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EL_RETRATO_DE_DON_QUIJOTE_VENCIDO_EN_LA

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Carlos Mata Induráin (ed.)
Publicaciones de Literatura
Departamento de Filología
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Recreaciones quijotescas
y cervantinas en la poesía
y el ensayo
C. Mata
Induráin
(ed.)
Este volumen se enmarca en el amplio proyecto
«Recreaciones quijotescas y cervantinas» (RQC) desarrollado
por el Grupo de Investigación Siglo de Oro (GRISO) de la
Universidad de Navarra. Se recogen aquí veintiún trabajos
que abordan diversos aspectos relacionados con las recreaciones
quijotescas y cervantinas en la poesía y el ensayo. Se analizan
–desde distintas perspectivas metodológicas– ecos, huellas,
temas y personajes de sabor quijotesco o cervantino, en muy
variados ámbitos de la literatura hispánica y universal. Así, se
comentan reminiscencias o influencias cervantinas en los
novelistas españoles del siglo XIX, en Azorín, en Unamuno,
en León Felipe y en Juan Ramón Jiménez, o en diferentes
autores y ámbitos de la poesía contemporánea. En otros terri-
torios y otros idiomas, tenemos contribuciones sobre la relación
de Cervantes con escritores, pensadores y artistas como Andrew
Marvell, Heinrich Heine, Thomas Mann, Carlos Drummond
de Andrade, Paul Celan, François Maréchal o Walter Benjamin,
y sobre las recreaciones cervantinas en otros espacios geográ-
ficos y culturales: Italia, los Países Bajos, Grecia, Rusia o Chile.
Este libro profundiza en el estudio del rico, complejo y sugerente
territorio de las recreaciones quijotescas y cervantinas, en esta
ocasión en el terreno de la poesía y el ensayo.
Carlos Mata Induráin es Secretario e investigador del
Grupo de Investigación Siglo de Oro (GRISO) de la Universidad
de Navarra y Secretario del Instituto de Estudios Auriseculares
(IDEA, Madrid / Nueva York). Sus principales líneas de inves-
tigación se centran en la literatura española del Siglo de Oro:
comedia burlesca, autos sacramentales de Calderón, Cervantes
y las recreaciones quijotescas, etc. También se ha interesado
por la literatura colonial (en especial la de ámbito chileno), la
literatura española moderna y contemporánea (drama histórico
y novela histórica del Romanticismo español, novela de la
guerra civil, cuento español del siglo XX…) y la historia literaria
de Navarra. En todas estas áreas ha publicado diversas mono-
grafías y artículos en prestigiosas revistas científicas de la
especialidad, y ha sido asimismo editor de numerosas obras
literarias. Miembro de la Asociación de Cervantistas, ha
participado en muchos de sus congresos y ha publicado
abundantes trabajos cervantinos, de los que cabe destacar
una Guía de lectura del «Quijote» (2006), escrita en colabo-
ración con Mariela Insúa, su edición de La gitanilla. Rinconete
y Cortadillo (2010) o los volúmenes colectivos por él coordi-
nados Recreaciones teatrales y alegorías cervantinas (Pamplona,
Eunsa, 2012) y Recreaciones quijotescas y cervantinas en la
narrativa (Pamplona, Eunsa, 2013).
www.eunsa.es
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EL RETRATO DE DON QUIJOTE VENCIDO 
EN LA POESÍA DE JUAN RAMÓN JIMÉNEZ, LEÓN FELIPE 
Y CARLOS DRUMMOND DE ANDRADE 
Cristina Miranda Menezes 
Universidad de Málaga / Universidade de São Paulo 
1. Introducción 
En este trabajo realizo el análisis de poemas que he seleccionado para ilustrar 
cómo los poetas españoles Juan Ramón Jiménez y León Felipe y el poeta brasile-
ño Carlos Drummond de Andrade expresan el tema de la derrota y la vuelta a la 
casa del Quijote. Una de las características comunes a estos tres poetas —además 
del hecho de escribir sobre el mismo tema— es la ruptura con los modos tradi-
cionales de versificación y la utilización del verso libre. El análisis de los tres poe-
mas me permitirá enunciar una hipótesis sobre el modo como se presenta la obra 
de Cervantes en estos poetas-lectores, teniendo en cuenta la teoría de la estética 
de la recepción. José Montero Reguera en su libro El «Quijote» y la crítica contem-
poránea confirmaba en 1997 la ausencia de trabajos que analizasen el Quijote desde 
la perspectiva de la estética de la recepción y que buscasen la estructura de la obra 
mediante la comparación de las diversas lecturas de que ha sido objeto1. Darío 
Fernández-Morera en su trabajo Cervantes and the Aesthetics of Reception2 comenta, 
con respeto al papel del lector activo, que Cervantes deja determinadas áreas en 
blanco para que el lector las rellene. En muchas partes de la obra podemos encon-
trar comentarios del tipo «sucedió otra aventura más gustosa que la pasada, la cual 
 
1 Montero Reguera, 1997, pp. 102-103. El propio autor subsanó esta laguna con el libro El 
«Quijote» durante cuatro siglos: lecturas y lectores, publicado en el año 2005. 
