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CAPÍTULO 10 MECANISMOS EFECTORES DE LA INMUNIDAD INNATA Por Clara Nancy Gutiérrez La inmunidad innata, también llamada inmunidad natural o heredada, es la capacidad que tienen los individuos para afrontar o combatir de manera espontánea y sin contacto previo, microorganismos patógenos o potencialmente patógenos a los que están expuestos de manera cotidiana. Este tipo de inmunidad está presente en todos los seres vivos y es el estado de protección que cada individuo tiene al nacer. Desde el punto de vista filogenético, es el mecanismo de defensa más antiguo contra los microorganismos; los componentes del sistema inmunitario innato de los mamíferos son muy parecidos a los componentes de defensa de las plantas y los insectos. De hecho, la mayoría de los mecanismos de la defensa innata que se expondrán en este capítulo aparecieron en la evolución, después que se desarrollaran los organismos multicelulares complejos, hace unos 750 millones de años. Por el contrario, el sistema inmunitario adaptativo, es claramente reconocido en los vertebrados hace unos 500 millones de años. La inmunidad innata evolucionó para proteger de las infecciones a los organismos pluricelulares y constituye la primera línea de defensa contra los patógenos. Esta inmunidad carece de memoria inmunológica, pero en cambio es rápida y sus mecanismos existen antes de ponerse en contacto con los microorganismos, activándose previamente a la elaboración de las respuestas inmunitarias adaptativas. La inmunidad innata combate más del 90% de los patógenos que nos invaden. La inmunidad innata cumple diversas funciones en la protección del anfitrión La inmunidad innata es “lo primero que se opone a la infección”; es decir, es la respuesta inicial frente a los microorganismos que impide, controla o elimina la infección del anfitrión. Para ello, diferentes mecanismos de la inmunidad innatas actúan en diferentes estadios de las infecciones. Así, las barreras epiteliales dificultan la entrada de los microbios en el anfitrión, los fagocitos residentes y reclutados en los tejidos subepiteliales y de otros tipos de tejidos ingieren y destruyen aquellos microorganismos que han ultrapasado las barreras epiteliales mientras que diversas proteínas plasmáticas y los fagocitos circulantes eliminan los microbios que han alcanzado el torrente sanguíneo. Los defectos en cualquiera de los mecanismos efectores de la inmunidad innata aumenta considerablemente la susceptibilidad a las infecciones, incluso cuando los mecanismos de la inmunidad adaptativa se encuentran intactos. Por ejemplo, las personas con defectos en el sistema fagocítico sufren infecciones frecuentes por diversos microorganismos (Ej., enfermedad granulomatosa crónica). Muchos microorganismos han evolucionado para resistir los mecanismos efectores de la inmunidad innata, dichos mecanismos de resistencia forman parte de sus mecanismos de virulencia. Por otra parte, los mecanismos efectores de la inmunidad innata reconocen los productos de las células muertas, estresadas o dañadas del anfitrión y, sirven para eliminar estas células e iniciar así el proceso de reparación tisular. Esto puede ocurrir en el contexto de un proceso infeccioso o como producto de otros procesos en ausencia de infección (traumatismos, quemaduras, falta de riego sanguíneo). La inmunidad innata estimula la respuesta inmunitaria adaptativa y puede influir en la naturaleza de estas respuesta (Figura 10-1) lo que permite que la acción del sistema inmunitario sea más eficiente. En este sentido, la inmunidad innata no solo sirve a la defensa del anfitrión en las primeras fases de la infección, sino que también “avisa” de la existencia de una infección contra la cual debe montarse una respuesta inmunitaria adaptativa. Figura 10-1. La inmunidad innata genera señales que estimula la inmunidad adaptativa e influyen en su naturaleza. Diferentes mecanismos efectores de la inmunidad innata generan señales que activan a los linfocitos induciendo su proliferación y diferenciación Así tenemos, que durante una infección causada por microorganismos intracelulares, los macrófagos (célula efectora de la inmunidad innata) expresan moléculas coestimuladoras (como la molécula B7) y secretan citocinas (entre ellas IL-12) que estimula la respuesta inmunitaria adaptativa de tipo celular. Por otro lado, cuando los microorganismos invasores replican y residen fuera de las células se activa el sistema de complemento generando C3d, el C3d unido a los microorganismos se une al CR2 que es parte del complejo correceptor de los linfocitos B (Capítulo 8). Esta interacción potencia en la activación del linfocito B. Durante el “combate” de las infecciones ambos tipos de inmunidad cooperan y se complementan. De hecho, las citocinas producidas por los linfocitos T, como el IFN- anticuerpos producidos por las células B sirven como opsoninas y activan al sistema de complemento mejorando la respuesta de los fagocitos y estimulando el desarrollo de la inflamación. La acción conjunta de ambos tipos de inmunidad contribuye a la eliminación de los microorganismos. La respuesta de la inmunidad innata frente a las infecciones es la