Descarga la aplicación para disfrutar aún más
Vista previa del material en texto
O s t e o p o r o s is . D ia g n ó st ic o y m a n e jo 86 Germán Barón C. La osteoporosis, aunque conocida desde la época de Hipó crates, hoy es considerada como la epidemia silenciosa del tercer milenio y debe ser entendida como un problema de salud pública. No hay duda de que la población mundial envejece y con el cambio en su estructura aumenta la inci dencia de enfermedades consideradas como crónicas o de generativas, entre las cuales la osteoporosis cobra cada vez mayor importancia. Los estudios epidemiológicos adelan tados en Colombia han mostrado una prevalencia elevada de baja masa ósea con una tasa alta de fracturas lo que se traduce no sólo en gran probabilidad de muerte por compli caciones, sino limitaciones importantes en aspectos sencillos del cuidado diario que en último término minan la calidad de vida de la población mayor. Se ha calculado que la tasa de fracturas a nivel mundial crecerá de manera exponencial y que para el año 2.050 la mitad de ellas se producirá en los países en vías de desarrollo. Aunque clásicamente se ha considerado la osteoporosis como un problema de baja masa ósea, que afecta la microar- quitectura e incrementa el riesgo de fracturas, hoy, además del concepto de masa ósea se tiene en cuenta el de resistencia, ya que la aparición de una fractura depende del punto en el que la fuerza aplicada sea capaz de vencer la resistencia. La osteoporosis tipo I es la posmenopáusica, aparece de manera más precoz, entre la sexta y la séptima década de la vida y, afecta principalmente el hueso trabecular. Se considera que una mujer que llega a los 80 años puede haber perdido cerca de la mitad de la masa ósea de la columna y la tercera parte de la masa cortical. Este cambio tan marcado es el resultado de un incremento acelerado de la pérdida de masa ósea desde el momento de la menopausia, cuando pasa de ser de 0,5 a 1 % por año a 1 a 2% por año, especialmente durante los primeros 5 años desde la menopausia. Es por ello que se considera que la deficiencia de estrógenos juega un papel fundamental en la fisiopatología de la osteoporosis. Son diversas las vías en las que se ha implicado la de ficiencia de estrógenos y que involucran tanto osteoclastos como osteoblastos. Aunque se ha demostrado que los estró genos modulan la expresión de diferentes citoquinas y facto res de crecimiento, existen dos vías principales que explican su importancia en el metabolismo óseo. Una de ellas se re laciona con la expresión de interleuquina-6 (IL-6), citoquina necesaria para la transformación de un osteoclasto maduro a partir de la unidad formadora de colonias de granuloci- tos y macrófagos. Se ha demostrado que en la deficiencia de estrógenos aumenta la expresión de IL-6 y por ende el nú mero de osteoclastos, con lo cual se incrementa de manera significativa la resorción ósea (1). La otra vía que cada vez se estudia más es la del receptor del activador nuclear Kappa B (RANK), su ligando (RANK-L) y la osteoprotegerina (OPG). El RANK es un receptor presente en los preosteoclastos y los osteoclastos maduros y que cuando es activado aumenta no sólo la diferenciación hacia osteoclastos sino su supervi vencia. El RANK es activado por el RANK-L, que a su vez es producido por el osteoblasto. La OPG actúa como un re ceptor que engaña al RANK-L, lo capta e impide su unión al RANK. Es por ello que del balance OPG/RANK-L depende el grado de resorción ósea que haya y se ha demostrado que los estrógenos favorecen la expresión de OPG (2). D ia g n ó s t ic o La mayor parte de técnicas que se han utilizado para el diag nóstico de la osteoporosis se han fundamentado en la medi ción de la masa ósea. Cada día se reconoce más que el riesgo de fractura no depende sólo de la densidad mineral, sino que influyen otros factores como la resistencia, por lo cual se ha trabajado en alternativas que tienen en cuenta factores de riesgo para tratar de aproximarse no sólo al diagnóstico sino a predecir el riesgo de fractura. Varios factores de riesgo se han identificado para la apari ción de la osteoporosis (tabla 1), dentro de los cuales hay que tener en cuenta los más frecuentes en la práctica ginecológica diaria que son la deficiencia de estrógenos y el antecedente familiar de osteoporosis. Algunos de ellos son modificables, como el bajo peso, el tabaquismo, el sedentarismo y el consu mo de alcohol, mientras que otros no, como la edad, la raza y el género femenino. La Fundación Internacional de Osteopo rosis (IOF) ha establecido que la osteoporosis debe buscarse en todas las mujeres mayores de 65 años o en las menores de 65 años que tengan factores de riesgo para osteoporosis. GINECOLOGÍA Y OBSTETRICIA BASADAS EN LAS NUEVAS EVIDENCIAS T Tabla 1. F a cto res d e riesg o p ara o steo p o ro sis No modificables Modificables E d ad D en sid ad m in eral ó sea d ism inuid a R a z a b la n ca D e fic ien cia d e estró g en o s H istoria familiar de osteoporosis B a jo p eso G é n ero fem e n in o S ed en ta rism o H isto ria de fra c tu ra s p rev ia s E n fe rm e d a d e s tiro id es M e n o p a u sia tem p ra n a T ab aq u ism o C o n su m o d e alco h o l S ed en ta rism o M ed ica m en to s (g lu co co rtico id es, h ep arin a) Inicialmente el diagnóstico de la osteoporosis se hacía con base en los hallazgos de radiografías de columna lum- bosacra, que aunque son muy acertados, tan solo muestran cambios cuando se ha perdido al menos 30% de la masa ósea, por lo cual se considera que el diagnóstico es tardío. La OMS ha determinado que en la actualidad el patrón de oro para el diagnóstico de la osteoporosis es la densito metría realizada con técnica de absorción de doble fotón (DXA), la cual es fácilmente aplicable y de baja radiación, además que se puede realizar en cualquier parte del or ganismo. En situaciones especiales se puede realizar la densitometría cuantitativa por tomografía (QCT), técnica con mucho mayor grado de radiación y en la que no se han estandarizado los valores normales para el fémur. En los últimos años se han buscado alternativas de bajo costo que sean aplicables a grandes segmentos de la población