2 Fernández-Morera, 1981, p. 405. 
158 CRISTINA MIRANDA MENEZES 
no quiere su historiador contar ahora»3, que provocan al lector más curioso. Se-
gún Fernández-Morera, Cervantes estimula el pensamiento al omitir informacio-
nes o contando hasta determinado punto para que el lector intente reconstruir los 
hechos que faltan. El efecto o influencia que la obra produce en las diversas mo-
dalidades de público es lo que interesa a la teoría de la recepción. A través de los 
tres poemas escogidos, a partir de una selección temática —«Argamasilla del Mar», 
de Juan Ramón Jiménez; «Vencidos…», de León Felipe y «Noturno Antefinal», 
de Carlos Drummond de Andrade— se podrá ver cómo la obra de Cervantes 
impactó en tres lectores y creativos poetas, generadores de literatura a partir de 
literatura y, en particular, cómo expresan de forma poética uno de los episodios 
más definitivos y definitorios de la obra cervantina: la caída y la vuelta a casa del 
Caballero de la Triste Figura. 
2. Análisis 
El poema seleccionado de Juan Ramón Jiménez, «Argamasilla del Mar», se es-
cribió el 8 de febrero de 1916 y se encuentra en el apartado «En el mar»4 de su 
libro Diario de un poeta reciencasado, compuesto cuando el poeta se encontraba en 
plena travesía desde el puerto de Cádiz hacia la costa este de los Estados Unidos 
para casarse con Zenobia Camprubí Aymar. 
XLVIII 
8 de febrero de 1916 
Argamasilla del Mar 
Sí. La Mancha, de agua. 
Desierto de ficciones líquidas. 
Sí. La Mancha, aburrida, tonta. 
—Mudo, tras Sancho triste, 
negros sobre el poniente rojo, en el que aún llueve, 
Don Quijote se va, con el sol último, 
a su aldea, despacio, hambriento, 
por las eras del ocaso—. 
¡Oh mar, azogue sin cristal; 
mar, espejo picado de la nada! 
 
3 Don Quijote, II, 46. Todas las referencias al libro Don Quijote de la Mancha corresponden a la 
edición del Instituto Cervantes dirigida por Francisco Rico, publicada en Barcelona, Crítica, 1998. 
Disponible en <http://cvc.cervantes.es/literatura/clasicos/quijote/default.htm>. 
4 División utilizada según los criterios de edición del libro Diario de un poeta reciencasado, Madrid, 
Visor Libros, 1997. 
«EL RETRATO DE DON QUIJOTE VENCIDO EN LA POESÍA DE JUAN RAMÓN JIMÉNEZ…» 159 
Según el propio poeta, este es su mejor libro y con él empieza el simbolismo 
moderno en la poesía española5. Los temas de los textos en prosa y en poesía de 
este apartado tratan principalmente de los recuerdos de su tierra y de la infancia y 
de los elementos exteriores que le acompañan en este trayecto: el mar, el cielo, el 
sol, las estrellas, la lluvia. El título del poema, «Argamasilla del Mar», hace referen-
cia a la localidad manchega de Argamasilla de Alba. Desde la célebre edición del 
Quijote de 1863 realizada por Manuel Rivadeneyra en esta localidad, muchos 
intelectuales de inicios del siglo xx, como Azorín o Rubén Darío, consideraron 
que este sería el «lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme», 
ubicando en Argamasilla la cárcel donde dice Cervantes que empezó a crear su 
gran obra6. Esta información fue rebatida posteriormente por varios cervantistas, 
entre ellos Rodríguez Marín7 y Emilio Orozco8. Juan Ramón —tal vez influido 
por las ideas románticas de sus contemporáneos—, tomó la referencia de Argama-
silla como localidadde origen del Quijote y la transfirió al mar, su experiencia 
diaria vivida en ese momento. Juan Ramón seguramente cruzó Campo de Mon-
tiel —citado en la obra de Cervantes como el lugar inicial de las salidas de don 
Quijote— en el viaje en tren que hizo de Madrid a Sevilla9, antes de irse a Cádiz 
para coger el barco hacia los Estados Unidos y en el momento en que hizo el 
poema compara la inmensidad del océano con el relieve del territorio manchego. 
