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!Detene la diabetes! - Martin, Pablito

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Pablito Martín - Pablo de la Iglesia
¡Detené la diabetes!
Alimentación consciente para mejorar
la calidad de vida
Grijalbo
2
Advertencia: No todos los recursos descriptos en este trabajo están disponibles en
todos los países donde el libro es distribuido; la intención de los autores es poner a
disposición conocimientos útiles que luego deberán ser seleccionados y conjugados
armoniosamente según la disponibilidad de los mismos y el consejo del profesional
que le atienda.
Es fundamental que las personas con esta enfermedad no abandonen las formas
comprobadas de gestionarla, desde una dieta saludable hasta el ejercicio regular y
medicamentos cuando sea necesario; las sugerencias aquí brindadas pueden ser muy
eficaces y en casi todos los casos habrá que regular la dosis de fármacos o insulina
para ir adecuándolos a la nueva realidad fisiológica, razón por la cual la supervisión
médica o de un profesional calificado es indispensable.
Este libro se ha realizado a título informativo y no pretende brindar asesoramiento
médico o legal; cualquier cambio en la dieta o el estilo de vida queda bajo
responsabilidad del lector.
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Introducción
Los enfermos de diabetes no se curan porque
la medicina tradicional antidiabetes utiliza métodos
empíricos y obsoletos que solo atacan los síntomas.
DOCTOR JACOB SWILLING
Desde los medios nos bombardean con la noticia de que el número de individuos
con diabetes crece sin parar en todo el mundo, mientras que llamativamente se
sostiene que los tratamientos para la enfermedad están evolucionando. Difícil de
comprender cómo se llega a esta ecuación cuando vemos que hay cada vez más
diabéticos y están cada vez más enfermos, más gordos, más dependientes de las
medicinas farmacológicas y de los gastos que estas implican.
Pero tenemos buenas nuevas para quienes se informan con más cuidado en la
selección de noticias. La información nos está cambiando la vida si pertenecemos al
grupo de quienes la utilizan a su favor. Hace unos años afirmar que la diabetes era
curable era una herejía, hoy en día, quienes nos movemos en los ambientes naturistas,
sabemos que hay muchos testimonios que lo atestiguan. Y por supuesto, prevenirla de
manera efectiva es una posibilidad accesible para quien decide hacerse cargo de su
salud.
La realidad es que los métodos alopáticos para tratar la diabetes no están
funcionando y hablar de curarla es impensable dentro de la lógica imperante. En
cambio, desde la medicina natural hay varios enfoques que sí funcionan mucho mejor y
le abren una puerta de esperanza y motivación a millones de diabéticos en el mundo y
a sus familias que pueden ilusionarse con ver a sus seres queridos libres de los
sufrimientos, las molestias y los gastos que acarrea esta enfermedad.
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Lo que tenemos que comprender, y esto es una realidad absolutamente contundente,
es que los tratamientos farmacológicos de la corriente oficial no abordan las causas de
la enfermedad y apenas lo hacen con los síntomas. Poniéndolo simple: ante un agujero,
un parche.
No hay un camino único. La integración entre la ciencia y las diferentes escuelas
médicas tradicionales nos permite investigar, integrar, experimentar y compartir como
nunca lo habíamos hecho. ¡Y está dando sus frutos! Más y más personas, entre quienes
padecen diabetes y otras enfermedades, así como en la creación de salud y bienestar,
estamos yendo más allá de los límites que conocíamos y a una velocidad inimaginable.
No podemos afirmar que es curable en todos los casos, pero tampoco podemos
negarlo ni negarle a nadie la oportunidad de intentarlo; en cualquier caso, si el
resultado no fuera el que esperamos, sin ninguna duda toda persona que aplique
consistentemente los consejos vertidos en este libro, mejorará el curso de la
condición que padece y, además, su estado de salud general.
La nutrición ortomolecular, la medicina biológica y la alimentación consciente nos
brindan la posibilidad de sumar alternativas que nos ayudarán a aumentar la
producción de insulina, reducir los niveles de glucosa en la sangre, desintoxicar el
organismo, proteger los órganos del sistema cardiovascular, renal y nervioso, prevenir
efectivamente la diabetes entre quienes están en el grupo de riesgo y, en definitiva,
mejorar notablemente nuestra calidad de vida.
Tratándose de personas con diabetes hoy podemos definirlas en dos tipos: aquellas
que se informan únicamente por los canales masivos y condicionados por la medicina
social promedio, y aquellos que se hacen cargo de su salud y buscan alternativas que
mejoren el curso de su enfermedad más allá de los consejos médicos establecidos.
Todas las estrategias que les presentaremos son recetas caseras, utilización
inteligente de alimentos comunes, hierbas medicinales y complementos de venta libre
o consejos relativos al estilo de vida que no requieren supervisión especial y pueden
complementarse con cualquier tratamiento que ya se esté realizando. Eso sí, se trata de
herramientas muy efectivas y será necesario que mantenga los controles sugeridos por
su médico para regular adecuadamente los niveles de cualquier droga o dosis de
insulina que momentáneamente esté tomando... es muy probable que pronto no necesite
más de ellos.
Aún hoy, para el diabético, esta enfermedad es una preocupación a largo plazo
porque se cree que no tiene remedio y cada vez irá peor con el paso de los años. ¡No
es así! Ahora sabemos que tenemos una gran capacidad de control y si se toman los
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recaudos oportunos, en el mejor de los casos es posible aspirar a una curación, o,
eventualmente, transformar la enfermedad en una gran oportunidad para acceder a un
nivel de bienestar superior y mantener a raya los deterioros típicos del promedio de
los enfermos.
El diabético también sabe que tiene otros problemas. Probablemente esta
enfermedad no lo mate, pero pueda acabar con la integridad de su corazón y sus
arterias. El riesgo de padecer ataques al corazón o derrames cerebrales son la causa
de muerte prematura más corriente a la que se enfrenta esta comunidad; por supuesto,
si a esto le sumamos exceso de peso, colesterol elevado, hipertensión, sedentarismo o
tabaquismo, la situación se complica. Pero todo diabético mínimamente informado
sabe por su médico y por los medios de comunicación, que tiene en sus manos la
posibilidad de trabajar para prevenir estas complicaciones en buena medida; pues
bien, en este libro brindaremos más recursos para garantizar una óptima calidad de
vida. ¡Hacete ilusiones! ¡Llenate de expectativas! ¡Y ponete en acción! Porque si lo
hacés, tu vida cambiará radicalmente, ¡para bien!
Y así como hablamos de la amenaza que se yergue sobre el sistema cardiovascular,
vemos otras que lo hacen sobre el sistema nervioso o los riñones. También, en estos
aspectos hay avances en el conocimiento que si los llevás consistentemente a la
práctica te ayudarán a vos y a miles de personas a vivir mejor dependiendo cada vez
menos de las drogas farmacológicas o a no depender ya en absoluto.
Las personas que padecen diabetes tipo 2 o predisposición a ella verán resultados
asombrosos en su vida; quienes tienen diabetes tipo 1 podrán reducir su dependencia
de la insulina o incluso olvidarse de ella para siempre... en tanto se cuiden con un
estilo de vida saludable como el que aquí proponemos. ¡Hay que intentarlo! No hay
nada que perder con ello, pues, en el peor de los casos, no solo esta enfermedad, sino
nuestro bienestar integral mejorará notablemente.
Lo hemos hablado en otros libros y nuestros lectores frecuentes sabrán que estamos
convencidos de que la mayoría de las enfermedades se producen esencialmente debido
al tóxico estilo de vida que llevamos en la actualidad; lo que determina que unos
enfermen de artritis, psoriasis, diabetes o cualquier otra enfermedad se debe a una
predisposición determinada en mucho menor medida por los genes u otros aspectos de
la biología. El primer paso hay que darlo en el sentido de promover un estilo de vida
que favorezca la salud evitando, en la mayor medida posible, el excesotóxico al que
hoy estamos sometidos.
Por sobre todas las cosas, lo que nosotros buscamos es ayudar al organismo a hacer
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lo que sabe hacer naturalmente y de la mejor manera: crear salud. Y esto es igual para
un diabético o para cualquier otra persona como estrategia básica: llevar una dieta
natural con el mínimo de alimentos procesados, elegir mayoritariamente alimentos
alcalinos, desintoxicar los tejidos, elevar los niveles de energía, desparasitar,
recomponer la flora intestinal, controlar las infecciones fúngicas... Luego, por
supuesto, dar un paso más con estrategias específicas para la enfermedad, pero que
nadie se equivoque, se trata de una cosa y la otra; no es cuestión de tomar una infusión
de hierbas, seguir comiendo azúcar y harinas refinadas y esperar que llueva maná.
La alimentación consciente es el primer paso. Debemos retomar el uso de lo que
nuestro amigo Néstor Palmetti llama “alimentos fisiológicos”: frutas, verduras y
semillas como eje principal de la dieta; luego podemos considerar algunas otras
opciones en menor medida como los cereales integrales o las legumbres. Y mantener a
raya los alimentos que no son fisiológicos, tales como las carnes, los lácteos, las
harinas refinadas, el azúcar y otros engendros artificiales como los aceites
hidrogenados, los edulcorantes artificiales o el glutamato monosódico.
Una vez organizada nuestra cocina para una alimentación consciente, también
podemos recurrir a una serie de elementos que hemos llamado “medicalimentos y
vitanutrientes”, es decir, elementos nutricionales portadores de propiedades
extraordinarias que generarán un alto impacto en nuestro bienestar.
Si padecés diabetes, se debe a que el páncreas está dañado o impedido por alguna
razón para producir suficiente insulina; asimismo puede ocurrir que las células no
puedan metabolizar adecuadamente la glucosa. Las causas pueden ser muchas
(carencias nutricionales, estilo de vida inadecuado, saturación toxémica, acidez,
parásitos, cándida...) y generalmente concurrentes, por eso debemos abordarlas a
todas de manera holística y simultánea.
