Descarga la aplicación para disfrutar aún más
Vista previa del material en texto
distinguir entre lo propio y lo extraño, al diferen- ciar unas proteínas, el complejo mayor de histo- compatibilidad (MHC) presente en la superficie de las células y que es diferente, por causa genéti- ca, en cada individuo. El sistema inmunitario realiza una misión defensiva del individuo mediante la identificación de estructuras propias y detección de las extrañas, contra las que reacciona. Esta defensa tiene dos modalidades, una natu- ral, innata, de carácter inespecífico, y otra adquiri- da, específica al agente que la provoca, cuyos estí- mulos sucesivos incrementan la respuesta. Los xenobióticos son capaces de modular la función del sistema inmunitario de tres formas diferentes: a) pueden bloquearlo, en lo que denominamos inmunodepresión e inmunosupresión, b) pueden estimularlo, provocando la hiper- sensibilidad o alergia, y c) pueden distorsionarlo originando la autoin- munidad o reacciones contra el propio cuerpo. Como hemos dicho, el sistema inmunitario está integrado por varios órganos y por unas células periféricas. Estas son leucocitos diferenciados (linfocitos, macrófagos, micrófagos, etc., (véase clasificación de los leucocitos en la Figura 7.11). La médula ósea es el órgano de producción de los linfocitos a partir de las células pluripotentes, y en ella se produce la maduración de los linfoci- tos B; los linfocitos T maduran y se diferencian en el timo. El bazo y los ganglios linfáticos (incluidos los presentes en intestino, pulmón y piel) son órganos secundarios de diferenciación (Figura 6.16). Macrófagos y micrófagos son fagocitos; los pri- meros suelen estar unidos a los tejidos corporales, mientras los segundos (granulocitos neutrófilos) circulan en la sangre. Las células periféricas se difunden a todos los tejidos a través del flujo sanguíneo y regresan por un sistema vascular propio, el sistema linfáti- co, que finalmente vierte su contenido a la san- gre en las venas subclavias a través del conducto torácico. Los linfocitos no son todos iguales, no forman una población homogénea, sino varias subpobla- ciones constituidas por células que, gracias a dife- rentes receptores de superficie, poseen distinta reactividad y funciones. Pueden distinguirse usan- do citometría de flujo y anticuerpos monoclonales. Estas clases son: los linfocitos B, inmaduros, recién formados en la médula ósea; los linfocitos T, madurados o diferenciados en el timo, que a su vez son T helper o ayudantes, encargados de coor- dinar la respuesta defensiva, y los T killer o asesi- nos, ejecutores, liberadores de sustancias activas o mediadores. Además, los linfocitos polimorfonu- cleares (PMN), tienen por misión principal la de fagocitar a microorganismos invasores; cuando son dañados o activados por xenobióticos, liberan citoquinas, enzimas proteolíticas y ROS, que pue- den producir lesiones en el huésped (véase Cap. 7, Hígado); además son capaces de metabolizar xenobióticos merced a sus enzimas mieloperoxida- sas. Es decir, los linfocitos que circulan derivan de células precursoras existentes en la médula ósea, y se dividen en dos clases: los linfocitos T, que pasan por el timo en su trayecto a los tejidos, y los linfo- citos B, que no lo hacen. Aunque no se distinguen por su forma, sólo las células B y su progenie segregan anticuerpos, mientras que las T, si bien poseen anticuerpos, no los liberan, sino mediado- res, y tienen además la misión de estimular o repri- mir la actuación de las B. Hoy se sabe que, tanto la eliminación en el timo de los linfocitos inmaduros, como de los linfocitos circulantes con receptores anómalos, como la actuación de los linfocitos asesinos (que mediante perforinas abren poros en las células que atacan) tienen lugar mediante procesos de apoptosis, tras activación de caspasas, algunas de las cuales inter- vienen como enzimas convertidoras (activadoras) de interleuquinas o interleucinas (ICE) (véase más adelante). Tan sólo un 2 por 100 de los linfocitos segregan anticuerpos; son linfocitos pequeños, cuya mem- brana externa presenta moléculas de anticuerpos, receptores dispuestos a ajustarse con un antígeno; los antígenos para los receptores de los linfocitos B son moléculas complejas, normalmente gluco- proteínas, mientras que los linfocitos T pueden reconocer péptidos pequeños, con 9-11 aminoáci- dos. Cuando se produce esta unión, el linfocito puede resultar estimulado o paralizado; si se esti- mula, empieza a producir más anticuerpos idénti- cos al que se unió al antígeno, y además crece y se divide y subdivide, dando lugar a una prole o línea MECANISMOS DE TOXICIDAD 195 06 toxicologia alim 24/11/08 13:46 Página 195
Compartir