Sin embargo, en el poema, La Mancha es «de agua». Además, el poeta utiliza otros 
adjetivos para calificarla: «aburrida y tonta» —resaltando «el tedio» de la tierra 
manchega— y «desierto de ficciones líquidas», que remite a la idea de los espejis-
mos, ilusiones ópticas que pueden darse en las llanuras del desierto y sobre la su-
perficie del mar. El mar, así como la tierra manchega del Quijote, crea ficciones, 
ilusiones, invenciones, como las alucinaciones del caballero andante. Después de 
esa asociación (la mancha, de agua-La Mancha, manchega) llegamos a los versos 
4-8, que son la descripción de una escena entre don Quijote y Sancho. Los dos 
vuelven a su aldea, dos puntos negros —o dos «manchas»— sobre el poniente 
rojo, bajo la lluvia. Podríamos asociar también esas dos «manchas» al otro signifi-
cado de la palabra: la deshonra, el descrédito de la fama del caballero que camina 
tras su escudero. Juan Ramón se apropia y describe poéticamente una escena es-
pecífica del Quijote: cuando el caballero derrotado por el Caballero de la Blanca 
Luna —que era en verdad el bachiller Sansón Carrasco y antes, el Caballero de los 
 
5 Juan Ramón Jiménez, Diario de un poeta reciencasado, ed. de Michael P. Predmore, p. 17. 
6 Don Quijote, Prólogo. 
7 Rodríguez Marín, 1947. 
8 Orozco Díaz, 1992, p. 127. 
9 En el poema V, «La Mancha», dice: «¡Alma mía / salida ahora de tu sueño, nueva, / tierna, casi 
sin luz ni color aún, hoy / —como un recién nacido— / por este campo viejo que cruzaste / tantas 
veces […]!». 
160 CRISTINA MIRANDA MENEZES 
Espejos— en el capítulo 64 de la Segunda parte, se ve obligado a volver a su al-
dea, junto a su escudero. Juan Ramón utiliza tres sintagmas descriptivos distintos 
para determinar este final de día: «poniente rojo», «el sol último», «el ocaso». Sa-
bemos, por los poemas anteriores del Diario de un poeta reciencasado, que Juan Ra-
món frecuentemente asocia el alba, la luz del sol y el amanecer a la alegría, a la 
esperanza, al renacer del alma; mientras que el ocaso, la lluvia, las sombras, la no-
che los asocia a la tristeza, a la desolación, a la angustia10. Esta misma sensación la 
transfiere el poeta a la escena del Quijote presente en el poema. Un fin de tarde, la 
vuelta a casa de los dos personajes: Sancho ha perdido su optimismo y va triste, 
por delante, y don Quijote mudo, hambriento, despacio, tras Sancho. El «ocaso» 
en el poema, además de designar el final del día, también significa la decadencia, 
el acabamiento, el fin de don Quijote. 
Después de estos versos sobre el Quijote el poeta vuelve otra vez al mar con un 
tono exclamativo y compara el mar a un gran espejo —«azogue»11— sin cristal 
que refleja la nada. Esta sensación que transmite el mar encajaría en el «desconsue-
lo que le transmite el mar por no entender su significado metafísico» de la primera 
fase de la poesía juanramoniana, según Mercedes Juliá12. La «nada» sería la angustia 
del «no llegar», de los días y noches siempre iguales, de estar preso entre cielo y 
mar y de la ausencia de la mujer amada. El yo lírico seguro y asertivo de los versos 
iniciales da lugar a un ser desesperado y sin perspectivas. Picado significa el mar 
agitado y también el espejo roto, destrozado. Desde el prólogo de la obra de Cer-
vantes don Quijote es tratado como «luz y espejo de toda la caballería andante»13; 
sin embargo, este espejo de honor y valentía se rompe con la derrota frente al 
Caballero de la Blanca Luna. Lo único que tiene de caballero don Quijote des-
pués de la caída es su palabra, pero en el poema de Juan Ramón él camina «mu-
do», ya no queda nada del caballero. Con esta poesía Juan Ramón nos ofrece una 
interpretación de la derrota del caballero según su vida interior, ya que no en-
cuentra en el mar la respuesta que busca para el viaje que emprende. El mar —el 
gran símbolo del Diario de un poeta reciencasado— refleja sus pensamientos como un 
gran espejo roto y don Quijote y Sancho le acompañan, derrotados. 
 
10 Por ejemplo, el «cielo limpio y el sol alegre» del poema XII, «Gracia» o «los nubarrones tristes 
que le dan sombra al mar» del poema XXXVII. 
11 El yo lírico dice: «Oh mar, azogue sin cristal». El azogue es el elemento químico mercurio 
(Hg), que se utilizaba habitualmente para cubrir los cristales de forma que sirvieran de espejos 
(http://www.rae.es/diccionario-de-la-lengua-espanola). El mercurio también es conocido por su 
fluidez y volatilidad a temperatura ambiente. El yo lírico invierte la construcción de los elementos 
en la frase, ya que lo normal sería decir «cristal sin azogue». La inversión refuerza la idea de la fluidez 
del líquido, ya que, sin cristal, el mercurio estaría libre para fluir, inabarcable, como el mar. 
