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fishes, and birds” (WILKINS, 1668, p. 174). Para fines del S XVIII autores como C. Linneo, J. P. de Tournefort o C. de Buffon, habían “empezado a decir al fin lo que siempre había sido visible, pero que había permanecido mudo” (FOUCAULT, 2002, p. 133), lo cual favoreció el surgimiento de sistemas tales como los de A. L. Lamarck, A. L. de Jussieu, A. P. de Candolle yM. Adanson. Este último autor recurrió por primera vez al principio de emplear tantos caracteres intrínsecos como fuera posible en la clasificación, todos éstos de igual valor, y establecio así los preceptos básicos para lo que llegó a ser la escuela fenética del S. XX (véase más adelante). El incremento en el número de caracteres en la clasificación requirió la necesidad de aumentar los rangos taxonómicos a fin de jerarquizar de forma más precisa aquellos caracteres presentes en dos o más géneros, pero que no estuviesen en los demás géneros de la clase correspondiente. Por ejemplo, el rango familia en la clasificación vegetal tomó menos de una década entre el Genera plantarum de Linneo (1754) y la obra Familles des plantes de Adanson (1763). Nuevas categorías fueron agregadas posteriormente, hasta llegar a las aceptadas en los códigos de nomenclatura vigentes. Hacia fines del S. XVIII y comienzos del S. XIX surgen los sistemas naturales, los cua- les pretendían reflejar el orden natural de los organismos mediante el uso de caracteres intrínsecos, muchas veces esenciales, que usualmente representaban relaciones de forma, revelaban las afinidades naturales. A diferencia de los sistemas artificiales, un sistema natural no se crea, se descubre (GHISELIN, 1997), agrupa los objetos con referencia a un número comparativamente pequeño pero correlacionado de caracteres que representan la esencia a través del arquetipo; por lo tanto, las clasificaciones naturales son aristotélicas (CROWSON, 1970, p. 21), y sus representantes se consideran esencialistas (p. ej. Cuvier) o morfólogos-idealistas (p. ej. Goethe, von Baer, Agassiz o R. Owen) aunque la línea definitoria entre unos y otros no es precisa (cf. Por ejemplo RIDLEY, 1986 versus MAH- NER; BUNGE, 1997). En este contexto surge el famoso debate Cuvier-Geoffroy, que por supuesto influyó en los principios de clasificación. La obra Philosophie anatomique de Ettiene Geoffroy Saint-Hilaire (1818, citado por APPEL, 1987) inicia una nueva era en biología especialmente por la introducción del concepto de homología: For Geoffroy and other philosophical anatomists, homologous parts were those parts in different animals which were “essentially” the same, even though the parts might have different shapes and be employed for different purposes (APPEL, 1987, p. 69). Geoffroy defendió el uso de la racionalidad en la clasificación y detectó la necesidad de ir más allá de la clasificación de los organismos, a la que consideraba no un fin sino un medio para descubrir más preguntas de investigación en biología; para él y sus mentores Buffon y Daubenton, las clasificaciones eran arbitrarias, insuficientes para reflejar la naturaleza y no siempre necesarias (APPEL, 1987). Cuvier, por el contrario, consideraba imprescindible crear una clasificación única mediante la subordinación de caracteres 170 determinada por consideraciones funcionales. En cualquier caso, se abandonaban finalmente los sistemas artificiales lineanos. Appel señala: Buffon had resisted the spread in Paris of the use of Latin binomial names and of Linnaeus´s hierarchy of classes, orders, genera, and species. The leading Parisian botanists, while adopting the Linnaean nomenclature, agreed with Buffon in rejecting the artificial Linnaean system of classification. This was a system for the identification of plants based on external characters (numbers, relative sizes, and positions of stamens and pistils) that was convenient to use but not intended to express the true relations of the plants to each other. The French botanists proposed instead to create a “natural” system of classification based on the real affinities of plants. The most successful effort was that of Antoine-Laurent de Jussieu, who founded the families in Genera Plantarum (1789) on the rational “subordination of characters” according to their functional significance (APPEL, 1987, p. 15). Con la premisa de que el mundo de lo viviente es un contínuo de formas no susceptible a agrupaciones discretas, A-L. de Jussieu es el fundador de la clasificación natural en botánica (STEVENS, 1994); su obra se extiendió a lo largo del S. XIX, principalmente a través de A. P. De Candolle, y según Appel (1987), convenció a Cuvier de la posibilidad de elaborar una clasificación natural en zoología: Cuvier came to believe, if the choice of characters employed to delimit groups was reformed according to rational principles. Animals would be classified not according to a few external characters chosen arbitrarily, but according to their true affinities, which would be revealed to zoologists by comparative anatomy (APPEL, 1987, p. 33). Como botánico, A. P. de Candolle prefirió la calidad de los caracteres en la obra de Jussieu por encima de la cantidad de caracteres en la obra de Adanson, como alternativa al sistema de clasificación artificial de Linneo. Según Appel (1987), de Candolle y su escuela franco-suiza comienza una nueva “botánica filosófica” 4, la cual se ocupó de examinar no solamente los sistemas de clasificacion de la época y proponer otros, sin también de estudiar procesos atípicos, tales como duplicación o aborto de órganos, metamorfosis y monstruosidades en las plantas. Entre tanto, Lamarck se enfrentaba al problema de buscar agrupaciones naturales en ausencia de brechas en la naturaleza y rechazaba de manera explícita La scala naturae, aunque sus teorías evolutivas sugieren que más que un rechazo fue una redefinición a manera de “marcha de la naturaleza”: Lamarck accounted for the hierarchy of organisms by the interaction of two factors, the first being an inherent tendency toward increasing perfection 4 En un sentido completamente diferente de la Philosophie botanique de Linneo 171