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ALBERTO ISAAC EL FLUIR DE LA IMAGEN EN LA PRÁCTICA ARTÍSTICA TRANSMEDIAL Alberto Argüello Grunstein ALBERTO ISAAC EL FLUIR DE LA IMAGEN EN LA PRÁCTICA ARTÍSTICA TRANSMEDIAL ESTUDIOS E INVESTIGACIONES Alberto Isaac El fluir de la imagen en la práctica artística transmedial Alberto Argüello Grunstein Alberto Isaac El fluir de la imagen en la práctica artística transmedial Primera edición Alberto Isaac. El fluir de la imagen en la práctica artística transmedial, 2023 Producción: Secretaría de Cultura Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura © Alberto Argüello Grunstein Carlos Martínez Gordillo y Sol Álvarez Sánchez / Cuidado de la edición Yolanda Pérez Sandoval / Diseño y formación Lucero Isaac / Fotografía de portada D. R. © 2023 de Alberto Isaac. El fluir de la imagen en la práctica artística transmedial Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura / Centro Nacional de Investigación, Documentación e Información de Artes Plásticas Paseo de la Reforma y Campo Marte s/n colonia Chapultepec Polanco, alcaldía Miguel Hidalgo, C. P. 11560, Ciudad de México Las características gráficas y tipográficas de esta edición son propiedad del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura de la Secretaría de Cultura Todos los derechos reservados. Queda prohibida la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía o el tratamiento informático, la fotocopia o la grabación, sin la previa autorización por escrito del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura ISBN: 978-607-605-749-0 Impreso y hecho en México AGRADECIMIENTOS 7 INTRODUCCIÓN 8 ARTE, RE-MEDIACIÓN, INTERMEDIALIDAD, TRANSMEDIALIDAD n Meme (de internet) e intervisualidad 13 n Intermedialidad, transmedialidad, re-mediación 18 n Todos los medios son medios mixtos 26 y todas las representaciones son heterogéneas n Verbalizar (o textualizar) la imagen no hace 38 desaparecer la imagen. Hacer visible una novela no hace desaparecer la novela n De la obra inconcreta a la obra concreta, instaurada 51 n Ut pictura, poiesis: una “clara ambigüedad” 60 que no pudo superar el pensamiento ilustrado n La “fluidificación de los lindes” del discurso de las artes 65 n Alberto Isaac, fluidificador de discursos: creador múltiple 71 EL FLUIR DE LA IMAGEN EN LAS PRÁCTICAS ARTÍSTICAS DE ALBERTO ISAAC n La vida en flujo 78 n El agotamiento del discurso nacionalista en las artes 84 (y las rupturas artísticas y estéticas: cine, pintura, caricatura) n Alberto Isaac: una incertidumbre y una interrogación 109 n El proyecto creador y las prácticas artísticas de Alberto Isaac 120 n Fragmentos y escenarios 127 Í N D I C E LA MAQUINARIA ESTÉTICA DE ALBERTO ISAAC Y EL RÉGIMEN DE PRODUCCIÓN DE LA OBRA n La estética no es lo bello 139 n La maquinaria estética en operación 144 n Humanismo, humorismo y jovialidad 151 n La bisagra transmedial y el régimen de producción 165 n La interpretación metafórico-sinestésica 182 ARTE INGENIOSO. HUMOR FIGURAL n La mujer y el hombre: signos y entresijos 191 n Patria y matria: la tragicomedia mexicana 258 n Historia, historias, nota roja 343 n Cultura (sus instituciones y sus personajes) 378 DELTA 480 RECADITOS 483 BIBLIOGRAFÍA DE ALBERTO ISAAC 484 FILMOGRAFÍA DE ALBERTO ISAAC 484 FUENTES PRIMARIAS 485 BIBLIOHEMEROGRAFÍA 486 REFERENCIAS EN LA WEB 490 Agradecimientos Agradezco a Socorro Arce, académica y promotora de la cul- tura y el arte, haberme dado a conocer la obra pictórica de Alberto Isaac, lo que despertó mi curiosidad hacia este pro- lífico y multifacético creador que conocía como cineasta y caricaturista. A Julieta Sanjuán, quien fue pareja de Alberto en los últimos casi veinte años de su vida, por la respuesta a una serie de preguntas que le formulé y que contestó junto con su hijo Jorge D. Escribano S. A Claudio Isaac, no sólo porque sus escritos —y las entre- vistas que ha concedido a lo largo de los años— me abrieron el panorama para conocer a Alberto Isaac como creador y como ser humano, sino también por su fina atención al res- ponder otros cuestionamientos acerca de la formación de su padre en sus distintos oficios, su trayectoria y detalles sobre algunas obras concretas. A Henoc de Santiago, director general del Museo del Es- tanquillo, quien amablemente me dio acceso al acervo de caricaturas de Alberto Isaac ubicadas entre las colecciones de Carlos Monsiváis —material proporcionado a esta institu- ción por Claudio Isaac. A Octaviano Rodríguez Cadena por su apoyo, desde Co- lima, en la tarea de localizar las obras de Alberto Isaac en la Secretaría de Cultura local. Finalmente, deseo dar gracias a las investigadoras María Elena Durán Payán y Guillermina Guada- rrama Peña por su atenta lectura, cuyas observaciones y reco- mendaciones fueron muy útiles para realizar mejoras al texto. [7] INTRODUCCIÓN Conocer la obra pictórica de Alberto Isaac fue una agrada- ble sorpresa. Pero ese agrado se convirtió en acertijo al tratar de comprender cómo se relacionaba ésta, o cómo habría interactuado con las otras producciones de este ar- tista: me refiero a sus caricaturas, la cerámica y, desde luego, sus películas. El jeroglífico era seductor. Lo que sobresalió de inmediato fue la certeza de que estaba ante un creador con una nutrida cultura, no sólo general, conceptual, sino visual. A lo anterior era justo encontrarle un vínculo, real o me- tafórico, con su formidable desempeño deportivo. En reali- dad, no me costó mucho trabajo encontrar esa ligazón, pues Isaac comenzó a dibujar caricaturas muy temprano, cuando era una figura conocida y reconocida en la natación de alto rendimiento. Si siendo atleta era “como un pez en el agua”, en el dibujo fue una línea en flujo, moviendo el lápiz con frescura y desfachatez. Mas, ¿cómo entender sus transiciones desde el dibujo hacia la cerámica, el cine y la pintura? El meollo del asunto, desde mi punto de vista, es el fluir de la imagen. La endoimagen (fruto de la reflexión, el sueño o la lectu- ra), la imagen y su proceso de producción (con imaginación y con técnica), estuvieron, en Isaac, predispuestas, prontas, libres de ataduras, para transitar de un medio artístico a otro: transmedialidad en acción. Y entonces, si bien he tomado como centro de reflexión la obra pictórica de Isaac, es el fluir de la imagen, un fluir circular, si se quiere, el que le facilitó [8] I N T R O D U C C I Ó N ALBERTO ARGÜELLO • ALBERTO ISAAC. EL FLUIR DE LA IMAGEN EN LA PRÁCTICA ARTÍSTICA TRANSMEDIAL 9 traspasar por distintos recursos mediales, es decir, ejerciendo, consciente o inconscientemente, la interpretación metafórico-si- nestésica: comprender una idea plasmada en un medio parti- cular, transmutándola a otro medio diferente. En el centro de nuestro estudio estará la producción pic- tórica de Isaac, queda claro; pero a partir de ella estableceré puntos de fuga, líneas de reflexión, sobre sus otras prácticas creativas —o, si se prefiere, mediales. Estudiar en conjunto las prácticas artísticas de Alberto Isaac —pintura, cerámica, caricatura, cine— fue muy esclarecedor y, creo, contribuirá a valorar su trayectoria, pues, justamente por su andar en una y otra, no ha sido suficientemente apreciada. Podría decirse, quizá, que, en el caso mexicano, nos abre otra perspectiva para entender las diversas facetas de la llamada ruptura de los años cincuenta y sesenta del siglo xx, décadas en las que se fue consolidando una pluralidad de tendencias artísticas y culturales críticas del arte oficialista que durante decenios se ocupó en constituir, proteger y propagar un arte naciona- lista, identitario, afín a la ideología de la Revolución y a las luchas obreras y campesinas, en cierta medida a contrapelo del efectivo desarrollo y consolidación de un Estado desa- rrollista y presidencialista. El Estado, entonces, mediantesus instituciones culturales y educativas, promovió e impulsó a los creadores que, en la literatura, la música, la danza, el cine, el muralismo, etcétera, enarbolaban ideas estéticas análogas, sea por coincidencia, tras la euforia de la Revolución, o por conveniencia. Isaac, sin militancia certera en ese efluvio fustigador del nacionalismo acartonado de mediados del siglo xx, no fue ALBERTO ARGÜELLO • ALBERTO ISAAC. EL FLUIR DE LA IMAGEN EN LA PRÁCTICA ARTÍSTICA TRANSMEDIAL 10 ajeno a ese pensamiento aperturista, pero desde su particular mirada e intereses. Cercano, por ejemplo, a Carlos Monsiváis, José Luis Cuevas, Emilio García Riera o bien a Gabriel García Márquez, conoció desde dentro las ideas y las estrategias de quienes figuraban como la masa crítica de la renovación cul- tural y artística de México; como veremos, con sus actitudes y con su obra, fijó su postura: un posicionamiento autónomo dentro de esa disidencia. Estos planteamientos iniciales son los que orientaron el desarrollo de la presente investigación alrededor de varios ob- jetivos: conocer el trabajo pictórico de Alberto Isaac y analizar la relación que éste tiene con su obra dibujística (caricatu- ra), cerámica y fílmica; indagar cómo procesaba esta sincronía creativa; analizar e interpretar la pintura de Isaac contemplan- do sus aspectos plásticos, compositivos, estilísticos y temáti- cos, con la idea de desentrañar recurrencias, temas insisten- tes, posturas definidas ante la cultura oficialista nacional, uso o cuestionamiento de arquetipos de la cultura provinciana, contrastes y puntos críticos con respecto a la pintura, la cari- catura y el cine dominantes en su momento; analizar las tran- siciones, puentes, reflejos y rupturas entre un medio visual y otro, y examinar las particularidades creativas y programáticas que asumió en cada medio, entre otros. Para abordar esta agenda, fue necesario estudiar las prác- ticas artísticas de Isaac desde algunas teorías que se fueron construyendo en paralelo, durante la segunda mitad del siglo xx. La aproximación del artista a las