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El Hombre y la Máquina
ISSN: 0121-0777
maquina@uao.edu.co
Universidad Autónoma de Occidente
Colombia
MOTTA GONZÁLEZ, NANCY
Educación y gestión ambiental para el manejo de los territorios
El Hombre y la Máquina, núm. 20-21, julio-diciembre, 2003, pp. 8-15
Universidad Autónoma de Occidente
Cali, Colombia
Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=47812406002
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Proyecto académico sin fines de lucro, desarrollado bajo la iniciativa de acceso abierto
8 El Hombre y la Máquina Nos. 20 - 21 • Julio - Diciembre de 2003
Resumen
La defensa del medio am-
biente ante la evidencia de su de-
terioro como consecuencia de su
uso irracional, es una preocupa-
ción permanente en la búsqueda
de nuevas opciones hacia su re-
generación, conservación y cam-
bios actitudinales, lo que ha obli-
gado a los gobiernos a afrontar
el problema con la mayor volun-
tad política, económica y finan-
ciera, científica y técnica, sien-
do esto básico para el cambio,
la reestructuración de los estilos
de desarrollo y de los sistemas
de planificación y programas
que se han venido manteniendo
con la naturaleza.
Las acciones educativas se
convierten en un factor social di-
námico para interpretar el nivel de
conciencia que se requiere y se
debe establecer hacia nuevas re-
laciones entre el mundo antrópi-
co y el mundo biótico.
La clásica concepción de la
naturaleza como ente pasivo, in-
agotable y disponible a la inade-
cuada explotación, debe ser reela-
borada por otras en las que se la
considere como un elemento acti-
* Este artículo se presentó parcialmente como ponencia en Mérida (Venezuela) en el III Congreso Latinoamericano de Ecología. Simposio de Educación Ambiental, realizado del 22 al 28 de octubre de 1995,
por la Universidad de los Andes, Facultad de Ciencias, Departamento de Biología. Se tituló Cultura, Ambiente y Desarrollo. La presente es una versión corregida y aumentada.
** Antropóloga con Maestría en Desarrollo Rural. Profesora del Programa de Administración del Medio Ambiente y de los Recursos Naturales, Facultad de Ciencias Básicas. Corporación Universitaria
Autónoma de Occidente. Profesora titular del departamento de Geografía de la Universidad del Valle.
Educación
y gestión ambiental
para el manejo
de los territorios
NANCY MOTTA GONZÁLEZ**
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9El Hombre y la Máquina Nos. 20 - 21 • Julio - Diciembre de 2003
The classical conception of
nature as a passive entity, avail-
able, abundant, to the inadequate
exploitation should be remodeled
by others where it is considered
an active and vulnerable element,
that requires a deep conscience in
the relationship of man and his
surroundings.
The types of instruction and
information about the environ-
ment and the sustainable develop-
ment of the territory, should em-
bark on creating an attitude, and
conscience in the relationship of
man and his surroundings. They
should provide the adequate tools
in order to be able to interpret them
in a critical mode. The reality of
the environment in which proper
management of the resources is
demanded, promoting the imple-
mentation of appropriate and just
decisions at the same time.
This document pretends to
show the order of the territory,
which actions the municipalities
should take with a sense of social
and cultural belonging from an
environmental ethic.
Ordenamiento territorial
En la ley 99 de 1993 se destaca
la crisis ambiental que afronta el país,
se plantea el significado estratégico
de los recursos naturales, se da cabi-
da al proceso de participación ciu-
dadana en la gestión pública y am-
biental y se reconoce el valor de la
diversidad regional, cultural y bio-
lógica que caracteriza a la nación.
Estos considerandos nos mues-
tran la compleja articulación entre
la sociedad y su territorio, ya que
las relaciones generadas en su pro-
ceso de ocupación traducen todas
las particularidades de nuestro de-
sarrollo histórico.
Una parte fundamental del de-
sarrollo histórico de cualquier socie-
dad es la definición de su territorio.