El soporte esencial de cualquier estrategia es la alimentación. Esta necesariamente
debe ser atóxica, alcalina, enzimática y nutritiva. No hay un método estricto, pero sí
debemos vigilar estas condiciones para que marquen profundamente nuestro estilo de
vida; podemos abrazar enfoques revolucionarios como los que propone el doctor
Gabriel Cousens adhiriendo a una dieta basada exclusivamente en alimentos crudos,
una de enfoque más amplio que se oriente al higienismo, la macrobiótica o el
naturismo clásico, pero siempre teniendo presente que nuestro norte nos indica estar
orientados a estos cuatro puntos y alejándonos de la acidez, las toxinas, los alimentos
desvitalizados y vacíos de nutrientes.
Una de las cosas que debemos tener claro es que las empresas farmacéuticas y
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alimentarias están para ganar dinero, nuestra salud no es su prioridad. Un ejemplo es
la conspiración, manipulación y bloqueo que vienen haciendo contra la stevia
rebaudiana, una hierba que tiene propiedades endulzantes acalóricas y, como si esto
fuera poco, capacidad medicinal para mejorar la diabetes y otras enfermedades como
la hipertensión o la obesidad.
El doctor John Rengen Virapen, ex ejecutivo de una de las empresas farmacéuticas
más grandes del planeta, y el doctor Richard J. Roberts, galardonado con el Premio
Nobel de Medicina, son apenas dos de las destacadas figuras del mundo de la ciencia
y los negocios que se han animado a exponer que las farmacéuticas bloquean los
fármacos que curan porque no son rentables y que la industria alimentaria hace algo
similar al ofrecer sistemáticamente alimentos que enferman. Los diabéticos son uno de
los colectivos que más alto precio pagan por esta conspiración y es necesario que se
informen para sortear las trampas que la sociedad de consumo pone en su camino
hacia la búsqueda legítima de la salud integral.
Un diabético o un prediabético debe considerar una estrategia integral que mejore el
funcionamiento del páncreas, su estado emocional, los órganos encargados de
desintoxicar el organismo y los patrones fisiológicos generales que sostienen su
bienestar. ¡Nosotros te brindaremos las piezas para armar este puzzle! Vos tendrás que
hacer el esfuerzo personal de organizarlas de tal modo de ir armándolo de acuerdo a
tus propias necesidades, gustos y posibilidades; debés ir experimentando cómo
reacciona tu organismo, evaluando los resultados e ir dando pasos rítmicos y de
manera consistente. En otras palabras: te brindamos las herramientas, vos decidís
cómo y cuándo utilizarlas.
Realmente hoy la paleta de recursos es tan amplia y las posibilidades de crear salud
tan generosas, que estamos conscientes de que han quedado fuera de este libro muchas
alternativas, tanto de los enfoques clásicos como de la vanguardia de la investigación
y que bien podrían hacer una diferencia notable en la calidad de vida de los diabéticos
y satisfacer las diversas necesidades que puede presentar cada individuo con sus
peculiares características; tal vez los temas que quedan pendientes sean la excusa para
otro libro que profundice esta reevolución de la salud que está dando la buena batalla
contra esta pandemia sin control. La salud es una ecuación que debe dar un resultado
determinado y nosotros les hemos brindado una fórmula dietética y algunas
alternativas complementarias eficientes; pero, definitivamente, no las únicas. Aun así,
este trabajo es un compendio de muchas de las herramientas más poderosas que hoy se
pueden disponer y siempre el lector puede ampliar con la lectura de nuestras otras
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publicaciones que en conjunto suman una quincena de libros con maravillosa
información transformadora.
Esperamos buenas noticias relatando tus éxitos con un estilo de vida en armonía con
la Ley Natural.
PABLO DE LA IGLESIA
www.facebook.com/pages/Coach-Nutricional
www.poreldespertar.com
PABLITO MARTÍN
www.facebook.com/pablitococina
www.pablitomartin.com.ar
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Primera parte
Comprendiendo la diabetes
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¿Qué es la diabetes?
Mi experiencia personal con la diabetes me
dejó muy en claro que prácticamente cada caso
de diabetes tipo 1 y 2 es 100% reversible.
DOCTOR JOSEPH MERCOLA,
médico cirujano certificado
Empezamos la parte formal de este libro con una definición del doctor Joseph
Mercola que parte desde una perspectiva completamente diferente a la visión negativa
e impotente que nos quiere vender el sistema médico-farmacéutico establecido:
“Prácticamente cada caso de diabetes tipo 1 y 2 es 100% reversible”.
¿Nos sumamos con confianza a esta visión y emprendemos el viaje con esperanza
hacia una nueva era en la prevención y el tratamiento de la diabetes? Pero primero
comprendamos un poco mejor de qué trata esta condición que afecta la calidad de vida
de cada vez más personas, llevándose a muchos de ellos de manera prematura.
Si cambiamos nuestros hábitos, rápidamente invertimos la
tendencia
La diabetes es una enfermedad cuya incidencia se ha vuelto epidémica
en todo el mundo, por ejemplo en EE.UU. el 11% de los habitantes la
padecen, y si bien las causas subyacentes a este estado de cosas no
paran de multiplicarse debido a nuestra forma tóxica de vivir, como
contrapartida las personas informadas tenemos a disposición más
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conocimientos que nunca para hacerle frente de manera exitosa con la
selección de mejores alimentos, intervenciones nutricionales y cambios
sencillos en nuestro estilo de vida.
Se trata de una enfermedad en la cual las células no pueden obtener la glucosa que
necesitan como combustible; la glucosa que obtenemos de los alimentos efectivamente
se encuentra circulando en la sangre pero no puede ser asimilada adecuadamente a
nivel celular. Según la Federación Internacional de Diabetes, provoca una muerte cada
siete segundos por causas directas o relacionadas con esta condición; la buena noticia
que queremos brindarles es que con la información adecuada, cualquier persona con
diabetes puede excluirse voluntariamentede estas tristes estadísticas.
La diabetes mellitus es una enfermedad crónica y degenerativa padecida por
millones de personas en todo el mundo y cuya incidencia va en aumento debido a la
forma en que nos estamos alimentando. Necesitamos urgentemente tomar medidas
individuales y colectivas para detener esta epidemia que está causando dolor y
sufrimiento, así como quebranto en el sistema sanitario. Además, muchas de las
complicaciones de esta condición pueden ser mortales o implican un deterioro
definitivo en la calidad de vida: ceguera, amputaciones por mala circulación,
enfermedades cardiacas, nefropatías... Si tomamos conciencia, podemos revertir esta
situación.
Tradicionalmente, aunque nunca su incidencia y su virulencia han sido tan intensas
como hoy en día, ha sido tratada con plantas y dietas naturales hasta la actualidad que
se enfatiza cada vez más en fármacos como los agentes productores de insulina
química. Sin despreciar su utilidad, con el conocimiento y la estrategia adecuada,
muchos diabéticos podrían liberarse de esta condición o al menos mejorarla
significativamente evitando en gran medida las inyecciones costosas, dolorosas y de
eficacia relativa o cuestionable.
Aunque puede ser diagnosticada a cualquier edad, la diabetes insulinodependiente
o tipo 1, comienza habitualmente en la infancia y se debe a que la producción de
insulina es insuficiente; la insulina es la hormona que conduce el azúcar (glucosa) al
interior de las células, sin ella las membranas impiden su ingreso.
La insulina es producida en el páncreas, un órgano situado detrás del estómago, por
células especiales llamadas beta. La insulina se necesita para movilizar el azúcar de
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la sangre hasta las células donde es necesaria para obtener energía. En la diabetes tipo
1, las células beta no producen insulina o lo hacen en una medida menor a la
necesaria. Sin la insulina suficiente, la glucosa se acumula en el torrente sanguíneo en
lugar de entrar en las células y el cuerpo es incapaz de usarla para obtener energía.
Esto lleva a los síntomas de diabetes tipo 1.
La causa es desconocida, pero se especula que podría deberse a una condición
autoinmune, es decir cuando la propia inmunidad se equivoca por alguna razón y
destruye los propios tejidos.
Los glóbulos blancos del sistema inmunitario protegen al organismo de sustancias
extrañas y dañinas, técnicamente conocidas como antígenos; los antígenos pueden ser
bacterias, virus, toxinas, células cancerosas, al igual que sangre o tejidos de otra
persona o especie. Cuando nuestra inmunidad reacciona normalmente, produce
anticuerpos que neutralizan estas sustancias peligrosas para nuestra integridad.
Cuando el sistema inmunitario no puede establecer la diferencia entre tejido
corporal sano y un antígeno, ocurre que nuestro propio sistema de defensas destruye
los tejidos corporales propios que están saludables como, por ejemplo, el páncreas.
Luego se presenta la diabetes no insulinodependiente otipo 2. Se trata de una
condición que abarca varios trastornos referidos a diferentes causas y grados de
severidad. El páncreas de las personas con esta variante de diabetes todavía puede
elaborar su insulina pero nuestras células no la pueden utilizar adecuadamente. Con
dedicación y buen asesoramiento, mucha gente sobrelleva perfectamente esta
condición con una dieta sana, controlando el peso y haciendo actividad física, aunque
lamentablemente los consejos convencionales son insuficientes para controlar la
mayoría de los casos de forma definitiva, y más rápido o más lento, la enfermedad va
avanzando.
Niveles de referencia para la glucosa sanguínea
Hipoglucemia: Niveles de glucosa en sangre inferiores a los niveles
normales <55mg/dL en ayunas
Normoglucemia: Niveles normales de glucosa en sangre 70-110 mg/dL
en ayunas
Hiperglicemia: Niveles de glucosa en sangre superiores a los normales >
110 mg/dL en ayunas
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Si la enfermedad avanza, y esto no tendría que ser necesariamente así si tuviéramos
el conocimiento adecuado y lo lleváramos a la práctica, la medicina alopática
recomendará fármacos orales o inyecciones de insulina. Aunque se insiste con que se
desconocen las causas de la diabetes tipo 2, los factores que nos predisponen son muy
claros:
Edad, el riesgo aumenta a partir de los 45 años
Tener sobrepeso o ser obeso
Antecedentes familiares
Haber dado a luz un niño con peso mayor a 4 kilos
Origen étnico de ascendencia nativa/indígena, africana, española o asiática
Deterioro en la intolerancia a la glucosa.