inflamación y la defensa antivírica Las lesiones o infecciones desencadenan una reacción fisiológica compleja llamada inflamación; en este proceso los leucocitos y muchas proteínas plasmáticas circulantes tienen acceso al lugar de infección, allí se activan para destruir y eliminar los elementos ofensivos. La inflamación también es la principal reacción frente a las células dañadas o muertas y a las acumulaciones de sustancias anómalas en las células y los tejidos. Las causas, desarrollo y consecuencias del proceso inflamatorio serán descritos en el capítulo 13. La otra respuesta de la inmunidad innata es la defensa antivírica, ésta engloba una serie de cambios en las células infectadas por virus tendientes a impedir la replicación y propagación de estos patógenos, trayendo como consecuencia un aumento en la sensibilidad de las células infectadas a la acción lesiva de los linfocitos y permitiendo así, eliminar los reservorios de la infección vírica. Los componentes de la inmunidad innata reconocen moléculas compartidas por grupos de microorganismos Los componentes celulares de la inmunidad innata identifican, a través de sus receptores, estructuras moleculares que son característicos de los microorganismos patógenos, pero que están ausentes en las células de los mamíferos. Estas estructuras moleculares que estimulan la inmunidad innata se denominan patrones moleculares asociados patógenos (PAMPs del inglés, pathogen-associated molecular patterns). Los PAMPs son estructuras químicas conservadas, compartidas por distintas clases de microorganismos pero ausentes en las células de mamífero. Dos PMAPs que comúnmente son diana del sistema inmunitario innato son el lipopolisacárido (LPS) y el peptidoglicano (PGN) moléculas que comparten todas las bacterias Gram negativas y Gram positivas, respectivamente. Otras moléculas de este tipo se mencionan en el cuadro 10-1. A diferencia del sistema inmunitario adaptativo que es capaz de reconocer muchas estructuras moleculares extrañas de origen microbiano y no microbiano (epítopes o determinantes antigénicos), el sistema inmunitario innato ha evolucionado para reconocer solo un número limitado de moléculas que son únicas de los microbios. Cuadro 10-1. Ejemplos de patrones moleculares asociados a patógenos (PMAP) y patrones moleculares asociados a lesión (PMAD) PMAP Tipo de microbio Acidos Nucleicos ARNmc ARNbc CpG Virus Virus Virus, bacterias Proteínas Pilina Flagelina Bacterias Bacterias Lípidos LPS Ácido lipoteicoico Bacterias Gram negativas Bacterias Gram poitivas Glúcidos Manano Glucanos Hongos y bacterias Hongos PMAD Proteínas inducidas por estrés HSP CristalesUrato monosódico Proteínas nucleares HMGB1 (anfoterina) ARNmc= ARN monocatenario, ARNbc= ARN bicatenario, CpG= dinucleótido de citosina-guanina, LPS= lipopolisacárido, HSP= proteínas del choque térmico, HMGCB1= caja del grupo de movilidad alta 1 Una característica de estas moléculas es que a menudo son esenciales para la supervivencia de los microorganismos, esto asegura que los microorganismos no evadan la acción de la inmunidad innata por modulación o mutación de la diana y evitar ser reconocidos por el anfitrión. Por ejemplo, un componente identificado por la inmunidad innata es el ARN bicatario, genoma de algunos virus o utilizado por otros como un intermediario durante su ciclo de replicación; de igual manera, el lipopolisacárido (LPS) o el peptidoglicano (PGN); ambos son componentes estructurales de las paredes celulares de las bacterias Gram negativas y Gram positivas, respectivamente; estos componentes moleculares son esenciales para la supervivencia de estos microorganismos. Las células dañadas o estresadas producen o liberan moléculas endógenas que son reconocidas por los componentes de la inmunidad innata. Estas sustancias se llaman patrones moleculares asociados a lesión (o DAMPs del inglés, damage- associated molecular patterns) (Cuadro 10-1). Los DAMPs pueden producirse como resultado del daño celular causado por infecciones pero también puede indicar una lesión estéril, libre de microorganismos causada por toxinas químicas, quemaduras, traumatismos por diferente etiología o reducción del riego sanguíneo. Las células que mueren por apoptosis no suelen liberar DAMPs. Los PAMPs y DAMPs son detectados por receptores de reconocimiento de patrones Los receptores de reconocimiento del patrón (o RRP) son un grupo de “detectores de patógenos” expresados en muchas células pero principalmente en macrófagos, neutrófilo y células dendríticas. Los RRP se expresan en la membrana plasmática de las células de la inmunidad innata así como también en la membrana de las vesículas endosómicas y en el citosol (Figura 10-2). La unión de estos receptores a sus ligando genera señales de activación que promueven las funciones antimicrobianas y proinflamatoria de las células en las que se expresan. Además también existen moléculas solubles en los líquidos extracelulares (como la sangre) que reconocen estructuras moleculares compartidas por grupos de microorganismos, esto facilita la eliminación de microorganismos al poner en marcha diferentes mecanismos microbicidas. Los RRP son codificados en la línea germinal y no hay reordenamiento