. Los amastigotes son transportados a la unión mucocutánea al prin- cipio o durante la infección, aunque las lesio- nes en este sitio tardan en aparecer, incluso si el paciente continúa desarrollando la LMC.4 En estos sitios mucocutáneos distantes, los Parasitic Diseases 6th Ed. Parasites Without Borders wwww.parasiteswithoutborders.com Figura 4.2. Espundia. Esta lesión provocó la erosión del paladar blando. La mayoría de las lesiones no avanzan tanto antes de la intervención médica. amastigotes se dividen dentro de los macrófa- gos residentes y la erosión tisular se empieza a desarrollar. Es probable que esta destrucción sea atribuible más a una exagerada respuesta del huésped, impulsada por una respuesta de células T, más que cualquier factor intrínseco al parásito2. Quizás la presencia de un virus de ARN que infecte a los parásitos de leish- mania responsables desempeña un papel en el aumento de esta respuesta inmune y motive esta respuesta de hipersensibilidad.11 Las infecciones típicamente “arden” durante largos períodos de tiempo, usualmente de meses a años. La transmisión de persona a persona probablemente no ocurre. Por el contrario, los huéspedes del reservorio (perros domésti- cos, roedores y varios mamíferos de la selva) sirven como fuente de infección.16 Enfermedad Clínica Las lesiones de LMC que se desarrollan en el conducto nasal (el sitio mucocutáneo más común) se caracterizan por una inflamación necrotizante de tipos de células mixtas (célu- las plasmáticas, linfocitos).5 También pueden estar involucradas la piel, las membranas mucosas y los cartílagos.17 Las lesiones de la cavidad oral eventualmente conducen a la destrucción del paladar blando y el tabique nasal, así como la invasión de la laringe.18 Cuando esto ocurre, el paciente puede morir por una infección que se extiende a los pul- mones.4 La LMC es una enfermedad pauci- parasítica y los parásitos rara vez son identi- ficados en lesiones, aunque pueden ser reve- ladas por PCR.19 Las úlceras son reemplaza- das por granulomas fibrosos que cicatrizan lentamente, cicatrizan y deforman los tejidos. Los casos más avanzados se conocen como “espundia” (Fig. 4.2) .20 A diferencia de la leishmaniasis cutánea, la LMC no suele cica- trizar espontáneamente.8,17 Se han descrito múltiples lesiones cutáneas, así como una extensa afectación mucocutánea en pacientes co-infectados con VIH-1.21-23 Debido a la enorme variación genética entre las cepas de Leishmania spp. causando LMC, los patrones de enfermedad en las infecciones raras de LMC en pacien- tes con VIH-1 se presentan como un cuadro clínico extremadamente complejo y difícil.24, 25 Diagnóstico El diagnóstico definitivo es por PCR.26 Los organismos son difíciles de encontrar en la biopsia del paladar infectado y los teji- dos blandos de la cavidad oral, por lo que la microscopía de las secciones histológicas no es una opción para el diagnóstico. El cultivo de material de biopsia es una posibilidad (ver diagnóstico para LC), pero el crecimiento de promastigotes a temperatura ambiente es lento. Tratamiento Como regla general se utilizan terapias sistémicas para el tratamiento de leishmanias mucocutáneas incluyendo; antimonio pen- tavalente, anfotericina B, miltefosina, pent- amidina o azol.8,27 El estibogluconato sódico, un fármaco que contiene antimonio, con muchos efectos secundarios graves, incluy- endo erupciones cutáneas, dolor de cabeza, artralgias y mialgias, pancreatitis, transami- nitis y supresión hematológica, es la droga elegida en muchas partes del mundo, en parte, debido a su costo relativamente bajo.28 La anfotericina B y su forma liposomal son opciones altamente efectivas para el trata- miento y muchos consideran ahora la forma liposómica como el fármaco de elección para la leishmaniasis mucocutánea y visceral . En el mundo en desarrollo, la anfotericina están- dar se emplea a menudo para el tratamiento de la leishmaniasis mucocutánea si falla la tera- pia antimonial. La miltefosina es una opción eficaz pero costosa que permite la terapia sis- témica con dosificación oral que actualmente está aprobada por la FDA en los Estados Unidos para el tratamiento de la leishmani- aisis.29-33 La pentamidina es otra opción que ha demostrado eficacia para el tratamiento de LMC.34,35 Azoles tales como el ketoconazol, el fluconazol, el intraconazol y el posaconazol son terapias orales alternativas con eficacia variable, en comparación con otras opciones basadas en la especie particular del parásito de la leishmania involucrada.36-43 Ninguna de las terapias anteriores es 100% efectiva para eliminar todos los parásitos en todos los pacientes. La persistencia de la infección más allá del período de tratamiento se ha registrado en infecciones de larga data, según se juzga por PCR en monos infectados experimentalmente y en el seguimiento de algunos pacientes.44 Prevención y control La transmisión de L. (V.) braziliensis y especies relacionadas capaces de causar LMC ocurre a través del contacto cercano de las poblaciones humanas con huéspedes del reservorio (mamíferos salvajes y domésti- cos). La deforestación de vastas regiones de selva tropical para la agricultura, la