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1 Unidad 1: La Psicopatología Psicoanalítica Freud: 16° conferencia: Psiquiatría y Psicoanálisis En esta conferencia, Freud intenta diferenciar Psiquiatría de Psicoanálisis y definir si son contrarias o no. Para eso, da algunas aclaraciones y, luego, expone un caso clínico que analizará desde la perspectiva de estos dos tipos de conocimientos. Con respecto a las primeras, son numerosas. Freud ya había dado conferencias previamente de fenómenos que son conocidos por todos (sueños, por ejemplo), pero ahora sostiene, dado que va a hablar de un caso neurótico, que deben confiar en él, pues la única fuente de conocimiento que tienen es su palabra, a menos que sean médicos. Esta palabra, dice, está fundamentada en diversa cantidad de casos clínicos con los que él ha trabajado, de forma empeñosa. Y, a pesar de esta circunstancia de que sólo cuentan con lo que les dice a los oyentes, aclara que su postulado no es dogmático, y que no se debe desacreditar el Psicoanálisis por no entender lo que postula. Explica que tiene derecho a estar convencido de sus postulados, pues a tal convencimiento ha llegado por la experiencia ya mencionada. Pero que, a pesar de la seguridad, ha recibido rechazos, los cuales, dicen, no están justificados, y cree que el origen de los mismos está en el hecho de enajenarse bastante de los neuróticos y, por lo tanto, de observar en profundidad. Además, muchos de estos rechazos se han dirigido a concepciones que dejó de mantener, ya que es en base a la experiencia mencionada que ha revisado sus teorías y, en caso de ser necesario, las ha cambiado. A esto podría objetarse que no es confiable alguien que cambia constantemente un sustento teórico, pero que también se le objeta a alguien cuando, frente a la necesidad de cambio, se queda en los sustentos ya establecidos. Así, se guiará Freud por su juicio en función de su experiencia si debe o no realizar algún cambio. Luego de estas afirmaciones, comenta un fenómeno curioso que le pasa con frecuencia en la clínica: cuando hay gente en la sala de espera, al entrar un paciente al consultorio, éste se asegura de cerrar la puerta o espera que se la cierren en caso de ser de clase alta, pero esta actitud desaparece cuando en la sala de espera no hay nadie, como si pensara que nadie aparecería ahí a lo largo de toda la sesión. Además, dice que el nexo entre la impresión de la sala de espera vacía y el dejar abierta la puerta es una acción sintomática que queda fuera de la conciencia de la persona. Deja de lado esta acción sintomática y pasa al caso de una enferma, al cual me referí en el primer renglón de este resumen. Este caso consiste en el de una señora que lleva muchos años de casada con hijos y con buena relación con su esposo. Sucede que tenía una mucama con quien conversaba muchas cosas íntimas. La mucama tenía envidia/odio a una mujer que, siendo de diferente cuna, había progresado mucho más que ella. Y en una de estas conversaciones mencionadas, la enferma le expresó que había recibido en su casa a un hombre que se sabía que le era infiel a su esposa con una mujer joven, y dijo lo miserable que sería para ella enterarse de que su esposo tenía una relación con otra mujer al mismo tiempo. Al día siguiente, recibió una carta anónima y con letra disimulada que le comunicaba que su esposo le era infiel. A tal cosa, la mujer le dio toda la atención, concluyendo que la autora de la carta era la mucama, y que ésta había hecho tal cosa porque la mujer con la que supuestamente el esposo le era infiel a la enferma era esa mujer que la mucama envidiaba/odiaba. La enferma sabía la poca fe que sustentan cartas así, pero igualmente le dio toda la atención. Luego de pedirles explicaciones de su esposo, y luego de haberlas recibido (negó la infidelidad), la mucama fue despedida. Esto permitió que no continuase el conflicto con su esposo. Pero, desde entonces, cada vez que escuchaba el nombre de la mujer con la que supuestamente su esposo le había sido infiel, o que se la encontraba por la calle, se desencadenaba un ataque de desconfianza, dolor y reproches hacia su esposo nuevamente. Este archivo fue descargado de https://filadd.com � FILADD.COM 2 A partir de esto, se compara cómo responde la Psiquiatría y como lo hace el Psicoanálisis: El Psiquiatra ve que es una señorita celosa que impone su síntoma como algo importante, pero que el único fundamento que tiene para creer en la infidelidad de su esposo es la carta anónima. En ejemplos tales como este (los celos no están justificados, pero los siente como si sí lo estuviesen) se habla de “ideas delirantes”. El diagnóstico es un delirio de celos. Estas ideas delirantes son de origen hereditario al menos en este caso, ya que el mundo externo no da sustento a que se den los celos. Freud dice que el Psiquiatra tiene ese límite para el diagnóstico porque no conoce ningún camino que lo haga avanzar. En el Psicoanálisis, hay un desempeño mejor, dice: se descubre que fue ella quien provocó esa carta anónima que sirve de apoyo a su idea delirante, dado que ella fue quien dijo a la mucama lo miserable que sería saber que su esposo le es infiel. Luego de dos sesiones, ella quiere cortar el tratamiento porque dijo que no aparecería más esta idea enfermiza y que ya estaba sana (resistencia a la prosecución del análisis). Pero Freud interpreta, en base a elementos que pudo tomar en las diferentes sesiones, que ella estaba enamorada de su yerno, pero sin ser del todo consciente de esto. Aunque, independientemente de esto, dado que ella sentía tal cosa estando casada, actuaba el mecanismo del desplazamiento: su conciencia moral, en lugar de descargarse para sí, se descarga con su esposo, de tal forma que delira que efectivamente le fue infiel. Reflexiones de Freud con respecto a la interpretación psicoanalítica del caso: la idea delirante deja de carecer de sentido; es necesario su delirio frente a un deseo inconsciente cuando la realidad hace que manifieste resistencia; y que necesariamente de esto se seguiría una idea delirante de celos. Aclara que hay muchas preguntas que pueden hacerse además de las planteadas, que hay problemas en esta situación que no pueden resolverse y que se puede seguir concluyendo sobre el caso Freud no ve una contradicción entre estos dos tipos de conocimiento, independientemente de la variedad de sus explicaciones, frente a este caso. Por eso dice que son los psiquiatras los que se resisten al Psicoanálisis y no la Psiquiatría. El Psicoanálisis es a la Psiquiatría lo que la Histología es a la Anatomía: esta última estudia las formas exteriores de los objetos y la histología estudia su constitución por tejidos y células. Tal complementariedad puede llegar a ser tal que quizás nunca un Psiquiatra podrá explicar un fenómeno en su totalidad si desprecia el Psicoanálisis. En un momento, no estaba permitido disecar cuerpos para estudiarlos por dentro, y parece que un impedimento análogo sucede para con el Psicoanálisis por las consideraciones de los psiquiatras. Es una contradicción que sean considerados opuestos. El Psicoanálisis no tiene intervención para con las ideas delirantes. De hecho, Freud no pudo seguir analizando a la enferma. Pero por eso, dice, no se desestiman las interpretaciones que puedan hacerse. De hecho, está el deber de cultivar la investigación. Además, el Psicoanálisis ha tratado ciertas perturbaciones con éxitos que no pueden ser alcanzados por la Medicina. Este archivo fue descargado de https://filadd.com � FILADD.COM 3 Lávaque, María Fabiana Paradigmas en Psiquiatría El epistemólogo Kuhn define como “paradigma” al conjunto de prácticas que caracterizan a una disciplina científica durante un periodo especifico de tiempo. Afirma que el paradigma es un modelo de ciencia que determina para cada disciplina en un periodo histórico determinado: su objeto de estudio, el método que considerará valido para la producciónde conocimiento científico, el tipo de interrogantes que se formulará, la manera de interpretar los resultados de la investigación científica y cuando se produce una crisis paradigmática. El paradigma de la Alienación Mental Su principal representante es Pinel, quien propone a la “alienación mental” como un objeto de estudio científico, por oposición a la “locura” impregnada de connotaciones filosóficas, religiosas y morales. Esta terminología responde al interés del autor por delimitar el campo de la patología mental, diferenciándolo de otros campos que no son de competencia de los médicos. La medicina mental no se ocupa “ni de la tontería de los hombres, ni de sus debilidades, ni de sus depravaciones, ni de sus valores o deseos fantásticos”. Así produce una ruptura en el campo de las prácticas sociales en relación a los insensatos, al presentarlos como enfermos que necesitan ser curados y no como desviados que merecen ser castigados. Inscribe así en el campo de la práctica médica a la alienación mental considerada como una enfermedad única, que debe ser tratada en instituciones propias y con una terapéutica especifica que es el “tratamiento moral”. Esto deja fuera de su campo de estudio a los fenómenos de la delincuencia y a las frenitis: enfermedades de origen toxico o infeccioso que producen problemas mentales. Pinel reconoce que esta enfermedad puede tomar aspectos levemente diferentes y por eso enumera cuatro subtipos clínicos: manía, delirio melancólico, demencia e idiotismo. Con respecto a las causas de la alienación mental menciona la herencia, los excesos en la forma de vida, las pasiones, la constitución melancólica, la edad critica, los golpes en la cabeza, el exceso de relaciones sexuales. Destaca la absoluta exclusión de causas sobrenaturales. Tiene una concepción materialista según la cual, el cerebro, ocupa un lugar central en sus relaciones con otros