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Através del fondo de estrellas fijas, demorando en volver a pasar por delante de la misma constelación 27 días 7 horas 43 minutos (mes sidéreo). Po...

Através del fondo de estrellas fijas, demorando en volver a pasar por delante de la misma constelación 27 días 7 horas 43 minutos (mes sidéreo). Por otra parte, la Luna manifiesta fases que se suceden, también, cíclica y mensualmente de la Luna llena a la nueva pasando por los cuartos creciente y menguante. Estas fases dependen de las posiciones relativas del Sol, la Tierra y la Luna y se repiten cada 29 días, 12 horas 44 minutos (mes sinódico). Los eclipses solares y lunares son, asimismo, consecuencia de las posiciones relativas de los tres astros. Los movimientos planetarios Finalmente, pero constituyendo un punto central para la discusión posterior, es necesario referirse a los planetas, también conocidos como astros errantes, luces cuyos movimientos resultan mucho más complejos y difíciles de describir y, consecuentemente, prever. A ojo desnudo, es decir, sin instrumentos ópticos como el telescopio, pueden observarse cinco planetas desde la Tierra: Mercurio, Venus, Marte, Júpiter y Saturno (Hermes, Afrodita, Ares, Zeus y Cronos respectivamente, para los griegos). Todos ellos comparten el movimiento diurno de las estrellas fijas en dirección antihoraria. Asimismo, al igual que el Sol y la Luna, se desplazan sobre el fondo de las estrellas fijas en dirección horaria (es decir, hacia el este). Así como la Luna tiene un período de un mes y el Sol de un año, cada planeta tiene su período característico, siendo el más breve el de Mercurio (de aproximadamente un año) y el más largo el correspondiente a Saturno (de aproximadamente 29 años). Los planetas manifiestan, además, una característica particular que es común a todos ellos: el fenómeno de las “retrogradaciones” (ver Figura 5). Su recorrido cíclico en dirección este no se da a velocidad constante, sino que, a veces, parecen detenerse, avanzar sobre el fondo de estrellas fijas en dirección oeste y, luego, volver a retroceder. Varían, además, sus posiciones con respecto al polo Norte celeste (y al Sol), pueden estar más al norte, o más al sur (hasta un máximo de 8º al norte o al sur del Sol). Mencionamos más arriba que el movimiento anual del Sol era análogo al de un corredor solitario en una carrera en pista. El movimiento de los planetas es semejante, con una complicación ulterior. La pista ahora es como las de ciclismo (con los carriles centrales a una altura inferior a los carriles externos). El movimiento diario del pelotón en dirección antihoraria sigue inalterado. Allí, el Sol cada día atraviesa la meta rodeado de atletas un poco más atrasados del largo pelotón. Los planetas hacen algo distinto en cada vuelta. Si bien, en líneas generales van quedando rezagados, como el Sol, algunas vueltas se atrasan más y otras menos. A veces, por algunas vueltas mantienen su posición relativa con respecto al pelotón, e incluso, ganan posiciones para luego volver a perderlas. En ese avance y retroceso de posiciones, van cambiando de carriles, en algunas ocasiones se los observa cruzando la meta más arriba, en los carriles externos, y otras más abajo, en los internos. Bien podría continuarse con la enumeración de fenómenos, hay muchos que no se han mencionado, apenas hablamos de los eclipses y todo ha sido presentado sin entrar en demasiados pormenores. Pero los fenómenos presentados hasta aquí, que atañen a los movimientos diarios, mensuales y anuales de estrellas fijas, el Sol, la Luna y los planetas constituyen el núcleo central de los enigmas que la astronomía antigua y moderna intentaron resolver. En la sección siguiente presentaremos, de modo esquemático, los dos modelos explicativos rivales que protagonizaron la revolución copernicana: el modelo geocéntrico y el heliocéntrico. 