prácticas estéticas con- temporáneas y posmodernas —una plástica libérrima, una caricatura crítica (en un medio cultural altamente permeado ALBERTO ARGÜELLO • ALBERTO ISAAC. EL FLUIR DE LA IMAGEN EN LA PRÁCTICA ARTÍSTICA TRANSMEDIAL 11 por la censura) y fuera de norma plástica, un cine de autor de narrativas no sobrehumanas— no nos dejó eludir la lectu- ra de algunos planteamientos indispensables forjados por los estudios visuales, particularmente en lo tocante al giro icónico, que superan, sin resolverlo totalmente, el problema de la pro- ducción y la acogida de las imágenes —bajo la tesis de William J. T. Mitchell, quien plantea que todos los medios son me- dios mixtos y todas las representaciones son heterogéneas—, en un medio social y cultural cada vez más saturado de ellas. Marco de referencia fecundo para comprender la transmedia- lidad. Este asunto lo trato en el primer capítulo. En el segundo y tercero fui imbricando la teoría y las prác- ticas artísticas de Isaac para entender su fluir: sus estilos (en cada medio expresivo), su proyecto creador, la maquinaria estética y el régimen de producción que lo animó. Todo ello dio lugar a lo que he denominado el “enramaje general” de su obra, que comparo y contrasto con el proyecto global de La comedia humana, de Balzac, para abrir paso a la humana comedia de Isaac. En el cuarto y último capítulo, inspirado en las hipótesis interpretativas de Aby Warburg, analizo la obra de Isaac como un gran montaje de imágenes (un Atlas Mnemosine) dispuesto en cuatro “paneles” compuestos por diversas entradas o temas y subtemas (fragmentos y escenarios) que me fueron dando luz para comprender el conjunto de su obra y, asimismo, dar pie para desplegar el propio fluir de mi discurso al respecto. ARTE, RE-MEDIACIÓN, INTERMEDIALIDAD, TRANSMEDIALIDAD ALBERTO ARGÜELLO • ALBERTO ISAAC. EL FLUIR DE LA IMAGEN EN LA PRÁCTICA ARTÍSTICA TRANSMEDIAL 13 Meme (de internet) e intervisualidad Hace poco tuve la oportunidad de ver un meme de internet1 que llegó a mi WhatsApp: Remedios sin varo. Este ejemplo de humor plástico o visual hace referencia, por supuesto, a la pin- tora española Remedios Varo, avecindada en México hacia los años cuarenta del siglo xx y a su obra Papilla estelar (1958). En el cuadro vemos a una mujer delgada, de melena rubia corta —partida por la mitad—, ataviada con un largo y entallado vestido color sombra natural (terrosa) que remata en un cuello tipo Mao; calza unas ballerinas sencillas y se nota que usa ajus- tadas mallas (la ropa y el calzado son del mismo color). Está sentada en un banquillo de madera frente a una mesita —tam- bién de madera, a la derecha de la pintura— en una estrecha estancia pintada en gris claro que constituye una especie de torrecilla, facetada por dentro y por fuera. A ese habitáculo, sin 1 “El término meme de internet se usa para describir una idea, concepto, situación, expresión o pensamiento, manifestado en cualquier tipo de medio virtual, cómic, video, audio, textos, imágenes y todo tipo de construcción multimedia, que se re- plica mediante internet de persona a persona hasta alcanzar una amplia difusión. Los memes pueden propagarse mediante hipervínculos, foros, imageboards, sitios web y cualquier otro difusor masivo, sobre todo, como lo son hoy en día las redes sociales […]. Para Shifman […], es importante que los memes sean compartidos en el interior de subculturas específicas: la motivación para que los usuarios partici- pen en la circulación y reinterpretación de los memes en línea, surge precisamente de la necesidad de pertenecer a una comunidad definida, al menos parcialmente, por estas prácticas culturales. En 2013, Dominic Basulto escribió en The Washington Post que “el crecimiento de internet y las tácticas de la industria publicitaria han afectado negativamente a la capacidad de los memes de transmitir unidades de cultura humana durables, y, en su opinión contribuyen a difundir banalidades en vez de ideas importan- tes.” Meme de internet, https://es.wikipedia.org/wiki/Meme_de_internet Consulta: 20 de septiembre, 2019. ALBERTO ARGÜELLO • ALBERTO ISAAC. EL FLUIR DE LA IMAGEN EN LA PRÁCTICA ARTÍSTICA TRANSMEDIAL 14 pared frontal, lo cual le da un aspecto de escenario, se accede por una escalinata central. La torrecilla y su base con la esca- linata aparecen al centro de la imagen ocupando casi todo el plano gráfico; su entorno es una especie de nebulosa lóbrega en la que sobresalen nubes grises y manchas estelares. En el interior iluminado de esta arquitectura mínima, la mujer, con su mano derecha, alimenta a una luna menguante enjaulada, de mirada taciturna, que recibe con una larga cuchara la pa- pilla elaborada mágicamente; el frágil pedestal que sostiene la jaula, y la jaula misma, figuran a la izquierda del recinto, frente a la mujer. Ella, con la mirada concentrada en la acción que realiza —dar de comer a la luna con una cuchara— obtiene este alimento de un dispositivo proveniente del remate de la torre y que está predispuesto para colectar estrellas y hacerlas descender por un tubo hacia un molinillo fijado a la mesita, la cual, en el tramo en que el aparato se sujeta a la mesa, no está totalmente cubierta por el plegadizo mantel color crema que abriga, casi, la totalidad de la superficie. Sobre esta mesilla figura un plato pequeño que recibe la molienda mágica que brota del molino; la mujer pone en funcionamiento el aparato moviendo la manivela con su mano izquierda. En la alteración (intervención) de la imagen, en el meme, hecha por un autor anónimo, se sustituye el molino y la pa- pilla derivada de éste por un envase de sopa “instantánea” (Maruchan) y sobre la mesita de madera y el mantel, junto al trasto de unicel, el autor ha colocado un plato con limones y un frasco de salsa Valentina;2 la luna, ahora, se atraganta con 2 “Valentinaes una marca mexicana de salsa picante comercializada por ‘Salsa ALBERTO ARGÜELLO • ALBERTO ISAAC. EL FLUIR DE LA IMAGEN EN LA PRÁCTICA ARTÍSTICA TRANSMEDIAL 15 una bola de fideos que apenas caben en su boca. El parodista juega con estos nuevos elementos visuales y añade el chiste lingüístico que, a partir de la alusión popular al dinero como “varo”, crea ingeniosamente la ambigüedad que finalmente causa risa por partida doble. ¿Qué leí y qué vi ahí? En principio, el ejercicio de la muy posmoderna práctica de la apropiación de una imagen pictóri- ca. Luego, su resignificación mediante dos alteraciones: una visual y otra verbal —o textual, si se prefiere— que operan en sintonía, o sinergia, para producir, con estos recursos —quizá muy locales, es decir, de México y de cierta cultura urbana—, anclados a la imagen, supliendo los originales, el deseado efecto humorístico. Hay que añadir, además, el medio uti- lizado para la difusión de esta imagen: el teléfono celular,3 implemento tecnológico que hoy en día nos conecta con nuestras amistades y con el mundo de la información y la co- municación por vías múltiples: vemos y nos ven, localizamos y nos localizan, nos informamos y nos convertimos en infor- mación, en cifra informática para la mercadotecnia de la web. Aparte de esta autosumisión al panóptico digital contem- poráneo, ¿qué más vi en esa imagen que comento? No vi la pintura de Remedios Varo, sino la fotografía de la pintura de Remedios Varo transmitida por WhatsApp. Ello supone que lo que en realidad vi fue una imagen digitalizada, com- Tamazula’ de la ciudad mexicana de Tamazula de Gordiano y elaborada en la ciudad de Guadalajara, Jalisco.” Salsa Valentina, https://es.wikipedia.org/wiki/ Salsa_Valentina Consulta: 20 de septiembre, 2019. 3 Aunque también ya se encuentra en Google, basta teclear la frase “Remedios sin varo”. ALBERTO ARGÜELLO • ALBERTO ISAAC. EL FLUIR DE LA IMAGEN EN LA PRÁCTICA ARTÍSTICA TRANSMEDIAL 16 puesta por pixeles y ya no por pinceladas, pero, como señalé al principio, transmutada, transcodificada, convertida en otra cosa… en un meme o humor visual que no es, por cierto, una caricatura. Mas no debo pasar por alto otro aspecto impor- tante. Hasta este momento usted, lector, lectora, quizá no ha visto ni una ni otra imagen de las que he aludido, aunque lo más seguro es que ya usó su dispositivo móvil para buscar- las. Si usted ya conocía el cuadro Papilla estelar, seguramente ha recurrido, en principio, a su archivo visual-mental y lo ha evocado como endoimagen, lo ha visualizado, tiene ahorita mismo una imagen mental de la pintura. En caso contrario, si desconoce la obra o alguna vez la vio y la olvidó, la descripción que hice de ella, en la medida en que me apropié de sus ele- mentos iconográficos principales, fue objeto de écfrasis: pasé del medio visible al medio textual; la antigua écfrasis, ahora renovada o, si se quiere, reciclada, consiste en la descripción verbal de una imagen; la transmutación de la imagen en texto: “La écfrasis4 o ecfrasis (en plural: écfrasein; en griego antiguo, ἔκφρασιϛ, ‘explicar hasta el final’) es la representación verbal de una representación visual.” Pues bien, como este último proceso supone un cambio de medio de expresión, lo que hemos constatado en el ejercicio hecho en el primer párrafo, es la transmedialidad de aquella pintura de Remedios Varo: su paso del medio visible al medio escritural o lingüístico. También hubo transmedialidad cuan- do alguien se colocó frente al cuadro de la artista y le tomó una fotografía: realizó la traslación que ya hemos anotado de los 4 Écfrasis, https://es.wikipedia.org/wiki/Écfrasis Consulta: 20 de septiembre, 2019. ALBERTO ARGÜELLO • ALBERTO ISAAC. EL FLUIR DE LA IMAGEN EN LA PRÁCTICA ARTÍSTICA TRANSMEDIAL 17 pigmentos y pinceladas sobre lienzo (su materialidad o medium original) a una emulsión pancromática (si es que se trató de una fotografía analógica) o a pixeles, en el caso de una imagen digital. En este eje de transmedialidad de la imagen, su forma, su figura, no se alteró sustancialmente —quizá