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114 PrinciPios básicos Virtudes y principios ¿Cuál es la relación entre una teoría de la virtud y las teorías de la ética que se han estu- diado (teorías de utilitarismo, derechos, justicia y cuidado)? Como lo sugiere el panorama general de los muchos tipos de disposiciones que cuentan como virtudes, no hay una rela- ción sencilla única entre las virtudes y la moralidad basada en principios. Algunas virtudes permiten a las personas hacer lo que requieren los principios morales. Por ejemplo, el valor nos permite seguir nuestros principios morales aun cuando el temor a las conse- cuencias nos tiente a hacer otra cosa. Algunas virtudes consisten en presteza para actuar según los principios morales. La justicia, por ejemplo, es la virtud de estar dispuesto a seguir sus principios. Algunas virtudes son disposiciones que nuestros principios morales requieren que desarrollemos. Un ejemplo es el utilitarismo que requiere el desarrollo de disposiciones como la bondad y la generosidad que llevan a resaltar la felicidad de la gente. Así, no existe un conflicto entre las teorías éticas que se basan en principios y las teo- rías éticas basadas en virtudes. Sin embargo, una teoría de la virtud difiere de un principio ético en la perspectiva desde la cual enfocan las evaluaciones morales. Una teoría de la vir- tud juzga las acciones, digamos, en términos de las disposiciones que se asocian con ellas, mientras que una ética de principios juzga las disposiciones en términos de las acciones asociadas con éstas. Para una ética de principios, las acciones son primordiales, mientras que para una ética de la virtud, las disposiciones son esenciales. Entonces se dice que tanto una ética de principios como una ética de virtudes identifican de qué se trata la vida moral. No obstante, los principios ven la vida moral en términos de las acciones que la moralidad nos obliga a realizar, mientras que las virtudes ven la vida moral en términos del tipo de persona que la moralidad nos obliga a ser. Una ética de la virtud, entonces, cubre en gran parte los mismos fundamentos que una ética de principios, pero desde diferentes puntos de vista. Una ética de la virtud, entonces, no es un quinto tipo de principio moral que debe tomar su lugar junto con los principios de utilitarismo, derechos, justicia y cuidado. En su lugar, una ética de la virtud completa y aumenta el utilitarismo, los derechos, la justicia y el cuidado al ver no sólo las acciones que las personas deben realizar, sino el carácter que es necesario que tengan. Entonces, una ética de la virtud adecuada verá las virtudes que se asocian con el utilitarismo, las que se asocian con los derechos, con la justicia y con el cuidado. Además, verá (y en este respecto una ética de la virtud va más allá de una ética de principios) las virtudes que las personas deben tener para seguir sus principios morales cuando sus sentimientos, deseos y pasiones las tientan a hacer lo contrario. Verá las muchas otras virtudes que los principios de utilitarismo, derechos, justicia y cuidado requieren que cultive una persona. Así, una ética de la virtud analiza el mismo cúmulo de aspectos que una ética de principios, pero además estudia los aspectos relacionados con la motivación y los sentimientos que por mucho se ignoran en las éticas de principios. 2.7 Moralidad en contextos internacionales Se observó en el capítulo 1 que las corporaciones multinacionales operan en países cuyas leyes o decretos del gobierno, las prácticas comunes, los niveles de desarrollo y los sobre- entendidos culturales en ocasiones son muy diferentes que en sus países de origen. Estas diferencias, se argumentó, no proporcionan una justificación adecuada para la teoría del relativismo ético. ¿Cómo deben aplicarse los principios morales de utilitarismo, derechos, justicia y cuidado en otros países que difieren de tantas maneras de los propios?131 Por ejemplo, las leyes y los decretos del gobierno que los administradores de la Dow Chemical Company encontraron que prevalecían en el país de origen de la compañía, Estados Unidos, son muy diferentes de los que confrontan en México y otros países Repaso breve 2.14 Afirmaciones de la teo- ría de la virtud • Debemos ejercer, exhibir y desarrollar las virtudes • Debemos evitar ejercer, exhibir y desarrollar vi- cios • Las instituciones deben promover las virtudes, no los vicios Vela�squez 02.indd 114 24/5/06 08:40:10 PrinciPios éticos en los negocios 115 anfitriones. Los estándares