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A R T IG O A R T IC LE 3503 1 Departamento de Toxicología Ambiental, Facultad de Medicina, Universidad Autónoma de San Luis Potosí, Centro Colaborante de la OMS/ OPS en Evaluación de Riesgos y Salud Ambiental Infantil. Avenida Venustiano Carranza 2405, Col Lomas los Filtros. 78210 San Luis Potosi SLP México. fdia@uaslp.mx 2 Organización Panamericana de la Salud. 3 Ministerio de Salud, Argentina. 4 Centro de Estudios Básicos, Universidad Autónoma de Ciudad Juárez. Toxicología clínica comunitaria Community Clinical Toxicology Resumen En algunos países de América Latina las intoxicaciones agudas se manejan de manera profesional por médicos especialistas en la mate- ria. Algo similar ocurre con las intoxicaciones cró- nicas de origen laboral en el sector formal. No obs- tante, una realidad diferente ocurre en cuanto a la evaluación de las intoxicaciones crónicas de ori- gen ambiental, dado que éstas por su naturaleza, son más difíciles de diagnosticar. Para el tratamien- to de las intoxicaciones agudas se han organizado Centros de Información y Atención Toxicológica, pero para las intoxicaciones crónicas ambientales no se ha generado organismos semejantes. Por con- siguiente, en este trabajo sugerimos un modelo de atención de la intoxicaciones crónicas a través de grupos multidisciplinarios bajo el esquema de una nueva disciplina: la Toxicología Clínica Comuni- taria, cuyo objetivo sería la atención simultánea de las intoxicaciones agudas que generalmente se atienden en un ámbito hospitalario y de las in- toxicaciones ambientales que por lo normal se pre- sentan a nivel comunitario. El objetivo final es aprovechar la experiencia que existe en la Región en cuanto a Toxicología Clínica para organizar el trabajo comunitario. Palabras clave Toxicología, Toxicología Clínica, Comunidad, Contaminación, Salud Ambiental Abstract In some Latin American countries acute intoxication is professionally managed by special- ized physicians qualified in the area. Something similar occurs with work-related chronic intoxi- cation in the formal sector. However, a different reality prevails for the assessment of chronic in- toxication of environmental origin, since it is by definition more difficult to diagnose. For treat- ment of acute intoxication, Toxicological Infor- mation and Care Centers have been set up, though similar bodies have not been created for chronic environmental intoxication. Therefore, in this study a model of chronic intoxication care is pro- posed, using multidisciplinary teams adopting a new approach, namely Community Clinical Tox- icology, the goal of which would be the simulta- neous care of acute intoxication which is general- ly treated in hospital, and environmental intoxi- cation that is normal dealt with at community level. The ultimate goal is to take advantage of the expertise that exists in the Region in terms of Clin- ical Toxicology to organize community work. Key words Toxicology, Clinical Toxicology, Com- munity, Contamination, Environmental Health María Elena Leal 1 Diego González 2 Susana Isabel García 3 Iván Nelinho Pérez-Maldonado 1 Edna Rico 4 Patricia Cossío 1 Evelyn Van Brussel 1 Gabriela Domínguez 1 Fernando Díaz-Barriga 1 3504 Le a l M E e t a l. El esquema La exposición crónica a contaminantes puede presentarse en las grandes metrópolis como re- sultado de las emisiones proveniente de miles de automotores. Pero también puede darse en sitios contaminados (por residuos industriales, por agroquímicos, etc.); y/o en comunidades margi- nadas (por el uso de biomasa al interior de la vivienda, ingesta de agua contaminada, empleo de barro vidriado con plomo, etc.); y/o en áreas impactadas por emergencias naturales (inunda- ciones que desbordan cuerpos de agua contami- nados, incendios forestales, etc.). Además, la exposición ocupacional a quími- cos, sobre todo en el sector informal, va en incre- mento en la medida que van aumentando los individuos que laboran