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01 Huge - Stephanie Brother - Gabriel Solís

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Sinopsis 
Capítulo 1 
Capítulo 2 
Capítulo 3 
Capítulo 4 
 
 
 
 
No era mi intención verlo. 
Es su culpa por dejar la puerta abierta mientras se estaba cambiando. 
He visto el hermoso cuerpo marcado de mi hermanastro antes, y he estado 
medio enamorada de él desde que se mudó a mi casa. Es arrogante y sexy, y 
cuando me llama princesa, quiero darle un puñetazo en la boca. 
Pero nunca he visto una polla así de grande, y ahora que lo he hecho, parece 
que no puedo pensar en otra cosa. 
Lo deseo, pero cruzar la línea podría arriesgar la felicidad de nuestro nuevo 
hogar. 
Harrison nunca haría el primer movimiento, así que supongo que tendré que 
encontrar una manera. 
Y la fiesta de disfraces de Halloween en la casa de su mejor amigo parece una 
oportunidad demasiado buena para dejarla pasar. 
 
 
Huge es una novela de 14,000 mil palabras, adecuada para lectores de más de 
18 años a quienes les gusta ¡EXTRA GRANDE! 
 
 
 
 
i nombre es Jenna y soy una pervertida. Bueno, en realidad no, al 
menos no a propósito. Culpo a mi hermanastro, Harrison, por dejar 
la puerta de su habitación abierta mientras se estaba cambiando. 
Quiero decir, sabe que estoy en la casa y que existe la posibilidad de que esté en el 
piso de arriba. Y supongo que debería culpar un poco al destino, al karma o lo que 
sea, por haberme enviado caminando en el momento justo para ver su sorprendente 
cuerpo desnudo de frente. 
Ese pecho. 
Esos abdominales. 
Gloriosa y suave piel bronceada y el pequeño sendero feliz que baja desde su 
ombligo a áreas en las que he intentado no pensar antes. Quiero decir, tenemos una 
piscina en nuestro patio trasero, así que no es como si nunca lo hubiera visto en 
bañador, pero los pantalones cortos holgados todavía cubren mucho. 
Tal vez no debería haber estado mirando su habitación cuando pasé. Supongo 
que soy culpable de eso. Se merece su privacidad, supongo. Pero si lo valorara 
tanto, no se habría estado secando con la toalla donde alguien pudiera caminar y 
ver su polla en toda su gloria, ¿verdad? Y glorioso fue también. 
No soy virgen, pero nunca antes había visto un pene como ese. Incluso 
colgando como estaba, parecía que tenía vida propia. Largo, recto y grueso como 
mi antebrazo. Perfectamente suave y bronceado como la piel del resto de su 
cuerpo. Y todo tan bien recortado también. 
Joder, estoy salivando solo de pensar en eso y mi pobre y descuidada vagina 
está toda excitada. Han pasado un par de meses desde que decidí que mi ex, 
Bradley, no estaba haciendo nada por mí que no pudiera hacer yo misma. Toda esa 
aburrida conversación sobre fútbol mató cualquier sentimiento que tuviera por él. 
En nuestra última cita, estuve cerca de llenar mis oídos con trozos de pan para 
bloquear su charla aburrida. 
M 
 
 
 
Pero Harrison no es así. Solo hemos estado viviendo en la misma casa durante 
un año, ya que nuestros padres finalmente decidieron que sus tres años saliendo 
eran de hecho verdadero amor y se casaron. Al principio fue extraño despertarse en 
la misma casa que una pedazo tan hermoso de virilidad, pero en ese momento 
estaba con Bradley, así que intenté no sentirme atraída por mi nuevo hermanastro. 
El problema es que, además de ser un total bombón, Harrison también es muy 
divertido, interesante y cariñoso, y ahora que estoy soltera, puedo admitir que 
tengo un enamoramiento por él. 
¿Cuenta como un enamoramiento cuando piensas en alguien todo el tiempo y 
deseas como el infierno que no estuviera relacionado contigo por matrimonio? 
¿Cuenta como enamoramiento cuando tu corazón duele un poco cada vez que lo 
ves con otra chica, incluso cuando no están saliendo? 
Creo que podría ser más que un enamoramiento. 
Y ahora que lo he visto desnudo es aún peor. Simplemente no puedo sacar esa 
imagen de mi cabeza. 
Mi cerebro parece haber descartado el sentido y el pensamiento racional y 
ahora está completamente comprometido con la polla de Harrison. Y da un poco 
de miedo porque generalmente soy el tipo de chica que, cuando sabe lo que quiere, 
siempre sale a buscarlo. Pero esta vez, no es tan simple. Esta vez, está el hecho que 
él es mi hermanastro, y mi papá está casado con su mamá. 
Me sentí lo suficientemente culpable cuando todo lo que estaba haciendo era 
pensar en lo genial que era y desear que pudiéramos ser más. Ahora me siento 
como una pervertida porque mi mente se ha movido a fantasear con esa gran cosa 
empujándose dentro de mí, y Harrison mirándome con sus cálidos ojos color 
avellana y diciéndome que soy su chica. 
Sí, podría ser una pervertida, pero parece que también soy una romántica. 
Solo imaginándolo tumbado en su cama, desnudo como el día en que nació, 
acariciando esa enorme cosa de arriba a abajo, hace que mis mejillas se enciendan. 
Erecto sería lo suficientemente grande como para apalear a alguien hasta la muerte. 
Dios. Estoy sudando y es octubre. Mi situación física definitivamente no tiene nada 
que ver con el clima. 
No creo que Harrison me haya visto. Estaba viendo la televisión, secándose a sí 
mismo de esa manera distraída que es tan sexy. Solo acariciando su gran toalla azul 
sobre su cuerpo lentamente a pesar de que ya se veía bastante seco. Si hubiera 
subido dos segundos más tarde, podría haberme perdido todo el espectáculo. Dos 
segundos antes y podría haberme atrapado mirándolo boquiabierta. 
 
 
 
Debe ser algún tipo de instinto primitivo que está enterrado profundamente 
dentro de mi ADN. Esa es la única explicación que tengo para ello. Nunca he 
tenido una fijación como esta antes. Pero tal vez sea porque es Harrison, y en los 
primeros meses que vivimos juntos, fue genial. Siempre recuerda las cosas que le 
has dicho y las fechas importantes, e incluso le abre la puerta del auto a su madre. 
La cuestión es que, más recientemente, ha empezado a volverme un poco loca. 
Veras, él tiene una tendencia a molestarme, exactamente como lo haría un 
hermano mayor. 
Cuando me llama princesa quiero matarlo. 
Me he estado escondiendo en mi habitación desde que vi lo que vi, temiendo a 
que llegue la cena donde voy a tener que bajar las escaleras y hacer una 
conversación cortés con la familia, y tratar de eliminar todos estos pensamientos 
confusos y sucios de mi mente. 
Como si la madre de Harrison, Lacey, pudiera oír mi sueño, la escucho gritar 
que la comida está lista. Cierro mi computadora portátil, me levanto de mi 
escritorio y me paso las manos por las mejillas calientes, tratando de recuperar la 
compostura. Mierda. No puedo hacer esto. Harrison y yo nos sentamos uno junto 
al otro en la mesa, lo suficientemente cerca para que nuestros brazos se rocen si 
cortamos un bistec o algo que requiera un poco de esfuerzo adicional. Creo que si 
nuestra piel se toca esta noche podría quemarme. Uso mi baño para pasar mis 
muñecas bajo el agua fría con la esperanza de que elimine el calor de mi sangre. Me 
limpio la cara con un pañuelo para deshacerme del brillo. En el espejo, mis ojos se 
ven vivos y mi piel brilla. Los pensamientos sexuales parecen tener un efecto 
positivo en mi apariencia. 
Escucho el ruido de Harrison mientras baja las escaleras y el retumbo de su 
profunda voz mientras habla con su madre. Mi papá está fuera por negocios, así 
que solo vamos a ser los tres para la cena. Más presión para hacer conversación. 
Más riesgoque alguien note mi cara y el hecho de que es probable que se vuelva 
rojo remolacha tan pronto como entre a la cocina. Solo rezo para que no tengamos 
hot-dog jumbo para la cena o podría desmayarme. 
Con papá fuera de la ciudad, decido a último momento sentarme en su asiento. 
Es opuesto a Harrison, en lugar de a su lado, y cuando me siento me mira 
sorprendido, luego se huele la axila. 
—¿Huelo mal? 
—No —digo rápidamente, nerviosa—. Acabas de ducharte. —Oh Dios, es la 
cosa más estúpida que podría haber dicho, y se ve un poco intrigado por mi 
 
 
 
evidente vergüenza. Definitivamente empeoré todo al decirle que escuché el agua 
en las tuberías. 
—Entonces, ¿por qué te sientas allí? —pregunta. 
—Solo me apetecía un cambio. —Me encojo de hombros en un patético intento 
de parecer indiferente, alcanzando la jarra de agua para tener algo que hacer con 
mis manos. 
Se ve tan malditamente bien con la camiseta que está usando. No es nada 
especial, solo una vieja cosa gris que probablemente haya pasado por la lavadora 
cientos de veces, pero le queda como una segunda piel. Y creo que tiene un poco 
frío porque sus pezones están duros. Mierda. Estoy notando sus pezones y aquí 
viene el rubor. Cuando miro hacia arriba con un sobresalto, Harrison me está 
mirando, desconcertado. 
—¿Estás bien, Jenna? Estás actuando de forma extraña y tu cara se ha puesto 
toda roja. 
—Sí, estoy bien —digo tragando un vaso entero de agua helada—. Solo siento 
un poco de calor. 
Lacey elige exactamente ese momento para entrar con una olla humeante de 
algo. 
—Vamos a comer chili esta noche. Tu padre lo odia, así que pensé que 
podríamos comerlo mientras está lejos. —Sonríe al pensar en papá y su selectividad 
a la hora de comer y gimo internamente. Todavía están tan felices. Es 
nauseabundo, y algo dulce también. Papá había estado solo por demasiado tiempo 
y me alegro que haya encontrado a alguien tan amable como Lacey para cuidarlo. 
—Eso es genial. Gracias, Lace —digo. 
—¿Estás segura, Jenna? —pregunta Harrison—. Ya sabes, con tu sofoco y 
todo. 
Lacey me mira y luego apoya una mano fría en mi frente en llamas. 
—¿No te sientes bien? —pregunta con preocupación. 
—Estoy bien —le digo, disparándole dagas a Harrison. Lacey mira entre 
nosotros, perpleja, luego asiente y se retira a la cocina por el resto de la comida. 
Continúo mirando a Harrison, que se ríe y se encoge de hombros como si no 
estuviera tratando de ser gracioso. Miro alrededor de la habitación, luchando por 
 
