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1 ECO0028 - ECONOMIA LATINO-AMERICANA CONTEMPORÂNEA- T01 Prof.: Virginia Laura Fernandez Estudante: Bill Eglinton Flores Maricahua Resumen: Globalización, Fortalecimiento Institucional y Desarrollo Primario-Exportador 1870-1929 Introducción En esta parte del texto se afirma que el último tercio del siglo XIX América Latina se vio influenciada por un período relativo de crecimiento económico debido a su paulatina inserción a las dinámicas de la economía internacional. Sin embargo, se menciona que es complicado indicar el inicio de esta etapa. Por ello, Bértola y Ocampo (2013) confluyen en la idea de que algunos países de América Latina iniciaron procesos de crecimiento antes que otras, asociadas a los procesos de independencia, así unos mostraron un crecimiento exponencial y; otros, paulatinos. Por consiguiente, el proceso de crecimiento de los países latinoamericanos estuvieron asociados a dos factores relevantes: de carácter externo e interno. En el primer factor, se puede observar que la revolución del transporte abarató los precios de los impuestos, así se permitió un acercamiento entre las principales centros de intercambio comercial, además de la expansión de la demanda internacional de materias primas y alimentos exigidos por un mundo cada vez más industrializado. Por otro lado, los cambios político-institucionales significaron una estructuración del quehacer social de los países latinoamericanos. Por ello, se pudo observar “avances en las reformas económicas liberales (…) y en las estructuras del poder político que generaron mayor estabilidad institucional que en las décadas anteriores, aunque no en todos los países ni de manera definitiva” (BÉRTOLA, OCAMPO, 2013, p. 103). Así, en algunos países se fomentó el liderazgo autoritario y en otros una combinación de democracia y autoritarismo, que solo tenían interés en aumentar el poder de las élites gobernantes de la época. En suma, la combinación de los factores mencionados anteriormente, incidieron en la expansión de las exportaciones de los productos primarios latinoamericanos, así como fomentó un crecimiento económico fomentado por el flujo de capital externo y las migraciones europeas y asiáticas, “que se distribuyeron de manera muy desigual en el territorio. El crecimiento económico tuvo un cierto sentido un carácter extensivo y se expresó en una ampliación de la frontera agraria, ocupándose territorios antes no explotados” (BÉRTOLA, OCAMPO, 2013, p. 104). Asimismo, en el contexto social el período de 1870-1929 estuvo influenciado por una diferenciación tanto en lo territorial como en lo étnico, así existían países pobres y ricos 2 en la región, lo que aumentaba la desigualdad y la integración de la mayoría de países latinoamericanos. En este sentido, el “proceso exportador generó en algunas regiones cierta diversificación de las estructuras productivas, que se expresó en el desarrollo de la industria manufacturera, de las infraestructuras de comunicaciones y transportes y de los servicios financieros, así como el gran avance de la urbanización” (BÉRTOLA, OCAMPO, 2013, p. 104). Aunque al terminar el período del siglo XIX, se observa en América Latina una brecha de desarrollo entre los países que lo componen, además de las cruentas crisis mundiales provocadas por la Primera Gran Guerra y la Gran Depresión, que depararía para cada país de latinoamericana un contexto de incertidumbre o de oportunidad, dependiendo de cuanto había logrado integrarse al sistema internacional. Así, “la forma en que estas habrían de reaccionar ante este nuevo escenario internacional mucho habría de depender de los logros, los límites y las características del proceso de expansión encabezada por las exportaciones” (BÉRTOLA, OCAMPO, 2013, p. 104). El desempeño económico: una primera panorámica En el último tercio del siglo XIX en Latinoamérica tuvo un crecimiento significativo que lo distanció en pequeña medida de las poblaciones del África y Asia, aunque la desigualdad aún era parte de la estructura socioeconómica de la mayoría de los países latinoamericanos. La población En este contexto, las décadas que siguieron a los procesos de Independencia provocaron un aumento significativo de las migraciones; puesto que, ·”América Latina creció a un ritmo de 