1.3. Dos máximos modelos del mundo En el apartado anterior se han esbozado los principales fenómenos cíclicos que pueden observarse y vivenciarse desde la Tierra. Ellos constituyen los fenómenos astronómicos básicos, aquellos que la Astronomía tiene interés en explicar. Históricamente, desde el punto de vista astronómico ha habido dos propuestas de explicación o modelos: el modelo geocéntrico y el heliocéntrico. De acuerdo con el primer modelo, como desarrollaremos luego, la Tierra se encuentra quieta en el centro de nuestro sistema planetario, siendo el punto de referencia fijo de los movimientos de los demás cuerpos. De acuerdo con el segundo, es el Sol el que cumple esa función. Ambas posiciones pretenden dar cuenta de los fenómenos y responder a los intereses prácticos de la astronomía (elaboración de calendarios). Ambas posiciones, que luego desarrollaremos como anticopernicana y copernicana, tienen no obstante, implicancias físicas y cosmológicas distintas. En el presente apartado, nos concentraremos en la forma en que pueden explicarse algunos de los fenómenos que acabamos de presentar mediante la elaboración de modelos. En particular, en la explicación que los modelos geocéntrico y heliocéntrico pueden ofrecer del movimiento diario de las estrellas, del día y la noche y las estaciones del año. El objetivo principal entonces es lograr comprender la labor de elaboración de modelos de los astrónomos. La pregunta central será pues: ¿qué movimientos y eventos deberían ocurrir para que se observe lo que se observa? Interrogante asociado a la pregunta cosmológica: ¿qué forma tiene el universo? Cuyas respuestas deben ser compatibles, como veremos luego, no solo con los fenómenos celestes observables desde la Tierra, sino también con los principios físicos que rigen el movimiento y la naturaleza material de las cosas sobre la Tierra. Tanto los modelos geocentristas como heliocentristas coinciden en modelar las estrellas fijas como si estuviesen situadas en la superficie de una enorme esfera dentro de la cual se encuentran el Sol, la Tierra y los planetas (ver Figura 6). También, acuerdan en que las luces que brillan en el cielo son efectivamente cuerpos materiales y de forma aproximadamente esférica, al igual que la Tierra. Aquí comienzan las diferencias. ás lento que las estrellas fijas (4 minutos más lento), (ver Figura 7). Se explican así, tanto el movimiento diario de las estrellas, como el día y la noche y el retraso del Sol. Según el modelo heliocentrista y heliostático (de acuerdo con el cual, como ya dijimos, el Sol se encuentra en el centro y quieto), el movimiento diario de las estrellas en dirección antihoraria se explica por el giro de la Tierra sobre su propio eje en dirección horaria. Así, el movimiento de las estrellas sería solo aparente. Del mismo modo, sería aparente el movimiento diario del Sol, también quieto y efecto de la rotación terrestre. Siendo así, cabe preguntarse: ¿por qué el Sol cambia su posición relativa con respecto a las estrellas? La respuesta a este interrogante involucra considerar ya no únicamente, el movimiento diario, sino también el anual. Si se observa la Figura 8, se verá la clave explicativa del heliocentrismo a la pregunta que acabamos de formular y, además, el principio de la explicación de los fenómenos del Sol de medianoche y las estaciones del año. De acuerdo con este modelo, la Tierra se traslada anualmente alrededor del Sol. Según el modelo, el cambio de posición relativa del Sol sobre el fondo de estrellas fijas se debe a la traslación terrestre (ver Figura 9). Figura 9. Movimiento aparente del Sol sobre el fondo de las estrellas 3,5º con respecto a la órbita terrestre. Se explica así el movimiento aparente en dirección norte-sur del Sol con respecto al fondo de estrellas fijas, por el cambio de posiciones relativo a los polos terrestres. En el solsticio de enero, el polo Sur gira de cara al Sol, en tanto que en el de junio el polo Norte lo hace. En los equinoccios, en cambio, la dirección de la rotación terrestre no hace diferencia con respecto a la posición del Sol (Figura 3). El Sol de media noche, así como los días en que no sale el Sol, en las cercanías de los polos Norte (al norte del círculo polar ártico, 66,5º latitud norte) y Sur (al sur del círculo polar ártico, 66,5º

Esta pregunta también está en el material:

Teorías de la ciencia - Ginnobili
321 pag.

Pensamento Científico Universidad de Buenos AiresUniversidad de Buenos Aires

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