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Toxicodinamia INTRODUCCIÓN Para entender las acciones de un xenobiótico es necesa- rio considerar los efectos producidos sobre los sistemas biológicos en sus diferentes niveles de organización, desde el más simple hasta el más complejo. Estos niveles incluyen: moléculas biológicas, estructuras subcelulares, células, tejidos, órganos, sistemas, organismo completo, e incluso, en el nivel de mayor complejidad, el efecto que el xenobiótico puede desencadenar sobre las relaciones entre los organismos. La toxicodinamia puede ser definida como el estudio de los efectos biológicos de las sustancias tóxicas. Este estudio profundiza hasta el nivel celular y molecular al establecer los mecanismos de acción de tales sustancias. A través de éstos mecanismos se pueden delinear las se- cuencias completas (al menos en teoría) y la multiplicidad de efectos de cada toxico. Aunque en estos aspectos es igual a la farmacodinamia, la toxicodinamia implica una diferencia importante con la primera, mientras que los esquemas posológicos del consumo de medicamentos favorecen una interacción específica con un blanco mo- lecular, en el caso de las sustancias tóxicas, la exposición a una elevada concentración de dichas sustancias entraña la posibilidad de una interacción relativamente inespecífica con varios blancos moleculares. En este capítulo se revisan de forma general los mecanismos que contribuyen a la toxicidad, aportando la base fundamental necesaria para la comprensión de las particularidades toxicodinámicas que se analizan en detalle para cada uno de los grupos de xenobióticos tra- tados en otros capítulos. Una buena comprensión de estos fenómenos por parte del personal médico posibilitará, tanto una apropiada aproximación diagnostica como, un adecuado manejo terapéutico para los pacientes intoxi- cados, y seguramente facilitará la concepción de nuevas alternativas de tratamiento. MECANISMOS DE ACCIÓN TOXICOLÓGICA Los efectos tóxicos de la mayoría de sustancias se derivan de su interacción, en un rango de concentraciones, durante cierto período de tiempo, con uno o varios blancos mole- culares ubicados en algunos sitios en el organismo. Estos blancos moleculares son principalmente componentes celulares de tipo proteico, cuya perturbación funcional, debida a la interacción con el tóxico (o sus metabolitos), inicia una serie de cambios bioquímicos y fisiológicos que dan cuenta de las respuestas biológicas que podemos observar en los organismos intoxicados. Blancos moleculares La mayoría de los blancos de acción toxicológica se pueden clasificar dentro de cualquiera de los siguientes grupos de proteínas: Receptores Aunque tradicionalmente todos los blancos de acción molecular han sido denominados como receptores, en los últimos años este término se ha restringido a aquellas macromoléculas celulares que están encargadas directa y específicamente de la comunicación celular. Cada célula expresa un grupo específico de receptores y no otros, esto la capacita para responder solo ante ciertos estímulos químicos. Los receptores cumplen con las funciones de reconocimiento y transducción; es decir, unen selectiva- mente los ligandos endógenos, pero además convierten la información proveniente de tales ligandos en una forma que las células puedan interpretar, para generar un cambio de su estado previo, ya sea alterando la transcripción del DNA, activando o inhibiendo proteínas reguladoras o cambiando la permeabilidad de sus membranas; razón por la cual son indispensables para el inicio de la regulación de algunas funciones bioquímicas. Adicionalmente, los receptores son las únicas proteínas que pueden terminar siendo activadas o inhibidas por la interacción con los Toxicodinmía • 71 xenobióticos, mientras que cualquiera de los otros grupos solamente puede ser inhibida por tal interacción. Para un mejor entendimiento se han propuesto al- gunas clasificaciones; primero, una división acordde al lugar en la célula en el que se encuentran, de acuerdo a su ubicación los receptores se clasifican en receptores de membrana plasmática y receptores intracelulares; segun- do, una división funcional que se aplica especialmente a los receptores de membrana dependiendo de la vía de señalización celular que involucren. Existen tres grandes grupos de receptores de membrana plasmática: acopla- dos a proteínas G, tipo canales iónicos y con actividad enzimática, mientras que los receptores intracelulares funcionalmente pueden caracterizarse como factores de transcripción. Enzimas Son macromoléculas celulares que se encargan de cata- lizar la reacción de conversión de un sustrato en uno o varios productos. Su ubicación es diversa, pueden encon- trarse como constituyentes de las membranas celulares, disueltas en el citosol o en el interior de las vesículas celulares e incluso pueden estar en el espacio extracelular. Bombas Son proteínas de membranas celulares que se encargan de los procesos de transporte activo primario, es decir, aquel tipo de transporte en contra de gradientes de concentración con gasto energético directo proveniente desde el ATP. Transportadores También son proteínas de membranas celulares, pero estas, a diferencia de las bombas, se encargan de proce- sos de transporte activo secundario, es decir, aquel tipo de transporte en contra de gradientes de concentración con gasto energético proveniente de los gradientes de concentraciones de otras