Descarga la aplicación para disfrutar aún más
Vista previa del material en texto
FREUD – MÁS ALLÁ DEL PRINCIPIO DEL PLACER (1920) Previo a este libro, en sus teorías sobre la inercia del síntoma, Freud hablaba de una “compulsión de repetición” por la cual el analizante en vez de recordar lo reprimido, lo vivía de nuevo en la transferencia1, lo que daba lugar a que ésta se convirtiera en resistencia. Además Freud reconoció que la libido es primero y ante todo libido del yo, y sólo después se desplaza sobre los objetos. De modo que en este libro da un paso más alla: propone que “más allá del pcipio del placer” lo que funciona es la pulsión de muerte. “Hay en todo ser vivo la tendencia a regresar al estado anterior de no-vivo”; todo ser vivo muere necesariamente por causas internas. “La meta de toda vida es la muerte”. A partir de este libro encontraremos que la libido, como energía de la pulsión sexual, aparecerá como la pulsión de vida que se esfuerza en volver inofensiva esa pulsión destructora derivándola en gran parte hacia el exterior, aunque otra parte de ésta persistirá en el organismo ligada libidinalmente. “Masoquismo primario erógeno”. Así se explica el masoquismo inconsciente, la reacción terapéutica negativa y el sentimiento de culpabilidad de los neuróticos. Todo el funcionamiento psíquico pasa a comprenderse como regido por la pulsión de vida y la de muerte. CAPÍTULO 1 Freud recuerda que hasta ese momento el psicoanálisis considera q los procesos anímicos son regulados por el pcipio del placer; orígen en una tensión displaciente, dirección hacia disminuir esa tensión, que es lo que produce placer. Recurre a Fechner (1873) y afirma que el principio del placer, como la tendencia del aparato psíquico a conservar lo más baja posible, o al menos constante, la cantidad de excitación que existe en su interior, puede considerarse un caso especial dentro del pcipio de Fechner de la “tendencia a la estabilidad”. La noción de placer manejada por Freud refiere a la descarga de tensiones y excitaciones. Aquí se plantea que si existiera el dominio absoluto del pcipio del placer, al menos la mayor parte de nuestros procesos psíquicos tendría que presentarse acompañada de placer, lo cual queda contradicho por la experiencia común. Freud verifica 3 circunstancias que lo impiden: 1) El principio de realidad, 1 Se trata de afectos que habrán estado orientados originalmente hacia los padres, los hermanos u otras personas significativas en la infancia y que en la vida adulta mantienen su presencia y su efectividad psíquica, de modo que es posible transferirlos a escenarios actuales. Freud señala que este fenómeno ocurre de manera completamente espontánea en las relaciones entre seres humanos, pero cobran una relevancia especial en la relación terapéutica, convirtiéndose en su instrumento principal, para el cambio psíquico del analizante. como necesario porque junto al pcipio del placer corresponden a un funcionamiento primario del aparato anímico; gracias al pcipio de realidad aceptamos pacientemente el displacer durante los rodeos necesarios para superar eventuales dificultades hasta llegar a la satisfacción y al placer. 2) El conflicto e/ el yo y las pulsiones sexuales reprimidas. Si éstas consiguen burlar la represión y obtener una satisfacción directa o sustitutiva, el yo percibirá displacer, como sucede con los síntomas neuróticos. 3) El displacer de percepción, de las pulsiones insatisfechas o de la percepción exterior penosa de algún peligro. CAPÍTULO 2 Los síntomas de la “neurosis traumática” (como la neurosis de guerra, relacionada con la Gran Guerra) parecen contradecir al pcipio del placer. Freud dice que esta entidad clínica se acerca a la histeria, la diferencia de angustia, de miedo y de susto, y enfoca la angustia desde su función de defensa: “Después de graves conmociones con peligro de muerte suele aparecer una perturbación: “neurosis traumática”. Lesión del sistema nervioso producida por una violencia mecánica. Signos de padecimiento subjetivo similares a los melancólicos o los hipocondríacos; mayor quebranto de las