En ella participan la identidad de las
poblaciones que conforman el con-
glomerado local, municipal, depar-
tamental o nacional; la definición del
espacio necesario para su preserva-
ción y desarrollo y las capacidades
de un conglomerado social para lo-
grar el reconocimiento de su territo-
rio (Fajardo, 1997: 53-67).
vo y vulnerable, que requiere de
adecuadas formas de explotación
que tengan presentes los contex-
tos socioculturales en los cuales
se mueve el hombre.
Los tipos de enseñanza e in-
formación sobre el medio ambien-
te y el desarrollo sostenible en el
territorio deben estar destinados a
crear una actitud y una concien-
cia en la relación del hombre con
su entorno. Deben proporcionar
los instrumentos adecuados para
que generen la capacidad de in-
terpretar de modo crítico la reali-
dad del medio y se exija una ad-
ministración correcta de los recur-
sos, promoviendo a su vez la adop-
ción de decisiones justas y apro-
piadas frente a él.
Este documento pretende
mostrar a partir del ordenamiento
del territorio, qué gestiones deben
realizar los municipios y sus ciu-
dadanos con pertinencia y perte-
nencia sociocultural, partiendo de
una ética educativa ambiental.
Abstract
The environment protection in
the evidence of its deterioration as
a result of irrational use, is a per-
manent worry in the search for
new needs towards its regenera-
tion, conservation, and attitude
changes, which have forced the
governments to face this problem
with a political will, economic,
and financial; technical, and sci-
entific; these being the basic needs
for change, the re-structuring of
the styles of development and of
the planning systems. Also, of the
programs that have been kept in
their elemental nature.
The educative actions become
a social factor to interpret the lev-
el of consciousness required, and
that should be established toward
new relations between the antropic
and the biotic world.
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En cada uno de estos elementos
participan la historia, la cultura y las
relaciones políticas, como parte de
la identidad, los conocimientos cien-
tíficos y los saberes tradicionales en
torno al aprovechamiento humano de
los recursos naturales, como bases
para el reconocimiento y valoración
del territorio, como también la ca-
pacidad política, técnica y militar de
la sociedad para proteger, preservar
y ordenar su espacio, que en este caso
consideramos el ente territorial mu-
nicipal.
Con las premisas anteriores, las
políticas dirigidas hacia el ordena-
miento territorial y ambiental y ha-
cia la administración del espacio
expresan tanto el conocimiento de
sus componentes y dinámicas y la
preservación, defensa y protección
del ambiente, como la percepción
que de éstos tiene la sociedad.
La capacidad de gobernabilidad
y de respuesta del municipio a los
requerimientos de la comunidad, así
como del uso más eficiente de los
recursos públicos y privados, depen-
de en buena medida del grado de or-
denamiento territorial. A través de
éste se busca que el espacio construi-
do armonice con la naturaleza, y que
la organización espacial promueva
una sociedad competitiva, eficiente
y con criterio social, según lo plan-
tea Hernando González (1997).
La ordenación del territorio es
un instrumento de política del Es-
tado, con lo cual se pretende armo-
nizar la interrelación sociedad-na-
turaleza, vista a través de las for-
mas de ocupación del territorio. Se
asocia con el proceso de desarrollo
de la sociedad capitalista y es utili-
zada para racionalizar las diversas
formas de ocupación del territorio,
para optimizar el uso de los recur-sos del país (Trinca, 1984).
De ello da cuenta la reciente ley
388 de 1997 de ordenamiento te-
rritorial que en el capítulo II espe-
cifica las acciones que los munici-
pios deben ejercer para que el orde-
namiento y el manejo ambiental de
los territorios sean acordes con las
tradiciones socioculturales de las
poblaciones y un desarrollo so-
cioeconómico sostenible.