como método de tamizaje para detectar mujeres en riesgo de sufrir osteoporosis, entre las cuales cada vez gana más aceptación el ultrasonido; los estudios han mostrado que su correlación con la DXA es tan solo en mujeres mayores de 65 años y lo que sucede en el calcáneo no necesariamen te se puede extrapolar a otros sitios del esqueleto. Aunque la DXA se puede realizar en cualquier parte del esqueleto, usualmente se realiza en la columna y el fémur, sitios que son los más propensos a sufrir una fractura y que reflejan las condiciones en que están el hueso trabecular y cortical, respectivamente. Sus resultados no sólo expresan la densidad mineral ósea en gramos por centímetro cuadrado sino que en desviaciones estándar muestran las diferencias con poblaciones de la misma edad (score Z) y respecto al pico de masa ósea alcanzado en poblaciones jóvenes (score T) (figura 1). La OMS ha determinado que la densitometría es normal cuando el score T se encuentra entre -1,0 y + 1,0 desviaciones estándar, hay osteopenia cuando su valor osci la entre -1,0 y -2,5 y osteoporosis cuando supera -2,5 desvia ciones estándar. Se considera que hay osteoporosis severa cuando a la disminución de la densidad se suma la presen cia de una fractura por fragilidad. Teniendo en cuenta que un número importante de fracturas se presenta en el grupo de mujeres con osteopenia, hoy existe la tendencia a reem plazar ese término por el de baja masa ósea. Lo importan te del diagnóstico de la osteoporosis es poder tener algún impacto sobre la incidencia de fracturas y con respecto a la DXA se ha demostrado que por cada desviación estándar de diferencia, el riesgo de fracturas se incrementa 2,3 veces (3). Un capítulo importante que sigue teniendo discusión es la uti lidad de los marcadores de recambioóseo dentro del diagnóstico de la osteoporosis. Existen tanto marcadores de formación como de resorción y estos últimos usados en conjunto con la densito metría pueden mejorar la predicción del riesgo de fractura. A pesar de ello, por su elevado costo no se recomienda realizarlos de manera rutinaria en todas las mujeres y se considera que su principal aplicación es en el seguimiento, en especial cuando se quiere valorar respuesta al tratamiento a corto plazo. ■ +2SD ■ Mean ■ -2S D Score ZScore T O.B F ig u r a 1. La densitometría ósea. 596 PARTE IV 8 6 / O ST E O PO R O SIS. DIAGNÓSTICO Y MANEJO T Recientemente la OMS ha lanzado una versión de prueba (versión beta) de un modelo que trata de predecir el riesgo de fractura a 10 años basado no sólo en la densidad mine ral ósea medida a nivel del cuello femoral, sino que analiza factores como la edad, la raza, el peso y el consumo de ci garrillo entre otros. Es un modelo sencillo, fácil de aplicar y que se encuentra disponible en la Internet (figura 2) por lo cual se cree que puede ir ganando espacio y aceptación en el campo del diagnóstico de la osteoporosis (4). T ra ta m ien to A diferencia de lo que sucedía hace unas décadas, hoy se cuenta con una amplia variedad de modalidades terapéuticas para os teoporosis. Pero se debe tener en cuenta que para que una me dida farmacológica surta efecto debe acompañarse de cambios terapéuticos en el estilo de vida que incluyen dieta balanceada con adecuado aporte de calcio, exposición regular al sol, ejercicio y suspensión de hábitos nocivos como el cigarrillo y el alcohol. En cuanto a los suplementos de calcio, si bien es cierto no se ha demostrado que sean capaces de reducir de manera significativa el riesgo de fractura, deben ser utilizados en todas las pacientes, dado que los aportes que da la dieta no son suficientes en la posmenopausia. Se ha calculado que en esta etapa de la vida los requerimientos diarios de calcio pueden ascender hasta 1.500 mg diarios, mientras que en la dieta el aporte oscila entre 600 y 900 mg diarios. Por lo tanto se recomienda el suplementar en la posmenopausia con 600 mg diarios de calcio. Aunque en diversos estudios se ha de mostrado que los suplementos de calcio mantienen la den sidad mineral ósea, especialmente en la columna lumbar, su efecto sobre la reducción del riesgo de fracturas no ha sido significativo y no sobrepasa el 10%. Aunque se puede utili zar cualquier tipo de sal de calcio, algunas como el carbona to se asocian a más efectos secundarios gastrointestinales. La deficiencia de vitamina D cada vez cobra más impor tancia. Hasta hace un tiempo se recomendaba su suplencia tan solo en individuos de la tercera edad o en quienes se encontraran inmovilizados o recluidos en asilos u hogares para ancianos. Recientemente se ha demostrado que la defi ciencia de vitamina D es un problema frecuente, incluso en países del trópico carentes de estaciones y por lo tanto se ha recomendado suplirla en todas las mujeres posmenopáusi- cas en dosis que oscilan entre 400 y 800 Ul diarias. Con esta dosis tan solo se observa una pequeña reducción en el riesgo de fracturas en individuos mayores. En cuanto a las m edidas farm acológicas, se han des crito dos tipos principales de m edicam entos: los que in hiben la resorción ósea, conocidos com o anticatabólicos o antiresortivos y los que estim ulan la form ación ósea, a su vez llam ados anabólicos o neoform adores. Dentro del prim er grupo se encuentran com puestos como los estrógenos, los m oduladores selectivos del receptor de estrógenos, la tibolona, los bisfosfonatos y la calcitoni- na. Los neoform adores incluyen los fluoruros, el teripa- ratide y los análogos de la PTH. Hoy existe un fárm aco con acción dual, el ranelato e estroncio. F R A X H e rra m ie n ta d e L v a lu a c ió n d e K ie sq o d e r ra c lu r a d e s a rro lla d a por la O rg a n iza c ió n M u n d ia l de la S a lu d (O M S ) HoT»nU»m» C»kuk> PrtQuntM Mét f recuente» Reverencie» SWC11 l«r>9uftg« Herramienta de Cálculo W«lrjht C o n v rr poíno I H tig h t C o n v t m o n . «en I I Por fa ro responda las preguntas sígnenles para calcular ta probabilidad de fractura a diez artos sin DMO o con DMO. Acorta do lot foctoroi do rioiQo, j )I»*, tttlfopuk) Cuestionario: 1 Ea»0<«fltr«4O4Oftfot)OMen»<)*nicimi«ftio Edad Focha do Notimlorrtq 48 »| 2 S#*0 3. P »M fkQ) 4 EiU fcjia (cm) 5 FiadUni