Y hay otros factores de riesgo no considerados importantes por la corriente
alopática que desde nuestra perspectiva tienen importancia capital, tales como el
consumo de lácteos, los parásitos y la cándida, el uso de medicamentos, la acidez de
los tejidos, entre otros, que desarrollaremos en la segunda parte del libro cuando
abordemos consejos prácticos desde la perspectiva de la nutrición ortomolecular, la
medicina biológica y la alimentación consciente.
Para ambos tipos de diabetes los síntomas son similares:
Micción frecuente
Exceso de apetito y/o sed
Pérdida de peso
Fatiga
Embotamiento
Llagas y heridas que cicatrizan lentamente
Infecciones recurrentes
Respiración dificultosa
Vómitos
Dolor y entumecimiento de las manos y los pies
A mediano y largo plazo hay mayor riesgo de padecer trastornos cardíacos,
problemas hepáticos y renales, deterioro neurológico, disfunción eréctil, o
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desórdenes de la vista.
Exámenes diagnósticos
Si el nivel de azúcar en la sangre supera los 200 mg/dL, el médico recomendará
exámenes para verificar o descartar la diabetes:
Los análisis de sangre verificarán el nivel de glucemia en ayunas (si el
resultado es mayor a 126 mg/dL en dos oportunidades, se considera que se
padece la enfermedad).
El nivel de hemoglobina A1c que muestra el nivel promedio de azúcar en la
sangre durante tres meses (se considera normal menos de 5,7%, prediabetes entre
5,7% y 6,4% y diabetes cuando da 6,5% o superior.).
La prueba de tolerancia a la glucosa oral se realiza para verificar cómo el
organismo descompone el azúcar y se diagnostica diabetes si el nivel de glucosa
es superior a 200 mg/dl luego de dos horas.
Será el médico especialista quien recomiende estudios para determinar si se ha
desarrollado o no la diabetes en los siguientes casos, de acuerdo a la información
disponible en la Biblioteca Nacional de Salud de los Estados Unidos:
Niños obesos que tengan otros factores de riesgo de diabetes, comenzando a la
edad de 10 años y repitiendo cada dos años.
Adultos con sobrepeso que tengan otros factores de riesgo.
Adultos de más de 45 años cada tres años.
Más allá de esto, en las visitas periódicas el médico evaluará:
Presión arterial
La piel y los huesos en los pies y las piernas
Sensibilidad en los pies
Parte posterior del ojo con un instrumento especial con luz denominado
oftalmoscopio.
Niveles de colesterol y triglicéridos
Verificar que los riñones estén trabajando bien (microalbuminuria y creatinina en
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suero)
Visitar al oftalmólogo al menos una vez al año o con mayor frecuencia si tiene
signos de retinopatía diabética
Visitar al odontólogo cada 6 meses para una limpieza y examen dental completos.
En general, nos mostramos críticos con los procedimientos farmacológicos e
invasivos de la corriente alopática a la hora de plantear estrategias terapéuticas, razón
por la cual aconsejamos recurrir a un médico con formación en medicina biológica
que nos brindará más opciones y será más respetuoso de nuestra integridad; sin
embargo, los procedimientos diagnósticos, sin obsesionarnos con ellos, son un
excelente recurso para monitorear nuestra salud y diseñar su cuidado.
¡En la diabetes todo puede mejorar!
En el año 2006, la Comisión de Médicos para la Práctica de la Medicina
Responsable coordinó un estudio en el que se analizan los resultados de
una dieta vegetariana en pacientes con diabetes tipo 2; las porciones de
verduras, cereales, frutas y legumbres no tenían límites y se comparó al
grupo vegetariano con otro que seguía los patrones delas guías de la
Asociación Americana de Diabetes (AAD). Los resultados fueron los
siguientes:
Un 43% del grupo vegetariano y un 26% del grupo AAD redujeron
los fármacos para la diabetes.
Entre aquellos que sus medicamentos permanecieron iguales, el
grupo vegetariano logró bajar la Hemoglobina A1C que indica el
índice de control del azúcar en sangre a largo plazo, por 1,2 puntos,
triplicando los beneficios de la dieta AAD.
El grupo vegetariano bajó 5,9 kilos y el grupo AAD, 4,8.
El grupo vegetariano también logró mejoras superiores en los
niveles de colesterol y LDL.
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¿Qué es el índice glucémico?
Aunque el tema es clave para la mejor administración de la diabetes, tanto médicos,
nutricionistas, así como las acciones educativas de salud pública, no siempre logran
comunicar adecuadamente para una fácil comprensión por parte de los pacientes con
diabetes esta cuestión del índice glucémico (IG) de los alimentos.
Se trata de la velocidad con la que los alimentos elevan la glucosa en la sangre
después de su ingestión. El índice glucémico de las tablas que conocemos se obtiene
de una prueba de laboratorio realizada en voluntarios que no tienen diabetes y se
obtienen los valores de glucemia cada quince minutos después de la ingesta de un
determinado alimento; luego los resultados se comparan con los obtenidos realizando
la misma prueba con la misma cantidad en forma de glucosa.
Vale la pena prestar atención a este punto porque el IG no solo es clave para los
diabéticos sino también se utiliza para mejorar el rendimiento deportivo, estudiar el
efecto de los alimentos sobre el apetito, el metabolismo de las hormonas y los
eicosanoides o el bienestar general.
Por ejemplo, es interesante saber que luego de realizar actividad física los
alimentos con alto IG producen una elevada carga de glucógeno muscular y los de bajo
IG ingeridos antes de realizar ejercicios extenuantes y prolongados, incrementan la
resistencia y mantienen una mayor concentración de combustibles plasmáticos hacia el
final del ejercicio; estos datos cobran importancia sobre todo cuando el diabético
realiza actividad física, lo cual es de gran interés. Y, en especial para los que desean
quitarse los kilos de más —absolutamente imprescindible en los diabéticos—, los
alimentos con un bajo IG tienden a generar mayor saciedad, por lo tanto menos
ansiedad por la comida. Este es un punto con enormes posibilidades para la salud y
que la ciencia está comprendiendo en los últimos años; aquí lo esbozamos apenas pero
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tiene aristas muy potentes para explorar en relación al equilibrio hormonal y de los
eicosanoides (las “superhormonas” de las células que controlan todo el metabolismo),
el sobrepeso, la inmunidad, entre otras muchas cuestiones.
Aunque el índice glucémico, herramienta creada hace más de treinta años, no es un
recurso suficiente para evaluar completamente la calidad y la conveniencia de un
alimento para un diabético, constituye un primer dato orientativo que permite sustituir
alimentos de alto índice glucémico por otros de índice moderado o bajo. Sin embargo,
aún queda mucha investigación pendiente sobre este tema, ya que incluso las diferentes
tablas elaboradas dan variaciones significativas entre los mismos alimentos; esto
indica que la respuesta fisiológica varía de un individuo a otro e incluso en el mismo
individuo cuando incorpora variables en su estilo de vida.
Hasta hace unos años, se pensaba que los alimentos con mayor contenido de
azúcares (hidratos de carbono simples o sencillos) son los que elevan más
rápidamente la glucemia. Esto era así porque se deducía que al ser moléculas sencillas
no necesitan digestión para ser absorbidas en el intestino y pasarían a la sangre con
mayor rapidez que aquellos alimentos compuestos por hidratos de carbono complejos
como arroz, pasta o harinas en general, los cuales necesitan un proceso de digestión
más largo para ser asimilados.
Luego, aprendimos que los alimentos ricos en grasas o en fibra se digieren y
asimilan más lentamente, provocando también un menor índice glucémico. Y por
supuesto hemos aprendido mucho sobre el metabolismo de los lípidos y hoy sabemos
que hay grasas “buenas” y “malas”, y aunque tengan la misma cantidad de calorías, su
metabolización es muy diferente, siendo unas saludables para los diabéticos porque
afectan positivamente el índice glucémico y otras afectan negativamente porque alteran
el metabolismo hormonal cuyo equilibrio facilitaría la prevención y tratamiento de la
enfermedad, amén de la mayor predisposición a factores de riesgo asociados como el
sobrepeso y las enfermedades cardiovasculares que ya constituyen todo un problema
en estos casos.
Además, hoy comprendemos mucho mejor la importancia de conservar la actividad
enzimática de los alimentos evitando su cocción en la medida de lo posible,
prefiriendo los alimentos crudos o fermentados naturalmente. También se ha
observado que las reservas de enzimas en las personas que padecen diabetes están
disminuidas y es necesario preservarlas así como aportárselas al organismo a través
de los alimentos y los complementos.
Estos factores apenas comienzan a ser considerados por las corrientes oficiales de
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la medicina aunque forman parte del saber y la praxis de las diferentes corrientes de
medicina natural desde hace miles de años; por supuesto que estamos aprendiendo
mucho de las nuevas investigaciones científicas en este orden pero realmente lo que
hoy recién valida la ciencia e incorpora la medicina alopática en el mejor de los
casos, es un beneficio que ya estaba disponible para muchos usuarios y practicantes
del naturismo desde hace mucho tiempo.
Conjugando estos conocimientos, podemos mencionar a modo de ejemplo que un
alimento muy rico en azúcares como el helado tiene un índice glucémico bajo, pues al
contener una gran cantidad de grasa la asimilación de azúcar se reduce. A simple
vista, y esto sucede habitualmente, sería posible sugerir como permitido el consumo
de al menos pequeñas cantidades de helado; sin embargo, la medicina natural ingresa
con algunas advertencias significativas ignoradas por los especialistas de la vieja
escuela. El helado, rico en azúcar y grasa saturada, nos predispone a la enfermedad
cardiovascular a la cual están aún más expuestos los diabéticos; es un hecho que el
consumo de leche, considerado por muchos como un alimento saludable, aumenta el
índice de casos de diabetes; el helado acidifica la sangre, lo cual impide una buena
oxigenación de los tejidos y genera una desequilibrio en el metabolismo general,
carece de enzimas y requiere de un elevado aporte de las reservas para su
metabolización... Y podríamos seguir mencionando factores de riesgo asociados que
no suelen ser contemplados. Por supuesto, a nosotros también nos gusta el helado, pero
es necesario informarse y actuar en consecuencia para optimizar nuestra alimentación
en la medida que esté a nuestro alcance. ¡Y además podemos hacer helados
completamente saludables!
