Logo Studenta
¡Este material tiene más páginas!

Vista previa del material en texto

LA TORTUGA JAPONESA O DE OREJAS ROJAS 
 
 
 Una mascota muy popular y sufrida. Alrededor de ella existe 
una enorme ignorancia en cuanto a su correcto manejo. 
 
 
 
BIOL. ENRIQUE GODINEZ CANO 
BIOL. AMAYA GONZALEZ RUIZ 
Especialistas en manejo en cautiverio de Anfibios y Reptiles. 
PETMMAL 
 
 
GENERALIDADES BIOLOGICAS Y DE DISTRIBUCION 
 
 
 Esta tortuga dulceacuícola, que los científicos conocen con el nombre de Trachemys 
scripta elegans; Pertenece a una especie que agrupa a unas 14 subespecies que se encuentran 
desde los Estados Unidos, México, Centroamérica hasta Brasil. 
 
 La distribución particular de la “japonesa” abarca una porción importante del Sureste 
de Estados Unidos, alcanzando incluso hacia el oeste a Nuevo México y hacia el Norte a 
Indiana. Hacia el extremo sureste de su distribución se les encuentra en Florida, Luisiana y 
Texas. En México estas tortugas se distribuyen naturalmente en la porción norte de los 
estados fronterizos de Tamaulipas, Nuevo León y Coahuila. Constantemente se tiene 
conocimiento de reportes en los que se han encontrado a estas tortugas en muchas localidades 
distintas a las conocidas en su distribución natural, lo que seguramente es el resultado de 
liberaciones o bien escape de tortugas alguna vez cautivas. 
 
 Estos quelonios tienen hábitos fuertemente acuáticos, y generalmente prefieren aguas 
tranquilas de mediana profundidad con abundante vegetación y provistas de atractivas “zonas 
de asoleo”. Es tan apreciada por ellas esta actividad, que en condiciones naturales se observan 
conglomerados de tortugas tomando el sol placenteramente apiladas unas con otras. 
 
 
 
 
 
 
 
 
Este quelonio se reproduce principalmente en la primavera. Existe una interesante 
conducta de cortejo, en la cuál el macho –que como característica distintiva de su sexo, 
desarrolla garras largas en las extremidades anteriores- nada al frente de la hembra, 
“viéndola de frente” y moviendo vigorosamente sus garras tocando la cara de ésta. Una vez que 
la hembra es “convencida” por no decir dominada, el macho la monta y se realiza el 
apareamiento. Las hembras suelen construir sus nidos desde abril hasta julio, depositando de 2 
a 25 huevos que tardan entre 65 y 75 días en eclosionar. Las crías miden al nacer de 3 a 3.5 cm 
y muestran una coloración mucho más brillante que los adultos. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 Existe un marcado dimorfismo sexual en cuanto a tamaño, pues los machos alcanzan la 
madurez sexual cuando su talla apenas sobrepasa los 10 cm, lo que ocurre entre los dos y 
cuatro años de edad, dependiendo de su esquema de mantenimiento. Las hembras llegan a la 
madurez cuando tienen una edad de entre 5 y 7 años, lo que generalmente resulta en una talla 
por encima de los 14 cm. En cautiverio se ha documentado abundantemente que bajo un 
apropiado esquema de mantenimiento, los machos pueden alcanzar la madurez sexual en solo 
2.5 años y las hembras en solo 3.5 años. 
 
 Es importante mencionar en este punto, que la diferenciación de sexos en estas 
tortugas incluye además del tamaño, y la presencia de garras extraordinariamente largas en los 
machos, la presencia de una cola más larga y robusta en éstos debido a que en dicho sitio se 
aloja el pene. Siendo tales características las únicas que nos permiten diferenciar a hembras y 
machos, y sabiendo que éstas aparecen algunos años después del nacimiento; resulta 
prácticamente imposible diferenciar el sexo en una tortuga joven, así que cuando la compramos 
tenemos la misma probabilidad de haber adquirido un macho o una hembra. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Macho adulto 
Hembra adulta 
 En cuanto a su longevidad, se ha documentado que bajo condiciones apropiadas de 
manejo han llegado a vivir de 15 hasta más de 25 años. 
 
 Estas tortugas se cuentan entre las especies que tienen una dieta omnívora. 
Generalmente cuando son jóvenes y están en plena etapa de crecimiento sus requerimientos 
proteicos son elevados (entre 25 y 40%) lo que se traduce en que a esta edad las tortugas son 
más carnívoras que vegetarianas. En contraste, cuando adultas sus requerimientos proteicos 
son sensiblemente menores (10-25%), lo que significa que son mucho más vegetarianas que 
carnívoras. Así en condiciones naturales pueden consumir prácticamente todo aquello que 
puedan cazar, y los vegetales que estén al alcance en sus dominios. 
 
 
MASCOTAS TRADICIONALES 
 
 Hemos mencionado hasta aquí diversos aspectos relativos a la distribución y biología 
de este quelonio, y ahora resulta importante comentar algunas cosas relativas al origen de las 
tortugas que cotidianamente vemos en el mercado de mascotas. 
 