1,7% anual en 1870-1929 mayor a la media mundial, lo que llevó a que su población aumentara de 2,9 a 4,2% de la población mundial” (BÉRTOLA, OCAMPO, 2013, p. 105), aunque este crecimiento no necesariamente fue equilibrado. Por ello, cerca de la Primera Guerra Mundial existió un cambio significativo en la tendencia migratoria, así “en términos generales, el crecimiento de la población se aceleró entre 1913 y 1929” (BÉRTOLA, OCAMPO, 2013, p. 105). Aunque esta situación no fue casual; puesto que, las tasas dispares de crecimiento estuvieron adscritas a la capacidad de atracción de migrantes de cada uno de los países latinoamericanos. Por ende, como apuntan Bértola y Ocampo (2013, p. 107) 3 medidos por el impacto sobre su población, los países en los que la inmigración fue más importante fueron Argentina en todo el período 1870-1929, Uruguay en el siglo XIX y Cuba en las primeras décadas del siglo XX. En estos tres casos las tasas de inmigración superaron incluso a las de los Estados Unidos y Canadá en varios subperíodos. Las exportaciones El período que es mencionado en este resumen se considera como el auge exportador; puesto que, existió un desarrollo hacia afuera donde la influencia de la globalización y de la tendencia primario-exportador fue evidente. Por ello, “no quedan dudas de que el desempeño del sector exportador fue el que marcó el ritmo, el que constituyó el motor de la dinámica del crecimiento general” (BÉRTOLA, OCAMPO, 2013, p. 110). En este sentido, los países latinoamericanos se vieron influenciados por una dinámica económica de explotación de recursos naturales y de escasa innovación tecnológica, lo que dejó claro que la “dinámica exportadora se basó en bienes agropecuarios o mineros, y que fue prácticamente nulo el peso de otro tipo de bienes o servicios” (BÉRTOLA, OCAMPO, 2013, p. 110). En este sentido, en los siguientes períodos 1870-1874 y 1925-1929 el crecimiento exportador fue constante, alcanzando un 4,2% anual considerando los precios constantes; asimismo, entre 1910-1914 y 1925-1929 se notó una aceleración considerable aunque no necesariamente incidió en la participación de América Latina si consideramos a los demás países del mundo. Por lo tanto, “esta gran expansión del comercio latinoamericano se inscribió en una muy importante expansión a nivel mundial, en la cual América Latina fue una región ganadora” (BÉRTOLA, OCAMPO, 2013, p. 110). Un caso particular de este auge exportador está representado por Argentina, debido a que desde los setenta del siglo XIX hasta el inicio de la Primera Guerra Mundial, este país se vio beneficiado por la migración europea y el aumento de los precios de sus principales productos de exportación. Por ende, es notorio que las economías latinoamericanas en este período fueron característicamente agroexportadoras, así existió según “Carlos Díaz-Alejandro una lotería de productos básicos” (BÉRTOLA, OCAMPO, 2013, p. 111). Sin embargo, no necesariamente esto significó un desarrollo equilibrado en todas las regiones; puesto que, la mayoría no hicieron la transición hacia la industrialización; por ello, los países pobres siguieron produciendo productos para los países ricos y estos devolviéndoles los productos manufacturados a mayor precio. En este sentido, “la dependencia de los mercados europeos o 4 estadounidenses fue decisiva en el desempeño relativo de las exportaciones después de 1914. En efecto,las exportaciones destinadas a la dinámica económica estadounidense fueron las que permitieron que América Latina” (BÉRTOLA, OCAMPO, 2013, p. 114) no sufriera de una desaceleración similar a la causada por la Primera Guerra Mundial en Europa. Sin embargo, la ventaja en este mercado fue ambigua porque no implicó una transferencia de tecnología ni mucho menos una independencia económica; puesto que, en la mayoría de los casos, los países latinoamericanos sufrieron de un protectorado financiero estadounidense, incluso la creación de sus bancos centrales, estuvo liderada por sus acreedores, en la mayoría de los casos de capital estadounidense. Así, “este perfil de la orientación del comercio exportador por destino contribuye en buena medida a explicar las diferencias ya señaladas de la dinámica de las exportaciones entre 1910-1914 y 1925-1929” (BÉRTOLA, OCAMPO, 2013, p. 114). En esta misma