Otro ejemplo para considerar son los cereales. Aquellos que son integrales poseen
un índice glucémico más bajo que los cereales refinados que se consumen
habitualmente. Pero la conservación de la integridad de estos alimentos no solo trae
aparejado este beneficio sino también la presencia de muchos micronutrientes que
favorecerán la digestión, metabolización y asimilación de los mismos; por supuesto
también, y esto no es un dato menor, la eliminación de sus desechos. Los alimentos en
el mayor estado de integridad, lo más próximos a su estado tal como se presentan en la
naturaleza, aportan eficiencia a todo el proceso nutricional y esto es algo en lo que el
diabético, y todo el mundo en realidad, debe reparar a la hora de pensar la salud.
Índice glucémico de los alimentos
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ALIMENTOS CON IG ELEVADO
Glucosa
Zanahorias cocidas
Miel
Apio cocido
Puré de papas
Calabaza cocida
Sandía
Mijo
Pan blanco
Chocolate con leche
Cereales desayuno
Arroz
Remolacha cocida
Uvas pasas
Plátano
Melón
Sacarosa
Pastel de crema
Maíz dulce
Mango
Papaya
KiwiPapas fritas
100
92
87
85
80
75
72
70
69
68
66
66
65
65
62
60
59
59
55
55
55
52
51
ALIMENTOS CON IG MEDIO
Macarrones
Muesli sin azúcar
Arroz integral
Uvas
Piña
Arándano
Coco
Espaguetis blancos al dente
Espaguetis integrales al dente
Jugo de pomelo
Jugo de naranja
Orejones
Harina de garbanzo
Trigo sarraceno integral
Pan 100% integral
Habas (crudas)
Copos de avena
Zanahoria cruda en jugo
50
50
50
45
45
45
45
45
45
45
43
40
40
40
40
40
40
40
ALIMENTOS CON IG BAJO
Manzana
Tomate
39
38
20
Helado
Yogur
Apio crudo
Semillas de lino
Semillas de sésamo
Quínoa
Naranja
Yogur entero
Centeno
Pera
Leche desnatada
Zanahorias crudas
Queso fresco
Requesón
Mandarina
Garbanzos cocidos
Durazno
Pomelo
Moras
Hummus
Cebada
Ciruela
Berenjena
Brotes de bambú
Fructosa
Castañas de cajú
Nueces
Pesto
Ajo
Champiñones
Hinojo
Espárragos
Coliflor
Palta
Especias
Carne, pollo y pescado
Huevos
Aceites vegetales
36
36
35
35
35
35
35
35
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30
30
30
30
30
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26
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25
25
24
20
20
20
15
15
15
15
15
15
15
15
10
5
0
0
0
La información se ha obtenido revisando varias tablas y es aproximada
ya que no hay coincidencia exacta entre ellas; la misma es orientativa y
relativa a un conjunto limitado de alimentos.
Hemos destacado los alimentos que, independiente de su IG,
consideramos más saludables para incorporar en la dieta del diabético
(que siempre debe procurar ingestas moderadas o frugales). En itálica
hemos resaltado alimentos aceptables moderadamente una vez que se
conozca sobre la información nutricional compartida en este libro.
21
En la cuarta sección del libro hemos propuesto un semáforo de
alimentos permitidos que complementa esta tabla y canaliza de manera
práctica la selección y combinación de alimentos a la hora de diseñar un
menú naturista con beneficios terapéuticos.
Consideraciones para el mejor uso de la tabla
En general, para hacer más lenta la absorción de los alimentos y evitar variaciones
bruscas en la glucemia hay cosas que debemos tener en cuenta:
Elegir alimentos ricos en fibra, por ejemplo cambiar el arroz blanco por el
integral, preferir el cereal entero a las harinas (aunque sean integrales).
Evitar la cocción de los alimentos o preferirlos crudos cuando sea posible. Un
plato de pasta integral al dente se absorbe de forma más lenta que uno muy
cocinado, pero también el grano de cereal se absorbe más lento que los alimentos
hechos con su harina.
Los alimentos líquidos o muy troceados se absorben con mayor rapidez que
aquellos otros que permanecen enteros o tienen menos elaboración; una fruta
tiene menor índice glucémico que un jugo; una sopa crema hecha con zapallo,
cebolla y tomate u otros vegetales crudos es mejor que una que hemos cocinado
al modo tradicional.
Simplificando, el procesamiento térmico o mecánico del alimento aumenta su IG
porque tiende, en general, a disminuir el tamaño de las partículas y aumentar la
rapidez de su absorción intestinal.
La combinación de alimentos de bajo IG con aquellos que presentan un IG
elevado permite la ingestión de pequeñas cantidades de estos últimos de manera
segura; por supuesto, siempre recomendamos la ingesta de alimentos saludables,
orgánicos e integrales.
En otras áreas de este libro incursionaremos en temas de interés cruzado con lo que
refleja esta tabla, pues no siempre los alimentos de bajo IG son recomendables para
los diabéticos, y viceversa, algunos alimentos habitualmente desechados podrían ser
incorporados sin riesgos, al menos en pequeñas cantidades. ¡Sigamos aprendiendo!
22
Ampliando el concepto: ¿Qué es la carga glucémica?
El índice glucémico, aunque útil, es un enfoque con sus limitaciones y el mapa para
entender mejor cómo funciona el metabolismo del azúcar puede ser ampliado con la
idea de carga glucémica (CG).
La diferencia por la cual muchos especialistas empiezan a considerar el concepto
de CG como más práctico se debe a que tiene en cuenta la cantidad de hidratos en una
ración del alimento a considerar y la respuesta concreta en la glucemia.
El índice glucémico (IG) tan solo nos indica cuán rápidamente un carbohidrato se
convierte en azúcar en la sangre; en cambio, la CG mide el mismo efecto pero en
función de su conversión de acuerdo a los carbohidratos disponibles en una porción
estándar.
La fórmula para calcular la CG es dividiendo el índice glucémico del alimento por
100 y multiplicando por la cantidad de hidratos en gramos que tiene esa ración. De
esta forma, la información obtenida refleja más congruentemente la manera en la que
una ración de alimento va a influir concretamente en la glucemia.
Los valores de CG se consideran de la siguiente manera:
CG alta: mayor de 20
CG media: entre 11-19
CG baja: menor de 10
Aunque a fin de cuentas todo se resume en comer variado y con moderación,
optando preferentemente por frutas y verduras mayormente crudas, semillas, algas,
legumbres y algunos cereales en forma limitada, evitando los alimentos procesados,
esta información nos ayudará a comprender cómo funciona nuestro cuerpo y a
desmitificar muchas “verdades” que ya no lo son.
Por ejemplo, un alimento puede tener un índice glucémico (IG) muy alto, si bien la
cantidad que se consume en una ración tiene muy poco impacto sobre la glucemia. Por
ejemplo, la papa que tiene un IG elevado y una carga glucémica media, aunque si
comemos demasiado como es frecuente, puede afectarnos negativamente; sin embargo,
si la incorporamos a una ensalada cruda en cantidades pequeñas, ¡perfectamente
podemos darnos el gusto! Aunque sea cuando hemos controlado bien la diabetes,
devuelto la vitalidad al cuerpo con alimentos y complementos saludables y hemos
pasado el tiempo suficiente por la dieta de la “onda verde” que compartimos en la
23
última parte de este libro.
O por ejemplo la miel, que por una ración de 50 gramos tiene un IG elevado pero la
CG de la pequeña porción que usaremos para endulzar es de rango medio y puede ser
aceptable para muchos diabéticos que han avanzado en el programa que proponemos y
han estabilizado su glucosa en niveles normales.
O consideremos la sandía, que tiene un IG alto (72) pero su CG es baja (4), porque
sólo hay 6 gramos de carbohidratos disponibles en una ración (120 g) de sandía. ¡Una
buena noticia para los amantes de este fruto delicioso! Moderación, siempre
moderación.
Y a modo de regla general, observemos que los alimentos que tienen una CG baja
suelen tener un IG bajo; en cambio, los alimentos con valores intermedios o altos de
CG tienen un IG que varía de muy bajo a muy alto.
Para verlo más claramente, les facilitamos una tabla comparativa entre el IG y la
CG de algunos alimentos:
ALIMENTO CG IG
Pasas de uva 28 64
Macarrones 23 47
Miel 18 87
Pan 15 95
Piña 08 60
Kiwi 06 53
Manzana 05 40
Lentejas 05 30
Si deseás obtener la muestra comparativa de la IG y la CG, la Universidad de
Sydney presenta una propuesta en Internet donde podés averiguarlo:
www.glycemicindex.com.
Por supuesto, al combinar los alimentos estos índices varían porque también lo hace
la forma en que el organismo asimila sus macronutrientes. Matemáticamente hablando,
en nutrición, el orden y la combinación de los factores sí alteran el producto.
Seamos conscientes: es mucho mejor y más fácil prevenir que
24
curar
Si no se controla la diabetes adecuadamente, puede ocasionar muchas
complicaciones adicionales tales como pérdida de la visión, derrames
cerebrales, trastornos cardiovasculares, insuficiencia renal, disfunción
eréctil, amputación de extremidades inferiores, entre otros
padecimientos. El cúmulo de evidencias científicas expone sin ninguna
duda la necesidad de priorizar las intervenciones dietéticas y
nutricionales en la prevención y el tratamiento de la diabetes como la
primera opción clínica.
¿Cómo evitar las oscilaciones bruscas de la glucemia?
La glucemia fluctúa normalmente en rangos estrechos y es allí a donde deseamos
apuntar; debemos procurar evitar los niveles demasiado bajos (hipoglucemia) o
demasiado altos (hiperglucemia), pues ambos son una amenaza para la salud.