órganos del cuerpo y en la relación que se establece entre lo físico y lo moral. Concibe la alienación como un desarreglo cerebral en el que inciden todas las causas mencionadas. Sin embargo, contra la opinión de su época, rechaza las teorías que explican la locura por un daño material localizable por la anatomía patológica. La mente estaría dañada en su funcionamiento y la vía de curación será un tratamiento que consideramos “psicoterapéutico”. Pinel no avanza más allá en la teoría del origen de la enfermedad ni le interesa desarrollar un sistema más extenso. Le importa el ordenamiento de los fenómenos, su exploración y clasificación. Es este el método clínico que le permite fundar el saber positivo de la psiquiatría, un saber eficaz que desemboca en la formulación del tratamiento moral. Apostando a que siempre subsiste algo de razón en el alienado, se lo internará en una institución puramente racional en la que recibirá un trato educador y humanitario. Esquirol, discípulo de Pinel, es el iniciador de la semiología psiquiátrica por su énfasis en el estudio de la caracterización positiva y diferencial de los distintos signos patológicos, contribución que solidifica la utilización del método clínico aplicado al diagnóstico y tratamiento de la alienación mental. El concepto de alucinación queda Este archivo fue descargado de https://filadd.com � FILADD.COM 4 restringido al de percepción sin objeto, mientras que la ilusión es la “percepción alterada de un objeto real”. Esquirol es quien propone además el esquema de clasificación de las alucinaciones en función de los órganos sensoriales (auditivas, visuales, olfativas, etc.) Este paradigma acarrea dos consecuencias: 1) La medicina mental se aleja del resto de la medicina, ya que las demás especialidades evolucionan en ese momento en la dirección de una discriminación cada vez mayor de las enfermedades entre sí. 2) La exigencia de unicidad se extiende al ámbito de las instituciones y de la terapéutica. Los asilos deben recibir únicamente a sujetos victimas de alienación mental y se practicara únicamente el tratamiento moral excluyendo cualquier otra terapéutica. La psiquiatría de este periodo deja planteados una serie de cuestiones y tensiones que atravesarán el campo de la salud mental. - ¿Cuál es la institución apropiada para tratar enfermedades mentales graves y crónicas? ¿Se trata de desmanicomializar? - Problema de la delimitación de la psiquiatría con respecto a campos limítrofes como la neurología o la criminología - Problema de la etiología y consecuentemente el problema de la unidad o multiplicidad de los tratamientos terapéuticos - El paradigma de las Enfermedades Mentales Falret, Bichat, Bayle y Georget promueven la aplicación del método anatomo patológico a la explicación de la enfermedad mental. Asumen que este campo se halla ocupado por varias enfermedades rigurosamente distintas e irreductibles a todo intento de unificación. Este pensamiento suscita entonces tensiones conceptuales alrededor de la causa de la locura, al mismo tiempo que pone en cuestión el alcance del tratamiento moral. Las hipótesis etiopatogenicas coexistirán permitiendo plantear un estadio de crisis paradigmática. Pero en la medida en que el progreso de la psiquiatría pone mayor énfasis en una semiología activa que acentúa lo diferencial de los cuadros clínicos y en el uso del método anatomo-clínico para el estudio de la etiología, esta crisis se resolverá con la caída del paradigma de la enfermedad mental única. Bayle propone considerar que la parálisis y la alienación eran en realidad dos aspectos de un solo proceso patológico causado por las lesiones que él había descubierto. Teniendo en cuenta que los enfermos de parálisis general progresiva eran considerados alienados, se puede apreciar el peso de este descubrimiento y el estímulo que significo para la búsqueda de lesiones anatómicas para todos los casos de enfermedad mental. Este paradigma se caracteriza por un campo psiquiátrico ordenado en una infinidad de especies mórbidas, de la que se deriva una pluralidad de terapéuticas y de instituciones asistenciales, con predominio de tratamientos centrados en lo farmacológico. Este paradigma encuentra su punto de crisis en dos cuestiones relacionadas entre sí. Por un lado, el método anatomo patológico no logra situar las lesiones que operarían como causa de los síntomas, según el programa propuesto a partir de los descubrimientos de Bayle. En segundo lugar, la comunidad psiquiátrica es presa de una colección sin límite de artículos científicos irreductibles que no permiten intercambios, ni comparaciones, ni enseñanzas. Así, por ejemplo, dentro de la clasificación de las alucinaciones propuesta por Esquirol, se suman las falsas alucinaciones, la alucinosis, la alucinación obsesionante, la obsesión alucinatoria, la manía alucinatoria, etc. El paradigma de las grandes estructuras: Neurosis y Psicosis Este archivo fue descargado de https://filadd.com � FILADD.COM 5 El campo de la psicopatología aparece ordenado por la oposición entre estructura neurótica y estructura psicótica, oposición que se construye con el auxilio de conceptos que provienen de diversos campos: el Psicoanálisis, la Gestalt y la Fenomenología, entre otros. Una nueva noción de sujeto comienza a circular en el campo psiquiátrico, produciendo el viraje hacia una nueva concepción de la clínica psicopatológica. Para la psiquiatría de este periodo, el campo de la psicopatología se produce por la intersección entre: - La medicina que contribuye con las bases científicas de la fisiología del sistema nervioso - La psicología que aporta una teoría de la Personalidad Se consolidará así la categoría de las Neurosis en la que se reconocerá la intervención de mecanismos psíquicos operando como causa y la prevalencia del modelo según el cual su resolución no implica una intervención sobre el cuerpo anatómico sino sobre su valor simbólico y singular. La categoría de las psicosis, identificadashistóricamente con lo grave y lo marginal, reingresarán en el campo de las patologías abordables a través de tratamientos que combinan lo farmacológico, lo reeducativo y lo psicoterapéutico, tendiendo a promover la reinserción social y acortar los periodos de internación a lo mínimo indispensable. La Fenomenología, cuyo principal representante es Jaspers, se opone al paradigma de las enfermedades mentales precedentes criticándole el abuso de la semiología y también se sitúa en oposición a la concepción anatomista de la enfermedad mental considerándola un reduccionismo que desconoce lo esencial de lo humano al objetivar el campo de lo subjetivo. Postula que el desciframiento de las enfermedades mentales requiere del Psiquiatra el establecimiento de relaciones comprensibles, más que se relaciones causales. La comprensión implica tanto una dimensión estática como una dimensión genética. Por este procedimiento los fenómenos patológicos son pasibles de significado y comprensión. Freud introduce una nueva perspectiva en las consideraciones etiológicas al aportar una teoría del aparato psíquico, de la que se infiere un sujeto descentrado de la conciencia. Y una nueva perspectiva terapéutica: la cura por la palabra rigurosamente articulada al funcionamiento del aparato psíquico. El psicoanálisis se extiende al campo de la psicopatología infantil produciendo transformaciones técnicas como la inclusión del juego como un lenguaje a partir del cual es posible la intervención analítica. Y esto conduce casi necesariamente a los analistas a incursionar en el campo de la psicosis. De la mano del psicoanálisis se expanden las psicoterapias individuales, el psicodrama, las terapias grupales y familiares; y también se multiplican los ámbitos de prácticas: consultorios, hospitales, manicomios y centros de atención primaria. Pero, además el psicoanálisis penetrará los dominios de otras especialidades médicas (pediatría, gastrología, dermatología, etc.) influyendo tanto en los modos de pensar la relación terapéutica como la etiología de algunas enfermedades históricamente consideradas de origen nervioso. Henry Ey, fundador de la corriente órgano-dinámica en psiquiatría, propone pensar a las enfermedades como desestructuraciones de funciones vitales, en el caso de las enfermedades mentales se trata de la desestructuración del sistema nervioso central, que posibilita en el hombre la organización que hace posible la vida espiritual, relacional e intelectual. Las desestructuraciones pueden ser parciales o globales. Las primeras dan origen a las enfermedades neurológicas, y las segundas a las psiquiátricas ya que representan una patología de la libertad. Lo que resulta afectado es el sistema nervioso central, se desorganiza un sistema jerarquizado de funciones que es el resultado de una historia Este archivo fue descargado de https://filadd.com � FILADD.COM 6 individual. La desorganización del sistema produce efectos negativos; la tendencia será reorganizarse en un nivel de funcionamiento inferior produciendo los síntomas positivos de cada enfermedad. Además, agrega que las desestructuraciones globales pueden golpear la conciencia afectando lo actual del campo perceptivo o la conciencia y la personalidad afectando la organización histórica del sujeto. Se le criticará a Ey intentar armonizar ordenes lógicamente incompatibles, pero se le reconocerá haber producido una nosografía exhaustiva de gran utilidad clínica. Entonces, este tercer paradigma, produce una reorganización de las prácticas clínicas poniendo en un lugar central la atención a las características del sujeto más allá de los datos objetivos de la enfermedad. ¿Crisis paradigmática actual? Actualmente, según numerosos autores, el paradigma de las grandes estructuras se encuentra en un estado de desagregación tal que se puede catalogar a la situación