 Mucho se ha dicho acerca de la procedencia exacta de los millones de tortugas 
japonesas que salen de los Estados Unidos hacia el mercado de mascotas del resto del mundo, 
incluido nuestro país. Quienes las exportan se autonombran productores de estas tortugas, 
dicho de otro modo se consideran como granjas de tortugas. Este término significa 
formalmente aquel sitio en donde se reproducen continuamente a estos animales, teniendo pie 
de cría que ya ha sido producido también en cautiverio. 
 
 Esto no resulta cierto en ningún caso con los “productores” de tortugas en dicho País; 
puesto que realmente lo que ellos hacen es manejar ranchos de tortugas, en los que introducen 
pie de cría capturado en regiones naturales y solamente cosechan las crías que son producidas 
por estas tortugas netamente silvestres. De hecho, algunas informaciones confiables aseguran 
que al año, estos productores se ven en la necesidad de reemplazar cerca del 10% de este pie 
de cría, debido a la mortalidad que se da en los estanques que ellos manejan y que soportan 
altísimas densidades de organismos. Según reportes consultados, ninguno de los cerca de 50 
“ranchos” productores en los Estados Unidos está trabajando en el crecimiento de tortugas 
nacidas en cautiverio para conformar un pie de cría y de esta manera trabajar como una 
verdadera granja. 
 
 El mercado de mascotas tiene sin duda entre sus líderes en cuanto a volumen de ventas 
a la tortuga japonesa, habiéndose exportado de los Estados Unidos en el lapso 1989-1994 más 
de 26 millones de ejemplares, es decir más de 5 millones de tortugas por año. Para la 
actualidad, seguramente estas cifras se mantienen y no sería extraño que incluso se hayan 
incrementado. 
 
 Lamentablemente, este enorme volumen de organismos vendido a los aficionados, no se 
encuentra en absoluto equiparado con la información y conocimientos que debieran manejar las 
personas involucradas en la cadena de comercialización para informar y educar al público, y de 
esta manera lograr un apropiado manejo de tales animales en cautiverio. El resultado de dicho 
problema es la elevada mortalidad que tienen estas tortugas durante el primer año de vida, que 
se estima es de alrededor del 90%, es decir cerca de 4.5 millones de individuos al año. 
 
 Así pues la impresionante taza de mortalidad de este tipo de tortugas desde que son 
exportadas y durante las primeras semanas o meses de estancia con los aficionados; solo es 
equiparable con la enorme ignorancia que prevalece en el medio de las mascotas, aunado a una 
importante carencia de ética para con los clientes ó aficionados que por lo general solo se 
encuentra acompañada de un mero interés económico por parte de los comerciantes. La 
combinación de todos estos factores da como resultado el que por costumbre “aberrante” se 
consideren a estas tortugas como “mascotas desechables”. 
 
 Esta nefasta tendencia puede revertirse fácilmente si existe en la cadena de 
comercialización información precisa sobre el apropiado manejo de estas tortugas. 
Proporcionar una receta detallada para tener éxito con nuestras tortugas tal vez sea un 
objetivo demasiado ambicioso de este modesto escrito. Lo cierto es que haremos una serie de 
recomendacionespara seleccionar, alojar, ambientar, alimentar, reconocer anormalidades, y 
eventualmente curar a estas “sufridas mascotas”. 
 
 La selección de la ó las tortugas que llevaremos a casa resulta tan importante como 
todo lo que haremos después con ella ó ellas. Es muy importante seleccionar animales que se 
vean activos, con los ojos bien abiertos sin ningún signo de inflamación, con cierta dureza en su 
concha y que preferentemente coman activamente algún alimento adecuado para ellas, si el 
alimento se llama TORTUGUETAS, pues ya es un gran avance 
 
 Una vez realizada la elección, habrá que preocuparse por el alojamiento en el que vivirá 
nuestra mascota, aunque ello bien podría haberse resuelto antes de adquirirla para evitarse 
complicaciones en el momento. Generalmente el acuarista que nos vende la tortuga nos vende 
también el paquete completo para resolver todo lo relativo al manejo de la tortuga y lo primero 
y más voluminoso de lo que está constituido dicho paquete es de un recipiente plástico conocido 
en el medio como Tortuguero. 
 
Resulta necesario mencionar que este accesorio no tiene una mayor utilidad en el 
correcto manejo de estas mascotas, que la de servir como transportador de las tortugas 
mientras llegan a su alojamiento real y definitivo. Los aficionados que ciertamente han tenido 
éxito con sus tortugas, no usaron ni usarán tortugueros como alojamiento de sus mascotas. 
Debemos decir que dicho accesorio, de muy alta comercialización en este medio, es más bien 
decorativo pero absolutamente ineficaz como alojamiento para este tipo de tortugas. 
 
