Logo Studenta

SAUL_Lecciones_de_Dermatologia_16e_medil

¡Este material tiene más páginas!

Vista previa del material en texto

Saúl. Lecciones de dermatología, en su 16ª edición, es un texto clásico 
completamente revisado que presenta la información dermatológica 
fundamental de esta rama de la Medicina en un lenguaje ágil y amiga-
ble para el lector.
Consta de 28 capítulos que abordan los principales padecimientos de 
la piel en México y América Latina. El texto y su significativo material 
gráfico llevan al lector a discernir sobre los primeros síntomas de estas 
enfermedades y su adecuado diagnóstico y tratamiento. Asimismo, mues-
tra la mejor manera de catalogar los hallazgos clínicos derivados del 
examen físico y cómo emplearlos para elaborar un diagnóstico diferen-
cial acertado y preciso.
Algunas características sobresalientes de la 16ª edición:
• Revisión completa y actualización de todos los temas.
• Presenta tres nuevos capítulos: Patología del pelo, Láser en dermatolo-
gía y Crioterapia.
• Más de 600 fotografías de diversos padecimientos dermatológicos y
más de 70 esquemas ilustrativos a todo color que permiten realizar un
adecuado diagnóstico diferencial e identificación de características
relevantes de las principales enfermedades de la piel.
• Incluye códigos QR con acceso a material digital exclusivo del autor.
Saúl. Lecciones de dermatología se renueva y constituye la guía por 
excelencia para el estudiante de Medicina y el médico general que 
tiene el primer contacto con el paciente dermatológico.
978-607-15-1283-3
SAÚL
1616a
EDICIÓN
Dr. Amado Saúl
Profesor de Dermatología de pregrado y posgrado, Facultad de Medicina de la 
Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y del Instituto Politécnico Nacional (IPN). 
Consultor técnico y ex jefe del servicio de Dermatología 
del Hospital General de México, “Dr. Eduardo Liceaga”.
Miembro y ex presidente de la Sociedad Mexicana de Dermatología 
y de la Academia Mexicana de Dermatología.
Doctor Honoris Causa de la Universidad Autónoma del Estado de Morelos.
Miembro de la Asociación Mexicana de Acción contra la Lepra 
y del Colegio Ibero LatinoAmericano de Dermatología 
y de numerosas sociedades dermatológicas en México y otros países.
Miembro fundador del Consejo Mexicano de Dermatología. 
www.medilibros.com
Director editorial: Javier de León Fraga
Editor de desarrollo: Manuel Bernal Pérez 
Supervisor de producción: Juan Manjarrez de la Vega
NOTA
La medicina es una ciencia en constante desarrollo. Conforme surjan nuevos conocimientos, se requerirán cambios de la terapéu-
tica. El (los) autor(es) y los editores se han esforzado para que los cuadros de dosificación medicamentosa sean precisos y acordes 
con lo establecido en la fecha de publicación. Sin embargo, ante los posibles errores humanos y cambios en la medicina, ni los edito-
res ni cualquier otra persona que haya participado en la preparación de la obra garantizan que la información contenida en ella sea 
precisa o completa, tampoco son responsables de errores u omisiones, ni de los resultados que con dicha información se obtengan. 
Convendría recurrir a otras fuentes de datos, por ejemplo, y de manera particular, habrá que consultar la hoja informativa que se 
adjunta con cada medicamento, para tener certeza de que la información de esta obra es precisa y no se han introducido cambios en 
la dosis recomendada o en las contraindicaciones para su administración. Esto es de particular importancia con respecto a fármacos 
nuevos o de uso no frecuente. También deberá consultarse a los laboratorios para recabar información sobre los valores normales.
Prohibida la reproducción total o parcial de esta obra,
por cualquier medio, sin autorización escrita del editor.
DERECHOS RESERVADOS © 2015, respecto a la decimosexta edición por,
McGRAW-HILL INTERAMERICANA EDITORES, S.A. de C.V.
Prolongación Paseo de la Reforma 1015, Torre A, Piso 16, Col. Desarrollo Santa Fe 
Delegación Álvaro Obregón
C.P. 01376, México, D. F.
Miembro de la Cámara Nacional de la Industria Editorial Mexicana, Reg. Núm. 736
ISBN: 978-607-15-1283-3
MAC 03/15
1234567890 2346789015
Impreso en China Printed in China 
Preliminares v
Dra. María Ivonne Arellano Mendoza
Dermatóloga y Dermato-oncóloga, Hospital General de México, 
“Dr. Eduardo Liceaga”.
Profesora Emérita, Facultad de Medicina, Universidad La Salle.
Profesora Adjunta del Curso de Especialidad en Dermatología, 
Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Vocal del Comité de Investigación del Hospital General de 
México, “Dr. Eduardo Liceaga”.
Profesora de Dermatología de la Universidad Anáhuac Norte.
Dra. Amelia Peniche Castellanos
Egresada como Médico Cirujano de la Universidad Nacional 
Autónoma de México (UNAM).
Dermatóloga y Dermato-oncóloga egresada del Hospital General 
de México, “Dr. Eduardo Liceaga”.
Profesora de Pregrado de Dermatología de la UNAM y Escuela 
Superior de Medicina. 
Profesora titular de curso de Alta especialidad en 
Dermato-oncología y Cirugía dermatológica, UNAM.
Jefa de Unidad de Dermato-oncología del Servicio de 
Dermatología, Hospital General de México, 
“Dr. Eduardo Liceaga”.
Colaboración especial
Dr. Abraham Alfaro 
Dermatólogo y Cirujano Dermato-oncólogo, Maestría en Salud 
Pública.
Profesor de Dermatología de la Universidad de Monterrey.
Jefe del Servicio de Medicina Interna y Dermatología del Hospital 
Constitución del ISSSTE, Nuevo León. 
Miembro de la Sociedad Mexicana de Dermatología y de la 
Academia Mexicana de Dermatología. 
Certificado por el Consejo Mexicano de Dermatología.
Dr. Leonel Fierro-Arias
Médico Cirujano, Universidad Nacional Autónoma de México 
(UNAM).
Médico de Alta Especialidad en Cirugía Dermatológica y 
Oncología Cutánea.
Adscrito al Servicio de Dermatología del Hospital General de 
México, “Dr. Eduardo Liceaga”, Secretaría de Salud.
Profesor de Dermatología de pregrado, posgrado y alta 
especialidad, UNAM y Universidad Anáhuac.
Miembro del Colegio Ibero Latinoamericano de Dermatología, 
Academia Mexicana de Dermatología, Sociedad Mexicana 
de Dermatología, Fundación Mexicana para la Dermatología, 
Sociedad Mexicana de Cirugía Dermatológica y Oncológica, 
Asociación Mexicana de Micología Médica
Dr. Alejandro González 
Dermato-oncólogo. Egresado de la Universidad de Monterrey y 
especializado en el Hospital General de México, 
“Dr. Eduardo Liceaga”.
MD, PhD Ramiro Hesiquio Silva
Cirujano plástico estético y reconstructivo.
Doctor en Ciencias, Universidad de São Paulo, Brasil.
Coordinador de Educación médica continua (2012-2016), 
Asociación Mexicana de Cirugía Plástica Estética y Reconstructiva.
Práctica privada, Centro Médico ABC.
Dra. Olga Labastida 
Dermatóloga, Especialista en rayo láser.
Graduada del Hospital General de México, “Dr. Eduardo Liceaga”.
Dr. Gabriel Martínez Burillo
Dermatólogo y Dermato-oncólogo.
Egresado del Hospital General de México, “Dr. Eduardo Liceaga”.
Práctica privada, Hospital Ángeles Metropolitano.
Dra. Esperanza Martínez Soto
Dermatóloga egresada del Hospital General de México, 
“Dr. Eduardo Liceaga”.
Posgrado en Dermatología Oncológica y Criocirugía.
Jefe de la clínica de Láser, Hospital Ángeles Lomas.
Medicina privada.
Dra. Griselda Montes de Oca Sánchez
Dermatóloga del Servicio de Dermatología del Hospital General 
de México, “Dr. Eduardo Liceaga”. 
Profesora de pregrado de Dermatología de la Universidad 
Nacional Autónoma de México (UNAM).
Miembro de la Sociedad Mexicana de Dermatología. 
Certificada por el Consejo Mexicano de Dermatología.
Dr. Jorge Peniche (†)
Profesor de Dermatología de Pregrado y Posgrado en la 
Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y en el 
Instituto Politécnico Nacional (IPN). 
Consultor técnico del Servicio de Dermatología del Hospital 
General de México, 
“Dr. Eduardo Liceaga”. 
Miembro de la Sociedad Mexicana de Dermatología y de otras 
sociedades. 
Miembro Fundador del Consejo Mexicano de Dermatología 
M en DO Patricia Pérez Ríos
Estomatóloga certificada.
Fundadora del área de Medicina bucal en Dermatología del 
Hospital General de México, “Dr. Eduardo Liceaga”.
Dra. Rosa María PonceJefe del Servicio de Dermatología del Hospital General de México, 
“Dr. Eduardo Liceaga”. 
Miembro de la Academia Mexicana de Dermatología y de la 
Sociedad Mexicana de Dermatología. Profesor de Posgrado de la 
Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y del Curso 
de Dermatología de la Universidad Anáhuac. 
Dr. José Antonio Sanabria Deseuza
Médico Dermatólogo, Hospital General de México, “Dr. Eduardo 
Liceaga”.
Profesor Titular de Cátedra de Dermatología, Universidad 
Nacional Autónoma de México (UNAM), Escuela Superior de 
Medicina, Instituto Politécnico Nacional (IPN) y Universidad 
Anáhuac, A.C.
Colaboradores
viiColaboradores
Miembro activo de la Sociedad Mexicana de Dermatología de la 
Sociedad Médica del Hospital General de México y del Instituto 
para el Desarrollo Integral de la Salud, S. de RL de CV.
Certificado por el Consejo Mexicano de Dermatología
Dr. Andrés Tirado-Sánchez
Médico Especialista en Dermatología.
Adscrito al Servicio de Dermatología del Hospital General de 
México, “Dr. Eduardo Liceaga” y al Instituto Mexicano del Seguro 
Social (IMSS). 
Profesor de pregrado y posgrado en Dermatología, Universidad 
Nacional Autónoma de México (UNAM), Instituto Politécnico 
Nacional (IPN) y Universidad Anáhuac. 
Investigador Nacional Nivel I, Consejo Nacional de Ciencia y 
Tecnología (CoNaCyT). 
Certificado por el Consejo Mexicano de Dermatología.