actual como un estado de crisis paradigmática. La revisión de la literatura contemporánea nos permite pensar una serie de factores que determinan la fractura tanto de las categorías diagnosticas como de los modos de tratamiento que de ellas se desprenden: el importante desarrollo de la psicofarmacología a partir de mediados de la década del 60, la progresiva aparición y prevalencia de nuevos constructos clínicos que requieren la puesta a prueba de nuevos dispositivos de abordaje, la caída del modelo del Estado de bienestar y la consecuente mercantilización de la salud en los estados de occidente, etc. Este marco de crisis nos implica porque hace a la práctica y requiere un pensamiento abierto y crítico. Se insinúa desde la década del 80, un nuevo modo de pensar la psicopatología liderado por la Asociación Americana de Psiquiatría, que tendría la pretensión de constituirse en el nuevo paradigma, caracterizado por la des-subjetivación. El autor sitúa que se trata de la reaparición de conceptos de la psiquiatría, propios del paradigma de las enfermedades mentales apoyado en la hipótesis de la causalidad anatomo-fisiológica de los síntomas. Y, a pesar de que este planteo no goza del consenso mayoritario de los clínicos ya que su coherencia interna es discutible, se presenta como una opción. Este nuevo modelo propuesto como paradigma se asienta en tres supuestos: a) Identificación objetiva de los trastornos mentales por via de una descripción “a- teórica” b) Correlación entre cada síndrome así identificado y una fisiopatología cerebral c) Terapéutica de la alteración fisiopatológica propuesta mediante tratamiento farmacológico combinado con psicoterapias cognitivas y cognitivo-conductuales que producen la rápida eliminación de los síntomas El DSM es una herramienta que los psicólogos pueden utilizar para el registro epidemiológico, para dar cuenta de nuestro trabajo ante instancias de auditoria, para la comunicación entre profesionales de distintas especialidades y para describir grupos homogéneos de pacientes dentro de procesos con fines de investigación. Por tratarse de un manual descriptivo es común que se lo utilice en las carreras de grado para enseñar una primera aproximación a la clasificación de los trastornos mentales; pero de ninguna manera constituye una herramienta suficiente para realizar diagnósticos ni tratamientos, ni sustituye a las teorías que operan como referencia en nuestra práctica clínica. Este archivo fue descargado de https://filadd.com � FILADD.COM 7 En el análisis de los epistemólogos de la Psiquiatría, las sucesivas versiones del OSM ganan terreno porque el modelo que plantea es funcional a una serie de intereses externos a la clínica. Tempranamente desde muchos espacios vinculados al ejercicio de la clínica se cuestiona a este manual que representa al pretendido nuevo paradigma. Podemos agrupar estas voces críticas en dos ejes: las que destacan que el DSM adolece de importantes dificultades lógicas en su construcción. Se impugna así la validez de sus constructos, ya que al considerar solo síntomas en un registro descriptivo obliga a formular innumerables diagnósticos comorbidos en el Eje I, puesto que un mismo paciente puede representar simultanea o sucesivamente constelaciones sintomáticas diversas. Esto conduce a una multiplicación diagnostica que carece de toda operatividad clínica para planificar un tratamiento. Por otro lado, las que impugnan su sesgo biologista y el forzamiento en el pasaje del uso estadístico al uso clínico. Por lo tanto, se concluye que este modelo en la actualidad, por su grado de perdida de coherencia interna, tiende a perder vigencia y situarse en tensión con otros modelos explicativos que recuperan la importancia de la subjetividad, sin que ninguno de ellos llegue a constituir un nuevo paradigma consensuado por la comunidad científica. Freud y la Psiquiatría de su época Freud teje sus ideas sobre las neurosis en el marco de una controversia sobre la causa de la histeria, suscitada entre neurólogos y psiquiatras académicosde la Universidad de Paris. El postulado en común para ambos polos de esta discusión es que la patología neurótica tiene necesariamente como soporte una anomalía del sistema nervioso. Pero, por un lado, se sitúan quienes afirman la existencia de lesiones anatómicas localizables en el cerebro. Y, por otro, aquellos que van a centrar la causa en una disfunción que no necesariamente deja huellas localizables en los tejidos. Comenta Freud, en una nota a Charcot, que la histeria era una patología desacreditada y que este descredito se hacía extensivo a quienes intentaban su curación. Pero que esta situación sufrirá un vuelco con la decisión de Charcot de ocuparse de la investigación de los fenómenos histéricos. Dirá que este gesto de Charcot devuelve a las histéricas su dignidad de enfermas en contraposición al estigma de simuladores, comparándolo así con aquel gesto inaugural de Pinel liberando a los locos de sus cadenas. Charcot considera a la histeria una enfermedad neurológica, pero se sitúa entre aquellos que buscan nuevas explicaciones para aquellos aspectos que el método anatomo clínico dejaba sin resolver. Sitúa la etiología de la histeria en la herencia, por lo tanto, esta neurosis constituía una forma de degeneración. Pero, sostiene una teoría según la cual la histeria se podría remitir a anormalidades fisiológicas no localizables en la estructura de los órganos del sistema nervioso central, planteando un paralelismo con patologías como la anemia o las isquemias que no dejan huella en los tejidos. Plantea así la idea de “lesión dinámica” como determinante del sufrimiento histérico. Su aporte clínico va a permitir que se ponga de manifiesto el carácter fundamental de los síntomas histéricos despojándolos de toda relación con la simulación. Estos síntomas se presentan para el sujeto que los sufre como un fenómeno automático, que tiene que soportar pasivamente de la misma manera que se soportan los síntomas de cualquier trastorno orgánico. Charcot decide aplicar al estudio de la histeria, la metodología que le había dado exitosos resultados en la investigación de la enfermedad de Parkinson y la esclerosis múltiple. Este método, denominado nosológico, apunta a la constitución de un “tipo”, que es la forma más completa de presentación de una enfermedad en la que se agrupaban todos los elementos nosológicos posibles. Una vez constituido el tipo, Este archivo fue descargado de https://filadd.com � FILADD.COM 8 podemos descomponerlo y reconocer formas incompletas o rudimentarias de presentación de esta misma enfermedad. Un problema que inquietaba a Charcot, era la delimitación del diagnóstico diferencial entre la histeria y epilepsia. Se trata de la presentación de una enferma de histeria ante el grupo de estudiantes que asistían a sus lecciones. La paciente padece de una persistente contractura de un pie. Charcot explica que en su experiencia se puede provocar un ataque y este hace desaparecer la contractura, y que el ataque puede ser tanto provocado como detenido a partir de la maniobra de comprimir alguno de los puntos histero-génicos que la paciente presenta. Describe su desconcierto inicial al hacerse cargo de la sala de los convulsivos en la que se confundían epilépticos e histéricos. La observación le permite descubrir regularidades y describir el tipo de la gran histeria caracterizada por ataques que siguen una secuencia: 1. Fase epileptoide 2. Fase de los grandes movimientos 3. Actitudes pasionales 4. Periodo terminal Presentada esta caracterización, Charcot advierte que no se trata de una sucesión de ataques sino de un ataque que se desarrolla. “El periodo epileptoide puede faltar, y el ataque comenzar bruscamente por los grandes movimientos. A veces pueden faltar los grandes movimientos y entonces todo comienza con las alucinaciones y el ataque sobreviene enseguida. Existen unas veinte variables, pero si conocen la clave reconstruirán rápidamente en la mente el tipo correspondiente, y también reconocerán que, a pesar de la inmensa variedad aparente de fenómenos, se trata siempre del mismo. Así la histeria, como cualquier otra enfermedad, obedece a reglas, a leyes que un observador atento puede identificar. Charcot se describe a sí mismo como un fotógrafo que describe lo que ve. La clínica psiquiátrica se presenta entonces como una “clínica de la mirada” en la que el clínico es un observador externo al objeto, el método es compartido con todo el resto de las especialidades médicas, el ideal de cura es la eliminación del síntoma, el saber está en el medico, la relación médico-paciente es asimétrica y el tratamiento se verá favorecido si entre ambos hay un buen “rapport”. Freud, produciendo una ruptura epistémica desarrollará una teoría del sujeto que se constituye en soporte de otra clínica. Una “clínica de la escucha”, en la que el clínico ya no es un fotógrafo sino un buscador, un develador de relaciones que no están a la vista. Lávaque, María Fabiana Vigencia de la psicopatología freudiana Se considera al DSM como un nomenclador. Las críticas a la validez del DSM, no provienen del campo del psicoanálisis sino de la Psiquiatría. La psiquiatría se constituye como un capítulo de la medicina, es decir, aspira a legitimar su saber utilizando el mismo método que todas las demás ramas de la medicina. Aquí Freud reconoce el inmenso legado de la psiquiatría en cuanto a la construcción de categorías para ordenar y pensar el campo de la enfermedad mental, al mismo tiempo que produce una ruptura epistemológica con su modo de pensar al síntoma. Para la medicina el término “síntoma” es el signo de una disfunción o la manifestación de una enfermedad que se espera resolver, eliminar. El aporte freudiano es considerar esta manifestación como una formación del inconsciente, sentido ignorado por