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Saúl. Lecciones de dermatología, en su 16ª edición, es un texto clásico completamente revisado que presenta la información dermatológica fundamental de esta rama de la Medicina en un lenguaje ágil y amiga- ble para el lector. Consta de 28 capítulos que abordan los principales padecimientos de la piel en México y América Latina. El texto y su significativo material gráfico llevan al lector a discernir sobre los primeros síntomas de estas enfermedades y su adecuado diagnóstico y tratamiento. Asimismo, mues- tra la mejor manera de catalogar los hallazgos clínicos derivados del examen físico y cómo emplearlos para elaborar un diagnóstico diferen- cial acertado y preciso. Algunas características sobresalientes de la 16ª edición: • Revisión completa y actualización de todos los temas. • Presenta tres nuevos capítulos: Patología del pelo, Láser en dermatolo- gía y Crioterapia. • Más de 600 fotografías de diversos padecimientos dermatológicos y más de 70 esquemas ilustrativos a todo color que permiten realizar un adecuado diagnóstico diferencial e identificación de características relevantes de las principales enfermedades de la piel. • Incluye códigos QR con acceso a material digital exclusivo del autor. Saúl. Lecciones de dermatología se renueva y constituye la guía por excelencia para el estudiante de Medicina y el médico general que tiene el primer contacto con el paciente dermatológico. 978-607-15-1283-3 SAÚL 1616a EDICIÓN Dr. Amado Saúl Profesor de Dermatología de pregrado y posgrado, Facultad de Medicina de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y del Instituto Politécnico Nacional (IPN). Consultor técnico y ex jefe del servicio de Dermatología del Hospital General de México, “Dr. Eduardo Liceaga”. Miembro y ex presidente de la Sociedad Mexicana de Dermatología y de la Academia Mexicana de Dermatología. Doctor Honoris Causa de la Universidad Autónoma del Estado de Morelos. Miembro de la Asociación Mexicana de Acción contra la Lepra y del Colegio Ibero LatinoAmericano de Dermatología y de numerosas sociedades dermatológicas en México y otros países. Miembro fundador del Consejo Mexicano de Dermatología. www.medilibros.com Director editorial: Javier de León Fraga Editor de desarrollo: Manuel Bernal Pérez Supervisor de producción: Juan Manjarrez de la Vega NOTA La medicina es una ciencia en constante desarrollo. Conforme surjan nuevos conocimientos, se requerirán cambios de la terapéu- tica. El (los) autor(es) y los editores se han esforzado para que los cuadros de dosificación medicamentosa sean precisos y acordes con lo establecido en la fecha de publicación. Sin embargo, ante los posibles errores humanos y cambios en la medicina, ni los edito- res ni cualquier otra persona que haya participado en la preparación de la obra garantizan que la información contenida en ella sea precisa o completa, tampoco son responsables de errores u omisiones, ni de los resultados que con dicha información se obtengan. Convendría recurrir a otras fuentes de datos, por ejemplo, y de manera particular, habrá que consultar la hoja informativa que se adjunta con cada medicamento, para tener certeza de que la información de esta obra es precisa y no se han introducido cambios en la dosis recomendada o en las contraindicaciones para su administración. Esto es de particular importancia con respecto a fármacos nuevos o de uso no frecuente. También deberá consultarse a los laboratorios para recabar información sobre los valores normales. Prohibida la reproducción total o parcial de esta obra, por cualquier medio, sin autorización escrita del editor. DERECHOS RESERVADOS © 2015, respecto a la decimosexta edición por, McGRAW-HILL INTERAMERICANA EDITORES, S.A. de C.V. Prolongación Paseo de la Reforma 1015, Torre A, Piso 16, Col. Desarrollo Santa Fe Delegación Álvaro Obregón C.P. 01376, México, D. F. Miembro de la Cámara Nacional de la Industria Editorial Mexicana, Reg. Núm. 736 ISBN: 978-607-15-1283-3 MAC 03/15 1234567890 2346789015 Impreso en China Printed in China Preliminares v Dra. María Ivonne Arellano Mendoza Dermatóloga y Dermato-oncóloga, Hospital General de México, “Dr. Eduardo Liceaga”. Profesora Emérita, Facultad de Medicina, Universidad La Salle. Profesora Adjunta del Curso de Especialidad en Dermatología, Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Vocal del Comité de Investigación del Hospital General de México, “Dr. Eduardo Liceaga”. Profesora de Dermatología de la Universidad Anáhuac Norte. Dra. Amelia Peniche Castellanos Egresada como Médico Cirujano de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Dermatóloga y Dermato-oncóloga egresada del Hospital General de México, “Dr. Eduardo Liceaga”. Profesora de Pregrado de Dermatología de la UNAM y Escuela Superior de Medicina. Profesora titular de curso de Alta especialidad en Dermato-oncología y Cirugía dermatológica, UNAM. Jefa de Unidad de Dermato-oncología del Servicio de Dermatología, Hospital General de México, “Dr. Eduardo Liceaga”. Colaboración especial Dr. Abraham Alfaro Dermatólogo y Cirujano Dermato-oncólogo, Maestría en Salud Pública. Profesor de Dermatología de la Universidad de Monterrey. Jefe del Servicio de Medicina Interna y Dermatología del Hospital Constitución del ISSSTE, Nuevo León. Miembro de la Sociedad Mexicana de Dermatología y de la Academia Mexicana de Dermatología. Certificado por el Consejo Mexicano de Dermatología. Dr. Leonel Fierro-Arias Médico Cirujano, Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Médico de Alta Especialidad en Cirugía Dermatológica y Oncología Cutánea. Adscrito al Servicio de Dermatología del Hospital General de México, “Dr. Eduardo Liceaga”, Secretaría de Salud. Profesor de Dermatología de pregrado, posgrado y alta especialidad, UNAM y Universidad Anáhuac. Miembro del Colegio Ibero Latinoamericano de Dermatología, Academia Mexicana de Dermatología, Sociedad Mexicana de Dermatología, Fundación Mexicana para la Dermatología, Sociedad Mexicana de Cirugía Dermatológica y Oncológica, Asociación Mexicana de Micología Médica Dr. Alejandro González Dermato-oncólogo. Egresado de la Universidad de Monterrey y especializado en el Hospital General de México, “Dr. Eduardo Liceaga”. MD, PhD Ramiro Hesiquio Silva Cirujano plástico estético y reconstructivo. Doctor en Ciencias, Universidad de São Paulo, Brasil. Coordinador de Educación médica continua (2012-2016), Asociación Mexicana de Cirugía Plástica Estética y Reconstructiva. Práctica privada, Centro Médico ABC. Dra. Olga Labastida Dermatóloga, Especialista en rayo láser. Graduada del Hospital General de México, “Dr. Eduardo Liceaga”. Dr. Gabriel Martínez Burillo Dermatólogo y Dermato-oncólogo. Egresado del Hospital General de México, “Dr. Eduardo Liceaga”. Práctica privada, Hospital Ángeles Metropolitano. Dra. Esperanza Martínez Soto Dermatóloga egresada del Hospital General de México, “Dr. Eduardo Liceaga”. Posgrado en Dermatología Oncológica y Criocirugía. Jefe de la clínica de Láser, Hospital Ángeles Lomas. Medicina privada. Dra. Griselda Montes de Oca Sánchez Dermatóloga del Servicio de Dermatología del Hospital General de México, “Dr. Eduardo Liceaga”. Profesora de pregrado de Dermatología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Miembro de la Sociedad Mexicana de Dermatología. Certificada por el Consejo Mexicano de Dermatología. Dr. Jorge Peniche (†) Profesor de Dermatología de Pregrado y Posgrado en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y en el Instituto Politécnico Nacional (IPN). Consultor técnico del Servicio de Dermatología del Hospital General de México, “Dr. Eduardo Liceaga”. Miembro de la Sociedad Mexicana de Dermatología y de otras sociedades. Miembro Fundador del Consejo Mexicano de Dermatología M en DO Patricia Pérez Ríos Estomatóloga certificada. Fundadora del área de Medicina bucal en Dermatología del Hospital General de México, “Dr. Eduardo Liceaga”. Dra. Rosa María PonceJefe del Servicio de Dermatología del Hospital General de México, “Dr. Eduardo Liceaga”. Miembro de la Academia Mexicana de Dermatología y de la Sociedad Mexicana de Dermatología. Profesor de Posgrado de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y del Curso de Dermatología de la Universidad Anáhuac. Dr. José Antonio Sanabria Deseuza Médico Dermatólogo, Hospital General de México, “Dr. Eduardo Liceaga”. Profesor Titular de Cátedra de Dermatología, Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Escuela Superior de Medicina, Instituto Politécnico Nacional (IPN) y Universidad Anáhuac, A.C. Colaboradores viiColaboradores Miembro activo de la Sociedad Mexicana de Dermatología de la Sociedad Médica del Hospital General de México y del Instituto para el Desarrollo Integral de la Salud, S. de RL de CV. Certificado por el Consejo Mexicano de Dermatología Dr. Andrés Tirado-Sánchez Médico Especialista en Dermatología. Adscrito al Servicio de Dermatología del Hospital General de México, “Dr. Eduardo Liceaga” y al Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS). Profesor de pregrado y posgrado en Dermatología, Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Instituto Politécnico Nacional (IPN) y Universidad Anáhuac. Investigador Nacional Nivel I, Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CoNaCyT). Certificado por el Consejo Mexicano de Dermatología. Contenido Dedicatoria x Presentación de la decimosexta edición xi Prólogo de la primera edición xii Introducción xiv Capítulo 1 La piel 1 Amado Saúl Gabriel Martínez Capítulo 2 Estudio de un enfermo de la piel 19 Amado Saúl Capítulo 3 Biopsia de piel y otros 31 estudios complementarios Ivonne Arellano Amado Saúl Capítulo 4 Prurito 36 Amado Saúl Capítulo 5 Dermatosis bacterianas 39 Amelia Peniche Amado Saúl Capítulo 6 Dermatosis virales 96 Amado Saúl Capítulo 7 Parasitosis cutáneas 107 Amelia Peniche Capítulo 8 Micosis 121 Amado