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Real 05 - Ripped - Katy Evans (1) - Pedro Samuel

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4 
Staff 
Farrow 
 
Anna Karol 
Annie D 
Auris 
Beatrix 
Bella’ 
Clara Markov 
Gesi 
Gisenid 
Gleymar Martinez 
Ivana 
Jadasa 
Jeyly Carstairs 
Kath1517 
laurabmr 
Lvic15 
Mary Warner 
Mely08610 
Miry 
Naaati 
NnancyC 
Pachi Reed15 
Rubí Sheperd 
Samanthabp 
Umiangel 
Val_17 
Farrow 
Vane Black 
Victoria. 
**Nore** 
 
Anakaren 
Daliam 
Laurita PI 
Miry 
Naaati 
Ross Ferrer 
Farrow 
Vane Black 
 
Auris 
Jadasa 
Julie 
Miry 
Val_17 
Vane Black 
 
Vane Black 
 
 
 
5 
Índice 
 
Sinopsis 
Playlist 
Capítulo 1 
Capítulo 2 
Capítulo 3 
Capítulo 4 
Capítulo 5 
Capítulo 6 
Capítulo 7 
Capítulo 8 
Capítulo 9 
Capítulo 10 
Capítulo 11 
Capítulo 12 
Capítulo 13 
Capítulo 14 
Capítulo 15 
Capítulo 16 
Capítulo 17 
Capítulo 18 
Capítulo 19 
Capítulo 20 
Capítulo 21 
Capítulo 22 
Capítulo 23 
Capítulo 24 
Epílogo 
Agradecimientos 
Legend 
Sobre la Autora 
 
 
 
6 
Sinopsis 
El quinto libro de la serie new adult de New York Times que 
comenzó con Real. Cuando una chica enojada, con el corazón roto, se ve 
obligada a estar cerca de su ex novio rockero, solo el tiempo dirá si el 
fuego entre ellos los consumirá a ambos. 
Pandora, la amiga gótica de Brooke (Real, Mine, Remy) y Melanie, 
pensó que lograr que su corazón se rompiera por su ex chico malo rockero 
solo podía suceder una vez. Pero ahora, él está de vuelta en la ciudad con 
el concierto más grande del año. Pandora lo odia tanto que consigue que 
Melanie vaya con ella y le juega una broma en su concierto. Pero cuando 
son atrapadas por seguridad, y su ex es convocado, decide no presentar 
cargos si sigue ciertas condiciones. A Pandora no le gusta nada sus 
reglas, o que él esté a cargo de ella, sobre todo porque parecen hacer 
planes para asegurarse de que esté en contacto cercano con él de nuevo. 
Pero la cercanía reaviva la pasión que una vez compartieron, y pronto, no 
importa cuánto quiera odiarlo, es claro que todavía está enamorada de 
él. Y lo que es peor: él también lo sabe. 
Real, #5 
 
 
 
7 
 
 
Por las segundas oportunidades, 
especialmente, la oportunidad de hacerlo bien. 
 
 
 
8 
Playlist 
Magic - Coldplay 
Wild Heart - Bleachers 
Animal - Neon Trees 
Carry on Wayward - Kansas 
Alone Together - Fall Out Boy 
If You Say So - Lea Michele 
The Last Song Ever - Secondhand Serenade 
Hey Brother – Avicii 
Spectrum - Zedd 
P&M’S - MASHUP 
Like a Virgin - Madonna 
Sweet Cherry Pie - Warrant 
Miss Independent - Ne-Yo 
I Believe in You - Kylie Minogue 
Beautiful - Akon 
You Found Me - The Fray 
Sweet Child o’ Mine - Guns N’ Roses 
Take a Bow – Rihanna 
Your Song - Elton John 
Broken - Lifehouse 
Fuckin’ Perfect - Pink 
 
 
 
9 
Secretos 
 
Traducido por Vane Black, Anna Karol & Gesi 
Corregido por Farrow 
 
Pandora 
 
Soy la única persona en mi edificio de apartamentos que todavía 
compra periódicos. Está en mi puerta esta mañana, y me encanta la 
forma en que huele. Adoro el ruido crepitante cuando caigo en mi silla de 
comedor y abro al cabrón. Este sonido, este olor… Me recuerdan a las 
perezosas mañanas de los sábados leyendo el periódico con mi padre, su 
esencia de colonia envolviéndome. Murió cuando tenía diecisiete años. 
Llevando consigo sus palmadas de la mañana a mi cabello y su colonia, 
pero no el olor del papel. Ha pasado casi una década y todavía encuentro 
una pequeña alegría incomparable en el olor de este periódico recién 
impreso. Hasta ahora… 
Ahora… Cuando el titular de la sección de entretenimiento me 
mira, burlándose de mí. 
¡Mackenna Jones está de vuelta en la ciudad! dice el título, y el solo 
leer eso se siente como un puñetazo en el intestino. 
Cierro mis ojos con fuerza y los abro, mi estómago tiembla 
incontrolablemente. 
¡Mackenna Jones está de vuelta en la ciudad! 
Joder, realmente necesito dejar de leer eso. 
¡Mackenna Jones está de vuelta en la ciudad! 
Dios. Todavía dice lo mismo. 
Mackenna. 
El nombre se enrolla alrededor de mí como humo en mis entrañas, 
y las mariposas que ni siquiera sabía que todavía llevaba chocan contra 
 
 
10 
las paredes de mi vientre. Pensé que era imposible que una sola de estas 
mariposas hubiera sobrevivido a Mackenna Jones. 
Viene a la ciudad, Pandora. ¿Qué vas a hacer al respecto? 
La idea de él estando en el mismo estado me hace gruñir 
sombríamente. —¿En serio, imbécil? ¿Tienes que venir aquí? 
Empiezo a leer el artículo sobre Crack Bikini, cómo la banda ha 
revolucionado la música. Como incluso Obama dijo abiertamente que 
esta banda es responsable de regresar a los niños a la música de los 
maestros, Mozart, Beethoven. Pero no termina ahí. Solo empieza a 
aumentar la adulación. El reportero sigue y sigue sobre cómo este tour 
ha agotado las entradas en el Madison Square Garden más rápido que el 
primer espectáculo de Justin Bieber, y cómo será el concierto del año, si 
no de la década. 
Brevemente, la canción de la banda se despliega a través de mi 
cabeza. Durante un tiempo, esta canción sonó en todas las estaciones de 
radio del país, y me hizo odiar la música con una pasión, demonios, el 
mero pensamiento de ella me enoja de nuevo. 
Me tiemblan las manos a medida que bajo el periódico, lo doblo y 
trato de pasar a otra sección. Vivo con mi madre y mi prima, y siempre 
he apreciado mi tiempo a solas los sábados, cuando Magnolia tiene ballet 
y mi madre hace recados. Pero ahora, mi preciosa hora del sábado, 
tiempo en el que tengo nuestro apartamento para mí, fue oficialmente 
arruinado. No solo mi sábado, esto acaba de arruinar mí jodido año 
entero. 
Mackenna. En Seattle. 
Mis manos tiemblan al volver a la sección de entretenimiento y 
buscar lentamente la fecha del concierto. Me encuentro abriendo Internet 
Explorer en mi teléfono y navegando directamente a Ticketmaster. Sí, el 
show ya está agotado. Así que me dirijo a eBay, donde descubro los 
impactantes precios a los que se venden las mejores entradas. 
No sé por qué, pero por un momento, me imagino en uno de esos 
asientos caros, llamándolo el pendejo más grande del mundo de cerca 
para que pueda escuchar a través de todo el ruido que él y sus miembros 
de la banda hacen. 
No sé lo que estoy haciendo. O tal vez lo sé. Un frío escalofrío se 
está instalando en mi cuerpo. El espectáculo está agotado. Las entradas 
cuestan una fortuna. Pero no. No voy a perder esta oportunidad. Han 
pasado casi seis años desde la última vez que lo vi. Casi seis años desde 
que vi ese duro y perfecto culo de hombre saltar en susvaqueros. 
La primera vez que me tomó, casi pude ver mi tarjeta V muy bien 
escondida en su bolsillo trasero. Me dijo que me amaba y me pidió que le 
dijera que lo amaba. Todavía se encontraba dentro de mí cuando me 
preguntó si anhelaba que estuviera conmigo. Lloré en su lugar, porque 
algo está mal conmigo y no pude. No podía decirlo en respuesta. Pero sé 
que él lo sabía. 
 
 
11 
Me besó más fuerte que nunca cuando empecé a llorar, y nuestro 
beso tuvo el sabor de mis lágrimas. En ese momento, me pareció todo tan 
doloroso y crudo, la forma en que me besó. Tan hermoso. Temblé 
mientras me sostenía. Parecía que no podía recomponerme después de 
romperme por él como lo hice durante mis orgasmos. Podía oír su aliento 
mezclarse con mi aliento en tanto pasaba una mano suavemente por mi 
espalda, diciéndome una y otra vez que me amaba. 
Y esa no fue la única vez que me tomó. Durante días y semanas y 
meses, hicimos el amor de forma sensual y febril. Tenía diecisiete años y 
él era mi todo, y cuando me tomaba, pensé que quería todo lo que yo 
tenía para dar. Se fue de todos modos. Bastardo. 
Mackenna era un secreto ¿saben? Fue lo más cercano que estuve 
a una persona en mi vida, pero era un secreto que nadie podía averiguar. 
Especialmente mi madre. Él lo sabía. Yo lo sabía. Pero siempre 
lográbamos vernos de todos modos. Mentimos, nos escondimos, salimos 
sigilosamente de nuestras casas y nos adentramos en la noche, 
reuniéndonos en los muelles y secuestrando algún desprevenido yate de 
familia hasta el amanecer. No nos importaba quienes eran nuestras 
familias, o lo que era “mejor” para nosotros. 
En lo que a mí respecta, él lo era para mí, y yo para él. 
Era mi mejor amigo también. 
Mi mundo se rompió cuando oí que dejó Seattle. 
Ni siquiera se despidió. 
Lo último que me dijo fue que me amaba. 
Ahora. Odio. El. Amor. 
Pensé que, con su ausencia, la herida se curaría. Pero la herida 
sigue ahí. Está infectada e inflamada. 
Le di al hijo de puta todo lo que tenía en mi joven y estúpido corazón 
para dar, y me arruinó. 
Bueno, que se joda. 
La próxima semana está en Seattle. Él y sus mezcladores están en 
la ciudad y todo el mundo va. Los llamo mezcladores porque no hay otro 
grupo como ellos. Combinan sus canciones con la música de otra 
persona, música real. Bach, Chopin, los maestros. El resultado es una 
sinfonía de banda de rock que corre a través de tu cuerpo y curva los 
dedos de tus pies. Y si agregas su voz… 
Diablos, ni siquiera quiero hablar de su voz. 
La gente elige enamorarse porque les hace sentirse bien. El amor 
los hace sentir protegidos, seguros. Yo no. Elijo el odio. Me hace sentir 
bien. Protegida y segura. Odiarlo es todo lo que me mantiene cuerda. 
Odiarlo significa que lo que me hizo no importa. Todavía puedo sentir 
algo. Todavía no estoy muerta, porque puedo sentir este odio que me 
corroe. Me arruinó para otros hombres. Me impidió ser la mujer que 
 
 
12 
podría haber sido. Rompió todos los sueños de un futuro con él que tenía. 
Fue mi primer amor y mi primer todo, incluyendo mi primer corazón roto. 
Incluso después de que se fue, de todo lo que fui consciente es él, 
y con lo que me dejó, y lo que me quitó. 
Las entradas son costosas. Gasto la mayor parte de lo que hago 
ayudando a mi madre cuidando a Magnolia. Pero tres pequeños clics en 
eBay es todo lo que se necesita. Tres pequeños clics y puedo subir ese 
último nivel de deuda en mi tarjeta de crédito y ver a este imbécil otra 
vez, en persona. 
Totalmente vale la pena, decido, y entro en línea y compro dos de 
los boletos más costosos que eBay tiene que ofrecer. 
Al abrir mi calendario, encuentro el día y lo marco con una X. 
Prepárate, idiota. Tu concierto en Seattle no será considerado un 
éxito. No si puedo evitarlo. 
 