el sujeto, e indica un conflicto que el mismo padece. Se sabe de su padecimiento, pero no de sus razones. Indica una formación de compromiso entre deseos inconscientes Este archivo fue descargado de https://filadd.com � FILADD.COM 9 contradictorios, pero también da cuenta de una elaboración simbólica, y es por lo tanto el resultado de una elaboración psíquica singular. El síntoma tiene una doble cara, de satisfacción y de padecimiento. Está ligado a una satisfacción inconsciente, que, sin embargo, un sujeto vive como malestar. Entonces, vamos a diferenciar “diagnosticar” de “clasificar”. Clasificar supone incluir un caso o un sujeto en particular dentro de un tipo o clase general. La operación de clasificar implica reconocer lo que existe de común en objetos diversos. Diagnosticar es una operación que supone la clasificación, pero va más allá. Supone la puesta en práctica de un análisis psicopatológico bien fundamentado. Este modo de entender lo psicopatológico se va articulando con el concepto de “cura” de Freud. Este modelo freudiano, que incluye la escucha de la dimensión de lo singular del sufrimiento de cada uno, implica considerar que el síntoma presta un servicio, tiene una función en la estructura. Es la consecuencia necesaria de la operatoria de constitución del psiquismo. Esto conducirá a la psicopatología psicoanalítica a dejar de pensar la histeria, la obsesión, la paranoia, etc. En términos de enfermedades mentales contingentes, accidentales, evitables. Y, en cambio, postulará la hipótesis de las estructuras subjetivas: neurosis, perversión, psicosis. Ahora, destacamos la relación lógica entre constitución del psiquismo y producción de subjetividad. Para dar cuenta de la operatoria de constitución del psiquismo contamos con una serie de modelos teóricos de Freud y Lacan, como el complejo de Edipo o Castración. Sin embargo, a esta dimensión hay que articularla con las condiciones de producción de subjetividad entendidas como los modos históricos y sociales característicos de una cultura. Así reconocemos por un lado condiciones estructuralesque son invariables, y condiciones de producción de subjetividad que son variables. Ambas se articulan en el síntoma. Por eso, decimos que el síntoma cobra una forma simbólica, tiene una envoltura formal, es decir, se construye con los significantes que ofrece cada cultura. La vigencia de la psicopatología freudiana reside en el modo de poner en relación estas dos dimensiones para explicar el “pathos”. Este es un problema central y hace a una de las grandes preguntas de la psicopatología; la pregunta por las causas. Se propone la vigencia de la psicopatología freudiana en cuanto constituye una teoría de la subjetividad capaz de investigar y explicar los diferentes modos de sufrimiento psíquico, como de proponer para ellos un tratamiento posible. Freud, definió al psicoanálisis en 1923 como: - Un método para la investigación de procesos anímicos - Un método terapéutico basado en estas investigaciones - Un conjunto de conocimientos que van constituyendo una nueva teoría. Este archivo fue descargado de https://filadd.com � FILADD.COM 10 Álvarez José María Estudios sobre las psicosis Capítulo I: Nuestra psicopatología 1. Nuestra psicopatología: una combinación de pathos y ethos Hoy día el pensamiento psicopatológico está en crisis. Con algunas excepciones, los grandes modelos de pensamiento psicopatológico han ido cayendo uno tras otro. La reflexión sobre el pathos ha cedido terreno frente a la simplicidad de esquemas operativos, árboles de decisión y criterios diagnósticos. De resultas de esta simplificación, la connatural trabazón entre la psicología patológica y la general se ha roto. Como si se tratara de dos ámbitos separados, la transición de lo normal a lo patológico se pretende establecer en término cuantitativos, con lo que la arbitrariedad se impone al rigor. El psicoanálisis, la fenomenología, la nosología clínica o el órgano- dinamismo, por citar algunas, son visiones de conjunto que permiten acercarnos a realidades de la clínica y que la clínica misma matiza y corrige de continuo. Desde esta perspectiva, los grandes modelos de pensamiento psicopatológico no son duros sino dúctiles, no son majestuosos sino humildes, puesto que, ávidos de mejora, prestan más atención a lo que les desmiente que a lo que les confirma. Como se sabe, los modelos mejor fundamentados y los dotados de mayor proyección son los que se inspiran de manera directa en la clínica, la enriquecen y admiten ser corregidos por ella. La crisis del pensamiento psicopatológico se traduce además en la confusión que reina en torno a algunos conceptos principales de la disciplina, como enfermedad mental', 'trastorno', ‘neurosis', 'psicosis', 'esquizofrenia', 'depresión', etc. Tan depauperada está la psicopatología que se la reduce a mera semiología o incluso se la confunde con ella. Eso sucede cuando se considera que las taxonomías internacionales son manuales de psicopatología o cuando algunas monografías ad hoc se limitan a exponer y comentar listas de signos morbosos sin enlazarlos mediante una teoría. Obras de este tipo ofrecen un panorama de la experiencia subjetiva hecho de retazos y de alcance parcial. Algunos modelos psicopatológicos pretenden limitar su enfoque a la conciencia, al «acontecer psíquico realmente consciente», como escribió Jaspers en Psicopatología general. Quizás sería más fácil así, pero en ese caso no estaríamos hablando de la condición humana. La psicopatología de la que se habla en esta obra comprende las variadas manifestaciones del malestar psíquico, las distintas formas de sufrimiento y de goce insoportables, así como el conjunto de dolencias y alteraciones que afectan al sujeto. Si el corazón de esta disciplina se sitúa en el pathos subjetivo y en sus modalidades particulares, sus lindes se extienden hasta los dominios de las enfermedades del organismo de las que se ocupa la medicina y la profundidad de su análisis no se detiene en la cáscara yoica ni se limita a la epidermis de la conciencia. Así enfocada, la psicología patológica conjuga la escucha y la observación de las manifestaciones morbosas con una teoría capaz de explicarlas, tanto en su dimensión particular (caso por caso) como general (tipos clínicos), tanto desde una perspectiva elástica o discontinua como desde otra estructural o categorial. La psicopatología se sostiene en dos pilares: el pathos y el ethos. A las distintas modalidades de malestar que acabo de apuntar hay que añadir la condición ética, la cual atañe a la responsabilidad y a la decisión de cada sujeto, condición siempre presente en el ámbito de la psicología patológica. Aunque ambos pilares deben diferenciarse, cualquier manifestación clínica puede considerarse una combinación de pathos y ethos. Este archivo fue descargado de https://filadd.com � FILADD.COM 11 2. Una larga historia Si se admiten estos dos pilares, los orígenes de esta psicopatología se remontan al periodo germinal de nuestra cultura y se sitúan en la confluencia de la filosofía moral y la medicina hipocrática. Desde este punto de vista, las problemáticas clásicas relativas al pathos – especialmente estudiadas por Cicerón- se reaniman con la reflexión desplegada por Freud. Aunque más de dos milenios separan a éste de Antifonte (el primero en proponerse públicamente para curar el desánimo mediante la palabra), una línea continua une esas dos épocas y visiones, al menos en lo tocante al uso terapéutico de la palabra, a las posiciones éticas frente al malestar y a la responsabilidad subjetiva. Según lo dicho, esa línea recorre una amplia trayectoria que parte de la especulación clásica sobre las pasiones, las enfermedades del alma y las propuestas para remediarlas, resurge con Pinel y el alienismo en los albores del siglo XIX, y es reavivada por Freud con su clínica, en la que de nuevo se mezclan materiales provenientes del pathos y el ethos. Al tratar de esclarecer la quintaesencia del deseo y el goce, y al ocuparse de las dificultades que les son connaturales, el psicoanálisis se aproxima a la función que antaño asumiera la filosofía moral. Por tanto, en lo relativo a la responsabilidad subjetiva en la contracción y también en la curación de las heridas del alma, las obras Cicerón, Pinel y Freud componen un discurso articulado. 3. El lenguaje La psicopatología clásica atribuye al lenguaje un papel preponderante en la expresión de las alteraciones mentales. Sin embargo, reducir el lenguaje a mera manifestación de un desorden es limitar su poderío y desconocer su verdadera naturaleza. Porque el lenguaje no es sólo instrumento o medio de comunicación. Quizás este cometido resulta irrelevante si se tiene en cuenta que el lenguaje es lo que nos conforma como somos. De manera que, si el lenguaje es la materia del alma, cualquiera de los trastornos anímicos que analicemos serán el resultado de una alteración específica del lenguaje. Por tanto, las relaciones entre el sujeto y el lenguaje se sitúan en el centro mismo de la psicopatología. En ese centro brilla el parlétre o «hablanteser» y desde ahí se irradian cualesquiera de las manifestaciones clínicas. Sobre las relaciones del sujeto y el lenguaje, las alucinaciones verbales tienen mucho que enseñarnos. Al estudiarlas se observa con claridad el desplazamiento de lo ilusorio a lo esencial, de lo patológico a lo constitutivo. Pues si algunos de los primeros alienistas vieron en las alucinaciones auditivas el signo por excelencia de la locura, a medida que se profundizó en el conocimiento de ésta, el lenguaje mismo se fue vislumbrando más como causa que como consecuencia. De resultas de seguir las pesquisas de las alucinaciones verbales se llegó, a principios del siglo XX, a la descripción de lo que nosotros llamamos xenopatía, es decir, la experiencia morbosa resultante del dominio del lenguaje sobre el hombre. La cosa sin embargo no termina ahí. Lacan ha mostrado de múltiples maneras quela xenopatia constituye la esencia de lo humano. De ahí que también a través de la vía de las alucinaciones verbales se confirma el punto de vista según el cual el lenguaje es el soplo que vivifica la condición humana y los desarreglos de esa condición llevan necesariamente su impronta. 