Saúl Capítulo 9 Infecciones de transmisión sexual 158 Griselda Montes de Oca Ivonne Arellano Alejandro González Capítulo 10 Dermatosis reaccionales 182 Amado Saúl Antonio Sanabria Capítulo 11 Discromías 222 Ivonne Arellano Capítulo 12 Dermatosis eritematoescamosas 236 Andrés Tirado Capítulo 13 Psicodermatosis 247 Abraham Alfaro Capítulo 14 Acné y rosácea 256 Amado Saúl Capítulo 15 Complejo vasculocutáneo 266 de la pierna Amado Saúl Capítulo 16 Enfermedades difusas del 271 tejido conjuntivo (enfermedades colágeno vasculares) Andrés Tirado Capítulo 17 Pénfigo y otras 293 enfermedades ampollosas Andrés Tirado Capítulo 18 Tumores de la piel 305 Amelia Peniche Jorge Peniche (†) Capítulo 19 Dermatología y medicina interna 341 Amelia Peniche Alejandro González Capítulo 20 Patología ungueal 348 Leonel Fierro Arias Capítulo 21 Patología del pelo 353 Rosa María Ponce Capítulo 22 Patología de la cavidad bucal 358 Patricia Pérez Ríos Capítulo 23 Diagnóstico 372 Amado Saúl Capítulo 24 Terapéutica dermatológica 378 Amado Saúl Capítulo 25 Cicatrización 392 Ramiro Hesiquio Silva ixContenido Capítulo 26 Cirugía básica en dermatología 396 y conceptos elementales de cosmiatría médica Ivonne Arellano Capítulo 27 Láser en dermatología 402 Olga Labastida Capítulo 28 Crioterapia 408 Esperanza Martínez-Soto Capítulo 29 Formulario 412 Esperanza Martínez-Soto Índice 415 La 16a. edición de Saúl. Lecciones de dermatología in- cluye contenido digital que enriquece el texto. A fin de acceder al contenido digital adicional, es- canee el código QR adjunto. Para ello puede descargar una aplicación gratuita en su Smartphone al escribir en la barra de direcciones de su Browser lo siguiente: Para iOS: www.scanlife.com <http://www.scanlife.com/> Para Android: http://qr.ai <http://qr.ai/> En Windows Mobile busque “QR Reader” Dedicatoria A la memoria de mis padres y a mis hermanos A la memoria del maestro Fernando Latapí A todos mis alumnos, a los que han pasado por mi clase En 1972 vio la luz la primera edición de mi libro Lecciones de dermatología y en 2008, la decimoquinta edición. Des- pués de algunas reimpresiones he decidido realizar la deci- mosexta, que verá la luz en 2015. ¿Cuánto y cómo ha cambiado la Medicina y en especial la Dermatología en estos últimos cinco años? Es dif ícil de- cirlo: enfermedades inéditas, a veces derivadas de trata- mientos recientes, mejor comprensión de algunas derma- tosis y algunos nuevos —no muchos— medicamentos que aún no han pasado la prueba del tiempo. La cirugía y las técnicas de cosmetología se han adue- ñado prácticamente de la Dermatología, de tal manera que en cursos y congresos ocupan casi la mitad de su contenido. Eso tiene aspectos buenos y otros no tanto, algunos que benefician al paciente y al dermatólogo. Los pacientes piden —exigen— que el médico ponga en práctica nuevas técnicas de embellecimiento y antienvejecimiento, lo cual es natural pues nadie quiere envejecer. Lo importante en este tema es saber a quién corresponde aplicar esas técnicas: ¿al dermatólogo?, ¿al cirujano plástico?, ¿al cosmetólogo? ¿Quién lo sabe hacer mejor?, ¿qué le corresponde a cada uno de ellos?, he ahí el quid del asunto. Hay enfermedades que han desaparecido o cuya fre- cuencia ha disminuido, como el mal del pinto, la onco- cercosis, la tuberculosis y la lepra. Otras en cambio parecen aumentar, como el cáncer y las inmunopatías. En esta edición se ha hecho una revisión de todos los padecimientos que esta obra ha considerado en versiones previas, actualizando la información a fin de mantener su vigencia. Además, se han añadido nuevos capítulos sobre enfermedades del pelo a cargo de la doctora Rosa María Ponce, la utilidad del rayo láser en Dermatología por la doctora Olga Labastida y Crioterapia a cargo de la doctora Esperanza Martínez. En general se mantienen los mismos colaboradores, todos ligados a la enseñanza. Como en ediciones anteriores, el texto expone fundamentalmente la experiencia de cada especialista sin dejar de lado la consulta de las fuentes y las publicaciones recientes. Las referencias bibliográficas se incluyen para todo aquel lector que desee ampliar sus conocimientos sobre cada tema Sin embargo, en el ocaso de mi vida, pienso en el futuro de esta obra que ha persistido más de 40 años y así, con el deseo de que perdure más allá de mi presencia f ísica —vanidad de vanidades—, he invitado a las doctoras Ivonne Arellano y Amelia Peniche (hija del inolvidable doctor Jorge Peniche, quien siempre colaboró con este libro), para ser colaboradoras en sus capítulos correspondientes y continuar con el cuidado de esta obra después de mi desaparición f ísica. El libro sigue dedicado a los estudiantes de Medicina, a los médicos generales y aquellos que se inician en la especialidad. No es un tratado y ni siquiera deseo se tome como libro de texto —hay otros quizá mejores—, sólo deseo que sea una obra de formación, de orientación, de consulta, que cada lector obtenga su propia opinión y encuentre en sus páginas ayuda para efectuar un acertado diagnóstico y tratamiento de las principales enfermedades de la piel en México. Si así ocurre, habrá cumplido con el objetivo que me tracé cuando hice la primera edición. Agradezco a la doctora Arellano y la doctora Peniche su interés y dedicación para la realización de esta edición y a los colaboradores que desarrollaron los diferentes capí- tulos, en especial al MC Alexandro Bonifaz por revisar el capítulo de las micosis. Durante 43 años esta obra estuvo editada por Méndez Editores, a quienes agradezco su dedicación y confianza para hacer de este libro un buen instrumento de aprendizaje de la Dermatología. A partir de esta decimosexta edición será la prestigiada casa editora McGraw-Hill la que se encargue de la continuación de esta obra. Amado Saúl Verano de 2014 Presentación de la decimosexta edición “…sin esperanza de premios ni honores…” Amado Saúl A principios de 1972 apareció el libro Lecciones de derma- tología, de Amado Saúl. El autor me invitó a escribir este prólogo, lo que con gusto acepté por diversos motivos. El prólogo, las primeras palabras, está omitido en algu- nos libros y en muchos lo escribe el autor. Ya desde los griegos, Eurípides acostumbraba pedir el prólogo a alguien que no intervenía directamente en la obra, y éste es el caso ahora. Como actual decano de los dermatólogos mexicanos, veo en estos momentos con verdadero júbilo la publica- ción de este libro y ya quedó atrás la pregunta que nos ha- cíamos de “por qué no había yo escrito uno”. Lo ha escrito Saúl y me siento feliz, por él y sobre todo por la gente, que es lo que más importa, pues pienso en el beneficio que mu- chos recibirán a través de los médicos y estudiantes que lo van a leer. El autor, Amado Saúl, cumple 15 años en la dermato- logía. Es joven, pero ya ha madurado. Quince años de trato diario con enfermos de todas clases sociales, con sus maes- tros y con sus estudiantes, han producido un “dermatólogo hecho en México”. Esto completado con numerosas lectu- ras en varios idiomas y viajes a diversos países, le dan ya la autoridad que todos le reconocen y la necesaria para es- cribir un libro para los años que vivimos y que en el futu- ro tendrá varias ediciones, ya que todo cambia y cada vez con mayor rapidez. Éste me recuerda el de Darier, maestro mundial de la dermatología, quien en circunstancias pare- cidas escribió la primera edición de su Précis de Dermato- logie, y en 1928, 20 años más tarde, en el “atardecer de su vida”, la última edición de su relativamente pequeño libro de cabecera de dermatólogos principiantes y ya formados. A pesar de sentirme mexicano como el que más, y seré cri- ticado por decir esto, por mucho tiempo seguí creyendo que para entender bien una cosa, sobre todo al empezar, hay que entenderla en francés. Saúl se ha formado no ab ímpetu, sino paso a paso en el servicio de dermatología del Hospital General de Méxi- co, SSA, primero como externo desde 1956, y desde hace dos años como médico adscrito por oposición, en el Centro Dermatológico Pascua, como consultante, después como dermatoleprólogo de planta; en 1960, supervisor del progra- ma para el control de las enfermedades crónicas de la piel, ya actualmente jefe de enseñanza, coordinador de la misma para médicos becarios en este centro y por último en la cá- tedra de dermatología de la Facultad de Medicina de la Uni- versidad Nacional Autónoma de México, a mi lado, como instructor, ayudante, y como profesor adjunto. Con este ca- rácter, es miembro del Consejo Técnico de la Facultad. De 1964 a 1966, fue Presidente muy dinámico de la So- ciedad Mexicana de Dermatología y hoy forma parte de la directiva de la Asociación Mexicana de Acción contra la Le- pra, A.C. Dermatología, revista mexicana editada por esta asociación, que va también en sus 15 años de vida. Fue fun- dada en 1956 por Obdulia Rodríguez y por mí y, a la fecha, Amado Saúl es Director asociado, de hecho encargado de la misma con Yolanda Ortiz. El doctor Saúl es activo, impaciente, humano, y su ca- pacidad de trabajo es ilimitada. Deliberadamente inicié este prólogo con una frase que alguna vez él escribió relativa a nuestro trabajo como leprólogos, para asegurar que es muy ambicioso, pero no de vanidades ni de trascendencia, de bienes materiales o de satisfacciones menores, sino de con- tinua superación para hacer más por los demás y de ser más él mismo. Estoy seguro que enfermos y estudiantes, nues- tros mejores jueces, ratificarán estas apreciaciones. ¿Algo personal? Es dif ícil juzgar a un hombre en con- junto, pero veo en él algo que es cada vez más raro encon- trar, la lealtad. El libro. Ya en el título de la obra y después en la pre- sentación que hace el autor, está bien claro el propósito. No es un tratado, no es un libro para dermatólogos ya for- mados, sino para estudiantes cuya buena formación tanto nos importa, para el que se inicia