en condiciones poco fa- vorables para la salud (minería artesanal, fabri- cación de ladrillo, carpintería, reciclado de basu- ra municipal, etc.). Aunado a lo anterior, en estos sitios donde ocurre la exposición crónica, otros hechos mere- cen nuestra atención, ellos son: las exposiciones acumuladas y las exposiciones agregadas. Las primeras implican contacto simultáneo con va- rios tóxicos que presentan entre sí similares efec- tos tóxicos (por ejemplo en zonas mineras se puede dar la exposición a metales neurotóxicos, en tanto en campos agrícolas se puede dar la ex- posición a varios insecticidas inhibidores de la colinesterasa). Por su parte, exposiciones agre- gadas son aquellas que se dan cuando ocurre contacto con un mismo contaminante pero por múltiples rutas, así por ejemplo, en zonas malá- ricas dónde hubo aplicación de DDT, puede ha- ber contacto con este insecticida persistente a tra- vés de la ingesta de suelo/polvo, de la ingesta de alimento (peces o leche materna) y de la inhala- ción de vapores (al volatilizar el compuesto resi- dual todavía presente en el suelo). Las exposiciones acumuladas y/o agregadas, pueden dar lugar a escenarios mas complejos, tal es el caso de las áreas mineras del Amazonas, donde además del mercurio puede haber exposi- ción a plaguicidas empleados para el combate de la malaria o el dengue; o el caso de las comunida- des indígenas que al quemar leña en interiores permiten la exposición a tóxicos tan diversos como hidrocarburos aromáticos policíclicos, monóxido de carbono, formaldehídos, etc.; por cierto, estas comunidades en muchas ocasiones también presentan exposición a microorganis- mos patógenos, sobre todo en el agua de consu- mo. En estos y otros escenarios, debe contem- plarse que los efectos crónicos pueden exacer- barse por desnutrición o al presentarse la expo- sición en etapas de extrema vulnerabilidad como en las etapas fetales o infantiles. En estas etapas los efectos pueden aparecer a menores dosis que las requeridas para los adultos1. En conclusión, múltiples son los escenarios donde ocurre la exposición crónica a sustancias tóxicas y por consiguiente, el número de indivi- duos afectados es grande. Por eso llama la aten- ción que la atención médica de las intoxicaciones crónicas sea tan limitada. Una exposición cróni- ca a bajas dosis, a pesar de que finalmente puede manifestarse en síntomas y signos de enferme- dad, con dificultad cuenta con la atención del personal médico, sobre todo debido a la dificul- tad del diagnóstico y al costo de los estudios que son requeridos para establecer una conexión en- tre la exposición y el efecto. Además, a diferencia de las intoxicaciones agudas que son consulta- das a los CIAATs (Centros de Información, Ase- soramiento y Asistencia Toxicológica), para las exposiciones crónicas especialmente las de ori- gen ambiental, no se cuenta con un sistema de atención toxicológica organizada. ¿Cómo responder entonces al reto de la aten- ción a las intoxicaciones crónicas ambientales en las comunidades expuestas? La atención de la exposición crónica requiere de un modelo de trabajo y para ello, hemos con- siderado útil la unión de dos disciplinas: la toxi- cología y la evaluación de riesgos. La primera se ha desarrollado desde épocas antiguas validan- do los efectos nocivos de sustancias que afectan al hombre. A lo largo del desarrollo de la Toxico- logía como disciplina, se han logrado conceptos tan sólidos como el que “todas las sustancias son venenosas a la concentración adecuada”. La toxi- cología habla de agresiones y de resistencias a nivel celular y cuando los mecanismos de daño sobrepasan a los mecanismos de protección, se manifiesta algún efecto biológico que puede des- embocar en enfermedad. Sin embargo, ahora los nuevos conocimientos han desembocado en nue- vos conceptos y entre otros, hoy en día se sabe que “la concentración necesaria para que una sustancia sea tóxica depende del instante en el desarrollo del ser vivo durante el cual