4. Del signo al síntoma Siguiendo una orientación historiográfica y clínica, cuanto acabo de apuntar da soporte a un enfoque de la psicopatología que conjuga tres perspectivas distintas, simultáneas y complementarias, como si se tratara de tres lámparas que iluminan un mismo objeto. Según este modelo tripartito, la primera perspectiva deriva de la semiología clínica y se Este archivo fue descargado de https://filadd.com � FILADD.COM 12 limita a analizar los signos y los fenómenos observables en todos sus detalles y particularidades; la segunda trasciende la fría objetividad del mundo de los signos y se adentra en la subjetividad de los síntomas y de las experiencias singulares de cada quien; la tercera, también de índole subjetiva, se ocupa de esclarecer la función del síntoma con vistas a poner en evidencia el servicio que desempeña. Los tres órdenes descritos son enfoques que se complementan. Sin la concurrencia de todos ellos es difícil concebir un análisis psicopatológico bien fundamentado. Cuando nos encontramos, por ejemplo, ante un sujeto de facies perpleja, musitante, que se tapa la boca y ríe sin motivo, sólo por esos detalles de su aspecto lo suponemos alucinado, en concreto dominado por alucinaciones psicomotrices verbales. Observar su mímica, escudriñar sus bisbiseos por si coincidieran con lo que dice estar escuchando, averiguar si existe un trasfondo persecutorio y analizar sus palabras en el contexto de su historia subjetiva, son aspectos de un tipo de indagación propia de la semiología, cuyos pormenores pueden orientarnos acerca de la estructura o tipo clínico. Aunque esta información resulte fundamental en el plano objetivo, lo que nos aporta de la singularidad de ese sujeto es escaso. Si pretendemos adentrarnos en la morada de la subjetividad, la puerta se abrirá al analizar lo genuino que comporta esa experiencia para ese sujeto. Pues, aunque se asemeje a muchos otros alucinados, a buen seguro se diferencia de todos ellos por lo que su voz le dice y le aporta, para bien o para mal, y por lo que hace con ella. Signo, experiencia y función del síntoma son, por tanto, los tres enfoques de un modelo de análisis psicopatológico aplicable al conjunto de las manifestaciones morbosas, las tres lámparas que iluminan a la vez la trayectoria que va de lo objetivo a lo subjetivo y de lo universal a lo particular. 5. Problemas de hoy y de siempre: naturaleza y fronteras de la enfermedad mental La psicopatología no es una ciencia. No lo es puesto que, se quiera o no, nos obliga a decidir acerca de la naturaleza y las fronteras de la enfermedad mental. Que no sea ciencia no quiere decir que carezca de rigor o que peque de arbitrariedad. La solidez y firmeza de los modelos de la psicología patológica no reside en su adecuación a la metodología de la ciencia, sino en su potencial interpretativo y resolutivo. Soy de los que piensa que en el ámbito psíquico ese tipo de metodología es más rémora que guía. Debido a nuestra formación y a los ideales imperantes en esta época, aquello a lo que se atribuye de inmediato el calificativo de científico parece ganar en veracidad. Hay que estar todos los días a pie de obra, esto es, hablando con los enfermos, para conocer la estrechez de miras que comporta el método científico en la clínica mental. Ufanarse de la ciencia en nuestro ámbito sonroja a los auténticos practicantes de ese tipo de conocimiento, sin duda muy útil en lo tocante a la naturaleza. Con respecto a la sustancia, esencia o naturaleza de la enfermedad mental, la elección que se plantea implica pronunciarse sobre si la enfermedad mental es una construcción discursiva o un hecho de la naturaleza. Con relación a los límites y fronteras, nos aboca a su vez a interrogarnos sobre las relaciones entre lo uno y lo múltiple, o, en otros términos, entre lo continuo y lo discontinuo. La elección sobre la primera cuestión divide en dos grandes grupos a quienes toman partido. Para unos, la materia de su indagación se situará en el terreno de las ciencias de la naturaleza y el objeto a estudiar será, en buena lógica, una persona enferma cuyos determinantes mayores le son ajenos puesto que se ponen en marcha al dictado del organismo en el que habita, es decir, sin contar con él. Este tipo de elección contribuye a desplazar el peso de la acción clínica hacia la enfermedad, de tal manera que cuanto más se abunda en tratamientos y cuidados más se invalida a la persona. Este archivo fue descargado de https://filadd.com � FILADD.COM 13 La otra elección, la que prefiere ver las enfermedades mentales como construcciones discursivas, siempre revisables y sujetas a cambios sociales y culturales, se interesa más por la persona que por su enfermedad. De hecho, considera que la enfermedad psíquica no se puede separar del sujeto, puesto que este participa en su causa tanto como en su remedio. De estas elecciones, a las que cabe calificar de ideológicas, derivan dos concepciones psicopatológicas asintóticas: la psicología patológica, en cuyo centro se sitúa el pathos y el ethos, y la patología de psíquico, en la que el organismo enfermo arrastra al viviente que lo habita. El segundo de los problemas de hoy y de siempre concierne a lo uno y lo múltiple, lo continuo y discontinuo. ¿La locura o psicosis es una o es múltiple? ¿La esquizofrenia es una enfermedad distinta de la paranoia? ¿La neurosis y la psicosis son categorías excluyentes, estructuras clínicas o enfermedades independientes, o entre ellas hay una continuidad? ¿El delirio sensitivo de Kretschmer puede dar acomodo a sujetos neuróticos y a otros verdaderamente delirantes? ¿Puede haber locuras o psicosis sin manifestaciones clínicas? ¿Existan locuras lúcidas y psicosis razonantes? Preguntas de este tipo han sido habituales a lo largo de la historia de la psicopatología. En el momento actual se han reanimado con la publicación del DSM-V y con la última teoría de Lacan centrada en el sinthome, perspectivas ambas muy distintas pero que coinciden en una visión clínica de tipo continuista o elástico. En realidad, lo uno y lo múltiple, lo continuo y lo discontinuo, constituyen el marco y los límites de nuestro pensamiento psicopatológico. De ahí que la historia de la psicopatología pueda leerse como los movimientos pendulares que van y vienen de uno a otro polo. Salvo propuestas como las nuestras -la de Fernando Colina y la mía-, lo más habitual es que se considere incompatible lo continuo y lo discontinuo, lo uno y lo múltiple. La consideración de la que aquí me hago eco echa mano de ambos extremos y los considera en todos los análisis, sabiendo que ciertos casos clínicos se adecuan mejor a uno que a otro, sabiendo también que en algunos casos excepcionales conviene aplicarlos a la vez. Sobre este particular, somos de la opinión de que los modelos deben usarse a conveniencia y que tan peligroso es obrar al tuntún, es decir, sin modelo ni referente, como idolatrarlos y cegarse con su hechizo. 6. Las locuras normalizadas Con la revitalización de la visión continuista, elástica o dimensional se acentúa la cuestión de las formas discretas de la locura, es decir, de las psicosis normalizadas. Se trata de un problema antiguo que ha constituido una de las grandes preocupaciones de los psicopatólogos clásicos, aunque por lo general se han limitado a mirarlo a cierta distancia y se mostraron incapaces de aportar una guía clara. A diferencia del grupo de psicosis que todo el mundo reconoce por sus manifestaciones clínicas y su gravedad, en éste se amalgaman ciertas variedades difuminadas y marginales de locuras que no lo parecen del todo, perolo son; al menos esas sospechas tenían los autores clásicos. De forma aproximativa y siguiendo la terminología antigua, este territorio nosográfico lo comparten sujetos raros, solitarios y porfiados, a los que se consideró locos parciales, locos razonantes, locos lúcidos, monomaníacos, seudomonomaníacos, locos morales y propensos a pasos al acto sorprendentes. Se trata de algunas formas de paranoia, en especial las rudimentarias, las integradas en los delirios sensitivos y aquellas otras cuyo delirio es mínimo o coincide con la realidad; también de las formas locas de la melancolía simple (no delirante), en especial de las que describiera Krafft-Ebing, Tanzi y Seglas; Este archivo fue descargado de https://filadd.com � FILADD.COM 14 por último y sobre todo, de los esquizofrénicos incluidos por Eugen Bleuler en los subtipos de esquizofrenia simple y latente. Desde la perspectiva psicoanalítica, todos estos aspectos han sido actualizados por Lacan en su Seminario XXIII dedicado a Joyce. Creo que la diferencia entre la psicosis enloquecida y la normalizada se muestra con suma claridad en las dos formas de locura que desarrollaron el escritor irlandés James Joyce y su hija Lucia. De su análisis podemos extraer tres conclusiones generales: en primer lugar, sea cual sea el tipo de locura o psicosis, todos los sujetos circunscritos en ese marco nosográfico deben de presentar características clínicas y estructurales comunes, aunque esas experiencias genuinas difieran en cuanto a intensidad y constancia; en segundo lugar, las formas normalizadas de psicosis no lo son tanto por faltarles manifestaciones clínicas, sino porque éstas se presentan de forma discreta y no discuerdan de los ideales del momento ni se salen de las formas corrientes de vivir; por último, en materia de diagnóstico, a falta de una