línea, la expansión del comercio internacional durante el período comprendido en la segunda mitad del siglo XIX hasta la primera Guerra Mundial, se estructuró paulatinamente debido a los constantes cambios tecnológicos que redujo “significativamente los costos de transporte, tanto de tipo transoceánicos como terrestre, y del acortamiento de rutas producido por la construcción de los canales de Suez y Panamá” (BÉRTOLA, OCAMPO, 2013, p. 114). En consecuencia, la reducción de la distancias en el comercio internacional, conllevó a transformaciones radicales en los precios relativos y en términos de intercambio; puesto que, existieron fluctuaciones y también una inestabilidad de los precios reales de los productos esenciales, y “los bajos niveles de algunos de ellos desde los años veinte hizo atractiva la regulación de los mercados” (BÉRTOLA, OCAMPO, 2013, p. 115). El PIB y el PIB per cápita El desempeño de los países latinoamericanos en el PIB y el PIB per cápita fue diverso, aunque según Bértola y Ocampo (2013) solo se cuentan con datos más o menos confiables de nueve países para la época detallada en este resumen. Así, “estos países representan un porcentaje creciente de la población a lo largo del período y 87% en promedio” (BÉRTOLA, OCAMPO, 2013, p. 121), aunque el ritmo de crecimiento se puede considerar como inestable; puesto que, alcanzó un nivel de 5% anual en las décadas previas a la primera Guerra Mundial y a la Grande Depresión de los años treinta. Por consiguiente, “América Latina creció a buen ritmo entre 1870 y 1913, generándose un aumento de la 5 disparidad entre las regiones” (BÉRTOLA, OCAMPO, 2013, p. 122), lo que profundizó las diferencias socioeconómicas. El mercado interno Por otro lado, si nos fijamos en el mercado interno, se puede mencionar que el papel dominante desempeñado por las exportaciones no necesariamente implicó que se diera una absorción de la fuerza de trabajo. Por consiguiente, existió una reducción del ritmo de expansión del mercado interno después de 1910. En este sentido, el rol del Estado fue necesario para fomentar un mercado interno capaz de responder a las necesidades de los consumidores y ciudadanos latinoamericanos, aunque con algunas vicisitudes como dictaduras y luchas sociales. En suma, “la mitad de los países latinoamericanos que alcanzaron cierta estabilidad institucional a lo largo de su vida independiente e hicieron durante este periodo de crecimiento liderado por las exportaciones, y vieron como esa estabilidad desaparecería con el colapso del modelo de los años 1930” (BÉRTOLA, OCAMPO, 2013, p.122). El mercado interno en este período se subdivide en dos: 1870-1913 y 1913-1929, donde es notorio observar un ajuste de la tasa de crecimiento y una tasa de crecimiento real; puesto que, “es posible estimar el crecimiento a partir de las propensiones a exportar e importar y el crecimiento de la demanda externa” (BÉRTOLA, OCAMPO, 2013, p.127). Asimismo, en el período 1913-1929 se nota una reducción de la elasticidad ingreso de la demanda de sus exportaciones en los mercados mundiales y una constante aproximación al crecimiento a través de la demanda, lo que “puede verse como una señal de que la demanda mundial se volvió un motor cada vez más débil del desarrollo latinoamericano” (BÉRTOLA, OCAMPO, 2013, p.128). El entorno sociopolítico-institucional El fortalecimiento del poder del Estado El período que comprende a este resumen es considerado abiertamente de cierta estabilidad política, aunque estas estaban acompañadas en la mayoría de los casos de cruentas dictaduras. Por ello, es necesario mencionar lo siguiente: esta creciente estabilidad política puede ponerse en relación con algo que Glade (1991) señaló con acierto: a lo largo de las décadas posteriores a la Independencia se produjo un proceso paulatino, progresivo, acumulativo e incluso a veces poco perceptible, mediante el cual fueron ganando terreno relaciones sociales y económicas más compatibles con los modos de interacción capitalista (BÉRTOLA, OCAMPO, 2013, p.128). 