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Terapia manual en el sistema oculomotor Técnicas avanzadas para la cefalea y los trastornos del equilibrio Iñaki Pastor Director, Centro de Fisioterapia Global, Zaragoza Elsevier Masson 2 Copyright © 2012 Elsevier España, S.L. Es una publicación MASSON Travessera de Gràcia, 17-21 08021 Barcelona, España Fotocopiar es un delito (Art. 270 C.P.) Para que existan libros es necesario el trabajo de un importante colectivo (autores, traductores, dibujantes, correctores, impresores, editores…). El principal beneficiario de ese esfuerzo es el lector que aprovecha su contenido. Quien fotocopia un libro, en las circunstancias previstas por la ley, delinque y contribuye a la «no» existencia de nuevas ediciones. Además, a corto plazo, encarece el precio de las ya existentes. Este libro está legalmente protegido por los derechos de propiedad intelectual. Cualquier uso fuera de los límites establecidos por la legislación vigente, sin el consentimiento del editor, es ilegal. Esto se aplica en particular a la reproducción, fotocopia, traducción, grabación o cualquier otro sistema de recuperación y almacenaje de información. ISBN: 978-84-458-2118-3 Coordinación y producción editorial: Gea Consultoría Editorial, s.l. Advertencia Las terapias manuales son un área en constante evolución. Aunque deben seguirse unas precauciones de seguridad estándar, a medida que aumenten nuestros conocimientos gracias a la investigación básica y clínica habrá que introducir cambios en los tratamientos y en los fármacos. En consecuencia, se recomienda a los lectores que analicen los últimos datos aportados por los fabricantes sobre cada fármaco para comprobar las dosis recomendadas, la vía y duración de la administración y las contraindicaciones. Es responsabilidad ineludible del médico determinar las 3 dosis y el tratamiento más indicados para cada paciente, en función de su experiencia y del conocimiento de cada caso concreto. Ni los editores ni los directores asumen responsabilidad alguna por los daños que pudieran generarse a personas o propiedades como consecuencia del contenido de esta obra. El editor 4 Revisores JAVIER ÁLVAREZ GONZÁLEZ Fisioterapeuta. Técnico especialista en radiodiagnóstico y fisioterapeuta. HGU Gregorio Marañón. Profesor Universidad Francisco de Vitoria. Profesor Posgrado Universidad Autónoma de Madrid. Universidad de Alcalá de Henares. Madrid. España. CLEMENTE ARTERO FORNIES Óptico-Optometrista. Licenciado en Química y Farmacia. Especializado en terapia visual. Zaragoza. España. MIGUEL HORNERO CORISCO Médico estomatólogo y ortodoncista. Zaragoza. España. CÉSAR FERNÁNDEZ DE LAS PEÑAS Fisioterapeuta. Doctor. Departamento de Fisioterapia, Terapia ocupacional, Medicina Física y Rehabilitación. Universidad Rey Juan Carlos. Madrid. España. SYLVIE MARCHAND Fisioterapeuta. Hôpital de Hull, clinique d’orthopédie. Québec. Canadá. VICTOR OLLOQUI MARTÍN Óptico-optometrista. Licenciado en Psicología. DEA en Oftalmología. Profesor Asociado Universidad de Zaragoza, Áreas de Optometría y Contactología. Zaragoza. España. PHILIPPE SOUCHARD Fisioterapeuta. Creador de la Reeducación Postural Global. Profesor Internacional de RPG. UIPTM. Saint Mont. Francia. 5 FELIU TITUS ALBAREDA Doctor en Medicina y Cirugía Miembro Numerario de Honor de la Sociedad Española de Neurología Miembro de honor de la Sociedad Catalana de Neurología Premio de la Academia de Ciencias Médicas i de la Salud de Catalunya i Baleares Barcelona. España. JOSE MIGUEL TRICAS MORENO Fisioterapeuta. Doctor. Profesor Titular de Fisioterapia. Unidad de Investigación en Fisioterapia. Departamento de Fisiatría y Enfermería. Universidad de Zaragoza. España. PILAR VERGARA GIMÉNEZ Óptico-optometrista. Directora del Centro de Terapia Visual Skeffington en Madrid. Especializada en desarrollo y terapia Visuocognitiva. Albacete. España. 6 Prólogo El trabajo, la investigación y la docencia en aspectos de la salud que requieren una colaboración multidisciplinar siempre generan una mayor dificultad para su desarrollo. El primer escollo es atribuible a la necesaria homologación del argot propio de cada especialidad y también de la diversidad en la distribución taxonómica. Otro punto imprescindible, para efectuar esta labor, es saber desprenderse del sesgo que sin duda introduce, en la valoración de los hechos y de los resultados, nuestra formación especializada. Necesaria resulta también una excelente comunicación entre los especialistas, sin crear prioridades de opinión, con el objetivo de que la resultante corresponda auténticamente a una labor transdisciplinaria. Por contrapartida, el trabajo en esta línea debemos entenderlo como de máximo rendimiento en el avance del conocimiento, en este caso concreto, aplicado a la sanidad. El trabajo de Iñaki Pastor es paradigmático de lo expuesto. Es de una de gran calidad documental. Los capítulos de anatomía y de fisiología, desarrollados de tal forma que su lectura y su comprensión resultan fáciles —a pesar de que la exposición de tales temas suele ser difícil—, son un ejemplo de extraordinaria documentación. Con ellos abre la exposición, que continúa con capítulos de orientación etiopatogénica y concluye con la terapia. Desarrolla, en capítulos concretos, la heterotropía, introduciendo la terapia manual como alternativa o complemento a la cirugía y la optometría. A su vez, en la heteroforia apoya, como complemento al tratamiento optométrico, la fisioterapia. Queda expuesta también con claridad la compleja relación oculocervical y oculovestibular que entran en relación con la postura y el equilibrio. Por su parte, expone la posible relación etiopatogénica entre el dolor de cabeza y los trastornos oculares y oftalmológicos. El diseño del trabajo permite adivinar su voluntad de abrir nuevos caminos en el estudio de la participación ocular y oculomotora, con el fin de facilitar el manejo práctico de patologías tan frecuentes y tan poco investigadas. Su aportación bibliográfica, además, es excelente. Este libro llena un vacío dentro de la información científica sobre el tema, y lo lleva a cabo a muy alto nivel. 7 Feliu Titus, Doctor en Medicina y Cirugía, Miembro Numerario de Honor de la Sociedad Española de Neurología, Miembro de Honor de la Sociedad Catalana de Neurología, Premio de la Academia de Ciencias Médicas y de la Salud de Cataluña y Baleares 2011 8 Prefacio Es un placer para mí presentar el libro de Iñaki Pastor Pons en la medida en que forma parte del equipo de docentes de la reeducación postural global (RPG) desde hace años. Una de las originalidades fundamentales de este método es que tiene en cuenta la función estática de los músculos y la especial importancia que esta tiene en el mantenimiento de la posición erecta, la suspensión de los segmentos y su estabilización. En ausencia de parálisis flácida, la actividad permanente de estos músculos tónicos provoca su acortamiento y, como consecuencia, alteraciones morfológicas y disfunciones articulares. Si admitimos este postulado, es conveniente entonces proceder a su alargamiento. Las primeras aplicaciones terapéuticas fueron, lógicamente, sobre las patologías morfológicas y articulares. Pero luego resultó necesario interesarse por los desequilibrios tensionales de los músculos oculomotores y corregirlos, dada la implicación fundamental del sistema visual en los mecanismos del equilibrio y del control de la postura. El modus operandi de estas correcciones específicas fue entonces experimentado y luego introducido en el programa de los cursos de RPG. Pero una innovación terapéutica no puede inscribirse en el tiempo si la metodología no se apoya sobre bases científicas. Es esta profundización la que realizó, de manera notable, Iñaki Pastor. Esto no solamente le permitió asentar el conocimiento de los mecanismos musculares oculomotores y aclarar las consecuencias de sus desequilibrios, sino también enriquecer el campo de aplicaciones terapéuticas de su corrección. Este no es el menor de sus méritos.Deseo a esta obra y a su autor el éxito que merecen. Philippe Souchard, Creador de la Reeducación Postural Global (RPG) 9 Introducción Iñaki Pastor Recuerdo perfectamente la primera vez que vi una aplicación manual sobre un ojo. Recuerdo también la fascinación que sentí. Durante un tratamiento, el profesor Souchard realizó una corrección sobre el globo ocular y sobre la columna cervical al mismo tiempo. No salía de mi asombro. ¿Dónde estaban los límites de la terapia manual? Quizá el otro suceso que ha hecho posible que usted y yo nos encontremos en estas líneas es que, de una forma algo atrevida, me lancé a probar esta terapia en algunos pacientes con cefalea y con desequilibrio. El resultado fue tan espectacular que no he parado de intentar comprender por qué. ¿Cómo es posible que algo tan minusvalorado en terapia manual pueda tener tanta repercusión en la patología craneocervical? Me siento encantado de poder presentar el libro Terapia manual en el sistema oculomotor. Técnicas avanzadas para la cefalea y los trastornos del equilibrio. Es el resultado del trabajo de años, pero, más allá de eso, es el resultado de una pasión por la terapia manual y de una aspiración profunda por abrir nuevos caminos y posibilidades a los terapeutas manuales. Estos caminos se abren inevitablemente en el encuentro interdisciplinar, allí donde una imagen enfocada desde diferentes puntos de vista puede convertirse en una imagen con profundidad y con relieve. ¿Quién puede haber pensado en algún momento que tiene la mejor y más completa visión sobre el ser humano? Esta obra es realmente el primer texto que ha desarrollado de una forma precisa el diagnóstico y el tratamiento de las alteraciones del sistema oculomotor a través de la terapia manual. En particular, hace hincapié en la terapia manual sobre el globo ocular, sobre las estructuras blandas que lo rodean y sobre