 
 
pensar en algo más que decir que no provoque otro de sus intentos de humor. Y 
estoy desesperada por encontrar algo que aleje mi mente de adonde quiere ir. 
—Te escuché hablar sobre una fiesta de Halloween —dice Lacey mientras 
regresa con otra olla grande. 
—Sí. —Harrison extiende su plato para ser el primero en servirse la cena—. 
Los padres de Jacob están fuera de la ciudad y dijeron que puede tener una fiesta. 
Las cejas de Lacey prácticamente suben a la línea de su cabello. 
—Son más valientes que yo. No creo que alguna vez me sienta cómoda 
dejando esta casa en tus manos. —Sacude la cabeza y se ríe—. Recuerdo algunas 
de las fiestas en casa a las que fui. 
—Oh, sí —dice Harrison, empujando un poco de chili y arroz en su boca y 
masticando. 
—Sí. Ustedes no inventaron pasarlo bien, ¿saben? —Se ríe—. Entonces, ¿es 
una fiesta de disfraces? 
Me río, pensando que es más probable que sea una fiesta de desnudez, pero 
Harrison asiente. 
—Jacob es fanático de las películas de terror. Quiere que todos se vistan con 
algo aterrador. 
—Entonces, ¿qué disfraz vas a usar? —pregunta Lacey. 
—Estaba pensando en Freddie Kruger, pero es un poco cliché. 
—Uhmm... Voy a pensarlo —dice Lacey—. ¿Vas a ir, Jenna? 
—Lo dudo —le contesto—. No quisiera interferir en el comportamiento de 
Harrison. 
—Oh, no te preocupes por eso, princesa —dice con una sonrisa que me da 
ganas de abofetearlo y sentarme en su cara al mismo tiempo—. No me molestará si 
estás allí. 
—Oh, sí —digo y una chispa de una idea viene a mi cabeza—. Bueno, ya 
tengo planes. 
Cuando Harrison y su madre comienzan a debatir sobre disfraces de películas 
de terror, comienzo a planear. Si todos en la fiesta de Jacob van a usar sofisticados 
 
 
 
disfraces, quizás puede tener un poco de diversión con el Sr. Hilarante aquí. Él 
piensa que es Johnny-big-bollocks1, pero le mostraré quién tiene las pelotas más 
grandes. Es un momento de perfecta claridad y total demencia en uno. Voy a 
alquilar mi propio disfraz, algo sexy con una máscara y una peluca para que no 
sepa que soy yo, luego voy a ir a esa estúpida fiesta y poner mis manos sobre 
Harrison, solo una vez. Sé que nunca tendré la oportunidad de obtener más, así que 
también podría aprovechar al máximo el arma que Harrison guarda en sus bóxers. 
Podría llamarme princesa como una broma, pero cuando termine con él, estará 
adorando mis pies reales. 
Es perfecto. 
Obtengo lo que quiero y espero que eso saque mi fijación de mi sistema. 
Conseguiré los recuerdos y él nunca descubrirá que fui yo. 
Todos serán felices. 
 
 
1Johnny-big-bollocks: Término para referirse a alguien que muestra señales de ser más valiente o 
confiado de lo que realmente es. 
 
 
 
ó
arrison ha decidido vestirse como Pinhead de Hellraiser2. Supongo que 
va por el efecto retro y piensa que es totalmente gracioso cuando salta 
sobre mí cuando entro por la puerta principal y me da un susto de 
muerte. 
Mi disfraz me ha estado molestando un poco. Necesito algo que sea sexy. No 
podría seducir a Harrison en algo asqueroso. Pero también tiene que mantenerme 
lo más anónimo posible. Todas las máscaras de terror que miré eran aterradoras y 
grotescas. 
Al final, me conformo con ser una vampira con una máscara de encaje negro 
con forma de murciélago, una peluca larga negra con flequillo y un vestido corto 
negro y rojo que se extiende alrededor de mis muslos y tiene un cuello alto para 
completar el efecto. Compro una paleta de pintura para la cara y un algo de sangre 
falsa, pero trazo la línea en los dientes falsos, porque, bueno, ¡estoy planeando 
hacer cosas con la boca que no impliquen perforaciones en las yugulares! 
Practico el look una vez, un par de días antes de la fiesta, para asegurarme de 
que tengo todo lo que necesito. Es extraño cubrir mi corto cabello rubio con una 
peluca larga y negra. En el vestido, me siento como una persona diferente. 
Provocativa. Más poderosa. Con el maquillaje y la máscara en su lugar, soy casi 
irreconocible. La única cosa que me preocupa que me delate son mis ojos. He 
heredado los ojos de mi madre de color amarillo verdoso y son bastante únicos. 
Tanto es así, que decido comprar algunos lentes de contacto de colores, optando 
por violeta para completar el efecto. 
En la noche, espero a que Harrison se vaya. Sabía que él querría venir y 
mostrar su disfraz antes de irse, así que me aseguro de guardar todos mis accesorios 
en el armario. 
—Entonces, ¿qué piensas? —pregunta, asomando su cabeza alrededor de mi 
puerta, y luego viniendo a pararse en mi habitación. 
 
2 Pinhead de Hellraiser: Personaje de ficción de la serie de diez películas de terror iniciada con 
Hellraiser. 
H 
 
 
 
Incluso vestido como un personaje de terror retorcido se ve precioso. La túnica 
negra se aferra a su pecho y hombros y se ve tan malditamente alto también. 
—Nunca vas a poder atraer a alguien en eso —le digo, sabiendo que eso le 
molestará. 
—Por supuesto que lo haré. Si veo a alguien que me guste, me desharé de la 
máscara. Las chicas no pueden resistirse a un hombre disfrazado. 
—Oh sí —digo, riendo internamente una loca carcajada de horror. Él no tiene 
idea de lo que viene en su camino. 
—Bueno, supongo que te veré mañana —dice Harrison, mirándome. Me he 
puestoun pequeño vestido negro de tubo y tacones, así que me veo como si fuera a 
algún lugar. 
—Sí, que tengas una buena noche —le digo, inclinándome para atar la correa 
de mi zapato. Harrison se aclara la garganta y cuando lo miro, parece casi culpable 
por algo—. ¿Qué? —inquiero, preguntándome qué me he perdido. 
—Nada —responde rápidamente—. Me voy, bien. Viajaré con Luka. —
Desaparece por la puerta de mi habitación antes que pueda responder. 
Cuando escucho el golpe de la puerta principal y los pies de Harrison que bajan 
por la acera hacia la casa de Luka, abro mi armario y agarro mi atuendo. Me 
tiemblan las manos cuando me pongo las medias de red y ato los tacones de diez 
centímetros. El vestido es tan ajustado que me da el escote más sorprendente. El 
maquillaje de mi cara blanca parece macabro, pero no desagradable combinado con 
labios rojos y ojos ahumados. Cuando me pongo la peluca, los lentes de contacto y 
me ato la máscara, mi transformación está completa. No hay absolutamente 
ninguna manera de que Harrison me reconozca. 
Llamo a un taxi y espero a que llegue, caminando de un lado a otro en mi 
habitación. Papá y Lacey han ido a una de las reuniones sociales de papá, así que 
tengo la casa para mí sola, lo cual es perfecto porque no quiero que nadie sea 
testigo de mi partida vestida así. 
El taxi llega tarde, pero no mucho, y estoy segura que Harrison ya habría 
llegado a la casa de Jacob y se habría tomado unas bebidas en esta noche. Eso es 
bastante clave. Hay una parte de mí que me va a costar cambiar y esa es mi voz, 
pero si está un poco borracho, mis intentos por una modificación sexy y ronca 
pueden parecer más creíbles. 
En el viaje, me tiemblan las manos. Nunca voy a fiestas sola. A las chicas les 
gusta pasar el tiempo en grupos o con un novio. Las mujeres solitarias también 
 
 
 
podrían tener una flecha de neón sobre su cabeza que dice “objetivo fácil”, y 
supongo que esa es la apariencia que estoy usando esta noche. 
Quiero que me miren. 
Quiero ser misteriosa. 
Quiero la especulación y quiero los ojos de Harrison sobre mí. Tal vez estoy 
loca. Sigo pensando que estoy loca. Una parte de mí quiere decirle al taxista de 
aspecto sombrío que dé la vuelta para que pueda pasar el resto de la noche tratando 
de quitarme el disfraz. La otra parte de mí, la desesperadamente caliente y apretada 
pequeña parte, quiere pavonearse en esa fiesta, tomar la mano a mi hermanastro y 
llevarlo escaleras arriba. Mi mente se desliza hacia su nueva imagen favorita, la 
cosa que cuelga tan espectacularmente entre los muslos de Harrison. Me siento sin 
aliento al pensar en ello, frenética y aturdida. Soy una enorme bolsa de hormonas 
que anhelan una polla que solo podría describirse como enorme, adherida a un 
hombre que es totalmente exasperante y fuera de los límites, pero que sé que tiene 
un corazón de oro. 
Esto tiene que ser la cosa más loca que he hecho. 
Le pido al taxista que pare algunas casas lejos de la de Jacob para no salir 
directamente en el frente. Hay otras personas llegando, todos en locos disfraces de 
Halloween. La música es lo suficientemente alta como para ser escuchada afuera; 
algo alegre con un profundo bajo. Jacob obviamente ha hecho todo lo posible con 
la organización porque se pueden ver luces de colores que iluminan el interior de la 
casa a través de las ventanas. 
Le pago al taxista a través de la ventana, luego me dirijo lentamente por la 
acera. Justo cuando estoy a punto de caminar hacia la puerta principal, otro taxi 
deja a un grupo de otros asistentes a la fiesta afuera. Me detengo, revisando mi 
bolso, haciendo una pausa para esperar a que paguen y pasen junto a mí. Los sigo, 
aprovechando su llegada para aminorar el impacto del mío. Confío en que la gente 
no me reconocerá, pero no quiero hacer nada para atraer más especulaciones. Un 
hombre que no conozco abre la puerta pero se parece un poco a Jacob, así que 
asumo que es de su familia. Un primo tal vez. 
—Entra, ve y emborráchate —grita señalando hacia el área de la cocina. He 
estado en la casa de Jacob un par de veces antes. Salió con Bethany, una de mis 
mejores amigas, durante unos meses el año pasado. La piscina en su patio trasero 
es enorme y también sabe cómo asar a la parrilla. 
Me mezclo con los demás, que están vestidos con disfraces de Halloween de 
mal gusto. Me alegra no ser la única que ha ignorado el tema de “película de 
terror”. La música es alta, el piso vibra bajo mis pies y también está oscuro, con 
 