Uno de los grandes secretos, ademásde elegir alimentos saludables y variados por
supuesto, es realizar varias comidas más livianas; el mínimo recomendable,
especialmente en los casos de diabetes, son cuatro comidas aunque seis parece ser lo
ideal: desayuno, almuerzo, merienda y cena, más una colación a media mañana y otra a
media tarde.
Una buena idea es dejar de lado nuestra idea del postre, al menos la mayoría de las
veces, y destinarlo a alguna de las colaciones intermedias; siempre ateniéndonos al
hábito de la moderación.
Si entre comidas la ansiedad nos dice que “tenemos hambre”, no nos privemos de
un pequeño tentempié pero verifiquemos que no sea sed, en especial si ya hemos
hecho nuestras seis comidas, y primero concedámonos un buen vaso de agua pura;
muchas veces confundimos la sed con hambre.
25
¿Qué hay con la fructosa?
La razón por la cual el uso de fructosa tiene ascendencia en el tratamiento de la
diabetes se debe a que es utilizada sin necesidad de recurrir a la insulina, a diferencia
de la glucosa que sí lo hace. La sacarosa (azúcar blanca) está compuesta en partes
iguales de fructosa y glucosa.
Otra ventaja de la fructosa es que puede proveer tanta energía a las células y la
misma cantidad de glucógeno sin recurrir a la insulina. Cuando el consumo de fructosa
es suficiente y se obtiene la mayor parte de la energía de esta manera, la insulina
disponible podrá generar una mejor combustión de la glucosa y las grasas,
favoreciendo el metabolismo preventivo y terapéutico de la diabetes.
Efecto de la insulina sobre el metabolismo de las grasas
La insulina incide en el metabolismo de las grasas de manera relevante
a largo plazo.
Cuando hay exceso de insulina se almacenan grasas y cuando los niveles
son bajos aumenta la descomposición de las grasas y su consumo como
fuentes de energía.
Esto ocurre porque la insulina favorece el transporte de la glucosa hacia
el interior de la célula adiposa, disminuyendo el consumo de grasas.
También promueve la síntesis de ácidos grasos, en especial en las
células hepáticas, que luego serán transportados al tejido adiposo. Y,
finalmente, impide la liberación de ácidos grasos hacia la sangre,
almacenándolos en los adipocitos en forma de triglicéridos.
26
En cambio, en ausencia de insulina, la metabolización de grasas y su
consumo como fuente de energía se incrementa notablemente;
normalmente ocurre entre comidas, cuando la secreción de insulina
alcanza su piso —aunque en la diabetes, especialmente la tipo 1, la
misma está casi suprimida— y los triglicéridos almacenados son
hidrolizados liberando grandes cantidades de glicerol y ácidos grasos
hacia la sangre y utilizados como combustible por todos los tejidos
excepto el cerebro.
El exceso de los ácidos grasos en sangre es utilizado para la síntesis de
colesterol y fosfolípidos (principales productos del metabolismo de los
lípidos) y su elevada concentración conduce a una aterosclerosis en
personas con diabetes grave; la carencia de insulina también causa
acidosis (producción excesiva de ácido acetoacético a partir de ácidos
grasos en el hígado).
Por esta razón, debemos desmitificar el tabú en el uso de frutas, en
especial frescas, en los diabéticos. Bien consumidas de acuerdo a los
principios higienistas, es decir, crudas, preferentemente alejadas de
otros alimentos, especialmente cocidos, o sin mezclas muy complejas
que entorpezcan su metabolismo, manteniendo siempre la moderación y
una buena masticación, nos ayudarán a controlar y mejorar la diabetes.
Asimismo, favorecerán el cuidado de la salud hepática como pilar de la
salud y una alimentación integral que favorezca la alcalinidad de los
tejidos.
Aunque técnicamente este breve escrito tiene su complejidad para el
lector no iniciado, el mismo refleja la importancia del equilibrio dietético
en la recuperación de la salud; no se trata de buscar una balsa
milagrosa que nos cure, sino de desarrollar el arte del equilibrio natural
en nuestras elecciones cotidianas.
Se ha observado que si el diabético dispone de fructosa como fuente de energía
preferente y desalienta la presión de la insulina para metabolizar la glucosa, evitará
muchas distorsiones en el metabolismo de las grasas y los carbohidratos y las
complicaciones propias de la enfermedad. También sirve como estrategia de
recuperación del páncreas que, mediante el descanso y el aporte de alimentos
27
enzimáticos como las frutas y las verduras, podrá depurarse y restablecerse.
Pero prestá mucha atención a lo siguiente. No se trata de recurrir a los cristales
aislados para utilizarlos como edulcorantes; esto es otro proceso de refinación que
concentra y crea desequilibrios imprevistos por la evolución natural. Hablamos de
frutas frescas en cantidades moderadas, ni siquiera de frutas secas que concentran
mucho su contenido en fructosa y pierden carga enzimática tan necesaria para el
funcionamiento saludable de los tejidos (aunque estas también pueden consumirse de
manera más acotada).
Debés evitar los cristales de fructosa y sobre todo al jarabe de maíz de alta
fructosa; al respecto, el doctor Joseph Mercola afirma:
Los científicos han demostrado por primera vez que la fructosa, una forma barata de
azúcar utilizada en miles de bebidas y productos alimenticios, puede dañar el
metabolismo humano y se encuentra colaborando con la crisis de obesidad.
La fructosa, un endulzante que por lo general se deriva del maíz, puede causar que
las células de grasa crezcan alrededor de órganos vitales poniéndolos en peligro y
es capaz de desencadenar las primeras etapas de la diabetes y de enfermedades
cardíacas.
Durante diez semanas, dieciséis voluntarios se sometieron a una dieta controlada
que incluía altos niveles de fructosa que produjo nuevas células de grasa alrededor
de su corazón, hígado y otros órganos digestivos. Ellos también mostraron signos de
anormalidades de procesamiento de alimentos relacionadas con la diabetes y
enfermedades cardíacas. Otro grupo de voluntarios que llevaban la misma dieta,
pero reemplazaron la fructosa con la glucosa, no presentó los mismos problemas.
Este estudio se une a un creciente grupo de investigaciones científicas que
demuestran que consumir jarabe de maíz de alta fructosa es la manera más rápida de
dañar su salud. En la actualidad, se sabe sin duda alguna que el azúcar en sus
alimentos, en todas sus formas, está cobrándole un precio muy caro a su salud.
Y la fructosa en cualquiera de sus formas —incluyendo el jarabe de maíz de alta
fructosa (JMAF) y la fructosa cristalina— es lo peor de lo peor.
La fructosa es uno de los principales causantes de:
La resistencia a la insulina y la obesidad
La presión arterial alta
Los niveles elevados de triglicéridos y LDL
28
El agotamiento de vitaminas y minerales
Las enfermedades cardiovasculares, enfermedades del hígado, cáncer, artritis e
incluso gota.
Obviamente, los voluntarios de este estudio no eran diabéticos. Sin embargo, deja
una importante enseñanza para todos: los mejores esfuerzos del ser humano para
refinar, sintetizar e industrializar algo bueno, siempre tienen consecuencias negativas.
Para gozar de una buena salud, y en especial para los diabéticos, la respuesta es el
equilibrio, la moderación y el apego a los alimentos frescos e integrales, insistimos,
con su fibra, sus enzimas, sus bioflavonoides, sus vitaminas y sus minerales.
En el mismo artículo, el doctor Mercola aclara perfectamente:
La glucosa es la forma de energía para la que estamos diseñados. Cada célula de su
cuerpo, cada bacteria —y de hecho, todo ser viviente sobre la Tierra— utiliza la
glucosa como forma de energía.
Si usted recibe la fructosa únicamente en forma de frutas y vegetales (donde se
origina de manera natural) como lo hacía la mayoría de las personas hace un siglo,
usted consume cerca de 15 gramos al día —muy lejos de los 73 gramos por día que
recibe el adolescente promedio de las bebidas endulzadas—. En las frutas y
vegetales, hay una mezcla con fibra, vitaminas, minerales, enzimas y fitonutrientes
benéficos, que en conjunto moderan cualquier tipo de efectometabólico negativo.
No es que la fructosa sea mala por sí sola, son las DOSIS MASIVAS a las que usted
está expuesto las que la hacen peligrosa.
Uno de los grandes problemas creados por el aislamiento de la fructosa y su uso
como edulcorante y aditivo en forma de jarabe de maíz de alta fructosa, es que la
cantidad de ácidos grasos que se crea tras su consumo sobredosificado por presión de
la industria alimentaria, se almacenan en el hígado y crean resistencia a la insulina,
agravando el problema que queremos prevenir o tratar. Es decir, la respuesta no es sí
o no, todo o nada, sino que nos habla de un justo camino del medio donde aún prima la
cordura que nos indica que la salud se construye de la mano de la moderación y el
consumo de alimentos frescos e integrales. ¡Moderación, frescos e integrales!
¡Moderación, frescos e integrales! Este es el mantra de la vida sana.
29
¡Para tener muy en cuenta!
En Estados Unidos, a principios del siglo XX se consumía una media de
15 g/día de fructosa proveniente de la fruta. Hoy se ha multiplicado por
cuatro o cinco, debido a su omnipresencia en productos endulzados con
fructosa o jarabe de maíz de alta fructosa.
Síndrome X
También conocido como Síndrome Metabólico (SM) fue descripto por primera vez
por el investigador del Centro Médico de la Universidad de Stanford, Gerald Reaven,
en 1988; se trata de una asociación entre el riesgo cardiovascular asociado a
dislipidemias (aumento de colesterol y/o triglicéridos en la sangre), obesidad,
hipertensión arterial e intolerancia a la glucosa (conocidos como el cuarteto de la
muerte), la diabetes y la resistencia a la insulina.
