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ETICA DE LA VIDA HUMANA parte 01 e 02 Iv y V

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Principios y valores II @pri_resumen
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Ética de la vida humana
1. Definición de bioética
· Según la Enciclopedia o Bioethics, la bioética puede definirse como: “Estudio sistemático de la conducta humana en el área de las ciencias de la vida y el cuidado de la salud, en cuanto dicha conducta es examinada a la luz de los valores y de los principios morales”.
· También puede definirse así: “El estudio de las cuestiones éticas relacionadas con el derecho a la vida. La vida entendida no sólo como subsistir, sino también como existir de una manera digna de la persona humana”.
· La bioética se ocupa de relacionar la ética y la biología; los valores éticos y los datos biológicos. Su objetivo es enseñar cómo usar el conocimiento en el ámbito de lo científico-biológico. El instinto no es suficiente para la sobrevivencia; se debe elaborar una ciencia de la sobrevivencia.
· Como parte de la ética teológica, la bioética tendrá que tener en cuenta la relación de la conducta humana en este campo con la manifestación del Reino de Dios y cómo a través de sus actos y actitudes toda la persona humana, individual y socialmente considerada, va respondiendo al diálogo con Dios que en Cristo y por el Espíritu Santo le concede los dones de la vida y del amor.
· Podemos dividir el campo de estudio de la bioética en tres etapas de la vida:
a) Inicio de la vida
b) La media de la vida
c) Fin de la vida humana
2. Derecho a la vida humana
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· “Moral de la vida humana", “bioética”, “ética de la vida corporal” o “ética de la corporalidad”, todas estas definiciones nos hablan de la preocupación actual de la Teología Moral por este valor fundamental de la existencia personal.
· 
· Todos los derechos humanos se fundamentan en uno: el derecho a la propia vida, ya que, sin él, todos los demás pierden su validez, y por lo tanto, si afirmamos que todo hombre, por el hecho de serlo, es sujeto de determinados derechos inalienables, hemos de concluir que la vida es el primero.
· de ellos y que a nadie se le puede arrebatar desde el primer instante en que tenga vida humana, hasta el último suspiro antes de morir y perderla.
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· Dentro del cristianismo, el valor y la dignidad de la vida se fundamentan en último término en el hecho de que el hombre ha sido creado “a imagen de Dios”. Por eso mismo, todo hombre merece de nuestra parte un respeto infinito.
3. Dignidad de la vida en sí misma
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· En este contexto, esa unidad total que es el hombre recibe la vida como un don de Dios (EV 34). Y es muy distinto considerar la vida como un regalo precioso que hay que cuidarla y fructificarla, que considerarla como una carga, que no hay más remedio que ir arrastrándola penosamente.
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· Por ser el hombre totalmente obra del Creador, sólo Dios es dueño de la vida humana (Job 12,10), y sólo Él puede disponer de su destino (Dt 32,29). Ningún hombre puede disponer de la vida de los demás y ni siquiera de la suya.
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· Esta valoración positiva de la vida que aparece ya en la creación misma del hombre como ‘‘imagen y semejanza”, viene confirmada por la Alianza de Dios con su pueblo, por el hecho de la encarnación del Verbo y la redención obrada por Cristo en la cruz.
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· Por lo demás, independientemente de esta dimensión religiosa, nuestros contemporáneos tienen hoy la clara conciencia de que la vida del hombre posee un valor en sí misma y por sí misma, fundamentalmente porque todo hombre es inteligente y libre.
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· De ahí la dignidad inherente a toda vida humana y la consiguiente necesidad de respetarla con especial urgencia.
· 
· Que toda vida humana merece ser defendida y respetada por todos los miembros de la comunidad es uno de los principios más fundamentales y más evidentes en todas las culturas.
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· El valor sagrado de toda vida humana constituye la base y soporte para que cualquier otro valor moral pueda desarrollarse en su proyección personal y social. Y ello nos impone una vigilancia muy especial para no comprometerlo y sacrificarlo de cualquier manera.