o recombinación de los genes que los codifican. Esto contrasta con los receptores de la inmunidad adaptativa que se generan mediante la recombinación somática de segmentos génicos, proceso que ocurre en los precursores de los linfocitos maduros. Debido a ello, la diversidad de los receptores del sistema inmunitario innato y la amplitud de sus especificidades son pequeñas comparadas con las de los linfocitos B y T del sistema inmunitario adaptativo (Cuadro 10-2). Figura 10-2. Localización de los receptores para el reconocimiento del patrón. Algunos receptores del sistema inmunitario innato se localizan en la membrana plasmática de la célula donde pueden reconocer patrones moleculares asociados a patógenos presentes en microorganismos extracelulares. Los microorganismos intracelulares pueden ser detectados por receptores que se encuentran en la membrana de los endosomas o en el citoplasma de la célula. RTT= receptor tipo Toll, NOD= receptor tipo NOD, RIG= receptores tipo RIG Como se mencionó anteriormente los RRP reconocen moléculas que se expresan en los microorganismos pero que están ausentes en las células de mamífero, por esta razón el sistema inmunitario innato no reacciona contra células y tejidos normales y sanos. Adicionalmente, la falta de reconocimiento de lo propio por parte de la inmunidad innata también se debe a que estos receptores se localizan en compartimentos celulares donde no se encuentran moléculas del anfitrión que puedan ser reconocidas por estos receptores y a la existencia de proteínas reguladoras expresadas por las células normales que impiden la activación de los componentes de la inmunidad innata. Cuadro 10-2. Características comparativas de la especificidad de la inmunidad innata y adaptativa Inmunidad innata Inmunidad adaptativa Especificidad Estructuras compartidas por grupos de microorganismos (patrones moleculares) Detalles estructurales de la molécula microbiana (epítopes o determinantes antigénicos) Diversidad Limitada Amplia Receptores Codificados por genes de la línea germinal Codificados por genes producidos por recombinación somática Distribución de los receptores No clonal, idénticos en todas las células de una misma estirpe Clonal, los linfocitos con diferentes especificidades expresan receptores diferentes Discriminación entre lo propio y lo ajeno Sí. No se producen respuestas contra células del anfitrión. Existen mecanismos que controlan la respuesta innata Sí. Basada en la selección aunque es imperfecta La mayoría de nuestras células expresan RRP; no obstante, las células de la inmunidad innata como los fagocitos (macrófagos y neutrófilos), las células dendríticas y las células epiteliales poseen la mayor cantidad y variedad de estos “detectores de patógenos”, esto se corresponde con la función de estas células; se han identificado múltiples RRP, algunos de ellos se señalan en el cuadro 10-3. Los receptores tipo Toll son un grupo importante de receptores de la inmunidad innata Los receptores tipo Toll (RTT o TLRs del inglés, toll- like receptors) son una familia de RRP altamente conservada a lo largo de la evolución, presentes en una amplia variedad de organismos multicelulares y que reconocen componentes en una amplia variedad de microbios. La participación de los RTT en la respuesta inmunitaria innata se describió por primera vez en un artrópodo, la mosca de la fruta Drosophila melanogaster, donde se vio que participaban en la respuesta inmune frente a hongos induciendo la síntesis de péptidos antimicrobianos. Posteriormente, se descubrieron sus homólogos en los mamíferos. Cuadro 10-3. Receptores celulares de reconocimiento del patrón Localización Ligandos Receptor tipo Toll Membranas plasmáticas y endosómicas de células dendríticas, fagocitos, células endoteliales, linfocitos B y otras células Lipopolisacárido, peptidoglicanos, ácidos nucleicos virales y otros Receptor tipo NOD Citoplasma de fagocitos y otras células Lipopolisacárido, flagelina peptidoglicanos, cristales de urato Receptor tipo RIG Citoplasma de fagocitos y otras células Ácidos nucleicos virales Detectores de ADN Citoplasma muchas células ADN viral y bacteriano Receptor de manosa Membrana plasmática de los fagocitos Carbohidratos bacterianos (manosa, fucosa y acetil- glucosamina) Dectina Membrana plasmática de células dendríticas - glucanos y oligosacárinos ricos en manosa presentes en hongos y algunas bacterias Receptor basurero Membrana plasmática de los fagocitos Diacilglicéridos bacterianos Receptor para péptidos formilados Membrana plasmática de los fagocitos Péptidos bacterianos que contiene N- formilmetionina Los RTT son glucoproteínas transmembrana que constan de una porción extracelular rico en leucina y que median el reconocimiento de los PAMPs y DAMPs, una porción transmembrana y porción citoplasmática o cola citoplasmática, esta última contiene varios sitios de unión para distintas proteínas que participan en la propagación de las señales que conducen a la activación celular. Hasta la fecha, se han identificado 10 RTT en humanos y 12 RTT en ratones. Los RTT son expresados a nivel de la membrana plasmática y membranas endosómicas en célulasdendríticas, macrófagos, neutrófilos y linfocitos