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Hobsbawm: Industria e Imperio
Capitulo 1: GB en 1750
Gran Bretaña en el siglo 18 los barcos y el comercio ultramarino eran su savia.
Hacia mediados de este siglo el país disponía de unos 6 mil barcos mercantes de medio
millón de toneladas, varias veces el peso de la marina mercante francesa, su principal
competidor. Ya eran famosos por sus maquinas, la forma primitiva de la maquina a
vapor ya estaba presente.
Aunque la agricultura y la manufacturas eran prósperas y en expansión, eran
menos importantes que el comercio. Inglaterra era la nación de tenderos, y el
comerciante, no el industrial, su ciudadano más característico. Este comercio estaba
ligado con el sistema político único de GB en el que los reyes estaban subordinados al
Parlamento, al mismo tiempo controlado por una oligarquía de aristócratas
terratenientes. Un gobierno preocupado por las necesidades de la clase media.
Progreso económico y técnico, empresa privada y lo que ahora llamaríamos
liberalismo. Sin embargo nadie esperaba la inminente transformación del país por una
revolución industrial, pocos esperaban la explosión demográfica de Inglaterra y Gales
de 6,5 millones en 1750 a 16 millones casi 100 años después en 1841. Si nos
remontamos a 1750 Inglaterra era ya una economía monetaria y de mercado a escala
nacional. Una nación de tenderos significa una nación de productores para la venta en el
mercado, además de una nación de clientes. La carestía ya no era un problema grave,
aunque las malas cosechas determinaran a veces elevadas alzas del coste de la vida con
los disturbios al por venir, como paso en 1740 y 1757.
El uso creciente de artículos exclusivos de importación como el te, el azúcar y el
tabaco nos da la pauta que no solo de la expansión del comercio ultramarino, sino de la
comercialización de la vida rural. Buena parte de las industrias y manufacturas de Gran
Bretaña eran rurales, y el trabajo típico lo constituía una suerte de artesano rural que se
iba especializando cada vez más en la elaboración de un producto. Tendieron a
convertirse en centros industriales de tejedores, hiladores o mineros fulltime, y con el
tiempo se convirtieron en ciudades industriales. Este sistema de industria doméstica
rural se esparció ampliamente por todo el campo británico, sirvió para empezar con la
red de transacciones dinerarias que se extendió por él.
Esta amplia dispersión de la industria de la industria por todo el campo tuvo 2
consecuencias conexas e importantes: proporcionó una clase de terratenientes que
contaba políticamente un interés directo en las minas que se encontraba bajo sus tierras
y en los centros factureros de sus aldeas. La segunda consecuencia fue que los intereses
manufactureros podían ya determinar la política del gobierno, los mas pobres de los
comerciantes ganaban lo mismo que los más ricos de los dueños de manufactureras. El
comercio parecía más lucrativo, pero los manufactureros tenían el apoyo político de
amplios sectores del país y del gobierno, es decir que el apoyo no estaba en importar y
exportar y reexportar sino en la protección del mercado interior británico contra
los productos extranjeros y en la captura del mercado de exportación para los
productos británicos.
Cap 2: El origen de la revolución industrial
Primero: la revolución no es simplemente la aceleración del crecimiento
económico, sino una aceleración de crecimiento determinada y conseguida por la
transformación económica y social. La industrialización capitalista requiere en
determinadas formas un análisis algo distinto de la no capitalista, ya que debemos
explica por qué la persecución del beneficio privado condujo a la transformación
tecnológica, ya que no es forzoso que deba suceder así de un modo automático.
Segundo: la revolución industrial fue la primera de la historia, eso no significa
que partiera de cero, o que no puedan hallarse en ella fases primitivas de rápido
desarrollo industrial y tecnológico. Las que siguieron pudieron usar de ejemplo la
experiencia, y los recursos británicos. GB solo pudo aprovechar la de los otros países en
proporción mucho menor y muy limitada.
La revolución industrial no puede explicarse solo en términos puramente
británicos; Inglaterra formaba parte de una red más extensa de relaciones económicas
que incluía varias zonas “avanzadas”, algunas de las cuales eran también zonas de
potencial de industrialización con sus colonias y otros países. Las colonias eran las
zonas dependientes de las zonas más “avanzadas” con un sistema de intercambios.