tan sólo sus dimensiones (podríamos hablar, incluso, de una “intervisua- lidad”, como se habla de una intertextualidad, es decir, esta última, por ejemplo, cuando se traduce un texto de un idioma a otro idioma sin dejar de ser, los dos, textos; o cuando un texto remite a otros textos)—, pero su medio material, si bien pasó por una transmutación importante, fue más substancial o radical en la écfrasis, en la que no quedó ningún rasgo figural. Pero aún cabe hacer más consideraciones si pensamos que, de origen, lo visual y lo verbal están imbricados en la obra de Remedios Varo.5 La pieza está anclada in saecula sae- culorum a la expresión verbal Papilla estelar y a los grafismos numéricos 1958. Aquí, lo que constatamos es una interme- dialidad; es decir, la presencia simultánea de dos medios ex- presivos distintos, interrelacionados, imbricados, que logran, el primero, verbalizar la imagen, y el segundo, cronologizarla, si es que vale la expresión.6 5 Cabe recordar la siguiente sentencia de W. J. T. Mitchell al hacer la reflexión sobre uno de sus libros: “Una afirmación polémica de Teoría de la imagen es que esta in- teracción entre imágenes y textos es constitutiva de la representación en sí: todos los medios son medios mixtos y todas las representaciones son heterogéneas; no existen las artes ‘puramente’ visuales o verbales, aunque el impulso de purificar los medios sea uno de los gestos utópicos más importantes del modernismo.” Teoría de la imagen. Ensayos sobre representación verbal y visual, Madrid, Akal, 2009, p. 12. 6 Quizá, y esto no es una hipótesis vacua, las propias (y exactas) medidas del lienzo y sus coordenadas compositivas asimismo matematicen y geometricen la imagen. ALBERTO ARGÜELLO • ALBERTO ISAAC. EL FLUIR DE LA IMAGEN EN LA PRÁCTICA ARTÍSTICA TRANSMEDIAL 18 Si volvemos al meme derivado de esta pintura, advertiremos, aún con más claridad, por el fotomontaje, ¿o “fotoshopaje”?, realizado —la imagen de la sopa Maruchan y los fideos inser- tados en la pintura—, que un nuevo aspecto se revela: la foto de la sopa + el texto (Maruchan) en el envase de la sopa + la pintura + el nuevo título (Remedios sin varo), nos dan como resultado una variada intermedialidad donde los diversos me- dios están conectados y operando en sincronía o, mejor, en sinergia. Intermedialidad, transmedialidad, re-mediación Con la longeva écfrasis, recién renovada, o nunca abandona- da, sucede que, pese a lo anacrónico que suene el término, encierra, en su esencia, las ideas de intermedialidad (entre imá- genes y palabras; imágenes y sonidos; sonidos y movimien- tos; movimientos, sonidos e imágenes, etcétera, en copresen- cia) y transmedialidad (mutación de un medio a otro). Pero, tratándose del trasvase de una imagen a otra imagen estamos ante una re-mediación que, en este caso, considero como inter- visualidad. Adelante hablaremos más sobre este asunto. Mas lo importante aquí no sólo es insertarse en el de- bate conceptual contemporáneo, mediante el uso de con- ceptos como los referidos en el párrafo anterior, sino tener presente la necesidad de usar nuevos conceptos —incluso sin desechar aquellos como écfrasis e hipotiposis, como lo propone Begoña Alberdi Soto7— para abordar las inte- 7 Begoña Alberdi Soto, “Escribir la imagen: la literatura a través de la écfrasis”, Lite- ratura y Lingüística, núm. 33, Santiago de Chile, 2016, http://dx.doi.org/10.4067/ ALBERTO ARGÜELLO • ALBERTO ISAAC. EL FLUIR DE LA IMAGEN EN LA PRÁCTICA ARTÍSTICA TRANSMEDIAL 19 rrelaciones artísticas en las obras actuales o, incluso, para considerar las tradicionales pintura, grabado o dibujo, con un pie puesto en el presente y otro en el pasado; es decir, tendiendo un puente entre tradición y contemporaneidad gracias a los nuevos medios conceptuales y tecnológicos a nuestro alcance. Por ello, en principio, es necesariodesalo- jar de nuestros análisis la tesis de que solamente el medio lingüístico —y, en consecuencia, la semiótica anclada al lenguaje, concebido como sistema— es el medio privilegiado, único y necesario para comprender, interrelacionar, imbri- car no sólo las diversas expresiones artísticas sino casi toda la cultura —la literatura, con sus medios escriturales, se planteaba, podía evocar ideas, imágenes, sonidos, música y hasta aromas; recuérdese “la magdalena” de Marcel Proust. La lengua misma, la escritura, era concebida —errónea- mente, podría añadir— como la lingua franca8 o dispositivo que podía servir de vehículo para comprender todo lo ha- bido y por haber, toda la actividad humana. Con el tristemente célebre “giro lingüístico”, que a tantos intelectos arrastró, los análisis sobre la cultura sufrieron un aplastamiento verbalístico que homogeneizó las artes e inclu- so la historia y los fenómenos sociales.9 Como supuesta lingua S0716-58112016000100002 y https://scielo.conicyt.cl/scielo.php?script=sci_ arttext&pid=S0716-58112016000100002 Consulta: 2 de agosto, 2019. 8 Véase W. J. T. Mitchell, op. cit., p. 19. 9 Dicho “giro lingüístico” derivó en el surgimiento del concepto de teoría (alrede- dor de lo lingüístico) como una suerte de metadiscurso transdisciplinario, como lo explica Raúl Rodríguez Freire: “Los años salvajes de la teoría, para tomar una expresión de Manuel Asensi (2006), acontecieron entre las décadas del sesenta y el setenta, años que la vieron proliferar, transformar el ámbito del pensamiento, ALBERTO ARGÜELLO • ALBERTO ISAAC. EL FLUIR DE LA IMAGEN EN LA PRÁCTICA ARTÍSTICA TRANSMEDIAL 20 franca, los semiólogos, principalmente, presumían que todo se podía “leer como texto”: una pintura, una coreografía, un automóvil, los platillos de un menú, la lucha libre, un con- cierto, etcétera.10 La homogeneización se amplió mayormen- te cuando se puso en boga la noción de intertextualidad (Julia Kristeva); esta idea suponía no sólo la interconexión entre los textos en una red lingüística interna y externa (expandida), anterior y posterior a ellos mismos, sino, imperceptiblemente, quizá, un reduccionismo escritural que tendió a equiparar, por ejemplo (como textos que son), a La Biblia y El Capital, un mostrar su poder, un poder que durante los duros ochenta se volvería el blanco de diversas embestidas (izquierdistas y derechistas), hasta llegar a declarársela muerta. La teoría (en tanto género) emergió alrededor del llamado ‘giro lingüístico’, posible- mente potenciándose mutualmente, y de ambos fue Richard Rorty quien logró darles reconocimiento, identificarlas. En la presentación a su famosa antología The Linguistic Turn. Recent Essays in Philosophical Method, de 1967, da cuenta de la rele- vancia adquirida por el lenguaje para la resolución (o disolución) de problemas fi- losóficos. ‘Esta perspectiva’, señala, ‘es considerada por muchos de sus defensores el descubrimiento más importante de nuestro tiempo y, desde luego, de cualquier época’ (El giro 50).” Y en nota de pie de página (núm. 3), agrega Rodríguez Freire: “Si bien aquí Rorty está pensando en la filosofía analítica y la del lenguaje, el men- tado giro lingüístico cobrará resonancia fundamentalmente a partir de los trabajos de Michel Foucault, Jacques Derrida, Roland Barthes, entre otros, nombres que tienen marcadas diferencias con la preocupación inicial de Rorty (y entre sí), como muestra, por ejemplo, el debate entre Derrida y Searle. Al respecto, véase: Jesús Navarro Reyes, Cómo hacer filosofía con palabras. A propósito del desencuentro entre Searle y Derrida (2010).” En Raúl Rodríguez Freire, “El giro visual de la teoría. Algunas digresiones”, en Juan Pablo Hormazábal et al. (eds.), El lugar de la literatura en el siglo xxi, Valparaíso (Chile), Ediciones Universitarias de Valparaíso, 2016, pp. 23 y 24, https://www.academia.edu/31832750/El_giro_visual_de_la_teori_a._Algunas_di- gresiones.pdf Consulta: 3 de marzo, 2019. 10 “Hasta el subconsciente [según Lacan] está estructurado como un lenguaje.” W.J.T. Mitchel, op. cit., p. 19. Véase la crítica que Lyotard hace a Lacan sobre este punto en Jean-François Lyotard, Discurso, figura, Barcelona, Gustavo Gili, 1979, pp. 255 y ss. y 261 y ss. (“el error de Lacan”). ALBERTO ARGÜELLO • ALBERTO ISAAC. EL FLUIR DE LA IMAGEN EN LA PRÁCTICA ARTÍSTICA TRANSMEDIAL 21 tratado de química y El Corán; El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha y Las reglas del método sociológico, etcétera; finalmente, sólo se trataba de palabras escritas, se sostenía sin empacho.11 Es por ello necesario reconsiderar los términos interme- dialidad y transmedialidad desde la que hoy pudiéramos de- nominar época poslingüística o del “giro visual”, que parte a finales de la década de 1980. Asumamos, sin embargo, con toda cautela este nuevo giro,12 pues podría convertirse rápi- damente, si no es que ya ha ocurrido esto, en una filosofía de moda13 que ahora nos lleve al otro extremo: suponer que “todo 11 En la teoría de la historia destaca, en esta línea de pensamiento, Hayden White con su influyente libro Metahistoria: la imaginación histórica en la Europa del siglo xix (1973). 12 Ya han habido muchos tipos de giros: “Giro, entonces. Sé que la palabra no está libre de sospechas, ni siquiera cuando se la emplea pluralmente, pues ade- más un giro nunca viene solo. Hoy, o desde hace unos años, quizá décadas, hemos asistido a giros visuales (arte), culturales (antropología y literatura), de movilidad (sociología), urbanos (arquitectura) y espaciales (geografía), para no mencionar ese giro de los giros que fue el giro lingüístico…” Raúl Rodríguez Freire, op. cit., p. 28. 