ocurre la exposición al veneno”1. En ciertos momentos de lavida, las células son mas susceptibles al ataque de elementos tóxicos, tal es el caso de las fases embrionaria y fetal del desarrollo; la exposición durante estas “ventanas de vulnerabilidad” pue- de dejar una huella que puede manifestarse de inmediato, por ejemplo en forma de una mal- formación congénita, o puede manifestarse años después del nacimiento en algún otro padecimien- 3505 C iên cia & S aú d e C o letiva, 16(8):3503-3508, 2011 to como alteraciones neurocognitivas, endócri- nas o cáncer1. Así que ahora no importa sola- mente el “cuánto” (concentración requerida) sino también el “cuándo” ocurre la exposición; y aquí ligamos la toxicología con la evaluación de ries- gos, ya que precisamente el método de evalua- ción de riesgos nos permite definir parámetros que nos llevan a establecer el “cuándo” ocurre la exposición y además nos aporta datos para esta- blecer cual es la población afectada y por cuales rutas se está exponiendo. Así que por un lado contamos con la toxico- logía y sobre todo con su especialidad clínica para la evaluación del ser humano; en tanto por otro lado, contamos con la evaluación de riesgos que a nivel comunitario nos facilita establecer mag- nitudes y temporalidades de la exposición. Al unir- las, nace un nuevo esquema de pensamiento, la Toxicología Clínica Comunitaria. Es importante señalar que si bien la enseñan- za de la Toxicología y sobre todo de la Toxicolo- gía Clínica todavía es deficiente dentro de la pre- paración del médico general2, existen algunas ex- periencias en varios países dónde la toxicología clínica ha ido posicionándose en el sector de la salud pública, tales son los casos de Cuba3, dón- de a través de su programa de Toxicología Co- munitaria se lleva el conocimiento de la Toxico- logía Clínica a la sociedad, o las de Brasil4 y Méxi- co5 en su trabajo con sitios contaminados, don- de el seguimiento de las poblaciones expuestas es coordinado por equipos formados con profe- sionistas de distintas disciplinas provenientes de las Universidades y/o de los Ministerios de Salud y Ambiente. También existen experiencias en Ar- gentina, dónde se han creado Unidades Pediátri- cas Ambientales con un papel destacado de los toxicólogos clínicos médicos y bioquímicos en equipos multidisciplinarios6; o las experiencias de evaluaciones en sitios contaminados con plomo, en los que los toxicólogos clínicos argentinos cumplieron un importante rol en la evaluación de los niños expuestos, en las actividades comu- nitarias de comunicación de riesgos y en la ela- boración de medidas de control de exposición7. Si bien estos ejemplos constituyen un avance en el manejo de poblaciones crónicamente ex- puestas a sustancias químicas, consideramos que es necesario trabajar en modelos donde haya una clara participación de la Toxicología Clínica en esta problemática. Argentina, Brasil, o Cuba tie- nen capacidad para involucrar a los toxicólogos clínicos en sus programas de sitios contamina- dos, dado que cuentan con redes bien estableci- das de CIAATs; no obstante, esto no se ha ma- terializado ya que, en muchos casos, los Centros están saturados con el asesoramiento y el mane- jo de las intoxicaciones agudas. En conclusión, el trabajo comunitario en es- cenarios de exposición crónica requiere de todo un equipo multidisciplinario que debe incluir toxi- cólogos clínicos. No obstante, es importante re- conocer que el manejo de la intoxicación ambien- tal no se agota en el tratamiento al paciente por parte del toxicólogo clínico, pues para lograr el objetivo de reducir el riesgo, se requiere además: de la intervención ambiental, de la solución a pro- blemas estructurales de la comunidad (por ejem- plo, sanidad), o el favorecer procesos de educa- ción y el mejorar factores económicos. En este enfoque multidisciplinario, la toxicología clínica debe transformarse para gestar una disciplina mas afín al trabajo en comunidades. La nueva disciplina, que