 
 
solo lucecitas de colores y calabazas emitiendo un tenue brillo en el pasillo. En la 
cocina, es más brillante pero todavía no reconozco a nadie. Encuentro una botella 
de vodka y me sirvo medio vaso, luego lo lleno con coca cola caliente. Sabe a 
mierda, pero necesito la sensación de calor que se derrama en mi estómago. 
Necesito la falta de claridad que sé que envolverá mi mente. Necesito agallas para 
hacer lo que voy a hacer. 
Tomo mi bebida a medio terminar y me adentro en el espacioso estudio. Hay 
personas descansando en sofás, hablando y bebiendo, lo que se ve realmente 
extraño porque todos están disfrazados. Otros están bailando junto a las puertas del 
patio trasero. Escaneo la habitación rápidamente para encontrar a Harrison y lo veo 
sentado en el borde de una mesa de centro, conversando con algunas chicas que 
están sentadas en el suelo. Una está vestida como una colegiala zombie cachonda y 
la otra como una bruja sexy. Él está riendo con ganas y ellas solo están soltando 
risitas y estoy llena de venenosos celos hirvientes que me dan ganas de refunfuñar. 
Uno de los amigos de Harrison lo golpea en el hombro y hace un gesto de 
“bebida”. Harrison asiente y luego traga lo que queda en su vaso y se lo pasa. Si 
conozco a Harrison, se quedará con la cerveza. Él tiene terribles resacas con las 
cosas más fuertes. 
Me acerco a la pared, pretendiendo mirar los libros y las fotografías en los 
estantes, mirando a Harrison por el rabillo del ojo. La madre de Jacob tiene una 
interesante colección de novelas. Me pregunto si su hijo ha notado los libros 
obscenos que a ella le gusta leer y mantener en exhibición. Tomo mi bebida 
lentamente. Es un accesorio ahora, que me da algo que hacer para que parezca 
menos llamativa. La próxima vez que miro a Harrison, las chicas están 
levantándose y se alejan charlando. Se dirigen hacia las escaleras, probablemente 
buscando el baño. Harrison mira a su alrededor en busca de alguien familiar, 
aunque no tengo idea de cómo reconocería a quién está bajo las máscaras de látex. 
Estoy a punto de moverme en su dirección cuando siento una mano en mi cintura y 
un aliento contra mi oreja. 
—Bonito disfraz —murmura una voz profunda—. ¿Buscas compañía? 
No reconozco al hombre detrás de mí por su tono. Su mano es tan grande que 
sus dedos casi alcanzan mi ombligo y es alto, inclinándose para hablar conmigo. 
Esperaba que mi disfraz llamara la atención, pero no de extraños. 
Me doy vuelta y veo la representación de goma de Freddie Krueger que está 
detrás de mí. La seducción con la máscara de un asesino de alguna manera no 
resulta muy buena. 
—Es una fiesta de disfraces —digo con desdén, mirando a Harrison. Todavía 
está allí, mirando su teléfono, su máscara Pinhead iluminada por la pantalla. Se ve 
 
 
 
extraño y de otro mundo y solo quiero evitar la plaga detrás de mí y llegar allí antes 
de que otra de estas bimbos3 llegue primero. 
—Y lo llevas muy bien —dice el desconocido, moviendo su otra mano para 
acariciar mi cuello. 
—Oye. —Me doy vuelta, definitivamente no estoy de acuerdo con el tipo de 
atención que parece querer dar. Freddie levanta sus manos en señal de rendición—. 
No estaba haciendo nada —dice y da un paso atrás antes de que tenga la 
oportunidad de responder. Veo movimiento por el rabillo del ojo y encuentro a 
Harrison caminando hacia mí. 
—¿Todo está bien? —pregunta y por un momentoentro en pánico, pensando 
que me ha reconocido, pero luego me doy cuenta de que este es el comportamiento 
típico de Harrison. Tiene un sentido muy fuerte de lo que está bien y lo que está 
mal. Y, a pesar de ser un tremendo coqueteo, siempre es muy respetuoso. 
Aprovecho la oportunidad para acercarme a él como si estuviera buscando 
protección. Me siento un poco mal por Freddie porque él solo estaba coqueteando y 
mis acciones lo están haciendo parecer un depredador sexual. Sin embargo, no 
parece preocupado, alejándose y desaparece entre la multitud junto a las puertas de 
la terraza. 
—Gracias —le susurro y veo los ojos de Harrison, detrás de su máscara, 
volando hacia los míos. 
Espero por alguna indicación de reconocimiento, pero no veo una. Lo que sí 
veo es el estrechamiento de sus ojos mientras me sonríe debajo de su terrorífica 
máscara. 
—¿Sabes que estás pidiendo problemas al venir a una fiesta llena de hombres 
cachondos, usando un atuendo como ese? 
Miro mi disfraz como si estuviera sorprendida por lo que está diciendo, pero 
por dentro estoy dando saltos. Él lo notó. 
—Es solo un disfraz —digo, manteniendo mi voz baja. 
—Eso no es un disfraz —dice con voz ronca—. Es una obra de arte. 
Le sonrío y hago una reverencia exagerada. 
—Me alegro de que funcionara tan bien. 
 
3 Bimbo: Término usado para describir a alguien atractivo pero carente de inteligencia. 
Regularmente es referido a mujeres. 
 
 
 
—Realmente lo hizo. —Sacude la cabeza—. ¿Me vas a dar una vuelta para que 
pueda verlo en toda su gloria? 
—Si quieres —le digo, girando sobre mis ridículos tacones. 
—Maldición —murmura, y cuando me vuelvo para mirarlo, tiene una mano 
sobre su corazón—. Si no fuera tan joven y en forma, podrías haberme dado un 
ataque al corazón. 
—Cállate —digo lanzando el cabello de mi peluca sobre mi hombro. Las 
hebras negras cosquillean mi espalda desnuda. 
—Lo digo en serio —dice—. Por cierto, soy Harrison. —Extiende su mano 
para que la sacuda y quiero reírme de lo diferente que es para mí cuando cree que 
no soy su hermanastra, solo un trasero caliente que seducir. 
—Mandy —le digo. Fue el primer nombre que vino a mi cabeza. 
—¿Corto para Amanda? 
—Solo Mandy. 
—Es lindo. Me recuerda el show... Mork y Mandy4. 
—¡Esa era Mindy! —Me río y él pone sus manos en sus caderas. 
—¿No sabes que los chicos odian que se rían de ellos? —dice con una voz seria 
falsa. Conozco todos sus tonos habiendo vivido con él durante tanto tiempo. Por 
primera vez desde que se me ocurrió este ridículo plan, me siento depredadora. Si 
alguna vez lo llevo arriba, sé que se disfrutará, y si puedo mantener el personaje, 
nunca sabrá que fui yo, pero yo lo sabré. Recordaré que utilicé mi conocimiento de 
él como mi hermanastro para seducirlo, y en vez de hacerme sentir poderosa, de 
repente me siento manipuladora. 
Me encojo de hombros, sintiéndome abatida, la idea de ir a casa seriamente 
cruzando mi mente. Toda la preparación, todo el anhelo secreto parece ridículo. 
¿Qué clase de persona soy para poner mis propios deseos y sentimientos por encima 
de los de alguien más de una manera tan grande, particularmente de alguien que 
conozco y siento cariño? 
—Oye —dice, poniendo su mano en la parte superior de mi brazo—. Solo 
estaba bromeando. 
 
4 Mork y Mindy es un programa que muestra las aventuras de un extraterrestre del planeta Ork de 
misión en la Tierra. 
 
 
 
—Lo sé —susurro. Es demasiado ruidoso para que escuche mi voz de ratón, 
pero debe leer los labios. 
—¿Quieres ir a otro lugar un rato? ¿Un lugar más tranquilo? 
—Claro —le digo. Esto es exactamente lo que esperaba, pero ahora mi éxito 
sabe amargo. Aun así, lo sigo fuera de la sala principal, por un pasillo que está lleno 
de gente charlando y bebiendo, y entramos a una pequeña habitación lateral que es 
como un estudio pero con sillas cómodas. 
Harrison se deja caer en el sofá, se quita la máscara y abre los broches de su 
túnica. 
—Qué alivio quitarme esta cosa —dice, tirándolo al suelo. Su cabello está 
desordenado y pasa sus manos sobre el de una manera que parece ridículamente 
sexy. 
Tal vez no lo sea. 
Tal vez solo soy una perdedora con un enamoramiento qué pensaría que 
cualquier cosa sobre el chico que me gusta es lindo. 
Voy a sentarme a su lado justo cuando él tira su brazo por la parte de atrás del 
sofá. De repente me encuentro sentada con su brazo alrededor de mí. 
—Así que Mandy con el disfraz sexy, ¿de dónde eres? 
—Soy local —digo, casi ahogándome con las palabras. Vivo en la habitación 
contigua a la tuya sería la respuesta veraz, pero no puedo revelar mi secreto. 
—¿Cómo es que no te he visto? —Sus ojos se mueven de mi cara y descansan 
en el dobladillo de mi falda que se ha subido tan alto que estoy a una pulgada de 
mostrarle mis bragas. 
—Tal vez lo hayas hecho —susurro, sabiendo que me dirijo a un territorio 
peligroso, pero al parecer no puedo detenerme. 
—Creo que lo habría recordado. —Harrison se detiene y mira alrededor de la 
habitación—. ¿Estás bien ahora? Ahí fuera parecías un poco molesta. 
—Estoy bien. 
—¿Estás segura que ese tipo no te lastimó? 
—Estoy segura —le contesto—. Solo estaba siendo un poco toquetón. 
 