Contenido
Dedicatoria x
Presentación de la decimosexta edición xi
Prólogo de la primera edición xii
Introducción xiv
 Capítulo 1 La piel 1
Amado Saúl
Gabriel Martínez
 Capítulo 2 Estudio de un enfermo de la piel 19
Amado Saúl
 Capítulo 3 Biopsia de piel y otros 31 
estudios complementarios
Ivonne Arellano
Amado Saúl
 Capítulo 4 Prurito 36
Amado Saúl
 Capítulo 5 Dermatosis bacterianas 39
Amelia Peniche 
Amado Saúl
 Capítulo 6 Dermatosis virales 96
Amado Saúl
 Capítulo 7 Parasitosis cutáneas 107
Amelia Peniche
 Capítulo 8 Micosis 121
Amado Saúl 
 Capítulo 9 Infecciones de transmisión sexual 158
Griselda Montes de Oca
Ivonne Arellano
Alejandro González 
 Capítulo 10 Dermatosis reaccionales 182
Amado Saúl
Antonio Sanabria
 Capítulo 11 Discromías 222
Ivonne Arellano
 Capítulo 12 Dermatosis eritematoescamosas 236
Andrés Tirado
 Capítulo 13 Psicodermatosis 247
Abraham Alfaro
 Capítulo 14 Acné y rosácea 256
Amado Saúl
 Capítulo 15 Complejo vasculocutáneo 266 
de la pierna
Amado Saúl
 Capítulo 16 Enfermedades difusas del 271 
tejido conjuntivo (enfermedades 
colágeno vasculares)
Andrés Tirado
 Capítulo 17 Pénfigo y otras 293 
enfermedades ampollosas
Andrés Tirado
 Capítulo 18 Tumores de la piel 305
Amelia Peniche
Jorge Peniche (†)
 Capítulo 19 Dermatología y medicina interna 341
Amelia Peniche
Alejandro González
 Capítulo 20 Patología ungueal 348
Leonel Fierro Arias
 Capítulo 21 Patología del pelo 353
Rosa María Ponce
 Capítulo 22 Patología de la cavidad bucal 358
Patricia Pérez Ríos
 Capítulo 23 Diagnóstico 372
Amado Saúl
 Capítulo 24 Terapéutica dermatológica 378
Amado Saúl
 Capítulo 25 Cicatrización 392
Ramiro Hesiquio Silva
ixContenido
 Capítulo 26 Cirugía básica en dermatología 396 
y conceptos elementales de cosmiatría médica 
Ivonne Arellano
 Capítulo 27 Láser en dermatología 402
Olga Labastida
 Capítulo 28 Crioterapia 408
Esperanza Martínez-Soto
 Capítulo 29 Formulario 412
Esperanza Martínez-Soto
 Índice 415
La 16a. edición de Saúl. Lecciones de dermatología in-
cluye contenido digital que enriquece el texto.
A fin de acceder al contenido digital adicional, es-
canee el código QR adjunto. 
Para ello puede descargar una aplicación gratuita 
en su Smartphone al escribir en la barra de direcciones 
de su Browser lo siguiente:
Para iOS: www.scanlife.com <http://www.scanlife.com/> 
Para Android: http://qr.ai <http://qr.ai/> 
En Windows Mobile busque “QR Reader” 
Dedicatoria
A la memoria de mis padres y a mis hermanos
A la memoria del maestro Fernando Latapí
A todos mis alumnos, a los que han pasado por mi clase 
 
En 1972 vio la luz la primera edición de mi libro Lecciones 
de dermatología y en 2008, la decimoquinta edición. Des-
pués de algunas reimpresiones he decidido realizar la deci-
mosexta, que verá la luz en 2015.
¿Cuánto y cómo ha cambiado la Medicina y en especial 
la Dermatología en estos últimos cinco años? Es dif ícil de- 
cirlo: enfermedades inéditas, a veces derivadas de trata- 
mientos recientes, mejor comprensión de algunas derma- 
tosis y algunos nuevos —no muchos— medicamentos que 
aún no han pasado la prueba del tiempo.
La cirugía y las técnicas de cosmetología se han adue- 
ñado prácticamente de la Dermatología, de tal manera que 
en cursos y congresos ocupan casi la mitad de su contenido. 
Eso tiene aspectos buenos y otros no tanto, algunos que 
benefician al paciente y al dermatólogo. Los pacientes 
piden —exigen— que el médico ponga en práctica nuevas 
técnicas de embellecimiento y antienvejecimiento, lo cual es 
natural pues nadie quiere envejecer. Lo importante en este 
tema es saber a quién corresponde aplicar esas técnicas: 
¿al dermatólogo?, ¿al cirujano plástico?, ¿al cosmetólogo? 
¿Quién lo sabe hacer mejor?, ¿qué le corresponde a cada 
uno de ellos?, he ahí el quid del asunto.
Hay enfermedades que han desaparecido o cuya fre- 
cuencia ha disminuido, como el mal del pinto, la onco- 
cercosis, la tuberculosis y la lepra. Otras en cambio parecen 
aumentar, como el cáncer y las inmunopatías.
En esta edición se ha hecho una revisión de todos los 
padecimientos que esta obra ha considerado en versiones 
previas, actualizando la información a fin de mantener su 
vigencia. Además, se han añadido nuevos capítulos sobre 
enfermedades del pelo a cargo de la doctora Rosa María 
Ponce, la utilidad del rayo láser en Dermatología por la 
doctora Olga Labastida y Crioterapia a cargo de la doctora 
Esperanza Martínez.
En general se mantienen los mismos colaboradores, 
todos ligados a la enseñanza. Como en ediciones anteriores, 
el texto expone fundamentalmente la experiencia de cada 
especialista sin dejar de lado la consulta de las fuentes y 
las publicaciones recientes. Las referencias bibliográficas 
se incluyen para todo aquel lector que desee ampliar sus 
conocimientos sobre cada tema
Sin embargo, en el ocaso de mi vida, pienso en el futuro 
de esta obra que ha persistido más de 40 años y así, con 
el deseo de que perdure más allá de mi presencia f ísica 
—vanidad de vanidades—, he invitado a las doctoras Ivonne 
Arellano y Amelia Peniche (hija del inolvidable doctor Jorge 
Peniche, quien siempre colaboró con este libro), para ser 
colaboradoras en sus capítulos correspondientes y continuar 
con el cuidado de esta obra después de mi desaparición 
f ísica.
El libro sigue dedicado a los estudiantes de Medicina, 
a los médicos generales y aquellos que se inician en la 
especialidad. No es un tratado y ni siquiera deseo se tome 
como libro de texto —hay otros quizá mejores—, sólo 
deseo que sea una obra de formación, de orientación, de 
consulta, que cada lector obtenga su propia opinión y 
encuentre en sus páginas ayuda para efectuar un acertado 
diagnóstico y tratamiento de las principales enfermedades 
de la piel en México. Si así ocurre, habrá cumplido con el 
objetivo que me tracé cuando hice la primera edición.
Agradezco a la doctora Arellano y la doctora Peniche 
su interés y dedicación para la realización de esta edición 
y a los colaboradores que desarrollaron los diferentes capí- 
tulos, en especial al MC Alexandro Bonifaz por revisar el 
capítulo de las micosis. 
Durante 43 años esta obra estuvo editada por Méndez 
Editores, a quienes agradezco su dedicación y confianza 
para hacer de este libro un buen instrumento de aprendizaje 
de la Dermatología. A partir de esta decimosexta edición 
será la prestigiada casa editora McGraw-Hill la que se 
encargue de la continuación de esta obra.
 
 Amado Saúl
 Verano de 2014
Presentación de la 
decimosexta edición
“…sin esperanza de premios ni honores…”
Amado Saúl
A principios de 1972 apareció el libro Lecciones de derma-
tología, de Amado Saúl. El autor me invitó a escribir este 
prólogo, lo que con gusto acepté por diversos motivos.
El prólogo, las primeras palabras, está omitido en algu-
nos libros y en muchos lo escribe el autor. 
Ya desde los griegos, Eurípides acostumbraba pedir 
el prólogo a alguien que no intervenía directamente en la 
obra, y éste es el caso ahora. 
Como actual decano de los dermatólogos mexicanos, 
veo en estos momentos con verdadero júbilo la publica-
ción de este libro y ya quedó atrás la pregunta que nos ha-
cíamos de “por qué no había yo escrito uno”. Lo ha escrito 
Saúl y me siento feliz, por él y sobre todo por la gente, que 
es lo que más importa, pues pienso en el beneficio que mu-
chos recibirán a través de los médicos y estudiantes que lo 
van a leer.
El autor, Amado Saúl, cumple 15 años en la dermato-
logía. Es joven, pero ya ha madurado. Quince años de trato 
diario con enfermos de todas clases sociales, con sus maes-
tros y con sus estudiantes, han producido un “dermatólogo 
hecho en México”. Esto completado con numerosas lectu-
ras en varios idiomas y viajes a diversos países, le dan ya la 
autoridad que todos le reconocen y la necesaria para es-
cribir un libro para los años que vivimos y que en el futu-
ro tendrá varias ediciones, ya que todo cambia y cada vez 
con mayor rapidez. Éste me recuerda el de Darier, maestro 
mundial de la dermatología, quien en circunstancias pare-
cidas escribió la primera edición de su Précis de Dermato-
logie, y en 1928, 20 años más tarde, en el “atardecer de su 
vida”, la última edición de su relativamente pequeño libro 
de cabecera de dermatólogos principiantes y ya formados. 
A pesar de sentirme mexicano como el que más, y seré cri-
ticado por decir esto, por mucho tiempo seguí creyendo 
que para entender bien una cosa, sobre todo al empezar, 
hay que entenderla en francés.
Saúl se ha formado no ab ímpetu, sino paso a paso en 
el servicio de dermatología del Hospital General de Méxi-
co, SSA, primero como externo desde 1956, y desde hace 
dos años como médico adscrito por oposición, en el Centro 
Dermatológico Pascua, como consultante, después como 
dermatoleprólogo de planta; en 1960, supervisor del progra-
ma para el control de las enfermedades crónicas de la piel, 
ya actualmente jefe de enseñanza, coordinador de la misma 
para médicos becarios en este centro y por último en la cá-
tedra de dermatología de la Facultad de Medicina de la Uni-
versidad Nacional Autónoma de México, a mi lado, como 
instructor, ayudante, y como profesor adjunto. Con este ca-
rácter, es miembro del Consejo Técnico de la Facultad.
De 1964 a 1966, fue Presidente muy dinámico de la So-
ciedad Mexicana de Dermatología y hoy forma parte de la 
directiva de la Asociación Mexicana de Acción contra la Le- 
pra, A.C. Dermatología, revista mexicana editada por esta 
asociación, que va también en sus 15 años de vida. Fue fun-
dada en 1956 por Obdulia Rodríguez y por mí y, a la fecha, 
Amado Saúl es Director asociado, de hecho encargado de 
la misma con Yolanda Ortiz.