12 Juliá, «Ámbitos americanos en el simbolismo del último Juan Ramón Jiménez». 
13 Don Quijote, Prólogo. 
«EL RETRATO DE DON QUIJOTE VENCIDO EN LA POESÍA DE JUAN RAMÓN JIMÉNEZ…» 161 
∗ ∗ ∗ 
Aunque nació en el seno de una familia acomodada, sabemos que el poeta 
León Felipe no tuvo una vida fácil, incluso estuvo en la cárcel por deudas. La 
poesía que analizaré de León Felipe se encuentra en el libro Versos y oraciones de 
caminante, I, que salió publicado en 1920. Se trata del poema «Vencidos…»: 
Por la manchega llanura 
se vuelve a ver la figura 
de Don Quijote pasar… 
Y ahora ociosa y abollada va en el rucio la armadura, 
y va ocioso el caballero, sin peto y sin espaldar… 
va cargado de amargura… 
que allá encontró sepultura su amoroso batallar… 
va cargado de amargura… 
que allá «quedó su ventura» 
en la playa de Barcino, frente al mar… 
Por la manchega llanura 
se vuelve a ver la figura 
de Don Quijote pasar… 
va cargado de amargura… 
va, vencido, el caballero de retorno a su lugar. 
Cuántas veces, Don Quijote, por esa misma llanura 
en horas de desaliento así te miro pasar… 
y cuántas veces te grito: Hazme un sitio en tu montura 
y llévame a tu lugar; 
hazme un sitio en tu montura 
caballero derrotado, 
hazme un sitio en tu montura, 
que yo también voy cargado 
de amargura 
y no puedo batallar. 
Ponme a la grupa contigo, 
caballero del honor, 
ponme a la grupa contigo 
y llévame a ser contigo 
pastor… 
Por la manchega llanura 
se vuelve a ver la figura 
de Don Quijote pasar… 
162 CRISTINA MIRANDA MENEZES 
En esta época el poeta conocía una situación complicada ya que había salido de 
prisión y vivía como indigente en las calles de Madrid. Ese tal vez sea uno de los 
motivos por los cuales el poeta escoge el tema de la derrota y se identifica con la 
situación de don Quijote después de haber perdido el duelo contra el Caballero 
de la Blanca Luna. Contrariamente a Juan Ramón, poeta ocasional del Quijote, 
León Felipe recurrirá a don Quijote y a los demás personajes de la obra de Cervan-
tes en varios momentos de su obra poética14 y el paralelismo entre la historia de don 
Quijote y la historia de España seguirá durante toda su producción, sirviendo el 
caballero de ejemplo y molde en varias ocasiones15. Dice León Felipe en el poema 
«El zurrón de las piedras»16 de su obra ¡Oh, este viejo y roto violín!: 
De todas las banderas poéticas que he visto en mi vida —y creo que las he visto todas— 
pasar debajo de mi balcón, me he afiliado solamente a la de don Quijote. Y sostengo 
que la mejor fórmula para componer un poema es la suya. 
De vuelta al poema, está claro que el título proviene de la palabra que más se 
repite para expresar el estado de ánimo de don Quijote después de su caída en 
Barcelona. Cuando el Caballero de la Blanca Luna lo derriba, va sobre él y le 
ponela lanza sobre la visera diciendo: «—Vencido sois, caballero, y aun muerto, si 
no confesáis las condiciones de nuestro desafío»17. Desde este punto hasta el mo-
mento en que se encuentra en su lecho de muerte las palabras vencido, vencimiento, 
tristeza, abatimiento, derribado serán la pauta del texto de Cervantes. El poema 
«Vencidos…» describe —así como el poema de Juan Ramón Jiménez— la vuelta 
de don Quijote a casa después de haber perdido ese duelo. El espacio donde se 
desarrolla la escena es «la manchega llanura». El espacio de esta derrota también 
está definido, este «allá» que utiliza el poeta para expresar la playa de Barcelona en 
la cual ocurrió el duelo: «allá encontró sepultura su amoroso batallar», «allá quedó 
su ventura en la playa de Barcino, frente al mar…». En el verso 9, «quedó su ven-
tura» está entre comillas, ya que el poeta utiliza las palabras de don Quijote en el 
capítulo 66 de la Segunda parte18. En otros poemas19 de Versos y oraciones de cami-
 
14 Ver el trabajo de Ascunce incluido en este mismo volumen. 
15 Ya al final de su vida escribe ¡Oh, este viejo y roto violín! (1965), cuyo poema «La Gran Aven-
tura» narra una aventura de don Quijote y Sancho en la que al final don Quijote se parece a «un 
Cristo viejo, un Cristo muy viejo y feo…». En su último libro, Rocinante (1969), encontramos varios 
paralelismos entre su vida y la vida del rocín de don Quijote. 