B, así como también en células endoteliales y epiteliales, entre otras. Los RTT de los mamíferos reconocen una amplia variedad de moléculas expresadas por los microbios, pero no en las células sanas de los mamíferos; entre ellos puede mencionarse al LPS, PGN y los ácidos nucleicos virales. Los RTT también pueden unirse a moléculas endógenas cuya expresión o localización indica un daño celular, tales como las proteínas de choque térmico (o HSP del inglés, heat shock proteins), cuya síntesis es producida en respuesta a varios inductores de estrés celular. Otros ligandos de los RTT que sirven como DAMPs son las proteínas de alta movilidad del grupo de caja 1 (HMGB1 del inglés, high- mobility group protein B1); llamada también anfoterina y las proteínas ligadoras de ADN implicadas en la transcripción y reparación del ADN. Las HSP y la HMGB1 suelen ser intracelulares, pero pueden hacerse extracelulares cuando las liberan las células dañadas o muertas. Receptores tipo NOD son detectores citosólicos de infección Los receptores tipo NOD (del inglés, nucleotide- binding oligomerization domain) son una familia de proteínas citosólicas, algunas de las cuales detectan la presencia en el citoplasma de PAMPs y DAMPs y reclutan otras proteínas para formar complejos transmisores de señales que promueven la inflamación. Se localizan en el citoplasma de fagocitos, células epiteliales y otras células. Entre sus ligandos se mencionan el peptidoglicanos de pared celular bacteriana, la flagelina, el dipéptido muramilo, el LPS y productos de células propias dañadas como los cristales de urato. Dos receptores pertenecientes a este grupo (NOD1 y NOD2) parecen ser importantes en las respuestas inmunitarias innatas frente las bacterias patógenas del tubo digestivo, como Helicobacter pylori y Listeria monocytogenes. Se sabe que NOD2 se expresa en cantidades altas en las células de Paneth intestinales, donde estimula la expresión de defensinas (sustancias antimicrobianas) en respuesta a microorganismos patógenos del tubo digestivo. Se ha observado que ciertos polimorfismos de NOD2 se relacionan con la enfermedad de Crohn, una enfermedad inflamatoria del tubo digestivo; probablemente, las variantes de NOD2 asociadas a la enfermedad no detectan a los microorganismos comensales o patógenos y por ende no se produce una respuesta inmunitaria lo que facilita el acceso de los microorganismos al tejido intestinal provocando una infección crónica. Algunos RRP son detectores citosólicos de ácidos nucleicos virales Los receptores tipo RIG (del inglés, retinoica acid-inducible gene-I) son un grupo de RRP que se unen a diferentes tipos de ácidos nucleicos de los virus, incluyendo el ARN mono y bicatenario y ARN heteroduplex (ARN-ADN) que componen el genoma y las formas intermediarias que ocurren durante la replicación de los virus ARN. La unión de los receptores RIG a estas formas de ARN viral inducen la producción de interferones tipo I, grupo de citocinas con efecto antiviral (Capítulo 7). Se expresan en el citoplasma de una variedad de tipos celulares, incluidos los leucocitos derivados de la médula ósea y varias células tisulares. El ADN procedente de varios microbios intracelulares (incluyendo los virus ADN) son detectados por varios RRP presentes en el citoplasma de diversos grupos celulares llamados detectores citosólicos de ADN (o CDS del inglés, citosolic DNA sensors) éstos son un grupo de moléculas que se unen ADN citosólico y activan vías transmisoras de señales que inducen la producción de interferón del tipo I y la autofagia. Varios RRP se unen a carbohidratos presentes en la superficie de los microbios pero ausentes en las células propias Este grupo de receptores facilitan la fagocitosis de los microbios y estimulan las respuestas inmunitarias adaptativas consiguientes. Estos receptores pertenecen a la familia de la lectina del tipo C, llamada así porque se une a glúcidos (de ahí, lectinas) de una forma que depende del Ca++ (de ahí, tipo C). Algunos de ellos son proteínas solubles y se describen más adelante en este capítulo, otras son proteínas integrales de membrana que se localizan en la superficie de los macrófagos, las células dendríticas y algunas células tisulares. Entre estos destacan los receptores de manosa (o CD206), una lectina del tipo C que se expresa en la membrana de los fagocitos donde sirve de receptor independiente de opsoninas de este tipo de células y facilita la fagocitosis de muchos microorganismos. Este receptor se une a ciertos azúcares como la D- manosa, la L-fucosa y la N-acetil-D-glucosamina. Estos azúcares terminales están en la superficie de los microorganismos, mientras que los glúcidos de las células eucariotas suelen terminar en galactosa y ácido siálico. Otro receptor de la familia de la lectina tipo C es la dectina que reconocen - glucanos y oligosacáridos. Este receptor se expresan en las células dendríticas y las señales procedentes de este receptor estimulan la producción de citocinas y otras proteínas que promueven la inflamación y potencian las respuestas inmunitarias adaptativas. Las citocinas inducidas por este receptor promueven la diferenciación de los linfocitos T CD4+ a células TH17 que son