los centros neurológicos que controlan su alineación y su movimiento coordinado. Esta obra va más allá de los escasos e interesantes tratados de osteopatía en oftalmología con un enfoque más craneal. He hecho un esfuerzo por sustentar y fundamentar el texto en lo publicado hasta ahora. Esto permitirá al lector profundizar en distintos aspectos siguiendo la pista a la bibliografía. El libro se divide básicamente en cuatro bloques temáticos. En una primera parte, se comienza con un recuerdo anatómico y neurofisiológico del sistema oculomotor. Merece especial atención el 10 desarrollo de la biomecánica del globo ocular. He puesto especial interés en este aspecto, ya que un terapeuta manual es en primer lugar un mecánico del cuerpo. La biomecánica se ha descrito en este libro de la forma más didáctica posible, dada la complejidad y la falta de formación previa de muchos terapeutas manuales en relación con este espacio anatómico. Se recogen los descubrimientos que en los últimos años han revolucionado la forma de entender la biomecánica ocular, basados principalmente en la descripción de las poleas de los músculos extraoculares. Estas extensiones aponeuróticas y musculares de los músculos extraoculares ofrecen un nuevo punto de inserción anterior y mantienen estables las acciones musculares en distintas posiciones del ojo. En una segunda parte, el texto se adentra en la fisiopatología del sistema oculomotor y en los trastornos más característicos: los estrabismos y las heteroforias. Destaca de este bloque la descripción de un mecanismo fisiopatológico absolutamente novedoso con relación a lo comúnmente establecido en optometría. Nos abrimos con fuerza a la discusión justificada de que la causa principal de las alteraciones oculomotoras en adultos se deba en un principio a la presencia de hipertonía en ciertos músculos oculomotores y no a una debilidad o paresia de sus antagonistas. Si bien, como consecuencia de la hipertonía en algunos músculos, puede que se presente una inhibición (debilidad) de sus oponentes. Esta confrontación resulta tan novedosa como necesaria. Además, este libro ofrece la posibilidad de comprender claramente la interacción entre el procesamiento visual y el control motor ocular comprendiendo, de esta manera, la sintomatología que presenta el paciente. Esto nos permite acercarnos con humildad, pero con capacidad de integración, a un examen oftalmooptométrico completo del sistema oculomotor. Así, la colaboración entre terapia manual, oftalmología y optometría se vuelve una posibilidad muy real, algo casi impensable hasta ahora. De esta forma, el terapeuta manual puede contribuir con una acción terapéutica de alta precisión a la mejora del funcionamiento de los músculos extraoculares y de la coordinación oculomotora, en colaboración con el oftalmólogo y el optometrista. La tercera parte presenta las fascinantes relaciones del sistema oculomotor con el complejo cervical y con la boca. Relaciones mecánicas y neurofisiológicas que vinculan entre sí a estos segmentos. La interrelación exige un planteamiento evaluativo y de tratamiento conjunto cuando se presentan disfunciones. Otro de los aspectos originales de esta obra es la hipótesis de la participación oculomotora en algunas alteraciones muy prevalentes, hasta ahora atribuidas únicamente a la columna cervical, como 11 los trastornos del equilibrio y algunos tipos de cefaleas primarias y secundarias. La habitual falta de evaluación del sistema oculomotor ha llevado a una excesiva focalización sobre el cuello, al margen de su inevitable interdependencia. De esta forma, se ha pasado por alto la principal y esencial responsabilidad que tiene el cuello: estar al servicio del posicionamiento y la orientación de los sentidos cefálicos (vista, oído, etc.) y al servicio de la respiración y de la nutrición (boca). Por último, se propone un modelo de valoración muy preciso del tono de los músculos oculomotores. Este examen se presenta con dos componentes. Por un lado, una prueba de palpación fina de las resistencias tisulares, mucho más fácil y aplicable que los test de ducción forzada bajo anestesia practicados en oftalmología. Complementario a la palpación, es imprescindible un examen de movilidad coordinada del sistema oculocefalógiro. Este examen de movilidad integra las influencias tónicas del complejo cervical y del resto del cuerpo. La relación entre los trastornos cervicales agudos o crónicos y las alteraciones del control motor ocular habían sido descritas para la evaluación y el tratamiento de la columna cervical, por lo que era necesario, por tanto, abordar el tema en sentido inverso, esto es: cómo los ojos pueden influir en un control postural cervical alterado. Y todavía más allá, cómo incluir el cuello y, a través de las vías miofasciales, el resto del cuerpo para el tratamiento de los ojos. De esta forma, la globalidad en el tratamiento musculoesquelético no es un capricho ni una moda, es una necesidad absoluta, no sólo debido a la continuidad de las aponeurosis y de su acción mecánica, sino porque eso nos permite actuar sobre los centros de control motor en el tronco del encéfalo para establecer nuevos patrones tónicos de base en la musculatura esquelética. La reeducación postural global permite la corrección simultánea de varios segmentos corporales, algo imprescindible para establecer un nuevo modelo posicional que sea económico y estable en el tiempo. Quizá, por el desconocimiento de la importancia de la oculomotricidad o por la incredulidad de que las manos pueden aplicar técnicas de precisión sobre los globos oculares, los ojos han quedado fuera de gran parte de los planes de estudio en fisioterapia. Es hora de reivindicar la responsabilidad del terapeuta manual sobre el movimiento y el posicionamiento de los segmentos corporales, allá donde se encuentren. Es el momento de integrar el sistema oculomotor en la evaluación y el tratamiento de la patología craneocervical. En palabras del profesor Souchard: «Tienen derecho a no creerme, pero no tienen derecho a no intentarlo». Espero que el estudio les abra nuevas e interesantes posibilidades para ayudarmás a sus pacientes. ¡Buen camino de descubrimientos! 12 Aplicar estos principios cambiará de una forma espectacular la vida de muchos pacientes que sufren cefalea y trastornos del equilibrio, y para los que la medicación o el tratamiento cervical no está siendo suficiente para que tengan una mejor calidad de vida. 13 Agradecimientos Los proyectos como este no son posibles sin el trabajo, el esfuerzo y el empuje de muchos. Hay muchos tipos de ayuda, y me siento agradecido de haberla recibido de todos los modos posibles. En primer lugar, sin lugar a dudas, me siento agradecido a Idoya y a Noa, por creer en mí y en mi proyecto y por todas las horas en que me han echado de menos mientras trabajaba en él. A mis colaboradores, algunos de ellos grandes amigos, todos grandes profesionales en distintos campos y en distintos países, de quienes he aprendido tantísimo. Me han impulsado y cuestionado en todo momento, creyendo en este libro y en su papel en beneficio de la sociedad, sin abstenerse de decir cuando era necesario: «no lo veo así». Por su disposición a acoger una nueva idea que podía remover algunos paradigmas establecidos. Por su valentía, su benevolencia y su visión certera y profunda. A Idoya y Anaís, por ser mis excelentes pacientes modelos, y a Jorge Toledo, por su dedicación y profesionalidad en las fotografías. A Ana González Lartitegui, por las ilustraciones. Y a Matt Lee, por tantas figuras creativas y fantásticas, y por su disponibilidad en todo momento cuando le pedía auxilio. A Isabel Gómez y a la Biblioteca Biomédica de la E. U. de Ciencias de la Salud de la Universidad de Zaragoza, por su ayuda y su disposición en la búsqueda de referencias desde un inicio. A Clemente Artero, por tantas horas enseñándome optometría en su tiempo libre. A la Unidad de Investigación en Fisioterapia de la Universidad de Zaragoza, dirigida por el profesor D. José Miguel Tricas. Por haberme acogido bajo las alas de este grupo y por su ayuda en la revisión y en la fundamentación de mi trabajo. Al equipo de la Reeducación Postural Global (RPG) en todo el mundo, por su fe y por la pasión que me han transmitido para una terapia manual realmente honesta y global. A cada equipo en cada país, por hacerme sentir uno de los suyos estuviera donde estuviera. Son afortunados de hablar tan claro el mismo idioma sin ningún resquicio de frontera lingüística, racial o sexual. Al equipo español de RPG, con quien he compartido tanto. A Rita Menezes y Bernard Michel, por ser mis mentores y por el cariño 14 y la fe con la que han acompañado mi evolución como terapeuta y como docente. A Sylvie Marchand, por su amistad. A Mario Korell, por enseñarme paciencia. A Andy, por tocar sutilmente la tecla que pusiera en marcha esta edición. A Sonia Pardellas, por su permanente apoyo y su sabiduría. Al profesor Philippe Souchard, verdadero inspirador de esta obra. Un creador y un visionario. Por su atrevimiento a cuestionar lo establecido en fisioterapia y dedicar su vida a ello. Por crear la RPG y donar al mundo un método tan lógico y tan eficaz. Simplemente he desarrollado en los ojos aquello que él ya había empezado. A mis pacientes, mi verdadera Universidad de formación y confrontación. 