Es difícil asignar un tiempo para el acto de dibujar, ya que esta expresión artística tiene una duración diferente para cada niño y niña, entonces los que terminan rápidamente, entregan su trabajo y generan indisciplina, mientras que otros entregan sus obras inconclusas por no alcanzar a realizarlas en el lapso dado. El dibujo es un acto complejo, por tal razón la estrategia pedagógica no puede circunscribirse a un tiempo prefijado y que condicione; tampoco extenderse hacia lugares en donde el niño la niña se fatigue. Desde una perspectiva de racionalidad abierta, es para el pedagogo un mundo de singularidades que merece ser atendido en su individualidad, en la subjetividad propia de los ritmos de aprendizaje y en los intereses socioafectivos.