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descontrolada. Si bien la fisiología celular ha permitido que dichos fenómenos sean estadísticamente raros, cuando ocurre se hace evidente porque todas las células “hijas” de una célula transformada también comparten el fenotipo de transformación, por lo que la formación de un tejido tumoral es sólo cosa de tiempo. Diversos factores pueden promover la transformación celular. Evidentemente, el más simple es la modificación (mutación, eliminación o desregulación) de un gen regulador de la balanza mitótica (por ejemplo, mutación de un gen supresor de la mitosis) . Debido al potencial desregulador de la mitosis que tienen dichos genes celulares (cuando sufren alguna modificación), se los ha denominado como proto-oncogenes. Así, todos los agentes mutágenos (radiación UV, algunos agentes químicos, etc…) tienen un potencial cancerígeno per se, pues pueden alterar proto-oncogenes, disparando su potencial oncogénico. Además, como la replicación del DNA es un proceso muy fiel pero no perfecto, se puede estimar que las células que están continuamente replicando su DNA son más susceptibles a sufrir una transformación (por mutaciones accidentales de proto- oncogenes) que las células quiescentes. La capacidad transformante de algunos virus ha sido estudiada precisamente en el contexto de como alteran la homeostasis celular, particularmente afectando el equilibrio mitótico de la célula hospedera. Algunos de los mecanismos transformantes de los virus se pueden clasificar de la siguiente manera: Mutación de los genes del hospedero. Algunos virus, como parte de su ciclo de replicación, realizan un proceso de integración de su genoma, es decir, el genoma viral en la forma de ADN de doble hebra (dsDNA) es insertado en algún lugar del ADN de un cromosoma de la célula hospedera. Dicho proceso de integración puede ocurrir en el locus particular de un gen involucrado en la regulación del ciclo celular (un proto-oncogen). Así, si por la inserción del genoma viral se interrumpe un gen supresor de tumor, no se producirá proteína supresora de tumor y la célula estará desequilibrada en su ciclo celular pudiendo gatillar una transformación celular. Por otro lado, algunos genomas virales también son portadores de secuencias activadoras, por lo que si ocurre una integración justo antes de un gen celular pro-mitótico, el aumento en los niveles de la proteína pro-mitótica también podrá provocar cambios en la regulación del ciclo celular. El ejemplo más ilustrativo de oncogénesis por inserción lo representan algunos retrovirus como los virus de la leucosis aviar (ALV), el virus de tumores mamarios de ratón (MMTV) y el virus de la leucemia murina (MLV). En el caso del ALV, por ejemplo, se han detectado en los tumores inserciones transformantes en el gen c-myc (el prefijo “c” para indicar que es la copia celular del gen myc) que aumentan los niveles de la proteína Myc, un regulador pro-mitótico. Algunos retrovirus humanos tal como el virus de la inmunodeficiencia humana (HIV) y el virus de la leucemia de células T (HTLV) tienen otros mecanismos transformantes (descritos más abajo), pero su potencial transformador debido a su integración tampoco puede ser descartado. Otro importante ejemplo de tumorigénesis viral por mutación del genoma del hospedero es el caso del linfoma de Burkitt, en donde, asociado a la infección por el virus Epstein-Barr (EBV), se han encontrado translocaciones entre los cromosomas 8 y 14 que conducen a la alteración del gen c-myc. Dichas translocaciones no dependen de interacciones directas con el genoma viral, pues el EBV no integra su material genético al genoma del hospedero.
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