15 Table of Contents Copyright Revisores Prólogo Prefacio Introducción Agradecimientos Capítulo 1: Anatomía del globo ocular y de la órbita Capítulo 2: Anatomía y biomecánica del sistema oculomotor Capítulo 3: Inervación motora del sistema oculomotor Capítulo 4: Inervación sensorial del sistema oculomotor Capítulo 5: El sistema visual Capítulo 6: Fisiopatología oculomotora Capítulo 7: El estrabismo o la heterotropía Capítulo 8: La heteroforia. El aspecto cualitativo de la patología oculomotora Capítulo 9: La relación ojos-cuello. La coordinación motora en el sistema oculocefalógiro Capítulo 10: Cefaleas de origen oculomotor Capítulo 11: La relación ojos-postura. La oculomotricidad en el control postural y el equilibrio Capítulo 12: La relación ojos-boca. La influencia del sistema estomatognático sobre el sistema oculomotor Capítulo 13: Evaluación de las patologías oculomotoras en terapia manual 16 Capítulo 14: Tratamiento de las patologías oculomotoras en terapia manual mediante reeducación postural global Índice alfabético 17 Capítulo 1 Anatomía del globo ocular y de la órbita Introducción El globo ocular La órbita o cavidad orbitaria Base Vértice Pared superior o bóveda Pared inferior o suelo Pared interna o medial Pared externa o lateral Algunas consideraciones sobre la anatomía de la órbita Pasos y canales de la cavidad orbitaria Periostio y recubrimiento fascial de la órbita El sistema fascial orbitario Cápsula de Tenon Envolturas musculares Prolongaciones orbitarias y ligamentos de contención Resumen 18 https://booksmedicos.org Introducción El globo ocular está situado en un espacio, llamado órbita, formado por varios huesos del viscerocráneo. La pregunta que podría plantearse es: ¿Se puede denominar articulación a la relación del ojo con la órbita? Desde un análisis ortodoxo, esto se podría poner en duda, ya que no existen superficies de contacto revestidas de un cartílago articular. Pero, por otro lado, el ojo está situado de forma muy estable con relación a la órbita y su movimiento responde a un análisis matemático muy preciso. Incluso podríamos decir que hay una cápsula articular. Efectivamente, el ojo en la órbita puede considerarse una articulación más; muy particular, pero articulación al fin y al cabo. El sistema oculomotor comprende, entre otras cosas, la relación biomecánica de los ojos con el espacio en el que se mueven: las órbitas. Conocer las estructuras óseas y la organización del conjunto de tejidos blandos que lo componen permitirá al terapeuta el acceso con garantías a la evaluación y el tratamiento de las alteraciones oculomotoras. 19 https://booksmedicos.org El globo ocular El globo ocular tiene una forma de esfera ovoide de unos 23 mm de diámetro y ocupa la mitad anterior de la órbita. Pesa alrededor de 7 g y su consistencia es muy firme, dando la sensación de ser un cuerpo duro y sólido. Esta consistencia se debe a la presión de los líquidos que contiene (fig. 1.1). Figura 1.1 Visión frontal del ojo derecho. Con relación a la base de la órbita, el vértice de la córnea está situado casi en la línea recta que uniría los salientes de los rebordes orbitarios superior e inferior (fig. 1.2). Con relación a una línea que uniera los bordes interno y externo de la órbita, la córnea se encontraría muy por delante (fig. 1.3). Así pues, el reborde superior de la órbita excede y domina al globo en una función de protección, pero el globo a su vez rebasa por delante a los otros tres bordes. Estas relaciones del globo ocular con la base de la órbita pueden variar según los individuos y dependen de lo que se ha dado en llamar «estado de plenitud de la cavidad orbitaria», esto es, el desarrollo más o menos considerable de la masa adiposa retroocular. 20 https://booksmedicos.org Figura 1.2 Corte sagital de una RM donde se aprecia la posición de la córnea con respecto a los rebordes orbitales superior e inferior. Existe una relativa alineación de la parte anterior del ojo con respecto al borde superior, que protege al ojo como un techo. (Imagen cedida por el profesor Javier Álvarez.) Figura 1.3 Corte horizontal de una RM donde se aprecia cómo la córnea sobrepasa una línea que uniese los bordes interno y externo de la órbita. (Imagen cedida por el profesor Javier Álvarez.) El globo nunca está en relación inmediata con los huesos. Está cubierto por delante por los párpados, y alojado en una especie de cúpula fibrosa que forma la aponeurosis orbitoocular o aponeurosis de Tenon, que más adelante será descrita. En relación a las paredes de la órbita, el globo no está situado a igual distancia de estas. Está más próximo a la pared externa que a la interna, y 21 https://booksmedicos.org algo más próximo a la pared superior que a lainferior. Estas distancias a las paredes se mantienen fijas. Así pues, este dato es importante porque puede dar la impresión errónea de que el ojo al moverse se desplaza dentro de la órbita, pero lo que hace es rotar sobre sí mismo. Posterior al globo se encuentra el complejo vasculonervioso, muscular y adiposo separado dentro de la órbita por la cápsula de Tenon. La grasa que se encuentra en la órbita tiene una elasticidad y viscosidad baja (Schoemaker et al., 2006). El globo está constituido del exterior al interior por tres capas o túnicas. La primera capa es fibrosa y se llama esclerótica; la segunda es vascular, llamada úvea; y la tercera es más sensorial y se llama retina. 22 https://booksmedicos.org La órbita o cavidad orbitaria La órbita es la cavidad que aloja el globo ocular junto con sus estructuras vasculares, neurológicas y lacrimales. Las cavidades orbitarias están situadas de forma simétrica a cada lado de las fosas nasales. Cada una de ellas tiene una forma de pirámide cuadrangular de base anterior, en la que se presenta un vértice situado posteriormente que se abre a la cavidad craneal por varias fisuras. Podemos diferenciar: una base, un vértice y cuatro caras —suelo, pared medial, pared lateral y techo—, siendo cada una de estas caras de forma triangular. En cuanto a las paredes, están formadas por la disposición de siete huesos del cráneo: esfenoides, frontal, cigomático, maxilar, lacrimal, etmoides y palatino. La pirámide orbitaria tiene una medida de unos 4 cm de ancho por 3,5 cm de alto y está rotada lateralmente. A causa de esta rotación, el reborde lateral orbital coincide aproximadamente con el ecuador del globo (fig. 1.4). La órbita se expande en su máxima dimensión 1 cm detrás del reborde exterior. El ápex está situado entre 44 y 50 mm por detrás y concentra estructuras neurovasculares muy importantes. Figura 1.4 Imagen de una RM en un corte horizontal. Se pueden apreciar la pared nasal de la órbita en un plano sagital y la pared orbital con una oblicuidad de unos 45°. Probablemente se trate de un residuo de cuando los ojos estaban situados en los laterales de la cabeza. La evolución de las especies ha ido llevando los ojos hacia una posición más frontal. Esto es especialmente constatable en los depredadores, a los que la frontalidad de los ojos permite un mejor cálculo de la distancia hasta la presa. Los «depredados» mantienen los ojos en una situación más lateral, lo que les permite un mayor campo visual ante posibles peligros. 23 https://booksmedicos.org (Imagen cedida por el profesor Javier Álvarez.) Una característica interesante es que la pared interna de cada órbita tiene una dirección prácticamente sagital, mientras que la pared externa es oblicua de atrás a adelante y de dentro a fuera con una angulación de 45°(v. fig. 1.4). Esta oblicuidad de la pared externa hace que el eje de la órbita quede a unos 23° y que los ejes de las dos órbitas, prolongados hacia el occipital, se encuentren por detrás y un poco por debajo del borde superior de la lámina cuadrilátera del esfenoides, formando entre sí un ángulo de 40 a 45°(fig. 1.5). Figura 1.5 Imagen de RM en un corte horizontal donde se pueden apreciar los globos oculares con sus córneas y cristalinos. En esta imagen se observa con claridad la situación de los ejes ópticos con respecto a los ejes de la cavidad orbital. Las dos órbitas forman un ángulo de unos 45° entre sí. Cada uno de los ojos está situado a unos 23° con respecto a un plano sagital. A partir de esta constatación, podemos afirmar que los globos oculares con respecto a las órbitas se encuentran en una rotación interna (aducción) relativa. (Imagen cedida por el profesor Javier Álvarez.) Si los ejes oculares guardaran proporción entre la pared interna y la externa de la órbita, los ojos mirarían hacia delante y hacia fuera, en completa divergencia, lo que nos daría un aspecto muy particular. La oblicuidad de la órbita, así como el hecho de que los ejes visuales sean frontales y paralelos, implica que los ojos estén situados de forma fisiológica en una relativa aducción-rotación interna con respecto a la órbita. Es sorprendente la similitud de esta situación con la de las extremidades 24 https://booksmedicos.org superiores e inferiores, donde también el húmero y el fémur, con respecto a la escápula y la pelvis, se encuentran en una relativa aducción-rotación interna. Esta es la descripción de las distintas paredes (figs. 1.6 y 1.7): Figura 1.6 Imagen de resonancia en 3D donde se aprecian las características de la arquitectura de la órbita. (Imagen cedida por el profesor Javier Álvarez.) 25 https://booksmedicos.org Figura 1.7 Esquema de los distintos huesos y estructuras anatómicas que forman la órbita. 26 https://booksmedicos.org Base La base es la apertura facial de la órbita y tiene la forma de un cuadrilátero con los ángulos muy redondeados (v. fig. 1.6). Su contorno o reborde orbitario está formado, por arriba, por el arco orbitario del frontal y por las dos apófisis orbitarias del mismo hueso; por dentro y abajo, por la apófisis ascendente del maxilar superior; y por fuera y abajo, por el borde superior del hueso cigomático. 27 https://booksmedicos.org Vértice El vértice provee la ruta de comunicación entre la cavidad intracraneal y la órbita. El vértice de la órbita corresponde con la porción más interna y más ancha de la hendidura esfenoidal y el agujero óptico. En el borde interno se encuentra un pequeño tubérculo óseo, más o menos desarrollado según los sujetos, en el cual viene a insertarse el anillo de Zinn. La alta concentración de estructuras neurovasculares lo predisponen a ser un lugar delicado ante ciertas inflamaciones. 