Miradas en conjunto, las enti-
dades territoriales no responden sa-
tisfactoriamente a problemas que
trascienden las responsabilidades
específicas de cada municipio, es-
pecialmente si se tiene en cuenta
que la división político-administra-
tiva no facilita el manejo del orde-
namiento territorial en casos como
los del medio ambiente, cuencas
hidrográficas, administración de
asentamientos humanos y desarro-
llo económico en las «fronteras» de
municipios, departamentos y aun
internacionales. Cada nivel de go-
bierno fragmenta el problema o el
asunto a administrar, quedando éste
en muchos casos sin administrar.
Los municipios al adoptar los
planes de ordenamiento territorial
previstos en la ley orgánica del Plan
de Desarrollo, deben articular igual-
mente el Plan Ambiental; por tanto,
la gobernabilidad municipal no
debe concebirlo como tres planes
sectoriales sino como dimensiones
de un mismo fenómeno: el desarro-
llo del ente territorial municipal.
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La efectividad del diseño y apli-
cación de este plan descansa en el
reconocimiento que se haga de una
política de poblamiento en la cual
se estimule o desestimule la ocupa-
ción de determinados espacios, me-
diante la asignación de recursos para
infraestructura y producción, apo-
yos fiscales, etc., o se penalice el
uso de determinados recursos o el
simple asentamiento. Este compo-
nente político incorpora otro ángu-
lo estratégico en las relaciones te-
rritorio - recursos naturales - socie-
dad, cual es el acceso real de los
miembros de las colectividades a los
recursos que brinda ese espacio.
Ello implica que la ley de orde-
namiento territorial obliga a los
municipios a conocer la «capacidad
resistencial del espacio», o sea, el
conocimiento de sus posibilidades
y limitaciones, de los medios técni-
cos para aprovecharlos y la capaci-
dad de transmitir ese conocimiento
(Ver Utría, 1992).
El Plan de Desarrollo del mu-
nicipio recoge dicha capacidad re-
sistencial de su espacio, con base en
el conocimiento y saberes étnico/
culturales de las poblaciones, y al
saber técnico- científico en relación
con sus recursos: tierras, territorios
y lugares estratégicos, aguas, mine-
rales, áreas de expansión o no ex-
pansión, y otros bienes valorados
por la sociedad.
De esta manera, la realidad de
cualquier ordenamiento territorial y
manejo ambiental expresa no sola-
mente el conocimiento y valoración
que la respectiva sociedad logre de
ellos, sino también las relaciones de
poder existentes en su interior, y, en
una u otra forma, las relaciones que
puedan existir entre esa sociedad y
otras que compitan por sus recur-
sos; por ello juega un papel impor-
tante en este proceso la participa-
ción efectiva de las comunidades en
el manejo de los recursos naturales
asociados a sus territorios.
La ley 388 de 1997, la ley 99 de
1993 y la Constitución política na-
cional de 1991 plantean que la in-
tervención de las comunidades en
los procesos de desarrollo de sus
asentamientos, teniendo presente la
oferta ambiental y sus demandas
sociales, si se cuenta con sus acer-
vos tradicionales y se los involucra
en la gestión de desarrollo socio-
ambiental de su territorio, podrá po-
sibilitar la sostenibilidad de su en-
tidad territorial, social, económica,
política y cultural.
Educación y gestión ambiental
Una educación y gestión am-
biental para el manejo de los territo-
rios propende a su carácter interdis-
ciplinario y multidisciplinario hacia
el ejercicio de una planificación in-
tegral, en la que se pretende evolu-
cionar de una simple transmisión de
conocimientos hacia la construcción
y planeamiento de conocimientos
significativos frente al comporta-
miento y uso que se tiene del medio
y de las necesidades de las comuni-
dades y la realidad del país.
Por eso es necesario la construc-
ción de una triple dialéctica provo-
cada por las relaciones entre Identi-
dad cultural, ambiente y desarrollo.