sustancias y que indirectamente depende del consumo de ATP. Según la forma en que realizan el transporte se clasifican en cotransportadores y contratransportadores (simportadores y antiportadores respectivamente). Canales iónicos Tienen igual ubicación que bombas y transportadores, se encargan de procesos de difusión facilitada. En este grupo solo tendremos en consideración a los canales ió- nicos operados por voltaje, es decir, aquellos canales cuyo estado funcional de apertura o cierre del poro depende fundamentalmente de las condiciones eléctricas de las membranas celulares, ya que otros tipos de canales iónicos como aquellos operados por ligando quedan abarcados bajo el concepto de receptores, mientras que de los ca- nales iónicos operados mecánicamente se sabe muy poco de alteraciones funcionales ocasionadas por xenobióticos. Adicionalmente, debemos considerar otros blancos no proteicos de acción toxicológica como son los lípidos, coenzimas, ácidos nucleicos, iones e incluso el agua. La interacción del xenobiótico con algunas de estas sustan- cias simplemente altera el microambiente celular que es esencial para un adecuado funcionamiento; por ejemplo, pueden perturbar la osmolaridad, el equilibrio ácido- bá- sico o la estabilidad de las membranas celulares. Reacción del tóxico con su blanco molecular En última instancia, la mayoría de sustancias tóxicas actúa sobre moléculas endógenas con base en su reactividad química. La unión de las sustancias tóxicas a los diferentes blancos moleculares puede involucrar cualquiera de las tipos de interacción conocidos (puentes de hidrógeno, fuerzas de Van der Waals, fuerzas hidrofóbicas, enlaces iónicos y enlaces covalentes). En la mayoría de los casos es probable que se requiera una combinación de estos tipos de interacción, pero el caso de los enlaces covalentes es de especial importancia ya que este tipo de interacción es esencialmente irreversible desde el punto de vista de la función biológica, y es de esperar que los efectos de los xenobióticos persistan en el tiempo, no solo hasta que las concentraciones plasmáticas o tisulares disminu- yan, sino hasta que las células hayan reparado el daño o sintetizado nuevos componentes biológicos (al menos en su mayor parte). La unión, en una buena proporción de casos, involucra una complementariedad estructuraly química entre el blanco de acción y el xenobiótico, pero un número apreciable de tóxicos se caracteriza por interacciones carentes de tal complementariedad y que son completamente inespecíficas, pero favorecidas por la reactividad química y la alta concentración; por ejemplo, la extracción de átomos de hidrógeno y la transferencia de electrones. Consecuencias de la interacción La interacción entre el tóxico y su molécula blanco de acción tiene dos posibles consecuencias funcionales generales: Alteración de la función del blanco molecular: De- pendiendo de la molécula blanco, el tóxico puede esti- mular o inhibir la función de dicha molécula, e incluso la inhibición puede ser debida al deterioro estructural o a la destrucción. Formación de nuevos antígenos: Es el mecanismo por el que se producen reacciones de hipersensibilidad. La interacción del tóxico (comportándose como un hapteno) con una molécula blanco, en un organismo predispuesto, desencadena el reconocimiento como extraño del com- plejo con la subsiguiente respuesta inmune en contra. 72 • Toxicología LA RESPUESTA TÓXICA Y SU RELACIÓN CON LA CONCENTRACIÓN Para la gran mayoría de efectos desencadenados por los xenobióticos uno de los conceptos fundamentales es que existe una clara correlación entre la concentración y el grado de respuesta del sistema biológico. Cómo logran los tóxicos una alta concentración en intima proximidad con su blanco y cómo evolucionan temporalmente dichas concentraciones son preguntas motivo de análisis en el capítulo de cinética, pero se debe tener en cuenta que los procesos cinéticos y dinámicos se llevan a cabo en forma conjunta, secuencial o paralela, y la integración de dichos procesos puede ayudar a mejorar nuestra comprensión de los cambios que ocurren en la respuesta clínica con el tiempo. Para efectos del análisis práctico de la interacción de un tóxico con su blanco molecular tomaré como prototi- po a los receptores. La simplificación de dicho problema nos llevaría entonces a la consideración representada en la figura 8.1. Figura 8.1. La interacción de la sustancia tóxica (T) con los recep- tores (R) lleva a la formación de un complejo tóxico – receptor (TR) que puede tener las consecuencias funcionales que se menciona- ron previamente. Teniendo en cuenta que una de las consecuencias fun- cionales de tal interacción es la alteración de la función, es conveniente en este momento hacer claridad acerca de algunos conceptos: Agonista Es aquel xenobiótico que al unirse con los receptores, es capaz de cambiar su estado de actividad y de esta manera desencadena una respuesta biológica, que es observable y medible. La representación del cambio en la respuesta en rela- ción con la concentración usualmente se realiza a través de las denominadas curvas graduales. (Figura 8.2). En esta gráfica se puede observar que hay un in- cremento de la respuesta a medida que se aumenta la concentración del agonista hasta que se logra un límite biológico. Esto ha sido explicado por la capacidad pro- gresiva de ocupación de los receptores, hasta que se al- canza un nivel de ocupación que desencadena la