13 “Max Hokheimer ya había señalado que las ciencias del espíritu tienen ‘un fluctuante valor de mercado’ (‘Teoría crítica’ 226) y más de un siglo antes Hegel hacía referencia —en sus Lecciones sobre la historia de la filosofía— a las filosofías de moda”: “‘[E]l nombre de filosofía nueva, moderna, novísima, se ha convertido en una especie de nombre de guerra, que se escucha a todas horas. Quienes creen decir algo al pronunciar este nombre son, casi siempre, los que más se in- clinan a santiguarse y echar bendiciones ante la muchedumbre de las filosofías, tanto más cuanto más propenden, bien a ver un sol en cada estrella y hasta en cada vela, bien a considerar toda ocurrencia como una filosofía y a aducirla, por lo menos, en prueba de que existen muchísimas filosofías y de que todos los días aparece una que desplaza a las anteriores. Han inventado, al mismo tiempo, la categoría en que pueden colocar toda filosofía que parece adquirir cierta sig- nificación y con la que, al mismo tiempo, pueden deshacerse de ella; la llaman, simplemente, una filosofía a la moda’, Lecciones sobre la historia de la filosofía, vol. I, p. 45.”, citado por Raúl Rodríguez Freire, op. cit., p. 23. ALBERTO ARGÜELLO • ALBERTO ISAAC. EL FLUIR DE LA IMAGEN EN LA PRÁCTICA ARTÍSTICA TRANSMEDIAL 22 es imagen”, pues, además, constatamos que, en todo momen- to y lugar, gracias a las nuevas tecnologías portátiles, las imá- genes son omnipresentes, nos abruman, invaden nuestras vi- das. Las advertencias ante este nuevo peligro teórico, aunque fueron tempranas, parece que fueron desoídas. A partir 1971, en su tesis doctoral, o desde 1974, en que ésta se publicó (Dis- curso, figura), Lyotard sentenció: “es inútil querer reducirlo todo al lenguaje articulado tomado como modelo de toda la semiología, cuando está claro que él mismo está —al menos en su uso poético— habitado, acosado por la figura”.14 Además se quejó de que Lacan y Barthes metieron toda la semiología dentro de la lingüística,15 con lo que renovaron el antiguo in- tento de pensar el mundo como texto; intento tan antiguo que nos remite a la tradición tomista, en donde se confunde el espacio textual con el espacio figural.16 Al inicio de su obra Discurso, figura, Lyotard señala: “Este libro protesta diciendo: que lo dado noes un texto, que hay en él un espesor, o mejor dicho una diferencia, constitutiva, que no debemos leer, sino ver; que esta diferencia, y la movilidad inmóvil que la revela, es lo que continuamente queda olvidado en el significar.”17 Más adelante, casi a mediados de los años noventa del si- glo pasado, Mitchell postuló su tesis, ya referida, de que todos los medios son medios mixtos, de manera que imágenes y textos siempre están imbricados; es más, lo real es el flujo entre ambos tipos de representación. 14 Jean-François Lyotard, op. cit., p. 254. 15 Ibidem, p. 255. 16 Ibid., p. 220. 17 Ib., p. 29. ALBERTO ARGÜELLO • ALBERTO ISAAC. EL FLUIR DE LA IMAGEN EN LA PRÁCTICA ARTÍSTICA TRANSMEDIAL 23 “Palabra e imagen” es el nombre de una discusión ordinaria entre tipos de representación, una forma fácil de dividir, cartografiar y organizar campos de representación. También es el nombre de una especie de tropo cultural básico, lleno de connotaciones que van más allá de sus diferencias meramente formales o estructura- les. Por ejemplo, la diferencia entre una cultura de lectura y otra de espectadores no es sólo una cuestión formal (aunque, desde luego, también lo sea); incide en las formas de sociabilidad y sub- jetividad, en los tipos de individuos e instituciones formados por la cultura. Esto no es sólo una cuestión de dividir el terreno de la “palabra y la imagen”… entre “la televisión” y “el libro”. Los libros han incorporado imágenes en sus páginas desde tiempos inme- moriales, y la televisión, lejos de ser un medio meramente “visual” o “imaginístico”, se puede describir mejor como un medio en el que las imágenes, los sonidos y las palabras “fluyen” los unos en los otros. Esto no quiere decir que no haya diferencias entre los medios o entre las palabras y las imágenes: sólo que esas diferen- cias son mucho más complejas de lo que puede parecer a primera vista, apareciendo dentro de los medios tanto como entre ellos, y pudiendo cambiar a lo largo del tiempo, a medida que cambian los modos de representación y las culturas.18 Es precisamente el término representación al que Mitchell da relevancia; imágenes y palabras, en el fondo, son dos maneras de representación que no están peleadas, como sí lo están, en sus trincheras académicas y universitarias, los teóricos que disputan sus feudos “en una especie de nombre de guerra” en 18 W. J. T. Mitchell, op. cit., p. 11. ALBERTO ARGÜELLO • ALBERTO ISAAC. EL FLUIR DE LA IMAGEN EN LA PRÁCTICA ARTÍSTICA TRANSMEDIAL 24 favor o en contra de la palabra o de la imagen.19 En las prime- ras líneas de su Teoría de la imagen, Mitchell dice claramente: “Este texto se puede considerar como un acompañamiento práctico de Iconlology [su libro anterior], una especie de ‘ico- nología aplicada’. Investiga la interacción entre las represen- taciones visuales y verbales en toda una serie de medios, sobre todo en la literatura y las artes visuales.”20 Y tratándose de un libro práctico, no aspira a producir una teoría de las imágenes: “Este libro tiene todos los vicios de las secuelas y los suple- mentos. Se trata de una colección, de un informe del pro- greso de un proyecto incompleto, del registro de numerosos intentos de ‘imaginar la teoría’, sin producir una ‘teoría de las imágenes.’”21 De igual manera, Lyotard, en su momento, al 19 Pero la compulsión guerrera y territorial se extiende más allá de estos dos términos y de los aparatos institucionales, incidiendo en la historia de la cultu- ra con mayor hondura. Para Mitchell, la diferencia entre signos lingüísticos y pictóricos es sólo un caso de otros debates: “…the paragone or debate of poetry and painting is never just a contest between two kinds of signs, but a struggle between body and soul, world and mind, nature and culture”, W. J. T. Mitchell, Iconology: Image, Text and Ideology, Chicago, The University of Chicago Press, 1986, p. 49, citado por Begoña Alberdi, loc. cit. (…el debate entre poesía y pintura es de mayor densidad y complejidad pues “no sólo se trata de una competencia entre dos tipos de signos, sino que implica una lucha entre cuerpo y alma, mundo y mente, natu- raleza y cultura.” [La traducción es mía]). Se sugiere aquí el deseo de borrar esas dicotomías conceptuales porque es imposible separarlas tajantemente; muy al contrario, tienen relaciones necesarias, continuas y sus contornos son indefini- dos; podríamos añadir que su relación constituye dialécticas sin solución: más bien insolucionadas. 20 W. J. T. Mitchell, Teoría de la imagen, op. cit., p. 12. 21 Ibidem, p. 13. De hecho, el propio título del libro de Mitchell en español, Teoría de la imagen, no se corresponde con el original en inglés: Picture Theory. En ello se acumula una buena cuota de ambigüedad que ni la traductora de la obra al español, Yaiza Hernández, pudo resolver. En una nota a pie de página señala lo siguiente: “Tal como explica el autor en la nota 5, lo que en español se traduce ALBERTO ARGÜELLO • ALBERTO ISAAC. EL FLUIR DE LA IMAGEN EN LA PRÁCTICA ARTÍSTICA TRANSMEDIAL 25 discutir sobre un asunto semejante en Discurso, figura —pala- bra, imagen, podríamos decir también— tampoco se propuso edificar una teoría unitaria sobre el tema que dijese la última palabra, inmutable, sobre la cuestión; sería absurdo: “Hemos renunciado a la locura de la unidad, a la locura de proporcio- nar la causa primera en un discurso unitario, el fantasma del origen. […] va siendo hora de que los filósofos renuncien a la producción de una teoría unitaria como última palabra sobre las cosas.”22 Postura, quizá, la de ambos, asumida a partir de la conciencia relativista que es una herencia del posmodernis- mo, que deja ventanas y puertas abiertas a la tarea de seguir construyendo la teoría, sin edificarla. De manera que lo recomendable es, siguiendo a Mitchell, investigar la interacción entre las representaciones visuales y verbales en toda una serie de medios, pero, incluso, más allá de la literatura y de las artes visuales. Y abrevando en las ideas con el término único ‘imagen’ responde a dos términos ingleses, ‘picture’ e ‘ima- ge’, con connotaciones diferentes. Así pues, si la primera consiste en ‘un objeto o conjunto construido y concreto (el marco, el soporte, los materiales, los pigmen- tos, la factura)’ la segunda alude a ‘la apariencia virtual y fenomenal que proporcio- na al espectador’. El título original del libro, Picture Theory, alude a la primacía de la primera de estas voces, que integra el aspecto material de la imagen. Por otro lado, funciona como un juego de palabras, ya que ‘Picture Theory’ puede traducirse como ‘Teoría de la imagen’ y como ‘Dar imagen a la teoría’. No he sido capaz de encon- trar una solución satisfactoria para mantener la diferencia entre estos dos términos a lo largo de la traducción al castellano. En las ocasiones en que me ha parecido imprescindible hacerlo, he recurrido a neologismos, como el término ‘pictorial’ (para diferenciarlo del castellano ‘pictórico’); en otras ocasiones ‘image’ y ‘picture’ se han traducido indistintamente como ‘imagen’, recurriendo a notas aclaratorias cuando el sentido del texto se veía alterado por esta opción.” Ibid., p. 12. 