28 https://booksmedicos.org Pared superior o bóveda Es muy cóncava y está formada, sobretodo, por la bóveda orbitaria del hueso frontal, y en parte por la cara inferior del ala menor del esfenoides. En esta bóveda orbitaria y en la parte medial encontramos la fosita troclear para la inserción de la polea de reflexión del músculo oblicuo superior del ojo, y en la parte lateral se sitúa la fosa para la glándula lacrimal. 29 https://booksmedicos.org Pared inferior o suelo Es cóncava como la anterior y tiene la forma de plano inclinado hacia abajo, afuera y adelante. Está formada por el plato orbital del maxilar, con la contribución del cigomático, y en su límite posterior se encuentra la apófisis orbitaria del palatino. El suelo orbital es el techo del seno maxilar. En sus dos tercios posterolaterales, el suelo está separado de la pared lateral por la fisura orbital inferior por la que la división maxilar del trigémino (V2) entra en la órbita. 30 https://booksmedicos.org Pared interna o medial La pared interna de la órbita es plana y paralela al plano medio. Muy delgada y formada en su mayor parte por la lámina papirácea u orbitaria del hueso etmoides, que se articula anteriormente con el lacrimal y este último con la apófisis montante del maxilar superior. La lámina papirácea es límite de los senos o celdas etmoidales. Entre el maxilar y el lacrimal encontramos el conducto lacrimonasal. En la zona posterior, la lámina papirácea del etmoides se articula con una pequeña porción del cuerpo del esfenoides. La pared medial contacta con el techo de la órbita en la sutura frontoetmoidal, y contacta con el suelo en la sutura maxiloetmoidal. 31 https://booksmedicos.org Pared externa o lateral Plana y triangular, la pared externa está constituida por la apófisis frontal del hueso cigomático en su parte anterior y por el ala mayor del esfenoides en su parte más posterior. En su parte superior vemos la apófisis orbitaria externa del frontal. La pared externa es fuertemente oblicua hacia dentro y hacia atrás. La pared lateral es la más espesa de la órbita y está separada del suelo por la fisura orbital inferior y del techo por la fisura orbital superior (más posterior) y por la sutura frontoesfenoidal. 32 https://booksmedicos.org Algunas consideracionessobre la anatomía de la órbita En un espacio y volumen reducido, la órbita presenta 7 huesos y 14 suturas. Esto la hace sensible a diferentes traumatismos cefálicos, y no solo en la cara. Cualquier traumatismo que afecte alguno de estos siete huesos podrá afectar a alguna de las suturas, lo cual tendrá consecuencias para las tensiones de los tejidos en el interior de la órbita, además de los efectos negativos que podría suponer una inflamación en esta zona. El esfenoides es una pieza clave en la constitución de la órbita gracias a sus alas grandes y pequeñas y a la participación de la parte anterior de la cara lateral de su cuerpo. Su posición repercutirá directamente en el paso de las estructuras vasculonerviosas por las hendiduras y agujeros, y en la tensión de los músculos oculomotores (MEO) que, como veremos, toman inserción en él. 33 https://booksmedicos.org Pasos y canales de la cavidad orbitaria Son básicamente nueve y aseguran las comunicaciones con las fosas nasales, la parte media de la base del cráneo y la fosa pterigoidea-palatina. Entre estos pasos y canales destacan: El conducto óptico, formando prácticamente el vértice de la pirámide cuadrangular que constituye la órbita en el ala menor del esfenoides. Por él pasa el nervio óptico (II nervio craneal), la arteria oftálmica y una rama ortosimpática destinada al globo ocular. La hendidura esfenoidal, o fisura orbitaria superior, que constituye gran parte del ángulo superoexterno de la órbita (fig. 1.8). Tiene la forma de una coma cuya parte ancha se encuentra en la parte inferointerna. Está situada entre el ala mayor y el ala menor del esfenoides, y deja paso a: ● Los tres nervios motores del globo ocular: el nervio oculomotor común (III), el nervio troclear (IV) y el nervio oculomotor externo (VI). ● Las ramas (lacrimal, frontal y nasal) del nervio oftálmico de Willis (rama superior del nervio trigémino V1) que dan la sensibilidad de la órbita y el ojo. ● Una rama ortosimpática destinada al ganglio ciliar. ● Las venas oftálmicas superior e inferior. ● La arteria meníngea media, procedente de la carótida externa y una colateral. 34 https://booksmedicos.org Figura 1.8 Imagen de un corte frontal del cráneo justo por detrás del borde externo de la órbita. Se aprecian las órbitas y los distintos senos y espacios, que hacen ligera la estructura del cráneo. La fisura orbitaria inferior o hendidura esfenomaxilar está situada en la parte posterior del ángulo inferoexterno de la cavidad (v. fig. 1.8). Pasan por ella dos ramas del nervio maxilar superior (rama media del trigémino V2) y del ganglio de Meckel, permitiendo a las fibras parasimpáticas llegar a la glándula lacrimal, al párpado, al músculo de Müller y a los senos etmoidal y frontal. La órbita presenta además dos conductos etmoidales, un conducto nasal para el canal lacrimal, una escotadura supraorbitaria, un conducto suborbitario y un conducto malar para el nervio maxilar superior. 35 https://booksmedicos.org Periostio y recubrimiento fascial de la órbita El periostio orbitario, o periórbita, es una membrana fibroelástica que reviste las paredes óseas de la órbita y actúa de saco intermedio entre el continente óseo y el contenido visceral, amoldándose a ambos. Es una membrana fina pero resistente. Está reforzada por un pequeño músculo liso, el músculo orbitario de Müller, que se inserta en la fisura esfenomaxilar y tiene extensiones a las poleas de los músculos recto interno y recto externo. Este músculo es muy rico en fibras musculares lisas y parece funcionar como un tensor de la periórbita. Está inervado por algunas fibras parasimpáticas que vienen del ganglio esfenopalatino (Kakizaki et al., 2010). Es un periostio muy particular, desplegado por todas partes excepto en algunas zonas de adherencia. No está limitado a la órbita, sino que se prolonga con las formaciones fibrosas vecinas por los diferentes orificios que ofrece la cavidad orbitaria en los bordes de los cuales se fija. Más allá de la lámina cribosa se prolonga con la duramadre. Se continúa con el periostio del conducto lacrimal, se fija en los bordes de la hendidura esfenomaxilar y prosigue por el periostio de la fosa pterigomaxilar; después se adhiere a los bordes de la hendidura esfenoidal, rodea a los elementos que la atraviesan y se continúa con la duramadre del compartimiento medio del cráneo. Por último, su base se inserta sólidamente en el reborde orbitario prolongado más allá por el periostio exocraneal de la frente y de la cara. Es interesante esta conexión entre la fascia orbital y la duramadre, ya que la tensión fascial puede transmitirse a las envolturas del sistema nervioso. Por otro lado, destaca también la no solución de continuidad fascial, que permitiría que tensiones mecánicas fasciales exteriores a la órbita llegaran a alcanzar el ojo. En el fondo de la órbita, el periostio se espesa constituyendo el tendón de Zinn sobre el que se insertan la mayor parte de los músculos oculomotores. 36 https://booksmedicos.org El sistema fascial orbitario Es un conjunto muy denso y rico de tejidos conjuntivos de origen mesenquimatoso compuesto de tres partes esenciales, continuas entre ellas, que provienen del sistema membranoso intracraneal (duramadre) y se prolongan por el sistema fascial cefálico extracraneal. De una forma simple y práctica, podríamos decir que el sistema fascial orbitario está compuesto por tres estructuras: la cápsula de Tenon, las envolturas musculares y las prolongaciones orbitarias. 37 https://booksmedicos.org Cápsula de Tenon Es una membrana conjuntiva que envuelve toda la región esclerótica del ojo. Se la llama también aponeurosis orbitaria (fig. 1.9). Aísla el globo ocular de la parte posterior de la órbita y debe ser atravesada por todos los órganos que dirigen el ojo: el nervio óptico, los nervios y arterias ciliares posteriores y los seis músculos motores del ojo. Figura 1.9 Dibujo esquemático de la cápsula de Tenon y del sistema fascial orbitario. Se puede apreciar la cápsula de Tenon, las envolturas musculares, los ligamentos de contención y las poleas de los músculos extraoculares (MEO). Además de rodear el globo ocular, la cápsula de Tenon envía prolongaciones a los músculos que la atraviesan y a las paredes orbitarias, desempeñando un papel mecánico importante (McClung et al., 2006). 38 https://booksmedicos.org Envolturas musculares La cápsula de Tenon envía a los tendones que acaban de atravesarla prolongaciones conjuntivas en forma de vaina que acompañan a los tendones hasta su inserción en la esclerótica, y también envía a los cuerpos musculares prolongaciones que se constituyen como las vainas de estos músculos (Koornneef, 1977). Cada uno de los tendones de los seis músculos motores del ojo tiene una vaina conjuntiva en forma de dedo de guante, que cubre toda su porción comprendida entre la cápsula de Tenon y su inserción escleral, a la cual se adhiere íntimamente. Las vainas tendinosas de los cuatro músculos rectos están unidas entre sí por expansiones laterales, que se extienden en sentido ecuatorial y que en su camino forman adherencias con la cápsula de Tenon. Cada músculo extraocular, incluido el elevador del párpado, tiene su propia vaina muscular que lo envuelve. 