El doctor Saúl es activo, impaciente, humano, y su ca-
pacidad de trabajo es ilimitada. Deliberadamente inicié este 
prólogo con una frase que alguna vez él escribió relativa a 
nuestro trabajo como leprólogos, para asegurar que es muy 
ambicioso, pero no de vanidades ni de trascendencia, de 
bienes materiales o de satisfacciones menores, sino de con-
tinua superación para hacer más por los demás y de ser más 
él mismo. Estoy seguro que enfermos y estudiantes, nues-
tros mejores jueces, ratificarán estas apreciaciones.
¿Algo personal? Es dif ícil juzgar a un hombre en con-
junto, pero veo en él algo que es cada vez más raro encon-
trar, la lealtad.
El libro. Ya en el título de la obra y después en la pre-
sentación que hace el autor, está bien claro el propósito. 
No es un tratado, no es un libro para dermatólogos ya for-
mados, sino para estudiantes cuya buena formación tanto 
nos importa, para el que se inicia en la dermatología y para 
médicos generales.
Sin embargo, no creo que haga daño a los dermatólo-
gos leerlo, quienes compararán sus opiniones con las del 
autor, discreparán a veces —como él mismo espera—, pero 
todos pensarán otra vez para decidir. Salta a la vista que el 
estilo es sencillo (como que está uno oyendo más que le-
yendo) y creo que éste es uno de sus principales méritos: 
su accesibilidad.
El autor es hoy por hoy uno de los más destacados ex-
ponentes de la Escuela Mexicana de Dermatología, junto 
con otros que tienen ya tiempo y “proyección”, y quienes 
se han quedado en el camino, pero de otros, buenos ami-
gos, esperamos mayores muestras de actividad. Por último, 
entre los más recientes, hay algunos brillantes prospectos 
para el futuro tanto en la capital como en la provincia. No 
señalo nombres para no caer en involuntarias omisiones. 
Saúl es, además, uno de los más militantes, como lo de-
muestra la publicación de este libro.
En la Presentación, en la Introducción y en cada capí-
tulo, están definidos los objetivos. Se subraya lo frecuente 
y lo importante siguiendo las ideas de nuestra escuela, y 
se reconoce que el libro es incompleto. No aparecen, por 
ejemplo, enfermedades poco frecuentes ni de otros países. 
Prólogo de la primera edición
xiiiPrólogo de la primera edición
Se ha pensado en el estudiante, futuro médico, para que lle-
gue lo mejor preparado. 
Son relativamente extensos y prácticos los capítulos 
sobre problemas médico-sociales como la sífilis y la le-
pra con el fin de remediar aunque sea en mínima parte la 
“atonía” o casi inexistencia de algunas campañas oficiales 
y también la falta de interés o de material clínico y audio-
visual de algunos profesores de dermatología, tolerados 
indefinidamente por nuestra alma mater. No se habla de 
oncocercosis (también gran problema), seguramente por 
honradez y falta de experiencia personal del autor. Se alude 
en lo posible la relación médico-enfermo, sin la cual no hay 
conocimiento que sirva. No son muy extensos los párrafos 
sobre terapéutica, pero sí suficientes para recordar y confir-
mar las enseñanzas en la Cátedra; pero sí se denuncia clara-
mente la creciente iatrogenia por ingenuidad o “compromi-
sos” con ciertos sectores de la industria farmacéutica.
La bibliograf ía se ha llamado “básica”. Me ha pareci-
do imparcial y ecléctica. No es excesivamente nacionalis-
ta, pero incluye contribuciones originales de México y nu-
merosas tesis que en recientes años enriquecieron nuestro 
acervo y que él mismo dirigió.
En otros países éste sería “un libro más”, aquí yo le lla-
mo un acontecimiento, ya que dentro de sus fines ilimita-
dos y precisos está al día en lo bueno, en lo cierto y en lo 
útil. Los pocos libros mexicanos de dermatología existentes 
o ya están atrasados o “pronto” van a salir.
La dermatología, la “Cenicienta” de la medicina, se está 
cansando de esperar a esos caballeros andantes que ya vie-
nen a su rescate. Ojalá que la aparición de este libro sea el 
principio de una nueva era entre nosotros, y que pronto 
tengamos en las manos compendios con otros enfoques, 
tratados y monograf ías sobre consulta diaria, sífilis, mico-
sis, lepra, oncología cutánea, pinto y tantas cosas más.
¡Maestro Saúl, gracias y adelante!
Profesor Fernando Latapí 
México, D.F., otoño de 1972
La dermatología como especialidad nace en Europa en el 
siglo xviii y se desarrolla sobre todo en el siglo xix. En Mé-
xico es una especialidad joven, se inicia en los albores del 
siglo xx. Aunque sus precursores Rafael Lucio y Ladislao 
de la Pascua se interesan en algunas enfermedades de la 
piel y las enseñan en sus cátedras de medicina, en el anti-
guo hospital de San Andrés, en el siglo xix; es propiamente 
en 1905 cuando abre sus puertas el actual Hospital General 
de México, que nace la dermatología ya como especialidad, 
una de las primeras en México, al establecerse el pabellón 
8 dedicadoa las enfermedades de la piel y a cargo del doc-
tor Jesús González Urueña; es pues este pabellón la cuna 
de la dermatología mexicana. Si bien se considera a Lucio 
y a De la Pascua como los precursores de nuestra derma-
tología, son los doctores Jesús González Urueña, Ricardo 
Cicero y Salvador González Herejón sus raíces. En el de-
cenio de 1930-1939 surge Fernando Latapí (1902-1989), 
primer dermatólogo formado íntegramente en México y 
fundador de la moderna dermatología mexicana, el tronco 
del cual surgieron los dermatólogos actuales distribuidos 
en todo el país. 
La dermatología mexicana nace a principios del siglo 
xx, pero florece en la segunda mitad de este siglo. Son 
muchos los dermatólogos mexicanos que han hecho y siguen 
haciendo importantes contribuciones a la dermatología 
nacional y mundial. Existen poco más de 2 000 dermatólogos 
para una población de más de 120 millones de mexicanos, 
de modo que hacen falta más, pero la gente ya sabe apreciar 
la consulta con el dermatólogo; sin embargo, como no es 
posible esperar que exista un especialista en cada rincón 
del país y dada la frecuencia y trascendencia de muchas de 
las enfermedades de la piel, es indispensable que el médico 
general tenga los conocimientos básicos para resolver por 
lo menos 80% de los principales problemas relacionados 
que se presentan en el territorio mexicano y que no son 
más de unas 25 entidades. Este libro tiene la misión de dar 
conocimiento dermatológico al médico general.
Sin embargo, la dermatología aún se ve con cierto des- 
dén, las enfermedades de la piel muy abundantes, existen 
más de 2 000 entidades, son vistas con cierto desprecio por 
otros especialistas, se suponen superficiales, de fácil cura- 
ción, o incurables, y se piensa en el dermatólogo como un 
especialista que estudia superficialmente a sus enfermos, 
sabe poco y trata a todos con pomadas. Ello es fruto de la 
ignorancia del médico en general sobre lo que es la piel y sus 
importantes funciones. 
La piel está muy lejos de ser un tegumento inerte, una 
simple cubierta protectora que nos aísla del medio exterior 
y que limita nuestra individualidad. Es un complejo órgano, 
el más extenso y pesado del cuerpo, de doble origen em- 
brionario, por lo que se relaciona con todos los aparatos y 
sistemas del organismo y con numerosas y complejas fun- 
ciones relacionadas sobre todo con la protección; se le con- 
sidera en la actualidad una parte fundamental en el sistema 
inmune, tan importante como el timo.
Hasta la fecha no se ha logrado obtener una piel arti- 
ficial que pueda cumplir todas las funciones que tiene la 
piel natural y pueda cubrir extensas pérdidas cutáneas por 
quemaduras u otros procesos patológicos. Es bien sabido 
que la pérdida mayor a 60% del tegumento cutáneo compro- 
mete la vida. Hay adelantos en el cultivo de células epidér- 
micas, pero aún no tiene aplicación clínica.
Por otro lado, la piel es el órgano de expresión más 
extenso del cuerpo y afortunadamente está a la vista. Son 
muchas las enfermedades internas que pueden reflejarse en 
la piel: enfermedades del sistema nervioso, de los aparatos 
digestivo y respiratorio; enfermedades endocrinas y me- 
tabólicas tienen su expresión en la piel. Al examinar la piel 
e interpretar sus manifestaciones podemos saber si una 
persona es hipotiroidea o hipertiroidea, podemos adelantar 
el diagnóstico, podemos adelantar el diagnóstico de diabetes, 
deducir la existencia de pólipos intestinales por unas dimi- 
nutas manchas oscuras en los labios y en la punta de los 
dedos (síndrome de Peutz-Jeghers) o de lesiones oculares y 
neurológicas en un niño por unas pequeñas neoformaciones 
rojizas en las mejillas (epiloia). Hay alteraciones en el meta- 
bolismo de los lípidos que pueden sospecharse por la pre- 
sencia de xantomas y una especial fotosensibilidad cutá- 
nea podría evidenciar un problema en el metabolismo de las 
porfirinas. 
La piel participa de manera importante en infecciones 
generales como la sífilis, SIDA, tuberculosis, lepra, y se ma- 
nifiestan en ella de manera especial las enfermedades in- 
munológicas como el lupus eritematoso o las enfermeda- 
des ampollosas como el pénfigo.
Muchos de los defectos indeseables de los medica- 
mentos se expresan en la piel antes que en otros órganos; 
la inmunología nació en la piel y sigue siendo ésta el prin- 
cipal órgano de choque de muchas de las reacciones inmu- 
nológicas que sufre el ser humano.
Las neoplasias malignas de diferentes órganos pueden 
tener expresión cutánea (dermatosis paraneoplásicas), y las 
enfermedades linfoproliferativas se revelan en la piel; un 
síntoma tan común como es el prurito puede ser el inicio 
de enfermedad de Hodgkin.
Con estos ejemplos vemos cómo la piel participa de la 
patología de todo el organismo, y no debe nunca soslayarse 
su adecuada exploración e interpretación de sus avisos. Un 
alumno me dijo un día: “la piel habla, hay que aprender a 
escucharla”, y tenía razón.
Introducción
xvIntroducción
En la actualidad, la dermatología ha dejado de ser ex- 
clusivamente morfología; como todas las ramas de la me- 
dicina, ha recibido el impacto del desarrollo de la genética, 
la bioquímica y de la inmunología, que tratan de explicar la 
naturaleza de las enfermedades de la piel.