semiología clínica que precise y caracterice las manifestaciones clínicas de esas formas de psicosis que no lo parecen, seguiremos ateniéndonos a la psicopatología clásica, con la que es posible diagnosticar la mayoría de tipos clínicos conocidos. Conforme a lo que acabo de plantear, la psicopatología o psicología patológica se interesa sobre todo por el sujeto mediatizado por el lenguaje, se nutre de las enseñanzas de la historia de la clínica, se asienta sobre el sólido terreno de la semiología clínica y penetra después en el ámbito subjetivo, conjuga la ética y la patología, y se ilumina con la interpretación psicoanalítica. El hombre de las ratas: A propósito de un caso de neurosis obsesiva (1909) Datos principales: – Nombre del paciente: Paul Lorenz – Nivel: Estudiante universitario. – Psicopatología: Neurosis obsesiva. – Duración del tratamiento: 1 año. – Resultado: Se logró la cura del paciente. Motivo de consulta: – Padece de representaciones obsesivas desde la infancia (que se volvieron más fuertes desde hace 4 años). – Temor a que le ocurra algo malo a personas queridas (su padre y una mujer amada). Sin embargo, su padre ya murió hace 9 años. – Impulsos obsesivos (como querer cortarse el cuello con una navaja). – Pierde mucho tiempo con sus ideas obsesivas y por eso sus estudios están retrasados. Este es el beneficio de la enfermedad, puesto que si no termina sus estudios no puede casarse con esa mujer que le imponen en su familia. Así, al no recibirse, no necesita verse en la disyuntiva de tener que decidir entre esa mujer rica y la que ama. Sexualidad actual: – Relaciones sexuales esporádicas. – Su primer coito fue a los 26 años. – Las prostitutas le dan asco. Vida social: – Tiene un amigo a quien va a ver cada vez que le viene un impulso criminal, y su amigo le da apoyo y le dice que es un hombre intachable. Este archivo fue descargado de https://filadd.com � FILADD.COM 15 – Antes de eso, en su adolescencia, otro joven también le brindaba afecto. Pero luego Paul descubrió que en realidad se había acercado a él sólo para conquistar a la hermana. Esto dice Paul que fue la primer gran conmoción de su vida. Sexualidad infantil: – A los 4 ó 5 años, tenía una gobernanta (Sta. Peters), a quien le pedía permiso para deslizarse bajo sus faldas y le tocaba los genitales y el vientre. (Desde entonces tiene curiosidad por ver cuerpos de mujeres desnudas). (Nótese que el apellido de esa señorita es “Peters”, nombre de hombre, y la llama así en lugar de usar su nombre de mujer) – A los 6 años ya tenía erecciones, y una vez acudió a su madre para quejarse. – A los 6 años, en su casa trabajaba otra señorita (Srta. Lina), quien tenía abscesos (granos) en las nalgas y él la observaba cuando se los estrujaba por las noches. – Él a veces dormía con Lina, pero casi siempre dormía con los padres. – A los 7 años escucha conversación entre las sirvientas, donde Lina dice que con el hermano de Paul podría hacerlo, pero no con él porque es torpe. Él no sabía de qué hablaban, pero se sintió menospreciado. – Por entonces, creía que sus padres podrían leer sus pensamientos. Y Paul cita en aquel período el comienzo de su enfermedad. – Desde entonces, Paul deseaba ver mujeres desnudas. Y cuando deseaba eso, se le venía a la mente la idea de que ocurriría algo malo (como la muerte del padre), y entonces debía llevar a cabo acciones obsesivas para reprimir sus pensamientos. Cada vez que aparece el deseo, surge el temor de que pase algo malo y debe llevar a cabo distintas acciones Inventario de neurosis: Freud dirá que Paul, por lo que ha contado, ya a los 6 ó 7 años tenía una neurosis obsesiva completa y no sólo el comienzo de la misma. El componente pulsional sexual en Paul es ver mujeres desnudas. Y cada vez que piensa algo así, lo invaden temores de que ocurra algo terrible (como la muerte de su padre). Y entonces debe llevar a cabo acciones obsesivas para que aquello terrible no suceda. Es decir que, si tiene el deseo de ver desnuda a una mujer, tiene que morir su padre. (Esto se relaciona con el hecho de que su padre era un prohibidor del goce). El inventario de la neurosis está completo al existir: una pulsión erótica (el deseo de ver mujeres desnudas) y una sublevación contra ese deseo (el temor de que pase algo malo); un afecto penoso y un esfuerzo hacia acciones de defensa. (Freud dice que los factores constitutivos de la psiconeurosis no deben buscarse en la vida sexual adulta sino en la infantil. Y en Paul, ya antes del 6º año sobrevinieron vivencias traumáticas, conflictos y represiones que, si bien cayeron bajo la amnesia, dejaron como residuo ese contenido del temor obsesivo) El gran temor obsesivo: Paul cuenta que, haciendo maniobras militares perdió sus anteojos, y pidió a su oculista que le envié unos de reemplazo. Luego charló con unos oficiales, uno que le parecía que era cruel debido a distintas razones. Este Capitán “cruel” contó sobre una tortura que se hacía en Oriente, que consistía en atar al condenado y colocarle sobre el trasero una lata por la que luego hacían entrar ratas (Raten) que se introducían por su ano. Freud dice que Paul contaba esto con una expresión que podría entenderse como de “horror ante su placer, placer por el ignorado”. Paul dice que mientras le contaban esa tortura, lo asaltó el pensamiento de que eso mismo le ocurría a una persona que él quería (a la dama amada y a su padre). Y para que aquello no ocurriera, Paul debió realizar en su momento una acción obsesiva que Este archivo fue descargado de https://filadd.com � FILADD.COM 16 consistía en pronunciar un “pero” seguido de un movimiento de las manos. Este temor obsesivo es curiosamente más disparatado al tener en cuenta que el padre de Paul ya había muerto. Al día siguiente de aquel relato, el Capital cruel le alcanzó un paquete con sus lentes perdidos, que le habían sido reenviados por correo, y le dijo que un teniente había pagado esereembolso y que Paul debía devolvérselo a ese mismo teniente. Y en ese momento se le ocurrió a Paul que debía devolver ese dinero a ese teniente o que de lo contrario ocurriría esa escena de la tortura de las ratas con su padre y con la dama amada. El Capitán Cruel se había equivocado y en realidad no era al teniente a quien debía devolverle el dinero Paul (sino a la empleada de la estafeta postal); pero Paul ya se había hecho el juramento de que debía devolverle a ese teniente el dinero para que no ocurriera aquello terrible, así que dio una serie de vueltas confusas para finalmente poder terminar dándole el dinero a ese teniente y no a otro. La introducción en el entendimiento de la cura: El padre de Paul había muerto hacía 9 años de enfisema pulmonar y Paul no había estado allí para presenciar su muerte. Y una enfermera encima dijo que lo había nombrado. Un año y medio después de esa muerte, fue que surgió en Paul el sentimiento de sentirse casi un criminal por no haber estado allí. En este sentido se puede hablar de una “mesalliance” (un enlace falso), dado que la magnitud del reproche (sentirse un criminal) es exagerado para lo ocurrido (dado que él simplemente no estuvo en ese momento). Este concepto de enlace falso implicaría que ese sentimiento de ser un criminal en realidad corresponde a otra representación, alguna que es inconsciente y se desconoce, y que ha ocurrido un desplazamiento. Paul cuenta que a los doce años amaba a una niñita, con un amor no sensual, pero que ella lo ignoraba, y que a él se le ocurrió que ella podría amarlo si le ocurría una desgracia como la muerte del padre. También año y medio antes de la muerte real del padre a Paul se le cruzó por la cabeza la idea de que si este moría entonces heredaría como para casarse con la dama que amaba. Al parecer, estas ideas nos hablarían de un deseo inconsciente en Paul de que su padre muriera. Paul dice a Freud que amaba intensamente a su padre, pero Freud responde que justamente ese amor intenso podría estar indicando la existencia de un odio reprimido (por formación reactiva). Para Freud, debió ser antes del 6º año de vida que se le instalara a Paul la idea (ahora inconsciente) de eliminar a su padre (a quien sentía como perturbador, prohibidor del goce). Paul cuenta la escena ocurrida a los 8 años, donde a su hermano menor le colocó una escopeta de juguete y presionó el gatillo. No le hizo nada, pero quiso hacerlo. Y esto lo perturbó porque lo llevó a cuestionarse, ”¡¿Cómo había podido hacer tal cosa?!”