22 Jean-François Lyotard, op. cit., pp. 36 y 37. ALBERTO ARGÜELLO • ALBERTO ISAAC. EL FLUIR DE LA IMAGEN EN LA PRÁCTICA ARTÍSTICA TRANSMEDIAL 26 de Lyotard, tomar partido por lo figural23 (“…con Cézanne y Mallarmé, con Freud, con Ferge…”),24 reivindicando el espa- cio figural en su diálogo, en flujo, con lo discursivo: “Una vez más —como dice Federico Jiménez, prologuista de Discurso, figura— a la sombra de la figura o paradoja de Horacio: Ut pic- tura poiesis”,25 que literalmente significa: “Como la pintura, así es la poesía”, a lo que podemos agregar lo dicho por Simó- nides de Ceos: “La poesía es pintura que habla y la pintura, poesía muda”, dos maneras de pensar. Todos los medios son medios mixtos y todas las representaciones son heterogéneas (Mitchell)Poesía y pintura, palabra e imagen, interactúan, entablan una relación dialéctica, transmedial, es decir, sobrepasando sus ataduras materiales, mediales. Pero ello no nos exime de reconocer la materialidad de cada medio y, a su vez, enten- 23 Las dos acepciones distintas, en francés y en castellano, de “figure” las explica así Federico Jiménez en el prólogo a Discurso, figura: “mientras en francés la figu- ra nos aparece más como una cierta propiedad de la presentación de los objetos a la vista, en castellano podríamos decir que la figura está siempre a la sombra de la figura del sujeto, a cuya necesidad de apariencia (no olvidemos que la época ‘acabada’ de nuestra lengua, la barroca, se caracteriza por una pasión del aparentar, del vestir, del figurar —estar en un plano destacado o preciso— que atraviesa todas las esferas sociales) se pliega la realidad y la apariencia de los ob- jetos. En francés, y eso es patente al menos en el uso que Lyotard hace de figure, son los objetos los que imponen ‘su’ figura a la subjetividad y a la mirada. (En fin, esta digresión pretende que en la traducción, el término no acabe por usur- par un concepto que se plantea semánticamente como su opuesto.)” Ibidem, p. 22 (nota del prólogo de Federico Jiménez). 24 Ibid., p. 37. 25 Ib., p. 25. ALBERTO ARGÜELLO • ALBERTO ISAAC. EL FLUIR DE LA IMAGEN EN LA PRÁCTICA ARTÍSTICA TRANSMEDIAL 27 der las interacciones y transmutaciones que son posibles en- tre medios tan distintos; medios entendidos, también, como medios expresivos y como formas de mediación. La materia cobra vida en el medium que lo constituye y ese vehículo tiene mu- cho que decir; es más, es una forma de decir, con o sin pala- bras. De manera que el término intermedialidad alude a una interconexión no sólo entre textos o entre imágenes —más bien, en principio: de textos e imágenes—, sino de diferen- tes medios de expresión, de diferentes maneras de decir qué son, consciente o inconscientemente, sincrónicas —o, más bien, sinérgicas, como señalé—, porque son percibidas así: por la unidad de lo sensible, en su relación de superposición.26 26 Sobre la indisolubilidad entre lo sensible, lo audible, lo visible y la carne, Mer- leau-Ponty ha abundado en su fenomenología: “En definitiva, Merleau-Ponty (1997, p. 177) nos habla de la unidad de lo sensible gracias a la cual ‘el espec- táculo visible pertenece al tocar ni más ni menos que las <<cualidades táctiles>>’. Lo visible y lo tangible son dos ‘partes totales’, dos ‘cartas completas’: ‘todo vi- sible está tallado en lo tangible, todo ser táctil está prometido de alguna manera a la visibilidad’ (Merleau-Ponty, 1977, p. 177). Así, ‘hay invasión, abarcamiento, no sólo entre lo tocado y lo tocante, sino también entre lo tangible y lo invisible que está incrustado en él, así como, inversamente, él mismo no es una nada de visibilidad, no es sin existencia visual. Porque el mismo cuerpo ve y toca, visible y tangible pertenecen al mismo mundo.’ (Merleau-Ponty, 1997, p. 177)”. “Más aún, hay recuperación doble y cruzada de lo visible en lo tangible y de lo tangible en lo visible; las dos cartas son completas y, sin embargo, no se confun- den. Las dos partes son partes totales, pero no son superponibles (Merleau-Pon- ty, 1997, p. 177). Por eso podemos decir que ‘la visión es palpación por la mirada’ (Merleau-Ponty, 1997, p. 177) y ‘relación de superposición’ entre lo visible y lo tangible: ‘lo visible no es un cero de tangible, lo tangible no es un cero de visi- bilidad (relación de superposición’, Merleau-Ponty, 1977, p. 178n)”. En lo que concierne a la voz, señala Merleau-Ponty: “…no me escucho como escucho a los otros, la existencia sonora de mi voz para mí está por así decirlo mal desplegada; es sobre todo un eco de su existencia articular, ella vibra a través de mi cabeza más bien que fuera. (Merleau-Ponty, 1997, p. 194)”. Ib., p. 128. Véase Carlos ALBERTO ARGÜELLO • ALBERTO ISAAC. EL FLUIR DE LA IMAGEN EN LA PRÁCTICA ARTÍSTICA TRANSMEDIAL 28 Por ejemplo, si me encuentro con una persona, la veo y la oigo cuando conversamos, pero también la huelo —esos hu- mores, asimismo, son expresivos; aún más en otras culturas, por ejemplo, del Medio Oriente. Y sabemos que la entonación de la voz —un sonido particular que modifica el hablar— y la gestualidad facial y corporal alteran, sea consciente o in- conscientemente, lo que esta persona habla; es decir, estamos aquí en un ámbito mudo, en el espacio de lo no verbal, lo no lingüístico que, muchas veces, comunica más y mejor, en su articulación, que lo meramente verbal. Por otra parte, si hay intimidad con dicho interlocutor, incluso puedo palpar sus manos, su cuerpo, y percibir su tensión o relajamiento mus- cular, su sudor, su temperatura, la suavidad o aspereza de su piel, etcétera. Es decir, esto ejemplifica el hecho de que la per- cepción es unidad sensible, misma que es expuesta por Mer- leau-Ponty en su concepción de lo que llama carne, “Porque el mismo cuerpo ve y toca…”, habla y escucha.27 Vista así, la percepción es un fenómeno complejo que no puede desarti- cularse: la mirada por aquí, el tacto por allá, el oído más allá; todos los sentidos actúan conjuntamente, aun cuando nos forcemos a ver una imagen fija, como lo es una pintura o una Daniel Belvedere, “La construcción del cuerpo propio y la descripción de la carne en la crítica herniana a Merleau-Ponty”, Universitas Philosophica, 31 (63), Bogotá, julio-diciembre de 2014, p. 127, 2346-2426, doi: 10.11144/Javierana. uph31-63.ccdc Consulta: 3 de marzo, 2019. Las notas que cita el autor provie- nen del libro de Merleau-Ponty, Le Visible et l’invisible, París, Gallimard, 1997. 27 “La noción de carne expresará esta generalidad del ser, ni interior ni exterior, ni visible ni invisible; lo visible del mundo es ‘el tejido conjuntivo de los horizontes exteriores e interiores’, y la ‘carne ofrecida a la carne’ es ‘generalidad’ (Mer- leau-Ponty, 1977, p. 173n).” Citado por Carlos Daniel Belvedere, op. cit., p. 126. ALBERTO ARGÜELLO • ALBERTO ISAAC. EL FLUIR DE LA IMAGEN EN LA PRÁCTICA ARTÍSTICA TRANSMEDIAL 29 fotografía. Esta percepción compleja se presenta así, con todo su arsenal, ante expresiones u obras de arte que tampoco son monolíticas, que no son puras. Como hemos señalado, siguiendo a Mitchell, la “interac- ción entre imágenes y textos es constitutiva de la represen- tación en sí: todos los medios son medios mixtos y todas las representaciones son heterogéneas; no existen las artes ‘pu- ramente’ visuales o verbales, aunque el impulso de purificar los medios sea uno de los gestos utópicos más importantes del modernismo”.28 Es decir, por debajo y por arriba, antes y después del modernismo, las expresiones artísticas no han estado peleadas con la mezcla, el mestizaje de medios, que ahora denominamos intermedialidad. La percibimos cuando en una pintura observamos textos; por ejemplo, en las filacte- rias medievales o en las caricaturas, o bien en muchas pintu- ras barrocas; cuando en los textos hay ilustraciones o viñetas, como en los libros religiosos iluminados, en ediciones con viñetas, por ejemplo, de la Divina comedia, de Dante, El Quijote, de Cervantes; en la llamada poesía visual y en las dinámi- cas picto-escriturales (logogramas), de Christian Dotremont (miembro del grupo CoBrA). Esto que traemos a colación sólo alude a la copresencia de imágenes y textos,29 pero la intermedialidad de mayores alcances y diversidad se ha dado, y se da, en el teatro, la ópera y el cine: ahí se conjuntan, se superponen, constituyen unidad, en los dos primeros casos, 28 W. J. T. Mitchell, op. cit., p. 12. 29 Sin dejar de lado, en este ámbito, las (hoy desplazadas) fotonovelas, las histo- rietas y las recientes novelas gráficas. ALBERTO ARGÜELLO • ALBERTO ISAAC. EL FLUIR DE LA IMAGEN EN LA PRÁCTICA ARTÍSTICA TRANSMEDIAL 30 diégesis, actuación, vestuario, música, canto, escenografía y, actualmente, incluso, proyecciones de video (video-danza,vi- deo-teatro). En el cine, por su parte, si bien se excluye la pre- sencia física de lo que se audio-ve, el espectáculo intermedial se articula en torno a las imágenes, diseminándose, fluyendo éstas a través del tiempo, mostrando la interrelación entre sus diversos medios matéricos y expresivos: diégesis, actuación, vestuario, música, canto, escenografía, iluminación, tempora- lidad, etcétera. Algo que también sucede en el teatro, la ópera, la danza y los videojuegos; en estos últimos no necesaria- mente hay diégesis, porque se construye su progresión por la interactividad entre el programa y el jugador. Como es obvio, la irrupción de un medio matérico-expre- sivo en otro, no es reciente. El impulso purificador y aislante de los medios, como indica Mitchell, fue “uno de los gestos utópicos más importantes del modernismo” con su espíritu racionalista, clasificador y creador de disciplinas del pensar, del investigar y del hacer. Actualmente, la reflexión desde la noción de intermedialidad ha colocado a la interdiscipli- na o a las prácticas interdisciplinarias en el nuevo contex- to medial, como enfoque o forma de entendimiento poético, creativo que, como señala Leena Eilittä, hace énfasis en la oralidad de la poesía, lo audible del lenguaje o en la afinidad entre signo y texto.30 Además, agrega: “Al tiempo que nos hace conscientes de la comunicación medial entre las artes, 30 Leena Eilittä, Liliane Louvel y Sabine Kim (edits.), Intermedial Arts: Disrupting, Remembering an Transforming Media, Cambridge, Cambridge Scholars Publishing, 2012, p. ix (Introducction). ALBERTO ARGÜELLO • ALBERTO ISAAC. EL FLUIR DE LA IMAGEN EN LA PRÁCTICA ARTÍSTICA TRANSMEDIAL 31 la intermedialidad llama nuestra atención sobre la presencia estética de otras artes en aquellos casos que con frecuencia se han discutido simplemente como traducciones de un arte a otro.”31 Si bien Eilittä sugiere, por ejemplo, que la écfrasis es la traducción de una pintura o imagen a otro medio que es escritural, lingüístico, esta afirmación no es