 
 
No me solía gustar mucho el negro. Me gustaba el rojo y me gustaba 
el azul, y de alguna manera me gustaba mucho el amarillo. Rosa fuerte y 
morado también estaban bien. Pero entonces los colores empezaron a 
burlarse de mí. Se sentían muy felices. Demasiados dulces. El negro era 
seguro y neutral. No me recordaba cosas que me hacían sentir triste. No 
intentaba ser nada más que negro. Justo después de que papá murió, 
dejé de intentar ser otra cosa que no fuera lo que realmente era. Dejé de 
intentar encajar. Intentar me desgastó, y solo me hizo más consciente de 
que no pertenecía. 
Me convertí en negro y el negro me abrazó. Esta noche me mezclo 
con todas las cosas pecaminosas y oscuras. Es un día oscuro, y la mía 
es una vida oscura. Incluso el cielo está nublado porque Mackenna está 
en la ciudad. De hecho, hay una tormenta eléctrica. Las gradas están 
mojadas. Los fanáticos están mojados. Todo el mundo, excepto la banda 
que está instalada detrás del escenario hasta que se detenga la lluvia, 
tomará tenazmente medicamento para la gripe pronto. 
Cuando la lluvia finalmente se detiene, Melanie y yo escuchamos 
el anuncio de que el SHOW ESTÁ ACERCA DE COMENZAR. Y no habría 
TELONEROS DEBIDO A LA DEMORA. Justo así, el chupito de vodka que 
bebí en un brindis a mi coraje deja mi sistema, y rodillas que sintieron 
como que se hallaban hechas de acero minutos atrás comienzan a 
sentirse débiles. 
—Deja de parecer que tienes una pistola en la bolsa. ¡Vas a hacer 
que nos registren, tonta! —me dice Melanie. 
 
 
13 
—¡Shh! Tengo esto controlado, cállate —le regaño mientras 
volvemos a nuestros asientos. 
Alcanzando nerviosamente alrededor de mi cuello, tiro la capucha 
de mi poncho sobre mi cabeza mojada y lanzo a Melanie detrás de mí 
mientras serpenteamos a través de la muchedumbre a nuestros asientos 
en la parte delantera del estadio. Luce más gorda que yo. Resulta que 
esta lluvia fue una bendición, Melanie y yo no parecemos tan 
voluminosas como realmente somos, cargadas con mercancías bajo 
nuestros ponchos. Productos para los miembros de la banda. Uno en 
particular. 
Incluso cuando mi cabello está colgando mojado por los lados de 
mi rostro, creo que me veo bien. Intimidante. Uñas negras, lápiz de labios 
negro, poncho negro, cabello negro... bueno, mi cabello es en su mayoría 
negro excepto por una estúpida raya rosa que Melanie me desafió a teñir 
una noche de borrachera, y nunca me puedo negar a un reto. Aun así, 
voy por mi habitual look de Angelina Jolie, y mis botas negras de tacón 
alto gritan: ¡Hombres, acérquense a mí sólo si quieren terminar sin bolas! 
Melanie, por otro lado, parece tan feliz como una Barbie. 
Su novio probablemente la folló hasta los sesos. 
Señor ¿por qué mis amigas consiguen los novios más cachondos? 
—¡No puedo creer que aún no hayamos llegado a nuestros asientos! 
Estamos muy por delante, estaremos como respirándolos —me dice con 
una gran sonrisa. 
Um, sí, respirar a Mackenna es lo último que quiero o necesito. 
Pero el escenario se acerca cada vez más, cada vez más grande a medida 
que nos acercamos. Casi se siente como que cada paso más cerca de 
nuestros asientos, un año de mi vida se desploma. Hasta que puedo 
recordar claramente la forma en que mi estómago giraba dentro de mi 
cuerpo cuando él me miraba directamente con esos ojos grises y helados 
y me observaba tomar su polla. Hijo de puta. 
—Todavía no puedo decidir —dice Melanie cuando finalmente nos 
sentamos—, si quiero casarme con un vestido blanco tradicional con una 
gran flor roja adherida a la cola, o un vestido rosa más simple. Tengo 
ambos en espera hasta el lunes. Tal vez debería dejar que Greyson lo 
vea… 
Se va callando cuando un silencio de asombro cae sobre la 
multitud. Una luz brillante de arriba se estrecha y fija directamente en el 
centro del escenario. El latido de mi corazón comienza a acelerarse contra 
mi voluntad. Furiosa, inhalé por la nariz durante cinco segundos, 
contuve la respiración por cinco, y exhalé durante otros cinco, algo de 
mierda que aprendí en el Manejo de la Ira. 
La luz permanece enfocada en el centro vacío del escenario, y 
violines comienzan a sonar en elfondo. Justo cuando los violines parecen 
tomar el control del ritmo de tu respiración, la batería comienza a unirse 
para hacerse cargo de tu corazón. Uf, bastardos. Es como si la música 
 
 
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me estuviera sobrepasando. La música se construye, construye y 
construye en un crescendo hasta que las luces se apagan. 
Los jadeos estallan de la muchedumbre mientras que oscuridad 
completa desciende. 
En las sombras, él sale. 
Sé que es Mackenna Jones. 
Su fanfarronería. Sus hombros balanceándose, sus caderas 
rodando, y sus largas, gruesas y musculosas piernas. Con las manos a 
los lados, un micrófono atado a la oreja y discretamente enrollado 
alrededor de su mandíbula como piedra, se acerca al público y a nosotros. 
Su pecho está desnudo. Lleva pantalones de cuero negro. Y su cabello es 
de color fucsia brillante hoy, de puntas. Es asombroso ver ese color 
contra su piel bronceada. Los músculos lisos de su torso brillan, al igual 
que los oscuros ladrillos de sus abdominales. 
A través de la luz de la luna, puedo ver cada pedazo del metro 
ochenta y dos de él, y es tan caliente que creo que mi ropa solo se secó. 
Trato de encontrar algo que odiar en la forma en que se ve, pero no hay 
nada. Ni siquiera puedo decir que odio ese pequeño brillo en sus ojos, 
que grita, Chico malo, chico malo, soy un jodido chico malo y voy a joder 
con tu vida. 
Me gustaba. 
Solía gustarme tanto. 
Hasta que hizo lo que los chicos malos realmente hacen, y resultó 
que él siendo un chico malo fue lo menos divertido que experimenté en 
mi vida. 
Una tenue luz parpadea sobre él. La orquesta en el fondo comienza 
a tocar. La luz se intensifica mientras agarra la peluca en su cabeza y la 
lanza hacia las gradas, gritando—: ¡Jodidamente hola, Seattle! 
Seattle grita en respuesta, y suelta esta risa escandalosamente 
sexy en tanto un grupo de chicas trata de saltar de la platea al escenario, 
luchando como demonios por la peluca que acaba de lanzar. 
No estoy mirando la pelea de gatas; lo estoy mirando. El maldito 
idiota que ni siquiera merece vivir, mucho menos verse como lo hace. No 
puedo dejar de notar el oscuro y sexy corte rapado curvado alrededor de 
la hermosa forma de su cabeza. Esto solo hace que sus labios se 
destaquen más y su nariz destaque más y sus ojos destaquen más… El 
tipo no es solo sexy, lo es demasiado. Tiene unos labios hermosos y 
llenos, una elegante nariz que se dilata naturalmente con cada 
respiración; entonces está su sonrisa, lo que me hace enfadar lo 
suficiente como para hervir un caballo. Dolor y traición se enrosca en mi 
interior a medida que le muestra esa sonrisa a todo el mundo. 
—Parece que tenemos una multitud enérgica esta noche. 
Excelente. Excelente —dice mientras camina de lado a lado en el 
escenario, escudriñando a la multitud. Mel y yo estamos tan cerca, solo 
 
 
15 
tendría que bajar la mirada para verme. Pero es demasiado poderoso para 
bajar la mirada, y no puedo hacer otra cosa que seguir mirando hacia 
arriba, incluso si ya no puedo ver su rostro debido a la gran 
protuberancia de su polla. 
Juro que no he tenido sexo en tanto tiempo, que soy virgen de 
nuevo. Ni siquiera puedo recordar cómo se siente. No he querido hacerlo. 
Me gusta sentirme jodidamente mal. Así que levanto la mirada ahora, y 
lo veo, y el recuerdo de esa polla grande y gruesa se desliza y se ondula 
a través de mí. 
Me disgusta la inseguridad que me da. Me disgusta mucho. 
Observa a la multitud con una larga, larga mirada. —Todos ustedes 
quieren algo de música esta noche, ¿eh? —pregunta en voz baja, la 
pregunta tan íntima como si la hubiera susurrado a cada uno de 
nosotros. 
—¡¡KENNA!! —Las mujeres están sollozando a nuestro lado. 
—¡Entonces vamos a empezar! —Levanta un puño en el aire, y un 
tambor resuena en el fondo. Comienza a sacudir el puño en lo alto, el 
tambor siguiendo un sonido de respuesta idéntico. Mueve sus caderas y 
levanta la cabeza hacia el cielo nublado, haciendo un tarareo lento desde 
el fondo de su garganta que suena como… sexo. 
En tanto el ruido de la orquesta comienza de nuevo, la sinfonía 
reúne impulso. De lento y melódico va a algo más ruidoso y loco. Mi pulso 
está en algún lugar de la estratosfera a medida que el ritmo se siente 
absolutamente salvaje, cuando de repente dos hombres emergen en una 
plataforma de debajo del escenario, golpeando sus guitarras eléctricas a 
una explosión de luces que simulan fuegos artificiales. Son los otros dos 
miembros principales: Jax y Lexington. Los chicos de papá, y gemelos 
idénticos. Consiguieron el financiamiento para su primer trabajo de su 
propio papi, y ahora los tres jefes no necesitan nada de nadie. 
Mackenna comienza a cantar con una voz que es baja, áspera y 
sexy como la mierda. Lo odio. Cuan fluido es su cuerpo musculoso. Cómo 
resuena testosterona. Cómo las bailarinas se unen a los tres hombres en 
el escenario, vestidas con trajes de hombre en blanco y negro. Incluso 
odio la forma en que arrancan sus trajes para revelar su piel de color 
negro que las hace lucir elegantes como panteras. 
Melanie está tan encantada; sus labios se separan y está 
boquiabierta. Lo juro, el modo eléctrico, primitivo y animal de estos tres 
hombres subiendo al escenario es algo para contemplar; los tres están 
siendo irreverentes con sus cuerpos, pero reverentes a su música. 
Mi cuerpo es un caos. Durante años he sido, intencionalmente, una 
chica que ignora la música. Principalmente para evitar escuchar 
cualquier canción de él por error. Pero ahora su voz está en cada altavoz 
de mierda. Revuelve mis huesos, despertando un extraño dolor dentro de 
mí junto con un camión extra de ira. 
 