legales que regulan la exposición del trabajador a toxinas en el lugar de trabajo y otros peligros son bastante explícitos y estrictos en Estados Unidos, mientras que en México son vagos, laxos o no existen. La seguridad de los productos al consumidor y las leyes de etiquetado, que requieren controles de calidad cuidadosos, pruebas rigurosas de productos y advertencias de riesgo para el usuario terminal en Es- tados Unidos son muy diferentes en México, que permite niveles de control de calidad más bajos, menores pruebas de productos y menos advertencias dirigidas al consumidor. Las leyes de contaminación ambiental del gobierno de Estados Unidos son estrictas y se establecen en niveles muy altos, mientras que en México virtualmente no existen. Aún más, la misma legitimidad de los decretos del gobierno difiere de un país a otro porque los gobiernos difieren en el grado en el que en realidad representan las necesidades y las aspiraciones de su gente. Aunque el gobierno de Estados Unidos es deficiente en muchos puntos, responde en un grado relativamente alto a las necesidades de los ciudadanos es- tadounidenses. Este no es el caso de los gobiernos de otras naciones, como el gobierno anterior de Haití, que era notoriamente corrupto y promovía siempre los intereses y la riqueza de un pequeño grupo de la elite del gobierno a costa de las necesidades de la población. Las prácticas comunes también difieren de manera marcada entre las naciones. En tanto que todas las formas de soborno del personal del gobierno se consideran incorrectas en Estados Unidos, muchas formas de pequeños sobornos del personal de niveles bajos no sólo ocurren abiertamente en México sino que son aceptadas universalmente como prácti- cas estándar, aunque oficialmente causan un enojo confundido. El nepotismo y el sexismo, aunque condenados en las compañías en Estados Unidos, se aceptan como algo natural en el entorno de algunas empresas de negocios árabes. Los salarios de manufactura de dos dólares por hora sin prestaciones se aceptan como práctica común en Jamaica, mientras que los mismos salarios en Estados Unidos tienen un promedio cercano a 12 dólares por hora más prestaciones. Las multinacionales con frecuencia operan en países con niveles de desarrollo muy diferentes.132 Algunos tienen altos niveles de recursos tecnológicos, sociales y económicos disponibles, mientras que los recursos de otros países en éstas y otras áreas están poco desarrollados. La sofisticación tecnológica, los sindicatos, los mercados financieros, los seguros de desempleo, la seguridad social y la educación pública son amplios en muchas naciones desarrolladas, pero casi desconocidos en los países en desarrollo. Dow Chemical, por ejemplo, ha sido acusada periódicamente de introducir pesticidas, cuya seguridad de uso requiere personal que sepa leer, con acceso a complejo equipo de protección en países en desarrollo, donde los trabajadores están mal preparados para manejarlo con seguridad. De nuevo, la compañía suiza Nestlé Corporation ha sido acusada de comercializar una fórmula en polvo para bebés —cuyo uso seguro requiere un consumidor alfabetizado que cuente con suministro de agua potable— en países menos desarrollados donde las madres que no leen han usado agua no potable para mezclar y diluir la fórmula, lo que dio como resultado que muchos bebés murieran. Y lo que es más sorprendente, las prácticas culturales de las naciones pueden ser tan diferentes queuna misma acción podría significar algo muy distinto en dos culturas dife- rentes. En Estados Unidos, por ejemplo, se considera una mentira que una compañía pro- porcione al gobierno estados financieros que establecen menos ingresos que los reales para pagar sus impuestos. Pero en algunos periodos de la historia de Italia se aceptaba como algo natural que todos los negocios disminuyeran un tercio sus ingresos en su declaración de impuestos al final del año. Sabiendo esto, el gobierno automáticamente inflaba un tercio las declaraciones de cada compañía y cobraba impuestos sobre esta estimación, más exacta, que las compañías estaban dispuestas a pagar. Así, por una práctica cultural que conocían tanto la comunidad de los negocios como el gobierno, las compañías italianas en realidad no mentían a su gobierno cuando declaraban menos ingresos; lo que parecía una mentira para un externo era, en el contexto cultural, una señal entendida del ingreso real de una empresa. Vela�squez 02.indd 115 24/5/06 08:40:11
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