minería,la exploración petrolera, todo lo cual con- duce a una mayor urbanización en Centro y Suramérica, ha permitido a un gran número de personas el acceso a las fronteras de la selva tropical. Las fronteras de los sistemas naturales son áreas especiales ecológica- mente definidas, denominadas ecotonos.34,45 Estas zonas constituyen las fronteras entre los ecosistemas y se caracterizan además por el estrés ecológico en todas las especies vege- tales y animales en esa zona debido a la com- petencia intra e inter-específica por los recur- sos. La distribución de las especies de moscas de arena se determina por la disponibilidad de hábitat natural y de la creada por la inva- sión humana. Algunas especies favorecen el bosque inalterado, mientras que otras pros- peran en situaciones ecológicamente pertur- badas.34 Por desgracia, está fuera del alcance de este texto el ilustrar este concepto con ejemplos específicos, pero muchos podrían ser presentados que servirían para reforzar la idea de que, cuando el cambio ecológico debido a los asentamientos humanos, quienes viven allí corren mayor riesgo de contraer enfermedades zoonóticas infecciosas (Por ejemplo, el virus de la fiebre amarilla, el virus del Ébola, el virus de Marburg, el virus de la fiebre de Lassa).45 El número de nuevas espe- cies de leishmania que ahora se sabe que sólo infectan a los seres humanos en toda América del Sur ha aumentado dramáticamente.4 Evitar el contacto con vectores de LMC es una recomendación demasiado ingenua para solucionar realmente, dada la falta de con- ciencia de su presencia por parte de quienes viven cerca de ellos. Para aquéllos que viajan a zonas endémicas que desean evitar comple- tamente las picaduras de la mosca de arena, el siguiente consejo puede ser útil. La mosca de arena sólo pica en ciertos momentos del día, en lo que se denomina patrón crepuscu- lar/nocturno; en la mañana, al final de la tarde y en la noche.7 Aunque evitar las actividades al aire libre durante estos tiempos reduce la posibilidad de ser picado esto puede ser un consejo difícil de seguir para los viajeros en las zonas endémicas, que pueden tener tiempo limitado para lograr cumplir con las actividades de su itinerario y tal vez imposi- ble para los residentes permanentes que no se pueden dar el lujo de ajustar su horario. Los métodos adicionales, y quizás más viables, para evitar las picaduras de moscas de arena usados por viajeros y trabajadores en áreas de alto riesgo son el uso de repelentes de insec- tos y ropa tratada con insecticida que cubra la mayor parte del cuerpo.46,47 Las tasas cre- cientes de resistencia a los insecticidas en las poblaciones de moscas de arena ya están lim- itando la utilidad de este enfoque en muchas partes del mundo. Algunas especies de mosca de arena pican solamente durante la estación lluviosa.48 El uso de ropa impregnada de insecticida y toldillos de cama ha ayudado a reducir la transmisión de la enfermedad de la malaria, particularmente en África, y han demostrado ser efectivos en la reducción de la transmis- ión de la leishmania. El mantenimiento de amplias zonas de amortiguación entre los asentamientos y el bosque nativo circundante parece ser la mejor solución a largo plazo, basada en el medio ambiente, para controlar la incidencia de la infección en las zonas de transmisión endémica, una recomendación hecha originalmente a aquéllos que desean evitar infectarse con el virus de la fiebre ama- rilla. Restringir este imperativo humano ha sido hasta ahora imposible de hacer cumplir. Las vacunas, que utilizan proteínas para- sitarias que inducen la protección, ofrecen la esperanza de que una vacuna para el uso contra las formas LC y LV de leishmaniasis pueda eventualmente estar disponible, pero no hay vacuna humana disponible actual- mente, a pesar de los continuados esfuerzos. Referencias 1. Herwaldt, B. L., Leishmaniasis. Lancet 1999, 354 (9185), 1191-9. 2. Silveira, F. T.; Lainson, R.; De Castro Gomes, C. M.; Laurenti, M. D.; Corbett, C. E., Immunopathogenic competences of Leishmania (V.) braziliensis and L. 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En colaboración con von Siebold, estableció la conexión entre la sangre en la orina y la infección con S. haematobium. 45. Despommier, D.; Ellis, B. R.; Wilcox, B. A., The role of ecotones in emerging infectious diseases. Ecohealth 2006. 46. Banks, S. D.; Murray, N.; Wilder-Smith, A.; Logan, J. G., Insecticide-treated clothes for the control of vector-borne diseases: a review on effectiveness and safety. Med Vet Entomol 2014, 28 Suppl 1, 14-25. 47. Moore, S. J.; Mordue Luntz, A. J.; Logan, J. G., Insect bite prevention. Infect Dis Clin North Am 2012, 26 (3), 655-73. 48. Souza, N. A.; Andrade-Coelho, C. A.; Vilela, M. L.; Peixoto, A. A.; Rangel, E. F., Seasonality of Lutzomyia intermedia and Lutzomyia whitmani (Diptera: Psychodidae: Phlebotominae), occurring sympatrically in area of cutaneous leishmaniasis in the State of Rio de Janeiro, Brazil. Memorias do Instituto Oswaldo Cruz 2002, 97 (6), 759-65. 49. Coler, R. N.; Reed, S. G., Second-generation vaccines against leishmaniasis. 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