 
16 
El concierto continúa como una forma de exquisita tortura. La 
banda prolonga no solo mi tormento, sino el de cada espectador 
esperando ansiosamente escuchar su canción más reconocida. Y 
entonces... sucede. 
Finalmente, Mackenna comienza a cantar “Beso de Pandora”, la 
canción que superó las listas de Billboard y fue #1 en iTunes por 
semanas: 
Los labios de esa ramera. Me saborean y me atormentan. Esos 
pequeños trucos. Que me fastidian y me torturan. Ooooooooh, oh, oh,. No 
debería haberte abierto, Pandora. Ooooooooh, oh, oh, ooh. Deberías haber 
permanecido en mi armario, Pandora. Un secreto que siempre negaré. Un 
amor que un día moriría. Ooooh, oh, oh, oh nunca debería haber besado... 
Esos labios de ramera. . . Pandora. 
Rabia burbujea dentro de mí con mucha fuerza. 
—¿Ahora? —sigue preguntándome Melanie. 
Lo. Detesto. 
—¿Ahora? —pregunta otra vez. 
Lo aborrezco. Es el único chico al que he besado. Tomó besos que 
significaron todo para mí y los convirtió en una broma de una puta 
canción. Una canción que me convierte en una especie de Eva, 
torturándolo y provocándolo a pecar. Él es el pecado. Él es la penitencia, 
el infierno y el diablo, todo en uno. 
Meto la mano en mi bolsa, muy bien metida debajo de mi capa, y 
agarro lo primero que encuentro. 
—Ahora —susurro. 
Antes de que Mackenna sepa qué le pegó, Melanie y yo lanzamos 
tres tomates y un par de huevos volando por el aire. 
La música de la orquesta no es suficiente para ahogar su 
murmurada—: Mierda. —Audible a través del micrófono. 
Su mandíbula se tensa y baja el micrófono sobre su barbilla 
mientras mueve sus ojos alrededor para encontrar la fuente del ataque. 
Me siento delirante cuando veo la ira genuina en su rostro. Grito—: ¡El 
resto! —Y agarro las cosas restantes que trajimos, y seguimos tirando. 
No sólo a él, sino a cualquiera que intente meterse en el camino, como 
las estúpidas bailarinas que se apresuran a protegerlo. Una de ellos hace 
un ruido de gimoteo cuando un huevo golpea su rostro, y Mackenna la 
tira a sus espaldas por el brazo para que pueda soportar los golpes él 
mismo, sus ojos furiosos tratando de encontrarnos en la multitud. 
Entonces escucho a Melanie gritar—: ¡Oye! ¡Suéltame, idiota! 
Mis brazos son lanzados detrás de mí, y de repente soy empujada 
y sacada demi lugar y por el pasillo. 
 
 
17 
—¡Suéltenos! —grita Melanie, luchando mientras dos corpulentos 
guardias nos arrastran—. ¡Si no me sueltas ahora, mi novio va a 
encontrar tu casa y matarte mientras duermes! 
El guardia me jala más fuerte, y dejo de respirar cuando el dolor 
sube por mi brazo. 
—Idiota —siseo, pero ni siquiera me molesto en luchar. Melanie no 
está llegando a ninguna parte y lo sé. 
—¡Ella los conoce! ¡Conoce a la banda! ¿Sobre quién crees que 
estaba cantando ahora, gilipollas? —Melanie patea en el aire—. 
¡Es Pandora! Suéltanos, joder. 
—¿Conoces al señor Jones? —me pregunta un guardia. 
—¡Señor Jones! —me burlo—. ¡Seriamente! ¡Si Mackenna es un 
señor, yo soy un unicornio! 
Parecen reírse entre ellos mientras nos dirigen más allá de 
seguridad, alrededor del escenario, y a una pequeña habitación en la 
parte de atrás. Un tipo empieza a hablar en una radio cuando abre la 
puerta. 
Melanie lucha e intenta soltarse, pero comienzo a asimilar la 
enormidad de lo que podría suceder, y me callo. 
Santa. Mierda. ¿Qué he hecho? 
—No tienes que parecer tan feliz, pendejo. ¡Mi novio también 
encontrará tu casa y te matará! —le dice al otro guardia. 
Abren una puerta y nos empujan adentro. Tropiezo mientras doy 
un paso, luchando por algo de dignidad, al tiempo que lucho por soltarme 
de su agarre. —Suéltame —murmuro, y finalmente me libera. 
El transmisor de radio en su cadera emite un sonido. Una voz dice 
algo que no puedo entender, pero suenan como maldiciones. 
—Quítalos —dice uno de los guardias, señalando nuestros bolsos. 
Aparto el plástico de mi cuerpo y Melanie hace lo mismo, entonces 
miramos impotentes mientras nos quitan las bolsas que habíamos 
escondido debajo. 
Melanie gime cuando ponen nuestras cosas sobre una mesa a un 
lado. Celulares. Dos tomates más. Llaves del coche. 
—Guau. Ustedes no pueden soportar una pequeña broma, 
¿verdad? —les pregunta Melanie con un ceño fruncido altivo. 
Cierro los ojos y trato de calmar el pánico elevándose en mí. 
Joooooodeeeer. ¿En qué estaba pensando? 
No he hecho nada tan imprudente en años. 
Y se sintió bien. 
También mal. Muy, muy mal. 
 
 
18 
Pero bien. Genial, de hecho. 
Diablos, todavía puedo sentir la mirada molesta e incrédula en el 
rostro de Mackenna. Me dio un placer intenso. Placer orgásmico. Pero 
ahora el sentimiento intenso que estoy experimentando es más como 
miedo paralizante. 
¿Y si los guardias lo llaman a la habitación para preguntarle si 
realmente me conoce? 
¿Qué pasa si tengo que estar aquí en esta pequeña habitación 
sofocante y mirarlo así de cerca? 
Me siento mal del estómago. Más tarde, Melanie va a querer 
explicaciones. Grandes explicaciones, más de lo que le he dicho hasta 
ahora. Va a tener que decirle a Greyson lo que pasó, y él va a querer 
saberlo todo, porque estos estúpidos guardias de seguridad se metieron 
con su chica. Ni siquiera sé si puedo explicarle el tipo de pasado que 
Mackenna y yo compartimos. Veintidós de enero: el día en que me 
emborraché y no me molesté ni siquiera en ver la luz del día, juré que 
nunca hablaría de ese día. ¿Pero Melanie y Greyson? Querrán que abra 
mi caja de secretos. Míos y de Mackenna Jones. 
Bocas calientes y húmedas que se funden. . . 
Él, empujando dentro de mí, estirándome, tomándome, 
amándome... 
Promesas. 
Mentiras. 
Pérdida. 
Odio. 
El tipo de odio que solo nace de un amor intenso, fuera de este 
mundo, que resultó terriblemente equivocado. 
¿Qué voy a decirle si lo veo? 
¿Qué voy a hacer? 
Por favor, Dios, no me castigues haciéndome mirarlo de cerca. 
Camino de un lado a otro y rezo, camino de un lado a otro y oro 
mientras Melanie estudia sus uñas, la pared y a mí, suspirando con la 
aburrida confianza de alguien que sabe que va a salir de aquí intacta. Si 
veo a Mackenna, dudo mucho que sea tan fácil. Mi estómago ya está en 
nudos, y tengo el más terrible deseo de vomitar ahora. 
El concierto parece durar por siempre. Uno de los guardias va y 
viene en tanto el otro opta por ubicarse a unos cuantos metros de 
Melanie, de pie como militar, como si estuviera esperando algo. 
Dios mío, por favor deja que algo no sea Mackenna. 
Estoy desgastando una capa de las suelas de mis botas cuando, un 
siglo más tarde, la puerta se abre y un hombre rechoncho en un traje y 
corbata entra. Mi sangre se agrupa en mis pies de nerviosismo. Lionel 
 
 
19 
“Leo” Palmer, el representante de la banda. Vi su rostro y entrevista en el 
periódico de esta mañana, pero tengo que decir que se veía mucho más 
feliz en esa foto. 
Nos mira, Melanie le devuelve la mirada, yo me quedo inmóvil, y 
sus manos hacen fuertes puños a los costados. 
—¿Tienen idea de lo que acaban de hacer? —gruñe, las mejillas 
rechonchas ardiendo en rojo—. ¿Cuánto tiempo podríamos mantenerlas 
cómodas en una maldita prisión? ¿Qué clase de fanáticas son ustedes? 
—No lo somos —dice Melanie. 
La puerta se abre y los gemelos, en toda su gloria masculina, se 
unen al grupo. Parecen intimidantes todo el tiempo, pero ahora, con su 
cabello rubio, sus ojos de color extraño y sus ceños perfectamente 
enojados, son una fuerza a tener en cuenta. 
No puedo respirar. 
—¿Quién mierda son estas perras? —exige el que tiene tatuaje de 
serpiente. 
—Estoy llegando a eso, Jax —dice Lionel. 
Así que el otro debe ser Lexington. Se mueve hacia adelante y me 
mira, frunciendo las cejas y todo, luego mira a Melanie. Apunta su dedo 
índice, balanceándolo de ella a mí. —Espero que ustedes dos tengan 
mucho dinero, porque una de nuestras bailarinas está herida. Si está 
jodida para el Madison Square Garden... 
—No te preocupes, Pandora, Greyson se encargará de esto —dice 
Melanie fácilmente. 
—Pandora —repite repentinamente Lionel. Se queda quieto, sus 
ojos se deslizan hacia mí—. Tu amiga te llamó Pandora. ¿Por qué? 
—¿Porque es mi nombre? Uh. 
Estoy en medio de rodar los ojos cuando la puerta se abre y una 
figura llena el espacio. No creo que mi corazón esté latiendo. Siento como 
si alguien me estuviera estrangulando y golpeándome por dentro. 
Mackenna. 
A pocos metros de distancia. 
En la misma habitación que yo. 
Más grande y más viril que nunca. 
Cierra la puerta con una patada detrás de él. Está usando 
aviadores, así que no puedo ver sus ojos, y, Dios mío, lo odio con pasión. 
Vine aquí a hacerle daño, pero estoy tan sobrecogida por mi ira, que no 
puedo hacer nada más que estar aquí conteniendo el aliento en mis 
pulmones, mi corazón apretando mi pecho, mi cuerpo temblando como 
todas las burbujas de ira reprimida dentro de mí. 
Es alto y oscuro, y los restos de un líquido pegajoso rojo gotean por 
su pecho. 
 
