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Etica En Los Negocios-páginas-58

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114	 PrinciPios	básicos
Virtudes y principios
¿Cuál es la relación entre una teoría de la virtud y las teorías de la ética que se han estu-
diado (teorías de utilitarismo, derechos, justicia y cuidado)? Como lo sugiere el panorama 
general de los muchos tipos de disposiciones que cuentan como virtudes, no hay una rela-
ción sencilla única entre las virtudes y la moralidad basada en principios. Algunas virtudes 
permiten a las personas hacer lo que requieren los principios morales. Por ejemplo, el 
valor nos permite seguir nuestros principios morales aun cuando el temor a las conse-
cuencias nos tiente a hacer otra cosa. Algunas virtudes consisten en presteza para actuar 
según los principios morales. La justicia, por ejemplo, es la virtud de estar dispuesto a 
seguir sus principios. Algunas virtudes son disposiciones que nuestros principios morales 
requieren que desarrollemos. Un ejemplo es el utilitarismo que requiere el desarrollo 
de disposiciones como la bondad y la generosidad que llevan a resaltar la felicidad de la 
gente.
Así, no existe un conflicto entre las teorías éticas que se basan en principios y las teo-
rías éticas basadas en virtudes. Sin embargo, una teoría de la virtud difiere de un principio 
ético en la perspectiva desde la cual enfocan las evaluaciones morales. Una teoría de la vir-
tud juzga las acciones, digamos, en términos de las disposiciones que se asocian con ellas, 
mientras que una ética de principios juzga las disposiciones en términos de las acciones 
asociadas con éstas. Para una ética de principios, las acciones son primordiales, mientras 
que para una ética de la virtud, las disposiciones son esenciales. Entonces se dice que tanto 
una ética de principios como una ética de virtudes identifican de qué se trata la vida moral. 
No obstante, los principios ven la vida moral en términos de las acciones que la moralidad 
nos obliga a realizar, mientras que las virtudes ven la vida moral en términos del tipo de 
persona que la moralidad nos obliga a ser. Una ética de la virtud, entonces, cubre en gran 
parte los mismos fundamentos que una ética de principios, pero desde diferentes puntos 
de vista.
Una ética de la virtud, entonces, no es un quinto tipo de principio moral que debe 
tomar su lugar junto con los principios de utilitarismo, derechos, justicia y cuidado. En su 
lugar, una ética de la virtud completa y aumenta el utilitarismo, los derechos, la justicia y 
el cuidado al ver no sólo las acciones que las personas deben realizar, sino el carácter que 
es necesario que tengan. Entonces, una ética de la virtud adecuada verá las virtudes que 
se asocian con el utilitarismo, las que se asocian con los derechos, con la justicia y con el 
cuidado. Además, verá (y en este respecto una ética de la virtud va más allá de una ética 
de principios) las virtudes que las personas deben tener para seguir sus principios morales 
cuando sus sentimientos, deseos y pasiones las tientan a hacer lo contrario. Verá las muchas 
otras virtudes que los principios de utilitarismo, derechos, justicia y cuidado requieren que 
cultive una persona. Así, una ética de la virtud analiza el mismo cúmulo de aspectos que 
una ética de principios, pero además estudia los aspectos relacionados con la motivación y 
los sentimientos que por mucho se ignoran en las éticas de principios.
2.7 Moralidad en contextos internacionales
Se observó en el capítulo 1 que las corporaciones multinacionales operan en países cuyas 
leyes o decretos del gobierno, las prácticas comunes, los niveles de desarrollo y los sobre-
entendidos culturales en ocasiones son muy diferentes que en sus países de origen. Estas 
diferencias, se argumentó, no proporcionan una justificación adecuada para la teoría del 
relativismo ético. ¿Cómo deben aplicarse los principios morales de utilitarismo, derechos, 
justicia y cuidado en otros países que difieren de tantas maneras de los propios?131
Por ejemplo, las leyes y los decretos del gobierno que los administradores de la Dow 
Chemical Company encontraron que prevalecían en el país de origen de la compañía, 
Estados Unidos, son muy diferentes de los que confrontan en México y otros países 
Repaso breve 2.14
Afirmaciones de la teo-
ría de la virtud
• Debemos ejercer, exhibir 
y desarrollar las virtudes
• Debemos evitar ejercer, 
exhibir y desarrollar vi-
cios
• Las instituciones deben 
promover las virtudes, no 
los vicios
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anfitriones. Los estándares legales que regulan la exposición del trabajador a toxinas en 
el lugar de trabajo y otros peligros son bastante explícitos y estrictos en Estados Unidos, 
mientras que en México son vagos, laxos o no existen. La seguridad de los productos al 
consumidor y las leyes de etiquetado, que requieren controles de calidad cuidadosos, 
pruebas rigurosas de productos y advertencias de riesgo para el usuario terminal en Es-
tados Unidos son muy diferentes en México, que permite niveles de control de calidad 
más bajos, menores pruebas de productos y menos advertencias dirigidas al consumidor. 