El síndrome metabólico es una serie de factores de riesgo que predisponen al
individuo a padecer una enfermedad cardiaca, un derrame cerebral o diabetes. En los
Estados Unidos, una de cada cinco personas padece esta condición. Se presenta con
más frecuencia en familias con antecedentes y es más común entre las personas
afroamericanas, hispanas, asiáticas e indígenas americanas; aunque se enfatiza en la
cuestión genética, queremos afirmar también que con frecuencia se heredan los hábitos
y estilos de vida contradictorios con la salud. A medida que el individuo envejece, el
riesgo de desarrollarlo es mayor.
Los especialistas afirman que la causa del síndrome metabólico no se conoce y
señalan entre los factores de riesgo la genética, el exceso de grasa (especialmente
alrededor de la cintura) y la falta de ejercicio. En todo caso, señalamos que
efectivamente sabemos qué se puede hacer para prevenirlo y tratarlo de manera natural
con resultados exitosos; los consejos generales que brindamos en la parte práctica
para el tratamiento coadyuvante de la diabetes, señalan también el rumbo para un
estilo de vida en esta dirección.
Criterios para diagnosticar Síndrome Metabólico según la
30
Federación Internacional de Diabetes
De acuerdo al criterio de esta organización, para que una persona sea
diagnosticada con síndrome metabólico debe tener:
Obesidad central (definido como circunferencia de cintura >/= 94
cm para hombres caucásicos y >/= 80 cm para mujeres caucásicas,
con valores étnicos específicos para otros grupos)
Más dos de los siguientes cuatro factores:
Nivel de triglicéridos (TG) elevados: >/= 150 mg/dL (1,7 mmol/L), o
tratamiento específico para esta anormalidad lipídica
Colesterol HDL reducido: < 40 mg/dL (1,03 mmol/L) en hombres y < 50
mg/dL (1,29 mmol/L) en mujeres, o tratamiento específico para esta
anormalidad lipídica
Tensión arterial (TA) elevada: TA sistólica >/= 130 o TA diastólica >/= 85
mm Hg, o tratamiento de hipertensión previamente diagnosticada
Glucosa plasmática en ayunas elevada >/= 100 mg/dL (5,6 mmol/L), o
diabetes tipo 2 previamente diagnosticada. Si la glucosa en ayunas es > 5,6
mmol/L o 100 mg/dL, la prueba de tolerancia oral a la glucosa (PTOG) es
fuertemente recomendada pero no es necesaria para definir la presencia del
síndrome.
31
Segunda parte
Enfoque biológico
en el tratamiento de la diabetes
32
En esta segunda parte, nos posicionaremos sobre los puntos que son importantes
para la prevención y el tratamiento de la diabetes desde la perspectiva de la medicina
natural. Cada persona es un mundo aparte y, con el acompañamiento profesional
adecuado, se podría mejorar este programa hilando más fino. Sin embargo, los
parámetros aquí brindados serán de utilidad para la generalidad de las personas a
modo de una base muy consistente a partir de la cual organizar un estilo de vida
infinitamente superador en relación a limitarse a la propuesta de la alopatía.
A partir de ahora esta aventura de superación se pone más interesante. ¡Allá vamos!
33
Tóxicos cotidianos
Nuestro estilo de vida nos expone permanentemente a un exceso de toxinas físicas y
emocionales y, particularmente, los excesos alimentarios son muy difíciles de evitar en
la intensa vida social que tenemos que sobrellevar muchas veces; pero este estilo de
vida se ve potenciado porque mucha gente ignora el daño que provoca y cómo se
relaciona con las enfermedades que padecemos y nos están matando, sin excluir la
diabetes.
Por otra parte, por el simple hecho de vivir en ambientes desvitalizados y ciudades
polucionadas, nuestro cuerpo recibe un exceso de sustancias extrañas que deben ser
eliminadas para que no dañen nuestros tejidos. Alimentación y ambientes tóxicos
conjugan una ecuación de poderosa capacidad de destrucción y es preocupante ver que
las masas no tienen mayor conciencia de ello, es decir, al no saber que estamos
parados al borde del precipicio en medio de la noche más oscura, difícilmente
podamos tomar la decisión de dar la vuelta en la dirección contraria.
Factores de contaminación alimentaria
Básicamente, la contaminación con sustancias indeseables para nuestro organismo
proviene de nuestros hábitos alejados de una alimentación integral. El occidental
promedio está ingiriendo excesos de grasa animal (carne, fiambres, manteca, queso),
azúcares refinados (azúcar, pan blanco, gaseosas, panificados industriales), excitantes
(alcohol, café) o sal; todos estos factores limitantes de nuestra salud provocan que
nuestras arterias se atasquen, sobrepeso, debilidad física e inmunológica, retención de
líquidos, diabetes, etcétera.
34
Por otra parte, solemos consumir pocas frutas, verduras, semillas y azúcares lentos
y agua; esta deficiencia nos provoca carencias nutritivas (vitaminas, minerales, fibra,
ácidos grasos esenciales...) que nos conducen a situaciones de estreñimiento,
deshidratación y malestar general.
Diferentes estudios preconizan que hasta dos de cada tres enfermedades se deben a
una alimentación inadecuada, y que si llevamos una alimentación sana desde
pequeños, podemos reducirlas en un 65%. Esto demuestra el sinsentido de los grandes
esfuerzos realizados para encontrar la causa de todas las enfermedades en los virus,
las bacterias o los genes, mientras que se descuida la investigación científica en el
campo de la nutrición, o peor aún, cuando los conocimientos son contundentes son
despreciados negligentemente.
Para nutrir, como iremos comprendiendo a lo largo de este trabajo, es
imprescindible desintoxicar primero; sin este requisito previo, es muy difícil la
asimilación óptima de los micro y macronutrientes que el cuerpo necesita. El primer
paso es reconocer las fuentes de toxinas para evitarlas o limitarlas al máximo.
La industrialización de los alimentos
¿Cómo llegamos a este estado de toxemia generalizada que anticipa a casi todas las
enfermedades que nos aquejan? El doctor Eneko Landaburu lo explica perfectamente
en un artículo titulado “Alimentación preventiva y curativa”:
Si metes gasoil a un coche para gasolina, funcionará fatal. El motor humano fue
diseñado hace unos 2 millones de años para los productos presentes en la
naturaleza, para los que dispone de sustancias digestivas (enzimas). Hace unos diez
mil años comenzamos a modificar dichos productos con agricultura, ganadería y
cocinado. La alimentación moderna contiene moléculas nuevas para lascuales no
tenemos enzimas digestivas.
Empezamos a consumir leche de otros animales, transformar las pequeñas semillas
silvestres en otras más grandes y a calentar los alimentos, apareciendo moléculas
extrañas. Refinamos los alimentos y les añadimos sustancias químicas sintéticas. Lo
último ha sido la modificación genética.
Al llegar los alimentos modernos a nuestros intestinos, la única barrera que separa
estas sustancias peligrosas de nuestra circulación sanguínea es una mucosa finísima
35
(0,025 milímetros) y muy extensa (600 metros cuadrados). Originalmente, sólo
permite el paso a moléculas que podamos asimilar. Con el uso y el abuso esta
mucosa se vuelve permeable a moléculas extrañas.
Una vez en nuestro interior pueden causar tres tipos de enfermedades:
Por reacciones autoinmunes: reumas, artritis, esclerodermia, lupus, enfermedad
de Basedow (hipertiroidismo), tiroiditis de Hashimoto, esclerosis múltiple,
enfermedad celíaca, dermatitis herpetiformme, diabetes tipo 1 (infanto-juvenil),
nefropatía por la IgA (enfermedad de Berger), dolor de cabeza, síndrome
antifosfolípido (SAF)…
Por intoxicación y degeneración: envejecimiento prematuro, fibromialgia, gota,
anemia, diabetes tipo 2 (de adulto), artrosis, osteoporosis, arterioesclerosis,
cáncer y enfermedades cerebrales (trastornos mentales, demencia, Alzheimer,
Parkinson...), enfermedades de la sangre (anemia, poliglobulia, trombocitopenia,
leucopenia, etc.), alergias...
Por eliminación de moléculas no digeribles: colitis, enfermedad de Crohn, acné,
eczema, urticaria, psoriasis, bronquitis, asma, infecciones de repetición,
alergias...
Una de las tendencias más preocupantes en este sentido es el constante crecimiento
en el consumo de platos preparados; los alimentos industrializados y listos para
consumir, incluyen los congelados y refrigerados, los cocinados y esterilizados, y los
deshidratados.
Todas estas formas de preparación implican métodos de cocción y conservación
que, por un lado, deterioran su valor nutricional, y por el otro, le agregan toxinas,
necesarias para su conservación en la cadena comercial tal como hoy está planteada,
pero nocivas para nuestra salud.
Aunque también en los últimos años ha venido creciendo la oferta de supuestos
alimentos saludables, la tendencia está muy lejos de revertirse. Por otra parte, desde
la base misma de la producción agroalimentaria en el campo, el uso de tóxicos es una
constante que deriva en la presencia de los mismos en nuestros alimentos y en el
medio ambiente.
Los abusos de ciertos preparados pseudoalimenticios agravan esta situación. Por
ejemplo, un estudio publicado en el número de marzo del 2002 en la revista Diabetes
Care postula que el consumo de carnes procesadas como las salchichas o los fiambres
36
pueden elevar el riesgo de diabetes tipo 2 hasta en un 50%; estas conclusiones fueron
abordadas luego de hacer un seguimiento durante doce años a más de 42.000 personas
que inicialmente no padecían esta enfermedad, cáncer o cardiopatías y tenían entre 40
y 75 años.
Estos hábitos, tan difundidos entre los niños, nos auguran una sociedad cada vez
más enferma si no realizamos un cambio en nuestras costumbres alimentarias,
comenzando por la conciencia de promover hábitos saludables desde la infancia; y
concretamente en este ejemplo, estamos hablando de unos alimentos a los cuales lo
diabéticos acceden con frecuencia porque no los consideran nocivos para su salud,
mientras que la desinformación los lleva a evitar otros como las frutas o los cereales
integrales que efectivamente son beneficiosos o neutros para este colectivo.
La farsa de los alimentos light también hace su aporte a la sobrecarga toxémica que
tienen que soportar nuestros castigados organismos; además de ser deficientes en
términos nutricionales, tampoco suelen ser apropiados para uno de sus fines más
promocionados, como lo es la supuesta ayuda que brindan para bajar de peso.