 
20 
Pero uno perfecto, y luego ese delgado rastro de cabello que dirige 
el camino desde su ombligo hasta su polla. Pantalones de cuero ajustados 
moldean sus muslos abultados. Una polla abultada también. Juro que 
las chicas podrían pensar que mete una hogaza de pan en los pantalones, 
pero puedo asegurarte que ese hijo de puta es real. Tan enorme como su 
maldito ego, y recuerdo que solía ser tan duro como su puta cabeza. 
No todos pueden tener un corte al ras, o un pendiente diamante de 
broche, pero él tiene una cabeza perfectamente formada que te hace 
desear curvar tus manos alrededor de ella y trazar las curvas con sus 
labios. El diamante reluce casi amenazadoramente en su oreja derecha, 
y cuando se quita las gafas de sol con un tirón enojado, veo sus brillantes 
y furiosos ojos plateados, y juro que se siente como volver a casa. 
A una casa que se encontraba destrozada y quemada, y no quedó 
nada, pero sigue siendo tu hogar. 
¿Qué tan jodido es eso? 
Dios, por favor, que no sea real. Que esto sea una pesadilla. Que 
esté en la otra esquina del mundo mientras lo odio de forma segura desde 
mi esquina en Seattle. 
—¿Ella es la jodida Pandora? —le pregunta Lionel a Mackenna. 
Cuando la dura mandíbula de Mackenna se tensa, Lionel se vuelve 
lentamente para estudiarme. Mi cerebro es un enredode confusión 
porque Mackenna me está mirando directamente como si no pudiera 
creer que esté aquí. 
Apenas puedo soportar su mirada de acero. Pensé que esta noche 
me daría el cierre. Que podía hacerlo sentir frente a sus fanáticos como 
me sentí cuando se fue, humillado. En lugar de eso, está allí, cada 
centímetro el Dios del rock, incluso con puré de tomate en su pecho. Es 
dueño de la habitación, llevando ese innombrable factor X que nadie 
puede identificar, pero que tiene un montón, que dice que es dueño de 
esta habitación y todo el mundo en ella. 
Y ese hecho solo sirve para enojarme más. 
—Lionel —dice en un bajo tono de advertencia. 
Solo una palabra hace que Lionel retroceda fácilmente. Ahora nada 
impide que Mackenna me mire directamente. 
Mi rostro se ruboriza mientras recuerdo cómo lo amaba. Profundo, 
duro, completamente. 
No pienses en eso. ¡Ahora lo odias! 
—Lindo cabello. —Mete los anteojos en los cinturones de los 
pantalones. 
Su voz, oh Dios. 
Sus ojos se deslizan por mi cabello, y Melanie le ofrece—: Le sugerí 
que agregara un poco de espíritu a su cabello, así por lo menos eso se ve 
feliz. 
 
 
21 
Ni siquiera mira a Melanie. Me observa de la manera más intensa, 
específicamente el mechón rosado en mi cabello, esperando a que 
responda. Odio esa hebra rosada, pero no tanto como lo aborrezco a él. 
—Bonitas pantis —respondo, y le hago un gesto a sus pantalones 
de cuero—. ¿Cómo te metiste en ellas? ¿Desde la parte superior de un 
edificio y con una libra de mantequilla? 
Me niego a permitir que su risa mueva algo en mí, pero siento que 
corre por mis piernas cuando comienza a acercarse. —Ya no necesito 
usar mantequilla. Estos pantalones son parte de mí. —Sostiene mi 
mirada impotentemente atrapada—. Como fuiste parte de mí una vez. 
Se está acercando, y cada paso me afecta. Mis mejillas arden. Las 
agallas de él para recordarme. Estoy tan enojada. Años de dolor hierven 
en mi interior. De soledad y traición. 
—Jódete, Mackenna. 
—Ya lo estoy, Pandora. —Sus ojos arden con la misma furia 
mientras toma un tomate de la mesa y lo examina con brillantes ojos 
grises—. ¿Esto es para mí también? 
—Eso es correcto. Todo. Tuyo. 
Sus labios se curvan en burla mientras lo lanza hacia arriba como 
una pelota y fácilmente lo atrapa, todo el tiempo mirándome. 
—Tu espectáculo es tan malo, Melanie y yo sentimos que teníamos 
que darles a tus fanáticas algo de verdadero entretenimiento. 
Pasa sus ojos a través de mi rostro, estudiándome. —Sí, al 
humillarme. 
No puedo soportar la forma en que me mira, sus ojos trazando el 
mismo camino. Mis cejas, mi nariz, mis labios, mi barbilla, mis pómulos. 
Me hace preguntarme si miré el espejo equivocado hoy, como si hubiera 
algo remotamente interesante que ver. Juro que nada me preparó para 
tener sus ojos sobre mí de nuevo. Nada. Quiero salir de aquí tan rápido, 
él ni siquiera vería mi trasero mientras me marcho. 
—Déjame ir, Mackenna. 
—Está bien, Dora. Pero primero un regalo de despedida —diciendo 
mi último sobrenombre favorito, aplasta el tomate en un puño, entonces 
levanta su mano, dejando caer pequeños trozos de él sobre mi cabeza, 
mirándome en tanto jadeo y el jugo se esparce por mi rostro y el lado de 
mi cuello. 
—Ahí tienes —canturrea, su sonrisa cruel al tiempo que pasa sus 
dedos por mi cabello para hacer que el jugo se filtre más profundo. 
Cuando lucho para liberarme, agarra la parte trasera de mi cabeza y 
presiona su nariz a mi oído, haciéndome tensar para ahogar un 
estremecimiento—. Acabas de molestar a toda mi maldita banda. ¿Te das 
cuenta de la clase de cargos que vamos a presentar? 
 
 
22 
Sí, lo sé. Mi madre es abogada, así que tengo una idea demasiado 
buena. 
Entonces, ¿por qué pensé que él merecía darme un pase libre para 
ser imprudente esta noche? 
Jódeme. 
Él me tiene jodida. 
Y esta tan cerca. Estoy extrañamente paralizada mientras sus 
labios pasan por mi oreja, causando un indeseado temblor en mis 
piernas. Mis pezones duelen de repente y mi cuerpo está en un algún 
extraño modo contradictorio. 
—¿Eres suicida, o solo estas buscando irte de casa? Porque créeme, 
la cárcel no será una gran mejora. 
—Y tu maldito rostro no ha mejorado mucho con el facial de huevo 
que te di. 
Sus amigos, los mellizos, explotan en risa, pero Mackenna no. 
Me inspecciona con ira mal disimulada, y de alguna manera tengo 
un agudo recuerdo de la última vez que miré esos ojos grises pizarra. Su 
pesada mirada y el toque de su lengua en la mía como un caliente 
relámpago blanco a través de mi cuerpo. Él moviéndose, sus manos en 
mis caderas, sosteniéndome debajo de él mientras me retorcía. Sus 
gemidos diciéndome lo mucho que le gustaba estar dentro de mí. 
Duele. Verlo duele. 
No me lo esperaba. 
Como si mi proximidad solo hubiera disparado los mismos 
recuerdos en su mente, estudia descaradamente mi cuerpo, su mirada 
permaneciendo en mis pechos, mi boca, una mirada caliente y táctil y me 
hace retorcer, antes de que se enfoque de vuelta en mi rostro mientras le 
habla a los otros. 
—Yo me encargaré de los daños —lo escucho decir, esos ojos aún 
en mí, despiadados y calculadores como si acabara de tomar una 
decisión—. Y voy a saldar cuentas con ella directamente. 
—¡Ja! Tu no vas a saldar nada con nadie aquí —se burla Melanie. 
Deja salir una fría risa masculina y enfoca su atención en ella. —
¿Cuál es tu nombre, Barbie? 
—Melanie Meyers, idiota. 
—Déjala en paz —comienzo, pero me interrumpe con una mano y 
dice a los guardias—: Acompañen a Barbie a su auto. 
—Suéñalo, peluca rosa. ¡No me iré sin Pandora! 
—¿Esta gótica es en serio Pandora? —pregunta uno de los mellizos 
finalmente—.¿Nuestra Pandora? Se suponía que era un mito, amigo. 
 
 
23 
Hay un tenso silencio mientras cada uno de los miembros de su 
equipo mira a Mackenna. Y no puedo evitar notar con un pinchazo en mi 
pecho que Mackenna se ve para nada contento en una forma que sugiere 
que esperaba que algún camión de dieciocho ruedas me hubiera arrollado 
en algún momento, enterrando su secreto. 
Está sosteniendo una toalla, la cual arrastra sobre su pecho 
construido a medida que sacude la cabeza, pasando sus dedos a través 
de la pelusa de cabello en su cuero cabelludo intentando sacar toda la 
mierda de su cabeza. Su silencio y las líneas pensativas en su rostro me 
ponen más allá de nerviosa e inquieta. 
Mierda, no me gusta que esté tomando el control de las cosas 
ahora. 
No me gusta el efecto que tiene sobre mí. 
Las formas en que puede torturarme. 
El poder que tiene sobre mí, conociendo cuan secretamente 
asustada estoy de mi propia madre, malditamente sabrá que haré 
cualquier cosa para evitar que se entere. 
Cuando está a punto de hablar otra vez, Lionel dice—: Kenna, una 
palabra. 
Mackenna se dirige hacia él, los gemelos uniéndose al pequeño 
círculo. Los gemelos se ven como Vikingos, y Mackenna como un pirata 
que roba y desflora chicas como yo. Puedo sentirlos mirándonos mientras 
hablan. Mackenna recorre mi cuerpo con sus ojos a medida que escucha. 
Ni siquiera parece darse cuenta cuan descaradamente me está 
comprobando. Comprobándome desde la punta de mi cabello rosado 
hasta mis rudas botas. 
Finalmente, me mira a los ojos, estrecha los suyos, y sacude la 
cabeza furiosamente. —De ninguna maldita manera. 
—Sí malditamente —contraataca Lionel. 
Suspirando por la testarudez de su líder, lo que es una cosa 
palpable, tan grande como un elefante en la habitación, Lionel saca a los 
Vikingos y el pirata, la puerta azotándose detrás de un Mackenna 
maldiciendo. 
Melanie y yo permanecemos allí por lo que se siente como para 
siempre, intercambiando miradas de qué diablos. 
Los dos guardias se quedan en la habitación, mirándonos, 
mirándome, especialmente, mientras pequeños pedazos de tomate se 
deslizan por mi rostro. 
Quiero golpear algo. 
Algo con ojos grises y corte rapado. 
Mackenna vuelve y agarra la toalla de nuevo, el resto de los chicos 
arrastrandolos pies detrás de él. —Solo déjala disculparse con nosotros 
y limpiar su desorden, luego puede irse. —Levanta la toalla en el aire y 
 