39 https://booksmedicos.org Prolongaciones orbitarias y ligamentos de contención Todas las vainas musculares, excepto la del oblicuo superior, envían a la base de la órbita expansiones más o menos resistentes llamadas «alas ligamentosas», «tendones orbitarios» o «ligamentos de contención». Las expansiones fibrosas de los músculos rectos interno y externo están más desarrolladas, sobretodo la del recto externo, debido a la llegada de las inserciones de otros ligamentos (ligamento de Lockwood, ligamento de Whitnall, cantal del párpado), y poseen ciertas fibras de musculatura lisa. Estos ligamentos tienen también un papel mecánico importante (Mustardé, 1968). Estas expansiones fueron descubiertas en resonancia magnética por Miller (1989)y han sido descritas con detalle en los últimos años (Demer et al., 1995; Ruskell et al., 2005). Se las denomina «poleas» de los músculos extraoculares. El nombre de polea, poulie en francés, fue utilizado por primera vez en el siglo xix por Sappey. Cada polea consiste en una vaina y un anillo de colágeno localizado cerca del ecuador del globo en la fascia de Tenon, unida a la pared orbital, a los MEO adyacentes, y a la fascia ecuatorial de Tenon mediante unas bandas como en cabestrillo que contienen colágeno, elastina y una amplia concentración de músculo liso (Demer, 2004) (v. fig. 2.25). Las prolongaciones de los músculos recto superior y recto inferior llegan al borde orbitario y prosiguen su camino hacia los párpados. La función principal de los ligamentos de contención es limitar la excursión del globo ocular, especialmente en la contracción del músculo correspondiente al alerón fibroso. Por ejemplo, el ligamento de contención del recto externo limita la abducción cuando este músculo se contrae, aunque también limita con menos eficacia el movimiento en sentido contrario. Otra de las funciones de estas expansiones orbitarias es la de luchar contra la tensión estática de los músculos extraoculares. La tensión estática de los músculos rectos en su conjunto quiere hacer retroceder al globo ocular en la órbita, intención limitada por los ligamentos de contención que tratan de mantener el ojo en su posición (fig. 1.10) 40 https://booksmedicos.org Figura 1.10 Esquema del equilibrio de fuerzas entre la acción estática de los MEO y una de las responsabilidades de los ligamentos de contención del sistema fascial orbitario. La disposición de los músculos rectos hacia atrás les dispone a una resultante de la acción muscular estática hacia el vértice de la órbita (lo ampliaremos en el próximo capítulo; nos referimos a su acción cuando no hay movimiento y es debida a su tono de base). En oposición, la disposición de los oblicuos desde sus inserciones y sus poleas es de delante atrás, con lo que su acción estática es hacia delante. Los ligamentos de contención se unen a la acción estática de los oblicuos para frenar el retroceso del globo ocular, que, por otra parte, no presenta detrás de él ninguna superficie sólida que lo pueda contener. Resumen El globo ocular es una esfera en suspensión en un espacio, llamado órbita, que está definido por siete huesos del cráneo. Estos huesos son: esfenoides, frontal, cigomático, maxilar, lacrimal, etmoides y palatino. En este espacio, la esfera es capaz de rotar sobre sí misma gracias a la acción de la musculatura extraocular sin que haya contacto con las paredes de la órbita. Esto le confiere gran libertad de movimiento sin los inconvenientes de la compresión y el rozamiento. La órbita tiene la forma de una pirámide cuadrangular de base anterior y vértice posterior. Presenta una pared interna y una externa, un techo y un suelo. El vértice de la órbita presenta distintas aberturas para la entrada y salida de estructuras nerviosas y vasculares. La pared interna es prácticamente sagital, mientras que la pared externa presenta una oblicuidad de unos 45°. Esto deja al globo ocular en una 41 https://booksmedicos.org relativa rotación interna con respecto a la órbita cuando se dirige hacia delante en una posición primaria. La órbita está recubierta de tejido conjuntivo, con netas relaciones con la duramadre. De la misma forma, todas las estructuras en el interior de la órbita (músculos, globo, etc.) están recubiertas por distintas especializaciones de esta fascia. Dentro de esta estructura fascial destacan ciertas expansiones que mantienen los músculos extraoculares situados de forma estable en la órbita, frente a los distintos movimientos del globo ocular. Estas expansiones han sido descritas como «poleas» de los músculos extraoculares. Bibliografía Demer J.L., Miller J.M., Poukens V., Vinters H.V., Glasgow B.J. Evidence for fibromuscular pulleys of the recti extraocular muscles. Invest Ophthalmol Vis Sci. 1995 May;36(6):1125-1136. Demer J.L. Pivotal role of orbital connective tissues in binocular alignment and strabismus: the Friedenwald lecture. Invest Ophthalmol Vis Sci. 2004 Mar;45(3):729-738. 728 Kakizaki H., Takahashi Y., Nakano T., Asamoto K., Ikeda H., Selva D., Leibovitch I. Müller’s muscle: a component of the peribulbar smooth muscle network. Ophthalmology. 2010 Nov;117(11):2229-2232. Koornneef L. New insights in the human orbital connective tissue. Result of a new anatomical approach. ArchOphthalmol. 1977 Jul;95(7):1269-1273. Koornneef L. The architecture of the musculo-fibrous apparatus in the human orbit. Acta Morphol Neerl Scand. 1977 Feb;15(1):35-64. McClung J.R., Allman B.L., Dimitrova D.M., Goldberg S.J. Extraocular Connective Tissues: A Role in Human Eye Movements? Invest Ophthalmol Vis Sci. 2006 Jan;47(1):202-205. Miller J.M. Functional anatomy of normal human rectus muscles. Vision Res. 1989;29:223-240. Mustardé J.C. The role of Lockwood’s suspensory ligament in preventing downward displacement of the eye. Br J Plast Surg. 1968 Jan;21(1):73-81. Ruskell G.L., KjellevoldHaugen I.B., Buenech J.R., van der Werf F. Double insertions of extraocular rectus muscles in humans and the pulley theory. J Anat. 2005;206:295-306. Schoemaker I., Hoefnagel P.P., Mastenbroek T.J., Kolff C.F., Schutte S., van der Helm F.C., Picken S.J., Gerritsen A.F., Wielopolski P.A., Spekreijse H., Simonsz 42 https://booksmedicos.org H.J. Elasticity, viscosity, and deformation of orbital fat. Invest Ophthalmol Vis Sci. 2006 Nov;47(11):4819-4826. Lecturas recomendadas Aviv R.I., Casselman J. Orbital imaging: Part 1. Normal anatomy. Clin Radiol. 2005 Mar;60(3):279-287. Review Demer J.L. More respect for connective tissues. J AAPOS. 2008 Feb;12(1):5-6. Demer J.L. Mechanics of the Orbita. Dev Ophthalmol. 2007;40:132-157. Dortzbach R.K., Kronish J.W., Gentry L.R. Magnetic resonance imaging of the orbit. Part II. Clinical applications. Ophthal Plast Reconstr Surg. 1989;5(3):160-170. Review Dortzbach R.K., Kronish J.W., Gentry L.R. Magnetic resonance imaging of the orbit. Part I. Physical principles. Ophthal Plast Reconstr Surg. 1989;5(3):151-159. Review Ettl A., Salomonowitz E., Koornneef L. 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Tomo I, Barcelona, Salvat, 1979. 43 https://booksmedicos.org Capítulo 2 Anatomía y biomecánica del sistema oculomotor Introducción El globo ocular y sus movimientos Descripción de los movimientos monoculares Descripción de los movimientos de los dos ojos Los músculos extraoculares (MEO) Fibras musculares no tradicionales Anatomía y acción dinámica de la musculatura extraocular Músculos rectos y músculo elevador del párpado Músculos oblicuos Antagonismo-complementariedad de los músculos rectos superior e inferior y de los músculos oblicuos Las poleas de los MEO. ¡Aún más complejo! Mantener estables los ejes de acción y movimiento de los MEO Impedir el retroceso del globo ocular y limitar la amplitud del movimiento Acción estática de los MEO Aspectos biomecánicos para tener en cuenta Eje óptico y eje muscular Fuerzas activas y fuerzas pasivas Ley de Hering de la correspondencia motora para el control binocular Resumen 44 https://booksmedicos.org Introducción La biomecánica junto con la fisiología son aspectos básicos de la ciencia que el terapeuta manual debe conoceren profundidad para realizar una correcta valoración de la zona y elegir el tratamiento adecuado. El globo ocular se mueve y se posiciona dentro de la órbita gracias a unos músculos llamados extraoculares (MEO). Estos músculos tienen grandes particularidades. Sus tipos de fibras musculares son más una herencia de anfibio que de mamífero. Sus inserciones muestran variaciones importantes con respecto a los textos clásicos de anatomía, ya que los investigadores en los últimos años han comprobado que los músculos poseen varias capas bien diferenciadas y una de ellas, la orbital, tiene expansiones aponeuróticas a la parte anterior de la órbita que funcionan como una segunda inserción anterior. Estas expansiones estabilizan los correctos ejes del movimiento ocular. Cada uno de estos músculos tiene la capacidad de mover el globo ocular en la órbita en una acción dinámica, pero también es capaz de impedir el movimiento del ojo, por supuesto, en sentido contrario a su contracción. Esta capacidad de impedir el movimiento del ojo es considerada como la acción estática de la musculatura. La acción estática es imprescindible para poder mantener la fijación visual sobre un objetivo y, en consecuencia, para poder definir con claridad lo que estamos viendo. Además, esta acción estática es requerida para poder obtener una referencia estable del entorno para nuestro equilibrio. En este capítulo, el lector encontrará el desarrollo de la acción de cada músculo, pero con un interés especial en la comprensión de cómo un músculo puede actuar sobre los tres ejes del movimiento ocular y cómo sus acciones secundarias pueden variar según la posición del globo ocular. 