convincente puesto que la traducción supone: “Expresar en un idioma lo dicho o escrito originariamente en otro distinto”,32 acción que no nos saca del terreno de la lingüística. Otras acepcio- nes, no lingüísticas, de la palabra traducir, vienen más al caso de la transmedialidad. Una segunda acepción es interpretar, y la tercera, transformar una cosa en otra; esta última implica ya un proceso mediante el cual se opera sobre la morfología ori- ginal para producir otra forma, pero, como vemos, también esta versión, e incluso la segunda, pueden quedar encerradas en la lengua. Por ello es importante subrayar, en principio, que lo distintivo de la transmedialidad es el cambio de medio. De manera que hasta el antiguo término de écfrasis implica el “salto mortal” de lo pictórico o figural —término, este último, que usa Lyotard— a lo escritural, donde ya no queda ningún 31 Idem (la traducción es mía). En este punto quiero subrayar que yo hago una distinción entre los términos intermedialidad y transmedialidad, pues las autoras de Intermedial Arts utilizan indistintamente intermedialidad para dos fenómenos distintos. Yo aplico la noción de intermedialidad a la copresencia de una o varias expresiones mediales en una manifestación artística; en cambio, utilizo transme- dialidad cuando efectivamente hay una transmutación de un medio expresivo a otro distinto; por ejemplo, cuando del medio escritural de una novela se realiza un producto visual, como una película. La écfrasis, como he señalado, también sería un caso de transmedialidad. 32 Traducir, https://es.thefreedictionary.com/traducir Consulta: 8 de marzo, 2019. ALBERTO ARGÜELLO • ALBERTO ISAAC. EL FLUIR DE LA IMAGEN EN LA PRÁCTICA ARTÍSTICA TRANSMEDIAL 32 rasgo figurativo de la propia imagen; así sí se da la transme- dialidad.33 Aún más, abusando de una explicación dada por Eilittä, citando a Lars Elleström, al hablar de su definición de las relaciones intermediales, sostendría, junto con ella, pero pensando en la transmedialidad, que ésta implica cam- bios en cuatro planos: material, sensorial, espaciotemporal y semiótico.34 Finalmente, coincido con la autora en que no hay que complejizar el término intermedialidad, y tam- poco el de transmedialidad, convirtiéndolo en algo oscuro. 33 Mutación que estaría más cerca de la idea de la transubstanciación, aunque sin sus implicaciones teológicas (en principio, cambio de substancia o materia). Román Gubern, en La mirada opulenta, escribe al respecto y utiliza “transcodi- ficación” y “transustanciación” como términos que explican el fenómeno en cuestión, la “transmaterialización”: “Toda transcodificación no es más que una tentativa de selección de equivalencias semánticas óptimas en un repertorio síg- nico caracterizado por su diferente sustancia (Saussure) o materia (Hjelmslev) de la expresión”; “De ahí que sea legítimo afirmar que el paso de lo icónico a lo ver- bal —o viceversa— es una mutación de sustancia o de materia de la expresión, es decir, una verdadera transustanciación o transmaterialización”; “Hace falta muy poco esfuerzo intelectual para comprender este salto cualitativo: un fogonazo en la oscuridad es una expresión literaria propia de novela policiaca, pero en cine es un desgarrón de luz que compone un cuadro abstracto en la pantalla”; “La transcodificación de un texto verbal a imaginería icónica se produce, en cambio, mediante las operaciones de la puesta en escena; muta la idea en su concreción sensorial, en forma de signos icónicos sobre un lienzo, papel, pantalla, etcétera, y en los medios audiovisuales en forma de sintagmas audioicónicos”; “Ha sido precisamente nuestra cultura logocéntrica la que ha inventado ese producto lla- mado libro ilustrado (subordinación de la imagen icónica al texto escrito), como su humilde servidora”; “No obstante, cuando casi toda Europa era analfabeta, la Iglesia no tuvo más remedio que recurrir a la imagen como medio sustitutivo de información y de conocimiento, en la famosa Biblia pauperum, cuya función era la de enseñar la historia sagrada mediante imágenes a las gentes que no sabían leer”. Román Gubern, La mirada opulenta. Exploración de la iconósfera contemporánea, Barcelona, Gustavo Gili, 1994, p. 52. 34 Leena Eilittä et al., op. cit., p. ix. ALBERTO ARGÜELLO • ALBERTO ISAAC. EL FLUIR DE LA IMAGEN EN LA PRÁCTICA ARTÍSTICA TRANSMEDIAL 33 La intermedialidad no es, ni reclama ser o tener el estatus de un hermético paradigma de investigación. Pero destaca que sí es necesario posicionar “la intermedialidad como una praxis del análisis interpretativo para mostrar cómo la in- termedialidad desafía y transforma nuestra noción de arte y nuestra experiencia de recepción”.35 Esta última afirmación, sin ser superflua, vindica casi ex- clusivamente —es decir, parcialmente— lo que se refiere a las acciones que emprende el receptor, a su puesta al día en la comprensión e interpretación de las prácticas artísticas que no se encapsulan en las disciplinas tradicionales —esto se- ría parte del esfuerzo desdisciplinar que exigía Mitchell desde la década de 1990, aunque no solamente en el ámbito de la recepción sino también en la teorización. La recepción es- tética, anclada en los criterios decimonónicos, desde luego, fue desmontada ante los golpes de la producción artística antiacademicista finisecular y el vanguardismo. Vale la pena recordar el rechazo y la virulencia con la que fueron recibidos los experimentos que pudiéramos llamar recursamientos de la intermedialidad en las artes plásticas: el collage practicado por los cubistas Picasso y Braque (cuando pegaban fragmentos de objetos reales en sus cuadros: papel periódico, madera, mimbre, etcétera) fue considerado aberrante y precursor del fin del arte o, cuando menos, de la pintura; los experimen- tos de los dadaístas, quienes inventaron el fotomontaje, la foto-pintura o la pintura con fragmentos de fotos adosados;los ready made’s de Duchamp, bricollages o montajes de obje- 35 Idem (la traducción es mía). ALBERTO ARGÜELLO • ALBERTO ISAAC. EL FLUIR DE LA IMAGEN EN LA PRÁCTICA ARTÍSTICA TRANSMEDIAL 34 tos y partes de esculturas (dadaístas y surrealistas) para crear formas abstrusas; las acciones de Fluxus, expresión latina que significa flujo y que, evidentemente, emplearon, avant la lettre, como práctica intermedial y transmedial accionando transi- ciones (en flujo) entre la poesía, las artes visuales, la música y el teatro.36 Esas y muchas otras prácticas fueron manifes- taciones que, en su intermedialidad, en su transmedialidad 36 Los eventos interdisciplinarios de Fluxus, inspirados a su vez en las prácticas pedagógicas y artísticas interdisciplinarias del Black Mountain College (centro artístico de Carolina del Norte, 1933-1957) pueden considerarse experiencias intermediales. “Los fundadores del Black Mountain College eran defensores de una educación democrática y experiencial, y en este centro educativo interdis- ciplinar trataron de poner en práctica las ideas pedagógicas del filósofo John Dewey. […] El primer rector del Black Mountain College fue John Rice, que defendió la posibilidad de aunar el humanismo y el progreso tecnológico y de combinar las enseñanzas artísticas (pintura, escultura, cerámica y música) con otro tipo de saberes para formar a alumnos intelectualmente completos. Segui- dor de la filosofía de Sócrates, Rice entendía que el alumno, y no los profesores ni los contenidos, era el eje de la educación y que debían participar en la gestión de los centros, donde debían reducirse al máximo las jerarquías. “Le sucedió como rector Josef Albers, llegado de la Bauhaus, que concedió mayor importancia a los aspectos prácticos y organizativos. Compartió con Rice la idea de que había que intentar sacar a la luz las mejores cualidades del estu- diante, también aquellas de las que él no era consciente, e incidió en la supera- ción de las distinciones entre las barreras de las artes aplicadas y las Bellas Artes (manteniendo la aspiración global de ausencia de jerarquías). […] El tercer y úl- timo rector del Black Mountain fue Charles Olson, poeta a la vez que artista, que subrayó la importancia de establecer relaciones entre pintura y poesía, y llevó a Carolina del Norte a figuras de uno y otro campo, como Motherwell, Kline, De Kooning, Eric Bentley o Paul Blackburn, también John Cage o Merce Cunnin- gham.” Véase Black Mountain College, http://masdearte.com/black-mountain-co- llege-un-experimento/ Consulta: 14 de septiembre, 2019. Recuérdese también que parte importante del proyecto de la Bauhaus fue el trabajo interdisciplinario entre artesanos, artistas y arquitectos (ahí nacieron el diseño gráfico y el in- dustrial como nuevas profesiones). Véase Rainer Wick, Pedagogía de la Bauhaus, España, Alianza Editorial, 2007. ALBERTO ARGÜELLO • ALBERTO ISAAC. EL FLUIR DE LA IMAGEN EN LA PRÁCTICA ARTÍSTICA TRANSMEDIAL 35 —incomprensible entonces—, desafiaron la recepción artísti- ca y las nociones del arte y la estética en boga. En la novela también se registraron intermediaciones cuando, por ejemplo, James Joyce, en 1914, intercaló onoma- topeyas y tarareos en la escritura —y otras extrañezas, des- de luego, por ejemplo, llevar a la literatura el habla de los niños37—, sorprendiendo a los lectores.38 Quizá los leyentes 37 “Allá en otros tiempos (y bien buenos tiempos que eran), había una vez una vaquita (¡mu!) que iba por un caminito. Y esta vaquita que iba por un caminito se encontró un niñín muy guapín, al cual le llamaban el nene de la casa… Este era el cuento que le contaba su padre. Su padre le miraba a través de un cristal: tenía la cara peluda. Él era el nene de la casa. La vaquita venía por el caminito donde vivía Betty Byrne: Betty Byrne vendía trenzas de azúcar al limón. Ay, las flores de las rosas silvestres en el pradecito verde. Esta era la canción que cantaba. Era su canción. Ay, las floles de las losas veldes. Cuando uno moja la cama, aquello está calentito primero y después se va poniendo frío. Su madre colocaba el hule. ¡Qué olor tan raro! Su madre olía mejor que su padre y tocaba en el piano una jiga de marineros para que la bailase él. Bailaba: Tralala lala, tralala tralalaina, tralala lala, tralala lala.” James Joyce, Retrato del artista adolescente, Barcelona, rba Editores, 1995, p. 3. 