 
 
—Bueno, realmente no puedes culparlo, ¿verdad? —dice Harrison, mirándome 
de manera significativa—. Ese disfraz es bastante especial. 
Lamo mis labios, recordando el brillo labial rojo con el que los pinté. La 
máscara me da comezón, pero no hay forma que me la pueda quitar sin correr el 
riesgo de que me reconozca. 
—¿Te gusta el horror gótico? —pregunto, sabiendo muy bien que no lo gusta. 
A él le gustan los libros de Stephen King y otros libros de suspenso que guarda en su 
mesa de noche. 
—No me gustaba antes de esta noche, pero creo que podría haber cambiado de 
opinión. 
—Parece que no disfrutas mucho tu disfraz. —Asiento con la cabeza hacia la 
horrible pila de látex de grotesco rostro y alfileres que yace en el suelo de madera. 
—¿Tienes alguna idea de lo sudoroso que se pone dentro de una máscara como 
esa? 
—Supongo que no. 
—Eres afortunada. He aprendido una lección esta noche. La próxima vez que 
mi estúpido amigo sugiera que nos disfracemos para una fiesta, le diré que está 
solo. 
Me río suavemente. 
—No tienes que usar una gran máscara de látex, ¿no crees? Podrías pintarte la 
cara. Hay todas estas asquerosas heridas adhesivas en la tienda de disfraces. Hay 
tanto que puedes hacer para Halloween que no implique una cara llena de goma. 
Harrison se ríe. 
—No soy tan artístico o imaginativo como tú, obviamente. 
Lo es. He visto los garabatos que dibuja en su escritorio cuando he entrado en 
su habitación para pedir prestado un bolígrafo. También tiene un ojo para el arte. 
Aparte del calendario sexy de una estrella pop bimbo que tiene en su pared, los 
otros carteles son hermosos paisajes abstractos. Sin embargo, no puedo decir nada 
de esto, sin delatarme, así que miro alrededor de la habitación, tratando de pensar 
en algo inocuo para decir que también sea interesante. Cuando conoces bien a 
alguien, es difícil pensar en cómo puedes hablar con él como un extraño. Mi mente 
está en blanco, excepto por el clima. Debo haber esperado demasiado tiempo, 
 
 
 
verme incómoda o algo así porque me pregunta si estoy bien o si quiero volver a la 
fiesta. 
Sacudo la cabeza y lo miro. Sus hermosos ojos color avellana se ven suaves y 
sus labios. Oh Dios, he soñado con besar esos hermosos labios carnosos. Su cabello 
aún está revuelto y lo hace lucir más joven y más inocente de alguna manera. Sé 
que me estoy quedando sin tiempo, pero estoy tan indecisa. 
Sé que esta es mi única oportunidad de saber cómo sería estar con Harrison. En 
nuestra vida real, somos hermanastros y sería una línea demasiado grande para que 
él la cruce.Lo sé. 
Él no querría molestar a nuestros padres. No querría aprovecharse de mí. No 
arriesgaría nuestro feliz hogar. Y es la primera vez desde que se mudó que los dos 
estamos solteros. ¿Quién dice que va a durar? 
Siempre he sido el tipo de persona que aprovecha el día, tal vez porque mi 
madre falleció cuando era pequeña, antes de tener la oportunidad de conocerla o 
decirle las cosas que hubiese querido si hubiese sabido. Si pierdo esta oportunidad, 
nunca sabré cómo se siente estar en sus brazos, tener su cuerpo conectado al mío. Y 
sé que siempre lo lamentaré. 
No me gustan los arrepentimientos. 
—Quiero quedarme aquí —le digo. 
 
 
 
 
ó
o tengo idea de lo que va a pasar a continuación. A Harrison le gusta 
hablar de sí mismo como un mujeriego, pero nunca lo he visto 
realmente en acción. ¿Tomará mi deseo de quedarme en esta pequeña 
y tranquila habitación con él por lo que es; una aceptación de cualquier seducción 
que pueda o no estar planeando? O simplemente pensará que soy un bicho raro 
antisocial que va a fiestas sola vestida como una puta gótica. 
—Eres una chica extraña —dice en voz baja y con ternura. 
—Haces que suene como algo bueno —le digo y él sonríe. 
—Supongo que debe gustarme lo extraño. 
No me doy cuenta que va a tocarme hasta que sienta su dedo acariciar 
suavemente la piel de mi cuello. Ese único dedo vuelve locas las terminaciones 
nerviosas en mi espalda. Siento que me han sacudido con electricidad, lujuria o 
algo igualmente excitante. Sé que estoy respirando erráticamente mientras él 
continúa acariciándome, y no puedo mirarlo por miedo a lo que vaya a ver. 
Mientras está haciendo esta cosa tierna conmigo, puedo fingir. Solo somos mi 
hermanastro y yo, sentados en el sofá, teniendo una conversación agradable. Pero 
si viera el deseo en sus ojos sería algo totalmente diferente; algo asombroso y 
totalmente aterrador. 
—¿Por qué viniste a la fiesta? —susurra. 
—Me gustan las fiestas —le respondo con un mismo susurro. 
—¿Y disfrazarte? 
—Sí, eso también. 
—¿Y estar sentada en pequeñas salas de libros con chicos extraños? —Su 
aliento ruge contra mi oído cuando murmura lo último y me estremezco de pies a 
cabeza. Encuentro que no puedo responderle ahora. El ritmo fascinante de su dedo 
y el olor que recojo de él ahora que se ha movido más cerca, son demasiado para 
mí. Estoy mareada, vibrando, incluso loca. Loca por mi hermanastro. 
N 
 
 
 
No besa mis labios primero. Supongo que eso sería demasiado obvio para 
Harrison. Debería haber sabido que él iría por el pequeño parche de piel sensible 
debajo de mi oreja y simplemente lo rozaría con sus suaves labios. Acaricia mi 
oreja con su nariz y la rudeza de su barbilla se roza contra mi cuello. Se siente tan 
bien. Tan asombrosamente bien de hecho que gimo solo un poco. Cuando lo hago, 
lo siento sonreír contra mi cuello. 
—Así que a las chicas extrañas que vienen a fiestas solas y que les gusta 
sentarse en pequeñas salas de libros con chicos extraños, les gusta que les besen el 
cuello, ¿verdad? —pregunta con una risita en su voz. 
—Ajá. —Es todo lo que puedo lograr decir y él se ríe suavemente. 
Se acerca más hasta que nuestras piernas se presionan juntas y su mano está 
ahuecando la parte de atrás de mi cabeza, jalándome hacia su rostro sonriente. 
Harrison me va a besar. Me va a besar y mi corazón parece tartamudear en mi 
pecho y luego volver a dispararse a una velocidad asombrosa mientras 
simultáneamente rezo para que el beso sea alucinante y también espero que de 
alguna manera no me quite la peluca o la máscara y revele quién soy. 
Cuando nuestros labios se tocan, es el beso más suave que he experimentado, 
solo un roce al principio, luego un poco de presión cuando inclina mi cabeza, 
tirando de mi labio inferior entre los suyos y chupando tan suavemente que quiero 
llorar. Me he imaginado cómo sería besar a Harrison tantas veces, pero estaba 
completamente equivocada en mis fantasías. Pensé que él sería una persona 
codiciosa, exigente con sus besos y contundente con sus demandas, pero no lo es. 
Al menos no ahora. 
Ahora, es como si me estuviera saboreando, sintiéndome y tratando de 
averiguar lo que me gusta. 
Me gusta todo. 
Quiero decirle que siga haciendo lo que está haciendo porque lo está haciendo 
bien. Es perfecto para mí de una manera que ni siquiera esperaba. 
Cuando nuestras lenguas se tocan por primera vez, tengo que inclinarme hacia 
él, agarrar su enorme y musculoso hombro y hundir mis dedos en él, solo para que 
no me vaya flotando. Mi reacción parece estimularlo porque, de repente, sus besos 
son más urgentes, la lengua se desliza contra la mía como el precursor a follar que 
es. 
 
 
 
Es ese pensamiento el que me hace recordar lo que vi cuando pasé por su 
habitación, lo que me impulsó a actuar finalmente y hacer algo por la lujuria y el 
deseo que he estado sintiendo por Harrison desde que se mudó a mi casa. Quiero 
estirarme y colocar mi mano en su regazo. Quiero saber si él está tan excitado 
como yo. Todo está tan caliente entre mis muslos. Los aprieto juntos para intentar 
liberar algo de presión, pero solo lo empeora. 
—Joder, eres sexy —dice, apartándose y mirándome a los ojos. Mis lentes de 
contacto morados son mi protección contra él, reconociéndome tan cerca. Frota mi 
nariz con la punta de la suya y me besa de nuevo, esta vez enganchando su brazo 
alrededor de mi espalda y tirándome hacia adelante—. Sube a mi regazo. —Está 
tirando de mí hasta que mis piernas descansan a cada lado de él y mi falda está tan 
arriba que debe poder ver la parte superior de mi portaligas y mis casi transparentes 
bragas negras. Él me tira hacia adelante hasta que mi coño se presiona en su regazo 
y puedo sentir su enorme polla presionando contra sus pantalones. Es como si 
tuviera una de esas porras que los porteros guardan en sus pantalones cortos y se 
presiona contra mi clítoris de una manera que me dan ganas de sacudirme contra 
él. Oh mierda. Sus dedos presionan la suave carne de mis caderas, un delicioso 
dolor mezclado con el placer de su frenético beso. No puedo controlar mis manos 
que quieren agarrar grandes trozos firmes de él y apretar. Me decido apoyar mis 
manos en su pecho, y que pecho increíble es. En mi mente, lo veo de pie desnudo 
en su habitación, con los pectorales redondeados, y el estómago plano y ondulado 
con un paquete de seis abdominales en el que prácticamente podría clavar las uñas. 
No quiero toda esta ropa entre nosotros. Quiero piel contra piel, presionándose, 
sudando, deslizándose hasta que olvidemos nuestros nombres y perdamos nuestras 
mentes en el otro. Quiero verlo perder el control porque lo he hecho sentir tan bien. 
Quiero verlo alcanzar el momento de placer que se siente tan increíble que se olvide 
de sí mismo y simplemente sea. 
Y quiero guardarlo todo en mi mente para poder recordar este momento 
cuando él siga adelante y encuentre a alguien más a quien amar y tenga que 
sentarme frente a él en acción de gracias y fingir que no siento lo que siento por él. 
Cuando tenga que volver a ser su hermanastra. 
Nos besamos y nos besamos y muevo mis manos sobre su pecho deseando que 
haga más, pero él parece reacio y no entiendo por qué. Soy yo quien desliza mis 
manos dentro de su traje y sobre su piel desnuda. Está tan caliente bajo las puntas 
de mis dedos y tan firme, y cuando acaricio su pecho, encuentro su pezón y lo rozo 
con la punta de la uña. Harrison salta por la acción pero me empuja más fuerte 
contra él, casi empujándose en mi regazo. Sus dedos recorren el exterior de mis 
muslos hasta que encuentra la piel desnuda y los aprieta. No se detiene allí, empuja 
la falda de mi vestido alrededor de mi cintura y guía sus manos para ahuecar mis 
nalgas, tocando el fino encaje que se extiende entre ellas, acariciándome entre ellas 
y levantándome más arriba. Ahora estoy arrodillada, levantada delantede él, 
 