45 https://booksmedicos.org El globo ocular y sus movimientos El globo ocular es una estructura prácticamente esférica. Con esta forma, su predisposición fisiológica es la rotación. Si a esto añadimos que la mayor parte de la musculatura extraocular viene de atrás adelante para «abrazar» el ojo, podemos concluir que el ojo rota sobre sí mismo en todas direcciones. No se traslada, sino que rota. Estructuralmente el rango de movimiento está limitado a aproximadamente 55° en sentido horizontal (Guitton et al., 1987) y 45° en vertical en sujetos jóvenes normales (Huaman et al., 1993). El ojo puede rotar en los tres planos del espacio, alrededor de tres ejes primarios (fig. 2.1). Figura 2.1 Esquema de los ejes de movimiento del globo ocular. Los ejes se disponen de la siguiente manera: un eje horizontal «X», un eje vertical «Y» y un eje anteroposterior «Z». La terminología hace una distinción entre los movimientos monoculares referidos a un solo ojo y los movimientos binoculares, que se refieren a ambos ojos. 46 https://booksmedicos.org Descripción de los movimientos monoculares Los movimientos de un solo ojo se denominan ducciones. Las ducciones pueden realizarse alrededor de los tres ejes que acabamos de describir. La rotación del ojo hacia arriba recibe el nombre de supraducción (fig. 2.2), y la rotación hacia abajo se llama infraducción (fig. 2.3). Estos dos movimientos se hacen alrededor de un eje horizontal «X» sobre el globo ocular. La rotación hacia dentro se llama aducción (fig. 2.4), y la rotación hacia fuera abducción (fig. 2.5). Estos dos movimientos se realizan alrededor de un eje vertical «Y». Por último, tenemos los movimientos llamados de cicloducción: alrededor de un eje anteroposterior «Z» que pasa por el centro de la pupila (fig. 2.6). Figura 2.2 En esta imagen vemos una supraducción. Puesto que el globo rota alrededor de un eje «X», podríamos nombrar este movimiento como una rotación superior. Si empleamos la misma terminología biomecánica que describe los movimientos en el resto del cuerpo, podríamos hablar de una extensión. 47 https://booksmedicos.org Figura 2.3 Sobre el mismo eje «X», la infraducción es una rotación del ojo hacia abajo. También podría ser denominada rotación inferior o flexión. Figura 2.4 En esta imagen vemos un movimiento de aducción. La aducción puede denominarse rotación interna. En el hombro o en la cadera, los movimientos de aducción y los de rotación interna están asociados, aunque son diferentes. En el ojo, debido a su forma esférica, la aducción es una pura rotación interna alrededor de un eje vertical «Y». 48 https://booksmedicos.org Figura 2.5 Imagen de un movimiento de abducción. La abducción puede considerarse igualmente como una rotación externa alrededor de un eje vertical «Y». Figura 2.6 Esquema de movimiento del ojo alrededor de un eje anteroposterior. En este caso, la flecha superior indica una incicloducción o intorsión y la flecha inferior, una excicloducción o extorsión. El movimiento de cicloducción, también llamado de torsión, es un movimiento que se realiza alrededor de un eje anteroposterior «Z» que pasa idealmente por el centro de la pupila como se ve en la imagen de los ejes de movimiento del ojo. No podemos apreciar claramente en la imagen si el ojo se ha movido sobre este eje, ya que el espacio blanco (esclerótica) no cambia de tamaño a los lados del ojo. Esta variación del espacio blanco es una referencia cuando examinamos la posición del ojo. Cuando la parte superior del ojo gira hacia la nariz, el movimiento es llamado incicloducción o intorsión. Cuando la parte superior del ojo gira hacia fuera, el movimiento es 49 https://booksmedicos.org llamado excicloducción o extorsión. La cicloducción, si bien no es fácilmente apreciable a simple vista, es un movimiento esencial para tener un referencial espacial correcto. El movimiento de cicloducción no ha sido descrito siempre de manera correcta. Es habitual pensar que, cuando inclinamos la cabeza, los ojos giran en sentido contrario al movimiento de la cabeza y con una amplitud equivalente, para mantener la verticalidad de la retina siempre en la misma posición (fig. 2.7). Pero la verdad es que esto no es exacto en absoluto. Figura 2.7 Esquema del movimiento de cicloducción desencadenado a partir de la inclinación de la cabeza gracias al reflejo vestibuloocular (RVO). Aunque el dibujo lo muestra así, el giro de los ojos en sentido contrario nunca es proporcional al de la cabeza. De hecho desaparece al mantener la cabeza en posición inclinada. Cuando se marca el ojo, la posición de los trazos en una posición recta de la cabeza es la misma que con la cabeza mantenida en posiciones inclinadas, medido con una precisión mayor de 10 minutos de arco (Jampel, 2009). No hay incicloducción en el ojo homolateral ni excicloducción en el ojo contralateral a la inclinación de la cabeza. Esto demuestra la ausencia de una cicloducción estática. Lo que sí se encuentra es una respuesta refleja y temporal de los ojos a la inclinación de la cabeza. Durante la inclinación de la cabeza, los ojos van de forma intermitente. Si el movimiento de la cabeza es lento, los movimientos del ojo no se aprecian a simple vista; sin embargo, si la 50 https://booksmedicos.org inclinación de la cabeza se vuelve más rápida, los movimientos de torsión se vuelven visibles. En todo caso, 15-20° es lo máximo que los ojos pueden cicloducir, mientras que la cabeza puede inclinarse hasta los 90° (Jampel, 2009). La cicloducción, o torsión, es un movimiento sobre el que poseemos muy poco o ningún control voluntario. Sin mover la cabeza no somos capaces de realizar una cicloducción voluntariamente. Es un movimiento reflejo, que responde a la inclinación de la cabeza por intermediación del reflejo vestibuloocular (v. fig. 2.7). Los movimientos de cicloducción también están asociados a los movimientos de convergencia. Mediante resonancia magnética, Demer muestra una excicloducción asociada a una convergencia de 23° hacia un punto próximo (Demer et al., 2008). Con la inclinación de la cabeza será también necesario un ajuste vertical de la posición de los ojos. Esto significa que mantener la fijación, con la inclinación de la cabeza, un ojo girará ligeramente hacia arriba y el otro hacia abajo para compensar la situación inclinadade las órbitas. Este movimiento de inclinación de los ojos no puede realizarse tampoco de forma voluntaria. El ojo es un referencial espacial fundamental tanto en su rol visual como en su aspecto propioceptivo muscular. El ojo, como veremos más adelante, es un referencial espacial fundamental tanto en su rol visual (Paulus et al., 1984) como en su aspecto propioceptivo muscular (Roll et al., 1987). Debe mantener su capacidad de dar una información veraz sobre el espacio, en cualquier posición de la cabeza. Esta función del ojo requiere de un sistema de estabilización de la mirada que esté en relación con la información que el sistema vestibular manda al cerebro sobre la calidad, la dirección y la amplitud de los movimientos de la cabeza. Esta relación de los ojos con el sistema vestibular en el oído interno es ya una pequeña introducción a lo que se conoce como reflejo vestibuloocular, que desarrollaremos en la parte sobre sistemas de control de movimiento. El ojo también puede moverse en una combinación de estos movimientos principales, siendo capaz de dirigirse en todas las direcciones de la mirada. Hay una ley que regula estos movimientos: la ley de Listing. Esta ley establece que, cuando la cabeza está fijada, hay una posición del ojo llamada posición primaria, en la cual el ojo asume solo orientaciones que puede alcanzar desde la posición primaria mediante una rotación simple sobre un eje en un plano llamado plano de Listing (Wong, 2004). Desde una 51 https://booksmedicos.org posición primaria podemos apreciar nueve orientaciones básicas posibles. La posición primaria es más un concepto teórico-matemático que puede diferir de la posición primaria a nivel clínico. Esta última se refiere a la posición de mirada hacia delante. La ley de Listing está presente durante la fijación, los movimientos sacádicos, el seguimiento suave y los movimientos de vergencia, pero no durante el sueño y durante el reflejo vestibuloocular (Wong, 2004). 52 https://booksmedicos.org Descripción de los movimientos de los dos ojos Cuando hablamos de movimientos de los dos ojos al mismo tiempo, hemos de cambiar de término. Los movimientos de los dos ojos se clasifican en dos tipos: movimientos conjugados y movimientos no conjugados. Los movimientos conjugados, o versiones, son aquellos en los que los dos ojos se mueven en el mismo sentido. Por ejemplo, cuando miramos a la derecha los dos ojos se mueven hacia la derecha, y este movimiento se llama dextroversión (fig. 2.8). Si el movimiento es a la izquierda, lo llamaremos levoversión (fig. 2.9). Figura 2.8 Imagen de dextroversión o mirada a la derecha. Figura 2.9 Imagen de levoversión o mirada a la izquierda. Los movimientos de los dos ojos en el mismo sentido se llaman versiones. Los dos ojos van hacia la derecha, izquierda, arriba o abajo. Básicamente las versiones son movimientos de exploración del entorno, y en general se coordinan muy bien con los movimientos de la cabeza. Podemos descomponer el movimiento de dextroversión como una 53 https://booksmedicos.org abducción (rotación externa) del ojo derecho y una aducción (rotación interna) del ojo izquierdo. El movimiento de versión hacia arriba se llama supraversión (fig. 2.10), pero si integramos este movimiento en un movimiento de conjunto con el resto del cuerpo podríamos hablar de una extensión. Figura 2.10 Imagen de supraversión o mirada arriba. El movimiento hacia abajo se llama infraversión (fig. 2.11), pero lo podríamos denominar flexión. De esta forma nos será más fácil comprender cómo la musculatura ocular funciona en coordinación motriz con la musculatura cervical. Figura 2.11 Imagen de infraversión o mirada abajo. Los movimientos no conjugados, o vergencias, son aquellos en los que los ojos se mueven en sentido contrario. Por ejemplo, cuando miramos hacia nuestra nariz, los dos ojos se dirigen hacia dentro, uno hacia el otro. Este movimiento hacia dentro se llama convergencia (fig. 2.12). Si es hacia fuera se llama divergencia (fig. 2.13). Estos movimientos los realizamos constantemente cuando cambiamos la mirada de lejos a cerca o de cerca a lejos. Para ver un objeto cercano hemos de converger la mirada para que el objeto sea visto por los dos ojos. Cuando cambiamos la mirada a un objeto lejano, divergimos los ojos. 54 https://booksmedicos.org Figura 2.12 Imagen de una convergencia sobre un punto muy próximo. Podemos apreciar cómo los dos ojos rotan hacia dentro, pero no con la misma calidad. El ojo derecho se adentra menos que el ojo izquierdo. Figura 2.13 Imagen de una divergencia. Esta se produce cuando la persona enfoca un objeto lejano o relaja el foco. Hay un tipo de movimiento no conjugado que no es fisiológico, que no podemos realizar por nosotros mismos, es la llamada divergencia vertical. Un ojo sube mientras el otro baja o viceversa (realmente, un ojo rota hacia arriba mientras el otro lo hace hacia abajo). Este movimiento solo es posible con la aplicación de un prisma o en un estado patológico, y sus repercusiones para la salud del sistema serán severas. Los movimientos de los dos ojos en sentido contrario se llaman vergencias. Los dos ojos pueden ir hacia dentro (convergencia) o los dos ojos pueden ir hacia fuera (divergencia). Básicamente, las vergencias son movimientos de exploración de objetos que se aproximan o se alejan de nosotros. 