P i n a Homero • k í¡5 160 • No 9 r*d r# tc© n iro < tu ro d o c» d ro • Ho 7 Fumado» AdMo No 0 GKK«OrtKO«Ofl A Nú 9 Artnnt R*um a*un# • n o 1 0 OmOOM OIItStCUAM M • No 5 í 11 Alcofiut, 3 o m i l dout pur dU • No Si 12 C M C d t C u tH O F * m o r» l S«<*C* • |0.77* 0O*r«r Calcula* IM C 1*2 0 The ten y e » pfobabixty a i fracture i *■.) Figura 2. Ejemplo de la predicción del riesgo de fractura a 10 años utilizando el modelo de la OMS. GINECOLOGÍA 597 GINECOLOGÍA Y OBSTETRICIA BASADAS EN LAS NUEVAS EVIDENCIAS T T e r a p ia h o r m o n a l d e s u p l e n c ia c o n ESTRÓGENOS Aunque en los años cuarentas Albright había relacionado la menopausia con mayor riesgo de fracturas, desde las décadas de los setenta y ochenta se había sugerido ya que los estróge nos son capaces de mantener la masa ósea tanto en columna como en el fémur. En ese momento se había establecido que la dosis mínima efectiva para lograr un efecto positivo sobre hueso es de 0,625 mg de estrógenos conjugados o su equiva lente (2 mg de estradiol oral o 50|jg de estradiol transdérmi- co); este concepto ha sido desvirtuado con el tiempo. Inicialmente se postuló que el principal efecto de los es trógenos sobre el metabolismo óseo estaba relacionado con la homeostasis del calcio, aumentando la absorción intes tinal y disminuyendo la excreción renal del mismo. A co mienzos de los años noventa se describió la presencia de receptores para estrógenos en el hueso, con lo cual se llegó a concluir que el efecto biológico es distinto. Hoy se sabe que los estrógenos modulan la expresión de IL-6 y por ende la cantidad de osteoclastos mientras que favorecen el balance OPG/RANK-L. De esa manera logran frenar de manera im portante la resorción ósea. Múltiples estudios han abordado el efecto de los estróge nos sobre el hueso, entre los que vale la pena destacar aquel que fue conocido con las siglas PEPI (del inglés Postmenopau sal Estrogen Progestogen Intervention) cuyo principal desenlace medido fue el efecto de diferentes formas de terapia hormo nal sobre el perfil lipídico. En cuanto a masa ósea demostró que al cabo de 3 años de tratamiento con estrógenos solos o combinados con acetato de medroxiprogesterona se logró un incremento aproximado de 6% en la masa ósea de columna y de 3% en la del fémur. Aunque en ese estudio se sugería que el efecto podría ser algo mayor en la terapia combinada con progestinas, dicho concepto fue desvirtuado (5). Los primeros estudios observacionales realizados mos traron una clara tendencia hacia la reducción del riesgo de fractura con el uso de terapia hormonal de suplencia, tanto a nivel de la columna como de la cadera, la cual se aproximaba al 50% y era algo mayor cuando se asociaba a un suplemento adecuado de calcio. Con base en los diferentes estudios ob servacionales, Tórgerson publicó un metanálisis en el que demuestra que la terapia hormonal de suplencia reduce de manera significativa el riesgo de fractura a nivel vertebral y no vertebral (riesgo relativo 0,73) y concluye que es mayor el efecto entre más temprano sea iniciada la terapia (riesgo rela tivo de 0,67 para mujeres menores de 60 años). En cuanto a la fractura de cadera, se logra una reducción significativa de su riesgo (RR 0,60, IC 95% 0,40-0,91). A pesar de estos hallazgos se seguía considerando que la evidencia no era suficiente, ya que era derivada de estudios de observación de cohortes (6). Comenzando el tercer milenio aparecieron las dos publicaciones del estudio de Iniciativa de Salud de las Mujeres, WHI (siglas del inglés, Women's Health Initiative), que aun que fueron motivo de gran controversia en muchos aspec tos, aportaron elementos definitivos sobre la evidencia del efecto de la terapia hormonal de suplencia en el hueso y el riesgo de fractura. En el primer trabajo publicado se inclu yeron algo más de 16.000 mujeres que fueron adjudicadas de manera aleatoria a recibir diariamente 0,625 mg de es trógenos conjugados y 2,5 mg acetato de medroxiproges terona o placebo. Después de 5,2 años de seguimiento en promedio, se demostró que había reducción significativa en el riesgo de fracturas vertebrales y de cadera, en ambos ca sos en porcentajes cercanos a 35%. La reducción del riesgo de fracturas fue constante, independiente de la edad o los factores de riesgo (7). La segunda publicación del estudio WHI incluyó algo más de 8.000 mujeres con antecedente de histerectomia quienes fueron divididas de manera aleatoria a recibir diariamente estrógenos conjugados 0,625 m g o placebo. El seguimiento fue mayor, superando los siete años, pero en cuanto a riesgo de fracturas arrojó datos similares. Hay protección para las fracturas de vértebra y de cadera con riesgos relativos que se aproximan a 0,6 en ambos sitios, con intervalos de con fianza que son estadísticamente significativos (8). La tendencia actual es clara hacia la reducción de la do sis de estrógenos en la terapia hormonal de suplencia con el ánimo de minimizar la posibilidad de riesgos asociados y efectos secundarios. Diversos estudios se han adelantado con dosis bajas de estrógenos orales (0,3 mg de estrógenos conjugados o lm g de estradiol) y transdérmicos (25|jg de es tradiol) que han demostrado que son capaces de mantener la masa ósea de manera similar a como lo hacen las dosis usuales. Incluso hay un trabajo que demuestra que dosis menores (llamadas ultrabajas) de 14|jg de estradiol por vía transdérmica son capaces de mantener la masa ósea en la columna y el fémur. Hay que reconocer que aún no hay pu blicaciones que hablen sobre el efecto de estas dosis sobre el riesgo de fractura, pero si se tiene en cuenta el impacto que tiene una mejor densidad mineral ósea sobre la menor posi bilidad de fractura, se espera que el efecto sea benéfico. Si se tiene en cuenta que la terapia hormonal de suplencia se ha asociado con riesgos potenciales, especialmente con in cremento en la posibilidad de carcinoma de mama, hoy se con sidera que el uso de estrógenos no es la primera opción para la prevención o el tratamiento de la osteoporosis. Sin duda, en aquella mujer posmenopáusica reciente, en quien además de prevenir la pérdida de masa ósea se quiere manejar la presen cia