Las tres dialécticas interrelacionadas
definen una integración que se tra-
duce en la elevación constante del
ser y del estar del hombre en armo-
nía con un ambiente equilibrado.
En la definición de cada uno de
los elementos considerados se pue-
de notar la interrelación. Veamos:
• El ser humano (ser colectivo)
puede hablar de identidad cul-
tural a partir del momento en el
cual los elementos que lo con-
forman (seres individuales) se
relacionan conscientemente en-
tre sí, y al mismo tiempo se si-
túan como un todo en relación
con su ambiente físico-natural
y con otros seres colectivos.
• La naturaleza (física y social)
llega a ser el ambiente cuando
el hombre se pone en relación
con ella, creando una dialéctica
en la cual ambos elementos
(hombre-naturaleza) están cam-
biando y cambiándose.
• Las acciones del hombre pue-
den llamarse desarrollo sólo
cuando el Yo (colectivo e indi-
vidual), dotado de una concien-
cia histórica, está modificando
su ser y estar para vivir mejor.
De este modo se podría estable-
cer la relación en las dimensiones
antrópicas, bióticas y abióticas que
nos permitiría observar las interre-
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laciones entre Identidad cultural,
ambiente y desarrollo.
Una primera tríada epistemólo-
gica para la educación, la gestión y
la planificación ambiental serían los
elementos:
El hacer implica hablar de de-
sarrollo, qué tipo de desarrollo se
va a establecer en la casa que habi-
tamos, o sea nuestro ambiente,
nuestro estar, de manera equilibra-
da, armónica, es decir sostenible.
El ser cultural (identidad) exis-
te gracias a una comunidad ambien-
tal histórica y de acción:
Historia Común
Ambiente
Común
Proyecto
Común
Se entiende, entonces, por qué
hablamos de Desarrollo Integrado;
éste es la utilización racional, equi-
librada y solidaria de todos los re-
cursos, del ser humano con su iden-
tidad cultural y de su ambiente (na-
turaleza física y social) para un
mejor equilibrio entre ambos y un
aumento de la calidad de vida de
cada uno de los elementos que lo
conforman.
Para plantear unas acciones con
base en esta tríada de elementos, las
administraciones locales de la re-
gión del Valle del Cauca deben for-
talecer sus oficinas de Planeación
con personal multidisciplinario e
interdisciplinario, para que en la
construcción de un mejor ambiente
planifiquen hacia el cambio de ac-
titudes y generen una educación y
una gestión frente al manejo de los
recursos naturales y de la base eco-
sistémica que los sustenta.
De este personal técnico y con
conciencia ambiental, nombrado por
los administradores de los entes te-
rritoriales no con criterios politique-
ros, cáncer que todavía no ha podi-
do ser erradicado del escenario de la
política de nuestro país, depende el
acceso al presupuesto y la calidad de
vida de la población de tales territo-
rios, teniendo en cuenta sus contex-
tos socioculturales.
Pasado
Presente Futuro
Hombre
Naturaleza
Ser
Cultura Estar Hacer
Cultura
Ambiente Desarrollo
• La identidad cultural es la rela-
ción del sujeto consigo mismo,
objetivizado por él, para poder
situarse correctamente en el
tiempo y en el espacio.
• La naturaleza o el ambiente es
la relación hecha por el sujeto,
entre un objeto espacial físico
y social y un tiempo histórico.
• El desarrollo es la relación pro-
vocada por el sujeto sobre un
objeto dialéctico (él mismo y su
ambiente) para modificarlo en un
tiempo dado y así mejorar sus
condicionesde vida, mantenien-
do el equilibrio ambiental.