El hecho de tener tan accesible el órgano de nuestro 
estudio favorece su conocimiento, la identificación de 
sus problemas, la curación de muchos de ellos, y matiza 
igualmente los procedimientos terapéuticos que seguimos. 
Si bien es cierto que el estudio dermatológico es en sus 
primeras fases más que nada descriptivo, es decir, que el 
conocimiento de la enfermedad cutánea se basa en el aspecto 
morfológico; eso no quiere decir que nos quedemos sólo en 
la morfología. Después de esta primera fase que nos sirve 
para el diagnóstico de la enfermedad, es necesario conocer 
su base histopatológica, inmunológica, genética; esto es, es 
indispensable tratar de conocer el proceso y sus relaciones 
con todo el organismo; de esta manera el tratamiento será 
lo más apegado posible a su naturaleza.
Como ninguna otra rama de la medicina, el diagnóstico 
está tan a la vista que el que sabe puede reconocer la en- 
fermedad desde la entrada misma del paciente, pero eso 
quiere decir que en la dermatología no se pregunte. Esto que 
parecería un defecto, es una cualidad. Sabemos el diagnóstico 
muchas veces sin preguntar, pero el interrogatorio orientado 
y bien conducido confirma el diagnóstico y da información 
complementaria y muy importante sobre el paciente. Por lo 
menos el dermatólogo sabe muy pronto si su diagnóstico es o 
no acertado, mucho antes que en otras ramas de la medicina, 
y eso ya es un adelanto. 
México tiene de todo; padecimientos del primero, se- 
gundo y tercer mundo, pero sus recursos son de una nación 
en vías de desarrollo. Existen enfermedades universales co- 
mo el acné, vitíligo, psoriasis, lupus eritematoso y los pén- 
figos, el cáncer de piel, pero tiene su patología peculiar de 
país tropical: micosis, leishmaniasis, lepra y enfermedades 
del subdesarrollo, como infecciones, parasitosis y pelagra. 
Como país en camino a la industrialización, padece de 
enfermedades ocupacionales. La iatrogenia dermatológica 
es frecuente y, claro, también se ven rarezas, las finuras que 
ocupan sobre todo los consultorios particulares, la gente 
que no tiene nada o casi nada, pero consulta por snobismo.
Sin embargo, debemos tener en cuenta que la piel es 
el órgano más expuesto y un símbolo de salud y belleza: 
“Corpus sanum im cute pulcra”. Es nuestra “tarjeta de 
presentación” y es, por tanto, comprensible la preocupación 
de las personas por cualquier alteración que afee la piel. 
En el desarrollo de estas “Lecciones de dermatología”, 
poco a poco nos iremos adentrando en los principales 
problemas de la patología cutánea. Primero hemos de revisar 
qué es la piel y cuáles son sus funciones; después cuáles son 
las características de la propedéutica dermatológica y las 
lesionesdermatológicas elementales que nos permiten el 
diagnóstico, así como los procedimientos de laboratorio y 
gabinete útiles en dermatología, y más tarde, entrando ya en 
la patología cutánea, iremos de lo sencillo a lo complicado, 
de lo conocido a lo discutible.
En los últimos años la dermatología ha dejado de ser 
puramente médica para convertirse en médico-quirúrgica, 
Nuevas técnicas de exfoliación (peeling), de rayos láser y 
algunas otras meramente cosméticas han venido a com- 
plementar los conocimientos del dermatólogo moderno, 
que puede ya solucionar pequeños, y a veces no tan pe- 
queños, problemas quirúrgicos de su paciente, como la ex- 
tirpación de algún pequeño carcinoma o la desaparición de 
manchas o cicatrices. En dermatología nos topamos siem- 
pre con la participación de la piel en el aspecto general del 
individuo; es el órgano de la estética y muchas personas 
consultan precisamente porque esta función se altera.
En esta rama de la medicina, como en otras, es mucho 
lo que sabemos y lo que ignoramos; los conocimientos 
cambian en forma muy rápida. Sin embargo, aunque co- 
nociéramos la naturaleza de todas las enfermedades no 
debemos olvidar que cada paciente es distinto y que no se 
puede ni se podrá hacer una buena práctica médica por 
computadora, porque el aspecto humano, el trato al paciente 
y el apoyo que éste busca en el médico, no puede ser satisfecho 
mediante una máquina. Por ello, y por la confianza que pone 
en nuestras manos cada paciente que atendemos, debemos 
esmerarnos en estudiarlo completo, integralmente, en tratar 
de comprender su problema, a veces insignificante para el 
especialista, porque no lo padece, pero muy importante para 
el enfermo, de modo que es preciso tratar de solucionarlo 
sin hacerle daño, sin producir otra enfermedad, dentro de 
nuestras naturales limitaciones.
Termino esta introducción con las palabras que el 
maestro Latapí iniciaba su clase: “La dermatología no es 
más fácil ni más dif ícil que otras ramas de la Medicina, no 
es una especialidad cuando se piensa en la necesidad de 
que el médico general conozca lo más importante de las 
enfermedades de la piel y no pretendemos que se considere 
una gran rama de la medicina, sino una ‘rama grande’, por lo 
extenso del órgano que tiene que estudiar y la importancia 
de las enfermedades que la afectan…”
La piel es una verdadera obra de arte, una pintura, un poema, una canción.
Amado Saúl
La piel es superficie pero expresión de profundidad.
Alfonso Reyes
Tu piel, territorio impaciente, donde la luz se anticipa y degrada.
Antonio Castañeda
La tierra tiene una piel y esa piel tiene enfermedades. Una de ellas es el hombre.
Friederich Nietzche
La piel refleja los rayos del sol que dan la vida.
Amado Saúl
Nada más misterioso que la piel, es estuche que nos arropa y 
resguarda, pero es tela vibrátil que nos comunica con el exterior. 
Es superficie pero expresión de profundidad. Es un aislador per-
meable. Es sensible y sufrida, es aguerrida y melindrosa. Imagen 
del misticismo militante, plumaje indemne entre pantanos, se 
conserva y se entrega, vive en las tentaciones y las reduce a su 
dominio. Es virginidad renaciente como en las huríes orientales. 
Está en la zona tempestuosa donde chocan las corrientes del yo 
y del no yo y es al mismo tiempo accesible y resistente. ¡Cuánta 
contradicción! 
Alfonso Reyes
La paradoja de la piel
La piel —esa cubierta exterior que reviste todo el cuerpo 
y se insinúa en los orificios naturales— no es una simple 
envoltura inerte; más bien se trata de un órgano comple-
jo, anatómico y funcional, indivisiblemente ligado a la fisio- 
logía y patología de todo el organismo. Es un vestido fisioló- 
gico, una tarjeta de presentación, una barrera que separa a 
la persona del exterior, el microcosmos del macrocosmos y 
el límite corporal que marca la individualidad.
Desde el punto de vista de un escultor o un pintor, la 
piel es la esencia misma de la belleza. Basta ver algunas de 
las madonnas de Rafael, el David de Miguel Ángel, la Mona 
Lisa de Leonardo, el Adán y Eva de Durero o las venus de 
Boticelli para percatarse de cómo esos artistas eran capaces 
de, con su arte, dar a la piel diversos matices de color, de tex-
tura, diferentes en el hombre y en la mujer, al punto de que 
casi es posible palpar la piel más fina de Eva. Es increíble lo 
que lograron con sus pinceles y cinceles, al grado de repro-
ducir inclusive la patología cutánea: un rinofima en un cua-
dro de Ghirlandaio o los cojinetes de los nudillos en el David 
de Miguel Ángel.
Los escritores también han entendido a la piel como 
algo misterioso, paradójico; este concepto inicia el presente 
capítulo con el pensamiento de Alfonso Reyes. Paul Valéry 
decía: “nada más profundo que la piel”, en tanto que Grisel-
da Álvarez, poetisa, profesora y exgobernadora del Estado 
de Colima, hizo un bello soneto a la piel: 
Tu piel cautiva, festival del tacto, como llovida en 
plenitud te envuelve, si a veces en follaje se resuelve, 
con la aridez en otras hace pacto. Camino de la seda 
tu contacto, en bengalas de sol se desenvuelve, por-
que termal, magnética, devuelve las corrientes oscu-
ras de lo abstracto. Protectora, absorbente, sensitiva, 
impermeable también, dura en tus manos pedernal, 
del amor iniciativa. Si el pigmento divide a los her-
manos, tú y yo sabemos que la piel cautiva y es por 
la piel que somos más humanos.
Alguien ha comparado a la piel con la mujer, pues en 
todos los idiomas, sea piel, pelle, haut o peau, le antecede 
el artículo femenino (figura 1-1). Es resistente y delicada; 
aguantadora y caprichosa; retadora, pero sensible y noble.
No se han escrito sinfonías a la piel, pero en realidad 
ya es un concierto de color, matices, aspectos que nos per-
mite percibir sus notas variadas, dif íciles, complejas, que 
muchas veces no oímos o no entendemos. Algunas can-
ciones, de hecho, hablan de la piel como el órgano eróge-
no por excelencia, en la cual todo principia y todo acaba: 
“Te llevo bajo mi piel”, “A flor de piel”, “Soy ese vicio de tu 
piel”, “Confundí tu piel nácar con la mañana”, entre muchas 
otras, son ejemplos de letras que vinculan la piel con el 
acto amoroso.
Para un artista o una modelo, la piel representa su mo-
dus vivendi, ya que vive de exhibirla y es el pilar de su ima-
gen, por ello la cuidan tanto —en ocasiones demasiado—.
¿Y qué representa la piel desde el punto de vista de los 
médicos? Para algunos es poco importante, “insignificante 
órgano superficial cuyas enfermedades o no se curan o se 
Amado Saúl | Gabriel Martínez
La pielCapítulo
1
 Figura 1-1 Piel. El órgano más extenso del cuerpo. Límite del 
yo y del no yo.
2 Lecciones de dermatología
curan solas”. Un cirujano plástico la aprecia mucho porque 
con ella trabaja y hace maravillas para devolverle su lozanía 
y textura. Para el alergólogo la piel es el gran órgano de cho-
que, lugar en el que nace la inmunología y donde puede rea-
lizar sus pruebas inmunológicas. Un psiquiatra tal vez piense 
que la piel es un gran espejo donde se refleja la personalidad 
del individuo y sus emociones. Para el dermatólogo, la piel 
es la razón de su existencia, puesto que vive de la piel enfer-
ma y no pocas veces de la piel sana supuestamente enferma.
¡Cuántos significados tiene la piel!