 
24 
me hace señas para que me acerque, curvando su dedo en una manera 
burlona. 
—Jodete —susurro, repentinamente hirviendo. 
—Mackenna —gruñe uno de los chicos, riéndose en una 
forma ¿Estas malditamente jodiéndome? ¿Ella logro alterarte? 
—Ustedes dos se ven como chicas buenas. Bueno, al menos una 
de ustedes lo hace. —Lionel sonríe benignamente hacia Melanie, luego 
nota mi atuendo Angelina Jolie antes fruncir el ceño y añadir—: Mira, 
podemos ponerlas a ambas en la cárcel. Incluso un día. ¿Es eso lo que 
quieren? 
—Pan, ni siquiera escuches. Grey se va asegurar… 
—No, Melanie, este es mi problema. —Sacudo la cabeza 
obstinadamente. No es como si su novio y yo nos llevemos tan bien, de 
cualquier forma. Demonios, no estoy en buenos términos con ningún 
hombre, así que a la mierda con eso. No necesito rescate. Preferiría 
cocinarme en la cárcel por un par de noches. Al menos antes de que mi 
madre oficialmente me mate. 
—Vamos a cortar por lo sano —dice el gemelo con el tatuaje, Jax, 
creo—. Solo dile los detalles, Leo. 
—No, gracias —interrumpo antes de que puedan incluso decir lo 
que quieren—. Prefiero hacer tiempo de cárcel que hacerlo con él. 
Un musculo se mueve enojadamente en la parte posterior de la 
mandíbula de Mackenna mientras lentamente cruza los brazos sobre su 
pecho. —Eso asumiendo que puedas excitarme. 
—Kenna, cállate —gruñe Lionel, luego se gira de nuevo hacia mí—
. Actualmente estamos filmando para la película Crack Bikini. ¿Lo 
sabías? 
—El mundo entero lo sabe. Solo estoy agradecida que no están 
filmando ahora. 
—Estábamos filmando durante tu pequeña broma —gesticula 
hacia el pecho rasgado de Mackenna—. Vamos a cerrar en Madison 
Square Garden, y ahora que tu existencia ha sido revelada… —Mira 
acusadoramente hacia Mackenna, luego hacia mí—. Ahora que sabemos 
que hay, de hecho, una Pandora humana en quien nuestro líder puede 
haber basado sus letras, te queremos en la película. 
—Ella no va a ir a un milímetro de esas cámaras —grita Mackenna 
mientras carga hacia la puerta. 
—Jones, escúchame. Esto es brillante. ¡La gente consumirá esto 
con una maldita cuchara! 
Mackenna furiosamente abre la puerta. —No estoy interesado, así 
que bien puedes dejarla fuera de esto. 
—¿Cómo tú me dejaste fuera de tu estúpida canción, aja, imbécil? 
—digo de repente—. ¡Y tampoco estoy interesada! 
 
 
25 
—Te pagaré lo suficiente para que te interese —me dice Lionel 
calmadamente. 
Mackenna se detiene en el umbral, y esa brillante mirada de 
asesino serial en sus ojos me hace querer aceptar solo para molestarlo. 
Dios, lo odio. Tanto es así que siento clavos en el estómago por mi rabia. 
Pero no se siente como si su mirada furiosa es para mí. Casi se siente 
como que es para su representante. 
Quien sigue adelante en la construcción de su caso. —Mira, 
ustedes dos pueden pelear o no, no me importa. Todo lo que me interesa 
es que en el concierto final, cuando Crack Bikini se presente, ustedes dos 
estarán allí arriba y se besaran en tributo a nuestro éxito número uno, 
“El beso de Pandora”. 
Mackenna se ríe, el sonido haciéndome sentir como si alguien 
acabara de arrastrarse sobre mi maldita tumba. Todos los pequeños 
vellos en mis brazos están erizándose. 
—Lionel, tenemos esto bajo control. No la necesitamos a ella. Los 
fanáticos nos quieren a nosotros, no a ella. —Me señala, luego pasa su 
mano por su cabello hasta la parte trasera de su cuello en pura 
frustración. Entonces sale por la puerta, gritando con autoridad mortal—
: ¡Déjenla fuera de esto o prometo que alguien va a tener un infierno que 
pagar, Leo! 
No sé porque, pero no me gusta que tenga la última palabra. 
No siento como si estuviera protegiéndome de las cámaras. 
No me gusta nada de ello, y antes de que lo sepa, mi voz lo detiene. 
—¡Ja! ¡Como si tus promesas alguna vez significaran algo, idiota! —
Mientras hablo, arranco el anillo que cuelga de mi collar y lo arrojo hacia 
la puerta abierta. 
El tiempo permanece inmóvil. 
Mortalmente lento, Mackenna entra de nuevo en la habitación a 
donde el anillo yace en el suelo. 
Mira a la pequeña banda de oro blanco con el diamante brillante 
descansando a sus pies, y su expresión cambia de la sorpresa a la furia, 
luego a algo que no comprendo. Lo levanta y lo mira por el momento más 
largo de mi vida, entonces levanta su cabeza y me mira fijamente con una 
expresión que me destruye por dentro. Aprieta la mandíbula, se gira, y 
cierra la puerta con una azotada. 
Estoy temblando. 
Batallando con la urgencia de correr tras él y….¿y qué? 
Odio que aun pueda sentir el calor de su mano cuando solía 
sostener la mía. Odio que el recuerdo de su boca en la mía aun me 
despierte en el medio de la noche. Siento un dolor sordo por la pérdida 
del anillo que he estado escondiendo debajo de mis blusas, y me duele el 
sonido de su voz y la vista de su rostro, y odio no saber cómo detenerlo. 
 
 
26 
Cuando presiono los labios a mi pulsera talismán mientras trato 
de mantenerme calmada, luchando para que aquellos en la habitación 
no noten cuan fácilmente Mackenna me afecta, Lionel da un paso y toma 
mi brazo. —Querida, ¿quieres su atención? —me pregunta, tanto 
entretenido como confundido. 
—No quiero su atención. ¡No quiero nada de su parte! 
—Estas consiguiendo un montón de él, sea que lo quieras o no. 
Libero mi brazo de un sacudón. —No estoy a la venta. No hay nada 
que puedas decir o hacer para convencerme para hacer esto. 
—¿Qué hay sobre…? —Se inclina y susurra un número muy, 
demasiado, grande en mi oído. 
 
 
 
27 
La bruja olvidó la escoba, pero 
no la jodida bolsa de tomates 
 
Traducido por Jadasa 
Corregido por Naaati 
 
Mackenna 
 
—Lo está haciendo, Kenna. Te sorprendería saber que no requiere 
de mucho. Te lo digo, los nuevos graduados de la universidad trabajarán 
muchísimo estos días. 
Cuando salgo de la ducha, agarro una bata de felpa y me la pongo, 
encuentro a Lionel en mi habitación, radiante ante las noticias. 
—¿No puedes jodidamente hablar en serio? —exijo, frotándome el 
cabello con una toalla. Se ve mortalmente serio, y sacudo la cabeza 
mientras agarro algo de ropa—. ¡Lionel! Inhalé yema de huevo por la 
nariz. Creo que aún tengo algo en mi oído. —Sostengo la toalla contra mi 
oído y salto, sacudiendo el agua. 
—Pequeña mierda. Dijiste que no existía —gruñe. 
Lanzo mis pelucas dispersas en el baúl y cierro la tapa. —No existe 
—grito. ¿Y qué si tuviera que decirme que no existía? Durante seis años, 
funcionó. Pero ahora se encuentra aquí. Como un demonio, algún 
duende, recordándome lo que quería como un adolescente y nunca podía 
tenerlo. Recordándome lo que perdí. Lo que haría para recuperarla. 
Pandora. 
Mi pesadilla, mis sueños, mi fantasía andante y hablada. 
Aquí. 
Arrojando mí anillo. 
 
 
28 
Mi propio anillo de mierda en mi rostro. El anillo de mi madre. 
¡Qué irreverente chica descarada! 
¿Y qué pasa con esas malditas botas? Jesús, todo lo que necesita 
es un hacha y sangre goteando de sus uñas. O una escoba y un caldero. 
Dios, esa mujer. 
Algo me golpeó en el interior cuando la oí. Su voz suave, plana, pero 
no clara. Su voz, única en el mundo. Es como una canción que te hace 
sentir como una mierda. Me hace sentir como ese adolescente sin valor 
que la anhelaba como una droga. 
El adolescente al que le encantaba letras, canciones, batería, 
pianos, melodías, lo que sea que me hacía sentir que mi vida no apestaba. 
Las canciones hacen que los amigos sean irrelevantes. Las canciones me 
hicieron recordarla, pero también la olvidé. Me encantan las canciones. 
La música me salvó la vida y ahora se ha convertido en mi vida. Pero 
ninguna canción ha sido tan buena como escucharla. Y ninguna ha sido 
tan mala como verla allí, burlándose de mí, desafiándome con esa 
interminable mirada negra. 
—Pensé quecantabas sobre una mujer ficticia —continúa Leo, y 
cuando me pongo una camiseta con una calavera, para adaptarme al 
estado de ánimo de esa perra, me vuelvo para mirar a Lionel a los ojos. 
Se encuentran vidriosos y trastornados, como cuando conseguimos un 
trato discográfico, un reparto de la película. 
O cuando piensa que acabamos de encontrar una mina de oro. 
Pero Pandora es una mina oscura interminable sin diamantes. 
Quiero olvidar que acabo de mirarla al rostro, pero está marcado en mis 
retinas y es todo lo que veo. Esa fierecilla enfurruñada frunce el ceño, 
esos labios negro oscuro, esa raya rosada ridícula, las botas. Puedo 
perfectamente imaginarla a horcajadas sobre un hombre y enganchar 
esas botas alrededor de sus caderas. Sí, las quiero alrededor de las mías. 
Empuñando mi mano alrededor del anillo de mi madre, levanto mi 
cabeza en dirección a la puerta, mi voz baja. —¿Dónde mierda está? 
—Esperando. He llamado a los abogados, y ya le he enviado un 
mensaje a Trenton. 
—¿El jodido productor? La metiste en la película, será el blanco de 
millones de fanáticas enojadas, ¿no lo entiendes? Conocerán su rostro. 
¡Sabrán que era mía, y nunca volverá a estar a salvo en su vida! 
—Ah, protector, ¿verdad? Me gusta este lado de ti, Kenna. Nunca 
lo había visto. ¡Infiernos! ¡Más razón para tenerla! Queremos lo que sea 
que haya sucedido, allí. —Lionel señala hacia la puerta que conduce al 
pasillo de Meet and Greet—. Queremos eso. Y una escena de beso y 
toqueteo en el concierto del Madison Square Garden. Para el público, y 
para la cámara. Después la queremos en el estreno, de tu brazo, antes 
de que hagamos una buena historia de ruptura que te deje libre. 
—¡Es demasiado, Lionel! 
 
 
29 
—¡Demasiado, mi culo! Vi cómo te afectó. Vi drama. Vi más de lo 
que tenemos para esta maldita película, la cual, en su mayoría, bebes y 
te acuestas. Vi una oportunidad, y como tu agente, me pagas para sacar 
provecho de esas oportunidades. 
—No —digo. 
—Escucha, Kenna, todo lo que necesito de ti es un par de buenas 
escenas, una escena de besos y algo más cerca del final de la película, y 
en tu brazo en el estreno. Dame esto y te daré lo que pediste. 
—Entonces ¿finalmente cedes? 
—Sí. 
Me paseo, considerando su oferta. Consigo lo que quiero, lo que 
siempre he estado pidiendo. Y también tenerla cerca. Quizás no pueda 
decirle la verdad, pero puedo recuperarla si quiero. 
Y joder, no solo quiero, mi orgullo lo exige. 
Una vez, su madre me dijo que no era lo suficientemente bueno. Le 
prometí que en pocos años iba a ser lo suficientemente bueno para 
cualquier hija, especialmente la suya. 
—Eres el mejor cantante, y la atracción principal, pero seamos 
realistas, entre los tres, eres un actor de mierda. Pero con esto es 
brillante. Con Pandora ni siquiera tendrás que actuar. —Sonríe—. Ahora 
ve y termina el Meet and Greet. Me encargaré de tu novia. 
—Mi novia —me burlo—, es una extraña lanzadora de tomates 
devoradora de hombres, que parece demasiado encantada con la 
oportunidad de pasar el tiempo alrededor para hacer de mi vida un 
infierno. 
—Sí. Eso es bueno. 
 