16 Felipe, Poesías completas, p. 885. 
17 Don Quijote, II, 64. 
18 «Al salir de Barcelona, volvió don Quijote a mirar el sitio donde había caído y dijo: —¡Aquí fue 
Troya! ¡Aquí mi desdicha, y no mi cobardía, se llevó mis alcanzadas glorias, aquí usó la fortuna 
conmigo de sus vueltas y revueltas, aquí se escurecieron mis hazañas, aquí finalmente cayó mi ventura 
para jamás levantarse!» 
«EL RETRATO DE DON QUIJOTE VENCIDO EN LA POESÍA DE JUAN RAMÓN JIMÉNEZ…» 163 
nante León Felipe transmite la misma sensación de hastío, cansancio, angustia que 
tenía Juan Ramón en el mar, pero la diferencia es que el peregrino de León Feli-
pe camina y camina, de pueblo en pueblo errando por la vida, por una llanura sin 
fin. Los tres versos iniciales del poema se repiten en otras dos ocasiones en el 
cuerpo del poema, sirviendo también de cierre. Esta repetición resuena por la 
composición, como si el poeta quisiera que la imagen de la figura de don Quijote 
cabizbajo se quedara grabada en la cabeza de los lectores-espectadores. 
El poema puede dividirse en dos partes. La primera es la descripción de la figu-
ra de don Quijote y la segunda parte, a partir del verso 16, es cuando el poeta se 
identifica con el caballero y con su amargura y le suplica que le haga un sitio en su 
montura para que vaya con él a ser pastor en su aldea. En las horas de desaliento, 
de desánimo, es cuando el poeta recupera esta imagen de don Quijote. En el 
poema el caballero va solo, no sale la figura de Sancho Panza, lo que refuerza esa 
identificación del yo lírico con don Quijote. El plural del título, «Vencidos…», 
hace referencia a don Quijote y al yo lírico, son ellos los que caminan por la 
manchega llanura derrotados y esta súplica del poeta por ir en la grupa con don 
Quijote (repite tres veces «hazme un sitio en tu montura») sería para sentirse un 
«caballero del honor», como él nombra a don Quijote en el verso 27. En el mo-
mento de la escritura de este poema, al verse sin una ocupación, sin recursos y 
excluido, León Felipe se identifica con don Quijote como el hombre que cayó, 
pero que cumple con su palabra. Sin embargo, él quiere irse con don Quijote, no 
para luchar como caballero andante, sino para participar de la vida de don Quijote 
como pastor, para caminar con él en esta otra realidad que termina por matar al 
caballero. Este poema es un claro ejemplo de cómo el conjunto de experiencias 
que cada lector trae hacia la novela desemboca en un tipo de actitud crítica, reve-
lando así la función social que ejerce la literatura. 
∗ ∗ ∗ 
El poeta brasileño Carlos Drummond de Andrade (1902-1987) vivía en Belo 
Horizonte, sudeste de Brasil, y en 1922 formaba parte de un grupo de intelectua-
les y escritores que discutían los mismos presupuestos filosóficos y estéticos que 
hicieron célebre la «Semana da Arte Moderna» en São Paulo: la ruptura con el 
pasado, la búsqueda de temas de actualidad, el redescubrimiento de la realidad 
brasileña, la forma de escribir cercana al lenguaje coloquial, el culto al progreso, 
ideas que definieron la primera fase del modernismo en Brasil. La poesía de 
 
19 El poema XI, por ejemplo: «¡Qué día tan largo… / y qué camino tan áspero… / qué largo es 
todo, qué largo, / qué largo es todo y qué áspero! / En el cielo está clavado / el sol, iracundo y alto. 
/ La tierra es toda llanura… llanura… toda llanura… / y en la llanura… ni un árbol…». 
164 CRISTINA MIRANDA MENEZES 
Drummond pasó por diferentes fases —irónica, social, metafísica—, pero hay un 
hilo común a toda su obra: un yo lírico torturado, excluido, inadaptado, profundo 
observador de la realidad y que siempre se pregunta cuál es su papel en el mundo. 
Esa «inadaptación» de Drummond al mundo en el que vive coincide con el des-
ajuste que hay entre la (ideal) realidad y el mundo exterior del famoso personaje 
cervantino, don Quijote, como bien apunta Wanderley Pereira en su texto 
«Drummond: o lado gauche do quixotesco»20. En uno de sus últimos poemas, «O 
Malvindo», Drummond se compara con don Quijote: «o triste cavaleiro de tristí-
sima figura», identificándose en el hecho de que ambos son grandes perdedores y 
derrotados en la vida. 