particularmente eficaces en la defensa contra hongos y algunas bacterias. Los receptores basurero unen diacilglicéridos bacterianos Estos receptores también llamados receptores fagocítico o receptor de detritos o carroñero forman un grupo estructural y funcional de proteínas de la superficie celular que se agruparon originalmente en función de la característica común de mediar la captación de lipoproteínas oxidadas por las células. Algunos de ellos se expresan en los macrófagos y median la fagocitosis de los microorganismos. Hay una amplia variedad de estructuras moleculares que se unen a cada receptor basurero, como el LPS, el ácido lipoteicoico, los ácidos nucleicos virales, el β- glucano y proteínas. La relevancia de este grupo de receptores radica en las observaciones de que ratones con el gen que los codifican anulados son propensos a infecciones y de que ciertos patógenos expresan factores de virulencia que bloquean estos receptores y evaden, así su ingestión por fagocitos. Alguno RRP reconocen péptidos modificados expresados por los microorganismos Los receptores para péptidos formilados se expresan en la membrana celular de los fagocitos, reconocen péptidos bacterianos que contiene N-formilmetionina y estimulan el movimiento directo de estas células. Pocas proteínas de mamíferos comienzan con N-formilmetionina pero debido a que todas las proteínas bacterianas poseen este aminoácido modificado, estos receptores permiten a los fagocitos detectar y responder preferentemente a las proteínas bacterianas. Adicionalmente, los péptidos bacterianos que contienen N-formilmetionina son, también potentes sustancias quimiotácticas para los leucocitos. Factores genéticos influyen en la susceptibilidad o resistencia a las infecciones En los seres vivos, la susceptibilidad o resistencia a determinados microorganismos patógenos puede variar en forma considerable de una especie a otra, de un grupo racial a otro y de un individuo a otro. Es por ello que se habla de una inmunidad de especie que explica la resistencia de las distintas especies animales a las diversas enfermedades infecciosas. Así, muchas afecciones propias del hombre no ocurren naturalmente en los animales o viceversa. Por ejemplo la lepra humana, la fiebre tifoidea y la blenorragia no son padecimientos de los animales, como tampoco el cólera del cerdo, la peste del bovino y el moquillo del perro enferman al hombre. No se conoce la razón de esta diferencia de susceptibilidad, pero sin duda se debe a ciertas propiedades bioquímicas de los tejidos determinadas por factores genéticos. De igual modo, existen factorescontrolados genéticamente, que predisponen a ciertos grupos étnicos a sufrir determinadas infecciones con mayor frecuencia o gravedad que individuos pertenecientes a otros grupos raciales; esta afirmación permite hablar de una inmunidad de raza. Los individuos de raza negra, por ejemplo son más susceptibles que los blancos a la coccidiodomicosis y la tuberculosis. Por el contrario, entre 70 y 80% de los individuos de raza negra son resistentes a la infección por Plasmodium vivax (un protozoario responsable de la malaria o paludismo), mientras que la mayoría de los individuos de raza blanca son susceptibles a la infección con este protozoario, por tener en la membrana de sus eritrocitos el antígeno de Duffy, que sirve de receptor para el plasmodio. También existen diferencias individuales que permiten hablar de una inmunidad individual; durante las epidemias grupos de personas están expuestas al contagio con el agente infeccioso pero solo unos cuantos padecen la enfermedad. La resistencia o susceptibilidad innata a las infecciones está, en parte, controlada genéticamente. Se han identificado algunos de los genes que codifican moléculas detectoras de patógenos o moléculas que participan en los mecanismos efectores de la inmunidad innata; las mutaciones en estos genes se asocia a una mayor susceptibilidad a las infecciones. Por ejemplo, el gen conocido anteriormente como NRAMP (del inglés, natural resistance activation macrophage protein) codifica para proteínas que secuestran el hierro dentro de las vacuolas fagocitarias de los macrófagos, e impiden que este mineral pueda ser utilizado por las bacterias fagocitadas, impidiendo de esta manera su reproducción. La piel y los epitelios actúan como barreras que impiden la entrada de muchos microorganismos Los epitelios constituyen la interfaz entre el medio ambiente exterior y el medio interno; su papel en la defensa no sólo se limita a actuar como una barrera que obstaculiza el ingreso de los microorganismos sino que también las células que los constituyen secretan péptidos con actividad antimicrobiana y secretan citoquinas proinflamatorias y quimioquinas que atraen a otras células para la defensa contra patógenos. Adicionalmente, los epitelios contienen ciertos linfocitos, como los linfocitos T intraepiteliales que secretan citocinas y matan microorganismos (Figura 10-3) Figura 10-3. Barreras epiteliales. El epitelio en las puertas de entrada del organismo sirve como una barrera física que obstaculiza la entrada de los microorganismos; además, produce sustancias antimicrobianas y alberga linfocitos que eliminan