 
 
30 
Parece que tendré que besar 
al sapo 
 
Traducido por Clara Markov, Lvic15 & Beatrix 
Corregido por Farrow 
 
Pandora 
 
—Es muchísimo dinero, maldita sea —dice Melanie a medida que 
regresamos manejando a casa. 
—Melanie, jodidamente les robé. Habría cedido por la mitad. 
Diablos, ¡besaría el trasero de un hipopótamo por la mitad! 
¿Qué acaba de pasar? 
Sigo tratando de entender el hecho de que acabo de firmar por 
renunciar a mi vida. O, mejor dicho, a tres semanas, un beso y la 
aparición en el estreno de una película. 
Estoy de regreso de las horas más surrealistas de mi vida. En el 
espacio de noventa minutos, conocí a un productor de películas llamado 
Trenton, un montón de abogados, y un cheque enorme. 
Ahora vamos en la parte trasera de una limusina provista para la 
princesa Melanie por nada menos que su propio señor King. 
Aparentemente, es el chofer de su novio. Te lo digo, estar con ella estos 
últimos días me está jodidamente acomplejando. En especial, después de 
que tu ex te acaba de mirar de la manera en que Mackenna me miraba. 
Como si quisiera asesinarme, lentamente, y luego cortar mi cuerpo en 
partes para esconderlas en una caja. Así que la leyenda sería “Pandora 
en una caja”, en lugar de “La Caja de Pandora”. 
 
 
31 
Melanie golpetea con sus uñas arregladas el vaso de cristal que 
levantó del minibar dentro del auto. Las letras en sus uñas deletrean 
“Grey” con un corazón en el pulgar. 
Qué ridículo. 
Mis dos amigas están comprometidas en una relación con hombres 
que se han probado a sí mismos al hacer lo inimaginable, dejar sus vidas 
por ellas. Odiaba al mujeriego de Melanie porque pensaba que no era 
correcto para ella, pero resultó que era exactamente lo que ella soñó y 
hasta más. Atractivo, protector, peligroso, y un completo macho alfa que 
haría todo por Melanie. ¿Y Brooke? Ya está casada con su chico; no, él 
no es un chico, es una bestia. Una bestia alta, esbelta, musculosa, con 
cabello oscuro, ojos azules y sensuales, que la mira como si viviera por 
ella. 
No le digo a Melanie cómo duele cuando Greyson se aparece en la 
oficina para robársela por el día, o cómo duele ver a Brooke y su esposo 
acurrucándose por instinto al hablar. Tal vez es porque me siento 
incómoda permitiendo que alguien vea que me doy cuenta de esa mierda. 
Lo noto como notaría que me falta una extremidad, o que me estrellé 
contra la rama de un árbol y esta se me sale por el torso. 
Sí, noto cómo Greyson mira a Melanie, y cómo Remy mira a Brooke. 
Hace tan solo unos meses ella y su esposo se encontraban en la ciudad 
con su bebé, y vi la manera en que él le sonreía a través de la habitación. 
Cómo se buscaban. Cómo, cuando se encontraban cerca, le colocaba la 
mano sobre la cadera, una mano enorme, e inclinaba su cabeza hacia 
ella, tan cerca que sus labios se movían contra su oreja, sus labios se 
curvaban, sus ojos centelleaban en su dirección. Noté la sonrisa de 
Brooke, casi tímida, y la forma en que giraba su cuerpo hacia el suyo y 
le ahuecaba la mandíbula. Podías sentir el amor en el aire, y casi sentía 
que me entrometía en algo íntimo y especial. Viéndolos, fruncía el ceño 
hacia mi regazo, porque no podía aguantarlo. 
¿Y Melanie? Probablemente le pedía deseos a alguna estrella 
estúpida, esperando que algún día pudiera ser ella. Y ahora, ¿adivina 
qué? Es ella. Su jodido novio la consiente. Encontró un amor genuino. 
Uno que jamás me permitiría desear porque jamás tendré eso con nadie. 
Jamás inclinaré la cabeza con timidez o seré la clase de chica que inspira 
a un hombre a protegerla de la manera en que los hombres de mis amigas 
las protegen. Nunca los inspiraré a querer ser mejores. Porque no soy 
inspiradora. Soy la amargada con la que nadie quiere salir por mucho 
tiempo. 
Todo porque Mackenna me destrozó. 
Me jodió el cerebro, luego el corazón y lo que quedaba de mi 
cerebro, y era demasiado joven para superarlo. Ahora, después de mirar 
esos ojos absolutamente no puedo tolerarlo, preferiría morir que 
retroceder ante un desafío con él. ¿No quiere verme? Bueno, entonces me 
plantaré frente a él para que tenga que hacerlo. Haré de su vida un 
infierno, como él hizo la mía. Y ¿lo mejor de todo? Me van a pagar por 
 
 
32 
ello. Creo que podría disfrutar mi primer golpe de suerte desde… mi 
nacimiento. 
—Sí, Billón ¡fue genial! —grita emocionada Melanie al teléfono, 
revisándose las uñas para asegurarse que están perfectas. A veces llama 
a su novio Billón, diciendo que es porque es el número más alto en el que 
podía pensar. No lo entiendo, pero me dijo que no me preocupara, porque 
ella sí. 
Como sea. Melanie es… Melanie. 
Ahora baja la voz aún más para él. —Sí, pensé en ti… te necesito 
más. Le diré a Ulysses que se detenga ahí. No, no será ningún riesgo que 
lo haga. Te necesito. —Se ruboriza como si sunovio le hubiera susurrado 
algo sucio que planea hacerle. Se muerde el labio inferior como una 
adolescente y cubre el teléfono para decir algo, luego se ríe y cuelga. 
—Luces como una tonta virgen, Melanie —digo amargamente. 
Sus ojos centellean, casi como si el chico le hubiera hecho el amor 
en el teléfono. —¿Y qué? Me hace sentir tímida cuando me describe en 
detalles lo que hará conmigo. 
—Amiga, tienes su nombre en tus dedos y un corazón en tu pulgar. 
A hombres como el tuyo le gustan los desafíos. Cuidado, o pensará que 
eres algo seguro y te dejará. 
—Soy algo seguro, y él es el mío. Nos amamos, nos casaremos, 
tonta. 
Mierda. Seré la única solterona del trío. Incluso nuestro amigo más 
cercano, Kyle, ahora tiene novia. 
Jódeme de pie y con mis botas puestas. Ugh. 
Caemos en un silencio el resto del camino a casa. Ahora Melanie 
manda mensajes, tal vez con su chico o con Brooke. Siempre la mantiene 
al día. 
—¿Podrías contarme cómo se conocieron? —exige, alzando la vista 
de su teléfono. He sido reacia de hablar sobre Mackenna por años. 
—Hace mucho tiempo. En el bachillerato, antes de cambiarme de 
escuela y conocerte. 
—Pero ¿no crees que valía la pena mencionarlo desde antes de 
ayer? ¡Te rompió el maldito corazón y canta sobre ello en la radio! 
Miro por la ventana, levantando con fuerza los muros a mí 
alrededor. 
—¿Qué ocurrió? 
—Chica estúpida atraída por chico malo, tarjeta de virginidad 
entregada, corazón roto, fin de la historia. Ni siquiera me preocupo por 
él. Ahora mismo, me preocupa lo que le diré a mi madre. Probablemente 
le diré que tengo trabajo, y le comentaré a Susan si me dejaría trabajar a 
 
 
33 
larga distancia las próximas semanas. Le diré a mi madre la verdad una 
vez que termine. 
Mentiría, pero a quién mierda le importa. Lo he hecho antes. Como 
cuando solía escaparme en medio de la noche, con el corazón acelerado, 
para encontrarme con Mackenna. 
—Hablemos del chico ¿podemos? 
—No, no podemos. 
—Entonces, hablemos de esto ¡no puedo creer que vayas a salir en 
una jodida película! 
Resoplo. —No es una película de verdad. Es como la de Katy Perry 
y Justin Bieber, las cuales son un poco aburridas. 
—Es una película, Pandora. Reproducida en cines. ¡Y amé la de 
Katy y Justin! ¿Te sigues preguntando cómo pudo Brooke irse de la 
ciudad por un chico que ama? ¡Y ahora tú te estás yendo por un chico 
que odias! Esa es una lección sobre el karma para ti. Deja de juzgar a las 
personas enamoradas por lo que hacen. Estás haciendo algo peor por 
alguien que ni siquiera amas —dice con una sonrisa. 
—Júzgame todo lo que quieras. Tengo este gran cheque, y ¿qué 
tienes tú? Ni siquiera una foto con ellos. 
—Tengo a Greyson, ¡ja! Es todo lo que quiero. Y finalmente descubrí 
el nombre de tu idiota ex. Kenna es el más sexy de los tres y no lo sabes, 
amiga. Cuéntame qué pasó. Se supone que somos amigas. ¿Con quién 
hablas de esta mierda? Te enfermas cuando te lo guardas todo para ti 
misma. Necesitas sacarlo. 
—Lo hice, en forma de tomates. —Sonrío al recordarlo, y por un 
momento, me siento feliz cuando Melanie se ríe. 
—¿Será parte de la película? ¡Por favor, di que sí! —ruega, tomando 
mi blusa en sus manos y sacudiéndome. 
Me rio. —Eso espero —admito, tirando de mi blusa—. Diablos, 
espero poder hacerlo otra vez en Madison Square, justo antes de besarlo. 
Eso le enseñará. 
—Así se puede quitar la camisa. ¡Dios! 
La golpeo. —¡Mel! Usa pelucas y se agarra la polla al bailar. Es 
asqueroso. 
—Amiga, mirarlo ahí arriba, todo sexy, nos embaraza a la mitad de 
la gente, ¡lo juro! —Se ríe, pero me quedo mirando por la ventana y la 
fulmino, mi furia resurgiendo cuando recuerdo lo que se siente mirar a 
esos raros e inquietantes ojos color gris otra vez. 
Para nada se sintió bien. 
Se sintió incómodo, desordenado, complicado, y definitivamente 
para nada agradable. 
 