Es importante conocer este órgano en estudio en su 
estado normal para poder comprenderlo en su estado pato-
lógico; por ello, en este capítulo se revisará brevemente lo 
relacionado con su anatomía y embriología, su histología e 
histoquímica y sus múltiples funciones.
Anatomía
Casi no se menciona la anatomía macroscópica de la piel 
en los textos de la especialidad, tal vez porque es evidente, 
pero conviene recordar algunos datos de ella. La piel es un 
órgano complejo (no es un sistema ni un aparato) que for-
ma una extensa capa variable en grosor que cubre todo el 
cuerpo. La extensión del órgano cutáneo es variable según 
la talla y la complexión del individuo. Una persona de 70 
kg quemida 1.70 m, está cubierta por 1.85 m2 de piel, con 
un volumen de 4 000 cm3, 2.2 mm de espesor promedio, un 
peso de 4 200 kg, lo cual equivale a 6% del peso corporal, 
más del doble del peso del hígado y el cerebro. Contiene 
1 800 cm3 de sangre, 30% de la sangre total del organismo. 
Es pues, el órgano más extenso y de más peso y volumen 
del cuerpo, y por ahora insustituible como lo es el hígado 
y el cerebro. No se ha logrado producir piel artificial con 
todas sus funciones, apenas algunas capas de células epi-
dérmicas.
La piel tiene las siguientes características: es lisa, con-
tinua, resistente, flexible, elástica, extensible, tersa, turgen-
te, húmeda, sensual y bella. Por supuesto, estos atributos 
varían considerablemente de persona a persona y aun en la 
misma persona.
Se puede decir que la piel tiene dos caras, la externa 
que expone al exterior y que nos separa del macrocosmos, 
y la interna, unida al organismo, al medio interno, al mi-
crocosmos, de modo que se encuentra sujeta a agresiones, 
tanto del medio externo como del interno. 
Superficie de la piel
La piel no es completamente lisa, presenta entrantes y sa-
lientes, depresiones y orificios. Las eminencias pueden ser 
transitorias como los conos pilosos que se forman por ac-
ción del músculo erector del pelo, dando a la piel el aspecto 
de “piel de gallina”, y permanentes como los rafés, burletas, 
rollos o “llantas”, y los pliegues losángicos (figura 1-2), que 
son surcos de más o menos profundidad que forman di-
bujos sobre la piel, en especial en las palmas de las manos 
y cara palmar de la punta de los dedos (figura 1-3), se les 
llama dermatoglifos y están determinados genéticamente 
de tal manera que pueden asociarse a enfermedades here-
ditarias. Dermatoglifos especiales se han detectado en re-
lación con la enfermedad de Down, epilepsia, y esquizo-
frenia. Con ello se hace realidad el supersticioso hecho de 
“leer la suerte en la palma de las manos”. En realidad quien 
sabe leer estos dermatoglifos sí puede conocer algo del pa-
sado genético, y por tanto, del futuro de esa persona. Los 
surcos en la punta de los dedos se han tomado tradicional-
mente como una útil herramienta para la identificación de 
las personas (huellas dactilares), se dice que no existe una 
huella dactilar igual a otra. Además, esos pliegues, tratán-
dose de las manos, sirven para las funciones de aprensión y 
sensibilidad táctil.
Los pliegues losángicos siguen en general la dirección 
de las líneas de torsión y se concentran a nivel de las ar- 
ticulaciones (pliegues de flexión) e inserciones tendinosas.
Los orificios corresponden a la desembocadura de los 
folículos pilosebáceos ocupados por un pelo y de las glán-
 Figura 1-2 Pliegues losángicos. 
 Figura 1-3 Dermatoglifos. 
2
3Capítulo 1 La piel
dulas sudoríparas. Se calcula que existen más o menos dos 
y medio millones de estos orificios en la piel de una perso-
na adulta.
Grosor
El grosor de la piel varía según las regiones y el estado nu-
tricional del individuo, por ejemplo, en los párpados y en el 
prepucio tiene un grosor de 0.7 a 1 mm, mientras que en 
la espalda, palmas y plantas, el espesor puede llegar hasta 
3 mm.
Color
El color de la piel depende de varios factores. Es fundamen-
tal la cantidad del pigmento melánico que contiene, pero 
influye de manera importante la red capilar, la transparen-
cia de las células epidérmicas e inclusive otros pigmentos 
como la hemosiderina y los carotenos. De la combinación 
de estos factores surgen los matices de colores conocidos, 
desde el blanco lechoso de los pueblos nórdicos hasta el ne-
gro bronceado de los africanos, pasando por la piel amari-
llenta de los orientales y la cobriza y morena de las razas 
indígenas americanas. Hay factores raciales y genéticos que 
determinan el color de la piel.
Además, hay variaciones de color en el mismo indi-
viduo: la piel del tronco, palmas y plantas es más clara, 
mientras que la de las areolas, pezones, escroto, vulva, 
pene es más oscura. También es factible que haya cam-
bios de color con las variaciones fisiológicas de la mujer; 
por ejemplo, durante el embarazo hay aumento de color 
en areolas, pezones, vientre (línea morena del embarazo) 
y genitales.
Complejidad de la piel
A fin de vislumbrar lo complejo que es el órgano cutáneo 
basta mencionar los siguientes datos: 1 cm2 de piel posee 
cinco folículos pilosos, 15 glándulas sebáceas, 100 sudorí-
paras, 4 m de nervios y 1 m de vasos, 5 000 organelos sensi-
tivos y 6 millones de células.
Variaciones de la piel normal
Así como el color varía según la región cutánea, también 
puede haber variaciones en cuanto al grosor, textura y 
aspecto de la piel según los individuos y las regiones del 
cuerpo.
Según el sexo
La piel de la mujer es más fina, delicada, tersa, cubierta de 
un vello fino, aterciopelado. La piel del varón es gruesa, más 
áspera y está cubierta de un vello más grueso. Estas diferen-
cias se notan después de la pubertad, porque la piel del niño 
y de la niña es semejante.
Según la edad
No es igual la piel del recién nacido que la del adolescente 
o la del adulto mayor. La piel del recién nacido es fina, sua-
ve, delicada, de color rojizo. Viene cubierta de una capa de 
grasa y detritus celulares llamada vérnix caseosa que pro-
tege al niño del medio ambiente en su transición entre la 
protectora vida intrauterina y el inhóspito medio exterior; 
esta vérnix desaparece a los pocos días de nacido. Presenta 
también un vello muy fino y abundante, sobre todo, en la 
espalda y hombros, es el lanugo que también desaparecerá 
en pocos días; si permanece más tiempo, ello indica que 
el niño es prematuro. Las glándulas sebáceas del dorso de 
la nariz y de las mejillas están hipertrofiadas, por lo que 
se observan salientes: milium del recién nacido, debido a 
la influencia hormonal materna que puede llegar hasta el 
llamado acné del recién nacido que forma parte del cuadro 
conocido como “pubertad en miniatura” (sangrado mens-
trual de las niñas, salida de leche por los pezones: “leche 
de brujas”, acné) que se debe al paso de hormonas de la 
madre al niño por vía transplacentaria. Este cuadro des-
aparece espontáneamente en pocos días. Es importante 
señalar que el recién nacido presenta, en ocasiones, una 
descamación de su piel que es normal, y su color es entre 
rojizo y amarillento (ictericia fisiológica del recién nacido). 
La piel del recién nacido está hipodesarrollada, la epider-
mis es delgada y con hiperqueratosis, las papilas dérmicas 
están aplanadas y los anexos apenas desarrollados, su pH 
es más alcalino, por tanto es más lábil y fácil de ser agredi-
da (figura 1-4).
Cuando el niño es prematuro, la piel es más suave, más 
delgada, deja transparentar los vasos sanguíneos del tejido 
celular subcutáneo, hay cianosis peribucal y distal, y pre-
senta un aspecto marmóreo por inestabilidad vasomotora. 
Los surcos plantares son escasos o ausentes y hay abundan-
te lanugo persistente. El niño hipermaduro, en cambio, pre-
senta lanugo, la piel está como apergaminada, pálida y con 
descamación abundante.
 Figura 1-4 Piel del recién nacido. 
Lecciones de dermatología4
La piel del lactante y preescolar es menos grasosa que 
en el recién nacido, presenta inmadurez sudorípara que fa-
cilita padecimientos como la miliaria, que es un brote de 
pápulas y vesículas debido a la oclusión del conducto su-
doríparo (sarpullido) (figura 1-5). A esta edad suelen apa-
recer hemangiomas y nevos, así como algunas alteraciones 
genéticas. Conforme el niño crece, la piel pierde más agua y 
sufre las agresiones del medio ambiente: surgen nevos, ve-
rrugas, efélides y diversas manchas producidas sobre todo 
por las radiaciones ultravioleta del sol, gérmenes y virus (fi-
gura 1-6).
Llega la adolescencia y se inicia la producción de las 
hormonas sexuales: estrógenos y progesterona en la mujer 
y testosterona en el hombre. Las dos últimas van a produ-
cir cambios importantes en la piel debido al estímulo sobre 
las glándulas sebáceas:la piel pierde su tersura, se hace más 
áspera, sobre todo en el hombre, que notará la aparición de 
vello grueso, barba, bigote, pelo axilar y pubiano; se hace 
grasosa, sobre todo a nivel de piel cabelluda, cara y tron-
co, notará la aparición de los conocidos barros y espinillas 
(acné) y también se iniciará el funcionamiento pleno de las 
glándulas sudoríparas apocrinas que producirán un sudor 
de olor característico diferente al que se presenta cuando se 
es niño (figura 1-7).
Como a los 25 años vuelve a establecerse un equilibrio 
entre el sebo, el sudor y la piel se pone bella nuevamente: 
suave, con suficiente grasa, no excesiva, y no hacen aún su 
aparición las señales de envejecimiento; a esta edad y a la 
edad de tres o cuatro años puede decirse que la piel pasa 
por sus mejores etapas (eudermia) (figura 1-8). Es un mito 
hablar de la piel de “manzana de la quinceañera”, pues a esta 
edad está muy lejos de ser una piel bella.
A partir de la cuarta década de la vida serán patentes 
las señales de envejecimiento, aunque algunos piensan que 
la piel inicia su envejecimiento dentro de la vida intraute-
rina. En el envejecimiento de la piel entran en juego varios Figura 1-5 Piel del lactante.
 Figura 1-6 Piel del escolar. Figura 1-8 Piel del adulto joven. 
 Figura 1-7 Piel del adolescente. 
