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Los estudios realizados sobre la composición mineralógica, química e isotópica de los meteoritos han proporcionado resultados de sumo interés para la geoquímica: 1- En los meteoritos no existe ni un solo elemento químico que no se conozca en la Tierra. 2- Se obtuvo una identidad completa de la composición isotópica para un conjunto de elementos químicos procedente de materiales terrestres y meteoríticos. 3- La edad de los meteoritos (determinada por métodos radiométricos) ha resultado ser de 3800-3900 millones de años, la cual es muy próxima a la edad de las rocas más antiguas descubiertas en la Tierra (3800 millones de años). 4- Existen algunos minerales en los meteoritos que no han sido encontrados en la Tierra, lo que pudiera estar relacionado con el desconocimiento de la composición mineralógica de las entrañas de nuestra planeta. Entre estos minerales los mas típicos son: taenita, kamacita, plessita, schreibersita, troilita, oldhamita, daubreelita, lawrencita. 5- La composición química diferenciada de los sideritos, litosideritos y lititos ha hecho posible evaluar las características físicas del hipotético planeta Faetón. Además, esta diferenciación química constituye una evidencia de que en la Tierra pudo haberse producido un proceso semejante, y sirve de argumento a favor de una estructura y composición heterogénea para el interior de nuestra planeta. 6- Las analogías encontradas entre los meteoritos y la Tierra permiten considerar que tuvieron un origen común en el Sistema Solar. De esta forma se da culminación al estudio de los meteoritos pasando a analizar seguidamente los datos recopilados en los últimos años sobre las características de otros cuerpos del Sistema Solar. Algunos de ellos han sido obtenidos directamente a partir de diferentes análisis realizados a muestras de rocas y gases recolectados durante expediciones espaciales a la Luna y Venus, mientras otros resultaron de la aplicación de métodos indirectos (análisis espectral, fundamentalmente) a la determinación de la composición química de la superficie de los planetas y de sus atmósferas, además de la que corresponde a los cometas. 1.1.4- Estudio de los planetas, satélites y otros cuerpos del Sistema Solar. La Luna representa, después de los meteoritos, el cuerpo cósmico más estudiado por el hombre, lo cual tiene su explicación en la cercanía relativa de esta con respecto a la Tierra El estudio de muestras rocosas traídas desde la Luna por la estación interplanetaria automática soviética ”Luna-16” y por las naves norteamericanas “Apolo” ha contribuido a esclarecer la composición química de la superficie lunar. Según estos datos, las rocas lunares primitivas presentan un déficit de Ni, Co y metales nobles, existiendo algunas diferencias entre los basaltos marítimos y las anortositas continentales en lo referente a propiedades fisicas, composición química y composición mineralógica. Los basaltos marítimos cubren aproximadamente el 17% de la superficie de la Luna, siendo su espesor máximo del orden de 1 km, por lo que las anortositas y gabro-anortositas continentales constituyen los componentes principales de la corteza. Los basaltos lunares se asemejan en su composición a los terrestres, aunque en algunas muestras se obtuvo un elevado contenido de titanio, zirconio, etc; de igual forma, las anortositas lunares se aproximan a la composición de las terrestres. Los basaltos marítimos presentan elevados contenido de hierro (20% de FeO aproximadamente), mientras que las antracitas de los continentes casi no contienen este elemento. Las gabro-anortositas de los continentes tienen un contenido aproximado de 4-5% de FeO y, por último, en los basaltos no marítimos el contenido de FeO es de alrededor de un 9- 10%. Las rocas continentales contienen una cantidad sensiblemente mayor de Al2O3 y menor de TiO2 que los basaltos marítimos. El oxígeno es el elemento más abundante tanto en las rocas terrestres como en las lunares. Esto determina que la semejanza en la composición isotópica del oxígeno para las rocas terrestres y lunares sea considerado un índice certero del hecho de que la Tierra y la Luna se formaron en una misma zona de la nube protoplanetaria. En un sentido más amplio, es como 20 si la Luna fuera un producto colateral durante la formación de la Tierra, tomando el material de la zona de alimentación de la prototierra en crecimiento . La edad de las rocas que componen los continentes ha sido determinada con la ayuda de los métodos radiométricos. De estos estudios se pudo concluir que las edades de las rocas continentales se pueden