 
34 
Lo recuerdo apretando un tomate en mi cabello, y mi estómago se 
siente como un bote caliente, burbujeando con toxicidad. 
—Pandora, ambos lucían un poco demasiado como homicidas con 
el otro. ¿Tal vez deberías hablar primero con tu terapeuta? ¿De manera 
que pueda darte algunos consejos para permanecer bien? 
Mi orgullo pica. —No necesito consejos. Tengo esto bajo control. 
Ella me ha estado dando consejos durante seis años. 
—Bien. Solamente regresa en una pieza y a tiempo para que te 
tomen las medidas para tu vestido de dama. Pan, es mi boda, así que 
aguántate, perra. 
Gruño, y se ríe golpeándome en el trasero para que me salga del 
auto. Mel siempre está emocionada. Siempre animada. No es como yo. Y 
me siento feliz por ella. En serio. Pero también odio el hecho de que me 
enoja que esté tan feliz. A veces siento que no puedo soportar a la gente 
alegre. 
No los entiendo, joder. 
Me dirijo a mi departamento, tratando de no hacer ruido. En caso 
de que no lo hayas adivinado por mi nombre, mi madre no me quiere, y 
nunca me deja olvidarlo. Las palabras “No cometas el mismo error que 
yo” han sido arraigadas en mi cabeza desde que tuve mi primer periodo, 
y nunca llego a olvidar que ese error fui yo. 
Probablemente debería vivir sola. Pero mi prima Magnolia nos salvó 
a mi madre y a mí. Perdió a su mamá, la hermana de mi madre, por la 
leucemia, y vino a nosotras como un bebé un par de años después de la 
muerte de mi papá. Nos sacó de una profunda tristeza. Si no hubiera sido 
por ver su pequeña mirada perceptiva cada mañana, sería una 
drogadicta. O borracha. O ambas. No sé por qué me siento atraída por 
las drogas, el alcohol, o ambas cosas, pero cuando mi padre murió y 
Mackenna se fue, mi mamá me abofeteaba cada vez que lloraba y me 
decía que me controlara, que fuera fuerte.... Simplemente no sentía que 
la vida tuviera mucho que ofrecer en ese momento. Hasta que la pequeña 
Magnolia vino a nosotras. Mi mamá concentró sus esfuerzos en ella, y yo 
también. 
Entro con cuidado al baño que compartimos, abro la ducha, y me 
libero de mi ropa. El agua corre sobre mi cabeza y veo sus ojos, gris 
brillante y enojados, y mi estómago se anuda porque pienso que me sentí 
mejor después de herirlo. Sentí esa pequeña avalancha, cuando lo 
atacamos durante su concierto, pero después lo vi, y todo lo que sé ahora 
mismo es que no me siento bien. 
Después de mi ducha, no puedo dormir, así que me siento en el 
sofá de la sala, escuchando el golpeteo de la lluvia suave y el silbido del 
viento de afuera. Entro de puntas a la habitación de Magnolia y miro la 
manera en que está torcida en la cama, toda inocente, su cabello oscuro 
dispersado en la almohada. A ella, como a Melanie, realmente le gusta el 
mechón rosa en mi cabello. 
 
 
35 
—PanPan, léeme esto —dijo hace tan solo dos noches. 
Saqué un cuento de princesas, y carraspeé para comenzar a leer. 
Magnolia se quedó callada y con cautivada atención, hasta que bajé la 
mirada al libro. —Mag, mira, no creo que estos libros te den la correcta 
expectativa de lo que un hombre es en realidad —digo. Ella no tiene figura 
paterna, ningún hermano, ninguna influencia masculina en su vida, eso 
me preocupa—. Te enamorarás de este príncipe y jamás lo encontrarás. 
—¡Iuuu! —Saltó de la cama, gritando—. ¡No leo estos por las 
princesas! ¡Los leo por la magia! 
—Pero pronto serás atraída por un príncipe… 
—¡Sin príncipe! Quiero que el dragón se coma al príncipe. Helena 
dice que a los chicos con coronas como en estos cuentos ya ni siquiera 
les gustan las chicas. ¡Les gustan los chicos! 
Mierda, me rio con ganas de eso. 
Y luego me preocupo un poco. 
Tiene un amigo con dos papás, y afortunadamente, Magnolia no 
siente celos de la abundancia de padres de su amigo. —¿Por qué alguien 
querría dos papás? No tengo ninguno y estoy súper bien, ¿verdad, 
PanPan? 
Sonaba confiada cuando lo preguntó, pero tengo recuerdos tan 
cariñosos de mi papá, que no sé. Aun así, le digo que está bien, porque 
ya tampoco tengo un papá. Pero ¿de verdad está bien? 
A medida que sale sol, le escribo una brevenota en caso de que me 
vaya antes de que se despierte, después tomo mis cigarrillos electrónicos 
de la mesita de noche. La clave para dejar de fumar es siempre 
mantenerlos completamente cargados. Llevo dos meses sin fumar, y no 
voy a empezar de nuevo por un puto idiota como Mackenna. Meto los 
cigarrillos electrónicos en mi bolsa e, impulsivamente, voy a la caja de 
zapatos en el armario donde he escondido algunas cosas viejas. La cosa 
más preciada entre todas ellas es una estúpida roca que él me dio. ¿Por 
qué la guardo? No lo sé. Es una verdadera roca, no una joya. Me tropecé 
con ella una vez, cuando me acompañó a casa. 
—Patea eso —dije con rabia, agarrando mi codo ensangrentado. 
—Si la pateo, solo te tropezarás de nuevo la próxima vez que 
vengas. La clave para no volver a tropezar con la misma piedra es 
aferrarse a ella —dijo con una sonrisa—. Puedes asegurarte que nunca 
tropezarás con la misma piedra, si te aferras a ella y sabes dónde está. 
Gracias, Mackenna, por ese consejo tan sabio. ¡Voy a asegurarme 
de nunca tropezarme contigo! 
Hay personas que tienen un efecto en tu vida. Y luego están las 
personas que se convierten en tu vida. 
Como hizo él. 
 
 
36 
Siempre fui una niña solitaria y retraída, mi madre era una adicta 
al trabajo, mi padre era un adicto al trabajo, ambos eran estrictos y 
prácticamente esperaban que sólo me concentrase en las notas y sólo en 
eso. Siempre fueron muy cuidadosos en que no tuviera malas influencias, 
o incluso amigos, en realidad. Por alguna razón, esto, junto con mi 
elección de la ropa, me hizo la atracción, o distracción, favorita de las 
chicas geniales. Era la única gótica de nuestro grado, y les encantaba 
reírse de mi ropa toda negra y llamarme “la que se corta”. Pero había éste 
chico, el chico malo más genial, que detuvo las burlas un día. Se acercó 
a mí con una bufanda púrpura que había visto que usaba una de las 
chicas antes, y la puso alrededor de mi cuello, acercándome a él casi 
íntimamente. —Nos vemos después de la escuela —dijo y me besó en la 
frente. Las otras chicas se callaron. 
Porque todo el mundo habría dado una costilla por tener la 
atención de “Jones”, y él me la dio a mi así de fácil. 
Y así es como me enamoré, totalmente, de Mackenna Jones. 
Resulta que él sí me esperó después de la escuela ese día. Me llevó 
a casa y le pidió a su vecino que se sentase en el asiento trasero para que 
“Pandora” pudiera sentarse al frente con él. Ni siquiera sabía que sabía 
mi nombre. —¿Por qué harías eso? —pregunté cuando me acompañó por 
las escaleras hasta mi edificio. 
—¿Por qué se los permitirías? —Se giró, esos ojos suyos 
haciéndome sentir vulnerable y desnuda y extrañamente bonita. Para 
una gótica, eso es grande. 
Realmente grande. 
Pero también me di cuenta de que fruncía el ceño con disgusto. 
—No las detengo porque no me importa —dije mientras me 
apresuraba por las escaleras. Me siguió, me agarró de la muñeca y me 
hizo girarme hacia él. 
—¡Oye! Sal conmigo el viernes por la noche. 
—¿Perdón? —farfullé. 
—Me escuchaste. 
—¿Por qué quieres salir con alguien como yo? ¿Tu lista de 
admiradoras no es lo suficientemente larga? 
—Porque la chica que quiero está aquí. 
Empezamos a salir en secreto, buscando lugares escondidos donde 
nadie nos viera. Me hablaba de la música, la forma en que quería ver el 
mundo. Trabajaba como DJ los fines de semana. Tenía esperanzas, 
sueños y deseos. Le dije que no sabía lo que quería ser, y no tenía 
esperanzas, ni sueños, ni deseos. Supongo que nunca te sientes tan 
desesperada como cuando estás con alguien que está lleno de ideas y 
sabe que va a comerse el mundo. Aun así, se sentía atraído por mí. Se 
burlaba de mí, me hacía reír, más tarde me hizo olvidar la muerte de mi 
 
 
37 
padre y el hecho de que mi madre lo consideraba una traición si alguna 
vez lloraba por su pérdida. 
Se convirtió en mi vida. Empecé a esperar a que sus ojos, plateados 
como los de un lobo, se girasen a verme. Empecé a estremecerme y 
temblar de anticipación cuando caminaba junto a mi casillero incluso si 
no se suponía que tenía que venir a mí. A veces se me caía un lápiz, un 
libro, mi bolsa, simplemente para que me lo pudiera dar con una sonrisa 
de las suyas o pasase su pulgar por encima del mío. Supongo que la gente 
se preguntaba acerca de nosotros, pero nunca les dimos pruebas. Quizás 
se preguntaban si sólo me quería para el sexo, pero también lo deseaba. 
Fantaseaba con ello. Cuándo pasaría, dónde sería, cómo se sentiría, si 
me diría cosas bonitas. 
Terminó siendo increíble. Cada vez con él. Asombrosa. Adictiva. 
Sólo lo deseaba a él. 
Tonteamos durante meses antes de finalmente salir, y las cosas se 
pusieron aún más serias después de eso. Hablé sobre contarle a mi 
madre sobreprotectora acerca de nosotros, sobre cuidar mis notas en la 
escuela para que no tuviese ninguna excusa para decirme que no podía 
tener un novio… y justo cuando iba a contárselo… 
Su padre fue arrestado por tráfico de drogas. Esa noche, cuando 
llegué a casa, llamaron a mi madre de la oficina del fiscal. Las esperanzas 
de Mackenna se hicieron añicos, y no tenía ninguna esperanza propia 
para poder hacernos atravesar la situación. Traté de contarle a mi madre 
que Mackenna y yo teníamos “algo”, a lo que me respondió 
inmediatamente prohibiéndome contactar con “el hijo”. Y después de que 
papá muriera, incluso mientras Mackenna y yo planeamos dejar la 
ciudad, me vigilaba como un halcón…. 
Al final, Mackenna se fue. Me dejó atrás. 
Volví a ser la gótica de la que la gente se reía, excepto que ahora ya 
no estaba triste. Enloquecí. Golpeé a algunas de las chicas, y mi madre 
me envió a terapia y, después, a una escuela privada, donde terminé 
conociendo a las dos chicas que han sido mis únicas amigas. 
Melanie y Brooke. 
Nunca, jamás les mencioné su nombre. 
Pensé que él me había salvado, pero resulta que sólo empezó a 
arruinarme la vida. 
A los diecisiete años, lo necesitaba. 
A los dieciocho años, todavía lo extrañaba. 
A los diecinueve años, todavía lo quería. 
A los veinte años, todavía pensaba en él. 
Pero en el momento en que lo oí cantar sobre mí en la radio, 
haciendo música ligera de las noches en que me sostuvo cuando me sentí 
sola, ahí es cuando deseé nunca haber puesto mis ojos sobre él. 
 