Otros triángulos que se podrían
diseñar para relacionar entre sí nue-
vas dialécticas o construcción de
nuevos epistemes son los siguientes:
Educación y gestión ambientalNancy Motta González
Hombre
CulturaNaturaleza
Sujeto
Objeto Tiempo
13El Hombre y la Máquina Nos. 20 - 21 • Julio - Diciembre de 2003
Igualmente los proyectos am-
bientales municipales deben incluir
acciones que incentiven el cambio
de actitud de los pobladores hacia
un mejor manejo de los territorios
y sus paisajes, asumiendo como
principios básicos la valoración que
del ambiente tienen como imagina-
rio colectivo, y cuáles constituyen
los símbolos y representaciones de
tal consideración.
Hasta ahora en la planificación
del desarrollo se ha desconocido la
interacción sistémica que existe en-
tre las actividades humanas y socia-
les y el territorio en que éstas se
emplazan y sus características fisio-
gráficas, representado por la tierra
y sus recursos naturales conexos; y
también se ha subestimado el hecho
de que todos los procesos sociales
y económicos del desarrollo se pro-
yectan y emplazan en el espacio, es
decir, en el territorio.
Este desenfoque en la planifi-
cación del desarrollo se ha querido
obviar con la ley de ordenamiento
territorial y del plan de gestión am-
biental; sin embargo, con la doctri-
na neoliberal puede resultar difícil,
al quedar la producción y las acti-
vidades socioeconómicas en manos
de las fuerzas del mercado.
Como parte de este cuadro de
desenfoques de la planificación
Rubén Utría (1992:51-52) plantea
que:
«el país enfrenta un serio
problema de degradación siste-
mática y progresiva de sus re-
cursos naturales y del medio
ambiente. Por sus cuencas hi-
drográficas se escurren millones
de hectáreas de suelos agríco-
las; la deforestación compulsi-
va de los bosques naturales y la-
deras para improvisar tierra
para sembrar se hace cada vez
más masiva y desenfrenada, con
el estímulo y la complicidad del
Estado; la colonización de las
reservas forestales y santuarios
de fauna es propiciada por po-
líticos en busca de votos; las tie-
rras más fértiles del país —la
sabana de Bogotá y el Valle del
Cauca— están siendo urbaniza-
das, «pavimentadas» y contami-
nadas en forma irracional e in-
contenible; las laderas andinas
continúan siendo escaladas y
degradadas persistentemente
por los campesinos sin tierra; y
los principales ríos incorpora-
dos al desarrollo nacional se en-
cuentran sedimentados y conta-
minados gravemente».
Igualmente «las ciudades
andinas están derrumbándose a
pedazos, como consecuencia de
la ocupación antiecológica de
sus cerros circundantes, mien-
tras que las actividades extrac-
tivas incontroladas están deses-
tabilizando laderas y generan
voluminosas descargas de sedi-
mentación sobre la ciudad y sus
alcantarillados y acueductos; y
las ciudades ribereñas padecen
anualmente inundaciones cada
vez más severas. Las fuentes de
los acueductos de la mayoría de
las ciudades y pueblos están
siendo degradadas y las rondas
protectoras de los ríos y depósi-
tos de agua han desaparecido.
La falta de adecuado manejo y
control de los agroquímicos está
envenenando tierras y campesi-
nos en los valles arroceros y al-
godoneros y la floricultura está
sobreexplotando fértiles tierras
periurbanas en los grandes cen-
tros andinos. Por su parte el pro-
ceso de desaparición de nume-
rosas especies vegetales y
faunísticas continúa acelerán-
dose y las talas y quemas conti-
núan siendo prácticas generali-
zadas en todo el territorio ocu-
pado. La falta de una alternati-
va energética para los campesi-
nos y pequeños poblados está
acabando con todo tipo de ve-
getación en procura de leña y
carbón. Al mismo tiempo lagu-
nas, ciénagas, manglares y eco-
sistemas acuáticos frágiles están
sucumbiendo ante la urbaniza-
ción, la construcción inconsul-
ta de obras de infraestructura o
de la pesca sin control.Y todo
ello ocurre en un contexto terri-
torial en el cual las tierras no
están siendo utilizadas con la
debida compatibilidad ecológi-
ca, económica y de manejo es-
tratégico del desarrollo nacio-
nal».