denominamos Toxicología Clíni- ca Comunitaria, precisamente por el contexto multidisciplinario en el que habrá de desenvol- verse, se concebirá bajo el concepto de salud co- lectiva dado que este concepto es más amplio que el de salud pública8. Un grupo en toxicología clínica comunitaria requiere profesionistas idóneos para trabajar en los objetivos de la disciplina, a saber: el Peritaje Toxicológico, la Intervención, la Vigilancia y fi- nalmente la Educación (estrategia PIVE). En prin- cipio, toda la población debería ser evaluada y atendida, pero es importante hacer notar que, siendo los niños y las mujeres en edad reproduc- tiva los mas susceptibles1, deberían ocupar un lugar prioritario. El peritaje toxicológico consta de cuatro acti- vidades: i) la evaluación ambiental cuyo objetivo es identificar los contaminantes críticos, las rutas de exposición y a partir de datos de contamina- ción estimar el riesgo empleando metodologías reconocidas9-11; ii) la evaluación toxicológica, tan- to de exposición y de efecto a dichos contami- nantes (químicos o biológicos) y para lo cual se utilizan, en humanos o en organismos centine- las, biomarcadores de exposición y biomarca- dores de efecto biológico; iii) la evaluación clínica que consta de un examen médico con interroga- torio dirigido al riesgo identificado y del levanta- miento de pruebas clínicas o estudios de gabinete (tipo espirometrías); y iv) el análisis de los facto- res de vulnerabilidad comunitaria para lo cual se utilizan indicadores sociales, ambientales y sani- tarios (incluyendo evaluación por parte de psi- cólogos comunitarios). La intervención se refiere a la implementa- ción de las medidas diseñadas para lograr la re- ducción de los riesgos. Las medidas se dan prin- cipalmente en cuatro áreas: i) educación infantil 3506 Le a l M E e t a l. en la Casa u hogar, en la Escuela, en los espacios Recreativos y a nivel Ocupacional en zonas don- de aunque no sea lícito, los niños laboren (pro- grama CERO riesgos); ii) medidas ambientales de control de la contaminación; iii) medidas de salud, tales como el mejorar la higiene, la dieta y hasta suministrar algún antídoto (como en el caso de intoxicaciones crónicas severas por mercurio, plomo, etc); y iv) medidas comunitarias para afectar los factores de vulnerabilidad (calidad de agua, manejo adecuado de basura, programas para el control de adicciones, etc.). En cuanto a la vigilancia, planteamos un es- quema de trabajo que tiene como eje la partici- pación de un CIAAT en el diseño de estudios para el biomonitoreo de químicos y/o en la instru- mentación de programas para la evaluación de efectos en salud en los individuos expuestos. Esto último contaría con la participación de personal médico necesariamente capacitado en aspectos toxicológicos. Dos palabras definen la vigilancia: prevención y seguimiento. Finalmente, la educación médica se refiere a la impartición de cursos o talleres, sobre tópicos diversos en las áreas de toxicología clínica, toxi- cología ambiental, evaluación de riesgos, etc. Asi- mismo, se busca la elaboración de guías sencillas de diagnóstico, tratamiento, prevención y vigi- lancia, cuyo objetivo sería el sensibilizar y capaci- tar al personal médico que atiende individuos expuestos a sustancias químicas. En este aparta- do también es importante incluir el diseño de programas de divulgación y de comunicación de riesgos, para que la población en general entien- da y atienda los riesgos en salud que enfrenta por la exposición a químicos. A fin de esquematizar mejor la estrategia PIVE, presentamos datos sobre un caso real. Este caso se presentó en la zona urbana vecina a una Fun- dición de Arsénico y Plomo, ubicada en la Ciu- dad de San Luís Potosí, México. Presentamos el caso, explicando las acciones de cada una de las fases, sin embargo, es importante aclarar que en el trabajo cotidiano, las acciones de cada fase muchas veces se dan de manera simultánea ya que, no en raras ocasiones, la intervención debe