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· Respetar de verdad de la vida consiste en un responsable “hacer vivir” y promover la vida del otro. Con mayor razón en estos momentos en que los progresos científicos y tecnológicos plantean delicados desafíos a la vida misma de todo ser humano y hay que tener mucha sensibilidad para advertir todo lo que pueda ser una manipulación del carácter sagrado de la misma.
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· En una palabra, el valor y la dignidad de la persona serán los criterios últimos para discernir el aspecto ético de la vida humana. Será ética toda actitud, acción o comportamiento que respete, favorezca, promueva y haga crecer la verdadera vida; por el contrario, no será ético el que obstaculice, lesione o destruya la vida.
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· La antropología bíblica presenta una visión profundamente unitaria del hombre. Se trata del hombre “todo entero”, cuerpo y espíritu (unidad psico-somática), mente, corazón y manos; la persona concreta, que vive aquí y ahora, “de carne y huesos”.
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· Cuando la Biblia habla del cuerpo, se refiere a toda la persona. Así, por ejemplo, cuando Jesús en la última cena dice: “Este es mi cuerpo que se entrega por ustedes”, no ofrece simplemente su cuerpo físico, sino todo su ser. Hoy diríamos ésta es mi vida, ésta es mi persona, éste soy yo que me entrego por ustedes. Lo mismo se podría decir cuando habla del espíritu; no se alude solamente una parte del hombre, sino a la persona en su totalidad.
4. El valor de la vida humana
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· Así, por ejemplo, cuando Jesús expresa en la cruz: “En tus manos, Señor, encomiendo mi espíritu”, equivale a que toda su vida, lo más precioso que tiene, confiaba totalmente en manos de Dios: se abandona completamente, con total disponibilidad ante el Padre.
· 
· La concepción dualista del hombre, según la cual el alma y el cuerpo eran dos elementos casi separados y con un marcado desprecio por la parte corporal que tan profundamente ha marcado y de alguna manera sigue influyendo en nuestra mentalidad occidental, tiene evidentemente otras fuentes que no son las bíblicas.
· Ya Pío XII resaltaba esta profunda unidad al señalar que “el científico aprende a considerar el cuerpo humano como un mecanismo de alta precisión, cuyos elementos se apoyan uno sobre otro y se encadenan uno al otro; el lugar y las características de esos elementos dependen del todo y están al servicio de su existencia y de sus funciones. Pero esta concepción se aplica aún más al alma, cuyos delicados engranajes se hallan reunidos con mucho mayor cuidado. Las diversas facultades y funciones químicas se insertan en el conjunto del ser espiritual y se subordinan a su finalidad”.
· Porque el cuerpo es creación de Dios, la moral cristiana exige a todo hombre y especialmente a los científicos que se ocupan de él, un gran respeto al cuerpo. El cuerpo humano fue asumido por el Verbo encarnado y además tendrá parte en la redención definitiva del hombre.
· “Cada uno es su cuerpo en el que vive. Ese cuerpo es su medio de expresión y el
instrumento con el cual entra en relación con el mundo que le rodea...
Es espíritu, el pensamiento y el alma forman parte de todo cuerpo vivo.
Un cadáver no piensa más: su espíritu lo ha dejado...
Su cuerpo es su manera de ser en el mundo...
El cuerpo es el único y verdadero instrumento que hemos recibido
para alcanzar el estado de realización.
La realización de sí mismo es posible en el cuerpo y por el cuerpo’’ Cfr. Arriola-Succol
· EN RESUMEN, la idea de persona pone de relieve la condición encarnada del hombre, la que se manifiesta en su realidad corporal, lugar de experiencia de la relación consigo mismo, con los otros, con el mundo y con Dios. En el lenguaje corriente se usa a menudo el término “vida” sin determinaciones, entendiendo con esto la vida humana. Se identifica vida humana con vida física
del hombre.
El hombre hoy se descubre en primer lugar frente a diversos tipos de naturaleza:
a) Lo que le circunda, que él los aprehende con los sentidos, y que lo transforma con la introducción de otros elementos.
b) Los vivientes(animales - vegetales).
c) Su propia corporeidad, que se le impone a través del dolor y de la experiencia del límite, pero que es fuente de alegría y de encuentros interpersonales.