 
 
mirando hacia abajo mientras mira entre mis piernas con fuego en sus ojos. Me 
agarro de la parte de atrás del sofá para estabilizarme mientras usa su dedo índice 
para trazar una línea en la parte delantera de mis bragas tan suavemente que casi no 
puedo sentir nada, pero al mismo tiempo es tan increíblemente excitante. 
—¿Puedo mirar? —pregunta con voz ronca y quiero decirle que ya lo está 
haciendo, pero no quiero romper el hechizo con mi boca inteligente. En lugar de 
eso, deslizo mi mano entre mis piernas y aparto el material, desnudándome ante su 
mirada acalorada. 
—Joder —murmura, ajustando su polla antes de chuparse el dedo para que 
quede bien mojado. Creo que irá directo a mi clítoris, pero estoy equivocada. 
Harrison levanta su dedo mojado y lo introduce en mi boca—. Chupa —dice, 
observándome mover mi cabeza hacia adelante y chupar su dedo hasta el nudillo. 
Lo miro a los ojos mientras retrocedo, sabiendo lo explícito que debe verse mirar 
mis labios rojos envueltos alrededor de su dedo de esa manera. 
Separa mis labios vaginales con una mano y usa su dedo humedecido para 
acariciar mi clítoris una y otra vez. La presión que usa es simplemente perfecta y la 
forma en que se concentra en la tarea me está volviendo loca. Ruedo mis caderas 
contra su toque, levanto la vista hacia el techo y me rindo a la intensidad de 
sensaciones que estar con Harrison de esta manera me está dando. 
—Oh, sí, te gusta eso —dice, deslizando su dedo hacia abajo en mi humedad, 
presionando hacia arriba y entrando tan lentamente que mis piernas tiemblan—. 
Eso se ve tan jodidamente bien. —Empuja otro dedo en lo profundo y gira su 
mano, primero las puntas de sus dedos, luego las articulaciones rozan mi punto g. 
Empiezo a moverme, subiendo y bajando, enganchada en su mano y en sus 
palabras. El sonido de su voz entrecortada y llena de excitación me hace algo y 
quiero escuchar más. 
—Dime lo que quieres —le susurro. 
—Quiero sentir mientras te vienes —responde—. Quiero sentir el palpitar de tu 
coño y escuchar los gemidos que harás. Quiero jugar con tu clítoris hasta que duela 
y luego hacer que se sienta tan bien que te vuelvas a venir. 
—Oh. —Jadeo cuando usa su otra mano para acariciar mi clítoris, con los 
dedos todavía empujando y girando dentro de mí. 
—Eso es, nena. —La voz de Harrison se quiebra como si no pudiera creer lo 
que está pasando. Tal vez no esperaba tener suerte esta noche. Tal vez no suele 
hacer este tipo de cosas. Tal vez soy una terrible y corrupta influencia sobre él. Es 
ese pensamiento el que me empuja hacia el borde, agarrándome del respaldo del 
sofá e inclinándome hacia adelante con placer. 
 
 
 
—Uhmmm. —Es el único sonido que sale de mis labios, un ruido intenso que 
suena apenas humano. 
—Eso es —dice de nuevo, con un extraño tono de asombro en su voz como si 
no pudiera creer lo que está sucediendo tampoco. Luego me atrae hacia él y 
envuelve sus brazos alrededor de mi cintura, sujetándome con fuerza mientras 
desciendo del lugar en la estratósfera a la que me envió. Los besos que presiona en 
mi sien y mejilla son tiernos y dulces. 
—Te ves jodidamente increíble cuando te vienes —susurra en mi oído. Puedo 
escuchar la necesidad en su voz y sentir la evidencia de su excitación debajo de mí. 
Yo también quiero satisfacerlo. 
—Hazme venir otra vez —le digo y él se ríe. 
—Eres una pequeña cosa exigente, ¿no es así? —responde, pero la expresión de 
su rostro cuando retrocedo y empiezo a desabrochar sus pantalones no tiene 
precio—. Oh, quieres eso... 
—Sí, lo quiero —le susurro—. Lo quiero todo. 
—Joder. —Es todo lo que puede decir, ayudándome mientras ambos buscamos 
a tientas su cremallera, con los dedos enredados en nuestro entusiasmo compartido 
por llegar a las cosas realmente buenas. Lo dejo liberar su polla y lo observo 
mientras agarra la enorme longitud, tirando de ella dos veces, arriba y abajo, tan 
ásperamente que creo que debe doler. 
Cuando levanto mis ojos a los suyos él está sonriendo perezosamente. 
—¿Estas asustada? 
—No, me encanta un buen desafío. 
—Realmente eres una chica muy extraña —dice con cariño, ahuecando mi 
mejilla y frotando el maquillaje blanco allí. Sin querer darle demasiado tiempo para 
estudiarme, deslizo mi mano en la parte superior de mis portaligas y saco el 
paquete de aluminio que escondí allí antes y se lo entrego. 
—Prepárate. 
Sus ojos brillan cuando toma el condón, lo rasga y comienza a envolverse. 
Tuve la precaución de comprar un tamaño grande, realmente lo necesita, y mi 
previsión parece divertirlo. 
—¿Solo follas a tipos con pollas grandes? —pregunta. 
 
 
 
Me encojo de hombros. 
—Rechazo los pequeños. 
Su cuerpo tiembla de risa, pero se detiene cuando agarro su polla y la aprieto 
con fuerza. Me levanto por encima de ella, acariciando su cabeza a través de mis 
pliegues y subiendo por encima de mi clítoris. Es tan rígido, tan grande que casi no 
se siente real. Sé que voy a luchar para tomarlo todo, pero voy a intentarlo. Mi 
coño está prácticamente llorando por eso cuando lo coloco cerca de mi agujero y 
empiezo a empujar hacia abajo. 
La sensación de estiramiento es increíble, como nada que haya sentido antes. 
Consigo alrededor de un par de centímetros dentro de mí al mover mis caderas 
lentamente y abrirme a su alrededor. 
—Joder —dice, echando la cabeza hacia atrás—. Estás tan malditamente 
apretada. 
—Y tú eres tan grande, nene —le susurro. 
—Somos perfectos juntos —dice, agarrando mis caderas y ayudándome a 
hundirme con pequeños empujes hacia arriba. Me siento increíblemente llena y 
abierta. Solo una parte de él está dentro de mí y es casi demasiado, pero luego tira 
con más fuerza y se desliza más adentro y se siente tan malditamente bien que 
quiero llorar—. Mira —dice, sus ojos entre mis piernas—. Mira tu dulce y pequeño 
coño envuelto alrededor de mi polla. 
Miro cuando está empezando y puedo entender por qué. Casi desapareció 
dentro de mí y mis labios rosados se ensancharon a su alrededor como una rosa 
abierta. Es la cosa más explícita que he visto nunca. 
—Te sientes tan bien —le digo, mirando a sus ojos. 
—No has sentido ni la mitad de eso. 
Me agarra por el trasero, apretando con fuerza y se desplaza hacia el borde del 
sofá. Luego está de pie y nos lleva a una unidad lateral cerca de la puerta. Me sienta 
en la parte superior, todavía empalada en su polla, y mueve las fotos y los adornos 
a una silla junto a nosotros. Tan considerado. 
Cuando termina con los muebles del hogar, agarra mi cara alrededor de la 
barbilla y me mira. 
—Quieres que te folle, nena —gruñe. 
 
 
 
Parpadeo ante la ferocidad en su voz y mi coño se aprieta de emoción. 
—Creo que acabo de recibir mi respuesta —sonríe. 
El primer empuje es lento, como si estuviera probando mi profundidad, y 
cuánto espacio tiene para maniobrar. No hay mucho. Cuando vuelve a empujar es 
como si hubiera decidido que no le importa nada. Es tan fuerte que me quita el 
aliento de los pulmones y la última gota de sentido de la cabeza. 
—Tú-quieres-ser-follada-duro —gruñe mientras trabaja sus caderas contra mí, 
empujando esa enorme polla dentro y fuera de mi coño hinchado. Estoy tan 
mojada que puedo escuchar los fuertes ruidos resbaladizos en la habitación por lo 
demás silenciosa. La fiesta parece estar sucediendo en otra realidad y no me 
importa que haya gente que pueda encontrarnos en cualquier momento, porque lo 
que Harrison me está haciendo se siente demasiado bien como para preocuparme 
por cualquier cosa, excepto por el siguiente empuje. 
Empuja mis muslos más abiertos viendo cómo su polla me perfora, sus 
abdominales se ondulan y los pectorales se flexionan con el esfuerzo. Su piel brilla 
con sudor y me inclino hacia delante para lamerle el brazo, que es la única parte de 
él que puedo alcanzar. 
—Muérdeme —gruñe, enganchando mis piernassobre su hombro y 
presionándome hacia atrás, encerrándome con sus brazos ridículamente 
tonificados. Giro mi cabeza y tomo una buena parte de la carne de su antebrazo y 
muerdo con fuerza. Siento su polla sacudirse dentro de mí y quiero reírme. ¿Quién 
hubiera pensado que a Harrison le gusta el dolor? Acaricio las marcas de dientes 
que he dejado con mi lengua y él gime—. Otra vez —vocifera. 
—Sí, nene —digo, empujando mis caderas hacia arriba, mordiéndolo de nuevo, 
incluso más fuerte esta vez. 
—Joder —dice, empujando con tanta fuerza que el mueble en que estamos 
comienza a golpear la pared. 
Harrison me levanta de nuevo, cayendo de rodillas conmigo todavía envuelta 
alrededor de él como una especie de mono desesperado. Él me pone en una 
alfombra suave y se extiende encima. Es tan grande y pesado y es una dicha estar 
así de impotente en sus brazos. Se frota contra mí con fuerza, hueso a hueso y está 
tan profundo que duele, pero aun así mi clítoris palpita por más. Su cara está 
presionada en mi cuello, la respiración caliente y húmeda contra mi piel mientras 
gime y jadea. Mi máscara debe estar rasguñándole la cara, pero no intenta 
removerla. Me pregunto cómo es para él estar follando a una chica vestida con ropa 
de horror gótico y maquillaje. No parece estar molestándolo en absoluto. La mano 
de Harrison está ocupada empujando la parte superior de mi vestido y sujetador, 
 