6 Por ende, el poder central de los Estados nacionales se cimentó en gobiernos oligárquicos que fortalecieron su poder por medio de sectores de terratenientes, mineros, comerciantes, prestamistas y capitalistas extranjeros que estaban interesados en establecer vínculos políticos para granjearse favores aduaneros o impositivos. De esta forma, “la capacidad de los sectores económicamente poderosos de cooptar a estos detentores del poder era grande, cuando no eran ellos mismos quienes lo detentaban” (BÉRTOLA, OCAMPO, 2013, p.128); además, de que “al tiempo que se sacrificaban mecanismos formales de control de los gobiernos e incluso del poder de oras fracciones de las élites, en aras de asegurar el poder frente a sectores populares subordinados” (BÉRTOLA, OCAMPO, 2013, p.128). Por otro lado, en los países donde no existían gobiernos autoritarios, las sociedades establecieron una relación marcada con la propiedad privada; por ello, el contexto era propicio para el desarrollo de los negocios. Además, este fortalecimiento del Estado y su estructura constitutiva, generó crecientes procesos de acumulación de capital; puesto que, “la mitad de los países latinoamericanos que obtuvieron cierta estabilidad institucional a lo largo de su vida independiente, lo hicieron durante este período de crecimiento liderado por las exportaciones, y vieron cómo esa estabilidad desaparecía al colapsar el modelo de los años treinta” (BÉRTOLA, OCAMPO, 2013, p.130). En este sentido, a pesar de las divergencias en el crecimiento económico y la centralización estatal, existió una combinación latente entre la estabilidad socioeconómica y la conformación de instituciones sólidas. Mercados de tierras En relación a los mercados de tierras, aún se observa en el período mencionado anteriormente, un liderazgo agrícola y minero; puesto que, son elementos claves que encausaron la inserción de la economía latinoamericana en la economía mundial. Por ello, “el aumento de la producción y exportaciones latinoamericanas se basó en una fuerte expansión de las tierras puestas a trabajar en el circuito comercial” (BÉRTOLA, OCAMPO, 2013, p.131). Además, el aumento de la producción y exportaciones de los países latinoamericanos se orientaron por una expansión de tierras en el escenario internacional a partir de tres fuentes principales, según Bértola y Ocampo (2013): 1. La compra o apropiación por parte de particulares de tierras de dominio público. 2. El uso más eficiente de tierras pertenecientes a las tradicionales fincas y haciendas. 7 3. La expropiación de las tierras pertenecientes a las organizaciones religiosas y otras corporaciones y la disolución de los resguardos indígenas, en aquellos países donde este proceso se llevó a cabo. Aunque caberesaltar que las formas de establecer el vínculo político-administrativo de la tierra estuvieron influenciadas por actos de fraudes en la adjudicación de tierras para la explotación de recursos naturales o la producción; por ejemplo, de carne vacuno a gran escala. Por otro lado, “en el caso de la minería el procedimiento principal fue el de las concesiones. Que también las hubo de tierras a las compañías ferroviarias para el tendido de rieles. Además, tuvo importancia la modalidad de otorgar tierras a compañías para promover la colonización” (BÉRTOLA, OCAMPO, 2013, p.131). De esta manera, la transformación de las fincas, las haciendas y centros rurales estuvieron adscritos a las revoluciones tecnológicas como productivas, así como “en el acceso a las vías de navegación o de transporte terrestre, con el ferrocarril como principal agente de transformación” (BÉRTOLA, OCAMPO, 2013, p.132). Sin embargo, las propiedades corporativas tuvieron una disminución significativa tras el adviento de las reformas liberales. En este sentido, Bértola y Ocampo (2013) hacen una salvedad: no existe una estimación exacta del precio de la tierra en América Latina, debido a que “si bien la tendencia fue a la conformación de un mercado de tierras, los mecanismos de funcionamiento de este estuvieron totalmente enmarcados por un sinfín de mecanismos políticos, coercitivos y aún sujetos a costumbres y tradiciones locales” (BÉRTOLA, OCAMPO, 2013, p.133) Mercados de trabajo En esta parte del trabajo cabe recordar a Cardoso y Pérez Brignoli con su estudio sobre la transición al capitalismo periférico que remarca la incidencia de esta en las interrelaciones laborales en los países periféricos. Así, los autores argumentan que “esta habría de afectar, por un lado, a las variadas formas de trabajo que suponían una subordinación coercitiva, ya fuera