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Fundamentos de toxicología (76)

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distinguir entre lo propio y lo extraño, al diferen-
ciar unas proteínas, el complejo mayor de histo-
compatibilidad (MHC) presente en la superficie
de las células y que es diferente, por causa genéti-
ca, en cada individuo.
El sistema inmunitario realiza una misión
defensiva del individuo mediante la identificación
de estructuras propias y detección de las extrañas,
contra las que reacciona.
Esta defensa tiene dos modalidades, una natu-
ral, innata, de carácter inespecífico, y otra adquiri-
da, específica al agente que la provoca, cuyos estí-
mulos sucesivos incrementan la respuesta.
Los xenobióticos son capaces de modular la
función del sistema inmunitario de tres formas
diferentes:
a) pueden bloquearlo, en lo que denominamos
inmunodepresión e inmunosupresión,
b) pueden estimularlo, provocando la hiper-
sensibilidad o alergia, y
c) pueden distorsionarlo originando la autoin-
munidad o reacciones contra el propio cuerpo. 
Como hemos dicho, el sistema inmunitario está
integrado por varios órganos y por unas células
periféricas. Estas son leucocitos diferenciados
(linfocitos, macrófagos, micrófagos, etc., (véase
clasificación de los leucocitos en la Figura 7.11).
La médula ósea es el órgano de producción de
los linfocitos a partir de las células pluripotentes,
y en ella se produce la maduración de los linfoci-
tos B; los linfocitos T maduran y se diferencian
en el timo. El bazo y los ganglios linfáticos
(incluidos los presentes en intestino, pulmón y
piel) son órganos secundarios de diferenciación
(Figura 6.16).
Macrófagos y micrófagos son fagocitos; los pri-
meros suelen estar unidos a los tejidos corporales,
mientras los segundos (granulocitos neutrófilos)
circulan en la sangre.
Las células periféricas se difunden a todos los
tejidos a través del flujo sanguíneo y regresan
por un sistema vascular propio, el sistema linfáti-
co, que finalmente vierte su contenido a la san-
gre en las venas subclavias a través del conducto
torácico.
Los linfocitos no son todos iguales, no forman
una población homogénea, sino varias subpobla-
ciones constituidas por células que, gracias a dife-
rentes receptores de superficie, poseen distinta
reactividad y funciones. Pueden distinguirse usan-
do citometría de flujo y anticuerpos monoclonales.
Estas clases son: los linfocitos B, inmaduros,
recién formados en la médula ósea; los linfocitos
T, madurados o diferenciados en el timo, que a su
vez son T helper o ayudantes, encargados de coor-
dinar la respuesta defensiva, y los T killer o asesi-
nos, ejecutores, liberadores de sustancias activas o
mediadores. Además, los linfocitos polimorfonu-
cleares (PMN), tienen por misión principal la de
fagocitar a microorganismos invasores; cuando
son dañados o activados por xenobióticos, liberan
citoquinas, enzimas proteolíticas y ROS, que pue-
den producir lesiones en el huésped (véase Cap. 7,
Hígado); además son capaces de metabolizar
xenobióticos merced a sus enzimas mieloperoxida-
sas. Es decir, los linfocitos que circulan derivan de
células precursoras existentes en la médula ósea, y
se dividen en dos clases: los linfocitos T, que pasan
por el timo en su trayecto a los tejidos, y los linfo-
citos B, que no lo hacen. Aunque no se distinguen
por su forma, sólo las células B y su progenie
segregan anticuerpos, mientras que las T, si bien
poseen anticuerpos, no los liberan, sino mediado-
res, y tienen además la misión de estimular o repri-
mir la actuación de las B.
Hoy se sabe que, tanto la eliminación en el timo
de los linfocitos inmaduros, como de los linfocitos
circulantes con receptores anómalos, como la
actuación de los linfocitos asesinos (que mediante
perforinas abren poros en las células que atacan)
tienen lugar mediante procesos de apoptosis, tras
activación de caspasas, algunas de las cuales inter-
vienen como enzimas convertidoras (activadoras)
de interleuquinas o interleucinas (ICE) (véase más
adelante).
Tan sólo un 2 por 100 de los linfocitos segregan
anticuerpos; son linfocitos pequeños, cuya mem-
brana externa presenta moléculas de anticuerpos,
receptores dispuestos a ajustarse con un antígeno;
los antígenos para los receptores de los linfocitos
B son moléculas complejas, normalmente gluco-
proteínas, mientras que los linfocitos T pueden
reconocer péptidos pequeños, con 9-11 aminoáci-
dos. Cuando se produce esta unión, el linfocito
puede resultar estimulado o paralizado; si se esti-
mula, empieza a producir más anticuerpos idénti-
cos al que se unió al antígeno, y además crece y se
divide y subdivide, dando lugar a una prole o línea
MECANISMOS DE TOXICIDAD 195
06 toxicologia alim 24/11/08 13:46 Página 195

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