 
 
exponiendo mi pezón erecto al aire frío de la habitación. Cuando toca mi seno y 
siente lo excitada que estoy, eso lo hace empujar aún más fuerte. 
Mi coño está adolorido ahora, pero no se está relajando y estoy muy cerca de 
sentir que podría volver a venirme. Sería la primera vez para mí, pero su polla se 
siente tan bien que casi no puedo soportarlo. 
Comienzo a gemir en pequeñas ráfagas que lo hacen levantarse sobre sus 
brazos sobre mí. Rueda sus caderas lentamente mientras me mira a los ojos, 
rozando mi clítoris con cada movimiento, inclinándose para besarme. Mis caderas 
imitan su acción y nos movemos en perfecta armonía, como si hubiéramos estado 
haciendo esto durante años, y capto una pequeña sonrisa en sus labios cuando me 
ve observar la acción entre nuestros cuerpos. 
—¿Te gusta mirar? —pregunta y luego sonríe como si pensara que fuera un 
descubrimiento divertidísimo. 
—Das un buen espectáculo —le contesto y se ríe. 
—Quiero que tú des un buen espectáculo. ¿Te estás acercando? 
—Sí —le susurro—. Joder, sí. 
—¿Qué necesitas? —Muero un poco por dentro por lo considerado que es. He 
tenido una buena cantidad de amantes, pero la mayoría simplemente frota y espera 
lo mejor. Ha costado tiempo y educación para llevarlos adonde necesitaba que 
estuvieran. Confía en Harrison para ser maduro sobre el sexo. 
—Acuéstate encima de mí —le digo—. Abrázame alrededor de mi cintura y 
fóllame tan fuerte como puedas. 
Mi petición parece divertirlo, o tal vez es mi franqueza. Preguntó así que se le 
dijo. Simple como eso. 
Hace lo que le digo, apoyando todo su peso sobre mí, con un brazo 
deslizándose debajo de mi espalda y el otro sosteniendo la parte superior de mi 
cabeza. Me estremezco, pensando en la peluca y cómo, a pesar de que la coloqué 
firmemente en su lugar, existe la posibilidad de que pueda soltarse. Sin embargo, 
Harrison es gentil, ahueca en lugar de aferrarse. 
Entonces él comienza a follarme. 
Dios, todo lo que vino antes de eso solo fue una entrada. Me da la comida 
completa de diez platos y más. Lo agarro fuerte con mis muslos mientras entra y 
sale de mí como una máquina. Se siente tan bien que no puedo hacer ningún 
 
 
 
sonido y él gruñe con cada empuje, el sudor resbala entre nosotros donde sea que 
nuestra piel esté en contacto. 
—Oh Dios —digo, sintiéndome escalando más y más alto. Harrison cambia el 
ritmo, retrocede hasta casi salirse por completo y vuelve a entrar. Fuera, dentro, 
fuera… 
...y luego me vengo tan duro que casi me desmayo. Creo que dejo de respirar 
porque veo estrellas y mis labios se adhieren a mis dientes cuando mi boca se abre 
en una O perfecta. Ralentiza el ritmo y me folla través de eso, y me pregunto cómo 
se siente tener mi coño apretado tan fuerte en su polla. 
—Eso es —murmura—. Eso es, nena. 
Miro sus hermosos ojos y lo observo cuando comienza a venirse también, 
viendo el torrente de sangre a estas mejillas y ese momento en que todos sus 
músculos se tensan y luego se relajan. 
Descansa sobre mí cuando se desploma, con el pecho agitado como si hubiera 
hecho una de esas competiciones extremas de triatlón. Miro al techo, 
momentáneamente asombrada de que realmente sucedió. Conseguí lo que me 
propuse y ahora se acabó. No quiero pensar en lo que sucede a continuación, pero 
¿cómo puedo no hacerlo? Su pene se ablanda y comienza a deslizarse. En un 
minuto, se levantará y querrá volver a la fiesta. No podría soportar un adiós 
avergonzado. 
Me giro para verle la cara, deseando tener esa última mirada de él en paz; 
como una foto de postal para las frías noches por venir. Cuando lo hago, lo 
encuentro mirándome de cerca con una expresión ligeramente desconcertada, 
ligeramente preocupada en su rostro. 
—¿Estás bien? —pregunta, acariciando mi mejilla con ternura. 
—Joder, sí. —Quiero mantener la valentía, pero suena débil. 
—Bien —dice, todavía acariciándome. Se respiración se entrecorta en la forma 
que su pecho se mueve contra el mío y espero que él diga algo más, pero no lo 
hace. 
Aquí viene, creo. Aquí viene el momento incómodo y necesito salir de aquí 
antes que suceda. 
—Necesito usar el baño —le digo, empujando su brazo ligeramente. 
 
 
 
—Claro —dice, estirando su mano entre nosotros para mantener el condón en 
su lugar mientras se retira. Me siento incómoda poniéndome decente, pero él no 
está mirando, está tendido en la alfombra mirando al techo, acunando su polla 
como si de repente fuera tímido. Me levanto y tropiezo con mis pies, mis piernas 
sintiéndose como gelatina y mi vagina está tan dolorida como nunca lo ha estado. 
Solo juntar mis piernas es agonía. 
—Está bien —le digo, sin querer prometer que volveré cuando no tengo 
intención de volver. 
Harrison está tranquilo y quieto. 
—Voy a usar el baño —repito, dirigiéndome hacia la puerta que nos separa de 
la fiesta. Me giro porque mi corazón está latiendo tan rápido sabiendo que esto es 
todo. Nunca volveré a estar con Harrison de esta manera. El pensamiento me causa 
dolor físico; un apretón en mis entrañas y pecho. Cuando veo a Harrison, veo algo 
que parece arrepentimiento y me quema la garganta. No quería que esto le hiciera 
daño. No quería que se sintiera usado. Toda la situación es jodida. Estoy a punto 
de girar y correr porque no tengo palabras cuando Harrison me sonríe con tristeza. 
—Adiós, princesa —dice. 
 
 
 
 
ó
o sé cómo logro encontrar la capacidad mental para llegar a casa, pero 
lo hago, apenas haciéndolo con los pies descalzos cuando finalmente 
reconocí que mis zapatos son agonizantes y ya estoy lo 
suficientemente adolorida sin perder los dedos de los pies haciendo mi escape. 
Entro a mi habitación, cierro la puerta, la bloqueo y luego me paro allí como 
uno de esos guerreros griegos antiguos que se enfrentan a una gorgona5. Me he 
convertido en piedra. Quiero gritar JODER, JODER, JODER en la voz más alta, 
pero papá y Lacey están en casa, por lo que mi terrible expresión de absoluta 
mortificación se pronuncia en voz baja contra el puño que parece que medio metí 
en mi boca. 
Oh Dios mío. Él sabía. Él sabía. 
Todo mi cuerpo es un gran bulto de carne con adrenalina y débil pánico. 
Dijo princesa. Es el apodo que siempre usa para mí porque sabe cuánto me 
molesta. Pero, ¿me lo dijo directamente a mí porque sabía, o simplemente le dice 
ese condescendiente término de cariño a cualquier chica que cruza su camino? Me 
siento mal del estómago... de hecho......corro a mi baño y llego justamente al retrete antes de empezar a vomitar. 
Odio estar enferma en el mejor de los momentos, pero ahora estoy temblando y 
llorando porque no sé qué hacer. Si él sabe que fui yo, si lo adivinó, entonces 
¿cómo podemos pretender que nunca sucedió? No puedo volver a ser su 
hermanastra y sentarme a su lado en la cena haciendo una conversación familiar 
inocua. No puedo escucharlo llamarme princesa otra vez sin verlo acostado en esa 
alfombra, pantalones alrededor de sus muslos y su mano cubriendo la evidencia de 
lo que habíamos hecho. 
 
5 Gorgona: En la mitología griega, era un despiadado monstruo femenino a la vez que una deidad 
protectora procedente de los conceptos religiosos más antiguos. Su poder era tan grande que 
cualquiera que intentase mirarla quedaba petrificado. 
N 
 
 
 
Vuelvo a vomitar ante la idea de tener que bajar las escaleras mañana por la 
mañana y verlo servirse su estúpido cereal de chocolate azucarado como un niño 
crecido de cinco años, y fingir que no pasó nada. 
Este es un desastre de proporciones épicas. 
En el lavabo, lavo mi boca con un poco de agua y luego me veo en el espejo. 
Mi máscara de murciélago de encaje negro todavía está en su lugar, pero el 
maquillaje de mi cara blanca está difuminada y mi lápiz labial es inexistente. Me 
miro a mí misma objetivamente, tratando de averiguar si él podría haberlo 
adivinado. Con mis ojos morados y una gran parte de mi cara cubierta por la 
máscara y mi peluca, no puedo ver cómo lo habría sospechado. Mantuve mi nivel 
de voz diferente todo el tiempo. No me equivoqué ni una vez. Cuando salí de la 
casa antes de la fiesta, estaba totalmente convencida que nunca lo adivinaría. Mi 
ritmo cardíaco comienza a normalizarse a medida que empiezo a dudar de mi 
miedo inducido por el pánico. Harrison puede ser un verdadero encantador. Lo sé. 
Es muy persuasivo. De eso se debe haber tratado el comentario de “princesa”. Solo 
él mostrando sus encantos. 
Tal vez me esté preocupando por nada. Tomo algunas respiraciones profundas, 
sosteniéndome en el borde lavabo. Luego, cuando me siento más normal, 
comienzo el proceso de quitarme el disfraz. Cada capa que quito me hace sentir 
mejor. Lo meto todo en una bolsa y lo escondo en la parte posterior de mi armario 
en una gran caja de cartón blanco que alberga mis recuerdos. Me quito los lentes de 
contacto y uso las almohadillas desmaquilladoras para quitar los restos de la 
pintura facial blanca y el delineador negro ahumado. Cuando mi piel está limpia, 
me quito el portaligas, las bragas y el sostén. Es tarde para ducharme y sé que las 
malditas tuberías gemirán ruidosamente cuando las encienda, pero siento que 
necesito lavarme, aunque sea para calmar mis pobres partes de dama. Encuentro el 
agua realmente catártica cuando estoy estresada y es bueno lavar mi cabello que ha 
estado aplastado debajo de la peluca caliente. 
Me seco y me pongo unos lindos pijamas que están hechos de seda y son tan 
suaves contra mi piel. Tengo sed, así que bajo las escaleras para tomar un poco de 
agua. La casa está tan tranquila y miro alrededor de mi casa que ha cambiado 
mucho durante el año pasado. Lacey ha estado redecorando lo que es genial. El 
lugar se estaba poniendo en mal estado. Ella tiene algo con las fotografías y siempre 
insiste en que nos tomen fotografías “familiares” en cualquier ocasión especial. Hay 
cinco fotos enmarcadas de papá, Lacey, Harrison y yo solo en el pasillo. Nos 
vemos algo incómodos en todos ellas, pero creo que tal vez es por eso Lacey ha 
estado tratando de unir a nuestra familia. Miro fijamente la más reciente y noto por 
primera vez que Harrison parece mirarme. Si recuerdo correctamente, papá había 
estado bromeando, contando uno de sus chistes ridículamente sin gracia. Me estoy 
riendo al igual que Lacey y siempre pensé que Harrison se veía divertido en la foto, 
 