Hacia el siglo 16 era totalmente claro que la revolución había de producirse en
algún lugar, debía serlo en alguno que formara parte de la economía europea; no era
evidente en cual de las unidades concurrentes habia de ser la primera en hacerlo. ¿Por
qué fue GB la que se convirtió en el primer taller del mundo? Y por qué hacia fines del
siglo 18 y no antes o después.
El estímulo para la revolución venía del largo periodo de excepcionales cosechas
que tuvo lugar a principios del siglo 18, entonces tendríamos que explicar porque otros
periodos similares anteriores a esta fecha no tuvieron consecuencias semejantes. Los
factores climáticos, la geografía, la distribución de los recursos naturales no actúan
independientemente, sino sólo dentro de una determinada estructura económica, social e
institucional. También deben rechazarse las explicaciones de la revolución industrial
que la remiten a “accidentes históricos”, los grandes descubrimientos no explican, como
tampoco la revolucion cientifica del siglo XVI; tampoco por la reforma protestante. Se
rechazan los factores puramente políticos. Esto no quiere decir negarle toda importancia
a ninguno de los factores mencionados, sino impones escalas de importancia relativa.
El problema referido a la rev industrial que nos concierne es como se prendió la
mecha para que sucediera. Hay dos escuelas de pensamiento sobre esta cuestión: una de
ellas hace hincapié sobre todo en el mercado interior, que era con mucho la mayor
salida para los productos del país; la otra se fija en el mercado de exportación, que era
mucho más dinámico y ampliable. Y un tercer factor: el gobierno.
El mercado interior, amplio y en expansión, solo podía crecer de cuatro maneras
que 3 de ellas no eran rápidas. Podía haber crecimiento de población (más
consumidores); una transferencia de las gentes que recibían ingresos no monetarios a
monetarios que creara mas clientes; un incremente de la renta per capita, que creara
mejores clientes; y que los articulos producidos industrialmente sustituyeran a las
formas mas anticuadas de manufactura o a las importaciones.
La población es importante, creció muy lentamente y en ocasiones puede
haberse estabilizado o incluso llegado a declinar. Después de 1740 se elevó
sustancialmente y a partir de la década de 1770 lo hizo con gran rapidez para las cifras
de la época. Hacia 1750 la población comenzó a dedicar la productividad extra a un
mayor número de bienes de consumo que de ocio. Desde el principio del siglo 18 se
llevaron a cabo mejoras muy sustanciales en el transporte tierra adentro con el fin de
disminuir los costos prohibitivos del transporte de superficie
El mercado interior proporcionó también una salida importante para lo que más
tarde se convirtieron en productos básicos. El consumo de carbón se realizo casi
enteramente en el gran número de hogares urbanos, especialmente londinenses; el hierro
se refleja en la demanda de enseres domésticos. La principal ventaja del mercado
interior preindustrial era su gran tamaño y estabilidad, promocionando el crecimiento
económico.
La demanda interior crecía pero la exterior se multiplicaba. Si era precisa una
chispa, de aquí debía llegar. La manufactura del algodón, primera en industrializarse,
estaba vinculada al comercio ultramarino; desde fines del siglo 18 ya era una industria
que exportaba de su producción total, tal vez dos tercios hacia 1805.
El país que conseguía concentrar los mercado de exportación de otros, o
monopolizar los mercados de exportaciónde una amplia parte del mundo en un
periodo de tiempo lo suficientemente breve, podia desarrollar sus industrias de
exportación a un ritmo que hacia a la rev industrial no sólo practicable para sus
empresario, sino en ocasiones virtualmente compulsoria.
La conquista de mercados por la guerra y la colonización requería no solo una
economía capaz de explotar los mercados sino tambien un gobierno dispuesto a
financiar ambos sistemas de penetración en beneficio de manufactureros británicos.
Esto nos lleva al tercer factor: el gobierno. Aquí es la ventaja con los demás países,
Inglaterra estaba dispuesta a subordinar toda la política exterior a sus fines económicos;
sus objetivos bélicos eran comerciales, navales.