 
38 
 
 
 
Al amanecer, escucho a mi madre moverse. 
—Hola —digo cuando me uno a ella en la cocina. Sonríe y empuja 
una taza de café en mi dirección con su dedo. Sacudo mi cabeza—. 
Gracias. 
—Viniste tarde anoche —dice. 
—Estaba con Melanie. 
—Ahh, por supuesto. Eso lo explica todo. 
Comienzo a poner mantequilla sobre una tostada, así no tengo que 
mirarla a los ojos cuando miento. De lo contrario, lo sabrá al instante. 
Por su profesión, está naturalmente inclinada a detectar inmediatamente 
a los mentirosos. Tienes que ser muy bueno para engañarla, lo cual, 
supongo, lo soy. —Mamá, tengo una oportunidad de negocio, y tengo que 
viajar fuera de la ciudad por un tiempo. 
—¿Viajar? —repite. 
Es abogada. Está acostumbrada a hacer una pregunta y mirarte 
hasta que gimes o te das por vencido. Fijo mi mirada en ella y no 
respondo, obligándome a no temblar bajo su mirada. 
—Viajar implica volar, Pandora. 
La mera palabra hace girar mi estómago como si alguien estuviera 
dándole vueltas con una cuchara. —Acabo de volar con Melanie y estuve 
bien con los medicamentos que tomé. Para el momento en que me 
desperté, habíamos aterrizado. Tomaré esos y trataré de hacer algunos 
tramos por tierra —miento. No tengo ni idea de cómo funciona una banda 
de rock, o si viajan por tierra, por aire, o diablos, incluso por mar. Aun 
así, abro mi mano y le muestro el pastillero que acaba de tomar, con tres 
pastillas dentro. 
Se me queda mirando directamente, haciendo caso omiso de las 
pastillas. —Entonces ¿qué tipo de oportunidad es? 
—Es una buena, muy buena —digo en tanto frenéticamente libero 
mi mente para imaginar una mentira suficiente—.Envié la propuesta 
para varios apartamentos, telas oscuras, ya sabes. Lo que me gusta. Son 
para una, mmm, gran familia, y me contrataron al instante. Dijeron que 
nadie podía hacer eso excepto yo, tenía que ser yo. Y he estado decorando 
el tiempo suficiente para saber que es el tipo de oportunidad que quizás 
nunca vea de nuevo. Jamás. 
—Muy bien ¿así que cuando vuelves a casa? 
—Creo que en tres semanas. 
—Muy bien. 
 
 
39 
Continuamos nuestro desayuno en silencio. Trato de exhalar 
lentamente para que mi respiración no sea un jadeo al salir. 
—¡PanPan! —Una bola de cañón aterriza en mi regazo, y me rio 
mientras la calidez de Magnolia me envuelve. 
—¡Hola, Magnífica! —digo, pellizcando su nariz. Llamo a Magnolia 
cualquier cosa que empiece con Mag. Pone una gran sonrisa llena de 
diente cuando le pregunto qué está haciendo. 
—Nada —dice, liberándose y metiendo una mano en la caja de 
cereal del mostrador. 
—Magazine, voy a estar fuera por un tiempo, ¿te vas a mantener 
fuera de problemas? 
—Nop. Problemas es mi segundo nombre. 
—Acordamos que era el mío. —Voy al armario y saco un bol y una 
cuchara—. ¿Qué vas a hacer si me extrañas? 
Parpadea. 
—Harás una lista de las cosas que quieras hacer conmigo cuando 
esté lejos y las haremos cuando vuelva —le digo. 
Asiente y se lleva sus cereales a la mesa. Soy una gran creyente en 
las listas. Escribe lo que quieres en un papel, y es como ponerlas ahí para 
el universo: Perra, tienes que hacer que esto suceda para mí. Lo obtuve de 
mi madre, que está casada con sus listas, y creo que probablemente me 
case con la mía… cuando finalmente consiga escribir una. 
—Está bien, lo haré —dice Magnolia, empezando a comer su cereal. 
Siento que mi teléfono suena y veo el coche de Kyle en la calle. 
—Kyle está aquí, mejor me voy. —Dejo mi teléfono a un lado, 
abrazo a Magnolia. Cuando me levanto, mi madre asiente. Agarro mi 
bolsa de lona, y por un momento, no estoy segura de sí abrazarla o no. 
Dado que está allí con su café en la mano y no hace ningún movimiento 
hacia mí, asiento y me voy. Ella simplemente no es cariñosa, pero 
tampoco yo. Estamos más cómodas quedándonos en nuestras pequeñas 
burbujas, tanto que sólo Magnolia parece penetrar. Bueno, Melanie 
también lo logra a veces. 
Veo a Kyle al volante y me meto en su automóvil nerd. 
—¿Qué es todo esto? —pregunta, confundido por la bolsa de lona 
que lanzo al asiento trasero—. ¿Te estoy llevando a algún aparcamiento 
de un hotel? ¿De repente te has convertido en una trabajadora de la 
mafia? 
—Voy a… eh, poner el decorado del escenario de Crack Bikini. Así 
que… 
—¿De verdad? ¿Estás bromeando conmigo? 
Se ve sorprendido, lo que sólo me da ganas de gemir. 
 
 
40 
No sabe que conozco a Mackenna. Ninguno de mis amigos sabe que 
es “el cabrón que me hizo odiar a los hombres”, sus palabras, no las mías. 
Sólo se lo dije a Melanie anoche porque la perra no quería acompañarme 
al concierto y quedarse en casa, para probablemente dejar que 
su muy saludable hombre la follase, de manera que tuve que confesar 
porqué era tan importante que fuéramos. 
Porque acabo de gastar una puta fortuna en dos entradas, y porque 
él es el puto cabrón que me rompió el corazón y me dejó sin corazón y 
amargada. 
¿Quién? ¿El que te vendió los boletos? 
¡No! ¡Mackenna el-chupa-pollas Jones! 
—De verdad, ¿vas a trabajar con Crack Bikini? —pregunta Kyle. 
—No, Kyle. Sólo me gusta que me lleves a hoteles al azar. 
—¿Cuándo vas a volver? —presiona. 
—En menos de un mes. 
Nos dirigimos a donde me dijeron que nos encontrásemos todos, y 
mientras detectamos unos mil buses turísticos en el estacionamiento del 
hotel, estoy tan nerviosa que me estremezco. 
Kyle aparca en sorprendido silencio, entonces agarra mi bolsa y me 
ayuda a llevarla en tanto nos dirigimos hacia un grupo de miembros de 
la banda. Antes de llegar a ellos, se detiene y me da un beso fraternal en 
la mejilla, y, ¿no es simplemente perfecto?, ahí está Mackenna, mirando 
desde la puerta de un autobús cercano. Me pongo de puntillas y meto mi 
lengua hasta la garganta de Kyle, y antes de que pueda entender por qué 
demonios estoy intercambiando saliva con él, me alejo con un pequeño 
gemido. 
—Sé bueno —digo en una aburrida voz seductora. 
Ya no me está mirando. Está mirando a Mackenna. 
Mackenna, quien de alguna manera ha salido del autobús, está 
acercándose ahora, como la hermosa estrella del rock con ese corte de 
cabello atractivo, las gafas de sol oscuras y la sonrisa burlona. 
—¡Ahh, nuestra invitada de honor! —grita Lionel a medida que 
comienza a avanzar en mi dirección, pero se distrae por un ayudante. 
Mackenna no da esa bienvenida. Esos brazos que soñé que me 
sostendrían hasta mi último día están cruzados por encima de su amplio 
pecho, y me doy cuenta que sus cejas se fruncen cuando se quita las 
gafas de sol, las engancha en su camiseta, y fija sus ojos plateados en 
Kyle. Se toma un breve momento para mirarme, después se toma un 
momento todavía más largo para inspeccionar a Kyle. Frío acero se mueve 
por mis nervios. El hecho de que es una estrella del rock y muy sexy no 
lo exime, ni lo hará. 
—¡Pandora! —grita alguien, y una cámara apunta en mi dirección. 
 
 
41 
Al mencionar mi nombre, la cabeza de Mackenna se gira hacia mí, 
y no estoy preparada para lo que veo en sus oscuros ojos profundos y 
soñadores, oscuro y esperando, o por el profundo e intenso calor que 
causan dentro de mi vientre. Un segundo está allí, al siguiente, se vuelve 
hacia el camarógrafo y extiende un brazo, usando su palma para inclinar 
la cámara para que apunte a otra parte. Luego se acerca y recorre a Kyle 
arriba y abajo con una gélida mirada. 
—Mackenna Jones —dice, estirando el brazo. 
Kyle le evalúa, pero con la calidez de un volcán. —Kyle Ingram. 
¡Amigo, soy un gran fanático! 
—Es bueno saberlo —dice Mackenna, asintiendo. 
¿Por qué mi amigo tiene que adular al hombre que odio? ¿Eh? Gimo 
y levanto mi mochila, Mackenna me mira luchar con ello con esa misma 
sonrisa burlona, sus ojos ahora se burlan de mí más fuerte. ¿Ofrece 
ayuda? ¿Hace incluso la más remota muestra de caballerosidad? ¿Lo que 
incluso mi amigo hizo? Infiernos no ¿Quiero tanto que toque mi mochila? 
Infiernos no. 
A la mierda. 
Balanceo mis caderas y me aseguro de que mis botas produzcan 
ruidos crujientes adicionales en el asfalto a medida que nos acercamos a 
Lionel. Los gemelos vikingos me detienen. Ambos se me acercan con 
deleite inesperado. Sus expresiones son curiosas mientras miran a 
Mackenna, y lo imposible sucede. Parecen aún más encantados. 
—Pandora —dice uno. 
—Pandora —dice el otro. 
—Eso es correcto, muchachos, ese es mi nombre, no lo desgasten 
—digo. 
—Muy bien, junten su mierda. Ustedes dos. —Lionel señala a 
Mackenna ya mí—. Monten en ese autobús. Es el que tiene las mejores 
cámaras. 
—No puedo jodidamente creer esto —gruñe Mackenna, sacudiendo 
la cabeza. 
Recojo mis bolas de chica y marcho hacia el autobús. ¿Va a 
quejarse de ello todo el tiempo? Bien. Me pagan para darles un par de 
tomas. Diablos, tal vez una de ellas puede ser de mi bota en sus 
testículos. Tiene motivos para tener miedo. 
—Gracias, Lionel —digo con una sonrisa cálida de repente. 
Mackenna lo mira, atónito, como si no recordara que yo podía 
sonreír. —Sí, gracias, amigo. Mi vida está solucionada —dice Mackenna 
de repente, y marcha hacia el autobús también. Se detiene junto a la 
puerta y extiende un brazo. No pasa desapercibida la flexión de los 
músculos bajo su piel bronceada, y odio que mi cuerpo se tense. —Las 
damas primero —declara con una sonrisa. 
 
 
42 
Encaja con él, esa sonrisa satisfecha, y está arruinando mis 
bragas, eso no me gusta. —¿Damas primero? Entonces tal vez deberías 
ir tú primero —respondo, señalando el interior del bus. 
Todavía tiene esa sonrisa, pero ahora es un reto, diciéndome, si 
estás jugando, estoy jugando, y voy a ganar. 
—Encantadora, chica hermosa —dice, interpretación:

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