 
 
pero ahora que lo estoy estudiando más de cerca, su expresión parece cálida y un 
poco cariñosa. 
Sacudo la cabeza, sintiéndome ridícula por haber cubierto mis sentimientos con 
algo que probablemente sea tan inocente como había pensado anteriormente. Estoy 
leyendo demasiado sobre todo y sé que es mi cerebro sexual es el que tiene la culpa. 
Es una cosa de chicas, creo. Dormimos con alguien y de alguna manera todos estos 
sentimientos son bombeados a nuestros cuerpos y nos debilitamos. No quiero ser 
débil por Harrison. Necesito ser fuerte ahora para tener el coraje de seguir adelante 
y pretender que todo está normal. 
De vuelta en mi habitación cierro la puerta, apago la luz y me deslizo debajo de 
mi edredón. Con mi cerebro zumbando, es difícil para mí dormir, pero debo caer en 
el mundo de los sueños en algún momento porque hay luz en la habitación cuando 
me despierto. Me siento más caliente de lo normal y saco los brazos de las mantas y 
me estiro. Siempre me voy a dormir de costado frente a la pared y me he 
despertado en la misma posición. Pasan unos segundos antes de que mi mente se 
ponga al día con mi cuerpo y me doy cuenta de lo que hice anoche. Gimo 
suavemente, recordando en destellos el sexo increíble y ese momento terrible 
cuando Harrison me llamó princesa. 
—Ese es el ruido que me gusta escuchar —susurra la voz de Harrison detrás de 
mí. 
Me giro, luchando con las sábanas para encontrarlo acostado al otro lado de mi 
cama king size, con las manos detrás de la cabeza como si estuviera exactamente 
donde se supone que debe estar. 
—Qué mierda, Harrison —tartamudeo, tirando del edredón alrededor de mi 
cuello para proteger mi modestia. Es una reacción estúpida teniendo en cuenta lo 
que hicimos hace menos de doce horas, pero ¿qué puedo decir? Estoy actuando por 
mis reacciones viscerales aquí. 
—Eres una chica extraña —dice, todavía mirando hacia el techo con una 
estúpida sonrisa en su rostro. Una que derrite bragas. Puedo decir por el pequeño 
hoyuelo que tiene en la mejilla más cercana a mí y las arrugas alrededor de sus ojos 
que amo tanto. Chica extraña es como me llamó anoche cuando estaba vestida 
como vampira gótica. 
Él sabe. 
Él jodidamente sabe. 
Entierro mi cabeza bajo las sábanas y gimo. La terrible sensación de 
hundimiento que tengo en mis entrañas es la misma que obtengo cuando tengo el 
 
 
 
sueño de la universidad donde solo llevo mis bragas de abuela y un viejo sostén 
deportivo y todos están apuntando y riendo. Excepto que esta vez la única persona 
que ríe es Harrison y de repente estoy enojada. 
¿Quién diablos se cree entrando en mi habitación vestido con sus ajustados 
bóxers negros más sexy y acostado en mis cómodas sábanas luciendo como un total 
dios sexual? Pregunta estúpida. Él piensa que es Harrison Stone y sabe... real y 
absolutamente sabe que fui yo a la que folló en la fiesta. 
Antes de tener la oportunidad de salir de debajo de las sábanas y confrontarlo 
con yo enojado en pleno flujo de rabia roja, siento que la cama se mueve como si 
estuviera rodando hacia mí. Entonces siento que su pesada mano agarra las sábanas 
y las empuja lentamente hacia atrás. Miro a través de mis dedos y lo encuentro 
mirándome con sus hermosos ojos, todos suaves y amorosos, como si estuviera 
mirando algo o a alguien que realmente, realmente le gusta. 
Me está mirando y no es con enojo o disgusto. Harrison ha entrado en mi 
habitación con nada más que su ropa interior y me mira como si fuera el pastelito 
más dulce y rosado que jamás haya visto y ¡quiere lamer todo mi glaseado! 
—Lo sabes —susurro, escondiéndome detrás de mis dedos otra vez mientras 
espero que el suelo me trague y me lleve directamente al infierno. 
—Por supuesto que lo sé, princesa —dice suavemente apartando mis manos de 
mi cara. Lo miro y me siento ridícula por sentirme como si de repente estuviera a la 
luz del sol. 
—¿Cómo? —Estaba segura de quemi disfraz era la cobertura perfecta. 
—Crees que eres una gran maestra del disfraz. —Se ríe—. El disfraz fue bueno 
y tu voz, eso fue bastante diferente, pero tu risa... —Sacude la cabeza—. 
Reconocería esa risa en cualquier parte. 
—Dios —digo, escondiéndome de nuevo ante lo patética que soy. 
—Deja de enterrarte especie de topo trastornado —dice, tirando de las 
sábanas—. ¿Por qué estás actuando tan tímida ahora? No fuiste tímida anoche. 
—Estaba en el personaje —digo débilmente. 
—Me di cuenta. —Se ríe entre dientes—. Ese fue un disfraz bastante 
asombroso. Más o menos me sorprendiste. 
Levanto la mirada, lista para gritarle por su burla, pero se ve bastante serio. Y 
luego lo entiendo. Sabía que era yo cuando me reí y la única vez que me reí fue 
 
 
 
antes de que jugáramos a esconder la salchicha. Eso significa que quería tener sexo, 
incluso cuando sabía que era yo bajo el disfraz. 
—Lo sabías —le digo con un jadeo—. Lo supiste antes y todavía lo hiciste. 
—No soy un idiota, Jenna. —Debo parecer confundida porque se acerca para 
acariciar mi cara, tal como lo hizo la noche anterior—. ¿Cómo alguien podría 
rechazarte? ¿Te has visto? ¿Te has conocido? Eres bastante increíble. 
—¿Increíble para una aventura de una noche? 
—Sí —dice, y mi corazón se hunde—. Pero increíble para más también. 
Froto y mis ojos, de repente sintiendo que todavía debo estar soñando. Tal vez 
fue el alcohol que bebí anoche lo que hizo que mis sueños fueran más vívidos de lo 
habitual. Cuando abro mis ojos frotados, Harrison todavía está allí. 
—¿Todavía estás aquí? —digo y me mira como si yo fuera la idiota. 
—¿A dónde se supone que voy a ir, chica extraña? 
—Deja de llamarme así. 
—¿Prefieres princesa ahora? 
Le doy un puñetazo en su muy sólido y muy desnudo bíceps y lastimo mi 
patético puño. 
—Es muy temprano en la mañana para lidiar con todo esto —le digo, sonando 
mucho más quejumbrosa de lo que generalmente consideraría aceptable. 
—No tienes que lidiar con nada, princesa —responde con dulzura—. Solo 
déjame tomar la iniciativa y tú me sigues, ¿de acuerdo? 
Antes de que tenga la oportunidad de preguntarle a Harrison de qué diablos 
está hablando, presiona sus increíbles labios llenos contra los míos, tan gentilmente 
que me hace temblar. Se retira y me mira a los ojos como si quisiera comprobar que 
lo que está haciendo está bien. 
—¿Qué estás haciendo? —susurro. 
—Lo que debería haber hecho hace mucho tiempo —dice besándome otra 
vez—. Tomando lo que es mío. 
Harrison desliza su mano en mi cabello y lo agarra con fuerza para que pueda 
inclinar mi cabeza para alinear perfectamente nuestras bocas, luego rueda hasta que 
 
 
 
está encima de mí, su muslo presionándose entre mis piernas con el edredón entre 
nosotros. Su beso es tan bueno; labios suaves pero lengua persistente, acariciando 
mi boca de una manera que me deja sin aliento. Siempre me ha encantado besar, 
pero nunca he encontrado a un hombre que pueda poner en llamas mi cuerpo con 
solo sus labios en los míos, pero Harrison es perfecto. 
Le acaricio el brazo y la espalda, recordando lo bien que se sintió cuando lo 
toqué la primera vez. Incluso en la habitación fría, él es deliciosamente cálido y 
suave. Me encanta que no esté apresurándose esta vez. Esto es más que solo llegar a 
ese objetivo final y por alguna loca razón me siento totalmente relajada, a pesar del 
hecho de que él es mi hermanastro y nuestros padres están al final del pasillo. 
Harrison comienza a presionar su muslo al ritmo de su beso y gimo y me 
retuerzo, sintiéndome demasiado caliente bajo las sábanas y deseando que la 
deliciosa presión fuera más directa, aunque me siento tan adolorida. 
—Las sábanas —le susurro a Harrison cuando logro separarme de su beso por 
un momento. Me sonríe como un lobo a punto de conseguir una gran granja llena 
de cerdos para engullir, y luego tira del edredón hasta que lo empuja hacia un lado. 
Harrison acaricia la seda de mis pijamas. 
—Lindo —dice—. ¿Siempre usas esta mierda sexy para ir a la cama sola? 
Lo miro con fingido horror. 
—Por supuesto no. Solo cuando sé que mi hermanastro va a entrar a 
hurtadillas a mi habitación para desflorarme bajo el techo de mi padre. 
Harrison se ve un poco avergonzado y sonrío. 
—No subestimes la importancia de una buena ropa interior y ropa de dormir, 
Harrison Stone. 
—Nunca más —dice, poniendo su mano en su corazón como si estuviera 
haciendo un juramento. 
—Ahora ven aquí y muéstrame lo que me he estado perdiendo. 
—Sí, señora. 
En lugar de besarme otra vez, se pone de rodillas y me mira, frotando sus 
grandes y fuertes manos sobre mis muslos. 
 
 
 
—Todas las cosas que quiero hacerte, Jenna —dice—. No tienes ni puta idea 
cuánto pienso en ti. Cuántas veces he fantaseado con que estuviéramos juntos. Te 
vi mirándome el otro día. —Sonríe. 
—¿Qué? —No entiendo de qué está hablando de inmediato y cuando lo hago 
estoy indignada—. No te estaba mirando. Deja de intentar que me convierta en una 
pervertida. 
—Dejé la puerta abierta a propósito. Me excitó tanto saber que estabas 
mirando. Me tomó toda mi fuerza no mirarte y decirte lo que quiero hacerte. 
Sacudo la cabeza, dándome cuenta de lo estúpidos que hemos sido los dos, 
jugando juegos el uno con el otro cuando, si hubiéramos dado señales más claras, 
podríamos habernos juntado antes. 
—¿Puedo mirarte, Jenna? —murmura—. Te sentí anoche, pero no pude ver 
todo de ti. 
Asiento y levanto mi camiseta sobre mi cabeza, moviendo mis senos hacia él. 
Harrison se acerca y los toma en sus palmas y los aprieta suavemente, luego 
acaricia sus pulgares sobre las puntas de mis pezones hasta que están duros, 
puntiagudos y rosa oscuro. 
Pasa sus manos por mis costados, trazando mis curvas y luego acariciando mi 
ombligo con su dedo. Traza el borde de mis pantalones cortos de pijama y lo 
observo mientras los baja, sus ojos siguiendo la tela hasta mis pies. 
—Mírate —dice, tan reverentemente que de repente siento un poco de 
lágrimas. No sé cómo llegamos a este punto, pero he querido estar con él tanto, que 
ahora que finalmente estamos aquí casi se siente demasiado—. Eres hermosa, 
Jenna, nena. Tan hermosa. 
Extiende mis rodillas hasta que estoy abierta para él. Cuando mira entre mis 
piernas, su expresión cambia. 
—Te ves tan adolorida —dice—. ¿Es por lo de anoche? 
Voy a cerrar mis piernas, pero él las mantiene abiertas, viéndose mortificado. 
—No —le digo. 
—Lo siento, nena —dice—. No quise hacerte daño. 
—Joder, Harrison. No lo hiciste, bien. Se sintió bien, pero eres realmente 
grande ahí abajo. No estoy acostumbrada a eso. 
 