. Para Freud, esto implicaba que, justamente, Paul habría sido capaz antes de aquello de hacer algo similar (o haberlo deseado) hacia su padre. Algunas representaciones obsesivas y su traducción: Las representaciones obsesivas aparecen como inmotivadas, sin embargo, se las debe traducir buscándoles su sentido inconsciente. Este archivo fue descargado de https://filadd.com � FILADD.COM 17 EJEMPLOS: - Impulso suicida: Es muy frecuente en Paul. Cierta vez su dama había partido a cuidar a su abuela enferma. Paul estudiaba y lo invadió la idea de cortarse el cuello con una navaja. Tomó la navaja y, en seguida lo detuvo otra idea, la de viajar y matar a la abuela de su amada. Aquí el impulso suicida habría surgido como una forma de autocastigo, puesto que inconscientemente deseó matar a la abuela de su amada porque por culpa de esa mujer, por haber enfermado, su amada había viajado lejos para cuidarla y no estaba con él. (Aquí observamos una secuencia invertida: primero se le representa la idea de matarse y luego la de matar a la anciana, pero inconscientemente es al revés). - La idea de adelgazar: Paul recuerda que por el verano le vino la idea de que estaba gordo (gordo en alemán es: DICK). Entonces salió a correr y a trepar por montes. Y en uno de ellos le vino la idea de saltar al vacío. Esto se relaciona con el hecho de que su dama también estaba en aquel lugar de veraneo, pero en compañía de un primo llamado Ricardo y a quien le decían justamente “Dick”. Esto indica que en realidad Paul al querer adelgazar, sacarse la gordura, sacarse lo “dick”, en realidad estaba deseando eliminar a Dick. (Tanto la abuela como Dick le robaban la presencia de la dama). - Compulsión protectora: Paul también había tenido una compulsión protectora, de proteger a su dama y constreñirla (esto ocurrió cierta vez que viajaban en barco) deseando que no le pasara nada. - Quitar y colocar la piedra: Cierta vez encontró en la calle una piedra y debió retirarla porque pensó que el carruaje de su amada pasaría por allí y podía accidentarse. Más tarde pensó que era ridículo y llevó nuevamente la piedra hasta allí y la colocó otra vez. Esto de colocar la piedra nuevamente tiene que ver con deshacer el acto de amor, colocando la piedra como para que ahora sí se haga daño (inconscientemente en Paul). Esto nos habla de ambivalencia hacia su amada. - La compulsión a comprender: Paul tenía la compulsión a preguntar “¿qué?” cada vez que alguien decía algo, preocupado por haber entendido mal. Y esto se relaciona con el hecho de que su dama, cierta vez, tras un entredicho lo hizo sentir muy desdichado y luego le dijo que la había entendido mal. Esta compulsión a comprender se relacionaba con esto y manifiesta fundamentalmente una duda en cuanto al amor de ella para con él. Todas estas acciones obsesivas tienen dos tiempos (el segundo anula al primero). Y este mecanismo de anulación es típico de la neurosis obsesiva. Paul tenía, a modo de sueños diurnos, fantasías de venganza, tiene una actitud vengativa. El ocasionamiento de la enfermedad: (Muy importante) Paul cuenta un episodio fundamental, aunque para él no tenía gran importancia. Esto se debe a que, en la neurosis obsesiva, en lugar de olvidar el trauma se le sustrae la investidura de afecto. El episodio es el siguiente: La madre de Paul era de familia rica y el padre se casó con ella mejorando su propia situación económica. Antes de casarse con la madre de Paul, el padre tenía otra novia bella, pero pobre, y prefirió casarse con quien era rica. Tras la muerte del padre, la madre le dijo a Paul que le pensaban presentar una joven rica para que se case cuando terminara los estudios. Paul entonces estaría en un conflicto entre casarse con esa joven rica y casarse con la bella dama que ama, es decir que el conflicto estaría entre hacer la que habría sido la voluntad del padre (si viviera) o quedarse con la joven que ama. Y este conflicto Paul lo resolvió enfermando. Gracias a esta enfermedad sus estudios cada vez se retrasan más y por lo tanto no puede casarse con esa joven que le imponen. Mientras esté enfermo, entonces, se evita tener que decidir entre la disyuntiva de casarse con la rica (como quiere su familia) o con la pobre (como quiere él). Este archivo fue descargado de https://filadd.com � FILADD.COM 18 En este episodio vemos cual ha sido el ocasionamiento de la enfermedad de Paul. Digamos que el plan de la familia de casarlo con la joven rica fue lo que le encendió el conflicto. Además, Paul le contó a Freud acerca de una joven que vio en la escalera de su consultorio, la que creyó hija de Freud. Paul pensó que Freud esperaba que él se casara con ella, tal como lo esperaría su padre respecto a la otra joven. Incluso Paul soñó con esa chica con dos parches de excremento en los ojos (el excremento significa dinero). Aquí se ve que Paul hizo una transferencia de aquella situación conflictiva sobre la relación con Freud. El complejo paterno y la solución de la idea de las ratas: (Importante: deuda impaga del padre) El padre de Paul, antes de casarse, había sido soldado. Y era de tener un carácter fuerte. Habría aquí una similitud entre el capitán cruel y su padre. A Paul y a sus hermanos, de pequeños, muchas veces les dio una reprimenda. En lo relacionado a la sexualidad algo se interponía entre padre e hijo. El padre habría estado en oposicióncon el erotismo del hijo. Recordemos que, de pequeño, una vez pensó que cierta niña se le acercaría si él sufría una desgracia como la muerte del padre. Cuando de mayor Paul tuvo su primer coito, se le ocurrió la idea “¡esto es grandioso! A cambio de esto uno podría matar a su padre”. Paul no desarrollo onanismo en la pubertad, sí en cambio a partir de los 21 años (poco tiempo después de la muerte del padre). Paul tenía una conducta extraña: Entre las 12 de la noche y la 1 de la mañana preparaba sus cosas de estudio y abría la puerta. Luego contemplaba en el espejo del vestíbulo su pene desnudo. (Por entonces jugaba con la fantasía de que su padre muerto podía regresar). Es decir que esperaba la visita del padre a esa hora (el padre se alegraría si lo veía estudiando). Y respecto a observar su pene desnudo, diremos que con esto desafiaba al padre. Aquí hablamos de ambivalencia hacia el padre (la misma ambivalencia que demostró con la dama amada: quitaba la piedra, la colocaba de nuevo). Freud dice que a los 6 años debió llevar a cabo cierto acto relacionado con el onanismo y que debió haber recibido de su padre una seria reprimenda, que esto debió fijar para siempre el papel del padre como perturbador del goce, como prohibidor del goce. Paul, en relación a esto, contó que su madre le decía algo que él no recordaba, relacionado con cierta vez en que debió haber hecho algo malo pues su padre le pegó. Y entonces el niño Paul, preso de ira, comenzó a insultar a su padre como podía (no sabía malas palabras). Lo insultaba usando palabras comunes (plato, pañuelo, etc.). Al padre esto le debió impactar pues nunca más lo golpeó. Y dijo “este chico será un gran hombre o un gran criminal”. Paul hizo una transferencia hacia Freud: Al respecto decimos que Paul en sus fantasías diurnas y sueños pensaba en insultar a Freud y a sus familiares de manera grosera. Y durante la comunicación de tales fantasías a Freud, se comportaba nervioso paseándose por la habitación (Paul dijo luego que se alejaba de él al contarle esto por angustia de que le pegara, lo que también confirma la transferencia de la relación del padre a Freud). Un enigma es porqué el cuento de la tortura de las ratas y su reclamo de devolver el dinero al teniente le provocaban reacciones patológicas violentas. Ya dijimos que había una identificación inconsciente entre ese capitán cruel y su padre (también soldado y de carácter fuerte). Y Paul contó que una vez, su padre, siendo suboficial, perdió una suma de dinero y pidió plata prestada a un camarada. Su padre –dijo Paul– había sido un jugador empedernido (spielratte) que a la traducción del alemán significa “rata de juego”, de aquí la asociación con el relato del Capitán cruel. Paul contó que luego su Este archivo fue descargado de https://filadd.com � FILADD.COM 19 padre buscó a ese camarada para devolverle el dinero y nunca más lo encontró, la deuda quedó impaga. Y en relación a esto podríamos pensar que las palabras del teniente a Paul: “tienes que devolver este dinero al teniente” le sonaron como una alusión a aquella deuda impaga del padre para con su camarada. En realidad, quien había pagado el reembolso era la empleada de la estafeta postal (era a ella a quien debía devolverle el dinero). Y ella estaba interesada en Paul. Y cerca de esa estafeta postal estaba la hija de un posadero que también se interesaba en él. Y podemos decir que, como el padre antes de casarse, él también podía vacilar entre esas dos jóvenes. La situación entonces también lo remitía a su padre. Y al parecer, la atracción por viajar hacia aquel lugar de la estafeta postal era, según creía Paul, porque así podría devolver el dinero al teniente. En realidad, el objeto de su añoranza era la empleada de la estafeta que se hallaba en el mismo sitio y el teniente no era más que un buen sustituto. Este archivo fue descargado de https://filadd.com � FILADD.COM 20 Unidad 2: La clínica psicoanalítica de las neurosis. Primeras conceptualizaciones: la teoría traumática. Freud: “Las neuropsicosis de defensa” (1894) 1. El complejo sintomático de la histeria conlleva una escisión de la conciencia, con formación de grupos psíquicos separados. Esto es cosa aceptada. Menos claras están las opiniones acerca del ORIGEN de dicha escisión y sobre el PAPEL que ese carácter desempeña en la ensambladura de la neurosis histérica. Según JANET, la escisión de la conciencia es un rasgo primario de la alteración histérica. Tiene por base una debilidad innata de la aptitud para la síntesis psíquica, un estrechamiento del campo de la conciencia. En oposición al punto de vista de Janet, BREUER dirá que base y condición de la histeria es el advenimiento de unos estados de conciencia peculiarmente oníricos, con una aptitud limitada para la asociación, a los que llama “estados hipnoides”. La escisión de la conciencia sería, pues, secundaria, adquiridas se produce en virtud de que las representaciones que afloran en estados hipnoides están segregadas del comercio asociativo con el contenido de conciencia. Freud distingue 3 tipos de histerias: hipnoide, de defensa, y de retención. Sólo se considera aquí la segunda. Estos pacientes por Freud analizados gozaron de salud psíquica hasta el momento en que sobrevino un caso de inconciliabilidad en su vida de representaciones, hasta que se presentó a su Yo una vivencia, una representación que despertó un afecto tan penoso que la persona decidió olvidarla, mediante un trabajo de pensamiento. Ese olvido en los pacientes analizados no se logró, sino que llevó a diversas reacciones patológicas que provocaron una histeria o una representación obsesiva o una psicosis alucinatoria. La tarea que el Yo defensor se impone es tratar como no acontecida la representación inconciliable. Una vez que la huella mnémica y el afecto adherido a la representación están ahí, ya no se los puede extirpar. Por ese equivale a una solución aproximada lograr convertir esta representación intensa en una débil, arrancarle el afecto. Empero, la suma de excitación divorciada tiene que ser aplicada a otro empleo. Hasta aquí son iguales los procesos en la histeria y en las fobias y representaciones obsesivas. Desde este punto, los caminos se separan. En la histeria, el modo de volver inocua la representación inconciliable es trasponer a lo corporal la suma de excitación, esto es la conversión. La conversión puede ser total o parcial y sobrevendrá en aquella inervación motriz o sensorial que mantenga un nexo, más íntimo con la vivencia traumática. El factor característico de la histeria no sería la escisión de la conciencia, sino la aptitud para la conversión. 