máxima respuesta. De otro lado, hay una porción de la curva que es lineal y la respuesta varía de una forma proporcional al cambio de la concentración de la sustancia, lo cual permite predecir con cierta exactitud el cambio en la respuesta de acuerdo a la variación en la concentración de la sustancia. Figura 8.2. Representación esquemática de la relación entre la concentración y la respuesta. Antagonista Es aquel xenobiótico que inhibe o bloquea una respuesta que es ocasionada por otra sustancia y siempre lleva im- plícita una situación de interacción. Los mecanismos para ocasionar antagonismo son diversos y pueden explicar tanto la toxicidad desencadenada por alguna sustancia, como las estrategias terapéuticas para tratar de revertirla. Es por ello que vale la pena ilustrar los mecanismos y sus características en forma separada. • Antagonista competitivo. Es aquel xenobiótico que in- hibe la respuesta ocasionada por otra sustancia, debido a que la interacción con el blanco de acción ocurre en el mismo sitio molecular y la unión es mutuamente excluyente. • Antagonista no competitivo. La unión del xenobió- tico se produce en el mismo blanco de acción que la sustancia cuya respuesta es bloqueada, pero la inte- racción ocurre en un dominio diferente y la unión no es mutuamente excluyente. • Antagonista reversible. El complejo que se forma en- tre el antagonista y su blanco molecular se disocia en el tiempo, existe una dinámica de unión y separación entre ambas sustancias. • Antagonista irreversible. El complejo que se forma entre el antagonista y su blanco molecular no sufre disociación en el tiempo, o por lo menos la dinámica de separación es demasiado lenta. • Antagonista fisiológico. Este tipo de antagonismo solo es aplicable a aquellas sustancias que se comportan como agonistas en otro receptor diferente al de la otra sustancia (que también es un agonista). Dichos recep- tores están dispuestos funcionalmente para provocar respuestas contrarias. • Antagonista químico. En este caso dos sustancias se combinan en solución, el antagonista al combinarse con la otra molécula impide su interacción con el Toxicodinmía • 73 blanco de acción y de esta manera bloquea el efecto. • Antagonista indirecto. La unión del xenobiótico se produce en un blanco molecular diferente al de la sustancia antagonizada, pero el blanco molecular del xenobiótico está relacionado secuencialmente con la misma respuesta. Con la información suministrada por las curvas graduales se puede caracterizar una de las propiedades más impor- tantes de los xenobióticos antagonistas y es la posibilidad de superabilidad de su efecto. (Figura 8.3). Figura 8.3. Representación esquemática del antagonismo. A: ago- nista solo; A + B: agonista en presencia de un antagonista no supe- rable; A + C: agonista en presencia de un antagonista superable. Variación en la respuesta Uno de los aspectos más interesantes en relación con la respuesta a los xenobióticos es la gran variabilidad que presentan los diferentes organismos de una población en la respuesta (variación interindividual), e incluso en un mismo organismo en diferentes momentos (variación intraindividual). Las variaciones pueden ser cuantitativas o cualitativas. Las variaciones interindividuales cuantita- tivas se aprecian fácilmente en las curvas dosis-respuesta cuantales y nos permiten clasificar a los individuos como pertenecientes a tres grandes grupos: hipersusceptibles, normosusceptibles e hiposusceptibles. (Figura 8.4), de- pendiendo de la cantidad de xenobiótico que deba ser administrado para producir la respuesta. Mientras que las variaciones cualitativas no se pueden representar gráfica- mente, pero corresponden a respuestas diferentes a la que usualmente se espera de un xenobiótico; por ejemplo, las reacciones de hipersensibilidad y algunas idiosincrásicas. Figura 8.4. Curva dosis-respuesta cuantal donde se puede apre- ciar la variabilidad interindividual en la respuesta a los xenobióticos. EL PROBLEMA DE LA SELECTIVIDAD EN TOXICOLOGÍA Las clasificaciones de los xenobióticos tratan de tener en cuenta los principales mecanismos de acción, pero como se comentó en la introducción, a las altas concentracio- nes que logran las sustancias tóxicas en los organismos, es altamente improbable que la unión ocurra específi- camente en un único blanco molecular, usualmente la regla será la interacción con varios blancos moleculares. Como resultado de esta situación podemos percibir varios efectos de un mismo tóxico en un organismo (en una buena proporción debido a varios mecanismos de acción) y aunquepuede presentarse cierta selectividad por un blanco particular sobre el cual se centra el tratamiento y la administración de antídotos, muy probablemente una única medida farmacológica no será suficiente para manejar la gravedad y complejidad de algunas intoxica- ciones. Así el conocimiento de estos problemas y la pericia del clínico lo orientará certeramente en la definición de estrategias para guiar un buen resultado terapéutico en los pacientes intoxicados. 74 • Toxicología BIBLIOGRAFÍA NEUBIG R, SPEDDING M, KENAKIN T, CHRISTOPOULOS A. International Union of Pharmacology Committee on Receptor Nomenclature and Drug Classification. XXXVIII. Update on Terms and Symbols in Quanti- tative Pharmacology. Pharmacological Reviews, 2003; 55:597-606. CASARET AND DOULL’S. Toxicology. The Basic Science of Poisons. 6th ed. 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