Había una pugna entre comerciantes y manufactureros que se resolvió en el
mercado interior en 1700 cuando los productores ingleses obtuvieron medidas
proteccionistas contra las importaciones de tejidos de la India; en el mercado exterior no
se resolvió hasta 1813, cuando la compañía de las Indias Orientales fue privada de su
monopolio en la India, y este continente quedó sometido a la desindustrialización y a la
importación masiva de tejidos de algodón a Lancashire. Finalmente la política inglesa a
finales del siglo 18 era de agresividad sistemática, sobre todo contra Francia.
Cap 3: La revolución industrial 1780-1840
Hablar de revolución industrial, es hablar de algodón. No fue de ningún modo
SOLO algodón, ni siquiera solo tejidos, y además el algodón perdió su primacía al cabo
de un par de generaciones, pero fue el iniciador del cambio industrial y la base de las
primera regiones que no hubieran existido a no ser por la industrialización, y que
determinaron una nueva forma de sociedad, el capitalismo industrial, basada en una
nueva forma de producción, la fabrica.
La manufactura de algodón fue un típico producto secundario derivado de la
dinámica corriente de comercio internacional, sobre todo colonia, sin la que la
revolución industrial no puede explicarse. La única industria de algodón puro conocida
por Europa a principios del siglo XVIII era la de la India, cuyos productos vendían a las
compañías de comercio con Oriente en el extranjero y en su mercado nacional; la
industria lanera inglesa logró en 1700 se prohibiera su importación, consiguiendo así
para los futuros manufactureros nacionales del algodón una suerte de via libre en el
mercado interior. Entre 1750 y 1770 las exportaciones de algodón se multiplicaron por
10.
Las plantaciones de esclavos de las Indias occidentales proporcionaron materia
prima hasta que la década de 1790 el algodón obtuvo una nueva fuente en las
plantaciones de esclavos del sur de Estados Unidos. Esta fue esencialmente una
industria de exportación. Ocasionalmente irrumpió en los rentables mercados de Europa
y de EE UU, pero las guerras y el alza de la competición nativa frenó esta expansión y
la industria regresó a determinadas zonas del mundo no desarrollado. La industria
algodonera británica era la mejor del mundo, pero acabó como había empezado al
apoyarse no en su superioridad competitiva, sino en el monopolio de los mercados
coloniales subdesarrollados que el imperio británico, la flota y su supremacía comercial
le otorgaban.
El problema técnico que determino la naturaleza de la mecanización en la
industria algodonera fue el desequilibrio entre la eficiencia del hilado y del tejido. Tres
invenciones conocidas equilibraron la balanza: la spinning-jenny en 1760; la
water-frame en 1768; y la mule en 1780. Perfeccionamiento por la introducción de
maquinas automáticas y otras mejores en la década de 1820. Apenas se necesitó la
potencia del vapor ya que, aunque el algodón adoptó la nueva maquina de vapor con
rapidez y en mator extensión que otras industrias, en 1838 una cuarta parte de su energía
era aun procedente del agua. Los industriales aplicaron estas innovaciones con gran
rapidez, donde fue necesario o ventajoso; a partir de 1805 alargaron la jornada laboral
iluminando sus fábricas con gas.
La primera etapa de la revolución fue técnicamente un tanto primitiva no porque
no se dispusiera de mejor ciencia o tecnología, lo fue tan solo porque la aplicación de
ideas y recursos sencillos normalmente nada caras, podían producir resultados
sorprendentes. La novedad radicaba en la dispocision mental de la gente practica para
utilizar la ciencia y la tecnología que durante tanto tiempo habían estado a su alcance y
en el amplio mercado que se abría a los productos, con la rápida caída de costos y
precios. Tuvo un impulso inmenso, que minimizó los requisitos básicos de
especialización, de capital, de finanzas a gran escala o de organización y planificación
gubernamentales sin lo cual ninguna industrialización es posible.
En las aldeas de Lancashire aprecio un uevo sistema industrial basado en una
nueva tecnología, una combinación de la nueva y la vieja. El capital acumulado en la
industria sustituyó a las hipotecas rurales y a los ahorros de los posaderos, los
ingenieros a los inventivos constructores de telares, los telares mecanicos a los
manuales, etc.