microbios y células infectadas. Las superficies epiteliales intactas forman barreras físicas entre los microorganismos del ambiente externo y los tejidos del anfitrión. Las principales interfaces entre el ambiente y el anfitrión mamífero son la piel y los epitelios de las vías respiratoria, digestiva y genitourinaria. La piel representa una barrera mecánica de gran eficacia contra los agentes patógenos. Muy pocos gérmenes tienen la capacidad de penetrar la piel intacta y se requiere de una herida, un trauma, una intervención quirúrgica o un vector tipo artrópodo, para que los agentes patógenos del medio ambiente puedan ingresar al organismo. Es importante señalar que en estas barreras epiteliales habitan una cifra importante (aproximadamente 1014) de microorganismos comensales que contribuyen con la defensa del anfitrión al secretar sustancias (proteasas y otras enzimas) que inhiben el crecimiento de microorganismos patógenos o potencialmente patógenos. El moco, una secreción viscosa que contiene glucoproteínas llamadas mucinas, lo producen las células epiteliales respiratorias, digestivas y urogenitales. El moco dificulta físicamente la invasión microbiana y facilita la eliminación de los microbios mediante la acción ciliar del árbol bronquial y peristaltismo en el intestino. Por otro lado, las células epiteliales así como también algunos leucocitos producen sustancias químicas antimicrobianas que dificultan aún más la entrada de los microorganismos. Dos familias con estructuras diferentes de péptidos antimicrobianos son las defensinas y las catelicidinas. Las defensinas son pequeños péptidos producidos por las células epiteliales de las mucosas así como también los neutrófilos, los linfocitos NK y los linfocitos T citolíticos. Las células de Paneth en el interior de las criptas del intestino delgado son productoras de un grupo de defensinas llamadas cripticidinas. Las defensinas también se producen en otros sitios del intestino, en las células del tracto respiratorio y de la piel. Las acciones protectoras de las defensinas radican en su toxicidad sobre los microorganismos, incluidos bacterias y hongos; éstas actúan como antibióticos de amplio espectro. Además las defensinas promueven la activación de numerosas células implicadas en la respuesta inflamatoria frente a los microorganismos. Algunas tipos celulares producen defensinas de manera constitutiva aunque su secreción aumenta por acción de citocinas o productos microbianos. Las catelicidinas otro grupo de péptidos con acción antibiótica son producidos por los neutrófilos y varias células que forman parte de las barreras epiteliales, incluida la piel, el tubo digestivo y el aparato respiratorio. Las catelicidinas activas protegen contra las infecciones por múltiples mecanismos, como la toxicidad directa sobre una amplia variedad de microorganismos y la activación de varias respuestas celulares que promueven la erradicación de los microbios. Las barreras epiteliales de la piel y las mucosas cuentan con diferentes grupos de linfocitos, entre ellos los denominados linfocitos T intraepiteliales, que responde frente microbios que frecuentemente colonizan las mucosas mediante la secreción de citocinas y la destrucción de las células infectadas. Una característica que los acerca a la inmunidad innata es la poca diversidad de sus receptores. Más adelante se describen estas células. En la respuesta inmune innata participan muchas células diferentes entre ellas las células fagocíticas que se encargan de localizar, ingerir y destruir microorganismos, los linfocitos NK importantes en la defensa frente a las infecciones virales, las células dendríticas que atrapan microorganismos y estimulan la inmunidad adaptativa y los mastocitos que liberan mediadores que estimulan la reacción inflamatoria. El proceso fagocítico y el papel de los linfocitos NK en la inmunidad será profundizada en los próximos capítulos. En el desarrollo de la inmunidad innata participan linfocitos T y B con especificidades limitadas del receptor antigénico La mayoría de los linfocitos T y B son componentes de la inmunidad adaptativa y se caracterizan por expresar un repertorio muy amplio de especificidades antigénicas; sin embargo, se han descrito pequeñas poblaciones de linfocitos que poseen receptores antigénicos con la misma estructura pero son de diversidad limitada. Aunque estos linfocitos realizan funciones similares a las que realizan los linfocitos T y B con diversidad clonal, la naturaleza de las especificidades de sus receptores los sitúa en una categoría especial, que es más semejante a la de las células de la inmunidad innata que a la de las células de la inmunidad adaptativa. En los epitelios y la piel hay linfocitos T, llamados los linfocitos T intraepiteliales e intraepidérmicos. Hay varios subconjuntos de linfocitos T intraepiteliales e intraepidérmicos que se encuentran en diferentes proporciones según la especie y la localización. Los diferentes subconjuntos se caracterizan por el receptor para antígeno (RCT) que expresan; algunos expresan el RCT α/β que expresa la mayoría de los linfocitos T circulantes mientras que otros expresan el RCT γ/δ. Independientemente del tipo de receptor que