en la dermatología y para médicos generales. Sin embargo, no creo que haga daño a los dermatólo- gos leerlo, quienes compararán sus opiniones con las del autor, discreparán a veces —como él mismo espera—, pero todos pensarán otra vez para decidir. Salta a la vista que el estilo es sencillo (como que está uno oyendo más que le- yendo) y creo que éste es uno de sus principales méritos: su accesibilidad. El autor es hoy por hoy uno de los más destacados ex- ponentes de la Escuela Mexicana de Dermatología, junto con otros que tienen ya tiempo y “proyección”, y quienes se han quedado en el camino, pero de otros, buenos ami- gos, esperamos mayores muestras de actividad. Por último, entre los más recientes, hay algunos brillantes prospectos para el futuro tanto en la capital como en la provincia. No señalo nombres para no caer en involuntarias omisiones. Saúl es, además, uno de los más militantes, como lo de- muestra la publicación de este libro. En la Presentación, en la Introducción y en cada capí- tulo, están definidos los objetivos. Se subraya lo frecuente y lo importante siguiendo las ideas de nuestra escuela, y se reconoce que el libro es incompleto. No aparecen, por ejemplo, enfermedades poco frecuentes ni de otros países. Prólogo de la primera edición xiiiPrólogo de la primera edición Se ha pensado en el estudiante, futuro médico, para que lle- gue lo mejor preparado. Son relativamente extensos y prácticos los capítulos sobre problemas médico-sociales como la sífilis y la le- pra con el fin de remediar aunque sea en mínima parte la “atonía” o casi inexistencia de algunas campañas oficiales y también la falta de interés o de material clínico y audio- visual de algunos profesores de dermatología, tolerados indefinidamente por nuestra alma mater. No se habla de oncocercosis (también gran problema), seguramente por honradez y falta de experiencia personal del autor. Se alude en lo posible la relación médico-enfermo, sin la cual no hay conocimiento que sirva. No son muy extensos los párrafos sobre terapéutica, pero sí suficientes para recordar y confir- mar las enseñanzas en la Cátedra; pero sí se denuncia clara- mente la creciente iatrogenia por ingenuidad o “compromi- sos” con ciertos sectores de la industria farmacéutica. La bibliograf ía se ha llamado “básica”. Me ha pareci- do imparcial y ecléctica. No es excesivamente nacionalis- ta, pero incluye contribuciones originales de México y nu- merosas tesis que en recientes años enriquecieron nuestro acervo y que él mismo dirigió. En otros países éste sería “un libro más”, aquí yo le lla- mo un acontecimiento, ya que dentro de sus fines ilimita- dos y precisos está al día en lo bueno, en lo cierto y en lo útil. Los pocos libros mexicanos de dermatología existentes o ya están atrasados o “pronto” van a salir. La dermatología, la “Cenicienta” de la medicina, se está cansando de esperar a esos caballeros andantes que ya vie- nen a su rescate. Ojalá que la aparición de este libro sea el principio de una nueva era entre nosotros, y que pronto tengamos en las manos compendios con otros enfoques, tratados y monograf ías sobre consulta diaria, sífilis, mico- sis, lepra, oncología cutánea, pinto y tantas cosas más. ¡Maestro Saúl, gracias y adelante! Profesor Fernando Latapí México, D.F., otoño de 1972 La dermatología como especialidad nace en Europa en el siglo xviii y se desarrolla sobre todo en el siglo xix. En Mé- xico es una especialidad joven, se inicia en los albores del siglo xx. Aunque sus precursores Rafael Lucio y Ladislao de la Pascua se interesan en algunas enfermedades de la piel y las enseñan en sus cátedras de medicina, en el anti- guo hospital de San Andrés, en el siglo xix; es propiamente en 1905 cuando abre sus puertas el actual Hospital General de México, que nace la dermatología ya como especialidad, una de las primeras en México, al establecerse el pabellón 8 dedicadoa las enfermedades de la piel y a cargo del doc- tor Jesús González Urueña; es pues este pabellón la cuna de la dermatología mexicana. Si bien se considera a Lucio y a De la Pascua como los precursores de nuestra derma- tología, son los doctores Jesús González Urueña, Ricardo Cicero y Salvador González Herejón sus raíces. En el de- cenio de 1930-1939 surge Fernando Latapí (1902-1989), primer dermatólogo formado íntegramente en México y fundador de la moderna dermatología mexicana, el tronco del cual surgieron los dermatólogos actuales distribuidos en todo el país. La dermatología mexicana nace a principios del siglo xx, pero florece en la segunda mitad de este siglo. Son muchos los dermatólogos mexicanos que han hecho y siguen haciendo importantes contribuciones a la dermatología nacional y mundial. Existen poco más de 2 000 dermatólogos para una población de más de 120 millones de mexicanos, de modo que hacen falta más, pero la gente ya sabe apreciar la consulta con el dermatólogo; sin embargo, como no es posible esperar que exista un especialista en cada rincón del país y dada la frecuencia y trascendencia de muchas de las enfermedades de la piel, es indispensable que el médico general tenga los conocimientos básicos para resolver por lo menos 80% de los principales problemas relacionados que se presentan en el territorio mexicano y que no son más de unas 25 entidades. Este libro tiene la misión de dar conocimiento dermatológico al médico general. Sin embargo, la dermatología aún se ve con cierto des- dén, las enfermedades de la piel muy abundantes, existen más de 2 000 entidades, son vistas con cierto desprecio por otros especialistas, se suponen superficiales, de fácil cura- ción, o incurables, y se piensa en el dermatólogo como un especialista que estudia superficialmente a sus enfermos, sabe poco y trata a todos con pomadas. Ello es fruto de la ignorancia del médico en general sobre lo que es la piel y sus importantes funciones. La piel está muy lejos de ser un tegumento inerte, una simple cubierta protectora que nos aísla del medio exterior y que limita nuestra individualidad. Es un complejo órgano, el más extenso y pesado del cuerpo, de doble origen em- brionario, por lo que se relaciona con todos los aparatos y sistemas del organismo y con numerosas y complejas fun- ciones relacionadas sobre todo con la protección; se le con- sidera en la actualidad una parte fundamental en el sistema inmune, tan importante como el timo. Hasta la fecha no se ha logrado obtener una piel arti- ficial que pueda cumplir todas las funciones que tiene la piel natural y pueda cubrir extensas pérdidas cutáneas por quemaduras u otros procesos patológicos. Es bien sabido que la pérdida mayor a 60% del tegumento cutáneo compro- mete la vida. Hay adelantos en el cultivo de células epidér- micas, pero aún no tiene aplicación clínica. Por otro lado, la piel es el órgano de expresión más extenso del cuerpo y afortunadamente está a la vista. Son muchas las enfermedades internas que pueden reflejarse en la piel: enfermedades del sistema nervioso, de los aparatos digestivo y respiratorio; enfermedades endocrinas y me- tabólicas tienen su expresión en la piel. Al examinar la piel e interpretar sus manifestaciones podemos saber si una persona es hipotiroidea o hipertiroidea, podemos adelantar el diagnóstico, podemos adelantar el diagnóstico de diabetes, deducir la existencia de pólipos intestinales por unas dimi- nutas manchas oscuras en los labios y en la punta de los dedos (síndrome de Peutz-Jeghers) o de lesiones oculares y neurológicas en un niño por unas pequeñas neoformaciones rojizas en las mejillas (epiloia). Hay alteraciones en el meta- bolismo de los lípidos que pueden sospecharse por la pre- sencia de xantomas y una especial fotosensibilidad cutá- nea podría evidenciar un problema en el metabolismo de las porfirinas. La piel participa de manera importante en infecciones generales como la sífilis, SIDA, tuberculosis, lepra, y se ma- nifiestan en ella de manera especial las enfermedades in- munológicas como el lupus eritematoso o las enfermeda- des ampollosas como el pénfigo. Muchos de los defectos indeseables de los medica- mentos se expresan en la piel antes que en otros órganos; la inmunología nació en la piel y sigue siendo ésta el prin- cipal órgano de choque de muchas de las reacciones inmu- nológicas que sufre el ser humano. Las neoplasias malignas de diferentes órganos pueden tener expresión cutánea (dermatosis paraneoplásicas), y las enfermedades linfoproliferativas se revelan en la piel; un síntoma tan común como es el prurito puede ser el inicio de enfermedad de Hodgkin. Con estos ejemplos vemos cómo la piel participa de la patología de todo el organismo, y no debe nunca soslayarse su adecuada exploración e interpretación de sus avisos. Un alumno me dijo un día: “la piel habla, hay que aprender a escucharla”, y tenía razón. Introducción xvIntroducción En la actualidad, la dermatología ha dejado de ser ex- clusivamente morfología; como todas las ramas de la me- dicina, ha recibido el impacto del desarrollo de la genética, la bioquímica y de la inmunología, que tratan de explicar la naturaleza de las enfermedades de la piel. El hecho de tener tan accesible el órgano de nuestro estudio favorece su conocimiento, la identificación de sus problemas, la curación de muchos de ellos, y matiza igualmente los procedimientos terapéuticos que seguimos. Si bien es cierto que el estudio dermatológico es en sus primeras fases más que nada descriptivo, es decir, que el conocimiento de la enfermedad cutánea se basa en el aspecto morfológico; eso no quiere decir que nos quedemos sólo en la morfología. Después de esta primera fase que nos sirve para el diagnóstico de la enfermedad, es necesario conocer su base histopatológica, inmunológica, genética; esto es, es indispensable tratar de conocer el proceso y sus relaciones con todo el organismo; de esta manera el tratamiento será lo más apegado posible a su