trabajo esclavo y otras formas de sujeción del trabajador a las tierras o minas, que limitaban su movilidad” (BÉRTOLA, OCAMPO, 2013, p.134). Sin embargo, es necesario recordar que; por otro lado, “se trataba de liberar la fuerza de trabajo de las comunidades campesinas e indígenas, apegadas a sus economías de subsistencia” (BÉRTOLA, OCAMPO, 2013, p.134). Al respecto, la mano de obra asalariada era mínima por no decir exigua, no necesariamente por la escasez de esta, sino por la poca movilidad de la mano de obra dentro del esquema social capitalista, así es evidente que “las estructuras precapitalistas tendían a restringir la movilidad de la mano de obra, y que la institución más 8 importante del capitalismo moderno, el mercado de trabajo asalariado, solo se arraigó gradualmente en América Latina” (BÉRTOLA, OCAMPO, 2013, p.135). En suma, se viviría en América Latina una oferta ilimitada de mano de obra de forma gradual, según Lewis (1954). Los distintos escenarios de la vida rural En este contexto, los diversos procesos de conformación de las relaciones de propiedad de la tierra y de las relaciones laborales confluyen en el establecimiento de escenarios de vida rural y transiciones al capitalismo agrario como lo apuntan Bértola y Ocampo (2013). Por consiguiente, el escenario más común del espacio rural hispanoamericano era característicamente asociado a la hacienda de origen colonial y las comunidades campesinas indígenas. En este sentido, se puede afirmar lo siguiente: La imagen de estas haciendas ha ido cambiando con el tiempo, desde la idea de un ámbito feudal y autárquico hacia la de unidades con mayor inserción en el mercado local e incluso internacional, aunque igualmente combinada con la búsqueda de altos grados de autosuficiencia en el aprovisionamiento de bienes y mano de obra, incluso calificada. Las características más comerciales de la hacienda fueron probablemente desarrolladas con más fuerza durante este periodo, pero de cualquier modo estamos muy lejos de encontrarnos frente a una empresa moderna que se provee de mano de obra en un mercado libre. Por el contrario, la mano de obra campesina siguió aferrada a la tierra, incluso dentro de los propios límites de la hacienda (BÉRTOLA, OCAMPO, 2013, p.140-141). En suma, las haciendas las pequeñas propiedades, los colectivos de hacendados, las tierras colonizadas, han sido muestras de las formas de distribución desigual de la tierra en los países latinoamericanos; puesto que, en algunos contextos las tierras agrícolas o ganaderas están expuestas a las exigencias de la exportación y no necesariamente adscritas a los deseos de desarrollo de las comunidades campesinas e indígenas. La distribución del ingreso y la riqueza En este apartado es menester afirmar que la distribución del ingreso y la riqueza ha sido un tema de controversias en la última década. Así, se considera que América Latina es de las regiones con mayor índice de desigualdad del planeta aunque “no existe mucho consenso sobre el origen de esa desigualdad ni sobre el impacto preciso que esta ha tenido en el desempeño de largo plazo” (BÉRTOLA, OCAMPO, 2013, p.144). En este sentido, se puede especificar lo siguiente: a. El aumento de la brecha puede generar un conjunto de oportunidades de crecimiento, por la vía de la transferencia de tecnología y la adopción de formas más avanzadas de organización desplegadas por los países líderes. 9 b. El incremento de las diferencias expresadas en los niveles de ingreso per cápita son fiel reflejo de las capacidades competitivas de cada economía, por lo que la brecha puede transformarse en un mecanismo de reproducción de desigualdades: la desigualdad puede ser la base de mayor desigualdad. Capital extranjero, política económica y diversificación productiva Los capitales extranjeros: patrones e implicaciones de su inestabilidad Adicionalmente, refiriéndose al capital extranjero, política económica y diversificación productiva, Bértola y Ocampo (2013) argumentan que el corto auge financiero de la década de 1820 fue el inicio de un ciclo de acceso a los mercados financieros aunque con consecuentes endeudamientos y revisión de deudas. Así, “hasta la Primera Guerra Mundial, Gran Bretaña fue la principal fuente de financiamiento. Los bonos gubernamentales, que fueron la fuente más importante