de síntomas asociados, como oleadas de calor, la terapia hormonal de suplencia puede ser de gran valor. En todo caso la recomendación precisa es que para utilizarla se debe enmar car de manera adecuada dentro de un esquema de riesgos y beneficios, de manera tal que la mujer y su médico tomen la decisión más apropiada con información adecuada. M o d u l a d o r e s s e l e c t i v o s d e l r e c e p t o r d e ESTRÓGENOS Los moduladores selectivos del receptor de estrógenos (SER- Ms) son medicamentos que han sido utilizados desde la dé cada de los sesentas en diversos escenarios clínicos. Como su nombre lo indica, son capaces de interactuar con el re ceptor de los estrógenos y dependiendo del tejido al que lle guen y los cofactores intracelulares presentes, pueden tener efectos agonistas o antagonistas parciales. Diversas genera ciones de estos compuestos se han estudiado, empezando por el clomifeno y el tamoxifeno, siguiendo por uno de los más evaluados, el raloxifeno y pasando por los más recien tes que aún están en fases II o III de investigación como el lasofoxifeno, el basedoxifeno, el toremifeno y droloxifeno. 598 PARTE IV 8 6 / O ST E O PO R O SIS. DIAGNÓSTICO Y MANEJO T Sobre el metabolismo óseo ya en la década de los noven tas se había demostrado que el tamoxifeno puede ejercer un efecto agonista parcial, similar al de los estrógenos, man teniendo la masa ósea en la columna lumbar. Sobre él se desconocen los efectos que pueda tener sobre riesgos de fractura. La principal aplicación del tamoxifeno está en la quimioprevención y tratamiento coadyuvante del carcino ma de mama y realmente su uso en el manejo de la osteopo rosis no tiene cabida. El raloxifeno es el SERM más estudiado hasta el momen to. Ha demostrado tener un espectro clínico similar al del tamoxifeno y logra reducir la incidencia de cáncer de mama, especialmente en poblaciones de alto riesgo, pero a diferen cia del tamoxifeno no tiene efecto sobre el endometrio. No debe ser utilizado en mujeres recientemente menopáusicas, ya que puede empeorar la sintomatología vasomotora. A nivel óseo el raloxifeno puede interactuar con el recep tor de estrógenos y ejercer un efecto agonista parcial. Esto conduce a que sea capaz de mantener la masa ósea, tanto a nivel lumbar como del cuello femoral, siendo más marcado el efecto a mayor edad de la paciente. En cuanto a riesgo de fracturas los grandes ensayos clínicos han demostrado que el efecto es significativo a nivel vertebral, en donde reduce cerca de 50% el riesgo. En la cadera no se ha demostrado lo mismo, ya que la reducción en el riesgo de fracturas no supera el 5% con intervalos de confianza que no son significativos (9). Se puede pensar que el raloxifeno es una buena alternati va para mujeres posmenopáusicas mayores de 65 años, sin factores de riesgo cardiovascular, carentes de síntomas de la menopausia en quienes se quiere prevenir la pérdida de masa ósea en la columna. En cuanto a los otros SERM no existe aún evidencia que soporte su uso en osteoporosis. T ib o l o n a La tibolona es un compuesto derivado de los gestágenos que luego de pasar por el hígado es transformado en metabolitos capaces de interactuar con receptores de estrógenos, proges terona y andrógenos, lo cual le confiere su perfil farmacológi co y clínico. Además de actuar sobre los receptores es capaz de interferir sobre pasos enzimáticos, de manera tal que pue de alterar las concentraciones locales de estrógenos. Dado que la tibolona es capaz de actuar en los receptores de estrógenos disminuye los síntomas de la menopausia, pero al tener efecto sobre los receptores de progesterona evita el estímulo endometrial. Posiblemente tiene un efecto neutro sobre la mama. Se cree que su efecto sobre el hueso depende de la interacción con receptores de estrógenos y andrógenos. Existen trabajos con seguimiento por más de 10 años que han mostrado que la tibolona es capaz de mantener la masa ósea de manera similar a como lo hacen los estrógenos. En el estudio conocido bajo las siglas OPAL se demostró que la tibolona es equivalente a la dosis usual de 0,625 mg de estró genos conjugados y 2,5 mg de acetato de medroxiprogeste- rona en cuanto al aumento de la masa ósea tanto a nivel de la columna como de la cadera (10). No se dispone de estudios que tengan como desenlace el riesgo de fracturas con el uso de tibolona. Existe una pe queña evidencia indirecta derivada del Estudio del Millón de Mujeres en la que se concluye que el efecto es similar al que ya es conocido de los estrógenos, pero no hay estudios aleatorizados que corroboren dichos hallazgos. B i s f o s f o n a t o s Los bisfosfonatos son análogos sintéticos del pirofosfato que se han convertido en la primera línea de tratamiento de la osteoporosis posmenopáusica y de algunos tipos de osteo porosis secundaria como la inducida por glucocorticoides. Se fijan de manera sostenida a los cristales de hidroxiapatita y por eso tienen efecto prolongado, que en algunos casos se ha calculado puede ser de años. Se considera que su principal efecto es antirresortivo, ya que actúan en la sobrevida de los osteoclastos. Esto lo logra a través de la inhibición de una enzima,la farnesil-sintetasa, con lo cual afecta la formación del citoesqueleto del osteo- clasto, además del borde en cepillo durante el proceso de resorción. Al alterarse la formación del citoesqueleto se fa vorece la apoptosis de los osteoclastos. Posiblemente puede tener algunos efectos sobre el osteoblasto, pero estos aún no son bien establecidos. Aunque los bisfosfonatos pueden ser absorbidos por vía oral, su disponibilidad es muy baja, lle gando a ser inferior a 10%, por lo cual exigen condiciones muy precisas para su ingesta. La mayor parte de sus efectos secundarios se relacionan con el tracto gastrointestinal, en tre los que vale la pena mencionar la esofagitis que en oca siones lleva a la necesidad de suspender el tratamiento. Ya son varias las generaciones de bisfosfonatos que se han utilizado en la práctica clínica y que se han caracteriza do por tener cada vez mayor potencia. El primero en apa recer en la práctica clínica, hace ya casi dos décadas fue el etidronato, compuesto utilizado de