 Dado que estos quelonios tienen hábitos fuertemente acuáticos, es lógico suponer que 
su alojamiento debe contar con abundancia del medio en el que viven, es decir agua. De esta 
manera es conveniente adaptar lo que nosotros llamaremos un “verdadero tortuguero” en el que 
la zona acuática es tan abundante como en un acuario convencional para peces, y solo dispone 
de algunas áreas para posarse fuera del agua, como alguna piedra o tronco emergente e incluso 
plantas artificiales flotantes. 
 
 En virtud de que el ambiente en que se desenvolverá preferentemente la tortuga es el 
acuático, es necesario que tomemos las medidas pertinentes para procurar que dicho medio 
mantenga y conserve características apropiadas para una óptima calidad de vida de este tipo 
de mascotas. 
 
En este sentido, deberá tenerse especial cuidado en el manejo de la temperatura y la limpieza 
del agua para asegurarnos de que nuestras tortugas habitan en un ambiente adecuado a sus 
necesidades. Considerando que las tortugas –al igual que todos los reptiles- son animales 
ectotérmicos (es decir que no son capaces de regular su temperatura corporal por sí mismos), 
y que además la especie que nos ocupa muestra ciertas preferencias por vivir en temperaturas 
relativamente altas; es conveniente que procuremos que la temperatura del agua se mantenga 
de manera permanente en un rango de entre 25 y 30 ° C. 
 
 Una forma sencilla, aunque no siempre barata de lograr mantener dicho rango con 
buena precisión; es mediante el empleo de calentadores para acuario de preferencia 
sumergibles y ocultables en la grava del fondo, y que además cuenten con un control automático 
de temperatura. 
 
 Pero además de la temperatura, la calidad del agua en el sentido de su limpieza, es un 
factor fundamental para evitar la ocurrencia de enfermedades de tipo infeccioso. Al respecto, 
la forma más económica –aunque no la más sencilla y cómoda- es cambiar el agua al sistema 
cada que la calidad del agua lo amerite (lo que con frecuencia puede ocurrir diario). 
 
 Una alternativa para evitar este verdadero “padecimiento”, lo representa la instalación 
en su tortuguero de un sistema de filtración biológica; representado por un filtro de 
plataforma con su correspondiente estrato de grava que es operado por una bomba de aire ó 
cabeza de poder con capacidad acorde al volumen del acuario. Este sistema de filtración 
correctamente instalado, permite postergar por largas temporadas los cambios de agua en su 
sistema. Pueden utilizarse también filtros externos de cascada, o filtros rápidos internos que 
requieren un mayor y más frecuente mantenimiento que los de plataforma, pro que resultan 
igualmente de gran utilidad. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 La combinación de tales estrategias garantiza que el ambiente en el que vivirán las 
tortugas será saludable y definitivamente adecuado a sus requerimientos. Indudablemente, si 
se compara el costo de esta infraestructura básica con lo que normalmente se paga por una 
pequeña tortuga y su “paquete básico”; la desproporción es considerable, y tomar la decisión de 
realizar este esfuerzo depende en gran medida del interés por ser un aficionado responsable y 
conciente. Si no pertenecemos a esta categoría, pues simplemente seremos “aficionados” que 
gustan adquirir “mascotas desechables”. En fin, la decisión es finalmente tuya. 
 
 El siguiente asunto que debe resolverse con eficiencia en cuanto al manejo de nuestras 
tortugas, es el referente a su alimentación. Al respecto es necesario recordar primero los 
aspectos conocidos acerca de sus hábitos alimenticios. Si recordamos, estas tortugas son 
omnívoras, y tienden a tener requerimientos proteicos mayores cuando más jóvenes son, 
mismos que disminuyen en la etapa adulta. 
 
 Considerando lo anterior, la lógica nos indica que las tortugas jóvenes –que son 
justamente las que adquirimos- requieren de una dieta alta en proteínas, es decir su dieta debe 
incluir mayor proporción de elementos de origen animal. Una vez que las tortugas alcanzan la 
edad adulta, sus requerimientos proteicos son mucho menores y por tanto su dieta tiende a ser 
más vegetariana que carnívora. 
 
 Referirnos a una dieta omnívora, implica que la tortuga requiere en su dieta de una 
amplia variedad de elementos, condición indispensable para lograr una nutrición balanceada que 
nos asegure un desarrollo óptimo. Es precisamente en este aspecto, en donde el aficionado 
comete graves errores que traen como consecuencia diversos problemas de salud, tales como 
la ausencia de crecimiento, la deformación de caparazón, el ablandamiento del mismo, la 
inflamación de ojos, la ceguera total o parcial y en la mayoría de los casos la muerte de 
tortugas jóvenes (estas tortugas pueden vivir entre 20 y 30 años). 
 