El poema que he seleccionado para este análisis pertenece a un conjunto de 
poemas inspirados en una serie de dibujos del pintor Cândido Portinari21 sobre 
varios episodios del Quijote22. Los poemas aparecieron por primera vez, sin el 
acompañamiento de las ilustraciones, en el libro As impurezas do branco, publicado 
en 1973. He utilizado la edición conjunta de ilustraciones y poemas23, publicada 
en 2005 por las Publicações Dom Quixote de Portugal. El poema que he selec-
cionado para este análisis es el número XXI, intitulado «Noturno Antefinal»: 
Dorme, Alonso Quexana. 
Pelejaste mais que a peleja 
(e perdeste). 
Amaste mais do que o amor se deixa amar. 
O ímpeto 
o relento 
a desmesura, 
fábulas que davam rumo ao sem rumo 
de tua vida levada a tapa 
e a coice d’armas, 
de que valeu o tudo desse nada? 
Vilões discutem e brigam de braço 
 
20 Ver Pereira, 2008. 
21 En 1956 —bajo la advertencia de su médico de que, si no dejaba de utilizar otros materiales 
de pintura, moriría intoxicado por el plomo de la pinturas al óleo—, el pintor brasileño Cândido 
Portinari hizo 21 dibujos con lápiz de colores para ilustrar escenas de la novela de Cervantes, Don 
Quijote de la Mancha, para una posible publicación de la obra en portugués. 
22 Con respecto a la recepción de la obra de Cervantes en Brasil, es imprescindible consultar el 
libro de la investigadora Maria Augusta Vieira: A narrativa engenhosa de Miguel de Cervantes: Estudos 
cervantinos e a recepção do Quixote no Brasil, que elabora un estudio de la recepción crítica en el con-
texto brasileño a partir del siglo xix y recupera la impresión que la obra causó en algunos de los más 
importantes escritores brasileños. 
23 Dom Quixote - Cervantes - 21 desenhos de Cândido Portinari, 21 glosas de Carlos Drummond de 
Andrade, Lisboa, Publicações Dom Quixote, 2005. 
«EL RETRATO DE DON QUIJOTE VENCIDO EN LA POESÍA DE JUAN RAMÓN JIMÉNEZ…» 165 
enquanto dormes. 
Neutras estátuas de alimárias velam 
a areia escura de teu sono 
despido de todo encantamento. 
Dorme, Alonso, andante 
petrificado 
cavaleiro-desengano. 
El poema acompaña la ilustración de los labradores luchando y don Quijote en 
el suelo. Relaciono esta escena con el capítulo final de la Primera parte (el 52, 
«De la pendencia que don Quijote tuvo con el cabrero, con la rara aventura de 
los deceplinantes, a quien dio felice fin a costa de su sudor»)24. Hay tres niveles en 
la imagen:don Quijote caído en primer plano, la lucha de los dos personajes en 
segundo plano y los animales que aparecen en un tercer plano, distantes, como 
observadores. El ejercicio recreativo del poeta Drummond cuenta con dos fuen-
tes: el texto de Cervantes y a la vez la representación de la escena por medio de 
los dibujos de Portinari. La sensación que uno tiene al leer las poesías de Drum-
mond es que realmente este escribió a partir del sentimiento que le despertaron las 
imágenes, ya que las palabras utilizadas en la poesía reflejan los símbolos iconográ-
ficos de Portinari. Los versos del poema «Dorme, Alonso Quexana», «Vilões dis-
cutem e brigam de braço», «Neutras estátuas de alimárias velam / a areia escura do 
seu sono» son descripciones del dibujo, tal como las ve el poeta y las vemos noso-
tros. El título «Noturno Antefinal» evoca la noche, momento reconocible en el 
dibujo de Portinari por la presencia de la luna. «Noturno» podría también hacer 
alusión al género musical de composición para piano que tiene la noche como 
tema. De esa forma Drummond establecería un nexo entre la pintura, la poesía y 
la música. Se puede deducir el conocimiento que tiene Drummond del texto 
cervantino porque además de los versos descriptivos hay observaciones personales 
que hacen referencia a la novela como: «Pelejaste mais que a peleja», «Amaste mais 
do que o amor se deixa amar», «fábulas que davam rumo ao sem rumo», «despido 
de todo encantamento». Drummond conoce la forma de ser del caballero, su his-
toria y su final. 