38 Ulises, de Joyce, es la obra que rompió con todos los esquemas de la literatura: “Según el estudioso Harry Levin, las claves para la comprensión de esta novela son su simbolismo épico, basado en La Odisea, de Homero, y también su atmósfera na- turalista, fiel reflejo de la ciudad de Dublín. Este mismo crítico ve en la obra una elusiva y ecléctica summa artística de su época. Ulises compendia «el montaje cine- matográfico, el impresionismo pictórico, el leit-motiv en música, la asociación libre del psicoanálisis y el vitalismo en filosofía. Tomen de estos elementos todo aquello capaz de ser fusionado, y aun algo más, y obtendrán el estilo de Ulises.” Trad. libre Harry Levin, James Joyce: A Critical Introduction, Londres, Faber and Faber, 1971. Véase en Ulises, https://es.wikipedia.org/wiki/Ulises_(novela) Consulta: 3 de octubre, 2019. ALBERTO ARGÜELLO • ALBERTO ISAAC. EL FLUIR DE LA IMAGEN EN LA PRÁCTICA ARTÍSTICA TRANSMEDIAL 36 eludieron el hecho de que, desde su origen, la escritura es una manifestación que podemos reconsiderar como inter- medial-transmedial: se basa en signos gráficos (impresos), es decir, visibles, que simbolizan sonidos (audibles o pensables), como lo son, pero de manera diferente, los signos gráficos musicales.39 La novela, así como el cuento y la poesía, sien- do escriturales, también nos pueden hacer imaginar —pero no ver, propiamente— imágenes de personas (o personajes), sus pensamientos, sentimientos, acciones y sus vestuarios; su discurrir en el tiempo —flashback (analepsis), flashforward (anticipación o prolepsis)— y en el espacio (lugares abiertos o cerrados), etcétera.40 Si esto se hace con maestría, con de- tallismo, se puede llegar al extremo de la hipotiposis, recurso retórico que nos hace visualizar vívidamente aquello que se nos refiere, pero esto no implica verlo con los ojos, reitero. En ello radica esa importante diferencia entre lo visual y lo visible. Lo visual es cosa mental, lo visible, fisiológico.41 Puedo visua- 39 Incluso, en algún momento Lyotard señala que hablamos emitiendo soni- dos, y se pregunta si del hablar se podría derivar una especie de partitura. Jean- François Lyotard, op. cit., p. 98. 40 Muchos de estos recursos también son compartidos por medios visuales o figurales como el cine, la televisión y las historietas. Véase David Esteban Cu- bero, CG. Cursos profesionales para guionistas, 24. “Cómo diferenciar flashforwards y premonición”, 22 de agosto de 2017, https://cursosdeguion.com/24-diferen- ciar-flashforward-y-premonicion Consulta: 4 de septiembre, 2019. 41 Aunque también en esta materia no hay que hacerse muchas esperanzas de que haya una división tajante, sino más bien un flujo, una dialéctica, con o sin síntesis, pues el ojo no es el que ve. Consúltese Carlos Daniel Belvedere, op. cit. O, como señaló Descartes, en el quinto discurso de la Dióptrica: quien ve es “el alma” (y eso que su fisiología mecanicista rechazaba el subjetivismo, como buen pensador moderno). Véase Esteban García y Paula Castelli, “Ver y pensar. Fi- siología mecanicista cartesiana y fenomenología del cuerpo”, Revista de filosofía, ALBERTO ARGÜELLO • ALBERTO ISAAC. EL FLUIR DE LA IMAGEN EN LA PRÁCTICA ARTÍSTICA TRANSMEDIAL 37 lizar los personajes, escenarios, situaciones y época referidos por Balzac en Papá Goriot, pero mi tía, mi vecino o un crítico literario lo harán de otra manera, quizá no muy diferente a la mía, puesto que se basa en el mismo texto, la misma inten- ción comunicativa y creativa del autor, mas sí distinta. Cuando los semiólogos, y en generallos teóricos, enseño- rearon la lectura, convirtiendo todo lo sensible en texto (el giro lingüístico) se perdió de vista, valga la expresión, la es- pecificidad material de las artes y no sólo de ellas, sino de la realidad misma, pues Barthes “podía leerlo” todo, haciendo pasar por real, si cabe, aquella noción de que la naturaleza, el universo, era un libro, el “gran libro del mundo”, escrito por Dios, que los teólogos, físicos y matemáticos —incluso ilus- trados— procuraban, justamente, “leer” e interpretar.42 Para las diversas artes, sin que muchos se dieran cuenta, aquello resultó un desastre. El arte, como signo, perdió su espesor, como dice Lyotard. Todo el esfuerzo corporal, el sudor, el histrionismo de bailarines y actores, se fue al bote de la ba- sura. La musicalidad, la entonación, el timbre, la fragmen- tación de lo lingüístico (para su diseminación musical) que logran los cantantes, se esfumó. Hasta la solidez, el equilibrio de masas, la espacialidad o el ritmo de la arquitectura se con- virtieron en letras y palabras, es decir, perdieron todo, toda su materialidad característica (su espesor sígnico); como tam- vol. 69, Santiago, 2013, https://scielo.conicyt.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid= S0718-43602013000100011 Consulta: 23 de mayo, 2019. 42 La idea del “libro del mundo” también tuvo presencia en el medievo. Véase M. Beuchot, La hermenéutica en la Edad Media, México, Instituto de Investigaciones Filológicas, unam, 2002. ALBERTO ARGÜELLO • ALBERTO ISAAC. EL FLUIR DE LA IMAGEN EN LA PRÁCTICA ARTÍSTICA TRANSMEDIAL 38 bién pasó con la música, cuya sonoridad y silencios, efectos tímbricos de los instrumentos, modulaciones, ritmos, tonos, sincronizaciones, etcétera, quedaron reducidas a palabras más, palabras menos. Verbalizar (o textualizar) la imagen no hace desaparecer la imagen. Hacer visible una novela no hace desaparecer la novela La moda teórica se impuso y también arrasó con lo visible de la pintura, la fotografía, el cine o la escultura. Así como el inocente niño de la película Sexto sentido veía muertos por to- dos lados, los semiólogos veían textos por dondequiera. Mu- cha confusión sobrevino, a raíz de este planteamiento, entre la poesía o la literatura, por un lado, y las artes visuales, por otro, porque aquellas escrituras, según se decía, en cuanto yo paso la mirada por sus palabras, oraciones, párrafos, me hacen ver imágenes o, incluso, ver lo invisible. Función, esta última, que asimismo ha cumplido puntualmente, y desde hace mi- lenios, la pintura. Gracias a ella, y a la escultura, los creyen- tes de muchas religiones han podido “ver” a Dios; cualquier dios, de cualesquiera religiones; seres fantásticos, mundos ajenos al nuestro, el futuro también. Pero, como señalamos, distinguir entre lo visual y lo visible nos permite deslindar la confusión o, mejor, la errónea fusión a la que había dado lugar, precisamente, no tomar en cuenta la materialidad de cada medio (medio expresivo). Hay un abismo, ciertamente —y todo artista visual, dise- ñador, cineasta, arquitecto, escultor, lo sabe—, entre la idea o la endoimagen (imagen mental de algo) y la imagen visible, ALBERTO ARGÜELLO • ALBERTO ISAAC. EL FLUIR DE LA IMAGEN EN LA PRÁCTICA ARTÍSTICA TRANSMEDIAL 39 tangible, dispuesta, construida, instaurada sobre un soporte material (papel, madera, lienzo, metal, piedra, concreto, filme, etcétera) o electrónico (pantalla, dispositivo móvil, etcétera), con tales o cuales dimensiones, composición, formas, pig- mentos o pixeles.43 Esto en lo tocante al régimen de producción (de la imagen).44 Pero, en sentido inverso, ¿qué ocurre con la mirada ante la imagen tangible, visible? Cuando en ésta no hay palabras visibles (es decir, en la pintura, fotografía, filme) o no hay sonidos (pintura, fotografía), sin embargo, la vemos y la interpretamos por su propia materialidad. Lyotard lo ob- servó muy tempranamente, en 1971: “no leemos, no oímos un cuadro”,45 y también acotó: El cuadro no espera una lectura, como dicen los semiólogos ac- tuales, Klee decía que esperaba un ramoneo, da a ver, se ofrece al ojo como cosa ejemplar, como una naturaleza naturalizante, decía también Klee, pues da a ver lo que es el ver. Ahora bien, da a ver que ver es un baile. Mirar el cuadro significa trazar caminos, y co-trazar caminos, al menos, pues al hacerlo el pin- tor ha abierto imperiosamente (aunque lateralmente) caminos a seguir, y por lo mismo su obra es ese bullir consignado entre cuatro listones, que recobrará un movimiento, una vida, gracias 43 El escritor de novelas también lo sabe: no es lo mismo la idea de la novela, que escribir la novela. 44 Sobre el régimen de producción (de las imágenes, del arte), véase Alberto Argüello Grunstein, “Régimen de producción/arte ingenioso. Kant, Warburg, Didi-Hu- berman”, en Claudia Torres González y Alejandro Augusto Barrañón Cedillo (coords.), Hojas de álbum. Aportaciones de cultura y arte en la actualidad, Ciudad de México, Plaza y Valdés Editores, 2017, pp. 23-38. 45 Jean-François Lyotard, op. cit., p. 29. ALBERTO ARGÜELLO • ALBERTO ISAAC. EL FLUIR DE LA IMAGEN EN LA PRÁCTICA ARTÍSTICA TRANSMEDIAL 40 al ojo. Belleza <<explosiva-fija>> lúcidamente requerida por L’amour fou.46 La imagen (pintura, fotografía), lo repite frecuentemente Lyo- tard, es el arte del silencio, pero ello no significa que sea un arte ajeno al lenguaje; es decir, no implica que no tenga nada que ver con el discurso. Su primer vínculo tiene que ver con el título de la pieza que, como señala Barthes, es su anclaje, primero de sentido y, luego, encauzador del significado.47 El título de una pintura, pongamos por caso, puede ser eficaz o no; incluso éste podría haberse olvidado o desaparecer si en la memoria de sus poseedores o en la historia de su trayectoria se pierde la referencia a su denominación —en muchas piezas de arte moderno proliferó la denominación de “Sin título”, he ahí su desaparición; pero ello no frena la verbalización puesto que es una invitación a que el espectador le atribuya el que desee: “obra abierta”, en ese sentido. Sin embargo, una rami- ficación lingüística más sólida surge en cuanto la imagen se verbaliza, algo que es ineludible. Desde que es vista por pri- mera vez, tal parece, rompe el silencio al que busca recluirla Lyotard que, según él, es una de sus características importan- tes. Verbalizar la imagen nos conduce a romper su silencio. Mas al decir que podemos verbalizar la imagen no necesa- riamente aludimos a la tarea descriptiva o explicativa —hasta sus últimas consecuencias— como se supone que es la labor de la écfrasis —aquí estaríamos en otro terreno: el de la tex- 46 Ibidem, p. 33. 