Hay dos consecuencias de lo que antecede. La primera hace referencia a la
descentralizada y desintegrada estructura comercial de la industria algodonera, producto
de su emergencia a partir de las actividades no planificadas de unos pocos. La segunda
consecuencia fue el desarrollo de un fuerte movimiento de asociación obrera en una
industria caracterizada normalmente por una organización laboral inestable o
extremadamente débil, ya que empleaba fuerza de trabajo consistente sobre todo en
mujeres y niños, inmigrantes no cualificados. Asi pues el algodón evolucionó como
industria fabril organizada a partir de una suerte de métodos gremiales de artesanos,
métodos que triunfaron porque en su fase crucial de desarrollo la industria algodonera
fue tipo de industria fabril muy arcaico.
El nuevo sistema que sus contemporaneos veian ejemplificando sobre todo en
Lancashire, se componían de tres elementos: el primero era la división de la población
industrial entre empresarios capitalistas y obreros que no tenían más que su fuerza de
trabajo, que vendían a cambio de un salario. El segundo era la producción en la
“fábrica”, una combinación de maquinas especializadas con trabajo humano
especializado. El tercero era la sujeción de toda la economía a los fines de los
capitalistas y la acumulación de beneficios.
Entre 1778 y 1830 se produjeron constantes revueltas contra la expansión de la
maquinaria. Que esas revueltas fueran con frecuencia apoyadas cuando no instigadas
por los negociantes y agricultores locales, muestra lo restringido que era aún el sector
“moderno” de la economía, ya que quienes estaban dentro de él tendían a aceptar el
advenimiento de la maquina.
Ninguna industria podía compararse con la del algodón en esta primera fase de
la industrialización británica. Su proporción en la renta nacional quizá no era
impresionante, pero sí mayor que la de otras industrias. Comenzó rápidamente y se
expandió igual de rapido. Cuando dejó de expansionarse toda la industria británica se
tambaleó.
El proceso general de urbanización aportó un estímulo sustancia para el carbón
en principios del siglo XIX, la producción total del carbón de la época seguía siendo
primitiva: la minería se abrió camino tecnológicamente sobre todo con el desarrollo del
ferrocarril. El hierro tuvo que afrontar dificultades mayores, antes de la revolución, GB
no producía en grandes cantidades ni de calidad notable. Tres importantes innovaciones
aumentaron su capacidad: la fundición de hierro con el carbón, las invenciones del
pudelaje y laminado y el horno de inyección de aire caliente. La demanda interior de
este metal no fue solo para maquinaria y herramientas, sino también para construir
puentes, tuberías y utensilios domésticos. El hierro sirvió de estimulantes no solo para
todas las industrias que lo consumían sino también para el carbón, la maquina de vapor
y el transporte. El hierro no experimentó su revolución hasta 50 años dspdel algodón.
La GB industrial primeriza atravesó una crisis, que alcanzó el punto culminante
en 1830 y primeros años de los 1840, fue una crisis de crecimiento. La prueba más clara
de esta crisis fue la marea de descontentos social que se abatió en oleada sucesivas en la
decada de 1840: radicales y sindicales, socialistas utopicos y cartistas. En ningun
momento en GB hubo una insatisfacción tan duradera o desesperada. La pobreza de los
ingleses fue en sí misma un factor importante en las dificultades económicas del
capitalismo, ya que fijó límites reducidos en el tamaño y expansión del mercado interior
para los productos británicos.
Los beneficios que hacian funcionar la economia, permitian su expansion al ser
reinvertidos: por lo tanto, debian incrementarse a toda costa. Esta opinión descansaba en
dos supuestos: a) que el progreso industrial requería grandes inversiones y b) que sólo
se obtendrían ahorros insuficientes si no se manteian bajos los ingresos de las masas no
capitalistas. El primero era cierto, el segundo era erroneo.
Pero los mercados no estaban creciendo con la rapidez suficiente como para
absorber la producción al nivel del crecimiento a que la economia estaba acostumbrada.
En el interior crecían lentamente que se agudizó con los hambrientos años 30 y 40.
Hubo descontentos entre 1829 y 1846 por las clases obreras, sobre todo, que no tenían
para comer y fabricantes desesperados porque creían que las medidas politicas y fiscales
del pais estaban asfixiando poco a poco la economia.

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