El poema de Drummond se divide en dos partes, el pasado de don Quijote y 
la situación actual. La vida pasada del caballero se resume en pelear y amar sin 
medida a través de su ímpetu, desmesura y fábulas. Como resultado, recibió «ta-
pas» y «coices» (sufrimientos físicos). El yo lírico le pregunta: ¿de qué ha valido el 
 
24 Otra referencia posible sería el capítulo 15 de la Primera parte, «Donde se cuenta la desgra-
ciada aventura que se topó don Quijote en topar con unos desalmados yangüeses», ya que en esta 
don Quijote y Sancho también acaban en el suelo y Rocinante y el asno participan igualmente de la 
escena. 
166 CRISTINA MIRANDA MENEZES 
todo de esta nada? El verbo pelejar significa, en portugués, ‘insistir’, ‘obstinar’, y 
también «sostener determinadas doctrinas verbalmente o por escrito»25. El verso 2, 
«Pelejaste mais que a peleja», podría ser entendido como ‘has sostenido durante 
demasiado tiempo la ilusión de que eras un caballero andante’, ya que el verso 
siguiente concluye: «(e perdeste)», una constatación del yo lírico. La segunda parte 
del poema (a partir del verso 12) está en tiempo presente y es la descripción del 
dibujo. Nos adentramos en el mundo onírico en el cual se encuentra el caballero 
caído. Drummond utiliza el verbo dormir para simbolizar la derrota del personaje 
cervantino. El sueño en el capítulo final del Quijote es lo que permite la transfor-
mación del caballero en hombre corriente y lúcido. En el poema de Drummond 
ya no es don Quijote el que está allí, sino Alonso Quexana, lo que refuerza esta 
asociación sueño-transformación. Además, el encantamiento ya no existe, es 
«Alonso Quexana» el que duerme, desengañado, desilusionado. Drummond utili-
za la oposición entre caballero andante y «petrificado». El caballero se transforma 
en algo inmóvil e inanimado. Esa sensación también se obtiene al mirar el dibujo, 
ya que hay un contraste entre el movimiento de los aldeanos que se pelean y la 
inmovilidad del caballero que yace en el suelo. En este poema Drummond retrata 
el sueño de Alonso Quijano, el sueño de don Quijote derrotado, que intentó dar 
un rumbo a su vida con fábulas y que terminó caído, desnudo de todo encanta-
miento, en una arena oscura, como las manchas negras del poema de Juan Ra-
món. Lo podemos interpretar como una crítica a esa vida que escogió vivir el 
hidalgo y que le hace terminar como una persona sin sentimientos ni ilusiones. 
3. Consideraciones finales 
Cervantes y su personaje don Quijote son receptores de obras de caballería del 
siglo xvi (Amadís de Gaula u Orlando furioso). Don Quijote imita a los héroes ca-
ballerescos, pero degrada la perfección esperada de estos héroes, ya que es un 
héroe fingido, nunca salva doncellas en peligro o lucha contra malhechores, a no 
ser en su realidad distorsionada. La comicidad obtenida de la lectura de la obra de 
Cervantes es una comicidad por contraste, en la cual, según Jauss, «el héroe cómico 
no es cómico de por sí, sino por la relación al horizonte de expectativas y normas 
que niega»26. Podemos inducir el «código» de las novelas de caballería a través de 
la obra de Cervantes y sabemos que don Quijote no es un héroe típico, ya que 
siempre termina derrotado, malherido, aparte de ser el objetivo de burlas de los 
propios personajes de la Segunda parte de la obra. Don Quijote nunca aprende, 
persiste en su juego imaginario hasta que este le da una lección que le obliga a 
volver a su casa. El bachiller Sansón Carrasco jugó con las mismas «armas» de don 
 
25 Novo Aurélio-Século xxi, Dicionário Eletrônico, Editora Nova Fronteira. 
26 Jauss, 1992, p. 298. 
«EL RETRATO DE DON QUIJOTE VENCIDO EN LA POESÍA DE JUAN RAMÓN JIMÉNEZ…» 167 
Quijote, en su mundo, por eso consigue obligarlo a volver a su aldea. Sin embar-
go, cuando ya no hay dos posibilidades de interpretación de la realidad el efecto 
cómico desaparece. Después que don Quijote perdió el duelo contra el Caballero 
de la Blanca Luna intentó convencerse de que sería feliz como el pastor Quijotiz, 
pero en su lecho de muerte le dice a Sansón Carrasco y a los demás que «déjense 
de burlas aparte»27, que ya no hay mundos ficticios, que lo que vale es el mundo 
real y ahora él es Alonso Quijano el Bueno. 