manera cíclica y que se caracteriza por ser un compuesto no nitrogenado; a través de su metabolismo se convierten en tóxicos para el ATP. Los estudios realizados con el etidronato a lo largo de la década de los noventa demostraron que es capaz de mantener la masa ósea de la cadera y la columna y de disminuir de ma nera significativa el riesgo de fractura vertebral, más no el de cadera. Se acumula por tiempo prolongado en el hueso y no debe utilizarse de manera continua ya que puede condu cir a la aparición de osteomalacia, por lo que se recomienda utilizarlo de manera cíclica durante dos semanas con perío dos de descanso de 3 meses (11). El alendronato, un bisfosfonato nitrogenado, ha sido el más utilizado y estudiado hasta el momento. Los estudios iniciales utilizaron dosis diarias que oscilaron entre 5 y 20 mg diarios en mujeres posmenopáusicas con fractura vertebral prevalente y demostraron al cabo de 3 años un incremento importante de la masa ósea, cercano a 9% en la columna y a 6% en el cuello femoral con reducción significativa en el riesgo de nuevas fracturas vertebrales, llegando hasta 48%. Algunas pacientes del estudio inicial han sido seguidas hasta por 10 años y se ha demostrado que el efecto es sostenido. Posteriormente se hicieron estudios de no inferioridad con la dosis actualmente recomendada, de 70 mg diarios (12). El estudio más grande, aleatorio y controlado, que ha evaluado los efectos del alendronato se conoce bajo las si glas FIT (del inglés Fracture Intervention Trial). El estudio in cluyó dos tipos de mujeres aleatorizadas a recibir alendro nato, uno de 2.027 con fractura vertebral pervalente y otro GINECOLOGÍA 599 GINECOLOGÍA Y OBSTETRICIA BASADAS EN LAS NUEVAS EVIDENCIAS T de 4.432 con baja masa ósea pero sin evidencia de fractura. Al cabo de 3 y 5 años de seguimiento respectivamente en cada grupo, se demostró reducción de 48% en el riesgo de una fractura vertebral y cercana a 50% en la posibilidad de una fractura de cadera, llegando a 28% la disminución en la posibilidad de cualquier tipo de fractura no vertebral (13). El risedronato es otro bisfosfonato del grupo de los nitro genados que ha sido ampliamente evaluado. Los estudios iniciales conducidos con este fármaco se adelantaron bajo las siglas de VERT. Evaluaron la aparición de nuevas fracturas en mujeres posmenopáusicas con fracturas vertebrales preva- lentes con dosis diarias de 2,5 y 5 mg de risedronato. Ya des de el primer año se demostró reducción aproximada de 60% en la incidencia de nuevas fracturas vertebrales, efecto que perduró a lo largo de los 3 años de seguimiento en un nivel cercano a 50%. Estos estudios no evaluaron el riesgo de frac turas no vertebrales. Posteriormente se llevó a cabo el estudio HIP, diseñado para evaluar el riesgo de fractura de cadera. El diseño incluyó cerca de 10.000 mujeres posmenopáusicas y luego de 3 años de evaluación se concluyó que 5 mg diarios de risedronato lograban reducir en cerca de 30% la inciden cia de una fractura de cadera en mujeres con diagnóstico de osteoporosis, especialmente en aquellas que tenían fractura vertebral previa. Posteriormente se adelantaron estudios de no inferioridad para llegar a la dosis de 35 mg semanales que es la que se utiliza en la actualidad (14,15). El ibandronato es otro bisfosfonato nitrogenado de apa rición relativamente reciente. Los estudios clínicos iniciales demostraron que, tanto la dosis de 2,5 mg diarios como las dosis intermitentes mantenían la masa ósea. Al mirar el efecto sobre la reducción de fracturas se demostró que se lo graba una disminución de 62% en la incidencia de fracturas vertebrales. Los estudios llevados a cabo con ibandronato no han sido diseñados para mirar el efecto sobre riesgo de fractura de cadera, pero se ha inferido que éste se logra tam bién de manera significativa. Posteriormente se han adelan tado estudios de no inferioridad que han llevado a concluir que efectos similares sobre la masa ósea se logran con dosis de 150 mg mensuales por vía oral o 3 mg endovenosos cada 3 meses. Se cree que al disminuir la frecuencia de adminis tración del medicamento es posible lograr una mejor adhe rencia al tratamiento (16,17). Recientemente, se han publicado los resultados de los es tudios adelantados con el ácido zoledrónico, bisfosfonato po tente y de larga acción que puede ser administrado por infu sión endovenosa de manera anual. Inicialmente fue utilizado para el manejo de osteoporosis asociada a neoplasias, pero se ha extendido su uso a la osteoporosis posmenopáusica. El trabajo aleatorizó a 3.889 mujeres a recibir una infusión de 5 mg de ácido zoledrónico y las comparó con placebo; luego de 3 años de seguimiento evaluó la incidencia de fracturas ver tebrales y de cadera. Luego de este tiempo demostró reducir el riesgo de fracturas vertebrales en 70% y de cadera en 41%, efectos que son significativos y que por esa razón aparece éste como un medicamento prometedor para el futuro (18). Si bien es cierto que hoy se debe considerar que los bis- fosfonatos se han convertido en la primera línea de trata miento de la osteoporosis posmenopáusica, no deja de ha ber preocupación por la posibilidad de efectos secundarios y riesgos. Hoy está sobre el tapete la discusión de por cuan to tiempo utilizar los bisfosfonatos, dado que permanecen unidos a los cristales de apatita por largos períodos en el hueso. Si se tienen en cuenta los resultados arrojados por los estudios con alendronato, se sabe que se pueden utilizar por 5 años y que al suspenderlos se mantendrá el efecto sobre la masa ósea por largo tiempo. Un aspecto que ha generado controversia y preocupación en los últimos años es la posible asociación del uso de bisfos fonatos con aparición de necrosis de la mandíbula. Hay que tener presente que la mayoría de casos se ha relacionado no sólo con el uso prolongado sino con neoplasias malignas y con factores de riesgo para enfermedad periodontal. Siem pre se deberá estar atento a esta posibilidad, especialmente cuando haya intervenciones odontológicas de manera tal que pueda detectarse y manejarse a tiempo. C a l c it o n in a La calcitonina es una hormona producida en la glándula tiroides y que