de recursos, fueron usados en las inversiones en ferrovías, puertos, y en algunos casos, para financiar las guerras civiles o fronterizas” (BÉRTOLA, OCAMPO, 2013, p.147). Por ende, en la época mencionada anteriormente, el estándar Oro operó de forma asimétrica en contra de los intereses de los países periféricos que sufrían de severas crisis cada vez que se reducían los precios de las materias primas y se alzaban las tasas de intereses de los préstamos externos. Aunque el crecimiento fue influenciado por un crecimiento considerable de las exportaciones, esto no significó que el mercado interno latinoamericano cumpliera con la diversificación productiva de sus economías; sin embargo, “en el caso del sector exportador, la producción industrial era un prerrequisito para las exportaciones de algunos bienes primarios. Los minerales debían ser procesados cerca del centro de producción con la finalidad de minimizar los costos de transporte” (BÉRTOLA, OCAMPO, 2013, p.147). Así, el crecimiento de la producción industrial provocó un proteccionismo aunado a las importaciones a pesar de la participación activa del Estado, lo que fue conocido como la industrialización dirigida por el Estado. La estructura productiva y su diversificación Aquí es importante mencionar que el crecimiento del periodo abordado en este resumen estuvo marcado por el ritmo de expansión masiva de exportaciones, pero “el mercado interno siguió siendo mayoritario y creció a un ritmo no despreciable. El crecimiento del mercado interno fue algo más estable que el de las exportaciones y generóimportantes cambios estructurales, en la urbanización, desarrollo de servicios públicos, industrialización y fortalecimiento del Estado” (BÉRTOLA, OCAMPO, 2013, p.155). 10 Por consiguiente, se puede considerar que la transformación del ámbito urbano diversificó la estructura productiva; puesto que, “los servicios bancarios, de seguros, de alumbrado y electricidad, de aguas y saneamiento, el transporte público urbano y de distancia, los sistemas de enseñanza, las diversas funciones administrativas del Estado constituyeron todas ellas áreas de diversificación de la actividad económica” (BÉRTOLA, OCAMPO, 2013, p.158). La política económica: estructura tributaria, proteccionismo temprano y banca estatal Esta se puede sintetizar de la siguiente forma: Las dificultades para el crecimiento de la producción industrial en un contexto en que el aumento de los ingresos per cápita se reflejó en la expansión de la demanda de bienes industriales, nos conduce al análisis del proteccionismo industrial. Si bien este periodo se identifica por esta dominado por el liberalismo comercial, es sabido que los avances del liberalismo no fueron ni tan importantes ni tan ubicuos como se ha creído (BAIROCH, 1993) Innovación tecnológica y transferencia internacional de tecnología Asimismo, la transferencia internacional de tecnología se convirtió en un elemento de controversias en el contexto latinoamericano, porque incluía una dependencia estructural de los países centrales, aunque “en el terreno institucional, el desarrollo de códigos de minas y comercios, y el perfeccionamiento de la regulación bancaria y monetaria, constituyeron avances considerables” (BÉRTOLA, OCAMPO, 2013, p.148), principalmente impactada por la inversión extranjera. Aunado a esta situación, la transferencia internacional de tecnología y las diversas tasas de inmigración confluyeron en una delimitación de los ritmos de crecimiento de los países latinoamericanos. La transición a una nueva época En síntesis, después de la era de las exportaciones, la primera Guerra Mundial incidió en el período de entreguerras, donde las economías europeas sufrieron de una baja tasa de crecimiento y de un alicaído producto doméstico. Así, las economías latinoamericanas, especialmente las del Sur se vieron afectadas por esta situación y; otras, se aprovecharon de la conexión comercial con los Estados Unidos, aunque esto significara una dependencia estructural. Referencias BÉRTOLA, L. ; OCAMPO, J. A. El Desarrollo Económico de América Latina desde la Independencia. México, Fondo de Cultura Económica: 2013. Capítulo III: Globalización, fortalecimiento institucional y desarrollo primario-exportador, ca.1870-1929.
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