Capítulo 1 La piel 5
factores, el principal es el paso del tiempo: cronoenvejeci-
miento y, en segundo lugar, la luz ultravioleta que se reci-
be desde el mismo momento del nacimiento en mayor o 
menor grado: fotoenvejecimiento. También influyen otros 
factores ligados con la herencia: tipo de piel, color (la piel 
blanca se envejece más pronto), los cuidados que se den a la 
piel, los factores nutricionales y el medio ambiente. La piel 
se va secando, pierde poco a poco su elasticidad, se presen-
tan cambios importantes en el tejido conjuntivo (elastosis) 
y la atrofia hace su gradual aparición. La piel del anciano es 
seca, escamosa, adelgazada, casi transparente, deja trans-
lucir los vasos sanguíneos, presenta telangiectasias, nevos, 
verrugas y queratosis, así como cambios de color: hipercro-
mías o hipocromías. Se pierde el vello y el pelo de la cabeza 
(alopecia androgenética), pero en cambio, los pelos de las 
cejas y las vibrisas se hacen más gruesas (figura 1-9). 
Las arrugas hacen su aparición en la cara alrededor de 
ojos (patas de gallo) y boca, se inician entre los 30 y 40 años 
según cada individuo, y progresan en forma continua. Hay 
flaccidez a nivel de los párpados que cuelgan, lo mismo a 
nivel de las mejillas y la papada, y se hacen bolsas que afec-
tan la fisonomía de las personas.
El pelo se torna poco a poco gris y más tarde blanco, 
aunque no debe tomarse la canicie como un signo estricto 
de envejecimiento, ya que hay personas que siendo aún jó-
venes por motivos genéticos presentan canas, de ahí el di-
cho popular “la cana engaña y la arruga desengaña”.
Según la topografía
La piel de los párpados no es igual a la de la planta de los 
pies o de la cara, hay variaciones en cuanto a grosor, color y 
aspecto. Por ejemplo, en la cara existen numerosos folícu-
los pilosos con grandes y lobuladas glándulas sebáceas que 
originan una piel grasosa, brillante, turgente que en cierta 
edad originan lesiones de acné (comedones, pústulas, abs-
cesos). Los párpados tienen una piel muy fina, con poco y 
muy laxo tejido celular subcutáneo, a la vez muy rica en 
nervios y vasos, por lo que con el más mínimo traumatismo 
se edematiza y enrojece, los padecimientos de los párpados 
son muy exagerados y escandalosos (figura 1-10). 
La piel cabelluda tiene numerosos folículos pilosebá-
ceos, así como las zonas pilosas de axilas, pubis, barba y 
bigote, ahí son frecuentes las foliculitis y las micosis. Los 
pliegues son más alcalinos, también muy inervados y de 
piel más fina, las plantas y palmas no tienen folículos pilo-
sebáceos y tienen una capa córnea muy gruesa. La piel del 
pecho es también seborreica y con tendencia a la cicatriza-
ción defectuosa, queloide; en cambio, la piel de las piernas 
es más delgada, vascularizada, sometida a traumatismos y 
presiones venosas, con bajo grado de cicatrización; los pro-
blemas vasculares, las ulceraciones crónicas son ahí muy 
frecuentes. Los pabellones auriculares, las regiones glúteas 
tienen una temperatura inferior, son más frías que el resto 
del cuerpo, ahí se inician las lesiones cutáneas de la lepra, 
porque el bacilo de Hansen prefiere temperaturas frías.
Los órganos genitales externos, areolas, pezones, son de 
color más oscuro, y las palmas y plantas, en cambio, son más 
claras (figura 1-11).
Es evidente que la topograf ía de las diversas enferme-
dades de la piel tiene mucho que ver con todas estas varia-
ciones de la piel normal (figuras 1-12 y 1-13).
Faneras o anexos de la piel
Desde el punto de vista macroscópico los anexos de la piel 
son el pelo y las uñas. El pelo cubre casi toda la superficie de 
la piel, excepto palmas y plantas, labios, pezones, ombligo y 
tercera falange de los dedos de la mano. Es abundante en la 
piel cabelluda, axilas, pubis, cejas, pestañas, zonas de barba 
 Figura 1-9 Piel del anciano. Figura 1-10 Piel de los párpados. 
Lecciones de dermatología6
y bigote en el hombre. La pubertad hace crecer el pelo en 
estas zonas. El pelo es más grueso en el hombre, más fino 
en la mujer y en el niño, más grueso en los individuos de 
raza negra y el que se localiza en pubis y axilas, en tanto 
que es más fino en cejas y pestañas. El pelo puede ser recto 
(lisótrico), rizado (cinótrico) y lanoso (ulótrico).
El pelo de la cabeza crece en promedio a un ritmo de 
1/2 mm/día, 15 a 20 cm por año, en la mujer es más largo. 
Su ciclo vital es de cuatro años en la cabeza y en las cejas 
de 112 días.
El pelo no siempre está creciendo, tiene tres etapas en 
su ciclo vital: la fase anágena, que es un periodo de creci-
miento y dura de dos a seis años; la fase catágena, periodo 
de transición con un folículo inactivo que dura de dos a tres 
semanas, y la fase telógena, que es la etapa del pelo muerto 
que se elimina empujado por el nuevo y dura de dos a tres 
meses. Cada folículo produce unos 20 cabellos en toda su 
existencia y, en un momento dado, en la cabeza de una per-
sona hay 84% de pelo en fase anágena, 0 a 1% en fase catá-
gena, y 14 a 15% en fase telógena.
Esto quiere decir que se pierden diario entre 10 y 30 
pelos, mismos que son renovados, pero en el hombre con 
antecedentes de calvicie, esta renovación va siendo día a 
día menor, lo cual conducirá a la llamada “alopecia andro-
genética” que tanto preocupa al varón. En la mujer esto no 
sucede debido a los estrógenos que inhiben a la pequeña 
cantidad de andrógenos que produce, es bien conocida la 
androgenodependencia de los folículos pilosos; es decir, 
la calvicie masculina es resultado de factores genéticos y 
hormonales, de ahí la dificultad de su tratamiento y pre-
vención.
Las uñas son apéndices córneos que cubren las pun-
tas de los dedos de las manos y de los pies, resto de las ga-
rras de los animales, protegen a los dedos de traumatismos. 
Presentan en su base una zona semilunar llamada lúnula de 
color más claro, y un reborde delgado que une a la uña con 
la piel: la cutícula. La uña en sí tiene tres partes: la raíz, el 
cuerpo o lámina y el borde libre. La raíz está cubierta por 
el repliegue ungueal proximal que en las partes laterales se 
continúan con los repliegues laterales. La lúnula sólo es vi-
sible en el dedo pulgar, en el resto de los dedos está cubierta 
por la cutícula. La cara interna de la uña, en su borde libre, 
se continúa con el hiponiquio, que es un engrosamiento hi-
podérmico subungueal. Bajo el cuerpo de la uña está el le-
cho ungueal ricamente vascularizado que se continúa con 
la matriz de la uña en su extremo proximal. 
Las uñas de las manos tardan en crecer unos 3 mm/
mes, y cuando se pierden tardan en reponerse completa-
mente unos 160 días; en cambio, en los pies este proceso 
es más lento, crecen apenas0.5 mm/mes y se reponen en-
tre 250 a 400 días. También aquí hay variaciones individua-
les, en algunas personas las uñas crecen más rápido que en 
otras. Esto tiene importancia en el tratamiento de algunas 
enfermedades ungueales.
Las uñas y el pelo participan en muchas enfermeda-
des de la piel, y en ocasiones basta ver las uñas para hacer 
un diagnóstico. También participan en diversas patologías 
sistémicas. Figura 1-12 Piel de la planta de los pies. 
 Figura 1-13 Piel de la palma de las manos. 
 Figura 1-11 Piel de la región pectoral. Mamas, areola y pezón. 
Capítulo 1 La piel 7
Estratos epicutáneos
El manto ácido. Sobre la capa orgánica más superficial de 
la piel (que es la capa córnea) existen dos capas superpues-
tas, confundidas en una sola, no visible, pero sí detectable 
y muy importante en la defensa de la piel, es como una mi-
croatmósfera que rodea íntimamente a la persona: el man-
to gaseoso y el manto ácido. El primero está formado por 
una capa de aire más caliente, con más contenido de CO2, 
y vapor de agua resultante de la evaporización del sudor. El 
manto ácido fue concebido por Marchionini, está consti-
tuido por una emulsión agua-aceite en la que intervienen el 
sudor y la excreción lipídica epitelial constituida por ácidos 
grasos libres que derivan de fosfolípidos y ceramidas, gli-
coesfingolípidos y esfingomielina. También hay ácidos gra-
sos libres de cadena larga: colesterol muy hidrof ílico, trigli-
céridos y ácidos grasos insaturados tipo oleico y linoleico 
procedentes de las glándulas sebáceas y de la contamina-
ción ambiental.
El manto ácido contiene también algunos aminoácidos 
producto de la desintegración de la capa córnea.
El manto ácido, junto con el gaseoso, dan a la epider-
mis su acidez, el pH de la epidermis es de 5.5, mientras que 
en la dermis es de 7 a 7.2. Este manto es muy importante 
para la protección de la piel contra bacterias, virus y hon-
gos. En general, la piel de la mujer es más alcalina que la del 
hombre, también la piel del niño es alcalina; la pubertad, al 
hacer funcionar las glándulas sebáceas con producción de 
más ácidos grasos libres, acidifica la piel. También hay en el 
cuerpo zonas más alcalinas: las ventanas alcalinas de la piel 
son: axilas, regiones genitales, palmas, plantas, región um-
bilical, pabellones auriculares.
Clasificación de la piel
La piel descama continuamente; sin embargo; estas finas 
escamas no se ven debido a que se mezclan con el sudor y 
el sebo produciéndose un verdadero y natural cosmético. 
De acuerdo con esta capa que lubrica la piel, se habla cos-
méticamente de seis tipos de piel: eudérmica, grasa, alípica, 
deshidratada, hidratada y mixta. Es conveniente reconocer 
qué tipo de piel tiene cada persona, pues ello influye en la 
patología y en su tratamiento.
La piel eudérmica es una piel lisa, fina, lubricada y hu-
medecida con equilibro en su emulsión aceite en agua; se ob-
serva sobre todo en niños alrededor de los cinco a seis años. 
La piel grasa se ve brillante, untuosa, debido al aumento de 
la secreción sebácea, es común en el adolescente, sobre todo 
en la cara y el tronco, pero hay personas fuera de esta edad 
que presentan este tipo de piel, que por otra parte, si bien 
favorece lesiones de acné, dermatitis seborreica o pitiriasis 
de la cabeza, también resiste más las infecciones, las mico-
sis, las radiaciones lumínicas y se envejece más tardíamente.