 Es así como la selección del alimento adecuado se constituye como la pieza clave en el 
éxito del manejo en cautiverio de nuestra mascota; sin embargo, la realidad de las cosas, es 
que cuando compramos a nuestra pequeña tortuguita, y solicitamos al vendedor nos indique cuál 
es el alimento adecuado para la misma, en la mayoría de los casos se nos proporciona 
precisamente el alimento equivocado y que con toda seguridad llevará a nuestra mascota, tarde 
o temprano a la muerte. Son básicamente tres los productos “alimenticios” que se venden con 
mayor frecuencia a aquellos que se aventuran por primera vez a tener una tortuga como 
mascota; los camaroncitos (nacionales o elegantemente importados), las artemias y el tubifex, 
sin considerar que las tortugas no son peces y que tienen muy diferentes necesidades 
nutricionales, en particular de calcio y vitamina A. El problema con estos productos, es que les 
ocasionan severos daños metabólicos , pero al mismo tiempo les gustan mucho, digamos que son 
como papas fritas para los niños –¡como les gustan y que poco los nutren!-, es así, que al ver que 
las tortugas se los comen con enorme satisfacción, se llega a pensar equivocadamente, que ese 
es el alimento adecuado; nada más lejos de la verdad. Utilizando este tipo de dieta, en poco 
tiempo empezaremos a notar problemas como los anteriormente mencionados, y para cuando 
nos demos cuenta de que el asunto es grave, probablemente sea muy tarde para corregirlo. 
 
 Muchos aficionados pierden el interés en mantenertortugas en casa después de varios 
intentos fatales; sin embargo, proporcionar una dieta adecuada, hoy en día accesible en el 
mercado de mascotas, y nos puede asegurar una experiencia inigualable con estas 
sensacionales y adaptables mascotas acorazadas. 
 
 El alimento de elección debe ser en todos los casos alimento balanceado, 
especialmente formulado para tortugas. El que ofrece una excelente formulación y es 
altamente adictivo para sus tortugas se llama TORTUGUETAS, y es hoy en día la marca líder 
en el mercado nacional. Se ha probado por muchos años en laboratorio, creciendo un sin número 
de tortugas acuáticas y semiacuáticas, con resultados por demás excelentes. Los alimentos 
balanceados para tortugas funcionan como los alimentos balanceados para perros o gatos 
(croquetas), proporcionando el esquema nutricional completo para la tortuga, incluyendo 
suplementos vitamínicos y minerales esenciales para su buen desarrollo. El uso de estas dietas 
especialmente preparadas, nos asegura un sano desarrollo de nuestra mascota y además nos 
facilita su mantenimiento. Es importante recalcar, que no se deben utilizar alimentos 
balanceados para otro tipo de especies (peces, gatos, perros, etc...), ya que se pueden 
ocasionar importantes daños a la salud y desarrollo de las tortugas. Así mismo, los alimentos en 
polvo o en hojuelas para tortugas, no son para nada aconsejables. 
 
 Existen TORTUGUETAS para tortugas de todas las edades, desde las pequeñitas 
hasta las de tamaño medio y las grandes. En todos los casos el aporte proteico, de vitaminas y 
de minerales está plenamente garantizado. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 Resulta en este momento adecuado, realizar algunas observaciones en relación a la 
cantidad de alimento que deben de consumir las tortugas. Evidentemente la cantidad es muy 
variable, dependiendo de la talla del ejemplar; sin embargo cabe hacer notar, que las tortugas 
tienen un metabolismo equivalente al 10% del metabolismo de los mamíferos, es decir que 
consumen, y por lo tanto requieren de mucha menos energía que, por ejemplo , un perro. Es por 
esto, que también se practica frecuentemente y de una manera equivocada, la alimentación a 
este tipo de mascotas ¡hasta tres veces al día!, cuando definitivamente sus requerimientos 
metabólicos son mucho menores. Cuando sobrealimentamos a una tortuga, ésta crece muy 
rápido, mucho más de lo que lo hace en la naturaleza, corriendo el riesgo de disminuir su 
esperanza de vida, en otras palabras podemos ocasionar que el ejemplar muera joven. 
 
 Existen en el mercado así mismo, unas tortuguitas de calcio, recomendadas para evitar 
problemas de ablandamiento de caparazón. En verdad, esto se traduce en un gasto innecesario 
 
e inútil cuando la alimentación de la tortuga se está realizando adecuadamente. De igual 
manera se ofrecen gotas para los ojos inflamados, que únicamente “curan” de momento el 
problema local, pero no eliminan el problema de fondo, relacionado con la deficiencia de 
vitamina A en las dietas no balanceadas ( si no se modifica la dieta, tarde o temprano los ojos 
se volverán a inflamar, hasta que la lesión ya no responda al tratamiento con gotas). 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Ahora entraremos a un terreno en el que el aficionado frecuentemente se encuentra y 
del que es difícil salga, porque la ayuda es pobre y suele enfrentarse a verdaderos charlatanes 
que en el mejor de los casos le engañan “como chino” (aludiendo la frecuente diarrea verbal de 
nuestro presidente en turno, 2000-2006). Estamos refiriéndonos a las enfermedades más 
comunes que padecen estas tortugas, todas ellas consecuencia de un deficiente manejo en 
cautiverio. 
 