posean, ambos subconjuntos se caracterizan por expresar receptoresde diversidad limitada; esto contrasta con los linfocitos T circulantes cuyos receptores tienen una amplia diversidad. Se cree que estos linfocitos reconocen estructuras presentes en los microorganismos que habitualmente colonizan los epitelios y la piel. Los linfocitos T γ/δ y los linfocitos NK-T abundan en los tejidos epiteliales como el tubo digestivo y poseen características que los diferencian de los linfocitos T CD4+ y CD8+. Estos linfocitos poseen receptores para antígeno que muestra una diversidad limitada, lo que hace suponer que ambos tipos de linfocitos evolucionaron para responder frente a un número limitado de microbios que se encuentran con frecuencia en las barreras epiteliales y que llevan a cabo funciones de defensa similares a las células linfocíticas innatas (Capítulo 12). Debido a esta característica, se dice que están en el cruce entre la inmunidad innata y adaptativa. Otra característica que los diferencia de los linfocitos T CD4+ y CD8+ es que los antígenos que reconocen no son péptidos y no se muestran asociados a moléculas del CPH. Los linfocitos T γ/δ son muy escasos en sangre periférica; en líneas generales, entre 5 y 10% de los linfocitos T circulantes son de este tipo, a diferencia de los linfocitos T γ/δ tienen una capacidad limitada para circular entre los tejidos, la mayoría se ubican en los epitelios y la piel (linfocitos T intraepiteliales o intraepidérmicos); más del 50% de los linfocitos T del intestino delgado de ratones y pollos son linfocitos T γ/δ y en humanos el porcentaje se estima en alrededor de 10%. Algunos clones de linfocitos T γ/δ reconocen moléculas fosforiladas pequeñas, alquilaminas o lípidos que se encuentran con frecuencia en micobacterias y otros microbios asociados a moléculas de estructura similar a la molécula de clase I del CPH pero no son polimórficas, como la molécula CD1. Otros linfocitos T γ/δ reconocen antígenos proteínicos o no proteínicos sin procesamiento de ningún tipo y fuera del contexto del CPH. Muchos linfocitos T γ/δ son activados por proteínas del choque tóxico microbiano. A diferencia de los linfocitos T α/β, la mayoría de los linfocitos T γ/δ no expresan ni CD4 ni CD8. Los expertos coinciden en afirmar que este grupo de linfocitos reconocen antígenos que se encuentran con frecuencia en los límites epiteliales entre el anfitrión y el ambiente externo. El cuadro 10-4 muestra las características de los linfocitos T γ/δ y α/β. Cuadro10-4. Características de los linfocitos T γ/δ y α/β Células T γ/δ Células T α/β Proporción en sangre 5-10% 90-95% Diversidad del repertorio Pequeña Grande Fenotipo CD4/CD8 La mayoría son CD4-CD8- CD4+CD8- o CD4-CD8+ Restricción CPH Sin restricción CPH CD4+ a moléculas de clase II CD8+ a moléculas de clase I Ligando del RCT Fosfolipidos (generalmente, asociados a CD1) Complejo péptido- molécula CPH Los linfocitos T γ/δ secretan citocinas (principalmente IL-17) y desempeñan funciones citotoxicidad; sin embargo, se desconoce cuál es su verdadero papel en la defensa del anfitrión y si participan en el desarrollo de enfermedades inflamatorias. Algunas evidencias sugieren que este grupo de linfocitos pueden responder frente a microorganismos antes que los linfocitos T α/β CD4+ o CD8+ sean reclutados; sin embargo, ratones que carecen de los genes que codifican las cadenas que conforman el receptor γ/δ no muestran una proclividad relevante a las infecciones. En la psoriasis (una enfermedad inflamatoria de la piel) la IL-17 desempeña un papel patogénico importante, modelos murinos han sugerido que estas células son una fuente importante de esta citocina en las lesiones. Los linfocitos NK-T expresan marcadores celulares típicos de los linfocitos NK, como la molécula CD56. Además expresan receptores para antígeno α/β pero con una diversidad limitada. El receptor de estas células reconoce lípidos asociados a la molécula CD1 (Capítulo 15). En respuesta a antígenos lipídicos, secretan citocinas como IL-4 e IFN-γ, lo que le permite actuar sobre otros tipos celulares como los linfocitos B de la zona marginal que secretan anticuerpos frente a antígenos de esta naturaleza. Los linfocitos NK-T pueden mediar respuestas inmunitarias innatas protectoras frente a algunos microorganismos patógenos, como las micobacterias (que tienen paredes celulares ricas en lípidos), y regular respuestas inmunitarias adaptativas, principalmente secretando citocinas. Sin embargo, su papel en la defensa o en la enfermedad, aún es desconocida. Los linfocitos B1 responden rápidamente frente antígeno timoindependientes en las mucosas, el peritoneo y la pleura. Al igual que los linfocitos T γ/δ, sus receptores son de diversidad limitada y a diferencia de los linfocitos B maduros, expresan IgM de superficie pero no IgD. Estas células se forman durante la vida fetal a partir de células troncales hematopoyéticas del hígado fetal y después del nacimiento se autorrenuevan; probablemente, en el peritoneo y las mucosas. Los linfocitos B1 secretan espontáneamente anticuerpos IgM que reaccionan a menudo con polisacáricos y lípidos bacterianos como la fosforilcolina y el LPS. Responden rápidamente, produciendo