naturaleza. Como ninguna otra rama de la medicina, el diagnóstico está tan a la vista que el que sabe puede reconocer la en- fermedad desde la entrada misma del paciente, pero eso quiere decir que en la dermatología no se pregunte. Esto que parecería un defecto, es una cualidad. Sabemos el diagnóstico muchas veces sin preguntar, pero el interrogatorio orientado y bien conducido confirma el diagnóstico y da información complementaria y muy importante sobre el paciente. Por lo menos el dermatólogo sabe muy pronto si su diagnóstico es o no acertado, mucho antes que en otras ramas de la medicina, y eso ya es un adelanto. México tiene de todo; padecimientos del primero, se- gundo y tercer mundo, pero sus recursos son de una nación en vías de desarrollo. Existen enfermedades universales co- mo el acné, vitíligo, psoriasis, lupus eritematoso y los pén- figos, el cáncer de piel, pero tiene su patología peculiar de país tropical: micosis, leishmaniasis, lepra y enfermedades del subdesarrollo, como infecciones, parasitosis y pelagra. Como país en camino a la industrialización, padece de enfermedades ocupacionales. La iatrogenia dermatológica es frecuente y, claro, también se ven rarezas, las finuras que ocupan sobre todo los consultorios particulares, la gente que no tiene nada o casi nada, pero consulta por snobismo. Sin embargo, debemos tener en cuenta que la piel es el órgano más expuesto y un símbolo de salud y belleza: “Corpus sanum im cute pulcra”. Es nuestra “tarjeta de presentación” y es, por tanto, comprensible la preocupación de las personas por cualquier alteración que afee la piel. En el desarrollo de estas “Lecciones de dermatología”, poco a poco nos iremos adentrando en los principales problemas de la patología cutánea. Primero hemos de revisar qué es la piel y cuáles son sus funciones; después cuáles son las características de la propedéutica dermatológica y las lesionesdermatológicas elementales que nos permiten el diagnóstico, así como los procedimientos de laboratorio y gabinete útiles en dermatología, y más tarde, entrando ya en la patología cutánea, iremos de lo sencillo a lo complicado, de lo conocido a lo discutible. En los últimos años la dermatología ha dejado de ser puramente médica para convertirse en médico-quirúrgica, Nuevas técnicas de exfoliación (peeling), de rayos láser y algunas otras meramente cosméticas han venido a com- plementar los conocimientos del dermatólogo moderno, que puede ya solucionar pequeños, y a veces no tan pe- queños, problemas quirúrgicos de su paciente, como la ex- tirpación de algún pequeño carcinoma o la desaparición de manchas o cicatrices. En dermatología nos topamos siem- pre con la participación de la piel en el aspecto general del individuo; es el órgano de la estética y muchas personas consultan precisamente porque esta función se altera. En esta rama de la medicina, como en otras, es mucho lo que sabemos y lo que ignoramos; los conocimientos cambian en forma muy rápida. Sin embargo, aunque co- nociéramos la naturaleza de todas las enfermedades no debemos olvidar que cada paciente es distinto y que no se puede ni se podrá hacer una buena práctica médica por computadora, porque el aspecto humano, el trato al paciente y el apoyo que éste busca en el médico, no puede ser satisfecho mediante una máquina. Por ello, y por la confianza que pone en nuestras manos cada paciente que atendemos, debemos esmerarnos en estudiarlo completo, integralmente, en tratar de comprender su problema, a veces insignificante para el especialista, porque no lo padece, pero muy importante para el enfermo, de modo que es preciso tratar de solucionarlo sin hacerle daño, sin producir otra enfermedad, dentro de nuestras naturales limitaciones. Termino esta introducción con las palabras que el maestro Latapí iniciaba su clase: “La dermatología no es más fácil ni más dif ícil que otras ramas de la Medicina, no es una especialidad cuando se piensa en la necesidad de que el médico general conozca lo más importante de las enfermedades de la piel y no pretendemos que se considere una gran rama de la medicina, sino una ‘rama grande’, por lo extenso del órgano que tiene que estudiar y la importancia de las enfermedades que la afectan…” La piel es una verdadera obra de arte, una pintura, un poema, una canción. Amado Saúl La piel es superficie pero expresión de profundidad. Alfonso Reyes Tu piel, territorio impaciente, donde la luz se anticipa y degrada. Antonio Castañeda La tierra tiene una piel y esa piel tiene enfermedades. Una de ellas es el hombre. Friederich Nietzche La piel refleja los rayos del sol que dan la vida. Amado Saúl Nada más misterioso que la piel, es estuche que nos arropa y resguarda, pero es tela vibrátil que nos comunica con el exterior. Es superficie pero expresión de profundidad. Es un aislador per- meable. Es sensible y sufrida, es aguerrida y melindrosa. Imagen del misticismo militante, plumaje indemne entre pantanos, se conserva y se entrega, vive en las tentaciones y las reduce a su dominio. Es virginidad renaciente como en las huríes orientales. Está en la zona tempestuosa donde chocan las corrientes del yo y del no yo y es al mismo tiempo accesible y resistente. ¡Cuánta contradicción! Alfonso Reyes La paradoja de la piel La piel —esa cubierta exterior que reviste todo el cuerpo y se insinúa en los orificios naturales— no es una simple envoltura inerte; más bien se trata de un órgano comple- jo, anatómico y funcional, indivisiblemente ligado a la fisio- logía y patología de todo el organismo. Es un vestido fisioló- gico, una tarjeta de presentación, una barrera que separa a la persona del exterior, el microcosmos del macrocosmos y el límite corporal que marca la individualidad. Desde el punto de vista de un escultor o un pintor, la piel es la esencia misma de la belleza. Basta ver algunas de las madonnas de Rafael, el David de Miguel Ángel, la Mona Lisa de Leonardo, el Adán y Eva de Durero o las venus de Boticelli para percatarse de cómo esos artistas eran capaces de, con su arte, dar a la piel diversos matices de color, de tex- tura, diferentes en el hombre y en la mujer, al punto de que casi es posible palpar la piel más fina de Eva. Es increíble lo que lograron con sus pinceles y cinceles, al grado de repro- ducir inclusive la patología cutánea: un rinofima en un cua- dro de Ghirlandaio o los cojinetes de los nudillos en el David de Miguel Ángel. Los escritores también han entendido a la piel como algo misterioso, paradójico; este concepto inicia el presente capítulo con el pensamiento de Alfonso Reyes. Paul Valéry decía: “nada más profundo que la piel”, en tanto que Grisel- da Álvarez, poetisa, profesora y exgobernadora del Estado de Colima, hizo un bello soneto a la piel: Tu piel cautiva, festival del tacto, como llovida en plenitud te envuelve, si a veces en follaje se resuelve, con la aridez en otras hace pacto. Camino de la seda tu contacto, en bengalas de sol se desenvuelve, por- que termal, magnética, devuelve las corrientes oscu- ras de lo abstracto. Protectora, absorbente, sensitiva, impermeable también, dura en tus manos pedernal, del amor iniciativa. Si el pigmento divide a los her- manos, tú y yo sabemos que la piel cautiva y es por la piel que somos más humanos. Alguien ha comparado a la piel con la mujer, pues en todos los idiomas, sea piel, pelle, haut o peau, le antecede el artículo femenino (figura 1-1). Es resistente y delicada; aguantadora y caprichosa; retadora, pero sensible y noble. No se han escrito sinfonías a la piel, pero en realidad ya es un concierto de color, matices, aspectos que nos per- mite percibir sus notas variadas, dif íciles, complejas, que muchas veces no oímos o no entendemos. Algunas can- ciones, de hecho, hablan de la piel como el órgano eróge- no por excelencia, en la cual todo principia y todo acaba: “Te llevo bajo mi piel”, “A flor de piel”, “Soy ese vicio de tu piel”, “Confundí tu piel nácar con la mañana”, entre muchas otras, son ejemplos de letras que vinculan la piel con el acto amoroso. Para un artista o una modelo, la piel representa su mo- dus vivendi, ya que vive de exhibirla y es el pilar de su ima- gen, por ello la cuidan tanto —en ocasiones demasiado—. ¿Y qué representa la piel desde el punto de vista de los médicos? Para algunos es poco importante, “insignificante órgano superficial cuyas enfermedades o no se curan o se Amado Saúl | Gabriel Martínez La pielCapítulo 1 Figura 1-1 Piel. El órgano más extenso del cuerpo. Límite del yo y del no yo. 2 Lecciones de dermatología curan solas”. Un cirujano plástico la aprecia mucho porque con ella trabaja y hace maravillas para devolverle su lozanía y textura. Para el alergólogo la piel es el gran órgano de cho- que, lugar en el que nace la inmunología y donde puede rea- lizar sus pruebas inmunológicas. Un psiquiatra tal vez piense que la piel es un gran espejo donde se refleja la personalidad del individuo y sus emociones. Para el dermatólogo, la piel es la razón de su existencia, puesto que vive de la piel enfer- ma y no pocas veces de la piel sana supuestamente enferma. ¡Cuántos significados tiene la piel! Es importante conocer este órgano en estudio en su estado normal para poder comprenderlo en su estado pato- lógico; por ello, en este capítulo se revisará brevemente lo relacionado con su anatomía y embriología, su histología e histoquímica y sus múltiples funciones. Anatomía Casi no se menciona la anatomía macroscópica de la piel en los textos de la especialidad, tal vez porque es evidente, pero conviene recordar algunos datos de ella. La piel es un órgano complejo (no es un sistema ni un aparato) que for- ma una extensa capa variable en grosor que cubre todo el cuerpo. La extensión del órgano cutáneo es variable según la talla y la complexión del individuo. Una persona de 70 kg quemida 1.70 m, está cubierta por 1.85 m2 de piel, con un volumen de 4 000 cm3, 2.2 mm de