Juan Ramón Jiménez, León Felipe y Carlos Drummond de Andrade describen 
la imagen trágica del caballero derrotado en las tres poesías seleccionadas. Retratan 
a un don Quijote hambriento, vencido y caído. El capítulo 72 de la Segunda 
parte es el que sirvió de inspiración a Juan Ramón y a León Felipe: «De cómo 
don Quijote y Sancho llegaron a su aldea». Ya al final del capítulo, antes de que 
llegaran a la aldea, dice el autor: «Aquel día y aquella noche caminaron sin suceder-
les cosa digna de contarse»28. Juan Ramón y León Felipe aprovechan este «vacío» 
dejado por Cervantes para contar, a su manera, cómo fue esta caminada de regre-
so a casa. Son poesías que emergen del silencio del texto de Cervantes, un silencio 
que estimula al lector y aumenta la sugestión. Los tres poetas son lectores del siglo 
xx y como tal leen el texto posiblemente bajo una corriente existencialista que 
considera al individuo libre y totalmente consciente de sus actos. Cuando don 
Quijote se despierta de su sueño transformador ya como Alonso Quijano en el 
último capítulo de la obra, demuestra un profundo arrepentimiento por su vida 
anterior29, reniega de la existencia de los caballeros andantes e incluso pide perdón 
a Sancho por haberle arrastrado hacia la locura30. Este pathos —sufrimiento exis-
tencial— que sufrió don Quijote desde su caída puede ser también percibido en 
las poesías de Juan Ramón —en 1916— y de León Felipe —en 1919— ya que el 
caballero camina bajo un aura de desánimo, tristeza y amargura. 
Don Quijote está presente en los poemas de León Felipe desde el primer libro 
hasta su última obra. Es su héroe derrotado, el payaso gran defensor de la justicia, 
el rey enloquecido, su Cristo, su bandera poética. León Felipe es el ejemplo del 
lector que comprende y absorbe la obra cervantina bajo el prisma de su experien-
cia personal y plasma esta comprensión en su poesía. Es un lector activo del Qui-
jote, rellena los vacíos que Cervantes dejó intencionadamente en su obra y los 
 
27 Don Quijote, II, 74. 
28 Don Quijote, II, 72. 
29 Dice don Quijote a su sobrina: «Yo me siento, sobrina, a punto de muerte: querría hacerla de 
tal modo, que diese a entender que no había sido mi vida tan mala, que dejase renombrede loco; 
que, puesto que lo he sido, no querría confirmar esta verdad en mi muerte» (Don Quijote, II, 74). 
30 Dice don Quijote a Sancho: «Perdóname, amigo, de la ocasión que te he dado de parecer lo-
co como yo, haciéndote caer en el error en que yo he caído de que hubo y hay caballeros andantes 
en el mundo» (Don Quijote, II, 74). 
168 CRISTINA MIRANDA MENEZES 
recrea según su experiencia vital. León Felipe está al lado de don Quijote, quiere 
ser su compañero en su «nueva locura», la futura vida de pastor, quiere irse a esa 
Arcadia todavía no corrompida por la civilización. El Quijote moldea la interpreta-
ción que León Felipe tiene del mundo, define su comportamiento y por eso po-
demos afirmar que en su poesía la literatura manifiesta su función social. 
El yo lírico de Carlos Drummond es más analítico, cuestiona la forma de vida 
escogida por el caballero, no ve una justificación para esa existencia y no se iden-
tifica con él, su interlocutor es Alonso Quijano. En este poema el yo lírico no se 
ríe del absurdo de las situaciones, sino que critica el engaño que ha sido la vida de 
don Quijote. Es un lector que esperaría que don Quijote hubiera aprendido de las 
lecciones anteriores, de tanto sufrir y ser mal-sucedido en su distorsión de la reali-
dad. Al final del poema, el yo lírico apoda a don Quijote «cavaleiro-desengano». 
Aquel caballero petrificado que yace en el suelo es Alonso Quijano desilusionado, 
desesperanzado, un perdedor velado solo por bestias en un escenario donde tam-
poco existe ya el encantamiento. El yo lírico en este poema analiza y critica los 
sueños del caballero derrotado. 
Fernández-Morera dijo que «Cervantes es el ejemplo principal del escritor di-
námico que hace que su lector piense y trabaje»31. Juan Ramón Jiménez, León 
Felipe y Carlos Drummond de Andrade son lectores-receptores del Quijote que 
crean poesías relacionadas con la obra en el siglo xx y dan su visión propia del 
personaje cervantino. La teoría de la recepción entiende la obra escrita como un 
medio de comunicación entre el autor y el lector. Este hecho se ve plenamente 
cumplido en las tres poesías analizadas, los ecos de este regreso post-derrota resue-
nan en los versos, sea de forma solidaria, como en el caso de León Felipe y Juan 
Ramón, o de forma más descriptiva, visual y analítica, según Carlos Drummond. 
En estas poesías vemos la variedad de respuestas que el texto de Cervantes ha 
tenido a lo largo del tiempo, lo que confirma la recepción activa de la obra en el 
siglo xx. 
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