Descarga la aplicación para disfrutar aún más
Vista previa del material en texto
100 PrinciPios básicos Los moralistas tradicionales han argumentado que una persona tiene una obligación moral de compensar a la parte lesionada si están presentes tres condiciones:109 1. La acción provocada por la lesión era incorrecta o negligente. Por ejemplo, si al administrar con eficiencia mi empresa vendo más barato que mi compe- tidora y la saco del negocio, no estoy moralmente obligado a compensarla, ya que esa competencia no es incorrecta ni negligente; pero si robo a mi em- pleado, entonces le debo una compensación, o si no tengo el debido cuidado cuando manejo, les debo una compensación a aquellos a quienes lesione. 2. La acción de una persona es la causa real de la lesión. Por ejemplo, si un ban- quero presta dinero a una persona y el prestatario usa este dinero para hacer trampa a otros, el banquero no está moralmente obligado a compensar a las víctimas. 3. La persona inflingió la lesión voluntariamente. Por ejemplo, si lesionó la propiedad de alguien por accidente y sin negligencia, no estoy moralmente obligado a compensar a la persona. (Pero, quizá tengo una obligación legal de hacerlo, dependiendo de cómo determina la ley que se distribuyan los costos sociales de una lesión). Sin duda, las formas más controversiales de compensación son los programas de tra- tamiento preferencial que intentan remediar las injusticias cometidas en el pasado contra los grupos. Por ejemplo, si un grupo racial ha sido injustamente discriminado durante un periodo extendido en el pasado y, como consecuencia, sus miembros ahora tienen las posi- ciones económica y social más bajas en la sociedad, ¿requiere la justicia que los miembros de ese grupo sean compensados dándoles preferencias especiales en los procedimientos de contratación, capacitación y promoción? ¿Este tratamiento sería una violación de la justicia al violar el principio de igual oportunidad? ¿La justicia hace legítimos los porcentajes aun- que esto requiera no contratar a los miembros de las mayorías altamente calificados? Estas son preguntas complejas que no podemos contestar en este punto. Regresaremos a ellas en un capítulo posterior. 2.4 La ética del cuidado En la noche del 11 de diciembre de 1995, a las 8 P.M., una explosión cerca de un calenta- dor de agua cimbró la fábrica de Malden Mills en Lawrence, Massachusetts.110 El fuego se encendió afuera del viejo edificio de ladrillo de la fábrica textil. Atizado por el viento, el incendio destruyó con rapidez tres edificios lesionando a 25 trabajadores, devastando toda la planta y dejando sin trabajo a cerca de 1,400 personas dos semanas antes de Navidad. Fundada en 1906, Malden Mills, una compañía propiedad de una familia, era una de las pocas fábricas de textiles aún en operación en Nueva Inglaterra. Casi todos los fabri- cantes de textiles se habían mudado al sur y después a Asia en la búsqueda de mano de obra barata y no sindicalizada. Sin embargo, el presidente y dueño más importante de la compañía, Aaron Feuerstein, se había rehusado a abandonar la comunidad y a sus trabaja- dores, de quienes decía eran “el activo más valioso de Malden Mills, [...] no un gasto que se puede reducir”. En 1982, al salir de una inminente bancarrota, Feuerstein había reen- focado la compañía al mercado de los textiles más costosos, donde la tecnología del mo- mento y los bienes de alta calidad eran más importantes que los bajos costos. Evitando las telas de margen bajo, como el poliéster liso, la compañía se centró en un nuevo material sintético etiquetado, Polartec, que los trabajadores habían descubierto por prueba y error durante los primeros años de la década de 1980. El nuevo material era lanudo, ligero, caliente; podía eliminar la transpiración y requería las combinaciones precisas de hilos artificiales, con ovillos elevados y rasurados, y tejidos en máquinas especiales inventadas Vela�squez 02.indd 100 24/5/06 08:40:05 (y patentadas) que operaban exactamente a la temperatura, la humedad y la velocidad correctas. Los trabajadores tuvieron que desarrollar habilidades especiales para lograr el tejido y la calidad perfectos. Pronto se reconoció a Polartec como la tela de más alta ca- lidad y