espesor promedio, un peso de 4 200 kg, lo cual equivale a 6% del peso corporal, más del doble del peso del hígado y el cerebro. Contiene 1 800 cm3 de sangre, 30% de la sangre total del organismo. Es pues, el órgano más extenso y de más peso y volumen del cuerpo, y por ahora insustituible como lo es el hígado y el cerebro. No se ha logrado producir piel artificial con todas sus funciones, apenas algunas capas de células epi- dérmicas. La piel tiene las siguientes características: es lisa, con- tinua, resistente, flexible, elástica, extensible, tersa, turgen- te, húmeda, sensual y bella. Por supuesto, estos atributos varían considerablemente de persona a persona y aun en la misma persona. Se puede decir que la piel tiene dos caras, la externa que expone al exterior y que nos separa del macrocosmos, y la interna, unida al organismo, al medio interno, al mi- crocosmos, de modo que se encuentra sujeta a agresiones, tanto del medio externo como del interno. Superficie de la piel La piel no es completamente lisa, presenta entrantes y sa- lientes, depresiones y orificios. Las eminencias pueden ser transitorias como los conos pilosos que se forman por ac- ción del músculo erector del pelo, dando a la piel el aspecto de “piel de gallina”, y permanentes como los rafés, burletas, rollos o “llantas”, y los pliegues losángicos (figura 1-2), que son surcos de más o menos profundidad que forman di- bujos sobre la piel, en especial en las palmas de las manos y cara palmar de la punta de los dedos (figura 1-3), se les llama dermatoglifos y están determinados genéticamente de tal manera que pueden asociarse a enfermedades here- ditarias. Dermatoglifos especiales se han detectado en re- lación con la enfermedad de Down, epilepsia, y esquizo- frenia. Con ello se hace realidad el supersticioso hecho de “leer la suerte en la palma de las manos”. En realidad quien sabe leer estos dermatoglifos sí puede conocer algo del pa- sado genético, y por tanto, del futuro de esa persona. Los surcos en la punta de los dedos se han tomado tradicional- mente como una útil herramienta para la identificación de las personas (huellas dactilares), se dice que no existe una huella dactilar igual a otra. Además, esos pliegues, tratán- dose de las manos, sirven para las funciones de aprensión y sensibilidad táctil. Los pliegues losángicos siguen en general la dirección de las líneas de torsión y se concentran a nivel de las ar- ticulaciones (pliegues de flexión) e inserciones tendinosas. Los orificios corresponden a la desembocadura de los folículos pilosebáceos ocupados por un pelo y de las glán- Figura 1-2 Pliegues losángicos. Figura 1-3 Dermatoglifos. 2 3Capítulo 1 La piel dulas sudoríparas. Se calcula que existen más o menos dos y medio millones de estos orificios en la piel de una perso- na adulta. Grosor El grosor de la piel varía según las regiones y el estado nu- tricional del individuo, por ejemplo, en los párpados y en el prepucio tiene un grosor de 0.7 a 1 mm, mientras que en la espalda, palmas y plantas, el espesor puede llegar hasta 3 mm. Color El color de la piel depende de varios factores. Es fundamen- tal la cantidad del pigmento melánico que contiene, pero influye de manera importante la red capilar, la transparen- cia de las células epidérmicas e inclusive otros pigmentos como la hemosiderina y los carotenos. De la combinación de estos factores surgen los matices de colores conocidos, desde el blanco lechoso de los pueblos nórdicos hasta el ne- gro bronceado de los africanos, pasando por la piel amari- llenta de los orientales y la cobriza y morena de las razas indígenas americanas. Hay factores raciales y genéticos que determinan el color de la piel. Además, hay variaciones de color en el mismo indi- viduo: la piel del tronco, palmas y plantas es más clara, mientras que la de las areolas, pezones, escroto, vulva, pene es más oscura. También es factible que haya cam- bios de color con las variaciones fisiológicas de la mujer; por ejemplo, durante el embarazo hay aumento de color en areolas, pezones, vientre (línea morena del embarazo) y genitales. Complejidad de la piel A fin de vislumbrar lo complejo que es el órgano cutáneo basta mencionar los siguientes datos: 1 cm2 de piel posee cinco folículos pilosos, 15 glándulas sebáceas, 100 sudorí- paras, 4 m de nervios y 1 m de vasos, 5 000 organelos sensi- tivos y 6 millones de células. Variaciones de la piel normal Así como el color varía según la región cutánea, también puede haber variaciones en cuanto al grosor, textura y aspecto de la piel según los individuos y las regiones del cuerpo. Según el sexo La piel de la mujer es más fina, delicada, tersa, cubierta de un vello fino, aterciopelado. La piel del varón es gruesa, más áspera y está cubierta de un vello más grueso. Estas diferen- cias se notan después de la pubertad, porque la piel del niño y de la niña es semejante. Según la edad No es igual la piel del recién nacido que la del adolescente o la del adulto mayor. La piel del recién nacido es fina, sua- ve, delicada, de color rojizo. Viene cubierta de una capa de grasa y detritus celulares llamada vérnix caseosa que pro- tege al niño del medio ambiente en su transición entre la protectora vida intrauterina y el inhóspito medio exterior; esta vérnix desaparece a los pocos días de nacido. Presenta también un vello muy fino y abundante, sobre todo, en la espalda y hombros, es el lanugo que también desaparecerá en pocos días; si permanece más tiempo, ello indica que el niño es prematuro. Las glándulas sebáceas del dorso de la nariz y de las mejillas están hipertrofiadas, por lo que se observan salientes: milium del recién nacido, debido a la influencia hormonal materna que puede llegar hasta el llamado acné del recién nacido que forma parte del cuadro conocido como “pubertad en miniatura” (sangrado mens- trual de las niñas, salida de leche por los pezones: “leche de brujas”, acné) que se debe al paso de hormonas de la madre al niño por vía transplacentaria. Este cuadro des- aparece espontáneamente en pocos días. Es importante señalar que el recién nacido presenta, en ocasiones, una descamación de su piel que es normal, y su color es entre rojizo y amarillento (ictericia fisiológica del recién nacido). La piel del recién nacido está hipodesarrollada, la epider- mis es delgada y con hiperqueratosis, las papilas dérmicas están aplanadas y los anexos apenas desarrollados, su pH es más alcalino, por tanto es más lábil y fácil de ser agredi- da (figura 1-4). Cuando el niño es prematuro, la piel es más suave, más delgada, deja transparentar los vasos sanguíneos del tejido celular subcutáneo, hay cianosis peribucal y distal, y pre- senta un aspecto marmóreo por inestabilidad vasomotora. Los surcos plantares son escasos o ausentes y hay abundan- te lanugo persistente. El niño hipermaduro, en cambio, pre- senta lanugo, la piel está como apergaminada, pálida y con descamación abundante. Figura 1-4 Piel del recién nacido. Lecciones de dermatología4 La piel del lactante y preescolar es menos grasosa que en el recién nacido, presenta inmadurez sudorípara que fa- cilita padecimientos como la miliaria, que es un brote de pápulas y vesículas debido a la oclusión del conducto su- doríparo (sarpullido) (figura 1-5). A esta edad suelen apa- recer hemangiomas y nevos, así como algunas alteraciones genéticas. Conforme el niño crece, la piel pierde más agua y sufre las agresiones del medio ambiente: surgen nevos, ve- rrugas, efélides y diversas manchas producidas sobre todo por las radiaciones ultravioleta del sol, gérmenes y virus (fi- gura 1-6). Llega la adolescencia y se inicia la producción de las hormonas sexuales: estrógenos y progesterona en la mujer y testosterona en el hombre. Las dos últimas van a produ- cir cambios importantes en la piel debido al estímulo sobre las glándulas sebáceas:la piel pierde su tersura, se hace más áspera, sobre todo en el hombre, que notará la aparición de vello grueso, barba, bigote, pelo axilar y pubiano; se hace grasosa, sobre todo a nivel de piel cabelluda, cara y tron- co, notará la aparición de los conocidos barros y espinillas (acné) y también se iniciará el funcionamiento pleno de las glándulas sudoríparas apocrinas que producirán un sudor de olor característico diferente al que se presenta cuando se es niño (figura 1-7). Como a los 25 años vuelve a establecerse un equilibrio entre el sebo, el sudor y la piel se pone bella nuevamente: suave, con suficiente grasa, no excesiva, y no hacen aún su aparición las señales de envejecimiento; a esta edad y a la edad de tres o cuatro años puede decirse que la piel pasa por sus mejores etapas (eudermia) (figura 1-8). Es un mito hablar de la piel de “manzana de la quinceañera”, pues a esta edad está muy lejos de ser una piel bella. A partir de la cuarta década de la vida serán patentes las señales de envejecimiento, aunque algunos piensan que la piel inicia su envejecimiento dentro de la vida intraute- rina. En el envejecimiento de la piel entran en juego varios Figura 1-5 Piel del lactante. Figura 1-6 Piel del escolar. Figura 1-8 Piel del adulto joven. Figura 1-7 Piel del adolescente. Capítulo 1 La piel 5 factores, el principal es el paso del tiempo: cronoenvejeci- miento y, en segundo lugar, la luz ultravioleta que se reci- be desde el mismo momento del nacimiento en mayor o menor grado: fotoenvejecimiento. También influyen otros factores ligados con la herencia: tipo de piel, color (la piel blanca se envejece más pronto), los cuidados que se den a la piel, los factores nutricionales y el medio ambiente. La piel se va secando, pierde poco a poco su elasticidad, se presen- tan cambios importantes en el tejido conjuntivo (elastosis) y la atrofia hace su gradual aparición. La piel del anciano es seca, escamosa, adelgazada, casi transparente, deja trans- lucir los vasos sanguíneos, presenta telangiectasias, nevos, verrugas y