 Las tortugas pueden padecer todo tipo de enfermedades; de origen infeccioso, viral, 
fúngico, parasitario, así como traumatismos de origen diverso, desórdenes metabólicos, 
problemas reproductivos, etc., sin embargo, comenzaremos por referirnos a los problemas 
responsables del mayor número de muertes en tortugas japonesas, y nos estamos refiriendo a 
aquellas enfermedades y desórdenes resultantes de una nutrición inadecuada. 
 
 Una dieta adecuada es fundamental para el desarrollo de una tortuga sana, tan fácil 
como eso. Las dietas inapropiadas ocasionan severos problemas e incluso la muerte. Las 
manifestaciones de alteraciones resultantes de una mala o deficiente nutrición son muy 
características, y seguramente muchos de nosotros nos hemos topado una o varias veces con 
ellas, sin tener en la mayoría de las ocasiones, la certeza de las causas que las ocasionan. Estas 
manifestaciones son típicamente: 
 
 Inflamación de los ojos: Resultante de deficiencia de vitamina A en la dieta. El 
organismo, además de mostrar la alteración en los ojos, se los rasca frecuentemente y los 
párpados se observan hinchados y enrojecidos. El problema puede llegar a ocasionar que la 
tortuga no pueda abrir los ojos y además favorece el desarrollo de severas infecciones 
bacterianas que podemos reconocer cuando, además de los anteriores signos mencionados, 
observamos secreciones purulentas. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 Generalmente, cuando se nos sugiere un tratamiento para contrarrestar la inflamación 
de los ojos, éste se limita a la aplicación de gotas; por desgracia, las gotas en los ojos no son 
suficientes, ya que únicamente atacan el problema localmente, siendo que éste es de origen 
nutricional. Evidentemente, que en términos de prevención de este problema, nos hemos de 
referir a la utilización de una dieta adecuada (balanceada) para este tipo de tortugas. En 
cuanto a la curación del problema una vez que se ha presentado, habrá que usar un producto 
que ataque la infección y la inflamación de manera rápida y eficiente. Nosotros recomendamos 
la aplicación tópica de Garasone oftálmico de uso humano, que contiene gentamicina un 
antibiótico muy potente que en pocos días eliminará la infección y seguramente la inflamación. 
 
 Hay también una pomada de uso veterinario llamada Brosin, que también contiene 
antibióticos y además un antiinflamatorio en lo ojos (no es conveniente usar cualquier tipo de 
gotas, aunque en la etiqueta diga que son para tortugas); él indicará si se requieren gotas con 
antibióticos, o si tan sólo se deben usar gotas limpiadoras con vitamina A. Por supuesto, resulta 
indispensable que se modifique la dieta del organismo, ya que de lo contrario, en poco tiempo se 
volverá a presentar el problema oftálmico. 
 
 Aunado a la inflamación de los ojos, y como consecuencia de la misma, la tortuga, con 
toda seguridad, se negará a comer, siendo por tanto de suma importancia, atender al ejemplar 
de inmediato, ya que aplicando el tratamiento correcto y modificando la dieta, la curación se 
alcanza rápidamente (entre 5 y 15 días de tratamiento). Se recomienda que se continúe 
ofreciendo alimento a la tortuga, y que se mantenga una rutina de limpieza diaria del acuario o 
contenedor en que se mantiene la tortuga ( si se carece de sistema de filtración), hasta que el 
problema desaparezca. 
 
 
 Ablandamiento del caparazón: En este caso, el ablandamiento del caparazón resulta 
de la carencia de calcio en la dieta, e igualmente refleja la utilización de una alimentación 
inapropiada. El ablandamiento de caparazón es muy común en tortugas alimentadas con 
 
camaroncitos y/o artemias (el alimento chatarra de las tortugas); esta deficiencia puede 
ocasionar la muerte muy temprana de las tortuguitas, o incluso muchos ejemplares pueden 
sobrevivir hasta 4 años a una dieta de este tipo, pero con consecuencias fatales irreversibles. 
Las tortugas que sufren de ablandamiento de caparazón (en grados que pueden llegar a ser muy 
severos), crecen muy poco y con notables deformaciones. 
 
 La prevención de este problema se limita a proporcionar la alimentación adecuada 
(tortuguetas obviamente) y proveer de baños de sol directo (sinvidrios o plásticos de por 
medio, pero siempre en contenedores con agua para evitar sobrecalentamiento) con la mayor 
frecuencia posible. Cuando el ablandamiento del caparazón se ha presentado ya, deberemos 
consultar al médico especializado para que proporcione un tratamiento de apoyo para que, en 
caso de que el metabolismo aun no se encuentre dañado irreversiblemente, el organismo logre 
recuperar su condición de normalidad lo más pronto posible. En muchos casos, el regreso a la 
normalidad toma varios meses, y puede llegar a dejar evidencias notables en el caparazón de 
las tortugas (deformaciones), o bien es probable que el organismo no llegue a desarrollar la 
talla esperada (una especie de enanismo). 
 