interviene en el metabolismo del calcio. Aun que no se conoce totalmente su mecanismo de acción, se cree disminuye la resorción ósea al afectar el borde en cepillo de los osteoclastos. Puede ser utilizada por vía nasal (200 UI diarias) o subcutánea (50 UI diarias), pero al ser extraída del salmón, existe la posibilidad de reacciones anafilácticas. A pesar de la gran cantidad de años que se ha utilizado la calcitonina, no es mayor el respaldo que tiene en la eviden cia científica. El incremento que se observa de la densidad mineral ósea es modesto comparado con las otras terapias, llegando a ser cercano a 3% en la columna lumbar luego de 24 meses de seguimiento. Se ha evaluado de manera retros pectiva el efectosobre fracturas y se cree que puede haber una reducción cercana a 40% en la incidencia de fractura de cadera. El riesgo de fracturas vertebrales con el uso de cal citonina fue evaluado de manera prospectiva con el estudio PROOF que incluyó 1255 mujeres posmenopáusicas, algu nas con fractura vertebral prevalente; al cabo de 3 años con 200 UI diarias por vía subcutánea demostró una reducción de 36% en la incidencia de nuevas fracturas. En este último estudio no se demostró eficacia para las fracturas no verte brales, aunque el diseño y el número de mujeres incluidas no buscaban tal desenlace (19). Una de las ventajas que se aduce puede tener la calcitoni- na es un potente efecto analgésico, especialmente en aquellas mujeres que cursan con dolor asociado a fracturas vertebrales y fenómenos de alta resorción ósea, como en casos de metás tasis óseas. Se desconoce a través de qué mecanismo se logra el efecto sobre el dolor, aunque se postula que puede ser al gún efecto central sobre la liberación de opioides endógenos. F l u o r u r o s El flúor es un elemento que actúa como anabólico y que ha sido utilizado por casi cuatro décadas. Desde el comienzo demostró incrementos muy importantes en la masa ósea en la radiografía de individuos osteopénicos, por lo cual se creyó que podría tener gran impacto sobre el riesgo de frac turas. Durante los primeros lustros se utilizó en forma de fluoruro de sodio en dosis altas, de 75 mg diarios. 600 PARTE IV 8 6 / O ST E O P O R O SIS. DIAGNÓSTICO Y MANEJO T La evidencia ha sido de todo menos benévola con el flúor. Si bien es cierto que se han demostrado incrementos muy importantes en los niveles de densidad mineral ósea, que a nivel de la vértebra pueden aproximarse a 15% al cabo de 4 años, no se ha demostrado una mejoría importante sobre el riesgo de fracturas. Por el contrario, pareciera existir un mayor número de fracturas no vertebrales, posiblemente re lacionadas con dos cambios en el metabolismo del hueso: la osteomalacia y la osteopetrosis. En un metanálisis publicado que alcanzó a totalizar 1.429 mujeres de 11 estudios demuestra que hay incrementos sig nificativos en la masa ósea de la columna y el fémur. En cuanto a la fractura vertebral al cabo de dos años el riesgo relativo es de 0,87 y luego de 4 años de 0,9; en ninguno de los dos casos los intervalos de confianza fueron estadística mente significativos. Respecto a las fracturas no vertebra les al cabo de dos años no hubo reducción, pero luego de 4 años hubo incremento con un riesgo relativo de 1,85 (IC 95%, 1,36-2,50). La explicación que se ha dado a estos resul tados es que aunque se logra el incremento en la masa ósea, se altera la mineralización, por lo cual el hueso es frágil y en lugar de reducir aumenta el riesgo de fractura (20). En años más recientes se ha utilizado otro tipo de com puesto, el monofluorofosfato, en dosis más bajas y general mente asociado a otros compuestos, bien sea vitamina D, terapia hormonal de suplencia o raloxifeno. Aunque parece que de esta forma no compromete la mineralización y po dría tener efecto benéfico sobre el riesgo de fracturas, los resultados son aún preliminares y sin el suficiente respaldo en la evidencia como para recomendar su uso. H o r m o n a p a r a t ir o id e a ( T e r ip a r a t id e ) La hormona paratiroidea (PTH) fisiológicamente es produ cida en las glándulas paratiroides e interviene en el metabo lismo del calcio y el fósforo. Su secreción es controlada por los niveles circulantes de calcio, siendo estimulada cuando el calcio sérico es bajo. A su vez la PTH aumenta la reab sorción renal de calcio y favorece la absorción intestinal del mismo. Dependiendo de la edad, el tipo de hueso y la con centración sérica, la PTH puede ser catabólica o anabólica. Mientras haya secreción persistente y elevada tiene un efec to catabólico sobre el recambio óseo, mientras que cuando ésta es leve y en forma pulsátil el efecto es anabólico. Gracias a la tecnología recombinante hoy se dispone de un fragmento del extremo amino-terminal de la PTH (hPTH 1-34), péptido que es conocido como teriparatide. Se utiliza en forma de inyecciones subcutáneas diarias y ha demostra do tener un potente efecto anabólico. A diferencia de lo que sucede con el flúor, mejora la mineralización y mantiene la arquitectura normal del hueso. El aumento en la deposición de osteoide en cada unidad de remodelación hace que au mente el número, el grosor y la conexión entre las trabécu- las, con lo que se logra el efecto anabólico. El tratam iento con teriparatide ha m ostrado que en el corto tiem po dism inuye de m anera significativa los m ar cadores de resorción ósea, m ientras increm enta los de form ación y aum enta de m anera significativa la densi dad m ineral. El aum ento en la densidad m ineral ósea es dependiente de la dosis y es m áximo durante los prim e ros 18 m eses, llegando a ser hasta de 14% en la columna al cabo de 3 años de tratam iento. La evidencia respecto al riesgo de fracturas ha mostrado una reducción significativa con dosis de 20 y 40 jag diarios. En mujeres con fractura vertebral prevalente la dosis de 20 |jg redujo en 65% la posibilidad de una nueva fractura, mientras que las fracturas no vertebrales disminuyeron en 53%. El efecto puede verse algo disminuido en pacientes que previamente han recibido bisfosfonatos, ya que éstos pueden disminuir de manera marcada el metabolismo óseo, necesario para la acción del teriparatide (21). En animales