funciones anímicas. El factor capital de la NT parece ser la sorpresa, sobresalto o susto; y en 2do lugar, que una contusión o herida recibida a la vez actúa en contra de la formación de la neurosis. Susto, miedo y angustia no deben ser usados como sinónimos. La angustia es como la expectación del peligro y preparación para el mismo, aunque nos sea desconocido. El miedo reclama un objeto determinado que nos lo inspire. El susto nos invade bruscamente ante un peligro inesperado para el cual no estamos preparados: acentúa el factor sorpresa. La angustia no puede originar una neurosis traumática, porque en ella hay algo que protege contra el susto y contra el sobresalto”. Freud señala q en los sueños de estos enfermos se repite continua// el suceso traumático, y q esto podría ser por una fijación al trauma como la q sucede en las histerias. Esto objetaría a su tésis de q “el sueño es la realización disfrazada de un deseo reprimido”, porq no podría desearse soñar una y otra vez algo q fue traumático. Quizás suceda q el trauma alteró la función del sueño, o q haya puesto en movimiento las tendencias masoquistas del yo. Freud abandona este tema y salta al análisis de los juegos infantiles. Reconoce que el carácter repetitivo de los mismos parecía contradecir el pcipio del placer. Piensa q esto puede tratarse de una tendencia al dominio, en la q el niño busca dominar activa// la situación antes sufrida pasiva//, o una tendencia a la imitación, o un deseo de venganza contra la madre. Concluye el capi diciendo q la repetición implicada en el recuerdo y en la elaboración de vivencias penosas no tiene por qué ser compatible con el pcipio del placer ni puede considerarse q testimonie tendencias más primitivas e independientes de él. CAPÍTULO 3 Freud explica cómo a lo largo de su trabajo se fue enfrentando con distintas dificultades en su trabajo con los pacientes, y cómo fue elaborando su teoría y su técnica para superarlas. Así descubrió la compulsión a la repetición, por la q los pacientes repiten en la “neurosis de transferencia” sucesos del pasado, y de la vida sexual infantil, que en su momento no les fueron nada placenteros y en su repetición durante la cuna tampoco lo son. Da ejemplos de personas no neuróticas, fuera del psicoanálisis, en los q tmb se ve la misma compulsión a la repetición. Por medio de variados ejemplos considera justificada ahora su hipótesis de q en la vida anímica existe una compulsión a la repetición que va más allá del pcipio del placer, que es más primitiva, elemental y pulsional q el pcipio del placer, y a la que le parece oportuno atribuir los sueños de los enfermos de neurosis traumática y los juegos de los niños, advirtiendo que sólo en raros casos actúa la compulsión a la repetición sin ayuda de otros motivos. Por ej, en los juegos infantiles también se ve actuar una satisfacción pulsional directa q se acompaña de placer. “Mas si en la vida anímica existe tal obsesión de repetición, quisiéramos saber a qué función corresponde, cómo puede surgir y en q relación se halla con el pcipio del placer, al q hasta ahora habíamos atribuido el dominio sobre el curso de los procesos de exitación en la vida psíquica”. CAPÍTULO 4 Freud advierte que “lo que sigue es pura especulación”. Expone un modelo de funcionamiento psíquico en el q señala q la conciencia es tan solo la función de un sistema, Cc. La conciencia se halla en la frontera entre el interior y el exterior, porque procura percepciones de estímulos externos y sensaciones de placer y displacer que provienen indefectiblemente del interior. Todos los procesos excitantes q se desarrollan en los demás sistemas dejan huellas en la memoria, pero no en el Cc porq en ese caso permanecerían siempre conscientes e impedirían la recepción de nuevas excitaciones. En el sistema Cc la excitación no deja huella porque se gesta en el devenir consciente. Diversos sistemas de defensa que se van desarrollando con el tiempo contra las excitaciones. El sistema Cc también recibe excitacionesdel interior p/ las q no dispone de ningún dispositivo protector. Por eso, p/ protegerse