Deformaciones del caparazón: En este caso, el caparazón no sufre un ablandamiento, más 
bien una serie de deformaciones, que pueden ir desde la acumulación de placas epidérmicas, 
dando una apariencia de caparazón “boludo” (el caparazón dorsalmente debe ser liso y uniforme 
por la muda periódica de placas); el levantamiento de las placas del margen del caparazón, 
dándole a la tortuga un aspecto similar a una pagoda; el hundimiento de la región media dorsal 
del caparazón o la elevación anormal de esta misma región. La causa de estas alteraciones, son 
igualmente nutricionales, aunque en este caso, la esperanza de vida de las tortugas es mayor 
que en el ablandamiento, e igualmente se asocia en la mayoría de los casos con enanismo. Estas 
deformaciones se presentan cuando se utilizan alimentos deficientes y muy particularmente si 
se proporcionan croquetas para gatos y/o perros, y pueden desarrollar las malformaciones a 
corto o mediano plazo. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 La prevención nuevamente se relaciona con el uso de una dieta balanceada y la mejor 
opción es Tortuguetas. Cuando las deformaciones son ya evidentes, la simple modificación de la 
dieta no implica que la tortuga recuperará su forma normal, pero se detendrá el proceso de 
deformación, e incluso, en algunos casos iniciales, se podrá recuperar por completo la “línea”. 
 
 
 
 Los reptiles, las tortugas entre ellos, son organismos que no pueden regular su 
temperatura mediante mecanismos fisiológicos, como lo hacemos mamíferos y aves; esto 
implica, que su temperatura corporal depende de la temperatura del ambiente y de los 
mecanismos de conducta que les permiten obtener o disipar calor del medio que los rodea. Esto 
implica, que en el momento en que adquirimos una tortuga, debemos de tener presente que 
habrá que proporcionar a la tortuga la temperatura adecuada para que pueda desarrollar todas 
sus actividades óptimamente. Utilizar bajas temperaturas ocasiona letargo (inactividad) y 
desencadena problemas respiratorios que pueden tener consecuencias fatales. A continuación 
expondremos dos de las consecuencias más comunes asociadas a temperaturas inadecuadas en 
el mantenimiento de tortugas japonesas. 
 
 Inapetencia: La falta de apetito en una tortuga puede obedecer a diferentes causas, 
sin embargo en la mayoría de las consultas que al respecto recibimos, se trata simplemente de 
un mal manejo de la temperatura. Las tortugas japonesas deben mantenerse entre los 25 y 
30°C, de lo contrario en la gran mayoría de los casos no empezarán a comer, ya que de hacerlo 
pueden llegar a tener problemas digestivos (se requiere de cierta temperatura corporal para 
que los procesos fisiológicos se desarrollen normalmente). 
 
 La prevención consiste en proporcionar la temperatura adecuada al agua del 
contenedor (que por ningún motivo debe ser un tortuguero, por lo que ya mencionamos antes), 
mediante un calentador sumergible, de preferencia con termostato. Si la inapetencia es ya un 
hecho, deberemos proporcionar la temperatura adecuada y observar detenidamente a la 
tortuga para ver si no se ha desarrollado un problema en vías respiratorias como consecuencia, 
 
Neumonía: La neumonía resulta de una infección de origen bacteriano en las vías 
respiratorias, propiciado por bajas temperaturas de mantenimiento y/o cambios bruscos de 
temperatura (agua caliente de día y fría de noche). Las manifestaciones del problema son muy 
evidentes; la tortuga flota de lado, abre la boca para respirar, infla la garganta continuamente 
o tiene secreciones (burbujitas) en los orificios nasales. 
 
La prevención del problema estriba en mantener la temperatura en el rango 
mencionado, evitando que al cambiar el agua del contenedor, se utilice agua limpia pero muy 
fría. Ante la aparición de cualquiera de los signos anteriormente señalados, se deberá colocar a 
la tortuga en agua a una temperatura constante de 30°C, ya que esta terapia, si el problema 
todavía no es muy serio, resulta suficiente para activar el sistema inmune del organismo y 
favorecer la eliminación de la bacteria. Si en una semana de mantener a la tortuga a 30 °C no 
se observa una mejoría notable, se deberá consultar al médico especializado para que aplique 
una terapia de antibióticos parenterales para erradicar a la o las bacterias responsables de la 
infección. Es muy probable que el organismo no coma mientras se encuentre enfermo, pero se 
deberá continuar ofreciendo comida con la frecuencia sugerida por el fabricante, ya que en 
cuanto la tortuga comience a sentirse mejor volverá a mostrar su voraz apetito. 
 
 
 
Las tortugas japonesas son acuáticas, es verdad que disfrutan de posarse en 
superficies secas por varios minutos o incluso horas, pero su hábitat primario es el agua (basta 
mirar las membranas que se desarrollan entre sus dedos para saber que las usan para 
impulsarse en el agua y no para desplazarse ampliamente por la tierra). Ignorar esta 
característica básica de la biología de estas simpáticas tortugas puede desencadenar 
problemas que van desde las lesiones en el plastrón (región ventral del caparazón), hasta 
muerte por desecación, neumonía, desnutrición, etc. En este momento nos referiremos a las 
lesiones asociadas con la práctica frecuente de sacar a las tortugas a pasear por la casa. 
 