55 https://booksmedicos.org Los músculos extraoculares (MEO) Los MEO son el órgano efector para los movimientos voluntarios o los movimientos reflejos de los ojos. Normalmente, en los vertebrados, cada globo ocular es movilizado por seis músculos estriados. Además, junto a estos seis MEO, están presentes otros músculos accesorios que no movilizan el globo ocular. Estos son: el elevador del párpado, que posee una función auxiliar aunque no tiene inserción directamente sobre el globo ocular y, finalmente, están los retractores del bulbo. Los MEO permiten múltiples movimientos y muy diferentes entre sí. Unos muy rápidos como los sacádicos, otros muy lentos como los de convergencia. Por otro lado, también aseguran la fijación de un objetivo. Los MEO reciben su nombre por su situación y la dirección de sus fibras. Cuatro de ellos son llamados rectos y los otros dos, oblicuos. Los cuatro rectos, el oblicuo superior y el elevador del párpado toman su inserción en el fondo de la órbita sobre un tendón común que se denomina tendón de Zinn. Sobre este tendón común se distinguen varias lengüetas que darán origen a los distintos músculos. Como vemos en la imagen, las lengüetas tienen una disposición cruciforme y son el origen de los cuatro músculos rectos (fig. 2.14). En el ángulo superointerno vemos la aparición del elevador del párpado superior y del oblicuo superior. La inserción del tendón de Zinn se realiza sobre las alas mayor y menor del esfenoides, prácticamente por encima de la hendidura esfenoidal. Esta situación permite, gracias a unos espacios que se encuentran sobre este tendón común, que entren en la órbita los nervios y vasos que penetran por la hendidura esfenoidal. Estos nervios y vasos serán expuestos más adelante. 56 https://booksmedicos.org Figura 2.14 Imagen de la inserción en cruz de la mayor parte de los MEO en el fondo de la órbita, gracias a unas lengüetas que surgen de una estructura fascial común llamada tendón de Zinn. Desde esa inserción común, la mayor parte de los MEO (salvo el oblicuo inferior) se dirigen hacia delante para «abrazar» al globo ocular gracias a sus distintas inserciones. Los MEO están constituidos de dos láminas o capas. La lámina global se localiza adyacente al globo en los MEO rectos (Oh et al., 2001) y en el núcleo central de los MEO oblicuos (Kono et al., 2005). En los MEO rectos y en el oblicuo superior, la lámina global se vuelve continua hacia delante con el tendón terminal que se inserta en la esclera. Por otro lado, la lámina orbital de cada MEO recto termina posterior a la esclera, y sus fibras se insertan en estructuras de tejido conjuntivo(Demer, 2002) ancladas a la órbita (fig. 2.15). Para algunos son simplemente haces de colágeno de los ligamentos de contención (McClung et al., 2006), mientras que para muchos estas expansiones constituyen una verdadera inserción anterior del músculo extraocular (Ruskell et al., 2005) y constituyen una gran evidencia que no merece cuestionamiento (Demer, 2006). 57 https://booksmedicos.org Figura 2.15 Esquema de las capas o láminas musculares de los MEO. La capa global se sitúa más pegada al globo ocular y la orbital, más exterior. Esta última ofrece expansiones aponeuróticas a la órbita desde el músculo que ofrece una inserción como punto fijo anterior, y constituye lo que Demer nombra como «poleas de los MEO». Estas estructuras faciales que envuelven y sostienen los MEO de forma muy «inteligente» son llamadas «poleas» de los MEO (Demer et al., 1995; Demer, 2002). Su descubrimiento es bastante reciente (Miller, 1989); han sido ampliamente descritos por Demer y su existencia ha cambiado la forma de comprender la cinemática y la biomecánica ocular. De hecho, hay estudios que han demostrado el papel crucial de estos anclajes orbitales, y se ha observado la persistencia del movimiento del ojo después de la desinserción del músculo extraocular sobre el globo ocular, gracias a la acción de este conjunto fascial (Hakim et al., 2007). Los MEO, o músculos extrínsecos del ojo, aseguran movimientos múltiples y muy diferentes: unos muy rápidos, los sacádicos; otros más lentos, de convergencia o divergencia, y otros de velocidad intermedia como las fases lentas de los nistagmos o los movimientos de seguimiento. La complejidad y precisión de los movimientos del ojo se refleja no solo en la organización del sistema nervioso central para el control ocular, sino también en la biología de los MEO. La organización biológica de estos músculos es una consecuencia de su estructura y, sobre todo, de su función. Mientras que los MEO están entre los músculos más rápidos de los mamíferos, también poseen fibras lentas, non-twitch, características filogenéticamente de los anfibios y otros rasgos más típicamente asociados al músculo cardiaco o al músculo esquelético embrionario. Estos datos nos muestran una estructura muscular tan paradójicamente compleja que la función de los MEO, tanto en un ojo sano como en un ojo con alteraciones 58 https://booksmedicos.org del sistema oculomotor, queda aún como un enigma. 59 https://booksmedicos.org Fibras musculares no tradicionales Se admite generalmente que la presencia o la validez de correlaciones entre un cierto número de características de un músculo llevan a definir ese músculo, o ese conjunto de fibras musculares, bajo un vocablo único. Este vocablo sobreentiende un cortejo de propiedades y correlaciones. Una de las características más conocidas y su correlación funcional es el color: rojo para los músculos resistentes a la fatiga o pálido para los músculos potentes más fatigables. Otras características pueden ser la velocidad de contracción, los tipos de placa motriz, los perfiles histoquímicos, la resistencia a la fatiga, etc. En realidad, todas las características no se aplican a un músculo como entidad, sino a una subunidad muscular: la unidad motora. Dicha unidad está constituida por una motoneurona, su axón y el conjunto de fibras musculares que inerva. Esta definición implica que las fibras musculares inervadas por las colaterales axónicas de una misma neurona son todas del mismo tipo y que una fibra muscular no recibe más que terminaciones de una sola motoneurona. Un concepto definido como inervación simple. Algo que está claro para los músculos esqueléticos, pero que no se aplica totalmente a los MEO. Los principales esquemas de clasificación (Brooke et al., 1970; Burke et al., 1973; Gauthier y Lowey, 1979; Burke, 1981) de miofibras coinciden en la existencia de tres o cuatro tipos de fibras en el músculo esquelético típico (tabla 2.1): 1. De activación lenta, resistentes a la fatiga (rojo o tipo I). 2. De activación rápida, resistentes a la fatiga (intermedias o tipo IIa). 3. De activación rápida, intermedias (tipo IIx). 4. De activación rápida, fatigables (blancas o tipo IIb). Tabla 2.1 Características de las tres unidades motoras principales en la musculatura esquelética* 60 https://booksmedicos.org Estos cuatro tipos de fibras se encuentran en distinta proporción en prácticamente todos los músculos esqueléticos de los mamíferos y están descritas de una forma precisa por Spencer y Porter (2006). Por ejemplo, los músculos lentos resistentes a la fatiga como el sóleo están principalmente formados de tipos I y IIa, mientras que las fibras IIb predominan en músculos rápidos y fatigables como el gastrocnemio (Burke et al., 1971 y 1974). No obstante, hay ciertas características que diferencian las fibras de los MEO de las fibras presentes en el resto del cuerpo. En primer lugar, se pone de manifiesto una primera clasificación con el descubrimiento de dos tipos de fibras musculares en los MEO (Hess et al., 1963): unas de inervación única (SIF) parecidas a los típicos tipos de fibras en mamíferos y otras de inervación múltiple (MIF) con características morfológicas parecidas a las fibras tónicas de los anfibios. Pero incluso las fibras de inervación única poseen características de activación contráctil diferentes de los del resto del cuerpo. (Campbell et al., 1999). Estos MIF han sido encontrados en otros pocos músculos craneofaciales como el tensor del tímpano y músculos de la laringe (Han et al., 1999). En segundo lugar, Büttner-Ennever et al. han mostrado que el núcleo oculomotor en el tronco cerebral contiene dos conjuntos de motoneuronas, 61 https://booksmedicos.org cada uno con diferentes impulsos aferentes: un conjunto que inerva fibras en sacudida (twitch fibres) y el otro que inerva fibras en no sacudida (non twitch fibres). Aunque la función de las fibras de no sacudida no se conoce aún con certeza, según su hipótesis, el principal rol de las motoneuronas en sacudida es la generación de rotaciones del ojo mientras que las fibras en no sacudida pueden participar