queratosis, así como cambios de color: hipercro- mías o hipocromías. Se pierde el vello y el pelo de la cabeza (alopecia androgenética), pero en cambio, los pelos de las cejas y las vibrisas se hacen más gruesas (figura 1-9). Las arrugas hacen su aparición en la cara alrededor de ojos (patas de gallo) y boca, se inician entre los 30 y 40 años según cada individuo, y progresan en forma continua. Hay flaccidez a nivel de los párpados que cuelgan, lo mismo a nivel de las mejillas y la papada, y se hacen bolsas que afec- tan la fisonomía de las personas. El pelo se torna poco a poco gris y más tarde blanco, aunque no debe tomarse la canicie como un signo estricto de envejecimiento, ya que hay personas que siendo aún jó- venes por motivos genéticos presentan canas, de ahí el di- cho popular “la cana engaña y la arruga desengaña”. Según la topografía La piel de los párpados no es igual a la de la planta de los pies o de la cara, hay variaciones en cuanto a grosor, color y aspecto. Por ejemplo, en la cara existen numerosos folícu- los pilosos con grandes y lobuladas glándulas sebáceas que originan una piel grasosa, brillante, turgente que en cierta edad originan lesiones de acné (comedones, pústulas, abs- cesos). Los párpados tienen una piel muy fina, con poco y muy laxo tejido celular subcutáneo, a la vez muy rica en nervios y vasos, por lo que con el más mínimo traumatismo se edematiza y enrojece, los padecimientos de los párpados son muy exagerados y escandalosos (figura 1-10). La piel cabelluda tiene numerosos folículos pilosebá- ceos, así como las zonas pilosas de axilas, pubis, barba y bigote, ahí son frecuentes las foliculitis y las micosis. Los pliegues son más alcalinos, también muy inervados y de piel más fina, las plantas y palmas no tienen folículos pilo- sebáceos y tienen una capa córnea muy gruesa. La piel del pecho es también seborreica y con tendencia a la cicatriza- ción defectuosa, queloide; en cambio, la piel de las piernas es más delgada, vascularizada, sometida a traumatismos y presiones venosas, con bajo grado de cicatrización; los pro- blemas vasculares, las ulceraciones crónicas son ahí muy frecuentes. Los pabellones auriculares, las regiones glúteas tienen una temperatura inferior, son más frías que el resto del cuerpo, ahí se inician las lesiones cutáneas de la lepra, porque el bacilo de Hansen prefiere temperaturas frías. Los órganos genitales externos, areolas, pezones, son de color más oscuro, y las palmas y plantas, en cambio, son más claras (figura 1-11). Es evidente que la topograf ía de las diversas enferme- dades de la piel tiene mucho que ver con todas estas varia- ciones de la piel normal (figuras 1-12 y 1-13). Faneras o anexos de la piel Desde el punto de vista macroscópico los anexos de la piel son el pelo y las uñas. El pelo cubre casi toda la superficie de la piel, excepto palmas y plantas, labios, pezones, ombligo y tercera falange de los dedos de la mano. Es abundante en la piel cabelluda, axilas, pubis, cejas, pestañas, zonas de barba Figura 1-9 Piel del anciano. Figura 1-10 Piel de los párpados. Lecciones de dermatología6 y bigote en el hombre. La pubertad hace crecer el pelo en estas zonas. El pelo es más grueso en el hombre, más fino en la mujer y en el niño, más grueso en los individuos de raza negra y el que se localiza en pubis y axilas, en tanto que es más fino en cejas y pestañas. El pelo puede ser recto (lisótrico), rizado (cinótrico) y lanoso (ulótrico). El pelo de la cabeza crece en promedio a un ritmo de 1/2 mm/día, 15 a 20 cm por año, en la mujer es más largo. Su ciclo vital es de cuatro años en la cabeza y en las cejas de 112 días. El pelo no siempre está creciendo, tiene tres etapas en su ciclo vital: la fase anágena, que es un periodo de creci- miento y dura de dos a seis años; la fase catágena, periodo de transición con un folículo inactivo que dura de dos a tres semanas, y la fase telógena, que es la etapa del pelo muerto que se elimina empujado por el nuevo y dura de dos a tres meses. Cada folículo produce unos 20 cabellos en toda su existencia y, en un momento dado, en la cabeza de una per- sona hay 84% de pelo en fase anágena, 0 a 1% en fase catá- gena, y 14 a 15% en fase telógena. Esto quiere decir que se pierden diario entre 10 y 30 pelos, mismos que son renovados, pero en el hombre con antecedentes de calvicie, esta renovación va siendo día a día menor, lo cual conducirá a la llamada “alopecia andro- genética” que tanto preocupa al varón. En la mujer esto no sucede debido a los estrógenos que inhiben a la pequeña cantidad de andrógenos que produce, es bien conocida la androgenodependencia de los folículos pilosos; es decir, la calvicie masculina es resultado de factores genéticos y hormonales, de ahí la dificultad de su tratamiento y pre- vención. Las uñas son apéndices córneos que cubren las pun- tas de los dedos de las manos y de los pies, resto de las ga- rras de los animales, protegen a los dedos de traumatismos. Presentan en su base una zona semilunar llamada lúnula de color más claro, y un reborde delgado que une a la uña con la piel: la cutícula. La uña en sí tiene tres partes: la raíz, el cuerpo o lámina y el borde libre. La raíz está cubierta por el repliegue ungueal proximal que en las partes laterales se continúan con los repliegues laterales. La lúnula sólo es vi- sible en el dedo pulgar, en el resto de los dedos está cubierta por la cutícula. La cara interna de la uña, en su borde libre, se continúa con el hiponiquio, que es un engrosamiento hi- podérmico subungueal. Bajo el cuerpo de la uña está el le- cho ungueal ricamente vascularizado que se continúa con la matriz de la uña en su extremo proximal. Las uñas de las manos tardan en crecer unos 3 mm/ mes, y cuando se pierden tardan en reponerse completa- mente unos 160 días; en cambio, en los pies este proceso es más lento, crecen apenas0.5 mm/mes y se reponen en- tre 250 a 400 días. También aquí hay variaciones individua- les, en algunas personas las uñas crecen más rápido que en otras. Esto tiene importancia en el tratamiento de algunas enfermedades ungueales. Las uñas y el pelo participan en muchas enfermeda- des de la piel, y en ocasiones basta ver las uñas para hacer un diagnóstico. También participan en diversas patologías sistémicas. Figura 1-12 Piel de la planta de los pies. Figura 1-13 Piel de la palma de las manos. Figura 1-11 Piel de la región pectoral. Mamas, areola y pezón. Capítulo 1 La piel 7 Estratos epicutáneos El manto ácido. Sobre la capa orgánica más superficial de la piel (que es la capa córnea) existen dos capas superpues- tas, confundidas en una sola, no visible, pero sí detectable y muy importante en la defensa de la piel, es como una mi- croatmósfera que rodea íntimamente a la persona: el man- to gaseoso y el manto ácido. El primero está formado por una capa de aire más caliente, con más contenido de CO2, y vapor de agua resultante de la evaporización del sudor. El manto ácido fue concebido por Marchionini, está consti- tuido por una emulsión agua-aceite en la que intervienen el sudor y la excreción lipídica epitelial constituida por ácidos grasos libres que derivan de fosfolípidos y ceramidas, gli- coesfingolípidos y esfingomielina. También hay ácidos gra- sos libres de cadena larga: colesterol muy hidrof ílico, trigli- céridos y ácidos grasos insaturados tipo oleico y linoleico procedentes de las glándulas sebáceas y de la contamina- ción ambiental. El manto ácido contiene también algunos aminoácidos producto de la desintegración de la capa córnea. El manto ácido, junto con el gaseoso, dan a la epider- mis su acidez, el pH de la epidermis es de 5.5, mientras que en la dermis es de 7 a 7.2. Este manto es muy importante para la protección de la piel contra bacterias, virus y hon- gos. En general, la piel de la mujer es más alcalina que la del hombre, también la piel del niño es alcalina; la pubertad, al hacer funcionar las glándulas sebáceas con producción de más ácidos grasos libres, acidifica la piel. También hay en el cuerpo zonas más alcalinas: las ventanas alcalinas de la piel son: axilas, regiones genitales, palmas, plantas, región um- bilical, pabellones auriculares. Clasificación de la piel La piel descama continuamente; sin embargo; estas finas escamas no se ven debido a que se mezclan con el sudor y el sebo produciéndose un verdadero y natural cosmético. De acuerdo con esta capa que lubrica la piel, se habla cos- méticamente de seis tipos de piel: eudérmica, grasa, alípica, deshidratada, hidratada y mixta. Es conveniente reconocer qué tipo de piel tiene cada persona, pues ello influye en la patología y en su tratamiento. La piel eudérmica es una piel lisa, fina, lubricada y hu- medecida con equilibro en su emulsión aceite en agua; se ob- serva sobre todo en niños alrededor de los cinco a seis años. La piel grasa se ve brillante, untuosa, debido al aumento de la secreción sebácea, es común en el adolescente, sobre todo en la cara y el tronco, pero hay personas fuera de esta edad que presentan este tipo de piel, que por otra parte, si bien favorece lesiones de acné, dermatitis seborreica o pitiriasis de la cabeza, también resiste más las infecciones, las mico- sis, las radiaciones lumínicas y se envejece más tardíamente. La piel alípica es seca debido a falta de secreción sebá- cea; en cambio, la deshidratada es seca por falta de agua. La piel alípica se ve con frecuencia en niños y mujeres de raza nórdica, de piel blanca, es una piel frágil, irritable, prurigi- nosa a la menor irritación con inestabilidad neurovascu- lar. También puede verse este tipo de piel en las manos de personas que usan detergentes o se enjabonan con excesiva frecuencia, ya que la sosa de los jabones saponifica los lí- pidos de la piel y la secan. En cambio, la piel deshidratada, que a veces se asocia a la alípica, se observa en personas que se exponen demasiado al sol, o en desnutridos