 
 
—Todos piensan que tener una gran polla es lo mejor del mundo. No se dan 
cuenta lo poco práctico que puede ser. 
—Oye —le digo—. Me encanta tu gran polla. Solo tienes que dejar que me 
recupere en el entretiempo. 
Me sonríe y luego se ve pensativo. 
—Sé que no vamos a poder follar otra vez, pero ¿puedo hacer que te sientas 
bien, nena? ¿Puedo hacerte venir? 
Asiento y se inclina entre mis piernas y lame mi clítoris suavemente. 
—Prometo que no te haré daño —dice, luego lame de nuevo. 
Gimo ante la presión perfecta, observándolo disfrutar con tanto placer que me 
da. Usa sus pulgares para abrirme y lame y lame como si fuera el mejor postre que 
jamás haya probado y simplemente no puede obtener suficiente. No puedo tener 
suficiente de su boca y esos labios que son llenos y suaves contra mi carne 
devastada. Se siente tan bien tener su toque calmante, tan increíblemente bueno 
sentir la punta de su lengua contra mí hasta que me retuerzo contra su boca y él 
agarra mis muslos para sostenerme en su lugar. 
—No te detengas —siseo, piernas temblando contra sus manos—. Voy a... voy 
a… 
Golpea mi clítoris una vez con su dedo, con fuerza, y me vengo y me vengo, 
con las piernas estiradas y los dedos de los pies curvados, la menteperdida en algún 
lugar en ese lugar de sexo brumoso que es un poco de cielo e infierno, todo en uno. 
El cielo por lo increíble que se siente llegar a esa cima y deslizarse desde la parte 
superior. Infierno, porque sabes que no va a durar y desearías que lo hiciera. Solo 
unos segundos más de perfección, paz y tranquilidad. No registro cuánto tiempo 
estoy perdida, pero cuando regreso, Harrison me está mirando, muy complacido 
consigo mismo. Acaricia entre mis labios vaginales con un dedo, deslizándose en la 
humedad que hizo, luego se la lleva a los labios. 
—Me encanta tu sabor —dice—. Tan perfecto. 
Mis ojos se deslizan hacia abajo, a la parte de la exquisitez del hombre que está 
arrodillada entre mis piernas; Dios, su pecho es algo así como un fenómeno y sus 
pequeños pezones marrones... mirarlos hace que mi clítoris vuelva a palpitar. Más 
abajo, sus abdominales están tan tensos y uhmm. Y entre sus piernas se alza el 
verdadero espectáculo de lo milagroso. La polla de Harrison se ve tan dura que 
debe ser doloroso. 
 
 
 
—Muéstrame —le digo, mirando su bulto y levantando las cejas para que sepa 
exactamente de qué estoy hablando 
—¿Quieres ver lo duro que estoy para ti? —murmura, sonando un poco 
distraído con la lujuria. 
—Sí, enséñame. —Me siento y observo cómo baja la cintura de su bóxer y su 
pene se libera. Mirándolo ahora, no tengo idea de cómo logré encajar eso dentro de 
mí. No es de extrañar que esté dolorida. Se ve tan malditamente bien y de repente 
mi coño está todo dolorido y listo para él otra vez. Me arrastro hasta el borde de mi 
cama y saco el tubo de lubricante que mantengo en el cajón de mi mesita de noche. 
Harrison me mira como una serpiente enroscada, lista para atacar en cualquier 
momento. Me arrastro hacia atrás y me arrodillo frente a él, apretando un poco del 
frío lubricante en mis manos y frotándolas juntos. Su polla se sacude en 
anticipación, flexionando y tocando su vientre mientras lo alcanzo. Se siente como 
terciopelo en mi puño, suave piel suave sobre un centro duro como una roca. 
Tiembla mientras muevo mi mano firmemente hacia arriba y hacia abajo, mirando 
el espectáculo explícito que le estoy dando con ojos que deben parecer tan 
hambrientos. Me inclino hacia delante y lamo la punta, saboreando su excitación 
dulce-salada y amando el suave gemido que hace cuando envuelvo mis labios 
alrededor de su polla y chupo suavemente. 
—Joder, Jenna —susurra, mientras rodeo mi lengua alrededor de su polla, 
lamiendo y chupando de una manera que parece volverlo loco. 
—Mira tu bonita boca —dice—. Mira tus dulces y pequeños labios envueltos 
alrededor de mi gran polla. ¿Sabes lo bien que se ve... lo bien que se siente? 
Recuerdo como le gustó que lo mordiera y lo intento con suavidad, solo un 
pequeño pellizco con los dientes y gime tan fuerte que me asusta que vaya a 
despertar a nuestros padres. 
—Joder —gruñe—. Haz eso otra vez. —Bajo mi cabeza, tomándolo más 
profundamente, luego, mientras me alejo, lo mordisqueo y agarra mi cabeza y la 
mantiene totalmente inmóvil—. Tienes que parar, Jenna. O me voy a venir y sé que 
no te arrastraste a buscar ese lubricante por nada. 
Me levanto y lamo mis labios, luego me recuesto con las piernas abiertas. 
—Vamos, chico grande —le digo, haciendo señas con mi dedo. Busco el 
lubricante de nuevo y vierto un poco sobre mis dedos, esparciéndolo alrededor de 
mi coño y empujando mis dedos dentro. Harrison lo observa todo, apretando su 
polla en tirones que parecen demasiado duros para ser placenteros. 
 
 
 
—Estoy lista —digo cuando he hecho todo lo posible para facilitar el viaje. 
Harrison se arrastra hacia adelante, empujando sus piernas debajo de mis muslos y 
usando la punta de su polla para sondearme entre las piernas. Es tan suave y cálido, 
y se siente tan bien cuando frota mi clítoris y luego empuja un poco. Lo hace una y 
otra vez, cada vez abriéndome un poco más hasta que la cabeza de su polla entra 
fácilmente y se mantiene totalmente inmóvil, mirándome cuidadosamente. 
—¿Estás bien, Jenna? —pregunta. 
—Sí, nene —respondo porque lo estoy. No negaré que duele un poco, pero la 
expresión de su rostro y la preocupación en su voz lo alivia. Vierte un poco más de 
lubricante sobre el lugar donde nuestros cuerpos ahora están unidos y lo extiende 
en los alrededores, luego empuja para penetrar más profundo. Observo sus 
abdominales flexionarse, sus dedos se agarran con más fuerza a la carne de mis 
caderas, su rostro arrugado en concentración. Sé cómo se siente aceptar a un 
hombre en mi cuerpo, pero no tengo idea de cómo debe ser para él. ¿Es diferente si 
eres el que está empujando? ¿Se siente diferente estar tan en control? Parece que 
está dolorido por un tiempo, pero creo que eso es solo la mesura que debe tomar 
para que su enorme polla entre en mí sin hacerme estremecer de dolor. La cosa es 
que, con cada pequeño empuje que hace, me siento pasando del dolor al placer. Es 
tan increíble estar haciendo esto con Harrison como mi verdadero yo, no el yo que 
se avergonzaba de querer a mi hermanastro o el yo que estaba triste después cuando 
supe que no iba a volver a suceder. 
Levanto la vista hacia su rostro y extiendo mi mano para ahuecar su mejilla. 
Cuando sus ojos se encuentran con los míos, se llenan de calor y se acerca más 
cerca para que pueda ahuecar mi cara también. 
—Jenna. —Respira contra mi mejilla y presiona suaves besos a lo largo de la 
línea de mi mandíbula—. ¿Por qué esperamos tanto tiempo para hacer esto? 
—No lo sé —digo, tirando de él para besar mis labios. Chupo su labio inferior, 
mordisqueando suavemente y él gime, empujando más fuerte y agarrando mi 
cabello—. Te deseaba demasiado. No podía soportar la idea de que nunca podría 
estar contigo. Es por eso que fui a la fiesta para poder estar contigo solo una vez. 
Pero nunca hubiera sido suficiente. 
Agarra mi barbilla con fuerza en su mano y me mira de una manera que hace 
que mi corazón se agite. Es hambriento y apasionado y lleno de feroz anhelo. 
—Te amo, Jenna —dice—. Sabes eso, ¿verdad? 
Trato de negar con la cabeza, sorprendida que diga que siente lo mismo que yo, 
pero me agarra más fuerte como si estuviera tratando de mostrarme la intensidad de 
 
 
 
lo que siente. Sus caderas cambian de ritmo, circulando y frotándose mientras me 
mira. 
—Te amo, Jenna. Desde esas primeras semanas, cuando mamá y yo nos 
mudamos y solíamos pasar tiempo en el estudio y ver películas de acción de los 
años 80 con palomitas hechas en el microondas. 
Le sonrío porque el recuerdo de aquellos primeros días, cuando nos estábamos 
conociendo, pero tratando de fingir que realmente no nos importaba, son tan 
frescos en mi mente y tan llenos de inocencia. Siempre me dejaba comer más que 
mi parte justa de las palomitas y elegir la película. Cuando la habitación se 
oscurecía, caíamos en esquinas opuestas del sofá y, a veces, me sentía como si me 
estuviera mirando, pero me avergonzaba demasiado comprobar si lo estaba. 
—Eso fue antes de que empezaras a molestarme y llamarme princesa. 
—Todo eso fue cariñoso. —Sonríe. 
—Uhmm... —Pierdo el tren de mis pensamientos porque Harrison me recoge 
en sus fuertes brazos y me besa tan profundamente que me siento mareada. Cada 
giro de sus caderas me está acercando, pero es la forma tierna en que me trata y el 
amor que puedo ver en sus ojos, lo que hace que este sea el mejor sexo que he 
tenido. 
—También te amo, Harrison —le susurro y gimo con satisfacción—. Nunca 
supe cómo decírtelo sin arriesgar todo. 
—Lo sé. —Se inclina y sujeta mi pierna por debajo de la rodilla, levantándola y 
rodeando su cintura. La profundidad es exquisita. Me siento tan estirada, tan 
poseída por él. 
—Joder, te sientes tan bien —dice—. Quiero que te vengas sobre mí, Jenna. 
Muéstrame lo bien que te hago sentir. 
Agarre y hundo mis dedos en su trasero gloriosamente

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