de las excitaciones interiores muy intensas, la defensa q emplea es la proyección; las trata como si provinieran del exterior. Freud dsp vuelve sobre el tema del trauma, y lo explica ahora como causado por aquellas excitaciones provenientes del exterior q son tan intensas q atraviesan el dispositivo protector. En esos momentos el pcipio del placer queda fuera del juego, desbordado, q deja paso a una función más primaria q sólo trata de ligar las cantidades de excitación invasoras que originan las sensaciones displacenteras y procurar su descarga. Por ej, en las situaciones del dolor físico, el displacer se debe a la rotura del dispositivo protector en un cierto punto, por el q afluyen las excitaciones continua// hacia el aparato anímico central. Como reacción, acuden de todas partes energías de carga para crear una contracarga, y así se empobrecen los demás sistemas psíquicos. Mientras más cargado está el sistema, más preparado está para acoger las excitaciones exteriores y transformarlas en carga ligada psíquica//, en carga reposo q pueda descargar después. En el orígen de las neurosis traumáticas se deduce que el susto es la falta de disposición a la angustia, q hubiera traído una sobrecarga del sistema antes de recibir la excitación, la q la disposición a la angustia representaría la última línea de defensa contra las excitaciones. Pero advierte que, de todas formas, hasta la disposición a la angustia resulta ineficaz cuando el trauma es demasiado intenso. Finalmente, los sueños de los enfermos de neurosis traumáticas, puede suponerse que con su desarrollo de angustia lo que intentan es el dominio de la excitación, y que ésta constituye una función del aparato anímico más primitiva que el evitar displacer y conseguir placer. En esta ocasión vemos por 1era vez una excepción a la regla de q los sueños son realizaciones de deseos. Los sueños de angustia o de castigo no son tal excepción, porque sustituyen la realización de deseos, prohibida, por el castigo correspondiente; es decir q son la realización del deseo de la conciencia de la culpa, q reacciona contra la pulsión rechazada. Los sueños de los enfermos de neurosis traumática obedecen a la obsesión de repetición, que en el análisis es apoyada por el deseo de hacer surgir lo olvidado y lo reprimido. Los sueños que, por la impresión traumática, obedecen a la obsesión de repetición, son posibles fuera del análisis. Cuando en casos de neurosis de guerra se produce una herida física en el mismo instante del trauma, disminuyen las probabilidades de contraer una neurosis. Esto es porq la violencia mecánica del trauma libera el “quantum” de excitación sexual y porq la herida provoca una sobrecarga narcisista del órgano herido que liga el exceso de excitación. Por esta razón es que las melancolías y demencias precoces mejoran, e incluso a veces se curan, al contraer la padeciente una enfermedad orgánica. En este capi, Freud relacionó la disposición a la angustia con la sobrecarga del sistema p/ enfrentar las cantidades excesivas de excitación, las mismas que en caso de desbordarlo originarían las tensiones displacenteras traumáticas q tendrían q intentarse ligar con la compulsión a la repetición, la manifestación de esa tendencia que propugna más allá, más primitiva e independiente del pcipio del placer. CAPÍTULO 5 Freud se centra en las pulsiones (excitaciones provenientes del interior) y recuerda q no existe ningún dispositivo protector contra ellas, por lo q asimila las perturbaciones a q pueden dar lugar con las neurosis traumáticas provocadas por estímulos externos muy intensos. Los impulsos pasionales parten del inconsciente, donde dominan los procesos psíquicos primarios y la carga libre// móvil. Cuando emanan a las capas superiores del aparato anímico, su carga ha de ser ligada p/evitar una perturbación análoga a la de una neurosis traumática. La 1er misión del aparato psíquico respecto a las pulsiones es la de dominar o ligar su carga de excitación, misión que no se opone al pcipio del placer, pero es indepdte de él y en parte, no lo tiene en cuenta para nada.
Compartir