Osteodermatitis: La fricción frecuente del plastrón de una tortuga contra el suelo o 
superficies irregulares, ocasiona lesiones en esta estructura. En un principio son simples 
raspones o pequeñas perforaciones que nos pueden hacer pensar que solitas curan, o que 
incluso pueden pasar desapercibidas; pero el daño mecánico es sólo el inicio de un problema 
mucho mayor. Estas pequeñas raspaduras o perforaciones, son fácilmente infectadas por 
hongos y/o bacterias, estas últimas con mayor frecuencia, desencadenando infecciones tan 
severas, que pueden perforar el plastrón y/o caparazón afectando órganos internos y 
ocasionando septicemias fatales, sin que necesariamente a simple vista nos percatemos de lo 
que está sucediendo en realidad. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Prevenir una osteodermatitis se reduce a evitar las fuentes de fricción en plastrón o 
caparazón; no se deben dejar deambular a las tortugas japonesas por el piso de la casa; si 
contamos con jardín, un paseo por el pasto resulta una maravillosa alternativa, y si no, no hay 
problema, las tortugas no son perros que haya que sacar a pasear; con que tengan un buen 
espacio de nado y una pequeña superficie seca en su contenedor, es suficiente para que se 
ejerciten. 
 
Si la tortuga ya muestra ulceraciones, aunque sean ligeras en plastrón o caparazón, se 
debe de acudir con el médico especializado, ya que el tratamiento a seguir dependerá del tipo 
de microorganismo asociado a la lesión. Lo que si les podemos advertir por adelantado, es que el 
tratamiento de la osteodermatitis es muy prolongado y en caso de que se presente ya una 
septicemia, el pronóstico no es muy bueno. Una vez erradicada la infección (dado el caso), las 
cicatrices de las lesiones y de su curación, ya que se tienen que raspar las úlceras y 
perforaciones para llegar hasta las capas que han infectadolos microorganismos, serán 
permanentes. En muchos casos, las lesiones son tan severas, que los caparazones y plastrones 
de las tortugas pierden sus placas epidérmicas superficiales y son sustituidas por tejidos de 
cicatrización que carecen de los patrones y coloraciones característicos de la especie. 
 
 
 
Por otra parte, pero un problema muy frecuente en las consultas que recibimos, se 
encuentran los traumatismos. Golpes, mordidas, fracturas y apachurrones de los más diversos 
orígenes imaginables. La afectación a la salud de las tortugas es muy variable y en muchas 
ocasiones de consecuencias fatales. Mencionaremos algunos de los eventos más comunes. 
 
Lesiones provocadas por mordeduras de otras tortugas: es frecuente que 
mantengamos más de una tortuga en un contenedor, y esto siempre mantendrá la posibilidad de 
agresiones entre los ejemplares, no importa cuanto tiempo las hayamos mantenido juntas, ni 
desde que edad; en este aspecto las tortugas son impredecibles. Si las tortugas son de tallas 
similares, las lesiones serán menores, involucrando mordidas en las patas (dedos 
principalmente), cola, márgenes del caparazón, cabeza y/o cuello. 
Prevenir los encuentros agresivos implica, por un lado mantener a las tortugas de 
manera individual o en bajas densidades, y en este último caso, vigilar la conducta de las 
mismas continuamente para observar cambios hacia la agresividad. Algunos ejemplares son 
especialmente agresivos y deberán mantenerse solos por el bien de los demás. Aquí interviene 
también la conducta reproductora, ya que los machos reproductivamente activos son muy 
insistentes, y si las hembras no se muestran receptivas, es muy probable que los pongan en su 
lugar a mordiscos. Hay ocasiones en que los machos activos prolapsan el pene tratando de 
aparearse, y son mordidos en el mismo por alguna otra tortuga; si la mordedura ocasionó lesión, 
el pene no será retraído en la cloaca, y de no atenderse inmediatamente requerirá amputación. 
 
Cualquier lesión por mordedura deberá ser atendida por el médico especialista, ya que 
de no ser adecuadamente tratada, podrá desencadenar un proceso infeccioso que puede 
culminar en septicemia y muerte o en la necesidad de realizar amputaciones que mermen la 
calidad de vida del organismo. 
 
No sobra en este punto recomendar que no se mezclen tortugas de diferentes especies 
(en particular especies muy agresivas como las lagarto o blandas con especies poco agresivas 
como japonesas o mapa) o de diferente talla. 
 
 
Lesiones provocadas por mascotas caseras o fauna nociva (ratas y/o ratones): En 
estos casos, las lesiones propinadas son mucho más severas y generalmente ponen en peligro la 
vida de las tortugas, particularmente si se trata de pequeños ejemplares. Los colmillos de 
gatos y perros llegan a perforar o incluso fracturar los caparazones con los consecuentes 
daños a órganos internos vitales y la introducción de microorganismos patógenos letales (si no 
es que se las comen como botana). Los roedores se dedicarán precisamente a roer a la tortuga, 
por donde puedan, afectando extremidades y caparazón fundamentalmente, pero con lesiones 
extremadamente peligrosas y muy extensas que en definitiva comprometen la vida de la 
tortuga. 
 