La piel alípica es seca debido a falta de secreción sebá-
cea; en cambio, la deshidratada es seca por falta de agua. La 
piel alípica se ve con frecuencia en niños y mujeres de raza 
nórdica, de piel blanca, es una piel frágil, irritable, prurigi-
nosa a la menor irritación con inestabilidad neurovascu-
lar. También puede verse este tipo de piel en las manos de 
personas que usan detergentes o se enjabonan con excesiva 
frecuencia, ya que la sosa de los jabones saponifica los lí-
pidos de la piel y la secan. En cambio, la piel deshidratada, 
que a veces se asocia a la alípica, se observa en personas que 
se exponen demasiado al sol, o en desnutridos que sufren 
un proceso de deshidratación general. En tales casos, la piel 
se ve seca, plegada, escamosa, con marcada persistencia de 
sus pliegues. La piel deshidratada es común en el anciano, 
es decir, el envejecimiento de la piel trae consigo una dismi-
nución importante de sus líquidos.
La piel hidratada puede verse fisiológicamente en los 
niños pequeños, en la mujer en los estados premenstrua-
les y patológicamente en hipertiroidismo y enfermedad de 
Cushing. Se ve en tales casos una piel turgente, pastosa, hú-
meda. La piel mixta reúne características de piel alípica y 
piel grasa, y es frecuente observarla en mujeres que presen-
tan, por ejemplo, piel grasa en el centro de la cara y seca en 
el resto del cuerpo.
Embriología
La piel y sus anexos proceden de dos capas embrionarias 
distintas: ectodermo y mesodermo (cuadro 1-1). El prime-
ro dará origen a la epidermis, los folículos pilosos, las glán-
dulas sebáceas y sudoríparas, las uñas y los melanocitos (fi-
gura 1-14). El mesodermo origina el tejido conjuntivo con 
sus tres clases de fibras, el músculo erector del pelo, vasos 
y células de la dermis: fibroblastos, mastocitos y otras, así 
como a la célula de Langerhans que, hoy se sabe, procede de 
la médula ósea (esquema 1-1).
En el momento de la gastrulación, la primitiva capa 
mesodérmica se adosa a la cara profunda de lo que será la 
epidermis. El primer esbozo de epidermis se puede apreciar 
a la tercera semana de gestación en forma de una hilera de 
células indiferenciadas y llenas de glucógeno llamada peri-
dermo o capa epitriquial. A las cuatro a seis semanas se pue-
de ver otra capa bajo el peridermo, es la germinativa, y a las 
Ectodermo: Queratinocito 
Melanocito (cresta neural)
Folículo piloso
Glándulas sebáceas
Glándulas sudoríparas
Uñas
Nervios, células de Merkel
Mesodermo: Fibras colágenas, elásticas y reticulares
Células de Langerhans
Músculo erector del pelo
Vasos sanguíneos
Fibroblastos, mastocitos, histiocitos
 Cuadro 1-1 Origen embrionario de las estructuras de la piel.
Lecciones de dermatología8
ocho a 11 semanas, una capa intermedia. Todas las células 
muestran una gran cantidad de glucógeno cuyo origen y pa-
pel se discute.
Con el crecimiento del embrión continúa la formación 
de cada vez más capas intermedias y las células muestran, a 
las 12 semanas, mitocondrias, aparato de Golgi bien desa-
rrollado y algunas tonofibrillas. A las 21 semanas aparecen 
los gránulos de queratohialina y se inicia la queratinización. 
Las células del primitivo peridermo se separan y formarán 
con el sebo y el lanugo la vérnix caseosa. 
El pelo inicia su formación a las nueve semanas a ni-
vel de las cejas, labio superior y barba. Los núcleos de la 
capa germinativa se agrupan y las células forman una sa-
liente hacia la dermis llamada germen piloso primario que 
aumenta, día con día, hasta formar el folículo piloso que se 
dilata en su profundidad para formar el bulbo; al mismo 
tiempo, las células mesenquimatosas y los fibroblastos de 
la dermis se agrupan al fondo del bulbo y forman la papila 
pilosa. Las células del primitivo germen piloso se arreglan 
en forma radial siguiendo el eje longitudinal y su posterior 
queratinización inicia la formación del tallo del pelo.
En la pared externa del folículo primitivo se forman dos 
salientes: la inferior servirá para la inserción del músculo 
erector del pelo, la superior crecerá y formará la glándula 
sebácea que puede ser ya diferenciada de las 13 a las 15 se-
manas. En algunos folículos se forma una tercera saliente 
que dará origen a la glándula sudorípara apocrina.
Las glándulas ecrinas se inician a los tres meses en pal-
mas y plantas, y más tarde en el resto del cuerpo. También 
son resultado de invaginaciones epidérmicas.
Las uñas también se forman a los tres meses. Los mela-
nocitos derivan de la cresta neural, al igual que los nervios, 
y se notan ya con pigmento a los cuatro meses; antes de esa 
fechaquizá no permanecen en la epidermis y se confunden 
en la dermis durante su migración de la cresta neural a la 
capa basal de la epidermis.
La dermis procede del mesénquima que forma las fi-
bras colágenas y reticulares que pueden ser ya diferencia-
das al final del tercer mes; las fibras elásticas se forman más 
tarde. Los dermatoglifos se diferencian entre las 13 y 19 se-
manas, fecha en que ya es posible observar pliegues en las 
palmas y huellas dactilares en el embrión.
Las células de Langerhans se originan en la médula 
ósea y emigran a la epidermis y a la dermis, y las células 
de Merkel también se cree derivan del neuroectodermo, ya 
que están ligadas a terminaciones nerviosas y a células de 
Schwan.
Histología
Desde el punto de vista histológico se pueden distinguir 
tres capas: epidermis, dermis e hipodermis o tejido celular 
subcutáneo; bajo esta capa se encuentran la aponeurosis, 
vainas tendinosas y huesos (figura 1-15).
La unión entre la epidermis y la dermis no es una línea 
continua, sino que presenta ondulaciones; la dermis mete a 
la epidermis: tejido conjuntivo, vasos y nervios, son las pa-
pilas dérmicas; entre ellas se insinúan porciones de epider-
mis, son los procesos interpapilares. Es precisamente esta 
ondulación dermoepidérmica y la presencia de las papilas 
 Figura 1-14 Esquema de los estratos cutáneos y sus anexos. 
Peridermo
Intermedias
Germinativa
4 semanas
9 semanas
8 semanas
12 semanas
26 semanas
Peridermo
Peridermo
Glándula sebácea
Intermedias
Germinativa
Esbozo de
folículo piloso
Esbozo 
de glándula 
sebácea
Esbozo del sitio 
de inserción del 
músculo erector 
del pelo
Músculo erector del pelo
Células
mesenquimatosas
Capa 
germinativa
 Esquema 1-1 Embriología de la piel.
Capítulo 1 La piel 9
lo que da lugar al cuadriculado, ese dibujo romboidal que 
presenta la piel y los dermatoglifos.
Epidermis
Es un epitelio poliestratificado formado por células llama-
das queratinocitos originados en la capa más profunda, 
basal o germinativa, merced a un proceso activo llamado 
queratopoyesis, mecanismo de maduración celular que 
conduce a la queratinización, muerte y desprendimiento 
celular (figura 1-16). Este proceso dura en promedio de 15 
a 20 días según las diferentes áreas del cuerpo y cuando se 
altera se producen problemas que se caracterizan por des-
camación excesiva y a destiempo (cuadro 1-2).
La epidermis descansa sobre una fina membrana basal 
claramente visualizable con la técnica de PAS (ácido peryó-
dico de Schiff), y está constituida por cuatro estratos:
1. Estrato basal o germinativo. Está constituido por 
una sola hilera de células cilíndricas, de núcleos basó-
filos, dispuestas perpendicularmente a la dermis, con 
frecuentes mitosis y en constante reproducción. Las 
células basales reciben irrigación e inervación de los 
vasos y nervios de las papilas dérmicas y 50% de la po-
blación, hija de cada división, contribuye al desarrollo 
de la epidermis. De trecho en trecho se observan en 
esta capa células de citoplasma claro que corresponde 
a los melanocitos; sin embargo, otro tipo de células de 
citoplasma claro que se pueden encontrar en este es-
trato en la piel del pezón son las células de Toker, las 
cuales recién se han relacionado con la enfermedad de 
Paget mamaria.
Es en el estrato basal donde se ha identificado la 
localización de las células madre epidérmicas, las cua-
les procuran la regeneración, reparación y manteni-
miento de la piel; otros sitios donde se han identificado 
células madre es en el sitio de anclaje del músculo erec-
tor al infundíbulo folicular y en la base de las glándulas 
sebáceas.
2. Estrato espinoso. Está formado por varias capas de 
células poliédricas, dispuestas en mosaico, que tienen 
como característica especial llevar en su citoplasma 
unas fibrillas de pared a pared llamadas tonofibrillas, 
que a nivel de la membrana parecen condensarse y for-
mar un puente, de célula a célula, llamado desmoso-
ma. Se pensaba que las tonofibrillas pasaban de célula 
a célula a través de estos puentes, pero no es así, y los 
desmosomas están formados por un material electro-
denso que parece condensarse y formar los llamados 
nódulos de Bissosero, de significado aún desconocido. 
Los desmosomas dan cohesión a la epidermis, se ob-
servan en todas las capas, al igual que las tonofibrillas, 
pero son más evidentes en la capa espinosa; cuando se 
destruyen, las células se separan y sufren importantes 
alteraciones, proceso conocido como acantolisis. Las 
células espinosas también se unen a las basales por 
desmosomas y las basales presentan en su cara pro-
funda hemidesmosomas, que sirven para anclarse a 
la dermis. En estos desmosomas se han identificado 
los antígenos involucrados en la etiopatogenia de los 
 Figura 1-15 Imagen histológica de toda la piel.
Epidermis: Córnea 
Granulosa 
Espinosa 
Basal
2-3 
semanas
Membrana basal
Dermis: Papilar 
Reticular 
Profunda
Hipodermis
 Cuadro 1-2 Capas de la piel.
 Figura 1-16 Capas córnea, granulosa, espinosa y basal con 
melanocitos. 
Lecciones de dermatología10
pénfigos conocidos como desmogleínas números 1 y 3 
(véase capítulo 17).
Las células espinosas también contienen estructu-
ras ovales, laminadas, cubiertas por una membrana co-
nocida como cuerpos de Odland, que contienen gran-
des cantidades de lípidos y enzimas hidrolíticas. 
El término de “estrato mucoso de Malpighi” se uti-
liza para definir el conjunto de estrato basal y estrato 
espinoso.