47 Si nos vamos más atrás de la obra misma, ésta podría tener un disparador discursivo en una “idea”, expresada con palabras. ALBERTO ARGÜELLO • ALBERTO ISAAC. EL FLUIR DE LA IMAGEN EN LA PRÁCTICA ARTÍSTICA TRANSMEDIAL 41 tualización.48 La pintura, la fotografía, el dibujo mismo, en su sencillez, dan de qué hablar y en ello, más allá de la écfrasis, se genera transmedialidad, como hemos anotado; se trata de ese desgarrón al que se refiere Lyotard, que no solamente da lugar a la écfrasis, al riguroso análisis iconográfico e iconológico u otros acercamientos de pretendida objetividad —como cuan- do se les clasifica o cataloga para almacenarlas en un museo o para venderlas—, sino como punto de partida para la reflexión filosófica, la interpretación semiótica, la proyección subjetiva o la creación de otra obra, sea poética, musical, dramatúrgica, literaria, fílmica, etcétera: transmedialidad. Si bien el silencio caracteriza a la imagen, a lo figural, señala Lyotard: 48 Es necesario distinguir entre verbalización y textualización. La primera, pasa de Saussure a Warburg y de ahí a Foucault (cuando hace referencia a lo no discur- sivo; no discursivo, en palabras escritas, sino en instituciones, sus edificios, deci- siones, diálogos, disputas, aparatos, gestiones, personal,productos, medicamen- tos, tratamientos [estos dos últimos ejemplos son pertinentes si, por ejemplo, hablamos de la clínica o de los psiquiátricos]); en tanto que la textualización pasa de la crítica que hace Derrida a Saussure (quien colocó el habla por encima de la escritura) y de ahí a Foucault (campo discursivo, es decir, lo escrito). Sin ser un gran conocedor de Derrida, es claro que una de sus grandes aportaciones es el descubrimiento de que la escritura, siendo parte de la lengua, es un mundo diferente que el del habla y que, en ese sentido, un texto puede sufrir tantas in- terpretaciones como las que los espectadores hacen ante las imágenes (esto puso en crisis las supuestas certezas que arropaba lo lingüístico frente a la imagen). Y esto me lleva a una consideración de otro orden: si alguien pone por escrito lo hablado por otro, no nos estamos refiriendo a una intertextualidad, sino a la transmedialidad, porque intertextualidad alude a un traspaso de un texto a otro texto o una referencia cruzada entre un texto y otro; y la transmedialidad alude al traspaso de un medio a otro, como es este caso que comentamos: del habla a lo escritural; podríamos decir que, quizá, se trata de una especie de re-mediación entre palabras, pues ambas, en sentido estricto, son palabras, unas son habladas y otras escritas: ¿interpalabridad?, quizá; pero lo que es obvio es que no hay lugar aquí para la noción de écfrasis, que se refiere al traspaso de la imagen al texto. ALBERTO ARGÜELLO • ALBERTO ISAAC. EL FLUIR DE LA IMAGEN EN LA PRÁCTICA ARTÍSTICA TRANSMEDIAL 42 […] es su condición, puesto que se halla del lado de las cosas que dan que hablar y que hay que expresar. No hay discurso sin esa opacidad que conviene deshacer y restituir, esa den- sidad inagotable. El silencio resulta del desgarrón a partir del cual un discurso y su objeto se sitúan como interlocutores, y comienza la tarea de significar; y resulta del desgarrón incor- porado a la palabra, donde se efectúa la tarea de expresar.49 El desgarrón verbal o verbalización que se produce a partir de la visibilización de una o varias imágenes (dibujo, pintura, fotografía, cine) no hace desaparecer la imagen que fue presa de la mirada, de cierta mirada; una que no se queda en lo meramente e-vidente. Ahora bien, de la verbalización —que, por ejemplo, practicaba Aby Warburg (durante horas, según testigos) ante las mamparas de su Atlas Mnemosine—, del co- mentario hablado, es dable pasar al texto, a la escritura. Y esta escriturización o textualización, como le llama Mitchell —a partir de lo cual propone la expresión imagentexto— es la que genera un texto, un escrito, es decir, la transmediación de la imagen. El texto resultante expresa, de otra manera, aquello que el observador-intérprete comprendió y sintió a partir de aquella pintura, fotografía, filme. Matéricamente, visiblemente, como hemos dicho, en el texto ya no queda nada de la imagen, sólo símbolos grafico-sonoros (el texto) que, para ser comprendidos, se someten a las reglas del medio expresivo escritural: ese es su medio, su nuevo medio. La manera, o técnica, en que se pintó el cuadro, se tomó la 49 Jean-François Lyotard, op. cit., p. 33. ALBERTO ARGÜELLO • ALBERTO ISAAC. EL FLUIR DE LA IMAGEN EN LA PRÁCTICA ARTÍSTICA TRANSMEDIAL 43 foto o se filmó la película, nada tiene que ver con la mane- ra, o técnica, que se empleó para escribir el texto derivado, producido; éste obedece a las reglas gramaticales y sintác- ticas de la lengua en que esté escrito. A esto nos referimos cuando hablamos de esta transmedialidad: cuando una obra pasa, transita, de un medio a otro: de su cualidad específica y matérica particular, al texto (perdiendo su espesor). Algo semejante ocurre cuando el objeto de estudio —descrito, comentado, analizado, interpretado— es una obra musical, dancística, una novela o un poema. El análisis histórico y la crítica musical, dancística o literaria trastocan aquellos me- dios y los vuelcan en palabras.50 Un ejemplo paradigmático de la transmedialidad se da en el caso, ya muy consolidado a estas alturas del siglo xxi, en el que a partir de una novela se realiza una película.51 Y si esto ya no sorprende a nadie es lógico, pues lo nuevo no es esta práctica sino su denominación como “práctica transmedial”. 50 En el caso de la crítica literaria, como se transita, aquí sí, de unas palabras es- critas a otras, estaríamos hablando de un claro ejemplo de re-mediación, como señalé, porque se pasa de un texto a otro texto; es decir, no hay un traspaso de medio, pero ello no elude el hecho de que con esta transmutación sí se tras- toca el propósito y el estilo: el escrito de la crítica literaria no es la novela ni el poema. Recursamiento medial: re-mediación (intertextual, en este caso). Algo parecido podemos suponer que ocurre cuando a partir de una pintura se hace un grabado idéntico: remediación, de imagen a imagen (¿interimagen?, ¿in- tervisibilidad?) No podemos decir “intervisual” por las acotaciones que hemos hecho con respecto al término visual como diferente a lo visible, ¿interfigural?, quizá, tomando el sentido que Lyotard da al término figural. 51 Las transmediaciones que sí son más recientes, pero, incluso, de ello ya han corrido algunas décadas, son otras que han sido muy redituables para el cine en términos económicos: filmes inspirados en los comics o historietas de superhé- roes y otros inspirados en los videojuegos. ALBERTO ARGÜELLO • ALBERTO ISAAC. EL FLUIR DE LA IMAGEN EN LA PRÁCTICA ARTÍSTICA TRANSMEDIAL 44 En efecto, ese traspaso de lo escritural a lo figural es un expe- diente muy recurrente en la producción de imágenes desde tiempos inmemoriales —los libros, sagrados o profanos, des- de hace milenios, han inspirado a escultores, pintores, músi- cos y constructores—; la industria cinematográfica, podría- mos decir, sólo ha actualizado una costumbre. La Biblia ha inspirado incontables obras de arte en el mundo occidental desde Constantino en adelante. Los cuatro Evangelios, los Apócrifos, las vidas de los santos, motivan toda clase de ex- presiones musicales y plásticas. Desde el canto gregoriano hasta la orfebrería, el arte europeo se centra en torno de los textos cristianos. La Biblia inspira, tan sólo a Rembrandt, más de 500 dibujos y grabados. Una influencia parecida ha tenido la litera- tura védica en la India y la budista en el sureste de Asia.52 Por su parte, textos profanos han sido fuente, asimismo, de otras tantas obras visuales, musicales, teatrales, escultura e incluso películas: Don Juan, Macbeth, La Odisea, La Ilíada. Y la literatura del siglo xx no se queda atrás: El proceso, de Kafka; La muerte en Venecia, de Thomas Mann; El Gatopardo, de Lam- pedusa; Doctor Zhivago, de Pasternak, etcétera. Solamente, nos recuerda Souto, a partir del Quijote “escribió Masse- net una ópera y Falla compuso El retablo del maese Pedro”,53 además, esta novela de Cervantes ha dado pie a incontables 52 Arturo Souto, Relaciones de la literatura con las otras artes, México, anuies (Pro- grama Nacional de Formación de Profesores), 1972, p. 30. 53 Idem. ALBERTO ARGÜELLO • ALBERTO ISAAC. EL FLUIR DE LA IMAGEN EN LA PRÁCTICA ARTÍSTICA TRANSMEDIAL 45 ilustraciones, las más célebres de Doré y Daumier, escultu- ras y versiones cinematográficas. Como puede advertirse, la práctica de la transmedialidad es milenaria y ubicua. La relación dialéctica entre imagen y texto es de tal importancia que no debía tratarse en térmi- nos de polaridades sino de combinaciones inextricables, anulables, opuestos binarios que quedan eliminados o, me- jor, integrados, mutuamente interpelados. Esa es la tesis que, como idea, se comprende, es difícil expresarla por escrito. Intentos no han faltado: imagentexto (Mitchell),54 iconotex- to (Pimentel)55 o frase-imagen (Rancière).56 Begoña Alberdi nos recuerda que, para Mitchell, la oposición “palabra-ima- gen es un a priori histórico que hace imposible su