· Por vida humana no debemos entender solamente el hecho de existir -la existencia en contraposición a la muerte-, sino también una vida que tenga calidad y dignidad, de modo que pueda ser llamada plenamente humana.
· “Crece al mismo tiempo la conciencia de la excelsa dignidad de la persona humana, de su superioridad sobre las cosas y de sus derechos y deberes universales e inviolables.
· Es pues, necesario que se facilite al hombre todo lo que éste necesita para vivir una vida verdaderamente humana, como son el alimento, el vestido, la vivienda, el derecho a la libre elección de estado y a fundar una familia, a la educación, al trabajo, a la buena fama, al respeto, a una adecuada información, a obrar de acuerdo con la norma recta de su conciencia, a la protección de la vida privada y a la justa libertad también en materia religiosa”. GS 26
5. Cultura de la vida y cultura de la muerte
· La denuncia de una cultura anti-vida frente a la cual hay que promover una cultura de la vida, ha sido una de las constantes en el pensamiento de la Iglesia.
· “Ha nacido una mentalidad contra la vida”, nos recuerda Familiaris Consortio, en el N° 30. Ésta es producto de la angustia ante el futuro de la humanidad, de un mundo cruel. De sociedades donde algunos piensan que son los únicos destinatarios (de la vida) y excluyen a los demás, a los que imponen métodos y programas de anticoncepción, esterilización y aborto procurado.
· Detrás hay una profunda crisis de la cultura, múltiples dificultades existenciales y relacionales, agravadas por la realidad de una sociedad muy compleja con situaciones de pobreza, injusticia y exasperación.
· La sociedad actual está orientada por el tener, por una mentalidad productiva y consumista. Por ello, aquellas vidas que no resultan rentables y productivas, no cuentan. El compromiso ético lleva a defender el derecho a la vida del niño no nacido, del anciano, del enfermo, del marginado, del minusválido, de todo ser humano. Y lleva, además, a la responsabilidad de esforzarse por crear condiciones positivas que promuevan el respeto a la dignidad de todas las personas, especialmente de los más débiles y desprotegidos.
· “La Iglesia cree firmemente que la vida humana, aunque débil y enferma, es siempre un don espléndido del Dios de la bondad. Contra el pesimismo y el egoísmo que ofuscan al mundo, la Iglesia está a favor de la vida; y en cada vida humana sabe descubrir el esplendor de aquél “sí”, de aquél “amén” que es Cristo mismo. Al “no” que invade y aflige al mundo, contrapone este “Sí” viviente, defendiendo de este modo al hombre y al mundo de cuantos acechan y rebajan la vida” (FC 30).
6. Principios de Bioética Civil
· Aunque la bioética como moral médica nació en el ámbito confesional cristiano, en la actualidad se ha extendido a campos no relacionados a lo religioso: comisiones parlamentarias de bioética, comités hospitalarios de bioética, etc. El problema, muy discutido, de la fundamentación de la bioética civil, en realidad se confunde con el de la fundamentación de la ética filosófica.
· Sin embargo, se ha llegado al consenso de que es bioéticamente correcto actuar haciendo el bien a los demás, el respeto hacia su libertad y el comportarse justamente con los otros, es decir, los principios de beneficencia, autonomía y justicia.
6.1. Principio de Beneficencia
· En el ámbito médico este principio obliga al profesional sanitario a poner el máximo empeño en atender al paciente y a hacer cuanto pueda para mejorar la salud, de la forma que el profesional considere más adecuada. Este es el primer principio de la deontología médica.
· Relacionado con el anterior está el principio de “no maleficencia”, que sería más obligatorio y del cual se derivarían normas concretas como el “no matar”, “no causar dolor innecesario”, “no incapacitar física o psicológicamente”, etc.