que sufren un proceso de deshidratación general. En tales casos, la piel se ve seca, plegada, escamosa, con marcada persistencia de sus pliegues. La piel deshidratada es común en el anciano, es decir, el envejecimiento de la piel trae consigo una dismi- nución importante de sus líquidos. La piel hidratada puede verse fisiológicamente en los niños pequeños, en la mujer en los estados premenstrua- les y patológicamente en hipertiroidismo y enfermedad de Cushing. Se ve en tales casos una piel turgente, pastosa, hú- meda. La piel mixta reúne características de piel alípica y piel grasa, y es frecuente observarla en mujeres que presen- tan, por ejemplo, piel grasa en el centro de la cara y seca en el resto del cuerpo. Embriología La piel y sus anexos proceden de dos capas embrionarias distintas: ectodermo y mesodermo (cuadro 1-1). El prime- ro dará origen a la epidermis, los folículos pilosos, las glán- dulas sebáceas y sudoríparas, las uñas y los melanocitos (fi- gura 1-14). El mesodermo origina el tejido conjuntivo con sus tres clases de fibras, el músculo erector del pelo, vasos y células de la dermis: fibroblastos, mastocitos y otras, así como a la célula de Langerhans que, hoy se sabe, procede de la médula ósea (esquema 1-1). En el momento de la gastrulación, la primitiva capa mesodérmica se adosa a la cara profunda de lo que será la epidermis. El primer esbozo de epidermis se puede apreciar a la tercera semana de gestación en forma de una hilera de células indiferenciadas y llenas de glucógeno llamada peri- dermo o capa epitriquial. A las cuatro a seis semanas se pue- de ver otra capa bajo el peridermo, es la germinativa, y a las Ectodermo: Queratinocito Melanocito (cresta neural) Folículo piloso Glándulas sebáceas Glándulas sudoríparas Uñas Nervios, células de Merkel Mesodermo: Fibras colágenas, elásticas y reticulares Células de Langerhans Músculo erector del pelo Vasos sanguíneos Fibroblastos, mastocitos, histiocitos Cuadro 1-1 Origen embrionario de las estructuras de la piel. Lecciones de dermatología8 ocho a 11 semanas, una capa intermedia. Todas las células muestran una gran cantidad de glucógeno cuyo origen y pa- pel se discute. Con el crecimiento del embrión continúa la formación de cada vez más capas intermedias y las células muestran, a las 12 semanas, mitocondrias, aparato de Golgi bien desa- rrollado y algunas tonofibrillas. A las 21 semanas aparecen los gránulos de queratohialina y se inicia la queratinización. Las células del primitivo peridermo se separan y formarán con el sebo y el lanugo la vérnix caseosa. El pelo inicia su formación a las nueve semanas a ni- vel de las cejas, labio superior y barba. Los núcleos de la capa germinativa se agrupan y las células forman una sa- liente hacia la dermis llamada germen piloso primario que aumenta, día con día, hasta formar el folículo piloso que se dilata en su profundidad para formar el bulbo; al mismo tiempo, las células mesenquimatosas y los fibroblastos de la dermis se agrupan al fondo del bulbo y forman la papila pilosa. Las células del primitivo germen piloso se arreglan en forma radial siguiendo el eje longitudinal y su posterior queratinización inicia la formación del tallo del pelo. En la pared externa del folículo primitivo se forman dos salientes: la inferior servirá para la inserción del músculo erector del pelo, la superior crecerá y formará la glándula sebácea que puede ser ya diferenciada de las 13 a las 15 se- manas. En algunos folículos se forma una tercera saliente que dará origen a la glándula sudorípara apocrina. Las glándulas ecrinas se inician a los tres meses en pal- mas y plantas, y más tarde en el resto del cuerpo. También son resultado de invaginaciones epidérmicas. Las uñas también se forman a los tres meses. Los mela- nocitos derivan de la cresta neural, al igual que los nervios, y se notan ya con pigmento a los cuatro meses; antes de esa fechaquizá no permanecen en la epidermis y se confunden en la dermis durante su migración de la cresta neural a la capa basal de la epidermis. La dermis procede del mesénquima que forma las fi- bras colágenas y reticulares que pueden ser ya diferencia- das al final del tercer mes; las fibras elásticas se forman más tarde. Los dermatoglifos se diferencian entre las 13 y 19 se- manas, fecha en que ya es posible observar pliegues en las palmas y huellas dactilares en el embrión. Las células de Langerhans se originan en la médula ósea y emigran a la epidermis y a la dermis, y las células de Merkel también se cree derivan del neuroectodermo, ya que están ligadas a terminaciones nerviosas y a células de Schwan. Histología Desde el punto de vista histológico se pueden distinguir tres capas: epidermis, dermis e hipodermis o tejido celular subcutáneo; bajo esta capa se encuentran la aponeurosis, vainas tendinosas y huesos (figura 1-15). La unión entre la epidermis y la dermis no es una línea continua, sino que presenta ondulaciones; la dermis mete a la epidermis: tejido conjuntivo, vasos y nervios, son las pa- pilas dérmicas; entre ellas se insinúan porciones de epider- mis, son los procesos interpapilares. Es precisamente esta ondulación dermoepidérmica y la presencia de las papilas Figura 1-14 Esquema de los estratos cutáneos y sus anexos. Peridermo Intermedias Germinativa 4 semanas 9 semanas 8 semanas 12 semanas 26 semanas Peridermo Peridermo Glándula sebácea Intermedias Germinativa Esbozo de folículo piloso Esbozo de glándula sebácea Esbozo del sitio de inserción del músculo erector del pelo Músculo erector del pelo Células mesenquimatosas Capa germinativa Esquema 1-1 Embriología de la piel. Capítulo 1 La piel 9 lo que da lugar al cuadriculado, ese dibujo romboidal que presenta la piel y los dermatoglifos. Epidermis Es un epitelio poliestratificado formado por células llama- das queratinocitos originados en la capa más profunda, basal o germinativa, merced a un proceso activo llamado queratopoyesis, mecanismo de maduración celular que conduce a la queratinización, muerte y desprendimiento celular (figura 1-16). Este proceso dura en promedio de 15 a 20 días según las diferentes áreas del cuerpo y cuando se altera se producen problemas que se caracterizan por des- camación excesiva y a destiempo (cuadro 1-2). La epidermis descansa sobre una fina membrana basal claramente visualizable con la técnica de PAS (ácido peryó- dico de Schiff), y está constituida por cuatro estratos: 1. Estrato basal o germinativo. Está constituido por una sola hilera de células cilíndricas, de núcleos basó- filos, dispuestas perpendicularmente a la dermis, con frecuentes mitosis y en constante reproducción. Las células basales reciben irrigación e inervación de los vasos y nervios de las papilas dérmicas y 50% de la po- blación, hija de cada división, contribuye al desarrollo de la epidermis. De trecho en trecho se observan en esta capa células de citoplasma claro que corresponde a los melanocitos; sin embargo, otro tipo de células de citoplasma claro que se pueden encontrar en este es- trato en la piel del pezón son las células de Toker, las cuales recién se han relacionado con la enfermedad de Paget mamaria. Es en el estrato basal donde se ha identificado la localización de las células madre epidérmicas, las cua- les procuran la regeneración, reparación y manteni- miento de la piel; otros sitios donde se han identificado células madre es en el sitio de anclaje del músculo erec- tor al infundíbulo folicular y en la base de las glándulas sebáceas. 2. Estrato espinoso. Está formado por varias capas de células poliédricas, dispuestas en mosaico, que tienen como característica especial llevar en su citoplasma unas fibrillas de pared a pared llamadas tonofibrillas, que a nivel de la membrana parecen condensarse y for- mar un puente, de célula a célula, llamado desmoso- ma. Se pensaba que las tonofibrillas pasaban de célula a célula a través de estos puentes, pero no es así, y los desmosomas están formados por un material electro- denso que parece condensarse y formar los llamados nódulos de Bissosero, de significado aún desconocido. Los desmosomas dan cohesión a la epidermis, se ob- servan en todas las capas, al igual que las tonofibrillas, pero son más evidentes en la capa espinosa; cuando se destruyen, las células se separan y sufren importantes alteraciones, proceso conocido como acantolisis. Las células espinosas también se unen a las basales por desmosomas y las basales presentan en su cara pro- funda hemidesmosomas, que sirven para anclarse a la dermis. En estos desmosomas se han identificado los antígenos involucrados en la etiopatogenia de los Figura 1-15 Imagen histológica de toda la piel. Epidermis: Córnea Granulosa Espinosa Basal 2-3 semanas Membrana basal Dermis: Papilar Reticular Profunda Hipodermis Cuadro 1-2 Capas de la piel. Figura 1-16 Capas córnea, granulosa, espinosa y basal con melanocitos. Lecciones de dermatología10 pénfigos conocidos como desmogleínas números 1 y 3 (véase capítulo 17). Las células espinosas también contienen estructu- ras ovales, laminadas, cubiertas por una membrana co- nocida como cuerpos de Odland, que contienen gran- des cantidades de lípidos y enzimas hidrolíticas. El término de “estrato mucoso de Malpighi” se uti- liza para definir el conjunto de estrato basal y estrato espinoso. 3. Estrato granuloso. A medida que las células se acer- can a su superficie se aplanan y cambian su dirección, de perpendiculares en la capa basal se hacen horizon- tales en las capas granulosa y córnea, paralelas a la superficie. Aparecen dentro de estas células gránulos de material basof ílico llamado queratohialina, que se piensa es el precursor de la queratina. Los queratinocitos contienen diversos tipos de mi- crofilamentos, como los de actina, tubulina y filamentos intermedios, el más importante es la queratina; esta úl- tima es específica para diferentes tipos de piel y anexos (pelo, uñas, piel palmoplantar). Se ha identificado que además de su importante función estructural, la quera- tina también participa en las señales intracelulares, la respuesta al estrés, la apoptosis y la respuesta a heridas. 