En este caso la prevención es lo indicado; las tortugas pueden llegar a parecer a un 
perro o a un gato, por tranquilos que sean, un fabuloso juguete que mordisquear, y ya 
tomándole sabor, un suculento platillo que tragar, entero o en trozos. Y en cuanto a las ratas y 
ratones, lo ideal resulta en no permitir a las tortugas deambular por la casa o en el jardín sin 
supervisión. 
 
Si la tortuga ha sido mordida, es importante acudir de inmediato al médico 
especializado aunque la lesión nos parezca poca cosa. Las tortugas tienen una enorme 
resistencia y muestran poco los signos de un problema serio, de hecho para cuando los 
muestran, en la mayoría de los casos, ya es demasiado tarde. Mientras más pronto se atienda al 
paciente por mordedura, mayores serán sus posibilidades de sobrevivir. 
 
Fracturas por golpes o atropellamiento: Eventos muy comunes cuando no se toman las 
precauciones necesarias. Tortugas que se caen de la azotea o de la mesa, pequeñas que son 
pisadas o aplastadas al cerrar la puerta y aquellas que deambulan por el patio y deciden tomar 
una siesta bajo la llanta del carro justo antes de que el conductor se ponga al volante. Estos 
casos pueden ser muy ligeros y de rápida curación, pero generalmente son muy severos o 
incluso mortales. 
 
Nuevamente la prevención es la mejor solución y la atención médica especializada es 
indispensable en todos los casos, por poca cosa que nos parezca. Siempre debemos tener 
presente, que las tortugas son capaces de meterse en los lugares más inapropiados y de 
treparse por las superficies menos pensables. Lo ideal es que la tortuga no abandone su 
contenedor, en donde encuentra cubiertas todas sus necesidades y puede tener seguridad. 
Siempre que tengamos varias tortugas juntas, hay que tomar en cuenta que acostumbran 
treparse una sobre otra, situación que en muchas ocasiones resulta en que la que trepa más 
alto logra salirse y caer; si sobrevive al porrazo, queda expuesta a todos los peligros de 
deambular libremente fuera de su contenedor. 
 
Cuando las fracturas son pequeñas, el médico realizará curaciones locales y de ser 
necesario aplicará antibióticos para prevenir una infección; si la o las fracturas son extensas, 
es probable que se requiera de una reconstrucción del caparazón y un tratamiento prolongado 
para evitar una septicemia. Toda fractura en caparazón dejará cicatrices permanentes. 
 
Si las fracturas son en las extremidades, se procederá a obtener radiografías para 
determinar la localización exacta y extensión de la fractura, para posteriormente proceder a 
acomodar el o los huesos y enyesar, aunque hay casos en que la opción, por la magnitud de la 
lesión, es la amputación. 
 
 
Para concluir este breve panorama de los problemas de salud en la tortuga japonesa, 
nos referiremos a un problema bastante común en la tortuga japonesa, y que se manifiesta por 
abultamientos que llegan a alcanzar tamaños ciertamente impactantes: 
 
Abscesos bacterianos: Los abscesos de origen bacteriano, son núcleos compactos de 
bacterias que crecen continuamente, generalmente de manera compacta y esférica, en 
cualquier parte del cuerpo de la tortuga. Los más comunes se desarrollan en el oído medio (una 
bola muy prominente que crece a un lado de la cabeza, por detrás del ojo), y a los lados de la 
cola; aunque también se pueden desarrollar abscesos en órganos internos. Los abscesos 
evidentes en cabeza y lados de la cola, crecen hasta que rompen la piel y en caso de contener 
pus, la liberan. Estos abscesos se pueden originar de pequeñas lesiones por donde penetran 
bacterias que inician núcleos de crecimiento. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
La prevención implica mantener una buena higiene, aunque aún así pueden llegar a 
presentarse, ya que las tortugas no viven en medios estériles. Cuando la tortuga comience a 
desarrollar un absceso, se deberá llevar al médico especialista, quien extirpará el núcleo 
bacteriano y aplicara una terapia con antibióticos que eliminen a la bacteria. Si no se elimina 
por completo a la bacteria, ésta comenzará a desarrollar nuevamente el absceso. 
 
 
 
Evidentemente hay mucho más que decir sobre enfermedades en tortugas, sin embargo 
hemos seleccionado las anteriores por ser causantes de la mayoría de las consultas que 
atendemos. En cualquier caso, no está por demás recordar, que cualquier alteración de la 
conducta normal, en particular en términos de su actividad y alimentación, suelen ser 
indicativos claros de algún problema de salud o de inadecuadas condiciones de mantenimiento, 
que como hemos visto desembocan finalmente en alguna enfermedad, en muchos casos de 
consecuenciasfatales