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mos que se trata probablemente de los filósofos que han tenido a menudo la tendencia a generalizar lo particular e, incluso, a convertir ciertas especificidades en algún tipo de universales platónicos. Sobre este punto no podemos sino estar de acuerdo con nuestros colegas japoneses, pues nada en la reflexión platónica — ya que calificamos de “plató- nicos” a estos pensadores orientados deductivamente — nos pudiera haber permitido descubrir la existencia de tales comportamientos en animales no humanos. Pero, por otro lado, debemos destacar el aparente temor de los investigadores de entonces a adoptar directamente el término cultura — tan contrario en aquellos tiempos a los valores de la tradición occidental — en vez de los de protocultura o subcultura que utilizan en su lugar. Probablemente el “establishment” científico no estaba dispuesto a aceptar la existencia de cultura en esos pequeños monos amarillentos que ni siquiera eran chimpancés; éstos, por su anatomía y por su comportamiento, habían sido reconocidos, desde hace 4 siglos, como los más cercanos a los humanos (MARTÍNEZ-CONTRERAS, 2007d). Y esta reti- cencia se aplica también a los propios investigadores japoneses, a pesar de haber sido desbrozadores en este campo gracias a sus propias tradiciones culturales que tuvo gran impacto en la primatología. 6 Las culturas de los chimpancés troglodytes Aunque entre los humanos, cultura significa no sólo la cultura comportamental sino también la cultura material, claramente presente entre los chimpancés, rompedores de nueces por medio de martillos, yunques y calzas de yunque, sólo discutiremos aquí los aspectos conductuales de la cultura. A pesar de lo poco que se conoce todavía de las posibles culturas entre los bonobos (Pan paniscus) y de que sólo se han estudiado a fondo menos de diez comunidades de sólo dos subespecies del chimpancé “común” o Pan troglodytes, lo que sobre ellos ahora se sabe es impresionante en relación con los 400 años del conocimiento europeo del animal. En efecto, casi treinta años después de aquel simposio de 1972 sobre protoculturas, donde los macacos japoneses eran las estrellas de la inventiva primatológica, la crema y nata de los estudiosos de los chimpancés, en especial de aquellos que realizan trabajo de campo, llevaron a cabo, a su vez, y bajo el mismo espíritu integrador que tuvieron los trabajos antes citados, una síntesis del conocimiento actual sobre culturas de este póngido africano. A partir de una primera publicación en Nature (WHITEN et al.,1999) de sus conclusiones17, no han dejado de salir desde entonces, laboratorios, proyectos, libros, trabajos y blogs sobre el mismo tema. El fin de la reunión fue el de establecer un mapa preciso, tanto en relación con la localización geográfica de las diferentes tropas de chimpancés, cuanto con la señalización de la especificidad cultural de cada grupo 17Donde, por cierto, Bossou (Guinea) ocupa un lugar importante en el análisis, aunque su investigador responsable, Tetsuro Matsuzawa, no aparece entre los autores. 316 en particular, así como la mención de la subespecie de pertenencia18 del grupo que manifiesta cada cultura, lo que significa un total acumulado, aunque no histórico, de 151 años de observaciones. Un primer resultado es que la cantidad de patrones (patterns) de variación cultural señalados es — aunque era de esperarse — muy superior a la de cualquier otra especie animal observada, con la excepción de Homo sapiens. Ya no se habla aquí de protoculturas o subculturas, sino simplemente de culturas, como en el caso de los humanos. El cuerpo de especialistas partió del estudio de 65 categorías de comportamientos observados en trabajo de campo. Enseguida los autores asignaron a cada categoría uno de los siguientes seis códigos: 1) Tradicional (customary). El comportamiento ocurre en todos o en la mayoría de los miembros físicamente aptos en por lo menos una categoría de una clase edad/sexo (por ejemplo, la de machos adultos). 2) Habitual. Si el comportamiento no es tradicional, por lo menos ha ocurrido re- petidamente entre varios individuos de manera consistente con cierto grado de transmisión. 3) Presente. Si el comportamiento no es ni tradicional ni habitual, por lo menos está claramente identificado. 4) Ausente. El comportamiento no ha sido registrado, sin que haya ninguna explicación ecológica que lo justifique. 5) Explicación ecológica. La ausencia del comportamiento es explicable en razón de una característica ecológica local. 6) Desconocido. El comportamiento no ha sido registrado, pero esto puede ser debido a la ausencia de oportunidades relevantes de observación. Estas categorías fueron enseguida aplicadas a siete comunidades (dos pertenecen a una misma zona: Mahale) de chimpancés que manifiestan el récord de observación más amplio, en un rango que varía entre 8 y 38 años. Estas comunidades son: a) Bossou (subespecie: P. t. verus) en Guinea suroccidental. b) Taï19 (subespecie:P. t. verus), en la zona sur oriental deCosta deMarfil. Taï pertenece no sólo al mismo ecosistema que Bossou, sino que a pesar de la interferencia de los humanos en la región ha seguido habiendo intercambio genético y cultural entre las poblaciones de simios de ambos países. 18Ver nota 2. 19En español se escribe Tai. Mantenemos lo ortografía francesa de “Taï” por ser la que se encuentra en la literatura. 317 Capítulos El modelo primatológico de cultura Las culturas de los chimpancés troglodytes