4. Estrato córneo. Variable en su espesor desde 0.02 has- ta 5 mm en las plantas, está constituido por hileras de células muertas, aplanadas, sin núcleo y llenas de to- nofibrillas con alta concentración de grupos disulfuro: la queratina. Se distinguen dos partes, la más profunda o compacta conserva aún los desmosomas, y la más superficial (estrato disjuntum), en donde se rompen los desmosomas y las células se desprenden. Es a este nivel donde se encuentra un importante me- canismo de barrera cutánea: la formación de la envoltura cornificada, la cual es impermeable y está constituida por diversas proteínas como la involucrina, loricrina, corni- fina, profilagrina y diversas proteínas de la familia de las plaquinas. Junto con diversos ácidos grasos como fosfolípi- dos, glucolípidos, esteroles y ceramidas, contenidos en los cuerpos lamelares (queratinosomas o cuerpos de Odland) se contribuye así a la barrera cutánea que mantiene la hi- dratación de la piel. A nivel de palmas y plantas existe una quinta capa en- tre la granulosa y la córnea, es el estrato lúcido formado por células de citoplasma claro, que no se colorea y parece ho- mogénea, sin estructura y cuya función se desconoce. Unión dermoepidérmica Con tinciones especiales, pero sobre todo con microscopia electrónica, se observa que la unión entre la dermis y la epi- dermis no es una simple membrana, es mucho más com- pleja. Una lámina basal PAS positiva separa el queratinocito basal de la dermis. Hemidesmosomas anclan la membrana del queratinocito a la lámina basal y ésta, a su vez, se une a la dermis por filamentos de anclaje. La lámina basal mues- tra una parte electrodensa (lámina densa) y arriba y abajozonas electrotransparentes (lámina lúcida). Este importante complejo basal puede ser atravesado por diversas células y tiene mucha importancia, pues le da la cohesión necesaria a la piel; cuando se altera se presentan problemas graves de separación de la dermis a la epidermis (necrolisis epidérmica tóxica, epidermólisis ampollosa). En estas capas están pre- sentes los antígenos que se involucran en dos enfermedades ampollosas: el penfigoide y la epidermólisis bulosa adquirida. Células de la epidermis Además del queratinocito, que es la célula fundamental de la epidermis, hay otras células: el melanocito, la célula de Langerhans y la célula de Merkel (cuadro 1-3). Melanocito Es una célula dendrítica derivada del neuroectodermo que emigra a la capa basal de la epidermis (figuras 1-16 y 1-17). También puede encontrarse en el sistema nervioso central, en la retina, en el órgano coclear y en el aparato digestivo, pero el número mayor está en la epidermis. Se observan de trecho en trecho entre las células basales. Estas células re- ciben el nombre de “células claras de Masson”, sobre todo Células de la epidermis Queratinocito Melanocito Células de Langerhans Células de Merckel Células de la dermis Fibroblastos Mastocitos Histiocitos Escasos polinucleares Cuadro 1-3 Células de la piel. Figura 1-17 Epidermis. Corneocitos, células granulosas, espi- nosas, basales. Melanocitos con gránulos de melanina. Capítulo 1 La piel 11 cuando se observan en piel no pigmentada, son dopaposi- tivas y contienen un pigmento oscuro llamado melanina. Tienen un protoplasma claro, su núcleo es pequeño, oscuro y rodeado por los gránulos de pigmento. Sus prolongacio- nes dendríticas se insinúan entre los queratinocitos y dis- tribuyen los gránulos de melanina en la epidermis. La tin- ción especial que se utiliza es a base de sales de plata o bien mediante la técnica de dopa. Se calcula su proporción de un melanocito por cada cuatro a 10 queratinocitos basales según la topograf ía de la piel. Con microscopio electrónico es posible ver en el inte- rior de estas células formaciones llamadas melanosomas, donde se acumula la melanina; carecen de tonofilamentos y de desmosomas. Hay otras células que pueden contener pigmento y se llaman melanófagos, histiocitos que simplemente toman el pigmento y lo llevan a la dermis y los melanóforos que son células pigmentadas; sólo se observan en animales de san- gre fría. Células de Langerhans También son células dendríticas, semejantes a los melanoci- tos, pero sin pigmento y dopa negativas, se evidencian con coloraciones a base de sales de oro y se encuentran en núme- ro variable entre los queratinocitos, y también en la dermis. Su núcleo es lobulado, su citoplasma claro, presentan un re- tículo endoplásmico y un aparato de Golgi bien desarrolla- do, pero lo característico de estas células es la presencia en el citoplasma de formaciones similares a raquetas (gránu- los de Birbeck) que representan un subdominio del retículo endoplásmico donde se acumula la proteína langerina; tie- nen marcadores de superficie semejantes a los que poseen las células del sistema monocítico macrofágico, admitiendo receptores para Fc-IgG y C3 que expresan antígenos. Por algún tiempo se pensó que estas células eran mela- nocitos degenerados, pero en la actualidad se sabe que son células inmunocompetentes derivadas de la médula ósea con funciones sobre todo en la hipersensibilidad retarda- da y en reacciones de la piel a cuerpos extraños, pero tam- bién parecen participar en otros procesos cutáneos como la psoriasis, ictiosis, vitíligo e infecciones de la piel. Aún no se aclara del todo el funcionamiento de estas células del siste- ma fagocítico mononuclear. Células de Merkel Son células no queratinocíticas que se han encontrado en la capa basal de la piel de mamíferos, sobre todo en piel con pelo terminal, áreas táctiles glabras, piel perianal y labial. Tienen una función como mecanorreceptores y están invo- lucradas en la percepción de sensaciones táctiles. Con mi- croscopia electrónica se ha identificado en su interior una gran cantidad de gránulos neurosecretores y la asociación de las células de Merkel con terminaciones nerviosas; sin embargo, no se ha encontrado transmisión sináptica como tal. También se ha determinado la presencia de filamentos de queratina en el citoplasma de estas células. La epidermis se deja atravesar por la desembocadura de los folículos pilosos (acrotriquio) y las glándulas sudorí- paras ecrinas (acrosiringio). Dermis La dermis está constituida por un armazón de tejido con- juntivo: sostén de vasos, nervios y anexos de la piel. Además posee estructuras que intervienen en complejas funciones relacionadas con el metabolismo, temperatura, defensa y cicatrización. Está formada por tres clases de fibras, una sustancia fundamental y células. Las fibras más abundantes son las colágenas formadas por una escleroproteína compleja en cuya formación inter- viene fundamentalmente la hidroxiprolina y la hidrolisina. El colágeno no es una entidad homogénea, está formado por diferentes subtipos genéticos del I al VII de acuerdo con su morfología, composición y propiedades f ísicas. En la dermis predomina el tipo I. Las fibras reticulares y las elásticas son menos abundantes y se mezclan con las fibras colágenas, pero son sólo visibles con tinciones especiales. La sustancia fundamental está formada por mucopolisacá- ridos que sirve de medio de unión de las fibras, sostiene a las células, ya que es el medio donde se realizan las funcio- nes metabólicas de este tejido. Las fibras elásticas se observan con coloraciones de or- ceína y resorcina-fuscina. Son de una a tres micras de diá- metro, más delgadas en la dermis superficial, y en la dermis papilar forman el plexo de fibras elaunina-oxitalán. En con- junto, las fibras y la sustancia fundamental dan resistencia, cohesión y elasticidad a la piel. Se sabe que la fuerza de ten- sión del colágeno puede ser hasta de 50 kg/mm2, y una tira de piel humana de 12 mm de ancho puede resistir un peso de 10 a 12 kg. Las células que se encuentran en la dermis en escaso número por lo general son de varios tipos: fibroblastos, con núcleo fusiforme y son las que producen en sus ribosomas las fibras colágenas, reticulares y tal vez las elásticas y la sus- tancia intersticial; asimismo se conoce que tienen funciones de proliferación y migración en respuesta a estímulos qui- motácticos, mitogénicos y citocinas, y tienen interacciones paracrinas y autocrinas. Los miofibroblastos están involu- crados en la contracción de heridas y en el tejido de granula- ción. Los histiocitos corresponden a monocitos tisulares de- rivados del sistema reticuloendotelial o reticulohistiocitario con gran movilidad y poder. Los mastocitos o células ceba- das son muy basófilas, tienen granulaciones en su interior y son productoras de histamina, heparina y otros mediadores de la inflamación y células derivadas de la corriente sanguí- nea, siempre en escaso número en condiciones normales: polimorfonucleares, eosinófilos, plasmocitos, linfocitos. La dermis más superficial se llama papilar, es más laxa con fascículos delgados, orientados perpendicularmente a Lecciones de dermatología12 la epidermis, la dermis media o reticular tiene fibras más largas y densas situadas en forma horizontal, y la dermis profunda formada por fibras más gruesas, pero de igual po- sición que la dermis reticular. En la dermis, en ocasiones pueden verse algunos lo- bulillos de grasa y fibras musculares, como en la piel del escroto, además del músculo erector del pelo que es de fi- bras lisas. Hipodermis Corresponde al tejido celular subcutáneo formado por adi- pocitos o células grasas que forman lobulillos separados por tabiques de tejido conjuntivo. Históricamente, la función del tejido adiposo se ha establecido como de insulación y amortiguación de traumatismos; sin embargo, en fechas re- cientes se han determinado
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