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El resultado ha sido, a más del
profundo deterioro ambiental y la
ampliación de la pobreza, el surgi-
miento de condiciones que ponen en
jaque el modelo social, económico
y político vigente. Por ello, son ur-
gentes una gestión y una educación
ambiental, con una planificación del
desarrollo, acordes con la oferta
ambiental y las demandas sociales
de las comunidades, teniendo pre-
sente sus prácticas socioculturales
y las percepciones que tienen sobre
el ambiente.
La Carta Política reconoce, por
otro lado, la creciente demanda de
las comunidades por ampliar sus
campos de decisiones en la gestión
del Estado, del territorio y del patri-
monio ambiental, por lo cual el or-
denamiento y el manejo ambiental
de los territorios podrán ser viables
con una gestión participativa, pero
también técnicamente orientada.
Cultura, ambiente, desarrollo
Colombia se caracteriza por ser
un país de regiones muy diversas,
con complejos culturales y étnicos
diferentes; por tanto, en el tiempo y
en el espacio los grupos sociocul-
turales perciben de manera distinta
el ambiente y sus acciones corres-
ponden a tal cosmovisión, sea éste
considerado como objeto o sujeto,
de tal manera que el desarrollo sea
o no consecuente con el equilibrio
de los ecosistemas.
En este contexto, en relación
con el discurso de la conservación
del ambiente, del manejo de los re-
cursos naturales renovables y no
renovables, del ordenamiento de los
territorios, hombres y mujeres per-
tenecientes a distintos sistemas cul-
turales en diversas regiones colom-
bianas, como el Pacífico, la Ama-
zonia o los Andes, conceptualizan
el ambiente desde sus propios pa-
rámetros.
Se intenta mostrar que la clave
para una adecuada conservación y
un manejo acertado del ambiente en
los territorios regionales de Colom-
bia la constituye la cultura, y ésta
se encuentra arraigada, conceptua-
lizada e institucionalizada a través
de los individuos portadores de di-
cha cultura. Es a partir de esta ela-
boración como se pueden construir
alternativas de desarrollo que lleven
a los grupos humanos a perpetuar-
se en un tiempo y en un espacio,
siendo a su vez consecuentes con
su cultura y con la armonía de los
ecosistemas que habitan.
Sin embargo, se presentan dos
aspectos básicos en la crítica hacia
la Educación Ambiental: 1) «la di-
ficultad de articular el conocimien-
to para un diagnóstico interdiscipli-
nario de la realidad; 2) el alejamien-
to del sistema educativo del análi-
sis y solución de los problemas
ambientales, especialmente de las
comunidades marginadas y conse-
cuentemente el alejamiento del
mundo científico con relación a las
realidades cotidianas», según lo
plantea Augusto Ángel Maya
(1993).
Ambos aspectos obedecen al
choque cultural producido entre las
culturas regionales, locales y étni-
cas que existen en Colombia, llama-
das lo «propio» en términos de Gui-
llermo Bonfil Batalla,1 versus lo
«ajeno», la cultura hegemónica,
dominante y transnacional de la so-
ciedad industrial de consumo, que
ha debilitado los patrones adaptati-
vos a cada medio natural local.
Este choque desarticuló las for-
mas culturales de las necesidades
inmediatas de adaptación al am-
biente, y la educación se ha conver-
tido en un instrumento de imposi-
ción cultural exigida por las formas
de explotación de la mano de obra
y de los modelos de desarrollo eco-
nómico dominantes.
En cuanto al primer aspecto, la
difícil articulación entre las ciencias
epistemológicas y estructurales para
la práctica de la interdisciplina no ha
permitido el desarrollo de una ver-
dadera cooperación entre las cien-
1. Bonfil Batalla en su teoría del Etnodesarrollo y del Control Cultural llamaCultura Propia a las comunidades autogestionarias y dueñas de su poder de decisión, en tanto Culturas Apropiadas son las que toman
recursos ajenos para su desarrollo, pero tienen su propio poder de decisión para ejecutar los proyectos.