darse cuando aún no concluyen los estudios so- bre evaluación de riesgo. Caso: metalúrgicade arsénico y plomo Peritaje toxicológico La evaluación de riesgos en la zona urbana vecina a la fundición de arsénico y plomo, de- mostró contaminación por ambos metales, so- bre todo en aire y suelo12,13; además se estudió la exposición a través de la evaluación del arsénico urinario y del plomo en sangre, encontrándose una alta proporción de niños expuestos con valo- res por arriba de lo normal12,13. Posteriormente se realizaron trabajos sobre efectos en salud y se de- mostraron efectos neuropsicológicos asociados a los metales14 y daño pulmonar asociado al bióxi- do de azufre15. Con los datos se apremió a la em- presa a mejorar sus sistemas anticontaminantes y se solicitó la pavimentación del área urbana para contener la generación de polvos a partir del suelo contaminado. Asimismo, se gestionó el recambio de suelo en las áreas de recreación infantil. Intervención A lo largo de los años se ha trabajado en el área impactada, en aspectos ambientales, educa- tivos y últimamente, clínicos. En aspectos am- bientales se logró que la empresa modificara sus procesos y mejorara el equipamiento para el con- trol de emisiones de polvos y gases. Asimismo, la zona urbana se pavimentó y se cambió el suelo en áreas recreativas. En aspectos educacionales se instrumentó un programa que tuvo como audiencia principal, al niño. Este programa con- sistió en talleres infantiles, obras de teatro, con- gresos con experimentos educativos, juegos y demás actividades recreativas16. El programa se evaluó con base a dibujos elaborados por los ni- ños y se demostró la adquisición de conocimien- tos para su autoprotección (no comer tierra, la- varse las manos, cortarse las uñas para evitar la acumulación de polvo, limpiar juguetes y vivien- da, etc.). Finalmente, en cuanto a la clínica se vie- ne trabajando en la búsqueda de instrumentos de evaluación para el estudio de adolescentes (ex- puestos durante su infancia a los metales) y de niños para estudiar los efectos de bajos niveles de plomo (ahora que se ha demostrado que este metal es tóxico aún a bajas concentraciones 17,18. Vigilancia Nuestro grupo ha venido trabajando como CIAAT en el sitio, para la atención de niños ex- puestos a metales y de niños con problemas res- piratorios (este CIAAT se transformará para funcionar como Centro de Toxicología Clínica Comunitaria a partir de enero del 2009). Así, se han diseñado programas de biomonitoreo cada dos años y gracias a ellos hemos demostrado que la exposición infantil a metales se ha reduci- do de seis a doce veces, a partir de la introducción 3507 C iên cia & S aú d e C o letiva, 16(8):3503-3508, 2011 de las medidas de intervención y sin embargo, continuamos con el programa educativo. Asimis- mo, recientemente nuestro grupo concluyó un trabajo dónde se cuantificó la exposición a plo- mo (incluyendo niveles óseos) en adolescentes que estuvieron expuestos a este metal en su in- fancia (manuscrito en preparación). Educación médica y divulgación Por primera ocasión nuestro grupo impartió cursos de toxicología clínica en el área de estudio (algo no muy fácil dado que México carece de personal suficiente en esta disciplina) y el éxito ha sido tal que ya son tres los cursos impartidos y la Facultad de Medicina de la localidad aceptó di- fundir el curso como materia optativa de su cu- rriculum para médico cirujano. En cuanto a di- vulgación, desde el principio, el grupo definió su postura de hacer público los resultados y para ello utilizó tres vías: el diario local; entrevistas per- sonales con los padres de los niños en estudio y asambleas con la sociedad civil. Asimismo, se acep- taron todo tipo de invitaciones para presentar los datos a colegios de profesionistas médicos. Este caso, como puede advertirse es muy afor- tunado, pero tenemos ya otros ejemplos, en áreas con acuíferos contaminados con flúor19-21, en zonas mineras22-24, en comunidades indígenas expuestas