de experimentación se ha demostrado la aparición de osteosarcoma, lo cual no ha sido repetido en humanos. En todo caso, ante la duda no se recomienda su uso por más de 2 años. E s t r o n c i o El estroncio es un metal alcalino descubierto desde finales del siglo XIX en algunas minas en Inglaterra. Dado su pa recido con el calcio, desde hace varias décadas se describió en animales que podría fijarse rápidamente al hueso y por ende tener algún efecto sobre la osteoporosis. El problema radicaba en cómo lograr un compuesto estable que pudiese ser absorbido, lo cual se encontró al asociar dos moléculas de ácido ranélico. Se dice que su mecanismo de acción es dual ya que actúa tanto sobre los osteoclastos como sobre los osteoblastos. A nivel del preosteoblasto el estroncio es capaz de interactuar con el receptor extracelular sensor del calcio (CaR). Al unirse a este receptor activa vías relacionadas con la proliferación, como son la c-fos y la egr-1, haciendo que se diferencien más células hacia osteoblastos maduros. También induce la sín tesis de prostaglandinas, a través de la vía de la COX-2, con lo cual aumenta la cantidad de osteoblastos. El efecto del estroncio sobre el osteoclasto es mediado por la vía RANK- RANKL-OPG. Los estudios de laboratorio han demostrado que regula hacia abajo la expresión de RANK, mientras que estimula la síntesis de osteoprotegerina en los osteoblastos. Al favorecer el balance OPG-RANKL favorece la apoptosis de los osteoclastos. Es importante tener en cuenta que a pe sar de tener efecto antirresortivo y anabólico, las biopsias demuestran que no altera la mineralización ósea. Luego de los estudios preclínicos que concluyeron que la dosis recomendada es de 2 gm diarios, se han adelanta do estudios aleatorios y controlados que como caracterís tica común exhiben que la población seleccionada ha sido de alto riesgo para fracturas. En ellos se ha demostrado un efecto importante sobre el incremento de la masa ósea, que en parte puede deberse a que el resultado de la densito metría no sea nada diferente que una mayor captación de estroncio que de calcio, por lo cual lo importante es anali zar el efecto sobre el riesgo de fracturas. El primero de esos estudios, rotulado bajo las siglas SOTI, buscó el efecto del estroncio sobre el riesgo de fracturas vertebrales. Tuvo en cuenta 1.442 mujeres para el análisis de intención de tratar y aunque publicó unos datos preliminaresa los 36 meses, el seguimiento continuó hasta completar 5 años. Aunque des de el primer año ya se demostró una reducción significativa en el riesgo de nuevas fracturas vertebrales en pacientes con GINECOLOGÍA 601 GINECOLOGÍA Y OBSTETRICIA BASADAS EN LAS NUEVAS EVIDENCIAS T fracturas prevalentes, éste fue sostenido a lo largo de los 3 primeros años, llegando a ser de 41%. El análisis realizado a los 4 años demuestra que el efecto perdura y la reducción sobre todas las fracturas vertebrales es de 33% (22). A su vez el estudio TROPOS fue diseñado para valorar el efecto del ranelato de estroncio sobre el riesgo de frac turas no vertebrales. Incluyó algo más de 5.000 que fueron asignadas de manera aleatoria a recibir estroncio o placebo por un lapso de 5 años. El grupo de mujeres seleccionadas fue de alto riesgo para fracturas no vertebrales, o sea mayo res de 74 años o aquellas entre 70 y 74 años con factores de riesgo adicionales para osteoporosis. En todas se confirmó el diagnóstico de osteoporosis por densitometría. Desde el comienzo se observó una disminución significativa en el riesgo de todas las fracturas no vertebrales, que en prome dio fue de 16% a los 3 años y se mantuvo en 15% al cabo de 5 años de tratamiento. Cuando se analiza el grupo de mayor riesgo, que tenía un score T inferior a -3,0 DS la reducción del riesgo de fracturas fue de 24%. En cuanto al riesgo de fracturas de cadera en el grupo total la disminución fue de 15% pero su intervalo de confianza no fue significativo (IC 95%, 0,65-1,19), dato interpretado por los autores secunda rio a falta de poder del estudio para analizar este tipo de fracturas. Pero al mirar la población de mayor riesgo para fractura de cadera, la reducción fue significativa (RR 0,64, IC Figura 3. Riesgo de fracturas vertebrales con las diferentes terapias farmacológicas. 95%, 0,412- 0,997). Aunque no era el desenlace buscado, el estudio TROPOS confirmó los hallazgos sobre la reducción del riesgo de fractura vertebral (23). Dentro de los subanálisis que se han realizado de estos estudios se han encontrado datos interesantes. En primer lugar vale la pena destacar que se ha demostrado una re ducción significativa del riesgo de fracturas vertebrales en mujeres con diagnóstico de osteopenia, que llega a ser de 62% en aquellas que tienen fractura vertebral prevalente y de 72% en aquellas que no tenían fractura previa. Un grupo interesante que se ha analizado es el de pacientes entre 80 y 100 años de edad, que alcanzó a ser de 1.488 mujeres. En ellas se demostró reducción del número de fracturas verte brales y no vertebrales desde el primer año de tratamiento (59 y 41% respectivamente) y se mantuvo a lo largo de 3 años (32 y 31% respectivamente) (24). En general el estroncio es bien tolerado incluso en el adulto mayor y los principales efectos secundarios son de tipo gas trointestinal, entre los que predomina la diarrea. Si bien es cierto que en las publicaciones iniciales se habló de la posibi lidad de incremento en el riesgo de trombosis venosa profun da, éste no fue ratificado con el seguimiento posterior. Se han descrito reacciones alérgicas que obligan a la suspensión del tratamiento. Dado su mecanismo de absorción se recomienda su administración en la noche alejado de las comidas. e s t r o n c i o W T o r i p s r a t l d o H i — 1 F l u o r u r o — — A l r t n d r a n n H x 1 - ® - —1 R a l o x i f e n o M 1 T M S 1 ■ < C s t r ¿ 9 « n o » h ® — 1 O 1 2 3 Figura 4. Riesgo de fracturas no vertebrales con las diferentes tera pias farmacológicas. 