Las leyes de contaminación ambiental del gobierno de Estados Unidos son estrictas y se 
establecen en niveles muy altos, mientras que en México virtualmente no existen. Aún 
más, la misma legitimidad de los decretos del gobierno difiere de un país a otro porque 
los gobiernos difieren en el grado en el que en realidad representan las necesidades y las 
aspiraciones de su gente. Aunque el gobierno de Estados Unidos es deficiente en muchos 
puntos, responde en un grado relativamente alto a las necesidades de los ciudadanos es-
tadounidenses. Este no es el caso de los gobiernos de otras naciones, como el gobierno 
anterior de Haití, que era notoriamente corrupto y promovía siempre los intereses y la 
riqueza de un pequeño grupo de la elite del gobierno a costa de las necesidades de la 
población.
Las prácticas comunes también difieren de manera marcada entre las naciones. En 
tanto que todas las formas de soborno del personal del gobierno se consideran incorrectas 
en Estados Unidos, muchas formas de pequeños sobornos del personal de niveles bajos no 
sólo ocurren abiertamente en México sino que son aceptadas universalmente como prácti-
cas estándar, aunque oficialmente causan un enojo confundido. El nepotismo y el sexismo, 
aunque condenados en las compañías en Estados Unidos, se aceptan como algo natural en 
el entorno de algunas empresas de negocios árabes. Los salarios de manufactura de dos 
dólares por hora sin prestaciones se aceptan como práctica común en Jamaica, mientras 
que los mismos salarios en Estados Unidos tienen un promedio cercano a 12 dólares por 
hora más prestaciones.
Las multinacionales con frecuencia operan en países con niveles de desarrollo muy 
diferentes.132 Algunos tienen altos niveles de recursos tecnológicos, sociales y económicos 
disponibles, mientras que los recursos de otros países en éstas y otras áreas están poco 
desarrollados. La sofisticación tecnológica, los sindicatos, los mercados financieros, los 
seguros de desempleo, la seguridad social y la educación pública son amplios en muchas 
naciones desarrolladas, pero casi desconocidos en los países en desarrollo. Dow Chemical, 
por ejemplo, ha sido acusada periódicamente de introducir pesticidas, cuya seguridad de 
uso requiere personal que sepa leer, con acceso a complejo equipo de protección en países 
en desarrollo, donde los trabajadores están mal preparados para manejarlo con seguridad. 
De nuevo, la compañía suiza Nestlé Corporation ha sido acusada de comercializar una 
fórmula en polvo para bebés —cuyo uso seguro requiere un consumidor alfabetizado que 
cuente con suministro de agua potable— en países menos desarrollados donde las madres 
que no leen han usado agua no potable para mezclar y diluir la fórmula, lo que dio como 
resultado que muchos bebés murieran.
Y lo que es más sorprendente, las prácticas culturales de las naciones pueden ser tan 
diferentes queuna misma acción podría significar algo muy distinto en dos culturas dife-
rentes. En Estados Unidos, por ejemplo, se considera una mentira que una compañía pro-
porcione al gobierno estados financieros que establecen menos ingresos que los reales para 
pagar sus impuestos. Pero en algunos periodos de la historia de Italia se aceptaba como 
algo natural que todos los negocios disminuyeran un tercio sus ingresos en su declaración 
de impuestos al final del año. Sabiendo esto, el gobierno automáticamente inflaba un tercio 
las declaraciones de cada compañía y cobraba impuestos sobre esta estimación, más exacta, 
que las compañías estaban dispuestas a pagar. Así, por una práctica cultural que conocían 
tanto la comunidad de los negocios como el gobierno, las compañías italianas en realidad 
no mentían a su gobierno cuando declaraban menos ingresos; lo que parecía una mentira 
para un externo era, en el contexto cultural, una señal entendida del ingreso real de una 
empresa.
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