2. Este archivo fue descargado de https://filadd.com � FILADD.COM 21 Si en una persona predispuesta a la neurosis no está presente la capacidad convertidora y, no obstante, para defenderse de una R.I se emprende el divorcio entre ella y su afecto, es fuerza que ese afecto permanezca en el ámbito psíquico. La R ahora debilitada queda segregada de toda asociación dentro de la conciencia, pero su afecto, liberado, se adhiere a otras representaciones, que en virtud de este “enlace falso” devienen representaciones obsesivas. En todos los casos por Freud analizados era la vida sexual la que había proporcionado un afecto penoso de la misma índole, exactamente, que el afecto endosado a la representación obsesiva. No se excluye que en algún caso este afecto nazca en otro ámbito. Para el enlace secundario del afecto liberado se puede aprovechar cualquier R que por su naturaleza sea compatible con un afecto de esa cualidad, o bien tenga con la R.I ciertos vínculos a raíz de los cuales parezca utilizable como su subrogado. La ventaja obtenida por el Yo tras emprender el camino del trasporte de afecto es mucho MENOR que en el caso de la conversión de una excitación psíquica en una inervación somática. El afecto bajo elcual el Yo ha padecido permanece intacto, con la sola diferencia de que la R.I queda excluida del recuerdo. Al parecer de Freud, el mecanismo de la transposición del afecto es propio de la gran mayoría de las fobias y representaciones obsesivas. 3. Existe una modalidad defensiva mucho más enérgica y exitosa, que consiste en que el Yo desestima la R.I junto con su afecto y se comporta como si la R nunca hubiera acontecido. Sólo que en el momento en que se ha conseguido esto, la persona se encuentra en una PSICOSIS que no admite otra clasificación que “confusión alucinatoria”. El Yo se defiende de la R.I mediante el refugio en la psicosis. El Yo se arranca de la R.I, pero esta se entrama de manera inseparable con un fragmento de la realidad objetiva, y en tanto el Yo lleva a cabo dicha operación, se desase también, total o parcialmente, de la realidad objetiva. Freud: Nuevas puntualizaciones sobre las neuropsicosis de defensa (1896) 1. La etiología especifica de la histeria Los síntomas de la histeria reconducen a unas vivencias traumáticas de carácter sexual. Lo que ahora Freud añade tiene que ver con la naturaleza de dichos traumas y al periodo de vida en que ocurrieron. Los traumas sexuales corresponden a la niñez temprana. Freud halló cumplida esta condición específica de la histeria –pasividad sexual en periodos presexuales- en todos los casos analizados. No son las vivencias mismas las que poseen efecto traumático, sino sólo su reanimación como recuerdo, después que el individuo ha ingresado en la madurez sexual. Todas las vivencias y excitaciones que ocasionan el estallido de la histeria en el periodo posterior a la pubertad solo ejercen su efecto, por despertar la huella mnémica de estos traumas de la infancia, huella que no deviene conciente, sino que conduce al desprendimiento de afecto y a la represión. Este archivo fue descargado de https://filadd.com � FILADD.COM 22 Las representaciones obsesivas tienen de igual modo por premisa una vivencia sexual infantil, pero de otra naturaleza que en la histeria. 2. Naturaleza y mecanismo de la neurosis obsesiva En la etiología de la neurosis obsesiva, unas vivencias sexuales de la primera infancia poseen la misma significatividad que en la histeria, pero ya no se trata aquí de una pasividad sexual sino de unas agresiones ejecutadas con placer y de una participación, que se sintió placentera, en actos sexuales; vale decir se trata de una actividad sexual. A esta diferencia se debe que la neurosis obsesiva parezca preferir al sexo masculino. En todos los casos de Freud, además, se halló un trasfondo de síntomas histéricos que se dejan reconducir a una escena de pasividad sexual anterior a la acción placentera. Presupone, entonces, siempre una vivencia de seducción. Las representaciones obsesivas son siempre reproches mudados, que retornan de la represión y están referidos siempre a una acción de la infancia, una acción sexual realizada con placer. La trayectoria típica de la neurosis obsesiva es: a) Período de inmoralidad infantil → ocurren los sucesos que contienen el germen de la neurosis posterior. En la más temprana infancia, las vivencias de seducción sexual que luego van a posibilitar la represión, y después las acciones de agresión sexual contra el otro sexo, que más tarde aparecen bajo la forma de acciones-reproche. b) Período de maduración sexual → al recuerdo de aquellas acciones placenteras se anuda un reproche, y el nexo con la vivencia inicial posibilita reprimir ese reproche y sustituirlo por un síntoma defensivo primario (escrúpulos de la conciencia moral, vergüenza, desconfianza de sí mismo…) c) Período de salud aparente →defensa lograda d) Período de la enfermedad → retorno de los recuerdos reprimidos, por el fracaso de la defensa. Los recuerdos reanimaos y reproches formados desde ellos nunca ingresan inalterados en la conciencia; lo que deviene conciente como representación y afecto obsesivos, sustituyendo al recuerdo patógeno, son unas formaciones de compromiso entre las representaciones reprimidas y las represoras. Junto a estos síntomas de compromiso que significan el retorno de lo reprimido y el fracaso de la defensa, la neurosis obsesiva forma una serie de otros síntomas de origen diverso. Y es que el Yo procura defenderse de aquellos retoños del recuerdo inicialmente reprimido, y en esta lucha defensiva crea unos síntomas que podrían agruparse bajo el título de “defensa secundaria”. Estos síntomas constituyen medidas protectoras que han prestado muy buenos servicios para combatir las representaciones y afectos obsesivos. Si estos auxilios consiguen efectivamente volver a reprimir los síntomas del retorno de lo reprimido, impuestos al Yo, la compulsión se transfiere sobre esas mismas medidas protectoras, creando así una tercera plasmación de la neurosis obsesiva: las ACCIONES obsesivas. Neurosis obsesiva → lleva la represión por el camino de la sustitución, desplazamiento a lo largo de ciertas categorías asociativas. Este archivo fue descargado de https://filadd.com � FILADD.COM 23 J.M Álvarez: Neurosis; historia, psicopatología y clínica Histeria En la neurosis histérica, el cuerpo aparece como medio privilegiado de exteriorizar el malestar merced al “salto a lo somático”, facilitado por el desplazamiento del afecto, la conversión. En la neurosis obsesiva es través de “falsos enlaces” asociativos que el sufrimiento se arraiga en el pensamiento. Como $ del deseo, todos somos en alguna medida histéricos. Ahora bien, el $ histérico extrema la política de la insatisfacción para hacer de ella su modo de vivir. Con la cruz de la insatisfacción a cuestas, el histérico oscila entre la queja, la reivindicación rabiosa, la decepción grandilocuente y la desgana depresiva. Si no puede tener lo que desea es porque nada de lo que se le ofrece le es suficiente o porque el Otro, aunque tiene lo que a él le falta, no se lo quiere dar. El sujeto histérico encuentra su goce, como todo el mundo, en el exceso. Pero su exceso se nutre de la insatisfacción, de ahí que su satisfacción provenga de la demanda de insatisfacción. Su goce es parvo y fugaz cosa que le hace suponer que hay alguien que goza más. De esta cegadora comparación, deriva uno de los temas clásicos de la histeria, el de la otra mujer: si ella goza tan poco es porque hay otra que goza todo lo que ella no disfruta, otra que goza en su lugar. Y esa otra tiene a su lado un hombre de verdad, y no uno incapaz. Enamorado del amor, el sujeto histérico padece sobre todo de desamor, motivo de muchas de sus crisis más desesperadas. Pero también le aflige el exceso de amor. Pide de continuo alguna confirmación de que su pareja la ama, a ella el sexo no le interesa tanto como el amor y las historias de amor. El sujeto histérico es esencialmente pedigüeño. Tan complacido como está con la falta, se siente con todo el derecho de pedir continuamente al Otro. Es frecuente que todas esas demandas amorosas, al no ser satisfechas, contribuyan al sentimiento de desvalorización, favorezcan el afán de culpabilizar a los otros y fomenten un rencor ciego y obstinado. El sujeto histérico ante todo busca llamar la atención. Su capacidad de identificación es poderosa, puede hacer suyo cualquier rasgo del otro, sobre todo si se trata de un síntoma. Después de admirar y subir a los altares al otro, tras asumirse en falta y regodearse en la inferioridad, se confronta con aquel a quien poco antes admitía como amo. Quiere un amo sobre el que pueda reinar. Ella reina y él no gobierna, dirá Lacan. Por engendrarse en la falta, el deseo está ya condenado a la insatisfacción. La estrategia característica de la histeria consiste en aplazar el goce para mantenerse en el deseo. La histeria no debe confundirse con la posición femenina, asociación que a menudo insinuó Freud. Eran otros tiempos. Lacan dirá en su lugar que se asienta sobre