602 PARTE IV 8 6 / O ST E O PO R O SIS. DIAGNÓSTICO Y MANEJO T C o n c l u s i o n e s Hay que reconocer que la osteoporosis es la epidemia silen ciosa del tercer milenio que afecta una franja importante de la población de mujeres posmenopáusicas. El derrotero que debe guiar al médico es el de la prevención, especialmente de las fracturas, por lo cual es indispensable tener en mente los di versos factores de riesgo que conducen a que aparezca esta en fermedad, de manera tal que pueda ser reconocida de manera precoz. Aunque no hay en la actualidad un método diagnósti co que pueda ser utilizado de manera masiva como tamizaje, sí existe la forma de hacer una aproximación diagnóstica. Hoy se dispone de gran cantidad de alternativas terapéuti cas soportadas en la evidencia científica que han demostrado bondades no sólo en incremento de la densidad mineral ósea, sino en la disminución significativa en el riesgo de fracturas, incluso en mujeres que ya han tenido fracturas previas. Por lo tanto, lo importante es romper el paradigma que la osteopo rosis es una enfermedad crónica intratable, porque hoy existe la forma de mejorar la calidad de vida de las pacientes. R e f e r e n c i a s 1. Straub RH, Hense HW, Andus T, Scholmerich J, Riegger GA, et al. Hormone replacement therapy and interrelation between serum interleukin-6 and body mass index in postmenopausal women: a population-based study. J Clin Endocrinol Metab 2000; 85:1340-4. 2. Marie PJ. Strontium ranelate: new insights into its dual mode of action. Bone 2007; 40: S5-S8. 3. American Association of Clinical Endocrinologists. Medi cal guidelines for clinical practice for the prevention and management of postmenopausal osteoporosis. Endocrine Practice 2001; 7: 293. 4. http://www.shef.ac.uk/FRAX/tool_SP.jsp. Visitado 15 de marzo de 2008. 5. Wrting Group for the PEPI Trial. Effects of hormone therapy on bone mineral density: results from the postmenopausal estrogen/ progestin interventions (PEPI) trial. JAMA 1996; 290:1729-38. 6. Torgerson DJ, Bell-Syer SE. Hormone replacement therapy and prevention of nonvertebral fractures: a meta-analysis of rando mized trials. JAMA 2001; 285: 2891-97. 7. The Writing Group for the Women's Health Initiative Investi gators. Risks and benefits of estrogen plus progestin in healthy postmenopausal women. Principal results from the Women's Initiative randomized controlled trial. JAMA 2002; 288: 321-33. 8. The Women's Health Initiative Steering Committee. Effects of conjugated equine estrogen in postmenopausal women with hysterectomy. JAMA 2004; 291:1701-12. 9. Ettinger B, Black DM, Mitlak BH, Knickerbocker RK, Nickelsen T, et al. Reduction of vertebral fracture risk in postmenopausal women with osteoporosis treated with raloxifene: results from a 3-year randomized clinical trial. Multiple Outcomes of Raloxife ne Evaluation (MORE) Investigators. JAMA 1999; 282: 637-45. 10. Banks E, Veral B, Reeves G, Balkwill G, Barnes I. Fracture inci dence in relation to the pattern of use of hormone replacement therapy in postmenopausal women. JAMA 2004; 291: 2212-20. 11. Cranney A, Guyyat G, Krolicki N, Welch V, Griffith L, et al. A meta-analysis of etidronate for the treatment of postmenopau sal osteoporosis. Osteoporos Int 2001; 12:140-51. 12. Liberman U, Weiss S, Broil J, Minne HW, Quan H, et al. Effect of oral alendronate on bone mineral density and the incidence of fractures in postmenopausal osteoporosis. The Alendronate Phase III Osteoporosis Treatment Study Group. N Engl J Med 1995; 333:1437-43. 13. Black DM, Cummings SR, Karpf DB, CAuley JA, Thompson DE, et al. Randomised trial of effect of alendronate on risk of fracture in women with existing vertebral fractures. Fracture Intervention Trial Research Group. Lancet 1996; 348:1535-41. 14. Harris S, Watts N, Genant H, McKeever CD, Hangartner T, et al. Effects of risedronate treatment on vertebral and nonverte bral fractures in women with postmenopausal osteoporosis: a randomized controlled trial. Vertebral Efficacy with Risedrona te Therapy (VERT) Study Group. JAMA 1999; 282:1344-52. 15. Reginster J, Minne H, Sorensen OH, Hooper M, Roux C. Ran domized trial of the effects of risedronate on vertebral fractures in women with established postmenopausal osteoporosis. Ver tebral Efficacy with Risedronate Therapy (VERT) Study Group. Osteoporos Int2000; 11: 83-91. 16. Chesnut III CH, Skag A, Christiansen C, Recaer R, Stakkestad JA, et al. Effects of oral ibandronate administered daily or in termittently on fracture risk in postmenopausal osteoporosis. J Bone Miner Res 2004; 19:1241-9. 17. Millar P, McClung M, Macovei L, Stakkestad JA, Luckey M, et al. Monthly oral ibandronate therapy in postmenopausal osteo porosis: 1-year results from the MOBILE study. J Bone Miner Res 2005; 20(8): 1315-22 18. Lyles KW, Colón-Emeric CA, Magazines JS, Adachi JD, Pieper CF, et al. Zoledronic acid and clinical fractures and mortality alter hip fracture. New Engl J Med 2007; 357:1799-809. 19. Chesnut CH, Silverman SL, Andriano K, Genant H, Gimona A, et al. A randomized trial of nasal spray salmon calcitonin in postmenopausal women with established osteoporosis: the prevent recurrence of osteoporotic fractures study. PROOF Stu dy Group. Am J Med 2000; 109: 267-76. 20. Haguenauer D, Welch V, Shea B, Tugwell P, Adachi JD, Wells G. Fluoride for the treatment of postmenopausal osteoporotic fractures: a meta-analysis. Osteoporos Int 2000; 11: 727-38. 21. Neer RM, Arnaud CD, Zanchetta JR, Prince R, Gaich GA, et al. Effect of parathyroid hormone (1-34) on fractures and bone mineral density in postmenopausal women with osteoporosis. New Engl J Med 2001; 344:1434-41. 22. Meunier PJ, Roux C, Seeman E, Ortolani S, Badurski JE, et al. The effects of strontium ranelate on the risk of vertebral frac ture in women with postmenopausal osteoporosis. New Engl J Med 2004; 350: 459-68. 23. Reginster JY, Seeman E, De Vemejoul MC, Adami S, Compston J, et al. Strontium ranelate reduces the risk of nonvertebral frac tures in postmenopausal women with osteoporosis: Treatment of Peripheral Osteoporosis (TROPOS) Study. 24. Seeman E, Vellas B, Benhamou C, Aquino JP, Semler J, et al. Strontium ranelate reduces the risk of vertebral and nonverte bral fractures in women eighty years of age and older. J Bone Miner Res 2006; 21:1113-20. GINECOLOGÍA 603 http://www.shef.ac.uk/FRAX/tool_SP.jsp Botón50:
Compartir