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Ill 13 210 Cu a l id a d e s d e l e s t il o . Analizar aún más el estilo, y decir cómo ha de ser agra dable o magnífico, es superfluo, pues ¿por qué ha de con venir esto más que la sobriedad y la liberalidad, o cualquier otra virtud moral que haya? Pues que sea agradable el es tilo, lo logrará lo que ya se ha dicho, si se ha definido bien la virtud del estilo (137), pues ¿por qué causa es preciso que el estilo sea claro y que no sea bajo, sino decente? Pues si se habla con prolijidad, no será claro, ni tampoco si breve. Mas es evidente que conviene un término medio. Y lo que se diga resultará agradable si se mezclan bien las palabras corrientes con las extrañas y si hay ritmo y la persuasión que procede de la conveniencia. Hemos tratado sobre el estilo, lo mismo en general para todos los géneros, que en especial para cada uno. Nos que da ahora tra tar de la disposición. E x p o sic ió n y d e m o st r a c ió n . Hay dos partes del discurso, pues es preciso exponer el asunto de que se trata y hacer después la demostración. Por eso es imposible decir sin demostrar o demostrar sin haber expuesto previamente, porque el que demuestra demuestra algo, y el que enuncia algo lo enuncia para demostrarlo. De estas dos partes la una es la exposición, la otra la argumen tación, como también se podría hacer la división diciendo que lo uno es la cuestión y lo otro la demostración ( 138 ). Mas ahora hacen divisiones ridiculas; pues la narración es pro pia sólo del discurso forense; y ¿en el demostrativo y en el deliberativo cómo cabe que haya narración cual la que di cen, o refutación de la parte contraria o epílogo en los dis cursos demostrativos? El exordio, el cotejo de razones, la recapitulación, se presentan a veces en los discursos deli berativos, cuando hay disputa. Y ciertamente, en cuanto 25 30 13 35 1414 b Ill 14 211 son éstos acusación y defensa, muchas veces, mas no en cuanto discurso deliberativo; mas el epílogo no corresponde 5 ni siquiera a todo discurso forense, por ejemplo, si es pe queño, o el asunto fácil de recordar, pues acaece que así se abrevia la longitud. O t r a s p a r t e s d e l d i s c u r s o . Las partes indispensables son, pues, exposición y argu mentación, Estas son las esenciales, y cuando más, exordio, exposición, argumentación, epílogo; porque la refutación de la parte contraria pertenece a la argumentación, y el 10 cotejo de razones es ampliación de las razones de uno mis mo, de modo que es una parte de los argumentos, pues de muestra algo el que tal hace; mas no es éste el fin del pró logo ni el del epílogo, sino que hacen recordar. Será, pues, si alguien distinguiera estás partes, lo que hacían los dis cípulos de Teodoro (139), que separaban por una parte la 15 narración y por otra la postnarración y prenarración, y la prueba y sobreprueba. Es preciso poner un nombre cuando se dice una especie y una diferencia, mas si no, re sulta vacío y huero, como hace Licimnio (140) en su Arle, dando los nombres de «proilación» (141 ) y «divagación» y «ramas». D e l e x o r d i o . 14 El exordio es el comienzo del discurso, lo mismo que el prólogo en la poesía y el preludio en la música de flauta, 20 pues todo esto son preámbulos y como preparación del ca mino para lo que sigue. El preludio en la flauta es seme jante al exordio de los discursos demostrativos, pues cier tamente los flautistas al preludiar, lo que saben tocar bien lo ejecutan como preludio y enlazan con la nota que da el tono, y también en los discursos demostrativos es preciso 25
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