3. Estrato granuloso. A medida que las células se acer-
can a su superficie se aplanan y cambian su dirección, 
de perpendiculares en la capa basal se hacen horizon-
tales en las capas granulosa y córnea, paralelas a la 
superficie. Aparecen dentro de estas células gránulos 
de material basof ílico llamado queratohialina, que se 
piensa es el precursor de la queratina. 
Los queratinocitos contienen diversos tipos de mi-
crofilamentos, como los de actina, tubulina y filamentos 
intermedios, el más importante es la queratina; esta úl-
tima es específica para diferentes tipos de piel y anexos 
(pelo, uñas, piel palmoplantar). Se ha identificado que 
además de su importante función estructural, la quera- 
tina también participa en las señales intracelulares, la 
respuesta al estrés, la apoptosis y la respuesta a heridas.
4. Estrato córneo. Variable en su espesor desde 0.02 has-
ta 5 mm en las plantas, está constituido por hileras de 
células muertas, aplanadas, sin núcleo y llenas de to-
nofibrillas con alta concentración de grupos disulfuro: 
la queratina. Se distinguen dos partes, la más profunda 
o compacta conserva aún los desmosomas, y la más 
superficial (estrato disjuntum), en donde se rompen los 
desmosomas y las células se desprenden.
Es a este nivel donde se encuentra un importante me-
canismo de barrera cutánea: la formación de la envoltura 
cornificada, la cual es impermeable y está constituida por 
diversas proteínas como la involucrina, loricrina, corni-
fina, profilagrina y diversas proteínas de la familia de las 
plaquinas. Junto con diversos ácidos grasos como fosfolípi-
dos, glucolípidos, esteroles y ceramidas, contenidos en los 
cuerpos lamelares (queratinosomas o cuerpos de Odland) 
se contribuye así a la barrera cutánea que mantiene la hi-
dratación de la piel.
A nivel de palmas y plantas existe una quinta capa en-
tre la granulosa y la córnea, es el estrato lúcido formado por 
células de citoplasma claro, que no se colorea y parece ho-
mogénea, sin estructura y cuya función se desconoce.
Unión dermoepidérmica
Con tinciones especiales, pero sobre todo con microscopia 
electrónica, se observa que la unión entre la dermis y la epi-
dermis no es una simple membrana, es mucho más com-
pleja. 
Una lámina basal PAS positiva separa el queratinocito 
basal de la dermis. Hemidesmosomas anclan la membrana 
del queratinocito a la lámina basal y ésta, a su vez, se une a 
la dermis por filamentos de anclaje. La lámina basal mues-
tra una parte electrodensa (lámina densa) y arriba y abajozonas electrotransparentes (lámina lúcida). Este importante 
complejo basal puede ser atravesado por diversas células y 
tiene mucha importancia, pues le da la cohesión necesaria 
a la piel; cuando se altera se presentan problemas graves de 
separación de la dermis a la epidermis (necrolisis epidérmica 
tóxica, epidermólisis ampollosa). En estas capas están pre-
sentes los antígenos que se involucran en dos enfermedades 
ampollosas: el penfigoide y la epidermólisis bulosa adquirida.
Células de la epidermis
Además del queratinocito, que es la célula fundamental de 
la epidermis, hay otras células: el melanocito, la célula de 
Langerhans y la célula de Merkel (cuadro 1-3).
Melanocito
Es una célula dendrítica derivada del neuroectodermo que 
emigra a la capa basal de la epidermis (figuras 1-16 y 1-17). 
También puede encontrarse en el sistema nervioso central, 
en la retina, en el órgano coclear y en el aparato digestivo, 
pero el número mayor está en la epidermis. Se observan de 
trecho en trecho entre las células basales. Estas células re-
ciben el nombre de “células claras de Masson”, sobre todo 
Células de la 
epidermis
Queratinocito 
Melanocito 
Células de Langerhans 
Células de Merckel
Células de la 
dermis
Fibroblastos 
Mastocitos 
Histiocitos 
Escasos polinucleares
 Cuadro 1-3 Células de la piel.
 Figura 1-17 Epidermis. Corneocitos, células granulosas, espi-
nosas, basales. Melanocitos con gránulos de melanina. 
Capítulo 1 La piel 11
cuando se observan en piel no pigmentada, son dopaposi-
tivas y contienen un pigmento oscuro llamado melanina. 
Tienen un protoplasma claro, su núcleo es pequeño, oscuro 
y rodeado por los gránulos de pigmento. Sus prolongacio-
nes dendríticas se insinúan entre los queratinocitos y dis-
tribuyen los gránulos de melanina en la epidermis. La tin-
ción especial que se utiliza es a base de sales de plata o bien 
mediante la técnica de dopa. Se calcula su proporción de 
un melanocito por cada cuatro a 10 queratinocitos basales 
según la topograf ía de la piel.
Con microscopio electrónico es posible ver en el inte-
rior de estas células formaciones llamadas melanosomas, 
donde se acumula la melanina; carecen de tonofilamentos 
y de desmosomas.
Hay otras células que pueden contener pigmento y se 
llaman melanófagos, histiocitos que simplemente toman el 
pigmento y lo llevan a la dermis y los melanóforos que son 
células pigmentadas; sólo se observan en animales de san-
gre fría.
Células de Langerhans
También son células dendríticas, semejantes a los melanoci-
tos, pero sin pigmento y dopa negativas, se evidencian con 
coloraciones a base de sales de oro y se encuentran en núme-
ro variable entre los queratinocitos, y también en la dermis. 
Su núcleo es lobulado, su citoplasma claro, presentan un re-
tículo endoplásmico y un aparato de Golgi bien desarrolla-
do, pero lo característico de estas células es la presencia en 
el citoplasma de formaciones similares a raquetas (gránu-
los de Birbeck) que representan un subdominio del retículo 
endoplásmico donde se acumula la proteína langerina; tie-
nen marcadores de superficie semejantes a los que poseen 
las células del sistema monocítico macrofágico, admitiendo 
receptores para Fc-IgG y C3 que expresan antígenos.
Por algún tiempo se pensó que estas células eran mela-
nocitos degenerados, pero en la actualidad se sabe que son 
células inmunocompetentes derivadas de la médula ósea 
con funciones sobre todo en la hipersensibilidad retarda-
da y en reacciones de la piel a cuerpos extraños, pero tam-
bién parecen participar en otros procesos cutáneos como la 
psoriasis, ictiosis, vitíligo e infecciones de la piel. Aún no se 
aclara del todo el funcionamiento de estas células del siste-
ma fagocítico mononuclear.
Células de Merkel
Son células no queratinocíticas que se han encontrado en 
la capa basal de la piel de mamíferos, sobre todo en piel con 
pelo terminal, áreas táctiles glabras, piel perianal y labial. 
Tienen una función como mecanorreceptores y están invo-
lucradas en la percepción de sensaciones táctiles. Con mi-
croscopia electrónica se ha identificado en su interior una 
gran cantidad de gránulos neurosecretores y la asociación 
de las células de Merkel con terminaciones nerviosas; sin 
embargo, no se ha encontrado transmisión sináptica como 
tal. También se ha determinado la presencia de filamentos 
de queratina en el citoplasma de estas células.
La epidermis se deja atravesar por la desembocadura 
de los folículos pilosos (acrotriquio) y las glándulas sudorí-
paras ecrinas (acrosiringio).
Dermis
La dermis está constituida por un armazón de tejido con-
juntivo: sostén de vasos, nervios y anexos de la piel. Además 
posee estructuras que intervienen en complejas funciones 
relacionadas con el metabolismo, temperatura, defensa y 
cicatrización. Está formada por tres clases de fibras, una 
sustancia fundamental y células. 
Las fibras más abundantes son las colágenas formadas 
por una escleroproteína compleja en cuya formación inter-
viene fundamentalmente la hidroxiprolina y la hidrolisina. 
El colágeno no es una entidad homogénea, está formado 
por diferentes subtipos genéticos del I al VII de acuerdo 
con su morfología, composición y propiedades f ísicas. En 
la dermis predomina el tipo I. Las fibras reticulares y las 
elásticas son menos abundantes y se mezclan con las fibras 
colágenas, pero son sólo visibles con tinciones especiales. 
La sustancia fundamental está formada por mucopolisacá-
ridos que sirve de medio de unión de las fibras, sostiene a 
las células, ya que es el medio donde se realizan las funcio-
nes metabólicas de este tejido.
Las fibras elásticas se observan con coloraciones de or-
ceína y resorcina-fuscina. Son de una a tres micras de diá-
metro, más delgadas en la dermis superficial, y en la dermis 
papilar forman el plexo de fibras elaunina-oxitalán. En con-
junto, las fibras y la sustancia fundamental dan resistencia, 
cohesión y elasticidad a la piel. Se sabe que la fuerza de ten-
sión del colágeno puede ser hasta de 50 kg/mm2, y una tira 
de piel humana de 12 mm de ancho puede resistir un peso de 
10 a 12 kg.
Las células que se encuentran en la dermis en escaso 
número por lo general son de varios tipos: fibroblastos, con 
núcleo fusiforme y son las que producen en sus ribosomas 
las fibras colágenas, reticulares y tal vez las elásticas y la sus-
tancia intersticial; asimismo se conoce que tienen funciones 
de proliferación y migración en respuesta a estímulos qui-
motácticos, mitogénicos y citocinas, y tienen interacciones 
paracrinas y autocrinas. Los miofibroblastos están involu-
crados en la contracción de heridas y en el tejido de granula-
ción. Los histiocitos corresponden a monocitos tisulares de-
rivados del sistema reticuloendotelial o reticulohistiocitario 
con gran movilidad y poder. Los mastocitos o células ceba-
das son muy basófilas, tienen granulaciones en su interior y 
son productoras de histamina, heparina y otros mediadores 
de la inflamación y células derivadas de la corriente sanguí-
nea, siempre en escaso número en condiciones normales: 
polimorfonucleares, eosinófilos, plasmocitos, linfocitos.
La dermis más superficial se llama papilar, es más laxa 
con fascículos delgados, orientados perpendicularmente a 
Lecciones de dermatología12
la epidermis, la dermis media o reticular tiene fibras más 
largas y densas situadas en forma horizontal, y la dermis 
profunda formada por fibras más gruesas, pero de igual po-
sición que la dermis reticular.
En la dermis, en ocasiones pueden verse algunos lo-
bulillos de grasa y fibras musculares, como en la piel del 
escroto, además del músculo erector del pelo que es de fi-
bras lisas.
Hipodermis
Corresponde al tejido celular subcutáneo formado por adi-
pocitos o células grasas que forman lobulillos separados por 
tabiques de tejido conjuntivo. Históricamente, la función 
del tejido adiposo se ha establecido como de insulación y 
amortiguación de traumatismos; sin embargo, en fechas re-
cientes se han determinado

Continuar navegando