a humo de leña25 y estamos estudian- do varios sitios más. Comunidad y Clínica La Toxicología Clínica Comunitaria implica- ría la atención simultánea integral de las intoxi- caciones agudas y las crónicas laborales que ge- neralmente se atienden en un ámbito hospitala- rio y de las intoxicaciones/exposiciones crónicas ambientales que habitualmente se presentan a nivel comunitario (un niño con niveles de plomo en sangre al doble de lo normal difícilmente llega al hospital y en caso de llegar, al no presentar signos de intoxicación aguda, difícilmente ten- dría el seguimiento requerido para evaluar los efectos neurocognitivos asociados a este metal). Un hecho notable es que en el esquema propues- to, un caso de intoxicación aguda o laboral tam- bién puede actuar como “caso índice” para aler- tar sobre un caso de contaminación y orientar hacia la búsqueda de intoxicaciones ambientales. El trabajo multidisciplinario permitiría inte- grar las actividades clínicas con el trabajo comu- nitario. Por ello, en tanto disciplina, la Toxicolo- gía Clínica Comunitaria abarca campos de la toxicología médica, analítica, ambiental, regula- toria y legal, de evaluación de riesgos, así como de la toxicología social y de la comunicación. En tanto desarrollo institucional, un Centro de Toxi- cología Clínica Comunitaria, debería integrarse con un equipo multidisciplinario, que diera cuenta del ejercicio de los saberes mencionados, y lide- rado por un Toxicólogo Clínico o un miembro del área de la salud con entrenamiento en el tema y con experiencia en Toxicología Ambiental, lo cual se fundamenta bajo la consideración de que el grupo de toxicología clínica comunitaria aten- dería casos de intoxicación aguda y crónica. Es claro que en la mayoría de los países los CIAATs se encuentran con exceso de trabajo y de responsabilidades, con personal limitado y con apoyo económico exiguo. Pero no podemos ce- rrar los ojos a la realidad de los sitios contami- nados o al riesgo diario que sufren las comuni- dades marginadas. Involucrar a los CIAATs en la problemática ambiental y comunitaria podría no ser una medida muy bien recibida por los profe- sionales que hoy se desempeñan en los CIAATs que se verían sobreexigidos en sus labores, pero si es una acción fundamental para mejorar la salud colectiva de nuestra población mas necesi- tada. Además, en nuestra experiencia, el involu- crarse en temas novedosos permite aumentar la pertinencia de los CIAATs y ello posibilita el acce- so a nuevos apoyos económicos. Al final del ca- mino, la Toxicología Clínica Comunitaria podría no solo ser una disciplina que favorece la salud colectiva sino también, un nuevo camino para posibilitar el progreso de la Toxicología Clínica en América Latina. Colaboradores ME Leal, D González, SI García, IN Pérez-Maldo- nado, E Rico, P Cossío, E Van Brussel, G Domín- guez, F Díaz-Barriga participaron igualmente de todas las etapas de elaboración del artículo..... Agradecimientos Nuestro agradecimiento al Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología de México, Fondo Sectorial Salud (proyecto 13841) y a la Organización Pana- mericana de la Salud (proyecto GEF/OPS/DDT). 3508 Le a l M E e t a l. Leal Pérez ME. Evaluación del riesgo respiratorio en niños expuestos al bióxido de azufre en la Ciudad de San Luis Potosí. [tesis]. San Luis Potosí, SLP: Uni- versidad Autónoma de San Luis Potosí; 2005. Torres Nerio R. Diseño y aplicación de un programa de comunicación de riesgos para la salud ambiental infantil en un sitio contaminado con plomo y arséni- co. [tesis]. San Luis Potosí, SLP: Universidad Autó- noma de San Luis Potosí, 2005. García-Vargas GG, Rubio-Andrade M, Del Razo LM, Borja-Abur to, Vera-Aguilar E, Cebr ián ME. Lead exposure in children living in a smelter com- munity in region Lagunera, Mexico. J Toxicol Envi- ron Health 2001; 62(6):417-429. Canfield RL, Henderson CR, Cory-Slechta DA, Cox C, Jusko TA, Lanphear BP. 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