agrupar cerca de dos valores: 4460 millones de años (que se interpreta como el tiempo de formación de la corteza lunar) y 3860 millones de años (que concuerda con la edad del mar de las lluvias y se interpreta como la edad de las erupciones durante las formación de los mares circulares por impacto). Para el tiempo de condensación de la nube protoplanetaria se adopta el valor de 4570 millones de años, de donde se desprende que el acrecentamiento de la luna con su fusión total (o de una parte considerable de ella) y su consiguiente cristalización, concluyeron con bastante rapidez. La edad de las muestras de basalto marítimos se halla en el intervalo de 3160-3900 millones de años y en la parte oriental del océano de las tempestades se ha obtenido el valor mínimo de la edad de 2600 millones de años. Los basaltos marítimos se formaron en los procesos de fusión parcial del manto superior de la luna, que había perdido anteriormente el material garbo- anortosítico de la corteza. La cristalización de las rocas del manto superior tuvo lugar 4400 millones de años atrás, es decir, centenares de años antes de las erupciones. El hecho de que en la Luna no hay y, por lo visto, nunca hubo una atmósfera densa ni hidrosfera, ha contribuido a que queden grabadas en su superficie las huellas de la historia inicial del Sistema Solar. Con relación a esto, la investigación de la Luna tiene una importancia excepcional para el problema del origen y la evolución de la Tierra y los planetas. Los planetas del grupo terrestre se han ido incorporando en los últimos años al campo de las investigaciones cósmicas mediante el empleo de estaciones interplanetarias automáticas equipadas con los dispositivos técnicos necesario para el procesamiento de la información obtenida y la transmisión de los resultados a los centros de vuelo terrestres. Los componentes principales de estos planetas son los silicatos y el hierro; todos ellos tienen déficit de agua, metano y amoniaco, compuestos de bajas temperatura de ebullición y bastante difundidos en el cosmos. Venus es el planeta del grupo terrestre que más se asemeja a la Tierra, por sus dimensiones y su masa. Además, constituye el planeta que se encuentra a menor distancia de la Tierra, pero, a pesar de esto, fue poco conocido (y aun lo es en muchos aspectos). Hasta hace unos veinte años la información más completa sobre Venus ha sido facilitada por las estaciones automáticas soviéticas de las serie “Venera” (16 en total) y por algunas naves norteamericanas de las series “Mariner” (Mariner 2, Mariner 5, Mariner 10) y “Pioneer- Venus” (2 lanzadas en 1978). Las naves soviéticas “VEHA 1” y “VEHA 2” destinadas a estudios del cometa “Halley” también fueron concebidas para la exploración de Venus en 1985. En octubre de 1975 se transmitieron a la Tierra por primera vez imágenes panorámicas de la superficie de Venus desde los módulos de descenso de las naves “Venera-9” y “Venera-10”. Estos aparatos trabajaron durante horas en las condiciones “infernales” de Venus brindando a los científicos información sobre las propiedades del suelo, delas particularidades de la atmósfera y su capa de nubes, etc. Las naves “Venera-11” y “Venera-12”, así como las “Pioneer-Venus 1” y “Pioneer-Venus 2” transmitieron en conjunto durante cerca de 6 horas desde la superficie de Venus, y el cúmulo de datos recopilados fue tal que requirió de muchos años para analizarlos. De estos estudios se pudo comprobar que la composición química de la atmósfera de Venus es completamente diferente a la de la Tierra, caracterizándose por su elevada corrosividad. Desde el suelo hasta los 48 km de altura el aire es relativamente claro y puro; está compuesto por dióxido de carbono (97%), nitrógeno (1-3%), vapor de agua (0,1-0,4%) y se detectaron trazas de argón, neón, helio, oxígeno y dióxido de azufre. La segunda capa, situada entre 48 y 21 Meteoritos férreos o sideritos Meteoritos petroférreos o litosideritos. Tipo de meteorito De esta forma se da culminación al estudio de los meteoritos pasando a analizar seguidamente los datos recopilados en los últimos años sobre las características de otros cuerpos del Sistema Solar. Algunos de ellos han sido obtenidos directamente a partir de diferentes análisis realizados a muestras de rocas y gases recolectados durante expediciones espaciales a la Luna y Venus, mientras otros resultaron de la aplicación de métodos indirectos (análisis espectral, fundamentalmente) a la determinación de la composición química de la superficie de los planetas y de sus atmósferas, además de la que corresponde a los cometas.
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