niveles de anticuerpos suficientemente altos que pueden ser detectados 48 horas después del inicio de la infección. Los anticuerpos producidos por los linfocitos B1 se conocen a menudo como anticuerpo naturales porque están presentes en sujetos sin una inmunización clara, aunque es posible que la flora microbiana del intestino sea la fuente de antígenos que estimulen su producción. Se crea que la mitad de las células secretoras de IgA las mucosas derivan de los linfocitos B1. Diferentes moléculas solubles reconocen microbios y promueven la inmunidad innata En sangre y los líquidos extracelulares existen moléculas solubles que se unen a los microbios y actúan como opsoninas potenciando la capacidad de los macrófagos, neutrófilos y células dendríticas de fagocitar a los microorganismos. Adicionalmente, tras unirse a los microorganismos, promueven las respuestas inflamatorias que reclutan leucocitos a los lugares de infección y pueden matar directamente a los microorganismos. La respuesta global, es proporcionar al anfitrión una defensa temprana frente a microorganismos que se encuentran fuera de las células. Los factores solubles que participan en la inmunidad innata se mencionan en el cuadro 10-5 y se describen brevemente a continuación. Cuadro 10-5. Moléculas solubles que actúan como receptores de reconocimiento del patrón Familia Ejemplos específicos Localización Ligando Pentatraxinas Proteína C reactiva Amiloide sérico P Plasma Fosforilcolina Fosfatidiletanolami na Colectinas Lectina de unión a manosa Proteína Plasma Alvéolos Manosa y fucosa Varias estructuras microbianas surfactante Ficolinas Ficolinas Plasma N- acetilglucosamina y ácido lipoteicoico Complemento C3 Plasma Superficies microbianas Anticuerpos naturales IgM Plasma Fosforilcolina en microorganismos y células apoptósicas Las pentraxinas incluyen a la proteína C reactiva, un reactante de fase aguda Se trata de un grupo de proteínas pentaméricas que reconocen estructuras microbianas y participan en la inmunidad innata. Entre los miembros de esta familia de proteínas destacan la proteína C reactiva y amiloide sérico P; se unen a fosforilcolina y la fosfatidiletanolamina, respectivamente, que se encuentran en las membranas de bacterias, hongos y las células apoptósicas. Ambas moléculas son capaces de activar al sistema de complemento e inician la vía clásica al unirse a C1q. Las concentraciones plasmáticas de proteína C reactiva son muy bajas en sujetos sanos, pero puede aumentar hasta 1000 veces durante las infecciones y en respuesta a otros estímulos inflamatorios. El incremento en la concentración de proteínaC reactiva durante las infecciones y procesos inflamatorios se debe a una mayor síntesis hepática inducida por las citocina de la inmunidad como IL-1 e IL-6. La concentración plasmática de otras proteínas como el amiloide sérico P y otras no relacionadas con las pentraxinas también aumentan en respuesta a IL-1 e IL-6 y en conjunto a estas proteínas plasmáticas se conocen colectivamente como reactantes de fase aguda. Algunas colectinas y ficolinas sirven como “detectores” de microbios Entre ellas se mencionan la lectina de unión a manosa (MBL del inglés, mannose-binding lectin) y las proteínas del surfactante pulmonar (SP-A y SP-D). La MBL, es un receptor soluble que reconoce a glúcidos con manosa y fucosa terminal. Esta proteína puede actuar como opsonina al unirse a los microbios y potenciar así su fagocitosis. La MBL se une simultáneamente al microbio y a un receptor de la membrana del fagocito llamado receptor para C1q, porque se une además al C1q. La proteína A surfactante (SP-A) y la proteína D surfactante (SP-D) se encuentran en los alvéolos pulmonares y además de mantener la capacidad de expansión de los pulmones durante los movimientos respiratorios sirven como mediadores de las respuestas inmunitarias innatas en el pulmón. Se unen a varios microorganismos y actúan como opsoninas, lo que facilita su ingestión por los macrófagos alveolares. Además pueden inhibir directamente al crecimiento bacteriano. Las ficolinas se unen a varias especies bacterianas, las opsonizan y activan el complemento de manera similar a la MBL. Los ligandos moleculares de las ficolinas son la N-acetilglucosamina y el ácido lipoteicoico que forma parte de las paredes celulares de las bacterias Gram positivas. Los anticuerpos naturales son producidos por linfocitos B1 Son anticuerpos con un número limitado de especificidades antigénicas, se denominan anticuerpos naturales porque aparecen en sujetos sin una exposición clara a antígenos extraños. Los anticuerpos naturales suelen ser específicos frente antígenos timoindependientes. Son anticuerpos de la clase IgM y muestran afinidades baja por el antígeno; una proporción notablemente grande son específicos frente a lípidos oxidados (lisofosfatidilcolina y la fosforilcolina) que se encuentran en membranas bacterianas y en células apoptósicas, pero no en la superficie de las células sanas del anfitrión. Algunos de estos anticuerpos reaccionan en forma cruzada con los antígenos de grupo sanguíneo (ABO) y son una causa frecuente de las reacciones transfuncionales.
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