en el sistema propioceptivo, fundamental para programar, y estabilizar la alineación de los ojos, lo que quiere decir que tendrían una función más tónica o estática (Büttner-Ennever et al., 2001). Para Büttner-Ennever existen dos tipos de motoneuronas para los MEO: unas que inervan fibras en sacudida para la producción de movimientos rápidos y reflejos del ojo, y otras en no sacudida para el mantenimiento y alineación de los ojos. Para continuar, los estudios ultraestructurales e histoenzimáticos en la musculatura extraocular han conducido a diferenciar de cinco a siete tipos de fibras según los autores, en lugar de las tres o cuatro unánimes para los mamíferos (tabla 2.2) (Spencer et al., 2006). Tabla 2.2 Diferentes tipos de fibras musculares en los músculos oculomotores 62 https://booksmedicos.org Como hemos visto, cada músculo oculomotor tiene dos capas en sección sagital, diferenciadas en su aspecto biológico y funcional: una capa global y una capa orbital. Ambas nacen en su inserción en el tendón común en el fondo de la órbita. La capa global queda en la parte más próxima al globo ocular y se inserta en él para ejercer sobre el ojo su acción motriz. La capa orbital queda en contacto con las paredes de la órbita y no llega al globo, sino que, a través de unas extensiones de tejido conjuntivo, toma inserciones en las diferentes paredes orbitales, lo que se denominan poleas activas de los MEO. Resumiendo y simplificando los diversos trabajos, describiremos los tipos de fibras en cada una de las dos zonas de los MEO, la zona global y la zona orbital, siguiendo la clasificación de Buisseret (1988). Tipos de fibras musculares de la zona global de los MEO: Tipo 1 ● Son las más numerosas de la zona global, contabilizan el 40%, pero 63 https://booksmedicos.org ocupan el 60% de la superficie de sección transversal del músculo. ● Son de inervaciónúnica, tienen pocas mitocondrias de pequeño tamaño, pero el retículo sarcoplásmico y los túbulos transversales están muy desarrollados. Reciben el nombre de pálidas o blancas. ● Funcionalmente son fibras en sacudida (twitch), porque responden con una breve contracción a una estimulación única de la fibra motriz. ● Son dos veces más rápidas que las más rápidas de los músculos esqueléticos clásicos (tiempo de contracción de 5 ms, frente a los 12 ms de las clásicas). ● Las tensiones que generan son débiles, quizá por su tamaño. ● Siguiendo el procedimiento del test de fatiga aplicado a las fibras de músculos esqueléticos (Burke et al., 1973), no son fatigables. ● Según sus características histoenzimáticas simplificadas, tienen una débil capacidad oxidativa. Tipo 2 ● Corresponden al 20% de las fibras de la zona global, con el 16% de la superficie. ● Se diferencian del tipo 1 en: mayor contenido mitocondrial de talla media y mayor capacidad oxidativa. ● Su perfil no existe entre los músculos esqueléticos clásicos. ● Se parecerían a las fibras IIb (rápidas) en su reacción ATPásica, pero con una coloración de tipo I. Tipo 3 ● Representan un 25% de las fibras de la zona orbital con un 16% de superficie, porque son finas (5-20 μm). ● Tienen grandes y numerosas mitocondrias (fibras rojas). Son de inervación única y tienen todas las características funcionales de los tipos I y II. Tipo 4 64 https://booksmedicos.org ● Representan el 15% de la superficie, con un diámetro de 10 a 30 μm. ● Se distinguen bien de las otras tres, ya que son de inervación múltiple y la misma fibra puede recibir terminaciones de fibras nerviosas diferentes. ● No son en sacudida (non twitch) y no se contraen por un único estimulo. Es necesaria una estimulación repetida. ● Son muy lentas, tónicas y desarrollan tensiones muy pequeñas. Son fibras más próximas a la rana que al mamífero. Tipos de fibras musculares de la zona orbital de los MEO: Tipo 3 ● Son las más numerosas de la capa orbital (70%). ● Tienen un pequeño diámetro, como todas las fibras de esta capa. ● Se parecen a las del tipo 3 de la zona global. Tipo 5 ● Se distinguen bien de las anteriores por su inervación múltiple y por su pobreza en retículo sarcoplásmico y túbulos transversales, lo que les hace parecerse al tipo 4. ● Muestran una diferenciación entre las fibras de la región central del músculo, donde hay una placa motora única con coloración ATPásica parecida al tipo 2, y las fibras en la periferia, donde hay uniones neuromusculares múltiples y una coloración ATPásica parecida al tipo 4. Para concluir, podemos decir que la fibras musculares de los MEO presentan todos los tipos de fibras musculares que existen en los vertebrados, pero la clasificación de los mamíferos se queda corta. Los estudios invitan a suponer que no existe diferenciación entre las fibras resistentes a la fatiga, las fibras lentas (SR) y las rápidas (FR), sino que hay un conjunto funcional; y a menudo, los autores han creado una clase «rápida intermedia» (FI). 65 https://booksmedicos.org Anatomía y acción dinámica de la musculatura extraocular Músculos rectos y músculo elevador del párpado Desde el anillo tendinoso de Zinn, que rodea el foramen óptico y una porción de la fisura esfenoidal superior (Sevel, 1986), los cuatro rectos salen hacia delante abriéndose para disponerse a abrazar el globo ocular. Este último matiz es clave para comprender su biomecánica y es que, debido a la forma oblicua de la órbita, los músculos rectos salen hacia delante y hacia fuera (salvo el recto interno). De esta forma, llegan para tomar el globo ocular por cuatro partes. Su inserción en el globo ocular se realiza unos milímetros por detrás del limbo esclerocorneal, por lo que los músculos no son visibles en superficie. En su recorrido dibujan un cono en el que el vértice es la inserción común y la base es el globo ocular (Ettl et al., 1997). La vascularización de los músculos rectos viene de diferentes ramas de la arteria oftálmica, normalmente de la arteria muscular inferior, la arteria lacrimal, la arteria muscular superior cuando existe, y de pequeñas ramas que llegan de la arteria oftálmica (Ducasse et al., 2001). Observe, en las imágenes de las figuras 2.16 a 2.18, los tres cortes frontales en las imágenes de resonancia magnética (RMI). En ellas se puede apreciar esta disposición cónica de los MEO, con el vértice atrás, en el fondo de la órbita, y la base delante, en su inserción en el globo ocular. Figura 2.16 Corte frontal en RMI sobre el ecuador del globo ocular. Se aprecian los 66 https://booksmedicos.org cuatro músculos rectos alrededor del globo ocular. (Imagen cedida por el profesor Javier Álvarez.) Figura 2.17 Corte frontal en RMI por detrás del globo ocular. En esta imagen, los cuatro rectos están más cercanos entre sí que en la figura 2.16, lo que permite apreciar que, detrás del globo ocular, los músculos rectos convergen hacia el vértice de la órbita. (Imagen cedida por el profesor Javier Álvarez.) Figura 2.18 Corte frontal en RMI, aún más atrás en la órbita. Se aprecian los músculos rectos muy cercanos, ya que están próximos a su inserción común. 67 https://booksmedicos.org (Imagen cedida por el profesor Javier Álvarez.) Como su propio nombre indica, el recto superior se inserta por encima y el inferior por debajo: el recto interno lo hace por dentro y el recto externo por fuera. En una visión frontal de sus inserciones globulares, y habiendo seccionado los cuerpos musculares, podríamos imaginar una rosa de los vientos que marcase norte, sur, este y oeste, gracias a la simetría respectiva de sus inserciones (fig. 2.19). Figura 2.19 Dibujo de la inserción global de los cuatro músculos rectos, como si de una rosa de los vientos se tratara. Hay pequeños matices que diferencian los cuatro rectos entre sí. La distancia de inserción al limbo esclerocorneal es ligeramente diferente entre ellos y la anchura de la inserción también. Rectos interno y externo El recto interno, o medial, tiene un origen en el anillo tendinoso de Zinn y en la duramadre que rodea el nervio óptico. Permanece medial al globo mientras se dirige a su inserción posterior al limbo esclerocorneal (Porter et al., 1995). El recto externo, o lateral, aparece en el anillo tendinoso y pasa lateral al globo para insertarse en la esclera gracias a una larga y amplia expansión tendinosa. La inervación del recto interno viene de la división inferior del nervio oculomotor (III nervio craneal), mientras que el nervio oculomotor externo 68 https://booksmedicos.org (VI nervio craneal) inerva al recto externo. Ambos músculos reciben al nervio en su lámina global. Como sus inserciones están simétricamente distribuidas sobre un meridiano horizontal en posiciones opuestas del globo, estos músculos son funcionalmente antagonistas. Su acción es la más sencilla de todos los MEO ya que, cuando el ojo está centrado, están alineados con el eje óptico. De esta forma, su acción muscular se dirige sin descomponerse para llevar el ojo en aducción- abducción. El recto interno rota el ojo para dentro, aduce el ojo. El recto externo rota el ojo para fuera, abduce el ojo. Sobre los movimientos horizontales, son los grandes responsables de toda acción o resistencia. No poseen prácticamente acciones secundarias en movimientos iniciados desde una posición primaria. Las acciones verticales y torsionales (cicloducción) están atribuidas a los otros músculos rectos y a los músculos oblicuos. Sus tendones de inserción tienen expansiones hacia los huesos lacrimal y cigomático (p. ej., los ligamentos de freno de Lockwood), con el objetivo de restringir los movimientos extremos en el plano horizontal. Estos «ligamentos freno» forman parte de una organización de tejido conjuntivo llamada poleas de la musculatura extraocular (Demer et al., 1995) o entesis (Kono et al., 2002). En particular, la polea del recto interno es la más estable de todos los MEO durante todos los movimientos del ojo, conjugados
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