tecnológicamente más avanzada disponible para hacer vestimenta de rendimiento exterior. Patagonia, L.L. Bean, Eddie Bauer, Land’s End, North Face, Ralph Lauren, y otros diseñadores de renombre adoptaron el costoso material. Las ventas de Polartec subieron de cinco millones de dólares en 1982 a más de 200 millones en 1995. Con los ingresos adicionales de las telas de tapicería de alta calidad, los ingresos de Malden Mills en 1995 sumaron 403 millones, y sus empleados, que ya eran cerca de 3,200, fueron los mejores pagados de todos el país. Feuerstein, quien con frecuencia proporcionaba ayuda especial a los trabajadores con necesidades especiales, mantenía una política de puertas abiertas con los trabajadores. Sin embargo, a la mañana siguiente al incendio de diciembre, con la fábrica casi en ruinas, los periódicos predijeron que el dueño Aaron Feuerstein sería inteligente y co- braría más de 100 millones que le debían las aseguradoras, vendería los bienes restantes y la cerraría o la reconstruiría en un país en desarrollo, donde la mano de obra era más barata. En lugar de eso, Feuerstein anunció que la compañía reconstruiría la fábrica en Lawrence. Con una decisión que confundió a la industria, prometió que todo empleado que había quedado sin trabajo por el incendio continuaría recibiendo su sueldo completo y las prestaciones de servicio médico, y tendría garantizado su empleo cuando reiniciaran las operaciones en unos cuantos meses. Reconstruir en Lawrence costaría más de 300 millones y mantener 1,400 empleados sin trabajo con salario completo durante tres meses costaría otros 20 millones. “Yo tengo una responsabilidad con el trabajador, tanto con los de la planta como los administrativos”, dijo Feuerstein, “tengo una responsabilidad igual con la comunidad. Poner a 3,000 trabajadores en la calle y entregar un certificado de muerte a las ciudades de Lawrence y Methuen sería no tener conciencia. Quizás en papel nuestra compañía valga menos [ahora] para Wall Street, pero les puedo decir que [realmente] vale más”. El incidente de Malden Mills sugiere una perspectiva de la ética que no capta en forma adecuada los puntos de vista morales que se han examinado. Considere que desde la perspectiva utilitaria, Feuerstein no tenía obligación alguna de reconstruir la fábrica en Lawrence ni de seguir pagando a sus trabajadores mientras no trabajaran. Más aún, localizar las operaciones de Malden Mills en un país en desarrollo, donde la mano de obra es menos costosa, no sólo habría beneficiado a la compañía, también habría pro- porcionado empleo a los trabajadores del tercer mundo que tienen mayor necesidad que los trabajadores estadounidenses. Desde una perspectiva utilitaria imparcial, entonces, se habría producido una utilidad mayor al llevar trabajo a las personas del tercer mundo que al gastar el dinero para preservar los trabajos de los empleados de Malden Mills en Lawrence, Massachusetts. Es cierto que los trabajadores de Malden Mills eran cercanos a Feuerstein y que, a través de los años, habían sido leales y tenían relaciones cercanas con él. No obstante, desde un punto de vista imparcial, el utilitarismo diría que esas relacio- nes personales son irrelevantes y deben hacerse a un lado en favor de lo que maximiza la utilidad. Una perspectiva de derechos tampoco apoyaría la decisión de permanecer en Lawrence ni de continuar pagando sueldos completos a los trabajadores durante la reconstrucción. Sin duda, los trabajadores no podían decir que tenían un derecho moral a que les pagaran mientras no trabajaran. Tampoco podían decir que tenían un derecho moral a que la fá- brica se reconstruyera para ellos. La perspectiva imparcial de una teoría de derechos, en- tonces, no sugiere que Feuerstein tenía obligaciones especiales con sus empleadosdespués del incendio. Por último, tampoco podía argumentarse que la justicia demandaba que Feuerstein reconstruyera la fábrica en Lawrence y continuara pagando a los trabajadores. Aunque los empleados eran el pivote del éxito de la compañía, ésta los había compensado al pagarles salarios generosos durante muchos años. La justicia imparcial no parece requerir que la PrinciPios éticos en los negocios 101 Vela�squez 02.indd 101 24/5/06 08:40:05
Compartir