6.2. Principio de Autonomía
· Se basa en la convicción que el ser humano debe estar libre de todo control exterior y ser respetado en sus decisiones vitales básicas. Significa que la persona es un sujeto y no un objeto propiedad del médico o del hospital. Esto significa que el paciente debe ser correctamente informado, dentro de sus posibilidades, de su situación y de las posibles alternativas de tratamiento que se le pueden aplicar. Deben respetarse las decisiones de pacientes competentes, después de una adecuada información.
· Como ambos principios no son absolutos, pueden surgir conflictos entre los principios de beneficencia y el de autonomía. Ejemplo: Los Testigos de Jehová, que prohíben a sus adeptos la transfusión de sangre.
· En estos casos deberá aplicarse lo que dice la moral fundamental sobre conflictos de deberes o de valores. Normalmente prevalece el principio de autonomía sobre el de beneficencia.
6.3. Principio de Justicia
· La bioética se plantea con frecuencia el tema de la distribución de los recursos médicos cada vez más costosos y escasos en relación al número de pacientes. El principio de justicia considera que un cierto nivel de servicios debe estar a disposición de todos, aunque esto no significa que todo enfermo tenga derecho a la tecnología de punta.
· La obligatoriedad parte de un ‘‘mínimo decoroso” o de un ‘‘paquete necesario” que toda sociedad debe ofrecer a cada ciudadano, esté inscrito o no en un seguro social. Ciertamente, en caso de más demanda que oferta de servicios médicos, éstos no deben ofrecerse a quien paga más, sino a aquel paciente que se presume pueda beneficiarse más.
7. Principios Éticos para los casos Conflictivos
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· No para fundamentar la bioética, sino para ayudar a un discernimiento con el fin de encontrar una salida éticamente aceptable cuando nos encontramos con situaciones conflictivas, la moral católica ha utilizado siempre una serie de principios éticos.
7.1. Principio del doble efecto
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· Se aplica cuando de una misma acción se siguen diversas consecuencias, unas buenas y otras malas éticamente hablando. Afirma que una acción será lícita, aunque se sigan algunos efectos malos; se dan estas cuatro condiciones:
· Que la acción en sí sea buena o indiferente;
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· Que la intención sea buena u honesta, es decir que la voluntad se dirija al efecto bueno; -que el efecto bueno no se consiga como consecuencia de hacer el mal;
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· Que exista una razón proporcionadamente grave que justifique la tolerancia del efecto malo: esta razón suele ser el efecto bueno que primariamente se consigue con el acto.
7.2. Principio de Totalidad
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· “La parte está al servicio del todo”. El bien de la parte queda subordinado al bien del todo. El todo es determinante para la parte y puede disponer de ella en interés suyo. En virtud de este principio el médico puede amputar la pierna de un paciente con gangrena, aunque esto sea una mutilación, a fin de salvarle la vida.
7.3. El conflicto de deberes o de valores
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· Es una actualización de un tema que es tradicional en la teología moral, el de la “conciencia perpleja’’. Se llama así la situación de la persona que se encuentra frente a dos preceptos vinculantes y no sabe cuál de ellos cumplir, pues uno se opone al otro.
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· Otras veces, se dan situaciones en las que se tiene que elegir entre dos acciones y ambas conllevan pecado, o sea cree pecar tanto si se realiza la acción, como si deja de hacerlo (omisión).
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· El principio fundamental de esta acción es el siguiente:
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· Si la persona que tiene una conciencia perpleja puede suspender la acción, deberá hacerlo para informarse mejor. Si urge el actuar, deberá elegir la mejor atendiendo a la jerarquía y la urgencia de los valores, evitando transgredir la ley natural más bien que una ley positiva.
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· En el caso de que no se pueda discernir cuál es el valor más importante y/o urgente, elíjase el valor que se quiera, sabiendo que entonces no habrá pecado, pues en tales circunstancias falta la libertadque se requiere para que haya pecado formal.
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· Indudablemente se dará una trasgresión material u objetiva de uno de los deberes, pero esto no será pecaminoso porque en el caso de conciencia perpleja no se puede evitar.
	Priscila Rodrigues

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