Este tipo de alimentos y bebidas han sido promovidos durante décadas como ayudas
para perder peso o controlar la diabetes y justamente están haciendo lo contrario, más
otros daños a la salud. ¡Es perverso que las autoridades sanitarias los aprueben! Por
ejemplo, el aspartamo es un edulcorante artificial que acumula evidencia en su contra
en el sentido que facilita la ganancia de peso, afecta negativamente los niveles de
glucosa en la sangre, así como la resistencia a la insulina generando mayores efectos
lipogénicos de la hormona.
Todavía hay gente que sigue consumiendo aspartamo u otros edulcorantes
artificiales con la ilusión de bajar de peso, sin embargo un estudio realizado allá por
el año 1986 y que incluyó a 80.000 mujeres, verificó que aquellas que consumían estas
sustancias eran significativamente más propensas a ganar peso. ¿Cómo es posible que
casi treinta años después los medios de comunicación no se hagan eco suficiente para
informar a tantas víctimas de este “error”? ¿Cómo se explica que tantos nutricionistas
y médicos sigan recomendándolos? ¿A qué se debe que los estados no revisen sus
políticas sanitarias con el propósito de proteger la salud de la población y evitar
generar expectativas con un auténtico engaño comercial?
Un estudio publicado en el 2010 titulado “¿Subir de peso poniéndose a dieta?
Endulzantes artificiales y la neurobiología de los antojos por el azúcar” también
sugiere lo mismo. El doctor Joseph Mercola en uno de sus artículos cita a los
investigadores:
37
Varios estudios prospectivos de cohortes a gran escala descubrieron un correlación
positiva entre el uso de endulzantes artificiales y el aumento de peso. El estudio San
Antonio Heart examinó a 3.682 adultos durante un período de siete a ocho años en
la década de 1980.
Cuando se analizó el índice de masa corporal (IMC) inicial, género, origen étnico y
alimentación, las personas que tomaban bebidas endulzadas artificialmente
consistentemente tuvieron IMCs más altos, con dependencia de dosis en la cantidad
de consumo… El uso de la sacarina también estuvo relacionado con ocho años de
aumento de peso en 31.940 mujeres que participaron en un estudio realizado en la
década de 1970 por Health Nurses.
Se han reportado resultados similares en niños.
Un estudio prospectivo de dos años que incluyó a 166 niños de la escuela encontró
que el aumento del consumo de soda1 estuvo relacionado con niveles más altos de
IMC, lo que indica un aumento de peso.
El estudio llamado Growing Up Today, que incluyó a 11.654 niños de 9 a 14 años
de edad, también reportó una relación entre la soda de dieta o light y el aumento de
peso en niños.
Por cada porción servida al día de bebidas de dieta o light hay un aumento de
0,16kg/m2 en el IMC… Un estudio transversal que analizó a 3.111 niños y jóvenes
encontró que los que tomaban soda de dieta o light tuvieron IMC significativamente
más elevados.
Nadie debería utilizar edulcorantes artificiales, pero las evidencias en cuanto al
daño que producen en casos de tumores cerebrales, fatiga crónica, linfoma, esclerosis
múltiple, mal de Parkinson, fibromialgia, epilepsia, mal de Alzheimer, diabetes o
sobrepeso, son alarmantes. Si padecés alguno de estos trastornos o apreciás tu salud,
lo mejor que podés hacer es tirar estas porquerías a la basura y no abrirles nunca más
la puerta de tu casa.
La doctora Judith Rossett, miembro de la Asociación Americana del Corazón,
asegura que si bien muchos de los alimentos light son bajos en grasas, en ocasiones
tienen más calorías que los alimentos convencionales y terminan engordando más; otra
razón por la cual pueden generar sobrepeso es que la gente piensa que no engordan y
come cantidades mayores.
Junto con los edulcorantes artificiales, la industria agrega otra peligrosa
excitotoxina a los alimentos de manera indiscriminada, con el único propósito de
38
generar adicción hacia ellos: el glutamato.
El glutamato es la sal sódica del ácido glutámico, el aminoácido más abundante en
las proteínas, del cual en la dieta normal ingerimos aproximadamente veinte gramos
por día. Ante las denuncias frecuentessobre los perjuicios de la adición de glutamato
como saborizante, en 1987 el Comité Mixto de Expertos en Aditivos Alimentarios
(JECFA) de la Organización de Alimentos y Agricultura (FAO) de las Naciones
Unidas y la Organización Mundial de la Salud (OMS) revisaron meticulosamente más
de doscientos informes científicos y concluyeron que no era necesario limitarlo puesto
que lo consideraron un aditivo alimentario inocuo. ¡Pero es otra mentira de quienes
deberían proteger nuestra salud!
Por supuesto, al estar permitido como ingrediente en preparados alimenticios, la
industria ha maximizado su uso y dado que más y más consumidores están al tanto de
sus riesgos, han creado diversos nombres alternativos para engañar incluso a los más
cuidadosos lectores de las etiquetas con los ingredientes: proteína hidrolizada,
extracto de levadura autolizada, ajinomoto, vetsin, MSG, gelatina, caseinato de calcio,
proteína vegetal hidrolizada, proteína texturizada, glutamato monopotásico, ácido
glutámico, Senomyx, carragenano, saborizante natural, realzador del sabor o con el
número E620, E621, E622, E623, E624, E625, E627, E631, E635, INS621 y demás
combinaciones.
Uno de los usos más intensos del glutamato se da en los alimentos para bebés
incluyéndolo innecesariamente en fórmulas lácteas. Si sos mamá, por favor volvé a
preparar los alimentos de tus hijos como lo hacía la tuya; los efectos perjudiciales de
esta ponzoña pueden aparecer muchos años después.
El glutamato monosódico es lo que se conoce como excitotoxina, una sustancia que
provoca que las neuronas se exciten en exceso y comiencen a disparar sus impulsos a
un ritmo que puede provocar su muerte en tan solo una hora. De esta manera nosotros,
a un precio demasiado alto, percibimos los sabores potenciados.
El reconocido investigador Rusell Blaylock sostuvo hace unos años:
El tema de las excitotoxinas es el asunto de mayor actualidad en el campo de la
neurociencia, el estudio del cerebro y del sistema nervioso. Toda revista que tenga
que ver con el cerebro y con el sistema nervioso, está repleta de artículos sobre las
excitotoxinas. Todo laboratorio de investigación que se ocupe de enfermedades
como el Alzheimer, Parkinson, la enfermedad de Lou Gehring (ELA), la enfermedad
de Huntington, todas estas terribles enfermedades cerebrales; lo primero que están
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hablando es de excitotoxinas. Pero todo este chaparrón de actividad y el hecho que
hayan denominado a esta la década, la década del cerebro (que vamos a invertir
todo este dinero y esfuerzo en estudiar cómo funciona el cerebro y resolver el
problema de estas terribles enfermedades cerebrales), a pesar de todo esto casi
nadie en la población general ha oído hablar alguna vez de la palabra excitotoxina
(y eso no es casualidad). Eso se debe a que la primera fuente de excitotoxinas en
nuestra sociedad es la comida. Estas excitotoxinas están siendo añadidas a vuestros
alimentos, por la industria que procesa alimentos, y las están añadiendo en
concentraciones muy elevadas.
En la década del 60, el glutamato se utilizaba en casi todos los alimentos como
sustituto de la sal; sin embargo, se retiró del mercado al descubrir que era altamente
cancerígeno. A pesar de todo, la industria de la alimentación lo siguió utilizando junto
a otros aditivos para resaltar los sabores.
Es conocido el “síndrome del restaurante chino” que se manifiesta con dolores de
cabeza, irritación en los ojos, visión borrosa, taquicardia, sudoración excesiva,
comezón generalizada, diarreas, asma, etc. El uso de glutamato favorece la aparición
de enfermedades neurológicas, obesidad, esterilidad, asma, diabetes, cáncer...
¡Por favor, evitá el glutamato monosódico, o al menos procurá sortear una buena
parte de las trampas de la industria, y verás la diferencia!
Azúcar blanco, dulce veneno
En un mundo plagado de violencia en el que absurdamente se busca acabar con ella
con más violencia, el azúcar es el principal sospechoso de los detectives serios pero
parece que las autoridades sanitarias no están dispuestas a emitir tan amarga condena
para la corrupta industria alimentaria.
Los desequilibrios nutricionales, en especial el consumo excesivo de azúcar, son
causales inmediatos de conductas antisociales y violentas; asimismo, se pretende
avanzar en la demostración del vínculo entre determinados hábitos y trastornos de la
salud como la depresión o, incluso, el suicidio.
Partimos de la premisa, incuestionable a esta altura, de que la alimentación de un
individuo o una sociedad es el principal factor para predecir los índices de violencia
de ese individuo o una sociedad. Así lo afirma Bernard Gesch, fisiólogo de la
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Universidad de Oxford y director de la asociación de investigación comportamental
Natural Justice:
El hecho de tener una mala dieta representa ahora un mejor indicio para predecir
futuros actos de violencia, comparado con el hecho de haber podido tener
comportamientos violentos en el pasado. En realidad, al vaticinar un eventual
comportamiento delincuente basándose en un pasado de delincuencia, cabe, en las
estadísticas, una posibilidad casi aleatoria de que sea correcta tal predicción. De
igual manera, un diagnóstico de psicopatía, que en general está percibido como ser
un mejor indicio que un pasado de delincuencia, aún se queda kilómetros atrás de lo
que se puede vaticinar sólo por mirar lo que come una persona.
En un estudio nutricional, citado por Pat Thomas en “La comida basura aumenta la
violencia social”, se ha observado que al adoptar una dieta pobre en azúcar, se dio
una reducción del 44% en los comportamientos antisociales entre más de mil
delincuentes menores de edad. Este es un dato impresionante que sencillamente las
autoridades sanitarias pretenden ignorar debido a que no saben jugar otro juego
económico que no sea el que el mercado impone con mano de hierro donde los
dividendos hay que obtenerlos aún al precio de crear una sociedad de zombies. ¿O
realmente es eso lo que se busca?