Educación y gestión ambientalNancy Motta González
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cias. Los reduccionismos científicos
han dificultado el camino del análi-
sis interdisciplinario. Por ello, la edu-
cación ambiental es hoy día más un
desiderátum que una conquista.
En cuanto al segundo aspecto,
el reconocimiento y valoración de
la diversidad cultural, consecuente
con la Constitución de 1991 que
enfatiza al país como una nación
pluricultural y multiétnica, no es
sólo un problema ético sino también
pragmático. En efecto, los sesgos de
muchos modelos de desarrollo de
corte etnocéntrico en las regiones de
Colombia encuentran un elemento
significativo de explicación en el
desfase conceptual y metodológico
en relación con los sistemas cultu-
rales de sus habitantes; por tanto la
construcción de estrategias de edu-
cación ambiental, por ejemplo, debe
contar en última instancia con los
sistemas de representación cultural
que portan las comunidades locales.
La Carta de Belgrado (1975), la
Conferencia de Tbilisi (1977), la de
Río (1992) y más recientemente las
reuniones en Kioto (1997) y Johan-
nesburgo (2000) apuntan hacia una
educación ambiental que plantee
esta problemática desde la perspec-
tiva natural y social y que es nece-
sario reconsiderar los modelos de
crecimiento y desarrollo.
Los dos aspectos están ligados:
la comprensión de esta totalidad es
necesariamente interdisciplinaria.
Si bien cada ciencia tiene su campo
específico de análisis, la dimensión
ambiental debe considerarse de una
manera más totalizante. Y no se trata
de ecologizar a las Ciencias Socia-
les o a la Economía, bautizando este
proceso de «desarrollo humano sos-
tenible»2 sino de ligar la educación
y la gestión ambiental hacia la cons-
trucción de una sociedad participa-
tiva para el ordenamiento de sus te-
rritorios.
La educación y la gestión basa-
da en la investigación participativa
buscan poner al servicio de las co-
munidades la combinación de sus
saberes tradicionales y sus percep-
ciones y acciones sobre el medio
natural, con los resultados de los
análisis científicos y los elementos
metodológicos, para que ellas sean
las constructoras de su propio de-
sarrollo.
Este replanteamiento en la edu-
cación y en la gestión que acerca los
distintos saberes, una nueva ética
sobre el papel del hombre y de la
mujer en la naturaleza y la instau-
ración de un nuevo tipo de desarro-
llo se ha convertido en una necesi-
dad vital para la humanidad, y al
mismo tiempo en un programa po-
lítico de difícil ejecución (Giotto, P.,
1982).
La articulación entre cultura,
ambiente y desarrollo debe ser una
premisa conceptual y metodológi-
ca a considerar para la educación y
gestión ambiental en el manejo de
los territorios.
En este punto es necesario in-
sistir en el reconocimiento de las
realidades presentes en las relacio-
nes entre las comunidades y su me-
dio natural. En primer término, la
formulación de cualquier proyecto
de gestión ambiental ha de partir de
la claridad de los objetivos y metas
del mismo, sustentados en un diag-
nóstico adecuado de las condicio-
nes ambientales y humanas del es-
pacio definido como escenario del
proyecto
2. Ver Ley 99 de 1993 y Política Nacional Ambiental. Salto Social hacia el Desarrollo Humano Sostenible. Documento CONPES. Minambiente-DNP-URPA. Santafé de Bogotá, 1994.
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Ambiente. Fundación Universal Em-
presa. Sevilla, 1992.
La ordenación
del territorio
es un instrumento
de política del Estado,
con lo cual
se pretende armonizar
 la interrelación
sociedad-naturaleza,
 vista a través
de las formas
de ocupación
 del territorio.
Educación y gestión ambientalNancy Motta González