En un informe titulado “Chuches, dulce veneno”, Diego Rivera afirma lo siguiente:
Las golosinas o chucherías que consumen casi a diario los niños, y los no tan niños,
son un amasijo de aditivos, saborizantes, colorantes y espesantes que atentan contra
la salud y ponen en peligro el correcto desarrollo físico y emocional. Pese a que
todos sabemos que el excesivo consumo de dulces causa serios problemas a nuestro
organismo, la gran mayoría de personas hace caso omiso de ello y continúa
consumiéndolos y motivando a los más pequeños a que hagan lo mismo. Es un tema
preocupante si consideramos que, al viejo problema del azúcar, se le añade en la
actualidad un problema mucho más grave: las “golosinas” contienen más de 17 tipos
de colorantes sintéticos y aceites hidrogenados que las hacen elásticas y, aun así
comestibles. Algunos de los colorantes identificados en las golosinas que se venden
en los mercados convencionales son el E-102 (que dan color amarillo-naranja), E-
110 (naranja), E-122 (rojo) y E-129 (rojo oscuro), causante de alergia y procesos
asmáticos de origen alergénico. Otros colorantes sintéticos, altamente peligrosos,
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son el E-133 (azul brillante) que se ha demostrado residual y se acumula en riñones
y vasos linfáticos, y el E-131 (azul), que produce urticaria en algunos niños. Entre
las golosinas y la pastelería industrial, los niños reciben en su dieta diaria elevados
índices de azúcar refinada que inciden en el grado de hiperactividad y agresividad
de los menores, sometidos además a una vida cada vez más sedentaria, que no
requiere la ingesta de alimentos altamente energéticos. Es así como cada vez son
más frecuentes los casos de hipoglucemia (relacionada con el cansancio,
decaimiento y melancolía) y la hiperglucemia (vinculada a menudo a un nivel de
hiperactividad muy fuerte). Sin ignorar también los problemas de caries dentales y
la obesidad; esto último, acelerado con la ingesta de comida basura, típica de los
tiempos actuales.
Vivimos en un mundo en el cual es tan fácil elegir entre un vaso de gaseosao un
vaso de agua, pero con frecuencia no analizamos las consecuencias de esa decisión.
Un trabajo reciente revela que las personas que beben gaseosas con regularidad tienen
mayor riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares debido a que favorece el
llamado síndrome metabólico (Síndrome X), condición que predispone a patologías
como la diabetes o las citadas condiciones cardiacas.
El estudio, publicado en la revista Circulation de la American Heart Association,
fue realizado por el doctor Ramachandran Vasan —profesor de la facultad de
medicina de la Universidad de Boston— y sus colegas, en el cual evaluaron cerca de
3.500 personas participantes en el Framingham Offspring Study iniciado en 1971 y que
fuera la continuación del famoso Framingham Heart Study lanzado en 1948.
La investigación reveló que aquellos que bebían una o más gaseosas al día tenían
una incidencia mayor del síndrome metabólico; para ser diagnosticado de esta
condición deben reunirse tres de los siguientes síntomas: hipertensión, triglicéridos
elevados, bajos niveles de colesterol HDL (que protege las arterias), altos niveles de
glucosa en ayunas y circunferencia excesiva de la cintura.
Aumenta el consumo de antinutrientes poderosos
En el año 2013, el consumo de gaseosas per cápita en la Argentina ha
llegado a 102 litros (*), marcando un nuevo récord para el país. Esto no
incluye el consumo de otras categorías de bebidas como el agua mineral
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o las aguas saborizadas. Con esto se ha convertido en el principal
consumidor de gaseosas del mundo, superando a Chile, México y EE.UU.;
en este último país, y debido a la “guerra al azúcar”, el consumo de
gaseosas viene bajando desde 2005.
Desde tu punto de vista, ¿cuáles son las consecuencias ecológicas,
sanitarias, sociales y económicas de este aumento en el consumo de
gaseosas?
En la Argentina, no solo la diabetes sino también las enfermedades
cardiovasculares, el cáncer y otras enfermedades degenerativas vienen
creciendo sin parar y esto se debe a que estamos comiendo pocos
alimentos que de verdad alimentan y muchos alimentos que restan
nutrientes. Esto merece que cada uno realice una reflexión y, si así lo
considera, tome medidas para protegerse del consumismo de comida sin
valor nutricional y alta carga tóxica.
(*) Otras consultoras señalan que el consumo llega a 131 litros per
cápita.
También se induce que las bebidas ricas en azúcar aumentan el riesgo del síndrome
metabólico; esto se debe a que implican un aumento significativo en la ingesta calórica
y a que las personas que consumen gaseosas tienen estilos de vida menos saludables,
representando mayor incidencia de hábitos como fumar, comer fritos o el
sedentarismo.
Esto puede apreciarse dramáticamente en los niños que “hoy están en riesgo de
convertirse, en un futuro no muy lejano, en jóvenes con corazones viejos”, debido
fundamentalmente a la falta de actividad física y a los hábitos alimentarios que
incluyen exceso de gaseosas. Hasta hace unas décadas, las enfermedades
cardiovasculares se presentaban en personas de alrededor de 60 años y las creíamos
exclusivas de esa población; sin embargo, actualmente ocurren cada vez con mayor
frecuencia entre los 35 y 40 años.
De esto se concluye que sea sumamente importante comenzar a prevenir las
enfermedades cardiovasculares en la niñez, promoviendo buenos hábitos alimentarios,
algo urgente ya que en muchos países los índices de obesidad infantil ascienden al 50
por ciento.
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Entonces ya sabemos que el azúcar es un edulcorante natural cuyo uso abusivo se
puede observar en la manifestación de sobrepeso, diabetes, triglicéridos o,
paradójicamente, hipoglucemia (bajos niveles de azúcar en la sangre).
Por estos motivos, brevemente resumidos aquí, debemos ser cuidadosos con el
consumo de azúcar, especialmente en los niños; es importante que sepamos que
nuestro cuerpo no necesita azúcar simple ya que este puede ser obtenido de forma más
saludable a partir de los hidratos de carbono complejos como los cereales (pan,
pastas, arroz), las papas o las frutas.
Para las personas saludables existe la variante del azúcar integral de caña, que se
obtiene a partir de la miel de caña y tras un proceso natural se extrae el azúcar de
caña, o, según la variedad, otras presentaciones conocidas como panela, mascabo o
rapadura.
El azúcar integral de caña, así como la miel, conserva todas sus propiedades
nutricionales ya que no ha sido refinado; cuando no está contraindicado por cuestiones
calóricas o diabetes, su consumo en pequeñas cantidades es una alternativa saludable
a tener en cuenta, especialmente para los niños.
Para los diabéticos, la stevia o “yerba dulce” es la mejor opción, ya sea para
endulzar sus alimentos y bebidas cuando buscamos reducir las calorías, controlar el
azúcar en la sangre o mantener los triglicéridos a raya con métodos totalmente
saludables. Se trata de una hierba medicinal originaria del Amazonas que no aporta
calorías pero que endulza treinta veces más que el azúcar; a ello debemos agregarle
propiedades medicinales como reguladora de la glucosa, convirtiéndola en la mejor
opción para los diabéticos.
La stevia se presenta en hojas, como solución acuosa o en forma de concentrado (en
esta opción encontramos que endulza más ya que se toma solo el principio endulzante,
como contrapartida se pierden otras propiedades medicinales). Podemos informarnos
en dietéticas y tiendas de salud acerca de sus presentaciones y formas de uso;
naturalmente nosotros preferimos la opción más natural y menos industrializada, es
decir las hojas usadas tal cual, en infusión o hechas polvo en un molinillo.
Ampliaremos la información sobre la stevia en otro apartado del libro.
La justicia médica no condena al peor asesino
Todos estamos familiarizados con la importancia de mantener a raya el colesterol
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malo o LDL, así como la absoluta necesidad de eliminar las grasas hidrogenas de
nuestra dieta; para quien quiera más argumentos, sugerimos la lectura de
Medicalimentos y vitanutrientes y otros de nuestros libros donde nos explayamos más
sobre este tema.
Pero es necesario comprender que la industria ha creado otra variedad de lípidos en
su carrera por refinar y desnaturalizar los alimentos que se muestra mucho más
peligrosa que los anteriormente mencionados; nos referimos al oxicolesterol.
El oxicolesterol se encuentra en los alimentos fritos, fast food, leche en polvo y toda
la variedad de alimentos realizados con ella o carnes a la parrilla. El mismo es
producto de la reacción de las grasas con el oxígeno y aparece cuando los lípidos son
recalentados y procesados industrialmente.
Como podemos imaginarnos, el oxicolesterol actúa promoviendo la formación de
colesterol LDL y placas ateromatosas que nos predisponen a la enfermedad
cardiovascular; por ejemplo, en un estudio realizado en la Universidad de Hong Kong
se observó que las ratas alimentadas con una dieta alta en oxicolesterol tuvieron un
22% más de riesgo de sufrir trastornos cardiovasculares que aquellas que llevaron una
alimentación rica en antioxidantes.
También, en estudios en humanos, se ha observado que el oxicolesterol promueve el
desarrollo de preeclampsia, una manifestación hipertensiva durante el embarazo que
pone en riesgo la integridad del feto y de la madre.
Estos datos son muy importantes para los diabéticos, sobre todo a la hora de cuidar
la delicada salud cardiovascular amenazada por la hiperglucemia. Una y otra vez
volvemos a la vieja fórmula de las frutas, las verduras, las semillas, los cereales
integrales, las legumbres, buenos aceites, algas y una correcta selección de alimentos
de nutrición especial y concentrada como el polen, la spirulina, los fermentados
naturales, etcétera.
Nota:
1 Gaseosa.
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Los lácteos y la diabetes
Si bien todos nuestros alimentos se están degradando día a día por la mala praxis de
la producción agropecuaria y la industria alimentaria, así como la desidia de las
autoridades, ante todo tenemos que reconocer que los lácteos son antifisiológicos
desde el vamos y las

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